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Desarrollo Histórico el dogma

No se ha escrito una historia completa de la pneumtología, que no sólo contemple del


desarrollo doctrinal y dogmático con la historia teológica de las ideas, sino tambien los
múltiples campos de la experiencia y práctica cristiana.
La experiencia bíblica del Espíritu Santo como Espíritu de vida, de verdad y de libertad,
es determinante en la historia de la Iglesia.
La acción del Espíritu en la vida del individuo y de la Iglesia marca la experiencia
creyente, de manera especial en los comienzos de la Iglesia y, posteriormente, en todos
los periodos de crisis que han clamado por una renovación.
En la tensión entre la necesidad de las ordenanzas eclesiásticas y la libertad e
inmediatez de la acción salvífica divina se encuentra tambien la experiencia del Espíritu
como mediador del verdadero conocimiento de Dios y de nosotros mismos, como fiador
de la verdad del evangelio y de la tradición apostólica.
3.1 Los comienzos de la pneumatología eclesial
3.1.1. El Espíritu del conocimiento de la verdad y de renovación.
Las experiencias con el Espíritu de vida, el Espíritu de verdad y el Espíritu de libertad
constituyen sin excepción la base de la pneumatología eclesial primitiva.
El Espíritu Santo comunica el conocimiento de Cristo, que se adquiere en la fe del
bautismo y que incita a una vida espiritual adecuada. Su eficacia se ha experimentado
siempre en una abundancia de carismas. Tomaron mayor relevancia los carismas como
el de la predicación profética, de la interpretación de la Escritura y de la dirección
comunitaria en razón de la situación misionera e intraeclesial.
De ahí que la función inspiradora y reveladora del Espíritu Santo ocupe el centro de la
reflexión pneumatológica incipiente en los apologistas, sobre todo en Justino.
El carácter inspirado de los primeros escritos cristianos lo enseña explícitamente hacia
el ano 180, Teófilo de Antioquía. Que continúa la equiparación tradicional e Espíritu y
Sabiduría y califica a los evangelistas de inspiración proféticos y a sus obras, a una con
las cartas de Pablo, cual “palabra sagrada y divina”
Lo mismo hace Irineo. En su obra Adversus haresesal Espíritu Santo no le llama Dios,
sino Sabiduría de Dios. A través de los profetas y de los apóstoles el Espíritu desvela la
economía salvífica divina, que todo el mundo puede reconocer si lee las Escrituras
inspiradas dentro de la Iglesia y conforme con su tradición.
Entre la Iglesia y el Espíritu Santo, que les es dado a todos, existe una relación intima:
“Donde está la Iglesia, allí está tambien el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu de
Dios, allí está tambien la Iglesia y la gracia toda; pero el Espíritu es la verdad”
En Ireneo es característica la vinculación de la cristología espiritual y la teoría de la
recapitulación: en Cristo, como cabeza de la creación, se consuma la humanidad, que se
renueva en la Iglesia por obra del Espíritu y a imagen de Dios.
3.1.2. Profecía y ordenamiento eclesial.
La alta estima de que gozó la profecía en la Iglesia primitiva encuentra un final brusco
por el enfrentamiento con el montanismo.
Montano (179) se consideraba portavoz y profeta del Paráclito y pretendían, junto con
Priscila y Maximilia, haber recibido en experiencias extáticas nuevas palabras de
revelación a través del Espíritu.
Frente la pretensión de nuevas revelaciones y de un conocimiento más auténtico, en las
sedes episcopales se atribuyó a los obispos la plenitud de la posesión espiritual, mientras
que la verdad del a doctrina eclesiástica se aseguraba mediante la formación del
concepto de sucesión apostólica, así como mediante la fijación del canon y de la Regula
fideo.
El conflicto con el montanismo no puede reducirse únicamente a la alternativa “carisma
o ministerio”. Los portadores del ministerio deben acreditare cual portadores del
Espíritu en una comunidad que en su conjunto está animada por el Espíritu. Por ello se
plantea la cuestión decisiva de dónde actúa concretamente el Espíritu: en la nueva
profecía o en la comunidad carismática y apostólica, que tendría que desenmascarar
aquella como un psedoprofecía.
Con el rechazo tajante del montanismo desaparecen las profetitas y los profetas de la
vida eclesial, mientras que los maestros carismáticos continúan desempeñando un rol
importante en el siglo III.
Orígenes conecta la imagen ideal del penumático gnóstico con la del responsable de un
ministerio. Se consideran asimismo carismáticos los ascetas, las viudas y sobre todos los
mártires
La historia enseña que en los periodos de crisis surgen movimientos proféticos,
carismáticos y escatológicos, que se alzan contra el relajamiento de la vida de fe, contra
la sobrevaloración d las estructuras y contra las pretensiones eclesiales de poder.

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