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FOUCAULT, MICHEL
El pater familias de la familia romana tenia derecho de vida y muerte. Esto se transforma
en el derecho del soberano de hacer morir para defender el castillo. Ahora se convierte en el
derecho de administrar la vida (que aparece como complemento del inmenso poder de
muerte actual: armamento).
Este bio-poder consiste en dos técnicas de administración: la concepción del cuerpo como
máquina (anatomía política del cuerpo –escuela, cuartel, educación, aprovechamiento-
humano y la concepción del cuerpo-especie, a través de una biopolítica de la población.
El dispostivo de sexualidad es uno de los arreglos más importantes que constituyen la gran
tecnología del poder.
Contra este poder las fuerzas que resisten se apoyaaron en lo que aquél invadía (en la vida
del hombre en tanto que ser viviente, lo que se reivindica es la vida, entendida como el
conjunto de las necesidades fundamentales, cumplimiento de sus virtualidades,...)
El sexo es importante en tanto que es el “pozo” del juego político: forma parte de las dos
técnicas señaladas: acceso a la vida del cuerpo y a la vida de la especie.
En las sociedades clásicas el símbolo era la sangre y el poder habla a través de la sangre, tal
como ahora lo es el sexo. Aunque ahora no es bien bien el símbolo, sino el objeto o blanco
de la política: el poder habla de la sexualidad y a la sexualidad. Así se pasa de la simbólica
de la sangre a la analítica de la sexualidad. La simbólica de la sangre implica la muerte, la
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transgresión, la simbología y la soberanía, mientras que la analítica de la sexualidad implica
la norma, el saber, la vida, el sentido, las disciplinas y las regulaciones. Si antes todo era
símbolo de casta o raza, ahora la raza se perfecciona (analítica) mediante la manipulación
sexual2.
1. “La noción de “sexo” permitió agrupar en una unidad artificial elementos anatómicos,
funionales, biológicos, conductas, sensaciones, placeres y permitó el funcionamiento como
principio causal de esa misam unidad ficticia y también como sentido omnipresente secreto
a descubrir en todas partes. Así pues, el sexo pudo funcionar como significante único y
significado universal”.
3. La idea del “sexo” permite pensar el poder sólo como ley y prohibición. No hay que
pensar un sexo autónomo que produzca la sexualidad, sino un poder que utiliza el sexo
dentro de su organización de la sexualidad, de su apoderamiento de los cuerpos.
4. Hay una función que atraviesa las otras: el sexo es el principio por el cual accedemos a
nuestra propia inteligibilidad (puesto que está encubierto y es productor de sentido), a la
totalidad del cuerpo (lo representa simbólicamente y a la identidad (el psicoanalista se
encarga de elaborar nuestra propia historia).
El dispositivo de la sexualidad consiste en que el sexo bien vale la muerte (en el sentido
que el amor lo valía para los románticos). Es un dispositivo de que usa la sexualidad para
invadir la vida: se instituye la deseabilidad del sexo.
“Por eso no hay que referir a la instancia del sexo una historia de la sexualidad sino
mostrar como el sexo se encuentra bajo la dependencia de la sexualidad”3.