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El documento analiza el estado y el partido peronista en la provincia de Córdoba entre 1943 y 1949. Resalta que hubo dos etapas: la primera estuvo marcada por poca innovación institucional luego del golpe de 1943, mientras que la segunda a partir de 1949 trajo cambios sustanciales con la reforma constitucional. El peronismo justificó la necesidad de centralizar el poder y subordinar las provincias al gobierno nacional como parte de la "revolución peronista". Esto generó conflictos con la oposición en Córd
El documento analiza el estado y el partido peronista en la provincia de Córdoba entre 1943 y 1949. Resalta que hubo dos etapas: la primera estuvo marcada por poca innovación institucional luego del golpe de 1943, mientras que la segunda a partir de 1949 trajo cambios sustanciales con la reforma constitucional. El peronismo justificó la necesidad de centralizar el poder y subordinar las provincias al gobierno nacional como parte de la "revolución peronista". Esto generó conflictos con la oposición en Córd
El documento analiza el estado y el partido peronista en la provincia de Córdoba entre 1943 y 1949. Resalta que hubo dos etapas: la primera estuvo marcada por poca innovación institucional luego del golpe de 1943, mientras que la segunda a partir de 1949 trajo cambios sustanciales con la reforma constitucional. El peronismo justificó la necesidad de centralizar el poder y subordinar las provincias al gobierno nacional como parte de la "revolución peronista". Esto generó conflictos con la oposición en Córd
INTERPRETACIÓN. Cesar Tcach y Marta Philp Peronismo y Estado: las disputas entre lo nuevo y lo viejo. A partir del movimiento militar de 1943, todas las provincias fueron intervenidas por el gobierno nacional. Tras el triunfo electoral del peronismo en 1946, la provincia de Córdoba fue intervenida en sus tres poderes entre mediados de 1947 y principios de 1949. Cipriano Reyes, dirigente del Partido Laborista señalaba “Córdoba es la primera clarinada, el pregón del avasallamiento a las demás provincias”. En rigor, Cipriano Reyes apuntaba a dos de los problemas claves del período: la concentración geográfica de la autoridad en el poder central y la concentración funcional de la autoridad en el liderazgo de Perón. Desde el punto de vista de la ingeniería institucional que acompañó este proceso, es posible distinguir dos etapas. La primera, desde el golpe militar de 1943 hasta 1949, estuvo signada por una escasa innovación institucional. La segunda, a partir de la reforma constitucional de 1949, por cambios sustanciales en la construcción institucional. El peronismo justificó la necesidad de su creación debido a la creciente complejidad de la vida administrativa, “en favor del bienestar común de toda la República”. Frente a la oposición planteó, “realiza una función coordinada con el gobierno nacional” y, por otra parte, que “la autonomía provincial no ha sido herida en lo más mínimo”. La denuncia de la oposición era uno de los tantos indicadores del proceso de concentración geográfica de la autoridad en un centro político, Buenos Aires, y en un líder, el general Perón. A lo largo de todo el debate, se plantearon dicotomías que se postulaban como irreconciliables. En un ambiente de descalificación mutua, oficialismo y oposición se mostraban incapaces de consensuar acuerdos mínimos. Si antes, el enemigo era un gobierno surgido de elecciones fraudulentas, duran este periodo, la descalificación del peronismo se fundó en otras razones: en sus similitudes con el fascismo y en la apelación a un liderazgo carismático como el de Perón para consolidarse en la provincia. La nueva concepción del Estado se ubica dentro de los cambios necesarios frente a una crisis de gran envergadura. En este sentido, las nuevas funciones del Estado se definían a partir de la ruptura con el liberalismo, representado en nuestro país, según el discurso oficialista, por los gobiernos que antecedieron al peronismo. De este modo, a partir de un discurso de ruptura y deslegitimación del pasado político, la posición frente a la herencia institucional legada por los otros gobiernos, se caracterizó por la negación de la misma antes que por su valoración e incorporación al nuevo proyecto político-institucional. Hubo cambios que generaron conflictos tales como la nacionalización de actividades que antes eran realizadas por la provincia. Nos referimos al Departamento Provincial del Trabajo. En este período, esta institución perdió gran parte de sus prerrogativas en manos de la delegación regional de una institución nacional. Desde ese lugar, se generó una legislación social y sindical que dio satisfacción a reivindicaciones largamente reclamadas por el movimiento obrero. Esta política produjo un reagrupamiento en las fuerzas sindicales. En este punto es necesario hacer un paréntesis en la consideración del proceso provincial para destacar algunos aspectos de los procesos estatales nacionales que influyeron directamente en el ámbito provincial. Durante el peronismo se produjo un fortalecimiento del área social del aparato del Estado, a través de la creación de organismos estatales, paraestatales y funciones de promoción directa de las nuevas formas de previsión y asistencia social. A estos fines respondió, por una parte, la creación de organismos de trabajo y previsión, y, por otra parte, la regulación de la oferta y demanda de mano de obra. Dentro de un contexto nacional, caracterizado por la concentración geográfica y funcional de la autoridad, procesos materializados en el desarrollo