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UNIDAD II

NACIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES JURÍDICAS


2.1. EL CONTRATO

Un contrato es un acuerdo de voluntades que crea o transfiere


derechos y obligaciones.

Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para


con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser
una o muchas personas

Código Civil para el estado de Michoacán

Artículo 1º. Este Código regirá en el Estado de Michoacán de


Ocampo; pero podrá aplicarse a actos y contratos que se verifiquen
fuera del territorio del Estado en los casos establecidos por el Derecho
Internacional Privado.

Artículo 959. Los convenios que producen o transfieren las


obligaciones y derechos toman el nombre de contratos.

Artículo 960. Para la existencia del contrato se requiere:


I. Consentimiento; y,
II. Objeto que pueda ser materia del contrato.

Artículo 962. Los contratos se perfeccionan por el mero


consentimiento; excepto aquéllos que deben revestir una forma
establecida por la ley. Desde que se perfeccionan obligan a los
contratantes no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino
también a las consecuencias que, según su naturaleza, son conforme
a la buena fe, al uso o a la ley.

2.1.1. EL CONSENTIMIENTO Y SUS VICIOS

El consentimiento es uno de los elementos de existencia


del contrato, se refiere a la manifestación de la voluntad de las partes
para la celebración del contrato. El consentimiento es el acuerdo de
dos o más voluntades para la celebración del contrato.

 Error: Error grave en la apreciación de los hechos de forma que sin


que se hubiera producido ese error no se hubiera producido el
consentimiento.
 Violencia o intimidación: Cuando se arranca el consentimiento
mediante el empleo de la fuerza o la intimidación.
 Dolo: Cuando la contraparte ha inducido a error al otro contratante
con el fin de arrancar el consentimiento.

2.2. DECLARACIÓN UNILATERAL DE VOLUNTAD

Bonecasse (2000) sostiene que la voluntad sí se expresa en los


contratos unilaterales, ya que al aceptar el servicio que se está dando,
de facto la voluntad del contratante, toda vez que nadie le obliga a
contratar; además no se “sorprende” al contratante. En todos los
contratos unilaterales, la voluntad está expresa, escrita y es inviolable,
es decir, no existe daño a la voluntad ni daño al gobernado en su
esfera jurídica, ya que no se pueden cambiar a voluntad las cláusulas
de un contrato unilateral porque están escritas.
La libertad no consta en la lectura de las cláusulas, sino en la
aceptación del servicio, por tanto se expresa sin vicios la voluntad.
Los llamados convenios tipo son los que se interpretan según el
método aplicable a la interpretación de la ley, con la precisión de que,
en caso de existir duda, se debe constreñir a la voluntad en contra del
autor de la redacción, dando así certeza jurídica al adherente.
Tal como lo establece el artículo 20 del Código Civil, que lo expresa en
términos siguientes: “En la duda, el convenio se interpreta contra aquel
que ha estipulado y a favor del que ha contraído la obligación”.

2.3. ENRIQUECIMIENTO ILEGÍTIMO

El derecho romano define al enriquecimiento ilícito como la equidad


que debe guardar vía el derecho natural para que nadie se haga más
rico que otro en su detrimento y en su injuria.
Primero que nada debemos atender a que la legislación cuida este tipo
de precepto por tratarse de un vicio de la voluntad, que está
encuadrado en el dolo o la lesión civil, que es aprovecharse de la
ignorancia de otro para obtener un provecho; por lo que se considerará
ilícito el enriquecimiento a través de la vía civil.

No obstante, esto puede tener consecuencias de carácter típico


(penal) pero no afecta la naturaleza civil, es decir, que puede ser
exigible la restitución de la lesión a través de un juez civil, al tiempo
que también se actualizan las hipótesis penales correspondientes.
Nuestra legislación dedica un breve capítulo del “Enriquecimiento
Ilegítimo” definiéndolo según el artículo 1882 como “El que sin causea
se enriquece en detrimento de otro, está obligado a indemnizarlo de su
empobrecimiento en la medida que él se ha enriquecido”, como se
observa, no se considerarán daños o perjuicios por el hecho del
enriquecimiento ilegítimo, únicamente restituye el daño causado a la
esfera jurídica patrimonial.
Es el primer elemento de este tema, el que se ha empobrecido debe
haber transferido el valor al que se ha enriquecido; el beneficio debe
ser siempre pecuniario, al menos en su origen, toda vez que una
ventaja moral o ética es imposible de ser valorable en dinero, no
obstante el enriquecimiento se puede dar, por ejemplo, al ser liberado
de una acción que cuesta dinero, en ese sentido, el beneficiado no
verá afectado su patrimonio porque no pagará esa deuda.
Segundo elemento, el hecho personal del que se ha empobrecido
debe traducirse por un daño en dinero, como el pago en dinero
líquido o por un trabajo (carga obligatoria).
Es el tercer elemento y es la condición esencial, toda vez que sólo
existiría enriquecimiento ilícito cuando sea aprovechado por
ignorancia y no por otra causal, es decir, un aumento en el precio
toda vez que solo es valorable por el autor de la cosa; debe por tanto,
necesariamente ser viciado de origen y promovido por la ignorancia.

Hemos estudiado que las obligaciones, así como los vicios y efectos,
se dan esencialmente por una relación jurídica entre dos personas; en
ese sentido, el enriquecimiento de uno debe provenir forzosamente del
empobrecimiento de otro, inevitablemente por consecuencia directa
del daño patrimonial de un sujeto en la obligación.
Si existiere beneficio por causa ajena a la obligación, consistiendo en
el acrecentamiento sin causa de un patrimonio y se efectúa en
perjuicio de un desconocido, no será enriquecimiento ilegítimo civil.

