Está en la página 1de 43

Serie 2 Lección 2: Jesús es el "Dios-Hombre"

Querido(a) amigo(a):
¡El Señor Jesús es la Persona más
maravillosa en todo el universo! Él es
diferente a cualquier otra persona que
haya vivido. Su venida al mundo fue
diferente a la nuestra. Él nunca cometió ni
un solo pecado. Él decía ser Dios. Él hizo
cosas que solo Dios puede hacer.
¿Es Jesús realmente Dios?
¡Sí, lo es! Setecientos años antes de Jesús
nacer, el profeta Isaías escribió acerca de
Él, “Porque un niño nos es nacido, hijo nos
es dado…y se llamará su nombre Dios
Fuerte…” (Isaías 9:6).
¡Dios ha estado aquí en la tierra! Jesucristo,
Dios el Hijo, ¡estuvo aquí! El apóstol Pablo
dijo, “…grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado (visto) en carne…” (1
Timoteo 3:16).
El Hijo de Dios se hizo hombre.
Una de las cosas asombrosas acerca de
Dios es que El ama a los pecadores. Él nos
ama tanto que Él envió a Su Hijo al mundo
para salvarnos de nuestros pecados. La
Biblia dice, “…el Padre ha enviado al Hijo, el
Salvador del mundo” (1 Juan 4:14).
Hay otra razón por la que Dios envió a Su
Hijo al mundo—Dios quería que supiéramos
como Él es. Las personas tienen muchas
ideas erradas acerca de Dios. ¿Cómo puede
Dios mostrarnos cómo Él es en realidad?
Sólo había una manera—Dios tuvo que
volverse hombre y vivir en la tierra entre las
personas.
¡Eso es exactamente lo que pasó! El Señor
Jesús es Dios el hijo. Él vino a la raza
humana como un pequeño bebé, y vivió
entre la gente por 33 años. La Biblia dice, “A
Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo,
que está en el seno del Padre, él le ha dado
a conocer [nos ha mostrado como Dios
es]” (Juan 1:18).
Jesús es el Dios-hombre
Jesús era realmente un hombre; sin
embargo, era verdaderamente Dios. Él
mostró que Él era Dios haciendo cosas que
sólo Dios puede hacer. En una ocasión
Jesús estaba con sus discípulos en una
pequeña barca. Jesús estaba cansado y se
durmió en la barca.
Mientras Jesús estaba durmiendo, surgió una
terrible tormenta. Los discípulos pensaron
que el viento y las olas hundirían la pequeña
barca. Estaban atemorizados, así que
despertaron a Jesús diciendo, “Señor,
¡sálvanos!”

Jesús se puso de pies y le habló al viento y a


las olas diciendo, “¡Quédate
quieto!” Inmediatamente el viento dejó de
soplar y el mar se calmó. Los discípulos
estaban maravillados. Ellos dijeron, “¿Pues
quién será éste, que hasta los vientos y el
mar lo obedecen?” (Mateo 8:27).
Jesús nos ensenó que Dios es bondadoso y
bueno, y que Él tiene amor y compasión para
las personas cuando están afligidas y llenas
de tristeza.
En una ocasión, una procesión
funeral pasó por delante de Jesús. Todas las
personas estaban llorando. El único hijo de
una viuda había muerto y ellos estaban
camino a enterrarlo.
Esta pobre mujer no tenía un esposo que la
ayudase, y su único hijo había muerto.
Estaba llorando desconsolada. Jesús tuvo
piedad de ella y le dijo que no llorara.
Luego le habló a su hijo que estaba muerto y
le dijo, “Joven, a ti te digo, ¡levántate!”
En el momento en que Jesús dijo esas
palabras, el joven se levantó y empezó a
hablar. La madre y todos los que estaban allí
estaban llenos de gozo. Alababan a Dios
diciendo, “Dios ha visitado a su pueblo”. (Ver
Lucas 7:11-16.)
Estas personas se dieron cuenta que solo
Dios podía darle vida a una persona
muerta. Por eso dijeron, “Dios ha visitado a
su pueblo”. La Biblia nos dice que Jesús
levantó de entre los muertos no sólo a una
persona, sino a ¡tres personas!
¿Cómo es Dios?
¿Alguna vez te has preguntado cómo es
Dios? ¡Él es igual a Jesús! Jesús dijo, “Yo y
el Padre uno somos” y “El que me ha visto a
mí, ha visto al Padre” (Juan 10:30, 14:9).

