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principio de favorabilidad en materia penal, el cual establece que la ley que se aplicará a un
delito será la que estaba en vigor en el momento en que se cometió el delito. Sin embargo,
si una ley posterior modifica favorablemente el tratamiento del delito, se aplicará
retroactivamente, lo que significa que se hace una excepción al principio general de
aplicación de las leyes hacia el futuro.
Esto es importante porque garantiza que las personas no sean juzgadas por leyes que no
existían en el momento en que cometieron el delito y que puedan beneficiarse de cambios
favorables en la ley. Sin embargo, el texto también señala que el operador jurídico debe
valorar y ponderar juiciosamente las normas sustanciales o procesales para proteger las
garantías fundamentales del debido proceso. La jurisprudencia de esta Corporación tanto en
sede de control abstracto como en sede de revisión ha establecido que es procedente la
aplicación de la norma más favorable, de manera que la ley en materia penal, aunque se
trate de norma procesal que tengan efectos sustanciales, debe interpretarse en concordancia
con el principio de favorabilidad consagrado en el artículo 29 Superior.
Sin embargo, como se dice que, este principio ha sufrido un cambio radical en su aplicación
en los tipos penales cuya ejecución es permanente en el tiempo, lo que ha dado paso a un
adelantamiento del poder punitivo del Estado. Esto significa que se ha comenzado a
cuestionar la aplicación del principio de favorabilidad penal en determinadas
circunstancias, lo que ha llevado a una justicia selectiva e intervencionista por parte del
Estado.
Por lo tanto, para garantizar la protección de los derechos de los ciudadanos frente al poder
punitivo del Estado, se requiere de la implementación de garantías que permitan limitar el
ejercicio del poder punitivo. Estas garantías deben ser configuradas directamente por el
constituyente, con el fin de dotar al ciudadano de las herramientas necesarias para
equilibrar la balanza ante el ejercicio del poder más drástico que es titular el Estado.
El monopolio del ius puniendi en cabeza del Estado es una circunstancia que conduce a
que se intensifiquen al máximo las garantías contenidas en el debido proceso puesto que se
trata de dotar al ciudadano de las herramientas que requiera para colocarse en una situación
de equilibrio ante el ejercicio del poder más drástico de que es titular el Estado. De allí
también por qué, aparte de la favorabilidad muchas de las garantías que amparan al
ciudadano ante el ejercicio del poder punitivo hayan sido configuradas directamente por el
constituyente, pues se alienta el propósito de limitar un poder que históricamente se ha
prestado al desconocimiento de los atributos inherentes al ser humano.
CORTE CONSTITUCIONAL:
Sentencia del 23 de mayo de 2019. Radicado: C- 225 de 2019. M.P., Antonio José
Lizarazo Ocampo.
. Sentencia del 5 de febrero de 1993. Radicado: T-797 de 2006. M.P., Jaime Córdoba
Triviño.