2.4. GESTIÓN DE NEGOCIOS

Los elementos para la existencia de una gestión de negocios son: que


el negocio objeto del trámite sea de otro; que el gestor obre
voluntariamente y que obre sin mandato.
No obstante lo anterior y tratándose de un cuasi-contrato, el gestor
adquiere obligaciones, por ejemplo; el gestor debe, necesariamente,
obrar por los intereses del dueño; debe desempeñar su cargo con
diligencia como si fueran los propios y tan pronto como sea posible,
dar aviso de la gestión al propietario. Para esto, no tiene derecho a
cobrar retribución por el desempeño del trámite en comento.
Evidentemente tiene responsabilidad civil al fallar sus obligaciones, por
ejemplo, si no desempeña su cargo con toda la diligencia como si
fueran negocios propios, el gestor indemnizará los daños y perjuicios
que por su culpa o negligencias, sean en daño del dueño; si el trámite
tiene por objeto evitar un daño, el responsable no responde más que
por su dolo o falta grave, es decir, si uno interviene en el negocio de la
venta de un auto y por culpa nuestra el auto se pierde, tendremos que
pagar el auto nosotros mismos; no obstante lo anterior, si intervenimos
para evitar que le cobren recargos de un pago y por culpa nuestra no
se paga, sólo responderemos por los recargos cobrados.
El dueño del negocio de un asunto que hubiere sido útilmente
gestionado, debe pagar los gastos que se eroguen de éste, pero no
paga al gestor; es decir, el propietario solo está obligado a pagar los
gastos que genere su negocio y apreciar la utilidad que haga el gestor.
Debemos considerar que cuando el dueño del negocio no ratifique la
gestión, es decir que la desconozca, solo responderá por los gastos
que originó el negocio, pero no responderá por los beneficios ni por la
concurrencia de un eventual bien;

no obstante, si se generan ganancias ratificada la gestión, serán


únicamente para el dueño toda vez que el gestor no pueda percibir
provecho alguno.
Por otro lado, la ratificación se considera “gestión útil” cuando es
confirmada, una vez que el encargado ha cumplido las obligaciones de
ésta y se den las consecuencias de derecho; por ejemplo, intereses
del trámite de negocios o la plusvalía de una casa; la validación del
dueño del comercio produce los mismos efectos de un mandato y la
confirmación tiene efecto retroactivo al día que la gestión comenzó.
Existe un caso especial, considerado en el artículo 1908 del Código
Civil, que ordena que cuando no exista consentimiento del obligado a
prestar alimentos, los diese un extraño (un gestor de negocios), éste
tendrá derecho a reclamar del dueño el importe, siempre que no sea
por obtener un beneficio sino un acto de buena fe.

2.5. OBLIGACIONES QUE NACEN DE LOS ACTOS ILÍCITOS

La licitud se refiere en todos los casos al objeto de la obligación,


puesto que debe ser lícito; es decir, un hecho que sea contrario a la
ley o a las buenas costumbres se considerará ilícito. Ésta definición
doctrinal ha sido modificada debido al término “buenas costumbres”,
como es un término subjetivo carece de fuerza legal.
El hecho ilícito se realiza violando la ley, por lo que no es posible o
viable la existencia de la obligación que derive de un hecho ilícito; por
ejemplo, si un sujeto A contrata a un sujeto B para que robe a C, esta
“obligación” será inexistente ya que el robo es un delito y por tanto
está fuera de la ley; en ese sentido será imposible obligar a B a que
robe a C para que A pague la prestación.

Todo acto contrario a la ley es ilícito, atendiendo a esta definición,


resulta quizá contradictorio que se hable de “grados” de la ilicitud. No
obstante sí se puede hablar de grados de ilicitud, ya que no todos los
hechos contrarios a la ley derivan en la inexistencia.
Un delito, invariablemente producirá la inexistencia de una obligación
toda vez que la ley penal es punitiva y tiene por objeto velar las
relaciones de la sociedad en general; en otras palabras, es un bien
superior; no obstante, es posible encontrar leyes prohibitivas entre
particulares, las cuales no tienen otra función que proteger la esfera
jurídica de una persona o grupo de personas vulnerables; es decir, no
a toda la sociedad, solo protege un bien jurídico personal o patrimonial
y que no rigen al derecho en general. La respuesta a esto es que
estos actos prohibitivos no generan inexistencia sino nulidad relativa o
absoluta; por ejemplo, el aprovecharse de la ignorancia de una
persona para beneficiarse de eso, como pudiera ser el de vender a un
campesino un aparato electrónico del que no tiene ninguna idea y
valiéndose de su ignorancia, se vende a un sobreprecio o aún y
cuando no sirva el mencionado aparato; la ventaja es un hecho
prohibitivo pero no es delito, por tanto es salvable.
Respecto del hecho ilícito para generar consecuencias de derecho,
tampoco son tomados en cuenta por el mismo; pongamos por ejemplo
el caso de un vagabundo que, al no tener casa y comida, decide
cometer un delito para provocar el resultado de entrar en la cárcel y
entonces tener comida y techo. Si bien, se generarán las
consecuencias de derecho, pero no es obligación ni del Estado ni del
tercero, ya que la pena que castiga una conducta punible es un hecho
lícito, mas no una obligación estatal y rebasa la voluntad del preso, ya
que no interviene; aunque deseé entrar en la cárcel, el encierro no es
obligación estatal, es una consecuencia natural del derecho.

2.6. RIESGO PROFESIONAL

Toda lesión, enfermedad o agravación que sufra posteriormente el


trabajador como consecuencia directa, inmediata e indudable de un
accidente de trabajo o enfermedad profesional de que haya sido
víctima.

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