Jesús, como hombre, hizo la voluntad de Su


Padre a la perfección. Él le mostró a la gente
como Dios realmente es. Dios estaba tan
complacido con Su Hijo Jesús que Él habló
desde el Cielo diciendo, “Este es mi Hijo
amado, en quien tengo
complacencia” (Mateo 3:17).
Jesús nos ensenó y nos mostró que Dios ama a los pecadores.
Dios conoce todo sobre nuestros
pecados, pero nos ama tanto que no puede
soportar la idea de perdernos por siempre.
La Biblia dice que Dios “no quiere que
ninguno perezca [se pierda por siempre]
…” (2 Pedro 3:9).
¿Cómo podemos nosotros que somos
pecadores, ser salvos? Somos salvos
creyendo en el Señor Jesús y recibiéndole
como nuestro Salvador. La Biblia dice, “A lo
suyo vino [su pueblo, los judíos], y los suyos
no le recibieron. Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de
Dios” (Juan 1:11,12).
Las hormigas no entendían
Héctor y Daniela observaron a una larga
fi la de hormigas caminando por una acera
hasta un viejo pedazo de bizcocho que
estaba en la calle. Ellos estaban
maravillados con lo ocupadas que estaban
las hormigas.
De repente escucharon un camión. Ellos
miraron como el conductor de desmontaba y
comenzaba a encender el hidrante de agua
de la esquina. Ellos sabían que pronto el
agua iba a estar fl uyendo por la calle
llevándose todo a su paso.
Daniela gritó, “¡Héctor, todas las hormigas
se van a ahogar! ¿Cómo podemos
ayudarlas?” Ella le gritó a las
hormigas, “¡Quítense del medio o se van a
ahogar!”
Pero la corriente de agua fl uyó con fuerza y
las hormigas fueron ahogadas. Daniela
empezó a llorar. Ellos corrieron hacia donde
su madre y le contaron como las hormigas
se habían ahogado. “Traté de decirle que se
quitaran del camino”, lloró Daniela, “pero
ellas no me escucharon”.
La madre les explicó por qué ellas no la
habían escuchado. “Daniela, tú eres una
persona—un ser humano. Las hormigas son
diferentes a nosotros. Ellas no podían
entender lo que tú estabas diciendo. La
única manera en que podían entender era si
tú te convertías en hormiga, y tú no podías
hacer eso.
“Pero Dios nos amaba, Él envió a Su Hijo al
mundo a vivir entre nosotros para que
pudiésemos saber cómo Dios realmente
es”.
3 Grandes Verdades

Dios ha estado aquí en la tierra. Jesús


dijo, “El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre”. (Juan 14:9)

¡Dios ama a los pecadores! Él no quiera


que ninguno perezca.

