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Jorge Belinski [Rosario, 1941 / Barcelona, 2017]

Sujeto y subjetividad: los límites


menguantes
Una aproximación a las nuevas
configuraciones del sujeto en el psicoanálisis
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Jorge Belinsky
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Sujeto y subjetividad: los límites menguantes
Una aproximación a las nuevas configuraciones del sujeto en psicoanálisis // Jorge Belinski
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1. Lo reprimido, lo no pensado y lo bución de aquello de la subjetividad que el


imposible de decir individuo controla y que pierde espesor en
beneficio de lo que está más allá del cam-
En El antropólogo como autor, Clifford
po del sujeto. Puesto que si el sujeto supo-
Geerz señaló que los antropólogos deben
ne la subjetividad, la inversa no es exacta.
probar que han penetrado en las culturas
En el límite puede existir una subjetividad
de sus trabajos de campo y que se han de-
sin sujeto; dicho de otra forma, una pura
jado penetrar por ellas. Pero, añade Geerz,
alteridad sin que ningún sujeto responda
han de probarlo ante sus colegas, lejos ya
a su llamado.
de aquellas culturas. Esa operación se hace
posible por el milagro de la escritura. Algo Con los límites que toda experiencia
semejante ocurre en psicoanálisis y en este personal supone, hasta 1975, quien yo
caso la escritura opera el milagro de tras- abordaba en mi clínica, era el paciente clá-
ladar lo vivido en la soledad del despacho sico, con un aparato psíquico de fronteras
a las discusiones y al bullicio de las reu- firmes y definidas, compuesto por sistemas
niones de pares. El trabajo que presento se interrelacionados, cada uno con su pro-
mueve en esta línea, aunque es todavía un pia legalidad, y una reconocible sobrede-
indeciso borrador; más un protocolo de terminación en última instancia desde lo
investigación que su resultado. inconsciente, según la comunidad psicoa-
La mejor forma de entender lo que nalítica la ha definido en general. Esta so-
ocurre en la clínica psicoanalítica, como bredeterminación indica que la alteridad
resultado de los cambios operados en la se sitúa en lo inconsciente, y que así se
subjetividad, entendida en su sentido cul- hace –se construye– lo otro del sujeto y de
tural y social mas amplio, es explorar las la consciencia. Indica también que el me-
variaciones que ha experimentado la prác- canismo fundante, tanto en lo que se re-
tica ante las exigencias planteadas por es- fiere al proceso de constitución del sujeto,
tas modificaciones. como en el de las neurosis, es la represión,
Tomaré el período 1975-2015, el que definida en lo esencial como un “mante-
abarca mi práctica. Este lapso se divide ner a distancia de la consciencia” (Freud,
para mí en dos etapas claras; una hasta 1984, p.142) tal como la describió Freud
1990, la otra hasta el fin de siglo. Que- en La represión. En estas condiciones, por
da una tercera, la de los últimos años último, el campo analítico consiste en el
(2000/2015), en los que se dibuja algo que trabajo que analista y analizante hacen
podríamos describir como un paulatino para lograr una cierta reescritura de la
borramiento de las fronteras entre lo pri- historia de éste. En tal trabajo, las herra-
vado y lo público. Es decir, entre el ámbito mientas del analista son múltiples, aunque
del individuo y el del funcionamiento so- las interpretaciones y las construcciones
cial y también el de la evanescencia de las dominan esa labor.
fronteras entre lo humano y lo no humano Alrededor de 1990, comencé a detec-
(en lo esencial, por la cada vez más notoria tar la presencia de un tipo inesperado de
intrusión de la técnica y la máquina en el patologías. El rasgo fenomenológico más
cuerpo). destacado era la insensibilidad del sujeto
Desde el punto de vista de la historia de (por decirlo de un modo aproximativo) a
la cultura, el resultado sería una redistri- las interpretaciones y a las construcciones,

