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de los individuos de la multitud que había emitido la 2 J. «Entonces se lo entregó,

condena hubiera podido atrincherarse detrás de un des­ para que fuera crucificado»

plazamiento de responsabilidad análogo. En la multitud,

el verdadero responsable no es el individuo, sino la mul­


La conclusión del episodio, con el último grito de la
titud misma como sujeto colectivo. En su Psicología de
multitud, al que Pilatos se doblega entregando a Jesús
las masas, Sigmund Freud habla de «masa psicológica»
para ser crucificado, ha hecho discutir mucho a quienes
para referirse a esta entidad abstracta que absorbe la
se han ocupado ele! Lema desde el punto de vista jurídico.
psique individual, única para la cual tiene sentido hablar
Se ha dicho que Jesús fue ejecutado sin una sentencia
de responsabilidad. El individuo «en m�sai. está como
que 'declarase su culpabilidad. Pilatos se abría limitado a
protegido por la invisibilidad. Actúa corno si nadie pu­
un acto material, la entrega, y no habría pronunciado
diese verlo y así adquiere, por el hecho del número que
ningún acto jurídico formal.
esconde las unidades, un sentimiento de potencia ínven­
Es posible que esta observación esconda un pre­
cible y de exención de toda rendición de cuentas. El sen­
concepto formalista, válido para los procedimientos
tido ele !a responsabilidad que frena a los individuos, en
judicíales de nuestro tiempo, pero injustificado res­
la masa puede reducirse hasta desaparecer, La reacción
pecto a las condiciones polítfcas y jurídicas de aquel
de la muchedumbre ante Pilatos, que en su presencia se
entonces. «Ibis ad crucem» podía ser la desnuda sen­
Java las manos de la sangre de Jesús,
tencia. Y la entrega para la crucifixión asumía el mis­

mo significado.
«{Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hljosl»
Pero a -nosotros no nos interesa el asunto desde el
(Mt. 27, 25),

.
punto de vista del procedimiento. Nos interesa desta­

.
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.
car que, efectivamente, al amoldarse Pilatos a la mu­

--
no desmiente, sino que confirma este punto de vista.
chedumbre, se llega al final. Ya no hay instituciones,
También éste era un grito de la muchedumbre, con todas
no hay proceso, no hay derecho. La presión de la mu­
sus características: hasta el acto de asumir la responsa­
checlumbre lo barre todo. Después de su grito triun­
bilidad puede ser un acto irresponsable.
fante no hay sino actos materiales. También el episo­
En resumen: el pueblo que decidía la suerte de Jesús
dio de la inscripción del «rnalefícío» sobre la cruz, es
era una masa, con todas las características negativas que
decir, la motivación de la ejecución, pone en evidencia
a ésta se le atribuyen habitual y paradigrnáticamente,
l. y,
el silencio del derecho. Pilatos escribe, los hombres del
por lo Lanto, también de manera esquemátíca." En tal
Sanedrín protestan;' Pilatos los aleja con un gesto ele
caso, se puede hablar de democracia, pero bajo concli­
fastidio:
ción de precisar: democracia en la peor de sus versiones

degenerativas, el régimen
L de la multitud inculta y emotí­
[
.va, de la plebe inconsciente e irresponsable. «Lo que he escrito, escrito está" (Jn. 19, 22),

No es ésta la Wüma de las lecciones del proceso a Je•


'15. véase !;:L vnz •M:is.,� 1:11 Sot.iD/otischc E.,·c11•:sl! (1956). Josütctc ele In­ sús. ¿Se quiere invocar la fuerza de la multitud? Enton­
vcs,lgndón Soci.c.l de: F1-:1ui:Cort, n cnr&o de M. Horklieimu y T. W. Adorno, don·
ces, habrá que aceptar también que el orden jwidico se
de se lntcutn Invenir d com:epio común hostil u los Ieuémencs de n1U!o":\,. ccu­

cepto al que ...:e: uccsa de tc11ckncl:i cítusrc y nnLicli:m�1iati�. ve suplantado por las vías de hecho.

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Vox populi; vox dei
en manos e.le la muchedumbre, la hari adulado, <livi n i-

zándola. Precisamente: vox popr.1.li, vox_sf!fJ· ic¡-«>g (oui


La turba, pcrúltlmo, fue adulada, y, para adulada, se
Ello expresa. un concepto totalitario de la democracia , tM>J°" pñd
la elevó, de plebe que era, hasta endiosarla.
cmi10 fuerza, y como fue1�la absohn·a· un concepto que
Bajo el aspecto teológico, aunque inconscientemente, ños remite a muchas de las caracterísricas que hemos
•.
se le atribuye el encargo ele proseguir la acción provi­ visto en la decisión popular contra Jesús. Sobre Lodo, la
dencial que en GetsemanI se había expresado con el si­

lencio ele Dios. Frente a la imploración de Jesús, Dios se

mantiene mudo a f
ín de que se cumpla el designio. Y el
-
ausencia de procedimientos y garantfos a favor de la� vo-

--------
ces potenc1aln1en te discordes. .E] que se aparla del coro,

o es uno que se equivoca, o es alguien que ha renegado


----------
¡cruci{fcale.1 que grita la muchedumbre no ha sido otra ele la verdad, como Judas. Por eso hay que impedirle

cosa que el momento culminante de ese silencio. La om­ existir; o expresarse, o, por Jo menos, expresarse libre-

niporcncia de Dios era 1a omnipotencia de la muche­ mente, a la luz del día (contrariamente a lo que hacía Ni-

durnbre, codemo, el hombre de la fe nocturna).