Somos salvos creyendo en Jesús y


recibiéndolo como nuestro Salvador. La
Biblia dice, “Cree en el Señor Jesucristo, y
serás salvo…” (Hechos 16:31)
La historia hasta ahora:
María anima a Susana a decirle a su madre
acerca del campamento cristiano. Esteban
tiene noticias emocionantes acerca de su
amigo Alejandro.
Capítulo 2:
Los Ganadores
María estaba impaciente por escuchar las
noticias acerca de Alejandro, y Esteban
emocionado le dijo, “Esta tarde, Alejandro le
dijo a los muchachos en el colegio que
nosotros éramos hermanos Cristianos,
porque él también había recibido a Jesús
como su Salvador”.
“¡Wow!”, respondió María. “¿Los otros
muchachos se rieron?”
“Unos cuantos lo hicieron. Creo que algunos
estaban incómodos y no sabían que decir.
Pero también, Alejandro me pidió que fuera
con él al Campamento Buena Esperanza
este verano. El concurso del campamento es
sólo en tu clase y los ganadores irán gratis,
pero cualquiera puede ir si paga. Voy a
preguntarle a Papi esta noche si puedo ir.
¿Qué crees?”
“¡Wow! Esteban, no puedo imaginarme un
verano más maravilloso que en el que todos
vayamos al campamento juntos”, dijo María
emocionada.
“Siempre he querido ir a un campamento
durante el verano y ahora ambos tenemos la
oportunidad de ir”, dijo Esteban. “Creo que
debemos de orar por esto, María”. Esteban y
María se sentaron en el escalón de la galería
y oraron.
Esa noche, cuando terminaron la cena,
Esteban esperó por la oportunidad de hablar
con su papa y lo siguió afuera. Mientras
María ayudaba a su mama con los platos
sucios, ella en silencio oró de nuevo por
Esteban y por Susana.
María sabía que parte de su oración fue
contestada cuando Esteban entró a la cocina
con una gran sonrisa en su rostro. Él le dijo
que Papá pagaría su entrada al campamento
pero que iba a tener que ganarse su propio
dinero para gastar.
María se dio cuenta de que ella iba a
necesitar dinero para gastar también. Ella y
Esteban decidieron que iban a pedirle a los
vecinos por tareas que hacer luego de la
escuela para ganar algo de dinero.
María casi no podía esperar para ver a
Susana el próximo día. Susana le dijo
triste, “Mamá dijo que yo no podía ir al
campamento aun si ganaba, porque no
tenemos dinero para comprar la ropa que
necesitaría”.
María no se daba por vencida. Ella
dijo, “Yo tengo ropa del verano pasado que
son muy pequeñas para mí, Susana. Le voy
a preguntar a Mamá a ver si tú puedes
cogerlas. Tú eres más pequeña que yo, así
que creo te sirven. También, tú puedes
ganar dinero para gastar con trabajos que
hagas luego de clases como nosotros. Sigue
orando, Susana. Yo sé que Jesús de alguna
manera permitirá que vayamos al
campamento juntas”.
Susana y María continuaron trabajando duro
durante las últimas semanas de clases y la
Srta. Pérez las felicitó por su esfuerzo. Los
ganadores del concurso del campamento
iban a ser anunciados el ultimo día. Ambas
estaban emocionadas y anhelando esos
últimos días de clases.
Rebeca Ortiz, quien se sentaba detrás de
María, se puso muy celosa por la atención
que María y Susana estaban recibiendo. Ella
empezó a burlarse de María cuando la
maestra no estaba mirando. A María no le
gustaban los sentimientos de ira que tenía
contra Rebeca.
“María, debes de decirle a la Srta. Pérez
acerca de Rebeca”, dijo Susana con enojo en
su voz.
“Lo sé”, contestó María, “pero no quiero ser
una chismosa. Rebeca es inteligente y
pudiese ser una ganadora también. No creo
que ella conozca a Jesús así que ella
necesita ir al campamento para escuchar
acerca de Él. Las clases ya casi se terminan
y entonces ya no se burlará más de mi”.
La última semana del año escolar finalmente
llegó. Todos en la clase de María estaban
ansiosos esperando el anuncio de los
ganadores que irían al campamento durante
el verano. Cuando el momento llegó, todos
se aquietaron mientras la Srta. Pérez sacaba
un papel doblado de su escritorio. María
sintió un nudo hacerse en su estómago
cuando la Srta. Pérez empezó a hablar.
“Quiero felicitar a cada uno de ustedes en
esta clase este año”, dijo. “La mayoría de
ustedes ha mejorado en sus trabajos y
también conducta. Quisiera poder dar más
entradas al campamento, pero solo tengo
cinco entradas para dar. Si no eres de los
cinco ganadores, pero quieres información
acerca del campamento, tengo los
formularios de registro en mi escritorio.
Todos son bienvenidos a llevarse uno a
casa”.
“Aquí están los ganadores del concurso
del campamento. Por favor póngase de pies
si leo su nombre: Rafael Sánchez, Susana
Báez, Paul Ramirez, Rebeca Ortiz y María
Ortega”.
Cuando la Srta. Pérez leyó su nombre, María
se sintió pegada a su asiento. El curso daba
vueltas a su alrededor. ¡Ella estaba tan feliz!
“María, ¿te vas a poner de pies?”, preguntó
la maestra.
“Oh, Srta. Pérez, estaba tan emocionada que
olvidé ponerme de pies”, contestó.
Al María ponerse de pies, riéndose de sí
misma, el resto de la clase empezó a reírse
también.
Luego la Srta. Pérez le dijo a la
clase, “Quiero felicitar a los ganadores del
campamento. Espero que todos aprecien lo
que mis amigos han hecho en darme esas
entradas. Espero un buen reporte de cada
uno de ustedes cuando termine el
campamento”.

