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República de Colombia SEGUNDA INSTANCIA No.

38693
RICARDO IGNACIO LÓPEZ VERGARA

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

Magistrada Ponente:
MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ
Aprobado Acta No. 300

Bogotá D.C., catorce (14) de agosto de dos mil doce


(2012).

VISTOS

Se pronuncia la Corporación sobre los recursos de


apelación interpuestos por la Fiscalía y el apoderado de la
parte civil contra la sentencia proferida el 13 de diciembre
de 2011 por la Sala Penal del Tribunal Superior de
Barranquilla, por cuyo medio absolvió a RICARDO IGNACIO
LÓPEZ VERGARA, ex fiscal 44 delegado ante los jueces
penales del circuito, del cargo de cohecho impropio
imputado por el ente acusador.

HECHOS

Se atribuye a RICARDO IGNACIO LÓPEZ VERGARA la


comisión del punible de cohecho impropio con ocasión de
los siguientes acontecimientos:
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1. En la Fiscalía 44 delegada ante los jueces penales


del circuito de la ciudad de Barranquilla se adelantó
investigación por el punible de falsedad en contra de Ángel
Pitre Corzo y otros, siendo denunciante Francisco Mercado
Castro, la cual se calificó con preclusión el día 23 de junio
de 20061.

2. El 8 de agosto de 2006, el denunciante presentó


ante ese despacho un escrito en el cual mencionó una serie
de irregularidades acaecidas en esa actuación, entre ellas,
la suscitada el día 28 de julio de 2004 cuando se llevó a
cabo diligencia de inspección judicial a la Notaría Única de
Santo Tomás (Atlántico), consistente en que RICARDO
IGNACIO LÓPEZ VERGARA, fiscal encargado,

“…me exigió que tenía que darle $100.000 yo me le


opuse y al ver que se molesto (sic) le dije entonces te
doy $30.000 ahora no tengo más después te doy el
resto, él lo agarro (sic) y me dijo además que le diera yo
aparte al otro secretario que iba cualquier propina yo le
dije que estaba bien y es más ya estando dentro del
carro que ya íbamos en carretera me dijo que también
comida y cervecita el chofer me dijo si vas a tener que
atenderlo por que sino te coge mala voluntad y después

1 Cfr. Esta determinación quedó sin efecto por cuanto la Unidad de Fiscalía
delegada ante el Tribunal de Barranquilla, al conocer del recurso de apelación
impetrado por la parte civil, declaró la nulidad de lo actuado a partir del auto del
cierre de la investigación (26 de abril de 2006), inclusive.
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de la diligencia lo llevé a un restaurante a


Sabanagrande ahí me gaste en comida para todos y
cerveza que les di entre ellos a él y al secretario me
salió el gasto total de la diligencia en $250.000 en
comida, cerveza, propina y transporte y al otro
secretario cuando se bajó le di $10.000 y lo recibió y
lleve (sic) a su casa en Norte de la ciudad al Fiscal
encargado y cuando se bajo (sic) en calle 82 con Cra.
55 me reclamó el resto de los $100.000 y le dije que no
tenía más plata y se quedó todo molesto, en ese tiempo
para acá es que estoy cayendo en cuenta no he sido
bien atendido y todas las negligencia (sic) que he
enumerado”2.

3. La fiscal titular del despacho, doctora Lucy Esther


Cantillo Pérez, remitió dicha queja a la Oficina de
Asignaciones para el inicio de la correspondiente
investigación.

ACTUACIÓN PROCESAL

El 15 de septiembre de 2006 la Fiscalía Sexta


Delegada ante el Tribunal Superior de Barranquilla inició
indagación preliminar en cuyo desarrollo recaudó algunos
medios de convicción, entre ellos la versión libre de la

2 Cfr. Folio 5 cuaderno de instrucción.


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doctora Lucy Esther Cantillo Pérez3 y de RICARDO IGNACIO


LÓPEZ VERGARA4.

Posteriormente, el 2 de septiembre de 2007, el ente


acusador abrió instrucción en contra de la doctora Lucy
Esther Cantillo Pérez por la presunta comisión del punible
de prevaricato y en contra de RICARDO IGNACIO LÓPEZ
VERGARA por el delito de concusión, siendo vinculados
mediante diligencia de indagatoria5. La situación jurídica se
definió 31 de octubre de 2007 con medida de
aseguramiento de detención preventiva sin beneficio de
excarcelación para LÓPEZ VERGARA6.

