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Jorge Belinsky
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Sujeto y subjetividad: los límites menguantes
Una aproximación a las nuevas configuraciones del sujeto en psicoanálisis // Jorge Belinski
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van inscribiendo según la línea temporal effigie (Freud), ninguna intervención inter-
reconocida. pretativa es posible en una historia ajena
A diferencia de estas dos historicidades, al aparato psíquico.
la de lo precluido presenta rasgos singula- Como ya hemos señalado, según el de-
res que se sintetizan en la separación de recho procesal en su vertiente específica-
un fragmento de la historia pasada que mente penal, la preclusión puede revisarse
se transforma en un presente–pasado, tal en su sustrato material cuando acontezca
como lo expone Reinhardt Kosselleck. un suceso extraordinario que haga nece-
Es decir, en un presente que no termina saria esa revisión. Este es el punto general
de cristalizar porque está abierto —en lo en que podemos alejarnos de la doctrina
imaginario del sujeto— a un futuro. Dicho lacaniana tradicional.
de otro modo, mientras en la temporali- Como psicoanalistas necesitamos de
dad cotidiana la frase que define al pasa- la inscripción, paulatina en general, del
do es el monosílabo del perfecto (“fue”), fragmento precluido para que se integre
aquí se manifiesta en una perífrasis dura- así a lo simbólico. Hay pues un tiempo en
tiva: “está siendo”. Mientras perdure este el cual dejamos de actuar como analistas
último modo de historicidad, el suceso es para situarnos en el papel de un abogado
inabordable por la vía de intervenciones que busca resolver un problema que afecta
analíticas; precisamos otra estrategia para a su analizante, convertido ahora en inter-
abordar una historicidad también singu- locutor momentáneo.
lar, acaso nueva. El procedimiento es discursivo: en una
Las modificaciones del encuadre y del primera fase, se trata de explicar al sujeto
acceso al material son tentativas que han lo que, a mi entender, está ocurriendo. El
resultado útiles, aunque tal vez su expo- punto decisivo es la respuesta del sujeto en
sición suene sorprendente. Sin embargo relación con la hipótesis de ese “está ocu-
debe tenerse en cuenta que en lo esencial rriendo”. Esa repuesta es el equivalente,
esta peculiar historicidad —ajena al apa- en esta situación, al insight clásico. Si la
rato de pensar y a la simbolización— tiene repuesta nos orienta hacia la idea de que,
una incidencia muy grande en el sujeto, a efectivamente, estamos ante algo preclui-
la manera de aquellas agonías primitivas do, se plantea el problema del “aconteci-
descriptas por Winnicott según la frase de miento extraordinario” y de quién puede
Pontalis ya glosada: es algo que le ocurre autorizar la revisión.
al sujeto sin que ese sujeto esté presente Enfrentado a ese problema postulé, en
como tal en los acontecimientos. primer lugar, por el modelo de constitu-
Lo primero que hay que hacer enton- ción del sujeto, la necesaria existencia de
ces es interrogarse por el lugar que ocu- una alteridad diferente —desplazada—
pamos frente algo que nunca se inscribió del Otro inconsciente. Mientras ésta es la
en lo simbólico y que se enfrenta a la parte fundamental de la realidad psíqui-
preclusión —vista ahora como reversible ca, la alteridad sin cabida en lo Otro in-
al menos en parte— del momento en que consciente tendría que formar parte de la
aquella inscripción debió verificarse. Esa realidad material, en el sentido preciso en
inscripción es esencial porque, así como que ocupa ésta, desde muy temprano, en el
nadie puede ser vencido en absentia o en pensamiento freudiano.
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En mi reflexión sobre esta presencia del En esta época difícil de definir a la que
futuro me ayudaron un filósofo, un psi- nombramos una y otra vez como postmo-
coanalista y un poeta. dernidad, en esta época marcada por una
En Diferencia y Repetición, en un año ansiedad encubierta y teñida del tedio de
tan significativo para el estructuralismo la monotonía anticipada de Pessoa, se ve
como 1968, aunque señalando ya las in- al sujeto enfrentarse a un porvenir dema-
cógnitas que dejaba su ortodoxia, Gilles siado lleno como para permitir los vacíos
Deleuze propuso una modalidad específi- que se necesitan para que algo pueda
ca de la repetición en la cual “el presen- advenir.
te es el repetidor, el pasado la repetición El destino de las expectativas es proyec-
misma, pero el futuro es lo repetido”. tar al futuro posibles experiencias y com-
(Deleuze, 1998) poner con ellas una historia y un destino.
Esta enigmática afirmación conecta con Esto sólo puede hacerse en un espacio de
un trabajo póstumo de Winnicott -The transiciones, que allanen el movimiento de
fear of breakdown (El miedo al derrum- potencialidad, de eso que, quizá con Wini-
be). Su punto central es que lo que el su- cott, tal vez llamemos futuro.
jeto teme como amenaza del futuro puede Si en ese espacio no funcionan -o no
que ya haya tenido lugar en los inicios de existen- esas experiencias, nacidas al ca-
la vida. Si es así, el individuo necesitaría lor de temores y esperanzas, y en lugar
recordar aquello que ocurrió: pero ¿cómo de estar gobernadas por el tal vez sea (o
recordar algo que, aún habiendo sucedido no sea), se cristalizan en la fijeza de una
ya, no ha sucedido aún, porque el paciente fórmula donde se conjugan el desconoci-
no estaba ahí para que efectivamente suce- miento (angustia) y la certidumbre (tedio):
diese, porque “Sólo a partir de la no–exis- lo que sea será (porque ya es).
tencia puede la existencia comenzar”? El último punto de este trabajo en mar-
Winnicott habla de una cosa pasada y cha quiere detenerse en las consecuencias
futura, de algo que ha sucedido ya y no de esa imposibilidad de convertir la ex-
ha sucedido aún. Se trata de la repetición periencia en promesa. La más importan-
vinculada a los traumas más tempranos te es que en esta época que exalta al yo a
donde el futuro es lo repetido (y aquí vol- la vez que fomenta su fragmentación en
vemos a la ayuda de Deleuze) en la tensión múltiples personajes internos (que la cul-
entre el sujeto naciente y la sombra anti- tura popular ha consagrado como “avata-
cipada por los genitores que lo aguarda res”), las identificaciones desempeñan un
(como lo formulara Piera Aulagnier). rol de extrema importancia. Sobre todo
La tensión termina por proyectarse a cuando conviven con las elecciones de ob-
un porvenir que Fernando Pessoa definió jeto. Aunque en general ser y tener sean
de manera inolvidable: semánticamente conceptos excluyentes,
Ya lo he visto todo, hasta lo que nunca parecería que a veces pueden converger. Si
he visto, y lo que nunca veré. Por mi sangre el ámbito de las elecciones de objeto es lo
corre hasta el mejor de los paisajes futuros, real, el de las identificaciones es lo virtual.
y la angustia del que tendré que ver de nue- Ambos ámbitos se interrelacionarían en
vo es para mí una monotonía anticipada. lo transicional, que se convertiría en una
(Pessoa, 2003, p. 409) suerte de garantía de movimiento.
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