Cuando la clase fue despachada, muchos


compañeros se reunieron alrededor de los
ganadores para felicitarlos. Ellos reían al
bromar con los ganadores acerca de insectos
y animales salvajes en los arbustos. Todo el
mundo estaba emocionado excepto Rebeca
Ortiz. Ella le dio una mirada de enojo a María
y a Susana y se fue con su amiga Lucy.
María y Susana se fueron de la escuela.
Ellas estaban tan agradecidas de que ambas
fueron ganadoras. Pero María dijo que ella
estaba preocupada por el hecho de que
Rebeca iba a estar en el campamento con
ellas.
“No te preocupes”, le aseguró
Susana. “¡Rebeca también ganó! Ella no
tiene por qué estar celosa ya. Ella trabajó
duro y merece ir. Las cosas van a estar bien
una vez lleguemos al campamento”.
Luego Susana cambió el tema, “María,
¿realmente crees que mi mama me deje ir al
campamento?”

¿Dejará la mama de Susana que ella vaya


al campamento?
Mira lo que sucede en la próxima
emocionante lección.
Página de Preguntas
^arriba

Lección 1: Jesucristo es Dios

Querido(a) amigo(a):
Como Dios nos ama tanto, nos dio el
regalo más maravilloso posible. Nos dio a
su Hijo el Señor Jesucristo, para ser
nuestro Salvador. La Biblia dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que
todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Dios quiere que sepamos quién es Jesús y
lo que ha hecho por nosotros, así que Dios
nos dio cuatro relatos de su vida. Estos libros
de la Biblia se llaman “evangelios” y sus
nombres vienen de los cuatro hombres que
Dios eligió para escribirlos: Mateo, Marcos,
Lucas y Juan.

Al comienzo de su Evangelio, Juan nos


habla del Señor Jesucristo, y lo llama el
“Verbo”. Juan escribió: “En el principio era el
Verbo [el Señor Jesús], y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1).
El Señor Jesús siempre ha existido. Antes
que fueran creados la tierra, el sol, la luna o
las estrellas, Él estaba El Club del Buzón
presenta… allí con Dios Padre. Él es el Hijo
de Dios. Pero hubo un tiempo en que Él se
hizo hombre y vivió aquí en la tierra. La Biblia
dice: “Y aquel Verbo [el Señor Jesús] fue
hecho carne [fue un hombre], y habitó entre
nosotros…” (Juan 1:14).

Cientos de años antes de que naciera


Jesús, Dios le dijo al profeta Isaías que un
día nacería un niño milagro. Isaías
escribió: “He aquí que la virgen concebirá, y
dará a luz un hijo, y llamará su nombre
Emanuel” (Isaías 7:14). El nombre “Emanuel”
quiere decir “Dios con nosotros”. El niño
prometido por Dios sería Dios y viviría con
nosotros.
Jesús realmente fue un niño
milagro porque no tuvo padre humano. Su
madre María era virgen, una mujer pura y
soltera que nunca había tenido relaciónes
sexuales con ningún hombre. Estaba
comprometida con José, pero la Biblia
dice: “…antes que se juntasen, se halló que
había concebido del Espíritu Santo” (Mateo
1:18).
Jesús es el Hijo de Dios. Siendo aún niño
ya quería hacer la voluntad de su Padre
celestial. Le dijo a sus padres
terrenales: “Debo estar en los negocios de
mi Padre”. La Biblia dice: “Jesús crecía en
sabiduría y en estatura, y en gracia para con
Dios y los hombres” (Lucas 2:52).