El 15 de enero de 2008 se clausuró la investigación y


el 27 de febrero siguiente se calificó el mérito del sumario
con resolución de acusación en contra de RICARDO
IGNACIO LÓPEZ VERGARA por el delito de concusión. Así
mismo, se extinguió la acción penal en relación con la
doctora Lucy Esther Cantillo Pérez, dado su fallecimiento.

El 9 de abril de 2008 la Sala Penal del Tribunal


Superior de Barranquilla asumió conocimiento del proceso
y dispuso el traslado del artículo 400 de la Ley 600 de 2000;
el 28 de mayo de 2008 se llevó a cabo la audiencia
preparatoria dentro de la cual se resolvió la nulidad

3 Ver, Folio 34 del cuaderno de la instrucción.


4 Ver, Folio 43 del cuaderno de la instrucción.
5 Ver, Folio 78 y folio 87 indagatorias de Lucy Esther Cantillo Pérez y RICARDO

IGNACIO LÓPEZ VERGARA, respectivamente.


6 Cfr. Folios 123 y ss del cuaderno de instrucción.
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impetrada por la defensa, así como las solicitudes


probatorias de las partes; la audiencia de juzgamiento se
realizó en sesiones del 2 y 18 de julio de esa anualidad.

El 6 de noviembre del mismo año, el Tribunal decretó


de oficio la nulidad de lo actuado a partir de la resolución
de acusación porque consideró errada la calificación
jurídica dada por el ente acusador a la conducta
investigada, como quiera que no se adecuaba a la
descripción típica del delito de concusión sino a la de
cohecho.

En virtud de lo anterior, el 16 de enero de 2009, la


Fiscalía Sexta delegada ante el Tribunal Superior calificó
nuevamente el sumario con resolución de acusación en
contra de RICARDO IGNACIO LÓPEZ VERGARA por el
punible de cohecho impropio; así mismo, ratificó la
extinción de la acción penal en relación con la doctora Lucy
Esther Cantillo Pérez.

El 28 de abril de 2009 la Sala Penal del Tribunal


Superior de Barranquilla asumió el conocimiento del
proceso y dispuso el traslado del artículo 400 de la Ley 600
de 2000; el 4 de diciembre siguiente se llevó a cabo la
audiencia preparatoria dentro de la cual se resolvió la
nulidad impetrada por la defensa, así como las solicitudes
probatorias de las partes; la audiencia de juzgamiento se
realizó en sesiones del 9 de febrero y 6 de julio de 2010. La
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sentencia se emitió el 13 de diciembre de 2011 y contra ella


la Fiscalía y la parte civil interpusieron recurso de
apelación.

SENTENCIA IMPUGNADA

La Sala Penal del Tribunal Superior de Barranquilla,


luego de descartar la nulidad postulada por la defensa
relacionada con que al procesado no se le otorgó la
posibilidad de defenderse del cargo de cohecho impropio,
señala cómo, en su criterio, se comprobó con lujo de
detalles que existió la dádiva, situación que constituía falta
disciplinaria aunque el Consejo Seccional de la Judicatura
no encontró mérito para sancionar al procesado. Sin
embargo, considera que no quedó claro, con categoría de
conocimiento más allá de toda duda, que el almuerzo y los
supuestos $30.000 recibidos por el funcionario hubiesen
sido entregados para motivar la realización del acto propio
de las funciones del fiscal involucrado.

Es probable, advera el a quo, que ante la omisión


estatal de suministrar los medios indispensables para
cumplir la función y frente al ofrecimiento de la parte
interesada de proveer la logística para concretar la
diligencia de inspección judicial –transporte, almuerzo y
demás gastos mínimos- el funcionario accediera sin reparos
a realizar la diligencia.
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No obstante, agrega, ello no significa que el


funcionario hubiera exigido tal provisión porque esa
situación fue descartada al declararse la nulidad de la
actuación porque no se trató del punible de concusión. Así
mismo, tampoco quedó fehacientemente demostrado que el
acto judicial se hubiese condicionado por LÓPEZ VERGARA
al pago de esos rubros o que se hubiere llevado a cabo por
la entrega de esas dádivas.

Y aunque al usuario de la justicia se le generaron


algunos gastos, esto es, el almuerzo y el transporte de la
comisión judicial, éstos no fueron para el servidor público o
algún tercero, ni estuvieron dirigidos a retribuir al fiscal
sino a cubrir los minúsculos costos de la diligencia.

