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Palacio, J. M. (2018). La justicia peronista.

La construcción de un nuevo
orden legal en la Argentina (1943-1955). Buenos Aires: Siglo XXI
Editores.
Introducción
pp. 17
Hipótesis: Existencia de una “justicia peronista” entendida como “un conjunto de
políticas en materia judicial (…) cuyo propósito era promover y controlar la
judicialización del conflicto social, a la vez que eludir la injerencia del Poder Judicial
existente.”
Perón comenzó a desarrollar desde 1943 un plan de intervención estatal en las
relaciones contractuales desde la Secretaría de Trabajo y Previsión para administrar la
conflictividad social en el ámbito laboral.
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Esto lo hacía con dos objetivos en la mira: arrebatarle al Poder Judicial este tipo de
funciones y garantizar el cumplimiento el ejercicio de nuevos derechos sociales a los
actores que tenían como principales destinatarios: los trabajadores.
La empieza a configurar lo que el autor denomina una “justica peronista” que
funcionaba en tribunales especiales, guiada por un nuevo derecho, con un claro sesgo
a favor de obreros y campesinos. La misma fue uno de los factores que ayudo a
generar la adhesión inicial por parte de estos actores al proyecto político peronista.
Debate/proposición: se contradice a las tesis que han acusado al peronismo de
manejarse por fuera de las instituciones. Lo que se demostraría es todo lo contrario:
había una preocupación reforzar institucionalmente al proyecto político. En todo caso
lo que se hizo fue crear una nueva infraestructura jurídico-administrativa reforzando el
poder del Estado central lo que según el autor constituiría en definitiva la novedad
histórica aportada por el peronismo.
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Estado de la cuestión
El trabajo de Palacio se monta sobre la ola revisionista de estudios historiográficos
dedicados a estudiar al primer peronismo que se inició desde fines de los años 90’ y
principios del siglo XXI.
El objetivo de estos trabajos fue centrarse en las continuidades que trajo consigo
aquella experiencia política, despegándose las visiones tradicionalmente “partidarias”
o “antipartidarias”, derribando ciertos mitos como las ideas fuertemente arraigadas de
que fueron gobiernos verticalistas, autoritarios, extremadamente centralizados,
territorialmente homogéneos y cuyas políticas significaron una revolución o cambio
total (para bien o para mal) respecto de las experiencias anteriores.
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También hacer notar las variaciones regionales que tuvo el desarrollo del proyecto
político peronista por lo que se deja de hablar de un “peronismo” para pasar a hablar
de varios “peronismos”. Esta cuestión tiene especial importancia porque empezó a dar
cuenta de un peronismo provinciano y rural necesariamente anclado en las estructuras
políticas y sociales prexistentes por lo cual tuvo un desarrollo muy diferente al del
Gran Buenos Aires.
pp. 21
Parte de estos estudios dieron cuenta de la existencia de una “segunda línea” de
dirigentes y funcionarios del renovado aparato burocrático estatal que obraron como
intermediarios entre las políticas elaboradas a nivel nacional y su aplicación efectiva
los territorios locales. Esta intermediación no estuvo exenta de contradicciones que
tuvieron su impacto en cómo se vivió la experiencia peronista en esas localidades y le
pusieron reparos a lo planificado desde el estado central.
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Palacio reconoce el mérito de estas investigaciones en efectivamente dar por tierras
con muchas nociones poco fundadas sobre los primeros gobiernos peronistas y
enriquecer los conocimientos sobre como el peronismo fue vivido en otras áreas que
no fueran la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo al autor le preocupa que las
misma hayan ido demasiado lejos en su afán “deconstruccionista” del peronismo al
negarle esas particularidades que verdaderamente lo hicieron una experiencia
novedosa, razón en por la cual sigue teniendo un lugar privilegiado en el imaginario
social y político de la Argentina.
Por eso el autor se propone intentar “analizar al primer peronismo dentro del clima de
época del que participaba, y del contexto mayor del mundo al que pertenecía, a la vez
tratando de establecer aquellas circunstancias que hicieron profundamente
innovador.”
Esto lo hará a través del estudio de la dimensión legal del peronismo y sus
articulaciones en el mundo rural.
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Perspectiva de análisis y aportes
Ejercicio revisionista enfocado en la novedosa experiencia del Estado que tuvieron los
diversos actores del ámbito rural. Ruptura total con el pasado.
Esta política judicial en el ámbito rural no fue enteramente un invento del peronismo,
ya que tuvo antecedentes nacionales e internacionales, pero si lo fue la manera de
implementarla.
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El estudio de la dimensión legal del primer peronismo es otro aporte a la historiografía.
Se sale del clásico “paradigma de la aberración” que regía sobre los denominados
regímenes “populistas” latinoamericanos del siglo XX caracterizándolos como
gobiernos que se manejaban al margen de la ley de manera autoritaria. Se entra a una
visión que postula lo opuesto: regímenes que se preocuparon en demasía por construir
una nueva infraestructura legal para legitimar sus proyectos políticos.
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Es “política judicial” porque fueron leyes y disposiciones legales impulsadas por el
Estado para alcanzar determinados fines.
La investigación sobre las configuraciones rurales que tomo el peronismo clásico sería
otra adición al conocimiento histórico del tema. Fue justamente en los ámbitos rurales
del interior del país donde se notaron con mayor potencia las transformaciones
impulsadas por el peronismo.
pp. 26
El Estado avanzo sobre los espacios rurales mediante diferentes organismos
burocráticos dependientes del Poder Ejecutivo para regular las relaciones
contractuales vigentes que habían gozado históricamente de un altísimo grado de
autonomía.
El claro sesgo a favor de campesinos, peones y arrendatarios de estas nuevas
instituciones es lo que explicaría la pervivencia del peronismo en el imaginario social,
un fenómeno que le cambio la vida a estas personas.
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Las nuevas nociones sobre el derecho, la justicia y sus instituciones judiciales que
introdujo el peronismo son contextualizadas por el autor en un escenario mundial que
las puede explicar en ciertos aspectos.
Fuentes
Las primarias son de origen legal y judicial (expedientes de casos tramitados en la
justicia de la época).
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También revistas jurídicas de la época. Archivos universitarios para reconstruir la
trayectoria académica del personal judicial. Leyes, decretos y resoluciones. Debates
parlamentarios. Diarios de la época.
Las secundarias serán historias sobre el peronismo y el derecho tanto nacional como
internacional.
