Está en la página 1de 5

EL PRINCIPIO DE FAVORABILIDAD

El estado social y constitucional en el que vivimos se basa en el respeto, la materialización


y la protección de los derechos y garantías de los ciudadanos. Esto ha llevado a la búsqueda
de límites al poder punitivo del Estado, a la reducción de la lesividad de los derechos del
ciudadano y a la creación de principios que no solo modulan la actuación judicial y
administrativa, sino que también sientan las bases del proceso penal. Uno de estos
principios es el de favorabilidad, que protege al ciudadano investigado por el órgano de
persecución penal y busca la solución más favorable en caso de un conflicto de leyes.

En los últimos años, se han producido cambios en la interpretación y finalidad de los


principios y normas del sistema penal, que distan del verdadero significado de los
principios. Estos cambios se evidencian en el tratamiento que se da a quienes son
destinatarios de la ley penal, a quienes se les disminuyen sus facultades y se les restringen
sus derechos y garantías fundamentales. La política criminal ha jugado un papel decisivo en
estos cambios, convirtiéndose en una herramienta de criminalización liderada por el Estado,
aceptada por los operadores jurídicos y demandada por la sociedad. Este cambio, aunque no
es acorde con los postulados del Estado social y constitucional de derecho, no ha sido
caprichoso, sino que es consecuencia directa de la influencia del derecho penal
internacional, la protección internacional de los derechos humanos, la protección y el papel
protagónico otorgado a la víctima dentro del sistema penal y la expansión del derecho
penal.

principio de favorabilidad en materia penal, el cual establece que la ley que se aplicará a un
delito será la que estaba en vigor en el momento en que se cometió el delito. Sin embargo,
si una ley posterior modifica favorablemente el tratamiento del delito, se aplicará
retroactivamente, lo que significa que se hace una excepción al principio general de
aplicación de las leyes hacia el futuro.

Esto es importante porque garantiza que las personas no sean juzgadas por leyes que no
existían en el momento en que cometieron el delito y que puedan beneficiarse de cambios
favorables en la ley. Sin embargo, el texto también señala que el operador jurídico debe
valorar y ponderar juiciosamente las normas sustanciales o procesales para proteger las
garantías fundamentales del debido proceso. La jurisprudencia de esta Corporación tanto en
sede de control abstracto como en sede de revisión ha establecido que es procedente la
aplicación de la norma más favorable, de manera que la ley en materia penal, aunque se
trate de norma procesal que tengan efectos sustanciales, debe interpretarse en concordancia
con el principio de favorabilidad consagrado en el artículo 29 Superior.

La tendencia a proteger a la víctima y restituir el daño causado con el delito ha sido un


móvil determinante para la variación de la función limitadora de las garantías penales y la
limitación de derechos fundamentales. El fenómeno de identificación de la víctima conduce
a entender la propia institución de la pena como mecanismo de ayuda a la superación por
parte de la víctima del trauma generado por el delito. La expansión del derecho penal ha
llevado a una mayor injerencia del Estado y ha generado un debilitamiento de las garantías
y principios rectores del derecho penal clásico, como el principio de lesividad, el de
culpabilidad y el de legalidad. Esto se traduce en un debilitamiento de la función limitadora
de los principios tradicionales del derecho, que los ha convertido en herramientas más
punitivas.

La reflexión que se plantea es acerca de cómo el derecho penal moderno se ha alejado de


los principios tradicionales que limitaban el poder punitivo del estado, y cómo esto ha
llevado a una situación en la que se penaliza cada vez más conductas y se flexibilizan
principios fundamentales como el de lesividad, culpabilidad y legalidad. Esto ha generado
un debilitamiento de las garantías y principios rectores del derecho penal clásico, y ha
llevado a una situación paradójica en la que se niega la aplicación del principio de
favorabilidad en nombre de la protección de los derechos fundamentales.

Aunque la protección de los derechos fundamentales es importante, esto no debe llevar a


una negación del principio de favorabilidad, que es un principio fundamental en el derecho
penal y que busca garantizar la seguridad jurídica de las personas. La flexibilización de los
principios rectores del derecho penal puede llevar a una situación en la que las personas
sean penalizadas de manera injusta, y esto contradice los principios medulares del estado
social y constitucional de derecho.
El derecho penal moderno y a la manera en que se ha alejado de los principios tradicionales
que limitaban el poder punitivo del estado. Hay que señalar que es importante proteger los
derechos fundamentales, pero esto no debe llevar a una negación del principio de
favorabilidad, que es fundamental para garantizar la seguridad jurídica de las personas.