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con una cierta permeabilidad, en cambio, es de naturaleza temporal: la preclusión


a intervenciones dialogadas. Esto ofreció sólo opera hasta los dos años de vida del
una primera apertura de intelección: estas niño. Otro es de contenido: esa preclu-
patologías no entraban en la clásica defini- sión sólo afecta al nombre-del-padre. El
ción del trauma como efecto de, al menos, último, por fin, es de índole instrumental
dos tiempos: el tiempo del acontecimien- jurídico, ya que la preclusión es un con-
to y el tiempo de la significación (aun- cepto que proviene del derecho y que, en
que tal vez sería mejor decir ‘sentido’). la acepción corriente que el psicoanálisis
La estructura era, o se presentaba, como adoptó, establece su carácter irreversible.
mono- temporal (únicamente consistía en Ahora bien, hay un dato esencial en
un acontecimiento). En este sentido, estas esto que he denominado nuevas configu-
manifestaciones se emparentaban con las raciones. O mejor dicho, en la relación que
neurosis traumáticas, pero no presentaban allí se establece entre acaecer del aconte-
el acontecimiento con la fuerza arrollado- cimiento y el discurrir de su historicidad.
ra de aquellas neurosis. Parecemos encontrarnos ante elementos
La búsqueda del primer acontecimien- excluidos de la subjetividad individual
to, reprimido y por tanto de naturaleza in- (del aparato psíquico, de lo inconscien-
consciente, faltaba aquí. Las herramientas te), como si nunca hubiesen formado
clásicas parecían inútiles porque no había parte de esa subjetividad, es decir, como
nada que poner a la luz detrás del acon- si nunca hubiesen sido simbolizados. Lo
tecimiento a cuyo alrededor se formaba cual no significa que el impacto que tie-
el relato. Entonces, ¿en qué consistía el nen en el aparato psíquico sea menor que
hecho traumático? Mi respuesta tentati- lo simbolizado inconsciente. Es como si
va fue la siguiente: se daba, desde luego, el sujeto dijera: algo me ocurrió pero yo
una consciencia de los hechos, pero no el no estaba ahí. Recordemos aquí la obser-
sustrato inconsciente de la neurosis clási- vación de J.B. Pontalis a propósito de la
ca. No es que lo inconsciente no formase noción de “agonías primitivas” de Donald
parte del aparato del alma (para usar los Winnicott. Este carácter —de exterioridad
términos de Freud), pero los elementos desde el inicio— requería revisar parcial-
constitutivos no parecían poseer relación mente el concepto de preclusión; no ser-
directa con el acontecimiento que el pa- vían otros como exclusión, escisión o simi-
ciente relataba, aunque, desde luego, no se lares pues estos suponen, en la génesis del
podían excluir vínculos indirectos. suceso traumático, una anterioridad en la
En su definición canónica el aparato que determinado suceso formó parte de lo
psíquico supone que la trama de los suce- inconsciente o, mejor dicho, que se vinculó
sos es de naturaleza simbólica: los sucesos a otro acontecimiento con el cual modu-
son reprimidos, pero sólo pueden serlo si laba la génesis a dos tiempos. Por eso, al
han sido pensados e inscriptos en lo sim- volver sobre la preclusión, advertí que esta
bólico. Si esto no ocurre, lo en su momen- idea, en la perspectiva lacaniana, se hacía
to no simbolizado ya no puede serlo más susceptible de una cierta reformulación.
tarde porque ha operado la preclusión.
Esta canónica definición lacaniana encie-
rra tres puntos de gran importancia. Uno

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2. Una matización sobre el carácter algunas características básicas que marcan


