Está en la página 1de 1

Era extraño verla sin su fluorescente polar y su distintiva riñonera, tirada en la cama

quieta, creo que es la primera vez que no la veo caminando aceleradamente con su
movimiento de cadera y brazos dignos de la marcha olímpica. Aún así volvió a adoptar su
perdida expresión, ojos desenfocados, boca levemente abierta como si estuviera preparada
tanto para reír como para gritar, cejas semitensionadas.

-¿Sabe cómo se quemó sus manos?

Desliza su mirada hacia las palmas de sus manos, sus ojos se agrandan tal como si
acabara de descubrir su lesión o sus manos.

-Co...¿Cocinando?- responde temblorosamente sin quitar la mirada de sus manos- Yo


cocino mucho...creo.

-No- El detective ya se veía resignado a tener ese típico caso de “la mujer loca”-
Lamento informarle que su casa se incendió esta tarde. Me han informado que usted entró a
buscar un objeto...

-Esta madera de acá- señalo. La imagen se reproduce en mi memoria, ella llegando a su


casa como si no notara que estaba en llamas, entrando sin detener su determinada marcha y
saliendo con leña prendida fuego en sus manos, ni siquiera pareciera de sufrir dolor,
simplemente se desmayó.

-Sí, gracias- tomó un tono irónico, se ve que no le gustaba ser interrumpido...-


¿Reconoce esta madera inscripta?

-No, no sabría decirle...Debe ser de mi marido, pregúntele a él.

-Señora, su marido falleció hace 6 años.

-¡¿Cómo?! Imposible le preparé el café esta mañana, y y el me leyó las noticias y...

-Calmese señora, vamos a enfocarnos en lo importante. Resolvamos el tema de su


casa. ¿Tiene a alguien en mente que quisiera hacerle daño?

-No, yo no...¿Quién quisiera hacerme daño? ¿Le hizo daño a mi marido? ¿Dónde esta
mi marido?

También podría gustarte