Cuando Jesús tenía treinta años comenzó su


ministerio público. Fue bautizado por Juan el
Bautista. Durante su bautismo se abrieron los
cielos y el Espíritu Santo bajó sobre Él en
forma de paloma. Dios Padre habló desde el
cielo diciendo: “Este es mi Hijo amado, en
quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).

A Satanás le gusta poner ideas falsas de


Dios en la mente de la gente. Dios quiere
que tengamos ideas correctas de Él, por eso
mandó a su Hijo para que nosotros sepamos
de verdad cómo es Él. La Biblia dice: “A Dios
nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está
en el seno del Padre, él le ha dado a
conocer” (Juan 1:18).
Jesús nos enseñó y nos mostró que Dios
nos ama a pesar de nuestros pecados. Dios
conoce todos nuestros pecados, pero nos
ama tanto que no quiere que nadie se pierda.
La Biblia dice que Dios no quiere “que
ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
Una vez algunas madres trajeron a sus niños
a Jesús para que los bendijera. Jesús amaba
a los niños y ellos lo amaban a Él. Los tomó
en sus brazos y los bendijo.
Los discípulos probablemente creyeron que
los niños estaban estorbando a Jesús,
entonces les dijeron a las madres que se los
llevaran. Cuando Jesús vio lo que hacían los
discípulos se disgustó mucho. La Biblia dice
que estaba “enojado” y les dijo a sus
discípulos: “Dejad a los niños venir a mí, y no
se lo impidáis; porque de los tales es el reino
de Dios” (Marcos 10:14).
¿Cómo es Dios? ¡Es como Jesús! El Señor
Jesús dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto
al Padre…” (Juan 14:9). Por eso sabemos
que Dios realmente ama a los niños.
Jesús dijo que Él era el Hijo de Dios. Lo
demostró por las grandes obras que hizo,
veamos solo algunas:
• Jesús calmó el viento y el mar. En Mateo
8 leemos el relato de cuando Jesús estuvo
en un pequeño bote con sus discípulos.
Jesús se durmió, y mientras dormía se
levantó una gran tormenta. La tormenta era
tan fuerte que los discípulos creyeron que se
iban a hundir. Asustados despertaron a
Jesús diciendo: “¡Señor, sálvanos, que
perecemos!”
Jesús se levantó y reprendió al viento y a las
olas. Inmediatamente el viento dejó de soplar
y el mar se aquietó. Los discípulos estaban
asombrados y dijeron: “¿Qué hombre es
éste, que aun los vientos y el mar le
obedecen?” (Mateo 8:27).
• Jesús tenía poder sobre los espíritus
malignos. Los malos espíritus son siervos
de Satanás, a veces entran en las personas
y les hacen hacer cosas terribles. Cuando
Jesús le ordenaba a alguno que saliera de
una persona, éste le obedecía al instante.
Los malos espíritus saben que Jesús es el
Hijo de Dios. Marcos 5 habla sobre esto.
• Jesús sanó toda clase de enfermedad. Él
restauró la vista a los ciegos, hizo que los
sordos oyeran y que los cojos caminaran
(Lucas 4:38-40).
• Jesús tenía poder hasta para resucitar
personas. Supongamos que un amigo tuyo
muere y tú vas al funeral. De pronto el
predicador se acerca al ataúd y le dice al
muerto, “¡Levántate!”, y la persona se levanta
y camina. ¿No sería esto la cosa más
asombrosa que hubieras visto?

