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Si bien actualmente las dificultades de aprendizaje escolar constituyen una

preocupación, en el siglo XIX la atención se centraba sobre los niños bien


dotados o inteligentes que presentaban dificultad para aprender una
determinada asignatura. En un primer momento se pensó que los niños que no
aprendían no eran inteligentes. Esta etapa se caracteriza por los primeros tests
psicológicos, debiendo resaltar la importancia del instrumento ideado por Binet
y Simon que permitió establecer la edad mental de los niños, al mismo tiempo
que posibilitó comprender que hay niños que no aprenden a pesar de no tener
retardo mental. A partir de que Hollingworth informó en 1915 que el 80% de los
niños que no aprenden presentan dificultades psicológicas o sociales, se
comenzó a pensar que existen dificultades de aprendizaje específicas, cuya
causa no es demostrable. Desde entonces, la dificultad específica, que la
autora prefiere denominar primaria, puede ser observada en niños con
inteligencia normal o cercana a la misma, sin alteraciones motoras o
sensoriales, con asistencia regular a la escuela y buen ajuste emocional, así
como también se encuentran dentro de un nivel socio- económico-cultural
aceptable. De esta manera podemos clasificar a las dificultades de aprendizaje
como primarias - siendo ésta la verdadera dificultad de aprendizaje- y
secundarias, constituyéndose estas como un síntoma que se hace visible en
una dificultad para aprender.

Existen diferentes conceptualizaciones respecto a las dificultades de


aprendizaje. El Comité Conjunto para las dificultades del Aprendizaje las define
como “trastornos intrínsecos al individuo y presumiblemente debidos a una
disfunción del sistema nervioso central”, mientras que la Asociación
Canadiense para los Niños con Dificultad de Aprendizaje las conceptualiza
como “un grupo heterogéneo de trastornos debido a una dificultad identificable
en el sistema nervioso central (…) no son debidas a impedimento visual,
auditivo o motor, a retardo mental, a disturbios emocionales (…)”.

Desde otro punto de vista se puede definir el aprendizaje como un proceso de


adquisición. Las definiciones que se han dado de dicho concepto pueden
reunirse en definiciones operacionales (las que toman en consideración
cambios mas o menos permanentes que se producen en la conducta) y en
teóricas (las cuales tratan de explicar los mecanismos presentes e identificar la
verdadera naturaleza del aprendizaje).

El aprendizaje es un proceso de adquisición que se produce por la acción de la


experiencia, la cual se basa en un cambio estructural permanente del sistema
nervioso. Podemos afirmar que el aprendizaje es uno de los procesos que
posibilita el desarrollo del sistema nervioso, junto con la maduración. Este
concepto de aprendizaje está vinculado con el de plasticidad, el cual se
considera como un mecanismo que subyace a la mutabilidad y flexibilidad del
cerebro, haciendo posible la cognición.

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