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La hija del caníbal es una de las muchas obras de la periodista y psicóloga Rosa Montero (3
de enero de 1951, Madrid), actualmente escritora para el diario El País, y cuyo nombre
siempre se relaciona con la literatura contemporánea española. Publicada en 1997 por la
editorial Espasa Calpe y posteriormente por Planeta De Agostini en 1999, consta de 338
páginas y obtuvo por unanimidad el I Premio Primavera en 1997.
De origen humilde, tras estar recluida desde los 5 años hasta los 9 a causa de una
tuberculosis, se dedicó a leer y a escribir, y posteriormente estudió periodismo y psicología
mientras colaboraba con grupos de teatro independiente como Tábano y Canon. Ha
publicado en varios medios de comunicación y desde 1976 trabaja de manera exclusiva con
el periódico El País. Además, los premios que se le han otorgado han sido muchos: en el
1978 ganó el premio Mundo de entrevistas y el 1980 el premio Nacional de Periodismo
para reportajes y artículos literarios; en 1997 ganó el I Premio de Primavera por La hija del
caníbal (que a su vez fue trasladada al cine), el instituto La Laguna de Madrid le otorgó en
1999 el Primer Premio Literario y Periodístico Gabriel García Márquez por su trabajo en El
País, La loca de la casa ganó el premio Qué Leer a la mejor novela española de 2003 y el
Grinzane Cavour al mejor libro extranjero publicado en Italia en 2004. No solo eso, sino
que Historia del Rey Transparente obtuvo el Premio Qué Leer a la mejor novela española
de 2005, además del Premio Mandarache de 2007.
Además, apenas hace un año obtuvo un doctorado Honoris Causa otorgado por la
Universidad de Puerto Rico.
A lo largo de La hija del caníbal, la novela que nos ocupa, se narra con gran agilidad y
maestría la historia de Ramón y Lucía, un matrimonio que lleva diez años juntos y que
intentan acabar con la monotonía de sus vidas pasando el Fin de Año en Viena. La
desaparición de Ramón en los urinarios del aeropuerto de Barajas cuando se disponían a
embarcar, es el inicio del drama aunque paradójicamente está cargado de humor, emoción y
situaciones insospechadas. Ella, a su vez, escritora de cuentos infantiles en plena crisis de
los cuarenta, no dudará en emprender la búsqueda por su cuenta, tras verificar la poca
efectividad de la policía. Contará con la fiel ayuda de dos de sus vecinos que se han
encontrado por casualidad, uno de ellos un ex-anarquista octogenario que busca demostrar
una vez más sus capacidades y sacar a relucir su experiencia y el otro un joven de veintiún
años que demostrará que el amor no sabe de edades. Así, mediante este trío grotesco y
particular, Lucía buscará desesperadamente a su marido, a la vez que se intenta encontrar a
sí misma.
Por ello, al margen de la trama de intriga, secuestro y corrupción, esta novela habla del
paso de la juventud a la madurez, del crecimiento personal de una mujer confusa, perdida,
llena de contradicciones e incertidumbres y de la pasión que deja paso a la rutina. Se tratan
temas de la vida cotidiana, cómo encontrar la felicidad en un mundo corrupto o el poder del
valor y la cobardía. Además, se analiza el crecimiento del ser humano, ya que a medida que
va obteniendo conocimientos y sabiduría va dejando atrás los miedos, las inseguridades e
incluso la pasión aunque siempre es posible hacer que vuelvan; hace una reflexión sobre la
fugacidad de la vida y de su cotidianidad, pero sobre todo habla del sentido de la existencia.
En el hilo de la historia, son varios los personajes que habría que destacar:
· Lucía Romero: es la mujer de Ramón, escritora frustrada en la famosa crisis de las
cuarenta que poco a poco se deja arrastrar hacia la rutina y la costumbre y deja a un lado el
amor. Es un personaje plano, puesto que en ningún momento demuestra un carácter
diferente y ella misma asiente que en las relaciones amorosas siempre hay un punto en el
que empieza la decadencia y en el que hay que reinventar la vida, pero sobre todo es una
mujer que a pesar de los acontecimientos, por muy desagradables que fuesen no muestra
rencor ni maldad, únicamente expresa sus ganas de volver a sonreír y sentirse libre.
· Félix Roble: es un anciano de ochenta años, con toda su vida por detrás; fue anarquista y
pistolero con Durruti y más adelante torero. Cuando por casualidad se ve envuelto en la
desaparición de Ramón, solo y más cerca ya de la muerte que de la vida, intentará salir de
su olvido rememorando tiempos pasados, y así poder demostrar lo que un día fue.
· Adrián: es un joven 20 años menor que Lucía, pero ello no impide que se enamore de ella
e intente construir un futuro a su lado, aunque su ilusión y fortaleza son los rasgos de su
juventud, según Lucía no compatibles con ella. Es un joven que aporta optimismo y energía
a la historia, y sobre todo se aprecia su transparencia y simplicidad, probablemente debido a
su corta edad.