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Nació en Barcelona el 26 de julio de 1925 en el seno de una familia burguesa acomodada. Oriunda de
La Rioja pasa temporadas en Mansilla de la Sierra con sus abuelos hasta los diez años. Vivió entre su
ciudad natal y Madrid, escenarios de sus obras. Tuvo una infancia un tanto difícil por su trato con su
madre, en cambio, su padre fue quien avivó su imaginación. Pese a todo, es su madre quien guarda sus
primeros escritos de la infancia. Con el tiempo, la relación maternal se normaliza. A los cinco años
escribe su primer cuento y a los diez, su revista Shibil.
A la edad de 11 años estalló la guerra civil, las consecuencias del conflicto marcarán su vida y su obra.
Al terminar la guerra, su familia se traslada definitivamente a Barcelona donde la autora estudia el
Bachillerato. Con 17 años escribe su primera novela, Pequeño teatro, aunque no se publicará hasta el
año 1954.
En 1957 se casó con el también escritor Ramón Eugenio de Goicoechea, a quien ella llamó el marido
“malo” y con quien tuvo un hijo, Juan Pablo. Se separaron en 1963 y perdió la custodia de su hijo. Fue
una etapa difícil y dura para la escritora.
En los años cincuenta y sesenta aparecieron algunas de las novelas más importantes Los hijos muertos
(1958), Primera memoria (1960), La torre vigía (1971), Luciérnagas, novela sobre la guerra civil que
escribió el año 1949 y con la que se quedó semifinalista del Premio Nadal. Hasta 1993 no se publica
íntegramente. La escritora se encuentra en su etapa de más producción creativa.
Su obra ha sido traducida a veintitrés idiomas y ha recibido numerosos premios literarios: el Planeta, el
de la Crítica, el Nacional de Literatura, el Nadal, entre otros. En el año 2007 fue galardonada con el
Premio Nacional de las Letras Españolas. Pero el más importante de su carrera fue en 2010 con el
Premio Cervantes.
En 1996 fue elegida miembro de la RAE para ocupar el sillón K. Ingresó dos años después con el
discurso “ En el bosque”.
La autora pertenece a la nómina de escritores de la llamada “Generación de los 50”. Nacidos entre 1924
y 1936, vivieron el conflicto bélico durante su infancia y aunque no participaron activamente en la
guerra, debido a su corta edad, sufrieron las consecuencias de la contienda, por eso, son conocidos
también como los “niños de la guerra”. Podemos hablar de una nueva concepción de la literatura que
intenta reflejar la sociedad desde una mirada crítica, de protesta. El género que cultivaron con más
frecuencia fue la novela social.
Por edad y por sus relaciones personales se vincula al grupo de la generación de los 50, con quienes
compartió amistad, inquietudes, lucha, similitud de intenciones, pero literariamente tiene poco que ver
con este grupo de los 50. Matute desarrolló un estilo, un mundo personal que configura un mundo lírico
y sensorial propio. La escritora formará parte de esta generación sobre todo por la protesta social, pero
una denuncia social desde un mundo poético e incluso infantil.
Con los escritores del medio siglo comparte algunos temas capitales como la soledad social, la
desesperanza, la memoria ineludible de la guerra civil y la pasión por el relato breve que gozó de gran
apogeo en la segunda mitad del siglo XX.
No es fácil encasillar el mundo creativo “matutiano” ya que en los años que escribe su obra domina el
realismo social y ella, a pesar del tono crítico y de denuncia social que impregna sus obras, opta por la
complejidad, el lirismo y la ambigüedad.
En los años cincuenta tuvo lugar el auge de la narrativa breve. Esta década ha sido calificada como la
edad de oro del cuento español.
Durante muchos años, la crítica ha estudiado este libro como si de un compendio de cuentos se tratase,
pero desde los años ochenta Los niños tontos ha sido considerado por un amplio sector de la crítica
literaria como un libro de microrrelatos. Este género de narrativa brevísima se inicia en el Modernismo.
Entre los autores más destacados que cultivaron el género encontramos a Rubén Darío, Juan Ramón
Jiménez y Ramón Gómez de la Serna. A finales de los ochenta empezó a considerarse el microrrelato
como un género aparte, independiente, autónomo y cobró auge su estudio y producción.
PERSONAJES
Los personajes protagonistas son niños sin nombre propio, Sólo en uno de ellos descubrimos un
nombre-mote, en El niño que encontró un violín en el granero se nos dice que a un hijo del granjero le
llaman Zum-Zum. Este hecho podría justificarse por tratarse de cuentos muy breves, pero parece ser
que la intención de Matute fue la de no individualizar a los niños de sus historias con nombres propios,
para así darles universalidad.
