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En este sentido, ante la necesidad de mantener algún orden o bien jurídico, las
ciudades, el medio ambiente, la fiscalidad, las aduanas, la bolsa, etc., la
concreción de la idea liberal revolucionaria de reservarse el ejercicio de la el
poder de castigo del estado en manos del poder judicial es más efectivo. Cada
vez más, para superar la llamada ley penal prebeccariano, la entrega a la
institución es de naturaleza administrativa sin tener en cuenta ninguna forma de
principio y garantía.
En efecto, en esta forma de ejercicio de los poderes punitivos del estado, no sólo
queda un remanente del despotismo, sino que como hemos señalado cada vez
más de estos poderes están conferidos a órganos ejecutivos, cuya base se
basará sobre más eficaces, para detener de manera más oportuna ciertos actos
menos graves, y por lo tanto no requieren de mayores garantías sustantivas y
procesales en su ejecución. Sin embargo, la idea de promover la intervención
estatal punitiva con garantías mínimas llevó lentamente a la tentación de agravar
estas sanciones, creando una asimetría con las sanciones contenidas en el
derecho penal, al punto de ser en muchos casos más severas y severas que el
derecho penal, aplicado por el tribunal.
Por ello, la cuestión ha pasado de ser una cuestión meramente secundaria, con
las inherentes idiosincrasias, contingencias y burocracia propias de la
administración, a una cuestión de capital, dando sentido y fundamento a la
actuación del Estado frente a la sociedad, en particular garantizando la protección
de determinados valores y bienes constitucionales. En este contexto, el poder de
sanción en manos de las autoridades administrativas se ha convertido en una
importante herramienta de intervención y mecanismo para la reestructuración de
la sociedad bajo la premisa constitucional de promover los intereses comunes y la
integración armónica de todos los estamentos del país. Esto explica que su
crecimiento no se deba a la contingencia histórica de la "tolerancia" constitucional,
sino a una respuesta a exigencias constitucionales, cuyo fundamento, sentido y
función exigen el necesario análisis dogmático a la luz de nuestro ordenamiento
jurídico.
Sin embargo, el estudio de este tema debe partir de la definición del concepto de
ilegalidad administrativa, a fin de determinar su naturaleza jurídica y, en
consecuencia, determinar su fundamento en el orden constitucional. Esto también
permitiría vincular un conjunto de principios, tanto en lo sustantivo como en lo
procesal. El primero de ellos será objeto de este trabajo, considerando ambos
aspectos: a) La naturaleza de las infracciones administrativas y sus
consecuencias jurídicas, es decir, el objeto de las sanciones administrativas, es
materia de datos más antiguos, especialmente en el estudio de los jurídicos
penales. En este caso, nuestro análisis explicará la forma en que la doctrina
estatal y la jurisprudencia estatal reciente afrontan el problema, especialmente
con el fin de establecer los conceptos básicos que sustentan la investigación
anterior; están basados Si bien se mencionarán, su desarrollo y análisis
detallados se realizarán en un trabajo de seguimiento.