Por el contrario, expone el a quo, las sumas de dinero


supuestamente entregadas al fiscal y a su asistente han
sido negadas por el procesado LÓPEZ VERGARA y no obra
en el plenario sino el dicho del denunciante en tanto a los
demás declarantes no les consta tal situación. Por tanto, los
cargos no ostentan entidad suficiente para imputar
responsabilidad a un digno funcionario estatal, pues los
mismos podrían ser una represalia contra la actividad
desplegada por la Fiscalía, surgiendo duda que impone
emitir fallo absolutorio.

El delito de cohecho impropio ostenta una descripción


precisa de la conducta y de sus elementos constitutivos, por
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manera que la dádiva debe entregarse y recibirse como


condición para ejecutar un acto propio de las funciones y en
beneficio de su patrimonio y esto último no se comprobó, de
forma que no se superó la duda racional. Además, si se
hubiese concretado la conducta delictiva, debió investigarse
al denunciante por ser quien propició el cohecho.

Con el dicho del denunciante y las demás probanzas


recaudadas, colige el a quo, se verificó la existencia de
dádivas de poca monta (almuerzo, transporte y $30.000,oo); sin
embargo, no se demostró que las mismas hayan sido
entregadas para realizar la función encomendada por la ley
al fiscal encargado. Deduce, entonces, que la ponencia
inicial7 confundió la existencia de una oferta facilitadora de
la ejecución de la diligencia en zona rural del departamento,
con un estímulo para que el funcionario ejecutara el acto
propio de sus funciones, cuando se trata de situaciones
sutilmente diversas.

En suma, la Colegiatura de instancia considera que en


el proceso milita duda sobre la responsabilidad del
procesado y que, además, los principios de lesividad,
necesidad, razonabilidad e intervención mínima (ultima ratio)
imponen sancionar sólo las conductas con relevancia
jurídica en cuanto a la naturaleza del daño y a la afectación
del tránsito jurídico, por manera que los delitos bagatela

7 El Tribunal a quo se refiere a la ponencia del magistrado que sustanció el


expediente, en la cual se condenaba al procesado, la cual fue derrotada.
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deben excluirse de las sanciones penales, tal como ocurre


en el evento examinado donde la actuación del funcionario
investigado permitió evacuar la diligencia represada sin
mayor daño al patrimonio del denunciante.

LAS IMPUGNACIONES

1. La Fiscalía pide decretar la nulidad de la actuación


por cuanto, en su opinión, el tipo penal que se configura no
es el de cohecho impropio sino el de concusión, pues las
pruebas allegadas al plenario señalan que RICARDO
IGNACIO LÓPEZ VERGARA exigió cien mil pesos ($100.000,oo)
para realizar la diligencia, en un claro abuso de funciones.

No entiende porqué el Tribunal acepta la existencia de


dádivas e incluso la entrega de la “ínfima” suma de treinta
mil pesos ($30.000,oo) para luego afirmar que son producto
de una oferta del denunciante, cuando éste ha sido
categórico en indicar que la exigencia de dinero provino del
funcionario y, además, el declarante Javier Enrique Barraza
ha confirmado tal versión e, incluso, indicó que escuchó al
fiscal y al quejoso hablar sobre dinero.

Con su proceder, agrega la impugnante, el doctor


LÓPEZ VERGARA afectó gravemente el bien jurídico de la
administración pública, pues no es tolerable que un
funcionario solicite dinero para el cumplimiento de sus
labores y tampoco es admisible pregonar, como lo hace el
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Tribunal a quo, que se trata de acciones permitidas por la


sociedad.

En virtud de lo anterior, la recurrente considera que,


para garantizar el principio de congruencia entre la
acusación y la sentencia, debe decretarse la nulidad de la
actuación para orientarla conforme con los hechos
probados y adecuar la conducta al tipo penal de concusión
del artículo 404 del Código Penal.

De otra parte, si se considera que se incurrió en el


punible de cohecho impropio, solicita revocar el fallo y, en
su lugar, condenar a RICARDO IGNACIO LÓPEZ VERGARA
porque en el proceso se acopiaron suficientes elementos de
prueba en torno a su responsabilidad, los cuales no fueron
valorados correctamente por el Tribunal de instancia.