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Importancia de los registros de los juicios: “No solo (…) nos permiten ‘oir’ de primera
mano el testimonio de mujeres y hombres que, de otra manera, son mudos para el
historiador (trabajadores y campesinos, muchas veces analfabetos). También porque
exhiben el funcionamiento de un escenario en el que participa una cantidad de actores
(estatales y privados, expertos y legos) que nos introducen, con lenguajes diversos, en
los mundos de la ley, su circulación, adaptación y usos, la justicia, la política estatal y
sus discursos…”
Estructura del libro
Hay primer que capitulo autónomo que sirve para explicar el desarrollo del derecho
social en el mundo contextualizando su llegada a Latinoamérica y la Argentina a mitad
del siglo XX.
pp. 30
Luego el libro se divide en dos partes. La primera parte comprende desde los capítulos
segundo al cuarto dedicándose a la legislación laboral y los organismos estatales
encargados de su aplicación en el mundo rural. Se analiza la legislación sancionada
desde la secretaria de Trabajo, la creación del fuero laboral, la experiencia de la justicia
que tuvieron los actores mirada a través de las causas judiciales usadas como fuentes
primarias.
pp. 31
La segunda parte comprende desde los capítulos quinto al séptimo dedicándose a
legislación sobre arrendamientos rurales y a las cámaras especiales que se crearon
para atender conflictos en el terreno. Se analiza la intervención en materia de
arrendamientos rurales, el funcionamiento de las cámaras paritarias arbitrales, y la
experiencia de los actores del sector rural en estas instancias judiciales.
La última sección son las conclusiones a las que se arribaron con los hallazgos de la
investigación.
pp. 33
1. Justicia y derecho social en tiempos del peronismo
pp. 34
Las guerras mundiales, la conformación de las sociedades de masas con importante
participación de la “clase obrera” en la arena publica, las crisis económicas del
capitalismo, son señaladas como algunas de las causas que generaron una
transformación en el ámbito jurídico mundial en orden a satisfacer la necesidad de
regular con mayor intensidad las relaciones sociales en general, y en el ámbito laboral
en particular. Este proceso se dio tanto en oriente como en occidente, lo que habla de
una regularidad en el desarrollo de las sociedades humanas con la aparición en
simultaneo de códigos de trabajo y tribunales especializados en el tema.
pp. 35
Lo que había de trasfondo era una crisis de la concepción liberal sobre las relaciones
humanas y los sistemas políticos que habían estado vigentes desde la Revolución
Francesa:
“El individualismo, la libertad y la propiedad como valores absolutos debían ser
revisados, así como la idea de que la persecución del interés individual derivaba
en el bienestar colectivo (base del laissez-faire), que para entonces se había
demostrado errónea y por lo tanto no podía seguir guiando el orden social y
normativo.”
Los nuevos principios desarrollados serian el reverso de sus pares liberales:
ponderación del interés colectivo sobre el individual, el bien común como límite rector
de la libertad personal, y el reconocimiento de una función social de la propiedad
privada. El “dejar hacer” sería reemplazado por un “hacer tutelado por Estado” para
lograr alcanzar esa sociedad de igualdad y fraternidad que el liberalismo había
prometido pero había fallado en concretar.
La sociedad contractual consagrada a través del derecho civil debía ser
complementada -reforzada- por otro tipo de derecho que reconociera las injusticias
sociales para corregirlas y asegurar una verdadera igualdad de condiciones entre las
partes.
pp. 36
El vínculo laboral entre obreros y patrones -así como el de propietarios y trabajadores
rurales- dejo de ser considerado como un simple contrato de “locación” para empezar
a ser visto como una relación desigual de subordinación y dependencia por lo que el
derecho debía, en consecuencia, “nivelarla”.
“En materia laboral, era necesario resguardar a los trabajadores -en particular a
los más desvalidos, como mujeres y niños-, contribuir a su bienestar y atemperar
o compensar ciertos riesgos del trabajo, así como limitar la jornada laboral,
garantizar descansos semanales, evitar los abusos en los pagos de salarios,
prever el desempleo y la terminación del contrato, además de facilitar la
organización y asociación de los trabajadores. Y en materia de lo que se dio a
llamar ‘derecho agrario’ (…) regular el uso de la tierra, no solo con la vara de la
racionalidad y la productividad, sino fundamentalmente con la de su función
social.”
El autor atribuye entre otros a Gustav Radbruch (Lübeck, 1878-Heidelberg, 1949) un
jurista alemán, ministro de justicia y profesor universitario, como uno de los
fundadores de esta nueva concepción jurídica que se constituyó en la base de una
nueva rama del derecho en Europa junto a la sanción de nuevas leyes y la creación de
organismos estatales inspirados en la misma.
pp. 37
El desarrollo de esta nueva concepción del derecho se vio favorecida a su vez por un
clima propiciado por las potencias victoriosas de la Primera Guerra Mundial que
reconocieron en los tratados internacionales firmados al termino del conflicto la
necesidad de empezar a atender las necesidades sociales con regulaciones estatales.
La creación de la OIT en 1919 fue la muestra más cabal de ello.
Estas nuevas ideas se vieron plasmadas en lo que se llamó el “constitucionalismo
social” cuyos primeros ejemplos fueron las cartas magnas del México revolucionario y
la República de Weimar. Esta corriente propugnaba el establecimiento de limites a la
propiedad individual para atender necesidades colectivas además del reconocimiento
de derechos sociales básicos como jubilaciones, libertad de asociación y las
negociaciones colectivas de trabajo.
pp. 38
Los primeros tribunales especiales
La nueva legislación fue acompañada de la creación de instituciones especiales que
garantizaran su efectiva aplicación. Se crearon tribunales específicos para atender
cuestiones laborales compuestos por representantes tanto de sectores obreros como
patronales además de la presencia de agentes estatales. Hay registros de ellos en
Italia, Francia y Alemania.
pp. 39
El “Nuevo Derecho” y las instituciones laborales en América latina
Esta nueva concepción del derecho en la región se desarrolló prácticamente en
sincronía con Europa. El proyecto de creación de un código de trabajo argentino en
1904 y la Constitución mexicana de 1917 fueron sus principales antecedentes.
pp. 40
La OIT tomo muchos de los postulados de la constitución mexicana para elaborar su
programa. Esto demuestra lo aceitada que estaba la red internacional donde circulaba
la información académica y el saber jurídico a fines del siglo XIX.
El rol de las universidades fue clave en la conformación del “campo” del derecho
social. Proliferan las cátedras y seminarios dedicados al derecho laboral.
pp. 41
Las universidades fueron los nodos centrales de esta red de circulación internacional
del conocimiento jurídico. Fueron las fuentes en donde se producía este nuevo saber y
se formaban los expertos que luego se incorporarían a la burocracia estatal.
pp. 41 y 42
Otros actores institucionales importantes fueron los Partidos Políticos de izquierda
(por caso el Partido Socialista en Argentina) que obraron promover internacionalmente
este nuevo derecho, y la iglesia católica que hizo lo propio bajo los dictados de la
encíclica Rerum Novarum cuyos principios establecieron los derechos y deberes
imperantes en el vínculo capital/trabajo/estado desde la visión cristiana.
pp. 42
La OIT sin embargo fue la mas importante de las instituciones que conformaron la red,
por disponibilidad de recursos y el aval oficial de la Estados parte.
El “Nuevo Derecho”
pp. 43
“Se trataba de un conjunto preciso de normas que se incorporaron en la
legislación común. En un orden cronológico (…) hasta los años treinta se legislo
sobre el descanso semanal obligatorio, indemnización por accidentes de trabajo,
limitación o prohibición del trabajo de mujeres y niños, protección del salario,
límites a la jornada de trabajo, condiciones de higiene y seguridad en el ámbito
laboral, resolución de conflictos, e implantación de seguros sociales, entre otros.