irreversible de la preclusión una diferencia con el modelo clásico de
Elementos no simbolizados nunca. En neurosis. Y que nos permiten así imagi-
términos de Wilfred Bion (1962): pensa- nar, ayudándonos con los términos de
mientos no pensados por el aparato de una preclusión no del todo definitiva, qué
pensar. ¿Cómo proceder frente a lo pre- criterios utilizar cuando no funcionan las
cluido? herramientas tradicionales ni el modelo de
Cabe revisar el concepto de preclusión trabajo es de naturaleza narrativa.
previamente a su incorporación al discur- ¿Por qué volver a reflexionar sobre
so psicoanalítico, es decir, en su campo ese término prestado por el derecho?
específico: el derecho procesal. Concebida ¿Qué aperturas se producen entonces en
como pieza esencial en esta rama del dere- el trabajo clínico? Quizá porque en ese
cho, Lacan la trasladó al psicoanálisis. Al momento de la labor se nos presenta, con
hacerlo la acotó a un segmento breve del fuerza y de otra manera, la razón por la
proceso de constitución del sujeto y, sobre que Lacan recurrió al derecho en este caso.
todo, insistió en su total irreversibilidad. Recordemos que en el modelo clásico, la
Como he señalado antes, lo irreversible alteridad está representada por el Otro de
tiene que ver con la edad: la preclusión lo inconsciente. En esta variación o confi-
sólo es efectiva en los dos primeros años guración, aquí donde la figura del sujeto
de vida y sobre un material específico: el se adelgaza y la subjetividad social se ha
nombre-del padre. vuelto volátil, la alteridad no se presenta
Es evidente que el planteo de Lacan era como formando parte del aparato psíqui-
perfectamente suficiente en el momento co, sino que más bien se construye, epi-
de su formulación, hacia la década de los sódicamente, según las necesidades de la
años cincuenta. Era por completo persua- relación analítica y se encarna en la figura
siva. Creo no obstante que las nuevas con- de un supuesto juez, en un sentido preciso
diciones exigen una cierta reformulación que en seguida veremos; ya que de esa fi-
de la preclusión en psicoanálisis, refor- gura depende nuestra reflexión.
mulación que vuelve a aproximarla más a En las neurosis clásicas, la clínica psi-
sus diversos usos en el derecho, de donde coanalítica se mueve entre dos histori-
Lacan la extrajo. Allí, la preclusión se apli- cidades, la de lo inconsciente y la de lo
ca a todos los procesos y, sobre todo, es preconsciente–consciente. Ambas son
revisable en condiciones excepcionales. En continuas, puesto mantienen la línea del
el derecho penal no hay sentencia que no pasado–presente–futuro. Pero mientras
pueda revisarse. El ejemplo más conocido en lo inconsciente estas coordenadas se
se ha dado con el desciframiento del códi- presentan simultáneamente, en sincronía,
go genético: el ADN. en la consciencia se dan de manera sucesi-
Si aceptamos esta reformulación o am- va, en diacronía. Al reescribir los diversos
pliación de la preclusión y hacemos de este sucesos de la narración que se despliega
mecanismo el central de las nuevas mani- en el espacio analítico, dichos sucesos
festaciones —dentro de unos límites esta- adquieren nuevos significados, a veces de
blecidos que no permiten incluir las psi- manera recurrente (cuando el porvenir
cosis o la perversión— podremos apuntar alumbra el pasado, nachtraglickkeit), y se

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van inscribiendo según la línea temporal effigie (Freud), ninguna intervención inter-
reconocida. pretativa es posible en una historia ajena
A diferencia de estas dos historicidades, al aparato psíquico.
la de lo precluido presenta rasgos singula- Como ya hemos señalado, según el de-
res que se sintetizan en la separación de recho procesal en su vertiente específica-
un fragmento de la historia pasada que mente penal, la preclusión puede revisarse
se transforma en un presente–pasado, tal en su sustrato material cuando acontezca
como lo expone Reinhardt Kosselleck. un suceso extraordinario que haga nece-
Es decir, en un presente que no termina saria esa revisión. Este es el punto general
de cristalizar porque está abierto —en lo en que podemos alejarnos de la doctrina
imaginario del sujeto— a un futuro. Dicho lacaniana tradicional.
de otro modo, mientras en la temporali- Como psicoanalistas necesitamos de
dad cotidiana la frase que define al pasa- la inscripción, paulatina en general, del
do es el monosílabo del perfecto (“fue”), fragmento precluido para que se integre
aquí se manifiesta en una perífrasis dura- así a lo simbólico. Hay pues un tiempo en
tiva: “está siendo”. Mientras perdure este el cual dejamos de actuar como analistas
último modo de historicidad, el suceso es para situarnos en el papel de un abogado
inabordable por la vía de intervenciones que busca resolver un problema que afecta
analíticas; precisamos otra estrategia para a su analizante, convertido ahora en inter-
abordar una historicidad también singu- locutor momentáneo.
lar, acaso nueva. El procedimiento es discursivo: en una
Las modificaciones del encuadre y del primera fase, se trata de explicar al sujeto
acceso al material son tentativas que han lo que, a mi entender, está ocurriendo. El
resultado útiles, aunque tal vez su expo- punto decisivo es la respuesta del sujeto en
sición suene sorprendente. Sin embargo relación con la hipótesis de ese “está ocu-
debe tenerse en cuenta que en lo esencial rriendo”. Esa repuesta es el equivalente,
esta peculiar historicidad —ajena al apa- en esta situación, al insight clásico. Si la
rato de pensar y a la simbolización— tiene repuesta nos orienta hacia la idea de que,
una incidencia muy grande en el sujeto, a efectivamente, estamos ante algo preclui-
la manera de aquellas agonías primitivas do, se plantea el problema del “aconteci-
descriptas por Winnicott según la frase de miento extraordinario” y de quién puede
Pontalis ya glosada: es algo que le ocurre autorizar la revisión.
al sujeto sin que ese sujeto esté presente Enfrentado a ese problema postulé, en
como tal en los acontecimientos. primer lugar, por el modelo de constitu-
Lo primero que hay que hacer enton- ción del sujeto, la necesaria existencia de
ces es interrogarse por el lugar que ocu- una alteridad diferente —desplazada—
pamos frente algo que nunca se inscribió del Otro inconsciente. Mientras ésta es la
en lo simbólico y que se enfrenta a la parte fundamental de la realidad psíqui-
preclusión —vista ahora como reversible ca, la alteridad sin cabida en lo Otro in-
al menos en parte— del momento en que consciente tendría que formar parte de la
aquella inscripción debió verificarse. Esa realidad material, en el sentido preciso en
inscripción es esencial porque, así como que ocupa ésta, desde muy temprano, en el
nadie puede ser vencido en absentia o en pensamiento freudiano.

