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Apuntes Actores Y Comportamiento Politico - Apuntes


completos de la asignatura. Año: 2014 - 2015
Actores y Comportamiento Político (UNED)

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ACTORES Y COMPORTAMIENTO POLÍTICO

Tema 1. Democracia y parlamentarismo

La representación política y el sistema representativo

La política está ligada a acontecimientos y decisiones en la que intervienen actores individuales y colectivos.
La vida política se convierte en una serie de procesos en los cuales las interacciones políticas de una
sociedad forman un sistema de conductas, y éstas vienen condicionadas las relaciones dentro del sistema
político. Estamos aludiendo al carácter representativo de los sistemas, en los que se unen una pluralidad de
dimensiones de la política: el principio de legitimación política, la estructura institucional y la modalidad del
comportamiento. El fenómeno representativo se concibe como el proceso de relación entre los actores, los
representados y los representantes. Con estas ideas se superan los tradicionales supuestos formalistas que
entienden la representación como la autorización que el representante recibe para actuar en nombre de
otros o quienes consideran como responsabilidad del representante quien ha de responder ante otros. La
representación política tiene muchos sentidos, aunque se hayan identificado dos modelos de democracia, la
directa y la representativa, que son en definitiva, dos etapas distintas de un mismo modelo.

El atributo ‘representativo’ no califica sólo a una estructura política (parlamento), sino además a un sistema
en su conjunto, a los sistemas democráticos. Y las elecciones son uno de los rasgos centrales de la
democracia liberal, son un objeto de estudio necesario, y es clave para la comprensión de lo que es la
representación política. Son un medio de provisión de personal para determinados órganos políticos, su fin
está en la correcta y legítima composición de esos órganos, especialmente del Parlamento, pero condiciona
su posterior funcionamiento, y en consecuencia, el de todo el sistema político.

El sistema representativo se rige por normas, instituciones y procedimientos que aseguran la representación
política, dentro de las estructuras sociales y políticas vigentes. Configuran sistemas políticos que aseguran la
participación y presencia de los gobernados en el ejercicio del poder político garantizando así su legitimidad.
Los sistemas representativos se articulan por medio de la elección. El concepto ‘sistema representativo’
diseña modelos de democracia y construye tipologías con capacidad explicativa sobre variables como el
sistema electoral, el sistema de partidos y su relación unidimensional o pluridimensional respecto a
conflictos sociales, el tipo de gobierno o la hegemonía del ejecutivo sobre otros poderes. Permiten definir los
2 grandes modelos de democracia, el mayoritario o Westminster y la democracia consenso. No existe
unanimidad entre los especialistas para determinar el papel que los distintos elementos de un sistema
representativo juegan en el funcionamiento de cada régimen político, y ni tan siquiera sobre cuántas y
cuáles son las funciones de los mismos.

La democracia representativa

La democracia directa está muy relacionada a la igualdad y sugiere que para que un grupo se pueda calificar
como tal, exige que se cumplan 4 requisitos:

-Las propuestas sobre lo que debe hacer puede plantearse por cualquier miembro del grupo.

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-Todos los miembros del grupo pueden opinar sobre las decisiones a adoptar.

-Todos los miembros están en igualdad para participar en los asuntos que afecten al grupo.

-Al final del debate se utiliza un procedimiento para decidir cómo actuar.

Se puede optar por prácticas informales para llegar a consensos, o formales, como el voto. En sentido puro,
la democracia sólo podría funcionar en pequeños grupos, lo que los teóricos denominan democracia directa.
En contraposición a ello, la democracia representativa supone elegir por medio del voto. Las elecciones son
un mecanismo clave para extender la democracia a grandes grupos. Al elegir unos pocos que representen
opiniones e intereses, un grupo de personas más amplio se puede beneficiar de la democracia como un
instrumento para la toma de decisiones. Pero, la elección de representantes no excluye la utilización de
instrumentos de democracia directa como los referenda. Las elecciones permiten la democracia posible en
electorales amplios, donde la democracia directa no es posible.

La poliarquía serían los sistemas actuales más próximos al ideal democrático. Deben estar acompañados de
8 garantías institucionales:

1. Libertad para constituir e integrarse en organizaciones


2. Libertad de expresión
3. Derecho de voto
4. Elegibilidad para cargo público
5. Fuentes alternativas de información
6. Elecciones libres y limpias
7. Derecho de los líderes políticos a competir por el voto
8. Que las instituciones para hacer política de gobierno dependan del voto y de otros signos de
preferencia.

La teoría de la democracia se basa conjuntamente sobre definiciones de carácter prescriptivo (lo que
debería ser) y descriptiva (lo que es en la práctica). Cuando se encuentran suficientes semejanzas entre
prescripción y hechos, entre el ideal y la realidad, podemos afirmar que estamos ante una democracia.

Otras disfunciones, como la denominada democracia social y la económica. En ambos casos, amplían y
completan la democracia en sentido político, aunque en la práctica se refieran a micro democracias, de
mucha calidad democrática, pero poco sólidas. La democracia sin adjetivos se asimila a la política, que es la
que ordena y condiciona a los otros tipos, por lo que se teoriza como sistema político. Aunque la práctica
política muestra que existen varios tipos de democracia (parlamentaria, presidencial, mayoritaria, de
consenso)

Hay quienes plantean la existencia de una o varias teorías de la democracia, que se contraponen, como la
diferencia entre la democracia representativa y la participativa. La 1ª, que es una teoría de conjunto
difícilmente se puede comparar con la 2ª, que sólo es parcial. La democracia representativa es una
democracia indirecta que sólo es parcial. La democracia representativa es una democracia indirecta en la
que el pueblo elige representantes que lo gobiernan, que incluye la participación y el referéndum, pero
como elementos subordinados.

Desde el punto de vista teórico, la democracia participativa bascula entre la representativa y la directa,
siendo esta 2ª el objetivo ideal, lo que al menos al inicio no excluye que sobrevivan las elecciones y la

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representación, aunque no considera como auténtica la participación electoral. Parece poco deseable que la
participación se reduzca a la emisión del voto, pese a las importantes consecuencias que este tiene en la
democracia representativa. Los instrumentos de democracia participativa o semidirecta (referéndum, ILP, o
derecho de petición) adquieren ambigüedad. Por una parte reconocen en el pueblo una voluntad diferente a
la de los representantes, lo que supone una contradicción con el principio clásico de representación. Su
alcance real, salvo en suiza y en algunos casos en EEUU suele ser limitado por contrapesos.

Modelos de cambio político

Los estudios sobre las teorías de la democracia se interesan por las formas y los efectos de la competencia
partidista, la naturaleza y la mediación de intereses, la representación de grupos sociales y sus
manifestaciones institucionales. Un tema que ha creado interés es el efecto del tipo de régimen político
sobre los modelos y resultados de las políticas. Se analiza la relación entre democracia o autoritarismo y
desarrollo económico; o respecto a la supuesta ventaja de los regímenes autoritarios frente a los
democráticos en cuanto a su crecimiento económico. Los debates que han generado no son del todo
concluyentes al encontrarse resultados heterogéneos.

Al inicio de la década de los 70 se plantea por 1ª vez que la estabilidad de las democracias y su génesis son
2 fenómenos diferentes, y por tanto, deben ser objetos distintos de análisis. Las explicaciones
funcionalistas confundían ambos elementos y no permitían indagar sobre la génesis de los regímenes
democráticos. Desde entonces los estudios de democratización pasaron de analizar las precondiciones
funcionales al estudio de las estrategias de las élites políticas que todo cambio de régimen conlleva.

El estudio de las elites supuso un predominio de dos supuestos metodológicos.

-El 1º, en los asuntos relacionados con los cambios de régimen, las relaciones causales entre las variables son
sólo probabilísticas y los resultados de los procesos son inciertos.

-El 2º, respecto a que el resultado es producto de una cadena de consecuencias intermedias cuya
orientación está determinada por las decisiones de las elites.

En los estudios de democratización ha primado el análisis de las elites y de sus estrategias, dentro de los
procesos tanto de desmantelamiento de los regímenes autoritarios, como de creación y formulación de las
reglas de juego democráticos de los nuevos regímenes. La capacidad política de las elites es la variable
explicativa principal del nuevo marco teórico, prestando poca atención a los estudios relacionados con
explicaciones estructurales como requisitos para la existencia y estabilidad de las democracias. Se cambia el
foco de atención de las variables económicas y sociales hacia las variables políticas.

Contrasta con los enfoques ‘contingentes’, énfasis alternativo que conduce a suponer que quienes lideran
regímenes autoritarios son menos dependientes de los condicionamientos estructurales, mientras que
quienes dirigen regímenes democráticos están en mayor medida condicionados de elementos estructurales.
Esta crítica hace equivalentes las variables estructurales con las socioeconómicas y considera ciertas
variables políticas como parte del contexto estructural. Estas variables, tal como son tratadas aparecen
contextualizando el comportamiento de las elites, apuntando a un equilibrio estructural-contingente en el
enfoque. Sería deseable que el estudio de procesos de cambio de régimen político tanto desde como hacia la
democracia, contemplara el mismo grupo de factores.

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Se ha demostrado la importancia que desempeñó ‘la habilidad política’ de las elites para evitar el colapso
de algunas democracias en la década de los 30, en un contexto de graves crisis sociales y económicas a las
que tuvieron que hacer frente. El estudio de los procesos de democratización busca factores estructurales
que han hecho posible el éxito de procesos democratizadores. Existe una disfunción entre las habilidades
que las elites poseen para crear democracias y sus limitaciones para consolidarlas, varios trabajos destacan
las limitaciones en la capacidad de maniobra de las elites en los procesos de consolidación.

Los estudios estructurales a los procesos de cambio político no han ayudado mucho a aclarar estos
interrogantes. Existen algunos estudios de casos que han mostrado la importancia en los factores
estructurales. Parece que el crecimiento económico no puede por sí solo explicar los cambios de régimen.
La evidencia no sostiene la hipótesis de que un alto nivel de desarrollo socioeconómico es una condición
necesaria para la aparición de la competencia política democrática

Existe dificultad para integrar en el estudio de la democratización procesos estructurales con procesos
contingentes. Se abre entonces una nueva vía, que considera la importancia de los acuerdos entre las elites
para la consolidación y posterior estabilidad de los regímenes democráticos. Un régimen democrático se
consolida cuando todas las elites de los grupos políticos más significativos aceptan las instituciones
democráticas existentes y se adhieren a sus reglas básicas de juego.

El acuerdo entre las elites puede lograrse a través de 2 procesos:

-Uno consiste en negociar con vistas a alcanzar un pacto: se caracteriza por la rapidez, por ser un proceso
que se realiza en negociaciones cara a cara y con gran secretismo entre elites con cierta experiencia, cuyos
acuerdos se plasman de manera escrita.

-El otro es simplemente el resultado de un proceso de convergencia entre las elites: se produce como
resultado de la constatación por una parte de las elites, previamente incapaces, o renuentes a negociar, de
lo inconducente de continuar resistiéndose al consenso.

La diferencia básica entre ambos tipos de acercamiento entre las elites es que, mientras que en el 1er caso
hay un expreso deseo por parte de todas ellas de negociar, en la convergencia las elites políticas acaban
aceptándose, más que por su deseo, por el cambio progresivo de las condiciones generales.

Los procesos de democratización se definen como una sucesión de decisiones estratégicas, y ayuda a
conocer mejor las diferentes estrategias de los líderes durante los procesos de liberalización y transición. Se
examinan 5 posibles resultados, dados los objetivos y los recursos de las elites políticas y la estructura de los
conflictos, concluyendo que sólo una de ellas puede conducir a una democracia estable y duradera. La tesis
de la ‘Tercera ola’ es un intento de conciliar una visión más estructuralista con las teorías sobre los procesos
de democratización. La actual ola democratizadora se caracteriza por la presencia de 5 factores:

-Falta de legitimidad y baja efectividad de las democracias

-Mayor nivel de afluencia económica global

-El cambio religioso

-El cambio de orientación de la política exterior de las principales potencias

-El ‘efecto bola de nieve’ o ‘contagio’.

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Estos factores no suponen precondiciones para el surgimiento de la democracia. Ningún factor es suficiente
ni necesario para explicar el desarrollo democrático. La democratización resulta de la combinación de
muchas causas, que se transforman y combinan diferentemente según los países. Son las decisiones políticas
de los líderes las que desencadenan los procesos de cambio de régimen, y donde la distinta naturaleza de los
regímenes no democráticos tiene una incidencia directa en los procesos de democratización. Se introduce
así una nueva tipología de las transiciones a la democracia: transformation, replacement y transplacement.

Se agrupan también los problemas para la consolidación democrática en tres grupos: Los
propios de la transición, Los contextuales y Los de funcionamiento del sistema democrático

Para que las democracias sobrevivan en el futuro, las elites tienen que creer que este sistema es el menos
malo para gobernar y además tienen que tener la habilidad política para crearlas y mantenerlas. Las
transformaciones o redimensionalización de los espacios políticos, dominados por las configuraciones
estatales convergen en direcciones opuestas, por un lado se aprecian tendencias orientadas hacia la división
territorial del poder, mediante el establecimiento de meso gobiernos que suelen coincidir con regiones o
nacionalidades de marcado rasgo cultural, con un interés por acercar el gobierno a los ciudadanos. Pero en
la otra dirección existen fuerzas que operan hacia un nivel supraestatal basada en la globalización que
afecta a la mayoría de dimensiones de la vida política, obedece a una gran interdependencia global y
reclama estructuras políticas más amplias. Ambas tendencia reflejan un socavamiento del Estado.

El parlamentarismo
El sistema parlamentario de representación es un medio para la expresión de la voluntad popular y legitima
a los gobernantes además de permitir una mayoría de gobierno. Son muy importantes: los sistemas
electorales, los partidos políticos y el comportamiento electoral.

La generalización del sufragio, el pluralismo social provoca procesos de cambio social imparables que
produce respuestas que van desde las críticas que pretenderán mantener los principios teóricos del Estado
liberal representativo, hasta posiciones que plantean la necesidad de modificar la teoría sin destruirla.
Caben tmb posiciones más extremas que cuestionarían la democracia representativa, para sustituirla por
deliberativa, o la participativa, junto a otras más conciliadoras que pretenden la coexistencia de este tipo de
democracia y de la participativa, aunque el objetivo final pudiera ser la sustitución de la representativa. Pero
hay acuerdo casi general sobre el papel del Parlamento, donde reside la representación política del pueblo

La representación política liberal y los sistemas representativos chocan con la realidad del Estado
democrático que muestra una transformación respecto al reconocimiento explícito del papel de los partidos
políticos como instrumentos que forman y manifiestan la voluntad popular, lo que los sitúan como auténtico
centro de poder frente a los poderes clásicos. La praxis política es bastante homogénea; en todos los países,
los partidos desempeñan un papel esencial a lo largo de todo el proceso electoral. Estos hechos no
distorsionan los sistemas representativos, ni son cuestionados por la mayoría de los ciudadanos, que pese a
criticar a los políticos individualmente, consideran que los partidos son la forma racional de organizar los
poderes del estado canalizando el mando representativo. La supremacía de los partidos sobre los
representantes se puede ver tmb en la organización y desempeño de las funciones parlamentarias
dominadas por la acción del grupo parlamentario y por la disciplina de voto, que tiene el riesgo de
automatización de la actividad parlamentaria siguiendo las instrucciones de voto de las direcciones de los
partidos. En resumen, la democracia representativa ha experimentado cambios ligados a su historia. La 1ª

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fase ha estado ligada al auge del parlamentarismo y a la articulación de los partidos políticos como actores
principales.

El parlamento es el centro del sistema político y la ampliación del sufragio a fines del siglo XIX cambió en la
naturaleza de la democracia representativa. Los partidos se convierten en partidos de masas y asumen
nuevas funciones en el sistema político. Funciones ampliadas hasta convertirse en la llamada ‘ democracia
de partidos’. El mandato representativo se transforma en un mandato que liga a los electores con un partido
y un mandato que vincula al diputado con el partido al que pertenece. Las prácticas políticas de esta nueva
realidad han llegado a distanciar a los representantes de sus representados hasta poner en tela de juicio la
propia representación.

Parece que los regímenes parlamentarios contemporáneos no responden al modelo de separación de


poderes con supremacía del legislativo. Se produce un cambio de posiciones entre los poderes legislativo y
ejecutivo en la medida en que los debates y decisiones políticas importantes se toman al margen del
Parlamento, apareciendo nueva instancia de representación y de negociación de intereses de los
ciudadanos. En esos procesos, el poder ejecutivo ha ido ganando terreno al legislativo asumiendo en esas
nuevas funciones mayor legitimidad democrática. Por ello hace tiempo que se afirma que el
parlamentarismo como régimen político con supremacía del parlamento había tocado a su fin.

El Parlamento, ha cambiado, respecto de aquel sistema institucional que, teóricamente, debería basarse en
la preeminencia del Parlamento, en cuanto órgano de representación de los ciudadanos. Ha dejado de
realizar ciertas funciones y otras las desarrolla en colaboración con otras instancias, pero ha asumido nuevas
tareas importantes para esos sistemas políticos. Continúa siendo una institución básica en los sistemas
democráticos aunque ha cambiado el modo en que desempeña las funciones que tradicionalmente ha
tenido asignadas. Efectivamente, las competencias concretas del Parlamento se han visto mediatizadas por
un conjunto de factores: la creciente intervención del gobierno en la actividad legislativa; la influencia que el
funcionamiento que las mayoría parlamentarias tienen tiene sobre la función de control de la acción de
gobierno; la aparición de nuevas instancias de representación de los intereses de los ciudadanos y de
resolución extraparlamentaria de los conflictos que su confluencia pudiera plantear; la inmersión en
unidades supranacionales de organización política; el aumento y la complejidad técnicas de las decisiones a
tomar, etc.

“Definir la democracia” Giovanni Sartori


1.- Descripción y prescripción.

Definir la democracia es importante porque establece que esperamos de democracia. Si vamos a definir la
democracia de manera “irreal” no la encontraremos nunca. Nuestro juicio sobre democracia depende de la
definición o de nuestra idea sobre que es la democracia que puede o debe ser. Democracia significa
literalmente: Poder (kratos) del pueblo (demos). Pero el significado literal o etimológico no se refleja con la
realidad de cómo funcionan o están construidas las democracias. ¿Pq se llaman cosas con nombres que no
se corresponden? Si se ha confirmado que las democracias son “poliarquías”, pq no llamarlas así?

La democracia tiene en 1er lugar una definición normativa, pero de ello no se concluye que el deber ser de
la democracia sea la democracia y que el ideal democrático defina la realidad democrática. Es un grave error

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cambiar una prescripción por una verificación; y cuanto más frecuente es el error, tanto más las democracias
quedan expuestas a malentendidos y trampas.

Democracia política, social y económica.

El término “democracia” ha indicado siempre una entidad política, una forma de Estado y de gobierno. Sin
embargo, hoy también hablamos de democracia social y de democracia económica.

La noción de democracia social surge con Tocqueville en su obra “La democracia en América”. Al visitar
EEUU en 1831, Tocqueville quedó impresionado, pues (con criterio sociológico) percibió la democracia de
EEUU como una sociedad caracterizada por la igualdad de condiciones, por un espíritu igualitario que
reflejaba la ausencia de un pasado feudal. Democracia no es aquí lo contrario de régimen opresor, de tiranía,
sino de “aristocracia”: una estructura social horizontal en lugar de una estructura social vertical. Para Bryce
la democracia EEUU se caracterizaba por un ethos igualitario. La acepción original del término “democracia
social” muestra una sociedad que exige a sus miembros verse y tratarse socialmente como iguales.

Otra acepción puede deducirse del término democracia social: el conjunto de las democracias primarias
(pequeñas asociaciones y asociaciones voluntarias) que impulsan la democracia y la alimentan desde la
base, a partir de la sociedad civil. Así el significado del término es el de “sociedad multigrupal” estructurada
en grupos que se autogobiernan.

La democracia económica adquiere un significado preciso y caracteriza de subespecie de la “democracia


industrial”. El concepto de remonta a Sidney y Beatrice Webb quienes en 1897 escribieron Industrial
Democracy. Aquí la democracia económica es la democracia en el lugar de trabajo. En la sociedad industrial
el trabajo se concreta en las fábricas y es en ella donde es necesario situar la democracia. De esta manera, al
miembro de la ciudad política, al políes, lo substituye el miembro de una comunidad económica concreta. La
democracia industrial se representa entonces como el autogobierno del trabajador en la propia sede del
trabajo, del obrero en la propia fábrica, es decir, por un sistema político fundado sobre criterios de
representación funcional, de representación del trabajo y la competencia. En la práctica, la democracia
industrial ha encontrado el ejemplo llevado a la práctica en la “autogestión yugoslava”, una experiencia ya
fracasada. La democracia industrial se ha afirmado sobre fórmulas de participación obreras en la conducción
de la empresa (en Alemania) prácticas institucionalizadas de consulta entre la dirección empresarial y los
sindicatos. Otra alternativa es la acción obrera, la cual puede ser concebida y diseñada como forma de
democracia industrial, que implica copropiedad y participación en las ganancias.

La democracia económica se presta tmb a ser entendida como la visión marxista de la democracia, pero “las
teorías económica de la democracia “fueron formuladas por Anthony Downs (1957). El marxismo declara a
la democracia como capitalista y burguesa. El marxismo no despliega una democracia económica, lo que
refuta es que la democracia económica y la teoría económica de la democracia son cosas diferentes.

¿Cuál es la relación entre democracia política, democracia social y democracia económica? La 1ª


(democracia política) es condición necesaria de las otras. Por ello, “democracia” sin adjetivos se entiende
como democracia política. La democracia política esta supra ordenada y condicionante, y las otras son
subordinadas y condicionada.

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Democracia en singular y en plural.

A nivel empírico está claro que las democracias son diversas (presidencial, parlamentaria, de tipo francés,
inglés, proporcionales, mayoritarias…). Se discute si existe un filón central (teoría mainstream) o si tal vez
sólo existen teorías democráticas en plural. Las primeras conciben la teoría de la democracia en singular
como un troco del que después nacen múltiples ramas. La 2ª sostiene que no existe tronco, que las
democracias en plural forman un árbol cada una. Se puede afirmar que la teoría completa de la democracia
es conjuntamente a) descriptiva y prescriptiva, y también b) es de aplicación de la teoría a la práctica. Hoy es
la teoría del Estado liberal democrático

Las trampas.

Definir la democracia no es nada simple ni fácil. Al desarrollar los planteamientos, debemos cuidarnos de
toda clase de trampas, pues el discurso sobre la democracia está lleno de ellas.

El 1er engaño es el terminológico: discutir sobre la palabra ignorando la cosa.

El 2º simplismo es el del realismo malo: declarar que lo que cuenta es lo real y no lo ideal.

El 3º simplismo es el “perfeccionista”: el ideal a toda marcha y en dosis siempre en aumento.

Después de tales engaños nuestro objetivo debe ser convertir lo ideal en real. Todos sabemos cuál debería
ser la democracia ideal; cual es la relación correcta entre el ser y él debe ser. Todo sabemos más o menos
como debería ser la democracia ideal, pero poco se sabe acerca de las condiciones de la democracia posible.
La democracia que debemos comprender es la democracia política. Esta es la que actúa en las peores
condiciones posibles, y no se puede esperar de la democracia política (gran escala) lo mismo que se obtiene
de la democracia a pequeña escala.

“Modelos de la democracia. Introducción” Arend Lijphart


La definición de democracia como “el gobierno del y para el pueblo” plantea una pregunta fundamental:
¿quién gobernará, y a los intereses de quien responderá el gobierno cuando el pueblo esté en desacuerdo y
tenga preferencias divergentes? Una respuesta a este dilema es lo que diga la mayoría. Esta es la esencia del
modelo mayoritario de democracia. Una respuesta alternativa al dilema es el mayor nº de gente. Este es la
base del modelo consensual.

El modelo mayoritario de democracia es excluyente, competitivo y de confrontación, concentra el poder


político en manos de una minoría escasa, mientras que el modelo consensual se caracteriza por la inclusión,
el pacto y el compromiso, intenta dividir, dispersar y limitar el poder. Considerando las instituciones y
normas democráticas más importantes, pueden deducirse 10 diferencias de los principios mayoritario y
consensual:

- Las 5 diferencias en la dimensión ejecutivos-partidos son las siguientes:

1.- Concentración del poder ejecutivo en gabinetes mayoritarios de partido único frente a la división del
poder ejecutivo en amplias coaliciones multipartidistas.

2.- Relaciones entre el poder ejecutivo y el legislativo en las que el ejecutivo domina frente al equilibrio de
poder ejecutivo-legislativo.

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3.- Bipartidismo frente a sistemas multipartidistas.

4.-Sistemas electorales mayoritarios y desproporcionales frente a la representación proporcional.

5.- Sistemas de grupos de interés de mayoría relativa con competencia libre entre los grupos frente a
sistemas de grupos de interés coordinados y “corporatistas” orientados al compromiso y a la concertación.

- Las 5 diferencias en la dimensión federal-unitaria son las siguientes:

1.- Gobierno unitario y centralizado frente a gobierno federal y descentralizado.

2.- Concentración del poder legislativo en una legislatura unicameral frente a la división del poder legislativo
en dos cámaras igualmente fuertes pero constituidas de forma diferente.

3.- Constituciones flexibles que aceptan enmiendas mediante mayorías simples frente a constituciones
rígidas que sólo pueden cambiarse por medio de mayorías extraordinarias.

4.- Sistemas en los que las legislaturas tienen la última palabra en la constitucionalidad de su propia
legislación frente a sistemas en los que las leyes están sujetas a una revisión judicial para analizar su grado
de constitucionalidad mediante tribunales supremos o constitucionales .

5.- Bancos centrales que dependen del ejecutivo frente a bancos centrales independientes.

Algunos federalistas sostienen que este tiene un significado primario y uno secundario. La definición
primaria: división del poder garantizada entre el gobierno central y los gobiernos regionales; las
características secundarias son: fuerte bicameralismo, constitución rígida fuerte revisión judicial.

Para estos la garantía de división de poder federal sólo puede funcionar si:

1) Tanto la garantía como la división de poder están estipuladas en una Constitución de reforma rígida

2) necesidad de un árbitro neutral para resolver los conflictos relacionados con la división de poder entre los
dos niveles de gobierno, necesidad de revisión judicial

3) Existe cámara federal en el legislativo nacional en que las regiones se encuentren representadas,
necesidad de bicameralismo sólido.

4) El objetivo del federalismo es promover y proteger un sistema de gobierno descentralizado.

La distinción entre 2 formas básicas de democracia, la mayoritaria y la consensual, no es una invención


reciente en la Ciencia Política; sin embargo, hay una tendencia fuerte a equipar a la democracia únicamente
con la democracia mayoritaria y a no reconocer la democracia consensual como una forma de democracia
alternativa e igualmente válida.

Huntington “prueba de doble alternancia”: “una democracia puede considerarse consolidada si el partido
que toma el poder en las elecciones iniciales pierde las siguientes elecciones y pasa el poder a los
ganadores, y si estos a su vez lo pasan sin problemas a algunos de los vencedores de las elecciones
ulteriores.” Las democracias mayoritarias puras o casi puras son bastante raras, limitándose a RU, NZ (hasta
1996), las antiguas colonias británicas del Caribe (pero sólo con respecto a la dimensión ejecutivos-partidos).
La mayoría de las democracias tienen rasgos consensuales significativos e incluso predominantes .

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“La representación política” Hanna Pitkin


La representación significa actuar en interés de los representados, sensible ante ellos. El representante debe
actuar independientemente. Su acción debe implicar discreción, debe ser él quien actué. El representado,
debe tmb ser capaz de la acción y juicio independiente y no comportarse como necesitado de cuidado. El
representante debe actuar para que no haya conflicto, y si surge, se necesite una explicación. No debe
haber disparidad con los deseos de los representados sin tener buenas razones en términos de los intereses
de los representados, sin tener una buena explicación de pq sus deseos no están de acuerdo con los
intereses de ellos.

Burke no creía que la representación tuviera mucho que ver con la consulta de los representados, sino que
se refería a la representación de intereses desvinculados. Si el pueblo tiene un verdadero interés en aquello
que conocen poco, entonces el representante está justificado al perseguirlo incluso en contra de los
intereses de los electores. Pero si esto se lleva al extremo se pasa de la representación al paternalismo de las
masas ignorantes. Cuanto más vea un teórico al representante como miembro de una élite superior de
sabiduría y de razón, como lo hacía Burke, menos sentido tendrá el exigir al representante que consulte las
opiniones de aquellos por quienes actúa (masas ignorantes). Contrariamente, a medida que un teórico vea
al representante y a los electores son iguales en capacidad, sabiduría e información, tenderá a exigir que las
opiniones de los electores sean tenidas en cuenta.

En los temas políticos, generalmente se aplica la idea de representación como una actuación por otros,
sobre la acción sobre lo que debería hacerse, implican compromisos, juicios, valores, fines y medios. La vida
política no es solo la elaboración de elecciones arbitrarias, ni sólo negociación entre deseos privados. Es
siempre una combinación de negociación y de compromisos en conflicto, una deliberación común sobre
política pública. Cuanto más igualitaria sea una nación, más siente que es tan buena como lo son sus
gobernantes, y menos inclinada está a darle mucha discreción. Pero si en una sociedad hay una división
aguda, habrá un nº creciente de cuestiones sobre las que no se podrá llegar a un acuerdo mediante un
debate racional. En consecuencia contaríamos con una sociedad con un creciente deseo de
representatividad, un deseo de escoger los legisladores tomándolos de un grupo particular como garantía
de acción de interés del grupo. Con frecuencia son los mismos países para los cuales la representación
proporcional es más peligrosa los que insisten en tenerla. Aun cuando esta representación introduce en el
legislativo antagonismos irreconciliables, pero los países insisten en ella, pq creen que sólo un miembro
escogido a través de un grupo particular puede actuar en interés de ese grupo. Un representante que de
manera característica se sienta seguro de su conocimiento y convicciones actuará respecto a ellas, otro que
tienda a sentirse escéptico y cauto respecto a sus puntos de vista es más probable que quiera conocer o que
piensan sus electores.

La representación como actividad sustantiva con frecuencia puede parecer lejana con respecto a la realidad
de la vida política. Un representante político tiene un electorado y no un principal. Los teóricos se formulan
un clásico dilema: si un hombre representa a un distrito electoral particular en el legislativo ¿es su deber
perseguir el interés del mismo o el interés de la nación como un todo?

Las alternativas a este dilema se excluyen. Si un hombre representa a un cierto distrito electoral su
obligación es para con el interés de ese electorado. Y en un sentido práctico, es importante social y
políticamente hablando que los intereses locales y parciales no sean desatendidos y sacrificados en nombre

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de la nación. Por otro lado, el gobierno nacional debe perseguir el interés nacional. Si los representantes
como grupo están consagrados a esa labor, también están consagrados, en consecuencia, a velar por el
interés nacional. Y, en un sentido práctico, es importante social y políticamente hablando que a los intereses
locales y parciales no se les permita preponderar sobre las necesidades y los intereses de la nación como un
todo, y no de las diversas provincias que lo han elegido. Pero estas formulaciones no solucionan nuestro
dilema, sino que sólo rechazan una de las alternativas, optando por el interés nacional en lugar del interés el
distrito electoral. Una de las características del gobierno representativo es su capacidad para resolver las
conflictivas pretensiones de las partes sobre la base de su común interés en el bienestar del todo.

Un argumento que frecuentemente aparece entre el interés local y el interés nacional es que se supone que
una especie de “mano invisible” política ha de prevenir cualquier conflicto real. La nación se constituye a
través de sus partes; del mismo modo, el interés nacional debe ser la suma de los intereses parciales o
locales. La dificultad que se plantea con este argumento es que es falso.

En cierto sentido, la nación es la suma de las partes, pero en otro sentido la nación debe exigir algunas veces
que ciertas partes se sacrifiquen su bienestar al suyo propio. No obstante el interés nacional no puede
ignorar el bienestar de las partes integrantes de la nación, ni el de los individuos. La pretensión inicial de una
localidad o grupo puede ser contraria a la del interés de la nación, pero la nación tmb tiene un interés en el
bienestar de la nación. Así, en teoría debería existir para cada caso una solución ideal

El representante es a la vez un presentador especial de causas y un juez, un agente de su localidad así como
un gobernante de la nación. Su deber es perseguir al mismo tiempo el interés nacional (porque su labor
como representante es gobernar la nación) y el interés local (porque es su representante). Esa tarea dual es
difícil, aunque no sea imposible ni práctica ni teóricamente. Pero existen otras realidades políticas que
deben ser consideradas, además del problema del interés nacional.

El elector, el votante que ha de ser representado, no es, el ciudadano racional, informado, interesado,
políticamente activo que nuestra fórmula parece exigir. La mayor parte del pueblo es apático en política, y
muchos ni votan. De aquellos que votan, la mayor parte lo hace de acuerdo con una lealtad tradicional de
partido; algunas veces, las características personales del candidato también juegan un papel. Pero
generalmente ambas cosas, las características personales y los compromisos políticos, se emplean para
justificar una preferencia. Los votantes tienden a atribuir al candidato cualquier política que ellos apoyen;
pocos de ellos saben algo acerca de la votación del congresista. Las decisiones parecen estar motivadas
principalmente mediante contactos con grupos primarios; el pueblo vota como lo hace su familia, sus
amigos y sus compañeros. En consecuencia, las decisiones referidas a la votación dependen en gran parte
del hábito, el sentimiento, y la disposición antes que de una consideración racional e informada de los
enfoques que el candidato o el partido tienen de los temas.

En 1er lugar, el representante político es elegido por un gran nº de personas y si bien puede ser difícil de
determinar los intereses o los deseos de un solo individuo, es infinitamente más difícil determinar los de un
distrito electoral de miles de individuos. Y el representante conoce la ignorancia, la apatía y la irracionalidad
de los votantes. Rara vez tiene acceso a una información precisa sobre interese y opiniones que tienen.

En 2º lugar, es un político profesional. Un miembro de un partido político que quiere conseguir ser reelegido,
y un miembro de un legislativo junto con otros representantes. Debe ser sensible a su partido político y a los
diversos grupos e intereses públicos y privados

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En 3 lugar, tmb tendrá opiniones y perspectivas, al menos sobre algunos temas. Sentirá que algunas medidas
son erróneas, inmorales o indeseables. Al mismo tiempo, en cambio, sus opiniones pueden ser
transformadas por aquellos que le rodean y por sus fuentes de información. Su propia opinión sobre una
medida puede estar formada por los líderes del partido, otros colegas, cartas…

Así, en el comportamiento legislativo están en juego una gran complejidad y pluralidad de determinantes, y
cualquiera de ellos puede formar parte de una decisión legislativa.

¿Debemos abandonar la idea de la representación política en su sentido de “actuar por”? quizá en política la
representación sea sólo una ficción, un mito. O tal vez, la representación deba ser redefinida con el fin de
adaptarla a nuestra sociedad política; quizá debatimos simplemente el hecho de que lo que estamos
llamando gobierno representativo es en realidad una simple competición de partidos para conseguir un
cargo público. Cuando hablamos de representación política, de gobierno representativo, no queremos decir
o no exigimos que el representante se sitúe en relación uno-a-uno

La representación política es ante todo un concierto público e institucionalizado que involucra a muchas
personas y grupos, de acuerdo con los complejos modos en que operan los conciertos sociales a gran escala..
Es representación si el pueblo (o un distrito electoral) está presente en la acción gubernamental, aun cuando
no actúe literalmente por sí mismo. En la medida en que se trata de una cuestión de actuar por otros,
requiere una acción independiente en interés de los gobernados, de una manera sensible en la respuesta
frente a ellos, pero que no esté normalmente en conflicto con sus deseos.

El representante político puede ignorar e incluso omitir la opinión del electorado si ofrece justificaciones
racionales para hacerlo. Un legislador americano contestaría que así lo haría debido a su conocimiento y de
la ignorancia y verdadero interés de sus electores. Pero como seres capaces de juicio y de una acción
colectiva que tienen de vez en cuando, una opinión con las cuales enfrentarse a su representante. (Pero
esto es una excesiva simplificación de la opinión pública y de la voluntad popular). Los politólogos sabemos
que votar es, esencialmente una experiencia de grupo. Al votar, percibimos la realidad política con la gente
de nuestro entorno. La mayoría de nosotros estamos influenciados por los medios de comunicación de
masas a través de otras gentes y por medio de la reacciones ante ellas. “la relación del congresista con el
votante no es solo bilateral, pues se complica con muchos intermediarios: partido local, intereses
económicos, noticias en medios de comunicación y muchas veces el representante llega al público a través
de estas agencias mediadoras y la información puede transformarse al difundirse. Como resultado, el público
puede captar sólo partes positivas o negativas del congresista”

Ejemplo: el ciudadano A quiere votar a cierto candidato debido a una conversación casual con B, quien
escucho hablar de C de un artículo publicado por D. La conducta del voto del pueblo en una democracia
representativa puede responder a temas y a políticas de tomas de decisión aun cuando muchos votantes no
respondan directamente a ellos.

La autora mantiene que la representación política es representación, y de manera particular lo es en el


sentido de “actuar por”, y que esto debe ser entendido en el nivel público. El sistema representativo debe
buscar el interés público y sensibilizarse ante la opinión pública, excepto en la medida que la falta de dicha
sensibilidad pueda justificarse en términos del interés público. En ambos casos, el proceso es público e
institucional. El proceso es complejo e implica interacción entre organizaciones, medios de comunicación y
relaciones personales. Aunque la mayoría de la gente vote de manera irracional y con falta de información
ante la presión de los grupos primarios, ello no imposibilita al sistema para mostrar un grado de

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racionalidad. El sistema representativo debe buscar el interés público y sensibilizarse ante la opinión
pública, excepto cuando pueda justificarse lo contrario por la búsqueda del interés público. El legislador
individual no actúa sólo, sino como miembro de un cuerpo representativo. La representación puede surgir
en un sistema político en el que los individuos persiguen diferentes metas. Una perspectiva completa de la
representación, depende de una comprensión completa y correcta de “representación”.

Aunque tanto la representación simbólica como la representación descriptiva son representación, esto no
quiere decir que el representante descriptivo sea mejor que el representante simbólico y no todas las clases
de representación serán posibles en cualquier contexto. De un gobierno se dice que representa a su estado,
a su nación, a su país o a su pueblo. Dentro de un Estado la representación es atribuida comúnmente al
legislativo. En el caso de la representación proporcional, cada miembro representa a aquellos que lo
eligieron, en el caso de la representación ocupacional, representan a los de su profesión, o en el caso de un
distrito electoral geográfico, se representa al interés de estos.

Tmb podemos hablar de representación por parte del ejecutivo, se trate de un Pte elegido directamente o
de un 1er Ministro elegido indirectamente. Hablamos de representación por parte de Monarcas, Jefes de
Gobierno... Los Tribunales, Jueces y Jurados son órganos representativos, tmb reconocemos una
representación administrativa. Los embajadores representan al Estado en el extranjero. Todo gobierno o
agente oficial representa sus acciones como acciones oficiales del Estado. Los lobbyist representan ante el
congreso a un cierto grupo de interés. La representación política es variada, pero hay que aclarar qué tipo de
representación está utilizando un tipo de autor particular y si se adapta al caso que intenta aplicarla. Existen
muchos modos en los que puede decirse que un gobierno representa, pero no todos corresponden a la idea
de gobierno representativo.

-Algunos teóricos dicen que todos los gobiernos representan a sus súbditos, pues tienen autoridad sobre
ellos y elaboran leyes por ellos, pero no hace falta representar para tener autoridad.

-Otros teóricos dicen que todos los gobiernos representan a sus súbditos en sentido formalista de que sus
acciones no solo vinculan a sus súbditos, sino que son atribuidos a sus súbditos. Cuando el gobierno actúa
decimos que es la nación la que ha actuado.

-Otros teóricos complementan la autoridad de jure que tiene un gobierno para actuar en nombre de sus
súbditos como nación, con su capacidad de facto para lograr apoyo y convivencia de los mismos. Así se dice
que un gobierno representa sólo en la medida que sus decretos son obedecidos por sus súbditos. De Gracia
y Gosnell “la representación es una cuestión de satisfacer a los representados”. Un gobierno representativo
definido por su grado de popularidad no necesita tener elecciones ni otras instituciones democráticas, y todo
esto parece compatible con el gobierno representativo. Otros autores dicen que un gobierno es
representativo si persigue el interés de sus súbditos y vela por su bienestar.

Pero ninguno de estos sentidos es los que queremos decir cuando hablamos de gobierno representativo. El
que los gobiernos tengan autoridad legítima para vincular a sus súbditos, o que estos súbditos estén
obligados a obedecer, son partes de las tareas del filósofo. Los posibles revolucionarios intentan justificarse
a sí mismos argumentándose que el gobierno no les representa. Un letrado internacional puede decidir qué
gobierno es el legítimo portavoz de una nación. Tmb nos interesa la responsabilidad de los sujetos respecto
a las acciones de sus gobiernos: Ejemplo el pueblo Alemán por las atrocidades cometidas por el nazismo
¿Cuánto apoyo popular tuvo Hitler? ¿Hasta qué punto estaba informado el pueblo de lo que estaba
haciendo? ¿Aprobaron lo que sabían? Podemos llegar a la conclusión de que no era representativo.

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Tendemos a designar como gobiernos representativos sólo a algunos gobiernos (EEUU, GB, Suiza…) Pero no
a las dictaduras, monarquías tradicionales, colonias…

Conocemos cuales son los argumentos más importantes sobre la representación, empezamos por saber si
los gobernantes son elegidos o no, si lo son en elecciones limpias, quien tiene derecho al voto, si los cargos
públicos tienen poder gubernamental real. Para decidir si un gobierno es representativo, preguntamos si
tiene la autoridad para hacer leyes vinculantes en nombre de los ciudadanos. Todo gobierno legítimo tiene
esa autoridad. ¿Podríamos decir que un gobierno es representativo demostrando que sus políticas
promueven el bienestar de sus ciudadanos? Las acciones de una dictadura benevolente podrían dirigirse
hacia el bienestar de la población, pero sin la participación democrática, pues entonces esto no sería un
gobierno representativo. El hecho de que un gobierno se preocupe por el interés de sus súbditos no lo
convierte en representativo, ni tampoco el contentamiento de sus súbditos (hacerlos felices) .Tampoco el
consentimiento de sus súbditos podrá definir la representación, pues el pueblo pide en ocasiones apoyar a
un monarca hereditario, es decir, una dictadura puede tener un consentimiento grande, pero no la convierte
en gobierno representativo, ya que un régimen puede conseguir el apoyo mediante el control monopolizado
de los medios de comunicación de masas complementándolo con coerción sobre los opositores . Tmb puede
basarse en un monopolio propagandístico muy organizado. Si un grupo de interés hace una campaña
propagandística para persuadir al público en favor de alguna medida tampoco lo vemos como
representación del público.

Aquí mostramos a un gobierno representativo demostrando que sus súbditos tienen el control sobre lo que
se hace. Todas las acciones de gobierno son atribuidas a sus súbditos legalmente. En un gobierno
representativo al pueblo actúa a través de su gobierno y no es el pueblo un receptor pasivo de la acciones
de gobierno. Un gobierno representativo debe promover el interés público y ser sensible al pueblo. Un
gobierno representativo necesita una maquinaria para la expresión de los representados y que el gobierno
a esos deseos a menos que haya buenas razones para hacer lo contrario. No hace falta que exista una
constante respuesta sino sensibilidad para responder. Así esta clase de representación política necesita sólo
de una potencial sensibilidad de respuesta y es incompatible con la manipulación y la coerción sobre el
público. La línea que divide liderazgo y manipulación es difusa. El liderazgo está a merced de los seguidores,
la manipulación se impone a los gobernados y debilita o acaba con la capacidad de estos para rechazar las
decisiones del gobernante. Hablamos de gobierno representativo sólo si se puede atribuir la acción
gubernamental al pueblo. No decimos que un gobierno es representativo hoy porque responde a los deseos
populares y deja de serlo al día siguiente porque los frustra.

Tendemos a creer que sin las elecciones esto es imposible. (Pag 78) Nuestra preocupación por las elecciones,
y si son libres, se crea por la convicción de que la maquinaria electoral es necesaria para asegurar la
sensibilidad de respuesta sistemática. Un monarca absoluto o un dictador que elige tomar en consideración
encuestas de opinión pública y hacer lo que al pueblo le parece no es un gobierno representativo. Para eso
se necesitan instituciones diseñadas para ello, para asegurar su respuesta del gobierno ante el interés
público y la opinión pública. Nos resistimos a considerar como gobierno representativo a menos que cuente
con elecciones regulares y libres, debe incluir además un cuerpo representativo colegiado con capacidad
consultiva. No será gobierno representativo si todo gobierno está en manos de un solo gobernante, aunque
sea elegido regularmente.

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Nuestra idea de gobierno representativo incorpora a la idea de que el pueblo de una nación está presente en
las elecciones de su gobierno, y algunas instituciones pretenden asegurar ese resultado. La secuencia de los
acontecimientos puede ser así:

-Los hombres tienen en mente un objetivo a alcanzar, para lograrlo necesitarán tiempo y se crean
instituciones (leyes, cuerpos administrativos) pero estas instituciones desarrollan inercias propias, no
siempre funcionan como se pretendía y pueden no producir el resultado para el que se establecieron.

- Otra secuencia causal puede ser el revés: Los hombres pueden desarrollar gradualmente caminos fijados
para hacer algo. A partir de ese comportamiento pasado pueden empezar a abstraerse ideas sobre qué y
para qué ese comportamiento, como llevarlo a cabo. Y esos principios pueden llegar a ser utilizados como
nuevas metas para revisar las instituciones, valorar la forma en que funcionan y mejorarla. Así se plantean
tensiones entre la práctica y la teoría. Consideremos un práctica o institución humana por ejemplo: “el
castigo”, este ha sido estudiado por los filósofos. Llamamos a las operaciones normales de instituciones
“para castigar” y al normal ejercicio de esas pautas de comportamiento al margen de que la persona
castigada sea culpable o no. El concepto castigo parece tener un lado sustantivo cuando se nos dice que no
se puede condenar a un hombre inocente, y un lado formal o institucional que nos dice que se puede hacer,
aunque no se debe. Así el hombre crea instituciones oficiales para castigar a los criminales y normas menos
formales p.e para castigar a nuestros hijos.

-Para explicar otro modelo causal que lleva a la misma tensión, consideremos la idea de equidad. Piaget
sostiene que los niños desarrollan su noción de equidad jugando son sus padres: como jugar, cuales son las
reglas, que es un juego, que son las reglas? Así los niños cuando conocen las reglas y saben que las hacen los
hombres, que pueden ser modificadas, son capaces de juzgar las innovaciones de acuerdo con la noción de
equidad y en conformidad en el espíritu de juego.

Debería estar ya claro la dualidad o tensión existente entre la política (formalista) y el concepto de
representación. Esta dualidad la encontramos tmb entre la distinción de Burke entre la esencia de
representación.

Tussman: podemos llamar a esos 2 aspectos (formal y sustancial) los 2 grandes modos de vida política y
social. La mayoría de los grandes teóricos de la sociedad han enfatizado en uno u otro. Los realistas
radicales, los conductistas y los constitucionalistas enfatizan en las instituciones, la conducta y la ejecución
externa. Necesitamos ambos modos

-Definir representación institucional: renunciar a toda esperanza de juicio, de valoración, de mejora o


reforma de la misma o incluso instruir a alguien en el papel de representante. Desde esta visión es “lo que
los representante hacen realmente cuando se les observa” nada de lo que hagan dejará de ser
representación.

-Definir representación idealmente: concentrarse en la esencia, sustancia y excluir a las instituciones, no


ejecución práctica, lo que hacen los representantes nos parecerá irrelevante, así nuestra concepción de
representación será platónica. Ningún sistema institucional puede garantizar la esencia de la representación.

-Madison: “El interés del hombre debe estar conectado con los derechos constitucionales del lugar

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-Tussman: “El hombre como ciudadano debe preocuparse por el interés público, no por sus bienes privados,
que se formulan “cuestiones públicas y no privadas” e.j. ¿necesitamos escuelas públicas? O ¿quiere pagar
más impuestos?

-Martín Drath: Sin la institucionalización, el ideal de representación no pasaría de ser un sueño vacío. Las
formas institucionales, las pautas culturales son las que le dan cuerpo a la idea abstracta de representación.
La mejora de las instituciones representativas, el cultivo de las personas capaces de entender los intereses
de los demás son esenciales para la idea de representación y tienen efecto sobre nuestras vidas reales. Pero
no podemos permitir que las instituciones, lo hábitos de conducta, el comportamiento de los representantes
se conviertan en un modelo ideal nuestro. Los hombres siempre se han empeñado en conseguir
instituciones que produzcan lo que requiere el ideal, y estas instituciones o los individuos que las han
presentado han sido acusados de que no representan. La etiqueta “representante” invita a la crítica ¿es una
ficción o es realmente la sustancia de la representación? Así se ha argumentado: “el gobierno
representativo, es idealmente la mejor forma de gobierno. Por su naturaleza esencial se trata de un sistema
de fideicomiso. El concepto de representación se configura así como una continua tensión entre el ideal y el
logro. Esta tensión no debe hacernos abandonar el ideal y aceptar todo lo que hacen los representantes ni
abandonar su institucionalización y escapar de la realidad política. Esa tensión debe presentar un desafío
continuo : construir instituciones , estrenar individuos para la consecución del interés del público , en la
representación del público y a seguir siendo críticos con tales instituciones con el fin de que se muestren
abiertas a posteriores interpretaciones y reformas,

“La poliarquía” Robert A. Dahl

Democracia poliárquica.

I. El análisis de la teoría madisoniana y populista sugiere al menos 2 métodos


que podrían utilizarse para
estructurar una teoría de la democracia. Por una parte, el método de maximización, que consiste en
especificar objetivos que se deben maximizar. Ambas teorías son esencialmente de este tipo: la teoría
madisoniana postula una república no tiránica como objetivo a maximizar; la teoría populista postula la
soberanía popular y la igualdad política.

Una segunda vía (que podría denominarse método descriptivo) consiste en considerar como una sola clase
de fenómenos a todos los Estados-nación y a las organizaciones sociales democráticas y, examinando los
miembros de esta clase, descubrir: 1º las características comunes que los distinguen y, 2º las condiciones
necesarias y suficientes para que las organizaciones sociales posean esas características.

No se trata de métodos excluyentes

II. Los objetivos de la democracia populista no proporcionan una teoría completa. Un defecto de esta teoría
es que sólo aporta una redefinición formal de una norma del procedimiento necesaria para lograr el ideal de
la igualdad política y la soberanía popular, pero la teoría no explica el mundo real. ¿Cuáles son las
condiciones necesarias y suficientes para maximizar la democracia en el mundo real? ¿Q entendemos por
maximizar la democracia? La democracia es un estado de las cosas que constituye un límite y todas las cosas
que se acerque a ese límite serán maximizadoras.

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¿Cómo decimos que el estado de las cosas constituye el límite? El modelo de democracia populista sugiere 3
características posibles:

1) Siempre que se aprecie que existen posibilidades políticas a elegir, la alternativa elegida y aplicada como
política gubernamental es la alternativa preferida por los individuos.

2) Siempre que se aprecie que existen alternativas políticas, en el proceso de elegir la que ha de imponerse
como política del gobierno se asigna un valor igual a la preferencia de cada individuo.

3) La regla de decisión (mayoría): al elegir entre alternativas, se elegirá la prefería por el mayor nº de
individuos.

Para que la 1ª sea operativa debemos ignorar el problema de las diferentes intensidades de preferencias
entre los individuos. Pero si ignoramos las intensidades, en realidad adoptamos como criterio la segunda
característica: se asigna igual valor a la preferencia de cada miembro

¿Constituye la regla (de la mayoría) una definición adecuada al límite de la democracia? Ejemplo: la mayoría
prefiere x= se elige “x” como política de gobierno, pero si un dictador prefiere “y” elegiría “Y”. La situación
de igualdad política exige intercambiabilidad (intercambio de nº igual de individuos de un lado al otro, que
no afecte al resultado de la decisión. ¿Cómo vemos si se da esa intercambiabilidad? Sólo podemos
comprobarla examinando un gran nº de casos. ¿ q podemos apreciar incluso e un gran nº de decisiones?:

Mayoría A == elección de la mayoría==política de la organización == Si intercambiabilidad

Minoría A == elección de una minoría==política de la organización==no intercambiabilidad

¿Qué acontecimientos debemos examinar en el mundo real para apreciar en qué medida una organización
usa la regla? ¿Qué actividades usamos como indicadores?... Pero dado que la regla puede deducirse de las
dos primeras características, ¿no bastaría simplemente con examinar una organización social para
determinar en qué medida se sigue o no la regla? Actos manifiestos de elección (votos, declaraciones…),
búsqueda de pruebas psicológicas... Es importante especificar en qué etapa del proceso de decisión
consideramos efectuada la “expresión de preferencias”. En la etapa en que se usa la regla, es por definición
democrática, si no se usa no lo es. En EEUU actualmente la única etapa que se aproxima a la regla es durante
el proceso de recuento de votos de las elecciones y en los órganos legislativos. En la etapa previa a la
votación hay muchas influencias (ricos, control de recursos organizativos, lobby…) estos evidencian el poder
de unos pocos frente a los muchos = proceso anti igualitario y anti democrático, aunque en menor grado
que una dictadura.

III. Debemos proceder a dividir en dos la cuestión clave: 1) ¿qué actos consideraremos suficientes para
constituir una expresión de preferencias individuales en una etapa determinada del proceso de decisión? 2)
Considerando estos actos como expresión de preferencias, ¿qué hechos debemos comprobar para saber en
qué medida se utiliza la regla en la organización que examinamos?

Hay que distinguir, como mínimo, 2 etapas: la etapa de elección y la etapa interelectoral. La etapa electoral,
por su parte, se compone de un mínimo de 3 periodos que es conveniente diferenciar. El periodo de
votación, el periodo previo a la votación y el periodo posterior a la votación.
Durante el período de votación tendríamos que comprobar en qué medida se dan, al menos, 3 condiciones:

1.-Cada miembro de la organización efectúa una expresión de preferencia. Por ejemplo, votar.

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2.-El peso asignado a la elección (voto) de cada individuo es idéntico.

3.- La alternativa con mayor nº de votos se proclama elección ganadora.

La conexión entre estas 3 condiciones y la regla es evidente. Pero en un plebiscito de un régimen totalitario
se podría cumplir estas 3 condiciones, p.e. Un campesino soviético tendría la opción de votar entre gobierno
o “deportación a Siberia“. Las maquinarias políticas más corruptas cumplen los requisitos, pero se dedican a
falsear resultados, comprar votos…

Hemos de agregar 2 condiciones más que deben cumplirse en el periodo previo a la votación:

4.- Cualquier miembro que perciba un conjunto de alternativas y considere al menos una de ellas preferible
a las demás, puede añadir su alternativa preferida, o sus alternativas, entre las seleccionadas para la
votación. (Peligro de un periodo previo a la votación regido de un control monopolítico de la información,
por alguna de las alternativas)

5.- Todos los individuos poseen idéntica información sobre las alternativas.

