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Teoría de Funcionamiento
La luminaria fluorescente, también denominada tubo fluorescente, es una luminaria que cuenta
con una lámpara de vapor de mercurio a baja presión y que es utilizada normalmente para la
iluminación doméstica e industrial. Su gran ventaja frente a otro tipo de lámparas, como las
incandescentes, es su eficiencia energética.
Está formada por un tubo o bulbo fino de vidrio revestido interiormente con diversas sustancias
químicas compuestas llamadas fósforos, aunque generalmente no contienen el elemento químico
fósforo y no deben confundirse con él. Esos compuestos químicos emiten luz visible al recibir una
radiación ultravioleta. El tubo contiene además una pequeña cantidad de vapor de mercurio y un
gas inerte, habitualmente argón o neón, a una presión más baja que la presión atmosférica. En
cada extremo del tubo se encuentra un filamento hecho de tungsteno, que al calentarse al rojo
contribuye a la ionización de los gases.
Los elementos fundamentales son: el cebador (también llamado arrancador o partidor), los
filamentos de tungsteno y el balasto, que provee reactancia inductiva. En algunos países que
hablan español se emplean aún sus sinónimos ingleses starter y ballast.
El cebador, partidor o arrancador está formado por una pequeña ampolla de cristal que contiene
gases a baja presión (neón, argón y gas de mercurio) y en cuyo interior se halla un contacto
formado por una lámina bimetálica doblada en "U". En paralelo con este contacto hay un
condensador destinado al doble efecto de actuar de amortiguador de chispa o apaga-chispas, y de
absorber la radiación de radiofrecuencias que pudiesen interferir con receptores de radio, TV o
comunicaciones. La presencia de este condensador no es imprescindible para el funcionamiento
del tubo fluorescente, pero ayuda bastante a aumentar la vida útil del contacto del par bimetálico
cuando es sometido a trabajar con altas corrientes y altas tensiones. Tanto el cebador como la
luminaria acortan su vida útil cuantas más veces se la enciende, por esta razón se recomienda
usar la iluminación fluorescente en regímenes continuos y no como iluminación intermitente.
El elemento que provee reactancia inductiva se llama balasto o balastro, aunque en algunos
países se lo denomina incorrectamente reactancia, que en realidad es el nombre de la magnitud
eléctrica que provee, no del elemento. Técnicamente es un reactor que está constituido por una
bobina de alambre de cobre esmaltado, enrollada sobre un núcleo de chapas de hierro. El término
balasto no debe ser confundido con su homónimo, el material usado en la construcción de vías de
ferrocarril.
Los electrodos de cada terminal en una lámpara fluorescente están generalmente realizados con
doble o triple filamento en tungsteno. Este filamento está revestido en un material emisor (Bario,
estroncio, y óxido de calcio), que desprende electrones cuando se calienta a una temperatura de
operación aproximada de 950º Celsius. A esa temperatura los electrones son emitidos libremente
con solo una pequeña caída de potencia en cada electrodo. Este proceso es denominado emisión
termoiónica, porque el calor es el principal responsable para la emisión de electrones.
Al aplicar la tensión de alimentación, los gases contenidos en la ampolla del cebador se ionizan,
con lo que aumenta su temperatura lo suficiente para que la lámina bimetálica se deforme, haga
contacto cerrando el circuito, lo que hará que los filamentos de los extremos del tubo se calienten
al rojo vivo, y esto comienza la ionización de los gases en la vecindad de los filamentos. Al cerrarse
el contacto el cebador se apaga y sus gases vuelven a enfriarse, por lo que un par de segundos
después el contacto se abre nuevamente. Esta apertura trae como consecuencia que el campo
magnético creado en la reactancia inductiva se "desmorone" o desaparezca bruscamente, lo que
trae como consecuencia, de acuerdo con la ley de inducción de Faraday, la generación de un pico
de alta tensión (autoinducción) que termina de ionizar los gases, se forma plasma conductor dentro
de todo el tubo fluorescente y por lo tanto lo atraviesa una corriente de electrones que irá a
interactuar con los átomos de Hg, Ar y Ne, los que entonces emitirán luz, principalmente en la
región del ultravioleta (UV). El voltaje aplicado a los filamentos y al tubo es pulsante, porque la
energía eléctrica que alimenta el circuito es de corriente alterna de 50 Hz (como en Europa) o de
60 Hz (por ejemplo en USA y Japón). Los filamentos tienen inercia térmica, pero el plasma no, lo
que produce un veloz parpadeo en la luz emitida, que puede molestar a algunas personas, producir
dolor de cabeza y hasta convulsiones a quienes sufren de epilepsia. Este fenómeno se minimiza al
disponer los tubos en grupos, alimentados cada tubo desde fases distintas y con rejillas de
dispersión estroboscópica.
