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Serie 2 Lección 1: Jesús es "el Cristo" el

Salvador Prometido

Querido(a) amigo(a):

El libro más maravilloso en todo el mundo es la Biblia. Es el mensaje de Dios para


nosotros. Dios es “el Dios de la Verdad”, y Él nos dio la Biblia para que conozcamos la
verdad.

La Biblia tiene dos partes principales—el Antiguo Testamento, que fue escrito mucho antes
de Cristo venir, y el Nuevo Testamento, que fue escrito luego de que Cristo resucitó de
entre los muertos y regresó al Cielo.

El Antiguo Testamento habla sobre como el pecado y la muerte vinieron al mundo a través
de la desobediencia del primer hombre, Adán.

También habla sobre como Dios prometió enviar a un Salvador maravilloso a nosotros—
Uno que nos iba a salvar de nuestros pecados.

¿Cumplió Dios Su promesa? ¡Sí, lo hizo! El Nuevo Testamento nos dice que el Salvador
prometido ha venido. El apóstol Juan escribió, “…el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador
del mundo” (1 Juan 4:14).
Dios es el verdadero Autor de la Biblia. Él conoce el futuro. Él le dijo a hombres de Dios,
llamados profetas, que escribieran las cosas que iban a pasar, mucho antes de que pasaran.
Estas escrituras se llaman “profecías”. Dios quería que Su pueblo reconociera al Salvador
prometido cuando Él viniera, así que Dios dio muchas “profecías” hablando acerca de Él.

En la Biblia, el Salvador prometido es llamado “el Cristo”, que significa Uno escogido y
ungido por Dios para ser nuestro Salvador. Veamos algunas profecías que nos dicen que
Jesús es “el Cristo”.

El Salvador prometido iba a nacer en Belén.


Setecientos años antes de que el Salvador prometido naciera, el profeta Miqueas nos dijo
exactamente donde Él iba a nacer. Miqueas escribió, “Pero tú, Belén……. de ti me saldrá el
que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”
(Miqueas 5:2).

• El Señor Jesús cumplió esta profecía. La Biblia dice, “…Jesús nació en Belén de
Judea…” (Mateo 2:1).

El Salvador prometido iba a ser un niño milagroso.

Su nacimiento iba a ser distinto al de cualquier otra persona. Este niño milagroso iba a
nacer de una mujer virgen, pura y soltera, quien nunca había tenido relaciones sexuales con
un hombre.

• En el Nuevo Testamento leemos como el Señor Jesús cumplió esta profecía. Un ángel
llamado Gabriel fue enviado a la virgen llamada María. Él le dijo, “María, no temas, porque
has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo,
y llamarás su nombre JESÚS” (Lucas 1:30,31).
María le preguntó al ángel como esto iba a ser, ya que era virgen. El ángel le dijo, “El
Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo [Dios] te cubrirá con su sombra; por
lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35).

El Salvador prometido sería “Dios con nosotros”.

El profeta Isaías escribió, “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará
su nombre Emanuel [Dios con nosotros]” (Isaías 7:14).

• El Señor Jesús cumplió esta profecía. La Biblia dice, “En el principio era el Verbo [el
Señor Jesús], y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…Y aquel Verbo [ Jesús] fue
hecho carne [se unió a la raza humana], y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria
como del unigénito [Hijo] del Padre…” (Juan 1:1,14).

¡Dios ha estado aquí! ¡Piensa en eso! Jesús es “Emanuel”, que significa “Dios con
nosotros”. El Hijo de Dios ha estado aquí en esta tierra.
Cuando Jesús era tan solo un pequeño bebé, José y María Lo llevaron al templo. En el
templo había un hombre piadoso de Dios llamado Simeón. Dios le había revelado a Simeón
que antes de él morir, el vería a Cristo el Señor, el Salvador prometido.

Cuando Simeón vio a Jesús bebé, Lo tomó en sus brazos y dijo, “Ahora, Señor, despides a
tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación” (Lucas
2:29,30).

¡La salvación de Dios es una Persona! El Señor Jesucristo es “la salvación de Dios”. Jesús
es el Salvador prometido. Cuando lo aceptamos como nuestro Salvador, somos salvos.

El Salvador prometido iba a ser rechazado por su propio


pueblo, los judíos.
El profeta Isaías escribió acerca de la venida del Salvador, “Despreciado y desechado entre
los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto...” (Isaías 53:3).

• El Señor Jesús cumplió está profecía. La Biblia dice, “En el mundo estaba, y el mundo
por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino [Su propio pueblo, los
judíos], y los suyos no le recibieron” (Juan 1:10,11).
Las profecías en el Antiguo Testamento también nos dicen que el Salvador prometido sería
traicionado por un amigo, que sería vendido por 30 piezas de plata, que Sus manos y pies
serían traspasados, que sería crucificado con pecadores y que se levantaría de la tumba. El
Señor Jesús cumplió todas estas profecías.

El Señor Jesús dijo que Él era “el Cristo”. Una mujer Le dijo un día, “‘Sé que ha de venir el
Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas’. Jesús le dijo: ‘Yo
soy, el que habla contigo’” (Juan 4:25,26).

Los discípulos creían que Jesús era “el Cristo”. Cuando Jesús les preguntó, “y vosotros,
¿quién decís que soy yo?” Respondiendo Simón Pedro, dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios viviente” (Mateo 16:15,16).
Juan escribió el Evangelio de Juan para que creyésemos que Jesús es el Cristo, el Hijo de
Dios, y para que, creyendo, tuviéramos vida en su nombre. (Ver Juan 20:31.)

La Biblia dice, “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios…” (1 Juan
5:1). Esto significa que, cuando creemos que Jesús es “el Cristo”, el Salvador prometido,
nacemos en la familia de Dios.

3 Grandes Verdades

En el Antiguo Testamento Dios dio muchas profecías acerca de “el Cristo”—el Salvador
prometido.

El Nuevo Testamento nos dice que el Salvador Prometido ha venido, y Su nombre es el


Señor Jesucristo.

Cuando creemos que Jesús es “el Cristo”, el Salvador prometido, nacemos en la familia de
Dios.
...Continuado de Mejores Amigos serie 1

La historia hasta ahora:

María recibió a Jesús como su Salvador cuando aprendió que Dios la perdonaría por mentir.
Ella quería ser una de los cinco ganadores que irían a un campamento cristiano.