A 1ª vista podría pensarse que estas 5 condiciones son suficientes para garantizar la aplicación de la regla;
pero sería posible que un régimen permitiese que se diesen esas condiciones durante el período previo a la
votación y durante el período de la votación y luego se limitase a ignorar los resultados. En consecuencia,
hemos de postular al menos 2 condiciones más para el periodo posterior a la votación:

6.-Las alternativas con mayor nº de votos desplazan a todas las alternativas con menos votos.

7.- Las órdenes de los cargos electos se cumplen.

Estas condiciones forman, pues, nuestro conjunto de condiciones limitadoras que, si se cumplen durante la
etapa de la elección, se considerarán prueba de la máxima aplicación de la regla, que se considera prueba
del máximo nivel de igualdad política y de soberanía popular. La maximización de la igualdad política y de la
soberanía popular en la etapa interelectoral exigiría:

8.1. Que las decisiones interelectorales estén subordinadas a las establecidas durante la etapa de elección o
que sean de aplicables a éstas, es decir, las elecciones controlan en cierto modo:

8.2. o que las nuevas decisiones del período interelectoral estén regidas por las 7 condiciones anteriores,
actuando, sin embargo, en circunstancias institucionales bastante distintas;

8.3. o ambas cosas.

IV. Ninguna organización humana ha cumplido jamás esas 8 condiciones.


-En cuanto a la 1ª condición cada miembro de la org efectúa actos que consideramos una expresión de
preferencia entre las alternativas previstas, como votar. En todas las org humanas hay variaciones en la
participación de decisiones políticas. En EEUU hay variables como: el grado de interés o participación,
capacidad, acceso, status socioeconómico, educación, residencia, edad, identificaciones religiosas o étnicas
y características de la personalidad. En EEUU, en las elecciones nacionales sólo votan, como media la mitad
de los adultos de EEUU, y sólo ¼ hacen algo más que votar (discusiones políticas, donaciones…).

- Las condiciones 2ª, 3ª y 6ª las cumplen con bastante exactitud algunas organizaciones.

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-La 4ª condición según el autor no se da en ninguna organización conocida, al menos en grupos grandes,
pues el control de la comunicación está desigualmente distribuido.

Como las organizaciones humanas raras veces, llegan al límite establecido por estas 8 condiciones, es preciso
considerar cada una de ellas como el fin de un continuo o escala con el que podría medirse cualquier
organización. Si pudieran medirse cada una de las 8 escalas, sería posible establecer clases arbitrarias, cuyo
sector superior podría denominarse “poliarquías”.

Las organizaciones se diferencian en la medida en que se acercan a estas 8 condiciones. Las poliarquías
tienen variedad de organizaciones a las que los politólogos occidentales llaman democracias, incluyendo
algunos aspectos de los gobiernos de los Estados–Nación como EEUU, GB, Escandinavia, México, Italia,
Francia, estados y provincias de EEUU y Canadá, muchas ciudades, pueblos y sindicatos, asociaciones, grupos
religiosos. El nº de poliarquías es grande (pero el de poliarquías igualitarias es pequeño o no hay). El nº de
poliarquías estudiado por los politólogos es pequeño y sólo han estudiado las más complicadas. Algunos
dirán que las diferencia entre tipos de poliarquías es tan grande (Estado nación – sindicato) que no habría
que incluirla en la misma categoría.

Veamos el 1er método para elaborar la teoría de la democracia, el método de maximización se mezcla aquí
con el método descriptivo. Hay que buscar condiciones necesarias y suficientes en el mundo real para
maximizar la soberanía popular y la igualdad política. Se descubre que se resuelve el problema
determinando en qué medida se utiliza la regla en una organización. Y para determinar en qué medida se
utiliza la regla, se establecieron 8 condiciones más o menos observables. Las interpretamos 1º como límites
y al ver que no se alcanzaban en el mundo real se reinterpretaron como fin de escalas que podrían usarse
en las mediciones. Ahora podemos reformular el problema del modo siguiente: ¿Cuáles son las condiciones
necesarias y suficientes en el mundo real para que existan estas 8 condiciones, por lo menos hasta el grado
mínimo que hemos acordado llamar poliarquía? Para responder a esto será necesario clasificar y estudiar un
nº considerable de organizaciones del mundo real.

V. Si estamos dispuestos a aceptar que la magnitud del acuerdo (consenso) sobre las 8 normas básicas,
podemos formular las siguientes hipótesis, comunes de la ciencia política:

1.- Cada una de las 8 condiciones de poliarquía aumenta al aumentar la amplitud del acuerdo (o consenso)
sobre la norma correspondiente.

2.- La poliarquía es una función del consenso sobre las 8 normas, si todas las demás condiciones permanecen
invariables… El consenso posee, como mínimo 3 dimensiones: el nº de individuos que están de acuerdo, la
intensidad de la convicción y el grado en que su manifestación se ajusta a esa convicción. La magnitud de la
coincidencia de criterios depende en la medida en que la familia, la escuela, iglesias, prensa... Utilizan los
procesos de socialización en favor de las normas.

3.- La amplitud del acuerdo (consenso) sobre cada una de las 8 normas aumenta con el grado de instrucción
social en la norma.

4.- El consenso es pues una función de la instrucción social total en todas las normas. De las hipótesis
precedentes se deduce también que:

5.- La poliarquía es una función de la instrucción social total en todas las normas. Existen 3 tipos de variable
de instrucción: la instrucción favorable (o de refuerzo), la instrucción compatible (o neutral) y la instrucción

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negativa. Estos 3 tipos de instrucción actúan sobre los miembros de la mayoría de organizaciones
poliárquicas en todas las organizaciones., pero hay pocos datos. ¿Por qué algunas organizaciones sociales
difunden una instrucción general sobre las normas y otras no?

6.- La instrucción social en las 8 normas aumenta con el nivel del consenso o acuerdo sobre las elecciones
posibles entre las alternativas políticas.

De la 5 y la 6 se deduce que:

7.- Con el consenso sobre las alternativas políticas aumenta una, o más de una, de las condiciones de la
poliarquía. Cuanto más desacuerdo haya respecto a las normas, más probable es que alguno de los medios
de instrucción social (familia o escuela) influya en algunos individuos en normas opuestas

8.- El nivel de instrucción social en una de las 8 normas aumenta también con el grado de acuerdo existente
sobre ella.

A veces la relación entre poliarquía y diversidad social es confusa. A veces se oye: “la democracia exige
diversidad de opiniones”, y la diversidad de opiniones es un hecho de la sociedad humana en todas las
sociedades., y esto obliga a que las organizaciones posean medios para resolver los conflictos. Debido a que
es inevitable el conflicto sobre los objetivos en las organizaciones humanas, son necesarias poliarquías para
maximizar el bienestar humano. La diversidad de opinión o el conflicto sobre objetivos es una condición
necesaria para la poliarquía. Para ver si existe relación entre diversidad y democracia diferenciaremos dos
categorías:

A)”continuum” desde el consenso sobre los objetivos hasta la discrepancia. Y hay que dividir entre
coincidencia de objetivos políticos y objetivos no políticos

b) “continuum” que va desde la autonomía al control. Un grupo es autónomo en la medida en que su


política no está controlada por individuos exteriores a su grupo.

Ejemplo: Si el grupo A y el grupo B son autónomos entre sí en todas las políticas, no se da entre ellos ninguna
relación de gobierno, no pueden ser miembros de una misma poliarquía. Pero si A y B no pueden ser
autónomos en ninguna elección, entonces la poliarquía si es posible entre ellos y puede aplicarse la regla de
la mayoría para resolver el problema.

Si no hay ninguna autonomía y si discrepancias, entonces se reducirá el acuerdo sobre las 8 normas básicas
(factores necesarios para la poliarquía). En conclusión: la discrepancia y la falta absoluta de autonomía
acaban con la poliarquía. Si 2 grupos son autónomos entre sí, la decisión, ya no es una decisión política en la
que haya de usarse la maquinaria de la poliarquía, elecciones distintas pueden ser compatibles con un alto
grado de acuerdo sobre las normas básicas necesarias para las poliarquías. Cuanto mayor es el desacuerdo
sobre políticas en una organización social y cuanto mayor sea la proporción de individuos en desacuerdo,
mayor será el nivel de autonomía social que se necesita para que exista un cierto nivel de poliarquía.

9.- La poliarquía es depende de la actividad política de los miembros.

Se conoce bastante sobre las variables con las que se asocia la actividad política (En EEUU está asociada
positivamente con variables como el status socioeconómico, educación, expectativas…) Sabemos que las
masas que temía madison (ignorantes, sin propiedades) son menos activos políticamente. Los pobres en
EEUU se privan de ellos mismos del derecho a votar por su tendencia a la pasividad política. Como tampoco

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estos tienen acceso a recursos organizativos, financieros y de propaganda que tanto influyen en las
campañas electorales. Más vetado tienen el acceso al control de la política gubernamental, por el acceso
limitado a los recursos y por el sistema madisoniano de contrapesos constitucionales.

VI son las relaciones que los politólogos necesitamos investigar, pero pueden haber más relaciones
cruciales, p.e. entre el grado de poliarquía y las estructuras de la personalidad (autoritario, democrático) de
los miembros de una organización. Es pronto para decir que se ha establecido una correlación alta entre
poliarquía y presencia de ciertos tipos de personalidad, pero una instrucción social en las normas básicas
debe basarse en parte , en la predisposición del individuo. El compromiso de Madison entre el poder de las
mayorías y el poder de las minorías se apoyaba, en parte, en la existencia de frenos constitucionales a la
actuación de la mayoría. La teoría de la poliarquía, se diferencia del madisonianismo, en que la poliarquía
se centra en los requisitos sociales. Madison se mostraba indiferente a las condiciones sociales.

La naturaleza humana y la estructura social eran cuestiones que los hombres de la convención daban por
supuestas. Así la convención constitucional debía elaborar una constitución y no una sociedad. Así que esa
constitución debía estar en consonancia con la estructura social y con la naturaleza humana, el respeto a los
derechos naturales, en especial el de los selectos y de buena familia. Se nos enseña a creer la necesidad de
pesos y contrapesos constitucionales, pero damos poca importancia a los sociales. Se deduce que la teoría
de la poliarquía que en ausencia de previos requisitos previos sociales, ninguna estructura constitucional
puede producir una república no tiránica. Pero existen requisitos sociales previos, pueden ser estos muchos
más importantes para la democracia. La teoría de la poliarquía indica que las variables primarias y cruciales q
las que los politólogos deben prestar atención son los sociales y no los constitucionales... Se dijo que la
teoría pluralista era formal y axiomática, que le faltaba información sobre el mundo real. Pues decía que
sólo es posible alcanzar la igualdad política y la soberanía popular con el principio de la mayoría.

La teoría de la poliarquía, una ordenación inadecuada, incompleta y primitiva sobre los conocimientos sobre
la democracia, se formula con la convicción de que algún día seremos capaces de elaborar una teoría
satisfactoria sobre la igualdad política.

“Calidad de la democracia y una democracia más benigna, más benévola”


Arend Lijphart

1.- Introducción.
La sabiduría convencional sostiene (erróneamente) que la democracia mayoritaria es mejor para gobernar,
pero acepta que la democracia de consenso es mejor para representar a los grupos de intereses
minoritarios, representar a cada persona de forma adecuada.

“Quiero una nación más benigna y benévola” George Bush, Agosto, 1988.

Las democracias de consenso demuestran tener dichas cualidades de benignidad y benevolencia de la


siguiente forma: son más proclives a ser Estados de bienestar; protegen mejor el medio ambiente;
encarcelan a un nº menor de gente y usan menos la pena de muerte; y las democracias de consenso en los
países desarrollados son más generosas con las ayudas económicas a los países en vías de desarrollo.

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2.- Democracia de consenso y calidad democrática. Tabla pag222

Existe una correlación positiva entre la democracia de consenso o consensual y los indicadores de la calidad
de la democracia.

Representación de las mujeres.

El % medio de mujeres elegidas para la cámara baja o única del parlamento en las elecciones celebradas
entre 1971 y 1995 en las 36 democracias estudiadas por Arend Lijphart oscila entre el % más alto, un 30,4%
en Suecia y el más bajo, un 0,9 en Papúa-Nueva Guinea. Esta diferencia muy relacionada con el grado de
democracia de consenso. El % de representación parlamentaria femenina en las democracias de consenso
supera en 6,7 puntos al de las democracias mayoritarias.

Las mujeres suelen estar mejor representadas en los países desarrollados que en los que están en vías de
desarrollo, pero cuando se controla el nivel de desarrollo, la relación entre democracia de consenso y
representación legislativa femenina se debilita sólo ligeramente y continúa siendo significativa al nivel del
1%.También es significativa la correlación existente entre la democracia de consenso y la política de familia,
un tema de especial interés para las mujeres. Aquí Francia es un caso excepcional, pues pese a ser un
sistema prácticamente mayoritario recibe unas de las puntuaciones más elevadas en lo que se refiere a
política de familia.

Igualdad política

La igualdad política es objetivo fundamental de la democracia y, por lo tanto, el grado de igualdad política es
un indicador importante de la calidad democrática. Es difícil medir directamente la igualdad política, pero la
igualdad económica puede servir como indicador, ya que la igualdad política tiende a prevalecer en ausencia
de grandes desigualdades económicas.

La democracia de consenso y la desigualdad medidas por medio de la relación ricos-pobres se ven muy
fuerte y negativamente relacionadas. Las democracias de consenso vuelven a ser las más igualitarias.

Participación electoral.

La participación en las elecciones es un buen indicador de calidad democrática por dos razones. Primera,
muestra cómo están los ciudadanos realmente interesados en ser representados. Segunda, la participación
electoral está estrechamente correlacionada con el status socioeconómico y, por lo tanto, puede servir
como indicador indirecto de igualdad política: un elevado nº de votantes significa una participación más
igualada, mientras que un bajo nº de votantes significa una participación más desigual, y por tanto más
desigualdad.

Normalmente las elecciones presidenciales tiene mayor participación que las legislativas y cuando los ptes
son elegidos por mayoría simple, normalmente en la 2ª vuelta hay más participación que en la 1ª vuelta. La
medida básica es el nº de votantes cómo % de la población en edad de votar. La democracia de consenso y
la participación electoral están correlacionados positivamente, pero la correlación es sólo significativa al
nivel del 10%. En cuanto a los diversos controles: en 1er lugar el voto obligatorio es más común en
democracias de consenso que en las mayoritarias. En 2º lugar, la participación se puede verse reducida a
causa de la alta frecuencia de elecciones, tanto en la Suiza consensual, como en la mayoritaria EEUU. En 3er

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lugar la participación suele ser mayor en los países desarrollados. Sin embargo, cuando se controla el voto
obligatorio y la frecuencia de las elecciones, así como el nivel de desarrollo, se refuerza el efecto de la
democracia de consenso sobre la participación electoral y es entonces significativa al nivel del 1%. Con el
establecimiento de estos controles, las democracias de consenso tienen un% de participación de
aproximadamente 7,5 puntos por encima de las democracias mayoritarias.

Satisfacción con la democracia.

¿Puede el tipo de democracia afectar a la satisfacción de los ciudadanos con la democracia? Una encuesta
realizada entre 1995 y 1996 en muchos países se dio como resultado que los ciudadanos de las democracias
de consenso están más satisfechos con el cumplimiento democrático en sus países que los ciudadanos de las
democracias mayoritarias; la diferencia es aproximadamente 17%. Un estudio anterior de 11 democracias
europeas (Anderson y Guillory) descubrió que cada uno de estos países, los encuestados que habían votado
al partido o partidos ganadores solían estar más satisfechos que los votantes de partidos perdedores. Las
pauta global descubierta por estos autores era que en las democracias de consenso las diferencias entre
ganadores y perdedores eran más pequeñas que en las democracias mayoritarias

Proximidad gobierno-votante.

En el típico sistema bipartidista los 2 partidos importantes suelen ser moderados, así el programa político
del gobierno suele ser cercano al grueso de los votantes. Una medida de distancia entre gobierno y votantes
es la distancia entre el gobierno en la escala izq-derecha y la posición del votante mediano “ distancia del
gobierno”. La otra medida es el % de votantes entre el gobierno y el ciudadano mediano “ distancia del
votante” Cuanto menores sean esas distancias, más representativo será el gobierno de las preferencias
políticas de los ciudadanos. Contrariamente a la reivindicación mayoritaria, la distancia entre el gobierno y el
votante es menor en las democracias de consenso que en las mayoritarias.

Responsabilidad y corrupción.

Otra reivindicación importante a favor de la democracia mayoritaria es que sus gobiernos típicamente
formados por un solo partido mayoritario ofrecen una responsabilidad más clara con respecto a sus
decisiones políticas, lo que conlleva una mejor rendición de cuentas del gobierno a los ciudadanos, los cuales
pueden usar las elecciones tanto para “renovar el mandato del gobierno titular” como para “echar a los
granujas”. Es más fácil cambiar a los gobiernos en las democracias de consenso que en las mayoritarias, tal
como se ve en la menos duración de los gabinetes en los sistemas de consenso. Los cambios producidos en
las democracias de consenso suelen ser parciales, mientras que los cambios producidos en las democracias
mayoritarias suelen ser totales. La reivindicación es sin duda válida para los sistemas mayoritarios con
bipartidismo puro.

Una medida es la incidencia de la corrupción. Se puede pensar que la mayor claridad de responsabilidad
en las democracias mayoritarias inhibe la corrupción y que la tendencia de los sistemas de consenso a llegar
a acuerdos y “pactar” fomenta las prácticas corruptas. Contraria a la hipótesis, no existe relación
significativa entre democracia de consenso y corrupción. Además, la tenue relación que aparece es
negativa: las democracias de consenso son ligeramente menos proclives a ser corruptas que los sistemas
mayoritarios.

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La hipótesis de John Stuart Mill.

El argumento de John Stuart Mill, es que el gobierno de la mayoría es un requisito fundamental de la


democracia y que la combinación de elecciones por mayoría relativa o absoluta y gobierno parlamentario
puede dar lugar a un gobierno minoritario. (Si en cada circunscripción es ganada por una pequeña minoría).
Mill considera que la mejor solución es usar la representación proporcional (RP) para la elección de la
legislatura, y acierta al decir que bajo un sistema perfectamente proporcional el problema del control por
una minoría no puede ocurrir. Además, su argumento significa que las democracias de consenso, que con
frecuencia utilizan la RP y que además tienden a tener gabinetes de coalición más inclusivos, son más
proclives a practicar un verdadero gobierno mayoritario que las democracias mayoritarias. Se pueden usar
las siguientes medidas: 1º El % de apoyo popular de los partidos o Pte, midiendo el tiempo en que cada
gabinete o Pte estuvo en el cargo. La 2ª medida (criterio de Mill): el % de tiempo en que se cumple el
gobierno mayoritario, es decir la condición de que el gabinete o el Pte estén apoyados por mayorías
populares. Otra explicación: los sistemas presidenciales se encuentran en la mitad mayoritaria del espectro,
pero suelen asegurarse un buen apoyo popular para el ejecutivo. El sistema mayoritario se asegura con el
sistema de mayoría absoluta con 2ª vuelta

Otra explicación: las democracias de consenso con gabinetes minoritarios suelen tener un apoyo popular al
gabinete relativamente bajo. El apoyo popular al gabinete no tiene en cuenta se basa en votos reales y no
tiene en cuenta el voto estratégico (no preferencia real de los votantes). La conclusión general es que las
democracias de consenso tienen mejores resultados que las mayoritarias en todas las medidas de calidad
democráticas estudiadas, casi todas las correlaciones son estadísticamente significativas.

Democracia de consenso y sus cualidades de benignidad y benevolencia.

Las cualidades democráticas analizadas hasta ahora deberían gustar a todos los demócratas: mayor
representación de las mujeres, mayores igualdad política, de participación electoral.. Además el consenso
democrático está asociado con otros atributos: una fuerte orientación comunitaria y de conciencia social;
Estas características están de acuerdo con concepciones más femeninas de la democracia. (Capacidad de
conexión, persuasión mutua en lugar de interés egoísta y búsqueda del poder). Considerándose la
democracia de consenso como un modelo más femenino y la democracia mayoritaria como un modelo más
masculino.

Existen 4 áreas de actividad gubernamental en que las cualidades de una mayor benignidad y benevolencia
de la democracia de consenso se suelen manifestarse más: el bienestar social, la protección
medioambiental, la justicia penal y la ayuda exterior. La hipótesis de Arend es que la democracia de
consenso se asociará con políticas más benignas, benévolas y generosas. Se realiza un análisis de regresión
bivariante del efecto de la democracia de consenso en 10 indicadores de las orientaciones de las políticas en
estas cuatro áreas.

El 1er indicador es el índice del estado de bienestar. La democracia de consenso tiene una clara correlación
positiva con los niveles de bienestar. Otro indicador del estatismo del bienestar es el gasto social como %
del PIB. La correlación con la democracia de consenso es de nuevo fuerte y significativa y no se ve afectada
cuando el nivel de desarrollo se controla. (Suecia 37% de gasto social, Japón 12,4 %)

La actuación sobre el medio ambiente se puede medir por indicadores como las emisiones de dióxido de
carbono, el consumo de fertilizantes y la desforestación (Países bajos 77 puntos- botsuana o puntos) las

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democracias de consenso puntúan más que las mayoritarias; así como por la responsabilidad sobre el medio
ambiente en el rendimiento energético, los países más responsables con el M.A. producen mercancías y
servicios con el más bajos consumo de energía (el más alto Suiza, y el más bajo Trinidad. La correlación entre
democracias de consenso y rendimiento energético es muy fuerte (significativa al nivel del 1%).

Cabría esperar que las cualidades de benignidad y benevolencia en las democracias de consenso muestren
sistemas de justicia penal menos punitivos que los de las democracias mayoritarias, con menos gente en
prisión y con menos o ningún uso de la pena capital. Estudio presos x100000 hab. (+ Alto EEUU 560, + bajo
india 24). Los resultados de comprobación de la hipótesis muestran una correlación negativa entre
democracia de consenso y la encarcelación pero modestamente (10%) y la correlación negativa entre la
democracia de consenso y la pena de muerte es fuerte (1%) y no se ve afectada por el control del nivel de
desarrollo. La correlación positiva con la tasa de encarcelamiento está totalmente producida por el caso
extremo de EEUU, cuando se excluye a EEUU del análisis la relación desaparece. En el campo de la política
exterior los resultados muestran que las características de benignidad y benevolencia de la democracia de
consenso se manifiestan con generosidad en la ayuda externa y un rechazo a confiar en el poder militar.

En este análisis de regresión bivariante, la democracia de consenso está correlacionada con los tres
indicadores. Pero hay que introducir deferentes controles: en 1 lugar los países ricos pueden permitirse
dar más ayuda exterior que los países menos ricos. En 2º lugar los países grandes tienen mayores gastos en
defensa al asumir mayores responsabilidades militares que pueden limitar sus deseos de ayuda exterior. Se
han descubierto vínculos entre población y gastos en defensa En conclusión, la democracia de consenso
establece una gran diferencia con relación a casi todos los indicadores de calidad de la democracia y con
respecto a todas las cualidades de benignidad y benevolencia. Además, cuando se introducen los controles
apropiados, la diferencia positiva que establece la democracia de consenso es aún mayor.

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Tema 2. Partidos políticos


Son actores políticos esenciales de los sistemas políticos que aspiran a ocupar el representando a la
sociedad ante el Estado. Nacen como asociaciones privadas vinculadas a los primeros regímenes
democráticos. Los partidos han ido ampliando competencias y funciones en todo tipo de regímenes políticos,
democráticos, autoritarios y totalitarios.

Notas para el estudio de la evolución de los partidos políticos


La Democracia no puede entenderse ni estudiarse sin conocer bien a los partidos políticos. Su definición
básica es que son asociaciones privadas que tienen como fin ocupar el poder político. Los partidos políticos
se diferencian de los grupos de interés por su objeto, ya que estos tienen como fin influir sobre el poder
político, no ocuparlo. La CC. Política desde sus orígenes se ha analizado estos objetos de estudio. Son actores
políticos que han evolucionado a lo largo de los más de 200 años de historia a la que se han ido adaptando.

Los partidos han venido afrontando diversos retos y cambios que no han sido en su mayoría detectados por
los estudiosos. Por ello hay aún muchas preguntas que requieren más investigación y análisis tanto teóricos
como empíricos. En el último cuarto del pasado s. XX las transformaciones sociales, económicas y culturales
en las democracias occidentales han afectado en muchos aspectos de las relaciones entre la sociedad y los
ciudadanos, entre ellas la disminución de la afiliación y de la identificación partidistas, cuando los partidos
pierden el control sobre la opinión pública en buena medida debido a la influencia de la revolución
tecnológica. Otros factores que así mismo, han contribuido al cambio en las relaciones entre la sociedad y los
partidos se deben al impacto de los procesos de descentralización introducidos en muchos sistemas políticos
desde los años 70.

La tercera ola democratizadora en diversas partes del mundo trae el renacimiento de partidos, la
reconversión de otros y la creación de nuevas organizaciones políticas, en contextos sin tradición
democrática. También ocurre en países democráticos.

En este contexto surgen debates sobre la nueva realidad de los partidos. Unos defienden la tesis de las 3 ‘D’:
declinar, decadencia y descomposición de partidos, y otros autores sostienen que debe sustituirse por la de
las ‘R’: remergencia, revitalización y resurgir de los partidos. Ambas tesis pueden ser complementarias,
pues muchos trabajos se han centrado en enfoques y métodos rígidos y parciales. Los académicos más
exhaustivos mezclan enfoques para captar la esencia de muchos partidos existentes en el mundo, porque
muchos modelos han coexistido. Ello exige reexaminar críticamente las viejas tipologías, conceptos y
presupuestos de los que parten y aprovechar su posible utilidad para estudiarlos hoy.

Los partidos como organizaciones que canalizan las demandas de los ciudadanos y les representan ante el
Estado, han evolucionado y se han adaptado a los cambios de la sociedad. A lo largo de su breve historia,
estas transformaciones han sido criticadas a posteriori y se han cuestionado estos cambios e incluso de la
democracia representativa, en ocasiones por sectores minoritarios y en otros momentos y lugares apoyadas
de forma mayoritaria. En la actualidad han entrado en el debate 3 tipos de propuestas críticas:

-La forma alternativa más radical e incompatible con el actual modelo de democracia, sería la participativa.

-Entre ambos modelos, la deliberativa, centrada en el ámbito local.

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-La democracia inclusiva, basada en el gobierno ‘multinivel’, aunque en ambos casos aprovecharían
elementos de las anteriores.

Parte de la opinión pública occidental, quizá al amparo del cinismo post-materialista, considera la
democracia como la mejor forma de gobierno, pero el grado de satisfacción con ella es relativo y la actitud
ante los partidos y los políticos suele ser cada vez más crítica. Esta postura ambivalente acerca de estos
actores políticos no tiene los riesgos de las posturas antidemocráticas que existieron en el siglo XX, ya que
existe un gran consenso sobre la democracia tal como la entendemos hoy. Las críticas mayoritarias de hoy a
esta forma de gobierno y a sus actores individuales (políticos) o asociados (partidos) no plantean alternativas
como las ya citadas que se formularon e institucionalizaron durante el siglo XX.

Voces críticas. Algunos autores sostienen que unas críticas proceden de determinadas posiciones ideológicas
(e.j. de defensores del individualismo a ultranza o nostálgicos de un determinado orden político). Otras
tienen su origen en la defensa del modelo anglosajón de gobierno basado en el bipartidismo.

Algunos autores como Daalder argumentan que las posiciones que sostienen la crisis de los partidos tienen
un origen diverso, posiciones que no se pueden separar de las convicciones que este autor holandés tiene
del sistema político de su país. Una de las tesis críticas procedería de los nostálgicos de un determinado
orden político, vinculado al origen de la representación política en Reino Unido a finales del XVIII, cuando los
delegados dependían de una parte restringida de los ciudadanos que eran votantes individuales. Estas
críticas rechazan a los partidos a pesar de que Hume y Burke los legitiman al defender al representante que
llenarían la fractura entre los delegados individuales y el creciente número de votantes.

Otras críticas parecidas surgen de individualistas que consideran que los partidos son organizaciones
tiránicas y antidemocráticas. Ven a los partidos como la subordinación de los individuos a la organización o a
los líderes. Advierten del riesgo del ‘Estado de partidos’, tanto los individualistas como los defensores del
poder del Estado. Rechazan el mandato representativo. Para que los partidos existan y tengan legitimidad se
necesita que los ciudadanos acepten que todos votan en igualdad para promover el interés nacional, sobre
los intereses o principios particulares que el gobierno descanse en los que Shumpeter llamó” la contienda
competitiva por el voto de la gente”

Un 2º grupo de críticas proceden de quienes generan un rechazo selectivo de algunos partidos, en concreto
de los partidos de masas, que aparecen en algunas tipologías dadas las dificultades de este tipo de partidos
para estructurar el voto como actores unificados, que contribuyan a la estabilidad y permitan el ejercicio del
liderazgo y del gobierno responsable. Otro grupo de críticas a este tipo de partidos se justifican por el alto
grado de ideologización en la búsqueda de votantes y del Estado, lo que anula el debate libre.

Tmb se ha cuestionado el sistema multipartidista, a partir de estudios sobre el modelo anglosajón de


gobierno, de su bipartidismo y del gobierno mayoritario, que de esta forma es responsable ante los
electores. Se considera que estas críticas se basan en partidos concretos, de unos países y etapas
determinadas sobre los que se hacen generalizaciones y proposiciones normativas. Estarían basadas en la
práctica política de la III y IV República francesa y de los gobiernos en Italia y de la República Federal de
Alemania de posguerra.

Otro grupo de críticas hacia los partidos se fundamentan en las tesis de la superación de los partidos como
actores políticos esenciales. Según esta tesis una vez que los partidos han logrado movilizar y alinear a los
diversos grupos de ciudadanos en el cuerpo político con la extensión del derecho a voto, estas

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organizaciones perderían su razón de ser. Algunos analistas sostienen que, cuando se ‘descongela’ el sistema
de partidos (años 60) en un contexto de grandes transformaciones de las sociedades europeas, los partidos
solo buscarían maximizar votos y se convierten en una fuerza de mercado.

Otras tesis que defienden el declive de los partidos estuvieron influidas por los cambios en la teoría
democrática. Consideran que los grupos sociales y la acción colectiva serían los sustitutos de los partidos
como agentes de representación. La función mediadora de los partidos sería sustituida por el pluralismo
corporativo a través de agencias estatales, grupos de interés especializados o de mecanismos de democracia
directa (referenda, teledemocracia…)

A partir de los 70, la Ciencia Política se especializa y se segmenta. Los partidos se estudian vinculados a
diversas corrientes teóricas, lo que determinó el diseño de diversas tipologías, centradas en los factores que
habrían influido en su quehacer: dimensiones electorales, vinculación territorial, su organización, sistemas
de partidos o la formulación e implementación de políticas.

Mair sostiene que durante los 60 se aplica al estudio de los partidos el enfoque estructural funcional
coincidiendo con la institucionalización definitiva de los partidos en Europa y el desarrollo en nuevas
democracias en Asia y África tras la descolonización. Este enfoque permitiría comparar las funciones de los
partidos en escenarios institucionales y sociales diversos. Esta aproximación falló por diversas razones, como
el etnocentrismo de algunos estudiosos. Simultáneamente se aplica el enfoque racionalista al caso
norteamericano centrado en los partidos de gobierno ‘responsables’ ante sus votantes en el mercado
político, en el que los políticos compiten por los cargos públicos. Estos estudios tienen poco éxito porque
presumen que los actores actúan racionalmente todo el tiempo y con el único objetivo de ganar elecciones,
lo que supone una excesiva reducción del papel de los partidos.

Entre este tipo de investigaciones merece destacarse las realizadas por quienes identificaron el modelo de
partido cartel, resultante de la evolución y adaptación en el final del siglo XX. Katz y Mair explican la
evolución sufrida por las relaciones entre las 3 caras de la organización de los partidos (militantes,
organización central y cargos públicos).

En la etapa inicial de sufragio censitario funcionaban los partidos de cuadros, que carecían en la práctica de
organización central, ya que estaba integrada por quienes estaban en el Parlamento, es decir, los cargos
públicos. La esencia de este tipo de partido elitista son los diputados, con recursos propios para acceder al
Parlamento, sin necesidad de apoyos de una organización central. Recordar que en estos momentos se
asiste a la pugna del poder legislativo por restringir el poder real.

Los ‘militantes’ eran los grupos sociales locales también con recursos lo que les habilitaba para tener
reconocido el derecho de sufragio restringido. A finales de siglo se conforma en el Sur de Europa una versión
propia de este tipo de partido (caciquismo en España, transformismo en Italia) con unas relaciones entre los
diputados y sus distritos. En todo caso este tipo de partido no dista mucho del que existe en otras partes de
Europa, o del continente Americano en aquel siglo. Los cambios que se producen cuando comienza a
extenderse el derecho de sufragio afectan también al modelo de partido. La necesidad de movilizar a los
nuevos electores y conseguir recursos para ganar las elecciones requiere establecer una relación entre la
organización central y los militantes. La oficina central proveerá la ideología y la organización formal para los
militantes gracias a profesionales de la política dedicados a estas actividades con dedicación exclusiva. Esta
‘cara’ será la dominante, ya que además de coordinar y controlar las organizaciones territoriales, dirige a los
militantes, quienes sostienen financieramente la sede central.

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Este modelo de partido muestra rasgos diferentes en unos casos por la influencia del poder central como en
España o a la presencia de fuertes líderes sindicales en dicha organización central, como en el caso de GB.
Este modelo fue seguido por el llamado partido de masas, que aparece a principios del XIX, vinculado a la
extensión del derecho de voto y a ciertos grupos de presión como los sindicatos o la Iglesia católica. Dada la
precariedad de las condiciones de vida de las sociedades, los partidos desempeñaron funciones sociales.

Entre los factores que más influyen en el desarrollo del ‘partido atrapalotodo’, debemos señalar los cambios
en la sociedad (económicos, culturales, tecnológicos) que tienen como consecuencia la dificultad para
encapsular a las nuevas clases medias y la necesidad que tienen los líderes y las organizaciones centrales
para satisfacer las demandas ciudadanas. En este modelo y a diferencia de lo que ocurre en los dos
anteriores, las relaciones son más conflictivas y afectan a las tres caras. En el modelo atrapalotodo es difícil
determinar cómo se jerarquizan y ordenan las relaciones. En el de cuadros dominan los cargos públicos.

Estamos ante un nuevo tipo de organización política que culmina en el denominado ‘partido cartel’, modelo
según el cual el partido que ocupa cargos en las instituciones públicas domina a las otras . El partido cártel,
o moderno partido de cuadros y también llamado partido electoral-profesional, tienen como principal
indicador de las nuevas relaciones de poder la distribución y uso de la creciente financiación pública. Al
principio estaba sólo reducida al grupo parlamentario y a medida que estos recursos aumentan llegan
también a la oficina central y en menor medida a las organizaciones territoriales. El incremento de recursos
materiales procedentes de la financiación pública, favorece también el aumento de los medios humanos.
Ello permite tanto la contratación de asesores en las instituciones públicas, pero también en las oficinas
centrales, algunos de ellos externos. Este sería el caso de los profesionales de la publicidad, que sustituirían a
los burócratas del partido. Estas prácticas despolitizarían parcialmente tanto la organización central como el
partido de los militantes, otorgando al líder mayor autonomía para ganar nuevos electores. Estas políticas
suponen al menos 2 tipos de reto vinculados, por una parte medir el impacto electoral dirigido a ampliar el
techo electoral, pero al tiempo mantener movilizados a los electores propios.

Los partidos cartel están más profesionalizados y orientados hacia afuera a partir del partido en los cargos
públicos, como de la organización central que responden a las demandas de los líderes del partido en el
parlamento y en el gobierno. La mejor forma de identificar este modelo de partido cártel es el acceso de la
mayoría de los partidos a los gobiernos y su consiguiente ‘parlamentarización’ y ‘gubernamentalización..

En la práctica esta cara del partido es inseparable de las otras dos. La militancia se ha ido disminuyendo
desde los años 80 debido a múltiples factores, entre otros, la sensación de pérdida de protagonismo. Al
tiempo muchos partidos se habrían democratizado, abriendo a los militantes la toma de decisiones, la
selección de candidatos, en contraste con etapas anteriores y también ocupando cargos de asesoría. Otras
formaciones no se molestan en conseguir nuevos afiliados asemejándolos a los antiguos partidos de
cuadros.

Entre ambos extremos, algunos partidos combinan políticas para aprovechar a los militantes, con
reconocimiento de los simpatizantes y de los asesores profesionales. Esta solución mixta se debe a la
dificultad de realizar reformas profundas, porque además la democratización interna legitima al líder y
demás cargos públicos y pq, y no está demostrado que se pueda prescindir totalmente de la militancia. Esto
último se pone de manifiesto al comprobar como los requisitos para afiliarse se han simplificado (internet).
De esta forma, la hipotética pérdida de peso del partido en la base se compensa con su mayor protagonismo
e incentivos, como la creciente autonomía de las organizaciones locales en la selección de candidatos y la
definición de ciertas políticas territoriales. Esta solución está relacionada con el proceso de descentralización

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política introducida en la mayoría de las democracias y por tanto a la creación de instituciones


representativas y de gobierno subnacionales. Ello incentiva a los militantes y organizaciones territoriales de
los partidos para acceder a los citados gobiernos multinivel, que gozan de mayor descentralización para
acceder a la información y para tomar decisiones, lo que por otra parte dificulta la cohesión interna de los
partidos. Así, el escenario político es más competitivo y la toma de decisiones más multilateral, compleja y
flexible. También es más difícil contar con la lealtad e identificación entre representantes y representados
de épocas anteriores

Cabe preguntarse si existe una única forma de organización o si hay un modelo ideal de partido. La respuesta
sería no. Los partidos responden a modelos originarios, influidos después por aspectos sociales, económicos
e institucionales diversos. Los partidos se adaptan a las necesidades de las democracias contemporáneas y a
las necesidades e incentivos de los partidos en los cargos públicos. Los cambios del entorno que más han
influido en el proceso de adaptación y que han sido más estudiados son los relativos al sistema electoral. El
origen y desarrollo de los partidos se relaciona a la extensión del sufragio por lo que se hizo necesaria la
burocracia partidista para forjar la relación y comunicación con los electores cada vez más extenso. Después
la introducción del voto de lista incrementó el protagonismo de los partidos en el proceso de reclutamiento
de las candidaturas que debían integrar la pluralidad de la numerosa militancia.

La influencia de los partidos disminuye cuando entran en escena los nuevos medios de comunicación que
adquieren un gran protagonismo en la campaña electoral, sustituyendo a la prensa de partido elaborada
por la burocracia partidista. La financiación pública anula la dependencia de los partidos de la contribución
de sus militantes. En este contexto (estado del bienestar, mejores comunicaciones), los partidos pierden sus
tradicionales bases humanas y se incrementa la competencia interpartidista para captar electores.

Los electores quieren que los diputados representen sus intereses (los de un sector en concreto). Pero
también critican que defiendan los de ‘otros’ y pretendan que formulen políticas coherentes para conseguir
el interés general. También cuestionan los liderazgos fuertes o los políticos profesionales, pero así mismo
quieren lo contrario, partidos sólidos sin tensiones internas y que los políticos sean eficaces en las
instituciones representativas. Todavía hay pocos estudios que respondan adecuadamente al origen y
consecuencias que tienen para las democracias la desafección política y las posturas ambivalentes que los
ciudadanos tienen hacia los partidos y políticos.

Es necesario reforzar la educación cívica y los valores democráticos entre los ciudadanos y reflexionar sobre
los efectos de la falta de identificación partidista. Una perspectiva complementaria acerca de la adaptación
de los partidos a los cambios externos, plantea la pregunta de si estos no habrían sido simples agentes
pasivos de la transformación citada, sino impulsores de la misma. Sostienen p.e. que han sido los gobiernos
quienes aprobaron la financiación pública, el acceso a los medios de comunicación, y en la practica la menor
identificación partidista habría sido propiciada por los partidos, para evitar la presión de sus militantes y
votantes. Es decir, que al reforzar la cara del partido en los cargos públicos y el desarrollo del partido
cartel habría conseguido mayor autonomía de este modelo de organización política respecto de los
anteriores. Pero esta idea necesita verificar si la mayor autonomía de los partidos respecto de las otras
caras, no se habría visto substituida por la de los electores. Cuando los partidos no siguen los dictados de la
sociedad son desalojados del poder, como respuesta al clásico dilema democrático: gobernar siempre a
favor de la opinión pública o tratar de hacer pedagogía mediante nuevas perspectivas que modifiquen esas
referencias cuando los cambios del contexto social y político así los exijan.

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“Los partidos políticos y los sistemas de partidos”

Jordi Matas
Introducción.
En los sistemas políticos democráticos actuales, basados en el pluralismo, los partidos se han convertido en
el principal instrumento de participación política y en canales para expresar este pluralismo en las
instituciones. Son los partidos políticos los que transforman el pluralismo social en pluralismo político y los
que, por su condición de mediadores entre la sociedad civil y el Estado, tienen la obligación de procurar que
el pluralismo político esté presente en las instituciones. Los partidos políticos tienen su razón de ser en los
regímenes políticos basados en un sistema de representación. En ellos, gracias al apoyo popular en el
sufragio, los partidos pretenden obtener una representación parlamentaria suficiente para poder realizar un
proyecto político determinado, un programa político global para toda la sociedad. Por esta razón, el objetivo
principal de cualquier partido es conseguir poder político, considerándolo como un instrumento de
transformación y mejora de la sociedad. Para conseguir ese poder, los diferentes partidos deben enfrentarse
pacíficamente para obtener el apoyo social. Las elecciones ha evolucionado: por un lado se han
democratizado, y por otro han pasado de defender rígidamente ideologías a defender aspectos más
concretos “issues” que tienen menos carga ideológica.

Desde su origen en la Europa Occidental del siglo XIX hasta la actualidad, los partidos han evolucionado
paralelamente a la sociedad. Los partidos todavía siguen siendo los instrumentos principales de
representación de la voluntad política en las sociedades democráticas.

El concepto de partido político.

El concepto de partido político ha ido transformándose a medida que la sociedad evolucionaba. Al principio
los primeros teóricos insistían en sus aspectos asociativo o ideológico de los partidos (Constant, Burke, Marx)
posteriormente pasaron a señalar otros aspectos, como organizativo, el temporal, el representativo o
electoral (Duverguer, Sartori, Weber). Es difícil ofrecer una definición que pueda englobar a todos los
partidos políticos de todas las épocas y todos los países, puesto que, tanto desde el punto de vista interno
(organización, funcionamiento, estructura,…) como desde el externo (sistema político, sistema de partidos,
funciones…), los partidos han sido y siguen siendo muy heterogéneos.

Podríamos calificar de “partido político” a una asociación de individuos unida por la defensa de unos
intereses, organizada internamente mediante una estructura jerárquica, con afán de permanencia en el
tiempo y cuyo objetivo sería alcanzar el poder político, ejercerlo y llevar a cabo un programa político.

Las sociedades libres se caracterizan por la existencia de más de un partido. Un partido político es una
asociación de individuos que defienden unos intereses concretos, intereses que se enmarcan dentro de una
determinada ideología o concepción del mundo. Los partidos canalizan, y dan expresión política a los
intereses sectoriales, a las ideas y a los valores de una parte de la sociedad. Sin embargo, ello no significa
que los partidos políticos establezcan una única relación vertical con una determinada clase social o que
cada clase social cree su propio partido político. Esto era frecuente en la 1ª mitad del XX. Actualmente casi
todos los partidos son de composición plural, agregan intereses, elaboran programas políticos para el
conjunto de la sociedad e influyen más o menos en beneficio de intereses sociales concretos.

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Todo partido político tiene una organización estable que vincula la militancia de los diversos territorios
donde el partido está presente electoralmente (organización territorial) y de aquellos ámbitos sociales o
profesionales que son más relevantes para los intereses a defender (organización sectorial). Esta estructura
organizativa, implica la existencia de una red de relaciones entre cúpula y base articulada jerárquicamente,
mediante una elite dirigente reducida y de un grupo más amplio de miembros que son dirigidos.

El objetivo principal de cualquier partido político y su característica más definitoria es alcanzar el poder
político y, solo o en coalición, llevar a cabo un programa de gobierno para toda la sociedad y, al mismo
tiempo, defender los intereses que representan. Y tienen la aspiración de realizar sus fines desde la cúspide
del poder político (el parlamento o el gobierno). Este enfoque parlamentario y gubernamental de la acción
de los partidos políticos es lo que les diferencia de los grupos de presión, puesto que los grupos de presión
no ejercen directamente el poder político, sino que se limitan a influir en la adopción de decisiones por parte
de aquellos que lo ostentan. Asimismo, los grupos de presión tampoco tienen un programa global de
gobierno para toda la sociedad, sino que defienden unos intereses y elaboran unas líneas de actuación
sectoriales. Easton: Los partidos son canales de transmisión hacia los poderes públicos de las demandas de
población, mediante los cuales se decide que políticas públicas deben efectuarse para garantizar la
convivencia política de un grupo social.

El origen de los partidos políticos.

La aparición de los partidos políticos se produjo con el desarrollo del parlamentarismo y con la ampliación
del sufragio, antes no existían partidos políticos, tal y como los hemos definido hasta el siglo XIX, es decir,
hasta la transformación del Estado liberal en democracia política. Los primeros países donde se crearon
partidos políticos fueron los que tenían un sistema político liberal: algunos países europeos y EEUU. La
instauración de regímenes liberales llevó al desarrollo del parlamentarismo, es decir, la existencia de unos
representantes de la sociedad encargados de sustituirla y expresar la voluntad de toda la colectividad, así
como la vinculación entre la mayoría parlamentaria y el gobierno. En los parlamentos los representantes se
juntaron en diversos grupos (los grupos parlamentarios) bajo la dirección de líderes para actuar
conjuntamente en defensa de unos intereses determinados: regionales, profesionales, intelectuales… pero,
sobre todo, ideológicos. El proceso de creación de grupos parlamentarios fue, pues, un paso previo a la
creación de los partidos políticos. (Ing XVII Whig “libertad política y religiosa” y tories “conservadores”)

Inicialmente los representantes de la nación eran escogidos por unos determinados ciudadanos,
posteriormente el derecho de sufragio se amplió a medida que los Estados liberales se democratizaban, lo
que potenció las funciones del Parlamento y su independencia. Así, el parlamentarismo se consolidó
paralelamente al proceso de ampliación del derecho de sufragio y mediante la participación del pueblo en la
elección de sus representantes. De una competición electoral que se basaba en el enfrentamiento entre
facciones con distintos matices ideológicos se pasó a una competición electoral fundamentada en una lucha
encarnizada entre grupos con diferentes intereses políticos. Además, la ampliación del derecho de sufragio
implicó un cambio en las reglas de juego y provocó que aquellos que querían acceder por 1ª vez al
Parlamento o permanecer en él, tuvieran que organizarse y utilizar nuevas estrategias para llegar hasta los
nuevos electores y conseguir su voto. En un 1er momento, estas organizaciones (los comités electorales)
tuvieron un ámbito territorial que estaba reducido a la esfera local, pero con el tiempo su ámbito de acción
se fue extendiendo. La actuación conjunta y la interrelación entre grupos parlamentarios y comités
electorales llevaron al origen de los partidos políticos y la pérdida de influencia de las personalidades
políticas, que hasta entonces eran los únicos protagonistas de la actividad política. Aquellos que ya eran

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representantes y estaban dentro del parlamento crearon partidos desde el Parlamento (origen interno),
mientras que aquellos que nunca habían conseguido llegar al parlamento crearon partidos desde fuera
(origen externo).

4.- Las funciones de los partidos políticos.


Las principales funciones de los partidos políticos pueden sintetizarse en las siguientes (González Casanova):

a) Socialización política y creación de opinión. Los partidos políticos presentan unos determinados
programas políticos a la sociedad, que tienen mayor o menor carga ideológica y que proporcionan a los
individuos más criterios para analizar los problemas sociales y ayudan a formar opinión pública o
consolidarla. Históricamente la socialización política fue usada por partidos de izquierda que querían
cambiar el modelo de sociedad, usando canales como prensa de partido, locales (ateneos, casas del
pueblo…). Hoy en día estos canales han sido substituidos por los mass media. En la actualidad, la función de
socialización política, así como la de movilización de la sociedad, ha perdido importancia.

b) Armonización de intereses. Los programas de gobierno de los partidos políticos tmb sirven para
armonizar los intereses de los diversos sectores sociales en la medida que pretenden consolidar un
programa más homogéneo, global, amplio, para reducir la fragmentación social que puede ser causa de
ruptura o desestabilización del sistema político. Así, pasaron de defender programas sectoriales a la defensa
de valores muy generales

c) Formación de élites políticas. Los partidos políticos son la cuna de gran parte de la elite política de las
sociedades democráticas, sean las elites de los mismos partidos o las elites parlamentarias, gubernamentales
y locales. Los que pertenecen a tales elites suelen ser individuos formados o relacionados con un partido
político. Actualmente es casi imposible lograr el apoyo electoral necesario para poder ocupar un escaño sin
la ayuda de la estructura organizativa, económica y programática de un partido político.

d) Canalización de las peticiones de la población hacia los poderes. En el momento que los electores, a
través del derecho de sufragio, indican la opción política a la que prestan su apoyo, convierten los partidos
en canales de expresión política, en representantes de sus intereses y en instrumentos que sirven para
impulsar estos intereses hacia las instituciones públicas.

e) Reforzamiento y estabilización del sistema político. Todos los partidos políticos, tanto si están en el
gobierno como en la oposición, tienen la función de reforzar el sistema político, convertirlo en estable y
asegurar así, su propia continuidad. La excepción a esta regla es los denominados partidos antisistema.

5.- Tipologías de partidos.


Se han realizado muchas clasificaciones de los partidos políticos. Las que más han influido desde la
perspectiva de la ciencia política son la de Maurice Duverger y Stein Rokkan.

- Clasificación de Duverger.

Para realizar su clasificación, Duverger se ha centrado en el aspecto organizativo de los partidos y ha


efectuado una distinción entre partidos de masas y partidos de cuadros. Los partidos de cuadros o de

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notables serían aquellos que aparecieron históricamente 1º y estarían muy ligados a la actividad
parlamentaria. Puesto que cuando se formaron todavía existía el sufragio censitario y la participación en los
asuntos públicos estaba limitada, estos partidos no priorizaban el reclutamiento de militancia sino que eran
selectivos y se componían exclusivamente de personas con prestigio, recursos económicos o influencia. La
estructura organizativa de tales partidos era muy descentralizada: los notables de cada distrito tenían una
gran capacidad de maniobra y financiaban la actividad del partido en su área de influencia. Los partidos de
notables no tenían una ideología marcada, sino que defendían intereses determinados sectoriales o
personales. Con la introducción del sufragio universal y la aparición de los partidos de masas, estos partidos
tuvieron que modificar su estructura para dar cabida a unas masas que ya empezaban a ser protagonistas
del proceso político. Mantuvieron unos dirigentes que se articulaban en una red de notables, pero
empezaron a contar con el apoyo de sectores más amplios de la sociedad.

A medida que se fue ampliando el derecho de sufragio aparecieron los partidos socialistas. Los partidos
socialistas orientaron su organización hacia la participación masiva de todos aquellos sectores que hasta
entonces habían estado marginados del sistema político y que ahora tenían la posibilidad de influir en el
mismo. Este modelo de organización, abierto a la participación, es el propio de los partidos de masas. Tales
partidos reclutaban masivamente nuevos miembros, entre otras razones porque ello les permitía financiarse
mediante el sistema de cuotas de los afiliados. Ello comportó que individuos con una preparación escasa o
nula entraran en el partido, individuos que el mismo partido se encargaba de educar y reciclar políticamente.
Partidos muy cercanos ideológicamente, disciplinados, jerarquizados y centralizados, muy activos y
organizados que necesitaba de la dedicación exclusiva al partido de una parte de la militancia, lo que
comportó el nacimiento de una burocracia con tendencias oligárquicas en el seno de los mismos.

A la distinción efectuada por Duverger sería necesario añadir un nuevo tipo de partido político, definido por
Otto Kirchheimer, el denominado catch all party. Según Kirchheimer, después de la IIGM, con la aparición
del Estado de Bienestar, la reducción de las diferencias de clase, la legalización y constitucionalización de los
partidos políticos, la financiación estatal de los mismos, la aparición y desarrollo de los medios de
comunicación de masas y con el inicio de una época de desideologización y el abandono progresivo de una
lucha política de clases muy marcada, surge en la vida política este tipo de partido. El catch all party, como
su nombre indica, es un tipo de partido que tiene como finalidad conseguir el máximo nº de electores, lo que
lleva a minimizar sus rasgos ideológicos. Puesto que, desde un punto de vista ideológico, la sociedad es muy
plural, para lograr el máximo nº de votos y contar con mayor apoyo electoral, estos partidos no pueden
mantener una línea ideológica restrictiva sino que tienen que dirigirse a sectores muy amplios y diversos,
diluir tanto como les sea posible sus características ideológicas y elaborar un mensaje que pueda ser
aceptado por buena parte de la sociedad. La obsesión por el éxito electoral de estos partidos es evidente si
se considera el reforzamiento y la promoción de sus líderes, sus intentos de controlar al máximo los medios
de comunicación, su voluntad de mantener contactos con distintos grupos de presión, el modo en que
potencias su aparato propagandístico, y la elaboración de programas que son muy generales e incluso
ambiguos con el objetivo de que puedan ser interpretados satisfactoriamente por todos aquellos sectores
sociales que el partido quiere captar. Son, pues, partidos populares, generalmente grandes, que priorizan el
voto, rechazan la idea de un electorado de clase y, así, pretenden mantenerse en el poder o llegar a él.

- Clasificación de Rokkan.

Rokkan basa su tipología de los partidos en los ejes de conflicto o cleavages sociales que se producen
paralelamente al proceso de formación de los estados nacionales y a la revolución industrial. Él está

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convencido de que los grandes conflictos políticos históricos han influido en la creación de los partidos
políticos actuales. Rokkan señala 4 ejes de conflicto, los 2 primeros debidos al proceso de formación de los
Estados nacionales y los dos segundos a la revolución industrial, de los cuales seguirían 8 tipos de partido.

-El 1er eje de conflicto sería el que se produce entre el centro y la periferia, entre las elites políticas de los
nuevos Estados que quieren unificar la sociedad e imponerse a la periferia y los grupos sociales de la
periferia que quieren mantenerse fieles a sus pautas de identidad, lo que lleva a la aparición de partidos
centralistas de ámbito estatal y de partidos de ámbito territorial más reducido, con voluntad regionalista,
autonomista o independentista.

Un 2º cleavage hace referencia a las relaciones entre Iglesia y Estado, que comporta la aparición de partidos
confesionales y de partidos aconfesionales o laicos.

El 3er eje de conflicto, provocado por la industrialización, que se produce entre la ciudad y el campo que
comporta la aparición de partidos urbanos defensores del sector primario.

El 4º y último cleavage separa el trabajo asalariado y el capital con la creación de partidos defensores de los
propietarios y de partidos defensores de los trabajadores.