Y de los años treinta en adelante (…) se legislo, entre otras materias, sobre la
reglamentación del contrato de trabajo, convenciones colectivas, jornada de
ocho horas, salarios mínimos, vacaciones pagas, organizaciones sindicales,
tribunales laborales y trabajo agrícola.”
Distintos países latinoamericanos avanzaron con este tipo de legislación, ya sea
complementando la existente o creando códigos que consagraban una nueva rama del
derecho -laboral- a la par de las tradicionales -penal, civil y comercial-. Esto fue
acompañado con la creación de nuevos organismos estatales que se encargaban de
ejecutar estas leyes.
pp. 44
Al sol de las revoluciones rurales como la mexicana y los desajustes en los términos de
intercambio a causa de la Primera Guerra Mundial se genero la necesidad de regular el
uso de la tierra, así como el modo de producir y comercializar sus frutos.
pp. 45
Sobre las agencias públicas encargadas de atender la problemática social y laboral:
“En sus versiones más tempranas (…) estos departamentos tuvieron (…) la
función de estudiar ‘científicamente’ la situación de los trabajadores, y de
recopilar estadísticas sobre condiciones de trabajo en las fábricas y de la vida
obrera, difundiendo esos conocimientos en publicaciones y asesorando en
materia legal y laboral a los gobiernos. (…) Tenían además la función de
inspeccionar y controlar la aplicación de la legislación y la capacidad de sancionar
infracciones a las leyes laborales; (…) mecanismos de resolución de conflictos y
arbitraje. (…) Podían recaer en ellos el reconocimiento oficial de sindicatos y de
los convenios colectivos entre empresas y trabajadores.”
pp. 46
El autor señala que hay escasos estudios historiográficos sobre el funcionamiento de
estas novedosas agencias en sus primeros años. De todos modos, se asegura que su
capacidad de intervención era limitada, mas que nada por escases de recursos
presupuestarios e inserción territorial. Por ello sus acciones se circunscribieron
inicialmente a los conflictos laborales en las grandes ciudades, dejando algo
descuidada a las áreas rurales.
La mayoría de estos organismos fue creciendo en importancia dentro del organigrama
estatal a la par de diferentes experiencias de industrialización y urbanización en
Latinoamérica.
pp. 47
Los tribunales especiales en América Latina
Inspirados en los modelos europeos estos organismos de arbitraje mostraron algunas
variaciones particulares en Latinoamérica.
En algunos países dependían del Estado y en otros eran entes autárquicos. En algunos
casos pasaron a conformar nuevas ramas del sistema judicial y en otros
desaparecieron con el paso del tiempo. En ciertos casos formaban parte del Poder
Judicial de un país y en otros del Poder Ejecutivo.
pp. 48
En todos los países la característica común fue su robustecimiento burocrático junto a
un proceso de centralización nacional.
El derrotero del derecho social en la Argentina
Todo lo expuesto hasta el momento da cuenta de que al llegar la camarilla militar que
tomo el poder en 1943 -integrada por el mismísimo Juan Perón entre otros- ya había
un vasto desarrollo del derecho social -doctrinaria e institucionalmente- en el mundo,
en la región, y en el país.
pp. 49
Ya había todo un cuerpo de juristas y jurisprudencia laboral en la argentina que databa
desde las primeras décadas del siglo XX, contradiciendo cualquier intento de afirmar
que Perón fue el primero en plantear estos temas.
“Hacia 1943 el país contaba ya con un inventario de leyes protectoras del trabajo
que, sin ser numerosas ni necesariamente respetadas o aplicadas, constituyen de
todas maneras lo hitos pioneros de una tradición jurídica que se construyó en
aquel contexto. (…) Existían antecedentes, aunque aún muy escasos, de leyes
reguladoras de los contratos agrarios y de otras imbuidas del espíritu del uso
racional de la tierra en función del interés común. (…) Estas leyes eran resultado
(…) de procesos combinados: la agitación social de principios de siglo y las luchas
de los trabajadores organizados, y el ingreso de la agenda social en el ámbito
parlamentario, de la mano de legisladores de origen socialista pero también de
reformistas provenientes de las filas conservadoras y liberales.”
pps. 49, 50 y 51
Alfredo Palacios, Joaquín V. González, José Nicolas Matienzo, Juan Bialet Massé, Carlos
Saavedra Lamas, Leónidas Anastasi y Alejandro Unsain fueron los juristas precursores
del derecho social en nuestro país. Su trabajo intelectual se desarrolló en novedosas
cátedras sobre legislación laboral e institutos de investigación abiertos el ámbito de las
universidades más emblemáticas como la de Córdoba, Buenos Aires, La Plata y del
Litoral (con sede en Santa Fe).
“Las cátedras (…) contribuyeron a la formación de los laboralistas más
importantes del siglo XX en la Argentina: Armando Spinelli -que ocupo la
dirección del Departamento Provincial de Trabajo bajo el gobierno de Manuel
Fresco en la Provincia de Buenos Aires-, Manuel Pinto, Carlos Dasmarás y Juan
Ramírez Gronda -quien llegaría a ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de
la Provincia de Buenos Aires durante el gobierno de Domingo Mercante-, en la de
La Plata; Tissembaum, en la de Santa Fe; Saavedra Lamas y Unsain, en la de
Buenos Aires; Dardo Rieti, Telasco Castellanos, Luis Despontin, en la de
Córdoba.”
pp. 51 y 52
El derecho agrario por su parte tuvo un desarrollo más lento y errático. Se consolido
con cátedras e institutos de investigación más hacia la década del 40’.
pp. 53
Revista de Derecho Social fundada en 1931 por José Figuerola, futuro colaborador de
Perón en la STP.
Revista Derecho del Trabajo (1941). Publicación dirigida por los mayores especialistas
del área antes nombrados.
pp. 54
La participación de representantes argentinos en la OIT fue otro paso fundamental
para consolidar en derecho social en el país.
Los laboralistas presentaron varios proyectos para institucionar el nuevo derecho.
pp. 54 y 55
Conclusión:
“Para los tiempos del advenimiento del peronismo el campo del derecho social estaba
bastante asentado en la Argentina, así como avanzados los debates sobre algunos de
sus temas fundamentales. (…) el proceso de su conformación tenía dimensiones
internacionales y no es posible comprenderlo fuera de ese contexto más amplio, en
buena medida porque así lo vivieron los propios protagonistas.”.
La forma en que este proceso internacional se vivió particularmente en la argentina es
el tema principal del libro, su objeto de estudio.
