Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La presente ponencia presenta una versión algo resumida y conclusiones generales del
trabajo de investigación realizado en el ISFDyT N°7 de la ciudad de Mercedes para
acreditar la materia Investigación II correspondiente al 4to año de la carrera de Profesor de
Historia en Educación Secundaria. Las tareas de elección del tema, recolección de fuentes
y lectura de bibliografía para elaborar el estado de la cuestión se realizo durante gran parte
del año 2014. Luego de dejar el trabajo suspendido un tiempo, a principios del año 2016 se
hizo el análisis de las fuentes y se termino de escribirlo.
La idea del trabajo es analizar la intervención del Estado peronista en las relaciones
entre patrones y trabajadores a través de la justicia laboral en la ciudad de Mercedes (Bs.
As) entre 1946 y 1955, por medio de instancias judiciales y para-judiciales como los
Tribunales de Trabajo y la Secretaría de Trabajo y Previsión. Se pone énfasis especialmente
en las tensiones generadas por el esfuerzo del peronismo de hacer prevalecer su ideal de
justicia, según sus principios político-ideológicos. Para ello se siguieron los lineamientos
del trabajo desarrollado por Juan Manuel Palacio (2011):
La investigación se inscribe dentro del resurgimiento que han tenido los dos
primeros gobiernos peronistas (el llamado “peronismo clásico”) en la historiografía
argentina reciente. A través de investigaciones variadas, en los últimos quince años
se han abordado esos años clave de la historia argentina de la mano de
acercamientos teóricos y metodológicos novedosos y con un claro propósito
revisionista, lo que ha derivado en una imagen del fenómeno mucho más
fragmentada y diversa que la que sostenían las visiones clásicas. (Palacio, 2011:76)
La historiografía legal en general, y en el ámbito laboral en particular, ha sido
llamativamente un camino poco transitado por las investigaciones históricas
contemporáneas referidas al peronismo clásico.
Este trabajo, a su vez, intento formar parte de un debate más amplio que confronta con la
visión “normalizadora” del peronismo en la historiografía argentina, consolidada en la
década del 90’. Como señalan Omar Acha y Nicolás Quiroga (2009):
En línea con esta idea, Palacio (2009) también explica que las nuevas investigaciones
son una vuelta de los historiadores a revisar el primer peronismo, para recuperar aquello
que lo hizo único, dejando de lado los enfoques profesionalitas de las últimas décadas que
intentaban encuadrar al peronismo en una continuidad histórica sin sobresaltos o rupturas.
II
…el así llamado “nuevo derecho” ponía en cuestión algunos principios sagrados
de la filosofía liberal, como la noción del contrato libremente consentido por las
partes, el individualismo o la igualdad y proponía a cambio la idea de la justicia
social, de la esencial desigualdad de fuerzas y oportunidades entre capital y trabajo,
y por lo tanto de la relación que se establece entre patronos y trabajadores. En tal
sentido, lo que estaba siendo puesto en cuestión crecientemente era la suficiencia del
derecho civil –de los códigos civiles y, luego, de la justicia civil– para dar cuenta de
la nueva cuestión social que había planteado la revolución industrial en Europa y ya
era evidente en América Latina desde fines de siglo XIX. (Palacio, 2013: párrafo 5)
El “nuevo derecho” tuvo un ascenso lento pero firme en el ámbito universitario durante
la primera mitad del siglo XX, teniendo un particular impulso en las universidades
nacionales de Buenos Aires, La Plata y el Litoral. Entre las figuras más destacadas de los
estudiosos laboralistas impulsores de esta corriente se pueden nombrar a Alfredo Palacios,
Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Plata entre 1922 y 1925;
Leónidas Anastasi, titular de la cátedra de Legislación Industrial y Obrera durante el
decanato de Palacios; Alejandro Unsain, profesor adjunto de la misma cátedra; Manuel
Pinto como profesor suplente y, más tarde, Carlos Desmarás y Juan Ramírez Gronda,
renombrado jurista que llegaría a ser ministro de la Corte Suprema de la Provincia de
Buenos Aires durante el gobierno peronista de Domingo Mercante. Este grupo impulsó la
creación de distintas publicaciones académicas especializadas en derecho laboral
promoviendo la doctrina del “nuevo derecho”, reclamando la creación de un fuero laboral
separado del Civil y Comercial, y formulando críticas a la justicia liberal tradicional.
