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GRANDIOSAMENTE

MÓDULO I

INTRODUCCIÓN


Antes de comenzar, quiero darte la más cordial bienvenida a este
programa que hemos denominado GrandiosaMente, el cual tiene un
objetivo muy concreto:


Enseñarte a crear la realidad que deseas en el tiempo que tú elijas.


Este programa es el resultado de varios años de práctica e investigación
en temas como la programación neurolingüística, la hipnosis
ericksoniana, la corriente Gestalt y la física cuántica. Combinando
aspectos relevantes de estas materias hemos desarrollado herramientas
muy poderosas, y que queremos compartir contigo, ya que te permitirán
modificar, a partir del campo cuántico y la antimateria, la realidad que tú
determines.

Esto te permitirá, indudablemente, alcanzar el éxito en todos los
aspectos de tu vida y te ayudará a convertirte en la persona que en
realidad quieres ser. Por ello, resulta indispensable que antes
comprendas cómo funcionan estas herramientas, pues esto te ayudará a
comprender la diferencia entre «desear hacer algo» y realmente hacerlo.

Para una mejor comprensión del material que aquí presentamos,
hemos distribuido el contenido en 7 módulos mensuales, lo que te
permitirá repasar y practicar los conocimientos adquiridos durante
varios días, antes de seguir avanzando. De igual modo, ponemos a tu
disposición, en nuestra página web, una serie de complementos que te
ayudarán a mejorar tu experiencia, tales como sesiones de preguntas y
respuestas en vivo, diversos materiales de apoyo y un Mastermind para
que te reúnas, al menos una vez por semana, con un grupo de entre cinco
y siete compañeros.

Para nosotros es mu importante que aproveches todos estos recursos
al máximo, ya que esto no solo te facilitará familiarizarte con el material,
sino que te permitirá aplicar con éxito todos y cada uno de los conceptos
que aquí manejamos. En especial, y quiero hacer hincapié en las sesiones
de Mastermind, ya que para nosotros resulta fundamental tu participación
en ellas, toda vez que estas garantizan el aprendizaje, por medio la
discusión abierta y la interacción directa entre los distintos participantes.
Conforme las sesiones de Mastermind se vayan desarrollando,
encontrarás que tu comprensión de los conceptos mejora. En pocas
palabras, estarás aprovechando al máximo el proceso del curso.

En cuanto al contenido, solo puedo decirte que es muy variado y está
perfectamente integrado el concepto de la práctica; ya lo irás conociendo,
aunque quiero aprovechar esta introducción para adelantarte un poco de
lo que iremos viendo: un principio en el que vamos a fundamentar
nuestros conocimientos es que el universo es mental.

Para ello, nos basaremos principalmente en el libro del Kybalión, del
cual vamos a ir tomando muchos conceptos. Como sabes —y si no, para
que te vayas enterando—, en el Kybalión se manejan siete principios
universales, conocidas también como las Siete Leyes Universales. La
primera de estas Leyes resulta bastante clara:


Todo es mental.


El universo es una mente y nosotros somos el resultado de sus
pensamientos. Por lo tanto, todo lo que hay, todo lo que existe está
íntimamente unido a esa fuente. Tú, yo, la humanidad en general. Y con
los conocimientos adecuados y un poco de práctica podemos participar
de este proceso creador, volviéndonos cocreadores.

En este Programa vas a aprender a hacerlo; aprenderás a convertirte en
un cocreador junto con la fuente, que es la Unidad, el universo.
Aprenderás, así mismo, a materializar todo aquello que requieras en
aspectos como el amor, la salud y el dinero, por ejemplo.

Puedes estar seguro que todo lo que te vamos a presentar en este
programa es el resultado de años de investigación y experiencia en la
materia. No se tratan de conjeturas, disparates o ficciones. Tú mismo
podrás comprobar que cada concepto está fundamentado con hechos y
con datos científicos. Es, pues, la verdad, por eso es que decimos que se
trata de un conocimiento categórico, pues es tan absoluto que no deja
lugar a dudas o a interpretaciones. Es, además, un conocimiento
universal. Y el principio básico, fundamental, de este conocimiento está
contenido en esa Primera Ley: Todo es mente.

El universo es mental. Ese es el principio de que estamos hechos, a
imagen y semejanza del creador.


Somos mente y tú puedes crear.


De hecho, ya lo has logrado. A favor o en contra, pero el único creador
de la realidad que vives, el único responsable, eres tú y solamente tú. Esto
es, sin lugar a dudas, reconfortante, ya que no importa cómo nos
encontremos actualmente, en qué circunstancias. Si pudimos crear la
realidad en la que nos encontramos actualmente, eso quiere decir que
también podemos modificarla.

Así que sin más, quiero darte la más cordial bienvenida a este
Programa GrandiosaMente. Solo resta decir que me da muchísimo gusto
que hayas decidido confiar en nosotros. Estoy seguro de que vas a
emprender la aventura más fascinante que hayas vivido en tu vida. Juntos
vamos a hacer cambios muy importantes en tu realidad, en mi realidad y
en las realidades de m
uchas person
as. Ası́ qu e no nos demoremos más y
emprendamos esta grandiosa aventura.

CAPÍTULO 1


Esta es la verdad, lejana de cualquier velo de falsedad.

Este es el primer precepto inscrito en la Tabla Esmeralda, atribuida a
Hermes Trismegisto, el tres veces grande, la cual da origen a la doctrina
filosófica que hoy conocemos como Hermetismo, en su honor.

Mediante trece sencillos preceptos, Hermes Trismegisto desentraña y
nos revela el secreto del universo y, con ello, el sentido de la existencia. A
grandes rasgos, la tradición hermética asegura que el universo está
dentro del hombre de la misma forma en que el hombre está dentro del
universo. Por lo tanto, si entiendes uno, puedes llegar a entender al otro.

«Como es arriba es abajo». Esto quiere decir que todo lo que sucede
en cualquier nivel de la realidad —ya sea física, emocional o mental—
ocurre también en los otros niveles. Son una unidad, tal y como nos lo
indica la propia Tabla.

De esta manera, podemos advertir una estrecha relación entre la
sustancia primitiva y la naturaleza humana, es decir, del ser humano con
el Universo, lo microscópico y lo macroscópico.

Sobra decir que la Tabla Esmeralda es un texto sagrado tan
fundamental —tan categórico— que serviría de base para la fundación de
varias doctrinas filosóficas, así como de corrientes científicas; de hecho,
es bien sabido que el mismo Isaac Newton era un gran estudioso de la
Tabla Esmeralda. A lo largo de los siglos, grandes estudiosos, todos ellos
de diferentes ramas de conocimiento, se han dado a la tarea de
desentrañar los secretos del hermetismo, dando origen a una gran
diversidad de textos, entre ellos El Kybalión, que fue publicado por
primera vez en 1908 y que se trata de una de las interpretaciones más
fieles de la tradición hermética, toda vez que en sus Siete Principios
Universales logra englobar la esencia de los Trece Preceptos planteados
por el gran Hermes Trismegisto. Sin lugar a dudas, es, entre todos los
textos de este tipo, el que mejor describe cómo se puede modificar la
realidad.

De hecho, este libro es la biblia de los alquimistas, ya que ayuda a
desentrañar el misterio de la sustancia primordial. En la tradición
alquímica se afirma que la sustancia primordial permite la transmutación
de los metales impuros en oro, si bien esto no es otra cosa que una
alegoría de la transmutación personal y espiritual. Dicho de otro modo, el
propósito de la sustancia primordial no es, en realidad, transmutar los
metales en oro, sino más bien que el hombre acceda a la divinidad. Así
pues, en la tradición alquímica entendemos por «oro», todo aquello
relacionado con la sabiduría, el conocimiento, la capacidad de modificar la
realidad y crear cualquier cosa.

Ahora bien, te has de estar preguntando por qué quiero iniciar este
primer capítulo con un tema tan denso y profundo a la vez. La respuesta
es tan sencilla como clara: porque te quiero dejar en claro, desde el
comienzo, que así de categórico como es el primer precepto de la Tabla
Esmeralda, así es el proceso de la creación.

En pocas palabras: esta es toda la Verdad y nada más que la Verdad.
La Verdad, lejos de toda falsedad.

Este es, pues, el principio fundamental con el que quiero iniciar este
Programa de GrandiosaMente y que quiero que te quede claro desde el
comienzo:


El universo es mental.


Así que vamos a continuar este módulo hablando de cómo es que se
lleva a cabo esta creación, cuáles son los pasos que debemos seguir para
crear cualquier realidad física.

A simple vista, esto parece no solo irreal sino que muy complicado. No
obstante, pronto te darás cuenta de lo fácil que es y te vas a sorprender.
Así que pon mucha atención a lo que sigue.

Toda creación material, es decir cualquier objeto —la silla, la mesa,
etcétera— se compone de dos elementos: información y energía.

Es gracias a la combinación entre ambos que los átomos se disponen de
tal forma para dar forma a la materia. Los átomos están dispuestos en la
materia con base en información específica, mientras que la energía es
necesaria para que las partículas subatómicas lleven a cabo dicha tarea.

Dicho de manera explicativa: un átomo de Hidrógeno cuenta con
información esencial que le ayuda a diferenciarse de otro elemento, como,
por ejemplo, los átomos de oxígeno o de carbono. Sin embargo, para que
esta información pueda ser una realidad —fíjate muy bien en las palabras
que estoy usando: «que pueda llegar a ser una realidad»—, es decir, para
que pueda llevarse a cabo, se requiere de cierta cantidad de energía que
contribuye a que las partículas subatómicas se dispongan de una manera
acorde a lo que la información determina.

Por lo tanto, la energía y la información se encuentran trabajando, todo
el tiempo de manera estrecha, entrelazándose constantemente, para dar
forma a la realidad, es decir, para concretarla. Conforman, de este modo,
la antimateria de lo que será la creación.

Toda la información y energía que se requiere para transformar la
realidad yace en ese espacio subatómico, conocido como materia oscura y
que, además, constituye el 95% del Universo.

Por eso, en pensamiento cuántico decimos que cuando pensamos,
reacomodamos el universo. Esto quiere decir que tus creencias no están
hechas a partir de la realidad, sino más bien tu realidad es hecha a partir
de tus creencias. Interesante, ¿no es así?

Mucha gente cree que percibe el mundo cómo ha sido creado, cuando
en realidad es al revés. Primero concibes el mundo y luego lo percibes
como ha sido creado. Nuevamente: la realidad está hecha a partir de tus
creencias, no al revés. Qué importante que entiendas esto como el
principio fundamental de la creación, de lo que es GrandiosaMente.

Decíamos que, cuando pensamos, reacomodamos el universo. Esto
ocurre porque nuestro pensamiento envía cierta información que influye
en la manera en la que la materia se conforma, se comporta y se organiza.
Entonces, la antimateria deja de serlo y se convierte en materia, que es
todo aquello que podemos percibir con nuestros sentidos.

Podemos, de este modo, afirmar que toda creación en el universo, todo
lo que existe es antimateria pensante que se ha convertido en realidad.
Dicho de otra forma: toda creación —tu cuerpo, una mesa, un ordenador,
etcétera— fue antes antimateria que se ha convertido en materia. Esto es
algo verificado por la ciencia.

De hecho, la antimateria es aún uno de lo grandes misterios del
Universo. Las hipótesis científicas suponen que, antes del Big Bang —
esto es antes de que existiera el Universo— existían partículas de materia
y antimateria en iguales proporciones. De pronto ¡Boom! Se da un exceso
de materia y se crea el Universo.

¿Qué es los que ocasiona este exceso de materia? Aún no lo sabemos.
Los teólogos, por supuesto, lo explican como el momento de la Creación.
Cuando Dios crea al Universo. Y fíjate que interesante que la forma en que
Dios crea, según la Biblia es a partir del pensamiento. Luego, para dar
forma a ese pensamiento, Dios usa el Verbo, es decir, nombra lo que ha
pensado y en ese momento, la antimateria se vuelve materia.

¿Qué nos dice la Biblia? «Primero fue el Verbo, y el Verbo era Dios».
Dios creó todo mediante la palabra y nada fue creado sino hasta que Dios
lo nombró.

«Y dios dijo: "Hágase la luz"», «Y Dios dijo: “Sepárense las aguas de la
tierra”», etcétera. Es decir, primero fuimos un pensamiento en la mente
del creador, en la mente de Dios, y luego este pensamiento se verbalizó,
modificando la realidad.

Pues bien, a nivel cuántico sucede algo semejante: todo lo que ocurre
en el campo cuántico se debe a la fluctuación de energía e información
que forman la materia. No obstante, esto no significa que esta disposición
sea inalterable. Por el contrario, cuando la materia converge con una
nueva carga energética y de información, se transforma. En términos
llanos, es lo que ocurre cuando dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno
se encuentran, dando lugar a una molécula de agua. Pero la estructura del
agua, además, no es fija. Fluctúa. De un estado a líquido puede pasar a
sólido o evaporarse y convertirse en un gas. Y este proceso ocurre a nivel
subatómico con todo lo que existe, todo lo que nos rodea.

De ahí que los primeros alquimistas buscaran afanosamente la manera
de convertir el metal en oro.

Y es que, quizás no lo sepas, pero el oro y el plomo cuentan
exactamente con las mismas partículas subatómicas. Lo que hace la
diferencia entre uno y otro es la disposición de estas partículas. Es decir,
la información y energía cuántica es lo que determina que uno sea plomo
y el otro oro.

Lo mismo ocurre con los diamantes. En realidad, los diamantes están
hechos de los mismos componentes que un lápiz de grafito cualquiera. De
hecho, todos los diamantes se van degradando con el tiempo hasta
convertirse en simple grafito. Esto ocurre porque los átomos de carbón
del diamante van degradando su energía a nivel atómico. Por supuesto,
este proceso toma miles de millones de años y es prácticamente
imperceptible.

Sin embargo, los alquimistas, que estaban al tanto de todos estos
fenómenos, buscaban afanosamente las fórmulas para alterar toda la
información y energía subatómica de forma adecuada, de modo que
pudiesen modificar la materia a su voluntad y convertir el plomo en oro, o
el grafito en diamante. Este es, agrandes rasgos, el principio de la
creación.

Ahora bien, ¿cómo podemos nosotros modificar la información y la
energía que fluctúa en el campo cuántico? Si tomamos en consideración el
primero precepto, el universo es mental, la respuesta es simple: mediante
nuestros pensamientos.

Todo lo que existe es una extensión de la mente universal. Tú, yo, la
mesa. Todos formamos parte de ella, estamos hechos a imagen y
semejanza. Y eso quiere decir que tenemos esa misma capacidad
creadora. Podemos modificar la realidad por medio de nuestro
pensamiento. Reflexiónalo: ¿Qué son los pensamientos sino impulsos de
energía que llevan consigo una información específica? Por tanto, son
nuestro propios pensamientos los que provocan un cambio a nivel
cuántico, haciendo que la realidad se reconforme.

En pocas palabras, nuestros pensamientos se hacen realidad.

Pero profundicemos un poco más para entender cómo es que ocurre
este proceso tan fascinante: una vez que los pensamientos se dirigen al
campo cuántico, se crean posibilidades. Dicho de otra forma, lo que
piensas, se crea; en este caso, lo que se crea es tan solo una posibilidad, un
futuro potencial. Como su nombre lo indica, estos futuros potenciales son
solo posibilidades esperando a suceder, pero que aún no se concretan.
Por lo tanto, esto no quiere decir que todos los futuros potenciales sean
para ti. Son como puertas que se crean. Tú puedes elegir cuál puerta usar
y cuáles otras no. Sin embargo, esas puertas permanecen ahí, esperando
que otras personas las usen. Es por eso que decimos que un futuro
potencial no es exclusiva y necesariamente para ti. Puede ser tomado por
alguien más, ocasionando que esa realidad específica se concrete para esa
otra persona.

El campo cuántico está disponible para cualquiera. Cualquier emoción,
cualquier pensamiento que envíes al campo cuántico modifica la
información y la energía que está ahí y la conforma de una manera
diferente, dando lugar a una nueva realidad, la realidad que deseas. A esto
es lo que llamamos la Ley de la Atracción.

Por ejemplo, imagina que tus pensamientos negativos, de enojo,
frustración y desesperanza se dirigen al campo cuántico, generando
futuros potenciales desalentadores. Cada vez que piensas cosas como:
«me van a despedir de mi trabajo», «me voy a divorciar», «me voy a morir,
me va a dar una enfermedad», «voy a fracasar», estás modificando el
campo cuántico, creando precisamente todas esas posibilidades, son
futuros potenciales aguardando que alguien en cualquier parte los
concrete. Quizás no seas tú precisamente el que se divorcie, o el que se
enferme o al que despidan, pero esa realidad está ahí, esperando a ser
concretada.

Como te decía, los futuros potenciales son como puertas que se crean,
en algún momento, alguien va a atravesar esa puerta que tú has creado y
esa posibilidad se hará realidad para esa persona.