Estas 4 posiciones político-sociales se habrían desarrollado de forma desigual en los diversos Estados, La
cuarta sería la que más partidos habría creado a lo largo de todo el siglo XX y la que más se habría utilizado
para distinguir entre partidos de izquierda y de derecha.

Clasificación de Angelo Panebianco:


Esta tipología se basa en:

1 El Modelo originario de partido:

a) Los factores originarios de la organización y su análisis de creación del partido y su desarrollo de la


organización 3 supuestos:

-La penetración territorial: En el modelo originario de partido el centro dirige el desarrollo de la periferia y
esto favorece una organización centralizada

-La difusión territorial: el modelo originario de partido surge por “generación espontánea”, es decir, son
élites locales las que 1º forman agrupaciones locales de partidos y luego son estas las que se integran en una
organización nacional, favoreciendo la org descentralizada.

-Forma mixta: agrupaciones locales se forman autónomamente en diversas zonas del territorio nacional y
luego se unen a una org. Nacional que a su vez crearan nuevas agrupaciones locales allí donde no existan.

b) En 2º lugar, la presencia de una institución externa que patrocina creación del partido, si existe,
entonces el partido será el brazo político de esa institución. Entonces las lealtades al partido serán indirectas,
primero a la institución y después al partido.

c) En 3er lugar, el carácter carismático (si el partido lo creo un líder carismático o no)

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El concepto de institucionalización:

Los principales elementos que atienden a institucionalizar la organización son dos:

A) El desarrollo de los intereses en el mantenimiento de la organización. En la fase inicial la organización


debe distribuir “incentivos selectivos” a algunos de sus miembros lo que lleva a diseñar la selección y
reclutamiento de los dirigentes en cada nivel de la organización

b) El desarrollo y la difusión de las lealtades organizativas. Aquí la org. Distribuye “incentivos colectivos” no
sólo a miembros del partido, sino también a su electorado.

Los partidos pues, pueden diferenciase entre a los que no tienen un proceso de institucionalización y los que
no lo experimentan, que terminan desapareciendo. Pero existen diferentes grados de institucionalización:
institucionalización débil – institucionalización fuerte. Así, los partidos pueden clasificarse según el grado
de institucionalización, que depende del modelo originario y del proceso de formación del partido. Como
medir el grado de institucionalización del partido? De dos formas:

-El grado de autonomía en relación con el ambiente que rodea la organización. La org mantiene un
intercambio de recursos (RR.HH., materiales…) con su entorno, quien controla ese intercambio dispone de
autonomía. A mayor autonomía, mayor institucionalización.

-El grado de sistematización, es decir, la interdependencia entre las diversas partes de la organización.
Existirá un grado bajo de sistematización si las sub unidades internas de la org tienen mucha autonomía, lo
que permitirá que estas controlen la financiación y el intercambio con el entorno. Un mayor grado de
sistematización implica una fuerte interdependencia entre las diversas sub unidades. A mayor
sistematización, mayor homogeneidad organizativa, y a menor sistematización, mayor heterogeneidad
organizativa. Así, a una mayor sistematización comporta una institucionalización mayor. Esto baremos están
relacionados, pues si le grado de sistematización es bajo, el de autonomía tmb lo será, mientras que un alto
grado de sistematización dependerá de una mayor autonomía respecto al entorno.

Así la configuración de los partidos puede estudiarse, de acuerdo con su grado de institucionalización. Una
institucionalización fuerte tendrá un alto grado de desarrollo de la organización, mayor homogeneidad de
las subunidades organizativas, un sistema de ingresos centralizado y control del partido sobre organizaciones
externas del mismo.

Una institucionalización débil será una organización frágil y poco cohesionada, falta de interrelación,
actuación autónoma y heterogénea de las diversas subunidades organizativas, una financiación discontinua e
irregular. Una institucionalización débil tendrá élites poco cohesionadas, divididas y la presencia de grupos
internos organizados. Por el contrario, una fuerte institucionalización comportará unas élites cohesionadas
unidas y la existencia de grupos internos poco organizados.

Según Panebianco, Si el modelo originario es por penetración territorial, se tenderá hacia la


institucionalización fuerte, mientras si es por difusión se tenderá hacia una institucionalización débil. La
presencia de una org externa que patrocine el partido tenderá a una institucionalización débil, mientras que
su ausencia provoca el fenómeno contrario.

La constitucionalización de los partidos políticos.

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El proceso de constitucionalización de los partidos ha sido un largo proceso que les ha permitido salir de la
clandestinidad y ser reconocidos como pilares de los sistemas democráticos. En el 1er 1/3 del XX, había
división respecto a la necesidad de una regulación constitucional de los partidos políticos. El principal
defensor de su regulación fue el jurista austríaco Hans Kelsen, quien, además de defender la necesaria
existencia de los partidos y su centralidad en los sistemas políticos de “democracia real”, consideraba que la
falta de regulación de los mismos era un obstáculo para la democratización de los propios partidos.

No fue hasta después de la II GM, a medida que se afianzaron los sistemas democráticos, cuando la figura de
los partidos políticos empezó a ser introducida en unas constituciones discutidas y elaboradas por los
propios partidos. La racionalización del Estado, visible en las nuevas constituciones democráticas, permitió
que los partidos políticos, legitimadores de los sistemas de democracia representativa, dejasen de estar al
margen del derecho. Sobre todo, fue en aquellos países que habían tenido regímenes fascistas donde se
introdujo 1º la figura de los partidos en la Constitución, como sucedió, por ejemplo, con la constitución
italiana de 1947 y la alemana de 1949, que recogían la libertad de asociación y de creación de partidos
políticos como un elemento básico para la formación de la voluntad política. Posteriormente, el
reconocimiento constitucional de los partidos políticos se extendió al resto de constituciones europeas y se
crearía lo que se denomina un “Estado de partidos”, es decir, un nuevo Estado democrático y representativo
en el que la relación de representación basada en los partidos políticos. García Cotarelo ha analizado cómo
en los países anglosajones los partidos son dejados al amparo de las relaciones privadas libres, a excepción
de una ley que regula sus aspectos más importantes y cómo en los países de tradición jurídica basada en el
derecho romano se tiende a una mayor regulación.

En 1er lugar, las constituciones que hacen referencia a los partidos políticos, reconocen su importancia
política y social para la expresión del pluralismo político y para la formación y la manifestación de la voluntad
popular, y su carácter de instrumentos fundamentales para la actividad política (art. 6 CE). En 2º lugar,
existen constituciones que limitan la libre creación de partidos políticos, aunque sea indirectamente a través
de un régimen general de asociaciones (prohibición de crear asociaciones secretas, paramilitares o que
persigan fines o utilicen medios tipificados como delitos, art. 22 CE.) En último lugar, existen preceptos que
exigen que los partidos políticos respeten la democracia y que su funcionamiento interno sea también
democrático.

La estructura interna de los partidos políticos.

La base de cualquier partido político, como de cualquier creación humana, es el individuo. La 1ª gran
distinción se establecería entre aquellos que son miembros del partido y aquellos que no lo son. Por lo que
respecta a los miembros del partido, nos encontramos en 1er lugar con aquellos que simplemente son
afiliados, que se limitan a pagar una cuota y que no realizan ninguna o casi ninguna actividad en el seno de
la organización. En 2º lugar, nos encontramos con los militantes que, además de cotizar, realizan un trabajo
dentro del partido. Dentro del 2º grupo, Panebianco distingue “los creyentes” (guiados por el incentivo
colectivo identificados con su ideología) y los “arribistas” (buscan incentivo selectivo, poder , status interés
egoísta), y los En 3º lugar, tenemos al grupo de los permanentes, aquellos individuos que trabajan de una
manera estable en el partido y cobran un sueldo y en 4º lugar tenemos finalmente a los dirigentes del
partido, que son los responsables principales del funcionamiento del partido y actúan de un modo
tendencialmente oligárquico. Aquellos que no son miembros del partido y que, sin embargo, están situados
dentro de su esfera, pueden clasificarse de la siguiente manera: en 1er lugar, los votantes fieles, es decir, los
votantes que se limitan a votar al partido en las elecciones y que solo se sitúan en la esfera del partido en

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este tipo de actos y no mantienen relación alguna con el partido entre elección y elección; en 2º lugar, los
simpatizantes, es decir, aquellos que, además de votar al partido, defienden y en ocasiones difunden sus
postulados, participan en algunos actos públicos que organiza el partido y lo ayudan económicamente de
forma esporádica, pero sin ningún compromiso formal. El grupo de los votantes fieles es el más numeroso,
seguido por los grupos de los simpatizantes, los afiliados, los militantes y los permanentes en orden
decreciente, hasta llegar al reducido grupo de los dirigentes.

Dirigentes

Permanentes

Miembros Militantes

Afiliados

Partido

Simpatizantes

No miembros Votantes fieles

La afiliación a los partidos ha disminuido en los últimos años por varias causas: la aparición el Estado del
Bienestar, homogeneización de las condiciones sociales que han enfriado las luchas entre los partidos que
requerían muchos militantes y la participación de estos; tmb el hecho de que la principal financiación de
estos sea pública, no dependiendo de los afiliados, tmb los militantes han dejado de ser los protagonistas de
la función socializadora y de captación de votos por los partidos, debido , en parte a la aparición de los
medios de comunicación de masas y la potenciación de la figura de los líderes. La opinión pública parece
tener una visión cada vez más negativa de los partidos políticos (abusos de poder, financiación ilegal…)

Tipos de organización de base (Duverguer)

a) El comité. Consta de un nº reducido y selectivo de miembros, a q no le interesa aumentar la cantidad de


sus miembros, sino que estos sean personas con influencia. El ámbito de actuación del comité es un área
geográfica que suele coincidir con la circunscripción electoral. Su principal función es captar electores y suele
actuar sólo en periodos electorales. Se caracteriza por independencia, descentralización y poder de decisión.
Normalmente, la dirección del comité recae en los diputados, en aquellos miembros del partido que son
representantes parlamentarios. El comité es la organización de base típica de los partidos de cuadros.

b) La sección. Típica de los partidos socialistas, pero adoptada también por la mayoría de partidos de masas.
El objetivo de las secciones es reclutar el máximo nº de militantes, los cuales entran a formar parte de la
sección que les corresponde según su lugar de residencia. El ámbito de actuación de la sección es el distrito
o el municipio. La sección desarrolla una intensa actividad política. Cada sección, dado el elevado nº de
miembros que la componen, tiene una organización interna estable, a la vez, de una estructura mucho
mayor de forma piramidal, la de todo el partido. La sección no está tan descentralizada como el comité, pues
la sección depende de sus órganos superiores y se relaciona con más con las otras secciones.

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c) La célula. Prácticamente en desuso hoy en día. Organización de base propia de los partidos comunistas,
agrupa a sus afiliados según el lugar de trabajo o profesión. El objetivo de la célula no es electoral sino de
agitación, propaganda y formación política en el ámbito profesional, por lo que tiende a actuar
conjuntamente con los sindicatos.

d) La milicia. Propia de los partidos fascistas. Lo que caracteriza a la milicia es una estructura militar
absolutamente jerárquica. (Símbolos: banderas, escudos, uniformes, himnos…).Nº de individuos reducido, y
el objetivo es derribar al régimen democrático. Este tipo de organización casi ha desaparecido.

En la actualidad, los partidos políticos se estructuran mediante organizaciones de base similares al comité o
la sección, que pueden ser territoriales o sectoriales y reciben distintos nombres. Todas las organizaciones
de base presentan una interdependencia mayor o menor, están conectadas entre sí y dependen de una
estructura piramidal que está por encima de las mismas, compuesta de instancias intermedias superiores y
unos órganos decisorios o ejecutivos. Las instancias superiores intermedias situadas entre las organizaciones
de base y los órganos decisorios tienen normalmente un ámbito de actuación que se corresponde a la
circunscripción electoral o a la división administrativa estatal. Sus funciones principales son coordinar las
organizaciones de base y garantizar que éstas apliquen las decisiones tomadas por los órganos superiores.

El órgano superior de los partidos es la Asamblea General o Congreso, formado por un nº determinado de
compromisarios o delegados que representan las diversas organizaciones de base y que se reúne
periódicamente. El nº de delegados de cada organización de base que asiste a la Asamblea General o
congreso es proporcional a su nº de afiliados y los delegados son elegidos por los miembros de la
organización de base. La función principal de la Asamblea General o Congreso consiste en acordar las
directrices políticas generales del partido y elegir el órgano ejecutivo permanente del partido, que será el
órgano superior del partido entre congresos. Este órgano elige a su vez un nº más reducido de personas (los
auténticos dirigentes del partido), que tienen también funciones decisorias y ejecutivas, con la finalidad de
agilizar y aumentar la eficacia del funcionamiento cotidiano del partido.

La dirección de los partidos políticos.

La vida de los partidos depende cada vez más de lo que deciden sus órganos de dirección y no del debate y
la discusión de sus afiliados. La centralización y concentración del proceso de toma de decisiones en un
órgano director reducido y el hecho de que este proceso no se efectúe desde los niveles inferiores a los
superiores puede dar lugar a la existencia de tendencias oligárquicas y prácticas antidemocráticas, algo que
es grave si se considera que una de las funciones de los partidos políticos es la de mecanismo de
legitimación de los sistemas democráticos. En muchas ocasiones los partidos deben tomar decisiones con
urgencia, por ello los que discuten y deciden son los órganos de dirección centrales.

Existen otros motivos que dejan en 2º plano la discusión política de sus afiliados . Michels “Ley de hierro de
la Oligarquía”: Los líderes de partido se rodean de un pequeño nº de personas que le son fieles y que
constituyen una élite que decide la estrategia y la práctica del partido. Los dirigentes de los partidos suelen
ser gente preparada, los únicos que pueden dirigir el partido de manera eficaz dado que la mayoría de los
afiliados no disponen de preparación suficiente para hacerlo (incompetencia de las masas “michels”). Esto
hace necesario el liderazgo. Esta “coalición dominante” controla las relaciones del partido con su entorno,
los canales de información y comunicación de partido, financiación, reclutamiento…

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El liderazgo, la división del trabajo, la oligarquía, son fenómenos que ponen en peligro la democracia interna
de los partidos políticos. Los partidos se presentan como organizaciones aparentemente democráticas, pero
en el fondo son organizaciones con elementos “meritocráticos”. El nivel de oligarquía en los partidos
políticos no solo depende de su ideología, sino también de su tamaño. Son los partidos más grandes y con
mayor presencia en las instituciones los que tienden a otorgar un poder mayor a sus líderes y a tener un
funcionamiento interno menos democrático. En términos ideológicos, puede observarse que los partidos
conservadores son los que tienden más a las prácticas oligárquicas, mientras que los partidos de izquierda
son menos propensos a ellas o, al menos, más inclinados a desarrollarlas de un modo más encubierto.

El poder de la cúpula dirigente se intenta reforzar por medio de los congresos o asambleas, promoviendo
que se aprueben líneas de actuación definidas previamente por los líderes, procurando que salgan elegidos
delegados poco conflictivos o continuistas, o filtrando las enmiendas a los documentos redactados por la
dirección. En resumen, el control democrático en el interior de los partidos es muy escaso y los líderes tienen
un gran margen de discrecionalidad para orientar política y estratégicamente al partido sin tener que hacer
demasiadas consultas ni concesiones al conjunto de los afiliados. Incluso cuando los líderes agotan su vida
política, son ellos mismos quienes acostumbran a elegir a sus sucesores por la vía de la cooptación y no a
través de la consulta y elección por parte de las bases.

En los partidos que tienen responsabilidades de gobierno, las decisiones sobre el programa de partido se
toman lejos de los militantes; desplazándose desde las élites del partido hacia las élites de la administración.
La actuación del partido la definen los cargos políticos de dentro de la administración.

La financiación de los partidos políticos.

Los partidos políticos como cualquier asociación, necesitan recursos económicos, a medida que los partidos
fueron ganando protagonismo en el sistema político adoptaron un funcionamiento empresarial, dando
más importancia a las elecciones, marketing, propaganda política, necesitando cada vez mayores recursos.
Actualmente un partido con recursos escasos está condenado al fracaso electoral. Necesitan mantener sus
estructuras organizativas (locales, edificios, personal…). La capacidad financiera para cubrir todos esos
gastos es vital para conseguir buenos resultados electorales y alcanzar el poder político. El origen de la
financiación de los partidos puede ser privado o público. Por lo que respecta a la financiación privada, esta
se compone en 1er lugar de las cuotas que los afiliados pagan periódicamente. Actualmente, en plena crisis
de afiliación, las cuotas que pagan los afiliados son por lo general muy escasas y a menudo irregulares.

En 2º lugar, la financiación privada se compone de los donativos de los mismos afiliados o simpatizantes.
Los donativos se diferencian de las cuotas por los sujetos, puesto que éstos pueden ser personas no afiliadas
al partido o personas jurídicas; por las cuantías, puesto que son normalmente más elevadas, y por su falta de
periodicidad. Suelen ser más comunes en los partidos conservadores. Los donativos comportan el peligro de
que aquellos que los realizan puedan ejercer algún tipo de control o influencia sobre el partido, con la
consiguiente merma de su independencia. La L.O. sobre Financiación de los Partidos Políticos regula los
límites y condiciones de las donaciones.

Una 3ª vía de financiación privada son los beneficios que los partidos obtienen de la gestión de empresas o
negocios y de la explotación de su propio patrimonio. Los partidos también obtienen ingresos a través de
fiestas, loterías, sorteos, etc.

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Una última vía de financiación privada son los préstamos y créditos que los partidos obtienen de las
entidades bancarias, sobre todo en periodos previos a la celebración de elecciones. Pero la principal vía de
financiación de los partidos políticos es la pública (subvenciones estatales según resultados electorales
obtenidos a fin de financiar la campaña electoral y pagar los gastos de la actividad parlamentaria, tmb parte
del sueldo de los cargos públicos pueden convertirse en fuente de financiación del partido. Los partidarios
de la financiación pública consideran que esta garantiza la estabilidad de los partidos y el sistema político,
evita desigualdades entre las fuerzas políticas e dificulta el recurrir a métodos de financiación ilegal.

El sistema de partidos.

Existen factores que influyen en la configuración el sistema de partidos: históricos, geográficos, étnicos,
religiosos, económico, sociales, culturales, lingüísticos, ideológicos. La importancia de cada uno de los
factores puede variar de un sistema político a otro, pero la configuración definitiva depende de los filtros
jurídicos y de la normativa electoral.

Duverger intenta demostrar empíricamente como los sistemas electorales mayoritarios son disuasorios para
que los partidos minoritarios se presenten a las elecciones, en cambio los sistemas proporcionales permiten
la presencia a las elecciones de un mayor nº de partidos. Otro factor es la barrera mínima establecida o el
nº de representantes que puede elegirse en cada circunscripción (magnitud de circunscripciones). Para
confeccionar una tipología de los sistemas de partidos Duverger, que utiliza un criterio de clasificación
numérico, que diferencia entre sistemas de partido único (1), bipartidistas (2 predominantes) y
multipartidistas (+ de dos predominantes).

Una tipología de sistemas de partidos más refinada que la anterior es la formulada por Sartori:

1.- Sistemas de partido único. Sistemas de partidos en los que sólo existe un partido, que monopoliza el
poder político y no permite la existencia de otras fuerzas políticas. Los sistemas no democráticos de partido
único pueden ser más o menos represivos y, de acuerdo con su grado de represión, pueden subclasificarse.
En 1er lugar, existirían los sistemas unipartidistas totalitarios, aquellos en los que el partido que gobierna
utiliza más la represión. En 2º lugar, existirían los sistemas unipartidistas autoritarios que se caracterizan
por no tener una ideología fuerte ni un afán de penetración en todos los ámbitos públicos y privados de la
sociedad. En 3er y último lugar existirían los sistemas unipartidistas pragmáticos. En ellos, un partido poco
ideologizado y poco cohesionado, que basa su actividad política en criterios prácticos y de eficacia, se sitúa
por encima del poder político.

2.- Sistemas de partido hegemónico. Este tipo de sistema de partidos permite la existencia de otros partidos
pero no permite la competencia política. Existe un partido que tiene el monopolio del poder político y otros
partidos que, si bien son legales, no pueden alcanzarlo nunca. Los partidos periféricos o satélites sirven para
dar una imagen de pluralismo político, pero la igualdad en realidad no existe, puesto que no se dan
posibilidades de alternancia o rotación en el poder, ni puede participar en el proceso de decisión sobre las
políticas públicas, ni ejercer un control político sobre la acción de gobierno

3.- Sistemas de partido predominante. Se caracterizan por la existencia de un partido que obtiene el apoyo
de una gran mayoría de los electores, lo que le permite gobernar con mayoría absoluta, en un marco donde
se da el pluralismo político. El partido predominante puede dejar de serlo en cualquier momento, puesto
que hay competencia con el resto de partidos para el ejercicio del poder y, por consiguiente, es posible

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(aunque poco probable) que se produzca un cambio de preferencias de los electores que modifique la
mayoría parlamentaria y gubernamental.

4.- Sistemas bipartidistas. Los sistemas bipartidistas son los que se caracterizan por la existencia de 2
partidos principales (estructura bipolar), que consiguen la práctica totalidad de los escaños sumados, y por
un diferencia muy reducida en nº de escaños entre los dos. Se caracterizan por gobierno de un solo partido y
expectativas de alternancia. En los sistemas bipartidistas la competencia electoral es centrípeta, y suelen
moderar sus posturas ideológicas para captar el voto fluctuante de ciudadano medio. En sociedades con
mayor polarización ideológica el relevo de gobierno puede llevar a trastornos sociales.

5.- Sistemas de partido de pluralismo limitado o moderado. Son sistemas de partidos en los cuales el nº de
partidos importantes es, aproximadamente de 3 a 5. En los sistemas de pluralismo limitado, a diferencia de
los bipartidistas, los gobiernos acostumbran a ser de coalición, pues ninguno de los partidos consigue los
escaños necesarios para tener la mayoría absoluta. Aunque en estos sistemas suele haber gobiernos de un
solo partido, suelen ser poco estables. Suelen ser sistemas con alternancia de coaliciones y no de partidos.

6.- Sistemas de partidos de pluralismo polarizado o extremo. Existen 5, 6 o más partidos políticos
importantes y distanciados ideológicamente. Ningún partido obtiene la mayoría absoluta de escaños y la
tendencia dominante es la formación de gobiernos de coalición. Estas coaliciones, tienden a excluir a los
partidos más extremados (izq-derech) e incluir casi siempre a los más situados en el centro. Como estos
extremos nunca pueden entrar a formar parte del gobierno, suelen hacer oposiciones irresponsables. Y es
frecuente que los sistemas de pluralismo extremo cuenten con partidos antisistema. La estructura de este
tipo de sistema no es bipolar (dos partidos =dos posibles coaliciones) sino que la existencia de múltiples
partidos importantes provocan que la estructura sea multipolar. En conclusión, los sistemas de pluralismo
extremo conducen a políticas extremas y a mayor polarización de la opinión pública.

“Simpatizantes, afiliados y activistas” Alan Ware


Sección A:

Uno de los rasgos más evidentes de los partidos políticos es que actualmente, con alguna excepción,
engloban a muchos simpatizantes, en algunos partidos en calidad de afiliados y a veces como activistas;
pero, ¿por qué necesitan los partidos a los afiliados y a los activistas? Podemos adelantar varias razones, la
primera de ellas directamente relacionada con la ideología:

- Puede que una de las formas más eficaces de conseguir que se acepte una ideología sea crear un fórum en
el que aquellos que se sienten atraídos por esa ideología puedan interactuar con otros. Esto ayuda a
mantener entusiasmados a los ya convencidos porque no se sienten solos. Son también una base para el
proselitismo en el seno de una comunidad más amplia y ayuda a dar publicidad a la existencia de esa
ideología de forma que lo capten creyentes potenciales.

- En el caso de algunos partidos, las ideas políticas desarrolladas por sus fundadores incluye la necesidad de
que la gente se implique y participe en la vida política. Casi con toda seguridad, la actividad que se desarrolla
dentro del partido contribuirá a promover la participación.

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-Al margen de si el partido tiene una base ideológica o no y al margen de que ésta sea o no un aspecto
central hay varias tareas que es preciso llevar a cabo. Por ejemplo, a la hora de entrar en campaña electoral
los partidos suelen necesitar mucha gente, y entre una campaña y otra, también hay cosas que hacer. No
pueden permitirse o no está bien visto contratar gente

- El contar con simpatizantes o activistas puede ayudar al partido a auto legitimarse (no sólo a legitimar su
ideología) dentro de una comunidad más amplia. Tener simpatizantes vinculados al partido puede ser una
forma de contrarrestar el poder de los líderes “externos”. Un candidato elegido en “primarias” por los
simpatizantes en un proceso democrático puede verse de forma más positiva que otro elegido a dedo.

-Aparte de su capacidad para llevar a cabo ciertas tareas, los simpatizantes pueden aportar otro tipo de
recursos al partido, por ejemplo, dinero.

Como pueden los partidos reclutar simpatizantes, afiliados y activistas.

El politólogo francés M. Duverger distingue entre partidos de cuadros y partidos de masas.

Partidos de cuadros.

Los partidos de cuadros son agrupaciones de notables para preparar las elecciones, llevar las campañas y
mantener el contacto con los candidatos. Los partidos de cuadros son elites políticas que tienen por objeto
asegurar la elección de sus candidatos. El acceso a la elite es restringido; la entrada en el partido es un acto
personal; es estrictamente determinado por las cualidades individuales. Es un acto limitado solo a unos
cuantos y depende de una selección rígida y exclusiva. Aparte de carecer de afiliados, los partidos de cuadros
suelen tener pocos simpatizantes, en el sentido de individuos que, sin pertenecer a la elite, ayudan en las
campañas de forma regular.

Partidos de masas.

A diferencia de los partidos de cuadros, los partidos de masas intentan reclutar el mayor nº de afiliados
posible, pues son fuente de ingresos para el partido y una reserva de trabajo que se puede emplear para
realizar tareas durante las campañas y, en el caso de partidos de ideología bien definida, constituyen la base
a partir de la cual se difunde esa ideología. A cambio de sus contribuciones como afiliados, los individuos
pueden tener la esperan ejercer un cierto control (en teoría) sobre los objetivos y actividades de los partidos.
Los partidos socialistas fueron los mayores innovadores del desarrollo de los partidos de masas. Hay que
diferenciar entre “activistas” (implicados en tareas de partido) y “afiliados” (sólo pagan cuotas).

Partidos híbridos.

Los conservadores británicos son un ejemplo de “hibridación”, en el XIX el partido conservador no contaba
con afiliados, aunque ahora tiene muchos, estos no gozan de los poderes formales que gozan los afiliados de
los partidos socialistas, incluso los que representan a las asociaciones de base en la Conferencia Anual son
denominados “representantes” y no “delegados”, tienen derecho a ser oídos, pero no a decidir.

En el siglo XIX los partidos norteamericanos se ajustaban muy bien al tipo de partidos de cuadros puro
descrito por Duverger; el poder estaba concentrado en las manos de unos pocos individuos que reclutaban
gente durante las campañas para llevar a cabo las tareas necesarias. No se vieron obligados a transformarse,
debido a la inexistencia de partidos socialistas con quien competir. Sin embargo, en las primeras décadas del
XX, una serie de reformas abrió la posibilidad de que quienes estaban excluidos de la elite del partido

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lograran influir sobre ciertos aspectos de la política del partido, como la selección de los candidatos. El poder
pasaba a los posibles candidatos que eran capaces de organizar sus propias campañas tanto parar la
nominación como para las elecciones generales. Se acabaron convirtiendo en la nueva elite del partido. Por
otro lado, los procedimientos necesarios para la organización de las nominaciones hicieron posible que
aquellos que así lo deseaban participaran en los asuntos del partido. Estos individuos autoreclutados se
convirtieron en los activistas del partido. Se implicaban de forma regular en las actividades, o en las tareas a
realizar para organizar las campañas de candidatos concretos, pero no eran afiliados, por la simple razón de
que los partidos norteamericanos ni tenían ni tienen afiliados.

En los EEUU el término “activista” tiene un significado muy elástico. Puede englobar a todos aquellos que
participan en un amplio elenco de campañas a favor de los candidatos del partido, hasta a aquellos que se
centran en el trabajo de promocionar a un solo candidato. Así, un “simpatizante” del partido puede ser,
desde alguien que se limita a votar a favor de sus candidatos en las elecciones generales, hasta alguien que
está registrado como votante de ese partido y, por lo tanto, tiene derecho al voto en las primarias.

¿Por qué el reclutar participantes constituye un problema?

El problema de la acción colectiva.

Supongamos que hay un gran nº de personas, cada una de las cuales es racional y calcula hasta qué punto le
merece la pena realizar cada una de las acciones que realiza. Supongamos que existe algún tipo de política
pública, que les beneficiaría a todos y que conseguir que se pusiera en marcha requeriría la participación de
muchos de ellos en algún tipo de actividad. Participar les costará; les llevará un tiempo que podrían haber
empleado en hacer otra cosa; no participar no les cuesta nada. Al calcular cada uno de ellos si deben o no
participar, calcularán la probabilidad de que él o ella sean imprescindibles para conseguir el objetivo. Si
existe un elevado nº de participantes potenciales, la probabilidad de que alguno de ellos sea crucial es muy
pequeña. Por muy grande que sea el beneficio que obtiene esa persona, el valor de ese beneficio
descontado la probabilidad de que su contribución sea esencial será casi con toda seguridad mucho menor
que el coste de participar. Pero si todos ellos hacen sus cálculos según estas directrices, no participará
ninguno y el objetivo nunca será una realidad. Cada participante potencial tiene un incentivo para ser un
free-rider. “gorrón” (problema de Olson)

Los partidos se enfrentan al problema de conseguir que los que desean que el partido logre sus objetivos,
participen realmente y contribuyan a alcanzar esas metas. Para lograrlo un partido puede usar 3 tipos de
incentivos: materiales, solidarios y teleológicos. Los incentivos materiales y solidarios están pensados para
acabar con el problema de la acción colectiva ofreciendo al individuo incentivos selectivos para la
participación que superen a los costes que supones esa participación. Los incentivos teleológicos sólo son
eficaces para participantes potenciales que no calculan el coste de la participación o que los ignoran.

Incentivos materiales

Algunos ejemplos de incentivos materiales serían, por ejemplo: pagar a quienes realizan ciertas tareas
necesarias durante las campañas; ofrecer puestos en el gobierno a cambio de la realización de una serie de
tareas de forma habitual; ofrecer contratos públicos a cambio de aportaciones a las arcas del partido. La
base de los incentivos materiales es un intercambio explícito aunque, en ocasiones, la relación entre ambas
partes sea de subordinación para una de ellas. Tanto los partidos de masas como los de cuadros han
recurrido a los incentivos materiales de forma selectiva.

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Incentivos solidarios

Un incentivo solidario es algo más intangible que los incentivos materiales; y se puede obtener por parte de
un colectivo. Unirse a un partido porque quieres disfrutar de la compañía de otros participantes y colaborar
en las actividades que realizan, es un ejemplo de respuesta a un incentivo solidario. En el caso de un partido,
el beneficio solidario puede tener su origen en las actividades explícitamente políticas que lleva a cabo. Por
ejemplo, alguien puede disfrutar de hablar a la gente de política a lo largo del proceso de captación de votos
a favor de un candidato. Pero el beneficio puede tener una relación indirecta con las actividades de tipo
político. Un partido podría contar con amplias instalaciones recreativas (bares con bebidas gratuitas, equipos
de futbol, campamentos de verano, etc.) que pueden resultar atractivas para aquellos a los que la labor
política del partido interesa menos. El problema de los incentivos solidarios es lograr que lleven a cabo
tareas políticas aquellos que se muestran más interesados en las actividades recreativas; este tipo de gente
bien puede intentar hacer lo menos posible. Por lo tanto, un partido con un elevado nº de “afiliados
solidarios” puede seguir teniendo dificultades para movilizar a quienes trabajan en una campaña electoral.

Incentivos teleológicos

Los activistas reclutados mediante incentivos teleológicos que les ofrecen los partidos, se sienten atraídos
por su ideología o su programa en lo referente a políticas públicas. Comparten los objetivos del partido y
quieren colaborar a la obtención de estos beneficios colectivos. Estos beneficios pueden ser, por ejemplo,
una mayor seguridad económica para la clase trabajadora o asegurar el lugar de una determinada iglesia y
de sus valores en la vida de la comunidad. Tanto los partidos de masas como los partidos de cuadros han
intentado movilizar activistas a través de incentivos teleológicos.

Interacción entre diferentes incentivos

Hasta aquí hemos mostrado 2 posibles vías de superación del problema de la acción colectiva:

1. Un partido puede usar incentivos bien materiales o bien solidarios que sean lo suficientemente atractivos
como para hacer que individuos estén dispuestos a afrontar el coste que supone el participar en las
actividades del partido.

2. La información y propaganda sobre la ideología y las políticas públicas propugnadas por el partido que se
ofrece a posibles cooperantes es lo suficientemente convincente como para que una persona no se tome la
molestia de sopesar los costes de la participación.

Sin embargo, existen otras 2 formas de que el partido supere el problema del “free-rider”:

3. Puede recurrir a alguna combinación entre los dos o tres tipos de incentivos.

4. En algunas circunstancias, la utilización de un tipo de incentivo puede facilitar el desarrollo de otro tipo.
Más concretamente, una persona que acepta una ideología fuerte, puede al hacerlo identificarse con otros
compañeros y valorar la participación conjunta, facilitándose así el recurso a incentivos de tipo solidario que
ayuden a mantener la participación de ese afiliado.

Cambios en los modelos de reclutamiento.

Resulta imposible ofrecer una respuesta completa a esta pregunta, aun así, los politólogos han intentado
analizas los cambios en los modelos de reclutamiento. El más importante es el de Katz y Mair en el que

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muestra la afiliación en proporción con él % del electorado en 11 democracias europeas en dos periodos de
las décadas 60-80, de la que se pueden extraer varias conclusiones como que la afiliación a los partidos varía
entre países. En general en las últimas décadas se ha producido un descenso en el nº de afiliaciones a los
partidos políticos. La afiliación de partido, tiende a disminuir, pero pq se dan estas variaciones entre países y
pq se da este descenso en la participación en la mayoría de los partidos? Se han producido cambios en los 3
incentivos que hemos visto. Se ha dado un declive de los incentivos materiales tradicionales, así como un
descenso drástico en el papel desempeñado por los incentivos solidarios a la hora de reclutar afiliados o
activistas. Los incentivos ideológicos se han ido convirtiendo en más importantes para los partidos.

Quién está incluido y quién está excluido del activismo de los partidos.

Vamos a analizar en qué medida la clase social, la identidad étnica y el género afectan a la participación.

Clase social.

En las primeras fases de la movilización de, por ejemplo, un partido revolucionario es posible utilizar
incentivos teleológicos con muy buenos resultados a la hora de movilizar a campesinos o trabajadores
oprimidos. Cuando un partido se vea obligado a movilizar gente en la arena electoral, el impacto de clase
generado por la utilización de incentivos teleológicos es bien diferente. Cuanto más eficaces resulten ser los
incentivos teleológicos a la hora de estimular el activismo, más probable es que la clase media esté
sobrerrepresentada en un partido y la clase trabajadora infrarrepresentada. Debido a que el implicarse en
debates ideológicos y sobre políticas públicas es una actividad en la que cuentan con ventaja los que tienen
ciertas habilidades y recursos (capacidades retóricas, conocimientos sobre ideas políticas y temas públicos).
Es más probable que cuenten con este tipo de habilidades quienes tienen niveles de educación altos y no
bajos, es decir, la gente que proviene de una ambiente de clase media o que ha accedido a un tipo de
ocupación propio de las clases medias y no miembros de la clase trabajadora.

Los incentivos teleológicos se han ido convirtiendo en más importantes para los partidos. Han descendido,
tanto los incentivos solidarios como de los materiales tradicionales. Se ha incrementado el control por las
clases medias sobre las normas de activismo de los partidos. Los efectos son más evidentes en el caso de los
partidos socialistas y social-demócratas. El resultado global ha sido un incremento de la
sobrerrepresentación de las clases medias entre los activistas de los partidos políticos.

Grupos étnicos.

Son una fuente de votos potenciales extra que el partido puede movilizar. Pero estos grupos también
querrán para sí los beneficios de la afiliación a los partidos y el activismo de los que saben que disfrutan
aquellos grupos étnicos ya integrados en el partido. En relación con los incentivos solidarios esto no plantea
grandes problemas. Pero en el caso de los incentivos materiales y teleológicos, los costes pueden
desincentivar mucho una política agresiva de captación de afiliados por el partido entre los miembros de
esta nueva comunidad. En la medida en que un partido cuenta con la posibilidad de ofrecer empleos y otros
beneficios, se verá obligado a disminuir los beneficios que se ofrecen a quienes ya están en el seno del
partido, para brindárselos al grupo “nuevo”. Por lo tanto, admitir en el partido uno de estos nuevos grupos
puede incentivar una desbandada entre los grupos más veteranos que ven disminuir sus oportunidades de
recompensa. Así, lo más probable es que el partido se resista a dar mucho a los nuevos grupos hasta que
éstos no se conviertan en una fuerza importante.

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Además, en la medida en que un grupo étnico recién llegado pudiera tener sus propios puntos de vista sobre
las políticas públicas, podría resultar difícil conciliarlo con los programas políticos globales del partido. Por
ejemplo, un grupo étnico puede solicitar la relajación de los controles de inmigración de modo y manera que
sus familiares puedan entran en el país. Sin embargo, una postura de este tipo podría resultar muy
impopular para otros grupos integrados en la coalición electoral que pudieran estar más preocupados por la
competencia que generaría a la hora de buscar empleo, vivienda, etc. Una vez más, esta dinámica podría
limitar el entusiasmo del partido por favorecer el activismo de estos grupos.

Género .

Esta falta de predisposición de los partidos a abarcar a nuevos grupos étnicos es incluso más evidente en el
caso del género. A lo largo de su historia, la mayoría de los partidos han estado dominados por los hombres
y sólo muy recientemente y en algunos de ellos se ha experimentado algún cambio en este aspecto. En la
mayor parte de las democracias liberales, el derecho al voto se extendió a la mayoría de los varones adultos
mucho antes de que las mujeres obtuvieran el derecho al voto. Una vez obtenido el derecho al voto, la
posición de las mujeres en los partidos cambio bien poco. El resultado fue que aun décadas después de
conseguir el derecho al voto las mujeres tendían a seguir infrarrepresentadas en los partidos tanto como
afiliadas, como en el papel de activistas. El control masculino de los puestos de los partidos sigue siendo una
realidad hoy, incluso en el caso de aquellos partidos que se han comprometido formalmente a dar igualdad
de oportunidades a hombres y mujeres.

Un problema de representatividad.

Los afiliados y activistas de los partidos tienden a no representar correctamente a los votantes considerados
en conjunto. Pero ¿tampoco resultan representativos en lo referente a sus puntos de vista? En la medida en
que han sido movilizados a través de la ideología o los programas de los partidos, también es probable que
no resulten muy representativos tampoco en este aspecto. Y ello es así porque la mayoría de los votantes no
tiene un nivel de información política tan alto como el que tienen ellos o marcos conceptuales tan complejos
para interpretar el mundo político. Pero esto no significa que se trate de extremistas políticos.

Alternativas a la participación en los partidos.

Los incentivos teleológicos han ido cobrando una importancia en el reclutamiento de afiliados y activistas de
un partido, pero hay que preguntarse qué alternativas tienen los partidos para promocionar sus políticas. Los
partidos nunca han sido la única vía de promocionar una política específica. Las causas casi siempre han
llevado a la creación de un grupo que la promoviera, incluso cuando había ya algunos partidos que
simpatizaran con la causa en cuestión. Debemos admitir que, en algunos aspectos, los partidos y los grupos
que defienden una causa concreta pueden convertirse en rivales. Existe un límite para la cantidad de tiempo
y dinero que una persona puede dedicar a una actividad política, de forma que es posible que los partidos
pierdan parte de los recursos que hubieran obtenido de ser las cosas de otra manera.

Evidentemente, los afiliados a la mayoría de los grupos centrados en torno a una única causa, suelen tener
pocas alternativas a la entrada en uno o más de los partidos existentes. Pero en aquellos casos en que las
causas tienen un amplio alcance podría recurrirse a la estrategia alternativa de presentar a sus propios
candidatos a las elecciones y, tal vez, fundar su propio partido. Cuanto más fácil puede resultar el obtener
alguna representación en una legislatura, más atractiva puede resultar esta opción. En los últimos años han
surgido muchos partidos ecologistas como consecuencia del fracaso de los grupos preocupados por el medio

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ambiente a la hora de obtener el compromiso necesario de los partidos existentes para que apoyen su
agenda política. Así, la entrada en la política electoral de un grupo de presión no supone el alejarse del
modelo político liberal democrático.

Sección B:
Francia
De todas las viejas democracias europeas, probablemente sea Francia en la que la noción de afiliación
masiva haya ejercido menos influencia. (No hay registros públicos) .Entre los partidos franceses, sólo el P.C.,
cuyo nº de afiliados y simpatizantes ha disminuido drásticamente durante la V República, se ha preocupado
por hacerse con un grupo de afiliados a largo plazo. El resto de partidos: partidos débiles en un sistema de
competición electoral muy localizados Las mujeres seguían estando muy infrarrepresentadas en todos los
niveles de la política francesa, incluso dentro de aquellos partidos que, como el Partido Socialista, parecían
haber adquirido un compromiso con la igualdad entre los sexos. Los afiliados a los partidos en Francia
constituirían tan sólo aproximadamente el 5% del electorado. Esto situaría a Francia en uno de los niveles de
densidad más bajos de Europa. Los partidos a nivel nacional tienen unos beneficios materiales relativamente
escasos que ofrecen a sus activistas (salvo el PC 9%).

Alemania

La participación en los partidos alemanes plantea una paradoja. Por un lado, fue el PSA (Partido Socialista de
Alemania) el que, a finales del siglo XIX, marcó las pautas del desarrollo del modelo de la afiliación de masas
en Europa. El PSA atrajo afiliados por el sistema de identificarse con una ideología y también ofreciendo una
amplia gama de servicios recreativos. Por otro lado, la afiliación a los partidos en Alemania ha sido en
general muy baja. En las elecciones de 1949 los afiliados a partidos políticos eran el 13% de personas que
votarían al partido, en 1969 solo el 5% de los votantes del PSA estaban afiliados. En los años 60 ha
aumentado el nº de afiliados a los partidos, si bien sigue siendo bajo en comparación con lo que ocurre en
muchos otros países europeos. La principal razón de este crecimiento fue el cambio de política en relación al
tema de la afiliación por parte del PDC tras 1969. Al encontrarse fuera del gobierno por 1ª vez desde la
fundación de la Republica, el PDC estimó que su voz no se escuchaba en las comunidades. Consideraron que
el PSA (partido socialista de Alemania) jugaba con ventaja por tener una amplia presencia de miembros e
inició un proceso de captación de afiliados. La consecuencia fue que la afiliación al PDC se duplicó y más
durante este periodo en que pasó a la oposición (1969-1982).

No es sólo que la afiliación haya crecido en Alemania, también ha habido un cambio perceptible en el tipo de
personas que participan en la vida de los principales partidos. Los afiliados al PSA esperan actualmente tener
alguna influencia sobre el proceso político alemán, y el PDC (P demócrata cristiano) ya no es un pequeño
grupo de personas, cada uno de los cuales espera ocupar algún cargo público. Ahora se parece más al
Partido Conservador Británico por el hecho de unir a gente que tiene puntos de vista parecidos. Una de las
consecuencias de este proceso ha sido un acentuado cambio en la participación de las mujeres en la vida de
los partidos. Aunque las mujeres sigan estando infrarrepresentadas en los partidos alemanes quieren
desempeñar un papel diferente en el seno del partido al que les tocó jugar a las mujeres de los años 50.

Gran Bretaña

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GB es un ejemplo de colapso de afiliación a los partidos. La “densidad” de afiliados a los partidos a finales de
la década de 1980 (un 3,3 %) no llega al 1/3 de su nivel a principios de los años 60. G.B. ha pasado de ser un
país con un nivel medio de “densidad” de partidos a tener un nivel muy bajo de “densidad”. ¿Cómo se
explica este espectacular declive?

Uno de los factores clave fue el hecho de que tanto el Partido Conservador como el Partido Laborista
apostaron por los incentivos solidarios a la hora de reclutar afiliados. Al cambiar las oportunidades existentes
para relacionarse con otras personas y, en el caso del Partido Laborista al erosionarse su base de clase, los
partidos se convirtieron en algo mucho menos atractivo para los afiliados potenciales. El declive de los
incentivos solidarios se dio en un contexto en el que, por distintas razones, los incentivos materiales y
solidarios resultaban muy poco atractivos. Los incentivos materiales a la participación llevaban siendo
débiles en GB desde finales del XIX. En 1854 se puso en marcha un sistema meritocrático de acceso a los
cargos públicos y la corrupción electoral prácticamente fue eliminada. Para la gran, mayoría de ciudadanos
británicos el “recibir beneficios” no dependía de estar afiliado a un partido.

Por otro lado, desplegar actividades dentro del partido no era atractivo para aquellos a los que se podría
movilizar recurriendo a incentivos teleológicos. La relación entre lo que se discutía y argumentaba en los
partidos de base local y las políticas adoptadas por los partidos a nivel nacional era incluso más indirecta que
la que se daba en la mayoría de los países en los partidos de masas. El carácter centralizado y elitista de gran
parte de la toma de decisiones iba en contra de fomentar la participación en los partidos locales. Fue la
combinación de activismo teleológico con incentivos solidarios lo que mantuvo este nivel de densidad de
los partidos en la década de los 50, en los 60 lo único que les quedaba a los partidos eran los incentivos
teleológicos y a finales de los 80 el Partido laborista contaba con menos de 300000 afiliados y el
conservador con 1 millón. Las mujeres tienen pocos incentivos para unirse a instituciones que
tradicionalmente han sido dominadas por los hombres. En proporción hay más mujeres en el partido
conservador, pero en muchos casos su reclutamiento fue debido a sus incentivos solidarios.

Japón
En Japón la afiliación a los partidos ha sido mucho menos importante que en las democracias europeas. Es
posible que los cambios realizados en el sistema de partidos y la reforma del sistema electoral ofrezcan
mayores incentivos para que los partidos se reconstruyan sobre la base del activismo. En el nuevo sistema
electoral los factores que sustentan el faccionalismo de los partidos y de las organizaciones de apoyo de los
propios candidatos son más débiles de lo que eran cuando estaba en vigor el llamado sistema electoral
semiproporcional anterior a las reformas de 1993-1994.

Aun así es posible que los efectos del sistema político anterior a 1993 dominado por el PLD (Partido Liberal
Demócrata) subsistan durante los próximos años. En el seno del PLD el principal factor responsable de los
bajos niveles de afiliación ha sido el sistema de competición interna, a su vez estimulado por el sistema
electoral. Lo que se incentivaba no era que sea crearan organizaciones de partido, sino que cada candidato
al parlamento se hiciera con su propia organización, ya que tenían que competir entre sí por los votos. El
PLD ofrecía pocos incentivos teleológicos a sus posibles afiliados

La situación no era muy distinta en el PSJ (Partido Socialista japonés, actualmente Partido Social demócrata),
aunque en el caso de este partido lo que desincentivaba fuertemente la afiliación era el dominio ejercido en
su seno por los sindicatos.

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EEUU

Los Partidos Demócrata y Republicano no son partidos de masas y no cuentan con ningún tipo de sistema de
afiliación formal. Por lo tanto los politólogos no pueden medir la participación en los partidos: el registro de
las variaciones del nº de afiliados. Existen 4 épocas en la historia de los partidos norteamericanos:

1.- Finales de la década de 1780 a finales de la de 1830. Algunos historiadores norteamericanos hablan de
esta época de la “era prepartidista”. Los partidos surgidos en los años 90 del siglo XVIII eran coaliciones de
individuos localmente poderosos. El electorado al que tenían que movilizar no era demasiado numeroso y,
para hacerlo, podían confiar en la familia, los amigos y los que de alguna forma dependían de los anteriores.
Muchas de las personas que participaban en esta 1ª política de partidos lo hacían básicamente por la
existencia de incentivos materiales, pero en general, el nº de participantes era reducido.

2.- De finales de la década de 1830 a finales de la década de 1890. Esta fue la “Edad de Oro” de los partidos
en los EEUU. Fue un periodo de activismo canalizado a través de los partidos y no de las candidaturas
individuales. Hubo un incremento masivo en el tamaño del electorado en la década de 1830, y surgió un
sistema capitalista muy competitivo para movilizar a ese electorado. Esta movilización requería de los
partidos que tuvieran a su disposición un gran nº de activistas en los que se pudiera confiar para llevar a
cabo las tareas necesarias en periodos electorales. Mientras seguían debatiendo sobre sus “principios” en las
campañas electorales, reclutaban a sus activistas recurriendo a incentivos materiales y solidarios.

3.- De finales de la década de 1890 a los años 60. Esta fue una época de grandes cambios en el activismo
desplegado por los partidos políticos en los EEUU. Existen en concreto 3 factores interrelacionados que
conviene comprender para hacer un esquema de este cambio.

En 1er lugar, el nivel de competición entre los partidos descendió, de manera que a principios del siglo XX
solamente había competición en pocos de los Estados norteamericanos. Esto redujo la presión
experimentada por los partidos para que dieran alta prioridad a la movilización de activistas.

En 2º lugar, hubo una serie de reformas; en la 2ª mitad del siglo XIX los candidatos se presentaban a través
de los partidos. En la 1ª mitad del siglo XX los candidatos a los puestos más relevantes empezaron a crear sus
propias organizaciones, lo que suponía que tenían que reclutar a sus propios simpatizantes.

En 3er lugar, los progresistas introdujeron otro tipo de mecanismos pensados para erosionar los incentivos
materiales al alcance de los partidos.

El efecto de estos cambios fue el logro de un equilibrio entre los candidatos y sus partidos y la reducción del
valor de los incentivos materiales a la hora de reclutar activistas. El impacto sobre el reclutamiento de
activistas para los partidos fue más evidente a largo que a corto plazo. Los susceptibles de ser movilizados
por medio de incentivos teleológicos tendían a centrarse en lograr que salieran vencedores sus candidatos
en las primarias y no en “invadir” las organizaciones de los partidos y hacerse con ellas.

4.- De la década de 1960 a nuestros días. En los años 60 el equilibrio entre candidatos y partidos se rompió a
favor de los candidatos. El resultado fue que el partido se convirtió en una arena relativamente poco
atractiva para la participación política teleológica, y que las campañas organizadas por los candidatos y los
grupos unidos en torno a una causa fueran ganando protagonismo. Esta transformación fue por los cambios
introducidos en la tecnología, usada en campañas (TV) que hacía más fácil a los candidatos presentarse a
elecciones. En la década de los 80 los activistas de los partidos se dejaban movilizar antes por incentivos

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teleológicos que sus predecesores, los incentivos materiales mantenían su importancia en unas pocas
ciudades

“El origen de los sistemas de partidos” Klaus von Beyme


La delimitación del concepto de partido.

Los partidos son aquellas organizaciones que cumplen funciones de agregación de intereses. En sociedades
anteriores estas funciones las asumieron en parte las clases altas. Donde continúa el clientelismo
tradicional, los partidos sólo cumplen funciones secundarias, siendo las aristocracias, notables locales y
clientelas los que dominan la política. En la teoría de partidos primitiva, los grupos de interés eran calificados
negativamente como facciones. Desde Max Weber se ha venido aceptando que los partidos y los grupos de
interés cumplen funciones distintas, aunque ambos pretendan ejercer influencia sobre el poder del Estado.

La teoría moderna de los sistemas políticos da a los grupos de interés la función de la articulación de
intereses y a los partidos la agregación de intereses. Los partidos se diferencian de los grupos de interés por
que, generalmente, sólo los primeros aspiran a participar en elecciones y conquistar cargos políticos.

El director del proyecto de la mayor investigación cuantitativa en torno a los partidos políticos definió a éstos
como aquellas organizaciones “que persiguen el objetivo de colocar a destacados representantes suyos en
posiciones de gobierno”. Esta definición parece válida por lo que respecta a los EEUU, pero fuera de este
país, la diferencia entre partidos y grupos de interés no es clara. En EEUU, donde el sistema de lobbies está
muy extendido, puede suponerse que los grupos de interés no tratan de estar representados de forma
directa en el gobierno.

Siempre ha habido partidos que simultáneamente han participado en elecciones generales y han asumido la
representación de intereses particulares. A veces la dirección de un partido ha llegado a estar tan
entremezclada con la de un grupo de interés que resultaba difícil averiguar qué función era la más
importante. Otra diferencia entre partidos y grupos de interés es el hecho de que los partidos están más
orientados hacia pautas competitivas. Los grupos de interés tienen muchos destinatarios de sus actividades,
pero ninguna asociación contraria, con excepción de trabajadores y empresarios. Muchos grupos de status
son influyentes, además estos grupos se han integrado de forma corporativa en las estructuras decisorias.

Etimológicamente “partido” significa parte y apunta a que un partido democrático no puede representar a la
totalidad de la sociedad, por mucho que en su propaganda realce la idea del bien común. Los partidos como
organizaciones políticas orientadas a la conquista de votos y cargos públicos sólo pueden comprenderse
desde la perspectiva de un sistema político global. Dentro del sistema político cumplen funciones que han de
figurar en la base de cualquier estudio que no se centre exclusivamente en un aspecto concreto:

- La función de búsqueda de objetivos (ideología y programas).


- La función de articulación y agregación de intereses sociales.
- La función de movilización y socialización de los ciudadanos en el sistema, sobre todo con
ocasión de las elecciones
- La función de reclutamiento de elites y de formación de gobiernos.

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Casi todos los partidos políticos tienen su origen en un comportamiento político disidente frente al sistema
de normas y comportamientos vigentes en un momento dado, pero esta explicación del origen de los
partidos como comportamiento desviado no vale para los grupos conservadores

El surgimiento de los partidos políticos.

El concepto de las funciones de los partidos de basa, en gran medida, en una concepción determinada de su
surgimiento (enfoque evolutivo o enfoque fatalista) Tres son los enfoques teóricos, a la hora de explicar el
surgimiento de los partidos, que predominan:

1.- Las teorías institucionales veían el surgimiento de los partidos político debido, en gran parte, al
funcionamiento de las instituciones representativas. Inglaterra y los EEUU, pues sólo estos países parecían
tener un grado suficiente de continuidad respecto a la forma representativa de gobierno en cuyo
Parlamento jugase un papel independiente y poderoso frente al gobierno. Ya desde 1835, estaba asegurada
en GB la dependencia del gobierno a la confianza y apoyo del Parlamento. En el Continente, solo Bélgica ha
mantenido ininterrumpidamente desde 1831 un sistema parlamentario. En Francia, los inicios del sistema
parlamentario aparecen en la restauración y en la monarquía. Pero no hubo continuidad y, por ello, Francia
se convirtió en el principal caso desviado de todos los intentos explicativos de corte institucional, allí una
forma parlamentaria de gobierno no suponía razón suficiente para el surgimiento de un sistema de partidos,
y sólo empezó a integrarse a principios de la II República, y hasta bien entrado el XX no era posible clasificar
con exactitud a muchos diputados en sus partidos

El sistema parlamentario y el sufragio universal afectaron a la formación de las estructuras partidistas. Pero,
la influencia de ambos factores no discurre en la misma línea, pues la parlamentarización y el sufragio
universal no coincidieron en la mayoría de los países. Los grupos liberales, que ayudaron al establecimiento
del gobierno parlamentario, estaban, generalmente, en contra de la extensión del derecho de sufragio (en
GB, Bélgica, Dinamarca, Italia, Noruega), mientras que los sistemas relativamente autoritarios sin gobierno
parlamentario, introdujeron (Bismarck en Alemania) o mantuvieron (Napoleón III en Francia) por razones
demagógicas el sufragio universal. (tabla página 346). El Sistema bipartidista ingles influyó en el surgimiento
de un sistema bipartidista en el continente.