Esto pasó de verdad cuando Jesús estaba


aquí. Él es Dios y resucitó a tres personas.
Una de ellas fue su amigo Lázaro, quien
llevaba muerto cuatro días cuando Jesús
llegó a la tumba. Jesús dijo, “¡Lázaro, ven
fuera!” Lázaro vino caminando de la tumba
todavía vestido en su mortaja (Ver Juan 11).
Jesús no vino al mundo solamente para
hacer grandes obras; la razón más
importante fue que vino para morir por
nuestros pecados y así salvarnos. Cuando
Juan el Bautista vio por primera vez a Jesús,
exclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
En la cruz, Jesús recibió el castigo por
nuestros pecados. Cuando estaba muriendo,
dijo: “¡Consumado es!” Él pagó el castigo por
nuestros pecados. Somos salvos al creer en
Él. La Biblia dice: “Cree en el Señor
Jesucristo, y serás salvo…” (Hechos 16:31).

1. Jesucristo es Dios. Jesús dijo, “Yo y el


Padre uno somos” (Juan 10:30).
2. Dios Hijo ha estado aquí. ¡Piénsalo!
¡Dios ha estado en esta tierra! La Biblia
habla de Jesús con estas
palabras: “indiscutiblemente, grande es el
misterio de la piedad: Dios fue manifestado
en carne…” (1 Timoteo 3:16).
3. Jesucristo pagó el castigo por
nuestros pecados. Dios perdona todos
nuestros pecados cuando aceptamos a
Jesús como Salvador. Jesús murió por
nuestros pecados y Dios nos perdona por
medio de Jesús. La Biblia dice: “Os escribo
a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados
os han sido perdonados por su nombre” (1
Juan 2:12).
“Padre, yo creo que Jesucristo es tu Hijo,
y que murió por mis pecados. Es
maravilloso pensar que Jesús me amó
tanto que voluntariamente dio su vida por
mí. Te quiero, y creo en tu Hijo, el Señor
Jesucristo. Oro en el nombre de Jesús”.
CAPÍTULO UNO
Macetas vacías
Rubén dio un suspiro de alivio cuando
escuchó sonar el timbre de la
escuela. Quería ir a buscar a su mejor
amigo, Carlos, y contarle lo que había
pasado el día anterior. Cuando vio a Carlos
se abrió camino a empujones entre la
muchedumbre ruidosa del pasillo. Rubén
tomó a Carlos del brazo y le dijo: “Hola,
Carlos, tengo algo emocionante que te
quiero contar. ¿Puedes venir a mi casa y
hablar conmigo?”
“¡Claro que sí!”, dijo con una sonrisa. “Voy a
recoger mis libros y enseguida voy”.

