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Nombre y Apellido: Guido Manuel Ortubia

Localidad: Mercedes (Bs. As)


Domicilio: 12 entre 47 y 49, N° 1183
Mail: porencimadelaley_g@hotmail.com
Cel: (2324) 15-467519

VII JORNADAS DE LA DIVISIÓN DE HISTORIA


“En el Centenario de la Revolución Rusa”

Luján, 1 y 2 de junio de 2017

Universidad Nacional de Luján


Departamento de Ciencias Sociales
División de Historia

Estado y relaciones laborales a través de la justicia de trabajo,


Mercedes (Bs. As), 1946-1955

La presente ponencia presenta una versión algo resumida y conclusiones generales del
trabajo de investigación realizado en el ISFDyT N°7 de la ciudad de Mercedes para
acreditar la materia Investigación II correspondiente al 4to año de la carrera de Profesor de
Historia en Educación Secundaria. Las tareas de elección del tema, recolección de fuentes
y lectura de bibliografía para elaborar el estado de la cuestión se realizo durante gran parte
del año 2014. Luego de dejar el trabajo suspendido un tiempo, a principios del año 2016 se
hizo el análisis de las fuentes y se termino de escribirlo.

La idea del trabajo es analizar la intervención del Estado peronista en las relaciones
entre patrones y trabajadores a través de la justicia laboral en la ciudad de Mercedes (Bs.
As) entre 1946 y 1955, por medio de instancias judiciales y para-judiciales como los
Tribunales de Trabajo y la Secretaría de Trabajo y Previsión. Se pone énfasis especialmente
en las tensiones generadas por el esfuerzo del peronismo de hacer prevalecer su ideal de
justicia, según sus principios político-ideológicos. Para ello se siguieron los lineamientos
del trabajo desarrollado por Juan Manuel Palacio (2011):
La investigación se inscribe dentro del resurgimiento que han tenido los dos
primeros gobiernos peronistas (el llamado “peronismo clásico”) en la historiografía
argentina reciente. A través de investigaciones variadas, en los últimos quince años
se han abordado esos años clave de la historia argentina de la mano de
acercamientos teóricos y metodológicos novedosos y con un claro propósito
revisionista, lo que ha derivado en una imagen del fenómeno mucho más
fragmentada y diversa que la que sostenían las visiones clásicas. (Palacio, 2011:76)
La historiografía legal en general, y en el ámbito laboral en particular, ha sido
llamativamente un camino poco transitado por las investigaciones históricas
contemporáneas referidas al peronismo clásico.

Este trabajo, a su vez, intento formar parte de un debate más amplio que confronta con la
visión “normalizadora” del peronismo en la historiografía argentina, consolidada en la
década del 90’. Como señalan Omar Acha y Nicolás Quiroga (2009):

En esa construcción se puede observar el lento pero inexorable advenimiento de


visiones cada vez menos "patologizantes" del peronismo. Desde las primeras visiones
que representaban al peronismo como un virus invasor en la historia nacional, a
Perón como un tirano demagógico, a las masas peronistas como una tropa bárbara y
pululante, nos relata Plotkin, se pasa a versiones cada vez menos excepcionalistas,
atenidas a las explicaciones complejas y sensibles a los hechos. (Acha y Quiroga,
2009:82)
La visión “normalizadora”, dentro de la cual se pueden contar caracterizaciones tardías
hechas por Luis A. Romero y Halperin Donghi, intentaría acomodar al peronismo dentro
de la tradición liberal, republicana y socialdemócrata argentina, anulando o relativizando
sus cambios más radicales con respecto a los gobiernos que lo precedieron.

En línea con esta idea, Palacio (2009) también explica que las nuevas investigaciones
son una vuelta de los historiadores a revisar el primer peronismo, para recuperar aquello
que lo hizo único, dejando de lado los enfoques profesionalitas de las últimas décadas que
intentaban encuadrar al peronismo en una continuidad histórica sin sobresaltos o rupturas.

Otros temas importantes de nuestro análisis son la filosofía peronista en la aplicación de


justicia, el principio de defensa del más débil, y el avance del Poder Ejecutivo sobre el
Poder Judicial para poder concretar la experiencia de la “Justicia Social” en la vida de las
personas, más específicamente en la de los trabajadores asalariados. ¿Cómo entendía el
peronismo el concepto de justicia, específicamente en lo que hace a las relaciones
laborales? ¿Cuál era su objetivo principal? ¿Cómo lo llevaba a la práctica? ¿Qué
diferencias conceptuales se suscitaban con la doctrina jurídica tradicional, y como se
traducía esto en la realidad de la aplicación de justicia? La hipótesis con la que trabajamos
es que la política judicial peronista formaba parte esencial del proyecto político. Era la
garantía de que la nueva legislación se cumpliera, era un modo de regular las relaciones
laborales y evitar abusos, era un modo de nivelar desigualdades. En definitiva era la manera
de lograr que la “justicia social” no quedara solo en una mera declaración de principios,
sino que se constituyera en una realidad en la que el trabajador se viera claramente
beneficiado.

Nuestro trabajo está localizado espacialmente en la ciudad de Mercedes, Provincia de


Buenos Aires. Su fundamento es que la mayoría de los trabajos que se interesaron en el
tema elegido, lo han hecho desde una óptica nacional, como una forma de abordar la
dinámica política del gobierno peronista. Nosotros creemos importante considerar lo
ocurrido en los espacios provinciales argentinos, y dentro de ellos en localidades
especificas, donde en ocasiones los procesos nacionales presentan rasgos diferenciados. Las
fuentes que analizaremos fueron extraídas del Archivo Histórico Judicial de Mercedes,
siendo casos que transitaron por los Tribunales de Trabajo de la ciudad. La justificación de
la selección temporal se desprende naturalmente de analizar el funcionamiento del Estado
durante la vigencia de los gobiernos de Perón, y además porque las fuentes seleccionadas
narran hechos acontecidos dentro de ese marco.