Los sistemas parlamentarios más antiguos dotados de continuidad, como GB y Bélgica, han estado, a
menudo, en la extensión del sufragio, por detrás de sistemas parlamentarios como los de Dinamarca y
Noruega y mucho más a la zaga de sistemas cesaristas, como el Imperio alemán y el 2º Imperio francés.

Las ampliaciones del derecho de sufragio facilitaron el crecimiento de algunos partidos que, como grupos de
protesta contra el sistema, surgían fuera de los parlamentos, sobre todos los partidos socialistas y los
partidos populares de signo cristiano.

2.- Las teorías de crisis sobre el surgimiento de los partidos políticos subrayaban, más que las teorías
institucionales, las fuerzas impulsoras de orden ideológico actuantes en el origen de nuevos movimientos,
mostrándose interesadas por los períodos de transformación de la historia de los partidos políticos. Así, es
posible distinguir en las democracias occidentales diversos períodos en el surgimiento de los partidos:

2.1. Surgimiento de nuevos Estados. En los procesos de formación de los Estados a partir de una escisión, en
algún caso como Bélgica, se pudo marginalizar de manera rápida a los legitimistas del Estado Panholandés.
En Irlanda e Islandia surgieron sistemas de partidos independientes de los poderes que habían dominado
anteriormente estos territorios. Sobre todo en Irlanda, el sistema de partidos es casi exclusivamente un

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producto del movimiento independentista. Los grupos integrados desde 1830 en el sistema británico de
partidos se vieron sustituidos en 1918 por el Sinn Féin, partido de carácter nacionalista revolucionario. Tras
la independencia de Irlanda, en 1922 se formaron los dos partidos principales a partir de dos alas del
descompuesto movimiento nacionalista.

En los Estados de mayores dimensiones, los movimientos de unificación nacional, han llevado a una
peligrosa acumulación de conflictos, sobre todo cuando se añadía un conflicto religioso a los conflictos
sociales. Este es el caso de Italia, en el conflicto del Papado con el Estado liberal laico y de Alemania, en el
conflicto de la minoría católica con la mayoría protestante prusiana.

2.2. Las quiebras de legitimidad, fundadas en rivalidades de orden dinástico también han afectado al sistema
de partidos de un país (en España, el conflicto entre los carlistas y los seguidores de la reina Isabel condujo a
varias guerras civiles).

2.3. Hundimientos de democracias parlamentarias por la llagada al poder por parte de sistemas fascistas o
fascistoides (Italia 1922, Alemania 1933, Austria 1935, España 1936-1939, Portugal 1926 y Grecia 1967).
Estos regímenes se han vuelto a democratizar ya sea por influencias exteriores o por presiones internas.

Pese a algunas diferencias en los detalles, es posible establecer algunos puntos en común relativos a las
nuevas democracias, tales como:

- El descrédito de la derecha tradicional.


- El intento de unificación del centro-derecha.
- La división en el seno de la izquierda entre socialistas y comunistas.

La continuidad del sistema de partidos se ha encontrado más alterada en Estados con regímenes fascistas.
Los sistemas de partidos, antes y después de la dictadura tienen poco en común, tal y como se puede
mostrar con los ejemplos de Italia, Alemania y España. Por regla general, los partidos de izquierda, los
socialistas/socialdemócratas y los comunistas, mantuvieron cierto grado de continuidad. Tras el final de la
dictadura eran más fuertes allí donde la resistencia había desarrollado una función importante. Los partidos
fascistoides surgieron bajo la capa del populismo o conservadurismo, pero en ningún lugar fueron
contemplados como posibles aliados en una coalición. Incluso en España, donde con motivo de las primeras
modificaciones de la Ley de Asociaciones, verificadas tras la muerte de Franco en 1975, se había tratado de
salvar al Movimiento como marco de integración de todos los grupos políticos, estas fuerzas no jugaron ya
ningún papel. Los partidos conservadores parecían estar desacreditados después de la caída del fascismo.
Gran parte de los conservadores se integró en los partidos democratacristianos. En España, frente a muchos
pronósticos, no surgió ningún partido democratacristiano significativo. Fue imposible integrar la tradición
cedista de Gil-Robles con los grupos católicos de izquierdas congregados en torno a Ruiz-Giménez. La harto
añeja alianza entre Iglesia y Estado en el régimen de Franco no propiciaba, precisamente, el surgimiento de
un partido de esta orientación.

3. Teorías de la modernización. Junto con la extensión del derecho de sufragio, los efectos secularizadores
e integradores del sistema educativo y el desarrollo de la urbanización han sido considerados como las más
importantes variables modernizadoras que influyen en el surgimiento de los partidos políticos. Las
correlaciones que han encontrado los estudiosos de la modernización pueden pretender validarse en el 3er
Mundo. Sociedades predominantemente agrarias como Dinamarca desarrollaron un sistema de partidos
estable. Por otra parte, países urbanizados en fechas tempranas, al menos en las principales áreas

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metropolitanas, como Francia, no han producido hasta la fecha ninguna infraestructura continuada de la
organización de los partidos políticos. (Tabla pagina351)

El grado de modernización tampoco se manifestó como una variable decisiva en países comparables. En
muchos campos Alemania ha sido siempre el caso desviado de las teorías de la modernización, puesto que
en lo que concierne a urbanización, industrialización y difusión de la educación, en general, siempre pareció
ir por delante respecto a su subdesarrollado sistema político. Las correlaciones entre variables de
modernización tampoco han contribuido mucho a explicar la diferencia entre países como Noruega y Suecia,
que estuvieron unidos hasta 1905. Noruega ya tenía en 1814 un Parlamento moderno, mientras que Suecia
más conservadora, no abolió hasta 1866 la vieja cámara estamental. Así, un país como Noruega, no muy
desarrollado en algunos sentidos, pudo convertirse en el modelo de los liberales suecos.

Más útiles parecen las tipologías que Stein Roókkan formuló y desarrolló en torno a los conflictos que
surgieron en el contexto europeo a través de diversas fases de desarrollo.

Esquema del proceso de diferenciación de los partidos políticos:

1.- Liberalismo frente al viejo régimen.

2.- Conservadores (en España liberales contra conservadores, 1802-1812).

3.- Partidos obreros contra el sistema burgués.

4.- Partidos agrarios contra el sistema industrial.

5.- Partidos regionales contra el sistema centralista.

6.- Partidos cristianos contra el sistema laico.

7.- Partidos comunistas contra la Social Democracia.

8.- Partidos fascistas contra los sistemas democráticos.

9.- Partidos de protesta de la pequeña burguesía contra el sistema burocratizante del Estado de bienestar.

10.- Movimientos ecológicos contra la sociedad de crecimiento.

Este esquema evolutivo, junto con su clasificación de los grandes conflictos, mostraría un sistema de 10
partidos en todos los países, si en todos los sitios donde surgieran estos conflictos se hubieran desarrollado
los partidos correspondientes y, estos hubieran conseguido mantenerse a lo largo de decenios. De hecho no
hay en ningún país un sistema de partidos que abarque a los 10 grupos, a no ser que se contaran también los
mini grupos fascistas y populistas de cada país. Pero aun en este caso solamente Finlandia se aproximaría al
ejemplo de un sistema decapartidista.

Los sistemas políticos reducen la complejidad de los conflictos que van surgiendo. En muchos países no
aparecieron nuevos partidos que acertaran a imponerse. Sobre todo los EEUU, donde los partidos están
poco organizados, y cuya programática estaba débilmente desarrollada, se muestran increíblemente capaces
de absorber conflictos. La historia norteamericana es un cementerio de 3ºs partidos (flash parties), en el que
solo unos pocos como “los populistas” consiguieron algo de éxito”

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En Europa pareció confirmarse la tesis de Lipset y Rokkan de la congelación de los sistemas de partidos. La
clasificación decapartita del sistema de partidos explica en virtud de qué conflictos sociales surgieron
determinados partidos. Raras veces se plantea la pregunta de por qué pese a la exigencia de algunos de
estos conflictos del esquema decapartidista no surge ningún tipo de partido en correspondencia con ellos.

Los nuevos partidos encuentran unas mayores dificultades allí donde:

1.- La identificación de los electores con los partidos políticos existentes permanece en un nivel
relativamente alto.

2.- Las experiencias traumáticas generan resistencia frente a la fragmentación de los partidos políticos,
fragmentación que se considera causante del hundimiento de un sistema democrático anterior (República
Federal de Alemania, Francia).

3.- Existe un elevado grado de unión a nivel organizativo entre partidos políticos y grupos de interés, de
manera que los partidos existentes se encuentran resguardados de la fragmentación incluso en su propio
contorno.

Finalmente, el fracaso de los nuevos partidos está condicionado por factores que residen en las mismas
circunstancias fundacionales:

1.- Concepciones integradoras demasiado amplias o demasiado estrechas.

2.- Falta de personalidades dirigentes capaces de movilizar.

3.- Falta de una infraestructura organizativa.

El exceso de movilización de pequeños grupos de activistas no ha podido mantenerse incluso entre los
partidos estudiantiles de izquierda más allá de una generación de estudiantes, sin que fuera posible
socializar de la misma manera a una 2ª generación. Es posible enumerar los factores que propician o
dificultan la aparición de nuevos partidos como respuesta a los conflictos emergentes, pero no es posible
generalizar ese catálogo de circunstancias para todas las democracias occidentales.

“La supremacía del partido en las instituciones públicas: el cambio


organizativo de los partidos en las democracias contemporáneas”
Richard S.Katz y Peter Mair

Este capítulo aborda el desarrollo de las organizaciones partidistas en las democracias del XX. Discute el
equilibrio de poder entre las que hemos denominado “caras” de la organización partidista: el partido como
organización de afiliados, el partido como organización central y el partido en las instituciones públicas.
Evaluamos el equilibrio cambiante entre estas tres “caras” en el contexto de 4 modelos de organización
partidista: el partido de elites, el partido de masas, el partido catch-all y el partido cartel. Al trazar el
equilibrio variable de poder entre las tres caras y a través de los cuatro modelos de organización partidista,

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sostenemos que la fase más reciente de su desarrollo ha provocado la supremacía del partido en las
instituciones públicas y la consiguiente “relegación” o subordinación de las otras dos caras.

Tres modelos de organización partidista.


El partido de elites.

Los primeros Parlamentos de los Estados liberales y proto-liberales del norte de Europa se componían de
representantes de las comunidades locales. La organización, en el caso de que existiera, evolucionó en 2
niveles. Si existía alguna división dentro de la comunidad, debería existir también alguna organización dentro
del distrito donde se disputaban los escaños. Desde el momento en que aparecieron pautas regulares de
conflicto dentro del Parlamento, quienes se encontraban de acuerdo entre sí, podían organizarse para
coordinar sus esfuerzos o demandas. Cuando estas 2 formas de proto organización comenzaron a
interactuar, ya se podía hablar de partidos políticos.

Dadas las restricciones del sufragio en la mayoría de las elecciones europeas con anterioridad al siglo XX, y
los restrictivos requisitos para llegar a ser miembros de los Parlamentos, los diputados de estos partidos
de elites, no fueron por lo general simples delegados de las comunidades a las que representaba, sino más
bien sus propios líderes o los agentes directos de los líderes. La verdadera organización local sólo era
necesaria ante un reto electoral, y aun así podría ser provisional; en la medida en que pueda hablarse de un
partido duradero de afiliación, éste era virtualmente indistinguible de la red personal de amigos y clientes
de los miembros o de sus representados.

El 2º aspecto clave del partido liberal de elites, junto con la alta “calidad” y el reducido nº de los miembros
afiliados al partido, es que el partido como organización de afiliados y el partido en las instituciones
públicas están tan íntimamente relacionados que era casi imposible separarlos. Además, allí donde los
cargos públicos del partido y los afiliados no eran estrictamente las mismas personas, la conexión entre los
dos se efectuaba en el nivel de la circunscripción. La esencia del partido de elites es un pequeño núcleo de
individuos con acceso personal e independiente a los recursos y con capacidad para situar a uno de los suyos
o a sus nominados como representantes en el Parlamento.

Este enfoque local conduce a una 3ª característica fundamental del partido de elites: la debilidad, si no la
ausencia de organización central de partido. Las causas de este fenómeno son muchas. La más importantes
es que los miembros del partido en las instituciones públicas pueden apoyarse en sus propios recursos o en
los recursos de los afiliados, por lo que no dependen de los recursos centrales y no necesitan someterse a
una autoridad central. Y aunque pueda crearse alguna oficina central para facilitar las tareas de coordinación
en el Parlamento, permanecerá como un servicio subordinado al partido en las instituciones públicas.

Durante el cambio de siglo surgió una versión alternativa del partido de elites en el sur de Europa. El sistema
resultante, identificado como caciquismo en España o transformismo en Italia, hacían un vergonzoso
simulacro de la competición electoral, centrada más en una corrupción sistemática que se orquestaba
desde la organización central que en las elites locales. En términos organizativos, sin embargo, los partidos
resultantes fueron bastante parecidos. El análisis de la esencia organizativa del modelo partidista de élites:
una pequeña organización de afiliados en cada circunscripción capaz de suministrarse sus propios recursos,
vinculación fuerte de carácter local entre los miembros del partido con cargo público y su partido de
afiliados; organización central débil o ausente.

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1.2. El partido de masas.


Antes incluso de la extensión del sufragio, algunas de las condiciones que favorecieron al partido de elites
en la Europa XIX comenzaron a cambiar. La ampliación del papel del gobierno y el desarrollo de las nociones
de responsabilidad gubernamental ante el Parlamento aumentaron el valor de la cohesión partidista dentro
del partido en las instituciones públicas. Aumentó también la importancia nacional de las elecciones locales,
estimulando una mayor comunicación y coordinación entre las organizaciones locales de afiliados. Pero, en
tanto, la participación en elecciones siguió estando restringida a un estrato muy reducido de la sociedad.

Con la ampliación del electorado de miles a cientos de miles de personas, los votantes se convirtieron en
un recurso político valioso, que requirió una organización más compleja. El modelo partidista de elites era
inapropiado para satisfacer los intereses cuya fuerza potencial residía en sus apoyos individuales,
especialmente de los trabajadores y de los protestantes fundamentalistas. En general, los partidos que se
desarrollaron para representar a estos grupos carecían de un partido en las instituciones públicas, dado que
habían sido excluidos de la participación electoral. Aun cuando sus organizadores principales contaran con
unos cuantos diputados, elegidos a través de alguno de los partidos “burgueses”, enseguida percibieron que
su objetivo debería consistir en la formación de organizaciones independientes que movilizaran a sus
simpatizantes, 1º para ganar el derecho al voto y para hacerse después tanto con los votos como con los
recursos necesarios para ganar elecciones en las nuevas condiciones del sufragio de masas.

Puesto que estos recursos provenían de las muchas pequeñas cantidades con las que contribuían los
ciudadanos corrientes, más que de los fondos de unos cuantos individuos adinerados o poderosos, este
esfuerzo exigía el fortalecimiento del partido como organización de afiliados. Y dado que las demandas de
los nuevos ciudadanos implicaban cambios fundamentales en la política nacional, se hicieron también
necesarias la organización y la coordinación entre circunscripciones, es decir, una potente organización
central del partido. La forma organizativa que evolucionó para responder a estas necesidades fue la del
partido de masas. La organización central del partido presta el apoyo necesario para la expansión del partido
de los afiliados y la coordinación central de sus actividades, mientras que el partido de los afiliados aportan
los recursos necesarios para la existencia y el éxito de la organización central del partido.

En la ideología y la estructura formal del partido de masas, el partido como organización central es el
agente del partido de los afiliados. Sus cargos dirigentes son elegidos como representantes de los afiliados
en los congresos del partido. Pero aunque hayan sido elegidos por los afiliados y ostenten un puesto
presumiblemente supeditado a las bases del partido, los líderes de la organización central también han
recibido un mandato para administrar, crear normas y dirigir el partido. Es precisamente esta unión la que
suscita las cuestiones que giran en torno a la democracia partidista y a la ley de hierro de la oligarquía.

A pesar de que las relaciones de poder entre el partido en la organización central y el partido de afiliados
se encuentran separadas. La organización central está formada por profesionales a tiempo completo; las
bases del partido están compuestas por voluntarios a tiempo parcial. A las personas de la organización
central se les paga para ser miembros, los afiliados han de pagar para ser miembros. Es probable que las
caras de la organización central del partido y de los afiliados estén motivadas por incentivos distintos y que
midan su éxito de diferente forma. No obstante, su relación puede ser esencialmente armónica.

El modelo del partido de masas separa las caras del partido de los afiliados y la del partido en las
instituciones públicas. Ha dejado de existir el caucus informal de unos pocos individuos: el partido de los
afiliados integra a cientos, si no a miles, de miembros. Dentro de la ideología del partido de masas, el papel

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del diputado, y por ende el partido en las instituciones públicas, se encuentra subordinado al partido como
organización de afiliados. En el partido de masas, el partido en las instituciones es un instrumento para el
logro de los objetivos de la organización partidista. Por este motivo, el partido como organización central
cumple una función adicional: la de supervisar y controlar al partido en las instituciones públicas en
nombre del partido de los afiliados. El partido de masas, declara ser el representante de un sólo segmento
de la sociedad, esto junto a la idea de que el miembro del partido en las instituciones públicas es agente del
partido, plantea esto la posibilidad de conflictos. Cada miembro del partido en las instituciones públicas
tiene 2 grupos ante los que se hace responsable (la organización del partido y el electorado en su conjunto);
dos conjuntos de incentivos y restricciones (los que surgen del deseo de mantener y reforzar una posición
dentro del partido y los que radican en la necesidad de ganar elecciones); dos fuentes de legitimación (como
agente del partido y como titular de un mandato público).

El modelo de partido de masas es el 1º distinguir las 3 caras del partido en el nivel empírico (al tener esferas
organizativas distintas y separadas, constituidas por diferentes tipos de personas, y contar con estructuras
de incentivos diferentes y potencialmente conflictivas) y no sólo en el nivel teórico o en el conceptual. Ello
implica una forma organizativa propia (sedes locales de afiliados complementadas con organizaciones
auxiliares; un congreso de representantes del partido en el que se elige una ejecutiva central, etc.), pero
además depende de un equilibrio particular entre las tres caras.

En el origen del partido de masas, el partido en la organización central, parece ser la cara dominante, pues
controla los recursos. A una vez que el partido en las instituciones acceda a los recursos del gobierno, es
probable que se pretenda obtener más independencia amenazando la condición partidista de masas del
organización. Hubo diferencias en la evolución de los partidos de masas, según distintas zonas de Europa.

1.3. El partido catch-all.

Esta alteración del equilibrio de poder en el interior de los partidos de masas es una de las causas de su
evolución hacia el modelo organizativo catch-all. Una 2ª causa es el cambio de las estructuras sociales en las
que surgieron los partidos de elites y de masas. Leer 368-369.

A finales del XX, la organización de los ciudadanos como grupos de interés afectó al funcionamiento interno
de los partidos políticos al dar a los ciudadanos canales alternativos de acceso al gobierno, y a los líderes
partidistas el acceso a recursos alternativos a los procedentes del partido de los afiliados, debilitando así la
relación entre partido en las instituciones públicas y el partido de los afiliados.

Al contrario que el modelo del partido de elites, en el que el partido en las instituciones domina claramente
y el modelo del partido de masas, en el que predomina claramente la relación entre el partido de los
afiliados y el partido en la organización central, la esencia del partido catch-all con respecto a las relaciones
entre sus 3 caras internas es el conflicto. Este conflicto se reproduce en el partido de la organización central.
Hay que conocer si el partido en la organización central es el agente del partido de los afiliados para
controlar el partido en las instituciones públicas o más bien el agente del partido en las instituciones públicas
que controla y dirige a los miembros del partido de los afiliados. Concretamente, ¿quién es el líder real del
partido, el Pte, el Secretario General, el Comité Central o el líder del grupo parlamentario? ¿Quién dirige las
negociaciones políticas o la formación del gobierno, el partido en la organización central o el partido en las
instituciones públicas? ¿En qué medida la pertenencia al comité central está controlada por miembros del
partido en la organización central? Y, en fin, ¿cuánto control ejerce el congreso del partido sobre su
programa electoral?

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Las organizaciones de partido contemporáneas.

En las organizaciones partidistas contemporáneas estos conflictos parecen haberse resuelto mediante la
supremacía del partido en las instituciones públicas, que asume una posición de privilegio dentro de la
organización partidista. En otras palabras, sugerimos que el desarrollo de las organizaciones partidista en
Europa ha traspasado el periodo catch-all y ha entrado en una nueva fase, en la que los partidos están
dominados por el partido en las instituciones públicas.

- El 1er síntoma de esta nueva pauta en el equilibrio interno de poder es la distribución de recursos
financieros dentro del partido y, sobre todo, a la distribución de las subvenciones estatales. Desde los años
60, cuando se introdujeron por 1ª vez los subsidios directos a los partidos políticos en un pequeño nº de
países, la canalización de la ayuda estatal a las organizaciones partidistas se ha convertido en una práctica
casi universal en las democracias europeas contemporáneas. En la mayoría de los países, estas subvenciones
se concedieron 1º a los grupos parlamentarios de los partidos y más tarde se dieron a la organización central
del partido. Pero actualmente el grueso de los subsidios continúa yendo al grupo parlamentario, y son pocos
los países que asignan la mayor parte de las subvenciones a la organización central del partido, “fuera”, por
lo tanto, del Parlamento.

-El 2º síntoma es que a finales de los 80 comenzó a producirse un movimiento dentro de los partidos en la
distribución de los recursos de personal. Los análisis temporales disponibles acerca de los empleados de los
partidos muestran una tendencia común entre países y entre partidos por la que el aumento del personal de
los grupos parlamentarios, y por lo tanto del partido en las instituciones públicas, superó al nº de empleados
en las sedes centrales de los partidos.

-El 3er síntoma consiste en que la mayoría de los partidos europeos occidentales relevantes y duraderos ha
disfrutado recientemente de un periodo de poder en los gobiernos nacionales, y que la mayoría de ellos está
ahora orientada hacia la ocupación de cargos públicos. En otras palabras en las democracias europeas
occidentales los partidos se limitan a esperar su turno fuera del gobierno durante un tiempo. Los que
permanecen excluidos del gobierno son un conjunto de pequeños partidos que generalmente representan
los extremos de la derecha o de la izquierda o las demandas minoritarias regionalistas o medioambientales.
En la medida que el gobierno se convierte en la experiencia habitual de los partidos más importantes, esa
situación le permitirá al partido en las instituciones públicas tener mayor status, prestigio y autonomía.

La posición política del partido en la organización central es menos importante ahora que durante la
primacía de los partidos catch-all y de los partidos de masas. El crecimiento de los recursos organizativos,
manifestado por el aumento de personal y de dinero, marca la ventaja competitiva del grupo parlamentario.
Más aún, los recursos que permanecían dentro de la sede central parecen destinarse ahora al empleo de
personal, de asesores contratados, y de expertos externos. Resulta difícil identificar el impacto electoral de
la aplicación de nuevas técnicas de campaña, estos procedimientos han substituido la influencia de las
partidos, desde los demócratas amateurs hacia los asesores profesionales., remplazo de burócratas
generalistas por profesionales especialistas para “despolitizar” la organización de partido

Recientemente ha habido un cambio importante en las organizaciones partidistas. Al consolidarse la TV y los


medios de masas como principales vías de comunicación entre los líderes de los partidos y los votantes, las
campañas de los partidos se han centralizado y “nacionalizado”, facilitando que el núcleo de los mensajes de
los partidos surja ahora directamente de una única fuente nacional. Los mensajes específicamente locales
han ido así perdiendo importancia en la campaña nacional, lo que por su parte implica que los partidos

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necesitan dedicar menos esfuerzos a la organización y movilización de sus afiliados. A medida que los
partidos aumentan su orientación externa, el papel de los profesionales que sirven al partido en la
organización central y el de quienes lo sirven en las instituciones públicas llegan a ser casi inseparables,
respondiendo ambos a las necesidades del liderazgo partidista en el Parlamento y en el gobierno.

¿Se margina al partido de los afiliados?.

Todo esto podría conducir a que los principales partidos se han transformado en meros partidos en las
instituciones públicas y que las otras dos caras del partido se están difuminando. No se trata solo de que el
partido en la organización central haya quedado eclipsado, subordinado o marginado, sino que tmb lo
mismo ha sucedido con el partido de los afiliados, al no ser posible separar las organizaciones partidistas
contemporáneas de sus dirigentes parlamentarios y gubernamentales. Los líderes se han convertido en el
partido; el partido se ha convertido en los líderes.

Hay evidencias que muestran que los miembros de los partidos tienen mayor poder. Los diferentes partidos
de cada vez más países han comenzado a abrir procedimientos de toma de decisión y los procesos de
selección de sus candidatos y líderes a sus miembros “ordinarios” a menudo por medio del voto por correo.
Y vemos una democratización interna del partido, con unos miembros ordinarios que comienzan a disfrutar
de los derechos hasta ahora preservados para las elites y los activistas del partido.

A 1ª vista y pese al privilegio del partido en las instituciones públicas, hay razones por las que los líderes de
los partidos modernos deberían mostrarse poco dispuestos a consentir la reducción del poder y el tamaño
del partido de los afiliados. A pesar del aumento de las subvenciones estatales, por ejemplo, los afiliados
continúan ofreciendo a los partidos un recurso en términos de dinero y tiempo (sobre todo en las campañas
electorales). Los afiliados son también una “fuerza de reserva “a disposición del partido para mantener su
presencia en los consejos locales, las juntas consultivas y los órganos electorales, y a través de los cuales el
partido puede ejercer influencia y beneficiarse de los mecanismos de retroalimentación. En este Los
afiliados continúan proporcionando al partido un importante mecanismo de enlace con el mundo exterior al
Parlamento. Pero hay que reconocer que esos beneficios son sustituibles e incluso prescindibles.

Si los partidos continúan necesitando de fomentar la presencia social se debe a que es un legado del pasado
y una herencia de los modelos anteriores. Los partidos cuando un partido cuenta ya con un cierto nº de
afiliados, es improbable que renuncien a ese recurso. La afiliación ya no es muy valorada, pero una tradición
de afiliación no puede rechazarse alegremente. Además, y como parte de esa herencia del pasado, los
afiliados también pueden infundir en los líderes del partido un sentimiento de legitimidad. Teniendo en
cuenta este legado, ¿cómo puede hacerse valer con éxito la supremacía del partido en las instituciones
públicas? En un 1er nivel, la respuesta procede de la marginación del partido de los afiliados por los líderes.
Al mismo tiempo, sin embargo, esta estrategia conlleva más riesgos para la cúpula del partido en términos
de pérdida de legitimidad. La estrategia preferida, consistiría en ofrecer una imagen atractiva del partido de
los afiliados antes los militantes potenciales y en restringir a la vez las posibilidades reales de influencia de
cualquier desafío que provenga desde abajo.

Hay 2 posibles maneras de desarrollar esta estrategia, y ambas son evidentes en un nº considerable de
partidos contemporáneos. En 1er lugar, el supuesto poder de las bases puede fortalecerse mediante la
democratización interna del partido, a través de la cual los miembros ordinarios adquieren una voz formal en
la selección de los candidatos y de los líderes del partido, así como en la aprobación de los programas

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políticos, y por la que los afiliados se convierten así, de facto, en un electorado de masas. Esto supone el
fortalecimiento de los afiliados

El 2º enfoque implica sólo la promoción de una “división del trabajo” más eficaz entre el partido en las
instituciones públicas, por un lado, y el partido de los afiliados, por el otro. El vínculo entre los dos niveles
quedaría restringido a la selección local de candidatos para las elecciones a los puestos nacionales. En otras
palabras, las organizaciones partidistas pueden adoptar una forma “estratárquica”, en la que niveles
diferentes y mutuamente autónomos coexistan y en la que haya un mínimo de control autorizado, bien de
abajo-arriba o bien de arriba-abajo. Reflejando el partido de los afiliados, los “partidos locales” trabajan
básicamente en el nivel local y disfrutan casi del poder exclusivo sobre las políticas, los programas y las
estrategias dentro en sus límites territoriales. El partido nacional, es dominado por el partido en las
instituciones públicas (nacionales), y es también libre de desarrollar sus propias políticas, programas y
estrategias, sin ser perturbado por las demandas del partido de los afiliados.

El cambio organizativo de los partidos: fuentes e implicaciones.


No hay una “única ni ideal” forma de organización partidista, a menudo estas se desarrollan influidas no sólo
por los contextos sociales y económicos, sino tmb por las estructuras institucionales, sus propias historias.,
aun así tienen algunos elementos comunes. Los cambios que más atención han creado han sido los
relacionados con el sistema electoral (fórmula electoral, presencia o no de voto preferencial intrapartidista)
La propia existencia de los partidos políticos modernos suele atribuirse directamente a la expansión del
sufragio El desarrollo de la prensa partidista permitió a los organizadores de los partidos comunicarse con
sus seguidores y simpatizantes , la prensa de partido potenció la importancia de los burócratas del partido,
pero con la aparición de los medios audiovisuales ha pasado lo contrario. La TV permite a los líderes del
partido, sobre todo a los que están en las instituciones públicas más tiempo de emisión y por ello más
interés periodístico, comunicarse directamente con el público sin la necesaria intervención de la
organización partidista.

Las nuevas posibilidades de comunicación directa crean la necesidad de distintos tipos y niveles de expertos
profesionales. Antes de la financiación pública muchos partidos dependían de las contribuciones voluntarias
de sus miembros, empresas y organizaciones que esperaban comprar influencia o acceso. El subsidio estatal
reduce la dependencia del partido de los contribuyentes externos y de los propios miembros de las bases
del partido, perdiendo estos últimos influencia y status dentro de la organización. Varios cambios seculares
en el entorno político tmb han forzado la adaptación del partido. Los cambios sociales han ido
acompañados de cambios políticos como el hecho de que mayores niveles educativos han contribuido a
aumentar el interés político de los ciudadanos. Los militantes son menos propensos a aceptar el papel
pasivo que los partidos de masas daban a sus militantes. La identificación partidista da un colchón de apoyo
para amortiguar fracasos electorales y son la base para las recompensas solidarias de los afiliados.

Aunque el cambio de los partidos está condicionado por la necesidad de adaptación al entorno, es necesario
efectuar, al menos, 3 matizaciones a la dicotomía simple de estímulo externo y respuesta interna.

- 1ª, algunos de los estímulos de cambio se generan internamente y, una vez que un partido comienza a
adaptarse, activan fuerzas que pueden transmitirse por toda la organización.

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-2ª, muchos de los estímulos “externos” son el resultado de las acciones del partido. P.e. Son los partidos en
el gobierno los que han votado para sí mismos los subsidios públicos, el acceso a los medios de
comunicación de masas o (de forma indirecta, a través del Estado de bienestar) .

-3ª Finalmente, y para completar el círculo, el entorno responde también a los cambios efectuados por los
partidos. Una explicación del declive de la identificación partidista, es la decisión de los partidos de
extenderse más allá de sus bases sociales tradicionales y distanciarse de quienes se identifican con él y de
sus afiliados

En muchos casos, se produce un proceso de autor refuerzo que, creemos, lleva a los partidos de la mayoría
de las democracias contemporáneas a una posición en la que el partido en las instituciones públicas se
encuentra en un indudable nivel de supremacía.

La dependencia de los partidos respecto de los subsidios estatales (un proceso que facilita la creciente
primacía del partido en las instituciones públicas) lleva a estos partidos a una relación mucho más estrecha
con el Estado. La progresiva participación de los partidos en el gobierno (un desarrollo que ha contribuido a
privilegiar al partido en las instituciones públicas) es también un punto clave del proceso de cartelización.
Más aún, el movimiento hacia la cartelización se ha reforzado a medida que los partidos en las instituciones
públicas eran empujados a adquirir mayores niveles de autonomía de los que disfrutaban con el modelo
partidista de masas, e incluso con el del partido catch-all. Finalmente, a medida que la política se convierte
en una carrera profesional y se desvanecen las diferencias sustantivas e ideológicas entre los líderes políticos
en competición (a través de un consenso voluntario o forzado), los líderes parecen asumir propósitos
comunes, dando la impresión de que cada uno de ellos parece encontrar la manera más fácil o apropiada de
llegar a acuerdos con sus enemigos antes incluso que con sus propios seguidores de base...

Conclusiones.

3 puntos concisos a modo de conclusión:

1.- Parece apropiado asociar, por un lado, el ascenso del partido en las instituciones públicas y la
cartelización de los partidos y, por el otro, el aumento durante los últimos años de los sentimientos de
desconfianza e incluso alienación con respecto a los principales partidos. Como los líderes de los partidos
son cada vez más autónomos de sus seguidores, están cada vez más ocupados consigo mismos y con su
propio mundo es inevitable percibirlos como más lejanos. Y cuando esta lejanía viene acompañada de una
percepción de fracaso en sus actuaciones puede desarrollarse un sentimiento de alienación y desconfianza.

2.-Existe ahora un área de captación potencial que puede ser explotada por los llamados “partidos anti
partido”, con frecuencia de extrema derecha, que combinan los llamamientos a los votantes alienados por
los partidos establecidos apelando a sentimientos xenófobos, racistas y esencialmente antidemocráticos.

3.- En 3er lugar, al privilegiar el partido en las instituciones públicas, los partidos se han arriesgado a ser
vistos como beneficiándose a sí mismos y, directa o indirectamente, empleando los recursos del Estado para
fortalecer sus propias posiciones en términos de subsidios, recursos humanos, patronazgo y estatus. Como el
partido de los afiliados se ha debilitado, los partidos han conseguido asegurarse su propia supervivencia
como organizaciones invadiendo en mayor o menor medida el Estado y, al hacerlo, pueden haber abonado
el terreno de su propia crisis de legitimidad popular.

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Tema 3. Grupos de interés


Resumen
Los grupos de presión e interés son actores relevantes en los sistemas políticos democráticos, integrados
por ciudadanos que se organizan de forma diversa con el objetivo de influir sobre las instituciones y poder
político, para defender sus respectivos intereses. Se identifica y analiza la evolución de los grupos más
relevantes, de sus formas de presión y de los tipos de intereses defendidos.

SÍNTESIS DEL TRABAJO DE J.MOLINS SOBRE LA TEORÍA DE LOS GRUPOS

Teoría clásica

Bentley entiende el gobierno y el proceso político como el resultado de ajuste producido por la competencia
entre los grupos. La definición del grupo se establece a partir de sus objetivos en el proceso político y
establece una ecuación entre grupo, actividad e interés. Los miembros del grupo se unen por preferencias
compartidas sobre políticas específicas, y estas preferencias se traducen en actividad.

Truman: preocupación normativa: la compatibilidad de los resultados del proceso político y el


funcionamiento de un sistema democrático. El excesivo protagonismo de algunos grupos queda suavizado
por un sistema de pesos y contrapesos existente en la propia sociedad, y que en relación a los grupos se
manifiesta en la adhesión múltiple a los grupos y en la existencia de intereses potenciales no organizados . El
surgimiento de los distintos grupos es dinámico y ante cualquier descontento provocado por la acción de
un grupo, surgirá otro alternativo que actúe de contrapeso al primero.

Bentley señala la importancia de la actividad de los grupos en el proceso político. Truman parte de una
situación más estable del proceso: los grupos sociales y económicos no tienen objetivos políticos de forma
continua y su intervención es de carácter ocasional. La teoría de Truman muestra la contribución de los
grupos al equilibrio del proceso político, en paralelo al equilibrio del conjunto del sistema político.

La teoría olsoniana y las reformulaciones de la teoría clásica

La razón de la adhesión de los individuos a los grupos que proporcionan bienes colectivos no se encuentra
en este tipo de bienes, sino en lo que Olson denomina ‘incentivos selectivos’, que se adjudican
exclusivamente a los que participan en una determinada acción colectiva. Su teoría lleva implícita la
predicción de que aquellos grupos que tengan acceso a beneficios selectivos actuarán de manera colectiva
más frecuentemente que los grupos que no dispongan de tales beneficios, también que los grupos más
reducidos y homogéneos tendrán más actividad que los grupos más numerosos.

La aportación de Moe parte del reconocimiento de que los objetivos del grupo no forman la base de la teoría
de los grupos, sino que coincide con Olson en la importancia de los incentivos en el interior de las
organizaciones. Sin embargo, dista en que considera compatible el comportamiento racional y la

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consecución de intereses comunes: nuevos valores que actúan como incentivos para la acción individual
(altruismo, seguridad, status, ideología) y tienen también un impacto en la decisión de adherirse a un grupo
y a participar. Sitúa a la teoría clásica y olsoniana en dos extremos que son incapaces de proporcionar un
entendimiento adecuado de los grupos, y propugna que los incentivos no materiales y los intereses
económicos deben integrarse para una comprensión completa.

Unos años antes, Wilson desplaza la investigación de los grupos a sus aspectos internos y muestra que,
independientemente de los objetivos explícitos que tenga, busca su supervivencia como organización. Los
incentivos los agrupa en: materiales, solidarios, específicos, solidarios colectivos e intencionados, y según
su predominio en cada organización afectarán a los objetivos y estrategias de la misma.

Estudio de McConnell. Compartiendo con los autores clásicos que el proceso de interacción de los grupos
debe ser abierto, fluido y con oportunidades para todos ellos, pero le preocupa las restricciones que existen
en la práctica. Favorecidas a veces por las propias instituciones gubernamentales y la existencia de zonas de
negociación restringidas a determinados grupos. Se establecen barreras de acceso entre grupos ya
establecidos, en detrimento del surgimiento de grupos alternativos. Su preocupación por el
comportamiento de los grupos, pero sobre todo por su éxito en cuanto impacto en políticas le lleva a insistir
en la distinción entre grupos pequeños con amplias posibilidades de influencia; y grupos más amplios,
vinculados a objetivos más generales (medio ambiente, consumidores…)

Según los teóricos de los grupos: el proceso político no es el resultado de la actividad de los grupos, ya que
son los diferentes tipos de políticas, en función de su impacto en la sociedad, lo que determina la actividad
de los diferentes grupos. Cada arena tiende a desarrollar su propia estructura política, su proceso político,
sus elites y sus relaciones de grupo.

-Las políticas distributivas, caracterizadas por beneficios individuales, dan lugar a la actuación de pequeños
grupos de forma independiente y con un bajo nivel de conflictividad.

-Las políticas reguladoras, aunque suponen tmb beneficios individuales, movilizan grupos de carácter amplio
que establecen coaliciones para conseguir un pronunciamiento favorable normalmente del poder legislativo.

-Las políticas redistributivas, provocan vencedores y perdedores, y la movilización de los grupos


representativos de sectores sociales. Su alternativa sugiere una limitación de las políticas distributivas y la
elaboración de regla que reduzcan la discrecionalidad de las instituciones gubernamentales en sus
decisiones, con la consiguiente disminución de la presión de los grupos organizados.

La teoría de los grupos debe prestar especial atención a los grupos sociales, es decir, grupos no definidos
por sus objetivos políticos. Las actividades de estos grupos deben inscribirse en un conjunto de elementos
estructurales que tienen un carácter político: normas de actuación, territorio en el que inciden, coaliciones
que establecen, posicionamiento frente a las políticas. Su análisis contribuyó a la explicación de los amplios
movimientos de protesta que tuvieron lugar en EEUU en los 60 y 70.

Más dificultad de integración de los grupos tuvieron algunos movimientos surgidos en algunos países
europeos, más interesados en provocar impacto en la opinión pública mediante el desarrollo de formas de
acción no convencionales que en influir o modificar decisiones políticas concretas

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Un nuevo escenario en la intermediación de intereses: el rol del Estado

Años 70. Se explica debido al impacto producido por la reconsideración del papel del Estado y más
ampliamente el de las relaciones entre la sociedad, los intereses y la política. Una de las mayores dificultades
de esta nueva etapa y su impacto sobre la teoría de los grupos es la ausencia de una concepción común del
Estado en las sociedades industriales avanzas y las funciones que desempeñan los grupos de interés. Esta
situación contrasta con la que se produjo con los trabajos impulsados por el comité de política comparada a
finales de los 50, en el que se partía de una concepción común del sistema político, de las funciones
necesarias para mantener su estabilidad y del rol de los grupos de interés, los partidos y el Gobierno.

Las inadaptaciones e insuficiencias de la teoría clásica de los grupos a las nuevas realidades las podemos
sintetizar siguiendo a Berger: en los siguientes aspectos:

-Aunque en las sociedades existen un nº indefinido de intereses potenciales, unos están menos
indeterminados que otros.

-Las diferentes experiencias nacionales influyen en la formación de los distintos grupos por lo que deben
superarse planteamientos a históricos anteriores.

-El papel de las instituciones y el Estado es importante en el contenido y la definición de los intereses de los
grupos, provocando el aumento de la intervención de las agencias públicas como por la respuesta que estas
provocan en los diversos sectores de la sociedad.

-Los diferentes grupos no sólo cumplen la función de formular demandas sociales sino que participan en la
adopción de decisiones y en la ejecución de las políticas.

Nordlinger (1981) se propuso recuperar el concepto de Estado y analizar su incidencia en la sociedad y en el


proceso político. Su punto de partida lo constituía el margen de autonomía del Estado en el proceso de
formación de las políticas públicas. Su centro de interés son los individuos, en la medida que solamente ellos
pueden mostrar preferencias y desarrollar acciones para realizarlas. Su conclusión es que el Estado es
autónomo al convertir sus propias preferencias en decisiones vinculantes, incluso si divergen de las que
defienden los grupos más significativos de la sociedad.

Se trataba de reconocer la diversidad de intereses y la legitimidad de los grupos, pero no sólo con la finalidad
de que fueran la base organizada y estructurada del Estado. A diferencia del modelo pluralista, la relación
fundamental no era la relación entre grupos, sino la que se establecía entre los grupos y el Estado.

Shonfield se lamentaba de las confusiones entre el corporativismo fascista y el corporativismo en los


sistemas políticos pluralistas, apuntando una definición del mismo que reflejaba los cambios que se
producían en algunos países europeos.

-Schmitter para diferenciarlo de la concepción fascista, lo denomina ‘societal’.

-Lehmbruch prefiere hablar de corporativismo pluralista o liberal. Estudia los cambios en las sociedades
capitalistas desarrolladas y la redistribución de las funciones políticas entre las sociedades capitalistas
desarrolladas y la redistribución de las funciones políticas entre los grupos de interés, los partidos políticos y
el Gobierno. Estos cambios provocan que el sistema de intermediación de carácter pluralista, de carácter
más voluntarista y fragmentario, correspondiente a un sistema económico y social ya superado. Intenta
explicar e interpretar las interacciones entre el Estado y los otros actores políticos y sociales, y su base

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empírica la forman las políticas de concertación social desarrolladas en algunos países, fundamentalmente
del norte de Europa.

Centra su análisis del corporativismo en el proceso político, y admite que los dos tipos puedan coexistir en
una determinada sociedad, constituyendo dos extremos de un continuo, centrado en el acceso y el papel de
los grupos en el proceso de decisión público. En el extremo más pluralista, la competición de los grupos es
similar a la del mercado, mientras que en el otro las distintas organizaciones han ‘capturado’ el mercado y
ejercen un monopolio. En una 1ª fase, la aplicación del paradigma corporativista se centró en el nivel macro,
aquel en el que actores relevantes lo constituían las asociaciones representativas del capital y trabajo y los
gobiernos y la plasmación de las prácticas corporativistas lo eran los acuerdos ‘tripartitos’.

Los diversos países analizados fueron clasificados en 3 niveles: fuerte, medio y débil corporativismo.

-A pesar de las diferencias entre algunos autores, existían coincidencias sobre la existencia de un modelo
ideal: Austria.

 Países de fuerte corporativismo: Austria


 Países de corporativismo medio: Países nórdicos, Holanda, Alemania y Suiza.
 En el otro extremo: EEUU y GB

A los estudios de nivel macro le siguieron otros de nivel intermedio, denominado meso-corporativismo
(Cawson), en el que el protagonismo de los actores que intervenían en el proceso de intermediación eran
asociaciones de intereses de carácter intermedio y los organismos gubernamentales de nivel ministerial o
autoridades territoriales llegaban a acuerdos de carácter social o territorial. También se aplicó la teoría al
nivel ‘micro’, en el que los actores participantes son las compañías individuales y las autoridades públicas.

-Gabriel Almond. En su participación en el debate sobre el Estado (1988) considera que la corriente
mayoritaria de la Ciencia Política norteamericana no es socio (reduccionista), sino que asume la autonomía
de las instituciones gubernamentales en el proceso de formación de las políticas públicas. En el proceso de
toma de decisiones de un determinado sistema político el poder ejecutivo, las agencias, los miembros del
poder legislativo, no son solo ‘cajas registradoras’ de un proceso que transcurre al margen de los mismos,
sino que su poder real y discrecionalidad les convierte en partes activas del mismo. Una vez superado el
pretendido socio-reduccionismo de la teoría clásica, cabe pensar que el debate sobre el ‘retorno al Estado’
ha contribuido a la renovación del viejo paradigma pluralista, adaptándolo a un nuevo escenario de las
relaciones entre los grupos, las instituciones gubernamentales y los resultados del proceso político. Aunque
como actor independiente es capaz de desarrollar preferencias autónomas con incidencia en la sociedad, su
consideración como unidad básica de análisis dificulta el punto de vista empírico, en la medida en que la
medición de su autonomía se realiza en relación a los resultados del proceso político: las políticas públicas.

Los grupos y las políticas públicas

El desarrollo del estudio de las políticas públicas puede considerarse como efecto directo del gran
crecimiento que las ciencias sociales conocieron a partir de los años 20. Hacia finales de los 40 aparecen 2
tendencias en la Ciencia Política norteamericana que ayudan a consolidar el interés de los estudiosos por las
políticas públicas.

-La 1ª, critica el planteamiento y los resultados de la disciplina oficial, considerándola alejada de los
problemas reales de los ciudadanos.

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-La otra corriente, defiende la necesidad de perseguir un conocimiento más realista y documentado de cómo
se adoptan las decisiones públicas, mediante la detección y reconstrucción de los procesos de agregación del
consenso de gestión del poder.

De estos distintos intereses analíticos se derivan las 2 grandes vías de investigación que articulan los estudios
de las políticas públicas.

-Una 1ª se caracteriza por finalidades más descriptivas, al analizar los procesos de formulación de
implementación de las actuaciones públicas en clave diagnóstico-terapéutica, con el propósito explícito de
mejorar los resultados.

-La 2ª tiende a reconstruir los productos de la acción de las diversas administraciones y ponerlos en relación
con un entorno cada vez más complejo, caracterizado por las interacciones entra aquellas y los diversos
actores sociales.

El reconocimiento de que las políticas públicas surgen por la interacción entre actores públicos y privados y
que el Estado es un actor fragmentado en relación a su formulación e implementación contribuyó a la
utilización del término redes de política y que afectan tanto a la dinámica interna de las distintas
organizaciones como a sus mecanismos de actuación. Estas redes pueden tener formas muy distintas, en
función de los distintos ámbitos donde son observadas, existe un punto de partida común que constituyen
los principales aspectos a analizar: nº de actores, estrategias y funciones que cumplen dentro de la red,
estructura y estabilidad de las relaciones entre ellos, grado de institucionalización y reglas de conducta.

La existencia de comunidades y redes de decisión plantea un problema que ya había sido objeto de
discusión: la existencia de barreras de entrada para los grupos emergentes. Los grupos que disfrutan de un
acceso privilegiado en el proceso de decisión son calificados como ya establecidos, frente a los no
establecidos Richardson y Jordan.

Grant distingue:

 Aquellos a los que les es difícil romper la relación ya establecida, bien porque sea dependiente de la
ayuda del gobierno o porque pertenezca al SP.
 Si predominan los contactos no públicos con el gobierno como estrategia negociadora
 En la medida que utilizan los medios de comunicación para reforzar sus posiciones en la negociación
con el gobierno.

En cuanto a los no establecidos distingue entre:

 Aquellos que aspiran a obtener el estatus pero no lo han conseguido, aunque han desarrollado las
habilidades y recursos necesarios.
 Aquellos que no han desarrollado las habilidades y recursos necesarios
 Aquellos que se oponen al sistema político establecido.

Una posterior revisión de la anterior clasificación sugiere diferenciar la estrategia. El elemento clave en las
relaciones entre los grupos y el gobierno la podemos situar en una relación de intercambio: el gobierno
ofrece a los grupos la oportunidad de influir en las políticas públicas, mientras que los grupos pueden ofrecer
ciertos recursos necesarios para que aquellas sean efectivas. Los recursos pueden ser informativos,
legitimadores, así como asegurar el cumplimiento de los acuerdos y la colaboración en su implementación.

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Los grupos y el análisis comparativo

A finales de los 50, se planteó la necesidad de extender este tipo de estudios a otros países. Almond en su
investigación explicaba que la función política común de todos los grupos era la de articular y transmitir
demandas en el proceso político, independientemente de los diferentes tipos de estructura de grupos
existentes en los diferentes países. El estudio comparado de los grupos no debe entenderse como la
aceptación de una explicación completa del proceso político, sino el reconocimiento de un instrumento
analítico útil para la identificación de alguno de los actores intervinientes. Debe ponerse en relación con
otras variables exógenas que caracterizan a los procesos políticos en los diferentes países.

Según Wilson (1990) algunas de estas variables deben ser incluidas en un análisis comparativo de los grupos.

-Las diferentes actitudes hacia los grupos que existen en las diferentes culturas políticas, y en particular las
provenientes del Derecho Común anglosajón respecto de las herederas del Derecho Romano. En la 1ª de los
grupos, como organizaciones de base voluntaria, no han necesitado autorizaciones específicas para su
nacimiento, mientras que en la tradición procedente del Derecho Romano la autorización de la
Administración para la formación de grupos de representación funcional ha sido una constante.

-Una 2ª diferencia es la diferente densidad asociativa de los grupos, así como la unidad o fragmentación del
sistema resultante. En algunos países se combina una alta densidad asociativa con un sistema de grupos muy
centralizado, mientras que en otros la densidad es baja y coexiste con un sistema muy fragmentado.

También hay que tener en cuenta las diferencias que el diseño y funcionamiento institucional provoca en la
actuación de los grupos. En la medida, por ejemplo, que el legislativo participa de manera central en el
proceso de decisión y por otra, la disciplina parlamentaria es débil, gran parte de la actividad de los grupos
se canaliza en esta dirección.

Algunas conclusiones
Los grupos no pueden analizarse sólo desde el punto de vista funcional, como actores que formulan
demandas: surgen en un determinado contexto, algunos desaparecen y otros se mantienen, y la transmisión
de sus preferencias no se realiza de manera neutral, sino que intervienen sus dirigentes, y en menor medida,
sus afiliados. Sus procesos internos determinan su comportamiento en el proceso político, y junto a las
demandas que realizan, deben examinarse las acciones dirigidas al mantenimiento y reforzamiento de la
organización. Los primeros análisis de grupo subestimaron el aspecto dinámico de los grupos como
organizaciones, posición que fue corregida posteriormente.

El estudio de los grupos se realizó inicialmente al margen de las instituciones.

-Para Bentley el proceso político era un proceso de ajuste entre grupos y las agencias gubernamentales eran
observadas como cualquier otro grupo interviniente.

-Truman no se aparta mucho de las posiciones de Bentley, y reconoce que las instituciones pueden facilitar
el acceso de los grupos al conjunto del proceso. Los grupos articulan las reivindicaciones y necesidades de
la sociedad y las transmiten al proceso político; el Parlamento y la burocracia las convierten en leyes y
políticas y las ponen en práctica. Esta concepción del proceso es cuestionada, sobre todo en Europa, por
aquellos que creen que las instituciones pueden desarrollar preferencias autónomas e influyen en los
resultados del proceso político.

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En la discusión sobre “el retorno del estado” se mezclan 3 niveles de análisis. El papel de la burocracia en los
procesos de decisión, la autonomía de las instituciones y agencias gubernamentales en la formulación de
objeticos y políticas y la consideración del Estado como actor unitario e independiente.

-Almond no considera viable su utilización como unidad básica de análisis.

-Lowi señala que la dificultad del planteamiento unitario del Estado provoca en el momento de medir su
grado de autonomía, fuerza o debilidad: si se realiza a partir de diferentes casos de políticas públicas, se
rompe el tratamiento unitario reivindicado en la teoría, por lo que cree difícil el análisis empírico del mismo.

-En las políticas distributivas se configuran pequeños grupos que actúan independientemente; las políticas
reguladoras movilizan grupos más amplios que los anteriores que actúan sobre la bases de coaliciones.

-En las políticas redistributivas los grupos intervinientes suelen coincidir con grupos sociales más amplios.

La teoría de los grupos puede considerarse como un conjunto de proposiciones analíticas de ‘medio alcance’
que explican el comportamiento de alguno de los actores intervinientes en el proceso político, siempre
que incluya 3 niveles de análisis: el individual para comprender las relaciones entre el individuo y el grupo;
el organizativo, que indique la distribución del poder entre sus miembros; y el funcional o sistémico, que
permite conocer su influencia en las decisiones públicas imperativas.

“Los grupos de presión” Rafael Rubio

1.- Introducción.

Sin el grupo no hay hombre, hoy en día resulta imposible concebir una sociedad moderna sin grupos que
defiendan intereses particulares. Duverger en su introducción a la Política al hablar de los grupos de
personas unidas para la defensa de un fin, dice que han existido desde siempre, y los presenta como la
institución básica, podíamos decir que natural, frente a “los partidos políticos, organizaciones propias de
un cierto tipo de régimen, en una determinada época de la historia. Por el contrario los grupos de presión se
encuentran en todos los regímenes, en todas la épocas”. Son una manifestación natural de la condición
social del hombre, la respuesta que los individuos, que viven en sociedad, buscan para poder participar en
aquellos asuntos que les incumben. Centraremos nuestro estudio en los grupos que para el cumplimiento de
sus fines, tratan de influir en los poderes públicos, a través de medios de muy diversa naturaleza.

2.- La doctrina sobre los grupos de presión.