Pero, independientemente del papel que le corres­ Precisamente en esto se puede ver un camuflaje y

ponde en el proyecto mesiánico, la decisión de la gente una prueba evidente de la ínstrumcntal ízación. En g ene­

presenta dos características intrínsecamente divinas, que ral, se puede afirmar que todo� a_c¡uellos que ensalzan al

se refieren, una a su objeto, y la otra a su naturaleza. pue blo o hacen para


l podei=-iitilizarlo; que cada vez q ue

El objeto era la vida y la muerte. Quien se arroga el se...CHCe:··el ·püeblO ¡,a, habla do, el unto'
as está cerrado, es­

derecho a disponer de la vida y la muerte de un ser hu­ ta1;1o.S anteunconcepto Instrumental d e la democracia.

mano, conceptualmente se sitúa por encima ele éste. El ocliec1;·6",�·ño ha y a dulación que sea desinteresada, y

cuanto más gra nde es e l hala go, ta nto mayor el i nterés.


hombre presupone la vida y la muerte. Está «puesto»
E l q ue no se sustrae a e l l o. s e convierte en cieg o y pasivo
para la vida y para la muerte. Pero lo que está puesto no
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puede situarse por encima de su propio presupuesto.


instrumento. Si la adulación ega
ll na da m enos qu e a la¡
equiparación ¿óñ-'oios, la Consecuencia � prohibir la
Quien decide sobre estos asun tos es Dios, o alguien que
m1'\S'"elcivada y huma na dC las posibilidades: l�\ de pen­
actúa en la tierra en nombre ele Dios, corno representan­
sa rse las cosas de nuevo, volver sobre la s propias d eter­
te o como usurpador.
m inaciones. La absOlutiz.aciÓii. ·del poder coincide con su
La naturaleza de la decisión era, pues, su carácter
expropiación 1)al"a ventaja de otros.
irrevocable, definitivo, irremediable. Quien toma una
--- Hémos empezado es tas reflexiones diciendo que en el
decisión por la cual a un hombre se le da muerte no
proceso a Jesús se observa un ejemplo de democracia.
debe dudar de su propia infalibilidad, dado que no ha­
A continuación, hemos podido comprobar. que, si de de­
brá manera ele volver atrás. Pero, nuevamente, la infalí­
., mocracia quisiésemos hablar; tendríamos que añadir ...i✓•
biliclad, si puede ser atributo de alguien, sólo puede ser­
que se trataba de la peor de todas. Ahora estamos en ,t-,i,
lo de Dios o de quien lo represente.
condiciones ele decir que de democracia, independiente­
Quien se atribuya el derecho a decidir sobre la vida
mente de sus virtudes, sólo puede hablar el que se con­
y la muerte, de alguna forma, conscientemente o no,
forme con las más inmediatas y engañosas apariencias.
quiere valer tanto como Dios. Pilatos y el Sanedrín, po­
E n realidad, no se ha tratado, ni mucho menos, de un
niendo en última y definitiva instancia la vida de Jesús
«caso» de democracia, sino de un «caso» de autocracia y
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de oligarquía en el que los protagonistas mueven la mu­ escéptica, llamaremos, hemos dicho, democra-

chedumbre como un arma. Ninguno de los sujetos que cia crítica.

llevaban el juego era amigo de la democracia, aunque to­ La posibilidad combate tanto el dogma como la reali­

dos adulaban a la gente, Ouerían valerse de ella como dad, dado que, para ser posibilidad y no contradecirse,
,.
nunca puede desembocar en la aceptación pasiva de las
punto de apoyo. Como todos los que se aprovechan de la

democracia, en ella veían tan sólo w1 billete de ida, no' últimas consecuencias, como exige la necesidad. Postula

de ida y vuelta, por Jo. senda de su propio interés y de su que en toda situación hay algo que falta, una faceta que

poder. ha permanecido en la sombra, que pide y puede salir a

la luz, y
- en la que es posible apoyarse para ir más allá.

--
Toda cos? deja entrever una pen,pectiva ele superación
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de lo gue está dado. de lo gue es visible. Y toda supera­

-
Democracia crítica y espíritu de la posibilidad
ción es siempre y sólo temporánea, porque está destina­

En la manera ele guiar sus propios pasos. los hom­ da a. ser puesta, siempre y nuevamente, en tela de jujclo.

bres del Sanedrín (desde el principio) y Pilatos (al final) Por lo tanto, en la actitud de quien se inspira en la