Parte I Una revolución de los derechos de los trabajadores
2. Una telaraña regulatoria para el mundo del trabajo
pp. 59 y 60
Desde la STP Perón construyó un aparato inédito de intervención y regulación de las
relaciones laborales mediante el lanzamiento de una batería de normas legales. Perón
pudo hacer esto gracias al clima de ideas y los antecedentes que se describieron
anteriormente, pero agregándole propósitos y espíritu propio.
pp. 60
El marco legal fue acompañado por la creación de organismos estatales que
monitorean y garantizaban su aplicación efectiva, lo que constituyo la verdadera
novedad del proceso. El impacto de esta revolución fue realmente traumático para
ciertas áreas de la producción, especialmente la agraria, que hasta el momento se
había manejado históricamente con exclusividad entre actores privados
pp. 61
La secretaria de trabajo y previsión
La arquitectura legal del peronismo se forjo en el otrora Departamento Nacional del
Trabajo junto a cuadros técnicos que se desempeñaban ahí hacía tiempo. Sobresale la
figura de José Figuerola, jurista, profesor universitario y político catalán nacionalizado
argentino que había trabajado de asesor legal en el gobierno español de José Primo de
Rivera. Figuerola trajo de Europa las ideas corporativistas de las que Perón tomaría
algunos elementos para sistematizar posteriormente la doctrina justicialista.
Ni bien asume Perón el Departamento de Trabajo es rebautizado y potenciado al
elevarlo a la orbita del Poder Ejecutivo Nacional.
“Perón transformo el Departamento en Secretaría de Estado dependiente de la
presidencia de la nación. (…) Se trataba de una jerarquización y un
redimensionamiento de la intervención estatal en la materia, que comenzaba
por la creación de un organismo centralizado y acrecentando -en su personal,
presupuesto y funciones- con el propósito firme de provocar un cambio en la
calidad de esa intervención. Esta transformación se concebía como el
complemento indispensable de la que se daba en la legislación, con el objetivo
explícito de llenar un gran vacío, que se juzgaba tan notorio en el terreno
normativo como en el del control y la regulación.”
Esta medida tenía el propósito de centralizar, controlar y nacionalizar la ejecución de la
hasta ese momento fragmentada legislación laboral vigente.
pp. 63
Perón explicitó estos objetivos desde el principio. La STP absorbió todas las
reparticiones laborales provinciales y locales convirtiéndolas en “delegaciones
regionales”. La STP tenía funciones control y policía: podía inspeccionar, recibir
denunciar, multar y producir legislación sobre los ámbitos de trabajo.
pp. 64
También realizaba tareas de divulgación y asesoramiento técnico sobre material legal a
organizaciones obreras (sindicatos y gremios).
Por último, la STP se arrogaba la potestad de mediar, conciliar y arbitrar en todos los
conflictos laborales que se produjeran en el territorio nacional.
pp. 65
Para inicios de 1944 la actividad de la STP se concretó en tres campos de acción: la
producción normativa, su conformación burocrática, y el despliegue territorial.
En materia normativa se desato un “torrente de decretos, resoluciones y
disposiciones” en materia laboral. Solo en el año 1944 se contaron cientos de normas
nacionales como el Estatuto del Peón Rural y otros estatutos profesionales, la creación
de los tribunales de trabajo, disposiciones sobre pago de salarios, jornada de trabajo,
descanso semanal, accidentes, protocolos de arbitraje y conciliación, reconocimiento
de personería jurídica de gremios, cientos de convenios colectivos de trabajo. Estas
normas se reforzaron con facultades punitivas que la misma STP se arrogaba para
castigar a los infractores de las mismas.
pp. 66
En 1945 se siguió con la misma efusividad legislativa. Las normas mas destacadas de
ese año fueron el decreto 1740 que establecía vacaciones anuales remuneradas para
todos los trabajadores del país y la creación del Instituto Nacional de Remuneraciones
que consagraba un salario mínimo y vital, el aguinaldo, y la doble indemnización por
despido injustificado.
Todo este cuerpo normativo fue ratificado en la etapa democrática abierta en 1946
mediante la ley 12921.
pp. 67
La conformación burocrática interna de la STP. La plantilla original estuvo conformada
por algunos colaboradores de Perón y empleados históricos del área. La STP fue
absorbiendo los viejos Departamentos Provinciales de Trabajo, ampliando sus
facultades y recursos, hasta que finalmente en 1949 se convertiría en Ministerio
Nacional.
pp. 68
El robustecimiento burocrático se replicó en una expansión territorial que tuvo como
base a los ya mencionados Departamentos Provinciales, pero que luego se amplió con
la creación de nuevas oficinas a lo largo del territorio nacional.
En 1945 la STP se organizó en varias categorías, de la primera a la cuarta, con el fin de
asignar personal en función del volumen de población de cada provincia.
pp. 69
La Provincia de Buenos Aires, por su enorme tamaño, tuvo a su vez legaciones y
subdelegación internas.
La legislación del peronismo para los trabajadores del campo
pp. 70
El peronismo vino a llenar el enorme vacío legal que imperaba en las zonas rurales. El
autor ya ha desarrollado en una obra anterior las causas de porque la producción
agropecuaria argentina había funcionado históricamente bajo regulaciones privadas de
corte consuetudinario: lejanía geográfica, falta de presencia estatal fuerte y concreta,
la falta de organización de los trabajadores rurales y el peso de la costumbre.
pp. 71
En la era previa al peronismo los trabajadores rurales carecían de protección jurídica y
supervisión estatal sobre los componentes del contrato laboral, quedando casi
completamente supeditados a la arbitrariedad de sus empleadores.
pp. 72 y 73
Inicios del tejido regulatorio
Perón comenzó a emitir decretos ni bien asumió en el Departamento de Trabajo. Los
mismos se diferenciaron de todas las normas anteriores por su minuciosidad (que iba
desde establecer salarios mínimos por cada actividad rural, tiempo y forma, hasta
detallar incluso que se le debía dar de desayunar a los trabajadores) y la severidad de
los castigos por incumplirlas (desde multas hasta la quita de la personería jurídica de la
persona empleadora).
pp. 74
El estatuto del peón
Norma de alcance nacional que regulaba el trabajo permanente en las estancias. Según
la fundamentación del texto su principal objetivo era la modernización del trabajo en
el campo, caracterizado hasta el momento como un sistema casi medieval.
pp. 75
Establecía salarios mínimos para una lista exhaustiva de trabajos rurales y
disposiciones detalladas sobre condiciones de trabajo, higiene, alimentación y
alojamiento en los establecimientos rurales. Alcanzaba a todos los trabajadores
permanentes en medios rurales, montañas, bosques y ríos de todo el país.
La STP se reservaba el derecho de revisar periódicamente todas las condiciones y
montos salariales estipulados en la norma.
pp. 76
Las condiciones de alojamiento y descansos estaban igual de detalladas que los
salarios. Se establecían seguros médicos y farmacéuticos para el cuidado de los
peones, todo a cargo del empleador.
pp. 77
Por último, se garantizaba la estabilidad laboral estipulando el derecho a recibir una
indemnización por despido sin causa consistente en medio mes de sueldo por año
trabajado.
El Estatuto preveía sanciones que iban desde multas monetarias hasta el arresto para
los empleadores que incumplieran la nueva ley.