Los chicos fueron al jardín de Rubén y se


sentaron sobre el césped. “¿Ahora qué
tienes que es tan sorprendente?”, preguntó
Carlos.
“¿Te acuerdas de cuando estábamos
hablando de qué pasa cuando una persona
muere?” le recordó Rubén a Carlos. “Bueno,
pues ayer fuimos a la iglesia con mi tía, mi
tío y la prima Rebeca, que recién se habían
mudado al otro lado de la calle.
“La maestra de Rebeca en la Escuela
Dominical nos mostró en la Biblia que todos
somos pecadores y que la paga del pecado
es la muerte”.
Carlos se burló: “Rubén, todos saben que
tarde o temprano se van a morir”.
“Bueno, la maestra nos dijo que hay dos
clases de muerte”, continuó Rubén, “la
muerte de nuestro cuerpo es una. Después
hay una muerte eterna, que significa estar
separado de Dios y estar perdido en el
infierno para siempre; pero Jesús murió para
quitarnos el castigo de nuestros pecados. Si
le decimos que estamos arrepentidos y lo
recibimos como Salvador, Él nos perdona,
entra en nuestro corazón, y nos da vida
eterna. Después, cuando nuestro cuerpo
muere, Jesús nos llevará a vivir con Él al
cielo para siempre”.
“¿Y entonces?”, Carlos no parecía muy
entusiasmado al oír las noticias de Rubén.
“Y entonces, yo…yo… me quedé después
para hablar con la maestra de la Escuela
Dominical”, continuó Rubén. “Luego le pedí a
Jesús que me perdonara y que fuera mi
Salvador, y lo hizo. Carlos, yo sé que Jesús
entró en mi vida. La maestra me mostró en la
Biblia cuando Jesús dijo: ‘yo les doy vida
eterna; y no perecerán jamás’. Carlos, quiero
que tú también tengas a Jesús como
Salvador, Carlos. Sé que estarás tan feliz
como yo”.
Carlos se revolcó un poco sobre el
césped frunciendo el ceño, y dijo: “No,
Rubén, no me interesa. Mi hermana Elizabet
volvió a casa de un campamento el año
pasado y dijo que había sido salva. Ella era
muy buena al principio, pero no duró. Ahora
se comporta peor que nunca. Supongo que
antes de intentarlo veré si esto te sirve de
algo a ti”.
Carlos se levantó y caminó de vuelta al
portón. “Gracias por la charla, Rubén. Hasta
luego”.
Rubén se quedó muy
desilusionado mientras observaba a Carlos
irse del jardín. Había fallado al convencer a
su amigo sobre Jesús. Pero estaba decidido
a demostrarle a Carlos que ser cristiano
cambia de verdad la vida de una persona.
Los siguientes días de escuela no fueron
fáciles para Rubén. Todos se daban cuenta
que había dejado de usar malas palabras y
de decir cosas en contra de los maestros.
Cuando Rubén se negó a ayudar a unos de
los chicos a robar golosinas de la tienda de la
esquina, empezaron a llamarlo “chico
predicador”.
Carlos no decía mucho cuando los otros se
burlaban de Rubén, pero lo miraba. Lo que
más le preocupaba a Rubén era que Carlos
estaba pasando bastante tiempo con un
buscapleitos llamado Alejandro.
El viernes por la tarde, Rubén ya estaba
desanimado cuando se iba de la escuela.
Había empezado a lloviznar y tenía que
llegar a casa para terminar de arreglar el
patio del Sr. Benítez antes de que se mojara
demasiado.
Mientras Rubén caminaba del patio de los
Benítez hacia el jardín vio a alguien salir
corriendo con una chaqueta sobre la cabeza.
Lo vio correr hasta el patio de Carlos.
Rubén dijo entre dientes: “Me pregunto
porqué Carlos se iría corriendo así, él sabe
que yo iba a trabajar aquí esta tarde”.
De repente Rubén se quedó con la boca
abierta cuando vio que en el jardín del Sr.
Benítez las macetas estaban volteadas y las
flores esparcidas por el césped. “¡La familia
se enojará conmigo cuando regrese!” pensó
Rubén.
Sin pensarlo, Rubén atravesó corriendo la
calle hasta la casa de Carlos. Carlos estaba
cerrando la puerta del garaje cuando Rubén
lo agarró le gritó furioso, “¡Gusano! ¿Por qué
tiraste las flores de la Sra. Benítez? ¿Por
qué me quieres meter en problemas?”
“¡Déjame en paz! Yo no le hice nada a las
flores”, respondió Carlos.
“¡Sí lo hiciste!”, dijo Rubén mientras
empujaba a Carlos. “Y me vas a ayudar a
arreglar lo que hiciste y a limpiar este
desorden”.
“¡Ja, ja, ja!” Rubén escuchó a Alejandro
desde adentro del garaje. “Ya te dije, que
esas cosas religiosas de Rubén no durarían”.
“Sí, me parece que tienes razón. Rubén ni
siquiera soporta una broma”, dijo Carlos con
un reproche en su voz.
“¡UNA BROMA!” —gritó Rubén mientras la
cara se le enrojecía de furia. “¿Te parece
una broma dañar el jardín de alguien? Esto
es cruel”. Rubén se dio la vuelta y corrió por
la calle, sintiéndose mal.
Regresó al jardín del Sr.
Benítez. Cuidadosamente volvió a poner la
tierra en las macetas y plantó las flores de
nuevo. Después de regarlas un poco más, se
volvió a su casa.
Quién dio vuelta a las macetas del Sr.
Benítez?
¿Que hará Rubén ahora?
No te pierdas la continuación de la
historia de Rubén en tu próxima lección.
Página de Preguntas
^arriba

También podría gustarte