La principal doctrina sobre los grupos de presión parlamentarios la encontramos en los EEUU a principios
del siglo XX. En 1908, Arthur Bentley elaboró un trabajo denominado “El proceso de Gobierno. Un estudio
de la “presión social”, pionero en la materia. Su publicación fue una revolución en una doctrina política que
llevaba años centrada en la estructura, organización y funcionamiento de las instituciones y las leyes. En ese
momento las organizaciones que no trabajaban insertadas en el sistema institucional no eran consideradas
como un objeto propio de estudio y Bentley justificaba así su investigación, “la sociedad en sí misma es la
complejidad de los grupos que la forman. Cuando los grupos están correctamente integrados todo está

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estabilizado, y cuando digo todo, quiero decir todo”. En el campo de la política no se puede hablar de una
escuela de los grupos de presión hasta los años 50, la que se ha llamado “edad de oro de la doctrina de los
grupos de interés”. En España hay muy pocos trabajos sobre esta materia

3.- Historia.
En el Estado moderno, el reconocimiento de la dimensión asociativa del hombre, ha dependido siempre de
su sistema político. Así en el constitucionalismo americano, el sistema político se levanta apoyado en los
movimientos asociativos, como se puede constatar el “La democracia en América” (Alexis de Tocqueville) o
en el comienzo de la Constitución norteamericana “We the people of the United States …”.

Se puede diferenciar 3 etapas históricas en la formación de los grupos: una fase inicial de:

- Representación estamental, en la que los intereses coinciden con el sistema social;

-Paréntesis liberal La representación se organiza sobre una base individual y las asociaciones son
completamente voluntarias, y, en consecuencia, fragmentarias e inestables.

-Desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, caracterizado por los partidos de masas y los grupos de
interés organizados, con diversidad de objetivos, dirigentes profesionalizados y burocracia.

Historia del interés.

La historia de los partidos y de los intereses está asociada a los comienzos de la sociedad mercantil
“burguesa” a finales del siglo XVII y a su desarrollo XVIII. La idea del interés, que era en su origen un
concepto referido a la utilidad de los príncipes y los Estados, fue evolucionando hacia los beneficios de los
súbditos. En un principio este interés privado era considerado como uno de los frutos del bien público y por
tanto necesariamente compatibles. En el pensamiento político inglés del XVIII encontramos la 1ª
elaboración científica de este concepto., Burke presenta a al partido como elemento canalizador “un cuerpo
de hombres unidos para promover mediante sus esfuerzos los intereses nacionales de acuerdo con los
principios generales compartidos con todos”. Según esta concepción los intereses son la fuente natural de
una sociedad orgánica, parte esencial del bienestar general. Este régimen político se rompería a finales del
XVIII, debido al surgimiento de nuevas ideas de interés, y la representación se justificaría sobre la base de los
derechos individuales en contra de la justificación según las necesidades colectivas. Con lo que el interés
perdió su utilidad como criterio de representación. A mediados del siglo XIX los partidos políticos se
consolidarán como organizaciones de opinión, la filosofía de los partidos de masas proponen como principio
de identificación una ideología, quedando relegados los intereses al ámbito de la sociedad civil, a través de
asociaciones situadas entre el Parlamento y los votantes de clase media. Los objetivos carecen de
especificidad porque deben formularse teniendo en cuenta a la sociedad en general. No pueden presentarse
como objetivos de un sector determinado, a no ser que se considere que los intereses de ese sector
coincidan con los de toda la sociedad. La generalización de intereses, y su consiguiente institucionalización a
través de los partidos de masas, lleva consigo:

- la politización de los intereses, y de las asociaciones que los defienden que pronto tienden a identificarse,
o a ser identificadas, con los partidos más próximos a sus objetivos.

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- la proliferación de demandas de carácter muy general, “fruto de la globalización de intereses, y la


marginalización de los intereses específicos.

- la concepción de la satisfacción de los intereses para la totalidad. La acción se lleva a cabo en nombre de
intereses generales y a largo plazo.

-La definición de los intereses en manos de las jerarquías de las instituciones aglutinadoras, y la escasa
participación de las bases.

Serán los regímenes liberales los que acabarían con la representación especial (corporativa), con la aparición
de los partidos como defensores de los intereses generales. Por eso, una vez extendidos los derechos de
asociación, empezaron a aparecer asociaciones voluntarias. Eran grupos creados a través de la libre
elección de sus miembros, que perseguían objetivos específicos y declarados por medio de la acción
colectiva. Estas asociaciones, que no podían ser consideradas todavía como grupos de intereses, pretendían
principalmente la seguridad y la ayuda mutua y promovieron formas de sociabilidad y actividades
económicas, culturales, profesionales, religiosas, caritativas… y con el tiempo se convirtieron en verdaderas
organizaciones de intereses, con una militancia extendida, un buen nº de recursos propios y una burocracia
autónoma.

A partir de ahí (finales del XIX), guerras en Europa y EEUU que incrementaron las responsabilidades
estatales, incrementos fiscales, alianzas internacionales. La protección aduanera estimuló la creación de
asociaciones. Llegada de la gran depresión de 1873 y surgimiento de las organizaciones profesionales.
Nacionalismo exacerbado que dio lugar a que otros grupos presionaban a favor de gastos militares…,
asociaciones de empresarios. A finales de los 70 las organizaciones Estatales y privadas se entrelazaban y
dio a esos grupos una representación efectiva. Las asociaciones se convirtieron rápidamente en Europa en
una expresión de liberalismo. Si a esto unimos el desencanto que siguió a la depresión del 73 (turnismo,
caciquismo, corrupción, clientelismo) entenderemos el auge que alcanzan estos grupos. La I GM ayudó a
consolidar este sistema con alta participación de asociaciones en la guerra, tras la guerra se impuso de
nuevo la política de mercado y cualquiera que tratara de conseguir el control sobre un mercado politizado
necesitaba integrar a la direccione de fuerzas económicas en papeles corporativistas, privados y públicos a
la vez. El sistema corporativista puro se mantuvo en las dictaduras Mussolini, primo de Rivera.

Tras la IIGM se produjo una polarización de los grupos de presión que llevaría a la institucionalización en los
grupos de interés. En el periodo entre guerras, alta tasa de desempleo, convirtiéndose este problema en 1ª
prioridad para gobiernos de Europa occidental. Esto tuvo doble efecto, la canalización de reivindicaciones
de la clase obrera (cohesión, capacidad de presión) para que la política de empleo fuese prioritaria para el
gobierno; así se creaba la identificación clase obrera-interés general, los trabajadores fueron aceptados
como un interés organizado con un derecho propio a hablar en nombre del bienestar general. En el otro
lado de la balanza se encontraban los representantes del capital, que se mantenían como un conjunto de
intereses independientes, sin organización, ni objetivos e intereses comunes.

Wilson realiza una división histórica, siguiendo el pensamiento de Truman según el cual “la formación de
asociaciones en la historia se ha producido en sucesivas olas”. Según Wilson se pueden encontrar 4
momentos fuertes en la creación de asociaciones en defensa de los distintos intereses:

a) La 1ª etapa se situaría entre 1830 y 1860 y durante la misma aparecen las primeras asociaciones
nacionales de la historia norteamericana.

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b) En la década de 1880 la industrialización provocará el nacimiento de toda una serie de organizaciones,


especialmente económicas, en defensa de los intereses de los empresarios y los trabajadores. Durante esta
década surge, por ejemplo, la Cruz Roja.

c) Entre 1900 y 1920 se da el 3er momento fuerte surgiendo organizaciones como la Cámara de Comercio, o
las asociaciones de granjeros.

d) La década de los 60 será el 4º momento asociativo, destacando el incremento del activismo social, entre
los grupos que se originaron en este periodo.

Wilson, encuentra unos puntos comunes en estas 4 etapas:

- La revolución de las comunicaciones, favorece la creación de asociaciones en el ámbito nacional…. El


ferrocarril, el teléfono y la tv rompen las fronteras anteriores uniendo cada vez más a los hombres, y
facilitando el intercambio de información e ideas.

- El comienzo de la regulación del mundo empresarial, a cargo de los poderes públicos.

- La división del trabajo, y la necesidad de especialización, empresarial y gubernamental.

-El aumento de la inmigración contribuyó al aumentar la diversidad de la población norteamericana.

Si aplicamos estos elementos al momento actual observaríamos asombrados como internet está
suponiendo, la mayor revolución de las comunicaciones que jamás se ha visto en la historia; la consolidación
del Estado social ha llegado a su cumbre dejando “el mundo entero” bajo la necesidad legislativa; esto
exigiría a los poderes públicos una especialización que resulta materialmente imposible: y, por último, en los
países occidentales estamos asistiendo a un aumento de la inmigración sin precedentes, que ya está
planteando sus interrogantes en países como Alemania, Francia o España. Podríamos concluir que hoy,
según la teoría de Wilson, se vuelven a dar todos los elementos necesarios para una nueva explosión del
fenómeno asociativo, y con él de los grupos de presión.

3.2. Los grupos de presión parlamentarios.

Cuenta la leyenda que las actividades de presión nacieron en un hotel de Washington, donde solían
alojarse los congresistas. Muchas de las visitas eran de personas que representaban algún tipo de interés en
los que el congresista tenía poder de decisión y de allí nació la palabra Lobby. Otros dicen que fue en los
salones situados antes de la cámara de los comunes en RU del SXVIII donde se citaba a los representantes
de los mismos intereses comerciales para conversar con los parlamentarios a fin de tener favores. El origen
de los lobbies lo encontramos en los EEUU, y se encuentra unido a los orígenes de la nación.

En 1829 los términos lobby y lobby-agent ya eran de uso común en los EEUU. Su labor se fue consolidando
aprovechando el debilitamiento del poder ejecutivo, alrededor de los pasillos de los hoteles y las oficinas del
Congreso, y pronto empezaron a practicarse una serie de actividades que los desprestigiarían desde los
orígenes: sobornos, fiestas, alcohol y mujeres, dieron lugar a que los legisladores volvieran su atención a la
actuación de estos grupos, moderando su ilegalidad, pero sin lograr situarlos en un lugar adecuado.

Con la llegada a Washington de representantes de las poderosas compañías de ferrocarril, dispuestos a


cualquier cosa para adelantarse a las compañías competidoras, surgieron, entre 1880 y 1890, un gran nº de
congresistas con participaciones en estas empresas. La opinión pública y la competencia entre los grupos

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pusieron fin a esta escala incontrolada por conseguir influencia; se moderaron las maneras, y en algunos
estados aparecieron los primeros intentos de legislación. Existe un acuerdo generalizado en situar el
nacimiento de los grupos de presión parlamentarios, como organizaciones estables en estos intentos de
presión de las compañías ferroviarias. En 1876 la Cámara de Representantes adoptó una resolución que
exigía el registro de los lobbistas en el secretariado de la Cámara, obligación que se extendió a varios estados
de la Unión. Pero la opinión general seguía estando en contra de los grupos de presión. Pronto comenzaron
las iniciativas legislativas para regular la cuestión, en 1890 se aprueba en Massachusetts la 1ª ley reguladora.

La 1ª mitad del siglo XX se convirtió, tanto en EEUU como en Inglaterra, en una sucesión de escándalos y
reacciones parlamentarias frente a los grupos de presión. La gran inestabilidad económica en el mundo tras
el crack de 1929, supuso una serie de intentos de unos y otros por obtener beneficios por parte del Estado,
que trataba de incluir en cualquiera de las leyes que desarrollaba un apartado específico destinado a
restringir las actividades de presión. En 1946 la Lobbiting Disclosure Act. Ley de EEUU dirigida a frenar las
actividades de los grupos de presión parlamentarios.

A principios de los 70 comienzan a surgir en todo el mundo una serie de intereses que van más allá de lo
empresarial, una nueva forma de presión, en asuntos como el medio ambiente, No Guerra de Vietnam,
Derechos Civiles. Hoy la consolidación de estos grupos y la relevancia que ha adquirido dentro del mundo
globalizado, han convertido a los grupos de presión en uno de los problemas básicos de la democracia.

Delimitación, definición y denominación de los grupos de presión.

Delimitación.

Nuestro estudio, dentro de las maneras distintas que tienen los ciudadanos de participar asociativamente, se
centrará en aquellas que para la consecución de sus fines optan por la opción frente a los poderes públicos y
dentro de estos aquellos que eligen como sujeto receptor de sus peticiones al Parlamento (en sus distintas
versiones: parlamentarios individuales, grupos parlamentarios o incluso partidos políticos).

Movimientos sociales.

Sartori: la distingue entre:

-Movimientos sociales. Se distinguen por ser, grupos “voluntarios por una pura y simple identificación
sociológica”. En este punto parece que lo importante es la organización, y así algunos autores sitúan la
diferencia en la espontaneidad, distinguiendo entre las acciones sociales (brotes espontáneos que tienden a
desaparecer como aparecieron); y los movimientos sociales (muy dinámicos, no institucionales, que
consiguen dar continuidad a las acciones sociales con una cierta estructura, pero sin una organización
definida, que les permita llevar a cabo acciones de presión directa, teniendo como objetivo exclusivamente
la opinión pública)

-Grupos de presión, grupos bien estructurados que cuentan con unos órganos directivos definidos, una
forma jurídica concreta y una estrategia de actuación. Es frecuente que algunas acciones sociales cuajen en
movimientos, y que estos movimientos sociales se conviertan en grupos de presión, obteniendo fuentes de
financiación y definiendo su equipo directivo y su estrategia. Como se puede ver, nos encontramos ante una

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escala en la que el escalón superior abarca siempre los escalones inferiores. Todo grupo de presión necesita
una base social que lo sustente y ésta siempre suele iniciarse en acciones sociales.

Los sindicatos.

Los grupos de presión no se pueden confundir con los sindicatos al menos en nuestro país. El papel
privilegiado que la Constitución otorga a los sindicatos en su artículo 7, convierte a estos en entidades que
gozan de un status semipúblico, que se manifiesta en su institucionalización jurídica y el status del que,
como interlocutores privilegiados, suelen gozar en los sistemas políticos continentales.

Los partidos políticos.

Tampoco cabe confundir a los grupos de presión con los partidos políticos. Los partidos ejercen una función
de integración de intereses heterogéneos frente a la homogeneidad que pudieran fomentar los grupos de
presión parlamentarios. Los grupos de presión no son partidos políticos, porque en su esencia se encuentra
el no tratarse de instituciones representativas; así como el fin de los partidos es tomar el control de las
instituciones de gobierno, a través de las elecciones, los grupos de presión renuncian a estos medios de
representación. Por eso se presentan como instituciones alternativas o complementarias.

Caucus

En EEUU existen unas de figuras, que se aproximan más a lo que podríamos considerar un grupo de presión.
Se trata de los grass root, los GOP, los Caucus y los consultores políticos.

Los Caucus son grupos informales de congresistas y senadores en defensa de unos intereses concretos.
Refuerzan estos las teorías de los que presentan la democracia norteamericana como un agregado de
intereses. Sus orígenes los encontramos en la creación en 1959 del Democratic Study Group (DSG). En los 70
se establecían alrededor de 50 nuevos grupos, en Enero de 1996, existían 129 caucus activos en el Congreso.
89 caucuses han desaparecido desde su creación. Estos grupos surgen o desaparecen con extraordinaria
facilidad. Se adaptan a las necesidades de la sociedad, o de los grupos, su flexibilidad que les permite
trabajar con mucha más celeridad que las instituciones del Congreso. Son informales, operan fuera del
congreso. Aunque no forman parte del sistema del Congreso, los Caucuses tienen su propia organización,
tienes su pte y sus viceptes, su propio equipo y sus fuentes de financiación; son organizaciones, con un nº de
miembros determinado y una actividad continua, que no termina con las sesiones del Congreso.

Para comenzar su actividad, el único requisito previo es anunciarlo en el Congreso y enviar a todos los
miembros una nota informativa (Dear Colleague), anunciando su creación, sus fines e invitando a todos a
unirse al grupo. Los Caucuses, pueden estar formados por miembros de las 2 cámaras, por representantes
de distintos estados, por miembros de los 2 partidos. Estos pueden dividirse según sus intereses en:

1.- Caucuses del partido: agrupan miembros de un solo partido (rama liberal del partido demócrata, la rama
moderada del partido republicano…)

2.- Caucus personales, que reúnen a aquellos representantes con un interés concreto en una materia
determinada, como puede ser el medio ambiente, la familia, los DH o internet

3.- Los sectoriales, que se encargarían de la defensa de los derechos de las minorías más representativas,
como pueden ser los negros, los hispanos, la mujer…

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4.- Los regionales, que aglutinan a los representantes de un grupo de Estados.

5.- Los (state/district) estatales o del distrito: se centran asuntos como la defensa de una política
determinada con una nación concreta., o de un área rural.

6.- Los industriales, son la unión de la defensa de los intereses de las distintas corporaciones y empresas. P.E.
el Caucus de los automóviles, el del acero, el textil,…

Sus actividades (que se asemejan a las que realizan los grupos de presión parlamentarios) pasan por la
obtención, análisis e intercambio de información, y su presentación ante los Comités respectivos; el influir
en la Agenda introduciendo o procurando suprimir, propuestas de ley o medidas determinadas; o el
desarrollo de nuevas propuestas de ley o de enmiendas a las existentes.

Su papel, difícil de comprender en un sistema parlamentario como el nuestro, se apoya en el sistema


norteamericano que, además desde los 70, ha experimentado una serie de reformas que han reforzado la
actuación de estos grupos. Los parlamentarios podrán obtener por sus actividades en el Caucus, información
sobre el asunto en cuestión, reconocimiento público como defensor de un asunto determinado. En Europa,
en especial en el Parlamento Europeo, en el que la variedad nacional y política facilita la negociación y el
diálogo, los llamados grupos interparlamentarios se encuentran especialmente activos, formados por
parlamentarios de distintas nacionalidades e ideologías políticas en defensa de los intereses más dispares.

Think Thank

El think thanks es una figura que importada de EEUU extendida por todo el mundo. Podríamos definir esta
figura como “organizaciones independientes que llevan a cabo investigaciones y programas educativos
para formar e influir a la clase política (y a los creadores de opinión en un amplio campo de intereses
económicos, sociales, políticos, medioambientales y de seguridad). Estas organizaciones suelen estar
formadas por intelectuales y analistas que reciben contratos o encargos, de instituciones públicas o privadas,
para analizar ideas y proyectos, y proponer formas de aplicación a las diferentes actividades
gubernamentales e industriales. Su origen es militar, su misión política y sus características principales son:

- Son permanentes, con estructura, organización y personal independiente.

- Sin responsabilidades directas de carácter gubernamental.

-Equipos formados por profesionales cualificados y de gran prestigio, con conocimiento de las realidades
políticas y gubernamentales.

-Realizan su labor de asesoramiento a través de la elaboración de numerosa documentación.

Jurídicamente gozan de un status envidiable, no sujetos a impuestos, dados los beneficios públicos que
supone su existencia. Se declaran apolíticos, pero pronto se notan sus afinidades. En España estas
instituciones suelen tener la forma jurídica de fundación y se presentan unidas a los partidos políticos, así
encontramos a la Fundación Pablo Iglesias, Fundación de Estudios Europeos, Fundación Hispanoamericana y
Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES). Su estructura las señala como un órgano más del
partido, dedicado a elaborar informes, organizar conferencias y reuniones,… preparar las bases teóricas
sobre las que fundamentar programas electorales y decisiones de gobierno. Los think tank no llevan a cabo

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actividades de presión parlamentaria, propiamente dichas, pero juegan un papel muy importante en el
desarrollo de estrategias, ya que su opinión es una de las que más se tiene en cuenta.

PAC
Los PAC (Political Action Committee), son denominados por Duverger cajas electorales. Estos comités se
forman para recaudar dinero para apoyar la nominación o la elección de personas a una función pública
electiva federal o de un Estado. En la actualidad estos grupos han pasado a ser imprescindibles para que un
candidato logre su elección. En los EEUU existen más de 5.000 PACs, y sus contribuciones rondan el 35% de
los gastos de la campaña electoral. Este fortalecimiento de los PAC los convierte en una vía de acceso ideal a
los candidatos, que cuando alcancen la meta recordaran a todos los que le han acompañado por el tortuoso
camino. De todos modos, estas contribuciones no suelen resultar decisivas ya que el volumen de
colaboraciones, el elevado nº de lobbistas, y que en ocasiones representan intereses opuestos diluyen las
posibilidades de actuación concretas.

Otros grupos
Es frecuente confundir los grupos de presión y los medios de comunicación. Si contemplamos la situación
actual de nuestro país, metido de lleno en la batalla mediática, veremos que no es sencillo distinguirlos,
porque los medios se han convertido en aglutinadores de una serie de intereses económicos, industriales,
sociales… Duverger, hace muchos años, se refería al hablar de los medios de comunicación, a los
pseudogrupos de presión, mientras que hoy contemplando la situación nos parece más propio hablar de
macrogrupos de presión, este fenómeno, que en Francia se denominó la “prensa de industria”, hoy es la
tónica general de todos los medios. Dentro de realidades similares debemos distinguir entre grupos de
interés y grupos de presión. Los grupos de interés serían todas las asociaciones de individuos con fines en
común, independientemente de los medios que lleven a cabo para lograr sus objetivos, por lo que todo
grupo de presión es un grupo de interés pero no viceversa.

Definición

Definición de Madison: “un grupo de ciudadanos, que se unen y actúan movidos por un impulso común de
interés, contrario a los derechos de los ciudadanos, a los intereses generales “, Madison define estas
asociaciones como “propias de la naturaleza del hombre”. La Lobbying Disclosure ACT de 1995, es una ley
que regula la actuación de los grupos de presión sobre el Parlamento de EEUU, y define las actividades de
presión como cualquier comunicación oral o escrita a un funcionario público:

-Elaboración, modificación o adopción de una Ley Federal

-Elaboración, modificación o adopción de un Reglamento Federal, regulación u orden.

-La administración o realización de una campaña federal o decisión política.

-Nominación o reelección de una persona para un puesto que requiere la confirmación del Senado.

La indeterminación jurídica es uno de los principales defectos para la eficacia de una ley de las muchas
definiciones existentes de grupos de presión, una de las más acertadas es la de Lucas Verdú que habla de
“cualquier formación social, permanente y organizada, que intenta, con éxito o sin él, obtener de los
poderes públicos la adopción, derogación o simplemente no adopción de medidas (legislativas,

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administrativas o judiciales) que favorezcan, o al menos no perjudiquen, sus ideas e intereses, sin que su
intento suponga una responsabilización política del grupo presionante en caso de lograr su pretensión”.

En nuestra opinión, notas principales del concepto de grupo o de actividades de presión serían:

1. Una unión de personas, organizadas.


2. Una técnica de actividades de gestión.
3. Un sujeto activo, profesional o no, y un sujeto pasivo con poder legislativo.
4. Un objeto, medidas legislativas o reglamentarias.
5. Un fin, el interés de los sujetos que forman la organización.

Y desde estas notas proponemos una definición sencilla y clara: toda unión de individuos autónoma y
organizada, que lleva a cabo acciones para influir en el poder legislativo o ejecutivo en defensa de unos
intereses comunes.

Denominación: movimientos sociales, grupos de interés, grupos de influencia, grupos de presión, lobbies,

Persiste desde mediados del XX la batalla terminológica. Dentro de la definición de partida que
comprendería movimientos sociales, se centraría este trabajo en los que dentro de este movimiento tratan
de incidir en los medios políticos para conseguir sus fines. A estos es a los que llamamos grupos de presión.
Nuestro estudio se reduce más aún para concentrarse en las acciones que estos grupos ejercen en el
Congreso de los diputados (presión legislativa o lobbying) pero que llamaremos “grupos de presión
parlamentarios”, nos referimos a los grupos que tratan de ejercer su influencia en el Congreso, dejando
fuera de nuestro estudio a los que actúan en otros campos, políticos o no.

Sartori opta por la expresión “grupos de presión”, rechazando “grupos de interés” por considerarla
redundante, ya que todo grupo que se une lo hace por un interés. En nuestra opinión la palabra interés,
“provecho, utilidad, ganancia”, tiene en la actualidad, al menos en España, una connotación claramente
negativa, y así reduce mucho el campo de acción de estos grupos impregnándolos, al menos por su
terminología, de un tinte exclusivamente económico. Meynaud y Linares “todos los grupos son grupos de
interés, pero no todos los grupos de interés son grupos de presión” para ellos:

-Grupos de interés: conjunto de individuos que basándose en una comunidad de actitudes, expresan
reivindicaciones, pretensiones que afectan de manera directa o indirecta a otros actores de la vida social.

-Grupos de presión: son los grupos de interés en que los responsables utilizan la acción sobre el gobierno
para hacer triunfar sus aspiraciones y reivindicaciones.

Así, todo grupo que realiza acciones directas o indirectas para influir sobre el poder político puede ser
denominado grupo de presión.

Finer define “presión”: “fuerza o coacción que se hace sobre una persona o colectividad”, según Finer, “la
presión estará en función de la aplicación o amenaza de aplicar una sanción, la mayoría de grupos se limitan,
simplemente a pedir o exponer un caso, razonan o argumentan, pero no amenazan” Si esto supusiera fuerza
o coacción supondría en España un delito penal contra las instituciones del Estado, tipificado en el artículo
495 del Código Penal: “los que sin alzarse públicamente, portando armas u otros instrumentos peligrosos,

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intentaren penetrar en las sedes del Congreso o Senado para presentaren persona o colectivamente
peticiones a los mismos, incurrirán en pena de prisión de 3 a 5 años”

Los hispanohablantes optan por el término “lobby”, aportando algunos nuevos argumentos en su esfuerzo
por distinguirlo de la denominación “grupos de presión”. Jordi Xifra, explica que “un lobby es una agencia o
despacho dedicada al ejercicio profesional del lobbying en representación de las organizaciones que soliciten
sus servicios a cambio de una remuneración económica, no es un grupo de presión.

Como conclusión, podemos resumir que vamos a estudiar los grupos de presión parlamentarios, que
consideramos como tal a toda unión de individuos autónomos y organizados que lleva a cabo acciones para
influir en el poder legislativo en defensa de unos intereses comunes.

5.- Elementos principales de los grupos de presión parlamentarios

5 elementos principales que definen los grupos de presión: la unión, los intereses comunes, la organización,
su acción política y su carácter autónomo.

A) Unión

Entre los grupos de presión, encontramos todo tipo de uniones de personas, asociaciones o empresas, que
presentarán diferentes configuraciones jurídicas. Al hablar de grupos de presión parlamentarios
encontramos organizaciones no gubernamentales, empresas, grandes corporaciones, asociaciones de
distinto tipo, vecinos, consumidores,… Habitualmente estos grupos están formados por particulares, pero en
los últimos años se ha formado una nueva unión, la unión de organizaciones.

B) Intereses

Para establecer la definición de los grupos de presión parlamentarios, nos referiremos a la defensa de unos
intereses comunes. Esta defensa de intereses exige 2 fases, la 1ª que consistiría en poner de acuerdo a
personas que tienen un interés común, (agregación de intereses), y la 2ª, denominada articulación de
intereses, y que consistiría, en la decisión y realización de distintas actividades para llevar a cabo ese fin.
Estos intereses vienen determinados por lo que en EEUU se conoce como “Agenda”=donde aparecen los
asuntos políticos, el orden y prioridad de estos asuntos. Si analizamos los fines de estos grupos, llegamos a la
conclusión de que esta búsqueda del propio interés no tiene por qué producir beneficios al sistema (función
subsistemica) Por ello los grupos de presión parlamentarios para legitimar su existencia se verían obligados
a realizar alguna función de beneficio del sistema o interés general (relación beneficiosa de intercambio).

La base sobre de la actividad de presión es que buscará siempre satisfacer los intereses de los particulares
que la ejercen pero siempre con la función básica de no contrariar el interés general.

C) Organizados

Podríamos definir “organización” como instrumento para canalizar, regularizar y concentrar la participación”
En su origen los grupos de presión parlamentarios fueron grupos de tamaño reducido, cuyos miembros
mantenían un contacto permanente, llegando incluso a conocerse personalmente. Hoy los grupos han
crecido y, para su funcionamiento, es necesaria una estructura formal, una forma jurídica, una clara
definición de sus reglas e intereses, que suele venir dada en los estatutos, un sistema para conseguir
recursos que permitan su funcionamiento, una historia, unas reglas de comportamiento y, lo que es más
importante, unos modos de hacer, un estilo propio, para influir en las decisiones parlamentarias.

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Miembros. En política una de las cosas más importantes que existen son los votos, por lo que las
asociaciones que cuentan con mayor nº de votos serán consideradas con mayor atención.

Según Napoleón:” Sólo hay 2 fuerzas capaces de unir a los hombres, el miedo y el interés”
La pertenencia a los grupos de presión parlamentarios, puede estar motivada por varias razones: materiales,
ideológicas, sociales, pero la principal será los beneficios que estas asociaciones dan sus miembros.

El tamaño de los grupos de presión, puede medirse de 2 formas distintas, el poder socioeconómico, cultural
o de prestigio que detenten, lo que se reflejará en el equipo y los recursos destinados a esta labor, y su nº de
miembros. La EEUU se ha querido diferenciar ambos:

- “grasstops”: llevarían a cabo actividades de presión basadas en su potencial económico o la capacidad de


acción de su equipo (celebrities influyendo en defensa del MA…),

-“grassroots” (grupos de masas) actúan con el apoyo fundamental del nº de sus miembros, manifestado a
través de campañas por acumulación, como envío de cartas, llamadas telefónicas o correos electrónicos.

Lobbystas Sea cual sea el poder y el tamaño de la asociación es necesario que cualquier grupo de presión
parlamentario tenga un equipo directivo que lleve a cabo la coordinación, y en muchos casos la realización
de las actividades de presión. Las actividades de presión dependen en último lugar de la labor de unos pocos
que apoyados en el poder social, económico o profesional de sus miembros, transmiten profesionalmente
sus demandas a los poderes públicos, además de articular desde arriba las campañas de opinión.

D) Acción política

Tanto las empresas como los grupos sociales saben de la importancia que deben dar dentro de sus objetivos
a la sociedad, 2 momentos distintos: la toma de conciencia del interés para ellos el conocer la acción de los
gobiernos en los temas que le incumbe, y por otro lado las responsabilidades sobre materias en que sus
acciones puedan afectar a la sociedad. La materia prima del lobbysta es la información, conocimiento
exacto de la situación, del asunto dentro del proceso legislativo (vigilia legislativa) hasta el conocimiento
técnico de la materia objeto de discusión. Es frecuente que los mismos grupos de presión parlamentarios
involucrados en una campaña lleven a cabo campañas de prensa, de opinión entre los interesados. Lo
importante para un grupo de presión parlamentarios es llevar a cabo actividades que tengan el parlamento
como sujeto receptor de sus actividades. Hay que distinguir entre:

-Actividades de presión directas: contacto personal de los representantes de los grupos con los poderes
públicos

-Actividades de presión indirectas: se busca llegar a la opinión pública, para lograr a través de ella, una
postura de fuerza ante esos poderes públicos.

En resumen, las actividades de presión se podrían reducir, como decía la ley de 1946, al intercambio de
información entre los grupos de presión parlamentarios, los ciudadanos y el parlamento y es allí donde los
Lobbystas pueden encontrar legitimidad, y donde adquieren poder

Actividades de presión se basan en gran parte, en la relación personal y, dentro de la ley todo es válido para
ganar la confianza de los parlamentarios. La cuestión es cómo saltar las barreras que protegen a todo
político, pero una vez abierta la puerta de su despacho es difícil cerrarla. Además para ser escuchados los
grupos acudirán a los medios tradicionales, mailings, campañas de tarjetas, llamadas telefónicas,… Todo

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grupo de presión parlamentario tiene a sus miembros en continuo estado de alerta para recurrir al
parlamentario en cuestión, mostrando su acuerdo o desacuerdo con algunas leyes, medidas y declaraciones.

Las campañas de opinión se suelen organizar buscando legitimar toda campaña de presión. Debido a esto
los medios de comunicación se convierten en los aliados principales de los grupos de presión
parlamentarios, y los periodistas uno de los objetivos principales de la campaña. Lo importante será lograr
aparecer en las agendas de los legisladores, convertirse en sujetos o grupos que por sus conocimientos, su
relevancia social y su preparación sobre la materia deben ser tenidos en cuenta para estudiar los asuntos de
su interés.

E) Autonomía

Los grupos de presión parlamentarios no son fruto de la elección ni de la selección de ningún organismo
oficial, por eso no son instrumentos de la representación política.

Tipos de grupos de presión.

El estudio más completo hasta la fecha es el de Georges Gurvitch (1950), que estabecia 63 divisiones
distintas de grupos de presión. Analizaremos distintas clasificaciones de los grupos de presión
parlamentarios según su organización, intereses o comportamiento.

A) Aspectos organizativos

a) Desde esta perspectiva podemos distinguir entre grupos institucionales y grupos temáticos.

Los grupos institucionales son aquellos en los que se dan una serie de elementos:

- organización consolidada: tiene continuidad, equipo directivo especializado…

-amplio conocimiento de las materias que afectan a sus clientes, rápido acceso a los parlamentarios que se
encargan de estas materias

- un grupo estable de miembros, unidos por intereses generales

-Importancia de los objetivos generales de la organización sobre las acciones concretas.

Es fácil darse cuenta de que existirían muy pocos grupos que cumplieran con rigor, las características
enunciadas, por eso surgen dentro de estos, 2 subtipos de grupos, las organizaciones maduras, y, lo que
podríamos denominar, grupos primerizos.

Grupos puntuales o temáticos, con características como: Mala organización, desconocimiento del sistema
de gobierno, grupo de miembros variable, falta de una política de objetivos común, falta de consideración
con los objetivos de la organización, prevalecen los objetivos particulares

Podríamos describirlos como grupos “carismáticos” con una fuerte convicción en un determinado asunto
que les lleva a reunir gente, sin ningún tipo de experiencia política, a su alrededor para defenderlo. Aunque
parezca mentira este tipo de grupos son tremendamente eficaces para determinados asuntos, y con formas
de actuación que parecería bastas e incluso ridículas a los grandes grupos, logran, en multitud de ocasiones,
grandes avances en los asuntos que trabajan, al gozar de una libertad de acción de la que no disfrutan los
grandes grupos, constreñidos por la opinión pública y por el estado de sus relaciones con las instituciones.

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Como los grupos pro nazis, sobreviven en el tiempos tratando de influir en la opinión pública. Su
institucionalización dependerá de la voluntad de sus miembros para adaptarse a una institución más
organizada que le permita atraer a más miembros y sobre todo la formación de un equipo directivo que
redefina la estructura, los fines y los modos de actuación de la organización.

b) Podemos distinguir también entre grupos federados: organizaciones formadas por la unión de otras
organizaciones; y grupos unitarios: sus miembros pertenecen a la organización.

c) La 3ª clasificación distingue a los grupos por su naturaleza jurídica distinguiendo entre:

-empresas: su posición frente a los poderes públicos la podrán llevar a cabo por sus propios medios o
mediante la contratación de empresas especializadas)

-lobbies: grupos con forma de consultoría, agencia, despacho de abogados que ejercen actividades de
presión por cuenta ajena, a cambio de remuneración.

-grupos profesionales o sectoriales: grupos para la defensa de los intereses del sector

-ONGS: asociaciones, movimientos sociales o grupos consolidados en defensa de un asunto determinado, es


un cajón desastre de intereses de la sociedad civil

-public charities (en Norteamérica) se dedican a labores sociales, realizan actividades de presión, sin gastar
más de un 20% de su presupuesto en ello. Estos grupos tienen ventajas debido a la función social que realiza,
de que las donaciones que se les realiza son deducibles fiscalmente

B) Fines, objetivos e intereses

a) Dividen los grupos de presión parlamentarios en 2 categorías: los que promueven los intereses comunes
de sus miembros y los que promueven asuntos de interés general. Esta clasificación, o la que habla de
grupos de beneficios y de intereses especiales y grupos de interés público. Pero esta clasificación, sea cual
sea la terminología que se le atribuya, presenta el problema con el que nos tropezamos una y otra vez al
estudiar los grupos de presión, la confusión de intereses que se encuentran en prácticamente la totalidad de
las organizaciones estudiadas. No es posible encontrar una organización, de las que entrarían en la
clasificación de interés público, que no persiga algún tipo de interés privado, aunque sólo fuera su
autofinanciación; del mismo modo sonmuchas las organizaciones creadas para defender los intereses de sus
miembros, como los mismos Colegios Profesionales, que en su labor defienden intereses generales. En
conclusión, esta clasificación muy frecuente en la doctrina, confunde más que ayuda.

En los 70 aparecen los public-interest lobbies como una reacción de los ciudadanos corrientes ante la
influencia ejercida por los grandes grupos de presión empresariales. Estos grupos tienen dos objetivos
fundamentales, el de presionar ante el poder legislativo y el defender los intereses de sus miembros ante los
tribunales. Sus objetivos no se identifican con los objetivos de sus miembros, sino que son intereses más
generales (abolición pena de muerte, m.a.)

b) Finer los divide según sus intereses específicos y según este criterio los divide en:

-empresariales: agrupa tanto las asociaciones sectoriales como empresarios o trabajadores.

- grupos de consumidores: como las oficinas de consumidores.

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-grupos de interés social: En él se integran muchos colectivos e intereses, normalmente con forma de ONG
que abarca grupos en defensa de jóvenes, mujeres, pobres,…, otras agrupaciones van desde la defensa de
las distintas profesiones o instituciones en defensa de los intereses culturales.

- grupos de interés regional.

c) Duverger distingue entre grupos profesionales, que son aquellos que agrupan a personas según su
actividad económica, y grupos de presión, reservando esta 2º denominación para aquellos grupos que
cuentan entre sus fines con otros, distintos de la defensa de lo profesional.

-grupos profesionales: distingue Duverger entre organizaciones patronales de la industria y del comercio,
organizaciones campesinas y organizaciones de asalariados.

Entre los otros grupos de presión Duverger distinguirá entre grupos privados: no tienen ninguna relación
orgánica con el Estado (divididos a su vez en grupos exclusivos y grupos parciales) y grupos públicos.

Grupos privados:

-Grupos de presión exclusivos. Son aquellos grupos para los que la actividad de presión es fundamental, hay
que distinguir entre organizaciones políticas especializadas sociedades de pensamiento y oficinas de presión

-Grupos de presión parciales: la presión política es solo una parte de su actividad

-Grupos públicos: El Estado presiona sobre los órganos encargados de tomar las decisiones políticas.
Duverguer las divide entre organizaciones civiles, AAPP y funcionarios. Estos grupos tienen gran relevancia
en la UE, donde destacan sobre todo, por su actividad y representación de empresas nacionales e intereses
territoriales como los Länder alemanes o las CCAA.( tienen oficina propia en Bruselas)

d) La 4ª clasificación, presentada por Castillo, se centra en la naturaleza de los intereses defendidos,


distinguiendo grupos que defienden intereses materiales, de los que defienden intereses morales o ideas.

C) Según sus modelos de actuación.

a) La distinción más clara sería la de “grasstops” y “grassroots”.

- el grassroots lobbying es aquel que tiene su base en la movilización de la opinión pública, mediante
llamadas de teléfono, correos electrónicos, encuestas, recogidas de firmas… y tienen en las manifestaciones
su punto culminante.

- las acciones de grasstop se centran, por oposición a las anteriores, en la calidad, buscando la influencia a
través del prestigio científico, social o político, de sus actuaciones. En esta línea de presión encontramos los
informes de expertos, las audiencias ante las comisiones,…

b) Desde este mismo enfoque, el de la estrategia y las técnicas utilizadas, Xifra distingue entre:

- lobbying directo: que sería el ejercido directamente ante los poderes públicos sin actuar a través de la
opinión pública o los partidos políticos.

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- lobbying indirecto: es el que se centra en la creación de un estado de opinión sobre la materia, favorable a
los intereses implicados.

D) Según sus sujetos

- Sujetos de las actividades de presión:

- lobbying integrado. Es el ejercido directamente por la empresa o grupo de presión interesado. Se llevará a
cabo por departamentos creados por las empresas para ese fin: dpto. Relaciones Institucionales, RRHH,
asuntos Legislativos…

- lobbying profesional. Que es el que llevan a cabo profesionales autónomos del lobbying, independientes o
integrados en una agencia profesional, en representación de la organización contratante y a cambio de una
remuneración por su actividad.

- Sujetos interesados:

- Grupos Privados, independientemente de si son privados o públicos representan los intereses de los
particulares.

- Grupos Intergubernamentales, desarrollan su labor en defensa de instituciones públicas como pueden ser
los intereses de los municipios frente a las CCAA o de estas mismas frente al gobierno al Estado.

- Grupos entregubernamentales, que son los que se desarrollan entre los representantes de los distintos
poderes políticos, ya sea el ejecutivo y el legislativo, o los representantes del poder legislativo entre sí.

- Grupos interestatales que defienden de manera extraoficial los intereses de naciones diferentes.

Otra clasificación distinguiría entre los grupos de presión por los sujetos que la diferencia entre:

-Lobbying empresarial: promovido por una empresa individual o grupo de presión

-Lobbying federativo o confederativo: la acción defiende los intereses de una federación de empresas o
grupos del mismo sector de actividad

-Protest Bussinesses: Green Peace, Amnistía Internacional…

-Lobbying unipersonal: el que puede llevar a cabo cualquier ciudadano (derecho de petición)

E) Según el sujeto receptor.

Esta actividad distingue entre cual será objeto directo de sus actividades de presión:

– Lobbying parlamentario: centra sus esfuerzos en el poder legislativo.

- Lobbying administrativo: dirige su estrategia hacia el poder ejecutivo, a cualquier nivel de la administración

- Lobbying judicial: busca influir en la toma de decisiones del poder judicial (ilegal, pero real)

b) Por la extensión de sus actividades podríamos distinguir entre: Grupos nacionales, Grupos internacionales
y Otro tipo de grupos, que entrarían dentro de esta clasificación, son los grupos de presión que defienden los
intereses de un país determinado ante los poderes públicos de otro país.

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7.- Legitimidad de los grupos de presión.

El estudio de la composición y las formas de actuación de los grupos nos lleva a discutir sobre la legitimación
de estos grupos y su posición en el sistema parlamentario español. Los grupos de presión existen tmb en
España y son muy activos, siendo sujetos imprescindibles en el proceso legislativo. Aquí suelen ser criticados,
en ocasiones, por los grupos intermedios que son aquellos que reconducen el principio democrático al ideal
de la democracia directa y para ellos los grupos no son más que elementos distorsionadores del ejercicio de
poder por parte del pueblo.

Es su actuación no regulada la que hace entender a los grupos de presión como: instituciones secretas, que
actúan como defensores de intereses casi siempre económicos y opuestos al interés general diferencia de
lo que sucede en los EEUU donde la práctica del lobbying se percibe, en términos generales como un
instrumento más de participación de la sociedad civil en la vida pública, en Europa ocurre justamente lo
contrario. Entre la clase política el trabajo con los grupos de presión parlamentarios es algo que se practica
normalmente, imprescindible para una correcta realización de la función legislativa, lo que no significa que
para la opinión pública esas prácticas resulten justificables. Los grupos de presión no pueden ser
considerados, tanto por su estructura, financiación o por sus modos habituales de actuación, como negativos
para la democracia. Su función la podríamos calificar de mensajeros que transmiten mensajes diversos a los
políticos.

El foro de la razón pública. Ciudadanos, expertos e interesados.

La razón pública, concepto acuñado por Rawls, sustituiría el concepto clásico de opinión pública,
desarrollado durante el parlamentarismo clásico. Podríamos definir esta razón pública como el lugar en el
que confluyen las ideas y los intereses, en busca del consenso. Esta razón publica no podría guiarse sólo por
las normas el mercado, y debe tener límites “valores universales de Giddens” además en este foro debe
haber igualdad evitando la dictadura de los medios que suelen defender sus intereses económicos.

Además la mayor amplitud de las materias sobre las que deben decidir los poderes públicos, hace que a
pesar de la cada día mayor especialización del aparato burocrático, el legislador esté siempre necesitado de
una información más detallada y técnica. “los Lobbystas se han convertido en expertos en un área de
especialización… y acumulan influencia en el proceso legislativo.

El problema se plantea cuando las formas de actuación son discriminantes o corruptas, cuando se deja el
gobierno exclusivamente en manos del mercado hasta llegar a decir como el presidente Wilson “lo que es
bueno para la General Motors es bueno para los EEUU”. Serán los grupos excluidos los que plantearía las
deficiencias de la representación y sería a estos grupos (los que no tienen medios para presentar sus
reivindicaciones) a los que debería defender el sistema representativo.

El Legislador: la última palabra.

La clave es la actuación de los representantes, su estatus, sus posibilidades de actuación,… y en el fondo, del
pueblo que, interesado y conocedor de los asuntos públicos, vuelve a aplicar a su elección criterios políticos.
Es necesario que la decisión final esté siempre en manos del pueblo, representado en nuestro sistema
democrático por los parlamentarios. Unos representantes que informados, pueden aplicar criterios que irán
más allá de las leyes del mercado, o leyes de conveniencia o posibilidad, aplicando criterios políticos, con
todo lo que esto puede llevar consigo. Todas las decisiones importantes sobre políticas, ya sean personales o
gubernamentales, exigen juicios éticos. Pero los buenos juicios en ocasiones chocan unos con otros, y los

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recursos son limitados. Quizás la separación de política y sociedad hace que la sociedad considere a la
política como algo nocivo, opuesto a sus intereses. Al final se produce la desaparición de la política, el fin de
las ideologías y el predominio del interés. Por ello es necesaria la dignificación de la política no como un
mercado más, con unas leyes propias, sino la política como foro de razón pública, de diálogo, de opinión
pública. Política en la que los ciudadanos tienen mucho que decir.

“Los grupos de presión” Miguel Jerez

1.- Introducción.

La existencia de grupos de presión en sentido moderno, como la de los partidos políticos, no se remonta a
comienzos del siglo XIX, centrándose inicialmente en los EEUU y GB. Su origen aparece ligada a los procesos
de industrialización, y al reconocimiento del derecho de libre asociación y a la regulación por vía
parlamentaria de las más diversas actividades económicas.

-El 1er caso conocido de lobbying se produjo en plena fundación de EEUU, (1789) siendo su objetivo influir
en el Congreso con ocasión de la aprobación de la 1ª ley aduanera. La construcción de los ferrocarriles,
iniciada en 1827, representará la época clásica del lobbying en EEUU. Desde entonces, los grupos y sus
actividades se han extendido, coincidiendo las etapas de mayor auge con los periodos en los que el Estado
ha ejercido un papel más relevante en la economía y en el mercado de trabajo.

Los primeros estudios sobre grupos de presión van ligados al proceso de consolidación de la Ciencia Política
como disciplina autónoma, especialmente en los EEUU. Mientras el sociólogo tiende a hablar en términos de
valores y sistemas de valores, el politólogo estudia los intereses. ¿Quién tiene el poder?, ¿Quién gobierna? El
interés es central porque la cuestión del poder político es una cuestión de intereses, no de valores.

La década de los 80 conoció una resurrección del interés científico hacia los grupos de presión, coincidiendo
con la proliferación de intereses organizados en las distintas fases del proceso político; y, en el terreno
académico, con el auge de las corrientes “corporatistas” y, sobre todo, del enfoque de políticas públicas.
Inspirados por el trabajo teórico de académicos como Mancur Olson o Theodore Lowi, una generación de
politólogos volvía a las preguntas básicas que se plantearon Bentley y Truman: ¿por qué se forman los
grupos y como lo hacen? y ¿cómo ejercen su influencia en el proceso de toma de decisiones? Más
recientemente, el interés mostrado por los politólogos en fenómenos como la corrupción política y el
clientelismo han impulsado los estudios sobre grupos de presión.

Conceptos y terminología.

La categoría “grupos de presión” se difunde en las ciencias sociales españolas a mediados de los 50. Desde
esa época viene formando parte del lenguaje habitual en los medios de comunicación, e incluso en la calle,
tmb empleándose otras expresiones como grupos de interés o de intereses, lobby, intereses organizados y
asociaciones u organizaciones de intereses. Entre nosotros prevalece por el momento la voz grupos de
presión. Curiosamente, en EEUU, al cabo de medio siglo, se invirtió la tendencia inicial, y desde entonces casi
toda la literatura especializada utiliza el término grupo de interés, expresión predominante también en las
reuniones científicas internacionales. En el lenguaje de las ciencias sociales la palabra “grupo” se entiende

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en dos sentidos: a) acepción amplia, conjunto agregado humano situado entre el individuo y la sociedad
global (en clave social), o entre el individuo y el estado (clave política) y b) una acepción más restringida
como grupos de interés y grupo de presión.

Un grupo de presión es siempre un grupo de interés, pero no todos los grupos de intereses se transforman
en grupos de presión. El término interés, (Bentley), ha sido usualmente entendido como sinónimo de grupo,
remitiendo ambas palabras a la idea de actitudes compartidas y de actividad en común. El grupo de interés
es un actor del sistema social que desarrolla la articulación de las aspiraciones de individuos o colectivos
que, sin ellos, actuarían directamente frente a los poderes públicos en las direcciones más dispares. Así, los
grupos proporcionan racionalidad, congruencia y viabilidad a las demandas de cuantos comparten una
determinada posición frente a otros sectores del sistema social. Este comprende subsistemas económico y
cultural. En la 1ª situación (económico) estaríamos ante grupos de interés propiamente dichos, de defensa
de los mismos (patronal, sindicato…), en la 2º ámbito (cultural) hablaríamos de los grupos de promoción o de
causa (sociedad para protección de animales, contra malos tratos) u organizaciones no gubernamentales
cuyos objetivos no benefician necesariamente a sus propios miembros, sino al conjunto de la población. El
marco más propicio para la existencia y la acción de los grupos de intereses es el que tiene autonomía del
sistema social, en el que los grupos compiten entre sí según las reglas del sistema.

Con frecuencia a los grupos de intereses les resulta insuficiente el ámbito del sistema social, necesitando
descender a la arena política para difundir y defender sus demandas y reivindicaciones con éxito. Éste es el
paso que hace de un grupo de interés un grupo de presión. Así, un grupo de interés se convierte en grupo
de presión cuando entra en la escena política, operando como actor político. Es decir, mientras la actividad
del grupo quede circunscrita a un ámbito no estrictamente político (sea la dimensión social, económica o
cultural) será considerado un grupo de interés y, en cuanto tal, objeto de estudio de la sociología más que de
la politología. Es sólo en tanto que entra en política, y mientras permanece en ella (de hecho, puede
abandonar tal escenario, una vez conseguidos sus objetivos) cuando se convierte en grupo de presión. Éste
podría ser definido como una organización o colectivo de personas (físicas o jurídicas) que ante todo busca
influir en política o promover sus ideas dentro de un contexto económico y político determinado, incidiendo
en el proceso de toma de decisiones mediante su actuación sobre los poderes ejecutivo, legislativo y/o
judicial (directamente o a través de la opinión pública) para intentar moldear la formulación de políticas
públicas y condicionar su implementación. No obstante, en la práctica son muchos lo que emplean
indistintamente ambas expresiones.

Grupos de presión y partidos políticos: algunos criterios diferenciadores.

Se suele argumentar que, a diferencia de los partidos, los grupos de presión no se proponen dominar al
gobierno entero mediante el control de sus miembros, sino ejercer influencia sobre el mismo para que
adopte una política favorable a los objetivos que defienden o que aspiran a conseguir, que bien pudiera
consistir en sacar de la agenda determinado asunto, por un cierto tiempo o indefinidamente. Así pues, los
grupos de presión no pretenderían reemplazar ellos mismos al grupo que está en el poder, sino que, por lo
general, aceptan al gobierno y a sus miembros como un hecho dado e intentan influir en su política,
obteniendo las máximas ventajas posibles. No siempre son diferenciables de los partidos, pues realizan
muchas funciones propias de estos. En la práctica, un grupo de presión puede acabar haciéndose con el
poder político como en Polonia con el sindicato “Solidaridad” convirtiéndose Lech Walesa en 1er ministro.

Otra distinción es el tipo de los intereses defendidos. Los partidos políticos defienden intereses generales,
mientras que los grupos de presión defenderían sólo intereses propios, planteando sólo cuestiones que

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afectan a sus intereses y ofreciendo soluciones. Más importancia tiene la 3ª diferencia, según la cual los
partidos son responsables políticamente del poder que pueden ejercer a cualquier nivel (nacional, regional o
local) mientras que los grupos de presión no asumen la responsabilidad política que derivada de sus
acciones. Pero esto no salva del problema de que frecuentemente los partidos políticos agrarios,
confesionales, regionales… actúen como grupos de presión.

Un tema que merecería más atención es el de las relaciones entre los partidos políticos y grupos de presión,
en especial, la revisión de los vínculos entre las fuerzas políticas de izquierda y los sindicatos, así como las
relaciones que mantienen las fuerzas políticas de centro y derecha con la organización de empresarios.

Tipologías de los grupos de presión.

Entre las muchas clasificaciones posibles, nos inclinamos por la que apunta Von Beyme a partir de la
contraposición entre grupos de “interés económico especializado” y “grupos de interés público”. A partir de
esta contraposición se establece una diferenciación entre 5 grupos principales:

a) Organizaciones de empresarios e inversores: Son las más influyentes en los sistemas de economía de
mercado, la forman grupos industriales y de negocios, comenzando por los inversores de capital cuyo peso
ha crecido con la globalización de la economía y la difusión de la fórmula de los fondos de inversión a escala
planetaria. (En España CEPYME y CEOE)

b) Los sindicatos: en los países capitalistas pueden agruparse en tres “tipos ideales” en función de criterios
ideológicos y de organización: el modelo pluralista (formado por asociaciones muy fragmentadas y con
organización cúpula) y con poca disposición de los sindicatos a una cooperación organizada, el modelo
corporativo (sindicatos unitarios con asociaciones organizadas de orientación socialdemócrata y el modelo
sindicalista o latino.(centrales organizativamente separadas y unidas por una misma ideología,
generalmente de orientación comunista, pero que en la práctica se han comportado pragmáticamente)

c) Los grupos profesionales y de trabajadores independientes: los más influyentes por lo general son las
organizaciones de agricultores y ganaderos o granjeros (especialmente en Francia, Escandinavia) y las que
agrupan a médicos (colegios médicos), abogados (colegios de abogados) y arquitectos.

d) Grupos de promoción y asociaciones cívicas, de iniciativa privada: Entre los grupos al servicio de
intereses públicos suelen incluirse las iglesias (en Europa hay reparo en considerarlas como grupos de
presión, pero no en los EEUU son la modalidad de grupo más importante en nº). En los países latinos, hay
una larga tradición de actuación de la Iglesia Católica en el proceso político, intentando ejercer su influencia
en una serie de decisiones, desde la redacción de tal o cual artículo del texto constitucional hasta la
aprobación del calendario laboral, pasando por la asignación presupuestaria para el clero o las subvenciones
a la enseñanza privada. El nombre de las asociaciones puede resultar engañoso, dificulta la orientación la
distinción entre grupos de orientación materialista y no materialista, pero además, aunque un grupo de
promoción carezca de intereses materiales, sus objetivos puedes tener intereses personales

e) Asociaciones políticas: quedarían incluidas las regiones y los municipios. En Alemania los Länder
mantienen oficinas de enlace en Bonn, la Junta de Andalucía, Generalidad o canarias tienen oficinas de lobby
es Bruselas. La Fed. Española de Municipios y Provincias es un ejemplo claro de asociación de corporaciones
públicas que trata de influir sobre Gobierno y Parlamento para conseguir, a menudo por encima de
posiciones de partido, una modificación presupuestaria de la estructura de gasto de las AAPP favorables

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Junto a estas instancias (como los propios gobiernos nacionales) de lo que se ha dado en llamar el public
lobbying, habría incluir también, de un lado, determinadas asociaciones semiestatales, como las
asociaciones científicas, academias, Cruz Roja, asociaciones de funcionarios públicos y asociaciones
ciudadanas; de otro, las asociaciones de excombatientes y civiles que sufrieron daños bélicos o han sido
víctimas del terrorismo. Unas y otras, por lo general, dependen de algún tipo de ayuda pública para su
normal funcionamiento, y muchas persiguen mejoras materiales para sus afiliados, las cuales dependen
igualmente de los presupuestos públicos.