II

En el trabajo se hace una pequeña reseña histórica de la ciudad de Mercedes con el


objetivo de introducir al lector en el espacio de análisis. No la reproduciremos en este
trabajo pero si explicaremos la constitución del fuero laboral en la localidad.

La organización moderna del Poder Judicial de la ciudad de Mercedes empezó a tomar


forma a partir de la reforma constitucional de la Provincia de Buenos Aires en 1873, siendo
este Poder desempeñado por una Suprema corte de Justicia, Cámara de Apelaciones y
demás tribunales, reservándole a la Legislatura dictar una ley orgánica.1
1
Esta reseña de los tribunales está elabora, excepto en los pasajes que tengan referencias de otros trabajos, en
base al libro de Alejandro Molle (1997), “El Departamento Judicial de Mercedes (Bs. As) – Un retazo de su
En la Sección Novena de la Constitución reformada se dispuso el mandato de que en
cada ciudad cabeza de departamento judicial haya una Cámara de Apelación con
competencia en materia civil, mercantil y criminal, y en otra de sus previsiones divide el
fuero civil y mercantil por un lado, y el criminal por el otro. De este modo surgió el primer
juzgado de primera instancia en lo Civil y Comercial y la Cámara de Apelación (única) en
el departamento de Mercedes, entre otros departamentos. En 1874 el Estado Provincial
diseño el organigrama judicial, paso a designar jueces y funcionarios en los distintos
departamentos, incluido el de Mercedes, quienes asumieron a principios de 1875.

En 1888 se aprobó el proyecto de construcción del Palacio de Tribunales, impulsado por


los hermanos Hernández. El proyecto no se concretaría hasta el 28 de Mayo de 1908, fecha
de la inauguración del Edificio, sobre las intercepciones de la calle 26 esquina 27, y calle
27 esquina 28. Denominados “Tribunales del Departamento del Centro”, que tenían
jurisdicción sobre 24 partidos aledaños. Para el año 1940 funcionaban ya en ese edificio la
Cámara en lo Correccional y Criminal: Juzgados N°1, 2 y 3; en lo Civil y Comercial N°1, 2
y 3; y en Juzgados en lo Criminal y Correccional, N°1, 2 y 3, también se encuentran las
Secretarias Asesores de Menores; Agentes Fiscales, Defensores de Pobres y Ausentes y el
Registro fue librado al público en 1939.

El más nuevo de los fueros incorporados a la administración de justicia departamental


fue el de Trabajo, cuya apertura se materializó el 1° de Diciembre de 1948, jornada
inaugural de todos los tribunales de trabajo creados por la Ley Provincial 5.178 sancionada
el año anterior. Esta ley provincial estuvo enmarcada en la política judicial que el
peronismo venía desarrollando desde 1944 para institucionalizar definitivamente su política
de justicia laboral. En noviembre de 1944 salía el decreto N° 32.347, elaborado por Juan
Domingo Perón y su equipo en la Secretaría de Trabajo y Previsión, que creaba y
organizaba los Tribunales de Trabajo, únicamente en las jurisdicciones sobre las que tenía
potestad el Poder Ejecutivo Nacional, la Capital Federal y los territorios nacionales, ya que
la Constitución vigente entonces establecía que legislar sobre cuestiones laborales le
correspondía a cada provincia.

historia”, Mercedes (Bs. As).


Ya existían por aquel entonces antecedentes académicos, institucionales y políticos en
materia de legislación laboral. En el aspecto legislativo había leyes paradigmáticas como
las del descanso dominical (1905), de accidentes de trabajo (1915), de la jornada de ocho
horas (1929). Entre los antecedentes institucionales se pueden contar la creación del
Departamento Nacional del Trabajo en 1912, o las juntas de conciliación de la Secretaria de
Trabajo, por dar dos ejemplos. Los antecedentes académicos son especialmente importantes
porque durante la primera mitad del siglo XX se fue construyendo un nuevo paradigma
jurídico conocido como el “nuevo derecho”. Como explica Palacio (2013) en otro de sus
trabajos:

…el así llamado “nuevo derecho” ponía en cuestión algunos principios sagrados
de la filosofía liberal, como la noción del contrato libremente consentido por las
partes, el individualismo o la igualdad y proponía a cambio la idea de la justicia
social, de la esencial desigualdad de fuerzas y oportunidades entre capital y trabajo,
y por lo tanto de la relación que se establece entre patronos y trabajadores. En tal
sentido, lo que estaba siendo puesto en cuestión crecientemente era la suficiencia del
derecho civil –de los códigos civiles y, luego, de la justicia civil– para dar cuenta de
la nueva cuestión social que había planteado la revolución industrial en Europa y ya
era evidente en América Latina desde fines de siglo XIX. (Palacio, 2013: párrafo 5)
El “nuevo derecho” tuvo un ascenso lento pero firme en el ámbito universitario durante
la primera mitad del siglo XX, teniendo un particular impulso en las universidades
nacionales de Buenos Aires, La Plata y el Litoral. Entre las figuras más destacadas de los
estudiosos laboralistas impulsores de esta corriente se pueden nombrar a Alfredo Palacios,
Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Plata entre 1922 y 1925;
Leónidas Anastasi, titular de la cátedra de Legislación Industrial y Obrera durante el
decanato de Palacios; Alejandro Unsain, profesor adjunto de la misma cátedra; Manuel
Pinto como profesor suplente y, más tarde, Carlos Desmarás y Juan Ramírez Gronda,
renombrado jurista que llegaría a ser ministro de la Corte Suprema de la Provincia de
Buenos Aires durante el gobierno peronista de Domingo Mercante. Este grupo impulsó la
creación de distintas publicaciones académicas especializadas en derecho laboral
promoviendo la doctrina del “nuevo derecho”, reclamando la creación de un fuero laboral
separado del Civil y Comercial, y formulando críticas a la justicia liberal tradicional.