�eg�rº1.!..!:" .!-E_ necesídad: ante aquella situación, la posibilidad hay una fuerza que actúa para ir constante­

muerte de Jesús no ofrecía otras alternativas. Para todos mente más a1lá, incluso si no necesariamente «más ade­

ellos, Jesús tenía que morir: por la nación hebrea o por lante», Efectivamente, en la posibilidad está también in­

el poder de Roma. El dogmatismo y el realismo escépti­ cluida la eventualidad de la derrota, del tener que volver

co han sido dos


--
-
tiranos que llevaron a Jesús a la cruz, liac1a atrás. La fe acrítica en el progreso no tiene nada

por medio de quienes sirvieron a esos tiranos. Quien se que ver con esta actitud del espíritu, porque la posibili­
--
pone en manos de éstos no tiene después manera alguna
. - - -
��-d siempre tiene dos Jacetas __ y encierra tanto')����j_or

el
de establecer un límile. y ha de tener en cuenta los re­

sultados extremos, las tragedias finales. figl iustitia es.et


--
S,�mo lo peor: El mejoramiento, sea cual fuere

para medirlo, no se excluye en lo más mínimo -como,


criterio

l�a del pensamiento dogmático; fiat pnte,sra,; pochia ser en cambio, consideran los escépticos que se dejan deter­

e -·
del pensamiento escéptico; para ambos, hasta la con­ minar solamente por ]a fuerza existencial de la realí­

secuencia extrema: pereat mundys_ En la impasibili.9.s\d dad-, pero tampoco asegurado, como a su vez creen los

(·rente a lo que pueda ocurrir; en la.<:ªp�ci4a'crc:O;nún que pretenden tener de su lado la fuente de seguridad de .

dtLJ!.q_ r�-pceder ni :siguiera ant�-1.Q.irf�p�bl� .. �J.dba una fe.

�°.'?� denom��-r.. _ta�l�� la actitud d_�(,!!!álic,¡ Por eso, la democracia crftjq rnmca será un régimen

como ele la esceptica, y, en consecuencia, de lo que he­ arro ante se I!'ro ·


dcslmuno QH e rehúsa la au tocrítica
,
iños(hcho ser dogmática clemocracin y s •o mira hacia adelante, proyectado siempre hacitiJa

Ii-<le'iriOCracia y la

escéptica. El pensamiento de la verdad y el del escepti- Bruilldad y olvidado de: SJiS raíces, como puede ser....en
---
¡t cismo del po_der que es �naliclad en sí m�smo se encuen- cambio, la «democracia» según líl ve[llil.cl y !-iegún la Iner­

.C-("' J trau aquí, abados, en el inexorable �p!n t!:I, de 1a �i­ za de la realidad. La democracia critica es, en cambio,

� ¡i \J¡lg. En este aspecto se diferencian ---


radicalmente del un régimen inquieto, circunspecto, que desconfía de sí

'- ,tll jesp(citn de la posibilidad que se encuentra en la base de mismo, siempre dispuesto a reconocer sus propios erro­
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una manera diferente de concebir la democracia, una res, a. volver a ponerse! en discusión, a volver a empezar

democracia que, en contraste con la dogmática y con la desde el principio.


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si
La democracia crítica se Impide a sf misma las obras Vox populi, 11ox dciJ

grandiosas y terribles de la verdad y de la fuerza. Aun­

que-a los partidarios de la política. vigorosa pueda pare­ Para la democracia crítica, nada es tan insensato

cerles desprovista de nervio, con aquella renuncia obtie­ como 1a divinización del pueblo cuya expresión
u es la m á ­

ne, sin embargo, librarse de la necesidad y abrirse a la xima vox popu.l.i., vox dei, auténtica forma de Iclolatrta

libertad. No se trata de la libertad triunfante y final de política. Esta grosera teología nniffie.:'l dcmoci-álica co­

quienes creen en las realizaciones definitivas, en las con­ rresponde a los conceptos triunfalistMy acríticos del pO­
quistas irreversibles de la humanidad, en los cumpli­ der del pueblo que, com_2 hemos visto, no son sino �­

mientos que marcan una época (que son, para la necesi­ lac1ones interesadas.

dad, otras tantas formas de volver a tratar los asuntos de En la democracia crúíca. la autoridad del pueblo no

la política). Es, más bien, la libertad inicial y temerosa depende, ni mucho menos, de sus supuestas cualidades

de quien siempre s.e considera en los primeros pasos, sobrehumanas, como la omnipotencia y la infalibilidad.

y, confiando en que se pueda obrar en pro de lo mejor, Depende, en cambio, de) motivo exactamente opuesto,

teme también, sin embargo, que en cada momento se es decir, del hecho de asumir que todos los hombres y el

pueda echar todo a perder; En esta doble aclih1d del es­ pueblo en su conjunto son necesanamentc li.mit�

píritu, abierto al optimismo pero no cerrado al pesimis­


-�- .

mo, esmba el punto de e uilibrio de la democracia cnn­ Este punto de vista parece contener una contradic-

ca. a aspiración a lo mejor, no fluctuante por e temor ción que es necesario aclarar. ¿Cómo se puede con6ar en \

aTo peor, pondría en acción constantes superaciones del la decisión de alguien, cómo se le puede atribuir autnri­