Así, el a quo no expresó las razones por las que no dio


crédito a las afirmaciones del denunciante Mercado Castro o
a las manifestaciones del testigo Javier Enrique Barraza
Gutiérrez¸ quien corroboró lo manifestado en la notitia
criminis.

La Fiscalía también cuestiona al Tribunal porque en el


segundo juicio se abstuvo de decretar el testimonio de
Francisco Mercado por tratarse del denunciante y porque ya
había declarado en forma extensa, como si tal condición
fuera suficiente para denegar un medio de convicción,
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olvidando, además, que las declaraciones vertidas en el


juicio inicial habían sido invalidadas. Censura, igualmente,
que en el fallo impugnado se segmentó la credibilidad de
dicha declaración, en tanto aceptó que fue Mercado Castro
quien pagó el transporte y el almuerzo de la comisión
judicial, pero no le otorgó crédito respecto del pago del
dinero al funcionario.

Destaca cómo, pese a que se programó en varias


oportunidades, la inspección judicial nunca se adelantó por
la fiscal titular y sólo con el encargo de RICARDO LÓPEZ
VERGARA se realizó, hecho indicativo de la exigencia de
dinero y el pago de la comida y el transporte; por tanto,
advera, de no haber mediado la promesa del denunciante de
correr con esos gastos, no se habría efectuado la diligencia.

2. La parte civil también solicita decretar la nulidad


de la sentencia absolutoria bajo el argumento de que las
pruebas recaudadas refieren que el funcionario investigado
le solicitó al denunciante Francisco Mercado el pago del
almuerzo, transporte y la suma de dinero referida.

Contrario a lo afirmado por el Tribunal, aduce el


recurrente, no existe duda que dichos rubros se entregaron
para motivar la realización de un acto propio de las
funciones del fiscal encargado, pues el procesado aceptó
que quien sufragó los mencionados gastos fue Francisco
Mercado, situación que evidencia que el funcionario
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trabajaba para quienes facilitan los medios para realizar


determinada prueba. Además, los testimonios del abogado
Elías Camacho y del conductor Barraza Gutiérrez
demuestran que las exigencias de almuerzo y transporte
fueron hechas por RICARDO IGNACIO LÓPEZ VERGARA y
que fue el señor Francisco Mercado quien sufragó esos
gastos.

POSTURA DE LA PARTE NO RECURRENTE

La defensa de RICARDO IGNACIO LÓPEZ VERGARA


solicita confirmar la sentencia absolutoria proferida el 13 de
diciembre de 2011.

En primer lugar, porque la nulidad postulada por la


Fiscalía no está llamada a prosperar en tanto el ente
acusador no impugnó el auto del 6 de noviembre de 2008,
por cuyo medio la Sala Penal del Tribunal Superior de
Barranquilla anuló la actuación para que se acusara al
doctor LÓPEZ VERGARA por el delito de cohecho impropio y
no por el de concusión. Aún más, emitió resolución de
acusación por ese delito, en el traslado del artículo 400 de
la Ley 600 de 2000 no propuso ninguna nulidad y en su
intervención en el juicio pidió la condena por el punible de
cohecho impropio. Por ello, no puede ahora pretender, por
vía de apelación, obtener la anulación del proceso en cuya
configuración participó activamente sin oponerse a la
calificación típica sugerida por el Tribunal de instancia.
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La solicitud de condena por el punible de concusión


tampoco procede, pues primero debería anularse la
actuación para que el ente acusador emita nuevamente
resolución de acusación por ese delito y el procesado tenga
la oportunidad de defenderse material y técnicamente de
ese cargo.

La petición de condena por el delito de cohecho


impropio efectuada por la Fiscalía, cuando previamente ha
postulado la nulidad de la actuación, evidencia que no está
segura sobre la existencia de la conducta delictiva y por ello
actúa dando “palos de ciego”.

Además, tal como lo expresó el Tribunal, no se


demostró que los minúsculos estipendios sufragados por el
denunciante tuvieran como finalidad la venta de la función
propia del ejercicio del cargo. Por el contrario, los pequeños
gastos sirvieron para evacuar una diligencia judicial en
mora de practicarse por la falta de transporte.

De otra parte, pregunta, cómo puede predicarse la


configuración del punible de cohecho impropio si el
denunciante y su abogado viajaron junto con el fiscal en la
misma camioneta?. Qué provecho obtuvo el funcionario?.