centralizado de instituciones tanto formales como informales, el discurso oficialista en la provincia de Córdoba planteaba que “Con el objeto de que ambas entidades, Delegación Regional de la Secretaría de Trabajo y Previsión y el Departamento Provincial del Trabajo, actúen en armonía y no superpongan sus atribuciones, se propusieron bases que delimitan las respectivas jurisdicciones conforme a los postulados constitucionales”. Un nuevo Estado para la “revolución nacional en marcha”: la gestión de una nueva construcción institucional en la provincia de Córdoba. Durante la segunda etapa, el rasgo sobresaliente fue la gestación de una nueva estructura institucional en medio de importantes debates político-partidarios que demuestran que la centralización producida durante el peronismo fue el resultado del enfrentamiento de proyectos diferentes. El año 1949 es destacado como una fecha clave para el peronismo, manifestado en un gran despliegue de su poder infraestructural, en el sentido planteado por Michael Mann. En dicho año, en medio de las críticas de la oposición, fue reformada la Constitución Nacional, Ley Fundamental y las Constituciones Provinciales. Ortiz destaca que el punto de partida del proceso que desemboco en la reforma de la Constitución de la Provincia de Córdoba se ubico en el orden nacional. Acorde con los procesos de reforma constitucional, se gestaron, tanto a nivel nacional como provincial, sendas Leyes de Ministerios. En la provincia de Córdoba, se produjeron durante 1950 importantes debates político-partidarios en torno a la Ley de Ministerios. Durante los mismos, el peronismo, a cargo del gobierno de la provincia, justificó la necesidad de la Ley, destacando que la organización ministerial concreta la acción integral del Estado. Desde el oficialismo, la gestación de una nueva construcción institucional estaba plenamente justificada por los postulados de la "revolución peronista". Respecto a las críticas de la oposición, el peronismo manifestaba que “los partidos opositores no podrán formular críticas a estas ampliaciones de la vida estatal, pues casi todos ellos las han incluido en las plataformas de sus candidatos y en los principios de sus cartas orgánicas”. Con el predominio del peronismo en los distintos poderes del gobierno provincial, el proyecto fue convertido en la Ley de Ministerios que rigió a la provincia durante la segunda etapa del proceso de construcción institucional. A partir de esta posición de ruptura, las acciones desarrolladas por los gobiernos que le antecedieron, tales como los conservadores y radicales, fueron deslegitimadas en nombre de su pertenencia a un liberalismo en crisis y de acuerdo al diagnóstico oficialista, prácticamente desaparecido. Otra imagen, materializada en un documento de época titulado Proposición de empleo, se presenta como una síntesis de las prácticas políticas consolidadas por el peronismo. La construcción de un nuevo modelo estatal, fundado en la subordinación de las instituciones provinciales a las nacionales. formó parte del proceso de adecuación de las provincias a la "revolución del pueblo"; proceso que en Córdoba contó con la resistencia de actores políticos que no se sentían convocados por la nueva hora, como el sabattinismo. y con la oposición de otros, como los laboristas, que querían sumarse desde lecturas políticas diferentes tanto del pasado como del presente y del futuro. Los partidos peronistas antes del Partido Peronista. El Partido Peronista de Córdoba se construyo sobre las ruinas de dos partidos nuevos, la UCR y el Partido Laborista, y el tradicional Partido Demócrata. Los dos primeros se fundaron con un objetivo común: promover la candidatura del coronel Perón a la presidencia de la nación. Pero entre ambos mediaban diferencias: A diferencia de otras provincias, el grueso de los dirigentes históricos del radicalismo cordobés, la inmensa mayoría de los cuadros intermedios, el aparato partidario y la juventud radical, no pudieron ser atraídos por el emergente liderazgo de Perón. Tampoco se sumaron al peronismo cordobés, los principales dirigentes provenientes del sector alvearista del partido radical. Si, lo hizo, en cambio, un sector heterogéneo de dirigentes entre los que destacó un núcleo permeabilizado con el nacionalismo antiliberal que la década precedente había hecho pie en la UCR. Estas circunstancias permiten explicar por qué el dinero, los locales, y el conjunto de recursos institucionales del partido quedaron en manos de quienes rechazaron la adhesión al peronismo. Esta intención tendiente a institucionalizar el nuevo partido radical distaba de ser viable. Tres factores conspiraban contra ella. En primer término, la propia ideología de su núcleo rector, declarado enemigo del liberalismo político. Para el teniente Argentino Auchter, su máximo dirigente, el sistema de partidos liberal carecía de razones históricas y políticas de existencia. En segundo lugar, conspiraba contra la institucionalización, el sesgo personalista que Auchter quiso imprimir a su liderazgo. El mismo se encargó de nombrar a la dirección de la UCR. En tercer termino, el propio liderazgo carismático de Perón chocaba contra esas aspiraciones. Su pronta decisión de construir un partido único estaba en sintonía, en cambio, con una lógica política que priorizaba la concentración funcional y geográfica de la autoridad en su propio liderazgo y en un organismo nacional bajo su control. El Partido Laborista, se constituyó como un partido que hizo de sus congresos, la máxima instancia de soberanía interna. La práctica de mecanismos democráticos obedecía