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A esa alteridad propia de la realidad psíquica, sea en el campo de la realidad


material, la he pensando, provisoriamente, material. Huérfano de ese elemento vital
como una suerte de juez creador (es decir, y acosado por un sujeto menguante, sos-
el Otro en la realidad material), tomando pecho que sólo puede encontrase alteridad
el término en el sentido de Gómez Sáma- en el campo de lo que se denomina lo vir-
no (2012). De ese juez depende evaluar los tual, tomando un término a la vez clásico
acontecimientos extraordinarios. En cuan- y actual. Pero esta es ya otra historia.
to a esos acontecimientos extraordinarios,
estos pueden ocurrir en el campo del ana-
lizante o en el mío; y toda la cuestión radi- 3. Los límites menguantes entre suje-
ca en saber si, evaluado —es decir, puesto to, subjetividad y experiencia de la
bajo el cristal de la alteridad en la realidad temporalidad
material—, es capaz de reiniciar el proceso Como he señalado, mi objetivo no es pre-
congelado por la preclusión. sentar una investigación ya cerrada. Al
Sé que esta heurística suena extraña y contrario, quiero compartir con ustedes
que sus términos parecen agotarse en el el camino de una investigación en curso
sentido figurado de las expresiones usadas. acerca de las variaciones del sujeto de
Pero puedo argüir a su favor dos razones nuestra experiencia clínica como efecto de
de diferente nivel. Por una parte, su utili- los cambios históricos de la subjetividad.
dad para modificar situaciones hasta en- Por consiguiente no hablaré de nuevas
tonces inmutables. Por otra parte, y en lo patologías, sino de nuevas configuraciones
tocante al sentido figurado, ¿no son acaso del sujeto como resultado de esos cambios
sentido figurado las expresiones corrientes que producen, ante todo, reordenamientos
que usamos en psicoanálisis en cualquiera colectivos espacio-temporales.
de sus corrientes (objeto interno, analizan- En lo espacial las modificaciones afec-
te, superyó, por citar solo tres al azar)? tan ante todo las fronteras entre los diver-
Freud anticipó estas cuestiones con su sos sistemas de la conocida tópica de Win-
habitual penetración: dijo que, por su- nicott que me parece la mejor para dar
puesto, el psicoanálisis emplea un lenguaje cuenta de la subjetividad en este aspecto:
metafórico, pero, añadió, lo mismo hacen mundo real, aparato psíquico, y espacio
la física y la química. Sólo que las metáfo- transicional-potencial. Ante todo vale la
ras son en este caso más antiguas y consa- pena destacar que las fronteras cumplen
gradas por el uso. (Freud, 1913) dos importantes funciones: protegen al
He hablado hasta aquí de lo reprimi- sujeto y regulan sus intercambios con los
do y de lo precluido. No he abordado en otros. No son funciones fáciles porque los
cambio “lo imposible de decir”, porque individuos están interrelacionados entre
mis ideas acerca de su naturaleza son to- sí (toda subjetividad es intersubjetividad)
davía muy incipientes. Creo que se trata dentro de una red de poder y dominio.
de una fantasmática a la vez conocida y Con el tránsito de la modernidad plena
desconocida, que opera de un modo difu- a la tardía y a la que laxa pero persisten-
so en un aparato psíquico que se enfren- temente llamamos postmodernidad, esas
ta a la ausencia del suelo fundante de la fronteras se difuminan y, por consiguiente,
alteridad, sea en el campo de la realidad la intimidad y lo privado a la vez se expan-