-
statu quo que generarían frustraciones sociales, y, junto dad. curndo no se le reconocen m&ritos y virtudes, sino

con éstas, demandas de certeza y seguridad, incompati­ vi_c;:ios v defectos' La respuesta está en el carácter gene­
.. ' " '
bles con la democracia crítica, ral, precisamente, deJos V1c1os y de1·ectos. La acmocra­
Así, sólo la democracia crítica es compatible con la cIB en aeneral, y articularmenle la deme ra iLC.L"Ítica,

libertad. dado que no tiene ley alguna de necesidad a la se'lJasa


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ese ncial:
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ue los m · ·· · s y defectos

que deba atenerse. Tan sólo la democracia c¡itica no e uno•


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.-'-.son también de todos. Si en el valor político se

degrada la democraciaª instn1menlo a un instrumen­ negase esta igualdad, ya no tendtiamos democracia, es

to que es válido mientras resulta eficaz para ]a finali­ decir, gobierno de todos sobre todos; tendríamos, en

clacf gu_c._se_lc...h:wcsignawx. efectivamente, la decisión' cambio, alguna forma de autocracia, es decir, el gobier­

popular no tiene nada preconstituido fuera de sí mis­ no de una parte (los mejores) sobre la otra (los peores).

rna, a lo que deba servil: En la democracia crítica, la Por lo tanto, si todos son iguales en los vicios y en las

democracia es función de sí misma. Y, dado que siem­ virtudes políticas, o, lo que es igual. si no existe ningún

pre se plantea a sí misma sus finalidades, es al mismo criterio generalmente aceptado a través del cual puedan

tiemEo medio y fin. Y siendo por lo tanto a la vez. me­ establecerse jerarquías de mérito y demérito,
l no tene­

dio Y Ein, no puedecrearse una contradicción


l para salir mos sino la posibilidad de atribuir la autoridad a lodos

de la cual podamos vemos en la alternativa de salvar en su conjunto. Por lo tanto, para la democracia criticalH,) ...�.Js
1

los fines renuncian.do a la democracia como medio, o la autoridad del pueblo no depende de sus virtudes, si110 .,,.,,, , .,\

salvaguardar la democracia como medio renunciando que se desprende -es necesario estar de acuerdo con

a los fines. · esto- de una insqperahle Eulta de algo @cior..?

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\í>� Desde el punto de vista de una visión de la democra- ¿No sería mejor que el pueblo callase y cediese la pala,
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�,.. l" -cia que no se haga ilusiones, deben rechazar.;e como in­ bra a los mejores, a los más honrados, a los más compe­

;,I°" • sensateces. que conüenen insidiosas lentaciones todo� tentes (categorías en las que inevitablemente se incluyen

� \¡Os conceptos de dt!mocrac1a q1 IC at Lib uvan al pueblo la los que plantean la pregunta)?

apaCJ eaa ae.un


_equivocarse mmca, d� h ali arse siempre Ouien cree en la democracia crítica considero que, en

,!E ntrlnsecrunente en lo \1 t . Ante la evidencia de los he- el mejor de los casos, estas preguntas -tradicionales en

10s y e as expectativas frustradas que a diario des­ el repertorio antidemocrático de derechas. pero actual­

mienten estas ideologías ingenuas <le la democracia (y, mente también difundidas en un ambiguo elitismo de iz­

al mismo tiempo, triunfalistas), podríamos vemos indu­ quierdas- son solamente el fruto de una impaciencia
cidos a Condenar la democracia como tal y preferir algu­ o de una fatiga, de una actitud demasiado dispuesta a

na tecnología elitista del poder, mientras que lo que ha enardecerse y a decepcionarse porque =-para valernos

de condenarse no es al pueblo, sino a,l� de expec­ de las palabras de Max Weber-- «carece de sentido de

tativas que en él se hablan d�!l.Simdo. responsabilidad hacia la cosa». Pese a ello, no se puede

-i..�cia crítica es abandonar la negar que ponen el dedo en una llaga, más evidente hoy

ilusión de que la justicia esté al alcance de la mano, jun­ cuando más grandes y frecuentes son las posibilidades

to con la aceptación realista de que codos padecemos que la multitud tiene de hacerse oír y valer, directamen-

constantemente. carencias respecto al deber común. Si, te y sin condicionemienros, es decir, de creer realmente

pese a. ello, seguimos confiando en la autoridad popular, que es vox dei. La democracia tiene una posíbillídad de

es porq�.�<:.lB1!81:!���.?.�.�¡49.W·n-Seita i,ioi.qüe:.eSta úl­ no dejarse atropellar, sólo a condición de mirar cara n

titfüi:-En ausencia de referencias objetivas, efectivamen­ cara la realidad. El aspecto de las democracias moder­
té,-¿quién podría imaginar la sumisión de una parte del nas es frecuentemente poco presentable (pero no ne­

pueblo a otra parte, motivada en el reconocimiento de cesariamente menos presentable que antaño). Negarlo •
mayores virtudes en ésta? ¿Quién, en la esfera política, para adular al pueblo haciéndole creer en Dios es una

reconocería valer menos que los demás? Donde se esta­ estrategia suicida para }a democracia. Pero, al contrario,

bleciese un enfrentamiento no sólo verbal en este terre­ buscar soluciones de elite en nombre de las exigencias

no: eso sería la guerra civil y la solución del conflicto no ele calidad es una contradicción que, a su vez, tiene las

dependería de la preponderancia de los méritos, sino de vías cerradas. Es propio del espíritu ele la democracia

la prepotencia de la fuerza. Por haber querido instaurar ! que, como suele decirse, subamos todos «al mismo bar­

el reino de los mejores nos encontraríamos con el go­ co». De tal suerte, las carencias de algunos no pueden
i bierno <le los más fuertes. • ser válidas para justificar las pretensiones de otros al
'
Sin embargo, cada vez con mayor frecuencia, por lo­ privilegio político. En la democracia, los limites de al,
'
das partes se levantan voces que denuncian d defecto guien se reflejan sobre 1a·cali'cllla ·c1e ]lí1il!i\1ocraéfo.-é'í,' su

de calidad de la democracia y plantean la pregunta de .