Capítulo 1:
Un Amigo Especial
María había estado enferma, pero se estaba sintiendo mucho mejor. Ella quería regresar a la
escuela, pero el doctor le dijo que se quedara en casa unos días más. Al principio María se
negaba porque no quería atrasarse en sus asignaciones escolares y perderse la oportunidad
de ir al campamento.

La Abuela de María se ofreció para quedarse con ella hasta que pudiese regresar a clases.
María siempre estaba a la espera de esos momentos especiales con su Abuela que le
contaba historias acerca de Jesús de la Biblia y la ayudó con sus tareas.

Una mañana María se recostó sobre su almohada y le dijo a su mamá suspirando, “De
seguro voy a extrañar a Abuela cuando ella regrese a casa. Ella me ha estado ayudando con
las tareas que Susana me trae cada día. Susana es mi mejor amiga. Queremos ir al
campamento juntas. Sólo tengo que ponerme al día con mis lecciones para poder ir al
campamento. ¿Me dejarás ir al campamento si gano, Mamá?”

La mamá de maría miró por la ventana mientras preguntaba, “¿Por qué quieres ir a ese
campamento en particular, María? Hay otros campamentos cerca de casa donde podemos
mandarte”.

“Pero este es un campamento cristiano, lo cual lo hace muy especial. Se llama


‘Campamento Buena Esperanza’. Creo que ese es un nombre tan maravilloso. Quiero
aprender más acerca de Jesús y la Biblia. Por favor di que ‘sí’, Mamá”, rogó María.

La Sra. Ortega se volteó de la ventana y miró a María. “Veremos cuando llegue el tiempo”,
contestó. “Pórtate bien y no molestes a tu Abuela. Descansa ahora para que puedas regresar
pronto a la escuela”.

Los días pasaron rápidamente. Cuando María regresó a la escuela se enteró que no estaba
atrasada en sus tareas escolares. Ella sabía que no lo hubiese podido lograr sin la ayuda de
su amiga Susana.
Esa tarde María y Susana se fueron de la escuela juntas.

“Gracias por ser tan buena amiga, Susana”, dijo María. “Hubiese sido difícil para mí
ponerme al día si tú no me hubieses traído las tareas cada día mientras estuve enferma”.

El rostro delgado de Susana se puso rojo con esos halagos. “Quería hacerlo, María. Tú has
sido una amiga especial también. Fuiste mi amiga aun cuando no lo merecía. Me
perdonaste cuando dañé tu cuaderno. Y sé que te enfermaste cuando viniste a verme bajo la
lluvia”.

“Bueno”, María se encogió de hombros. “Ya estoy mejor así que ya no pienses en eso.
Ahora tenemos que ayudarnos la una a la otra para que nos vaya bien en la escuela y
podamos ir al campamento juntas. ¿Le has dicho a tu mamá acerca del concurso del
campamento?”

“No, todavía no”, Susana miró hacia abajo al contestar. “No estoy segura de que mi mamá
me deje ir. Por eso me he dilatado en decirle”.

“No tengas temor de hablar con tu mamá, Susana”, dijo María. “Hemos estado orando por
esto desde que nos enteramos del concurso. Si Jesús quiere que vayas al campamento, yo sé
que Él abrirá el camino. Oraré por ti esta noche. No olvides que los buenos amigos oran el
uno por el otro”, le recordó a Susana.
“Sé que tienes razón. Gracias por animarme a hablar con mi mamá. Lo hare esta noche”,
dijo Susana. Las chicas se despidieron en la esquina y fueron en direcciones opuestas.

Cuando María llegó a casa, encontró a Esteban esperándola. Ella sabía que él estaba
emocionado por algo.

“Oh, María, ¡quiero contarte algo maravilloso!”, dijo Esteban mientras corría detrás de su
perro Capitán.

María tiró los libros sobre el escalón y corrió detrás de su hermano. “¡Dime, Esteban!”, le
pidió.

“Quiero que adivines lo que es”, gritó Esteban mientras perseguía a Capitán por el jardín.

“¿Sacaste un cien en tu examen de historia?”, preguntó María.

“¡Es algo mejor que eso!”, Esteban dejó de correr y se sentó con María. Su rostro mostraba
su emoción al comenzar a contarle las noticias.

“¿Recuerdas cuando ya no era el incrédulo Tomás y le pedí a Jesús que fuera mi Salvador
en casa de Don José?”, preguntó Esteban.
“Claro que recuerdo, pero eso fue hace semanas”, respondió María con rostro confundido.

“Al día siguiente le conté a algunos de los muchachos en la escuela. La mayoría se rió de
mi igual como lo habían hecho antes, excepto por Alejandro Reyes. El no habló y
simplemente se fue. Pero desde ese entonces él ha estado muy amistoso conmigo. ¿Y sabes
que me dijo hoy?”, le preguntó emocionado Esteban a María.

“No lo sé, pero ¿qué es?”, preguntó ansiosa María.

“Hoy Alejandro me dijo que él le había pedido a Jesús que fuese su Salvador hace un
tiempo pero que había tenido miedo de decirle a los otros muchachos porque él sabía que
ellos se iban a burlar de él. Entonces, luego de que el escuchó lo que yo les dije, él se sintió
tan avergonzado, no sabía qué hacer. Pero el domingo pasado él habló con su maestro en la
iglesia acerca de eso y ellos oraron para que él pudiese compartir con alguien esta semana
en la escuela. ¡Y algo emocionante pasó!”, le dijo Esteban a María.

¿Hablará Susana con su mamá?


¿Qué le dirá Esteban a María acerca de Alejandro?

No te pierdas el próximo capítulo emocionante que viene en tu próxima lección.

Serie 2 Lección 2: Jesús es el "Dios-


Hombre"

Querido(a) amigo(a):

¡El Señor Jesús es la Persona más maravillosa en todo el universo! Él es diferente a


cualquier otra persona que haya vivido. Su venida al mundo fue diferente a la nuestra. Él
nunca cometió ni un solo pecado. Él decía ser Dios. Él hizo cosas que solo Dios puede
hacer.