Los testigos de cargo, concluye, son el conductor y el


abogado del denunciante; sin embargo, a ninguno de ellos
les consta la exigencia de dinero por parte del funcionario,
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resultando inidóneos para probar dicho tópico pregonado


por el ente acusador.

CONSIDERACIONES

La Sala es competente para resolver la alzada de


conformidad con lo dispuesto en el numeral 3º del artículo
75 de la Ley 600 de 2000, pues la acción penal es ejercida
contra un ex fiscal, juzgado en primera instancia por el
Tribunal Superior de Barranquilla por actos realizados en
ejercicio de sus funciones.

Con apego a lo normado en el artículo 204 del estatuto


procesal penal en mención, la labor de la Corte se contraerá
a examinar los aspectos sobre los cuales se expresa
inconformidad, incluyendo, como lo autoriza esa preceptiva,
los temas inescindiblemente vinculados al objeto de la
censura.

Dado que la Fiscalía pide decretar la nulidad de lo


actuado por cuanto, en su criterio, la conducta juzgada se
adecúa a la descripción típica del delito de concusión y no
al de cohecho impropio aducido por el Tribunal a quo, la
Sala revisará dicho tema, en forma prioritaria.

Sobre la nulidad propuesta por la Fiscalía

La Fiscalía solicita que se decrete la nulidad de lo


actuado por cuanto el tipo penal que se configura no es el
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de cohecho impropio sino el de concusión, en tanto las


pruebas allegadas al plenario señalan que RICARDO
IGNACIO LÓPEZ VERGARA exigió la suma de cien mil pesos
($100.000,oo) para realizar la diligencia de inspección judicial

a la Notaría Única de Santo Tomás (Atlántico), en claro abuso


de funciones8. En tal virtud, para garantizar el principio de
congruencia entre la acusación y la sentencia, debe
reorientarse la actuación conforme con los hechos probados
y adecuar la conducta al tipo penal de concusión del
artículo 404 del Código Penal.

La defensa, como parte no recurrente, se opone a esta


pretensión por cuanto el ente acusador no impugnó el auto
del 6 de noviembre de 2008, por cuyo medio la Sala Penal
del Tribunal Superior de Barranquilla anuló la actuación y
dispuso que se acusara al doctor LÓPEZ VERGARA por el
delito de cohecho y no por el de concusión. Aún más, la
Fiscalía emitió resolución de acusación por ese punible, en
el traslado del artículo 400 de la Ley 600 de 2000 no
propuso ninguna nulidad y en su intervención en el juicio
pidió la condena por el punible de cohecho impropio.

En atención a las anteriores posturas, la Corporación


revisa la argumentación expuesta por la Sala Penal del
Tribunal Superior de Barranquilla para decretar, de manera
oficiosa, la nulidad del proceso, pues el debate ahora

8 La parte civil también solicita la nulidad de lo actuado, pero no otorga soporte


preciso en torno a esta petición, razón por la cual la Sala se circunscribe a los
argumentos esbozados por la Fiscalía.
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propuesto se relaciona con la decisión adoptada en esa


oportunidad. En tal sentido, el a quo expuso:

“Sería del caso dictar la sentencia que en Derecho


correspondiera, absolviendo o condenando por el delito
de concusión a que se ha hecho referencia en la
resolución de acusación, sino fuera porque la Sala
advierte que luego del estudio de las probanzas que
permitirían determinar cual es la conducta que debe
juzgarse en este proceso, y advertida la Colegiatura por
las observaciones de la Procuraduría General de la
Nación al momento de la evacuación de la audiencia de
juzgamiento, se llega al convencimiento de que ella no
es la de concusión sino la de un posible cohecho”9.

Y más adelante señaló:

“En efecto, en relación con el delito presuntamente


reflejado en autos manifestó la Defensa en su alegato
precalificatorio del sumario:

“…Si le damos plena credibilidad al denunciante, está


incurso en el delito de cohecho, porque el no debió
aceptar exigencia de ninguna naturaleza por parte del
servidor público, y tuvo la oportunidad de haber
denunciado el hecho punible de concusión, para salvar
su responsabilidad penal, y si el chofer que es un

9 Cfr. Folios 167 y ss primer cuaderno del Tribunal a quo.


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pensionado de la policía lo aconsejó como arbitro (sic)


mediador, consejero amigable y asesor del delito, es
cómplice o autor o encubridor del mismo, porque indujo
y tuvo conocimiento que se estaba cometiendo una
infracción penal y guardó silencio…”.