,
cO{tjwifo y .asfsc vuelven lünítes para todos. Én ta�1.to

cómo podrán prevenir las justas soluciones de los pro­ que régimen de todos, 18 democracia es �l únícb sistema ¡ ·
'.
blemas sociales de la masa del pueblo, desprovisto de de vida y de gobierno C\!Yª cualidad es un promedio que

toda aptitud e Instrumento para poder hacerles frente. abraza a todos; y en él está prohibido tomar partido por
¿ Cómo puede la voluntad de} ignorante gregario valer uno..mísmorast como-establecer graduaciones y fomen-

tanto y más que la del sabio que cada vez más escasea? taf'i:liveisiaáéfes, incluso sólo psicológicas._ · .

106 107
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Lo único que se puede decir, entonces, es· que en b mayor parte del pueblo) puede equivocarse, no tiene

]a democracia el defecto de calidad se convierte en una por tanto ningún sentido desde el punto de vista de la

carga para que todos, especialmente aquellos que se con­ democracia critica. ¡;
É s ta debería presuponer que el pue-

sideran por encima de los clemás en cualidades, doblen blo, así como puede equivocarse, también puede tener

sus esfuerzos por resolverla. El sentido de pertenencia razón. Pero el error o culpa y la razón no son categorías

·común y la conciencia de que nadie puede pretender sa­ de la democracia que se basa en la ética ele la posibilí­

lirse del grupo, creando espacios y mundos separados, dad. Puest o qu e


. ta dem oc:rar;io e1itica tiene asumido que

son, en definitiva, la fuerza que posibilita la mejora co­ siempre se puede obrar meior el pueblo y .sus ec1sí0ñcs

ruún. También la vieja y trivial cuestión sobre si es justo¡ siem�_p_v..eclen-Ser-�ti<CS�n-tcl.a_dc_j_11icio. no

---
¡>ei�

que el voto del ignorante valga tanto como el del sabio y conla intención de condenarlos (o exaltados). sino s9la­

sensato tiene aquí su respuesta: una respuesta que no es mente con la intención de premover el ambi
c.... _o h� lo

fácil de aceptar por parte ele! que no se da cuenta del es­ n1ejor, Esto no es, ni mucho menos, democráticamente

fuerzo necesario en toda vida de comunidad y pretende­ ul ti'ajante. Todo lo contrario. A1 decir ase puede hacer

ría seguir vías expeditivas. Según las palabras de Antonio mejor, e invitar a ir más allá• hay un reconocimiento

Grarnsci, el cómputo de los «votos» no es la expresión que ninguna fo1n1a de democracia actitica está en con-l

ele! dominio ele la mediocridad, sino la manifestación fi­ -- ---


clicioñes de ofrecer: el reconoc1m1ento de la capacidad -%·
nal de un largo proceso de formación de las opiniones comun para someterse a sí mismos a una evaluación,

colectivas en el que todos tienen la posibilidad de ejercer

su influencia. y más aún aquellos que disponen de ma-


--
Pª-!!l trascenderse y mcJorar. Precisamente en lo conl.!:'--
rio, en la adulación, en eÍhalago al pueblo, en la cxalt,i
:ores y mejores energías para destinarlas al servicio ele
-----
cion de...,'lll�i.fios como s1 Iuesen v1rtudes. es d o n d e s · �

as cosas públicas. Si aquellos gye se creen los mejores. -


oculta la instrumentali1..ación y el desprecio de quie

� · a sus posibilidades, no consi en influir en el pue­ dice f(puebío11 y piensa c1plcbe», considcrándoloJ1LC!"!P.!

blo y quedan como minodn no escuc haa a, imputent sibi.


ij
deben acLtsarse ellos mismos v no a un defecro de la de-
de salir de su cnodició.n.....

· La piedra de toque de la democracia no e5, poi- eso,

� 1ocracia, , si acaso, deben doblar los esfuerzos V re- un ideal verdadero y justo, cuyo peso la aplastaría y ante
6
guntarse en qué se nn equivocado. el que irrernediablemente quedaría condenada. Es, en

L1. cuestión que recientemente se ha vuelto n plan­ cambio, el estado en que se encontraba un instante an­

tear por quienes han quedado desconcertados por cier­ tes, respecto al que tiene sentido hablar de mejoramien­

tas orientaciones de la masa que consideran fruto de in­ to posible. Si se razona así, eLespíritu ele la posihili.lli!cl
madurez política, es decir, si en democracia el pueblo (o puede ser w-ia fuerza que promueve eneI]pas y t¡ orien­
�. no hacia el bien, sin.o, ·u�esLamenlt, -
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46. Omldt:rr1i ,1111 carccrc, Turln, e.in:u,di, 19nJ, m. ¡,
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pro.,;J¡::uc :,..;¡(: •"'Dc:i.t;mcku.bmcntc" C:Od.'l. uno c. procllvc ;¡ confundir �ll "'intc�

¡,:u·1lc11l:11.;, con e! inlcré.-; n:1clon;1l, l


' por lnnto :\ c:ncoutrar "hcmiblc"', etc, que

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"t In -¡ey <lcl nl"in,cm" 1:1 que decrda: cicrt:uncnle, es mejer convcrtin:c en elhe Las decisiones irreve�iblcs
¡,or decreto. Por lo tamo. no se lr:\l:\ <le que qu)Cfl l11lckch1::ilmcntc "llene mu­

c:�10"' � slcnt;i 1-cb.,j.1do ni nivel del l}/timo :\l\lllfabclo. sino de quien presume po·
Algo más atrás hemos sostenido que la autoridad del
seer mucho y quiere qui!arlc al hombre -cunlquicr:i" incl1L<;o csn frnccit.u infiui•

lc.'iim;tl de poder que p� p:;u-:i decidir sobre d curso <le !n vid.1 c:;t:1tnl.• pueblo, según la democracia crítica, no se desprende de
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unas cualidades que lo vuelvan semejante a Dios, sino de siempre se da la importancia. que merece. En la demo­
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sus carencias, que lo vuelven semejante a los hombres cracia critica, toda decisión ha de ser revocable y revisa­

que lo �omponen. A la frase vox populi, vox deí, ]a de­ ble. las decisiones definitivas, de hecho o de derecho,

mocracia crítica le opone vo.x populi, vo.x hominum. Evi­ no están admitidas porque el carácter .definilivo p resu­

dentemente, esto es una inversión respecto a los concep­ pone la infalibilidad y en ellas el espíríiu de la posibili-
,
tos trinfalístas de la democifü:iaquela·túnciam;n·� no dad queda anulado. e,

s�l�c�reijcí�;sfño sobre.Ías �ualid��es:ciéi_p��-�lo. El proceso a Jesús nos habla de cómo se envía a la


Un fundamento de esta clase introduce necesariamente muerte· a un hombre. Éste es el caso-límite de la contra­
la gran cuestión de los lfmites de la democracia. que en dicción con el ethos de la posibilidad. La actitud ante la
otros casos no se plantea. La democracia. no es solamen­ muerte como m edida úblicamente dispuesta no es un
p

te un sistema. poHtico im perf�cto, sino que, <lire ctamen- hecho accidental de las democracias. Las califica en su
. , ¡ te, saca :su h11:JZ.a de:: lo iniperfecrióo· es atura elrsc Ullt
·
_c. .;:: e,,, o n1
n i esencia. Donde está prevista, tienen vigencia el dogma­
.1 f" sobre sus límites.
tismo o el escepticismo: el dogmatismo, cuando el p ue­
Los conceptos críticos de la
a d emocracia hablan con
b lo (o la parte d e éste qu e decide en nombre del todo)
lig ereza de s oberanía popular, q ueriendo con ello r efe­
presume ser omnipotente hasta el extremo de disponer
r rsi e no sólo a que e] p ueblo es á t p or enc ma i d e c ual­
(directamente o por mediación de sus jueces) del poder
quier otra autoridad (cosa que, en democracia, no se
de vida o muerte, como Dios; y en el escepticismo, cuan­
p uede poner en tela de juicio), sino q ue pos ee tam bién
do incluso el valor de la vida se puede relativizar respec­
u n po der ilimitado. La democracia crítica, en camb io,
to a otro valor.
r echaza la soberanía p opular en este últim o sentido y
En otra pro-te hemos dicho que dogmatismo y esccp­
afi rma que el pueblo p osee el oder supremo de orien­
p
Licismo incluso pueden coexistir. Esto ocurre, precisa­
tar el gobierno de la cosa pública, per o que este pod er,
mente, en el caso de la pena de muerte cuando se afirma
au n siendo supremo, n o es ilimi tado. La democracia
una división en la sociedad: de un lado está la virtud, la
críti ca tiene una visión r ealista del p ueblo: ni lo divíní­

certeza de a verdad y, por lo tanto,


l a
l p ropensión a las
za, ni lo demoniz.a. Por eso ni ega su infalíbilidad, p ero
medidas enérgicas y definitivas; del otro están l a desvia­
le rec onoce la capaci dad de obrar para Jo mejo" Los l!­
ción, la asocialidad, la tendencia al crimen, etc. L1 pena
mites de Jo. democracia crítica están todos consLituidos
de muerte será una medida de una parte de la s�1edad,
por renuncias a la omnipotencia, renuncias totalmente

incomprensibles p ara las versiones acrttlcas de la de­


l.? •sana», que actúa en nombre del dogma, contra la

mocracia, es decir, escépticas y dogmáticas. Estas últi­ «eorrompidan. que la recibe en nombre de su supuesto

mas no conocen límites porque creen t ener a verdad;


l
nihilismo m oral. Se asiste así al espectáculo de la «de­

las otras p orque, al contrario, no saben qué es la verdad i°;1ocra.cia de 'fa"" pena capital» donde se invoca ésta por el