La norma suscito inmediatamente las críticas de la SRA y la FAA, especialmente por el
aumento de los costos laborales que la misma acarreaba.
pp. 78
El gobierno respondió la embestida opositora con una campaña comunicacional
destinada a generar apoyos a la normativa desde diversos ámbitos (asociaciones
obreras y expertos académicos) resaltando los beneficios que iba a generar para la
sociedad argentina.
Ley 13.020
Regulación sobre el trabajo de los peones rurales temporarios mediante la creación de
un organismo específico dependiente de la STP: la Comisión Nacional de Trabajo Rural
(CNRT). Su función era atender todo lo concerniente al trabajo rural y las posibles
controversias que surgieran ante la aplicación de las nuevas leyes. Estaba compuesta
por representantes del Estado, delegados sindicales y entidades patronales.
pp. 79
La norma imponían prácticamente el mismo tipo de medidas regulatorias sobre
salarios, condiciones y ritmos de trabajo que el Estatuto del Perón, pero revisados con
mayor periodicidad por delegaciones locales de la STP en todo el país. Estas
delegaciones tenían funciones de arbitraje y atribuciones de policía de trabajo ante
diferentes conflictos que pudieran surgir sobre la interpretación en la aplicación de la
ley.
pp. 80
“Si bien los alcances y la eficacia de cada norma que se quería implementar eran
asuntos que todavía debían demostrarse en el terreno, esa sola omnipresencia en cada
distrito rural de un Estado con la firme vocación de regular esas relaciones marcaba ya
sin duda un antes y un después en la vida rural de la Argentina.”
Peripecias de la regulación del trabajo rural
Si bien la regulación estatal sobre el trabajo rural no era nueva en argentina, para el
autor la principal novedad que surgió en este momento fue “la firme decisión de las
administraciones peronistas (…) de que las leyes laborales, nuevas y viejas, fueran
aplicadas.”.
pp. 81
La clave de la aplicación efectiva de la legislación laboral en principio se debió al ahínco
personal y la obsesiva perseverancia del propio Perón desde el mismo momento en
que se hizo cargo de la STP. Palacio asegura que el éxito de esta empresa al final de un
largo proceso “hacia empalidecer cualquier otro intento en ese sentido por parte de
gobiernos anteriores.”.
pp. 82
Como era de esperarse esta política judicial no estuvo exenta de problemas: la fuerte
resistencia de los empleadores a cumplir con la ley con la complicidad de autoridades
locales, el temor de los propios trabajadores en hacer valer sus derechos, y las
contingencias particulares que pudieran ocurrir en la práctica cuya naturaleza no
estuviera contemplada en la norma conspiraron para hacer tortuosa su aplicación
efectiva.
pp. 83
La legislación tuvo que ser revisada y actualizada sobre la marcha por estas cuestiones,
perfeccionándose a medida que se acumulaba la experiencia práctica de su aplicación.
Mucha de estas situaciones quedaron plasmadas en los registros de la justicia de
trabajo, fuente primordial de esta investigación que además dejo impresiones del
grado de funcionamiento de este aspecto de la política peronista.
pp. 84 y 85
El autor señala a las delegaciones regionales y subdelegaciones locales de la STP
establecidas a lo largo y ancho del país como actores claves encargados de garantizar
la efectividad de la norma.
“Todas las delegaciones tenían una estructura similar, reglamentada con todo detalle
por resolución interna de la Secretaria. El jefe de cada repartición era el delegado, de
quien dependía la oficina del asesor letrado y la de Propaganda. […] el resto de la
delegación dependía de un secretario técnico-administrativo que gobernada sobre el
resto del organigrama: la primera, en las oficinas de Bolsa de Trabajo, Trabajo a
Domicilio, Inspección y Vigilancia, y Acción y Conflictos Gremiales; la segunda, en las de
Maternidad, Libreta de Menores, Asistencia y Trabajo de la Mujer, Medico-Legal,
Accidentes de Trabajo, Asistencia Social, Y Aprendizaje y Trabajo de Menores.”
Las oficinas más importantes eran la de Trabajo y Previsión -encargada de controlar la
aplicación de las leyes- junto a la de Acción Social –ejerciendo funciones de
conciliación y arbitraje-.
pp. 86
El organismo funcionaba con un “aceitado sistema de control” –registros de envió,
recibos, fechas y sellos- que revelaba la preocupación de Perón por “la eficiencia en la
gestión estatal” y “perseguir la máxima centralización de las decisiones”.
pp. 87
“Estas delegaciones desempeñaron un papel fundamental en el trámite de las
denuncias y las demandas judiciales que podían realizar los trabajadores, así como en
el asesoramiento y representación legal que allí les ofrecían en forma gratuita.”
A falta de registros de actuación de las delegaciones (que sufrieron la destrucción
sistemática luego del golpe de 1955), Palacio se apoya principalmente en las
reacciones de oposición para demostrar su rol preponderante en el funcionamiento
concreto de la política judicial peronista.
pp. 89
3. La manzana de la discordia: la creación de los tribunales de trabajo
El 30 de noviembre de 1944 sale a la luz el decreto 32.347 que inaugura la justicia
laboral en la argentina al instaurar los Tribunales de Trabajo en la Capital Federal.
Elaborado técnicamente por la División de Asesoría Legal de la STP a cargo del Dr.
Eduardo Stafforini, el decreto tenía entre sus fundamentos una nutrida serie de
antecedentes que justificaban su sanción:
“Estaban los del derecho internacional, las experiencias de países que habían
implementado estos tribunales desde el siglo XIX, y los de nuestro país, tanto en el
nivel parlamentario como en la experiencia de la administración judicial de organismos
de conciliación y arbitraje (…), así como en jurisprudencia sobre conflictos laborales
labrada con los años en la justicia ordinaria, civil y comercial.”
pp. 90 y 91
Stafforini -formado en la UBA durante la década del 30’- había sido un funcionario de
carrera desde la época del Departamento Nacional de Trabajo que continúo su labor
ligada al peronismo convirtiéndose en una de las máximas referencias académicas del
país en derecho laboral.
“Nuestra justicia”
Entre los principales fundamentos en los que se sostuvo el decreto de creación de los
tribunales de trabajo se mencionaba la existencia de un nuevo derecho a nivel
internacional que había surgido para regular la relación capital-trabajo, la necesidad de
una justicia más expeditiva y económicamente accesible, socialmente equitativa, y
para estar a tono con los más modernos sistemas legales del mundo.
pp. 92
El decreto contenía una crítica velada al sistema judicial tradicional, acusándolo de
oneroso, lento, formulista y desigual.
Los nuevos tribunales “se organizaban en el ámbito del Poder Judicial, como un nuevo
fuero, (…) estos limitaban su competencia a los conflictos individuales de trabajo (…), y
los colectivos quedaban bajo la esfera de otras reparticiones estatales como la STP.