¿Es Jesús realmente Dios?

¡Sí, lo es! Setecientos años antes de Jesús nacer, el profeta Isaías escribió acerca de Él,
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado…y se llamará su nombre Dios Fuerte…”
(Isaías 9:6).

¡Dios ha estado aquí en la tierra! Jesucristo, Dios el Hijo, ¡estuvo aquí! El apóstol Pablo
dijo, “…grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado (visto) en carne…” (1
Timoteo 3:16).

El Hijo de Dios se hizo hombre.


Una de las cosas asombrosas acerca de Dios es que El ama a los pecadores. Él nos ama
tanto que Él envió a Su Hijo al mundo para salvarnos de nuestros pecados. La Biblia dice,
“…el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14).

Hay otra razón por la que Dios envió a Su Hijo al mundo—Dios quería que supiéramos
como Él es. Las personas tienen muchas ideas erradas acerca de Dios. ¿Cómo puede Dios
mostrarnos cómo Él es en realidad? Sólo había una manera—Dios tuvo que volverse
hombre y vivir en la tierra entre las personas.

¡Eso es exactamente lo que pasó! El Señor Jesús es Dios el hijo. Él vino a la raza humana
como un pequeño bebé, y vivió entre la gente por 33 años. La Biblia dice, “A Dios nadie le
vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer [nos ha
mostrado como Dios es]” (Juan 1:18).
Jesús es el Dios-hombre
Jesús era realmente un hombre; sin embargo, era verdaderamente Dios. Él mostró que Él
era Dios haciendo cosas que sólo Dios puede hacer. En una ocasión Jesús estaba con sus
discípulos en una pequeña barca. Jesús estaba cansado y se durmió en la barca.

Mientras Jesús estaba durmiendo, surgió una terrible tormenta. Los discípulos pensaron que
el viento y las olas hundirían la pequeña barca. Estaban atemorizados, así que despertaron a
Jesús diciendo, “Señor, ¡sálvanos!”

Jesús se puso de pies y le habló al viento y a las olas diciendo, “¡Quédate quieto!”
Inmediatamente el viento dejó de soplar y el mar se calmó. Los discípulos estaban
maravillados. Ellos dijeron, “¿Pues quién será éste, que hasta los vientos y el mar lo
obedecen?” (Mateo 8:27).

Jesús nos enseñó que Dios es bondadoso y bueno, y que Él tiene amor y compasión para las
personas cuando están afligidas y llenas de tristeza.

En una ocasión, una procesión funeral pasó por delante de Jesús. Todas las personas
estaban llorando. El único hijo de una viuda había muerto y ellos estaban camino a
enterrarlo.

Esta pobre mujer no tenía un esposo que la ayudase, y su único hijo había muerto. Estaba
llorando desconsolada. Jesús tuvo piedad de ella y le dijo que no llorara.
Luego le habló a su hijo que estaba muerto y le dijo, “Joven, a ti te digo, ¡levántate!”

En el momento en que Jesús dijo esas palabras, el joven se levantó y empezó a hablar. La
madre y todos los que estaban allí estaban llenos de gozo. Alababan a Dios diciendo, “Dios
ha visitado a su pueblo”. (Ver Lucas 7:11-16.)

Estas personas se dieron cuenta que solo Dios podía darle vida a una persona muerta. Por
eso dijeron, “Dios ha visitado a su pueblo”. La Biblia nos dice que Jesús levantó de entre
los muertos no sólo a una persona, sino a ¡tres personas!

¿Cómo es Dios?
¿Alguna vez te has preguntado cómo es Dios? ¡Él es igual a Jesús! Jesús dijo, “Yo y el
Padre uno somos” y “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 10:30, 14:9).
Jesús, como hombre, hizo la voluntad de Su Padre a la perfección. Él le mostró a la gente
como Dios realmente es. Dios estaba tan complacido con Su Hijo Jesús que Él habló desde
el Cielo diciendo, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).

Jesús nos enseñó y nos mostró que Dios ama a los


pecadores.
Dios conoce todo sobre nuestros pecados, pero nos ama tanto que no puede soportar la idea
de perdernos por siempre. La Biblia dice que Dios “no quiere que ninguno perezca [se
pierda por siempre]…” (2 Pedro 3:9).

¿Cómo podemos nosotros que somos pecadores, ser salvos? Somos salvos creyendo en el
Señor Jesús y recibiéndole como nuestro Salvador. La Biblia dice, “A lo suyo vino [su
pueblo, los judíos], y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:11,12).

Las hormigas no entendían


Héctor y Daniela observaron a una larga fila de hormigas caminando por una acera hasta un
viejo pedazo de bizcocho que estaba en la calle. Ellos estaban maravillados con lo ocupadas
que estaban las hormigas.

De repente escucharon un camión. Ellos miraron como el conductor de desmontaba y


comenzaba a encender el hidrante de agua de la esquina. Ellos sabían que pronto el agua
iba a estar fluyendo por la calle llevándose todo a su paso.

Daniela gritó, “¡Héctor, todas las hormigas se van a ahogar! ¿Cómo podemos ayudarlas?”
Ella le gritó a las hormigas, “¡Quítense del medio o se van a ahogar!”
Pero la corriente de agua fluyó con fuerza y las hormigas fueron ahogadas. Daniela empezó
a llorar. Ellos corrieron hacia donde su madre y le contaron como las hormigas se habían
ahogado. “Traté de decirle que se quitaran del camino”, lloró Daniela, “pero ellas no me
escucharon”.

La madre les explicó por qué ellas no la habían escuchado. “Daniela, tú eres una persona—
un ser humano. Las hormigas son diferentes a nosotros. Ellas no podían entender lo que tú
estabas diciendo. La única manera en que podían entender era si tú te convertías en
hormiga, y tú no podías hacer eso.

“Pero Dios nos amaba, Él envió a Su Hijo al mundo a vivir entre nosotros para que
pudiésemos saber cómo Dios realmente es”.

3 Grandes Verdades

Dios ha estado aquí en la tierra. Jesús dijo, “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.
(Juan 14:9)

¡Dios ama a los pecadores! Él no quiere que ninguno perezca.