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den y disuelven, y al tiempo se reducen. tán fuera de la temporalidad clásica. Kose-


Menos visible pero más impactante es que lleck las llama presentes-pasados porque
esta expansión y disolución produzcan aunque pertenecen por supuesto al pasado
efectos en la arquitectura de la vivencia se manifiestan como modalidades de un
individual de eso íntimo y lo privado. presente abierto, no clausurado y suscepti-
Sobre esa arquitectura se asientan las ble por tanto de definir una temporalidad
modificaciones en la temporalidad; para independiente (abierta) en lo que a su ayer
mostrarlas acudo, según he anticipado, a y a su mañana se refieren.
dos categorías de Koselleck que él consi- En este ámbito surgió la idea de suje-
dera fundamentales: el espacio de expe- to lacaniano, hijo de la discursividad es-
riencias y el horizonte de expectativas. tructuralista y cuya subjetividad cultural
(Koselleck, 1979) reposa en la consciencia, hasta entonces
Las experiencias son la materia prima impensable, de las vinculaciones férreas
del pasado; mientras las expectativas son entre individuo y poder estatal y colectivo
la medida de la distancia que hay con el que los totalitarismos produjeron. Otros
horizonte, más allá del cual se ocultan pensadores de la época —basta pensar en
otras experiencias posibles en un denso Michel Foucault o en Claude Lefort des-
tejido de esperanzas y temores. de ángulos muy diversos— propusieron
Espacio y horizonte giran alrededor del esos nexos con perspectivas a veces
eje clásico del tiempo pasado-presente-fu- enfrentadas.
turo. El presente, corte fugaz en un senti- Más allá de esta leve contextualización,
do, es capaz, sin embargo, de extenderse debida a Koselleck, podemos indicar que
hasta abarcar la totalidad del tiempo. en esas condiciones el destino de las expe-
En suma, un espacio delimitado y un riencias es convertirse en recuerdos (repri-
tiempo compacto y ordenado alrededor midos o no), sólo que determinadas expe-
del eje rector de lo presente son propios riencias no se resignan a devenir recuerdos
de la era a la cual pertenecen las histéricas (goce, dolor). Cuando una experiencia no
de Freud. Al decir eje rector de lo presen- se transforma en recuerdo, en lugar de ser
te, quiero señalar que se trata del presente simbolizada en lo psíquico queda precluí-
de las cosas pasadas, presentes y futuras, da en lo real: no se percibe como algo que
según lo recogemos en las Confesiones de fue, sino como algo que está siendo.
San Agustín, en su libro XI. En este as- Del perfil y las consecuencias del pre-
pecto, observa Koselleck, toda historia es sente-pasado que serían característicos de
historia del tiempo presente, diacrónico en la modernidad tardía pasamos ahora a la
el discurrir de la consciencia o sincrónico indagación acerca de qué ocurre con ese
en la historicidad de lo inconsciente. ¿No presente–futuro, modalidad temporal de
hay pues otra historia que no sea la his- nuestra época.
toria del tiempo presente, aunque éste sea Este presente-futuro se presenta como
remoto en un sentido o el otro? Koselleck una constelación particular, relativamente
muestra otras posibilidades; y a dos de és- frecuente, independiente de las estructuras
tas quiero referirme ahora. clínicas, y con un secreto antagonismo en-
Con la modernidad tardía aparecen tre angustia (¿qué pasará mañana?) y te-
nuevas formas del pasado; formas que es- dio (pase lo que pase será lo mismo).