Tenían (…) una organización mixta compuesta por las Comisiones de Conciliación y de
Arbitraje, jueces de Primera Instancia y una Cámara de Apelaciones…”
pp. 93
“El procedimiento debía comenzar en la Comisión de Conciliación (que sería
organizada y funcionaria dentro de la STP) y, de no prosperar es intervención, debía
continuar por la vía judicial o bien, de común acuerdo, por la vía arbitral. Buena parte
de la instrucción del juicio (recepción de la demanda, contestación, recolección de
pruebas) se llevaba a cabo en la Comisión. Esta (…) se conformaría con un presidente,
un vicepresidente y un número de vocales que determinaría la STP: debían tener título
de abogado, procurador o escribano ‘y especial versación en derecho del trabajo.’. (…)
las comisiones de arbitraje, presididas por el delegado estatal, se conformarían ad hoc
según el recurrente principio clasista.”
También se creaba un Ministerio Publico del Trabajo en manos de un procurador que
representaba los intereses del Estado, velaba por el cumplimiento de las leyes
laborales e intervenía en los asuntos que involucraban a menores, dementes y demás
personas consideradas incapaces.
pp. 93 y 94
“una vez iniciada la demanda, la Comisión de Conciliación debía fijar la audiencia
dentro de los cinco días, en la que debía proponer una fórmula de solución. Si esta
fracasaba, se iniciaba la etapa contenciosa, en la que las partes debían presentar
pruebas –como declaraciones de testigos, dictámenes de peritos o inspecciones
oculares- que luego serían elevadas junto con las actuaciones al juez de turno. (…) En
sede judicial, el pleito continuaba con el llamado (en un plazo no mayor de diez días) a
una audiencia pública, oportunidad en la que el magistrado interrogaba
personalmente a los litigantes, examinaba a los testigos y ponderaba las demás
pruebas, pudiendo también solicitar el asesoramiento de expertos o nombrar peritos.
Cumplidos esos trámites, el juez debía dictar sentencia fundada ‘en el texto de la ley’,
que podía ser apelada por las partes o el Ministerio Publico. (…) Si la apelación era
concedida, la Cámara a su vez podía tomar medidas ulteriores o dictar sentencia, ‘a
mayoría absoluta de votos’, también en un plazo no mayor de diez días.”
pp. 94
La primera tanda de jueces de los juzgados de la Capital Federal fueron propuestos y
nombrados (previo acuerdo del Senado) por el PEN.
Por un lado, el decreto fue celebrado en los ambientes especializados ya que se lo
considero como la concreción de un largo proyecto impulsado por los académicos
laboralistas que venían bregando por la fundación en el país de este tipo de institución.
pp. 95
Por el otro lado, la creación de este nuevo andamiaje jurídico fue intensamente
criticado por sectores patronales y de poder factico al afectar directamente sus
intereses.
Casus belli
pp. 96
La relación en general entre las clases propietarias (tanto rurales como urbanas) y el
gobierno militar constituido a partir de la Revolución del 43’ fue deteriorándose
progresivamente hasta 1945. Las razones fueron desde la neutralidad adoptada ante la
guerra europea, su política de control de precios y comercio exterior, el congelamiento
de arrendamientos y alquileres, y las crecientes regulaciones sobre el trabajo. El
descontento quedo plasmado en una serie de documentos y solicitadas cuyo punto
culmine fue el elaborado durante la Asamblea de las Fuerzas Vivas del 27 de diciembre
de 1945 en la Bolsa de Comercio como reacción al decreto que establecía el aguinaldo
y la participación obrera en las ganancias empresarias. Palacio lo caracteriza como una
“verdadera declaración de guerra de los empresarios, en el que se consideraba
inconstitucional y se llamaba a no respetarla.”
pp. 97
El diario La Nación expreso en varias de sus editoriales la intranquilidad y el malestar
que le generaba a las clases propietarias la “maraña” de disposiciones
intervencionistas de la STP que, desde su óptica, interrumpían el normal
funcionamiento de la economía.
pp. 98
Hay expresas acusaciones de parcialidad y prejuzgamiento por parte de los organismos
de conciliación estatales.
pp. 99
En los ojos de las clases propietarias el Estado estaba promoviendo adrede la agitación
social.
A la oposición política por su lado le preocupaba que esta acción benefactora desde el
estado nacional para con la clase obrera supusiera la construcción de un poder político
electoral que sobrepasaba los supuestos fines reparadores que se declamaban
públicamente.
pp. 100
El sentimiento opositor se contagió a las esferas académicas y judiciales tradicionales.
Perón acusaba a la justicia ordinaria de caer en “falacias” y “prevaricatos” que
corrompían el sentido de justicia que debían sostener. Las nuevas instituciones
judiciales llegaron para dar nuevos aires a la aplicación efectiva de la justicia. La justicia
ordinaria interpreto esto como una intervención directa por parte del Poder Ejecutivo
al Poder Judicial, como una afrenta a los pilares mismos del sistema de justicia
imperante hasta el momento.
pp. 101
La corporación judicial a través de instituciones como el Colegio de Abogados de
Buenos Aires objetaba al gobierno la inconstitucionalidad de la creación de tribunales y
cámaras arbitrales por tomar atribuciones que no le correspondían.
pp. 102
En junio de 1945 el gobierno militar nombra por decreto a los primeros camaristas del
nuevo fuero laboral en la Capital Federal. El 4 de Julio debían tomar juramento ante la
Corte Suprema de la Nación pero esta se negó apelando a tecnicismo jurídico (la
existencia del Fuero Civil y Comercial hacia innecesaria tal jura) que en realidad
escondía un gesto político de desafío al régimen militar. El gobierno respondió
modificando el decreto para que los nuevos magistrados jurasen directamente ante el
presidente de la nación.
pp. 103
Los días 23 y 24 de julio se llevó a cabo la jura de los nuevos jueces y camaristas con un
mensaje por parte del mismo Perón que no dejaban dudas sobre el objetivo político
perseguido.
“Estas conquista de la Secretaria de Trabajo y Previsión nos impone obligaciones para
esta justicia, que es nuestra justicia y la defenderemos por todos los medios para
asegurar que el futuro de los conflictos del trabajo este siempre en manos
incontaminadas.”
Al respecto Palacio entiende que:
“El mensaje no admite ningún equivoco. Por un lado, la justicia del trabajo se
presentaba como una conquista de la STP, es decir, es una creación de su líder, que
generosamente la compartía con los trabajadores, convirtiéndola en ´nuestra´. Y esta
justicia, de Perón y los trabajadores, esta justicia peronista, estaba en las antípodas de
la otra, la de los otros, cuyas manos están contaminadas. Por ello había que defenderla
´por todos los medios´…”
pp. 104
Perón y los trabajadores le encomendaban a estos nuevos magistrados la misión de
hacer efectiva la realización de la justicia social, la más elevada forma de justicia
entendían.