motivaciones de carácter ideológico también a la necesidad de construir un marco de legitimación que ampliase su margen de autonomía con respecto al Estado y a las presiones provenientes de otros sectores del peronismo. En el plano ideológico, resignificaban el discurso de Perón en una orientación cuya relación de parentesco con la socialdemocracia era difícil de soslayar. Desde su mirada, el gran mérito de Perón era haber levantado la bandera de la justicia social. En otras palabras, ciudadanía política y ciudadanía social, estaban estrechamente imbricadas. En este punto, es posible constatar una relación de continuidad con la tradición de la corriente sindicalista que había predominado en la CGT durante los años treinta. Perón entre 1946-47, relegó al laborismo en casi todo el país, en beneficio de sus colaboradores radicales y conservadores. Estos últimos, aportaron en Córdoba una extensa pléyade de dirigentes y caudillos departamentales educados y fogueados en los viejos modos de hacer política. Ese éxodo marcó un punto de inflexión en la decadencia del tradicional Partido Demócrata y lo borró para siempre como competidor con posibilidades electorales para acceder al gobierno de la provincia. El Partido Peronista. Desde su constitución en 1947 hasta la revolución de septiembre de 1955, el Partido Peronista estuvo constantemente intervenido por la dirección nacional partidaria, el Consejo Superior. Este organismo convirtió la práctica de la intervención a los peronismos provinciales en una norma no escrita de la política partidaria. Si bien a lo largo de ese período, el peronismo experimentó cambios en su formato organizativo la presencia de interventores fue una constante. La convención del partido peronista de Córdoba celebrada en enero de 1948, fue ilustrativa al respecto. Los convencionales cordobeses reclamaron insistentemente su derecho a elegir los nombres de los candidatos a diputados nacionales. El interventor y presidente de la convención rechazó la iniciativa dado que la decisión en torno a las candidaturas debía ser definida por el Consejo Superior. Como resultado de ese debate, se acordó una terna para presentar a la dirección nacional. El mecanismo empleado reflejaba los criterios de construcción de partido utilizados a nivel nacional: el Consejo Superior, tras aprobar las elecciones internas en las distintas provincias, decidió enviar interventores que limitaban las atribuciones de los convencionales electos. En el caso de Córdoba, las primeras medidas tomadas por el interventor reflejaban la voluntad política de homogeneizar al partido sobre la base de la eliminación del disenso interno. La construcción de sentido que emanaba de los discursos del interventor partidario en Córdoba, no dejaba lugar a dudas acerca de la apelación a un modelo militar del que Perón distaba de ser ajeno. En un contexto de incipientes dificultades económicas, síntomas de conflictos con la Iglesia Católica y clara confrontación con los partidos opositores, cuya irritación se había agudizado a partir de las nuevas normas aprobadas sin consenso Inter partidario entre 1949-51, la ampliación de la autonomía funcional de las Unidades Básicas respondía al imperativo de consolidar la propia base de apoyo mediante renovados mecanismos de participación y legitimación interna. Autonomía limitada, imbricación Estado-partido y zona peri-carismática. De modo simultáneo a la ampliación de los márgenes de autonomía relativa de los organismos de base del partido, se produjo una explícita redefinición de sus funciones. A partir de entonces, las Unidades Básicas pasan a ser definidas de modo explícito como agrupaciones de ciudadanos con fines asistenciales menores. Su capacidad de vincular al "pueblo peronista" con el Estado en los más distantes rincones societales, implicaba tres movimientos: de inclusión e integración social a través del reforzamiento del vínculo partido-Estado, de disciplinamiento de las UB en cuanto se las vetaba como espacio de debate político más allá de las cuestiones vinculadas a la micropolítica barrial, y de reforzamiento de la tutela estatal sobre la dirección partidaria. El nombramiento del Consejo Provincial por el propio interventor, contrariaba el artículo 11 de la Carta Orgánica provincial que otorgaba esa atribución a los congresales partidarios. Empero, las reglas no escritas de la política peronista otorgaban esa facultad al interventor delegado del Consejo Superior. De este modo se comprende también por que el interventor era percibido y reconocido como una de las principales figuras de la política provincial. A tenor de lo expuesto, es posible afirmar que el Consejo Superior no fue un "polo democrático” representativo de las "fuerzas internas" sino, más bien, un espacio peri-carismático. Como mecanismo de disciplinamiento partidario no implicaba una relación unidireccional, pero distaba de ser democrático en la medida que despolitizaba el debate interno y aseguraba la reproducción permanente de una asimetría de poder que a través de incentivos y sanciones ponía contras las cuerdas los márgenes de autonomía de los peronismos provinciales. En definitiva, la construcción de la hegemonía política exigía y estimulaba la participación popular, pero ella debía fluir por los cauces de la concentración geográfica y funcional de la autoridad en el orden estatal y por las sendas de un partido. Martina Masut. 6to C.S “A”.
Democracia de Masas, Representación y División de Poderes en La Comprensión de Los Convencionales Del Partido Peronista Durante La Reforma de La Constitución Nacional, (1948-1949) .