Lo destacable del decreto 32.347 está en que era la primera vez que se reunían las
condiciones y la decisión política para crear un fuero laboral y llevarlo a la práctica de
manera definitiva. Pero además, y fundamentalmente, “… la nueva justicia laboral iba a
encarnar con toda fidelidad su misión primordial de defensa de los derechos del
trabajador, a garantizar la aplicación del “nuevo derecho” y a reparar décadas de
desprotección jurídica de los trabajadores en el país.” (Palacio, 2013: párrafo 42). La
fundamentación del propio decreto se nutre de los principios del “nuevo derecho” y se hace
eco de los debates académicos, considerando:

Que el movimiento legislativo contemporáneo, en lo que respecta a las normas


que rigen las relaciones jurídicas del capital y el trabajo, ha dado forma a un nuevo
derecho cuyo contenido social y humano tiende a proteger la parte más débil de esa
relación.
[Que existe] la necesidad de un fuero y procedimiento propios, pues no sería
posible que, mientras la legislación de fondo fuera creando un régimen jurídico de
excepción, el derecho procesal se mantuviera estacionario;
Que los trámites procesales de la justicia ordinaria, aplicados a los litigios del
trabajo, resultan formulistas, onerosos y carentes de la celeridad que exigen los fines
perseguidos por la legislación respectiva;
Que la inadaptación de esas reglas procesales a la solución de los conflictos
derivados de las relaciones del trabajo pone en evidencia la necesidad de instituir
organismos especializados y procedimientos expeditivos y de restablecer, mediante
normas adecuadas, la igualdad de las partes, evitando la gravitación de su distinta
posición económica;
Que dando satisfacción a las expresadas exigencias la mayor parte de las
naciones han establecido tribunales y normas especiales para dirimir los conflictos
de trabajo;
Que la necesidad del establecimiento de los tribunales del trabajo ha sido puesta
de manifiesto en recomendaciones de congresos nacionales e internacionales y, en
nuestro país, en diversas iniciativas gubernamentales y parlamentarias, así como
en conclusiones sostenidas por los autores e instituciones de estudio;2

El decreto es una declaración de principios en base a los cuales estará construida la


justicia laboral peronista, pero también es una crítica política, teórica y práctica, al sistema
judicial pre-existente. Como explica Palacio:

Los tribunales ordinarios, aquellos que quedaron definidos en la constitución


liberal de 1853 y son los que hasta ese momento resolvían los conflictos laborales no

2
Decreto No. 32.347, 30/11/44, ALA, 1945, p. 4-13
son aptos para resolver esos litigios [sic]. Su carácter “formulista”, “oneroso” y
lento define procedimientos procesales “inadaptados” a las nuevas necesidades
procesales. He aquí un leit motiv de la prédica peronista para justificar el nuevo
fuero. La justicia ordinaria no sólo es “onerosa” –porque se deben contratar
representantes legales y abonar tasas judiciales– sino además lenta y, para colmo,
compleja y demasiado técnica en sus procedimientos, todo lo cual la hace inaccesible
al trabajador. Es en todos esos sentidos que era necesario “restablecer la igualdad
de las partes”, con unos tribunales que dieran las mismas posibilidades a obreros y
patronos (Palacio, 2013: párrafo 45).
El propio General Perón (1974) se expresó de la siguiente manera sobre cómo esperaba
que funcionara la justicia bajo su gobierno:

Hemos organizado la justicia del trabajador. Es indispensable que el trabajador


tenga el fuero que lo defienda de la injusticia de los demás.
Queremos que los obreros tengan justicia gratis. Es natural que siendo gratis no
represente negocio para nadie. Hoy el obrero se ve garantizado y favorecido por que
no tienen que pagar, como antes, la mitad del despido o indemnización por
honorarios a quien lo defendía (…). [Es necesario que] el obrero que no posee
medios, esté en las mismas condiciones de defender sus derechos que aquellos que
los poseen. Ya lo ha dicho el Martín Fierro, que “la ley es como la telaraña, los
bichos chicos quedan, y los grandes, la rompen y pasan.
[…]En lo que a nosotros hace, ponemos el espíritu de justicia por encima del
Poder Judicial, que es requisito indispensable para la prosperidad de las naciones;
pero entendemos que la justicia, además de independiente, ha de ser eficaz y que no
puede ser eficaz si sus ideales y sus conceptos no marchan a compás del sentimiento
público. Muchos alaban en los tribunales de justicia su sentimiento conservador,
entendiendo por ello que defienden lo tradicional por el sólo hecho de serlo. Lo
consideramos un error peligroso, tanto porque puede poner en oposición a la justicia
con el sentimiento popular, cuanto porque a la larga produce un organismo
anquilosado. La justicia, en sus doctrinas, ha de ser dinámica y no estática. De otro
modo se frustran respetables anhelos populares y se entorpece el desenvolvimiento
social con grave perjuicio para las clases obreras.
[…] Por encima de los preceptos, de las costumbres y de las reglamentaciones,
deben estar los altos principios de solidaridad humana y de colaboración
social. Nuestra justicia es y será más sensible que letrada; más patriarcal que
legalista; menos formalista y más expeditiva. (Juan Perón, 1974 [1946]: 133, 200 y
205).
La justicia peronista en el ámbito laboral tenía entonces el objetivo central de emparejar
las desigualdades entre patrones y trabajadores, bajo los principios de la solidaridad y la
justicia social. Este era un imperativo moral, y un requisito, según el propio Perón, para
alcanzar la grandeza nacional. Todo esto tenía que ser logrado sin descuidar la rigurosidad
técnica jurídica que requiere la codificación y aplicación de justicia, nutriéndose del cuerpo
teórico elaborado desde el campo académico promotor del “nuevo derecho”.