¿Te imaginas que alguien esté ahora mismo en la cárcel porque cometió
un crimen debido a un pensamiento que tú hayas generado? Imagina que
te peleas con alguien y de pronto piensas: «quisiera matarlo». Por
supuesto, no lo haces. Es algo que piensas y ya, solo para desahogar tu
frustración. Sin embargo, es necesario que nos hagamos conscientes de la
gran responsabilidad que tienen nuestros pensamientos. En el momento
en el que piensas algo tan grave como querer que alguien se muere, estás
generando a nivel cuántico esa posibilidad. Quizás no seas tú el que lo
mata directamente, pero generas un futuro potencial y alguien más puede
concretarlo.

De ahí que debemos, a partir de este momento, volvernos
verdaderamente consecuentes de nuestros pensamientos, porque ahora
sabemos que tienen el poder de cambiar la realidad. Ser consecuentes no
solo significa que debemos cuidar la forma en que pensamos, generar
pensamientos positivos en lugar de negativos. Ser consecuentes también
significa asumir la responsabilidad de todo aquello que pudieron haber
ocasionado nuestros pensamientos, tanto en el aspecto positivo como en
el negativo.

Asumir que soy responsable de que haya una persona en prisión
porque quizás mis pensamientos de enojo, de odio, fueron al campo
cuántico y fueron tomados por este delincuente, que tomó uno de los
futuros potenciales que he creado y lo conformó como una realidad para
él. Eso es, en esencia, lo que la tradición del Ho’oponopono nos enseña.

El Hoʻoponopono es una tradición hawaiana que nos enseña a
reconciliarnos y a perdonarnos. Traducido, Hoʻoponopono es semejante a
decir: «lo siento, es mi culpa», entendiendo por culpa responsabilidad.
Por tanto, aplicando la enseñanza del Hoʻoponopono podemos borrar los
pensamientos negativos y recuperar la paz interior.

Ya iremos profundizando en estos temas. Por lo pronto, me interesa
mucho que entiendas la importancia que tienen nuestros pensamientos a
nivel cuántico, ya que estos no solo conforman la materia prima de la
creación el universo, sino que son capaces de crear futuros potenciales y
modificar, de esta manera, la realidad en que vivimos. En cuanto logres
comprenderlo a plenitud, te darás cuenta, de manera incontrovertible,
que la realidad que estás viviendo en este preciso instante la has creado
tú mismo con base en tus pensamientos pasados.

Por lo tanto, si vives como vives no tiene que ver con las circunstancias,
sino con los pensamientos que has tenido en los últimos días, semanas,
meses, o años. Tu realidad económica, tu estado de salud, tu relación
sentimental, todo tiene que ver con los pensamientos pasados. Necesitas,
entonces, revisar los pensamientos y emociones que has tenido con
respecto a todos estos temas para entender tu realidad presente. Ese es,
pues, el primer paso para asumir la responsabilidad de ser un cocreador.

Este es precisamente el tema que vamos a tratar en este primer Módulo
de nuestro Programa GrandiosaMente:

Cómo nuestra mente es capaz de crear y cómo podemos participar
de este proceso siendo cocreadores.

Para ello, haremos un recorrido por los postulados más importantes de
algunas de las mentes más grandes de los últimos tiempos, tales como
Gregory Bateson, Margaret Mead, Richard Bandler, John Grinder,
Virginia Satir, Fritz Perls y Milton Erickson.

Abordaremos estos planteamientos tomando como base campos de
estudio tan diversos como los son la Programación Neurolingüística, la
Psicología, la Filosofía, el Humanismo, la Biología y la Antropología, con el
único propósito de ampliar nuestra comprensión de la mente humana. En
términos generales, intentaremos entender cómo funciona, desde una
perspectiva científica, este proceso creativo del que hemos estado
hablando.

Ken Wilber, uno de los más grandes filósofos de los últimos años, nos
dice que para integrar el conocimiento y lograr el verdadero desarrollo de
la consciencia se requiere, entre otras cosas, de un enfoque integral, que
nos permita relacionar, integrar y sintetizar todos los descubrimientos y
conocimientos realizados por la humanidad en un orden
epistemológicamente coherente, a pesar de sus distintos aspectos y
complejidad.

Wilber llama «sintetizadores» a esos individuos que cuentan con una
intuición tan grande que les permite sintetizar —de ahí el nombre— el
conocimiento para una mejor aprehensión. Además, considera que son
ellos, por su gran capacidad de establecer conexiones y redes de relación
sobre muchos aspectos de la realidad, quienes dominarán al mundo en el
futuro.

Tomando en cuenta lo postulado por Wilber, podemos afirmar que uno
de los más grandes sintetizadores de los últimos tiempos es, sin duda,
Gregory Bateson, considerado por muchos como el abuelo de la
Programación Neurolingüística. De hecho, considero que no hay mejor
forma de describir a Bateson que como un gran sintetizador, capaz de
extraer conocimiento de aquí y allá, relacionarlo y esquematizarlo en algo
mucho más simple, práctico y concreto.

Es gracias a Bateson que podemos comprender cómo funciona el
poder creativo de la mente. Como buen antropólogo, Bateson estaba
interesado en el comportamiento y funcionamiento de la mente, pero no
solo desde un punto de visto evolutivo, sino que intentaba abordar el
asunto desde diferentes perspectivas. De este modo, logró integrar
diferentes campos de estudio como la antropología, las ciencias sociales,
la lingüística y hasta la cibernética para entender los procesos mentales
que dan lugar a la comunicación de los seres. Así, lo mismo estudia a
delfines, pulpos y primates que a esquizofrénicos y alcohólicos.

Una de sus líneas de investigación más interesantes es aquella que
tiene que ver con el aspecto creativo de la mente del que venimos
hablando. Y es que para Bateson, la mente, el espíritu, el pensamiento y la
comunicación se conjugan con la dimensión externa del cuerpo para
construir la realidad individual de cada sujeto; el cuerpo trasciende la
esfera de lo material a través de dichos aspectos, los cuales llegan a
constituirse como las principales formas de cohesión psicológica y social
humanas. A este modelo lo denominó Gramática Transformacional.

Es, pues, gracias a sus vastos conocimientos, resultado de los distintos
campos de estudio que abarcaba, pero, sobre todo, a su gran capacidad de
síntesis, que los investigadores —y padres de la Programación
Neurolingüística— Richard Wayne Bandler y John Thomas Grinder lo
consultaron para desarrollar sus primeros postulados.

Bandler se encontraba recopilando el material que Fritz Perls,
creador de la Terapia de Gestalt, había dejado al morir. Para ello, tenía
que revisar cientos de horas de grabaciones de terapia que entablaba
Perls con sus pacientes. Durante el proceso, Bandler advirtió que existía
ciertos patrones lingüísticos de comunicación, tanto del terapeuta como
de los pacientes. Fue así como se le ocurrió desarrollar, con ayuda de
John Grinder, un modelo sistematizado de todos los patrones de lenguaje
verbal y no verbal, de manera que pudieran ser reproducidos.

Al cabo de varios meses de estudio, Grinder y Bandler llegaron a la
conclusión de que la estrecha relación entre el lenguaje y la mente afecta
a nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestro comportamiento, toda
vez que las personas interpretaban la realidad por medio de
representaciones. A estas representaciones las denominaron «mapas», los
cuales podían contener aspectos relevantes, per también algunos que
resultaban poco útiles para la vida de una persona.

Mediante este modelo, Grinder y Bandler podían abordar de forma
práctica, útil y eficaz, la comprensión y modificación de la conducta
humana en cualquier contexto. Se percataron que los componentes del
pensamiento, de las emociones y de las actuaciones, se podían ordenar de
tal forma, a través de complejos procesos neurológicos, de modo que
podían modificar comportamientos. A esta metodología la denominaron
«modelar», y consiste, específicamente, en re-crear comportamientos
específicos.

Por supuesto, el trabajo de Bateson, que poseía un fuerte enfoque en la
ecología como una construcción psicológica, había tenido una gran
influencia en ambos investigadores y ese fue uno de los motivos
fundamentales para buscar su asesoría. Bateson fue capaz de estudiar
sus avances y proponer soluciones y nuevas rutas de experimentación.
Les decía «ve por aquí, ve por allá» y esto contribuyó considerablemente
al desarrollo de la Neurolingüística. De hecho, es el propio Bateson el que
les pone en contacto con el reconocido psiquiatra Milton Erickson, quien
era un íntimo amigo y colega suyo, para comprender el inconsciente, de
modo que pudieran profundizar aún más en la relación que guardan la
mente y el lenguaje para modificar la realidad.

En ese entonces, Erickson venía trabajando con la hipnosis. De la
observación del trabajo de Erickson, surgió el denominado Modelo
Milton, que no es otra cosa más que la forma en que Erickson utilizaba el
lenguaje para inducir estados de trance. A grandes rasgos, el Modelo
Milton se basa en una forma de hablar intencionalmente imprecisa, que
crea en la mente del individuo el espacio necesario para crear una nueva
representación de esa realidad problemática o disfuncional.

Esto fue un gran hallazgo y constituyó la piedra angular de lo que hoy
conocemos como Programación Neurolingüística. Y en gran medida, se lo
debemos a Gregory Bateson, pues, como ya hemos visto, actuó como
sintetizador para encontrar nuevas rutas de investigación y así, hacer
avanzar el conocimiento. Es gracias a su gran capacidad de relacionar los
distintos conocimientos a su alcance que la Programación
Neurolingüística prácticamente cobra vida. Él fue la guía, la batuta, la luz
que iluminó el trabajo de Grinder y Bandler. De ahí que un filósofo como
Ken Wilber afirme que son lo sintetizadores —personas como
Bateson— quienes dominarán al mundo en el futuro.

Ahora bien, regresando a la Gramática Transformacional que plantea
Bateson, en términos simples, este modelo plantea que la forma de
hablar una persona puede llegar a modificar su realidad.
Esto es, precisamente, lo que venimos estudiando:


El pensamiento se verbaliza y, una vez que esto ocurre, se
materializa.


Por ejemplo, cuando una persona que tiene migraña expresa: «la
cabeza me estalla» está realmente verbalizando una situación que va más
allá del simple dolor de cabeza.

Analicémoslo a profundidad. Si dividimos por sílabas la palabra
«estalla», encontramos lo siguiente: ES - TA - LLA, lo cual puede
escucharse como «Está allá». Estalla = Esta allá.

Efectivamente, el individuo siente que la cabeza le estalla, le explota,
pero esto es debido a que su cabeza «está allá», es decir no está aquí, en el
presente. ¿Dónde está entonces? Evidentemente, si no está en el presente,
quiere decir que está en el pasado o en el futuro. Es decir, o está atorada
en acontecimientos que ya ocurrieron o está turbada por todo aquello que
puede pasar y que aún no ocurre.

Efectivamente, la cabeza duele como si explotara y la razón de eso es
porque no está aquí. Está en otro lado. Por tanto, cuando el individuo
expresa que la cabeza le estalla, está hablando de dos circunstancias que
se relacionan, pero que son distintas: por un lado el dolor y por el otro, la
causa de ese dolor. El mismo está nombrando el síntoma y lo que
ocasiona ese síntoma. Dicho de otro modo, la situación «mi mente está en
otro lado» crea una realidad llamada «migraña» y que se siente como un
estallido.

A grandes rasgos, en esto consiste la Gramática Transformacional de
Bateson, la cual se explica mucho mejor en la publicación que hace con
sus colegas Grinder y Bandler, titulada La estructura de la magia, en la
que también participa el célebre Noam Chomsky. En ella, Bateson y
compañía analizan cómo las palabras tienen una estructura superficial,
pero también una estructura más profunda, tal y como hemos visto en el
ejemplo anterior.

Nosotros hemos tomado, precisamente, estos postulados para
desarrollar este Programa que tienes ahora en tu poder. De hecho, desde
el título puedes advertir cómo hemos puesto en práctica la Gramática
Transformacional.

GrandiosaMente, que en su gramática estructural alude a algo
sobresaliente, magnífico, que es, precisamente el futuro que tú puedes
crear. Transformar tu realidad para convertirte en un ser sobresaliente,
distinguido. Extraordinario.

Sin embargo, en una estructura más profunda, el título alude al
principio, es decir a la causa, la razón que te permite lograr esto. Es decir,
puedes llegar a ser alguien extraordinario y sobresaliente, gracias al
poder de tu mente. Tu mente grandiosa. La Grandiosa Mente que tienes.

Pero hay todavía un significado mucho más profundo: Gran Diosa
Mente, y que se refiere, de forma más específica, al poder creativo de la
mente.

En este caso, notarás que la palabra que se refiere a lo divino está en
femenino: Diosa. Esto, por supuesto, es intencional, porque alude a la
parte femenina de la energía que se requiere para la creación.

Aquí cabe hacer una aclaración: no estamos diciendo que el poder
divino sea hombre o mujer, Dios o Diosa; no se trata de una cuestión de
género. Lo que estoy tratando de explicar es que la energía que se
requiere para se divide en dos: una parte masculina y otra femenina. La
dividimos así por razones prácticas, Ciertamente podríamos haberlas
llamado energía derecha y energía izquierda, o energía roja o azul, o
energía alta y energía baja, etcétera. En este caso, decidimos nombrarlas
energía femenina y energía masculina, porque guardan ciertas similitudes
con el género al que hacen referencia. Por ejemplo, la energía femenina —
o Yin, como se le conoce en el taoísmo— es la energía receptiva, creativa e
imaginativa, mientras que la energía masculina, el Yang es la dinámica,
activa, y regula la capacidad de dar.

Como puedes ver, estas energías pueden haber tomado su
denominación al observar cómo participan el hombre y la mujer en la
creación, específicamente la procreación, el engendrar un ser humano. El
hombre es el que tienen la capacidad de dar. Proporciona el esperma y
para ello requiere de una actitud dinámica y activa —viril— para
fecundar a la mujer. Por su parte, la mujer es receptiva y en su interior se
forma el nuevo ser humano.

Así, pues, hablamos de dos aspectos de una misma energía: el aspecto
femenino y el masculino. Pero uno no excluye al otro. Como bien lo
muestra el taoísmo, En el Yin se encuentra el Yang y viceversa. Cada parte
necesita de la otra para lograr el equilibrio.

Por lo tanto, como puedes ver, no se trata de una cuestión de género.
Todos, hombres y mujeres, tenemos en nuestro interior los dos tipos de
energía: la femenina y la masculina. La armonización de estas energías es
fundamental para lograr el equilibrio, logrando, de esta manera, que
todos nuestros proyectos obtengan buenos resultados.

No obstante, cuando hablamos del poder creativo de la mente, estamos
hablando de la parte femenina de la energía, la que concibe. Yo, en lo
personal, lo visualizo como una Diosa. Una Diosa Mente, una Diosa
creadora, la Gran Mente Universal de la que todos estamos hechos a
imagen y semejanza. De ahí el nombre: Gran Diosa Mente.

Pero todavía podemos encontrar en el título un nivel mucho más
profundo, y que se refiere a lo que en Lógica y Filosofía se conoce como
silogismo. Como sabes, el silogismo es la forma de razonamiento lógico
deductivo, por la cual se llega a conclusiones a partir de dos
proposiciones distintas.

El silogismo es una herencia del pensamiento griego. Sócrates, Platón
y Aristóteles fueron pioneros en este tipo de razonamientos. Por
ejemplo:

a) Todos los hombres (A) son libres (B)

b) Nicolás (C) es un hombre (A)

Por lo tanto:

c) Nicolás (C) es libre (A).

El cual podemos interpretar de la siguiente manera:

A = B (léase A es igual a B)
B = C (léase B es igual a C)

Por lo tanto:

C = A (léase C es igual a A)

Dicho de otra forma:

A es a B, como B es a C.

Esta expresión «como… es a…», resulta muy importante en el lenguaje
lógico deductivo —así como en la Programación Neurolingüística— ya
que sirve para establecer equivalencias y relaciones.

Cuando decimos «X es a Y», estamos estableciendo una relación, en este
caso de igualdad. En el ejemplo que veíamos «A es a B, como B es a C», lo
que quiere decir que A, B y C son iguales.

Y si aplicamos esta forma de expresión a la Gramática
Transformacional de Bateson, entenderemos como podemos establecer
conexiones y redes de relación sobre muchos aspectos de la realidad, es
decir, podemos ser sintetizadores.

Algunos ejemplos: «Dinero es a abundancia», «Tiempo es a dinero»,
«Salud es a bienestar». En estas expresiones estamos estableciendo
equivalencias, y cuando nuestra mente comprende la relación entre
ambos conceptos, se modifica a nivel neuronal. Cambia nuestra
percepción sobre una situación.

