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PRESENTACIÓN

Esta compilación es el resultado de la creación del área Sociología de


la Administración de la Justicia Penal en el Instituto de Cultura Jurídica
perteneciente la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universi-
dad Nacional de La Plata. Dicho espacio comenzó a desenvolverse en el
año 2015 con el objetivo de compartir lecturas afines a la problemática
del funcionamien­to de la justicia penal, esta última pensada como una
institución con sus propios actores y prácticas. A partir de los sucesi-
vos encuentros de lectura surgió la posibilidad de elaborar un proyecto
de investigación en la misma universidad, “Justicia Penal en los márge-
nes judiciales. Relaciones y tensiones con actores políticos y medios de
comunicación en el Departamento Judicial de La Plata”, que actualmente
se está desarrollando.
Teniendo en cuenta esta experiencia incipiente, nos propusimos con-
solidar el área con la preparación de una obra que reuniera trabajos de
investigadores reconocidos y en formación, a los cuales les agradecemos
sinceramente por su contribución y amabilidad.
Como una primera aproximación al libro que estamos presentando,
podemos decir que el hilo que une a todos sus trabajos es, sin duda, el
interrogante sobre las condiciones de posibilidad del imperio de castigar
que ostenta el Estado. Y este imperio de castigar se explora aquí a partir
de tres ejes: uno ligado a las críticas sobre las legitimaciones de la pena,
otro relacionado con determinados itinerarios que ha desplegado la jus-
ticia penal y, por último, el eje que analiza las formas de hacer y de pensar
hacia el interior de dicha justicia. En otras palabras, se trata de un intento
por apuntalar enfoques que principalmente desde la filosofía, la historia
y la sociología converjan para comprender mejor el papel que cumple hoy
la administración del castigo y las lógicas que operan en su seno.
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En la primera sección de esta obra, “Justicia penal y críticas al impe-


rio de castigar”, se encuentran los trabajos de Roberto Gargarella y de
Eugenio Raúl Zaffaroni. El primero de los autores busca explorar la legi-
timidad del castigo, y lo hace tomando como referencia una comunidad
de iguales en la cual las normas sean construidas entre todos, accesibles
a todos, reconocibles por todos como propias y no como algo ajeno. Más
concretamente, en una comunidad de iguales, cuando el derecho habla,
no escuchamos una voz ajena, una voz que no tiene nada que ver con
nosotros, la voz de otro que habla sobre sus intereses y cómo protegerlos.
Por el contrario, escuchamos nuestra propia voz, hablando de lo que a
nosotros mismos nos preocupa. Por lo tanto, el castigo legal debe ser
un producto colectivo, resultado de una discusión entre todos aquellos
que pueden ser objeto de esas normas.
Zaffaroni, por su parte, analiza la relación entre los sistemas penales
y los derechos humanos en América Latina a partir de dos dimensiones.
La primera constituye el nivel descriptivo de la situación actual de los sis-
temas penales latinoamericanos, valorados conforme a los criterios que se
derivan de los contenidos de los instrumentos internacionales de Dere-
chos Humanos. La segunda tiene que ver con el nivel de las implicancias
teóricas que posee esta descripción y la orientación que en este ámbito
brindan los Derechos Humanos como delimitadores del campo de la
criminología latinoamericana. Ambas dimensiones son relevantes en
tanto hacen posible desmitificar el discurso jurídico-penal en la región.
La segunda sección se titula “Historia sobre el presente de la justicia
penal” y pretende servir como indagación al pasado mediato e inmediato
para de esa manera contar con mejores herramientas en el estudio de
la actualidad de la justicia penal. El trabajo de Gabriel Ignacio Anitua
sugiere que los problemas en el funcionamien­to de dicha justicia pueden
no ser el síntoma de la crisis del sistema, sino sus propias características.
En este sentido, puede considerarse que algo no funciona si se compara
el sistema de justicia penal en la práctica con las declaraciones de dere-
chos y la Constitución que le proporcionan determinado esquema que
nunca se concretan. De allí que se observe no tanto una nueva crisis
sino por el contrario la pervivencia del sistema de justicia penal con sus
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contradicciones y sus criterios ideales, que siguen estando presentes en


la consolidación de las estructuras estatales.
Máximo Langer analiza las reformas procesales penales que se lle-
varon adelante en América Latina durante los últimos años, reformas
que provocaron las transformaciones más significativas en los procesos
penales de la región en toda su existencia. Más allá de que estas reformas
no han sido idénticas en todos los países, han sido descriptas por quie-
nes las llevaron adelante en términos análogos, como un paso de un sis-
tema inquisitivo a otro acusatorio o adversarial. En concreto, el artícu­lo
desarrolla el concepto de difusión desde la periferia, ubica las reformas
procesales penales dentro de la historia del proceso penal latinoameri-
cano y describe sus orígenes intelectuales.
La apuesta de Alberto Binder es la de reflexionar sobre la justicia
penal desde una perspectiva política, tanto para fundar las bases de una
crítica externa que permita dar sustento a diversos programas de reforma,
como para evidenciar una perspectiva interna que permita integrar mejor
la dimensión política a la hora de construir el saber propio de los ope-
radores judiciales. En este sentido, el autor busca construir un marco
teórico que sea sólido para la realización de investigaciones empíricas y,
al mismo tiempo, pueda ser utilizado para la construcción de los saberes
que necesitan los operadores para jugar el juego de la justicia penal. En
síntesis, se trata de acercar ambas dimensiones y evitar que las prácticas
en la justicia penal y las investigaciones sobre estas prácticas recorran
caminos solitarios.
Roberto Bergalli propone una sociología del control penal que arti-
cule la investigación acerca de los procesos de creación de las normas
jurídico-penales con la investigación sobre los procesos de aplicación de
dichas normas por medio de las instituciones creadas para tales fines,
como por ejemplo la policía, los tribunales de justicia o las cárceles.
Se trata no de un estudio en su dimensión dogmática sino de aquel que
pretende demostrar cuáles son los intereses socioculturales y político-
económicos que condicionan la génesis, el desarrollo y la aplicación de
las normas penales.
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El capítulo de Mariano Hernán Gutiérrez indaga sobre la intensi-