Somos salvos creyendo en Jesús y recibiéndolo como nuestro Salvador. La Biblia dice,
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…” (Hechos 16:31)
La historia hasta ahora:

María anima a Susana a decirle a su madre acerca del campamento cristiano. Esteban tiene
noticias emocionantes acerca de su amigo Alejandro.

Capítulo 2:
Los Ganadores
María estaba impaciente por escuchar las noticias acerca de Alejandro, y Esteban
emocionado le dijo, “Esta tarde, Alejandro le dijo a los muchachos en el colegio que
nosotros éramos hermanos Cristianos, porque él también había recibido a Jesús como su
Salvador”.

“¡Wow!”, respondió María. “¿Los otros muchachos se rieron?”

“Unos cuantos lo hicieron. Creo que algunos estaban incómodos y no sabían que decir.
Pero también, Alejandro me pidió que fuera con él al Campamento Buena Esperanza este
verano. El concurso del campamento es sólo en tu clase y los ganadores irán gratis, pero
cualquiera puede ir si paga. Voy a preguntarle a Papi esta noche si puedo ir. ¿Qué crees?”

“¡Wow! Esteban, no puedo imaginarme un verano más maravilloso que en el que todos
vayamos al campamento juntos”, dijo María emocionada.

“Siempre he querido ir a un campamento durante el verano y ahora ambos tenemos la


oportunidad de ir”, dijo Esteban. “Creo que debemos de orar por esto, María”. Esteban y
María se sentaron en el escalón de la galería y oraron.

Esa noche, cuando terminaron la cena, Esteban esperó por la oportunidad de hablar con su
papa y lo siguió afuera. Mientras María ayudaba a su mama con los platos sucios, ella en
silencio oró de nuevo por Esteban y por Susana.
María sabía que parte de su oración fue contestada cuando Esteban entró a la cocina con
una gran sonrisa en su rostro. Él le dijo que Papá pagaría su entrada al campamento pero
que iba a tener que ganarse su propio dinero para gastar.

María se dio cuenta de que ella iba a necesitar dinero para gastar también. Ella y Esteban
decidieron que iban a pedirle a los vecinos por tareas que hacer luego de la escuela para
ganar algo de dinero.

María casi no podía esperar para ver a Susana el próximo día. Susana le dijo triste, “Mamá
dijo que yo no podía ir al campamento aun si ganaba, porque no tenemos dinero para
comprar la ropa que necesitaría”.

María no se daba por vencida. Ella dijo, “Yo tengo ropa del verano pasado que son muy
pequeñas para mí, Susana. Le voy a preguntar a Mamá a ver si tú puedes cogerlas. Tú eres
más pequeña que yo, así que creo te sirven. También, tú puedes ganar dinero para gastar
con trabajos que hagas luego de clases como nosotros. Sigue orando, Susana. Yo sé que
Jesús de alguna manera permitirá que vayamos al campamento juntas”.

Susana y María continuaron trabajando duro durante las últimas semanas de clases y la
Srta. Pérez las felicitó por su esfuerzo. Los ganadores del concurso del campamento iban a
ser anunciados el ultimo día. Ambas estaban emocionadas y anhelando esos últimos días de
clases.
Rebeca Ortiz, quien se sentaba detrás de María, se puso muy celosa por la atención que
María y Susana estaban recibiendo. Ella empezó a burlarse de María cuando la maestra no
estaba mirando. A María no le gustaban los sentimientos de ira que tenía contra Rebeca.

“María, debes de decirle a la Srta. Pérez acerca de Rebeca”, dijo Susana con enojo en su
voz.

“Lo sé”, contestó María, “pero no quiero ser una chismosa. Rebeca es inteligente y pudiese
ser una ganadora también. No creo que ella conozca a Jesús así que ella necesita ir al
campamento para escuchar acerca de Él. Las clases ya casi se terminan y entonces ya no se
burlará más de mi”.

La última semana del año escolar finalmente llegó. Todos en la clase de María estaban
ansiosos esperando el anuncio de los ganadores que irían al campamento durante el verano.
Cuando el momento llegó, todos se aquietaron mientras la Srta. Pérez sacaba un papel
doblado de su escritorio. María sintió un nudo hacerse en su estómago cuando la Srta. Pérez
empezó a hablar.

“Quiero felicitar a cada uno de ustedes en esta clase este año”, dijo. “La mayoría de ustedes
ha mejorado en sus trabajos y también conducta. Quisiera poder dar más entradas al
campamento, pero solo tengo cinco entradas para dar. Si no eres de los cinco ganadores,
pero quieres información acerca del campamento, tengo los formularios de registro en mi
escritorio. Todos son bienvenidos a llevarse uno a casa”.

“Aquí están los ganadores del concurso del campamento. Por favor póngase de pies si leo
su nombre: Rafael Sánchez, Susana Báez, Paul Ramirez, Rebeca Ortiz y María Ortega”.

Cuando la Srta. Pérez leyó su nombre, María se sintió pegada a su asiento. El curso daba
vueltas a su alrededor. ¡Ella estaba tan feliz!

“María, ¿te vas a poner de pies?”, preguntó la maestra.

“Oh, Srta. Pérez, estaba tan emocionada que olvidé ponerme de pies”, contestó.

Al María ponerse de pies, riéndose de sí misma, el resto de la clase empezó a reírse


también.

Luego la Srta. Pérez le dijo a la clase, “Quiero felicitar a los ganadores del campamento.
Espero que todos aprecien lo que mis amigos han hecho en darme esas entradas. Espero un
buen reporte de cada uno de ustedes cuando termine el campamento”.
Cuando la clase fue despachada, muchos compañeros se reunieron alrededor de los
ganadores para felicitarlos. Ellos reían al bromar con los ganadores acerca de insectos y
animales salvajes en los arbustos. Todo el mundo estaba emocionado excepto Rebeca Ortiz.
Ella le dio una mirada de enojo a María y a Susana y se fue con su amiga Lucy.

María y Susana se fueron de la escuela. Ellas estaban tan agradecidas de que ambas fueron
ganadoras. Pero María dijo que ella estaba preocupada por el hecho de que Rebeca iba a
estar en el campamento con ellas.

“No te preocupes”, le aseguró Susana. “¡Rebeca también ganó! Ella no tiene por qué estar
celosa ya. Ella trabajó duro y merece ir. Las cosas van a estar bien una vez lleguemos al
campamento”.