Imagina una persona a la que toda la vida, desde pequeño, le han dicho
que el dinero es sucio, mal habido, inmoral. Es decir, «el dinero es a
suciedad», «El dinero es a corrupción», «el dinero es a injusticia». ¿Qué
ocurre con esa persona? Su mente se programa bajo este precepto
porque, a nivel neuronal, ha establecido estas relaciones. No obstante, la
buena noticia es que estas pueden modificarse, como veremos a detalle en
los siguientes capítulos.

Por lo pronto, me interesa explicarte este último nivel estructural en el
título del Programa.

Ya hemos visto los anteriores:

• GrandiosaMente, que, de manera literal, alude a algo
sobresaliente.

• La Grandiosa Mente, por que es gracias a tu mente que podrás
lograr ser ese individuo sobresaliente.

• Y en tercer lugar, la Gran Diosa Mente, que se refiere al poder
creativo —energía femenina— de la mente.

Por lo tanto, el cuarto nivel es, ahora, un silogismo: Gran Diosa a
Mente.

De esta manera, queremos establecer una relación de conceptos,
promoviendo una modificación a nivel neuronal.

Gran Diosa a Mente

Lo que quiere decir:

Gran Diosa = Mente.

El poder creador es la mente. Tu Mente.

Mente que, como ya hemos mencionado, está hecha a imagen y
semejanza de la Gran Diosa Creadora del Universo.

La mayoría de las personas creen que la semejanza con Dios, según lo
explica la Biblia, tiene que ver con la parte física: un cuerpo, con dos ojos,
dos brazos, dos piernas, etcétera. Pero no es así, nuestra semejanza es
más profunda: no se refiere a lo físico, sino a lo mental, a nuestra
capacidad creadora.

Esto es tan solo una muestra de cómo nuestro Programa ha sido
diseñado minuciosamente, hasta el último detalle, comenzando con el
título.

De ahí que cuando digo que el conocimiento que aquí se comparte es
categórico, no se trata de una exageración. Es, nada más y nada menos,
que el resultado de varios años de práctica e investigación en temas como
la programación neurolingüística, la hipnosis ericksoniana, la corriente
Gestalt y la física cuántica. Por lo tanto, puedes estar seguro que ninguno
de los temas que aquí vamos a tratar son conjeturas. Tú mismo podrás
comprobar que cada concepto está fundamentado con hechos y con datos
científicos.


Esta es la verdad, lejana de cualquier velo de falsedad.


Por supuesto, nunca falta aquel que cree que puede refutar todo el
conocimiento que este Programa contiene. A estas personas yo las
exhorto a que lo intenten. Intenten refutar lo que aquí se dice, pero con
hechos. Con datos verificables y cuantificables.

Y es que una verdad tan evidente como la que estoy a punto de
presentarte es innegable. Y es que luego de entender los conceptos de
este Programa, ¿quién podría negar, por ejemplo, que una persona con
cáncer, diabetes o cualquier otra enfermedad, o con problemas
económicos o sentimentales, se encuentra en tal situación porque ella
misma ha creado esa realidad?

Solo basta hacer un estudio minucioso de su pasado para encontrar las
relaciones mentales que ha establecido a lo largo de su vida. Una vez que
logramos mirar, bajo este método, sus años de crianza, infancia,
adolescencia, etcétera, se van haciendo evidentes los programas y virus
mentales. Frases categóricas como «el dinero es sucio», «todos los
hombres son iguales», «las mujeres solo sirven para una cosa», y muchas
otras se vuelven cotidianas, y lo que es peor, van formando la mente del
individuo. Todos estos pensamientos, entonces, son enviados al campo
cuántico y se crea una realidad, en este caso de carencia: carencia
afectiva, emocional, económica, de salud o de cualquier otra índole.
Por el contrario, si analizas la historia de personas exitosas, saludables,
rodeadas de amor, bienestar y seres queridos, puedo asegurarte que
encontrarás que sus pensamientos son diametralmente opuestos.
Estamos hablando, en estos casos, de personas que han aprendido a
pensar de modo diferente, creando, de esta manera, una realidad distinta,
una realidad de abundancia.

Esta es, pues, la prueba absoluta de que somos cocreadores.
Participamos del poder creativo de la Mente Universal.

Sin embargo, pienso presentarte datos. Datos comprobables,
verificables. Datos científicos, pero también datos respaldados por la
Filosofía, la Antropología, las Ciencias Naturales, la Psicología y demás.

Por el momento, solo te voy a dar una probadita, para que te des cuenta
de lo que estamos hablando: la capacidad que tiene la mente de
transformar la realidad a un nivel subatómico ya ha sido probada por la
ciencia. De hecho, es un tema de estudio en la Física, particularmente
aquella que estudia la naturaleza a escala muy pequeña y el
comportamiento de las partículas atómicas y subatómicas, la Física
Cuántica.

Todo comienza cuando los físicos Werner Heisenberg y Niels Bohr
publicaron lo que hoy se conoce como La interpretación de
Copenhague, en donde afirman que las partículas subatómicas son
«nubes de probabilidad». Según ellos, las partículas subatómicas se
pueden comportar de dos formas: como materia o bien como patrones de
ondas. Sin embargo, resulta imprevisible saber con certeza si una
partícula subatómica se manifestará como una u otra. Aquí, lo
verdaderamente interesante es que las partículas subatómicas suelen
comportarse como materia cuando alguien las observa y como ondas
cuando no se les observa. Es decir, el acto de observarlas modifica su
comportamiento. De ahí, se desprende la conclusión de que el
observador influye con la observación y, de esta manera, termina
convirtiéndose en un cocreador de la realidad.



Ahí está, demostrado científicamente por la Física Cuántica. No lo digo
yo, lo dicen Heisenberg y Bohr, y todos los científicos que vinieron
después, muchos de ellos ganadores del Premio Nobel:


El observador de un experimento afecta los resultados del propio
experimento.


Ahora bien, más allá de los hechos, de los datos verificables, la pregunta
que me hace mucha gente —y que, sin lugar a dudas, debes de estar
haciéndote ahora mismo— es si tú podrás ser capaz de lograrlo. ¿Será
fácil? ¿Será algo que podré yo hacer?¿Cuánto esfuerzo requiero para
dominar tu mente y transformar una nueva realidad para ti?

Yo te respondo: sí, es posible. Es tan sencillo como pensar.
Ciertamente se requiere de esfuerzo, paciencia y mucha práctica, pero,
sobre todo, de estar dispuestos a lograrlo. Ser receptivos, optimistas. Ser
perseverantes. Es por eso que he querido comenzar este Programa con
esa máxima: el universo es mental y tú estás hecho a imagen y
semejanza de la Gran Mente Creadora.

Ten confianza en tu capacidad creadora. Recuerda: Gran Diosa a
Mente. Tu mente crea. Confía, entonces, en la Gran Diosa Mente, tu
Grandiosa Mente. Solo entonces, podrás transformar tu realidad de
manera grandiosa…

GrandiosaMente.




CAPÍTULO 2


En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y Dios era uno con
el verbo.

Es así como inicia el Evangelio según San Juan. Es interesante porque se
relaciona directamente con todo lo que hemos venido analizando. ¿Qué
nos dice San Juan con estas palabras? Que Dios es Verbo y conforme va
nombrando la existencia, La Creación tiene lugar.

Lo que describe el santo no es otra cosa que el poder creativo de la
mente en acción. Antes de la Creación —antes del Big Bang, según los
científicos— todo se encuentra en un estado preverbal, es decir, antes de
que el pensamiento de Dios se haga palabra. Es tan solo, como habíamos
dicho, energía fluctuando en el campo cuántico, a un nivel subatómico.
Todo está dispuesto para que las partículas se dispongan de cierta forma,
dando lugar a la creación. Pero para ello, se requiere de la información
pertinente que le indique a las partículas cómo es que deben acomodarse.
Esta información no es otra más que el Pensamiento de Dios, que se
materializa en el momento en el que se verbaliza. Es en ese momento, y
no antes, cuando su pensamiento se hace realidad.


Cuando verbalizas la información y la energía, estas se acomodan
de manera diferente para crear eso que has verbalizado. Es a lo que
llamamos el poder de la palabra.


Conforme este ejercicio de creación mental se haga cada vez más
frecuente, comenzarás cómo todo lo que te rodea comienza a vibrar en
sintonía con tus pensamientos, ya que la realidad que has pensado y
verbalizado ha comenzado a manifestarse.

Quizás habrás notado alguna vez que, cuando quieres crear algo o
emprendes un nuevo proyecto, comienzan a aparecer por casualidad
ciertas señales afines, relacionadas con ese proyecto.

Por ejemplo, quizás llevas muchos años pensando en renunciar a tu
trabajo y abrir una tienda. Todo es rutinario hasta que, un día, por fin
sientes que esa idea es posible. Aún no la concretas, pero la sientes cada
vez más real. A partir de ese instante, comienzan a suceder una cadena de
«casualidades» a tu alrededor. Y entrecomillo la palabra porque, como
veremos, esto nada tiene que ver con la casualidad. Por el contrario, es el
universo reacomodándose para materializar la nueva realidad que has
pensado.

El caso es que estos eventos «casuales» pueden pasar desapercibidos,
en un principio, pero conforme la idea se va haciendo más fuerte en tu
pensamiento, estos se vuelven, a su vez, cada vez más evidentes: un
anuncio en un periódico, una película sobre alguien que está en la misma
situación que tú, una publicación en Facebook sobre cómo abrir tu
propio negocio, etcétera.

Estas son las señales que nos indican que estamos cambiando nuestra
realidad. El universo se está modificando y nos envía información que
puede servirnos de inspiración. Es, por lo tanto, un periodo muy
edificante, un proceso bastante constructivo.

Pero, sobre todo, es un proceso que nos brinda mucha claridad mental
y mucha calma. Hay quienes creen que el proceso creador consiste en
acción, acción y más acción. Estar en una actitud obsesiva-compulsiva,
trabajando las 24 horas del día para cambiar la realidad. Pero no es así.
Por el contrario. El proceso creativo es tranquilo. Se siente un gran alivio,
una paz mental y hay mucha distensión. Es como un río que fluye. Un
fuerte y energético, sí, pero un río sin obstáculos.

Cuando uno está agitado, trabajando sin descansar, obsesionado
con el cambio, uno no siente paz ni claridad, siente estrés, opresión,
resistencia. Es un proceso bastante agotador que lo deja a uno sin
energía. Uno siente que no está donde debe estar. La mente estalla,
está allá.

El proceso creativo, en cambio, es un proceso pacífico, inspirador y
muy edificante que lo llena a uno de energía. Uno siente que está
donde le corresponde, donde debe estar. Uno siente que así deben ser
las cosas.
Ciertamente, el proceso requiere de acción, pero no debemos entender
esto como ponernos a hacer mil cosas a la vez. De hecho, te darás cuenta
que cuando estamos creando, las tareas no las determinamos nosotros,
nos llegan solas. Como te decía, son paquetes de información que el
universo comienza a enviarte, son las señales inequívocas de que un
cambio está ocurriendo.

Te llega, entonces, inspiración de todas partes. Como te decía, al
principio, te puede parecer una casualidad, pero no lo es. Son pequeños
milagros que tu mente ha llevado a cabo y que están relacionados con tu
proceso creador. Abres un libro y en esa página está la respuesta que
buscabas, enciendes la televisión y hay un programa que se relaciona con
tu deseo, vas por la calle y te entregan una publicidad con información
fundamental para llevar a cabo tu proyecto.

¿Qué está sucediendo? Como bien dice la Ley de la Atracción: el
universo está conspirando para ti. Felicidades, porque, cuando esto
sucede, quiere decir que ya te encuentras, nada más y nada menos, en el
proceso creador y estás recibiendo constantemente ideas, conceptos,
información de todas partes. ¿Qué está sucediendo? Que estás
transformando el Universo, ni más ni menos.

Ahora bien, ¿qué necesitamos para comenzar a crear?

En principio, debemos ser muy valientes. Se requiere de mucha valentía
para alejarse de los conceptos tradicionales que nos han inculcado. Me
refiero a todo aquello que la sociedad define como bueno o malo,
concerniente a temas como la salud, el dinero, el amor, pero, sobre todo y
principalmente, con todo aquello relacionado con Dios.

La gran mayoría de nosotros nos hemos criado con la noción de un Dios
punitivo, que todo lo ve y todo lo juzga y que, como dice el Credo católico,
«de nuevo vendrá con furia para juzgar a vivos y muertos», enviando a
quienes considere justos y buenos al cielo, y a todos los demás al infierno.

Indudablemente, no resulta nada fácil dejar atrás ese concepto, a pesar
de que nos ha hecho mucho daño. Y es que si relacionas a Dios con un
poder de hostil y vengativo estás, efectivamente, alejándote de la
capacidad creadora que hay en tu ser, precisamente porque relacionas
esta capacidad con algo negativo.

Por lo tanto, lo primero que necesitamos hacer es romper con este
paradigma. Y para ello, como te decía, se requiere de mucha valentía y
fuerza de voluntad. Repito, no es algo sencillo, pero tampoco es imposible.

Resulta difícil, porque tales nociones están relacionadas directamente
con las personas que nos inculcaron tales conceptos, muchas veces
personas entrañables para nosotros, personas que amamos, como
nuestros padres, nuestros abuelos, etcétera. Creemos, por tanto, que
romper con estas creencias es romper con ellos. Pero no es así.

Lo cierto es que no tiene nada de malo cuestionarlos para crecer y
evolucionar. Lo verdaderamente trágico está en seguir estos conceptos a
ciegas, sin cuestionarlos, solo porque es lo que nos enseñó una figura de
autoridad: nuestros padres, alguien que admiramos, alguna celebridad,
alguna eminencia, etcétera.

Estas ideas pueden tener buenas intenciones, pero eso no quiere decir
que sean para nosotros. Eso no quiere decir que hagan daño. Por
supuesto, nuestros seres queridos nos las han inculcado con mucho amor
y con el más grande anhelo de que nos sirvan para la vida, pero hay que
considerar que pueden estar equivocados.


Cada ser humano es distinto y lo que es cierto para algunos, no
necesariamente es cierto para los demás.


En cualquier caso, consideremos que no es su culpa, de la misma forma
que no es tu culpa haber adoptado esas creencias. Es simplemente una
cuestión de herencia. Una noción equivocada que se va transmitiendo por
generaciones. Sin embargo, ahora tú tienes en tus manos la posibilidad de
romper esta cadena de desinformación.

Si quieres dar el primer paso para volverte un cocreador de la Gran
Mente Universal, antes debes cuestionar tus creencias para poder percibir
la realidad con una perspectiva propia, una que se adapte a lo que tú eres,
no a lo que tus padres y tus abuelos esperan que tú seas. Una perspectiva
acorde a tus sueños, a tus ideales, a tus experiencias, no acorde a los
sueños y experiencias de alguien más.

No obstante, este proceso de análisis debemos procurar hacerlo sin
enojo ni prejuicios. Por supuesto, encontraremos que muchas de las
enseñanzas de nuestros padres, abuelos, maestros y demás figuras de
autoridad están equivocadas.

Y sin embargo, también habrá enseñanzas que son adecuadas por las
que debemos agradecerles. Las cuestionas, las modificas y ya está. No le
guardas rencor a tus padres o les reclamas por haberte inculcado tales o
cuales creencias. Antes, por el contrario, les agradeces que, con las
mejores intenciones, intentaron inculcarte un sistema de creencias, de
modo que pudieras diferencias lo que es bueno de lo que es malo.
Agradece, también, que te hayan inculcado tantas otras ideas que sí te
resultaron de provecho.

Al final de cuentas, todas estas creencias te hicieron lo que eres
actualmente. Son nociones que te fueron inculcadas porque deseaban lo
mejor para ti. Es, pues, su forma de amarte y protegerte. Al ponerlas en
duda, invalidas la idea, no a la persona que te inculcó esa idea. Y lo haces
con el único fin de poder avanzar y evolucionar, no de generar
resentimientos que nos mantengan dando vueltas en un mismo tema.

Cuestionar estas nociones no quiere decir romper con tus seres
queridos, simplemente es un paso necesario para reorganizar tu relación
con todos estos conceptos, para recuperar tu sintonía con Dios y volverte
cocreador. Pues, como dice la Biblia, estás hecho a su imagen y
semejanza, es decir, con capacidad de cocrear.

Comencemos, entonces, reconciliándonos con Dios, cambiando en
nuestra mente la noción que tenemos de él. El poder creador está
relacionado con el amor. En la creación del Universo se manifiesta el más
grande acto de amor. La Gran Mente Creadora nos crea porque nos ama.
Somos su gran anhelo hecho carne.

La Biblia nos dice: «Dios es amor».

Nosotros decimos, aplicando la Gramática Transformacional: Dios es
a amor.

Eso quiere decir que el acto de crear es un acto de amor. Por lo tanto,
cuando tú decides participar de este poder creador, es una manifestación
de amor. Crear, asumir tu poder creador, es la mejor forma de amarte.