Perón advertía que una cuota de responsabilidad en la realización de esta justicia
estaba depositada en los propios trabajadores que debían promover y hacer suyos
estos nuevos derechos:
“Quiero pedir a los trabajadores argentinos que recuerden que cuando nuestra justicia
del trabajo deba actuar, ellos han de ser los principales colaboradores […] las leyes
tienen valor cuando se cumplen. Que cada uno se ponga dentro de la ley y cuando crea
que ella se ha violado en su perjuicio, recurra a sus jueces y encontrara el apoyo de la
Nación, por intermedio de los representantes de la propia ley. Desgraciadamente en
nuestro país, no se cumplen las leyes, porque no existe una conciencia legal formada
en la población.”
pp. 105
El 1ro de Febrero de 1946 –a días de la elección presidencial- la CSJ declaro a través de
un fallo la inconstitucionalidad de toda la empresa legal de la STP. El mismo tuvo el
apoyo del diario La Nación y el Colegio de Abogados.
pp. 106
El gobierno respondiendo eludiendo el fallo a través de un artilugio legal-
administrativo para que la STP pueda seguir operando.
pp. 107
El trabajoso camino hacia la consolidación de un sistema de justicia laboral
pp. 108
Con la restauración del orden democrático constitucional el gobierno presidido por
Perón se encargó de reforzar el andamiaje legal de la justicia laboral a través de la
sanción de la Ley 12.948 sancionada en enero de 1947. La norma ajustaba a derecho
todas las disposiciones que había sancionada el gobierno militar en materia laboral.
pp. 108 a 110
El gobierno intento extender la jurisdicción de la STP y los tribunales de trabajo a todas
las provincias a través de decretos que sugerían fuertemente a las mismas replicar la
normativa nacional en sus territorios para crear un sistema centralizado. Esto no fue
posible porque las provincias decidieron mantener su autonomía respecto del estado
nacional.
pp. 111 y 112
A lo que si accedieron los estados provinciales fue a crear sus propios tribunales de
trabajo, cada una bajo un modelo de elección propia que se ajustara a sus realidades
particulares.
La primera en hacerlo fue la Provincia de Buenos Aires, gobernada por Domingo
Mercante -fiel seguidor de Perón- a través de la sanción de la Ley 5.178 en octubre de
1947.
“A diferencia de los porteños, se organizaban en un sistema de instancia única y en
tribunales colegiados, compuestos por tres jueces letrados, cuyas sentencias solo
podían ser recurridas por la Suprema Corte de Justicia provincial. A su vez, los nuevos
tribunales eran instancias de apelación de las sentencias de los jueces de paz –ante
quienes también podían iniciarse juicios laborales- y de las sanciones de autoridades
administrativas, como la STP. Tampoco preveía el procedimiento la instancia inicial
ante una comisión de conciliación, aunque respetaba ese principio del derecho laboral
y establecía que los jueces podían intentar una conciliación en cualquier momento del
proceso.”
pp. 112
A Buenos Aires le siguieron Tucumán (1947), Salta (1948), Santa Fe, Jujuy, Córdoba
(1949) y Corrientes (1950). Cada provincia opto por sistemas distintos: de instancia
única algunas, de instancia doble otras, de conciliación obligatoria u opcional, de
tribunales colegiados o de un solo magistrado.
Más allá de esto, la conclusión a la que llega el autor es que:
“A pesar de las presiones de Perón en el sentido de crear un sistema centralizado, el
federalismo, reclamado por la acérrima oposición, pero también defendido por las
elites provinciales –incluso en las provincias gobernadas por el peronismo-, finalmente
se impuso y el proceso se dio en buena medida respetando las autonomías
provinciales.”
pp. 112 y 113
Palacio caracteriza de esta manera al naciente sistema de justicia laboral argentino
como de carácter mixto: por un lado funcionaba a partir de las delegaciones regionales
de la STP (dependientes del Ejecutivo nacional) que servían como vía de recepción
primaria de las demandas a la vez que daban asesoría legal a los actores sociales, para
luego pasar al fuero judicial ordinario (propios de cada provincia) donde seguían su
curso estándar.
pp. 113 y 114
Un camino sinuoso
El autor detecta demoras y dificultades en el proceso de conformación burocrática del
nuevo fuero. Ofrecerse para ocupar cargos en el nuevo fuera era una tarea riesgosa
por la polémica que generaban. Los que se sumaron a la empresa fueron en su
mayoría jóvenes abogados con poco prestigio que perder y mucho por ganar si la
política de Perón resultaba exitosa.
pp. 115
Más allá de la voluntad transformadora de Perón, la constitución del nuevo fuero y el
proceso de selección del personal se intentaron hacer de la manera más rigurosa
posible con el objetivo de brindarle el mayor grado legalidad posible.
El autor analiza algunas de las biografías personales de los primeros jueces designados
en la Capital Federal para sostener la idea anterior.
pp. 116
De este análisis surge que gran parte de ellos eran personas de entre 30 y 40 años,
egresados de colegios nacionales, recibidos de abogados a fines de la década del 30’, y
que provenían de varias provincias del interior del país. Esto último Palacio deduce que
fue buscado adrede para congraciarse con las administraciones provinciales.
Dadas estas características Palacio saca algunas conclusiones: en primer lugar que
cumplían con los requisitos mínimos establecidos por ley para ocupar los cargos a los
que habían sido asignados, en segundo lugar que su experiencia profesional era escasa
o directamente nula.
pp. 117
El autor supone sin embargo que tendrían más experiencia en lo que concernía a su
actividad política afín al gobierno militar y/o luego al naciente movimiento peronista.
pp. 118
De hecho esto se confirmaba para algunos de los casos que el autor pudo detallar.
En cuanto a la conformación de los tribunales en la Provincia de Buenos Aires se hizo
en 1949 mediante la ley 5.178, reformada luego en 1954 para ampliar la cantidad de
tribunales en el distrito ya que no daban abasto a atender el volumen de demandas
que estaban recibiendo.
pp. 119
Las estadísticas disponibles de los primeros tres años de funcionamiento de los
tribunales en la Capital son muestra de la intensa actividad que tuvieron y también de
la celeridad con la que desarrollaban los procesos.
pp. 121
4. Los trabajadores y su experiencia cotidiana de la justicia del trabajo
“Nada puede ser más elocuente del cambio que (…) significo el peronismo para los
trabajadores rurales que su experiencia frente a los distintos estrados judiciales
creados para atender al conflicto laboral. Fue allí donde los trabajadores aprendieron a
hacer valer la nueva legislación y donde (…) tuvieron noticia de ella (…) Fue allí donde
tanto las pocas leyes laborales preexistentes (…) como (…) el vendaval de nuevas
normas generadas (…) dejaron de ser algo teórico y se convirtieron en una realidad
palpable.”
El autor afirma que “por primera vez en su historia” los trabajadores rurales
beneficiados con estas nuevas leyes comenzaron a ganarles juicios a sus patrones de
manera “más o menos sistemática”.
pp. 122
El gobierno peronista amplio y potencio como nunca antes los recursos legales a los
que los trabajadores rurales podían apelar para defender sus intereses.
Fuentes: El autor sostendrá las afirmaciones anteriormente formuladas a través del
análisis de causas laborales seleccionadas de diferentes tribunales laborales de la
provincia y el país. A saber: causas correspondientes a los tribunales de Dolores, Bahía
Blanca y Olavarría recuperados de diferentes archivos judiciales provinciales; y casos
provenientes de todo el territorio nacional que se publicaron en la revista “La Ley y el
Derecho del Trabajo” entre 1948 y 1955.