Luego Susana cambió el tema, “María, ¿realmente crees que mi mamá me deje ir al
campamento?”

¿Dejará la mama de Susana que ella vaya al campamento?

Mira lo que sucede en la próxima emocionante lección.


Serie 2 Lección 3: Jesús es "el Cordero de
Dios"

Querido(a) amigo(a):

Dios creó al hombre para Su gloria. Dios quería personas que le amaran, le obedecieran y
trajeran gloria a su nombre. Pero el primer hombre de Dios, Adán, se rebeló contra Él y
trajo pecado y muerte al mundo.

Piense en que significó esto para Dios cuando el pecado entró al mundo. El pecado arruinó
Su bella creación. Piensen en como esto lastimó el corazón de Dios. La Biblia dice, “Y vio
Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra…y le dolió en su corazón”
(Génesis 6:5,6).

Desde el principio, Dios le enseñó a Su pueblo que ellos debían ofrecer un animal inocente,
usualmente un cordero, como sacrificio por sus pecados. Una persona que quería ser
perdonada por sus pecados llevaría el cordero a un sacerdote. La persona pondría su mano
sobre el cordero y diría algo como esto, “He pecado, pero Dios ha permitido que este
cordero muera en mi lugar para que yo pueda ser perdonado de mis pecados”.
El cordero tenía que ser sacrificado de una manera tal que la sangre fuera derramada. Dios
había dicho, “…y la misma sangre hará expiación de la persona [un pago por lo pecados de
la persona]…” (Levítico 17:11).

¿Qué estaba Dios ensenándole a las personas? Él les estaba ensenando que el pecado es
algo terrible a Su vista. Es tan terrible que la sangre de un animal inocente debe ser
derramada por sus pecados.

La Biblia dice, “…y sin derramamiento de sangre no se hace remisión [perdón de


pecados]” (Hebreos 9:22).

¿Puede la sangre de un animal borrar nuestro pecado? No, no puede. Pero, cuando un
cordero es sacrificado, era una “imagen” de como el Hijo de Dios, un día, moriría en la cruz
para borrar nuestros pecados.

Por miles de años, las personas sacrificaban corderos como Dios les había enseñado. Dios
aceptaba estos sacrificios como una “cobertura” por sus pecados hasta que Jesús viniera.
Cuando Juan el Bautista primero vio a Jesús, el clamó, “He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

¿Qué significa el nombre “el Cordero de Dios”? Significa que el Hijo de Dios, el Señor
Jesucristo, es el sacrificio completo y perfecto por nuestros pecados. No hay necesidad
ahora de cualquier persona ofrecer un animal como sacrificio por sus pecados. Jesucristo, el
Hijo de Dios, murió por los pecados de todas las personas, por la eternidad.

Porque Él era el Hijo de Dios sin pecado, Jesús podía morir por los pecados de todo el
mundo. Él murió por mis pecados y Él murió por tus pecados.

Muchas personas no entienden por qué Jesús murió en la cruz. Ellos dicen, “¿Por qué Dios
no podía simplemente perdonarnos? ¿Por qué tenía que morir Jesús?”

Dios no podía “simplemente perdonarnos” porque Él es santo y justo. Él debe castigar el


pecado. La Biblia dice, “Justo es Jehová en todos sus caminos, Y misericordioso en todas
sus obras” (Salmos 145:17).

Dios no podía pasar por alto nuestros pecados o pretender que no sabía de ellos. Hemos
pecado, y merecemos ser castigados. Dios nos ama y quiere salvarnos, pero no puede ser
injusto. ¿Cómo resolvió Dios el problema? Lo resolvió pagando Él mismo el precio por
nuestros pecados en la persona de Su Hijo. La siguiente historia ilustra esto.

La Aguja de Tejer de la Abuela.


Joaquín vivía con su abuela. Joaquín amaba a su abuela y ella lo amaba a él. Pero Joaquín
tenía el mal hábito de robar. La abuela de Joaquín lo castigaba una y otra vez por robar,
pero él no dejaba de robar.
Un día la abuela dijo, “Joaquín, te amo demasiado como para dejarte continuar haciendo
esto. La próxima vez que vengas a casa con cosas que no te pertenecen, voy a tomar una de
estas agujas de tejer y la voy a calentar bien caliente en el fuego. Luego te voy a quemar la
mano tan gravemente que nunca lo olvidarás”.

¿Amaba la abuela a Joaquín o lo odiaba? ¡Ella lo amaba! Joaquín no robó nada por mucho
tiempo. Él sabía que su abuela cumpliría lo que decía.

Pero un día Joaquín empezó a robar de nuevo. Vino a casa con los bolsillos llenos de cosas
robadas. Él trató de esconder sus artículos robados pero su abuela lo vio.

“¿Dónde conseguiste esas cosas?”, preguntó la abuela. No hubo respuesta. “Dime Joaquín,
¿dónde conseguiste esas cosas?”, preguntó la abuela de nuevo. Seguía sin dar respuesta.

“Has estado robando de nuevo”, dijo la abuela. “Tú sabes lo que te dije. Sabes que siempre
cumplo mi palabra”. La abuela buscó la aguja de tejer de metal y la puso en el fuego.
Cuando estaba roja del calor, llamó a Joaquín y le dijo, “Hijo, dame tu mano”.

Joaquín estaba temblando mientras le daba la mano, pero él sabía que había actuado mal. Él
sabía que merecía ser castigado. La abuela pausó un momento y dijo, “Hijo, quiero que
veas lo serio que es robar. Mereces este castigo, pero te amo tanto que voy a tomar el
castigo por ti”.
Con esas palabras, soltó la mano de Joaquín. Tomando la aguja de tejer caliente, quemó su
propia mano gravemente. Mostrando su mano quemada, le dijo, “Mira mi mano, Joaquín.
No quites tu mirada de ella. Ese fue lo que me costó el tu robar”.

Joaquín dijo, “Eso detuvo el yo robar. Vi cuanto mi abuela me amaba y lo que mi pecado le
costó”.