III

En el trabajo se analizo la dinámica de estos nuevos principios de la justicia laboral,


tomando dos conflictos que transitaron en los Tribunales de Trabajo de Mercedes. Al
primero de ellos lo reproduciremos en su totalidad a continuación.

En el diario La Ley de Mercedes, del 18 de septiembre de 1949, salía un artículo titulado


“Fue Clausurada la Fábrica de Elaboración de Plomo”. En el mismo se informa a la
población que el Concejo Deliberante de la ciudad había resuelto por unanimidad clausurar
la actividad industrial que venía desarrollando dicha fabrica, alegando proteger la salud e
integridad del numeroso sector obrero que desarrollaba actividades de forma precaria y
peligrosa en el establecimiento. En la sesión se justificó la medida habiéndose constatado
que “todas las mejoras que la Dirección de la fábrica prometió realizar no se concretaron
o resultaron inocuas al fin perseguido”, y se menciona que la fábrica ya había sido
clausurada en una ocasión anterior. La reapertura de la fábrica quedaría supeditada a una
inspección técnica del Ministerio de Salud Pública de la Provincia, y a una reconsideración
del Concejo Deliberante.3

A finales de diciembre de 1949 compadece ante el Tribunal de Trabajo N°1 de la ciudad


el abogado Amer Iriart en representación de un grupo de trabajadores liderados por Andres
Poleschi, quienes se presentan como obreros de la empresa “Elaboración General de
Plomo S.A”.4 Los obreros mencionan que dicho establecimiento fue declarado insalubre en
diversas oportunidades por las autoridades públicas, en virtud de que la entidad patronal no
efectúa las modificaciones o mejoras para quitar del ambiente de trabajo sus propiedades
nocivas. Luego declaran que por esas razones se hizo efectiva la clausura del día 17 de
septiembre, y que en razón de la misma, la entidad patronal decidió suspender a todos los

3
Ejemplar del diario “La Ley”, 18 de Septiembre de 1949, encontrado en el archivo de la Biblioteca Popular
Domingo Faustino Sarmiento, Mercedes (Bs. As).
4
Caso extraído de la Sección Histórico Judicial de la Ciudad de Mercedes, Exp. 158, Leg. 9, “ Poleschi Don
Andrés y otros c/ Elaboración general de Plomo S.A s/ cobro de pesos”, Tribunal de Trabajo N°1, Mercedes.
Énfasis agregado en las citas textuales.
obreros, sin goce de remuneración, alegando “falta de trabajo”. Aquí el abogado de los
obreros argumenta que la “falta de trabajo” es un concepto que responde a variables
económicas, y este no era el caso. En su opinión, la empresa fue culpable de la situación de
clausura al incumplir de manera categórica con todas las disposiciones sanitarias para tener
el establecimiento en condiciones aceptables, poniendo en peligro la salud de los obreros, y
adoptando una actitud de total negligencia. El abogado denuncia que la empresa no hizo
más que trasladarle los costos de la clausura a los trabajadores, negándoles el pago de los
jornales por los días que estuvieron suspendidos, y por ende, demanda el pago de los
mismos, con intereses, más costas.

El 7 de febrero de 1950, el abogado de la empresa, Vicente Mahiques, se acerca al


Tribunal para presentar su respuesta ante la demanda de los obreros. En primer término, el
abogado plantea que la legislación y la doctrina vigente en el momento (la Modificación del
Código de Comercio, Ley 11729, art. 57, inc. 3; y el Decreto 33302/45, art. 66) 5 le dan la
facultad al patrón de suspender al obrero por un lapso mínimo de tiempo (30 días, cuando
los obreros habían sido suspendidos por 12 días) sin la necesidad de expresar causa alguna
ni la obligación de pagar salarios durante la suspensión.

En segundo término, y por si el primer planteo no fuera suficiente, el abogado elabora la


justificación de la medida adoptada por la empresa: la suspensión sin goce de sueldo. Desde
su perspectiva, la entidad patronal no utilizó la facultad de suspender de manera
discrecional o arbitraria, sino que lo hizo por causa de “fuerza mayor”, es decir, por la
clausura del establecimiento, y ésta no se debió a una situación de falta de la empresa, sino
pura y simplemente a una medida precipitada tomada por el Concejo Deliberante de la