“Igualmente anotó el agente del Ministerio Público en la


audiencia pública que, analizadas las probanzas
recaudadas e igualmente las que se apilaron durante el
transcurso de la audiencia pública de juzgamiento,
resulta alejado de lo que normalmente acontece la
presunta coacción o constreñimiento en contra del
denunciante por parte del acusado”.

Ningún argumento adicional entregó el Tribunal de


instancia para desvirtuar la solicitud de dádivas
denunciada por el señor Francisco Mercado Castro y, de
paso, descartar la configuración del delito de concusión
imputado por la Fiscalía.

Siendo ello así, la Sala colige que el Tribunal a quo


arribó a la conclusión de la configuración del punible de
cohecho y no del de concusión, no por el análisis propio y
autónomo de los hechos imputados al servidor público sino
porque acogió la interpretación que de los mismos hicieran
la defensa y el Ministerio Público.
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En otras palabras, la nulidad decretada no se cimentó


en el análisis del núcleo esencial de la imputación fáctica,
situación que ahora la Corte debe corregir para preservar
principios basilares del ordenamiento procesal penal, en la
medida que la Fiscalía no incurrió en la errónea calificación
pregonada en esa ocasión por la Colegiatura a quo.

En efecto, el proceso penal tiene como referente


ineludible la Constitución y la ley, por manera que la
formulación errónea de la imputación, sea producto del
actuar de la Fiscalía o, como en este caso, por disposición
de la judicatura, comporta la declaratoria de nulidad, pues
las decisiones judiciales deben adoptarse dentro del marco
de la legalidad, de los derechos y garantías
fundamentales10.

Y aunque al juez, como director de la etapa de


juzgamiento, le corresponde velar porque la acusación haya
sido correctamente formulada, teniendo la posibilidad de
decretar la nulidad de lo actuado cuando encuentre que la
Fiscalía ha incurrido en un yerro en la calificación jurídica
del comportamiento investigado, lo cierto es que en tal labor
debe ceñirse al núcleo central de la imputación fáctica, so
pena de afectar la estructura básica del proceso, así como
al principio de legalidad, conforme al cual la imputación

10 En el estanco procesal pertinente, también puede acudirse a la variación de la


calificación del artículo 404 de la Ley 600 de 2000 por prueba sobreviniente
practicada en el juicio e, incluso, por prueba precedente, conforme a la actual
doctrina de la Sala. Ver, providencia del 8 de noviembre de 2011, Rad. No. 34495.
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jurídica debe corresponder a un tipo penal previamente


definido en la ley que recoja íntegramente el
comportamiento censurado.

Así, en el caso bajo examen, cuando el fallador


colegiado declaró la nulidad por error en la calificación
jurídica de la conducta se apartó de tal postulado, en tanto
no consideró las circunstancias de tiempo, modo y lugar
mencionadas por el quejoso, las cuales constituyen el
núcleo esencial de la imputación, en tanto se limitó a
recoger la interpretación de los hechos efectuada por
algunos sujetos procesales.

En tal sentido, obsérvese cómo el señor Francisco


Mercado Castro precisó en sus diversas intervenciones
judiciales que RICARDO IGNACIO LÓPEZ VERGARA, en su
condición de fiscal 44 encargado, le exigió la entrega de cien
mil pesos ($100.000,oo) previo a evacuar una diligencia de
inspección judicial, hipótesis fáctica que se adecúa al tipo
penal artículo 404 y no al del 406 ibídem.

En la denuncia del 8 de agosto de 2006, dijo:

“…me exigió que tenía que darle $100.000 yo me le


opuse y al ver que se molesto (sic) le dije entonces
$30.000 ahora no tengo más después te doy el resto, él
lo agarro (sic) y me dijo además que le diera yo aparte
al otro secretario que iba cualquier propina yo le dije
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que estaba bien y es más ya estando dentro del carro


que ya íbamos en carretera me dijo que también comida
y cervecita…”11 (subrayas fuera de texto).