Algunas asociaciones son difíciles de ubicar en un tipo concreto. Por ejemplo, las organizaciones de
consumidores y usuarios que tanto han crecido últimamente en nº y miembros, pero arrastrando problemas
organizativos y de eficacia. Este tipo de asociaciones busca intereses públicos (mayor seguridad en
automóviles y carreteras, recibos telefónicos detallados, reducción de tarifas eléctricas, etc.), pero tmb el
avance en estos objetivos repercute en beneficios materiales para sus miembros.

Modos de actuación.

Los recursos o medios de actuación de los grupos de presión podrían agruparse en 5 grandes categorías:

a) La persuasión, es decir, el suministro de información y el empleo de argumentos racionales para hacer ver
a las élites gobernantes y funcionarios de peso, a través de contactos muchas veces amistosos, que las
propuestas y demandas del grupo son justas, y que deben ser satisfechas; por ejemplo, un grupo contrario a
la despenalización del aborto intentará reunir y ofrecer datos científicos que demuestren la existencia de
vida humana desde las primeras semanas de la gestación.

b) La amenaza o intimidación, que normalmente se emplearía cuando el método anterior se mostrara


ineficaz para que las autoridades cedieran a sus pretensiones. Las amenazas pueden ser de muy diversa
índole: electoral (retirar el apoyo en las próximas elecciones), gubernamental (prestar apoyo a la oposición
para derribar al gobierno, o recurrir a la “desobediencia civil”), profesional (obstaculizar la carrera de un
político o de un funcionario)…

c) El dinero, se realiza no pocas veces al borde mismo de la legalidad, cuando no da lugar a prácticas
corruptas: incluiría desde la simple contribución a los gastos de campaña de un candidato o de un partido al
soborno de un político o de un funcionario.

d) El sabotaje de la acción de gobierno, que puede adoptar las formas más diversas: desde la mera negativa
a colaborar con las autoridades, lo que dañaría su política, a la provocación de situaciones críticas que
pueden traer consigo la caída de un gobierno, o incluso de un régimen.

e) Otros medios de “acción directa” que, aunque no pretenden sabotear totalmente la acción del gobierno,
si tienen gravedad suficiente como para condicionar su actuación. Aquí entrarían, tanto la huelga como las
movilizaciones de protesta (en la vía pública, en las carreteras, etc.) que pueden suponer el empleo de
alguna forma de violencia. Objeción fiscal, huelga de inversiones, de controladores aéreos, de funcionarios…
En definitiva, algo que provoque la intervención de la Administración.

Las tácticas o métodos de los grupos de presión van de lo constitucional a lo inconstitucional, y de lo legal a
lo ilegal (variadas). Las reglamentaciones y los valores dominantes en una sociedad. En general, los

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destinatarios de la influencia son, de un lado, todos aquellos individuos y órganos titulares del poder oficial:
el Gobierno y la Administración (al nivel territorial que corresponda), el Parlamento y sus miembros
individuales y los jueces; de otro lado, la masa de los destinatarios de poder, fundamentalmente en cuanto
electores. Tmb la actividad de presión puede dirigirse hacia otros grupos de intereses para frenar su
potencial de actuación o que incidan en el proceso político en el sentido deseado.

Cuando el destinatario de su influencia es el Parlamento, los grupos de presión suelen actuar


fundamentalmente de 4 modos:

a) Tratando de conseguir una representación directa en las cámaras mediante el apoyo a candidatos
miembros del grupo que, una vez elegidos, defienden los intereses del mismo;

b) Encargando la defensa de sus intereses a parlamentarios, práctica admitida en países como GB y EEUU,
pero prohibida en Francia o en España;

c) A través de la audiencia o harina

d) Mediante el lobbying, que alude al lugar del Congreso norteamericano donde se practicaba
originariamente esta actividad.

Sin embargo, hoy día, en este tipo de “ejercicio de la presión” la propaganda masiva es tan importante como
el contacto individual con los parlamentarios, quienes como resultado se pueden ver sometidos, a un aluvión
de llamadas telefónicas, o recibir miles de cartas o de ciudadanos. Además el lobbying no se realiza sólo en
relación con procesos decisorios del Parlamento, sino del conjunto de las instituciones de gobierno.

En España, a raíz de los escándalos a comienzo de los 90 se han desarrollado normas para evitar y penalizar
el tráfico ilegal de influencias. La actuación sobre el gobierno y la Administración por parte de un grupo de
presión puede producirse de modo indirecto mediante la entrada de uno de sus miembros en el ejecutivo,
al máximo nivel, ocupando posiciones de élite en la Administración del Estado. Así p.e. líderes sindicales han
formado parte de los gobiernos laboristas en GB…, Suarez nombró ministro de Defensa y vicepte a l pte de
CEPYME y expresidente de la CEOE, Agustín Rodríguez Sahagún.

Entre los métodos constitucionales de influencia en el Gobierno y la Administración destacamos (el


asesoramiento a través de cuerpos consultivos adjuntos a los ministerios, las audiencias formales (en el seno
de los ministerios o fuera de ellos) y las consultas ad hoc. Frecuentemente estos contactos tienen lugar a
iniciativa de la propia Administración, que por razones de eficacia y eficiencia necesita obtener información
por parte de los grupos implicados en una política pública concreta y conocer de primera mano su posición al
respecto, las posibles reacciones ante eventuales medidas, etc. Estos contactos pueden llegar a substituir al
parlamento, convertido en testigo mudo de los acuerdos alcanzados fuera de su ámbito entre los principales
actores sociales, normalmente con la intervención directa o indirecta del ejecutivo.

En España existe desconfianza entre los grupos organizados y la AAPP. En relación con las organizaciones
internacionales o supranacionales como destinatarias de influencia de los grupos, el lobbysmo es más
intenso en aquellas que están más facultadas para tomar decisiones económicas y sociales.

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“Grupos de interés: pluralismo frente a corporatismo”


Arend Lijphart
La 5ª diferencia entre la democracia consensual y la mayoritaria hace referencia al sistema de grupos de
interés. El grupo de interés típico de la democracia mayoritarista es un pluralismo competitivo y no
coordinado de grupos independientes que contrasta con el sistema de corporativismo coordinado y
orientado al compromiso que es típico del modelo consensual. A menudo al corporatismo se le llama tmb
“corporatismo democrático” ,”corporatismo societario” o “neocorporatismo” para diferenciarlo de las
formas autoritarias de corporatismo. Aquí usaremos corporatismo como un sinónimo de corporatismo
democrático. La palabra corporatismo tiene 2 significados distintos: El 1º se refiere al sistema de grupos de
interés en los que dichos grupos están agrupados en organizaciones punteras nacionales, especializadas,
jerarquizadas y monopólicas. El 2º se refiere a la incorporación de los grupos de interés al proceso de
formación de políticas públicas. Philipp C. Schmitter dice que el 2º tipo de corporación debería llamarse
“concertación”. Sin embargo, empíricamente los 2 tipos funcionan por igual, puesto que el corporatismo en
el sentido más literal de la palabra es una condición casi necesaria para la concertación.

En base a las teorías de Schmitter, el corporatismo comporta que:

- 1) que los grupos de interés sean relativamente grandes en tamaño y poco numerosos.

-2) que estén muy coordinados en organizaciones punteras nacionales.

-3) La concertación conlleva una consultación regular por parte de los líderes de estas organizaciones
punteras nacionales, especialmente los representantes sindicales y patronales, tanto entre sí como con los
representantes del gobierno para

-4) llegar a acuerdos vinculantes para las 3 partes de la negociación (los llamados pactos tripartitos).

El pluralismo de los grupos de interés se puede identificar también por las características definidas por
oposición: una multiplicidad de pequeños grupos de interés, la inexistencia o debilidad de organizaciones
punteras, poca o inexistente consulta tripartita, y ausencia de pactos tripartitos.

¿Declive del corporatismo?.

Desde los 70, el corporatismo y su contraste con el pluralismo ha sido tema principal en el estudio de los
grupos de interés. La tendencia general ha sido favorable al corporatismo. En particular, los resultados
macroeconómicos en términos de alto crecimiento, bajo desempleo y baja inflación fueron superiores a los
de los sistemas pluralistas de grupos de interés. El corporatismo parecía producir “un sistema económico
superior”. Sin embargo, recientemente los expertos han empezado dudar de esta interpretación tan
optimista y a hablar del “declive” del corporatismo.

Pero, estas afirmaciones no deben considerarse como una justificación para abandonar la distinción entre
sistemas de grupos de interés corporatistas y pluralistas. Ante todo “declive del corporatismo” significa que
la eficacia de las estructuras corporatistas y su uso han caído, pero no han desaparecido.

-En 2º lugar, el declive que se ha experimentado en algunos países ha sido simplemente gradual.

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-En 3º lugar, en el laborioso estudio cuantitativo de Alan Siaroff (1998) sobre los cambios que se han
producido en el corporatismo desde los años 60 hasta los años 80 en 21 democracias, ninguna de ellas
presenta declive alguno.

-En 4º lugar, hay autores que exponen que el corporatismo en lugar de estar en declive, evoluciona hacia
nuevas áreas: no se trata de la desaparición del corporatismo o de las críticas hacia él, sino de un área en
particular (las relaciones entre sindicatos y patronales) que se están reestructurando y tomando nuevas
direcciones. La “fase industrial” de relaciones corporativistas puede desvanecerse llevando a otra fase
“posindustrial” con asuntos posindustriales (educación, salud pública, asistencia social, MA,) y estos nuevos
asuntos se negocian de manera corporatista tradicional entre los diferentes grupos de interés más
importantes. Según el autor: el proceso político aun es corporatista.

-En 5º lugar, una explicación más amplia que se utiliza con frecuencia para explicar el declive del
corporatismo tradicional es la globalización económica, pues limita la capacidad del gobierno para actuar de
forma efectiva en la política económica, en especial en la gestión macroeconómica de la economía. El
análisis de Katzantein sugiere que la influencia negativa de la globalización en el corporatismo no es
ineludible y que a largo plazo cambiará.

-En 6º lugar, otra razón para explicar el declive del corporatismo es el debilitamiento en la integración de los
individuos con organizaciones de interés y partidos políticos. Katzantein sugiere que el declive de la fuerza
sindical no significa un declive del corporatismo, sólo un cambio del corporatismo social a uno liberal.

El punto de vista a largo plazo de Schmitter recogido en su provocativo artículo que lleva por título: “¡El
corporativismo ha muerto; viva el corporatismo!” es muy sensato. Señala que el corporatismo de grupos de
interés tiene una especie de continuidad dinástica marcada por fallecimientos periódicos y posteriores
resurrecciones.

Grados de pluralismo y corporatismo en 36 democracias. Tabla pag600)

El estudio comparativo realizado por Siaroff (1998) toma 8 aspectos básicos de diferencias entre
corporatismo y pluralismo y evalúa 24 democracias mediante una escala de 5 puntos. Entonces, hace la
media de los resultados hasta llegar a un resultado global para cada país, y lo hace para 2 periodos: de 1963
a 1970 para 21 países y de 1983 a 1990 para los mismos 21 países, más España, Portugal y Grecia.

Se añaden al estudio 12 democracias de países en vías de desarrollo.

Los resultados son valores de pluralismo, oscilando de un teórico 4 a un teórico 0, pero con una franja
empírica algo más estrecha que oscila de 3,56 para el país más pluralista (Canadá) hasta 0,44 para el país
más corporatista (Noruega). La puntuación media es 2,44 y la mediana 2,50, considerablemente más alta
que el punto medio teórico de 2,00 entre pluralismo y corporatismo, lo que indica que las 36 democracias
tomadas en su conjunto son más pluralistas que corporatistas. Una razón importante para explicar este
fenómeno es la presencia de los 12 países en vías de desarrollo y que sólo dos de ellos (Venezuela y
Mauricio) se sitúan en la parte corporatista con respecto al punto medio.

Sistemas de grupos de interés, sistemas de partido y tipos de gabinetes.

El sistema de grupos de interés difiere de otras variables de la dimensión ejecutivos-partidos en que no


existe una clara conexión causal que la vincule a las otras cuatro variables, mientras que estas últimas gozan

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de tales conexiones. Los sistemas electorales forman sistemas de partidos que, a su vez, ejercen una fuerte
influencia en la formación de gabinetes, y los tipos de gabinetes están relacionados con la duración de éstos.
Por lo tanto, la hipótesis que establece relación entre los sistemas de grupos de interés y estas otras
variables permanece completamente en la correspondencia conceptual entre la distinción entre
corporatismo y pluralismo y la diferencia entre el amplio consenso y el mayoritarismo.

(Tabla página 603) De acuerdo con la hipótesis, las democracias que tienen más gabinetes de un solo partido
y ganadores mínimos son también los países con más sistemas de grupos de interés pluralistas; los países
con mayor multipartidismo tienden a ser menos pluralistas. El coeficiente de correlación es más fuerte para
el vínculo entre gabinetes y grupos de interés que para el vínculo entre partidos y grupos de interés, pero
ambos son estadísticamente significativos al nivel del 1%.

LAPalombara describe a Italia antes de las reformas de 1994 como una partitocrazia con una amplia
participación de todos los partidos en política activa y búsqueda de consenso. La solida cooperación entre
partidos compensó la debilidad de la coordinación de los grupos de interés. El tipo de sistema de grupo de
interés tmb está relacionado con el sistema electoral y con el predominio del ejecutivo

Tema 4 Reglas y procesos de juego democrático


Resumen aspectos fundamentales tratados en el tema

Las elecciones significan el reconocimiento de la voluntad popular en política. Son una práctica sustancial de
las democracias en las que el ciudadano, en su condición de elector, desempeña un papel fundamental como
actor político. El sistema electoral es un instrumento situado entre las preferencias políticas de los votantes
reflejadas en los resultados electorales y su concreción en las instituciones políticas. De ahí que el sistema
electoral es la regla de juego de la elección democrática de los partidos. La combinación de todos los
elementos de los sistemas electorales produce consecuencias, que influyen sobre la representatividad, la
gobernabilidad y la legitimidad del sistema político.

1. Las elecciones y los sistemas electorales


Las elecciones son un mecanismo clave para extender la democracia por cuanto los electores expresan su
opción entre partidos o candidatos que compiten y eligen a representantes y gobiernos. Al elegir unos pocos
que representen opiniones e intereses, un grupo más amplio se puede beneficiar de la democracia como un
instrumento para la toma de decisiones. Los requisitos legales y socioeconómicos básicos que definirían las
elecciones democráticas serían:

-El derecho universal al sufragio

-La convocatoria regular y periódica de las elecciones

-La libertad de asociación para presentar candidatos

-La igualdad de los candidatos para el acceso a los medios de información y publicidad

-La neutralidad del gobierno en la organización del proceso electoral

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-Las garantías para una libre emisión del voto

-El recuento público de los votos emitidos

-La aplicación de las reglas preestablecidas para adjudicar los escaños entre candidatos

-La existencia de una instancia independiente para solucionar conflictos por la aplicación de normas
electorales.

El objetivo de las elecciones, según la teoría liberal tiene unas funciones que pueden resumirse en la
producción de representación y gobierno, así como en ofrecer legitimación... Son la parte central del
proceso democrático porque permiten configurar las asambleas legislativas o parlamentos y determinan la
composición de la elite política. En el extremo de la 2º función clásica (representación), la de la formación
de gobierno, estos procesos electorales pierden importancia que ceden a los partidos políticos. Hoy en día
las funciones clásicas legitiman el sistema político ante los ciudadanos y ofrecen al individuo una forma de
participación en política a un relativo bajo costo. Los sistemas electorales son fundamentales en la
constitución fundamental de la democracia. Contienen reglas que regulan y dirigen la competición entre
partidos políticos.

Los sistemas electorales son estructuras complejas compuestas de muchos elementos y su importancia está
en que son instrumento para representar a todas las realidades de la estructura social, la cultura política y
las divisiones ideológicas. Establecen normas para la distribución de las circunscripciones, para las
candidaturas, para el proceso de votación y contienen el método de conversión de votos en escaños. Estas
reglas técnicas pueden combinarse de muchas formas y de ahí que sus resultados originen procesos y tengan
consecuencias políticas muy distintas. Los efectos se comprueban en los resultados electorales y los partidos
según sus propios intereses valorarán estos efectos mecánicos.

El impacto del sistema electoral va a depender del contexto político y social donde se aplique y que las
mismas leyes electorales pueden producir resultados diferentes. El sistema posee efectos inmediatos
“mecánicos y psicológicos’ y bajo determinadas condiciones, puede llegar a tener algunos efectos ‘no
inmediatos’ sobre las elites políticas y el sistema de partidos.

Su clasificación en sistemas con principio de elección mayoritaria y sistemas con principio de elección
proporcional está sujeta a las funciones y a las intenciones políticas de los propios sistemas. Existe debate
sobre estos 2 métodos. Argumentos a favor del mayoritario:

Gran ventaja para la formación de gobiernos estables, o en otro sentido, que estos sistemas son más
propensos a conseguir una estabilidad gubernamental que los sistemas proporcionales. Al ‘discriminar’ a los
pequeños partidos, refuerzan el sistema de 2 partidos, dando mayor estabilidad a un partido de gobierno. Y
permite al elector elegir directamente quienes deben gobernar.

Argumentos de los defensores de los sistemas proporcionales:

Mantienen la gran representatividad de estos sistemas, permitiendo la representación de una mayor


pluralidad de intereses sociales y puntos de vista del electorado, por ello la única forma posible de
representación es el sistema proporcional.

En ocasiones, se acepta que los sistemas mayoritarios se sometan a una serie de ajustes para lograr una
mayor proporcionalidad, o al menos limitar la desproporcionalidad.

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Aunque los sistemas proporcionales permiten que tanto los partidos grandes como los pequeños obtengan
escaños, a menudo esto no favorece la estabilidad gubernamental. Los pequeños partidos obtienen escaños
mediante los sistemas de representación proporcional, pero en la mayoría de ocasiones son irrelevantes a la
hora de formar coaliciones de gobierno.

Para los que apoyan los sistemas mayoritarios tiene gran importancia: la cercanía y el contacto entre los
representantes y los electores de su circunscripción; y la simplicidad del método de votación. Y una ventaja
adicional de los sistemas representativos es que permiten la representación de las minorías, no sólo de
partidos pequeños, sino también de minorías étnicas y culturales.

2. Efectos de los sistemas electorales


Los efectos de los sistemas electorales analizan 3 dimensiones:

-Detalles técnicos

-Sus efectos dentro del sistema político

-La conducta de las fuerzas políticas, es decir de los partidos y sus electores.

Este tipo de efectos se identifican en la conversión de votos en escaños, cuyo ‘efecto mecánico’ es quizá la
1ª variable a analizar, pero las consecuencias que generan las leyes electorales en la competición política
tienen también en cuenta:

-La fórmula electoral que aplica

-La magnitud del distrito, es decir, el nº de representantes a elegir

-La estructura de las listas, si favorecen o no las transferencias de votos de unas formaciones a otras en
sistemas multipartidistas.

2.1 LOS EFECTOS DE LA ADOPCIÓN DE FÓRMULAS ELECTORALES

Tradicionalmente, se habla de representación por mayoría cuando el candidato es elegido por haber
alcanzado la mayoría –absoluta o relativa- de votos. Si no se obtiene, se presenta la necesidad de realizar
una 2ª vuelta, pues pocos candidatos obtienen la mayoría absoluta de los votos en la 1ª vuelta. La
participación en la 2ª vuelta se encuentra a menudo limitada a los 2 candidatos con mayor votación.

La fórmula está en relación con las circunscripciones electorales, en este caso serán circunscripciones
uninominales, donde según la fórmula de mayoría absoluta, el candidato o partido que haya obtenido más
votos que todos los otros candidatos o partidos juntos ganarán el escaño. Con la fórmula de la mayoría
absoluta, el candidato o partido que haya obtenido más votos que todos los otros candidatos o partidos
juntos ganará el escaño. Con la fórmula de la mayoría relativa, el candidato o partido que haya obtenido
más votos que el 2º competidor, obtendrá el escaño. El objetivo político es alcanzar una mayoría
parlamentaria para un partido o una alianza de partidos.

En la fórmula de representación proporcional, el hecho de ganar o no un escaño depende de la proporción


de votos que obtengan los diversos candidatos o partidos políticos. Los candidatos o partidos que hayan sido
capaces de conseguir la cantidad/proporción necesaria de votos (cociente) serán elegidos. El principio

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proporcional requiere utilizar uno de los métodos del cómputo existentes: el procedimiento del divisor (de
cifra mayor) o el procedimiento del cociente electoral.

El procedimiento del cociente electoral se caracteriza por la división de los votos obtenidos por los
diferentes partidos entre series de divisores, lo produciendo secuencias de cocientes decrecientes para cada
partido, asignándose los escaños a los partidos que obtengan las cifras mayores.

 Método D’hondt. Se basa en dividir los votos obtenidos por los partidos por la serie de nº naturales.
La asignación de los escaños se rige por el cociente mayor. Empleado en Esp,Por, Bél, Hol y Finlandia.
 Fórmula Sainte-Langüe. Empleada en Dinamarca durante el XX. con divisiones entre números
naturales impares.
 Fórmula Sainte-Langüe modificada. A excepción de la anterior, el primer nº por el que se dividen los
votos de los partidos es el 1,4, continuándose de la misma forma que la anterior, se utiliza en
Noruega y Suecia y en parte de la asignación de los escaños de Dinamarca.
 Fórmula danesa. Realiza el cómputo de los escaños sobre los resultados mayores de los cocientes de
los votos válidos entre la serie de divisores 1,4,7, 10, 13…

Todos estos divisores determinan con exactitud la proporción entre los votos y los escaños, aunque las
diferencias entre ellas son mínimas, pues dentro de una circunscripción electoral, es sólo un escaño el que
puede pasar de un partido a otro. No es siempre el partido mayoritario el que se beneficia de la posible
ventaja. Cabe la posibilidad de que el escaño adicional beneficie al 2º partido más pequeño o al más grande.

En una jerarquía del menos al más proporcional encontramos el Sainte-Langüe puro, Sainte-Langüe
modificado y el sistema D’Hondt. Existe debate entre los científicos, debido a la desproporcionalidad que
genera el método D’Hondt favoreciendo sistemáticamente a los grandes partidos.

En su defensa, la fórmula D’Hondt favorece la representación a tantos partidos como puede hacerlo el
método Hare y la fórmula Sainte-Langüe pura.

Debemos prestar atención a otro de los elementos configuradores: el distrito. Las ventajas de las fórmulas
de divisores están en su sencillez y en el hecho de que permitan asignar en una sola operación todos los
escaños, cosa que no ocurre con las fórmulas del cociente electoral.

Las fórmulas del cociente electoral se caracterizan por la determinación de una cantidad mínima de votos
para obtener un escaño. Los partidos obtienen tantos escaños como veces quepa el cociente electoral
dentro del nº de votos por ellos recibidos. Este cociente electoral se obtiene dividiendo el nº de votos válidos
emitidos en la circunscripción entre el nº de escaños a repartir en esa circunscripción, y corresponde a la
fórmula del cociente electoral simple o natural o fórmula Hare. En todas las modalidades, el cociente de la
división se mantiene siempre igual, mientras que lo que se modifica es el denominador.

En la fórmula Hagebach-Bischoff, el dividendo es el nº de escaños a repartir más uno. Y en la fórmula del


cociente electoral modificado o imperiali, en el dividendo al nº de escaños se le añaden dos. En las fórmulas
Hare y en la Hagenbach-Bishoff hay escaños restantes que deben ser asignados en una 2ª operación. Éstos
se aprovechan para mejorar o limitar la proporcionalidad de votos y escaños. Su resultado va a depender de
la fórmula de conversión y también de si todos los partidos participan en la asignación, o si son sólo aquellos
que obtuvieron escaños en el 1er cómputo. Los escaños restantes se asignan aplicando uno de los métodos
siguientes: el método del resto mayor, el método del resto menor, el método del reparto de restos o series
de divisores similar a D’Hondt.

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2.2 EL EFECTO DE LA MAGNITUD DEL DISTRITO

El efecto de la magnitud de las circunscripciones afecta al grado de proporcionalidad del sistema electoral.
La incidencia específica de la fórmula electoral se convertiría en este momento en un factor secundario.

La circunscripción o distrito electoral es el conjunto de electores que pertenecen a una unidad territorial en
la que una vez realizada la votación, y en función de los votos emitidos en las elecciones, se procede a su
distribución según los escaños que tiene asignada. Es importante la diferencia entre el volumen demográfico
de la circunscripción o su extensión territorial, con su tamaño.

El tamaño de una circunscripción se refiere al nº de escaños que tiene asignados. La distribución de los
distritos es el elemento de mayor importancia para los partidos políticos y su reparto es un tema de
importante debate político. Por un lado, se une la influencia e importancia numérica que tienen los partidos
en el sistema, y por otro, el tamaño de la asamblea que va a determinar el nº de escaños total a repartirse
entre los representantes. La desproporcionalidad de un sistema es mayor cuanto más reducida sea la
asamblea de representantes y cuando a unas circunscripciones les corresponde más escaños en relación a su
volumen geográfico que a otras.

Los sistemas proporcionales son más sensibles a la distribución de votos entre los partidos. 2 partidos serían
muy competitivos en cada circunscripción si en cada distrito electoral el mismo partido siempre gana un 51%
de los votos, ya que el partido que gana obtiene el 100% de los escaños. Los votos tienden a estar
distribuidos territorialmente de manera que la distribución de los escaños sea proporcional, incluso en los
sistemas mayoritarios.

Entre los sistemas proporcionales europeos, existen diferencias en la magnitud de los distritos dentro e
incluso entre países. La razón de estas diferencias se debe al deseo de mantener cierta ligazón entre las
fronteras geográficas y los límites de las circunscripciones electorales. El tamaño y la variación espacial de los
votos se convierten en el 2º factor determinante del grado de proporcionalidad de un sistema electoral.

Suele existir sobrerrepresentación de las zonas rurales en detrimento de las zonas más pobladas. Las
circunscripciones tendrían que contemplar el comportamiento poblacional, más que el territorial, aunque en
contrapartida deberíamos prestar atención a los movimientos migratorios. La aplicación del principio de
igualdad en la representación política mediante la fijación de un promedio de habitantes por escaño, tiene
dos variantes:

-Una que implica una distribución de circunscripciones electorales con un nº de habitantes cercano a la
proporción por escaño. Se aplica dividiendo el país en circunscripciones nominales uninominales cuyos
límites deben ajustarse constantemente a la variación demográfica.

-Otra que implica el cómputo de la proporción de escaños atribuible a una circunscripción electoral con base
en el nº total de habitantes. Se aplica en los sistemas con circunscripciones plurinominales y el nº de escaños
varía con arreglo a la variación demográfica.

En relación a este proceso, los umbrales de representación o las barreras legales de los partidos políticos
varían significativamente. Este índice se refiere al % mínimo de votos que necesita obtener un partido en
una circunscripción para ganar su primer representante bajo las condiciones más favorables. Este límite se

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va reduciendo a la vez que aumentamos el nº de escaños, por lo que si aumentamos el tamaño de las
circunscripciones electorales, la proporcionalidad se incrementa. La asignación de escaños dependerá de
que los partidos obtengan un mínimo de votos, que suele estar en relación con los votos emitidos.

Las variaciones en el contexto nacional y subnacional producen diferentes efectos de un mismo sistema
electoral. Si clasificamos las circunscripciones plurinominales variables en circunscripción pequeña (de 2 a 5
escaños), mediana (de 6 a 10 escaños) y grande (+ de 10 escaños) esto lleva a que cuanto más pequeña sea
la circunscripción menor será el efecto proporcional del sistema.

La barrera legal tiene que ver con la relación que se produce entre el tamaño del distrito electoral y las
fórmulas electorales, y está determinada por la ley. Es importante saber si la barrera legal es en todo el
territorio, (en todo el país o solo en circunscripción). Tmb es importante saber en qué fase del proceso de
asignación de escaños se aplica la barrera legal. La RFA produjo una concentración del sistema en los
grandes partidos, limitó las oportunidades de representación de partidos menores, y limitó la posibilidad de
que partidos nuevos se establecieran en el sistema.

El gerrymandering es el procedimiento en el que se distribuyen las circunscripciones electorales en función a


consideraciones partidistas, es una manipulación consciente e intencionada, aprovechando las variaciones
de la distribución geográfica de los simpatizantes de los partidos políticos, que pretende buscar el triunfo
pleno de un candidato o un aumento o disminución de la representación política de un grupo social o
partido. Los distritos pequeños penalizan a los pequeños partidos, de forma que el nº de partidos decrece
según se reduce el tamaño de la circunscripción. Este efecto ha sido observado en varios estudios utilizando
índices diferentes. Otra forma de medir la fuerza de los efectos mecánicos es determinar la reducción
relativa en el nº partidos tanto a nivel de votos, como de escaños.

2.3 EFECTOS DE LAS LISTAS ELECTORALES

La relación que se da entre el procedimiento de la votación y la forma de las listas, determinará un


comportamiento electoral. La dicotomía se establece entre voto único y voto múltiple, las posibilidades de
configuración de la votación son más extensas. En Irlanda sí aparecen efectos del procedimiento de votación
sobre el sistema de partidos y las relaciones de fuerza. Los partidos de 2º y 3er rango pueden influir en la
votación preferencial mediante recomendaciones a los electores, de tal forma que juntos logran superar al
partido mayoritario en nº de escaños. Las experiencias de otros países demuestran que los electores tienden
a hacer uso del voto preferencial o que las modificaciones son tan difíciles de lograr que los efectos de las
listas cerradas y no bloqueadas o de las listas abiertas sobre la composición partidista del parlamento son
insignificantes.

2.4 EFECTOS DE LA CONVERSIÓN DE VOTOS EN ESCAÑOS

Un problema que plantea la conversión de resultados es el sesgo.

Sesgo: se puede dar de manera que para que un partido gane un determinado nº de escaños necesitan más
votos que otro, o incluso cuando el partido que alcanza más votos (mayoría relativa) puede obtener menos
escaños que otro partido. Se aducen como causas de este fenómeno que la ventaja que logra un
determinado partido no queda establecida estructuralmente en el sistema electoral sino que es coyuntural,
en el sentido de que no siempre ocurre, y puede llegar a ser alternativo, es decir, se percibe
alternativamente entre partidos diferentes; la causa más importante de este fenómeno se debe a la
dispersión geográfica de los apoyos electorales de los partidos políticos. También en los sistemas

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proporcionales se producen mayorías de escaños, aunque son menos frecuentes que en los sistemas de
representación por mayoría. La relación entre votos y escaños varía bastante en la categoría de la
representación proporcional.

2.5 EFECTOS SOBRE EL SISTEMA DE PARTIDOS

Hay otros elementos de los sistemas electorales que pueden afectar al sistema de partidos: con efectos
sobre la estabilidad del sistema política, sobre la naturaleza de los partidos a la relación entre los
representantes y los electores de las circunscripciones, incluso a la estrategia de las campañas y el
reclutamiento político. Las estrategias de las campañas de los partidos varían según sean las normas
electorales. Cuando se permite una competición intrapartidista y los candidatos tienen como oponentes a
candidatos de su mismo partido, el objetivo de la estrategia de una campaña centralizada se reduce. Por el
contrario, un sistema de listas rígido y cerrado, permitirá una mayor centralización del control de las
campañas por parte de los partidos políticos. De la misma forma que los sistemas electorales, afectan
profundamente las relaciones entre los representantes y el electorado. La relación será muy débil en
sistemas de listas donde el candidato no tiene posibilidades de elegir a un candidato en concreto. Mientras
que cuando elector tiene alguna posibilidad para destacar una preferencia por un candidato, esto implica
una mayor dependencia del representante de su elector, debilitando una rígida disciplina partidista.

La decisión acerca del sistema electoral las toman las fuerzas sociales y políticas de un país.

El sistema electoral tiene carácter político-instrumental en las luchas políticas. Hay que preguntar cuáles
son las condiciones constitutivas, sociales y políticas de los sistemas electorales. Allí donde la fragmentación
étnica de una sociedad se cristaliza en un modelo de representación proporcional, la representación política
se corresponderá con el fraccionamiento étnico de la sociedad. Los sistemas electorales y los resultados
electorales, así como los sistemas de partido, son reflejos de las estructuras sociales y políticas.

Los sistemas mayoritarios serán menos representativos cuando se aplican en sociedades étnicamente
divididas o más heterogéneas. Las medidas que han adoptado los sistemas electorales mayoritarios con
minorías étnicas se han centrado en protegerlas mediante otros mecanismos, como instituciones federales
o una carta de derechos. Los efectos de un sistema mayoritario y un sistema proporcional varían en una
sociedad.

Cuando una sociedad cambia, un sistema proporcional reflejará mejor ese cambio. Los sistemas electorales
se convertirían en consecuencias no en causas de los sistemas de partidos. La relación entre leyes
electorales, los sistemas de partidos y los procesos de cambio social son por lo tanto, recíprocos y
extremadamente complejos. El sistema electoral no es más que un factor entre otros que influyen en la
configuración del sistema de partidos. Su importancia real es variable. La mayoría de veces se constituyen
mayorías partidistas, debido al efecto desproporcional de los sistemas electorales. Debemos distinguir dos
formas de constitución de mayorías:

-Mayorías conseguidas por un partido por medio de votos: un partido consigue una mayoría de votos, que
con independencia del sistema electoral, se traduce en una mayoría de escaños (mayoría merecida).

-Mayoría partidista que no se corresponde con la mayoría absoluta de votos para ese partido, sino que se
consigue gracias al sistema electoral y a través de su efecto de desproporción más o menos fuerte en la
relación entre votos y escaños (mayoría fabricada).

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“Concepto, importancia y función de las elecciones”


Dieter Nohhlen
En los estados modernos, ningún fenómeno es tan común como el de las elecciones, (la designación de
representantes a través del voto del electorado). Asimismo, no hay fenómeno cuya significación real varíe
tanto como el de las elecciones. Estas representan el método democrático para designar a los
representantes del pueblo. Las elecciones, tal vez sea lo más aproximado al control del gobierno por el
pueblo que se puede alcanzar en la sociedad industrializada. ¿Por qué se usan en estados no democráticos?
Pq las elecciones son una técnica de designación de los representantes, por tanto las elecciones no son
exclusivas de la democracia (países con socialismo real ex URSS, en países con gobierno autoritario…).
Recuérdese que en las elecciones se celebraban mucho antes que se impusiera el sufragio universal

Concepto de elecciones.

Para ejercer el sufragio, el elector debe tener oportunidad de elegir y gozar de la libertad de elección. Sólo
quien cuenta con la posibilidad de elegir entre 2 opciones, por lo menos, puede ejercer verdaderamente el
sufragio; además, debe tener libertad para decidirse por cualquiera de ellas; de lo contrario, no tendría
opción. La oportunidad y libertad de elegir deben estar amparadas por la ley; si es así, se habla de
elecciones competitivas; cuando se niegan la oportunidad y libertad de elegir, se habla de elecciones no
competitivas, y cuando se limitan la oportunidad y libertad, se habla de elecciones semi-competitivas.

Las elecciones competitivas, en las democracias occidentales, se efectúan siguiendo diferentes principios. La
garantía de estos principios son la base para que se reconozcan las decisiones sobre personas y contenidos
políticos mediante las elecciones, que son vinculantes para el electorado, por parte de los propios electores.
Entre estos principios que legitiman las elecciones y que gozan al mismo tiempo de una importancia
normativa para las democracias liberales-pluralistas, cabe citar:

a) la propuesta electoral, que por un lado está sometida a los mismos requisitos de la elección (libre,
competitiva) y por otro no puede sustituir a la decisión selectiva del electorado.

b) la competencia entre candidatos, competencia entre posiciones y programas políticos.

c) la igualdad de oportunidades en la candidatura (candidatura y campaña electoral).

d) la libertad de elección, que se asegura por la emisión secreta del voto.

e) el sistema electoral (reglas para convertir los votos en escaños) no debe provocar resultados electorales
peligrosos para la democracia o que obstaculicen la dinámica política.(pe: sobrerrepresentación de la
mayoría)

f) la decisión electoral limitada en el tiempo sólo para un periodo electoral.

Estos principios tienen rasgos normativos de una concepción liberal pluralista de la democracia. Estos rasgos
no corresponden necesariamente a la realidad, pero deberían servirle de medida. No debemos olvidar las

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siguientes correspondencias: elecciones competitivas= sistemas democráticos; elecciones


semicompetitivas= sistemas autoritarios; elecciones no competitivas= sistemas totalitarios.

Importancia de las elecciones.

Elecciones en las democracias occidentales.

Las elecciones forman la base del concepto democrático liberal. Según la teoría democrática liberal, los
líderes políticos de un país deben ser designados mediante elecciones. Este enfoque parte de la relación
entre elecciones y democracia: sin elecciones (abierta competencia por el poder entre fuerzas sociales y
agrupaciones políticas) no hay democracia. Las elecciones son la fuente de legitimación del sistema político.
Un gobierno surgido de elecciones libres y universales se reconoce como legítimo y democrático. En síntesis,
las elecciones son de vitales para las democracias occidentales. La importancia de las elecciones deriva de la
teoría democrático liberal. Según esta, la democracia no acaba con la dominación política, pero intenta
controlarla mediante la división de poderes, la vigencia de los DH, el derecho a la oposición y la oportunidad
de la oposición de llegar al poder. El enfoque democrático liberal se opone al concepto radical de la
democracia, que no quiere la dominación del hombre por el hombre, y como las elecciones no logran este
objetivos para ellos tiene menor importancia.

Las elecciones son el elemento central de participación democrática en las democracias occidentales.
Aunque las elecciones son una forma de participación política entre tantas otras, como la afiliación partidaria
o sindical o la participación en manifestaciones, su importancia es especial, pues para la gran mayoría de la
población representa el único instrumento de participación en el proceso político. Sólo en algunas
democracias liberales existen formas de democracia directa (referéndum o plebiscito).

Según investigaciones empíricas sólo una minoría ejerce siempre el derecho de participar activamente en
los procesos políticos de selección y decisión. La gran mayoría permanece políticamente apática, y las
minorías que participan pertenecen principalmente a sectores privilegiados

Elecciones en dictaduras totalitarias.

Hay que recordar, la situación política y electoral en los llamados países del socialismo real, la cual se
derrumbó a finales de los años 80 en las naciones de Europa oriental. En el marxismo-leninismo, el concepto
de democracia tiene raíces totalmente distintas. Ni la dominación del partido comunista ni su pretensión de
liderazgo deriva de las elecciones, sino que tienen la función de legitimar el poder. En tales condiciones, las
elecciones son instrumento del ejercicio del poder, más no su criterio de legitimación, y están sujetas al
control absoluto del partido y de los órganos estatales. La oposición no puede articularse.

Elecciones en sistemas autoritarios.

En los sistemas autoritarios, las elecciones sirven también para reafirmar las relaciones de poder existente.
Hasta entrados los años 80 era inimaginable que el hegemónico partido mexicano, el Partido Revolucionario
Institucional (PRI), pudiera perder las elecciones presidenciales o parlamentarias. A diferencia de las
democracias, en los sistemas autoritarios el poder político no está en juego; pero a diferencia de las
elecciones en sistemas totalitarios, la oposición se puede articular parcialmente, pero puede haber partidos
de oposición legalizados; además la disidencia política se puede manifestar mediante la abstención electoral.
Por lo común, el control sobre el proceso electoral no es perfecto. Aunque los resultados electorales no

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ponen en duda la dominación del partido oficial, pueden surtir efecto en la cúpula del poder político que, en
muchos casos, se muestra muy sensible a la variación en el apoyo o rechazo popular. (Tabla pagina631)

Funciones de las elecciones.

Funciones de las elecciones competitivas.

Los enfoques de la teoría democrática señalan las funciones principales de las elecciones competitivas,
pudiendo ser interpretadas como instrumentos para:

- expresar la confianza del electorado en los candidatos electos,

- constituir cuerpos representativos oficiales,

- controlar el gobierno,

o como un acto de funciones para simular una competencia entre personas y disimular antagonismos
sociales y para otorgar un poder pleno a determinadas personas en la toma de decisiones,
independientemente del consenso. Hay 3 factores estructurales que determinan las funciones de las
elecciones:

a) La estructura del sistema social: clases, estratificación social, etnia, religión, grupos de presión, y
profundidad de los antagonismos sociales.

b) Estructura del sistema político: sistema parlamentario o presidencial; si se trata de un sistema


parlamentario: predominio del parlamento o del gobierno o del jefe del gobierno; organización del Estado:
unitaria o federal, competencia o concordancia como pauta de conciliación de conflictos.

c) Estructura del sistema de partidos: nº y tamaño de los partidos políticos y distancia ideológica entre ellos.

En sociedades relativamente homogéneas sin fracturas profundas, con sistema parlamentario y con pocos
partidos, las elecciones pueden tener las funciones siguientes:

- legitimación del sistema político y del gobierno de un partido o coalición de partidos.

- expresión de confianza en personas y partidos.

- reclutamiento de las élites políticas.

- representación de opiniones e intereses del electorado.

- ajuste de las instituciones políticas a las preferencias del electorado.

- movilización del electorado en torno a valores sociales, metas y programas políticos e intereses político-
partidistas.

- concienciación política de la población mediante la determinación de problemas y exposición de


alternativas.

- canalización de conflictos políticos mediante procedimientos pacíficos.

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- integración de la pluralidad social y formación de una voluntad común políticamente viable.

- estímulo de la competencia por el poder con base en alternativas programáticas.

- designación del gobierno mediante formación de mayorías parlamentarias.

- establecimiento de una oposición capaz de ejercer control.

- oportunidad de cambio de gobierno.

En sociedades menos homogéneas con sistemas multipartidistas, las elecciones sólo pueden cumplir algunas
de estas funciones. Sin embargo, las elecciones competitivas servirán siempre como instrumento de
legitimación democrática del poder.

Funciones de las elecciones no competitivas.

Como instrumento de ejercicio del poder, las elecciones no competitivas sirven en la interpretación
marxista-leninista para perfeccionar al socialismo mediante:

- la movilización de todas las fuerzas sociales.

- la aclaración de los criterios de la política comunista.

- la consolidación de la unidad político-moral del pueblo.

- la manifestación de la unidad entre trabajadores y partido, mediante participación y aprobación de las


listas únicas.

Funciones de las elecciones semi competitivas.

Sus funciones se orientan más hacia las elecciones competitivas que hacia las no competitivas y están más
expuestas al ideal democrático de competencia política. Aunque en las elecciones semicompetitivas no se
cuestiona el poder, las élites gobernantes las interpretan como fuentes de legitimación. Se pretende crear
la apariencia de elecciones democráticas, no tanto hacia adentro, donde la oposición conoce los límites de
su acción política, sino hacia afuera, ante la opinión pública internacional.

Las elecciones semicompetitivas sirven para estabilizar los regímenes autoritarios. Esta función principal se
apoya en las siguientes funciones específicas:

- el intento de legitimar las relaciones de poder existentes.

- la distensión política hacia adentro.

- el mejoramiento de la imagen hacia afuera.

- la manifestación de fuerzas opositoras.

- el reajuste estructural del poder a fin de afianzar el sistema.

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Debido a las grandes diferencias entre los casos, las funciones de las elecciones semicompetitivas se deben
estudiar según los países y los regímenes respectivos.

Elecciones Elecciones Elecciones no


competitivas semicompetitivas competitivas
Importancia en el proceso Grande Reducida Mínima
político
Posibilidad de elegir Alta limitada Ninguna
Libertad de elegir Garantizada Limitada Anulada
Posibilidad de cambiar el Sí No No
gobierno
Legitimación del sistema Sí No se intenta casi nunca Casi nunca o nunca
político
Tipo de sistema político democrático autoritario totalitario

“Derecho electoral: requisitos, desarrollo y consecuencias de la


extensión del sufragio democrático” Dieter Nohlen
Sociedades industriales occidentales.

La democracia liberal y pluralista en los Estados occidentales industrializados se basa en el reconocimiento


del sufragio universal, igual, directo y secreto. La elección democrática de las autoridades políticas es, junto
con los derechos de expresión, de reunión, de asociación y de libertad de prensa, el principio fundamental
de las democracias modernas. Los derechos de participación política del ciudadano tuvieron que imponerse
a lo largo de un extenso proceso histórico.

Por un lado, la extensión del derecho de sufragio es una variable dependiente y sus causas están vinculadas
con 2 procesos: 1º, el proceso de la revolución industrial, del desarrollo de fuerzas productivas, de la
marcada diferenciación social (clase media, clase obrera) y de la reivindicación de un movimiento obrero que
vio en la lucha del derecho de sufragio la clave para alcanzar una sociedad nueva e igualitaria; y 2º, el
proceso de la denominada “revolución nacional” a través del nation-building mediante la inclusión de
grupos poblacionales cada vez más amplios al unificarse el Estado nacional.

Por otro lado, la difusión del derecho de sufragio (como variable independiente) influye en la estructura de
los sistemas de partidos, concebidos bajo las condiciones históricas específicas de cada país; sus factores
explicativos fundamentales e interrelacionados son: el momento de avance de la extensión del derecho de
sufragio, los cambios socio-económicos y la flexibilidad de las élites, como respuesta a la creciente exigencia
de participación de las clases bajas.

Principios del derecho electoral.

Los principios del derecho electoral fue cambiando, se debe considerar, no solo si el sufragio era universal,
sino también lo que se entendía por “universal”. En el siglo XIX, el concepto de sufragio universal
comprendía solo el derecho de sufragio masculino. Hoy existen para las elecciones democráticas 4 principios
básicos, los cuales están claramente definidos y se pueden confrontar con las normas históricas del derecho

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de sufragio. Los principios fundamentales del derecho de sufragio universal, igual, directo y secreto tienen
por lo común un rango constitucional.

Sufragio universal.

Esta forma jurídica significa que, en principio, todo ciudadano tiene el derecho de elegir y ser elegido
independientemente de sexo, raza, lengua, ingresos o propiedad, profesión, estamento o clase social,
educación, religión o convicción política. Este principio no es incompatible con la exigencia de otros
requisitos, como determinada edad, ejercicio de la ciudadanía (nacionalidad), residencia y posesión de las
facultades mentales y de los derechos civiles, así como de la plena capacidad jurídica. Desde una perspectiva
histórica se pueden distinguir, en lo esencial, tres modos de restricción del derecho de sufragio:

-Por medio de la exclusión directa de determinados grupos de la población, como: minorías étnicas o
religiosas, de personas que se encuentran en situación de dependencia, mujeres, etc.

-Por limitación o imposición de un censo (sufragio censitario) teniendo que probar cierta propiedad o el pago
de determinados impuestos, o tener determinados ingresos.

-La exigencia de cierta educación (censo de educación) como una educación primaria formal o de ejercicio
de una profesión (sufragio capacitario).

Sufragio igual.

Este principio implica que la influencia del voto de todos los electores es igual, y no debe ser diferenciada en
razón de propiedad, ingresos, capacidad impositiva, educción, religión, raza, sexo u orientación política.
Igualdad cuantitativa de los votos de los electores. El principio de sufragio igual es incompatible con todas las
formas de voto plural, de clase o de casta. El principio de sufragio igual es relevante tmb en el ámbito de la
distribución de las circunscripciones electorales. Para que la igualdad cuantitativa de los votos esté
garantizada, se debe tener cuidado en la distribución de las circunscripciones electorales con el fin de lograr,
por ejemplo, una relación igual entre la población (o el electorado) y el nº de diputados que se deben elegir
de acuerdo con la proporción nacional (clave de la representación).

Sufragio secreto.

Este principio exige que la decisión del elector, en forma de emisión del voto, no sea conocida por otros. Con
el fin de garantizar el voto secreto, se han introducido hoy en la organización electoral la cabina electoral, las
boletas oficiales opacas, las urnas electorales selladas, etc.

Sufragio directo.

En elecciones directas o inmediatas, el elector elige los titulares de los escaños; por el contrario, en las
elecciones indirectas o mediatas, el cuerpo intermedio (colegio electoral) es previamente elegido y se
encuentra entre el elector y los diputados. Hay que distinguir entre elección indirecta formal (el colegio
electoral está obligado a respetar el voto del elector primario) y la elección materialmente indirecta (el
colegio electoral elige a los titulares de escaños según su propio juicio).

Sufragio libre.

La libertad de elección es una exigencia fundamental de la elección misma; sin ella no existiría una elección.

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Proceso de imposición del sufragio democrático.

La expansión del sufragio universal e igual se desarrolló de forma distinta en los países industriales
occidentales. El proceso tuvo lugar a lo largo de un siglo: antes de 1848 no existía en ningún país el sufragio
universal masculino. El sufragio democrático se estableció inmediatamente después de la 2ª GM en todos los
países, con pocas excepciones (en Suiza, las mujeres permanecieron excluidas del derecho electoral hasta
1971; en la España franquista dominó hasta 1975 el sufragio orgánico, y en Portugal no se elegía
democráticamente.

(Tabla página 641) En 1920 el sufragio universal masculino ya existía en todos los países industrializados
occidentales. Antes de 1900, sólo en NZ gozaba del derecho de voto las mujeres; pero al comienzo de este
siglo, también en Finlandia y Noruega. Después de la 1ª GM, la mayoría de los Estados introdujeron también
el sufragio femenino. Sólo en una serie de países latinos predominantemente católicos se concedió el
sufragio a la mujer después de la 2ª GM.

Los partidos obreros exigieron y lograron el sufragio universal. La democratización del sufragio por medio
del referéndum ha demostrado ser poco funcional. (Tabla 643). Según la tabla se puede considerar que el
derecho de sufragio y la participación electoral evolucionan en contrasentido, es decir, frente a un nº mayor
de electores la participación electoral disminuye

Causas y consecuencias de la ampliación del derecho de sufragio.

El nº de variables a considerar en un análisis causal de la ampliación del derecho de sufragio es muy alto.
Entre los factores relevantes: grado y tiempo de industrialización, cambios de la estructura social, procesos
migratorios, diferencias en las relaciones socioculturales (etnia y religión), tradiciones políticas (más
representativa o más absolutista), cambios constitucionales (parlamentarización, capacidad de adaptación
de las élites), como también procesos de secesión y guerras.

Como no se puede comprobar ninguna relación directa entre el grado de industrialización y la fuerza del
movimiento obrero o del Partido Socialista, no es factible desarrollar ningún modelo general para ese ámbito
limitado de factores causales en la extensión del sufragio. Tampoco el nexo entre la democratización del
sufragio y la parlamentarización del régimen político, las dos corrientes decisivas de los cambios
constitucionales en Europa a partir de la revolución francesa.

Allí donde un fuerte movimiento obrero existente tuvo que luchar por el derecho al sufragio universal, los
partidos obreros se caracterizaron por su orientación radical hacia la lucha de clases, mientras que en los
lugares donde los movimientos obreros tenían mayor acceso a los derechos de participación política, se
mostraron reformistas y más dispuestos a colaborar con los partidos burgueses. Bajo las condiciones de
sufragio universal y de un principio de representación estable, pudieron “congelarse” durante varias décadas
las estructuras del sistema de partidos siguiendo los clivajes sociales al final de la primera GM. Una
consecuencia de la extensión del sufragio universal fue la extensión de del derecho de sufragio fue el
ascenso de los partidos obreros

América Latina.

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En la historia política de América Latina, las elecciones no han tenido el mismo significado que en Europa.
Con el comienzo de la independencia, en el 1er tercio del siglo XIX, se discutieron y aprobaron constituciones
que estipulaban la designación de los órganos superiores por medio de elecciones. Solamente Brasil siguió
siendo una monarquía hasta finales del siglo; pero el gobierno constitucional tuvo que imponer 1º, contra el
ejercicio dictatorial del poder, el procedimiento de la elección contra métodos violentos de alcanzar el poder
político. Hasta hoy, sigue siendo la inestabilidad política, con alternancia entre dictadura y democracia, la
característica más saliente de la historia política de América Latina. De ahí que las pocas excepciones hayan
podido sobresalir especialmente: Chile y Uruguay, antes del derrumbe de la democracia al comienzo de los
años 70; y Costa Rica y Venezuela (desde 1958). Frente a ellos se encuentra una serie de países en los cuales
la democracia apenas ha tenido alguna oportunidad: las naciones de Centroamérica (fuera de Costa Rica) y
Paraguay. Pero, por lo general los regímenes autoritarios no han renunciado a las elecciones. Por esto, una
2ª característica de la región es que las elecciones tengan diversas funciones y significados, que cambian
según el tipo de régimen.

El menor significado de las elecciones en la historia política global de América Latina, y su diferenciada
ejecución con fines de creación de seguridad y legitimidad para los regímenes autoritarios, han conducido a
que los problemas de la organización de las elecciones para asegurar los principios constitucionales y
jurídicos del derecho a voto universal, igual y secreto, no se hayan solucionado sino muy tarde y, en algunos
países, no hayan sido resueltos hasta ahora. Estos problemas en la organización de las elecciones (una 3ª
característica de las elecciones latinoamericanas) disminuido su capacidad legitimadora y a que sus
resultados hayan podido ser puestos en duda, justa o injustamente. A menudo los resultados electorales han
sido falsificados verdaderamente; tmb, suele cuestionarse su resultado con el argumento no comprobado de
abuso político. La diferencia entre poder legítimo, aquí poder democráticamente legitimado, y poder de
facto ha sido muy poco valorada para motivar reformas que podrían haber limpiado el proceso electoral de
manipulación. Una gran parte de los problemas de la representación política que hoy existen en países
latinoamericanos en proceso de redemocratización se refiere a la organización electoral.

Debe tenerse en cuenta que América Latina es gobernada presidencialmente, y a las elecciones
presidenciales se les asigna un mayor significado. La mentalidad política en estos países se orienta por
completo al ejecutivo y su elección. Las elecciones parlamentarias son secundarias y en algunos países se
organizan de manera tal que a veces ni siquiera se informa sobre ellas.

Comparada con Europa o los países industrializados, la democratización del sufragio en América Latina no
estuvo vinculada con la industrialización y el cambio social. Por un lado, no hubo procesos de
industrialización similares o, en todo caso, se iniciaron mucho después, sin que (salvo pocas excepciones)
hayan podido dejar atrás la fase de sub industrialización. El surgimiento de estructuras económicas
heterogéneas contribuyó a petrificar las estructuras sociales, que modificaron la importancia del sufragio
universal y de las elecciones. En síntesis, el sufragio universal no era el instrumento para romper las
relaciones de poder reales. Con la redemocratización de los años 80, América Latina intenta otra vez, con el
voto como instrumento, un desarrollo democrático y social que mejore las condiciones de convivencia, de
gobernabilidad y de pleno respeto a los derechos humanos en la región. (Tabla página 648)

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“El sistema electoral y sus elementos: la expresión de las


preferencias individuales y sus garantías” Josep Mª Vallés
Introducción. Hacia el sufragio universal, libre, directo e igual.