¿Que causó que la abuela sufriera tanto? Fueron los pecados de Joaquín. ¿Qué causó que el
Señor Jesús sufriera y muriera en la cruz? Fueron NUESTROS pecados—mis pecados y tus
pecados. Cada uno de nosotros puede decir, “Fueron mis pecados que pusieron a Jesús en
esa cruz”.
La muerte de Cristo en la cruz nos muestra que Dios es justo. Dios no pasó por alto
nuestros pecados. Él pagó el precio de nuestros pecados Él mismo en la persona de Su Hijo.

La muerte de Cristo en la cruz nos muestra que Dios es amor. En entregar a Su Hijo a morir
por nosotros, Dios ha hecho el sacrificio más grande para que podamos saber cuánto Él nos
ama.

Dios nos está diciendo, “Yo les he dado mi Hijo para que sea su ‘Cordero’—el que murió
por todos tus pecados. En el momento en que Lo aceptes como tu Salvador, ¡te perdonaré
de todos tus pecados por siempre!”

Yo soy salvo por creer en el Señor Jesús y recibirle como mi Salvador. Cuando yo acepto a
Jesús como mi Salvador, Él se convierte en mi “Cordero”—en el que murió por mis
pecados. Yo no tengo que rogarle a Dios para que me perdone; ¡El ama perdonarme! El me
perdona en el momento en que acepto a Jesús como mi Salvador. ¡Dios me perdona de
todos mis pecados!

3 Grandes Verdades
Sin el derramamiento de sangre, no hay perdón de pecados. En el Antiguo Testamento,
Dios le enseñó a Su pueblo a ofrecer un cordero como sacrificio por sus pecados.

Jesús es “el Cordero de Dios” que derramó Su preciosa sangre en la cruz por los pecados de
cada persona.

Cuando acepto a Jesús como mi Salvador, Dios me perdona de todos mis pecados.
La historia hasta ahora:

María y Susana fueron ganadoras del concurso del campamento. La madre de Susana debe
decidir si Susana puede ir al campamento.

Capítulo 3:
El Primer Día
María y Susana fueron a casa de María luego de clases. Se rieron mientras Susana se medía
la ropa de María. La mayoría le quedaron perfectas.
Luego, la Sra. Ortega y María llevaron a Susana a su casa. Las dos madres tuvieron una
larga conversación y María y Susana estaban felices de escuchar a la Sra. Báez decir que
iba a dejar ir a Susana al campamento.

Los próximos días estuvieron muy ocupados. De lo único que María y Susana hablaban era
acerca del campamento. Esteban y Alejandro estaban tan emocionados como las chicas.

Por fin, el gran día llegó. Todos los campistas se juntaron en el parqueo de la iglesia. Los
bultos fueron rápidamente montados en el autobús. Los muchachos le dijeron adiós a sus
padres. El autobús estaba lleno de muchachos emocionados, cantando y riéndose durante el
viaje de dos horas.

Finalmente, el autobús se detuvo en frente del gran salón comedor. A los campistas se les
dijo que dejaran sus cosas en el autobús y que fueran dentro ya que su comida ya estaba
lista.

¡Todos estaban tan hambrientos! Mientras los varones empezaban a comer, las hembras se
unieron a ellos en la gran mesa donde estaban comiendo.

De pronto, el director del campamento, el Sr. Martínez, hizo un anuncio por el altavoz:
“Bienvenidos, campistas. Tan pronto terminen su almuerzo, los consejeros estarán
esperando en los autobuses para llevarlos a sus cabañas. Favor llevar sus bultos a sus
cabañas rápidamente. Luego vengan al edificio principal en el centro del campamento para
orientación”.

Los niños terminaron de comer y fueron llevados a sus cabañas.

“¡Oh Susana! Estoy tan emocionada de que estemos en la misma cabaña”, dijo María,
desempacando su maleta.
“¡Yo también!”, respondió Susana. “¡Y hasta tenemos camas cercas! Debemos darnos prisa
o llegaremos tarde”.

Dentro del edificio principal las chicas se sentaron y miraron alrededor. Saludaron a
Esteban y a Alejandro que estaban sentados al otro lado del pasillo. El edificio estaba lleno
de hembras y varones cuando el Sr. Martínez se puso de pies para hablar.

“Bienvenidos al Campamento Buena Esperanza”, comenzó el Sr. Martínez. “Estoy muy


contento de verlos a todos. Si están contentos de estar aquí, aplaudan”.

El aplauso empezó lento al principio, pero fue creciendo más y más hasta que finalmente el
Sr. Martínez tuvo que taparse los oídos. Luego se rio y les hizo señas para que hicieran
silencio.

“Gracias, chicos y chicas”, dijo. “Veo que vamos a pasar un buen tiempo esta semana.
Ahora quiero decirles qué se espera de cada uno de ustedes esta semana”.

Luego de que el Sr. Martínez explicó las reglas del Campamento Buena Esperanza, él les
dijo acerca de los puntos que serían otorgados por cabañas limpias, buena conducta,
manualidades y deportes. También les informó que cada uno sería asignado un compañero
de campamento.

“Quiero que ayuden a sus compañeros. Sean amables con ellos y asegúrense que no son
dejados fuera de actividades o que se sienten solos. Espero que su compañero pronto se
convierta en un buen amigo”.
El Sr. Martínez luego se volteó y señaló un versículo de la Biblia escrito en la pared. Les
pidió a todos que leyeran el versículo junto a el: “Para que andéis como es digno del Señor,
agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de
Dios” (Colosenses 1:10).

“Este será nuestro versículo lema para el campamento esta semana”, dijo. “Significa que
debemos vivir cada día de manera tal que sea agradable al Señor Jesús.

“Primeramente, debemos aceptarlo como nuestros Salvador. Luego podemos agradarle


hacienda buenas obras y siendo de ayuda y obedientes.

“A medida que estudiamos la Palabra de Dios, aprenderemos más acerca del Señor Jesús y
cómo podemos crecer para ser más como El. Quiero que todos se memoricen este versículo
antes de irse del campamento. Ahora voy a decirles quién será su compañero de
campamento por la semana”.

“Oh”, susurró Susana, “Temo que me va a tocar alguien que no me gusta”.

“A mí también”, murmuró María. “Espero que tú seas mi compañera porque quiero pasar
esta semana contigo”.