En la ampliación del 7 de septiembre de 2007, expuso:

“…cuando ya estábamos acá en el edificio de la Fiscalía


de la 44 con 38, yo le dije al Dr. ELIAS, déjeme subir a
buscar a los miembros de la Fiscalía y cuando llegué a
la oficina, en la mañana eso fue tipo ocho (8) y cuarto ú
(sic) ocho y media de la mañana, estaba ahí RICARDO
LÓPEZ y en la otra Oficina estaba JUAN GONZÁLEZ,
entonces RICARDO LÓPEZ me llamó aparte y me dijo,
que tenía que darle $100.000 y yo le dije y porqué yo
tengo que darte plata y se puso algo furioso y entonces
yo para más prueba de su fechoría, toma te voy a dar
$30.000 y cuando hallamos (sic) terminado la
diligencia, te doy el resto y entonces me dijo bueno pero
le das a JUAN algo aparte…”12 (subrayas fuera de texto).

En la audiencia del 2 de julio de 2008, señaló:

“Le di los buenos días y le dije que estaba listo para la


inspección y que abajo estaba el carro y el abogado
esperándonos, entonces fue cuando me dijo “me tienes
que tirar 100 mil pesos” y como el carro nos estaba

11 Cfr. Folio 5 del cuaderno de la instrucción.


12 Cfr. Folio 100 del cuaderno de la instrucción.
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esperando abajo le di 30 mil para probar que él iba ir


por palta (sic) y le dihe (sic) quie (sic) después le daba
el resto, entonces me dijo al secretario le das pero
aparte lo que tu le queras (sic) dar”13 (subrayas fuera de
texto).

El anterior recuento permite a la Sala afirmar que el


denunciante Francisco Mercado Castro, de manera
consistente refirió haber recibido, previo a la práctica de la
inspección judicial, la solicitud de parte del servidor público
procesado de entregar la suma de cien mil pesos
($100.000,oo), hipótesis fáctica que, sin lugar a dudas, se

enmarca en el ámbito del punible de concusión y no en el


de cohecho porque en este último el agente estatal se limita
a aceptar la propuesta ilegal formulada por el ciudadano,
sin que sea producto de una exigencia, intimidación o
presión del funcionario.

Por el contrario, en el evento bajo examen, el


denunciante fue enfático en afirmar que la solicitud de
dádivas provino del funcionario investigado, aspecto que,
conforme a múltiples pronunciamientos jurisprudenciales14,
configura el punible de concusión.

13Cfr. Folio 91 cuaderno No. 1 del juzgamiento.


14Cfr. Providencias del 10 de noviembre de 2005, Rad. No. 2333; 29 de septiembre
de 2010, Rad. No. 29174; 5 de septiembre de 201, rad. No. 36402; 21 de septiembre
de 2011, Rad. No. 36528, entre otras.
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RICARDO IGNACIO LÓPEZ VERGARA

Corte Suprema de Justicia

Conforme a su descripción legal, este delito se


concreta cuando el servidor público, en abuso de su cargo o
de sus funciones, constriñe o induce a dar o prometer
dinero o cualquier otra utilidad o los solicita, apartando su
conducta de las normas constitucionales y legales. De esta
forma, el punible se consuma al ejecutarse cualquiera de
estas acciones, independientemente de que las prebendas
ingresen o no al ámbito de disponibilidad del funcionario.

Precisamente es ese el acontecer denunciado por


Francisco Mercado Castro, cuando refiere la presunta
exigencia por parte del doctor LÓPEZ VERGARA de la suma
de cien mil pesos ($100.000,oo), así como del suministro del
almuerzo y el transporte para la comisión judicial. Por
tanto, dicha hipótesis fáctica constituye el marco que debe
guiar el proceso de adecuación jurídica de la conducta
investigada y no la valoración que de ella efectúen los
sujetos procesales.

En ese orden, si el Tribunal de instancia hubiese


revisado la imputación fáctica contenida en la principal
prueba de cargo, habría concluido, como lo planteó desde el
comienzo la Fiscalía, que el tipo penal aplicable es el de
concusión y no el de cohecho.

Sin embargo, el a quo se atuvo a la valoración


efectuada por la defensa conforme a la cual, la versión del
denunciante no merece crédito porque debió denunciar el
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constreñimiento de que fue objeto, pero, como no lo hizo, no


se concretó el punible de concusión sino el de cohecho,
tesis que confunde la naturaleza del punible denunciado
con la actitud pasiva del presunto afectado con el accionar
cuestionado.