Señalamos los elementos del sistema orientados a asegurar una participación libre e igual de los ciudadanos
en el proceso electoral, ya sea como electores, o como eventuales candidatos. Son componentes que el
Estado liberal-democrático ha ido formando desde mediados del XIX, incluyéndolos en el “núcleo” duro del
derecho electoral, a veces con rango constitucional, a veces con rango legal o reglamentario. Su objetivo
principal es garantizar que la actividad electoral esté libre y abierta a todos los ciudadanos y que éstos
puedan pronunciarse y competir en igualdad y sin coacciones que puedan deformar su voluntad.

Las democracias liberales consolidadas suelen compartir la configuración de estos elementos normativos del
sistema electoral. Las diferencias que se observan, no son tanto contradicciones de principio como resultado
de un desfase en la evolución histórica general. Esta evolución histórica ha apuntado al reconocimiento legal
del sufragio universal, libre, directo e igual, como fundamento de unas elecciones democráticas.
Corresponde a la regulación de cada sistema establecer sobre quién es elector y quién es elegible asegurar el
respeto a los 4 principios anteriores.

-La universalidad del sufragio: ha eliminado la privación del sufragio por motivos políticos y sociales. La
democratización ha impulsado la extensión universal del voto

-La libertad de sufragio: garantiza la expresión de la voluntad electoral de cada ciudadano

-El voto directo: es contraria a la intermediación de grandes electores o compromisarios que los ciudadanos
eligen en 1ª instancia para que estos elijan a los candidatos presentados. En la actualidad algunos sistemas
tienen aún esta intermediación: Elecciones presidenciales en EEUU, al senado en Francia, o las elecciones
provinciales en España.

-Voto igual: ha eliminado las situaciones en que determinados sectores contaban con un nº superior de
votos que los demás electores (voto plural), pero subsisten desigualdades de voto según territorio: en
determinados territorios un voto tiene aún mayor valor q en otros

Los electores.

El derecho al sufragio (o en otros términos, la capacidad electoral activa) se adquiere cuando concurren en
una persona determinada requisitos establecidos por la ley. Quienes tienen esta capacidad forman el cuerpo
electoral. En él reside la capacidad de activar la soberanía popular, eligiendo a sus representantes o
manifestando su voluntad en consultas directas o referendos. La ampliación de la capacidad electoral activa
ha sido resultado de la presión política que han ejercido grupos y clases sociales desde los movimientos
revolucionarios liberales de finales del XVIII y principios del XIX.

Los requisitos de la capacidad electoral activa.

La ciudadanía, la edad y la plenitud de derechos civiles y políticos constituyen los tres requisitos objetivos
que definen la capacidad electoral activa.

La ciudadanía o nacionalidad.

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La ciudadanía es el vínculo jurídico establecido entre un individuo y el Estado. El derecho de sufragio se


vincula históricamente a la condición de ciudadano, al que se supone un interés directo en los asuntos
políticos sometidos a la decisión de los órganos elegidos. Así pues, y de acuerdo con la tradición del llamado
“Estado-nación”, sólo los ciudadanos (o nacionales) de un determinado Estado poseen el derecho al sufragio,
excluyendo a los extranjeros, pues se entiende que sólo los ciudadanos nacionales tienen el interés y el
derecho a participar en las decisiones políticas generales. Esta situación hoy en día está sometida a la
presión de los cambios migratorios. En la actualidad hay muchos “no ciudadanos” que residen de manera
permanente en un Estado, trabajan, pagan sus impuestos… El requisito de la ciudadanía para acceder a la
capacidad electoral activa ha empezado a entrar en crisis. Así algunos países admitieron el sufragio de los
extranjeros en las elecciones locales. De un lado, el Tratado de Maastricht firmado en 1992 ha establecido la
extensión del sufragio en las elecciones locales a los ciudadanos de Estados miembros. Por otra parte, ha
generado el debate sobre admisión como electores y elegibles en las elecciones al Parlamento Europeo de
ciudadanos de toda la Unión, sin distinción del Estado al que pertenezcan. Así, en el ámbito electoral, se
observa una erosión de la posición estado-nación como actor político y socioeconómico autosuficiente.

La edad.

El requisito de edad está en todos los ordenamientos electorales. Se establece una mayoría de edad
electoral, como condición necesaria (aunque no suficiente) para el derecho al sufragio. Históricamente, la
mayoría de edad electoral no solía coincidir con la mayoría de edad civil o penal. Mientras se admitía que un
sujeto podía tener obligaciones y derechos económicos, laborales o familiares y se le hacía responsable
desde un punto de vista criminal, se le seguía negando en cambio la capacidad para intervenir en la política
por medio del sufragio. Actualmente, la norma más frecuente es la que establece esta mayoría de edad
electoral a los 18 años sin distinción de géneros (hasta la IIGM 25 años y diferente criterio para H y M). En
algún caso excepcional la mayoría de edad se ha rebajado a los 16 años. (Tabla página 656)

La plenitud de derechos civiles y políticos.

Al exigir la plenitud de derechos civiles y políticos como requisito de la capacidad electoral, se entiende que
no debe intervenir en el proceso aquel que ha visto negada su aptitud para intervenir en las relaciones
sociales y económicas. En 1er lugar, figuran en este grupo de excluidos los incapacitados y sometidos a tutela
por razones de disminución mental. En 2º lugar, se incluyen aquí los condenados a determinadas penas, los
declarados quebrados por el derecho mercantil y, en algunos países, los defraudadores del fisco. Estas
exclusiones vienen por un criterio político-moral que las convierte en “causas de indignidad” de quienes no
han cumplido con obligaciones sociales. En algunos casos la privación del sufragio es permanente, en otros
es temporal.

otros requisitos históricos

-El género: se excluía a la mujer de la vida política. A lo largo del XIX se inicia el debate sobre la cuestión.
Pensadores como Condorcet, Fourier, Stuart Mill… Propugnando la igualdad de derechos para los dos sexos
y un acceso progresivo de estas al sufragio. Los conservadores argumentaban la menor inteligencia
femenina, el desinterés de estas por la política… a finales de XIX, el sufragio femenino se incorpora a la
legislación de algunos estados de EEUU y en Australia. Antes de la I GM solo Australia, Finlandia y Noruega
admitían el sufragio femenino. La I GM fue decisiva, pues el acceso masivo de la mujer a la industria para
suplir la mano de obra movilizada en el frente aumento la presión de reconocer sus derechos políticos. En
España fue con la Constitución de la II República y la ley electoral de 1933 cuando llegó el sufragio femenino

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-La condición económica y el nivel de instrucción: El gobierno representativo de liberalismo propugnaba un


gobierno de propietarios ilustrados. La capacidad política iba unida a la capacidad económica ( propiedad
agraria, luego rentas procedentes de otras actividades económicas). Esto reflejaba un doble requisito que las
leyes electorales impusieron para acceder al sufragio: capacidad económica y formación intelectual. En la
España del XIX eran “los mayores contribuyentes” quienes tenían el monopolio de la acción política. Como
residuo de este instrumento de exclusión que afectaba sobre todo en EEUU a la población de color, algunos
estados de EEUU mantuvieron un impuesto electoral “poll tax” hasta su eliminación por una enmienda
constitucional aprobada en 1964

El nivel de instrucción fue requisito para la capacidad electoral activa, se requería un determinado grado de
formación; 1º un nivel de profesional liberal como médico, abogado, funcionario, luego limitó la exigencia a
saber leer y escribir, excluyendo a analfabetos. En este contexto descrito la exclusión económica y la
exclusión cultural iban de la mano

-La función pública y el ministerio religiosos: En el tránsito de las monarquías constitucionales a los
regímenes liberales, se preveía en algunas leyes electorales que determinadas categorías vinculadas al
Estado fueran excluidas del derecho de sufragio (militares, sacerdotes…) se les negó el derecho al voto
basándose a que obedecían a organizaciones religiosas contrarias al pensamiento liberal-democrático.

-Pertenencia a confesiones religiosas: católicos y judíos fueron excluidos en GB hasta la reforma de 1832.
Desapareció al secularizarse la sociedad.

La inscripción en el censo electoral.

El disfrute de las condiciones que se requieren para disponer de la capacidad electoral activa no presupone
la posibilidad de su ejercicio inmediato. Para ejecutar el derecho al voto es condición formal hallarse inscrito
en el censo o registro electoral.

Noción y función del censo.

El censo o registro electoral es la relación de ciudadanos con derecho a voto que reside en un determinado
ámbito territorial, generalmente en un municipio. La función del censo es facilitar el desarrollo de las
elecciones, acreditando que el sujeto que pretende ejercer el voto reúne los requisitos antes señalados:
ciudadanía, edad, goce de los derechos civiles y ausencia de condiciones excluyentes. El uso del censo
público en las elecciones lo convierten en un instrumento contra el fraude de dos maneras: evita que
ejerzan el voto quien no tiene derecho a ello y evitan que lo ejerzan más de una vez.

Generalidad y permanencia del censo.

El registro electoral es general, sirve para todas las consultas electorales que se celebren. En la mayoría de
los países, el censo puede calificarse de permanente, puesto que el elector (una vez inscrito en el censo)
sigue en él, sin necesidad de renovar su inscripción en el mismo. El carácter permanente del censo obliga a
su revisión periódica, que es llevada a cabo por la autoridad habilitada para ello por la legislación electoral.
La revisión periódica permite la inclusión de quienes deben incorporarse al censo (por acceder a la mayoría
de edad o a la ciudadanía o nacionalidad) y la exclusión de quienes pierden la condición de electores (por
fallecimiento o por cualquiera de las causas preestablecidas). Uno de los fraudes más habituales ha sido
conservar en el censo a persona fallecidas y facilitar el doble voto usurpando la personalidad a los fallecidos

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Inscripción voluntaria e inscripción automática.

Históricamente, la inscripción en el censo era un acto voluntario del ciudadano que manifestaba su deseo de
constar en dicho registro. Esta situación que se mantiene en EEUU, en Europa, es un recuerdo histórico,
puesto que la inscripción es actualmente un acto automático de la administración competente. De este
modo se asegura que todo ciudadano que reúne las condiciones exigidas está incluido en el censo electoral.

Censo, territorio y residencia.

El censo se organiza sobre base territorial, es una lista de los electores residentes en un determinado
ámbito, generalmente municipal. Es el domicilio en este municipio el que conlleva la inscripción en el censo.
Las técnicas específicas que vinculan esta residencia territorial con la inscripción varían en los diferentes
sistemas electorales, que prevén también mecanismos para los ciudadanos no residentes en el propio país
(emigrantes, diplomáticos) o personas sin residencia fija (marinos, militares).

Autoridad responsable del censo.

La confección y mantenimiento del censo es una tarea técnicamente compleja y políticamente delicada,
pues de ella depende en parte, la calidad democrática de los procesos electorales. Es importante a quién se
da la responsabilidad de elaborar y actualizar el censo. En algunos casos, se confía a organismos
especializados, dirigidos por una autoridad neutral, habitualmente controlada por el Parlamento. En otros
casos, la función corresponde a algún organismo de la administración ordinaria y, sujeta al Ejecutivo.
Finalmente, existen tmb modelos que atribuyen esta función a órganos de composición mixta, con presencia
de la administración municipal, de la administración de justicia y del propio Ejecutivo. Se prevén mecanismos
de control y apelación contra las decisiones de la administración responsable de la tarea, asegurando que
estas decisiones pueden ser corregidas si incurren en errores técnicos o en manipulaciones políticas.

Electores y votantes.

Los electores son quienes tienen derecho al voto. Pero en algunos países, el nº de ciudadanos que renuncia
al derecho de sufragio es alto. El análisis del comportamiento electoral intenta establecer qué características
definen a los votantes y a los abstencionistas y explicar las razones de sus conductas. En general, puede
afirmarse que el ejercicio del voto está relacionado con la posición familiar, social y económica del sujeto.
Cuando esta posición es marginal (jóvenes, solteros, desplazados), se da una menor intervención electoral (y
política en general). Inversamente, a más responsabilidad o implicación en aquellos campos (casados,
adultos, activos laboralmente), más inclinación se tiene también a participar electoralmente. En cuanto al
género la mujer tradicionalmente se abstenía más que el hombre, pero su incorporación creciente al
mercado de trabajo y su creciente nivel de formación han disminuido la diferencia equiparándose en
muchos países ambos géneros. Se confirmaría que marginación social e inhibición electoral están asociadas.

Los elegibles.

Grupo de ciudadanos que aspira a la elección: son los candidatos. La posibilidad de presentar una
candidatura electoral depende de una situación jurídica definida por la elegibilidad (o capacidad electoral
pasiva) y de los requisitos de presentación que figuran en las normas legales. Pero dependen también de
condiciones sociopolíticas y económicas.

La elegibilidad.

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a) Concepto.

Un principio democrático radical establece la identidad entre la condición de elector y la de elegible: todo
ciudadano sería, al mismo tiempo, capaz de elegir y ser elegido. Pero esta coincidencia no se ha
reconocido ni se reconoce en los sistemas electorales: la posibilidad de ser elegido exige una mayor
responsabilidad que la posibilidad de elegir. En todo caso, este mayor rigor debe ser establecido en la
legislación, señalando que requisitos adicionales son exigibles a un elector para convertirse en elegible.

b) Requisitos de la elegibilidad.

La ciudadanía. En algunos países, los ciudadanos nacionalizados (o que adquirían la nacionalidad por
matrimonio) quedaban privados de manera permanente o de modo temporal de la capacidad electoral
pasiva. La tendencia actual suele equiparar a unos y otros.

La edad. Para ser elegible, suele exigirse una edad superior a la requerida para acceder al derecho de voto,
aunque hay una tendencia a la coincidencia entre ambas edades. Esta exigencia puede variar, además, con
el tipo de puesto electivo, fijándose generalmente edades más elevadas cuanto mayor es el ámbito de
actuación del cargo que se elige.

La condición profesional. Las leyes electorales suelen establecer requisitos, declarando inelegibles a
determinados profesionales que mantienen una especial relación con las instituciones públicas, ya formando
parte de la propia administración (magistrados, militares, determinados funcionarios o cargos políticos de
confianza), desde fuera de ella (personas interesadas en contratas, concesiones o subvenciones públicas). Se
presupone que estas vinculaciones pueden impedir una imparcialidad de las funciones políticas atribuidas a
los cargos a elegir.

La condena penal. Algunos delitos conllevan como pena accesoria la inelegibilidad, aunque no la privación
del derecho del sufragio.

La relación con el servicio militar o civil. Algunas legislaciones electorales establecen una relación entre la
elegibilidad y el servicio militar o civil.

El género. En el curso de los años han ido desapareciendo las normas que reservaban a los varones todos o
parte de los puestos electivos, como señala de su presunta superioridad en juicio y capacidad para ejercer
responsabilidades políticas directivas. . (Tablas pag 668)

Inelegibilidad e incompatibilidad.

La incompatibilidad afecta a la situación de los que ya han resultado elegidos para un puesto y no (como en
el caso de la inelegibilidad) a los que aspiran a ser elegidos. Incurre en situación de incompatibilidad el
ciudadano elegido que detenta simultáneamente otra posición (electiva o no electiva), vinculada a la
actividad política o administrativa. La incompatibilidad puede ser de origen o sobrevenida. Y obliga (según
la ley) a abandonar 1 de las 2 posiciones, obligando al interesado a optar por una de ellas dentro de un plazo
determinado. Las causas de incompatibilidad pueden ser numerosas, según sea la tradición de cada país. La
ley establece una relación que incluye diversos mandatos electivos, puestos en la Administración ordinaria o
en la judicatura, ocupaciones y profesiones relacionadas con la economía y haciendas públicas, etc.

Elegibles y candidatos.

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El perfil de los candidatos difiere del perfil general de los elegibles. La pretensión de acceder a un cargo
electivo se ha concentrado generalmente en un grupo limitado de ciudadanos. Lo define el género
masculino, el grupo de edad madura, el nivel de instrucción medio o alto, y la ocupación en el mundo de la
administración pública, la enseñanza, el derecho o la comunicación. Finalmente, la militancia en un partido
político (y, en grado menor, en un sindicato) es característica de la inmensa mayoría de los candidatos, en
unas elecciones en las que los partidos son los protagonistas reales.

Las características de los elegidos muestran la tendencia general a la “profesionalización” de la actividad


política, concentrada en manos de un grupo de ciudadanos que se especializan y hacen de ella su modo de
vida, cuando no exclusivo. Este fenómeno refuerza la diferencia entre los elegibles (prácticamente
coincidentes con el electorado en general) y los candidatos. Esta diversidad tiene riesgos para la democracia
representativa. La diferenciación creciente entre representados y representantes repercute sobre la
aceptación del sistema democrático y, por tanto, sobre su legitimación.

El proceso electoral y su organización.

Cada elección se desarrolla conforme a un proceso o sucesión de etapas, en torno a las cuales se organiza la
intervención de todos los actores. Vamos a estudiar a quien corresponde la organización del proceso y las
etapas del mismo de interés más relevante.

La administración electoral.

Es la autoridad pública encargada de ordenar y supervisar el proceso electoral en todas sus fases. Depende
de esta autoridad el que el proceso se desarrolle en términos de igualdad de oportunidades entre todos los
contendientes, actuando con neutralidad y sin trato de favor para ninguno de ellos. De esta autoridad
depende en parte, que las elecciones puedan ser juzgadas como libres y competitivas o legitimadoras de
poder. La administración electoral puede quedar en manos del propio poder ejecutivo, que la desarrolla por
medio de la administración ordinaria, generalmente dependiente del Ministerio del Interior. Aunque se
tiende a que la administración electoral quede en manos de autoridades independientes del Ejecutivo. Esta
autoridad electoral suele estructurarse piramidalmente, con órganos delegados en cada uno de los niveles
territoriales donde va a desarrollarse la elección y con la función de supervisarla en cada uno de ellos.

La convocatoria electoral.

La facultad de convocar elecciones corresponde a la autoridad constitucionalmente habilitada para ello, sea
el Jefe del estado, el pte del gobierno o, en caso menos frecuente, la propia cámara que debe ser elegida.
Dicha decisión responderá al agotamiento del mandato electoral, a la disolución anticipada de la asamblea
de acuerdo con las previsiones constitucionales. Cuando la convocatoria se refiere a elecciones generales, la
fecha de las mismas y los plazos para llevar a término cada una de las actuaciones previstas en el proceso
electoral son establecidos de modo automático (cuando expira el mandato del órgano a elegir) o quedan
también determinados explícitamente (si el órgano es disuelto anticipadamente) en la misma disposición
que disuelve la asamblea.

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La presentación de candidaturas y su proclamación.

Los elegibles que deseen presentarse como candidatos deberán expresar esta decisión ante la autoridad
electoral correspondiente, que examinará si cumplen los requisitos de elegibilidad. Pero tmb se ocupará de
comprobar el cumplimiento de otras exigencias como la solvencia y la seriedad de su acto. Cada sistema
electoral determina los requisitos necesarios para la presentación de candidatura. Los más frecuentes son:

- el aval de un partido o de una cantidad de firmas de electores o cargos electos.

- el arraigo territorial por tener su domicilio en el distrito en el que pretende concurrir o por mantener con el
mismo alguna otra relación significativa;

- una fianza económica, que se pierde si el candidato no obtiene un mínimo de sufragios.

En la actualidad, la presentación de candidaturas corresponde en la práctica a la iniciativa de los partidos


políticos, que han conseguido una posición casi exclusiva en este punto. Esta posición se basa en su
capacidad para apoyar la campaña de los candidatos individuales mediante recursos organizativos y
financieros. La presencia de candidatos independientes se hace muy difícil, salvo en algunas elecciones
locales. Como modo de compensar la excesiva influencia de los partidos, se ha propuesto que los candidatos
presentados en cada partido sean elegidos por los afiliados (primarias) y no por la dirección de los partidos.

Las candidaturas presentadas son examinadas por el órgano correspondiente de la administración electoral y
son admitidas o proclamadas si reúnen las condiciones legalmente requeridas. Contra la decisión de este
órgano, cabe un recurso de apelación a una instancia superior.

La campaña electoral.

En la vida política, la acción de campaña no conoce pausa, debido a la existencia de partidos como
organizaciones permanentes de movilización y reclutamiento de dirigentes políticos. Pero si puede
entenderse la campaña como el periodo de intensificación de esta actuación.

La regulación de la campaña.

Se entiende por campaña, las actividades de los candidatos destinadas a atraer el voto de los electores.
Cuando se pretende que la elección sea competitiva, la regulación de la campaña debe ofrecer 4 garantías:

- la libertad de expresión, información y reunión para los candidatos, sus partidarios y las organizaciones que
los apoyan;

- la igualdad entre los contendientes

- la imparcialidad de los poderes públicos

- la salvaguardia de unas reglas de “juego limpio” por parte de los contrincantes.

La duración de la campaña.

Algunos sistemas han limitado el período previo a las elecciones como período de campaña oficial. Este
período oscila entre las 2 y las 4 semanas. Con ello, se pretende activar los mecanismos que aseguren la

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igualdad entre los candidatos y la imparcialidad de los poderes públicos durante las semanas que anteceden
a la consulta electoral. Sin embargo, la acción permanente de los partidos debilita esta limitación temporal.
Cada vez se hace más difícil distinguir el punto de inicio de campaña del de la llamada “precampaña”.

La mejor forma de controlar esta delimitación legal es poner en marcha algunos servicios que la
Administración suministra a los candidatos durante un periodo acotado: locales públicos para reuniones,
espacio público para la fijación de carteles, gratuidad para algunos envíos postales, espacio radiotelevisivo
gratuito en los medios públicos de comunicación, etc. Algunas legislaciones electorales prevén la suspensión
de las actividades de propaganda en el día previo a la votación (la llamada “jornada de reflexión”) y en la
misma fecha de la votación.

El acceso a los medios de comunicación de masas.

Los medios tradicionales de comunicación y propaganda electoral (carteles, octavillas, reuniones públicas...)
han pasado a un 2º término, desde que los medios de comunicación (radio, TV) se convirtieron en
instrumento principal de acción persuasiva sobre los electores. A partir de ese momento el acceso a los
medios audiovisuales de comunicación se convierte el mejor medio para llegar a los votantes. , y
convirtiendose en el eje central de las campañas en doble aspecto: la emisión de propaganda electoral y el
contenido de los programas informativos regulares.

La emisión de propaganda electoral. Un primer aspecto de la intervención de los medios audiovisuales


consiste en la actividad de propaganda directa que desarrollan los candidatos o quienes les apoyan. Esta
actividad suele regularse de modo diferente, según sea la titularidad (pública o privada) de los medios. Un
órgano vinculado a la administración electoral suele encargarse de la aplicación de estas normas.

- En los medios audiovisuales controlados directa o indirectamente por el Estado u otros organismos
públicos se establece una reserva de tiempos de emisión para las candidaturas presentadas.

- Para los medios audiovisuales de propiedad privada, la regulación varía. Por criterios de libertad de
empresa y libertad de prensa…

La actividad informativa ordinaria de los medios. Un problema más complejo es el que plantea el contenido
de los servicios informativos. Mientras que la propaganda electoral se identifica claramente, es más difícil
medir el efecto que producen las informaciones emitidas antes de las elecciones sobre los candidatos y los
partidos. Queda, entonces, a la valoración del órgano supervisor el medir si una información puede actuar en
realidad como publicidad positiva o negativa para una determinada candidatura. La regulación electoral sirve
para suavizar las desigualdades entre partidos contendientes, sin que pueda eliminarla por completo.

La difusión de los sondeos preelectorales.

Entre los instrumentos del nuevo marketing político del ámbito electoral desde los años 70, figuran los
sondeos de opinión. Su objetivo es reunir información fiable sobre los electores, sus actitudes, sus opiniones
y su intención de voto. La mejora de técnicas estadísticas y la aplicación de la informática y nuevos medios
de comunicación han facilitado la realización de dichos sondeos y la obtención inmediata de resultados. Los
partidos y candidatos pueden disponer de ellos para corregir sobre la marcha sus estrategias de campaña.
Pero pueden también usar públicamente estos resultados como elementos de persuasión sobre la opinión,
reforzando la moral de sus seguidores (efecto bola de nieve) o actuando sobre la disposición de los indecisos
(underdog = simpatía por la acción presuntamente derrotada).

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La salvaguarda del juego limpio entre contendientes.

En una campaña electoral se intercambian muchos mensajes, emitidos por los actores de la competición.
Tales mensajes tienen contenido positivo cuando se trata de promover los perfiles personales y las
propuestas programáticas de los candidatos propios. En cambio, tiene un contenido negativo cuando se
refiere a las personalidades y programas de los adversarios.

En esta comunicación propagandística deben observarse criterios de juego limpio, evitando las afirmaciones
no veraces, la intromisión en la vida privada, la injuria o la difamación. Las disposiciones penales vigentes
son aplicables cuando se sobrepasan estos límites. Pero la conciencia social y la práctica de los tribunales son
más tolerantes en períodos de campaña electoral, exculpando en cierto modo los excesos y atribuyéndolos a
la pasión política del momento o calificándolos como ejercicio aceptable de “crítica política”.

¿Para qué sirven las campañas electorales?

Es innegable la transformación que ha experimentado la campaña electoral en la mayoría de los países con
elecciones competitivas. El traslado a la arena política de las técnicas de publicidad y marketing comercial y
de los instrumentos de telecomunicación más recientes han convertido lo que era con frecuencia un
contacto directo entre candidatos y electores en una compleja operación mediática, diseñada y dirigida por
profesionales. En esta operación ganan importancia los perfiles personales de los dirigentes de los partidos,
en cambio pierden importancia los programas. En los debates televisados se busca el “cara a cara”.

¿Sirven para algo las campañas electorales? De los estudios realizados, se desprende que la concentración
de esfuerzo en un periodo limitado persigue en términos generales 2 objetivos: Por un lado, se pretende
confirmar la disposición del electorado ya fiel, dando argumentos y motivos para reforzar su adhesión y para
que la haga efectiva acudiendo a votar. Por otro, se persigue decantar a una parte de los electores indecisos.
La mayoría de electores declara que ya había decidido su voto antes del inicio de la campaña

La organización de la votación, el escrutinio y la proclamación de los candidatos elegidos.

La emisión del voto es el centro del proceso electoral. La organización de esta operación necesita
actuaciones previas, orientadas a preservar la libertad del elector en el momento de manifestar su
preferencia electoral. Después de la votación, debe procederse al recuento de los sufragios y a la
proclamación de los candidatos elegidos. Señalaremos algunos aspectos de esta etapa:

La determinación de la fecha de votación.

La convocatoria electoral marca la fecha prevista para la votación. Generalmente, la votación se desarrolla
en una misma jornada. En casos donde no se da la disolución anticipada, el día de la votación viene
predeterminado por la ley. Cabe la posibilidad de celebración simultánea en una misma fecha de elecciones
de distinto tipo: legislativas, presidenciales, locales, regionales, europeas. Los presuntos efectos de esta
simultaneidad sobre la competición entre partidos, sobre los resultados y sobre los gastos electorales han
sido tenidos en cuenta para promover o descartar la coincidencia temporal de elecciones.

La localización de las operaciones de emisión del voto.

Corresponde a las administraciones señalar los lugares en que van a desarrollarse las votaciones. En la
legislación española, se les da el nombre de “colegios electorales”. Suele tratarse de lugares de uso público
situados de tal manera que se facilite el acceso a los electores de un determinado ámbito territorial.

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La supervisión de las operaciones.

Las operaciones de la votación y escrutinio se confían a una “mesa electoral”, compuesta por un pequeño nº
de electores de la zona designados por sorteo. Esta designación deberá ser pública y con todas las garantías
de imparcialidad, para evitar toda manipulación del voto en el momento y lugar de su emisión. Como
garantía complementaria suelen acompañar a la “mesa” representantes habilitados por cada candidatura
(los “interventores”, según la normativa española) encargado de verificar la limpieza de las operaciones.

A la “mesa” corresponde identificar a los electores para comprobar su inclusión en el censo, facilitar las
papeletas o el acceso a las máquinas de votación, asegurar el secreto de la votación mediante la disposición
de la sala de votación y el aislamiento de los votantes y, finalmente, evitar toda presión o acción de
propaganda en el lugar de la votación. La “mesa” podrá solicitar la asistencia de la fuerza pública que
custodia el lugar si se produjeran intervenciones que alteren la normalidad de la votación.

El acto de la votación.

La libertad de voto se considera mejor protegida si se emite en secreto. Para ello, el elector realiza en
secreto la operación material de la votación. A tal fin, dispone de una cabina o compartimento de
aislamiento. Según establezca la normativa de cada país, la operación consistirá en seleccionar una papeleta
e introducirla en un sobre, marcar o escribir en una papeleta o accionar un dispositivo mecánico o
electrónico mediante tarjeta magnética. Los electores que tengan necesidad de asistencia material para las
operaciones (invidentes, disminuidos físicos) contarán con la ayuda de la mesa electoral. Algunas
legislaciones electorales prevén la emisión del voto de los ausentes, ya sea por correo o por delegación. Se
establecen condiciones para ello

El escrutinio de los votos y sus características.

Emitido el voto, debe procederse a su cómputo y a su transformación en distribución de escaños, mediante


aplicación de la fórmula electoral. Estas operaciones suelen desarrollarse en etapas sucesivas, en las que
intervienen el colegio electoral (donde la mesa procede a un primer escrutinio de votos) y una instancia a
nivel de distrito o circunscripción (donde se agregan los resultados de cada mesa y se procede a la atribución
de los escaños en disputa). Finalmente, el proceso suele culminar con una supervisión a escala global (sea
estatal, regional o municipal) que revalida todo el recuento.

La publicidad del escrutinio. En todas sus etapas, el escrutinio debe ser público, con presencia de los
electores o de representantes de todos los candidatos. Par a evitar el típico “pucherazo” de la tradición
electoral española (introducir papeletas adicionales a la urna).

La validación de los votos. Corresponde señalar a los escrutadores qué votos van a tener validez. No se
tendrán en cuenta los votos en blanco y los votos nulos. En la validación los escrutadores tienen un cierto
margen de discrecionalidad, pero esta debe ser utilizada con imparcialidad.

El acta de la votación. En cada mesa electoral se levanta un acta que registra todas las operaciones
realizadas, finalizando con el resultado del recuento e incluyendo el cómputo de los votos blancos, nulos y
válidos emitidos a favor de cada una de las candidaturas. El acta será firmada por los componentes de la
mesa encargada del control de las operaciones y remitida al órgano superior de la administración.

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La aplicación de la fórmula electoral, la atribución de escaños y la proclamación de candidatos elegidos.


Los resultados electorales de cada mesa, colegio o centro de votación son remitidos a una instancia superior,
que comprende todo el ámbito del distrito al que están atribuidos los escaños o puestos que sometidos a
elección. Corresponde a esta instancia agregar los resultados recibidos de cada mesa o centro de votación y
calcular los escaños que corresponden a cada candidatura, con arreglo a la fórmula del sistema electoral
correspondiente. Ordinariamente, es este mismo órgano de distrito el que procede a la proclamación de los
candidatos elegidos, a reserva de la resolución definitiva de las posibles reclamaciones que pueden elevarse
por razón de alguna presunta irregularidad en la secuencia del proceso electoral.

Votación, escrutinio y fraude electoral.

El correcto desarrollo de todas las operaciones descritas asegura la limpieza del proceso electoral. Se han
puesto en marcha mecanismos de control que impiden o disminuyen los riesgos de fraude. Históricamente
fue sobre todo en las operaciones de votación y escrutinio cuando se falsificaba la voluntad de los votantes y
se alteraban los resultados electorales: admisión arbitraria de electores, voto no secreto, pucherazos,
anulación injustificada de votos, adición de papeletas falsas, recuento secreto o destrucción de urnas o
armas electorales. La existencia de una autoridad independiente y eficaz es la que puede erradicarlas. Como
medio auxiliar se recurre a la presencia de observadores extranjeros o representante de organizaciones
internacionales cuando se cree que no es un proceso limpio.

La resolución de los conflictos en el proceso electoral.

Conflictos sobre aplicación de reglas electorales.

En el desarrollo de la lucha electoral se producen discrepancias sobre la aplicación de las reglas a situaciones
dudosas o inciertas. Se necesita un mecanismo para resolver tales discrepancias, respondiendo a las
reclamaciones y denuncias que se formulen sobre algunas interpretaciones de la norma o sobre presuntos
comportamientos irregulares. A este componente del sistema se le denomina el contencioso electoral. En
algunos sistemas, la capacidad arbitral y sancionadora en materia electoral se confía a los órganos judiciales
ordinarios. En otros casos, los órganos judiciales comparten esta responsabilidad con los órganos de la
administración electoral.

Algunas resoluciones del órgano competente pueden repercutir sobre el resultado final de la elección,
cuando obligan a repetir una votación o a suspender la proclamación de un elegido. Sin embargo, es habitual
que esta posibilidad de anulación de la elección se produzca sólo cuando las irregularidades son tan
importantes que pueden afectar efectivamente al resultado final de la elección.

La represión penal del fraude electoral.

Para combatir el fraude electoral, algunas irregularidades graves son tipificadas como delitos o faltas que
generan responsabilidad criminal. Su regulación pertenece al derecho penal y la administración de los
conflictos que provoca corresponde a la justicia criminal: falsificaciones del censo, presiones y coacciones en
el acto de votación, manipulaciones en el escrutinio, falsificación de datos y documentos electorales…=
prisión. A veces es difícil encontrar pruebas concluyentes sobre la autoría de estas actividades fraudulentas.
Históricamente han existido regiones, ciudades donde el fraude electoral era habitual con el amparo y
complicidad de las autoridades públicas. Sólo un cambio en las condiciones sociopolíticas y culturales
pueden acabar con los defraudadores electorales en estas zonas.

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La financiación del proceso electoral.

Hoy más que nunca los recursos disponibles pueden influir en la conducta de los actores electorales y en el
resultado final de las elecciones.

Financiación del proceso y financiación de las campañas.

El proceso electoral, tiene costes económicos. Una parte de dichos costes son asumidos directamente por la
Hacienda pública (la administración electoral permanente, la confección actualización del censo, proceso de
votación, escrutinio, contencioso electoral), pero otra parte, depende de la actividad de los candidatos y de
quienes les apoyan, principalmente, de los partidos políticos. Son los gastos de la campaña electoral.

La magnitud creciente de los gastos de campaña y sus consecuencias.

Los “gastos de la campaña” están en el centro del debate político reciente sobre las relaciones entre política
y dinero. El incremento de dinero para este fin ha cuestionado el principio de igualdad de oportunidades
entre ciudadanos. Tmb ha generado corrupción política. Esto ha afectado a la legitimidad de las democracias
representativas. Desde finales de los 60 se pretende regular la financiación del proceso electoral.

La regulación de los gastos de campaña.

Las disposiciones sobre gasto electorales afectan a diversos extremos:

- Gastos de campaña asumidos directamente por el Estado: edición de algún material impreso como
carteles, los costes postales, suministros locales públicos para actos electorales y espacios gratuitos en los
medios de comunicación…

- Limitación de gastos: limitación de los gastos de la campaña estableciendo un “techo”, para contener el
incremento de gastos electorales.

- Reembolso público de gastos de campaña: el Estado se compromete a reembolsar a los partidos o


candidatos una parte del coste de la campaña, estableciendo un baremo por voto obtenido o por escaño
conseguido en la consulta electoral. Para reducir la vinculación de los candidatos y partidos respecto a los
intereses privados. (Corrupción).

- Limitación y regulación de ingresos de fuentes privadas: limitación del donativo a candidato o partidos.
Pudiéndose llegar incluso a la prohibición de donativos de entidades extranjeras, de empresas públicas o de
alguna actividad privada. La contribución a gastos electorales suele tener beneficios fiscales parecidos a los
donativos que se dan a entidades sociales

- Publicidad y auditoría de las cuentas electorales.

- Sanciones: el incumplimiento de la normativa citada puede conllevar sanciones

¿Cuál debe ser el coste de la democracia ?

La financiación del proceso electoral muestra una de las facetas de la compleja relación entre la política
democrática y la economía de mercado- Pero, ¿cuál es el coste adecuado para asegurar el funcionamiento

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de la democracia, mantener a sus actores y organizar el proceso electoral? Debemos insistir en el


reforzamiento de los mecanismos institucionales de control, para aminorar los efectos de la desigualdad de
recursos entre los actores electorales. Pero no podemos ignorar que esta desigualdad depende en último
término de condiciones socioeconómicas y culturales cuya modificación está más allá del sistema electoral.

“Sistema electoral: elementos particulares y efectos de los sistemas


electorales” Dieter Nohlen
Los sistemas electorales son estructuras complejas compuestas por gran cantidad de elementos, los cuales
se pueden combinar casi de cualquier modo. Los sistemas electorales establecen normas para 4 áreas:

- distribución de las circunscripciones electorales.

- candidaturas.

- votación.

- conversión de votos en escaños.

Los efectos políticos de los sistemas electorales dependen rara vez de un solo elemento.

Distribución de las circunscripciones electorales.

La distribución de las circunscripciones electorales es de importancia vital para las oportunidades electorales
de los partidos políticos. La crítica de la oposición política al sistema electoral se refiere a la distribución de
las circunscripciones electorales. Las circunscripciones electorales no pueden definirse de una vez y para
siempre. Los procesos migratorios exigen el ajuste permanente de las circunscripciones a las nuevas
realidades demográficas, ya sea mediante un cambio geográfico de los límites de las circunscripciones
electorales o mediante un cambio en el nº de escaños de la circunscripción. En consecuencia, la crítica de la
distribución de las circunscripciones electorales tiene dos puntos de partida: por un lado, la manipulación
activa en beneficio de un partido o una tendencia política y, por otro, la omisión de reformas necesarias.

Representación igual o desigual.

Al variar la relación entre población y escaños, se puede manipular la representación política a favor de
ciertos partidos o grupos sociales. La representación desigual de los sectores sociales, sobre todo en cuanto
a las áreas urbanas y rurales, es tradicional en casi todos los países. Sin embargo, según el principio
democrático, cada voto debe tener el mismo peso. La igualdad de los votos se logra cuando cada escaño
representa la misma cantidad de habitantes en todo el territorio electoral. Sin embargo, hay argumentos
políticos considerados como justificados que permiten desviaciones del principio de igualdad. Con
frecuencia se traspasan los límites tolerables de desviación del principio de igualdad, eliminando así el
sufragio igual. El resultado electoral se manipula. La aplicación del principio de igualdad mediante la fracción
de un promedio de habitantes por escaños tiene 2 variantes técnicas. La 1ª implica la distribución de
circunscripciones electorales con un nº de habitantes cercano a la proporción por escaño. Para aplicar esta
fórmula básicamente se divide al país en circunscripciones uninominales, cuyos límites deben ajustarse de
modo constante a la variación demográfica. La 2ª fórmula implica el cómputo de la proporción de escaños
atribuible a una circunscripción electoral con base en el nº total (o parcial) de habitantes. Este método se

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aplica generalmente en los sistemas con circunscripciones plurinominales. El nº de escaños por


circunscripción varía entonces según la variación demográfica. Para poner en práctica el principio de
igualdad, se necesitan comisiones independientes de los partidos que observan la relación entre población y
escaños, y proponer reformas pertinentes.

“Gerrymandering”.

Otra forma de manipular la distribución de circunscripciones electorales se conoce por el nombre de


Gerrymandering= se entiende la distribución de las circunscripciones electorales con arreglo a
consideraciones político-partidistas. Se trata de una manipulación consciente, pues se aprovecha el cambio
de la distribución geográfica de los simpatizantes de los partidos políticos. El nombre de esta técnica de
manipulación se remonta a Mr Gerry, quien se “creó” una circunscripción con triunfo garantizado y forma
geográfica de salamandra en la ciudad de Boston (gerrymandra). La técnica del gerrymandering tiene
diversas consideraciones políticas. Por un lado, se puede buscar el triunfo seguro de un candidato (como en
el caso de Mr Gerry); por otro, se puede buscar el aumento o la disminución de la representación política de
un grupo social o partido. Pensemos que en un territorio electoral caracterizado por una aglomeración
urbano-industrial rodeada de zonas rural-agrarias, se presenta un cuadro político-partidista caracterizado
por la dominación clara del partido social-progresista “A” en la ciudad, mientras que en el campo prevalece
ligeramente el partido conservador “B”. Si la ciudad forma circunscripción electoral uninominal y las zonas
rurales se dividen en otras circunscripciones de igual característica, el resultado más probable será que el
partido “A” conquiste la circunscripción urbana, mientras que el partido B gane las circunscripciones rurales.
Si, por el contrario, las circunscripciones electorales se distribuyen mezclando ciudad y campo, de tal modo
que la zona urbana sea repartida entre las circunscripciones rurales, el partido “A” podrá ganar más de un
escaño, pero también corre el riesgo de no tener representación alguna.

Existen 2 estrategias de gerrymandering destinadas a neutralizar el caudal electoral del adversario: la


mezcla del electorado o la formación de “bastiones”. El Gerrymandering es una manipulación del resultado
electoral, pero es un método que se sigue usando para aprovechar la distribución geográfica del electorado
a favor de un partido político, con más sutileza que en el pasado.

Tamaño de las circunscripciones electorales y efecto proporcional.

Tamaño de la circunscripción electoral es la cantidad de escaños que le corresponden, y este, determina el


efecto proporcional de un sistema electoral. Según el criterio del tamaño, cabe distinguir dos tipos de
circunscripciones: la uninominal y la plurinominal. En las uninominales sólo es posible aplicar el principio de
decisión por mayoría (absoluta o relativa), mientras que las plurinominales tmb permiten aplicar el principio
de decisión proporcional.

La categoría “circunscripción plurinominal” abarca todas las circunscripciones con más de un diputado por
elegir. En la práctica existen circunscripciones plurinominales de todos los tamaños. En la mayoría de los
casos, la división del electorado en circunscripciones plurinominales lleva a un nº variable de escaños por
circunscripción (circunscripción plurinominal variable). En algunos casos, el nº de escaños es siempre igual
(circunscripción plurinominal uniforme). La uniformidad de las circunscripciones plurinominales puede llevar
a definir los sistemas electorales según el tipo de circunscripción, como en el sistema uninominal, el sistema
binominal o el sistema trinominal. El tamaño invariable de la circunscripción es la característica básica del
sistema electoral y determina en buena medida el efecto que tenga sobre la representación. Esto queda
demostrado en el caso del sistema binominal por su efecto inverso al del sistema uninominal: el

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binominalismo invariable no favorece a la mayoría, sino a la minoría, o mejor dicho a la 2ª mayoría.


Únicamente cuentan los votos de las 2 mayorías más altas. En comparación con el binomial, el trinominal
restituye la ventaja “natural” del partido mayor. Para ver los efectos de las circunscripciones plurinominales
variables, es necesario definir subtipos: circunscripciones pequeñas (2 a 5 escaños), medianas (6 a 9 escaños)
y grandes (10 o más escaños).

Se puede establecer la siguiente regla: cuanta más pequeña es la circunscripción electoral, menor es el
efecto proporcional del sistema electoral; esto significa que disminuyen las posibilidades electorales de los
partidos pequeños. En las circunscripciones de 3 escaños (tri nominales), la mínima votación para obtener un
escaño es de 18%. En una circunscripción de nueve escaños, un partido tiene la oportunidad de ganar uno de
ellos con menos de 9% de los votos. Al reducir el tamaño de las circunscripciones electorales, se aumenta la
desproporción entre votos y escaños. Inversamente, se refuerza el efecto proporcional de un sistema
electoral al incrementarse el tamaño de las circunscripciones electorales.

Lo anterior permite cambiar radicalmente los efectos de un sistema electoral dentro de la misma fórmula
proporcional. Incluso es posible que la mera variación del tamaño de las circunscripciones convierta un tipo
básico de sistema electoral en otro.

La combinación de circunscripciones electorales de diferentes tamaños produce un efecto de


representación proporcional limitada a nivel nacional. En otras palabras, el efecto no es muy proporcional
debido a las circunscripciones pequeñas y medianas, ni tampoco muy concentrador de partidos, pues las
circunscripciones grandes no perjudican prácticamente a los partidos pequeños. (Tabla página 702) Ahora
bien, la diferencia en el tamaño de las circunscripciones dentro de un sistema electoral establece
condiciones distintas para la representación de los grupos políticos. Los partidos pequeños tienen pocas
posibilidades de conquistar escaños en las circunscripciones pequeñas y medianas. En consecuencia,
centrarán sus esfuerzos en las circunscripciones grandes.

Distribución regional de las circunscripciones con tamaños diferentes.

Aun cuando la proporcionalidad se aplique correctamente, puede haber distorsiones en la representación


política, debido a la distribución de las circunscripciones electorales, y a los diferentes tamaños de las
circunscripciones. Este fenómeno es consecuencia de la variación de la densidad poblacional que existe en
casi todos los países y que es reforzada por los procesos migratorios de las zonas rurales a las urbanas.

Si el tamaño de las circunscripciones electorales varía, definiéndose los límites con arreglo a la división
administrativa (por ejemplo, cada provincia representa una circunscripción electoral), las grandes
aglomeraciones se convertirán en circunscripciones grandes, mientras que en las zonas rurales prevalecen
las circunscripciones pequeñas y medianas.

Esto tiene las consecuencias: en las aglomeraciones, la aplicación de la fórmula proporcional se traduce en
representación casi proporcional (los 2º, 3º y 4º partidos obtienen una proporción de escaños que
corresponde a la proporción de sus votos), mientras que en las circunscripciones pequeñas y medianas de las
zonas rurales no se produce una representación proporcional, sino que favorece al partido mayoritario.

A partir del supuesto realista de que los partidos progresistas tienen sus bastiones en las áreas urbano-
industriales, mientras que los partidos conservadores son fuertes en las zonas rurales, se comprueba una
clara ventaja para los conservadores. Estos se benefician en sus bastiones de las circunscripciones
electorales pequeñas y medianas, donde sacan proporcionalmente más escaños que votos, mientras que

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aprovechan, al mismo tiempo, la distribución proporcional de los escaños en los bastiones del partido
contrario, donde las circunscripciones electorales son grandes.

En términos del resultado electoral, la distorsión se refleja en el hecho de que el partido dominante en las
áreas urbanas requiere más votos para la misma cantidad de escaños que el partido dominante en las zonas
rurales. El efecto de la distribución desigual de los tamaños de las circunscripciones hace que, con la misma
cantidad de votos, un partido (el conservador) obtenga más escaños que el otro, el progresista.

Ejemplo: La ley electoral española de 1977 estableció circunscripciones electorales idénticas a las provincias.
En las aglomeraciones de Madrid y Barcelona se establecieron más de 30 escaños, mientras que algunas
circunscripciones rurales no pasaron del tamaño pequeño o mediano; además, las circunscripciones
pequeñas fueron favorecidas por la norma, según la cual cada circunscripción tendría un mínimo de 3
escaños y la distribución de los escaños adicionales se haría mediante a la proporción de habitantes en las
circunscripciones.

Ambas normas tienen el mismo efecto de beneficiar al partido que obtiene mayor cantidad relativa de votos
en las zonas rurales. La representación desigual favorece a las zonas rurales y en consecuencia al partido
conservador. UCD logro una relación entre votos y escaños mucho más favorable que el PSOE.

Candidatura

En el ámbito de la candidatura está la distinción básica entre la candidatura unipersonal y la lista. Las
diferentes formas de lista o “plancha” y de votación otorgan al elector mayor o menor influencia en la
selección de los candidatos. Según la forma de la lista, el votante puede escoger a su candidato preferido
entre los aspirantes de su partido preferido, o también entre los de otros partidos.

-La lista cerrada y bloqueada sólo permite al elector votar en bloque por un partido. El orden de los
candidatos es establecido por los partidos. La lista cerrada y bloqueada hace a los diputados más
dependientes de sus partidos; por otra parte, permite a los partidos planificar la composición de sus grupos
parlamentarios: expertos, representantes de grupos de presión o mujeres.

-La lista cerrada y no bloqueada permite que sea el elector el que decida quién(es) debe(n) representar al
partido. El diputado sabe que tiene no sólo el respaldo de su partido, sino también el apoyo personal y
político de los electores que marcaron con una cruz su nombre en la lista del partido. En consecuencia, se
siente menos dependiente de su partido.

-La lista abierta permite al elector pasar por encima de las fronteras partidista y configurara su propia lista.
La lista elaborada por el partido representa solamente una propuesta.

Del análisis anterior de concluye que las formas de lista afectan a la relación entre elector y candidato/
diputado y la relación de este con su partido. En muchos países donde se usa la lista cerrada o bloqueada
existe una discusión sobre la forma de la lista y su reforma. En España y en América Latina se aboga por la
lista no bloqueada en función de mejorar las relaciones entre elector y elegidos, el grado de conocimiento de
su representante por parte del votante y la responsabilidad del representante frente a sus electores.

Procedimiento de votación.

Los procedimientos de votación a menudo están relacionados estrechamente con la forma de la lista. (tabla
página 710) Los distintos procedimientos de votación son:

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- Voto único: cada elector tiene un voto.

-Voto preferencial: mediante su voto, el elector puede expresar su preferencia por un candidato
determinado.

- Voto múltiple: el elector tiene varios votos o tantos como los escaños disputados en su circunscripción.

-Voto múltiple limitado: el nº de votos por elector es inferior al de los escaños disputados en la
circunscripción.

- Voto alternativo: el elector puede indicar segundas, terceras y cuartas preferencias.

- Acumulación: el elector puede acumular varios votos a favor de un candidato.

- Panachage: el elector puede repartir sus votos entre los candidatos de listas diferentes.

- Sistema del doble voto: el elector tiene dos votos, uno por el candidato de un partido a nivel de la
circunscripción uninominal, y otro más por la lista de un partido a nivel de circunscripción plurinominal, sea
ésta una asociación de circunscripciones de un estado, un departamento o bien una provincia.

- Voto simultáneo: el elector vota con un solo voto en función de dos o más decisiones.

Conversión de votos en escaños.

Las fórmulas que se aplican para convertir votos en escaños tienen a menudo efectos políticos decisivos. El
resultado electoral depende de la técnica de conversión de votos en escaños. En este contexto hay un
efecto doble: el efecto de la conversión de votos en escaños, y el efecto sobre el comportamiento electoral.
Por ejemplo, un partido pequeño expuesto al riesgo de no superar el umbral electoral, es perjudicado no
sólo por el hecho de la barrera legal, sino tmb en términos psicológicos, pues el elector teme perder su voto,
y prefiere entonces dárselo a otro partido.

Barreras legales.

Se usa el término barrera legal cuando la participación de los partidos, en la asignación de escaños, depende
de que éstos obtengan un mínimo de votos (en relación con votos válidos emitidos). Es importante si la
barrera legal comprende todo el territorio electoral (un partido debe lograr el % de votos exigido en todo el
país o sólo la circunscripción). Tmb es importante en qué fase del procedimiento se aplica la barrera legal: en
el 1º, 2ª o posteriores procedimientos de asignación de escaños. Existen barreras legales escalonadas;
cuando los partidos políticos forman alianzas electorales, crece el % de votos exigido; por ejemplo, por un
partido 5%, por una alianza de dos partidos 7%, etc. Mediante barreras legales escalonadas se impide que
pequeños partidos sobrepasen la barrera legal a través de la formación de alianzas. (Tabla pagina713)

Fórmulas para convertir votos en escaños.

En cuanto a la conversión de votos en escaños, cabe distinguir en 1ª lugar entre mayoría y proporción como
principios de decisión. Si las reglas establecen la mayoría absoluta, se presenta la necesidad de realizar una
2ª vuelta, pues pocos candidatos suelen obtener la mayoría absoluta de los votos en la 1ª vuelta. La
participación en la 2ª vuelta se encuentra a menudo limitada a los dos candidatos con mayor votación.

Procedimientos del divisor.

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Si los escaños se reparten según el principio proporcional, se requiere utilizar uno de los dos métodos de
cómputo existentes. (Esquema pagina 715)

La mayoría de estos métodos de cómputo pertenece a 2 tipos básicos: al procedimiento del divisor (también
denominado procedimiento de cifra mayor) y al procedimiento del cociente electoral. Los procedimientos
del divisor se caracterizan por la división de los votos obtenidos por los diferentes partidos entre series de
divisores, lo cual produce secuencias de cocientes decrecientes para cada uno de los partidos. Los escaños se
asignan entonces a los mayores cocientes (cifras mayores).

El método del divisor más conocido es el método D´Hondt, propuesto por el profesor de matemáticas belga
Victor D´Hondt a finales del siglo pasado. Lo específico de este método es la serie de divisores, que se lee: 1,
2, 3, 4, 5, etc. Los votos obtenidos por cada partido se dividen entre estos divisores en operaciones
consecutivas. La asignación de los escaños se rige según el cociente mayor (la cifra mayor). El método D
´Hondt se caracteriza por su serie específica de divisores, pues existen también otras series de divisores.

Las series de divisores determinan la exactitud de la proporción entre votos y escaños. Pero, las diferencias
son mínimas, pues en una circunscripción electoral sólo un escaño puede pasar de un partido a otro;
además, no siempre es el mismo partido el que se beneficia de la posible ventaja.

En el debate sobre sistemas electorales de algunos países, como España, se insiste en responsabilizar al
método D´Hondt por las distorsiones de la representación política. A veces se le culpa porque un partido no
obtuvo escaños y otras veces se sostiene que el método D´Hondt favorece la existencia de partidos grandes.
Todo esto no es correcto. Los efectos de este método son mucho más obvios que los de otros elementos del
sistema electoral. Las matemáticas ofrecen la respuesta adecuada: las ventajas de las fórmulas de divisores
están en su sencillez. Especialmente la serie de divisores de D´Hondt es muy fácil de aplicar; además, estas
fórmulas asignan todos los escaños en una sola operación, contrariamente a las fórmulas del cociente
electoral. Este método es el más común para traducir votos a escaños.

Procedimientos del cociente electoral.

Los procedimientos del cociente electoral (también denominado “de cuota”) se caracterizan por la
determinación de un cociente electoral o mínimo de votos para obtener un escaño. Los partidos obtienen
tantos escaños como veces quepa el cociente electoral dentro del número de votos recibidos por ellos. El
cociente (o la cifra repartida) se obtiene mediante división, donde el dividendo es siempre igual al total de
votos válidos emitidos, mientras que el divisor cambia según la fórmula aplicada. Si es idéntico al nº de
escaños disputados, se trata del procedimiento de cociente electoral simple o natural o método de Hare; si
el divisor se compone de los escaños disputados más uno, se habla de la fórmula Hagenbach-Bischoff o
Droop, establecida por el matemático suizo del mismo nombre. Se puede aumentar el divisor aún más, de
modo que existen las fórmulas siguientes:

1) Votos válidos emitidos/número de escaños en la circunscripción = fórmula del cociente electoral simple o
natural.

2) Votos válidos emitidos/número de escaños en la circunscripción + 1 = fórmula Hagenbach-Bischoff o


Droop.

3) Votos válidos emitidos/número de escaños en la circunscripción + 2 = fórmula del cociente electoral


modificado.