María miró a Esteban y a Alejandro. Ellos parecían dudosos también. De repente, Esteban
sonrió y señaló al versículo. María también se sonrió y se sintió mejor.

Ella sabía que Jesús los ayudaría a todos a amar y aceptar a sus compañeros de
campamento. Con todo su corazón, María quería agradar al Señor Jesús y crecer hasta ser
como Él. El Sr. Martínez empezó a leer los nombres de cada par de compañeros para la
semana. A medida que los nombres eran llamados, los compañeros de campamento iban al
frente y se sentaban juntos.
El nombre de Esteban fue llamado junto al de un muchacho llamado Enrique Fernández.
María miraba consternaba al ver a un muchacho fornido, con el cabello revuelto arrastrando
sus pies hasta llegar al frente. Sus jeans eran grandes y anchos y tenía el ceño fruncido. Un
sentimiento de calidez sobrevino al corazón de María al mirar a su hermano estrecharle la
mano a Enrique.

“Oh”, pensó María, “Ya Esteban está empezando a crecer”. Miró hacia el versículo una vez
más. María empezó a orar en su corazón, “Ayúdame a crecer y ser más como Tú, Señor
Jesús. Quiero crecer rápido”. María estaba ansiosa por que llamaran su nombre.

¿Quién será la compañera de campamento de María?


¿Serán Esteban y Enrique buenos amigos?

No te pierdas las próximas aventuras emocionantes del campamento.

Serie 2 Lección 4: Jesús es "Señor de


Todo"
Querido(a) amigo(a):

Hemos visto que Jesús es “el Cristo”—quien fue ungido por Dios para ser nuestro
Salvador. Él es “el Dios poderoso” quien vivió aquí como un hombre. Él es “el Cordero de
Dios”—el sacrificio perfecto por nuestros pecados.

Jesús es también “¡Señor de todo!” Él es quien derrotó a Satanás y todos los poderes de la
oscuridad. ¿Dónde está Jesús ahora? Está en el Cielo, sentado a la derecha de Dios el Padre.

El Señor Jesús vino al mundo a ser nuestro Salvador. En la cruz, todos nuestros pecados
fueron puestos sobre Él. Por Su muerte en la cruz, el Señor Jesús pagó el precio por
nuestros pecados. La Biblia dice que Él “…se presentó una vez para siempre por el
sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” (Hebreos 9:26).
Jesús murió alrededor de las tres de la tarde y fue enterrado en una tumba nueva, hecha de
piedra. Luego, al tercer día, Él se levantó de entre los muertos como el ¡poderoso Vencedor
sobre la muerte!

La resurrección de Cristo prueba que Él es el Hijo de Dios, y que todo lo que Él dijo es
verdad. La Biblia dice que Jesucristo “que fue declarado Hijo de Dios con poder… por la
resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:4).

Satanás pensó que había tenido una poderosa victoria cuando triunfó en lograr que hombres
malvados dieran muerte al Hijo de Dios. ¡Pero nunca había estado más equivocado!
Sin duda, Satanás y todos los gobernadores de las tinieblas usaron todo poder que tenían
para mantener a Cristo en la tumba. Pero el tercer día, ¡Cristo resucitó de la tumba,
victorioso sobre Satanás y todos los poderes de la oscuridad!

Cuando Cristo regresó al Cielo, se fue como el Poderoso Vencedor sobre Satanás y todos
los poderes de la oscuridad. Él mostró que había derrotado a todos Sus enemigos.

Cuando el Señor Jesús regresó al Cielo, el Padre le dio la bienvenida, y le dio el lugar de
más alto honor en el Cielo. ¿Dónde está ese lugar de más alto honor? Está a la derecha del
Padre.
Antes de ir a la cruz, Jesús había orado a Su Padre, diciendo,

“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues,
Padre, glorifícame…con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan
17:4,5).

El Padre ha contestado esa oración de la manera más maravillosa. El ha glorificado a su


Hijo dándole el lugar más alto en el Cielo. El Hombre, Jesucristo, está ahora sentado a la
derecha del Padre. La Biblia dice, “…resucitándole [Dios] de los muertos y sentándole a su
diestra en los lugares celestiales” (Efesios 1:20).
Querido(a) amigo(a), estudia la foto de manera cuidadosa. Cuenta la maravillosa historia de
como el Hijo de Dios dejó su hogar en el Cielo y bajó a este mundo para nacer como un
pequeño bebé.

Cuando Jesús creció, Él se humilló para server a las personas. Él hasta lavó los pies de sus
discípulos. Finalmente, Él “….se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte,
y muerte de cruz” (Filipenses 2:8).

¿Por qué Él lo hizo? Él lo hizo porque era la voluntad de Su Padre.

Jesús bajó, bajó, bajó a morir en la cruz por nosotros. Él fue enterrado, pero Dios lo levantó
de entre los muertos. Jesús subió arriba, arriba, arriba de nuevo al Cielo. Allí Dios le dio el
lugar de más alto honor en el Cielo. La Biblia dice,

“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos,
y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confi ese que Jesucristo es el Señor, para
gloria de Dios Padre”. (Filipenses 2:9-11)
¡Piensa en el gran cambio que se ha producido! El hombre Jesucristo, quien se humilló a
morir la muerte de un criminal en la cruz, ha sido hecho “Señor de todo”. Esto significa que
el Señor Jesucristo está sobre todo en el universo de Dios.

La Biblia dice, “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”.

¿Pero qué significa Su nombre?

“SEÑOR” Este es su nombre de rey. Representa su gobierno sobre todas las cosas. Él tiene
todo el poder en el Cielo y en la tierra.

“JESÚS” Este es Su nombre personal. Significa “Salvador”. Jesús es el Salvador— el que


murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó para convertirse en nuestro Salvador
viviente.
“CRISTO” Este es Su nombre oficial. Significa “el Ungido”. Él es el escogido por Dios
para ser el Salvador del mundo.

¿Tu amas y aprecias al Hijo de Dios? ¡Entonces eres un deleite para el Señor! Jesús dijo,
“Pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo
salí de Dios” (Juan 16:27).

3 Grandes Verdades

Jesús es Dios, pero Él se humilló hasta convertirse en hombre y morir en la cruz por
nuestros pecados.