La segunda razón con la que se puede explicar por qué estos niños no tienen nombre es la constante
tendencia de Matute a la degradación – e incluso a la animalización – de sus personajes.
Habitualmente, los pequeños son conocidos por el oficio de sus padres: “el hijo de la lavandera”, “el niño
del cazador”, “la niña de la carbonería”, pero a veces los conocemos por los insultos de otros niños “la
niña fea” o por el nombre de alguna parte de su fisiología “el negrito de ojos azules”, “el jorobado”. No
tienen derecho a un nombre porque aún no tienen derecho a una historia propia, por eso en la mayoría
de los casos son “hijos de”. La mayoría de ellos no llegará a tener su vida, su historia, porque morirá en
el camino.1
Se trata de niños marginados por la sociedad y por diversos motivos: defectos físicos “El jorobado”,
enfermedad “El árbol”, “Mar”, rechazo por parte de los adultos o de otros niños “La niña fea” o, en
ocasiones, por diferencias de clase social “El hijo de la lavandera”.
1 Información extraída del siguiente estudio: CALAFELL, Sala Núria (2010): “La conjura de la invisibilidad: el sujeto infantil
en algunos de Ana María Matute y Silvia Ocanto”, Lectora, núm. 16: 161-176.
Son niños indefensos y débiles, extraños y diferentes tanto para los demás niños como para sus
padres, que se refugian en mundos imaginarios, en su interior y en la naturaleza porque el mundo que
los rodea es crudo y no los comprendre, por eso, muchas veces la solución la encuentran en la
invención de realidades al margen de lo cotidiano o la muerte.
Todos estos niños comparten la soledad, la falta de amigos, la burla y el acoso por parte de los demás,
de los más fuertes, así como sentimientos de venganza, de envidia, de rencor, de odio, de crueldad...
Sufren carencias afectivas, o bien son huérfanos, o bien tienen unos padres que no los quieren o no se
ocupan de ellos. La madre pasa el tiempo en actividades repetitivas, rutinarias y calladas. Es
caracterizada como una madre triste, infeliz e impotente. El padre, que rara vez aparece, es un
personaje ignorante, despreocupado e incapaz de comprender lo que sucede a los niños. Esta ausencia
de la figura paterna y materna reflejan un mundo deshumanizado, mientras que la naturaleza y la figura
del perro lo humaniza.
TEMAS
El hilo conductor de todos los cuentos es la infancia pero no una infancia estereotipada (tópico de la
infancia feliz) sino una infancia cruel, despiadada. Del mismo modo, la inocencia, es otro de los temas
principales de la antología, ya que los adultos llaman “tontos” a los niños porque ellos ya han perdido la
cualidad infantil de la inocencia.
SIMBOLISMO
ESPACIO Y TIEMPO
Las referencias espaciotemporales son imprecisas: “todos los días”, “todas las noches”, “una noche”,
“ayer por la mañana”, “ayer por la tarde” . Años, días y horas son señalados de manera implícita por las
estaciones o el paso del día: mañana, atardecer, noche.
Respecto a los espacios o escenarios, se distinguen entre exteriores e interiores, sin que se precisen,
sin perfilarse o describirse, sino más bien mencionados o sugeridos. Se trata de lugares anónimos:
pueblos, campos.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
BÁDER, Petra (2001): “Ritos de paso, ritos de iniciación. Los niños tontos de Ana María Matute”,
Lejana. Revista Crítica de Narrativa Breve, núm. 3, Universidad Eötvös Loránd, Budapest.
CALAFELL, Sala Núria (2010): “La conjura de la invisibilidad: el sujeto infantil en algunos de Ana María
Matute y Silvia Ocanto”, Lectora, núm. 16: 161-176.
MADRENAS, Dolors (2016): “Estudio preliminar”, Ana María Matute, Los niños tontos, Destino,
Barcelona.
MATUTE, Ana María (2016): Los niños tontos, Cátedra, Madrid.
MOYANO, Arellano, Claudio (2016): “Tremendismo y existencialismo en Los niños tontos de Ana María
Matute”, en Actas del primer congreso internacional El cuento hispánico: nuevas miradas críticas y
aplicaciones didácticas. Universidad de Valladolid, pp. 293-307.
http://www.quieroapuntes.com/ana-maria-matute.html (29 de enero de 2018)
Novelistas españoles contemporáneos: Ana María Matute en https://youtu.be/gcUezKBhmGo (8 de
enero de 2019)