y de esta ignorancia d educen que entonces todo está sector mayoritario de la sociedad -seguro de su morali­

permitido. La democracia crítica, en cambio, cree que dad, «de bien» y feroz en su presunción- contra otro

es posible lo mejor y los límites que postula son válidos sector. el de los no integrados, sin domicilio fijo, p ertur­

para asegurar la posibilidad de p erseguirlo constante­ b adores de la tranquilidad p ública. Lo selecto de la so­

mente. ciedad invoca y utiliza la muerte contra la hez, incluso


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Hay aqul'. un y fundamental al que Iuera de los sagrados principios del estado de d erecho o
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del «procedünicnto
., lega] debido» (el equivalente esta­ «de derecho» de la cuestión. La democracia clitica es in­

dountdense al estado de derecho)."


7
compatibl ---�=---·
con la existencia Ot:. ac;c1ones poJilíca.<; Julidi-

· Pero la democracia critica no rechaza solamente la Mmente inmodificab es. En e momento actuar. e asunto

pena de muerte. También es incompatible con muchas Cicne que ver con la tendencia a atribuir a la democracia

otras decisiones. ya sea por ser éstas irreversibles, o por directa, particularmente al referéndum, el valor de un

implicar consecuencias irreversibles. No es éste el lugar Dikuu ante el que sólo cabe inclinarse, sin poder discu­

adecuado para pasarles revista: bastará mencionar la ,.


tido y en algún caso oponérscle, Cuando d pueblo se ex­

guerra, In destrucción de recursos naturales y ambienta­ presa, la suya es la última palabra. Se dice que en ello ra­

les limitados y no renovables, las políticas económicas y dicaría la esencia de la democracia."

sociales que tienen una sola dimensión y, por lo tanto, Nosotros podemos ahora aclarar que esta convicción

una vez emprendidas, en caso de dificultad, no permiten está en la esencia de la democracia acrítica, Es la expre­

soluciones alternativas o de repliegue, sino sólo de in­ sión de una absolutídad del poder popular que presupo­

tensificación de sf mismas. ne el dogmatismo o el escepticismo. En la democracia

cdtica, ni siquiera la decisión


No siempre el derecho puede tener una palabra deci­
PoPular dir ceta pue d etO-
siva para impedir políticas de efectos irreversibles. No '!ía tse com o un a na labra gue ciet :ra definitivament·e la
en todos los· casos se puede pensar en prohibiciones le­ cuestión. Y esto debería mostrarse con especial cvi·a en­

gales, como en el caso de la pena de muerte, expresa­ éía allf donde, como en el ordenamiento constitucional

mente prohibida por muchas legislaciones y constitucio­ italiano, el referéndum está pre:visto con efectos sola­

nes. Hay decisiones que no se pueden excluir a priori de mente de abrogación. En esto se habría tenido que ver

una manera taxativa. Pero la democracia crítica contie- · una indicación muy clara en el sentido ele que la dcci­
1
ne, también para esos casos, una indicación que se di­ sión
C· popular, al abrogar, no vale para cerrar la cuestión

rige a la política. Dicha indicación tiene un doble COJl­ que ha sido sometida a su decisión, y menos aún para

tenido y puede enunciarse as!: antes ele llegar a tomar cerrarla definitivamente, sino que vale para lo exacta­

decisiones irreversibles, el buen gobierno V la prudc nci a mente contrario, es decir, para volver a abrirla y ponerla

requieren ex pi orar 1a el fi0I1 d o v de: nuevo sobre tapete. El referéndum abrogatorio de­
11as hasta e ú timo mo­ el

mento las posi Gil:d


· adcs alternativas no irreversibles: en­ bería reconstruirse fácilmente como un instrumento li­
- -decisiones
- -="'---------�----
Lre dos es que políticas preferible la «quema» pico de una democracia crítica. El hecho ele no haberlo

menor número de posibilidades Eu1tu:as,... v:isto bajo este prisma demuestra que los conceptos cr-íu­

Hasta aquí hemos hablado de recisiones irreversibles cos de Ja democracia se ven frecuentemente obligados a

por motivos de hecho. Pero también existe un aspecto retroceder ante la democracia acrítica. es decir; como

dogma o como fuerza, que reaparece constantemente ar­

47. L'\ culminación de este e:qx:ch\culo <le la democracia :;e h:i. alc;,n1.nclo
mada de la idea de que la soberanía popular, como om-
en los Es1:idos Unidas con l:i ejco1cl6r. capll:ll, solicitt1da par In opinión piiblk:,

itln revisiones. dogmfüicn y C!;Cép!lc:i :il mtsmc tiempo, de un ho111brc que la mls­

ma fi:;c:i.lí::i.. ya no con:.:idcmba culpable del crlnu:n qm,: :-e le impul..'\b:t. Su nonl­ 48. l!n l¡:i.11:i conocemos bien lo que: :;e mcnclnn:i en el reato. Lo 111odiHc,"I•

brc cm Jcssc Ocwaync receta. ti! «no ha muerte en nombre de l:i ley. sino en ,Ión que se h;,, producldo en oueare sl,:lcm:i. de n:presc11lnciCm polllic.,. Je pru•

nombre de la dcmocr:11.-i:i. Su horc:1 110 ha :;Ido crir,:irla por los U1bun:ilcs. stoc porcion:i.l :'l. rn:i.)•orilr,rin. ha ocun1do l,¡:ijo el sir.no de b nc�ichtl de ejce\11:w 1:i.