De otra parte, los argumentos expuestos por la


defensa para oponerse a la nulidad impetrada por la
Fiscalía, referidos a que el ente acusador no impugnó el
auto del 6 de noviembre de 2008 ni solicitó la nulidad
durante el traslado del artículo 400 de la Ley 600 de 2000,
no están llamados a prosperar por cuanto la preservación
de la estructura del proceso, así como el principio de
legalidad de la imputación, prevalecen sobre la omisión
procesal atribuida a la parte recurrente.

En suma, la Sala considera que el Tribunal a quo se


equivocó al nulitar la actuación e imponer al ente acusador
calificar el mérito del sumario por el delito de cohecho
cuando las circunstancias concretas de la imputación
indican que, de haberse incurrido en algún delito, aspecto
que está por dilucidarse, sería el de concusión.

Por lo anterior, resulta imperativo declarar la nulidad


de la actuación a partir del proveído del 6 de noviembre de
2008, inclusive, a efectos de que el Tribunal de instancia
emita el correspondiente fallo conforme a la imputación
fáctica y jurídica que por el delito de concusión formuló la
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Fiscalía y en relación con la cual se adelantó la etapa de


juzgamiento.

No sobra señalar que esta determinación no comporta


afectación de las garantías del procesado en tanto la
acusación inicial, así como el primer juicio, se surtieron
bajo el prisma de la imputación jurídica por el punible de
concusión, frente al cual desplegó durante toda la actuación
sus derechos de defensa, contradicción y confrontación.

En situaciones similares, la Corte ha explicado que no


se configura vulneración de las prerrogativas sustanciales.

“…Anulado el fallo éste desaparece de la actuación y


ningún efecto puede proyectar en ella, con lo cual –entre
otras cosas- no existe tampoco referente alguno que
permita la comparación en la pena que pueda
imponerse en la sentencia válida. En otras palabras, la
simple existencia material o física de la providencia
invalidada no puede irradiar consecuencia procesal
alguna.

Sin embargo, en materia defensiva es ineludible que en


el juicio el acusado pueda demostrar que es inocente;
desde esa óptica, la acusación no es una providencia
con contenido de cosa juzgada material, no es una
condena, es la materialización de la acusación de la
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que el procesado se defenderá en el juicio con total


respeto de las garantías del acusado.

En síntesis, la correcta adecuación típica en la nueva


calificación del sumario de ninguna manera impide a la
parte defensiva ejercer el derecho de contradicción en el
proceso reconstruido; lo que persigue la declaración de
nulidad es exclusivamente “garantizar a plenitud el
derecho al debido proceso”15.

Y aunque la nulidad constituye el remedio extremo


para corregir los vicios de estructura o de garantía en que
se incurra en desarrollo del proceso, en este evento es
necesario acudir a esta figura en tanto no es posible emitir
sentencia cuando se advierte que la misma no se encuentra
en consonancia con el núcleo esencial de la imputación
fáctica, esto es, con los hechos referidos tanto en la noticia
criminal, las pruebas recaudadas y la acusación.

En ese orden, como la irregularidad referida es de


carácter sustancial, por desconocer las bases
fundamentales del principio de legalidad y debido proceso, y
además, no puede ser convalidada ni existe otro medio para
subsanarla, se impone acceder al decreto de la nulidad
postulada por la Fiscalía, situación que releva a la Sala del
estudio de los restantes tópicos propuestos en las
impugnaciones.

15 Cfr. Providencia del 26 de octubre de 2006, Rad. No. 25.743.


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No sobra insistir al Tribunal el cumplimiento estricto


de los términos para adelantar la actuación que le
corresponde, en orden a concretar los principios de
dignidad humana, igualdad, celeridad y eficiencia, en
consideración al tiempo transcurrido desde la presunta
ocurrencia de los hechos.

Por último, ante el inusual proceder de los miembros


de la judicatura que decretaron la nulidad de la actuación a
partir de la resolución de acusación inicial, la Sala ordena
compulsar copias para que se investigue, penal y
disciplinariamente, la actuación de los magistrados del
Tribunal de instancia que emitieron la decisión del 6 de
noviembre de 2008.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

1º. DECLARAR la nulidad de lo actuado a partir del


auto del 6 de noviembre de 2008, inclusive, proferido por la
Sala Penal del Tribunal Superior de Barranquilla, conforme
con lo expuesto.

2º. Compulsar las copias referidas en la parte motiva


de esta determinación.
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Contra esta providencia no procede recurso alguno.

Comuníquese y devuélvase al Tribunal de origen.

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA JAVIER ZAPATA ORTÍZ

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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