Los filamentos, al calentarse, desprenden electrones que, junto con el pico de autoinducción,
ionizan los gases que llenan el tubo; se forma así un plasma que conduce la electricidad. Este
plasma excita los átomos del vapor de mercurio que, como consecuencia, emiten luz visible y
ultravioleta.
El revestimiento interior de la lámpara tiene la función de filtrar y convertir la luz ultravioleta en
visible. La coloración de la luz emitida por la lámpara depende del material de ese recubrimiento
interno. El material del tubo, vidrio común, contribuye a reducir la luz UV que pudiera escapar fuera
de la luminaria.
Las lámparas fluorescentes son dispositivos con pendiente negativa de su resistencia eléctrica,
respecto de la tensión eléctrica. Esto significa que cuanto mayor sea la corriente que las atraviesa,
mayor es el grado de ionización del gas y, por tanto, menor la resistencia que opone al paso de
dicha corriente. Así, si se conecta directamente la lámpara a una fuente de tensión prácticamente
constante, como la suministrada por la red eléctrica, la intensidad tenderá a valores muy elevados,
y la lámpara se destruirá en pocos segundos. Para evitar esto, siempre se la conecta a través de
un elemento limitador de corriente para mantenerla dentro de sus límites de trabajo. Este elemento
limitador, es el balasto que provee reactancia inductiva, la que absorberá la diferencia entre la
tensión de alimentación y la tensión de trabajo del tubo.
Finalmente, la disminución de la resistencia interna del tubo una vez encendido, hace que la
tensión entre los terminales del cebador sea insuficiente para ionizar el gas contenido en su
ampolla y por tanto el contacto bimetálico queda inactivo cuando el tubo está encendido.
Todos los balastos magnéticos producen sonidos propios denominados zumbidos. Este varía
desde un valor inaudible hasta un sonido notable. Los fabricantes de estos aparatos generalmente
los designan con letras de la A hasta la F. El designado por las letras A tiene el menor zumbido y
es usado en áreas no ruidosas; los designados con la letra F es de mayor zumbido y puede ser
usado satisfactoriamente en alumbrados o en áreas industriales ruidosas. Existe también un tipo de
balasto denominado de clase P que tiene incorporado un protector térmico, consiste en un
termostato que desconecta al balasto del circuito cuando su carcaza adopta una temperatura que
supera la de su normal funcionamiento.
Existe un tipo de balasto magnetico que es de arranque rapido:
También existe actualmente otro tipo de balasto o reactor, el balasto electrónico, que consta de un
circuito electrónico y una pequeña bobina con núcleo de ferrite. Este balasto, a diferencia del
balasto inductivo, se conecta al fluorescente sin cebador y logra arranques instantáneos de la
lámpara y sin parpadeos, o en otros modelos, arranques de una manera más suave. En realidad,
no se trata de un reactor en el sentido estricto del término, sino de un circuito electrónico con
semiconductores que genera a) dos bajas tensiones para encender los filamentos de los extremos,
y b) una alta tensión de alta frecuencia (decenas de kHz) aplicada entre los extremos. Ambos
procesos suman sus efectos para ionizar los gases y así producir el plasma conductor que
generará la radiación UV. Como regla general, los tubos que emplean el balasto electrónico tienen
un rendimiento lumínico notablemente superior, y una vida media mucho más larga que los que
usan el inductivo.
El cable de fase y el neutro se conectan ambos directamente a las dos entradas del balasto.
En este balasto hay dos pares de salidas, y cada par debe conectarse a cada filamento de la
lámpara.
Propiedades
Las lámparas fluorescentes tienen un rendimiento luminoso que puede estimarse entre 50 y 90
lúmenes por vatio (lm/W).
Una cuestión curiosa es que la luminosidad de la lámpara depende no solamente del revestimiento
luminescente, sino de la superficie emisora, de modo que al variar la potencia varía el tamaño, por
ejemplo, la de 20 W mide unos 60 cm, la de 40 W, 1,20 m y la de 60 W 1,50 m (realmente serían
de 18, 36 y 58 W respectivamente).
