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¿Cómo vivo la pascua?

Objetivos: Que los niños y adolescentes puedan descubrir y/ o revivir, mediante los
testimonios, el significado cristiano de la Pascua.
Que mediante la ministración de la palabra puedan recibir a Cristo en su corazón.
Dinámica: Mediante cinco estaciones, diferentes personas que fueron partícipes de la
primera Pascua cristiana relatarán su experiencia y dejarán una reflexión de lo vivido.

Estación I: Sobre mi lomo.


Personaje: El Burro
Base bíblica: Mateo 11:1-11; Marcos 11:1-11; Lucas 19:28-40; Juan 12:12-19
Un recuerdo hermoso me viene en esta fecha, yo era chico y estaba con mi mamá cuando
unos hombres que nos necesitaban, vinieron a buscarnos. ¿Qué necesitarían de nosotros,
yo ni siquiera había cargado nada en mi lomo todavía? Llegamos ante un hombre que
parecía importante, colocaron mantos sobre mis lomos y él subió sobre mí, empezamos a
caminar, estábamos entrando a Jerusalén y había mucha gente que de repente, cuando nos
vieron, comenzaron a hacer un gran alboroto, cantaban, gritaban, ponían ramas de árboles
en el camino , se sacaban sus mantos y los tendían en el suelo para que yo pase, era una
especie de alfombra. No entendía nada! Sus cantos decían ¡Bendito el Rey que viene en el
nombre del Señor! ¡Hossana! (una expresión que usaban con los reyes) Entonces me di
cuenta que era el Rey Mesías. Tuve el privilegio de transportarlo, aunque era pequeño él
me tuvo en cuenta para una misión muy importante.
Reflexión: La Biblia dice en Juan 3:16 que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. El
Señor Jesús nació y vivió con un propósito por amor. Él te ama y tiene un propósito maravilloso
para tu vida.

Estación 2: ¡Alto amigo!


Personaje: Judas Iscariote
Base bíblica: Mateo 26: 14-16; Marcos 14:10-11; Lucas 22:3-6
Yo era un amigo de Jesús, me gustaba andar con él y los otros discípulos, pero no estoy
seguro de que me interesaran sus enseñanzas. ¿Quién puede asegurar que no fué un
impostor, un charlatán? Tenía ambiciones, me gustaba el dinero, de hecho yo administraba
todas las ofrendas que recibía Jesús. Un día, fui a conversar con los sumos sacerdotes,
ellos odiaban a Jesús porque sus enseñanzas eran contrarias a su forma de vivir y no
estaban dispuestos a cambiar. Así que aproveché esta situación y me ofrecí a entregarles al
Maestro, ellos me pagaron con treinta monedas de plata.
¡Qué nervios! Esa noche, en la cena, creo que Jesús se dió cuenta porque habló que
alguien lo traicionaría, pero no dijo nada. Por un momento me sentí mal pero después
pensé en la recompensa y seguí adelante con mi plan.
Fuí a buscar a los principales sacerdotes y soldados, sabía que Jesús iría a orar al monte,
y allí los llevé. Les dí una clave secreta: “al que yo le de un beso-les dije- ese es Jesús”. Así
fué como nos encontramos con Él y fui derecho a darle un beso, traicioné al que había sido
mi amigo por tres años.
Me fui a mi casa, pero no podía dormir, -¿qué hice?, ¡mi actitud no tiene perdón!-pensé.
Volví con los sacerdotes y les devolví las monedas, no quería tener eso entre mis manos.
Por unas monedas traicioné a mi amigo…(con mucho pesar) Esto no tiene perdón
(gritando).
Reflexión: ¿Saben qué pasó con Judas este amigo traidor? Se suicidó, no soportó la culpa
de su pecado y no creyó que el amor de Jesús fuera tan grande como para perdonarlo de lo
que había hecho. Romanos 3: 23 dice “Porque la paga del pecado es muerte, pero la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” Es cierto que su pecado, al
igual que el nuestro merece la muerte, pero Jesús vino a morir por nosotros y darnos el
regalo de la vida eterna. Judas se lo perdió. ¿Ustedes?

Estación 3: Pedro, el “pro''.


Personaje: Pedro, el discípulo de Jesús
Base bíblica: Mateo 26:30-35, 69-75; Marcos 14:26-32, 66-72; Lucas 22:31-34; 55-62; Juan
13:36-38; 18: 15-18; 25-27; Hechos

Soy un muy buen amigo de Jesús aunque a veces soy un poco impulsivo y hago cosas de
las que luego me arrepiento. La última noche que Jesús estuvo con nosotros organizamos
una cena genial, no podía faltar nada, hicimos todo tal cual Él nos pidió guardando todas
las tradiciones de la Pascua: el cordero, el pan, el vino, las especias amargas. Cuando
terminamos de cenar y luego de cantar el himno Jesús nos dijo que esa noche todos nos
íbamos a escandalizar, en el momento yo dije que no, imagínense, ¿cómo me voy a
escandalizar, ni asustar? ¡ soy su amigo! y ahí fue lo peor, el Maestro dijo que antes del
amanecer lo negaría tres veces. No podía creer que Él me acusara de algo semejante, yo
que estaba dispuesto hasta morir con Jesús y Él me acusaba, ¡imposible que le falle a mi
amigo!
Cuando estábamos en el monte de los olivos, porque Jesús había ido a orar, llegaron
soldados y sacerdotes con palos, espadas, antorchas, en medio de la noche y lo
arrestaron… ¡a mi amigo!, ¡era injusto! Lo llevaron…
Los seguí de lejos, lo llevaron a la casa de Caifás, el Sumo sacerdote, y allí lo acusaban , lo
interrogaban, le escupían, le pegaban…(tristeza) En eso se acercó la empleada de la casa y
señalándome dijo “ vos estabas con Él”. -No, yo no.- respondí rápidamente. Iba saliendo de
la casa y otra empleada dijo “Él estaba con ese Jesús”, -vos estás loca? te juro que no
conozco a ese hombre- dije. Uno más me vió y dijo: si, él estaba con Jesús”, y maldiciendo
y jurando no conocerlo me fui del lugar. El gallo cantó, estaba amaneciendo, Jesús tenía
razón, fuí un cobarde, negué a mi amigo… Avergonzado, lloré amargamente y me arrepentí,
sabía de su amor por mí, yo también lo amaba. Me prometí nunca más negarlo, y contarles
a todos en el mundo que su amor es inmenso y puede perdonar los pecados más grandes y
dar una nueva oportunidad de vivir en sus mandamientos.
Reflexión: Romanos 5:8 dice: ``Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Cristo mostró su gran amor muriendo y
perdonando nuestros pecados para darnos una nueva oportunidad de vida, una vida que
agrade a Dios.