Dios el Padre levantó a su Hijo de la tumba y lo exaltó al lugar de más alto honor en el
Cielo.

Jesucristo ahora está sentado a la derecha de Dios el Padre. Dios lo ha hecho ¡“Señor de
todo”!
La historia hasta ahora:

Los campistas se han enterado de que tendrán compañeros de campamento. María está
esperando para saber quién será su compañera.

Capítulo 4:
Compañeros de campamento
El Sr. Martínez continuó llamando los nombres de los compañeros de campamento
asignados por la semana en el campamento. El compañero de Alejandro era un muchacho
llamado Rafael. El era bajito y flaco con un rostro bronceado y una sonrisa feliz. María
pensó que Rafael parecía una persona que sería muy divertida.

De repente, el corazón de María saltó al escuchar su nombre siendo llamado con el de Sara
Rodríguez. Ella se quedó mirando incrédula mientras la joven gordita con ropas estrujadas
y zapatos deportivos sucios se acercaba al frente.

Sara le dio una sonrisa insegura a María mientras extendía su mano. María se obligó a
sonreírle mientras tomaba la mano caliente y pegajosa de Sara. Mientras las chicas se
sentaban juntas, María estaba preocupada por los pensamientos que pasaban por su cabeza:
Yo quiero amar a Sara, se dijo. Pero cómo puedo hacerlo, ¡se ve tan sucia!

Justo en ese momento María escuchó que los nombres de Susana Báez y Anny Pimentel
estaban siendo llamados. María se volteó para ver a Susana conocer a una niña muy linda.
Ella vestía un conjunto verde con un lazo verde que le sostenía los rizos rubios en la parte
de atrás de la cabeza. María se puso celosa de su amiga Susana. Ella pensó con rebelión en
su corazón: ¿Por qué yo no podía tener una compañera así?

Unos minutos más tarde todos los campistas estaban sentados juntos en el auditorio con sus
compañeros. El Sr. Martínez empezó a hablarles acerca del amor de Dios. “Chicos y chicas,
el Señor Jesús nos mandó a amarnos los unos a los otros, así como Él nos ama a cada uno
de nosotros. Él ama a tus compañeros tanto como Te ama a ti.

“Esta semana tienen la oportunidad de demostrar el amor de Dios a sus compañeros


nuevos, así como a todos los otros que estarán conociendo en el campamento. Ahora
únanse a mí al decir juntos nuestro versículo: 'para que andéis como es digno del Señor,
agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de
Dios' (Colosenses 1:10)".

María bajó su cabeza y miró sus manos en su regazo. Se sentía avergonzada por los
pensamientos que cruzaban por su mente. Ella empezó a orar en silencio para sí misma,
“Señor Jesús, perdóname por pensar cosas malas acerca de Sara. Por favor ayúdame a amar
a Sara con todo mi corazón”.

María levantó su cabeza y dijo, “Hey, Sara, quiero que conozcas a mi amiga Susana, y
luego puedes ensenarme tu cabaña”.

Sara le sonrió aliviada a María mientras decía, “Oh, ¡me encantaría eso!” Siguió a María
hacia la puerta.
Cuando estaban afuera, Susana y Anny las estaban esperando. Las cuatro chicas caminaron
juntas hacia las cabañas.

“¿En cuál cabaña estás, Anny?”, preguntó María.

“Estoy en la cabaña 8”, ella respondió.

“¡Yo también!”, agregó Sara.

“¡Eso es grandioso!”, dijo Susana. Siguió diciendo, “María y yo estamos en la Cabaña 12.
Eso hará que sea fácil que las cuatro nos juntemos para hacer cosas juntas”.

Mientras las chicas corrían a la Cabaña 8, Anny dijo, “Quiero mostrarles los nuevos
conjuntos que conseguí para el campamento. Tengo dos que son mucho más bonitos que
este. Oh, Sara, me estaba preguntando, ¿qué edad tienes?”

“Cumplí diez hace par de semanas”, respondió lentamente Sara.

“Oh, pensé que tenías 12 porque eres tan grande”, dio Anny. “Me preguntaba por qué
estabas en nuestra cabaña”.
María vio el rostro herido de Sara. Se volteó hacia Anny y dijo, “Claro que Sara pertenece
en la cabaña, Anny. Y no debes hablarle así a nadie. No es amable y Jesús no lo haría”.

“Sólo dije que era grande porque lo es. No hay nada malo en ser sincera”, se defendió
Anny. “¿Vas a venir a ver los conjuntos que conseguí para el campamento o no? No he
tenido tiempo de guardarlos todavía”.

Las otras tres chicas siguieron a Anny hasta su cama. Quedaron sin aliento cuando ella sacó
un vestido amarillo de fiesta que estaba entre los conjuntos.

“¡Wow!”, exclamó Susana. “¿Vas a ponerte eso en el campamento?”

“Claro”, respondió Anny sorprendida. “¿Por qué no?”

“Nos dijeron que trajéramos jeans y ropa para jugar”, explicó Susana. “¡Y este es un
vestido de fiesta!”

María se volteó hacia Sara y le susurró en el oído, “Ven Sara, llévame a tu cama”.

Las dos chicas dieron la vuelta y se dirigieron al otro lado de la cabaña.

Cuando llegaron a su cama, Sara se tiró en ella y empezó a llorar. “Oh María”, sollozó, “Yo
solo tengo esta falda y dos blusas para usar esta semana. Tengo un par de jeans, pero son
tan apretados que cuando los uso los muchachos se ríen.

“Mi mama no tenía dinero para comprarme un par nuevo. Teníamos el dinero justo para yo
venir al campamento. Yo no quiero estar aquí María. Por favor acompáñame a buscar mi
consejera. Quiero que ella llame a mi mama para que venga a buscarme”.
“Oh, no te sientas así”, María trató de consolar a Sara, poniendo su brazo alrededor de su
compañera. “No hay muchas niñas aquí que tengan muchas ropas como Anny. Pero iré
contigo a encontrar a tu consejera. Quizás ella pueda ayudarnos”.

“No quiero que te vayas a casa Sara. Nos acabamos de relacionar, y quiero llegar a
conocerte”.

¿Qué le pasará a Sara?

No te pierdas la próxima aventura de campamento en tu próxima lección.

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