La Gran Mente Universal ya te ha dado los dones, te ha compartido la
capacidad creadora. Asumir tu responsabilidad cocreadora es, por tanto,
la forma de corresponder su amor.


Te amas cuando creas para ti lo que deseas.


Pero también amas a Dios. Porque el poder creador se realiza a través
de ti. Así, cuando tú participas de los dones que se te han otorgado, es la
forma como el poder creador se alaba a sí mismo, se realiza y se ama a sí
mismo a través de ti.

Y lo mismo ocurre con los demás. Cuando participas del poder creador,
también amas a tu prójimo. Porque no creas una realidad exclusiva para
ti. Modificas el universo y al hacerlo, estás modificando la realidad de
todos aquellos que te rodean.

Así, pues, cobra vida otra gran máxima de Jesús: «ama a tu prójimo
como a ti mismo». Puedes demostrar el gran amor que tienes a los demás,
el gran amor que profesas a los demás, creando un Universo que se a
benéfico para todos ellos. Te amas cuando creas para ti la realidad que
deseas, y amas al otro como a ti mismo cuando creas para ellos la realidad
que ellos desean.

Sin duda, s trata de una gran responsabilidad. Es por ello que decimos
que se requiere ser osado y muy intrépido para poder participar de la
experiencia del poder creador. Ocurre en el momento en que asumes que
estás hecho a imagen y semejanza de la Mente Universal y, por tanto,
posees también la capacidad de crear. Se requiere ser osado para
asumirlo, para dar ese paso y hacerte responsable de tu propio poder
creador.

Y es que, en un principio, asumir la responsabilidad de crear puede
parecer aterrador. En parte por la incertidumbre, no sabes qué va a
suceder, qué va a ser de tu vida. El primer paso siempre parece incierto.
Pero además, resulta aterrador porque comprendes que todo lo que siga
depende de ti y de nadie más.

Voy a ponerte un ejemplo: imagina a alguien que recibe esta
información. Se le dice: «tú tienes el poder de crear tu realidad». Esta
persona lo cree, pero, a pesar de ello, decide no hacer nada. Tal vez
porque no sabe por dónde comenzar, tal vez porque duda un poco, tal vez
porque le asusta tener tanto poder. El caso es que termina dejando la
creación para después, y decide que sean las cosas las que le pasen, que
su vida sea resultado de las circunstancias.

Metafóricamente hablando, se sienta sobre sus manos, en lugar de
ponerlas a trabajar. A pesar de que sabe que puede ser un cocreador,
decide hacer a un lado sus talentos, los aparta de si, los rechaza, rechaza
esos dones que el creador le dio.

Luego de un tiempo, las circunstancias no son favorables para este
individuo. Enferma, pierde dinero, pierde a sus seres queridos, lo
despiden de su trabajo, etcétera. En ese momento, el individuo, que ya ha
olvidado que la responsabilidad es suya, comienza a culpar a todos: a
Dios, a sus jefes, al destino, a sus familiares, a la economía, etcétera. Está
tan enojado y frustrado que ya ni siquiera busca quién se la hizo, sino
quién se la pague. Culpa a todos de las circunstancias, del rumbo que
tomó su vida. Y se dice a si mismo: «esta no es la vida que había
imaginado, así no debían ser las cosas, algo salió mal».

Sin embargo, el único responsable de esa vida que está viviendo, es él
mismo. Él que por miedo decidió sentarse sobre sus manos y dejar que el
tiempo pasara. Él que por duda, prefirió que fueran las circunstancias las
que crearan su vida, en lugar de tomar las riendas y hacerse responsable.

No hay un solo momento en tu vida en que el poder creador no esté
trabajando; siempre está contigo. Así mismo, no hay solo momento en el
día en que ese poder creador no esté trabajando. Siempre está creando.
En este instante, en este momento, los pensamientos que estás teniendo
sobre esta información se están enviando al campo cuántico y están
creando algo. Puede ser algo positivo o, por el contrario, algo negativo. Si
no estás creyendo nada de lo que te digo, eso también se envía al campo
cuántico y crea. Estás creando una realidad, para bien o para mal.

Por lo tanto, cuando asumes que eres creador de tu realidad, quiere
decir que si vives en la carencia, en la enfermedad, en el desamor, el único
responsable de ello eres tú. No hay nadie más a quien culpar. Esta idea
puede resultar aterradora para muchos. Sin embargo, es también
liberadora. Tú eres el único responsable de tu destino. Tú eres el único
que puede hacerlo realidad .


Es por eso que requieres valor para asumir el papel de cocreador, al
tienes derecho, te mereces y es tu decisión tomarlo si así lo deseas.


Ese poder creador no te lo voy a dar yo, ya lo tienes. No te lo va a dar
este curso, ya es tuyo. Aquí solamente vamos a mostrarte las
herramientas para que puedas apoderarte de él y así crear la realidad que
tú deseas, la que te mereces. Así, pues, vamos a eliminar todos esos
sabotajes, todos esos bloqueos que te impiden acceder a tu poder creador.

Y para comenzar, vamos a dar gracias por lo que tenemos, bueno o
malo, y a partir de este mismo momento vamos a tomar el control. Lo que
ocurra a partir de este momento depende de ti y de nadie más.

Es por eso que, como ya decíamos, el don más grande que puedes tener
para comenzar a crear es ser arrojado y valiente. Valiente para romper
con nociones equivocadas del pasado y valiente para asumir la
responsabilidad que conlleva ser un cocreador.


Pero se requiere ser valiente, además, para impedir que sean otros
los que tengan ese poder creador sobre ti.


Esto último es de vital importancia. ya que, después de todo, aunque
este conocimiento es aún desconocido para muchos, no lo es para todos.
¿Nunca te has preguntado porqué el poder político, social y económico
se encuentra en manos de unos pocos, y por qué al resto de la humanidad
le están difícil acceder a estas posiciones de poder?

Tan solo el 1% de la población controla el 95% de la riqueza del
mundo. ¿Cómo es esto posible?

Esto, por supuesto, no es para nada accidental. Este 1% conoce
perfectamente todo lo que estamos viendo en este Programa. Pero saben,
también que se trata de información privilegiada. Saben que si el resto de
la población tuviera acceso a esta información, las cosas podrían cambiar
y ellos perderían sus riquezas. Por lo tanto, para evitarlo, desarrollan una
serie de estrategias que mantienen confundido al resto de la población,
como si se tratara de una venda que les impide ver la verdad. Los
mantienen a oscuras, incapaces de acceder a su poder creador.

Y es que, ¿de dónde vienen todas estas nociones de que el dinero es
malo, de que Dios castiga, de que buscar tu felicidad es pecado, etcétera?
Todas estas nociones, como ya hemos visto, son nocivas y mientras la
gente las crea, se mantendrá alejada de su poder creador.

Es por eso que este 1% domina al mundo. Son los dueños del dinero, de
petróleo, de la política, del armamento, de la industria farmacéutica, de
los medios de comunicación. Y constantemente están bombardeándonos
con nociones equivocadas, las cuales nos impiden acceder a nuestro
poder creador. Nos mantienen en un estado de alerta constante,
propiciando el miedo y culpa.

Si quieres dinero, es peligroso, porque propicias la envidia y te lo
pueden robar. Eso es miedo. Y te ponen noticias las 24 horas de asaltos,
robos, violencia. Además, es malo querer ser rico. Es un pecado. Eso es la
culpa.

Todo el tiempo —en la televisión, en la radio, en la publicidad, en los
periódicos— estamos recibiendo esa información y la asumimos como
cierta. Pero no lo es. Es el resultado del pensamiento de alguien más, a
quien le conviene mantenerte en ese estado. Son el resultado de paquetes
de energía e información que provienen de uno o varios individuos y se
dirigen al campo cuántico con el único propósito de acomodar la realidad
a su conveniencia, generando en el resto de los seres humanos miedo y
culpa. Esta es una realidad llena de enfermedades, llena de carencia, llena
de crisis, de violencia para todos, menos para quienes la han creado, a
quienes no les afecta en lo más mínimo porque son ellos quienes la
controlan. Es, en pocas palabras, la forma que tienen los poderosos de
controlarnos, de mantenernos sometidos a la realidad que ellos quieren.
De hacernos sus esclavos. Ellos lo conocen, lo dominan perfectamente,
por eso han creado la abundancia que han creado. Por eso son ricos y
poderosos. Ellos se realizan y nosotros somos paquetes de posibilidades
solamente.

Por eso es que te digo: se requiere ser valiente para impedir que sean
otros los que tengan ese poder creador sobre nosotros.

¿Hasta cuándo? Hasta que tú decidas lo contrario.

¿Cuáles son los pensamientos que pueden ayudarnos a cambiar los
paquetes de energía cuántica para derrotar al miedo y a la culpa? Es muy
simple: el amor.

Ya hemos visto que es el amor la forma más pura de participar de la
creación, de asumir los dones que nos fueron otorgados por ser hechos a
imagen y semejanza del poder creador. Al crear, amamos a Dios, amamos
al prójimo y nos amamos a nosotros mismos.

Así, esta forma de pensar va a crear una realidad completamente
diferente en tu vida.

Es por ello que se requiere una toma de consciencia, entender cómo
funciona esta realidad a partir del campo cuántico, a partir del poder de la
intención, a partir de la Ley de Atracción, de manera que esto nos permita
tomar las riendas de nuestra vida y modificar nuestra realidad.

Mientras sigamos ignorantes de esto, permitiendo que otros nos llenen
de miedo y culpa, y no de amor, va a ser muy difícil que logremos una
reali d
ad
d
i fere n
te p
ara l a m
ay
o ría d
e l as person
as. Ası ́ qu
e eso es lo qu
e
vamos a comenzar a hacer: vamos a apropiarnos de nuestra capacidad de
cocrear, a partir del amor y de una toma de consciencia de cómo funciona
la realidad.
CAPÍTULO 3


Estamos experimentando un cambio universal, el siguiente capítulo en la
evolución humana. Y es que cada vez hay más personas tomando
consciencia, cambiando el paradigma, difundiendo el mensaje. Entre más
seamos, más fácil nos será salir de esta crisis y dar el siguiente paso en la
evolución humana, una etapa de mayor abundancia, paz, amor.

Por eso te digo: date cuenta, abre los ojos. La verdadera crisis es una
crisis de pensamiento. Nos han programado por generaciones, de manera
que nuestra mente termina condicionada a difundir los mismo mensajes
de miedo y culpa, una y otra vez. Así es, desde que somos muy pequeños.
En la casa, en el jardín de niños, en la escuela primaria. Se nos educa para
tener pensamientos limitantes, para creer que las cosas así son y no
pueden cambiar, para conformarnos, para darnos por vencidos. Se nos
enseña a no soñar de más, a no ambicionar un mejor futuro, a no creer en
nosotros mismos.

«Todo lo que vale, cuesta trabajo», «Deberás ganarte el pan con el
sudor de tu frente», «El dinero es sucio» y tantos ejemplos más que nos
han inculcado nuestros padres, nuestros maestros, nuestras figuras de
autoridad. Pero ellos no tienen la culpa, ellos solo están repitiendo el
mensaje que sus propios padres les inculcaron, y así se va formando una
cadena infinita. Se trata de una herencia maldita que, hoy, por fin, gracias
a este conocimiento, eres capaz de romper de una vez por todas.

Los verdaderos culpables son aquellos, los que poseen el secreto de
transformar la realidad, pero que son lo suficientemente egoístas para
compartirlo. Son los mismos que te han puesto esa venda en los ojos. Los
dueños del mundo. Y si no me crees, ponte a hacer un poco de
investigación. Date cuenta de cómo todas estas personas, ese 1% que
ostenta el poder político, militar y económico han influido en la realidad
en que vivimos.

Por ejemplo, ¿tú sabías que fueron los Rockefeller quienes diseñaron
los programas educativos en América Latina? ¿Con qué fin?
Efectivamente, no fue por razones altruistas, sino para mantenernos
adormecidos. Diseñaron un sistema educativo deficiente, defectuoso con
el único propósito de amputarnos el espíritu, de amputarnos nuestros
sueños, nuestra capacidad de crear. Un sistema que forma mano de obra,
gente al servicio de la gran maquinaria industrial, esclavos del sistema
económico. Un sistema educativo que se especializa en formar
tecnócratas, no pensadores. Conformistas, no soñadores.

Y esto es tan solo un ejemplo de todo lo que han provocado. De ahí que
me atreva a afirmar que estamos viviendo una crisis de pensamiento.
Pero si modificamos nuestra forma de pensar, lograremos modificar
nuestro entorno y esta realidad que estamos viviendo actualmente
desaparecerá. Podemos cambiar el mundo que nos rodea, las estructuras
sociales, las injusticias, la desigualdad, la pobreza, la ignorancia y
construir un mundo más justo, más amoroso, más incluyente, más
equitativo. A eso me refiero, precisamente, con dar un salto evolutivo, dar
el siguiente paso en la evolución de la Humanidad.

Pero antes, necesitamos cambiar primero nuestras estructuras
mentales, modificar nuestros pensamientos, nuestras emociones y tomar
verdadera consciencia de nuestro poder creador. Convencernos de que
somos cocreadores y que cada pensamiento nuestro, cada emoción,
influye en el campo cuántico y es capaz de modificar las partículas
subatómicas. De esta manera es posible que transformemos el plomo en
oro, lo insignificante en algo valioso. El sueño del alquimista.

Recordemos el segundo precepto de la Tabla Esmeralda:


«Lo que está abajo es semejante a lo que está arriba y lo de arriba
es como lo de abajo, formando la Unidad».


Así, cuando aplicamos la Gramática Transformacional a este
precepto, tenemos que:


«Como es arriba es abajo».

Esto quiere decir que todo lo que sucede en cualquier nivel de la
realidad —ya sea física, emocional o mental— ocurre también en los
otros niveles. Son una unidad, tal y como nos lo indica la propia Tabla.

Lo que decimos arriba es lo que decimos abajo. Lo que es abajo es lo
mismo que es arriba. El grafito es a diamante, el plomo es a oro.

Es con base en este precepto que resulta posible transformar la
carencia en abundancia. Lo que no deseas en lo que deseas.

Y esto es posible aplicarlo en cualquier aspecto de nuestra realidad:
salud, bienestar, amor, justicia, etcétera. Por lo tanto, si realmente
deseamos cambiar las estructuras que rigen actualmente a nuestra
sociedad, necesitamos, primero, modificar nuestra estructuras mentales.

Una vez que descubres este secreto, te vuelves inmune al control que
otros puedan tener sobre de ti.


Tu maravillosa mente creadora, tu Grandiosa Mente no puede ser
afectada por lo que los demás piensen de ti.


Uno de los obstáculos más comunes y peligrosos que debemos superar
es dejar de buscar la aprobación de los demás. Dejar de vivir para el otro.
Esto es otro axioma que nos han inculcado desde pequeños. La necesidad
de ser aprobados por la sociedad, de pensar igual que todos, de contar
con el aval de los demás. Pero es también una gran trampa.

Se nos genera, entonces, el miedo a no ser como los demás, la culpa de
buscar caminos distintos. Y solo cuando lo hayas logrado, cuando ya no
requieras la aprobación exterior serás el dueño de ti mismo. Dueño de tus
pensamientos, de tu poder creador, de tu Grandiosa Mente.

Así, pues, esta es la realidad en la que vivimos actualmente. Por fortuna,
como te decía, cada vez hay más personas despertando, haciéndose
conscientes y cambiando las estructuras mentales. Más personas que
dejan de desperdiciar su tiempo en cosas intrascendentes para enfocarse
en aquellas las que sí importan y de esta manera, construir una mejor
realidad para todos.

Sin embargo, no es una labor sencilla. Así como hay tantas personas
despertando, también hay quienes dudan, temen dar el paso y se queden
a la mitad del camino. Es normal, toda vez que nos han programado de tal
modo que cuesta trabajo deshacerse de esas nociones tan dañinas. Estas
personas viven en un conflicto constante, una batalla entre lo que desean
y sus acciones.

Desean una mejor realidad, pero no se atreven a verbalizarla. Y peor
aún, actúan de una forma distinta. Son todas esas personas que quieren
triunfar, pero aborrecen su trabajo y deciden permanecer ahí por miedo a
renunciar. Aquellas que quieren una mejor vida sentimental, pero no se
atreven a dar los pasos necesarios para obtenerla. Duda, temen, sienten
culpa de tomar lo que por derecho es suyo.

Mereces amor, mereces una mejor vida, mereces salud, mereces dinero,
mereces abundancia. Todo eso ya es tuyo. El Creador ya te lo ha otorgado.
Y sin embargo, a pesar de que lo sabes, no te atreves a reclamarlo. A
extender la mano y tomar lo que te pertenece por derecho.

Viven en un miedo constante, sintiendo culpa. Quejándose. Todas estas
actitudes, ya hemos visto, se envían al campo cuántico y modifican la
realidad de manera desfavorable. Cuando te quejas, por ejemplo,
verbalizas lo que deseas, pero le confieres una característica negativa,
específicamente de carencia.