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En mi reflexión sobre esta presencia del En esta época difícil de definir a la que
futuro me ayudaron un filósofo, un psi- nombramos una y otra vez como postmo-
coanalista y un poeta. dernidad, en esta época marcada por una
En Diferencia y Repetición, en un año ansiedad encubierta y teñida del tedio de
tan significativo para el estructuralismo la monotonía anticipada de Pessoa, se ve
como 1968, aunque señalando ya las in- al sujeto enfrentarse a un porvenir dema-
cógnitas que dejaba su ortodoxia, Gilles siado lleno como para permitir los vacíos
Deleuze propuso una modalidad específi- que se necesitan para que algo pueda
ca de la repetición en la cual “el presen- advenir.
te es el repetidor, el pasado la repetición El destino de las expectativas es proyec-
misma, pero el futuro es lo repetido”. tar al futuro posibles experiencias y com-
(Deleuze, 1998) poner con ellas una historia y un destino.
Esta enigmática afirmación conecta con Esto sólo puede hacerse en un espacio de
un trabajo póstumo de Winnicott -The transiciones, que allanen el movimiento de
fear of breakdown (El miedo al derrum- potencialidad, de eso que, quizá con Wini-
be). Su punto central es que lo que el su- cott, tal vez llamemos futuro.
jeto teme como amenaza del futuro puede Si en ese espacio no funcionan -o no
que ya haya tenido lugar en los inicios de existen- esas experiencias, nacidas al ca-
la vida. Si es así, el individuo necesitaría lor de temores y esperanzas, y en lugar
recordar aquello que ocurrió: pero ¿cómo de estar gobernadas por el tal vez sea (o
recordar algo que, aún habiendo sucedido no sea), se cristalizan en la fijeza de una
ya, no ha sucedido aún, porque el paciente fórmula donde se conjugan el desconoci-
no estaba ahí para que efectivamente suce- miento (angustia) y la certidumbre (tedio):
diese, porque “Sólo a partir de la no–exis- lo que sea será (porque ya es).
tencia puede la existencia comenzar”? El último punto de este trabajo en mar-
Winnicott habla de una cosa pasada y cha quiere detenerse en las consecuencias
futura, de algo que ha sucedido ya y no de esa imposibilidad de convertir la ex-
ha sucedido aún. Se trata de la repetición periencia en promesa. La más importan-
vinculada a los traumas más tempranos te es que en esta época que exalta al yo a
donde el futuro es lo repetido (y aquí vol- la vez que fomenta su fragmentación en
vemos a la ayuda de Deleuze) en la tensión múltiples personajes internos (que la cul-
entre el sujeto naciente y la sombra anti- tura popular ha consagrado como “avata-
cipada por los genitores que lo aguarda res”), las identificaciones desempeñan un
(como lo formulara Piera Aulagnier). rol de extrema importancia. Sobre todo
La tensión termina por proyectarse a cuando conviven con las elecciones de ob-
un porvenir que Fernando Pessoa definió jeto. Aunque en general ser y tener sean
de manera inolvidable: semánticamente conceptos excluyentes,
Ya lo he visto todo, hasta lo que nunca parecería que a veces pueden converger. Si
he visto, y lo que nunca veré. Por mi sangre el ámbito de las elecciones de objeto es lo
corre hasta el mejor de los paisajes futuros, real, el de las identificaciones es lo virtual.
y la angustia del que tendré que ver de nue- Ambos ámbitos se interrelacionarían en
vo es para mí una monotonía anticipada. lo transicional, que se convertiría en una
(Pessoa, 2003, p. 409) suerte de garantía de movimiento.

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En este estadio la alteridad fundante tarde todas las expectativas se vuelven