por los electores, ::i lmvl.--. ele la voluntad de un:1 m::iyorfa• :t b que los jneees. in­ voluntad C;1prcMd!I cu referéndum y ns11mit!:i. como un dnro i,,-cvc�iblc. Se !m

'\ Corte Su¡m:.ma. no h.,n prestado oíd� s;ortlos (V. Zucconl. ln


cluidos los i.Jc L dicho que el Pariamemo, por lo mrao. lci,fa que aclu:ir comn abajn tl!c1:alo�.

Slam¡m,4 tic ene.ro ele 1995). convirtiendo [a vohmlod pnfl\11.-.rcn ley.

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- nipotencia definitiva, es su atributo democrá- deo-democracia»), No se trata solamente de su estructu­

tico. ral inadmisibilidad, de la falta ele transparencia, y, por lo •


1 1

tanto, de su carácter engañoso (tanto m á s grande en la


i
medida en que se está convencido de su valor «represen­
i
26. Institucionali:.tar la democracia tatívo»). Es un asunto que se refiere, también y sobre
i
todo, a su carácter hetero-directo e instrumental en ma­

La democracia crítica quiere apartar al pueblo de la nos ajenas. La democrnci� ele los sondeos no es estruc­

pasividad y también de la mera reactívidad. Aspira a turaln1ente una democracia; la existencia de los sondeos
· -

convertirlo

y, por lo
en

tanto,
una

de
Iuerza

proyectos
activa,

poHticos
capaz

no
de iniciativas

elaborados
-
ño es la ,nteba de la existe
autocracias -como la de Pilatos- puet en va ersc
· de una democracia. Las

e los

por nadie más que por él mismo. En pocas palabras: un sondeos sin renegar de s( mismas, pero prohíben las

pueble que sea sujeto de: la política, no objeto o instru­ elecciones libres. Hay una razón: a través del sondeo se

\ mento. registra una fuerza, que podrá ser utilizada por los inte­

Dirán aquellos realistas que creen ser más inteligentes resados como les convenga. A través de las elecciones se

que los demás -los mismos que halagan al pueblo y dan ejerce una autoridad, El_pueblo sondeado es un objeto:

lecciones de «moral democrática» a quienes se permiten el pueblo que vota es L�n suieto.
criticarlo-e- que la nuestra es una ilusión, tal como nos

dicen todas las concepciones elitistas de la política, que


-- El sondeo puede ser un

mientras se mantiene en el ámbito privado de !�1 previ­


instrumento útil y lícito

subrayan el papel activo de las minorías y el inevitable­ sión de comportamientos colectivos. Pero si se convierte

mente pasivo de las mayorías. Pero aquí se puede ver en en instrumento de gobierno altera el debate político, •
acción, precisamente. el p_�amienLo di! la posibilid�d. arrojando al ruedo el pueblo y sus presuntas orientacio­

No se trata de proponerse lo irnpcsible, pero no por eso nes, no como un sujeto vivo, sino como un objeto muer­

se debe renunciar a buscar lo mejor, aun conociendo sus lo, una fuerza bruta a la que se da y quita la palabra se­

limitaciones. Este programa implica no plegarse pasiva­ gún lo que interese. A un pueblo capaz de iniciativa po­

mente ante la resignada comprobación de las tendencias Iítica y de hacer escuchar su voz, los sondeos le sobran.

presentes, y, ante tocio, tomar conciencia dit las concep­ El pueblo de los sondeos, corno la muchedumbre de­

ciones falsas de la democracia,

mente utilizadas como pahlalla enganosa para enmasca­


e11 la <:tctualiclad amplia­
- lante del

el aislamiento
Pretorio,

en
también

que se tiene
es pasivo por otra

a sus componentes.
razón:

La

rar transformaciones const1tuc1onal

ticas s amente en e senl1


t.;

o ele la falsa amistad


d
• sn
o -
democrá­

1(.
«muestra», como la muchedumbre, parece un sujeto uni­

tarío y seguramente lo es cuando está excitada por suge­

democracia. No para esta ecer una democracia ideal rencias y lemas colectivos tipo santo y sena. Pero su «un

perfecta, sino para tratar de ver claro en el asunto y a alma sola» es el resultado de muchas soledades indivi­

partir de ahí corregb; en la medida de lo posible, una duales. La muchedumbre, en la calle o en la muestra re­

real democracia imperfecta como es la nuestra. No po­ presentativa, obra como suma de átomos que no ínter­

demos aquí ir más alla de algunas alusiones a la actua­ actúan, no íntercarnbian conocimientos y opiniones, no

lidad. pueden plantear una discusión, no pueden llevar a cabo

En primer lugar, debe rechazarse la ilusión de que una acción colectiva. En b masa los individuos se pier­

pueda existir una «democracia e.le los sondeosn (In «son- den. Tan sólo pueden «hacer de masa», es decir, añadir
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