Su vida útil es también mucho mayor que la de las lámparas de incandescencia, pudiendo variar
con facilidad entre 5000 h y más de 15000 h (entre 5 y 15 veces más), lo que depende de diversos
factores, tales como el tipo de lámpara fluorescente o el equipo complementario que se utilice con
ella.
Desventajas
Las lámparas fluorescentes no dan una luz continua, sino que muestran un parpadeo que depende
de la frecuencia de la corriente eléctrica aplicada (por ejemplo: en España, 50 Hz para corriente
alterna). Esto no se nota mucho a simple vista, pero una exposición continua a esta luz puede dar
dolor de cabeza. El efecto es el mismo que si se configura una pantalla de ordenador a 50 Hz.
Este parpadeo puede causar el efecto estroboscópico, de forma que un objeto que gire a cierta
velocidad podría verse estático bajo una luz fluorescente. Por tanto, en algunos lugares (como
talleres con maquinaria) podría no ser recomendable esta luz.
El parpadeo también causa problemas con las cámaras de vídeo, ya que la frecuencia a la que lee
la imagen del sensor puede coincidir con las fluctuaciones (oscilaciones) en intensidad de la
lámpara fluorescente.
Las lámparas fluorescentes consumen más electricidad y ven reducida su vida útil si son
encendidas y apagadas de manera continuada, visto que su acción de encender les cuesta mucho
más trabajo que mantenerse encendidas.
Las lámparas fluorescentes con balasto antiguo no pueden conectarse a un atenuador normal o
dimmer (un regulador para controlar el brillo). Hay lámparas especiales (de 4 contactos) y
controladores especiales que permiten usar un interruptor con regulador de intensidad.
Desde mediados de la década de los 80, hay una solución para evitar estos inconvenientes, que es
el balasto electrónico, que ha cobrado gran importancia a partir de mediados de los 90. En este
sistema se hace funcionar al tubo de la misma manera que en la forma tradicional pero esta vez en
una frecuencia de más de 20 kHz con lo que se evita completamente el efecto estroboscópico,
logra que el parpadeo sea invisible para el ojo humano (y a su vez que las cámaras de vídeo
difícilmente logren captarlo), y que desaparezcan ruidos por trabajar por encima del espectro
audible. En definitiva se obtiene una mejora del 10% en el rendimiento de la lámpara, un menor
consumo, menor calor disipado, silencio absoluto de la reactancia y mayor vida útil a los tubos
Cabe anotar que este tipo de luz, que es difusa, no es aconsejable para la lectura (lo que incluye
las tareas o trabajos escolares) u otro tipo de trabajos "finos" debido a que impide una apropiada
fijación de la vista sobre el objeto. El efecto difuso de la luz fluorescente hace que los contornos de
elementos mínimos o "finos" tiendan a desaparecer impidiendo su enfoque adecuado, lo cual
genera fatiga visual que podría ocasionar malestar y un rendimiento deficiente en la labor
emprendida.
Para evitar estas circunstancias adversas es aconsejable utilizar, para la lectura y labores
similares, bombillas o focos de luz de tungsteno (lámparas incandescentes) que resultan ser los
más apropiados para estos efectos.
Las lámparas halógenas también emiten radiación ultravioleta que es filtrada por la ampolla de
cuarzo que las conforma. Se recomienda comprar lámparas y tubos de calidad y a ser posible de
marcas conocidas o fiables.
Se debe tener en cuenta que este tipo de lámparas (fluorescentes) son consideradas residuos
peligrosos debido a su contenido de vapor de mercurio, por lo cual se debe disponer
adecuadamente para evitar efectos ambientales negativos.
Encendido
La condición de la vida útil de la lámpara fluorescente puede variar según su uso y las condiciones
ambientales en que se encuentra que puede variar a 5000 h.
Tubos Fluorescentes
Se componen de un tubo de unos 6 mm de diámetro aproximadamente, doblados en forma de “U”
invertida, cuya longitud depende de la potencia en watt que tenga la lámpara. En todas las
lámparas CFL existen siempre dos filamentos de tungsteno o wolframio (W) alojados en los
extremos libres del tubo con el propósito de calentar los gases inertes, como el neón (Ne), el
kriptón (Kr) o el argón (Ar), que se encuentran alojados en su interior. Junto con los gases inertes,
el tubo también contiene vapor de mercurio (Hg). Las paredes del tubo se encuentran recubiertas
por dentro con una fina capa de fósforo.