El autor hará este análisis con los propósitos de ver en qué grado los tribunales
cumplieron con lo estipulado por las nuevas leyes, en qué medida los trabajadores se
apropiaron y contribuyeron al funcionamiento de esta nueva justicia, y la reacción de
los patrones ante la misma.
Trabajadores transitorios con derechos permanentes
pp. 122 a 126
Caso del resero en Bahía Blanca. Favorable al demandante, por causa justa y en base al
interés nacional.
pp. 127
El caso muestra cómo se extendieron las regulaciones sobre ciertas actividades rurales
al conjunto de las mismas, incluyendo en sectores donde el nivel de agremiación era
muy bajo.
También se aprecia el funcionamiento de la maquinaria burocrática creada para el área
con el fin de hacer valer las nuevas leyes y acompañar al demandante en la defensa de
sus intereses.
pp. 128
Los intereses de los trabajadores se confundían con los de la patria, con el bienestar de
toda la economía.
pp. 128 y 129
Caso de los peones en Urdampilleta. Lograron que se les pague un montó mayor al que
el patrón les había ofrecido originalmente por embolsar maíz.
pp. 129
“Para los trabajadores, la lección era clara: si en el pasado probablemente debían
aceptar la oferta del patrón, en esta nueva etapa era posible discutir esa pretensión
con las herramientas de las nuevas normas y los organismos que se tenían a mano
para hacerlas valer.”
pp. 130 a 133
Caso de estibadores contra Dreyfus por despido sin causa justa. Largo juicio que
ganaron los trabajadores.
pp. 133
El caso muestra como la ley 13.020 le puso fin a prácticas contractuales informales que
imperaban tradicionalmente en las labores rurales. Así se manifestaba en la sentencia
del tribunal.
“Al establecer normas específicas sobre condiciones de trabajo y salarios para cada
tipo de trabajador, las nuevas leyes laborales individualizaban los derechos,
transformando a cada ‘peón de campo’, a cada miembro de una cuadrilla de
estibadores, a cada embolsador o ‘deschalador’ de maíz, en un trabajador, con goce
pleno de derechos, y a sus ‘patrones’ en empleadores con claras obligaciones para con
ellos.”
pp. 133 y 134
“Con la legislación laboral del peronismo y sus agentes encargados de implementarla,
una rigidez inédita había teñido las relaciones laborales en el campo argentino, dando
por tierra con la necesaria flexibilidad que, según la retórica tradicional de los
patrones, exigía la vida rural.”
pp. 134
Un convidado de piedra traspone las tranqueras
Efectos de la legislación laboral sobre los trabajadores permanentes dentro de las
estancias.
El autor afirma que el grado de cumplimiento del Estatuto del Peón rural ha sido un
tema poco estudiado en la historiografía. Palacio especula que algunas de las medidas
(como las actualizaciones salariales) posiblemente fueran más fáciles de llevar
adelante que otras (como las modificaciones en la infraestructura de las estancias).
pp. 135
También que posiblemente haya sido más difícil el cumplimiento para las pequeñas
unidades productivas (chacras) que para las grandes haciendas.
La riqueza de las fuentes judiciales:
“La fuente judicial, con todas sus limitaciones, constituye una herramienta preciosa
para asomarse a esas transformaciones que el Estatuto llevo a la vida cotidiana de los
establecimientos rurales del país (…) Los expedientes judiciales nos sumergen, a través
de coloridas imágenes, en los conflictos desatados por las nuevas disposiciones legales,
y exhiben las habilidades que fueron adquiriendo las partes para litigar y las estrategias
que desplegaron. También nos muestran, con toda claridad, la importancia que
tuvieron los ámbitos tribunalicios –y en especial, la actitud proactiva que los
trabajadores mostraron frente a ellos- para que la letra del Estatuto, con el paso del
tiempo, se fuera plasmando en el campo argentino.”
pp. 136
La mayoría de las demandas durante los primeros años de funcionamiento del sistema
tenían como causa principal la de despidos injustificados. Con la relación laboral rota
los trabajadores eran más propensos a iniciar litigios que mientras esta estaba vigente.
pp. 136 a 138
Caso de la estancia “El Porvenir”. A favor del trabajador por demostrarse que era el
encargado del establecimiento y había sido despedido sin causa.
pp. 139
Este caso demuestra como a partir de la sanción del Estatuto y la puesta en marcha de
los tribunales laborales los estancieros argentinos ya no podían desprenderse de un
trabajador fácilmente. La probabilidad de éxito de este tipo de demandas por parte de
los trabajadores eran muy alta, y los patrones no solo sufrían el costo de las
indemnizaciones sino también la situación de exponer las condiciones en que
funcionaban sus establecimientos ante el público.
El inicio del imperio de este tipo de sanciones sobre los terratenientes los obligo a
cambiar sus prácticas contractuales y de manejo de sus campos, es decir, tuvieron un
efecto disciplinador. Este fue el principio del fin de las formas socio-económicas
tradicionales en el campo argentino desde tiempos remotos.
pp. 140 a 144
Caso puesteros en estancias ovinas por despidos injustificados.
pp. 144
“Esos arreglos añosos podían seguir funcionando, y seguramente lo hacían, en la
medida que ‘todo marchaba bien’ y no se rompiera la armonía entre las partes. Pero
cuando esto sucedía y se producía el despido, abría una caja de Pandora, que
amenazaba con hacer detonar todos esos ‘sistemas’ que tan bien habían funcionado
en el pasado.”
pp. 145 y 146
Mujeres bravas
Consecuencias que trajeron las nuevas leyes laborales al reconocer las tareas de
mujeres y niños en las estancias.
Caso de la cocinera de una estancia en Olavarría. Reclamo de deuda impaga tras 6
años de trabajo no abonado.
pp. 147 y 148
Más casos donde se demuestra como los patrones de diferentes estancias debieron
empezar a reconocer a regañadientes el trabajo de mujeres e hijos de peones.
pp. 149 a 153
“Aves negras” y ventajeros
Perfil de abogados que aprovecharon el surgimiento del nuevo derecho al calor de la
época peronista para hacer fama y dinero a través de litigios sistemáticos.
pp. 153
La lenta conformación de una nueva cultura legal
“Las nuevas leyes laborales y los organismos encargados de su aplicación crearon una
pequeña revolución en la vida cotidiana de las estancias y chacras del país y en general
en las relaciones de trabajo en todo el medio rural. Los primeros afectados fueron los
patrones y peones, que en relativamente pocos años asistieron a su propia
transfiguración en empleadores y trabajadores y a la transformación de unas
relaciones largamente forjadas al calor del paternalismo y la ‘fraternidad gaucha’ en
otras que se pautaban hasta el último detalle en le frio de una y mil normas.”
pp. 153 a 155
Los tribunales laborales se convirtieron en ámbitos donde un gran número de actores
(jueces, secretarios, abogados, peritos, testigos, demandantes y demandados) crearon
una nueva “cultura legal” que empezó a regular la conflictividad social en la nueva
argentina peronista.

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