Lo destacable del decreto 32.347 está en que era la primera vez que se reunían las
condiciones y la decisión política para crear un fuero laboral y llevarlo a la práctica de
manera definitiva. Pero además, y fundamentalmente, “… la nueva justicia laboral iba a
encarnar con toda fidelidad su misión primordial de defensa de los derechos del
trabajador, a garantizar la aplicación del “nuevo derecho” y a reparar décadas de
desprotección jurídica de los trabajadores en el país.” (Palacio, 2013: párrafo 42). La
fundamentación del propio decreto se nutre de los principios del “nuevo derecho” y se hace
eco de los debates académicos, considerando:
2
Decreto No. 32.347, 30/11/44, ALA, 1945, p. 4-13
son aptos para resolver esos litigios [sic]. Su carácter “formulista”, “oneroso” y
lento define procedimientos procesales “inadaptados” a las nuevas necesidades
procesales. He aquí un leit motiv de la prédica peronista para justificar el nuevo
fuero. La justicia ordinaria no sólo es “onerosa” –porque se deben contratar
representantes legales y abonar tasas judiciales– sino además lenta y, para colmo,
compleja y demasiado técnica en sus procedimientos, todo lo cual la hace inaccesible
al trabajador. Es en todos esos sentidos que era necesario “restablecer la igualdad
de las partes”, con unos tribunales que dieran las mismas posibilidades a obreros y
patronos (Palacio, 2013: párrafo 45).
El propio General Perón (1974) se expresó de la siguiente manera sobre cómo esperaba
que funcionara la justicia bajo su gobierno:
III
3
Ejemplar del diario “La Ley”, 18 de Septiembre de 1949, encontrado en el archivo de la Biblioteca Popular
Domingo Faustino Sarmiento, Mercedes (Bs. As).
4
Caso extraído de la Sección Histórico Judicial de la Ciudad de Mercedes, Exp. 158, Leg. 9, “ Poleschi Don
Andrés y otros c/ Elaboración general de Plomo S.A s/ cobro de pesos”, Tribunal de Trabajo N°1, Mercedes.
Énfasis agregado en las citas textuales.
obreros, sin goce de remuneración, alegando “falta de trabajo”. Aquí el abogado de los
obreros argumenta que la “falta de trabajo” es un concepto que responde a variables
económicas, y este no era el caso. En su opinión, la empresa fue culpable de la situación de
clausura al incumplir de manera categórica con todas las disposiciones sanitarias para tener
el establecimiento en condiciones aceptables, poniendo en peligro la salud de los obreros, y
adoptando una actitud de total negligencia. El abogado denuncia que la empresa no hizo
más que trasladarle los costos de la clausura a los trabajadores, negándoles el pago de los
jornales por los días que estuvieron suspendidos, y por ende, demanda el pago de los
mismos, con intereses, más costas.
5
La Ley N° 11.729, sancionada en 1933, modifico los artículos 154 a 160 del Código de Comercio. En su
inciso tres establece que: “…abonará el principal al empleado, en todos los casos de despido, haya o no
preaviso, una indemnización no inferior a la mitad de su retribución mensual por cada año de servicio, o
fracción mayor de tres meses, tomándose como base de retribución el promedio de los últimos cinco años o
de todo el tiempo del servicio cuando es inferior a aquel plazo.” El Decreto 33.302, sancionado en 1945,
establecía la obligación de todos los empleadores de aplicar a sus empleados y obreros el salario vital mínimo,
salarios básicos y sueldo anual complementario; y creaba el Instituto Nacional de las Remuneraciones. En su
artículo 66 establecía que “Toda suspensión dispuesta por el empleador, que exceda de treinta días, en un
año, contando desde la primera suspensión, y no aceptada por el empleado u obrero comprendido en el
presente Decreto-Ley, dará derecho a estos a considerarse despedidos. El plazo de 30 días referido en el
párrafo anterior, podrá extenderse a 90 días en caso de fuerza mayor debidamente comprobada. La
suspensión deberá ser notificada en todos los casos en forma fehaciente al empleado u obrero; en caso
contrario este tendrá derecho a cobrar del empleador el sueldo o salario por todo el tiempo que estuviera
suspendido”.
ciudad. Resultó ser que la orden de clausura dictada por el Municipio el día 17 de
Septiembre anuló una ordenanza anterior. Esta orden municipal previa autorizaba a
funcionar a la empresa de manera precaria, hasta que se realizaran unas obras de mejora
que fueron sugeridas por el Ministerio de Salud Pública de la Provincia en una inspección
realizada el 15 de julio de aquel año (1949), organismo que a su vez había habilitado a la
empresa a funcionar mientras cumpliera con las obras en un lapso de tiempo estipulado de
120 días.
El abogado argumenta que la orden del municipio pasó por encima de la jurisdicción del
organismo provincial al dictar la nueva clausura, de manera precipitada, no habiéndose
cumplido el plazo de 120 días, sin fundamentos técnicos, y hasta “dejándose llevar quizá
por un celo extremo en el ejercicio de su misión…”. De esta manera, el abogado explica
que a la empresa no le quedó otra opción que suspender a los obreros, aduciendo “fuerza
mayor”.