Te quejas porque no tienes el automóvil que deseas. Es decir, creas en
la realidad ese automóvil que deseas, pero lo haces inaccesible para ti. Te
quejas porque no tienes la relación que deseas, por tanto, materializas en
la realidad esa relación que tú anhelas, pero le confieres la característica
de ser inalcanzable.

La queja es una verbalización negativa. Cuando dices «Desearía tener
dinero», lo que haces es conferirle a la palabra dinero una característica
específica, en este caso, que siempre será ajeno a ti. Por que, después de
todo, uno no desea lo que tiene. Por lo tanto, si lo deseas, es porque no lo
tienes. De esta manera, el dinero se materializa en la realidad, sí, pero
siempre de forma negativa para ti, en forma de carencia: dinero que no
tendrás. y por eso lo deseas.

Dicho de otra forma:

Dinero = no es mío = no lo tengo, por lo tanto lo deseo.

Así, con la queja tú mismo creas ese dinero, pero también creas la
barrera que te impide acceder a él.

Dinero = anhelo. (A = B)

Anhelo = carencia (B = C), porque no hay anhelo sin carencia, solo
deseamos lo que no tenemos.

Por lo tanto, A = C, dinero es igual a carencia.

Al final de cuentas, el campo cuántico responde siempre
afirmativamente a tus pensamientos. Siempre dice «sí» a lo que estás
pensando, sin importar si los pensamientos son positivos o negativos.

Por lo tanto cuando dices: «Necesito dinero», el campo cuántico
responde: «Sí, necesitas dinero». Es decir, termina reafirmando el
sentimiento de carencia, de necesidad.

Parece paradójico, pero esa es la forma en la que funciona la
verbalización. Creas una realidad y automáticamente determinas que esa
realidad no sea accesible para ti.

¿Cómo podrías hacer para cambiar esta realidad? ¿Cómo verbalizar las
cosas para crearlas cosas en tu beneficio? De entrada, debes comenzar
sabiendo que el dinero ya es tuyo. Solo tienes que reclamarlo.

«Voy a multiplicar mi dinero». «Voy a cobrar mi dinero». «Voy a ganar
mucho dinero». estas son algunas formas que transforman la realidad de
forma positiva, porque plantean una situación que ya existe en tu mente y
solo está esperando el momento de materializarse para ser real.

La queja, en conclusión, es un paquete de energía cuántica e
información, orientado a la parte que no deseas.

De ahí la importancia de crear una realidad en concordancia con lo que
deseas, consecuente con tus pensamientos y con tus anhelos. Cuando te
enfocas en lo verdaderamente importante, en lo esencial, en lo
trascendente, dejas de lado todas estas contradicciones. Superas,
entonces, el conflicto entre el pensamiento, la palabra y la obra.
Dios no dijo: «Desearía que hubiese luz», porque, en ese momento, le
habría conferido a la luz una cualidad negativa y la luz jamás se habría
materializado. Dios habría permanecido deseándola infinitamente.

Pero Dios es asertivo y sus verbalización está en concordancia con su
deseo y sus pensamientos. O como dicen los genios: «Sus deseos son
órdenes».

Así, Dios dijo «Hágase la luz». Y esto nos da a entender que la luz ya
existía, aunque aún no se hubiese materializado. «Sepárense las aguas de
la tierra». «Crezcan animales y proliferen».

Por lo tabo, enfócate en lo que sí importa. Sintoniza tu mente con tus
acciones, de modo que tus pensamientos estén en concordancia con tus
deseos y tus actos. Esto conduce a un resultado positivo, es decir, obtienes
la vida que mereces y deseas.

Nuevamente, el poder es tuyo. Ya lo tienes. Es tu decisión tomarlo o no.
Nadie más va a hacerlo. Únicamente tú lo vas a determinar. Es,
ciertamente, un privilegio y una gran responsabilidad, pero también es un
derecho que tienes y que nadie más te lo puede quitar; crear la vida que
deseas.

Pero ¿qué es lo que ha pasado hasta ahora? Todo lo que has creído
desde que eras un niño, todo lo que te han inculcado no han sido más que
nociones erróneas, creencias que te han limitado e impedido que accedas
a todo lo que te mereces. Y, sin embargo, esto es también una prueba de la
enormidad de tu poder creador, de tu Grandiosa Mente. Es la prueba
fehaciente de que has sido cocreador de la realidad en la que vives. Tú y
solamente tú has sido el responsable.

Pero esto no es para sentirse mal. Por el contrario. Antes no sabías,
pero ahora ya sabes. «Antes eras ciego, pero ahora puedes ver». Repetías
los paradigmas que te han inculcado. pero ya no más. Ahora, todo lo que
venga depende de ti.

En esto radica la importancia de comprender cómo creamos, cómo
pueden influir nuestros pensamientos en la realidad en la que vivimos;
cómo podemos, a través de estos pensamientos, enviar paquetes de
información y energía al campo cuántico para modificarlo, creando, así,
una nueva realidad. Esta es nuestra verdadera y única misión: ser
cocreadores. Es por eso que hemos sido creados, el motivo por el cual
estamos todos aquí.


Y esto es muy importante ya que, al ser cocreadores, quiere decir
que no solo fuimos creados, sino que participamos de esta decisión.


Es decir, participamos de nuestra propia existencia. Nosotros
decidimos existir, decidimos nacer. ¿Y con qué fin? Con el fin de cambiar
este mundo.

En verdad que es admirable el poder que tiene nuestra Grandiosa
Mente. Un solo pensamiento es capaz de modificar la realidad. De hecho,
sin ir más lejos, un solo pensamiento puede desencadenar una serie de
cambios fisiológicos en tu cuerpo: puede alterar el sistema inmunológico,
estimular la producción de endorfinas, segregar hormonas, modificar el
ritmo cardiaco, mejorar la oxigenación del cerebro, etcétera.

Esto es algo que ya ha sido comprobado por la neurobiología: la suma
de pensamientos pueden ir creando cambios en el cuerpo, los cuales, en
conjunto, pueden determinar el estado de salud o enfermedad de un
individuo. Es por eso que aquí decimos que todas las enfermedades
tienen, siempre, un origen emocional.


Mente es a cuerpo.


Hace varios años, René Descartes separó la mente del cuerpo, y este
Modelo ha regido la concepción científica desde entonces. Sin embargo,
como ya hemos visto, se trata de una concepción bastante equivocada: la
mente y el cuerpo son uno, de la misma forma en que nosotros somos uno
con la Gran Mente Universal. Todo lo que ocurre en tu cuerpo, todas las
funciones, reacciones y maniobras que lleva a cabo tu cuerpo, están
determinados por una cadena de pensamientos que se suceden unos
después de otros a un nivel cuántico, de manera realmente vertiginosa.
Cada idea, cada pensamiento, se van conformando en el campo cuántico
de una forma ordenada, para crear una realidad específica. No obstante,
en ocasiones el cambio suele ser impredecible: sabemos en qué consiste,
pero no podemos predecir cómo ocurrirá.

Esto es a lo que Gregory Bateson denominó secuencias convergentes y
divergentes. En el siguiente capítulo profundizaremos en estos conceptos
para entender cómo podemos aprovecharlos y mejorar, de esta forma, el
proceso de cocreación.


CAPÍTULO 4


Hablemos ahora de lo que son las secuencias convergentes y divergentes
aplicadas al pensamiento. Para ello, quiero que te imagines una olla con
agua en su interior. La olla se encuentra sobre la hornilla de una estufa, la
cual está encendida, ya que lo que queremos es que el agua se caliente
hasta el punto de ebullición. Al cabo de unos minutos, el calor constante
de la flama comienza a calentar la olla uniformemente, elevando la
temperatura del líquido que contiene. Nuestra experiencia nos dice que
cuando el agua en la olla alcance cierta temperatura, comenzará a hervir.
Sabemos, pues, que en cualquier momento el agua comenzará a
burbujear. Sin embargo, desconocemos en qué lugar específico reventará
la primera burbuja o cuál será su diámetro, tal vez sea una burbuja
pequeña, tal vez sea enorme. Nadie lo sabe. Se trata de un fenómeno que
resulta impredecible.

A esto es a lo que llamamos una secuencia divergente, es decir, una
serie de eventos cuyo resultado final no se pueden calcular con precisión.
Por su parte, una secuencia convergente es aquella que puede anticiparse,
preverse y medirse con exactitud.

Ahora bien, esto no significa que una excluya a la otra. Por el contrario,
un mismo fenómeno puede estar constituido por secuencias convergentes
y divergentes al mismo tiempo.

Por ejemplo: el que sepamos que a cierta temperatura el agua alcanzará
su punto de ebullición es un ejemplo de secuencia convergente. Podemos
anticiparlo e incluso sabemos a qué temperatura ocurre esto, a los 100 ºC.
No obstante, resulta imposible anticipar las características específicas de
cómo ocurrirá tal fenómeno, no sabemos en qué sitio reventará la
primera burbuja, ni de qué tamaño, ni sabemos si se mantendrá flotando
por un tiempo antes de reventar. Esto es una secuencia divergente.

Veamos otro ejemplo: Nos encontramos en el segundo piso de un
edificio. Sacamos la mano por la ventana, mientras sujetamos una pelota
de goma. Abajo, hay un piso de concreto.

Soltamos la pelota. ¿Qué ocurrirá?

Si analizamos el fenómeno como secuencia convergente, podemos
anticipar la secuencia de hechos, incluso mucho antes de soltar la pelota:
la fuerza de gravedad hará que la pelota se precipite hacia abajo. Incluso,
podemos determinar la velocidad a la que esto ocurrirá, pues sabemos
que todos los objetos en caída libre aumentan su velocidad en 9.8 m/s
cada segundo. Además, como el material del que está hecha es de goma,
podemos asegurar que, al impactar con el suelo, la pelota rebotará.

Por otro lado, si analizamos el fenómeno como secuencia divergente,
nos será imposible determinar con precisión el sitio exacto en el que la
pelota impactará, o hacia donde rebotará. Tampoco sabemos si algo
podría interrumpir su caída libre, un evento impredecible, fortuito.

Por supuesto, podemos hacer cientos de fórmulas para tratar de
concebir un modelo lo más cercano a la realidad y predecir con exactitud
lo que ocurrirá, pero hay tantos factores, a un nivel infinitesimal, que
nuestra aproximación siempre estará sujeta a las circunstancias: tal vez la
pelota tenga una protuberancia que la hace rebotar hacia la derecha, tal
vez sople una brisa que cambie el rumbo, etcétera.


En conclusión, podemos conocer lo genérico, pero lo específico
escapa a nuestra realidad.


Veamos otro ejemplo, específicamente uno propuesto por el propio
Gregory Bateson. Él decía que, al arrojar una piedra contra el cristal de
una ventana, podrían ocurrir las siguientes posibilidades:

1) Que la fuerza, combinada con las características propias de la piedra
—si es lisa, áspera, de forma regular, etcétera—, rompieran el cristal
formando una estrella.

2) Que la fuerza, combinada con las características propias de la piedra
—si es lisa, áspera, de forma regular, etcétera—, rompieran el cristal
formando un cono de percusión, es decir, un agujero bien delimitado, más
grueso de un lado que del otro.

Las estrellas se forman, regularmente, cuando el proyectil es regular y
la fuerza es de una intensidad media —la fuerza de un brazo, por
ejemplo—. El cristal se rompe en varios pedazos.

Por su parte, los conos de percusión son más comunes con proyectiles
de forma regular y que llevan una alta velocidad, como una bala. En este
caso, el cristal no se rompe en varios pedazos, sino que el proyectil deja
un agujero perfectamente delimitado. Si acaso, algunas grietas alrededor
de este.

Sin embargo, Bateson aclara que puede haber una tercera posibilidad:

3) Que, dadas las circunstancias, la piedra fuera arrojada con tan poca
fuerza que no alcanzara a romper siquiera el cristal de la ventana.

Las tres posibilidades que nos ofrece Bateson son secuencias
convergentes. Se pueden medir y anticipar. Podemos determinar la
velocidad, fuerza y características que se requieren para romper la
ventana en una estrella, en un cono de percusión e incluso la potencia que
se requiere para no romper la ventana. Podemos repetir este fenómeno
incontables veces y siempre ocurrirá lo mismo.

Sin embargo, no podemos determinar la secuencia divergente de este
fenómeno. Sabemos que a cierta velocidad y con determinada fuerza, el
cristal se romperá en forma de estrella, pero no sabemos la forma
específica de dicha estrella.

Sabemos, así mismo, que a cierta velocidad y con determinada fuerza,
el cristal se romperá en forma de cono de percusión, pero no podremos
determinar con anticipación el diámetro exacto de este cono. No sabemos
si tendrá grietas o por el contrario, será un orificio determinado.

Sabemos, finalmente, que si arrojamos la fuerza con determinada
fuerza y velocidad, podemos golpear la ventana sin estrellarla, pero
desconocemos si el cristal quedará rayado o no, o qué forma tendrá esta
marca.

Así, pues, las secuencias divergentes son impredecibles, porque son el
resultado de una infinidad de factores y, en muchas ocasiones, el azar
juega un papel determinante. Solo pueden medirse una vez que ha
ocurrido el fenómeno.

Siguiendo el ejemplo de Bateson, el cristal no se rompe siempre de la
misma forma, aunque lances el objeto a la misma velocidad, con la misma
fuerza, desde la misma distancia. Existe una infinidad de variables que
harán que cada evento sea distinto al anterior.

Por su parte, las secuencias convergentes son predecibles, porque se
basan en fórmulas generales, sin tomar en cuenta las causas a nivel
infinitesimal. Son fenómenos que se pueden medir, anticipar e incluso
repetir.

Un par de ejemplos más, para que nos quede muy claro:

Convergente: Sabemos que para que haya lluvia se requieren tres
factores: la presión atmosférica, la temperatura y, especialmente, la
humedad atmosférica.

Divergente: Desconocemos cómo será la primer gota, en dónde caerá,
etcétera.

Convergente: Sabemos que una cadena sometida a presión, terminará
rompiéndose siempre en el eslabón más débil.

Divergente: Es casi imposible determinar cuál es el eslabón más débil
de la cadena.

Una vez que tenemos claro qué es una secuencia convergente y en qué
se diferencia de una secuencia divergente podemos comenzar a aplicar
este conocimiento al proceso de creación mental. Y es aquí donde se
presenta un nuevo obstáculo, el cual tiene que ver, de manera específica,
con la forma en como está constituido nuestro cerebro.

Pero antes, debemos aclarar el campo cuántico tarda un tiempo en
acomodarse. Es decir, el cambio que se produce a nivel subatómico no es
inmediato. De lo contrario, estaríamos viviendo en una realidad
constantemente caótica y cambiante, sin importar qué tipos de
pensamientos tenemos, si estos son positivos o negativos.

Imagina, por un momento que tu realidad se creara a la velocidad de
tus pensamientos; sería, sin duda, algo caótico. Piensas algo y de
inmediato se manifiesta. No podrías hacer nada, porque todo el tiempo la
realidad estaría modificándose a tu alrededor. Sientes miedo y la realidad
se vuelve amenazante. Un segundo después, sientes confusión y la
realidad se vuelve confusa. Luego, algo te hace reír y la realidad se torna
agradable. Todo esto en un lapso realmente corto. ¿Te imaginas que sería
esto? Simplemente no podríamos vivir así, en una realidad que nunca
fuera concreta y continua.

Por supuesto, todos estos cambios ocurren a un nivel infinitesimal,
pero no son lo bastante significativos para poder cuantificarlos. Se trata,
pues, de una secuencia de acontecimientos divergente. Visto desde esta
perspectiva, realmente no importa si piensas de forma positiva o
negativa, porque la realidad está determinada por una infinidad de
factores.

En ese sentido, Gregory Bateson tenía razón cuando afirma, en su
libro Pasos hacia una ecología de la mente, que pensar en el cerebro
como una máquina que únicamente se basa en la lógica para funcionar, es
una noción muy limitada. Se trata de un modelo deficiente de la causa y el
efecto. En realidad, la mente no se puede estudiar desde una perspectiva
tan limitada.

Básicamente, lo que Bateson nos quiere decir es que no se puede
definir una secuencia divergente como si fuera convergente. No puedes
analizar la realidad como un simple patrón de causa y efecto, porque en
realidad están ocurriendo millones de eventos que influyen en ella.

Ahora bien, nuestra mente es muy prodigiosa, pero su funcionamiento
depende del aspecto físico: el cerebro. Es, pues, como una computadora,
que se constituye de software y hardware.

La mente envía pensamientos, pero precisa del funcionamiento
cerebral para hacerlo y es aquí donde nos enfrentamos al problema del
que les vengo hablando: al igual que con el ejemplo del agua a punto de
ebullición, en la que no sabemos en dónde va a reventar la primera
burbuja, en el caso del cerebro sabemos que va a haber pensamientos,
pero no podemos estar seguros si estos van a provenir del lóbulo frontal,
del lóbulo occipital, del lóbulo parietal, del lóbulo temporal, etcétera.
Simplemente, no lo sabemos.