Balasto Electronico
Las lámparas CFL son de encendido rápido, por tanto no requieren cebador (encendedor, starter)
para encender el filamento, sino que emplean un balasto electrónico en miniatura, encerrado en la
base que separa la rosca del tubo de la lámpara. Ese balasto suministra la tensión o voltaje
necesario para encender el tubo de la lámpara y regular, posteriormente, la intensidad de corriente
que circula por dentro del propio tubo después de encendido.
Funcionamiento
Cuando enroscamos la lámpara CFL en un portalámpara (igual al que utilizan la mayoría de las
lámparas incandescentes) y accionamos el interruptor de encendido, la corriente eléctrica alterna
fluye hacia el balasto electrónico, donde un rectificador diodo de onda completa se encarga de
convertirla en corriente directa y mejorar, a su vez, el factor de potencia de la lámpara. A
continuación un circuito oscilador, compuesto fundamentalmente por un circuito transistorizado en
función de amplificador de corriente, un enrollado o transformador (reactancia inductiva) y un
capacitor o condensador (reactancia capacitiva), se encarga de originar una corriente alterna con
una frecuencia, que llega a alcanzar entre 20 mil y 60 mil ciclos o hertz por segundo.
La función de esa frecuencia tan elevada es disminuir el parpadeo que provoca el arco eléctrico
que se crea dentro de las lámparas fluorescentes cuando se encuentran encendidas. De esa forma
se anula el efecto estroboscópico que normalmente se crea en las antiguas lámparas
fluorescentes de tubo recto que funcionan con balastos electromagnéticos (no electrónicos). En las
lámparas fluorescentes antiguas el arco que se origina posee una frecuencia de sólo 50 ó 60 hertz,
la misma que le proporciona la red eléctrica doméstica a la que están conectadas.
Para el alumbrado general el efecto estroboscópico es prácticamente imperceptible, pero en una
industria donde existe maquinaria funcionando, impulsadas por motores eléctricos, puede resultar
peligroso debido a que la frecuencia del parpadeo de la lámpara fluorescente se puede sincronizar
con la velocidad de giro de las partes móviles de las máquinas, creando la ilusión óptica de que no
están funcionando, cuando en realidad se están moviendo.
En las lámparas CFL no se manifiesta ese fenómeno, pues al ser mucho más alta la frecuencia del
parpadeo del arco eléctrico en comparación con la velocidad de giro de los motores, nunca llegan a
sincronizarse ni a crear efecto estroboscópico.
Desde el mismo momento en que los filamentos de una lámpara CFL se encienden, el calor que
producen ioniza el gas inerte que contiene el tubo en su interior, creando un puente de plasma
entre los dos filamentos. A través de ese puente se origina un flujo de electrones, que proporcionan
las condiciones necesarias para que el balasto electrónico genere una chispa y se encienda un
arco eléctrico entre los dos filamentos. En este punto del proceso los filamentos se apagan y se
convierten en dos electrodos, cuya misión será la de mantener el arco eléctrico durante todo el
tiempo que permanezca encendida la lámpara. El arco eléctrico no es precisamente el que produce
directamente la luz en estas lámparas, pero su existencia es fundamental para que se produzca
ese fenómeno.
A partir de que los filamentos de la lámpara se apagan, la única misión del arco eléctrico será
continuar y mantener el proceso de ionización del gas inerte. De esa forma los iones desprendidos
del gas inerte al chocar contra los átomos del vapor de mercurio contenido también dentro de tubo,
provocan que los electrones del mercurio se exciten y comiencen a emitir fotones de luz
ultravioleta. Dichos fotones, cuya luz no es visible para el ojo humano, al salir despedidos chocan
contra las paredes de cristal del tubo recubierto con la capa fluorescente. Este choque de fotones
ultravioletas contra la capa fluorescente provoca que los átomos de flúor se exciten también y
emitan fotones de luz blanca, que sí son visibles para el ojo humano, haciendo que la lámpara se
encienda.
Instalacion de tubos Fluorescentes
Efecto estroboscópico: la luz se “enciende y apaga” 50 veces por segundo (frecuencia), y
durante ese momento no hay luz, pero es inapreciable para el ojo humano. Pero a veces ocurre
que la frecuencia varía en el tubo por estar estropeado, y los objetos en movimiento parecen que
no se mueven o lo hacen intermitentemente.
Ennegrecimiento paulatino en ambos extremos: es debido al envejecimiento del tubo, lo
provocan las partículas del cátodo.
Anillos en uno o ambos extremos (rojo castaño): es debido al desgaste y arranque
inadecuado.