5
La Ley N° 11.729, sancionada en 1933, modifico los artículos 154 a 160 del Código de Comercio. En su
inciso tres establece que: “…abonará el principal al empleado, en todos los casos de despido, haya o no
preaviso, una indemnización no inferior a la mitad de su retribución mensual por cada año de servicio, o
fracción mayor de tres meses, tomándose como base de retribución el promedio de los últimos cinco años o
de todo el tiempo del servicio cuando es inferior a aquel plazo.” El Decreto 33.302, sancionado en 1945,
establecía la obligación de todos los empleadores de aplicar a sus empleados y obreros el salario vital mínimo,
salarios básicos y sueldo anual complementario; y creaba el Instituto Nacional de las Remuneraciones. En su
artículo 66 establecía que “Toda suspensión dispuesta por el empleador, que exceda de treinta días, en un
año, contando desde la primera suspensión, y no aceptada por el empleado u obrero comprendido en el
presente Decreto-Ley, dará derecho a estos a considerarse despedidos. El plazo de 30 días referido en el
párrafo anterior, podrá extenderse a 90 días en caso de fuerza mayor debidamente comprobada. La
suspensión deberá ser notificada en todos los casos en forma fehaciente al empleado u obrero; en caso
contrario este tendrá derecho a cobrar del empleador el sueldo o salario por todo el tiempo que estuviera
suspendido”.
ciudad. Resultó ser que la orden de clausura dictada por el Municipio el día 17 de
Septiembre anuló una ordenanza anterior. Esta orden municipal previa autorizaba a
funcionar a la empresa de manera precaria, hasta que se realizaran unas obras de mejora
que fueron sugeridas por el Ministerio de Salud Pública de la Provincia en una inspección
realizada el 15 de julio de aquel año (1949), organismo que a su vez había habilitado a la
empresa a funcionar mientras cumpliera con las obras en un lapso de tiempo estipulado de
120 días.

El abogado argumenta que la orden del municipio pasó por encima de la jurisdicción del
organismo provincial al dictar la nueva clausura, de manera precipitada, no habiéndose
cumplido el plazo de 120 días, sin fundamentos técnicos, y hasta “dejándose llevar quizá
por un celo extremo en el ejercicio de su misión…”. De esta manera, el abogado explica
que a la empresa no le quedó otra opción que suspender a los obreros, aduciendo “fuerza
mayor”.

El abogado de los obreros, el Dr. Iriart, se dirige nuevamente al Tribunal para insistir en
la demanda y contra-argumentar la respuesta de la empresa. Primero, Iriart explica que la
legislación contempla las suspensiones solo por causas económicas: la “clausura del
establecimiento por orden municipal” no es una razón económica, remite a un problema
administrativo que tuvo la empresa con el poder público, y este problema no puede ser
transferido a los obreros. Segundo, si la empresa consideró que el accionar de la
municipalidad fue precipitado, debería haberle reclamado a tal entidad por los perjuicios y
daños de su accionar, incluyendo el pago de salarios a los trabajadores. Tercero, que la
empresa no haya procedido así solo se entiende en dos situaciones: o hubo negligencia de
su parte, o a la empresa le pareció que la medida de la municipalidad en realidad había sido
justa.

El 17 de mayo de 1950 se realiza una audiencia ante el Tribunal donde las partes
expusieron las pruebas y alegatos correspondientes. La sentencia se dictó el 30 de Mayo,
reunidos ese día los jueces Agustín Borgarelli, Juan Bautista Rocca y Publio Bustos
Fernández. El Tribunal se expidió sobre dos cuestiones: 1) si las pretensiones de los obreros
eran justas, y 2) cuál era el pronunciamiento a dictar. Se hizo un sorteo y le toco responder
al Dr. Borgarelli.
La sentencia del juez, de cuya fundamentación reproduciremos algunos fragmentos, nos
parece un ejemplo bastante notable de cómo se tradujo en la realidad concreta del
funcionamiento de los Tribunales el concepto de justicia que el peronismo sostenía. El Dr.
Borgarelli comienza recapitulando lo planteado por las partes hasta el momento; del asunto
surgen dos cuestiones: a) Si es discrecional el ejercicio del derecho del empleador para
suspender al obrero sin goce de salario por un periodo determinado, y b) Si la clausura del
establecimiento de la Sociedad demandada, por Ordenanza Municipal fundada en razones
de salud pública, constituye caso de fuerza mayor.

En primer término, el juez explica que la legislación que estableció el instituto de la


suspensión como facultad del empleador se hizo exclusivamente por razones de índole
económica, y además para sostener su argumentación cita un trabajo de Alejandro Unsain,
uno de los expertos laboralistas de la Universidad de la Plata:

