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Millones de especies están desapareciendo; crece la cantidad de personas desplazadas por los
extremos climáticos; nuestra propia extinción está a la vuelta de la esquina. El planeta se incendia, se
inunda, se reseca, y todos los seres vivos nos enfrentamos a condiciones incompatibles con la vida.
En este escenario, vemos con estupor que los países del norte global, principales emisores de gases
de efecto invernadero, no muestran voluntad de cambio ni compromiso real con el freno necesario a
este modelo económico que nos ha llevado a esta crisis climática.
El Grupo intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático (IPCC), una vez más, ha expresado
que las puertas de oportunidad se están cerrando, y que nos queda poco tiempo para limitar la
temperatura del planeta. Es urgente implementar cambios en el sistema económico global,
consumista, capitalista, patriarcal, racista y extractivista que está destruyendo los territorios,
poniendo en riesgo el bienestar y futuro de todos los seres vivos.
Los gobiernos siguen amparando la acción de empresas que buscan el lucro a cualquier costo.
Profundizan la extracción, el saqueo, el colonialismo, el racismo, la violencia sobre los cuerpos, la
sobreexplotación del trabajo; y prometen soluciones falsas, que en realidad aceleran la
mercantilización de la vida:
No es cierto que eso que llaman agricultura inteligente vaya a salvarnos del hambre. Lo que hace
es envenenar nuestros suelos y aguas, deforestar los bosques, despojar a las comunidades
rurales de sus territorios, empobrecer y enfermar. Necesitamos alimentos sanos, y no materia
prima industrializable para fabricar comida que enferma o biocombustibles.
No es cierto que la megaminería pueda ser responsable en sus actividades de extracción;
envenena el agua y violenta los territorios; necesitamos fuentes de agua limpia, no más oro.
Es mentira que las plantaciones de árboles sean una solución a las deforestaciones; las
plantaciones no cumplen las funciones ecológicas de los bosques.
Para limitar los incrementos en la temperatura del planeta, los países industrializados deben hacer
esfuerzos reales de reducir sus emisiones en un 45% antes del 2030, según recomendaciones del
Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), y no
deben seguir promoviendo las energías sucias (petróleo, gas, nuclear, carbón).
Es urgente fomentar la transición energética, basada en las energías renovables, para eliminar la
dependencia a los combustibles fósiles.
Rechazamos la aplicación de soluciones falsas en el uso de tecnologías para captura del carbono
dentro del esquema del Cero Neto, que busca evitar que los países desarrollados evadan sus
compromisos reales de reducción de emisiones.
Demandamos operativizar los recursos prometidos desde la COP15 (Copenhague) en 2009; los
100 mil millones de dólares para que los países vulnerables puedan implementar sus planes
climáticos, y seguir aumentando esta cifra en los próximos años.
Hacemos un llamado a los países iberoamericanos, en cuanto a que la persona que liderará la
agenda climática para la COP 28 está ligada a las corporaciones de combustibles fósiles. Esto
constituye un claro conflicto de intereses, inaceptable dada la gravedad de la crisis global.
Demandamos medidas reales que frenen el avance de todas las formas de producción que
destruyen el ambiente. Especialmente a frenar la deforestación, los monocultivos de soja, maíz,
arroz, palma aceitera, eucaliptos, y la producción no sostenible de carne.
Demandamos una agenda por la justicia climática orientada hacia un cambio del actual sistema y a
la vigencia de los derechos humanos.
Organizaciones firmantes