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Ensayo Guerra-crisis climática

El cambio climático es el problema más apremiante de nuestro tiempo. Es una guerra que
estamos peleando y hay mucho en juego para perder. La crisis climática y sus
consecuencias devastadoras, tanto actuales como potenciales, son un hecho innegable los
cuales alteraran de manera radical las condiciones de vida disminuyendo el acceso a
recursos básicos como agua y alimentos, desencadenando la violencia, la cual lleva al
desplazamiento de refugiados y en numerosas ocasiones genocidios, limpiezas étnicas,
terrorismo, reformulaciones territoriales en espacios con órganos estatales frágiles o que
fracasaron en su conformación, provoca la instalación de un conflicto sistemático. En
definitiva, la guerra climática suele tener como consecuencia una catástrofe social o
colapso societal.
El cambio climático hoy en día afecta de manera directa al sistema alimentario,
reduciendo la disponibilidad de alimentos para la mayor parte de las personas debido que
la mayoría no cuenta con recursos económicos para obtener los alimentos básicos para su
hogar, existe una desigualdad frente a la escases de alimentos que se van presentando
mayormente en las comunidades y en la ciudad.
Hay algo que tiene que ver mucho en el cambio climático lo cual es el capitalismo que ha
entrado en una fase de crisis histórica a nivel global. La guerra, la inflación, y la crisis
climática son tres síntomas de la gravedad y profundidad destructiva de un sistema que,
mientras degrada la vida de las personas y del planeta, genera beneficios descomunales
para una minoría de ricos. El capitalismo tal cual lo conocemos se ha desarrollado durante
siglos sobre la base de la explotación impiadosa de la naturaleza, apropiándose de esta
para obtener recursos y transfórmalos en mercancías o como repositorio de desechos. Sin
embargo, la naturaleza ya no puede ejercer esta doble función que le fue impuesta por el
capital.
El capitalismo es un sistema que por su propia naturaleza provoca crisis, guerras y
catástrofes climáticas. En nuestro siglo, las condiciones de la época se reactualizan,
enfrentando a la clase obrera y los pueblos del mundo a la barbarie de la guerra y la
miseria, pandemias, catástrofe ambiental, nuclear y la potencial destrucción del planeta.
Las salidas que genera el propio capitalismo para conjurar estas crisis no solo son
insuficientes, sino que son una farsa detrás de la cual esconden que incluso en un mundo
devastado siempre habrá espacio para hacer buenos negocios.
Hablar de la crisis climática es hablar de la crisis del sistema capitalista o más bien de la
crisis del mundo a raíz del sistema capitalista y del colonialismo que durante siglos
explotaron sin límites los recursos naturales, las culturas de los pueblos, sus saberes y
conocimientos y las fuerzas de trabajo de miles de millones de personas, de aquellas que
sostienen con su esfuerzo y sus energías la vida de las sociedades del mundo. Así, el
cambio climático que a estas alturas puede considerarse como uno de los mayores
crímenes cometidos contra la humanidad y contra la Madre Tierra, es el síntoma más claro
y paradigmático de una crisis civilizatoria que ha tocado límites.
Entre las clases dominantes hay dos enfoques fundamentales sobre la crisis climática: los
que la niegan, fundamentalmente sectores de la extrema derecha alineados con los
intereses del gran capital dedicados al combustible fósil y el agronegocio; y los que
aceptan que hay una crisis grave y promueven mecanismos de reconversión industrial,
mitigación y adaptación o lo que se ha denominado un “capitalismo verde”. En este
campo militan desde socialdemócratas, liberales y hasta conservadores imperialistas,
organismos internacionales y ONGs.
Hay un posible freno de emergencia el cuan es la clase trabajadora que tiene la capacidad
de salvar el planeta y el conjunto de las especies de la debacle. Y a pesar de que sus
representantes políticos y sindicales reformista hacen todo lo posible por evitarlo, no se
va a quedar mirando como avanza hacia el abismo pasivamente. De uno u otro modo va a
rebelarse. Pero la rebelión no garantiza el triunfo. Incluso de esta pueden surgir salidas
reaccionarias. Para vencer, no nos cansamos de decirlo, hace falta una organización, una
estrategia y un programa de clase con una perspectiva revolucionaria.
Por eso, un proyecto verdaderamente ecológico que enfrente la crisis ambiental a la que
nos conduce el capitalismo, sólo pude serlo en tanto sea comunista y luche porque la clase
trabajadora, aliada al conjunto de los sectores populares, se disponga subjetivamente a
conquistarlo mediante la lucha revolucionaria.

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