-Dice el ilustre profesor Unsain- (Empleados de comercio, pág. 200): “cuando la


estación o temporada muerta llegan, la suspensión de tarea, constituye un hecho
previsto y fatal, poco menos que cíclico. Solamente en estos casos o cuando se trata
de fuerza mayor es admisible la suspensión. No autoriza al empleador suspender
discrecionalmente al obrero o empleado la circunstancia de que la ley 11729 no
haga distingo ni determine la obligación de establecer la causa. Porque no se aviene
a los principios solidarios del derecho ni con la relación de respeto ni
consideración recíproca necesario entre el principal y el dependiente (fallo de la
justicia de trabajo J.C Bustos, Pág. 18). Uno de los caracteres esenciales de la
relación del trabajo y de la remuneración es su continuidad. Así como el trabajador
subordinado cualquiera sea la forma en que se retribuya su labor está obligado a
poner su fuerza de trabajo a disposición del empleador mientras no sea disuelto el
vínculo contractual, del mismo modo este debe abonar a aquel sus salarios aunque
no utilice sus servicios, salvo que la ley, disponga expresamente otra cosa”.
Aquí se aprecia que al poner a la solidaridad como principio rector del derecho, se le
imprime a este un imperativo ético y moral que demanda manifiestas actitudes de ayuda
para con los demás, de ser útil a la sociedad, no por un deseo egoísta, sino porque es lo
humanamente correcto. Esta idea confronta directamente con la doctrina individualista del
derecho liberal clásico, individualismo que aquí está asociado a la supuesta facultad de
discrecionalidad por parte del empleador al dictar una suspensión, cuando la ley así no lo
expresa. En el siguiente pasaje de la sentencia queda explicitado más contundentemente
todavía:
Entre las obligaciones contractuales del empleador se encuentra [sic]
indudablemente, la de asegurar al empleado u obrero que trabajan a sus órdenes la
prestación de servicios que constituyen la causa jurídica de su retribución. De ahí
que resulta inadmisible la suspensión de tareas sin goce de remuneración cuando es
dispuesta arbitrariamente por el patrón (El contrato de trabajo, García Martínez, p.
399). La suspensión sin goce de sueldo y causa justa importa por un lado una
rebaja injustificada de salarios que la misma ley no tolera y por otra una injusticia
a los intereses del obrero, que permite a éste renunciar al respectivo contrato de
trabajo por culpa del principal.
El camarista Dr. Domingo Peluffo en el citado fallo [Fallo de la justicia del
trabajo J.C. Bustos, p.18] expresa: Sostener a mérito que la ley no hace distingo ni
determina la obligación de establecer la causa de la suspensión; que el principal
puede suspender discrecionalmente al obrero o empleado, parece una herejía
jurídica que no se aviene con los principios solidarios del derecho ni con la natural
relación de respeto ni consideración recíproca, necesaria entre principal y
dependiente. Los actos de los hombres, en función de la convivencia social de los
mismos, no puede [sic] obedecer al discrecionalismo caprichoso y arbitrario,
producto de un fuerte individualismo, que sin desmedro ninguno del respeto debido
a la personalidad humana, debe ceder y cede, ante el concepto moderno del
derecho y ante la necesidad de una justicia social más acorde con los principios
que inspira al mundo en estos momentos.
Como explicaba Perón en el fragmento que citamos más arriba, en este último pasaje se
aprecia que “el espíritu de la justicia” y ”los altos principios de solidaridad humana y de
colaboración social”, no solo están por encima, sino que son directamente el núcleo, la
directriz en la aplicación de justicia. Además se hace referencia al “concepto moderno del
derecho”, a los nuevos “principios que inspira al mundo”; es la doctrina del “nuevo
derecho” que se hace presente y le da consistencia teórica a la justicia peronista.

Pero por si quedara alguna duda, el propio juez lo explicita:

[La tarea de] interpretar las leyes no consiste en considerarlas aisladamente,


sino en armonía con el orden jurídico total y con las directrices del pensamiento
social contemporáneo, única manera de evitar el divorcio entre la legislación y la
vida y el fuero del trabajo, moderno instituto judiciario en el país, es un adecuado
reflejo de la aspiración de una más rigurosa justicia social, de alto sentido humano
por aplicación de este nuevo concepto del derecho del trabajo, admitiendo como
una premisa indiscutible que el intérprete jurídico ha de tener presente en todo
momento, que las situaciones de hecho y derecho carecen en absoluto de todo
abstracto y frio formulismo, tan distinto y lejano de aquella concepción clásica de
la vieja doctrina del individualismo y de la autonomía de la voluntad.
[Por esto] estimo que la suspensión de tareas sin goce de las remuneraciones
cuando tienen su origen en la relación de trabajo, solo es legal y no da derecho a
indemnizaciones, si se encuentra condicionada a razones de regulamiento
económico, solución esta que encuentro adaptada a la verdadera naturaleza de este
instituto [la suspensión]…
El juez termina de cerrar la primera cuestión citando un precedente de la justicia
tucumana donde, en base a los decretos nacionales 1.952/46-5.475/46, la Corte Suprema de
esa Provincia dispuso el pago de sueldos y jornales a los empleados de firmas clausuradas
por violación de la Ley 12.951. En el citado fallo se explica que hacer cargo a los obreros
de transgresiones que efectúen las empresas contra ordenanzas o leyes dictadas por los
poderes públicos, mediante la suspensión y no pago de salarios durante una clausura,
constituye un acto de injusticia, conforme los argumentos ya expuestos.

En segundo término, sobre la cuestión de si la clausura del establecimiento de la


sociedad demandada constituye un caso de fuerza mayor, el juez vuelve a citar a los
expertos laboralistas del “nuevo derecho”, Ramírez Gronda y al Dr. Unsain, para construir
su argumento:

Si bien las leyes 11.729 y 33.302 Ley 12.921, no expresan que debe entenderse por
fuerza mayor, se ha resuelto reiteradamente por los Tribunales que el concepto y
alcance dentro del régimen laboral no es otro que el del derecho común y se rige por
los mismos principios (Art. 514 del Código Civil). –Ramírez Gronda “El Contrato
del Trabajo” p. 689, Cabanellas, “Tratado de Derecho Laboral”, t. 2. p. 761;
Unsain “Empleados de Comercio” p. 194; García Martínez “El Contrato de
Trabajo” p. 422; Revista “Derecho del Trabajo” t. 4. P. 347; Rev. “La Ley” t. 24 p.
876; t. 5 p. 157; t. 30 p. 400.
La presencia del caso de fuerza mayor se caracteriza por la imprevisibilidad y en
la inevitabilidad de aquel, vale decir al obstáculo insalvable a que se refiere Salvat
‘puesto que un hecho cualquiera que hace más difícil o más oneroso el cumplimiento
de la obligación, pero sin impedirlo, no podrá constituir un caso fortuito ni excluir la
responsabilidad del deudor’ (Obligaciones. p. 71).
Para cerrar, el Dr. Borgarelli termina explicando que una empresa, especialmente una
fundición, conoce perfectamente las consecuencias de violar alguno de los reglamentos
existentes que regulan su funcionamiento, incluida la posibilidad de clausura. No se puede
hablar de fuerza mayor porque no es la autoridad municipal la que impide de por sí el
funcionamiento de la fundición, sino que ésta actúa de acuerdo a las disposiciones ya
conocidas por los interesados. La empresa ya había sido clausurada en varias oportunidades
y su funcionamiento precario la ponía previsiblemente en peligro de nuevo.
Por todos los motivos expuestos el juez determina rechazar los planteos de la empresa y
declara que el reclamo de los obreros es legalmente justo. El juez finalmente sentencia a la
empresa a pagarle los salarios adeudados a los obreros, con intereses, más costas. Sus dos
colegas del Tribunal apoyan la sentencia con los mismos argumentos y la firman.