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¿Qué efectos tienen los diferentes divisores? El 1er efecto es: a mayor divisor, menor cociente. Dado que las
fórmulas del cociente se caracterizan por el hecho de que, en general, no todos los escaños disponibles se
pueden asignar de una sola vez, la variación del divisor permite controlar el nº de escaños restantes que
deben asignarse en una 2ª operación. (tabla pagina 719)

Los escaños restantes no representan problema alguno, pues se aprovechan, con frecuencia, para mejorar o
limitar la proporcionalidad de votos y escaños. La función de los escaños restantes depende de la fórmula de
conversión y también de si todos los partidos participan en la asignación de los mismos, o únicamente
aquellos que ya obtuvieron escaños en el primer cómputo. Hay una diferencia significativa entre los métodos
en los que en la 2ª operación cuentan los nº totales de los votos obtenidos por los partidos considerados, y
los que sólo tienen en cuenta los votos restantes luego de la 1ª operación.

Por otra parte, los escaños restantes pueden asignarse también a nivel de las mismas circunscripciones
electorales aplicando uno de los métodos siguientes:

- método del resto (o residuo) mayor.

- método del resto (o residuo) menor.

- método del reparto de restos (series de divisores similar D´Hondt)

- método del medio (o residuo) mayor (división del resto entre escaños obtenidos más uno).

En general, los métodos del resto mayor y del promedio mayor tienden a favorecer a los partidos pequeños,
mientras que el método del resto menor favorece más a los grandes. Las fórmulas del cociente electoral se
aplican en sistemas de representación proporcional, para perfeccionar la proporcionalidad.

Sistema de proporciones matemáticas (Hare/Niemeyer).

El matemático alemán Niemeyer trajo nuevamente al debate el sistema de proporciones matemáticas. Este
método es parecido en sus efectos al procedimiento del inglés Thomas Hare y consiste en lo siguiente:
La cantidad de votos válidos emitidos que obtiene cada partido es multiplicada por el nº total de escaños por
asignar y el resultado así obtenido se divide entre el nº total de votos válidos emitidos. Los partidos se
distribuyen según el valor de nº decimal posterior. El sistema de proporciones matemáticas favorece más a
los pequeños partidos que el método D´Hondt.

Niveles de conversión de votos en escaños.

Si no se asignan todos los escaños en el nivel de las circunscripciones electorales, los escaños restantes se
podrán asignar en 2º y/o 3º niveles. En estos casos, la conversión de votos en escaños se realiza en un
proceso escalonado; por ejemplo, pueden existir circunscripciones electorales donde se asignan escaños
directos (1er nivel), a la vez que asociaciones de varias circunscripciones (2º nivel) y el territorio nacional (3er
nivel) como nivel máximo de un sistema de circunscripciones dividido en varios niveles.

Se asignan escaños en todos los niveles, aunque la función de los niveles 2 y 3 puede variar mucho, ya que
permite reforzar el principio proporcional (mediante escaños complementarios, escaños compensatorios) o
debilitarlo (mediante limitación de la participación de los partidos en la distribución del 2º y 3º niveles). En
términos más teóricos, cabe decir que con la asignación de escaños en 2º y/o 3º niveles se intenta hacer
coincidir los resultados obtenidos legislador.

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Glosario de otros conceptos de sistemática electoral y de análisis electoral.

Voto doble.

El elector tiene la posibilidad de (en Alemania desde 1953, en Venezuela desde 1988 y en NZ desde 1993 en
el sistema proporcional personalizado), de disponer de 2 votos: uno para el candidato de un partido en la
circunscripción electoral e, independientemente de ello, otro para la lista del Land/Estado de un partido. El
sistema del voto doble permite la división del voto” splitting”.

Vote splitting (voto cruzado).

En relación con el sistema del voto doble en el sistema proporcional personalizado, el concepto señala el
cambio de preferencias partidistas en las elecciones para un mismo órgano: el candidato de un partido
recibe el voto uninominal, que no es idéntico al partido por el cual vota el elector en la lista del partido. El
concepto se refiere sobre todo a la práctica electoral en sistemas presidenciales como el de los EEUU.

Voto simultáneo.

El voto simultáneo es la situación inversa al voto doble. El elector dispone de un solo voto para elegir
distintos órganos, cargos ejecutivos y legislativos. Esta situación se produce, sobre todo, en sistemas
presidenciales, donde el efecto del voto simultáneo puede resultar en un dominio de la elección presidencial
sobre la parlamentaria.

“Ballotage”.

El ballotage es un método para producir mayorías absolutas en elecciones uninominales, ya sean de pte o de
diputados en distritos uninominales, cuando el requisito para ganar el cargo es la mayoría absoluta y ningún
candidato la alcanza en la 1ª vuelta. Entonces, en la 2ª vuelta se restringe a 2 el nº de candidatos a las
mayorías de la 1ª vuelta. El ballotage se aplica sobre todo a elecciones de pte en sistemas presidenciales.

Exceso de escaños.

El exceso de escaños puede producirse en sistemas proporcionales personalizados en relación con el sistema
del voto doble. Los también llamados escaños sobrantes son aquellos que obtiene un partido de forma
directa en la circunscripción uninominal, en un nº mayor que el correspondiente proporcionalmente a ese
partido, en virtud del voto por lista. Los partidos conservan los escaños que exceden este nº. El nº de
miembros del Parlamento se eleva en una cifra igual a la cantidad de escaños sobrantes.

Sesgo (“bias”).

El sesgo es un concepto de la investigación electoral, de origen británico. Significa el favorecimiento de un


partido en relación con otro. Como mero fenómeno, el sesgo se puede dar de manera que: a) para que un
partido gane determinado nº de escaños necesita más votos que otro; b) el partido que alcanza más votos
(la mayoría relativa) puede obtener menos escaños que un partido con la mayoría absoluta de escaños. Se
distinguen 2 posiciones respecto a los factores que provocan el sesgo: la 1ª pone el acento en que los
factores no se deben al sistema electoral, pero se reflejan a través del sistema electoral; la 2ª sostiene que el

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sesgo significa favorecer a un partido mediante el sistema electoral, exclusivamente sobre la base de
condiciones especiales del sistema electoral.

“Swing”.

El swing es el cambio medio de la diferencia de % de votos entre los 2 partidos mayores. Este concepto
señala el valor medio del descenso porcentual de un partido y del aumento (más o menos correspondiente
con el anterior) del otro partido. Se debe distinguir el swing nacional, o sea, el cambio medio de la diferencia
de % de votos entre 2 partidos a escala nacional (federal), y el swing de circunscripción, que es el mismo
fenómeno pero a escala de la circunscripción electoral. El swing es un concepto muy rudimentario: explica la
magnitud y la dirección de los cambios electorales, pero no aclara las relaciones entre los votos de los
partidos ni la orientación de los electores

“Volatility”.

Una nueva línea de investigación, que estudia la continuidad y el cambio en el sistema de partidos trabaja
con el concepto de volatilidad (volatility). El concepto expresa el cambio del voto del elector en la suma total
dentro de un sistema de partidos como resultado de comportamientos electorales individuales. Se
computa la suma de todas las ganancias de los partidos en la última elección (igual a la suma de las pérdidas
de todos los partidos en la misma elección) en % en el nivel agregado. Con esto se observa la importancia del
cambio respecto a la fuerza de los partidos a lo largo del tiempo. Si ese cambio es bajo y permanece igual, se
podrá comprobar una permanencia predominante en el sistema de partidos. Entonces,
correspondientemente a este concepto, se podrán desarrollar otras afirmaciones o revisar comprobaciones
individuales sobre la concordancia con afirmaciones generales.

La volatilidad es un excelente indicador empírico del grado de institucionalización de un sistema de partidos


que a su vez influye fuertemente en los efectos de un determinado sistema electoral. Así, los efectos del
sistema mayoritario son muy dependientes del grado de institucionalización del sistema de partidos. Esto es
hasta tal punto cierto que los efectos tienden a ir en dirección opuesta conforme al mayor o menor grado de
institucionalización del sistema de partidos. O sea, el sistema de pluralidad tiende a reducir la cantidad de
partidos en condiciones de un sistema de partidos bien estructurado, mientras tiende a aumentarlo,
comparado con un sistema proporcional, cuando el grado de institucionalización es bajo.

Resumen y conclusiones para el análisis de sistemas electorales y sus efectos.

Los sistemas electorales establecen muchos detalles técnicos. Las normas más importantes se refieren a la
distribución de las circunscripciones electorales, la candidatura, la votación y la conversión de votos en
escaños. Para analizar los sistemas electorales hay que seguir los pasos siguientes:

-Análisis de las reglas técnicas y sus efectos.

-Análisis de las reglas e identificación de los elementos que determinan los efectos del sistema.

-Análisis de las variables del comportamiento político que pueden codeterminar los efectos del sistema.

A fin de subrayar la necesidad de las 3 fases analíticas, recuérdense los escenarios siguientes:

- El método de conversión de votos en escaños garantiza una relación muy proporcional entre votos y
escaños. La distribución de las circunscripciones electorales impide la proporcionalidad de votos y escaños.

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- El efecto de la distribución de las circunscripciones domina sobre el del método de conversión de votos en
escaños.

-Los partidos políticos anulan el efecto desproporcional del sistema electoral mediante acuerdos que
implican un comportamiento electoral conforme a este objetivo.

Los efectos de los sistemas electorales sólo se pueden determinar si se analizan las dimensiones siguientes:
los detalles técnicos, sus efectos conjuntos dentro del sistema político y la conducta de las fuerzas políticas,
es decir, los partidos y sus electores.

“La ley electoral como un instrumento político” Douglas W.


Rae
¿Qué consecuencias políticas tienen las leyes electorales? ¿Cómo afectan estas leyes a los intereses de los
partidos políticos y cómo informan el desarrollo del sistema de partidos?

Los efectos próximos aparecen al terminar unas elecciones, cuando se distribuyen los escaños
parlamentarios entre los partidos competidores. Los efectos remotos se producen en el transcurso de varias
elecciones y se derivan de los efectos próximos.

Consecuencias próximas de la ley electoral.

Constantes de sentido.

Si hay una pauta que surja del estudio realizado por Douglas W. Rae con categoría parecida a la de “ley”, es
la continua parcialidad de las leyes electorales a favor de los partidos grandes y en contra de sus
competidores más flojos. El partido con muchos votos obtiene escaños “en abundancia”, pero el partido que
no tiene tantos votos suele obtener un nº menor de escaños que su parte proporcional o, peor aún, puede
no obtener ningún escaño en absoluto. El perjuicio de la ley electoral a favor de los grandes partidos
electorales y en contra de los pequeños, es una realidad casi universal de la vida electoral.

Esta parcialidad se refleja en tres conclusiones principales:

1.- Los partidos grandes, en general los que sacan más del 20% de los votos, obtienen habitualmente un nº
de escaños parlamentarios superior a su parte proporcional; los partidos pequeños (los que sacan menos del
20% de los votos) obtienen, en general, un nº de escaños parlamentarios inferior a su parte proporcional.

2.- El mayor partido electoral obtiene casi siempre un número de escaños superior a su parte proporcional.

3.- Los partidos electorales menores, aun después de descontadas las candidaturas triviales, se ven
despojados habitualmente de toda representación.

Como consecuencia de estas redistribuciones de la ventaja competitiva, queda simplificada la estructura de


la política parlamentaria. El nº de partidos es menor y, por regla general, son también más fuertes. Con
frecuencia, los partidos pequeños quedan fuera del ruedo parlamentario y los que son suficientemente
fuertes para poder entrar es probable que se hagan más fuertes de lo que serían en caso de que el sistema
electoral fuese neutral (es decir, perfectamente proporcional). La parcialidad a favor de pocos partidos
mayores se identifica con el proceso de integración.

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El resultado más alarmante de este proceso integrador quizás sea la creación de mayorías parlamentarias de
un solo partido. Cuando los electores no establecen una mayoría gubernamental, el sistema electoral puede
interponerse para producirla otorgando un nº decisivo de escaños al mayor de los partidos minoritarios.

La pregunta típica que hacen los proporcionalistas es si una ley electoral determinada desfigura la
representación a favor de la mayoría. Las conclusiones de Douglas W. Rae así lo afirman.

La ley electoral da ventaja a los partidos grandes y perjudica a los pequeños. En consecuencia, la ley electoral
integra el sistema de partidos parlamentarios y en muchos casos prefabrica las mayorías. Como demuestra el
análisis, esta pauta, por la que se añade fuerza a los partidos grandes y se quita a los pequeños, es una
consecuencia casi universal de las leyes electorales vigentes.

Los efectos redistributivos de la ley electoral actúan sólo en un sentido, pues todas las desproporciones se
atribuyen en realidad a los partidos grandes y no a los pequeños. Ninguna ley electoral perjudica
sistemáticamente a los partidos grandes a favor de los pequeños. Por ello, la diferencia principal entre las
leyes electorales está en un solo continuo entre la proporcionalidad perfecta (con la que no hay
redistribuciones) y la extrema desproporcionalidad (en la que los grandes partidos se benefician a expensas
de los pequeños). Aunque en la práctica real nunca se alcanza el extremo de la proporcionalidad perfecta, las
leyes electorales difieren entre sí porque tienden hacia los extremos en beneficio del partido fuerte.

Variaciones de grado.

El grado en que la distribución de escaños se aparta del estado de proporcionalidad perfecta, y es una
función de dos variables de las leyes electorales: (1) la fórmula electoral y (2) la magnitud de distrito.
Normalmente, la representación proporcional y la elevada magnitud de distrito arrojan resultados más
proporcionales, mientras que las fórmulas “mayoritarias” y la baja magnitud de distrito arrojan la mayor
desproporcionalidad (es decir, una mayor ventaja de los grandes partidos sobre los pequeños).

(1) Las fórmulas electorales se apartan de la proporcionalidad. En 1er lugar, la representación proporcional
arroja menores desviaciones de la proporcionalidad que las fórmulas “mayoritarias”, ya se basen éstas en la
mayoría absoluta o relativa. En 2º lugar, la representación proporcional con media mayor se aparta más de
la proporcionalidad que la representación proporcional con resto mayor. Pero la 1ª diferencia entre la
representación proporcional y la fórmula mayoritaria es la mayor. De ello se deriva que la representación
proporcional puede minimizar (pero no eliminar) la parcialidad general de las fórmulas electorales a favor de
los partidos fuertes. La representación proporcional da pequeña ventaja a los partidos electorales fuertes a
expensas de los pequeños. Concede una pequeña prima al mayor partido electoral.

(2) La proporcionalidad de la distribución de escaños varía también con el nº de escaños asignados a los
distritos electorales: la magnitud de distrito. Cuando se asignan muchos escaños al distrito electoral, es
probable que los resultados se acerquen a la proporcionalidad. Y cuando se asignan menos escaños a cada
distrito, es probable que los resultados sean menos aparten proporcionales. Esta relación es curvilínea:
conforme aumenta la magnitud de distrito, la desproporcionalidad disminuye en proporción creciente.

Como las fórmulas de mayoría se asocian siempre al distrito uninominal, es difícil distinguir la
desproporcionalidad que originan ambos factores.

La habilidad política puede hacer mayor o menor el efecto integrador manejando las variables
institucionales: la fórmula electoral y la magnitud del distrito. Supongamos que alguien quiere redactar una

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ley electoral que lleve al máximum el efecto integrador, ofreciendo grandes ventajas para los partidos
fuertes, enormes dificultades para los pequeños y “prefabricando” frecuentemente las mayorías
parlamentarias. El único medio necesario es el distrito uninominal. Con esta bajísima magnitud de distrito, se
agudizará la ventaja de los grandes partidos, independientemente de la fórmula aplicada.

Supongamos, por otra parte, que alguien se preocupa por la proporcionalidad y quiere minimizar la
integración dando a cada partido lo que ha merecido en las elecciones, ni más ni menos. Dados estos
objetivos, insistirá en la representación proporcional, basada preferentemente en el método del resto mayor
y asociada a elevadas magnitudes de distrito (esto es, muchos escaños por distrito).

Consecuencias a largo plazo de las leyes electorales.

Los efectos a corto plazo que hemos explicado, ¿tienen consecuencias a largo plazo sobre el sistema de
partidos? ¿Cuáles son? Sólo se puede contestar a estas preguntas con gran prudencia, pues hay muchas
variables (sociales, económicas, jurídicas y políticas) que influyen en el sistema de partidos.

¿Dónde origina la ley electoral una diferencia a largo plazo, y cuáles son las propiedades específicas que
producen dichas diferencias?

El sistema de partidos varía a través de un continuo, desde la no fragmentación de los sistemas de partido
único, hasta la fragmentación máxima de los sistemas en que muchísimos partidos compiten en términos
aproximadamente iguales. En este estudio el margen real de variación se halla entre 2 puntos extremos: la
competencia bipartidista de estilo norteamericano y el multipartidismo de tipo israelí. A cada sistema de
partidos de cualquier momento histórico puede atribuírsele un lugar en este continuo, aunque los sistemas
particulares pueden trasladarse a lo largo de estas escalas, acercándose o alejándose del extremo empírico
de la competencia bipartidista.

¿De qué manera influye el sistema electoral en este cambio de sistemas en fragmentación continua? Cuando
el efecto es grande (cuando son muy favorecidos los partidos fuertes), el sistema electoral ejerce presión
hacia la competencia bipartidista y, cuando el efecto es menor (los partidos grandes solo son favorecidos
ligeramente), la presión en este sentido es menor. El efecto de integración es un freno a la fragmentación
del sistema de partidos y la presión efectiva que ejerce la ley electoral varía con la intensidad de este efecto
integrador. El multipartidismo es más probable cuando la ley electoral produce poco efecto integrador y es
más probable la competencia bipartidista cuando la ley electoral produce un gran efecto integrador.

Ahora bien, el efecto integrador es complejo. Origina al menos 5 efectos secundarios relacionados: (1) la
ventaja de los partidos grandes sobre los pequeños en la atribución de escaños parlamentarios; (2) la
concesión de una “prima” de escaños al partido mayor; (3) la exclusión de los partidos pequeños del ruedo
parlamentario; (4) la integración general del sistema de partidos parlamentarios, y (5) la creación bien
frecuente de “mayoría prefabricadas” en los sistemas de partidos parlamentarios.

¿Qué disposiciones de la ley electoral intensifican el efecto integrador y probablemente, por tanto,
presionan hacia la competencia bipartidista? A corto plazo, el distrito uninominal. Pero, ¿qué es de los
efectos a largo plazo? Las conclusiones de este estudio muestran una asociación constante entre la mayoría
relativa uninominal y el sistema bipartidista.

La combinación del efecto integrador próximo y la asociación a largo plazo con la competencia bipartidista
indica que el distrito uninominal puede contribuir al desarrollo y conservación del sistema bipartidista. Otros

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factores, como las minorías regionales, pueden invertir la situación, como ocurre en Canadá. Pero en tanto la
ley electoral ejerza una presión dominante, el distrito uninominal puede hacer que el sistema tienda hacia la
competencia bipartidista.

Y ¿qué tipo de disposiciones favorecerán más probablemente el sistema de partidos hacia el multipartidismo
al tener muy poco efecto integrador? Sería el de las instituciones que perfeccionan la proporcionalidad de
los resultados: la representación proporcional con resto mayor en distritos electorales de gran magnitud. El
proceso integrador se debilita porque los resultados se acercan más a la proporcionalidad. ¿Hay asociación
entre este tipo de normas y el multipartidismo? Las conclusiones de este estudio muestran que sí la hay:

(1) En general, la representación proporcional se asocia a sistemas de partidos electorales y parlamentarios


más fragmentados.

(2) Entre las leyes electorales de representación proporcional, las que aplican el método del resto mayor se
asocian a mayor fragmentación, tanto electoral como parlamentaria, que las que aplican el método de la
media mayor.

(3) La magnitud elevada de distrito se asocia a mayor fragmentación tanto del sistema de partidos
electorales como parlamentarios.

Según estas conclusiones, el estadista que tenga que escoger entre las posibles leyes electorales se
encontrará con un dilema. Por una parte, podrá optar por resultados electorales muy proporcionales, en
cuyo caso es probable que con el tiempo estimule la fragmentación del sistema de partidos. Por otra, puede
decidirse por estimular el desarrollo y conservación de los dos partidos o de una competencia multipartidista
menos fragmentada, al precio de resultados menos proporcionales. Estas alternativas pueden no ser
inevitables, pero las conclusiones a que hemos llegado las hacen parecer probables: si proporcionalidad,
multipartidismo; pero, si competencia bipartidista, resultados desproporcionales también

Apendice A

Conclusiones en forma de tesís:

-Tesis de semejanza primera: El sistema electoral suele conceder un nº de escaños superior a la parte
proporcional a los partidos con mayor % de votos.

-Tesis de semejanza segunda: El sistema proporcional concede casi siempre un nº de escaños superior a su
parte proporcional al partido que ha ganado el mayor % de votos

-Tesis de semejanza tercera: casi todas las mayorías parlamentarias de un partido son “prefabricadas” por el
sistema electoral.

-Tesis de semejanza cuarta: La ley electoral limita frecuentemente el nº de partidos parlamentarios no


concediendo escaños a los partidos pequeños, los que menos votos tienen.

-Tesis de semejanza quinta: El sistema electoral integra el sistema de partidos parlamentarios.

- Tesis de semejanza 6ª: El efecto de la ley electoral sobre la competición de partidos políticos en el
parlamento es mínimo, en comparación con el efecto de los resultados electorales.

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-Tesis de semejanza 7ª: Las propiedades asociadas a las fórmulas de mayoría relativa se asocian a la formula
australiana de mayoría absoluta

-Tesis de diferencia primera: La relativa ventaja de los partidos electorales fuerte sobre los débiles suele ser
superior con las fórmulas de mayoría relativa y absoluta que con las de representación proporcional.

-Tesis diferencia 2ª: Las fórmulas de mayoría relativa y absoluta suelen conceder a los primeros partidos
mayor ventaja que las fórmulas de representación proporcional.

-Tesis de diferencia 3ª provisional: las fórmulas de mayoría relativa originan sistemas bipartidistas

-Tesis de diferencia 3ª: Las fórmulas de mayoría relativa se asocian con la competencia bipartidista, salvo
donde existen partidos minoritarios locales.

-tesis de diferencia 4ª: Las fórmulas de representación proporcional suelen atribuir escaños con más
proporcionalidad que las fórmulas de mayoría relativa y absoluta

-Tesis de diferencia 5ª: Las fórmulas de mayoría absoluta y relativa suelen negar la representación a mayor
nº de pequeños partidos que las fórmulas de representación proporcional.

-Tesis de diferencia 6ª: El sistema electoral de representación proporcional suele asociarse con un sistema
de partidos electorales y parlamentarios más fragmentado que las fórmulas electorales de mayoría
absoluta o relativa

-Tesis de diferencia 7ª: Las mínimas mayorías parlamentarias serán más amplias en las Cámaras elegidas por
representación proporcional y más reducida en las elegidas por mayoría absoluta o relativa.

-Tesis de diferencia 8ª: Las fórmulas de mayoría absoluta o relativa suelen magnificar los cambios del apoyo
popular a los partidos al distribuir los escaños parlamentarios, mientras que la representación proporcional
no suele surgir efecto.

-Tesis de diferencia novena: no importante

-Tesis de diferencia décima: La proporcionalidad con la que se distribuyen los escaños parlamentarios
aumenta en relación directa con la magnitud de los distritos electorales

-Tesis de diferencia 10ª (corolario): La relación negativa entre deviaciones medias de votos y escaños de los
partidos varía inversamente a la magnitud del distrito

-tesis de diferencia 11ª: La relación positiva entre proporcionalidad y magnitud de distrito es curvilínea: a +
magnitud del distrito – desviaciones entre las proporciones de votos y escaños

-Tesis de diferencia 11ª (corolario): La relación negativa entre las desviaciones medias de votos y escaños y
la magnitud del distrito es curvilínea: a + magnitud del distrito – desviación entre la proporción de votos
escaños.

-Tesis de diferencia 12ª: La fragmentación del sistema de partidos varía positivamente con la magnitud del
distrito: La magnitud elevada se asocia con la gran fragmentación y viceversa. Pero esta relación es
curvilínea: La fragmentación aumenta en decreciente conforme aumenta la magnitud.

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“Las consecuencias políticas de las leyes electorales: 1945-1985”


Arend Lijphart

Arend Lijphart en este texto reanaliza el estudio clásico de Rae “The political consequences of electoral
laws” esa obra se mantiene como la más importante en el campo de los sistemas electorales comparados.
(1967, 2ª Edición 1971), con datos más exactos, hipótesis más fundadas y métodos mejores. Lijphart
también utiliza más datos: a las elecciones consideradas por Rae (a las Cámaras Bajas únicas del poder
legislativo) durante los 20 años que van de 1945 a 1964, en las 20 democracias occidentales, agregan las
pocas elecciones realizadas en ese periodo que faltan en el libro de Rae y, lo que es más importante, todas
las elecciones celebradas en esos países durante los 21 años siguientes, de 1965 a 1986.

Las conclusiones que surgirán del re análisis y actualización de Lijphart van a ser muy diferentes de las
relaciones que Rae encuentra entre sus variables. Las variables independientes que Rae define son 3
aspectos del sistema electoral: (1) la fórmula electoral, tales como la mayoría relativa, distintas formas de
RP, etc; (2) la magnitud media de las circunscripciones, esto es, la media de legisladores elegidos por
circunscripción, y (3) la estructura del voto que puede permitir o no que los votantes repartan sus votos
entre dos partidos o más. Sus dos variables dependientes son (1) la proporcionalidad del resultado de la
elección, que es el efecto inmediato o (en la terminología de Rae) “proximal” de la conversión de votos en
escaños, de acuerdo con el sistema electoral, y (2) el grado de multipartidismo, que es (o así se supone) el
efecto indirecto o “distal” del sistema electoral.

Rae examina 5 relaciones importantes entre sus variables independientes y dependientes. Respecto de
todas ellas las conclusiones de Lijphart diferirán de las de Rae en:

(1) La relación entre la fórmula electoral y la proporcionalidad del resultado de la elección es mucho más
fuerte que lo que Rae estima.

(2) El vínculo entre la magnitud de la circunscripción y la proporcionalidad es también mucho más fuerte, en
especialmente los efectos de los sistemas con distritos de 2 niveles (a los que Rae no daba ningún efecto);

(3) la relación entre la fórmula electoral y el grado de multipartidismo es mucho más débil que en Rae;

(4) La magnitud de la circunscripción y el multipartidismo están relacionados con mucha menos fuerza de
lo que Rae sostiene;

(5) el vínculo entre la estructura del voto y el multipartidismo, hipótesis que Rae formula y rechaza, tiene
validez, de hecho, respecto de una categoría principal de sistemas electorales: los que tienen
circunscripciones uninominales. En otras palabras, los efectos proximales de los sistemas electorales son
mucho más fuertes que sus efectos distales.

¿En qué se distinguen los métodos de Lijphart de los de Rae y de qué manera son superiores a éstos? Hay 5
diferencias importantes a lo largo del análisis.

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Primero, en contraste con el tratamiento que Rae da a cada elección como un caso distinto, la unidad de
análisis de Lijphart es el sistema electoral, definido como un conjunto de elecciones, una o más, que se
celebran según reglas fundamentalmente iguales o muy parecidas.

Segundo, Lijphart utiliza la evidencia de todos los casos disponibles. Por ej., al contrario de Rae, quien
desconoce los casos difíciles de sistemas de dos niveles que emplean fórmulas distintas en cada uno de
dichos niveles, Lijphart determina qué nivel es el que tiene importancia predominante y clasifica el sistema
electoral según la fórmula de ese nivel.

Tercero, ya que Rae estima que tanto la fórmula como la magnitud afectan fuertemente a la
proporcionalidad y al multipartidismo, hay una curiosa omisión en su análisis, por cuanto no examina la
posible interacción entre sus 2 variables explicativas. Lijphart corrige esta omisión controlando
sistemáticamente la influencia de la otra variable independiente.

Cuarto, para medir el grado de desproporcionalidad de distintos sistemas electorales Lijphart utiliza el índice
D de John Loosemore y Victor J. Hanby.

Por último, una diferencia menos importante entre los métodos de ambos autores se refiere a la medición
del multipartidismo. Rae utiliza gran nº de indicadores del multipartidismo, pero su medición más
importante y completa es el fraccionamiento del sistema de partidos, sensible tanto a las cantidades de
partidos como a sus tamaños relativos. Lijphart utiliza una adaptación del índice de fraccionamiento de Rae,
el “nº efectivo de partidos” de Laakso y Taagepera (1979) que contiene exactamente la misma información
que el índice de Rae, pero es más significativo.

Fórmulas electorales y desproporcionalidad electoral.

Rae encuentra que las fórmulas de mayoría relativa y de mayoría absoluta son mucho menos
proporcionales que la RP, pero que no hay diferencia dentro de la familia de sistemas de RP. El motivo
principal de esta última conclusión está en la clasificación incorrecta que hace Rae de las distintas fórmulas
de RP. Su hipótesis es que las fórmulas divisorias dan resultados menor proporcionales que las fórmulas de
cuotas o cifras repartidoras. Sin embargo, los 2 grupos de métodos no tienen por qué diferir en lo que
concierne a la proporcionalidad resultante, puesto que el grado de dicha proporcionalidad depende de la
cifra específica que se emplee con los métodos de cifra repartidora y del divisor específico que se utilice con
los métodos divisorios. Lo que significa que las diferencias en proporcionalidad deben ocurrir dentro de cada
grupo y no entre ellos.

Entre los métodos divisorios, la fórmula D’hondt (que usa la serie de divisores 1, 2, 3,4, etc.) es la menos
proporcional, y favorece sistemáticamente a los partidos más grandes. En esto contrasta con la fórmula
Sainte-Langüe, que en su fórmula original, según la propuso su inventor (con uso de la serie de divisores
enteros impares, 1, 3, 5, 7, etc.), se aproxima mucho a la proporcionalidad y trata a los partidos, tanto
grandes como pequeños, de forma enteramente equitativa. Los 3 métodos divisorios se pueden ordenar en
escala descendente de proporcionalidad: Sainte-Laguë puro, Saint-Lagüe modificado y d´Hondt.

Hay diferencias semejantes dentro de los sistemas de cuota electoral o cifra repartidora (CR). El más antiguo
y conocido de estos sistemas utiliza simplemente como cuota la cantidad total de votos válidos emitidos en
una circunscripción, dividida por la magnitud de la circunscripción. Esta cuota, que habitualmente se
denomina cuota Hare, es imparcial respecto de los partidos pequeños y grandes, y tiende a entregar
resultados estrechamente proporcionales. Los resultados son menos proporcionales con la cuota de Droop,

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en la que los votos se dividen por m +1 y no por m, y con la cuota Imperiali, en la que el denominador es m
+2. El empleo de estas cuotas inferiores significa que habrá menos escaños disponibles que asignar y habrá
también, por lo tanto, más desperdicio de los votos restantes, cosa que perjudica especialmente a los
partidos más pequeños y acarrea una disminución de la proporcionalidad. En los sistemas de RP preferencial,
que a menudo se denominan de voto único transferible (VUT), la cuota es tan importante para la
proporcionalidad del resultado electoral como en los sistemas de RP de lita con cifra repartidora.

Este análisis lleva a una hipótesis acerca de los efectos de las fórmulas de RP sobre la proporcionalidad del
resultado de la elección que es mucho más fuerte y plausible que la de Rae, que se basa en la doble
distinción entre métodos de cifra repartidora y métodos divisorios. La de Lijphart tiene como base una
clasificación triple: (1) Saint-Lagüe puro y CR-Hare son probablemente los más proporcionales, (2) Saint-
Lagüe modificado, CR-Droop, CR- Imperial y VTU-Droop deberían ser menos proporcionales y (3) d´Hondt
es probablemente la menos proporcional de las fórmulas de RP.

Esta hipótesis está fuertemente respaldada por los datos disponibles. Los sistemas de mayoría relativa y
mayoría absoluta son más de 2 veces más desproporcionales que la RP d´Hondt, y lo sistemas de d´Hondt
son más de 2 veces más desproporcionales que los sistemas CR-Hare y Saint-Lagüe; los sistemas de RP
intermedios resultan, tal como lo propone la hipótesis, intermedios, grosso modo, en términos de su
desproporcionalidad.

Magnitud de las circunscripciones y desproporcionalidad electoral.

La relación más fuerte que encuentra Rae es la que se da entre la magnitud de la circunscripción y la
proporcionalidad: a + magnitud, - desproporcionalidad. Compara los efectos de los sistemas electorales
según 5 categorías de magnitud media de circunscripción.

La magnitud media de las circunscripciones se define como la cantidad media de escaños por
circunscripción, que puede calcularse dividiendo la cantidad total de escaños por la cantidad de
circunscripciones. Sólo en los sistemas de circunscripciones de dos niveles nos topamos con complicaciones.
¿Qué efecto tiene cada una de las variables independientes (la fórmula electoral y la magnitud de la
circunscripción) sobre la variable dependiente de la proporcionalidad, si se controla la otra variable
independiente? La pregunta tiene validez sólo para los sistemas de RP, puesto que los sistemas de
representación no proporcional no varían respecto de la magnitud. Si se mantiene constante la magnitud de
circunscripción, las diferencias entre fórmulas se reducen, pero no se eliminan en absoluto. Si controlamos
por la fórmula electoral, en los sistemas d´Hondt persisten diferencias considerables entre las clases de
magnitudes; pero estas diferencias son menos llamativas en las demás fórmulas. El motivo de que
circunscripción y la fórmula electoral están a su vez relacionadas.

En resumen, se ha encontrado que la magnitud de circunscripción tenía un efecto muy fuerte sobre la
proporcionalidad, confirmando la conclusión de Rae. Dicho efecto se mantiene fuerte, aunque no tan
fuerte, si la fórmula electoral permanece constante, control que Rae no aplica. Y, al contrario de Rae, se ha
comprobado que la división en circunscripciones complejas hace que el resultado electoral sea mucho más
proporcional.

Fórmula, magnitud y multipartidismo.

El análisis del efecto que tienen la fórmula electoral y la magnitud de circunscripción sobre la
proporcionalidad ha abierto la puerta a un estudio del efecto que esas variables tienen sobre el

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multipartidismo. El motivo es que la proporcionalidad constituye el vínculo lógico que enlaza estas variables
del sistema electoral con la cantidad de partidos: cuanto más proporcional sea el sistema electoral, tanto
más favorable resulta para los partidos pequeños y nuevos, y por ende, tanto más permite una gran cantidad
de partidos. El multipartidismo tiene, por cierto, otras causas importantes, en especial la cantidad y
profundidad de los cleavages de la sociedad. No debemos prever una correlación muy fuerte entre magnitud
y fórmula, por una parte, y multipartidismo, por la otra.

Puesto que las diferencias de desproporcionalidad que hay entre los sistemas de RP son menores que las
que hay entre las RP y RM, también debemos prever que habrá diferencias más modestas en cuanto a
multipartidismo. Rae informa que, de acuerdo con su hipótesis, las fórmula divisorias se relacionan con
menos multipartidismo que las fórmulas de cifra repartidora. Sin embargo, si se suman los datos que faltan y
se corrigen los numerosos errores de clasificación, la diferencia desaparece.

Debemos rechazar la hipótesis de que, dentro de la familia de RP, la fórmula y el multipartidismo están
relacionados. (Tabla página 792) Los resultados relativos a la magnitud de circunscripción son un poco más
positivos, pero no tanto como Rae sugiere.

Estructura del voto y multipartidismo.

En relación con el efecto de la estructura del voto sobre el multipartidismo, Rae formula su hipótesis más
original. Haciendo una distinción entre el voto ordinal, que “permite que el votante dé su voto a más de un
candidato” y el voto categórico, “que exige que el votante vote por un solo partido”, Rae propone la
hipótesis de que los votos ordinales “permiten que el mandato de cada votante se disperse entre varios
partidos, con lo que se produce una suerte de “micro fragmentación”, y que las elecciones que se celebran
con dichos votos, y por tanto con micro fragmentación repetida, “producen sistemas partidistas
electorales más fragmentados que lo que se encuentra en otras elecciones”. No obstante, observa que la
relación es a la inversa: sus sistemas ordinales tienen una cantidad efectiva media de sólo 2,94 partidos
contra 3,23 partidos en los sistemas categóricos. Y su conclusión es “mi teoría está totalmente errada”.

Aquí debemos nuevamente dar una mirada crítica a los métodos y procedimientos de Rae. Si se corrigen
estas clasificaciones erróneas, agregándose además, los datos que faltan, y se utilizan como casos de análisis
los sistemas electorales y no las elecciones, los resultados siguen siendo negativos. Los sistemas ordinales
tienen menos multipartidismo que los categóricos, y no más, aun cuando las diferencias sean relativamente
pequeñas.

Conclusión.

Las 2 variables del sistema electoral, fórmula y magnitud, tienen un efecto fuerte sobre la
desproporcionalidad electoral (mucho más fuerte que el que observa Rae), pero sólo un efecto débil sobre
el multipartidismo (más débil que el que señala Rae). El motivo es que la desproporcionalidad es un
predictor débil de la cantidad de partidos. No obstante, esta conclusión debe matizarse en 3 aspectos
importantes:

-En 1er lugar, la hipótesis de que la desproporcionalidad debe reducir el multipartidismo se basa en el
supuesto de un comportamiento estratégico. Cuando se prevé que habrá discriminación contra los partidos
más pequeños, los votantes, además de los políticos, los activistas políticos y los donantes de dinero,
apoyarán a los partidos más grandes.

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-La 2ª se debe a que esa relación refleja las diferencias entre los 4 sistemas de mayoría relativa que tienen
un elevado promedio de desproporcionalidad y bajo promedio de multipartidismo, por un lado, y los 25
sistemas de RP que tienen menos desproporcionalidad y más multipartidismo por el otro. Pero dentro de la
categoría de RP no hay relación, virtualmente, entre las dos variables.

-La 3 cualificación es que, debido a que el acento se ha puesto en medir el efecto a largo plazo del sistema
electoral sobre el sistema de partidos, el multipartidismo se ha medido en términos de cantidad de partidos
electorales.

En resumen, los sistemas electorales muestran diferencias amplias y predecibles en la desproporcionalidad,


diferencias más pequeñas en el multipartidismo que son efecto directo de la desproporcionalidad, y
diferencias aún menores en el multipartidismo electoral, debido a los cálculos estratégicos de elites y
votantes. Los sistemas de mayoría relativa constituyen una excepción: su elevada desproporcionalidad
explica, mediante el efecto de la conducta estratégica, la cantidad relativamente baja de partidos electorales
de ellos. Los sistemas de mayoría absoluta neutralizan la votación estratégica, por lo que en ellos puede
combinarse una elevada desproporcionalidad con un alto multipartidismo electoral y las diferencias
sustanciales en la desproporcionalidad entre los sistemas de RP no son, al parecer, lo bastante grandes como
para producir diferencias equivalentes en la conducta estratégica o bien, en consecuencia, diferencias
equivalentes en el multipartidismo electoral.

“Sistemas electorales y sistemas de partidos políticos: una


introducción al problema con carácter orientador”
Dieter Nohlen
Conceptos básicos.

Los sistemas electorales contienen el modo, según el cual el elector manifiesta por medio del voto el partido
o el candidato de su preferencia, y según el cual esos votos se convierten en escaños. Los sistemas
electorales regulan ese proceso mediante la distribución de las circunscripciones, de la forma de la
candidatura, de los procesos de votación y de los métodos de conversión de los votos en escaños.

Los sistemas electorales son una parte del más extenso concepto del derecho electoral, el que, sin embargo,
en sentido estricto puede ser entendido sólo como el requisito legal del derecho de elegir y ser elegido.
Básicamente, los sistemas electorales pueden clasificarse según 2 principios: el de la elección mayoritaria y
el de la elección proporcional; sin embargo, esa distinción no está sujeta a las reglas técnicas, sino a las
funciones y a las intenciones políticas de los sistemas electorales mediante los cuales se transforma, de
modo específico, la cantidad de votos en escaños parlamentarios. Los sistemas de partidos se analizan
según su estructura (nº de partidos, tamaño…) y los cambios en esta estructura en el tiempo.

Aspectos fundamentales y enfoques de investigación de los sistemas electorales.

En el debate político y científico sobre los sistemas electorales y su relación con los sistemas de partidos, los
aspectos más importantes y controvertidos son: la importancia de los sistemas electorales, sus efectos
políticos y su valoración.

¿Qué importancia tienen los sistemas electorales?

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Para algunos estudiosos de la materia, el destino de la democracia depende del sistema electoral aplicado.
Así, atribuyeron el hundimiento de la República de Weimar en Alemania al sistema de representación
proporcional. Tal interpretación es exagerada, pues por lo general, los factores determinantes del desarrollo
político son múltiples y de origen muy variado. En consecuencia, los intentos de establecer relaciones mono
causales llevan casi siempre al error; pero tampoco es sostenible la posición opuesta, defendida a menudo,
según la cual los sistemas electorales tienen poca importancia. Ésta es invalidada empíricamente

El efecto de los sistemas electorales sobre el proceso de formación de voluntad política se puede comprobar
fácilmente en los resultados electorales, por ejemplo: analícese la constitución de mayorías parlamentarias.
Frecuentemente las mayorías parlamentarias de un partido se deben al efecto desproporcional de los
sistemas electorales al convertir votos en escaños. Tmb se podría preguntar qué partidos con representación
parlamentaria se hacen cargo del gobierno. Se observa que, con frecuencia, no es el partido que obtuvo más
votos el que forma el gobierno (solo o aliado con otros partidos). Hay sistemas electorales capaces de
permitir que el 2ª y 3er partidos superen al 1º y que formen el gobierno en contra de éste. Por otra parte,
hay sistemas electorales cuyo efecto es que el 2º partido (según votos obtenidos) forme el gobierno porque
supera al 1º en escaños parlamentarios. Se puede afirmar entonces que los sistemas electorales son
importantes para el proceso de formación de voluntad política y para la transferencia de poder. Los
sistemas electorales orientan las actitudes y los resultados electorales.

¿En qué sentido operan los sistemas electorales?

De los efectos políticos de los sistemas electorales hay más supuestos que conocimientos científicamente
probados. Las mayorías no facilitan siempre la integración ni el cambio de gobierno. Mucho depende de la
consideración de las condiciones sociales y políticas concretas de cada caso; incluso, en determinadas
condiciones sociopolíticas, es posible que la representación proporcional cumpla más eficientemente las
funciones esperadas de un sistema mayoritario o de pluralidad. Por otra parte, la materia no es tan compleja
como para impedir generalizaciones en tiempo y espacio. Naturalmente, éstas habrán de formularse
diferenciadamente, teniendo en cuenta las condiciones específicas del sistema social y político respectivo; es
decir, la relativa homogeneidad o heterogeneidad de la sociedad en cuestión. Resaltamos las condiciones
metodológicas, señalando que los sistemas electorales funcionan en contextos complejos de factores
diferentes que cambian de un país a otro. El análisis de los efectos de los sistemas electorales debe partir de
las condiciones históricas y sociopolíticas de los países.

¿Cómo han de valorarse los efectos de los sistemas electorales?

Al tener mayor conocimiento sobre los efectos de los sistemas electorales, hay que preguntar por su
valoración. Los intereses de los partidos han sido, históricamente, la medida más importante para valorar un
sistema electoral. Por lo tanto, los criterios dependen de las ventajas y desventajas que éste implica las
fuerzas sociales y agrupaciones políticas. Un partido estructuralmente pequeño (partido pequeño que
seguirá siendo pequeño, pues se apoya en sector limitado o minoritario) evaluará los efectos de los sistemas
electorales de manera distinta que un partido grande. El partido pequeño resaltará el criterio de la
“representación justa”, mientras que el partido grande destacará la estabilidad del gobierno con base en
mayorías partidistas. La medida de valoración del sistema electoral es el grado en que se cumple con el
modelo esperado.

Enfoques de investigación.

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Se distinguen 3 enfoques presentes en la investigación sobre sistemas electorales.

-(1) El enfoque normativo, término que se refiere no a normas legales, sino a valores e ideales. En este
enfoque, los sistemas electorales se estudian a partir de convicciones teóricas vinculadas a teorías de la
democracia o del buen gobierno, por ejemplo: la opción por el sistema de mayoría relativa se fundamenta
con el argumento de que sólo este sistema electoral reflejará la esencia del gobierno parlamentario o de la
democracia con plena responsabilidad política de los gobernantes. En este enfoque se sostienen certezas en
cuanto a los efectos y ventajas de ciertos sistemas electorales, a menudo sin tomar en cuenta lugar y
tiempo. El tipo de afirmación que lo caracteriza es, por ejemplo: “la representación por mayoría es mejor
que la representación proporcional”. Asimismo, a partir de un caso se deducen más o todos los casos, es
decir, se extrapola. Desde una óptica normativa, se defiende la idea de que lo considerado válido en un caso
lo es también en los demás. Esta tendencia se expresa en afirmaciones que se muestran como leyes: “El
sistema electoral de pluralidad conduce a un sistema bipartidista”. Actualmente, el estudio de los sistemas
electorales, de las ventajas y desventajas de los principios de representación, su nexo con la institucionalidad
política en general y la dinámica de los procesos políticos siguen basándose en el enfoque normativo.

-(2) El enfoque empírico y de orientación estadística. Debido a la lógica de la propia metodología


estadística, se necesita un gran nº de casos para llegar a resultados relevantes, este enfoque trata de incluir
en el estudio la mayor cantidad posible de sistemas electorales, integrando para ello las dimensiones
históricas e internacionales. En comparación con el normativo, el enfoque empírico-estadístico diferencia
mejor entre los componentes de los sistemas electorales, con el fin de tratarlos estadísticamente como
variables en el marco de una relación multicausal. Enormes avances se han logrado en el estudio de los
sistemas electorales y sus efectos gracias a este nuevo enfoque.

-(3) El enfoque empírico y de orientación histórica. Se centra en el estudio de los sistemas electorales
concretos y en el análisis de su contexto sociopolítico, para comprender tanto su funcionamiento como sus
efectos. Este enfoque es descriptivo- individualizante y es objeto de críticas desde el campo estadístico

Los 3 enfoques referidos están presentes en el debate político y científico; pero hay que acreditar los
progresos en el campo de investigación de los sistemas electorales sobre todo a los 2 enfoques empíricos. En
realidad, el enfoque normativo está agotado; si bien sus interrogantes no son de ninguna manera obsoletos,
no es de esperarse nuevas o mejores respuestas que aquellas dadas al cabo de los debates clásicos.

Sistemas de partidos.

Concepto e importancia.

Por “sistema de partidos” se entiende la composición estructural de la totalidad de los partidos políticos en
un Estado. Los elementos o interrogantes tratados por los investigadores de los sistemas de partidos: a) el
número de partidos, b) su tamaño, c) la distancia ideológica entre ellos, d) sus pautas de interacción, e) su
relación con la sociedad o con grupos sociales, y f) su actitud frente al sistema político.

La atención se centra en la estructura de los sistemas de partidos y en la pregunta por las causas de la
estructura específica de un sistema de partidos, o por las causas de su permanencia o de sus variaciones en
el tiempo.

Enfoques de investigación y tipologías.

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Los enfoques de investigación de los sistemas de partidos pueden diferenciarse, según las causas que se den
para la estructura, la permanencia y las variaciones de los sistemas de partidos. Los primeros intentos para
explicar la estructura de los sistemas de partidos mediante factores institucionales se concentraron en
encontrar las causas de la diferencia del nº de partidos en el sistema de partidos, que inicialmente se
dividieron en sistemas de partido único, bipartidismo y pluripartidismo. En los 50 Duverger señaló al sistema
electoral como factor explicativo de la estructura y desarrollo de los diferentes sistemas de partidos…

Para Sartori, La Palombara y Weiner, la estructura del sistema de partidos está determinada por más
variables, distinguiendo así varios sistemas de partido, especialmente diferentes sistemas pluripartidistas:
pluralismo moderado- pluralismo extremo. Según Sartori:

Bipartidismo—Grado de polarización: cero—Dinámica: centrípeta

Multipartidismo—Grado de polarización: bajo—Dinámica: centrípeta

Pluripartidismo—Grado de polarización: fuerte—Dinámica: centrífuga

Sartori considero la fragmentación y la polarización como 2 fenómenos vinculados; y vio al sistema


electoral, el medio para reducir el grado de fragmentación y polarización.

El criterio básico sigue siendo el nº de partidos, pero Sartori, para determinar cada tipo, introduce
alternativamente otros criterios. En virtud de que también trató el aspecto dinámico del cambio en los
sistemas de partidos, Sartori ordenó los tipos en un continuum:

- Sistema de partido único (ex URSS).

- Sistema de partido hegemónico (México).

- Sistema de partido dominante (India, Japón).

- Sistema bipartidista (EEUU y Gran Bretaña).

- Pluralismo moderado (Países Bajos, Suiza, Bélgica, ex RFA)

- Pluralismo polarizado (Chile hasta 1973, Italia y Finlandia).

La investigación internacional sobre los sistemas de partidos, casi siempre trabaja con la tipología de Sartori

La Palombara y Weiner, en su intento por clasificar los sistemas de partidos, introdujeron criterios: por un
lado, la distinción entre sistemas competitivos y no competitivos; y por otro una especie de modelo básico
de orientación o de comportamiento de los partidos entre polos ideológicos y pragmáticos. Tmb
introdujeron la diferenciación según el concepto de alternancia y hegemonía. En los sistemas competitivos,
estos autores distinguen 4 subtipos: a) con alternancia ideológica, b) con alternancia pragmática, c)
ideológicamente ideológico y d) pragmáticamente hegemónico.

En el caso de la definición del sistema bipartidista Lipson ha señalado los siguientes criterios:

a) en cada elección 2 partidos comparten la posibilidad de llegar al poder


b) uno de los dos es capaz de constituir gobierno solo, sin el apoyo de un 3er partido.
c) Existe la posibilidad real de que el partido en el gobierno sea revelado por el partido de la oposición.

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Las investigaciones de Sartori y Sani han permitido discutir el supuesto vínculo entre fragmentación y
polarización.

En varias ocasiones se ha indicado la importancia de los pequeños partidos, en sus interacciones en sistema
de partidos: Ante la necesidad de formar coaliciones, los partidos pequeños pueden tener una función
mediadora entre los 2 partidos grandes de la coalición

Lipset y Rokkan han dado una explicación socioestructural del origen, de la estructura y de la continuidad de
los sistemas de partidos. Intentaron comprender el desarrollo de los sistemas de partidos europeos
mediante determinados clivajes sociales. Esas tensiones sociales se pueden reducir a problemas que son
consecuencia de dos procesos: la formación del país (revolución nacional) y el proceso de industrialización
(revolución industrial). Desde el punto de vista de las concepciones, ambos clivajes sociales básicos se
transmiten en un esquema de dos dimensiones, una funcional y otra territorial. Los 4 clivajes son:

a) la tensión entre centro y periferia (entre la cultura dominante y la cultura sometida);

b) la tensión entre Estado e Iglesia;

c) la tensión entre grupos de propietarios de la tierra, comerciantes e industriales

d) la tensión entre los poseedores de los medios de producción y los trabajadores (entre capital y trabajo).

Si se sostiene que la estructura del sistema de partidos depende del sistema de clivajes, los sistemas de
instituciones convenidos corresponden más o menos a los sistemas de partidos fundados en la estructura
social. Dicho de otra manera, en la relación causal investigada, sistema electoral-sistema de partidos, al
segundo le corresponde la función de variable independiente.

Sin embargo, la estructura de los sistemas de partidos no se debe explicar en forma lineal y determinista. La
causalidad es circular, es decir, los efectos repercuten a su vez en las causas. La causalidad también es
relativa en el sentido de que, en una relación causal concreta (la estructura de un sistema de partidos en un
país en un periodo determinado), los grados de acción de los factores puestos en relación recíproca (sistema
de partidos, sistema electoral y estructura social) varían respecto de lo que es causa y de lo que es efecto
dentro de la interrelación. La capacidad explicativa de cada uno de los 2 enfoques es sólo parcial y existe
peligro de ser monocausal. La combinación de argumentos de ambos enfoques de investigación es el único
camino viable.

Valoración.

Los sistemas de partidos se valoran desde distintos puntos de vista. En la mayoría de los casos, el criterio de
compatibilidad del tipo de sistema de partidos con las exigencias, las expectativas que se tienen acerca de la
representación política y del sistema democrático, ocupa un 1er plano.

Por otra parte, la valoración de los sistemas de partidos, tanto en la ciencia como en la política, depende de
posiciones aún más generales que son el resultado de supuestos casi filosóficos, de validez general sobre un
principio preestablecido, el cual conforma la estructura de fenómenos sociopolíticos y el comportamiento de
actores sociales y políticos.

Según estas posiciones fundamentales, el mundo de los fenómenos investigados se percibe como con una
estructura dualista o tríadica, o determinado por un centro o que parte de un punto cero. La concepción de

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un dualismo político natural ha sido representada por los investigadores de los sistemas de partidos, sobre
todo por Maurice Duverger: “El movimiento natural de la sociedad tiende al dualismo de partidos”. “Las
posibilidades políticas, en la mayoría de los casos se presentan de forma dualista… cada política produce una
alternativa entre 2 soluciones, pues las soluciones conciliantes se apoyan una en la otra. Esto sólo indica que
en la política no existe ningún centro” Duverger reconoció también una tendencia al dualismo en los países
aparentemente heterogéneos.

En la investigación internacional sobre sistemas de partidos, la valoración a priori de los sistemas de partidos
ha perdido terreno. Robert Dahl comprobó que “al preguntarnos si, en un país determinado, el nº óptimo de
partidos para expresar y agregar las preferencias es de dos, tres, cuatro o más, no podemos dar una
respuesta, ni siquiera aproximada, sin examinar el sistema de segmentación de ese país en particular”.

Análisis comparativo de sistemas electorales: objetivos generales y enfoques del presente estudio.

Los objetivos del presente estudio han sido:

1) El registro de reglas técnicas de distribución de las circunscripciones electorales, las formas de las
candidaturas, los procesos de votación y los modos de cómputo de los votos para su conversión en escaños
parlamentarios

2) Sistematización de la materia mediante la explicación de conceptos básicos, como representación de la


mayoría y representación proporcional, establecimiento de diversas clases y subclases de sistemas
electorales y de los sistemas electorales empíricos.

3) Formulación y examen de hipótesis de los efectos de los distintos sistemas electorales en los sistemas
políticos, especialmente en los sistemas de partidos basados en investigaciones concretas desde casos
individuales y comparativos con otros países ejemplo: ¿cuál habría sido el resultado de las elecciones si se
hubiera utilizado otro sistema electoral?

¿Hasta qué punto pueden servir científicamente los estudios sobre los sistemas electorales? Se pueden
descubrir deficiencias de las teorías que se han transmitido en la investigación de los sistemas electorales,
especialmente respecto a la relación entre el sistema electoral y el sistema de partidos.

El principio o postulado más importante dice: las generalizaciones o las afirmaciones teóricas deben basarse
más a los casos empíricos y a los contextos y condiciones sociopolíticos concretos. Así pues, las teorías de
alcance medio deberían substituir a las teorías con pretensiones más globales, pero no bien enunciadas que
se encuentran aún hoy en la investigación sobre los sistemas electorales. La orientación histórica y el
conocimiento del contexto sociopolítico son importantes para determinar los efectos de los sistemas
electorales y abarcar las posibilidades reales de opción de los actores políticos respecto al sistema electoral
de su preferencia.

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