Dicho de otra manera, no sabemos en dónde se va a originar el paquete
con información y energía que puede influir en el campo cuántico.
Estamos hablando, entonces, de una secuencia divergente. Sabemos lo
que va a pasar, pero no sabemos con exactitud cómo va a ocurrir. Si serán
pensamientos negativos o positivos, asertivo o cargados de culpa,
optimistas o llenos de resentimiento; en realidad, no podemos saberlo, es
algo que escapa de nuestro control, por ahora.

Así, cuando decimos que nuestros pensamientos tienen la capacidad de
cambiar nuestro mundo a través de una secuencia divergente, lo que
realmente queremos decir es que estamos recibiendo futuros potenciales
muy dispersos, nuestros y de otras personas.

Por lo tanto, resulta muy difícil crear una realidad que resulte
convergente, es decir ordenada, predecible y cuantificable, cuando
partimos de un material divergente, caótico, azaroso, circunstancial e
inconmensurable.

Sin embargo, la solución a este conflicto no se encuentra en dominar el
hardware, sino en aprender a controlar el software. Dicho de otra forma:
la mente se puede entrenar. pero para hacerlo correctamente, debemos
abordar la cuestión de manera convergente, no de forma divergente.

Una cosa es el cerebro, el equipo, y otra cosa muy diferente es la forma
en cómo funciona este equipo. No podemos saber cómo y dónde se van a
originar los pensamientos en el cerebro, pero sí podemos entrenar la
mente para que haya más pensamientos significativos.

Sin embargo, esto puede resultar muy difícil al principio, ya que, como
hemos visto, hemos sido programados para pensar de cierta manera. Por
lo tanto, no es ninguna sorpresa que la mayoría de nuestros
pensamientos sean negativos: «No puedo», «no estoy cómodo», «es
imposible», «estoy desesperado», «no sé qué hacer», etcétera.

El miedo y la culpa nos mantienen una especie de zona de confort que
nos impide ir más allá de los límites mentales que nos han impuesto. Ya
hemos visto que esto implica que seamos incapaces de desarrollar y
aprovechar todo nuestro potencial creador y nos convierte en autómatas,
mano de obra, esclavos cuyo único propósito es alimentar un sistema del
que solo unos pocos se benefician.

Puedes comprobarlo tú mismo: reflexiona cómo se nos ha programado
para darle prioridad al dinero y no a otras cosas que son mucho más
importantes. ¿Por qué? Porque de esta manera nos volvemos un
engranaje más del Sistema económico. Mientras estemos preocupados
por ganar dinero, trabajamos; y al trabajar, aceptamos ser explotados y
todo esto hace girar la gran maquinaria del Capital.

¿Qué importa que agotemos los recursos? ¿Qué importa que haya
hambre, pobreza y desigualdad? ¿Qué importa que el agua se envenene,
que los alimentos sean escasos o dañinos? Lo que importa es alimentar la
máquina. A costa de todo.

Los que controlan todo, quienes ostentan el poder, nos quieren
mantener trabajando, como un hámster en su rueda, engranajes que
hacen girar su gran máquina. Esto nos impide pensar en otras cosas, cosas
de mayor importancia para la Humanidad: la conservación de los
recursos naturales, el combate al calentamiento global, la potabilidad del
agua, la prohibición de los alimentos transgénicos, la sobrepoblación,
etcétera. Estos son verdaderos problemas. Nos estamos acabando el
mundo, nuestro único hogar.

En cambio, en lo único que estamos pensando es en pagar las
mensualidad del auto, en el tipo de cambio, en que si se cayó tal o cual
Bolsa de Valores, en la colegiatura, etcétera. Pareciera que lo otro no fuera
de nuestra incumbencia, no fuera nuestro problema. Cuando en realidad
¡es nuestro mayor problema! ¡Es en lo que deberíamos estar ocupados
ahora mismo, intentando buscar una solución!

Es una programación mental perjudicial: nos inculcado miedo, culpa y
una serie de otras limitantes para que le demos importancia a lo que es
menos importante. Dicho de otra forma, son procesos divergentes que
nos impiden ser convergentes para resolverlos.

Pero además, hay otra cuestión que debemos tomar en cuenta, y es que
nuestro cerebro funciona más como un receptor que como un ordenador;
no es solo un medio de almacenamiento de información, sino también es
un sistema de recepción, como una antena, la cual se sintoniza con la
fuente de una manera divergente, tomamos de aquí, de acá y de acullá.

Esto quiere decir que nuestro cerebro no solo produce pensamientos,
sino que también los recibe y actúa en consecuencia. Así, cuando recibes
un pensamiento caótico y lo que resulta es una secuencia de
pensamientos caótica. Recibes un pensamiento de confusión y cada
pensamiento tuyo llevará la misma intención, la misma energía de la
fuente original.

¿Qué ocurre, entonces, cuándo nuestra mente se la pasa recibiendo
información negativa? Esta es, precisamente, la forma en la que nos han
programado.

Son mentiras que se repiten una y otra vez a lo largo de los siglos y
pasan de una generación a otra. Por tanto, lo que debemos hacer es
romper la cadena de equivocación, romper la cadena de nociones
equivocadas, liberarnos de las ataduras mentales para que las futuras
generaciones puedan aprovechar todo su potencial creador.

Como decía Krishnamurti: no hay nada saludable en hacer que
nuestros hijos se adapten perfectamente a una sociedad profundamente
enferma. Por fortuna, estamos experimentando un despertar. Y es que
cada vez más gente está pensando de forma distinta

Como decíamos, cada pensamiento es una energía tangible para
cambiar las cosas de manera divergente. Esto quiere decir que cada
pensamiento que vamos a tener es como las grietas de la ventana que se
rompe, no sabemos por dónde van a salir y de qué forma.

Es algo muy difícil de predecir. Lo que sí es predecible es que cada una
de estas grietas lleva la misma intención del pensamiento original
divergente.

Recordemos que cada pensamiento es un paquete de información y
energía tangibles, que se pueden medir y pueden influir en el campo
cuántico para materializar una realidad.

Pero para poder transformarla debemos entrenar a nuestra mente para
que estos paquetes sean contundentes, cuantificables y entren en el
terreno de la probabilidad y no de la posibilidad.

La posibilidad es divergente, porque puede ser modificada por distintos
factores. La probabilidad, en cambio, es casi una certeza.

Por ejemplo, si el día está nublado, es probable que caiga lluvia. Pero es
posible que lluevan ranas.

Decimos que es probable que caiga lluvia porque es algo que ocurre
comúnmente y, por lo tanto, tiene un alto índice de probabilidad. Es casis
seguro que ocurra.

Por su parte, decimos que es posible cuando se trata de un fenómeno
que ya ha ocurrido, aunque no es común, ya que se requieren de muchos
factores para que ocurra.

Así, pues, cuando un pensamiento va al campo cuántico, se convierte en
un futuro potencial —una posibilidad— que no necesariamente tiene que
ser tomado por mí.

Por ejemplo, te peleas con alguien y piensas: «quiero matar a ese
alguien». Por supuesto, no lo haces. No eres un asesino, pero sí tienes la
intención, la cual viaja en tu pensamiento, en ese paquete de energía e
información, el cual, al llegar al campo cuántico, se convierte en un futuro
potencial. Quizás tú no tomas ese futuro potencial, pero alguien más
puede hacerlo y entonces, mata a la persona que deseabas matar o mata a
una persona distinta. Y aunque, a simple vista, parecería que ese crimen
no tiene nada que ver contigo, lo cierto es eres responsable porque con
tus pensamientos has creado estas posibilidades divergentes para
conductas divergentes.


Por lo tanto, ¿cómo vamos a tomar el poder creador divergente del
universo? ¿Cómo podemos crear una realidad convergente, una realidad
donde podamos enfocarnos en lo que necesitamos, en lo verdaderamente
importante? ¿Cómo podemos alejar y repeler aquellos futuros
potenciales que no nos interesan porque son nocivos para nosotros?

La forma es sencilla. De manera convergente. Ya habíamos mencionado
que el campo cuántico tarda un tiempo en acomodarse. Es decir, el
cambio que se produce a nivel subatómico no es inmediato.

Por supuesto, hay paquete de energía que están enviándose
constantemente, pero a un nivel tan infinitesimal que no son lo bastante
significativos para poder cuantificarlos. Por lo tanto, si queremos que el
cambio resulte significativo a un nivel cuántico, debemos abordar el
cambio como una secuencia convergente. Es decir, los paquetes de
energía e información deben ser contundentes y continuos, de manera
que no se vean afectados por los factores infinitesimales.

Dicho de otra manera, nuestros pensamientos deben ser como el
proyectil que se arroja contra la ventana: sabemos que a determinada
fuerza y velocidad podremos romperla, aunque no sepamos exactamente
cómo se manifestará este rompimiento.

Así, pues, si deseamos transformar nuestra realidad, debemos tener en
cuenta que nuestros pensamientos deben ser siempre claros y
contundentes, cuantificables. Y es que, cuando en el campo cuántico se
percibe que un paquete de energía e información es continuo, entonces se
acepta como una formación especifica de realidad y termina
manifestándose.

De esta manera, estaremos seguros de predecir el devenir de los
acontecimientos. Sabremos lo que ocasionaremos, cómo
transformaremos la realidad, si bien los detalles específicos no podremos
anticiparlos, de la misma forma que si arrojo una pelota por la ventana sé
que caerá al suelo, pero no puedo saber con certeza hacia donde rebotará.

Este es, pues, el secreto para transformar la realidad. Debo de producir
mis pensamientos de tal forma que resulte inevitable el cambio, aunque
las características específicas de este cambio me sean imposibles de
determinar.

Para ello, lo que debemos hacer es mantener constante, el mayor
tiempo posible, el flujo de pensamientos y emociones relacionadas con la
realidad que deseamos. Al principio, esto resultará un poco difícil, ya que
nuestra mente no está entrenada, pero es posible si somos perseverantes.

Así, entre más constante sea el flujo de pensamientos que deseamos,
más rápidamente se materializará esa realidad en el campo cuántico. Esto
es lo que en Programación Neurolingüística llamamos enfoque: enfócate
para lograr la realidad que deseas.

Como te decía, esto puede ser un tanto difícil al inicio. Puede que logres
enfocarte solo unos cuantos minutos al día y termines distrayéndote.
Sientes la emoción de la casa que quieres tener, la emoción del trabajo
que deseas, la emoción del dinero que quieres recibir, y así logras hacerlo
por unos minutos, y al cabo de un rato, te distraes. Dejas de ser
convergente y vuelves nuevamente a tus pensamientos divergentes.

No importa. Vuelve a intentarlo en una horas, o al día siguiente. Verás
que con la práctica te irá siendo cada vez más sencillo. Y lo mejor de todo
es que entre más constantes se vuelvan estos pensamientos, más rápido
lograrás materializar la realidad que deseas.

Por lo tanto, voy a compartirte, a continuación, algunas herramientas,
que te harán más sencillo este proceso. Mediante estas técnicas lograrás
entrenar a tu cerebro y estarás más atento, con menos distracciones. Así,
lograrás con eficacia un enfoque convergente de tus emociones,
pensamientos e intenciones.

Para comenzar, vas a dedicar, diariamente, unos cuantos minutos al día
a enviar pensamientos al campo cuántico. Si quieres, puedes comenzar
con unos diez minutos diarios, o veinte. O tres sesiones de cinco minutos.
Tú decides.
Lo importante es que con el paso del tiempo, este lapso se vaya
incrementando. Recuerda que entre más tiempo envíes estos
pensamientos el flujo será más constante. Es como el ejercicio físico. Si
quieres tener un cuerpo atlético, tienes que dedicar varios minutos al día
a hacer entrenamiento. Sin embargo, siempre puedes comenzar con unos
cuantos minutos. No se requieren rutinas exhaustivas.

Ahora bien, este es un ejercicio que te permite tomar conciencia de la
divergencia que tienes en pensamientos negativos y la poca convergencia
que tienes en los pensamientos positivos. Por lo tanto, lo que debemos
hacer es conseguir una libreta y en la primera hoja en blanco vamos a
trazar una línea, dividiendo la página por la mitad.

A continuación, de un lado —no importa si es el izquierdo o el
derecho—, vas a colocar todos los pensamientos negativos que vayas
originando durante la sesión, y del otro, todos los pensamientos positivos.

Esto te permitirá visualizar cómo funciona tu cerebro y el avance que
irás teniendo con la práctica. Como te decía, es probable que, al principio,
los pensamientos negativos superen a los positivos. Es algo normal, así
que no te desanimes. Ya hemos visto que esto se debe a cómo hemos sido
programados. Sin embargo, verás que con perseverancia, los
pensamientos negativos irán reduciéndose hasta eliminarse por
completo.

Recuerda que tú determinas el tiempo que vas a dedicar a este espacio
de meditación. Tú decides si vas a dedicarle diez minutos o veinte, o vas a
hacer varios espacios de diez minutos a lo largo del día, o solo uno. No
tiene que ser un momento únicamente, puede ser cada hora, puede ser
cada dos o tres, o puede ser al mediodía. Lo puedes hacer dos veces
durante la mañana y dos veces durante la tarde, o una vez al mediodía y
una vez en la noche, en fin.

Al final, no importa cuántos pensamientos negativos y positivos tengas;
lo que verdaderamente importa es que tu mente se vaya entrenando a
pensar de una manera convergente. La constancia te llevará a una toma
de conciencia y ese es el verdadero ejercicio.

Al tomar consciencia, superas el miedo y la culpa. La contrarrestas con
amor, amor a ti, al prójimo, amor al Creador. El tomar consciencia es,
pues, la mejor forma de amarte, porque te regalas, por primera vez, una
nueva posibilidad.

Es natural que al principio salga el 96% negativos y el 4% positivos.
Pero vas a ver que esto empieza a cambiar conforme tomas conciencia y,
al cabo de unas semanas, empiezas a notar que, por haber tomado
conciencia de tus pensamientos, los pensamientos negativos son cada vez
menos. Además, te darás cuenta que, también, cada vez estás más
enfocado en lo que quieres y te puedes concentrar con mayor facilidad, y
te sientes más conectado con tus emociones.

Este es, por lo tanto, el primer paso para comenzar a pensar de manera
convergente. y transformar tu realidad. La mejor forma de transformar la
realidad es mandar constantemente, permanentemente, por el mayor
tiempo posible, energía e información, de modo que las partículas
subatómicas tomen eso como algo congruente y lo materialicen.

Sin embargo, si no tomamos consciencia, estaremos haciendo justo lo
contrario. Si no tomas consciencia, aunque tengas ganas de hacer cosas
diferentes, deseos de transformar tu vida, tus pensamientos estarán
siendo siempre manejados por el miedo y la culpa que te inculcan otros.
Estarás recibiendo pensamientos negativos y produciendo pensamientos
negativos: recibes divergentemente y creas divergentemente.

En cambio, cuando tomas consciencia modificas tus pensamientos. El
campo cuántico percibe, entonces, que has cambiado y ahora estás
enfocado en crear una realidad diferente. Y como te decía, el campo
cuántico responde siempre afirmativamente a lo que pides.

Con este ejercicio, verás que tu capacidad divergente negativa se irá
reduciendo al mínimo, mientras que tu capacidad convergente positiva
irá en aumento.




CAPÍTULO 5


En capítulos anteriores hemos visto que somos parte del inmenso campo
de energía que constituye al Universo. Hemos visto, también, cómo
nuestro cerebro funciona como una antena y aunque usualmente recibe
información divergente, es capaz de emitir pensamientos divergentes o
convergentes. Pero para lograr esto, se requiere entrenar la mente.

El entrenamiento de la mente es un proceso largo y requiere de
perseverancia. Aún las personas que conocen del tema pueden encontrar
obstáculos ocasionalmente. Por lo tanto, si no logras las cosas
inmediatamente o te encuentras en una situación desfavorable, no es que
tu mente esté funcionando mal.

Ciertamente, mucha gente suele desesperarse cuando no logra las cosas
a la primera. O se decepciona o se siente mal consigo misma. Piensan que
algo funciona mal en ellos o que no están entendiendo las enseñanzas. Se
esfuerzan para alcanzar la realidad que anhelan, cumplir sus sueños, pero
simplemente no son capaces de lograrlo.

Nuevamente, esto no se debe a que haya algo malo en ellos o que sean
incapaces de crear. Lo que ocurre es que, a lo largo de su vida, han
recibido muy poca información y de muy mala calidad. Información que lo
único que ha logrado es limitar su potencial, haciéndole sentir temor y
culpa por desear ser más, ser mejor, por alcanzar sus sueños. Nadie les
dijo que eran cocreadores, pues estaban hechos a imagen y semejanza de
la Gran Mente Universal, nadie les dijo que tenían el poder de transformar
su realidad.

