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Uno de los mayores privilegios que tenemos los cristianos es la de tener un

contacto directo con Dios. Como sus hijos, hoy podemos acercarnos al trono de
Dios y ser escuchado por El, es más, Él nos pide y nos permite dirigirnos a Él.

Es Mediante la oración establecemos comunicación directa con Dios.

Hebreos 4:16 dice:  16  Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de


la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para cuando
necesitemos ayuda.

¡Qué promesa tan maravillosa! Qué oportunidad que tenemos disponible todos
los días.

Acerquémonos: Acercarse tiene que ver con “acortar distancias, dar un paso


más, tiene que ver con moverse hacia la dirección adecuada”. 
Dios nos está invitando a que nos acerquemos a Él y la razón es porque Él
sabe que hay cosas en nuestra vida, en nuestro camino, en nuestra historia
que nos impiden acercarnos, que hemos levantado o se han levantado como
murallas, barreras, obstáculos que nos impiden dar un paso más.

Para poder acercarnos a Dios, necesitamos reconocer cuáles son los


obstáculos: ¿Qué te está impidiendo acercarte un poco más a Dios? ¿Cuál es
el obstáculo? ¿Podes verlo, reconocerlo? ¿Podes ponerle un nombre a tu
obstáculo?

Acerquémonos, es la invitación de Dios. No es su voluntad que estés lejos,


distanciado. ¿Fue algo que te pasó? ¿Algo que ocurrió? Hay tantas cosas que
nos mantienen alejados de Él. La muerte de un familiar, una ruptura en  una
relación, errores que cometimos, nuestra emociones como venimos viendo
pero hoy Dios te dice Acércate a mí.

Y en Jesús encontramos de cómo, no importa como estemos no podemos


presentar ante el padre con confianza, como estemos.

Lucas 19:41
Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella.Dijo:
—¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz!

La palabra griega usada para describir a Jesús mientras lloraba sobre


Jerusalén es la que identifica a una persona que está gimiendo o clamando.

¡Imagínate esa escena! Jesús desbordado en llanto, orando entre resignado,


enojado, desesperado al ver lo que ocurría con la ciudad.

En esa oración volcó ante el padre todo lo que sentía en su interior en ese
momento. Y no fue la única vez
Cuando Jesús se dio cuenta de lo cercana que estaba su propia muerte, se fue
a un lugar tranquilo para orar… Se nos dice que Oro «con fuerte clamor y
lágrimas» (hebreos 5:7). Se postró en el suelo, donde oró con gran fervor y
sudó profundamente, (Lucas 22:44).

Nos muestra Jesús, la forma en que debemos orar cuando comienza a temblar
la tierra debajo de nuestros pies. Oramos de la forma que podemos, y con
las palabras que podemos. Oramos con nuestro sudor; con nuestras lágrimas.
Y con cuantos amigos tengamos que estén dispuestos a sentarse con
nosotros, o lo hacemos solos. Pero a pesar de cómo nos sentimos, a pesar de
nuestros sentimientos oramos.

Por eso Dios nos invita que nos acerquemos a Él con confianza:

Confianza Es la esperanza firme que se tiene de alguien o algo. Es seguridad.


A veces dudamos cuando pensamos en acercarnos a Dios. Nos surgen
preguntas como ¿Será que Dios me oirá? ¿Será que Dios me va a recibir?
¿Será que realmente le importa a Dios mis problemas? Pero Dios te está
animando en este día que te acerques a Él con confianza, con seguridad. Es Él
mismo quien te dice: Acércate a mí con confianza.

Cuando vamos a ir a hablar con alguien que nos aprecia vamos con confianza
porque sabemos que nos va a recibir bien. Cuando la persona es cercana,
amable, considerada, simpática, eso nos da confianza para ir a hablar con esa
persona.
Dios tiene todos esos atributos. Él es cercano, es amable, es considerado,
es paciente, es compasivo, y está esperando que nos acerquemos con 
confianza.

Dios te está diciendo: Quiero que te acerques a mí con confianza, quiero que


no haya nada que nos separe, quiero quedar contigo, hablar contigo, resolver
lo que nos ha mantenido separados. 

Dios te va a escuchar, Dios te va a socorrer, Dios va a tener misericordia de ti,


pero es necesario que te acerques a Él, mediante la oración. Dios está
esperando que lo busques con más insistencia

Tal vez no nos acercamos íntimamente al trono del Señor porque nos
inculcaron la imagen de un Dios severo, castigador y muy lejano,
inalcanzable para nosotros como pecadores, sin embargo, la Palabra nos habla
que él se entregó a sí mismo para que alcanzáramos, por medio de su
sacrificio, la entrada personal al trono de nuestro Padre celestial. Y es un trono
del que proviene la misericordia y la ayuda para los necesitados

Entonces, ¿en qué áreas necesitas la ayuda de Dios hoy? ¿En qué aspectos
necesitas su misericordia y gracia en tu vida? Recorda que Dios no está
distante, sino que está cerca. Él es un Dios que lo sabe todo y está lleno de
amor y misericordia. Es un padre que da los mejores regalos a sus hijos. Lo
que sea que necesites hoy, corre ante el trono de gracia y pídeselo
confiadamente. Si necesitas paz, si necesitas un milagro, si tienes hambre de
justicia, serás satisfecho. Si necesita provisión, Dios ha prometido atender
todas tus necesidades.

¿No es maravilloso que seamos invitados a la mesa de Dios?


la Cena del Señor es comunión. Es comunión con Dios y con Su pueblo. No
solo tenemos comunión con el Dios vivo por gracia, por lo que Jesús hizo por
nosotros en la cruz, sino que tenemos comunión unos con otros. Cuando
estamos unidos al Señor Jesucristo, estamos unidos a todos los que están
unidos a El.
Cristo ordenó a todos los cristianos comer pan y beber de la copa en memoria
de Él y de Su muerte. La Cena del Señor es una celebración de la presencia de
Dios en medio nuestro; nos reúne en comunión con Dios y unos con otros;
Esta mesa es una mesa de Reconciliación. Que hermosa es una
reconciliación. Dos partes que estaban divididas o enemistadas, finalmente se
unen y viven de nuevo en armonía. 

Esta mesa nos habla del sacrificio de reconciliación.

Esta mesa nos señala que Cristo se presentó una vez y para siempre como un
sacrificio para quitar en medio el pecado. Cristo fue ofrecido una sola vez para
llevar a cabo los pecados de muchos.

Y también es una mesa de esperanza y testimonio. Pablo nos recuerda que


cada vez que comemos de este pan y bebemos esta copa, la muerte del Señor
estamos anunciando hasta que él venga.
Cada vez que participamos de la mesa, estamos anticipando, anhelando,
aumentando nuestra esperanza en la llegada de ese día de regocijo cuando el
Señor venga por segunda vez y el Reino de Dios se establece final y
totalmente en la tierra.

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