El caso no termina aquí. El 21 de junio de 1950, el abogado de la empresa presenta un


recurso extraordinario de inconstitucionalidad e inaplicabilidad de la ley ante el Tribunal de
Trabajo para que la sentencia sea revisada por la Corte Suprema de Justicia de la Provincia
de Buenos Aires.

El 25 de agosto, el abogado envía los fundamentos de la apelación a la Corte Suprema;


en ella el Dr. Mahiques realiza una interpretación literal de la ley, apegándose a la idea de
que el texto no pone ninguna condición a la facultad de suspender que el empleador tiene
en el lapso mínimo establecido, que no obliga a pagar sueldo alguno durante la misma, y
que ni siquiera obliga a dar justificación alguna. Esto constituye una acérrima defensa del
discrecionalismo del empleador. Para el abogado patronal, el fin de la justicia es
simplemente “dar a cada uno lo suyo” y supone la “interpretación estricta del texto de la
ley”, manifestando su predilección por el formulismo del derecho tradicional.

Finalmente, el 7 de noviembre de 1950, la Corte Suprema acepta el reclamo y expide


una sentencia favorable para la empresa, revocando lo que había dictado el Tribunal de
Trabajo mercedino. La Corte fundamenta su fallo con el mismo espíritu interpretativo que
el abogado patronal, apegándose al texto de la ley.

En realidad, el fallo de la Corte bonaerense no debería sorprender. Los jueces que la


integraban y que atendieron el caso (Julio Escobar Sáenz, quien dictó la sentencia;
Cayetano Giardulli, Fernando Demaria Massey; y Eduardo Illescas) tenían fama de
mantenerse independientes ante los intereses políticos del gobierno provincial de Domingo
Mercante, por no decir opositores al mismo, y naturalmente, también del gobierno nacional
de Juan Domingo Perón. De hecho, algunos de estos magistrados fueron removidos por el
interventor Raúl Rodríguez de Felipe al asumir sus funciones en 1952. Podemos especular,
y es muy probable, que estos jueces estuvieran formados en el derecho tradicional, y de ahí
una tendencia a aplicarlo en sus fallos, de tinte conservador.
IV

En el trabajo tenemos otro caso además del relatado anteriormente que trata sobre
despidos arbitrarios de obreros estibadores en una casa de comercialización de granos de
Chivilcoy, con una participación protagónica de la Secretaria de Trabajo y Previsión en la
demanda contra la patronal.6 No creemos que sea necesario reproducirlo en su totalidad
como lo hemos hecho con el caso anterior en lo que concierne a los objetivos de esta
ponencia, pero explicaremos algunas revelaciones importantes de ese caso.

La primera es el rol de las delegaciones regionales de la Secretaria de Trabajo, como


agentes promotores del cumplimiento de los nuevos derechos, articulando con sindicatos, y
asesorando trabajadores. La idea de que los primeros gobiernos de Perón se caracterizaron
por una cogestión sindical-estatal, donde los sindicalistas funcionaban directamente como
agentes del Estado, está bien desarrollada por autores como Javier Slodky (1980) y Daniel
James (1996). El caso podría insertarse cómodamente dentro de ella. La nueva “experiencia
del Estado” para los obreros durante el peronismo sería la de participar más activamente en
el mejoramiento de sus propias condiciones de trabajo con el acompañamiento conjunto del
aparato estatal. De esto se desprende el segundo aspecto: el disgusto que producía el
funcionamiento de este sistema entre los empleadores, y también entre los abogados
tradicionales. En el caso se aprecia el rechazo del abogado patronal hacia la intervención de
la Secretaria de Trabajo. Este rechazo se condice con la actitud que solían demostrar los
empleadores al poner pie en estas dependencias del Ejecutivo nacional, ya que:

En esas instancias solía primar un clima favorable al trabajador, que los


empleadores probablemente percibieran como hostil. En efecto, este clima, que
estaba ya definido en el espíritu de las nuevas leyes y disposiciones laborales, se
reforzaba en estos ámbitos con la intención clara de los agentes ministeriales de
instruir a los trabajadores sobre sus nuevos derechos y sobre la forma de hacerlos
valer en las diferentes instancias del proceso. Los abogados que ponían a disposición
las delegaciones del Ministerio de Trabajo -que según el mismo formulario de
otorgamiento de poder eran "funcionarios" a sueldo de dicha dependencia del
Ejecutivo Nacional- no solo asesoraban a los trabajadores sino que también los
representaban gratuitamente en las instancias judiciales, si hasta allí llegaban las
6
La fuente de este caso es el expediente 493, extraído de la Sección Histórico Judicial de la Ciudad de
Mercedes, llamado “Rolando Don Esteban Juan José contra Casa Villafañe S.R.L sobre indemnización por
despido etc.”, Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial N°3, Departamento del Centro –
Mercedes (Bs.As) Secretaria N°3.
acciones. Es seguramente por esta presunción de parcialidad que, mientras los
trabajadores invariablemente aceptan la instancia de conciliación de los
representantes locales del Ministerio de Trabajo, los empleadores (…) tienden a
rechazarla. (Palacio, 2009:238).