El principio de favorabilidad penal es un principio fundamental en el derecho penal que


busca garantizar la protección de los derechos de los ciudadanos frente al poder punitivo
del Estado. Este principio establece que, en caso de existir una colisión de leyes o cambios
normativos, se debe aplicar la ley que sea más favorable al procesado, sin importar que sea
anterior o posterior a la comisión del delito.

Sin embargo, como se dice que, este principio ha sufrido un cambio radical en su aplicación
en los tipos penales cuya ejecución es permanente en el tiempo, lo que ha dado paso a un
adelantamiento del poder punitivo del Estado. Esto significa que se ha comenzado a
cuestionar la aplicación del principio de favorabilidad penal en determinadas
circunstancias, lo que ha llevado a una justicia selectiva e intervencionista por parte del
Estado.

En este sentido, se ha argumentado que la aplicación del principio de favorabilidad puede


llevar a la impunidad y no satisfacer las pretensiones punitivas de la víctima, lo que ha
generado un incremento desmesurado del poder punitivo del Estado. Esto se debe a que el
Estado tiene el monopolio del ius puniendi, es decir, el derecho exclusivo de ejercer la
acción penal en la sociedad.

Por lo tanto, para garantizar la protección de los derechos de los ciudadanos frente al poder
punitivo del Estado, se requiere de la implementación de garantías que permitan limitar el
ejercicio del poder punitivo. Estas garantías deben ser configuradas directamente por el
constituyente, con el fin de dotar al ciudadano de las herramientas necesarias para
equilibrar la balanza ante el ejercicio del poder más drástico que es titular el Estado.

El principio de favorabilidad penal no ha sido ajeno a ese cambio y ello se ha evidenciado


principalmente a la hora de aplicar dicho principio en los tipos penales cuya ejecución es
permanente en el tiempo, cuestionándose la función garantista que como modulador de la
actividad judicial suponía su aplicación y dando paso a un adelantamiento del poder
punitivo del estado. Tradicionalmente, se entendía que frente a la colisión de leyes o frente
a los cambios normativos, se aplicaba la ley que resultase ser más benéfica a los intereses
del procesado, lo que operaba de manera automática, esto es, sin reparo alguno, por ser ello
no un beneficio sino un derecho de todo ciudadano, esa postura sufrió un cambio radical y
se empezó a distinguir los eventos en los que procedía o no la aplicación de este principio,
convirtiéndose en una justicia selectiva e intervencionista, justificada en la necesidad de
evitar la impunidad, de satisfacer las pretensiones punitivas de la víctima e
incrementándose de manera desmesurada el poder punitivo del Estado.

El monopolio del ius puniendi en cabeza del Estado es una circunstancia que conduce a
que se intensifiquen al máximo las garantías contenidas en el debido proceso puesto que se
trata de dotar al ciudadano de las herramientas que requiera para colocarse en una situación
de equilibrio ante el ejercicio del poder más drástico de que es titular el Estado. De allí
también por qué, aparte de la favorabilidad muchas de las garantías que amparan al
ciudadano ante el ejercicio del poder punitivo hayan sido configuradas directamente por el
constituyente, pues se alienta el propósito de limitar un poder que históricamente se ha
prestado al desconocimiento de los atributos inherentes al ser humano.

En conclusión, el principio de favorabilidad penal es un principio fundamental en el


derecho penal, que busca garantizar la protección de los derechos de los ciudadanos frente
al poder punitivo del Estado. Sin embargo, su aplicación selectiva e intervencionista puede
llevar a un adelantamiento del poder punitivo del Estado, lo que justifica la implementación
de garantías que limiten el ejercicio del poder.
BIBLIOGRAFIA

FERNANDEZ CARRASQUILLA, JUAN: Derecho Penal Fundamental 1, tercera edición,


Bogotá, Grupo Editorial Ibáñez, 2004.

VELASQUEZ VELASQUEZ, FERNANDO. Derecho Penal Parte General. Editorial


TEMIS, tercera edición. Santa Fe de Bogotá, Colombia. 1997.

CORTE CONSTITUCIONAL:

 Sentencia del 23 de mayo de 2019. Radicado: C- 225 de 2019. M.P., Antonio José
Lizarazo Ocampo.

. Sentencia del 5 de febrero de 1993. Radicado: T-797 de 2006. M.P., Jaime Córdoba
Triviño.

También podría gustarte