Así que, si al principio te cuesta trabajo, no es que tu mente esté mal,
simplemente es que ha estado funcionando con la información tan
deficiente que ha recibido a lo largo de los años. Y aunque ahora ya
conoces el gran secreto que te han ocultado, es natural que le tome un
tiempo a tu cerebro procesar la información, por lo que debes ser
paciente y perseverante.

Todo se crea a partir de la mente. Todo, absolutamente todo. Esa es la
Primera Ley del Kybalión:


Todo es mental.


Por lo tanto, cuando te preguntas: «¿Por qué me está pasando lo que
me está pasando?». La respuesta es simple: porque tú mismo lo has
creado. El Universo, como la gran cámara de resonancia que es,
simplemente te ha devuelto los pensamientos que le has enviado
previamente.

Pero no solo eso: la realidad que vives es resultado no solo de tus
pensamientos, sino de los paquetes de información y energía que millones
de personas envían constantemente al campo cuántico. Nada más y nada
menos que seis mil millones de personas participando del proceso
creador.

Y entre esos miles de millones, se encuentra aquel 1% del que ya
hemos venido hablando. Ese 1% que le indican al resto lo que deben
pensar, cómo deben sentir, cómo deben actuar.

En efecto, no hay nada malo en tu mente. Si bien la realidad que vives
actualmente es tu responsabilidad, no podemos pasar por alto que la has
creado por influencia de otros que, hasta este momento, han mantenido
control sobre tus propios pensamientos. Dicho de otra forma: tú has sido
responsable de la realidad en la que vives, pero no es tu culpa.

No es tu culpa porque así te han enseñado otros a actuar y a pensar, y a
sentir.

Todas nuestras conexiones neuronales, capaces de generar una energía
positiva, benéfica, han sido paralizadas, deliberadamente y con el paso de
los años, a través de miedos, de falsas creencias y de todos aquellos
condicionamientos sociales a los que somos sometidos desde muy
pequeños. Por lo tanto, nuestras conexiones neuronales, nuestro cerebro,
no está optimizado para transformar la realidad, sino que se encuentra
programado divergentemente, es decir, está condicionado a recibir
información errónea y deficiente.

La gran mayoría de las mentes humanas están divergentemente
actualizadas hacia el miedo, hacia las falsas creencias y hacia los
condicionamientos sociales. Esto permite que el Sistema de los poderosos
bombardee nuestra mente con información que nos mantiene
esclavizados y nos impide reflexionar. Constantemente recibimos toda
esta información a través de la radio, la televisión, el cine, las creencias
religiosas, y demás.

Pero en el interior, todos sentimos que hay algo más. Sentimos que
hemos sido creados para ser más de lo que somos ahora. Es por eso que la
gente busca constantemente darle sentido a la existencia. Porque, al final
de cuentas, no podemos evitarlo: somos parte de la Gran Mente Universal,
estamos hechos a su imagen y semejanza, y está en nuestra naturaleza la
necesidad de vibrar en concordancia con el Universo.

No obstante, cuando la persona pierde este sentido, no le importa
matar, no le importa ser violenta, no le importa ofender. Al final, no le
importa ni su propia vida. Esto es lo que estamos viendo que ocurre día
con día, no es otra cosa que la consecuencia de llevar una existencia sin
sentido de la vida.

Por lo tanto, la forma de evitar que todas estas vibraciones ajenas no
nos afecten es, como ya hemos dicho, creando una realidad de forma
convergente, constante.

Recuerda lo que nos dice la Física Cuántica: el observador influye en los
resultados del experimento que observa. Esto quiere decir que todos los
pensamientos, todas las emociones, todos los sentimientos del
observador influyen en la realidad, determinando, así, que una
circunstancia dada se materialice en el campo cuántico.

Me gusta la Física Cuántica, porque, de una u otra manera, ha venido a
rescatar todos los libros sagrados antiguos. Por ejemplo, el Kybalión nos
dice, en su Cuarta Ley:


El universo no está en reposo, todo vibra.


Y esto está en concordancia con los últimos descubrimientos que han
hecho de la Teoría de Cuerdas. Grandes mentes, como la de Stephen
Hawking o Jean-Pierre Garnier Malet, han demostrado con sus
hallazgos matemáticos lo que los Grandes Libros de la Antigüedad ya nos
venían diciendo.

Ahora bien, cuando decimos que en el Universo todo vibra, nos
referimos a que el campo cuántico se encuentra en continuo movimiento.
Todo el tiempo, sin descansar, la energía y la información se encuentran
trabajando, entrelazándose constantemente para dar forma a la realidad.
Pero, además, la Cuarta Ley nos explica que este movimiento, esta
fluctuación constante, se manifiesta en forma de vibraciones, semejante a
un eco. Es por eso que tiene la capacidad de «repetir» la vibración que se
le envía original.

Como sabes, el eco es un fenómeno acústico, el cual consiste en la
repetición de un sonido, aún después de haberse extinguido la onda
sonora original. Esto ocurre porque la onda sonora que se emite
originalmente se refleja perpendicularmente en una pared. De esta
manera, el oyente no sólo percibe la onda directa, sino las sucesivas
reflexiones que la misma produce en las distintas superficies del recinto
en el que se encuentra.

Pues bien, el Universo funciona exactamente como una inmensa
cámara de eco, la cual repite las ondas originales, y las vuelve a enviar de
forma sucesiva, como las ondas expansivas en un estanque de agua. Esto
explica porqué, si las vibraciones que envías, mediante tus pensamientos,
son negativas el Universo las reproduce y te las envía de regreso,
aumentadas.

Si envías enojo, el Universo reproduce esta vibración y te la envía de
regreso, de forma repetida: enojo, enojo, enojo… Si envías furia, sucede lo
mismo. Si envías odio, también. Pero lo mismo ocurre si envías
abundancia, amor, salud. Es por eso que debes procurar enviar la energía
e información adecuadas para transformar la realidad como tú deseas.


Recuerda: el Universo siempre te responderá que sí a lo que tú
envíes.


Esta es, pues, una de las Leyes más importantes del Kybalión: El
universo se comporta como un efecto acústico. Hace resonancia, eco
de tus pensamientos, y los materializa en forma de acontecimientos en tu
vida.

Pero acaso, una de las grandes enseñanzas que podemos sacar de todo
esto es que la ciencia antigua y la moderna no se contradicen. Si acaso,
abordan las cuestiones desde perspectivas distinta.

En efecto, las grandes enseñanzas que contiene la Tabla Esmeralda de
Hermes Trismegisto han sido confirmadas por los grandes hallazgos de
la Ciencia Moderna. Ciertamente, Hermes Trismegisto no era un físico
cuántico, era un alquimista, el «tres veces grande», pero sus enseñanzas,
ya desde entonces, vislumbraban la forma en la que estaba constituido el
Universo.

Es por eso que mentes tan grandes como Nicolás Copérnico o Isaac
Newton, que cambiaron nuestra forma de comprender el Universo,
dedicaron gran parte de sus vidas a estudiar las Leyes de la Tabla
Esmeralda, tratando de descifrar sus secretos.

Newton y Copérnico sabían muy bien que las enseñanzas herméticas
eran muy acertadas, lo que se comprueba cada vez más y más por la
ciencia moderna.

Y para muestra, unos cuantos botones:

Erwin Schrödinger, por ejemplo, quien explicó con una ecuación la
realidad de este mundo y la realidad potencial del campo cuántico.
Schrödinger fue Premio Nobel de Física y llevo a cabo uno de los
experimentos más famosos para tratar de demostrar La interpretación
de Copenhague de la Mecánica Cuántica, propuesta en 1927 por
Heisenberg y Bohr.
Este experimento es comúnmente conocido como El experimento del
gato de Schrödinger, y nos sirve para comprender nociones básicas de la
Física Cuántica, particularmente cómo funciona el campo cuántico.

Consiste en meter un gato en una caja sellada, junto con un matraz con
veneno y un dispositivo que detecte partículas radiactivas. De esta
manera, si el dispositivo detecta la radiación, romperá el frasco, liberando
el veneno que matará al gato. Sin embargo, cabe la posibilidad que esto no
ocurra.

Por lo tanto, solo sabremos si el gato se encuentra vivo o muerto
cuando abramos la caja. Antes de eso, el gato se encuentra en un estado
dual en el campo cuántico, es decir, está al mismo tiempo vivo y muerto.

El experimenta, efectivamente, termina por confirmar la Teoría
propuesta por La interpretación de Copenhague, la cual indica que un
sistema cuántico permanece en superposición hasta que interactúa con el
mundo externo o es observado por él. Cuando esto sucede, la
superposición colapsa en uno u otro de los posibles estados definidos.


En pocas palabras, el observador influye en la realidad que observa.


Además de Heisenberg y Bohr, otro de los científicos que participan
en esta Teoría es David Bohm, cuyos estudios resultan relevantes para
impulsar la Física Cuántica. David Bohm decía que la realidad está
conformada por lo que él define como un orden implicado y un orden
explicado.

El orden implicado sería el campo cuántico, es decir, un orden implícito,
el cual origina todo aquello que podemos ver y que podemos explicar: un
orden explicado.

Sin duda, esto guarda una estrecha semejanza con todo lo que hemos
venido viendo en capítulos anteriores.

Además, Bohm consideraba que el orden implicado era el «material
original», mientras que el orden explicado sería una especie de réplica o
eco —otra semejanza—, mucho más semejante a un holograma.

Eso quiere decir que, agrandes rasgos, nosotros creamos en el original,
en el orden implicado, y vivimos el holograma de lo que hemos creado. El
eco de nuestros pensamientos originales, de los paquetes de energía e
información que hemos enviado al campo cuántico.

De esta manera, Bohm confirma, sin querer, una de las más grandes
enseñanzas de la Tabla Esmeralda: «Como es arriba es abajo». Lo que
quiere decir que todo lo que sucede en cualquier nivel de la realidad —ya
sea física, emocional o mental— ocurre también en los otros niveles. Son
una unidad.

Así mismo, los hallazgos de Bohm influyen en el matemático Benoit
Mandelbrot para desarrollar, en 1975, su matemática fractal.

Como sabes, un fractal es aquel objeto geométrico cuya estructura
básica, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes
escalas. Dicho de otra forma, los fractales son figuras que se reproducen a
sí mismas en forma infinita. Podrías pensar que llegando al punto más
pequeño has llego al final, pero ahí se vuelve a generar nuevamente.

Siempre conservan la misma información, el mismo patrón, la misma
imagen; lo que contiene la figura principal, la contienen las demás. Como
es arriba, es abajo.

Ciertamente, podemos aprender mucho de los fractales, y es que estos
nos demuestran la perfecta armonía entre la Gran Diosa Mente y
nosotros, que hemos sido creados a su imagen y semejanza. Somos pues,
una parte de ese fractal y repetimos exactamente la misma figura con
todo nuestro ser.

Otro Premio Nobel de Física que ha demostrado científicamente todo
lo que venimos diciendo es Niels Bohr, quien habló, por primera vez de la
existencia de partículas subatómicas. Antes de Bohr, se pensaba que el
átomo era la partícula más pequeña en el Universo. Por lo mismo, además,
se pensaba que esta era indivisible; de ahí su nombre: átomo, que quiere
decir «lo que no se puede partir».

Tuvo que venir Bohr para demostrar que el átomo no solo no es la
partícula más pequeña de la materia, sino que además existen porciones
todavía más pequeñas que lo constituyen. Demostró, así, la existencia del
protón, del electrón y del núcleo. Explicó, además, que es gracias a la
fuerza electromagnética que estas partículas subatómicas se mantienen
ordenadas, de la misma forma en que lo hace un Sistema Solar, con una
estrella en el centro y los planetas orbitándolo alrededor.

Sin embargo, para Niels Bohr, los átomos son mucho más que sistemas
solares en miniatura, son en realidad «nubes de probabilidad».

Y esto es, precisamente, de lo que venimos hablando: recuerda que el
campo cuántico se acomoda de cierta forma, correspondiendo a nuestros
pensamientos, y se forman, de esta manera, nubes de probabilidad.

Para los alquimistas, por ejemplo, son estas mismas probabilidades las
que determinan que las mismas partículas atómicas se acomoden de
cierta manera para formar plomo, o de una distinta para formar oro. Pero
son exactamente las mismas partículas.

Niels Bohr es también reconocido por establecer los primeros
postulados de la Mecánica Cuántica, junto con otro renombrado físico,
Werner Heisenberg. Juntos, crean la Teoría denominada La
interpretación de Copenhague, que ya hemos mencionado varias veces.

Heisenberg es célebre, además, por postular lo que se conoce como
Teoría de la incertidumbre, la cual sugiere que la materia física no es
estable, sino que se encuentra en un estado variable hasta que termina
siendo definida por un observador.

Para comprobar esto, Heisenberg, junto con otros colegas suyos,
enviaban una partícula subatómica en una dirección, con una fuerza
determinada, e intentaban, mediante un dispositivo capaz de leer dichas
partículas, en qué parte exacta se encontraba. Pronto se dieron cuenta de
que estas partículas, se comportaban de manera extraña, ya que, si bien
era posible detectarlas, no siempre se presentaban como partículas que
constituían la materia, sino que en ocasiones se presentaban como
energía. De ahí, que se dieran cuenta que una misma partícula puede ser
materia y energía y dependiendo de ciertos factores, esta partícula
«decide» comportarse de una u otra forma, a veces como energía, y otras
veces como materia.

Es gracias a los postulados de Heisenberg que la comunidad científica
determina que toda la materia y energía en el Universo están compuestas
por un paquete de probabilidades, las cuales terminan materializándose
en el instante mínimo en que hay un observador. Y, como ya hemos visto
también, esto quedó demostrado en 1935, por Schrödinger.

Así, pues, queda claro que, cuando hay un observador, ese observador se
convierte en el creador. Se trata de un concepto más allá de la metafísica o
la superstición. Es un hecho comprobado por la ciencia. Lo interesante, en
todo caso, es que todos estos conceptos ya habían sido anunciados por el
tres veces grande, Hermes Trismegisto en su Tabla Esmeralda.


Esto es el fundamento de aquello a lo que llamamos Noética, que no
es otra cosa sino la rama de la Filosofía que estudia lo inteligible, es
decir, el pensamiento.


Dicho de otra forma, la ciencia Noética explora el mundo interior de la
mente, las leyes fundamentales del pensamiento y como se relacionan
éstas con el universo físico.

Sin duda alguna, la mejor definición de los fundamentos noéticos, los
encontramos, curiosamente, en un científico, el célebre Albert Einstein,
autor de la también famosa Teoría de la Relatividad.

Einstein afirmaba lo siguiente: «Mientras más conozco esta realidad
física, más me convenzo de que hay una inteligencia detrás que la ha
creado».

Por supuesto, Einstein no es precursor de la Noética ni mucho menos,
pero sus palabras resultan fundamentales, porque demuestran su validez.
Estamos hablando, además, de una de las mentes más grandes de los
últimos años, por tanto no podemos menospreciar, de ninguna forma, sus
palabras.

En efecto, para el gran Albert Einstein, todo el Universo obedecía al
gran diseño de una voluntad inteligente. Un concepto que retomaría otra
gran eminencia científica, nada más y nada menos que Stephen Hawking,
quien, en algún punto de su destacada carrera, afirmaría que «el hombre
encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir».

Esto resulta de gran importancia para nuestro estudio, pues respalda,
precisamente, nuestros postulados: existe un diseño, el cual se debe a una
Mente que lo ha creado así. Y nosotros somos parte de esta mente, y
estamos hechos a su imagen y semejanza, como un fractal.

Así, pues, como decía Hawking, en cada gran descubrimiento
encontramos evidencia de este diseño inteligente, cada gran
descubrimiento —llámese átomo, partícula subatómica, Bosón de Higgs,
etcétera— nos demuestra que esta Gran Mente Universal se encuentra
detrás de todo.

Ahora bien, en el siguiente capítulo profundizaremos un poco más en la
naturaleza de esta Gran Mente Universal. Veremos que se asemeja a
neuronal. Veremos, además, cómo es posible recibir información de
manera divergente y convertirla en información convergente para
modificar la realidad.

Así que acompáñame al siguiente capítulo, donde nos adentraremos en
los misterios de la Creación. Cómo fue que la mente de Dios creó, en
primer ligar; y aún más importante: cómo es que tú puedes lograrlo.



CAPÍTULO 6


Para finalizar con este Primer Módulo, quisiera profundizar en una
cuestión fundamental. ¿Es posible encontrar un punto de convergencia
entre el conocimiento científico y espiritual? Dicho de otro modo, ¿es
posible explicar, desde un punto de vista espiritual, todos y cada uno de
los avances científicos que hemos mencionado en el capítulo anterior?