(toda subjetividad se funda en la alteri- misteriosas y la angustia se abate sobre el
dad) oscila entre lo Otro (indeterminado) individuo.
y los otros (múltiples). Indeterminación Estamos en un pliegue de la posibilidad
y multiplicidad se corresponden con los de lo transicional, donde quedan inscrip-
muchos personajes que pueblan la psique. tas las identificaciones bloqueadas (tal vez
Esos personajes a veces (y cada vez más) por factores traumáticos); sobre todo las
comparten con el yo lo que es su función vinculadas a las elecciones de objeto.
principal: sostener el sentimiento de iden- En el esquema clásico el analista y el
tidad, el juicio de realidad y la conscien- analizante comparten un espacio en co-
cia de sí. Y estos nuevos yoes reabren el mún. En el caso de lo precluido ese espacio
debate acerca de la posible existencia de en común se extiende a lo real. Pero ¿cómo
personalidades múltiples en el sentido filo- llevar el diálogo y nuestra intervención a
sófico-sociológico de Remo Bodei. (Remo la promesa de un movimiento a través de
Bodei, 2002, pp. 22-28) lo virtual, a través del juego, si aceptamos
Mi investigación busca cernir esta pro- la matización acerca de lo precluido como
blemática, que define, a mi juicio, un as- no siempre irreversible?
pecto fundamental de lo que sucede cuan- Para desplazarse hacia un diálogo vir-
do el pasado no pasa y las experiencias no tual se debe cumplir una condición: que
se simbolizan como recuerdos, cuando lo sea un diálogo entre dos desconocidos dis-
real entra en escena y a esa escena, la de tantes,1 ¿Dónde están esos fragmentos de
lo precluído, tenemos que acompañar a identificaciones no cumplidas? Sin ser des-
nuestro paciente. conocidos para el sujeto (ni reprimidos ni
Muy diferente es lo que ocurre actual- precluidos), tampoco podríamos decir que
mente con la experiencia del futuro. En un éste los conoce de modo claro, más bien
pasaje de su correspondencia con Fliess, los intuye entre el goce y el miedo. Y los
Freud dice que la sexualidad llega dema- considera, en general, como algo inconfe-
siado pronto o demasiado tarde. Si en sable, a la vez valioso y abyecto: hemos
lugar de sexualidad ponemos porvenir y llegado a lo imposible de decir.
cambiamos la disyunción por una conjun- En casos en que los pacientes pudieron
ción, podremos decir que el porvenir llega hablar, lo poco que dijeron provocó an-
demasiado pronto y demasiado tarde, por- siedades paranoides y no pudimos avan-
que el horizonte de las expectativas clau- zar en la elaboración. Estaba claro que se
dica en su función: se aleja o se aproxima necesitaba de una zona que atenuase la
demasiado y entonces lo virtual –la danza ansiedad. Esta puede ir desde un descono-
de las identificaciones– se hace dominante. cido imaginario (una especie de alter ego
Cuando llega demasiado pronto, no o personaje interno que funciona como
deja margen para jugar (recordemos que el amigo imaginario de la infancia) a un
lo virtual es una expresión de lo transi- popular y a la vez sofisticado avatar de
cional y éste tiene en el juego su princi- una plataforma virtual o una ficción
pal función), todo parece ya fijado y una cualquiera.
profunda sensación de monotonía se apo- De este modo el analizante, amparado
dera del sujeto. Cuando llega demasiado en esta zona, podría establecer conversa-

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ciones acerca del material en cuestión para Referencias bibliográficas


luego decidir qué aspectos quería traer al
Bion, W. (1962). “Una teoría del pensa-
análisis.
miento” en Volviendo a pensar. Buenos
No es nada fácil manejarse en lo vir-
Aires, Argentina, Horme-Paidos.
tual sin un diálogo directo con el analis-
ta y sobre todo, sin advertir que, con la Bodei, R. (2002). Destinos personales. La
introducción de este diálogo directo en lo era de la colonización de las conciencias.
virtual, la relación analítica queda, en este Buenos Aires, Argentina, El cuenco de
aspecto, mediatizada. plata.
Éste es el punto en el que se encuen-
Deleuze, G. (1968). Diferencia y repeti-
tra actualmente mi reflexión: favorecer
ción. Buenos Aires, Argentina, Amorror-
el acceso a esas zonas dentro del espacio
tu.
analítico, para lo cual no sólo tienen que
cambiarse ciertas coordenadas, sino que, Freud, S. (1915). “La represión” en Obras
y esto es lo difícil, convertir en ocasiones Completas. Vol (14). Buenos Aires, Amo-
a analista y paciente en dos desconocidos. rrortu.
Semejante tarea se enfrenta a las exi- _______ (1912). “Sobre la dinámica de la
gencias –y a la riqueza proliferante– de la transferencia” en en Obras Completas.
transferencia y por ello termino volviendo (Vol. 12). Buenos Aires, Argentina, Amo-
a Freud en Dinámica de la transferencia: rrortu.
Es innegable que domeñar los fenómenos _______ (1913). Obras Completas. (Vol.
de la transferencia depara al psicoanalista 13). Buenos Aires, Argentina, Amorrortu.
las mayores dificultades, pero no se debe ol-
Geerz, C. (1989). El Antropólogo Como
vidar que justamente ellos nos brindan el in-
Autor. Barcelona, España, Paidos.
apreciable servicio de volver actuales y ma-
nifiestas las mociones de amor escondidas y Gomez Somano, J. (2012), Juez creador
olvidadas de los pacientes; pues, en definiti- de historia en Revista del Instituto de la
va, nadie puede ser ajusticiado in absentia o Judicatura Federal. Número (34), 69-95.
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