Llegando al final de esta ponencia, algunas conclusiones generales. En el trabajo se


puede constatar cómo el cuerpo teórico de la corriente del “nuevo derecho” constituyó la
materia prima básica para la elaboración de la política judicial peronista, y fue aplicada en
el fallo del Tribunal de Trabajo de Mercedes contra la empresa Elaboración General de
Plomo. Vimos cómo la filosofía peronista, en línea con este “nuevo derecho”, confronta
con la tradición clásica del derecho liberal, manifestada en las argumentaciones elaboradas
en la suerte de debate que se dio entre el Tribunal y el abogado patronal, uno defendiendo
el espíritu solidario de la ley, y el otro el mero formulismo de la misma. Podemos afirmar
que los Tribunales estaban diseñados para fallar generalmente a favor de los trabajadores, o
por lo menos tenían grandes chances de hacerlo. La abundante legislación laboral realizada
por Perón desde la Secretaria de Trabajo y Previsión, sumado al cuerpo teórico académico
desarrollado por los laboralistas de la Universidad de la Plata, le proporcionaban a los
jueces una enorme cantidad de material para fundamentar sus fallos.

También pudimos ver al menos uno de los límites que tenían estos Tribunales a la hora
de llevar a cabo su misión en la Provincia de Buenos Aires: el carácter que sospechamos
conservador de la Corte Suprema provincial, especulación que fundamos en base a la
apelación exitosa que tuvo el abogado patronal de la Elaboración de Plomo S.A. La corte
utilizó los mismos argumentos que el abogado de la empresa para rechazar la demanda de
los trabajadores, desplegando en el fallo el formulismo clásico de la doctrina jurídica
liberal.

Finalmente, nos atrevemos a confirmar que la acción de la Secretaria de Trabajo y


Previsión, y de la justicia peronista en general como manifestación en ese campo del
proyecto político justicialista, era la de llevar rigidez a las relaciones laborales. De esta
manera lograba proteger a los trabajadores, nivelar la natural situación de desventaja con
respecto a los empleadores, y contribuir a la mejora de sus condiciones de vida, en lo que
constituía un acto de verdadera justica según la filosofía del peronismo.
Fuentes

- Expediente 493, extraído de la Sección Histórico Judicial de la Ciudad de Mercedes,


llamado “Rolando Don Esteban Juan José contra Casa Villafañe S.R.L sobre
indemnización por despido etc.”, Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial
N°3, Departamento del Centro – Mercedes (Bs.As) Secretaria N°3.

- Expediente 158, extraído de la Sección Histórico Judicial de la Ciudad de Mercedes,


Leg. 9, “Poleschi Don Andrés y otros c/ Elaboración general de Plomo S.A s/ cobro de
pesos”, Tribunal de Trabajo N°1.

- Ejemplar del diario “La Ley”, 18 de Septiembre de 1949, encontrado en el archivo de la


Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento, Mercedes (Bs. As).

- Ley 11.729 - Modificando los artículos 154 a 160 del Código de Comercio - Año 1933

- Decreto-Ley 15.074/43

- Censo Nacional - 1947

- Constitución de la Nación Argentina

Bibliografía

- Juan Manuel Palacio, “La justicia peronista: El caso de las cámaras de


arrendamiento y aparcerías rurales (1948-1955)”, Anuario IEHS 26, 2011.

- Juan Manuel Palacio, “De la Paz a la Discordia: El Peronismo y la Experiencia del


Estado en la Provincia de Buenos Aires (1943-1955)”, Desarrollo Económico, Vol. 49,
No. 194 (JULÍO-SETIEMBRE 2009).

- Juan Manuel Palacio, « El peronismo y la invención de la justicia del trabajo en la


Argentina », URL : http://nuevomundo.revues.org/65765, 2013.

- Marcilese, José (2010). La Intervención del Sistema Judicial Bonaerense Durante el


Primer Peronismo: La Subordinación de la Justicia al Poder Político. En Historia
Constitucional, núm. 11, septiembre-, Universidad de Oviedo. España.
- Acha, Omar y Quiroga, Nicolás (2009). PLIEGUES DE LA NORMALIZACION DE
LOS ESTUDIOS SOBRE EL PRIMER PERONISMO: Complementos y aclaraciones.
En Raanan Rein, Carolina Barry, Nicolás Quiroga y Omar Acha, Los estudios sobre el
primer peronismo: aproximaciones desde el siglo XXI, La Plata, Instituto Cultural de la
Provincia de Buenos Aires.

- James, Daniel, “Resistencia e integración – el peronismo y la clase trabajadora


argentina 1946-1976”, Siglo XXI Editores, 2010 (1996).

- Slodky, Javier, “El Estado Justicialista”, CEAL Editores, Vol 1, 1980.

- Alejandro Molle, “Historia de los tribunales de Mercedes”, 1997.

- Víctor Cestari, “Reseña histórica de la ciudad de Mercedes, Prov. De Buenos Aires,


sus primeros 188 años (1752 – 1940)”, 2006.

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