El abogado de los obreros, el Dr. Iriart, se dirige nuevamente al Tribunal para insistir en
la demanda y contra-argumentar la respuesta de la empresa. Primero, Iriart explica que la
legislación contempla las suspensiones solo por causas económicas: la “clausura del
establecimiento por orden municipal” no es una razón económica, remite a un problema
administrativo que tuvo la empresa con el poder público, y este problema no puede ser
transferido a los obreros. Segundo, si la empresa consideró que el accionar de la
municipalidad fue precipitado, debería haberle reclamado a tal entidad por los perjuicios y
daños de su accionar, incluyendo el pago de salarios a los trabajadores. Tercero, que la
empresa no haya procedido así solo se entiende en dos situaciones: o hubo negligencia de
su parte, o a la empresa le pareció que la medida de la municipalidad en realidad había sido
justa.
El 17 de mayo de 1950 se realiza una audiencia ante el Tribunal donde las partes
expusieron las pruebas y alegatos correspondientes. La sentencia se dictó el 30 de Mayo,
reunidos ese día los jueces Agustín Borgarelli, Juan Bautista Rocca y Publio Bustos
Fernández. El Tribunal se expidió sobre dos cuestiones: 1) si las pretensiones de los obreros
eran justas, y 2) cuál era el pronunciamiento a dictar. Se hizo un sorteo y le toco responder
al Dr. Borgarelli.
La sentencia del juez, de cuya fundamentación reproduciremos algunos fragmentos, nos
parece un ejemplo bastante notable de cómo se tradujo en la realidad concreta del
funcionamiento de los Tribunales el concepto de justicia que el peronismo sostenía. El Dr.
Borgarelli comienza recapitulando lo planteado por las partes hasta el momento; del asunto
surgen dos cuestiones: a) Si es discrecional el ejercicio del derecho del empleador para
suspender al obrero sin goce de salario por un periodo determinado, y b) Si la clausura del
establecimiento de la Sociedad demandada, por Ordenanza Municipal fundada en razones
de salud pública, constituye caso de fuerza mayor.
Si bien las leyes 11.729 y 33.302 Ley 12.921, no expresan que debe entenderse por
fuerza mayor, se ha resuelto reiteradamente por los Tribunales que el concepto y
alcance dentro del régimen laboral no es otro que el del derecho común y se rige por
los mismos principios (Art. 514 del Código Civil). –Ramírez Gronda “El Contrato
del Trabajo” p. 689, Cabanellas, “Tratado de Derecho Laboral”, t. 2. p. 761;
Unsain “Empleados de Comercio” p. 194; García Martínez “El Contrato de
Trabajo” p. 422; Revista “Derecho del Trabajo” t. 4. P. 347; Rev. “La Ley” t. 24 p.
876; t. 5 p. 157; t. 30 p. 400.
La presencia del caso de fuerza mayor se caracteriza por la imprevisibilidad y en
la inevitabilidad de aquel, vale decir al obstáculo insalvable a que se refiere Salvat
‘puesto que un hecho cualquiera que hace más difícil o más oneroso el cumplimiento
de la obligación, pero sin impedirlo, no podrá constituir un caso fortuito ni excluir la
responsabilidad del deudor’ (Obligaciones. p. 71).
Para cerrar, el Dr. Borgarelli termina explicando que una empresa, especialmente una
fundición, conoce perfectamente las consecuencias de violar alguno de los reglamentos
existentes que regulan su funcionamiento, incluida la posibilidad de clausura. No se puede
hablar de fuerza mayor porque no es la autoridad municipal la que impide de por sí el
funcionamiento de la fundición, sino que ésta actúa de acuerdo a las disposiciones ya
conocidas por los interesados. La empresa ya había sido clausurada en varias oportunidades
y su funcionamiento precario la ponía previsiblemente en peligro de nuevo.
Por todos los motivos expuestos el juez determina rechazar los planteos de la empresa y
declara que el reclamo de los obreros es legalmente justo. El juez finalmente sentencia a la
empresa a pagarle los salarios adeudados a los obreros, con intereses, más costas. Sus dos
colegas del Tribunal apoyan la sentencia con los mismos argumentos y la firman.
En el trabajo tenemos otro caso además del relatado anteriormente que trata sobre
despidos arbitrarios de obreros estibadores en una casa de comercialización de granos de
Chivilcoy, con una participación protagónica de la Secretaria de Trabajo y Previsión en la
demanda contra la patronal.6 No creemos que sea necesario reproducirlo en su totalidad
como lo hemos hecho con el caso anterior en lo que concierne a los objetivos de esta
ponencia, pero explicaremos algunas revelaciones importantes de ese caso.
También pudimos ver al menos uno de los límites que tenían estos Tribunales a la hora
de llevar a cabo su misión en la Provincia de Buenos Aires: el carácter que sospechamos
conservador de la Corte Suprema provincial, especulación que fundamos en base a la
apelación exitosa que tuvo el abogado patronal de la Elaboración de Plomo S.A. La corte
utilizó los mismos argumentos que el abogado de la empresa para rechazar la demanda de
los trabajadores, desplegando en el fallo el formulismo clásico de la doctrina jurídica
liberal.
- Ley 11.729 - Modificando los artículos 154 a 160 del Código de Comercio - Año 1933
- Decreto-Ley 15.074/43
Bibliografía