ficación y amplificación de la persecución penal en las últimas décadas
dentro de la Provincia de Buenos Aires. En este contexto, tanto gober-
nadores como candidatos competidores a la gobernación han venido
apelando a ciertos usos de la promesa represiva como herramienta
política. Gutiérrez señala que en al menos dos períodos de gobierno
(1998-2001 y 2004-2007), se intentó dispu­tar esa tendencia desde
tres frentes: la legislación procesal, la reforma de la institución po-
licial y la reforma penitenciaria. En ambos casos, quienes inician estos
cambios son gobiernos que antes se habían posicionado de forma muy
conservadora respecto de las fuerzas de seguridad, dando una fuerte
autonomía a estas últimas.
En la tercera y última sección, “Lógicas, prácticas y competencias
dentro de la justicia penal”, se recurre a enfoques sociológicos y antro-
pológicos para tratar de entender por qué pasa lo que pasa en la justicia
penal apelando al análisis de sus lógicas internas. En otras palabras, se
intenta mostrar cuáles son las racionalidades que circulan hacia el inte-
rior de la institución que administra el castigo.
El trabajo de Pablo Ciocchini se dirige a examinar la reforma del
Código Procesal Penal de la Provincia de Buenos Aires del año 1998 en
la cual se promovió la necesidad de un procedimien­to más eficiente, y
que fuera a su vez más respetuoso de los estándares de Derechos Huma-
nos. Si bien estos dos objetivos responden a lógicas diferentes –puesto
que la eficiencia busca el mejor aprovechamien­to de los recursos exis-
tentes mientras que el respeto de los Derechos Humanos se relaciona
con garantizar las condiciones necesarias para el respeto de la dignidad
humana– el discurso reformador, tanto el técnico como el gubernamen-
tal, los superpusieron. Un ejemplo de esto es el problema de la demora
judicial, el cual fue asociado tanto a la impunidad de los delincuentes
como a la violación de los Derechos Humanos de los detenidos. Uno
de los grandes hallazgos del autor es mostrar cómo la demora judicial
se impuso en el discurso gubernamental en tanto problemática clave a
resolver en la administración de justicia penal.
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El artícu­lo de Ezequiel Kostenwein busca abordar los cambios que


provocó el surgimien­to del proceso de flagrancia en la justicia penal de
la provincia de Buenos Aires. Al respecto, se describen las características
de dicho proceso junto a los presupuestos y objetivos a partir de los cua-
les se ha fundamentado su implementación. Estos contenidos son inte-
grados con la evaluación que los actores judiciales hacen sobre el proceso
de flagrancia. Al mismo tiempo, analiza los argumentos que expresan
los mismos actores judiciales para requerir, objetar, aceptar o denegar la
utilización de la prisión preventiva en las audiencias que se desarrollan
dentro del ya mencionado proceso. En síntesis, se puntualizan las conse-
cuencias más relevantes que surgieron en la justicia penal a partir de las
demandas de mayor velocidad en sus resoluciones.
Gabriel Bombini lleva adelante una problematización acerca de la
producción de conocimien­to de las mismas instituciones judiciales en
relación con sus prácticas y el impacto de las mismas. Más específica-
mente, el autor busca estudiar y analizar los efectos concretos que la
actuación de la justicia penal produce en el entorno social, efectos que
la misma justicia no parece conocer en su cabal dimensión. Algunas
consecuencias de esta cuestión son: la deslegitimación social de la ins-
tancia judicial, la autopercepción elitista de sus actores, el refuerzo del
autoconvencimien­to de una visión estrictamente técnico-jurídica de su
labor judicial y, por último, la profundización de la incomunicación con el
público destinatario final de los procesos de aplicación normativa. Así las
cosas, lo que terminan evidenciando estos problemas es el pronunciado
divorcio entre la justicia penal y la comunidad a la que aquella pertenece.
El trabajo de José Garriga Zucal intenta caracterizar algunas de las
relaciones que se generan entre la justicia penal y la policía. El estado
policial bosqueja una labor ininterrumpida, constante y permanente, y
concomitantemente la profesión policial es usualmente desvalorizada en
la sociedad y su sacrificio es desconocido. Esto último sucede en especial
respecto de los actores judiciales, quienes tienden a reproducir relaciones
asimétricas con el personal policial. En definitiva, lo que muestra el autor
es que poco tiene que ver la carrera laboral moral en la que está inmerso
un policía con la carrera judicial de un operador jurídico.
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Para concluir esta presentación, queremos renovar la convicción de


que en nuestro país aún sabemos poco sobre las razones y justificacio-
nes a las que apelan quienes se desenvuelven en la administración de la
justicia penal. Esperamos con esta obra echar luz sobre algunas de las
particularidades que configuran a la institución del Estado encargada de
decidir –con las consecuencias que esto genera– acerca de la inocencia
o la culpabilidad de sus ciudadanos.

Ezequiel Kostenwein

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