Estación 4: Él cumplió.
Personaje: María
Base bíblica: Mateo 28: 1-10; Marcos 16:1-8; Lucas 24:1-12; Juan 20:1-10
Mi nombre es María. Jesús hizo un milagro muy grande en mi vida, me liberó de siete
demonios. Por su gran amor fui libre y comencé a seguirle incansablemente. El día que lo
crucificaron, mi corazón se partió de dolor, mi amigo…, mi maestro… había muerto
injustamente. Al tercer día, cuando pasó el día de reposo (ese día no podíamos visitar el
sepulcro porque era sagrado), tomé hierbas aromáticas y junto con dos amigas, bien
temprano nos dirigimos a la tumba para perfumar el cuerpo de Jesús, como era costumbre
en ese tiempo. Mientras íbamos de camino teníamos una gran preocupación, ¡la piedra!.
Habían colocado una gran y pesada roca que no podríamos mover solas. Al llegar vimos la
piedra removida y el sepulcro vacío… En seguida pensamos que habían robado su cuerpo,
otra desgracia!!! Pero de repente vimos a un ángel y nos asustamos, él nos calmó y dijo que
estábamos buscando en el lugar equivocado, ¡Jesús había resucitado! En ese momento nos
acordamos de sus palabras: “Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos
de hombres pecadores y que sea crucificado, y resucite al tercer día.” ¡Qué alegría tan
grande! La muerte no había podido retenerlo y Él estaba vivo. Corrimos a contarles a los
discípulos, esta alegría había que compartirla.

Reflexión: Las primeras en ir a ver a Jesús luego de su muerte fueron estas mujeres, iban
tristes y preocupadas, al llegar fueron las primeras en tener la noticia de la resurrección. Su
tristeza y su preocupación desaparecieron. Jesús está vivo y es poderoso para cambiar
cualquier situación en nuestras vidas, por más dificil que parezca, solo tenemos que ir a Él.
Mateo 11:28 nos muestra la invitación de Jesús: “vengan a mi todos los que están
preocupados y cansados que yo les daré descanso.”

Estación 5: Un maravilloso camino


Personaje: Cleofas en el camino a Emaús
Base bíblica: Marcos 16:12-13; Lucas 24:13-35

Hola! Soy Cleofas. El día que Jesús resucitó, me dirigía a un pueblo llamado Emaús, a
unos once kilómetros de Jerusalén. Iba con un amigo conversando sobre todo lo que había
acontecido. Sucedió que, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con nosotros pero
no le reconocimos. --¿Qué vienen hablando? —nos preguntó.
Lo miré confundido, acaso ¿era el único en Jerusalén que no estaba enterado de todo lo
que había pasado recientemente? y le conté lo de Jesús de Nazaret: Era un profeta,
poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de los
sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para ser condenado a muerte, y lo
crucificaron; pero nosotros teníamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel. Es
más, ya hace tres días que sucedió todo esto.-le dijimos. También algunas mujeres de
nuestro grupo nos dejaron asombrados. Esta mañana, muy temprano, fueron al sepulcro,
pero no hallaron su cuerpo. Cuando volvieron, nos contaron que se les habían aparecido
unos ángeles quienes les dijeron que él está vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron
después al sepulcro y lo encontraron tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo
vieron.
—¡Qué torpes son ustedes —nos dijo— ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas
antes de entrar en su gloria? Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas,
nos explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Al acercarnos a Emaús Jesús hizo como que iba más lejos. Pero insistimos para que se
quedara con nosotros. Así que entró para quedarse con nosotros. Cuando estábamos por
comer, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y nos lo dio. Entonces se nos abrieron los ojos y lo
reconocimos, pero él desapareció.
Ahí nos dimos cuenta por qué ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en
el camino y nos explicaba las Escrituras! Su presencia llenaba nuestros corazones!

Reflexión: En Mateo 28: 20 dice que Jesús estará con nosotros todos los días hasta el fin
del mundo y que su espíritu Santo nos guiará a conocer la verdad y hacer los correcto. No
estamos solos, aunque a veces no nos damos cuenta él está a nuestro lado para ayudarnos
y guiarnos siempre, como hizo con estos dos amigos.

Reflexión final
Celebrar la Pascua es celebrar la vida de Jesús, su gran amor por nosotros, su entrega en
la cruz hasta la muerte, es celebrar que resucitó. Es aceptarle en nuestro corazón, pidiendo
perdón por nuestros pecados, y confiar que está con nosotros todos los días de nuestra vida
para ayudarnos a vivir de manera correcta.
Invitación a recibirle.

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