Por supuesto que es factible. En ese sentido, si queremos explicar la
ciencia en términos espirituales, debemos recurrir a la Noética, que,
como ya hemos visto, explora el mundo interior de la mente, las leyes
fundamentales del pensamiento y como se relacionan éstas con el
universo físico. Podemos decir, entonces, que la Noética nos permite
vincular la ciencia con la espiritualidad, dando lugar, así, a la certeza de
que existe una inteligencia superior, un diseño inteligente en el Universo.

Ojo, que me refiero a lo espiritual no a lo religioso. No confundamos
religión —cualquiera que esta sea— con la espiritualidad. Como sabes, en
general yo soy muy crítico de las iglesias, pero creo fervientemente en la
presencia de un ser superior. Por supuesto que esto no invalida a
ninguna religión. De hecho, todos estos conocimientos puedes adaptarlos
al credo que profeses. Ya verás que estaremos utilizando una gran
diversidad de textos sagrados como la Biblia, el Corán, la Torá, etcétera.

Y para muestra, tomemos como punto de partida el Génesis. En el
primer versículo del Capítulo 1, nos dice:


«En el principio, Dios creó los cielos y la tierra».


Si aplicamos la Gramática Transformacional y lo analizamos desde
una perspectiva noética, encontraremos, precisamente, este punto de
coincidencia entre lo espiritual y lo científico. Es algo muy interesante
como veremos a continuación. Fíjate bien:

La primera frase, «En el principio», está incorporando un elemento
temporal. Nos está hablando, pues, del tiempo. El inicio del tiempo.

Continúa diciendo: «Dios creó», lo que significa que hay una voluntad,
un diseño, un pensamiento convergente que proporciona información
para que la energía se acomode de cierta forma. Dicho de otra forma,
mediante su pensamiento, Dios acomoda la energía que yace en el campo
cuántico, y la acomoda de forma convergente, especifica, dando lugar a la
creación. Es, a grandes rasgos, el equivalente del Big Bang.

Finalmente, nos dice: «los cielos y la tierra», que no es otra cosa que el
mundo material, la materia. «Los cielos», evidentemente, no es una
referencia literal al cielo, es decir, las nubes, la atmósfera, la estratosfera,
y demás. No, se refiere al espacio, en donde habita la materia y la
antimateria. De esta manera, surgen: el tiempo y el espacio.

Así mismo, cuando dice «la tierra» no está hablando de nuestro planeta,
ya que la palabra «tierra» no tiene mayúsculas —no es un nombre
propio—, sino que más bien se refiere a la materia que ocupa el espacio.

Tenemos, pues, ya desde la primera frase de la Biblia los siguientes
elementos: tiempo, espacio, antimateria y materia.

¿Qué creó Dios? El espacio y la materia. Lo dice el Génesis.

Por lo tanto, si quisiéramos expresar esta misma frase en términos
científicos, tendríamos que decir:

« Dios creó el tiempo, el espacio y la materia».

Y luego sigue otra oración, que dice:

«La tierra era caos y confusión, y oscuridad por encima del abismo, y un
viento de Dios aleteaba por encima de las aguas».

Esta última oración resulta muy interesante porque nos indica que Dios
crea a partir del campo oscuro, de la oscuridad. ¿Y qué es la oscuridad, en
el espacio, sino la antimateria? Caótica, oscura, un campo oculto que los
científicos afirman que constituye el 95% del Universo.


Dios crea, por tanto, a partir de la antimateria; es algo que dijimos
desde el primer capítulo. Recordemos:

Antes de la Creación todo se encontraba en un estado preverbal, es
decir, antes de que el pensamiento de Dios se hiciera palabra. Lo único
que existe es energía fluctuando en el campo cuántico, constituida por
partículas de materia y antimateria en iguales proporciones

Todo está dispuesto para que las partículas se dispongan de cierta
forma, dando lugar a la creación. Pero para ello, se requiere de la
información pertinente que le indique a las partículas cómo es que deben
acomodarse. Esta información no es otra más que el Pensamiento de Dios,
que se materializa en el momento en el que se verbaliza. Es en ese
momento, y no antes, cuando su pensamiento se hace realidad. El Big
Bang ocurre, entonces, cuando se da un exceso de materia y se crea el
Universo.

Dios crea a partir de la antimateria. Y como consecuencia de ello, surge
la luz, porque al aparecer la materia se formaron también los soles, se
formaron las estrellas, que son soles, y es así que surgió la luz.

Es por eso que decimos que Dios crea de forma convergente, porque
acomoda el Universo y le da forma al caos y la confusión, que es
divergente.

¿Qué hubiera ocurrido si el campo donde todo era caos y confusión, se
hubiese mantenido divergente? ¿Qué hubiese ocurrido si Dios no hubiese
enviado la información para que la energía se acomodara de una forma
específica?

En efecto, lo único que se habría transferido este universo físico
hubiesen sido el caos y la confusión.

Y quizás, algo semejante es lo que te está pasando ahora. Sientes caos
en tu mundo, sientes confusión en tu mundo, porque estás recibiendo la
información de forma divergente, caótica. Por eso hay oscuridad en tu
mundo.

Pero la Biblia nos dice: «Y había oscuridad, y todo era caos, y todo era
confusión». ¿Te parece familiarmente cercano este concepto?
Probablemente porque describe a la perfección lo que estás
experimentando en tu vida?

Andas a oscuras, confundido. Precisamente porque aún no has hecho la
petición convergente, emulando a aquella que, en su momento, realizó el
pensamiento de Dios: «Hágase la luz».

De ahí que la luz signifique sabiduría, conocimiento, salud, bienestar,
dinero, felicidad.

¿Acaso no cuando te encuentras desesperado dices: «Ilumíname,
Señor»? Ilumina mi camino, porque me siento muy confundido, vengo a
que me ilumines con tus ideas. Pon luz en este caos.

Como puedes constatar, todo lo que hemos venido explicando en
capítulos anteriores, todo sobre el campo cuántico, la energía, el
pensamiento convergente, el divergente, todo queda englobado en las
primeras palabras del Génesis.

Pero lo mismo ocurre con el Corán, la Torá o la Cábala.

La Cábala, por ejemplo, nos explica que, antes de la Creación, Dios elige
las letras adecuadas para nombrar y dar forma al Universo. Dicho de otra
manera, se encuentra organizando convergente la información que va a
enviar al campo cuántico para organizar la energía que ahí permanece.
Por tanto, las letras, en el alfabeto hebreo, son antenas energéticas, pues
son la representación de los paquetes de información y energía que
sirven para transformar la realidad. Así, antes de la Creación, lo que hacía
Dios era seleccionar sus estrategias convergentes para crearlo todo. Es
por eso que, cuando uno estudia la Cábala, se te advierte que las palabras
son sagradas y no puedes andar repitiéndolas así como así. Porque la
información que recibes es un regalo, un privilegio y debes ser
responsable con esta información.

De este modo, quien recibe esta información adquiere el grado de
Iluminado. El que sabe el secreto. Nuevamente, una referencia a la luz, a la
iluminación como conocimiento y sabiduría. Por que, finalmente, la luz es
la manera de hacer convergente lo divergente.

En resumen, el caos, la oscuridad no eran otra cosa más que la energía
dispuesta de forma divergente en el campo cuántico. Así, cuando Dios dice
«Hágase la Luz», cuando Dios crea los cielos y la tierra, lo que hace es
acomodar toda esta energía de forma convergente, para dar forma a todo
lo que nombra, es decir, organizando el tiempo, el espacio y la materia de
la manera que él quería.

Ahora bien, esta organización tiene una forma específica, la cual ha sido
descrita por la ciencia como un toroide.

El toroide es la forma geométrica que resulta cuando la superficie de
una figura gira en un eje pero sin cortarla.

Imagina que tienes en tus manos una esfera de arcilla. Ahora, con tus
dedos comienzas a hacer presión en ambos polos de la esfera. La figura
resultante, semejante a una manzana, es un toroide. Una dona, por
ejemplo, es otro toroide, u poco más achatado.

Pues bien, toda la energía que fluye en el Universo adquiere esta forma
toroidal y la puedes encontrar en muchas formas: la fluctuación
magnética a lo largo del planeta, toma una forma toroidal, la energía que
fluye del cuerpo humano, tiene, a su vez, esta misma forma. Incluso
algunas galaxias presentan la forma de un toroide.

La Tierra, como puedes ver en esta filmina, tiene un polo sur y un polo
norte magnético, claro que lo tiene. Y tiene un cinturón de electrones y
protones que están dando vueltas. Y el ser humano, como se ha estudiado,
emite energía de forma toroidal también.

Se trata, pues, de una figura que encierra cierto misticismo. Todo lo que
se crea en el Universo: la Tierra, el ser humano, cualquier cosa, se crea en
tiempo, en materia y en espacio en forma de toroide.

Entonces, cuando Dios determina la existencia del tiempo, de la materia
física y del espacio, lo dispone todo en la forma de un toroide.

No hay nada en el universo que no sea energía toroidal.

Y esto no solo lo plantean los textos sagrados, sino que ya ha sido
validado por la ciencia. Como dice la Noética, esto no puede ser
casualidad. No es fortuito. Como tampoco es fortuito que sea la manzana,
un toroide, la representación del conocimiento, de la luz.

¿Qué fruto extrae Eva del Árbol del Bien y del Mal? Una manzana.

¿Y qué representa esta manzana? Nada más y nada menos que todo el
conocimiento del Universo.

Más adelante profundizaremos en este pasaje y comprenderemos
mejor el isomorfismo que plantea. Por lo pronto, basta decir que el diseño
que tiene el Universo no es accidental, sino que obedece a una
Inteligencia. Acuérdate de aquello que Einstein decía: «Mientras más
conozco el mundo físico, más me doy cuenta de que hay una inteligencia
detrás».

Ahora bien, si el toroide solamente fuera energía y nada más, se la
pasaría en un flujo constante, interrumpido, cíclico. La energía que sale
por un polo, recorre la figura y regresa por el otro polo. Energía siempre
fluyendo. Es precisamente la razón por la que todo adquiere esta forma,
en concordancia con la Ley de conservación de la materia y la energía: no
se crea ni se destruye, solamente se transforma.

El toroide tiene esta característica específica: se expande y se contrae,
se expande y se contrae; lo que sale, por un polo vuelve a ingresar por el
otro.

Los científico han observado que el Universo está en expansión desde
sus orígenes, pero no pueden determinar si esta expansión llegará a un
límite. Sin embargo, si nos aventuramos a decir que el Universo tiene una
forma toroidal, bien podemos determinar que lo que ocurre es que los
científicos únicamente son capaces de observar una parte de ese vasto
toroide que es el Universo, por eso ven la expansión, pero no alcanzan a
ver la contracción que sucede en los polos. No alcanzan a ver el momento
en que regresa, el momento en que esas galaxias, ese universo que se
expande vuelve a retomar su medida original.
Es probable que en un futuro cercano se corrobore esto que te digo. Así
como tú, que algún día no muy lejano, podrás percibir y comprobar cómo
toda la energía que nos rodea está en constante flujo. Entra, nos recorre y
sale para volver a entrar.

Todo esto lo iremos viendo en los capítulos posteriores. Por lo pronto,
ha llegado la hora de cerrar este primer Módulo. Pero antes, quiero hacer
un resumen muy general de todo lo que hemos visto en estos capítulo
introductorios.

Probablemente los dos conceptos fundamentales, hasta ahora, son que
el universo es mental y que estamos hechos a imagen y semejanza de
la Gran Mente Universal. Somos cocreadores.

Antes de la Creación, la energía se encontraba dispuesta de forma
divergente, caótica. Dios reacomoda esta energía de forma convergente,
creando, así, el tiempo, el espacio y la materia.

Y así como Dios, nosotros también somos capaces de transformar la
realidad, enviando información al campo cuántico que permita
reacomodar las partículas subatómicas de forma convergente. Es posible,
porque, como ha demostrado la ciencia, el observador influye en la
realidad. Por lo tanto, podemos hacer de aquello que no es valioso, algo
valioso. Del plomo oro, de la ignorancia sabiduría. Solo es cuestión de
saber cómo acomodar de forma convergente toda esa energía que nos
rodea y se encuentra de forma divergente, causando caos y confusión a
nuestro alrededor.

Fuiste creado a imagen y semejanza de Dios, con la capacidad de influir
en este universo físico, mediante tus pensamientos, los cuales albergan la
información necesaria para modificar la disposición de las partículas
subatómicas en el campo cuántico, creando, de esta manera, la realidad
física que tú tanto deseas.

Cuando envías información de forma convergente, la energía en el
campo cuántico se reacomoda y se transforma, dando lugar a lo que tú
deseas. En otra palabras, creamos luz de la oscuridad, orden del caos.

Pero para poder lograrlo, debemos entrenar nuestra mente para poder
pensar de forma convergente. Este es el secreto para crear abundancia,
dinero, salud, bienestar, una casa, un negocio exitoso, para llevar tu vida
al siguiente nivel, etcétera.


Por lo tanto, si tu realidad no te es favorable. Si vives en la carencia, en
la enfermedad, en el desamor y la infelicidad se debe a que tú mismo has
creado toda esta realidad. La has ido creando a lo largo de los años con tu
poder creador. Porque vives en el caos y la confusión del Universo
divergente, pero no has sido capaz de transformarlos de forma
convergente para que haya luz.

Sin embargo, no todo es tu culpa, ya que, por años nos han programado
para pensar de forma divergente. Solo unos cuantos iluminados poseen
este conocimiento y no quieren compartirlo. Illuminati, les llaman
algunos. Los Iluminados, los que conocen el secreto. Y al ser poseedores
de este conocimientos, son dueños también del planeta entero. Un puñado
de personas que lo controlan todo: el poder político, social, económico.

Y para mantenerte controlado, alejado del verdadero conocimiento, te
generan miedo y culpa a través de todos los medios que tienen
disponibles: los noticieros, el tipo de cambio, la bolsa de valores, la
televisión, el cine, la economía, la inseguridad, la violencia y demás.

No vamos a atacarlos, no vamos a criticarlos; no vamos a perder
nuestra energía creadora en eso. Antes, por el contrario, vamos a usar sus
mismas herramientas, aprovechando todo ese conocimiento ancestral,
pero a nuestro favor. Y entre más personas seamos que estemos creando
este proceso, este mundo se va a mejorar, es la forma.

Por lo tanto, para poder contrarrestar su mensaje nocivo, debemos
tomar consciencia, ya que solo así podremos despertar y liberarnos de las
ataduras mentales que nos han impuesto.

¿Qué ejercicio te estoy dejando para que lo logres? Que hagas una
cuenta T, una lista con tus pensamientos que te ayude a evaluar la
cantidad de pensamientos divergentes y convergentes que tienes al día. El
resultado de esa cuenta T representa dónde te encuentras actualmente, es
una radiografía de lo que te está pasando, por eso es que estás teniendo la
realidad que tienes.

Pero no te angusties, conforme más constante y disciplinado te vuelvas,
te darás cuenta que el número de pensamientos positivos irá en aumento.
Comenzarás a controlar tu mente, comenzarás a pensar de forma
convergente y de esta manera serás capaz de transformar la realidad a tu
favor.

Aprende a crear la realidad que quieras, porque es la forma que tienes
de amarte y celebrar el privilegio que te ha dado la Gran Mente creadora,
de ser partícipe de este proceso de creación. Porque fuiste creado a
imagen y semejanza de Dios y eso te hace un cocreador.

Una vez que estés convencido de que eres un creador, dedícate a
transformar tu realidad. Vuélvete convergente, con pensamientos
específicos hacia la luz que tú deseas: dinero, negocio, familia...

La mayor parte del tiempo posible enfócate, para que la información
que mandes al campo cuántico reacomode la energía y las partículas
subatómicas de una forma distinta. Conviértete, de esta manera, en un
alquimista de tu vida y de tu destino.

Y eso es, de manera muy general, lo que te hemos presentado en este
primer Módulo de nuestro Programa Grandiosa Mente.

Todos somos capaces de crear, sin importar el lugar en el que nos
encontremos, siempre podemos crear, para nosotros y para los demás,
una realidad mejor. No olvides que te amas a ti mismo cuando creas para
ti la realidad que deseas y te mereces. Así mismo, amas a los demás
cuando creas para ellos la realidad que ellos desean. Y en ese momento, te
vuelves empático con la bondad de Dios.


En tus manos tienes ahora el poder para crear lo que tú quieras.


En los siguientes capítulos, te voy a presentar muchas más técnicas y
herramientas que te ayudarán a reforzar tu capacidad creadora. Ese es el
compromiso de este entrenamiento Gran Dios es igual a Mente.

Así, pues a manera de reflexión final, quiero recordarte que eres Dios,
que eres cocreador, y que la prueba de ello es que has creado la realidad
que estás viviendo actualmente. A partir de ahora, con estos
conocimientos y los ejercicios de toma de conciencia, darás el primer paso
a la iluminación, lo que te permitirá tomar tu destino en tus propias
manos.

Así sea.

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