Rayas oscuras longitudinales: es debido a glóbulos de mercurio condensados. (Solución: girar
el tubo media vuelta).
Manchas densas en los extremos: el material de los cátodos se desprenden rápidamente.
Pueden ser debidos a: 1º) cebador defectuoso o inapropiado (parpadea), 2º) filamentos encendidos
(contactos del cebador soldados).
Nota. A veces la intermitencia de encendido se debe al mal contacto del tubo con su porta-tubo
(revisar conexiones y contactos).
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Riesgo Eléctrico
QUÉ ES EL RIESGO ELÉCTRICO O DE ELECTROCUCIÓN
El riesgo de electrocución para las personas se puede definir como la "posibilidad de circulación
de una corriente eléctrica a través del cuerpo humano". Así, se pueden considerar los siguientes
aspectos:
a. Para que exista posibilidad de circulación de corriente eléctrica es necesario:
Que exista un circuito eléctrico formado por elementos conductores
Que el circuito esté cerrado o pueda cerrarse
Que en el circuito exista una diferencia de potencial mayor que cero
b. Para que exista posibilidad de circulación de corriente por el cuerpo humano es necesario:
Que el cuerpo humano sea conductor. El cuerpo humano, si no está aislado, es conductor debido
a los líquidos que contiene (sangre, linfa, etc.)
Que el cuerpo humano forme parte del circuito.
Que exista entre los puntos de "entrada" y "salida" del cuerpo humano una diferencia de potencial
mayor que cero.
Cuando estos requisitos se cumplan, se podrá afirmar que existe o puede existir riesgo de
electrocución.
ELECTROCUCIÓN
Cualquier lesión debida a la electricidad es potencialmente grave, tanto si se ha producido por alta
tensión como por la tensión doméstica de 110 o 220 voltios.
El cuerpo actúa como intermediario entre el conductor eléctrico y la tierra, pasando la corriente por
todos los tejidos y causando las lesiones a los mismos, pudiendo llegar a ocasionar la muerte por
paro cardio-respiratorio.
El shock que produce en el individuo la corriente eléctrica, que entra y sale del cuerpo, puede
derribarlo, provocarle la pérdida de conciencia o incluso cortarle la respiración e interrumpir los
latidos cardíacos.
La electricidad se extiende a todos los tejidos del cuerpo y llega a causar daños profundos y
generalizados, aun cuando exteriormente la piel no muestre más que una pequeña señal en el
punto de contacto con la corriente.
Si la electrocución se da por baja tensión (110-220 volts) es necesario que la victima toque al
conductor para que se genere el daño.
Si es de alta tensión (más de 1000 volts), no es necesario el contacto directo, ya que antes de que
llegue a tocarlo, salta espontáneamente un arco eléctrico y se produce la electrocución. (por ej. En
tubos de imagen presentes en televisores, monitores de PC, carteles luminosos, luces de neón,
todos estos a su vez pueden mantener tensiones entre los 4000 y 17000 volts, aun luego de
desconectados).
Contacto con una mano, estando la persona parada sobre suelo conductor; circulación de corriente
longitudinal de manos a pies: Rc ≈ 750 Ω
Contacto con las dos manos para la persona sobre suelo conductor; circulación de corriente
longitudinal, de manos a pies: Rc ≈ 500 Ω
Contacto con una mano, la persona parada con un pie sobre suelo aislante y con el otro sobre
piso conductor; Circulación de corriente longitudinal, de la mano al pie. Rc ≈ 1000 Ω
Contacto con una mano y con la otra tocando un muro conductor (columna, etc.), la persona,
parada en un piso aislante; Circulación de corriente transversal de mano a mano Rc ≈ 1000 Ω
Contacto de mano a cadera, la persona parada sobre piso aislante; circulación de corriente parcial
de mano a cadera; Rc ≈ 500 Ω
Contacto de manos a cadera, la persona parada sobre suelo aislante; circulación de corriente
parcial de manos a cadera; Rc ≈ 250 Ω
PRIMEROS AUXILIOS
Tratamiento
Una vez rescatada la víctima, atender rápidamente a su reanimación.
Por lo general, el paciente sufre una repentina pérdida de conocimiento al recibir la descarga, el
pulso es muy débil y probablemente sufra quemaduras.
El cuerpo permanece rígido. Si no respira, practicarle la respiración artificial rápidamente y sin
desmayo. Seguramente sea necesario aplicarle un masaje cardíaco, pues el efecto del “shock”
suele paralizar el corazón o descompasar su ritmo.