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Republica de Chile

Universidad de Arte y Ciencias Sociales ARCIS

Doctorado en el Estudio de las Sociedades Latinoamericanas

Seminario:
MOVIMIENTOS SOCIALES Y PROTESTA POLÍTICA EN AMÉRICA LATINA

EL MOVIMIENTO PIQUETERO

Alejandro Núñez Muñoz

Santiago Chile, Marzo del 2006


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INDICE.
Ítem Contenido Página
1.- Movimientos Sociales. Introducción.....................................................................3
1.1.- Subjetividad y Contingencia .........................................................................3
1.2.- Acción Colectiva y Movimiento Social ...........................................................4
2.- Aspectos Históricos de la Teoría de los Movimientos Sociales ...........................6
2.1.- Aspectos Generales......................................................................................6
2.2.- El problema de la definición del concepto de movimiento social .................7
2.3.- Los Repertorios o Formatos de la Acción Colectiva......................................7
2.4.- El análisis del comportamiento colectivo.......................................................9
2.5.- La Teoría de la Privación Relativa .............................................................. 10
2.6.- El Cambio de Paradigma ............................................................................11
2.7.- La Elección Racional y la Movilización de Recursos...................................12
2.8.- Construcción de la Identidad y Nuevos Movimientos Sociales. ..................13
2.9.- Diferencias y Criticas entre la Escuela Europea y Norteamericana. ...........15
3.- Protesta Social y Movimiento Social..................................................................16
4.- Argentina: Los Actores Sociales Principales ....................................................18
4.1.- Las Clases Dominantes en Argentina. ........................................................18
4.2.- Los Sectores Populares en Argentina. ................................................22
4.2.2. La descolectivacion del Movimiento Popular. .......................................24
4.2.3.- El quiebre del movimiento sindical Justicialista............................ 27
4.2.3.1.- La Central de Trabajadores Argentinos. ........................................28
4.2.3.2.- La Corriente Clasista y Combativa.................................................30
4.2.5.- Las redes clientelares y la cooptación............................................33
5.- El Movimiento Piquetero...................................................................................37
5.1.- Las condiciones de emergencia..................................................................37
5.2. El doble origen de las organizaciones de piqueteros ...................................38
5.3.- Las principales organizaciones de piqueteros. ...........................................39
5.4.- Las etapas en la trayectoria de la movilización ...........................................40
5.5.- La heterogeneidad de las bases sociales ...................................................41
5.6.- La construcción de la tradición de piqueteros. ............................................42
5.7.- Los repertorios de acción y su influencia sobre la identidad. ......................43
5.8.- La cooptación y la represión ......................................................................45
5.9. Los desafíos del movimiento piquetero. .......................................................46
6.- Bibliografía. .....................................................................................................48
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1.- Movimientos Sociales. Introducción

1.1.- Subjetividad y Contingencia


Nos asiste la percepción de que la realidad objetiva, aquello que denominamos el
mundo real, no constituye una entidad homogénea, coherente, unitaria y univoca, de la
cual la subjetividad, sea una simple forma de representación deformada y oblicua. La
entendemos como parte constitutiva de dicha realidad, la que de acuerdo a los limites
de posibilidad impuestos desde esa misma realidad, de la cual los sujetos forman parte,
es constantemente modificada desde la subjetividad.

Desde el conocimiento científico, todo el devenir histórico solo puede ser contingente,
por lo tanto, su opuesto siempre sigue siendo posible. O, dicho de otra forma, lo fáctico -
lo que se cumple no elimina de la existencia a lo posible, aunque lo deje suspendido en
el tiempo.

Lo real es contingente pero determinado según razón suficiente. Los límites de lo real y
lo irreal se tejen con la trama inagotable y siempre nueva de la razón suficiente. Lo real
no es solo lo fáctico, sino también y en igual medida lo posible. Pero esto no significa en
ningún caso que en la contingencia esté ausente la determinación. Así categorías como
la libertad y la determinación se nos presentan como súbditos de un mismo reino.

La necesidad, por el contrario, pertenece a otro reino, pertenece a un universo que es


ideal. Es una categoría que gobierna entidades ideales entidades sometidas
plenamente a un orden establecido. La necesidad se expresa por medio de la
consistencia, entendida esta como la expresión del "comportamiento" de entidades cuya
existencia está dada por definición y cuyo alcance, límites y posibilidades son fijos y no
tienen alternativa como tales. El ejemplo paradigmático de esta categoría son las
matemáticas.

El conocimiento de lo contingente, se percibe en todo instante expuesto al riesgo de


extravió en laberintos donde se confunden esencia y apariencia, fenómeno y
manifestación, forma y contenido, pero también se reconoce mal armado frente al
riesgo implícito de la precariedad de esa realidad objeto de estudio, realidad siempre
acechada y a punto de ser devorada por el minotauro irreductible de lo posible.

Lo natural como lo social-histórico habitan en el mundo de lo contingente, mundo en el


cual los determinismos a ultranza, los fatalismos y las seguridades absolutas no tienen
lugar.
Los procesos históricos no son producto de la necesidad y sólo a posteriori, por arte de
la interpretación, o por arte de las ideologías pueden concebirse como necesarios. No
somos los hombres los productores consientes de nuestro mundo. Somos, ciertamente
los transformadores del mundo, pero tampoco somos, los actores conscientes de la
historia: la producimos, pero no como obra pensada, sino como un resultado final.
El mundo es el resultado de nuestras acciones, concientes e inconscientes pero no es
en “senso estricto” nuestra obra. Decir "ciencia social" (ciencia de la sociedad) no es
sino referirse a una ciencia social que se ocupa de determinar las leyes a que obedecen
las relaciones entre los hombres para apropiárselas.
Por eso la predicción en ciencias sociales será siempre arriesgada, esto por lo menos
mientras la historia no sea obra consciente y planificada de los hombres, e incluso en
ese caso, la acción humana introduciría nuevamente por la ventana aquello que expulso
por la puerta.
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El mundo humano, en tanto que realidad económica, política, social y cultural, es una
construcción esencialmente contingente, desprovista de necesidad. Esto no significa
solamente que todo el devenir humano pudo haber sido de otro modo, sino que nos
señala que en todo momento también puede ser de otro modo.
Todo evento que irrumpe desde el acontecer humano puede ser visto al menos, bajo un
doble prisma, el del acontecimiento y el de la acción. En tanto que acontecimiento
refiere a un hecho ocurrido, por lo tanto tendrá una ubicación en el tiempo y el espacio,
puede ser relatado, estudiado, medido y en rigor, explicado. Sin embargo, si la visión se
centra en el hecho particular del origen del evento, -el que irrumpe desde el mundo
humano-, refiere entonces a una acción, y por lo tanto remite a sujetos, a algo que
alguien hizo por algún motivo, y por lo tanto a través de su intervención, instala en el
mundo nuevas realidades que, deseadas o no, antes de la acción no estaban aun
presentes.

La subjetividad se define a través de nuestra cosmovisión, de como vemos el mundo, de


lo que creemos que somos, de lo que creemos que merecemos, de lo que creemos que
debe ser el mundo. Es por eso que la subjetividad se expresa a través de necesidades,
de deseos provenientes de los miembros diversos de una sociedad, pero también a
través de demandas diversas, sean estas articuladas o no. Esta multiplicidad de deseos,
necesidades y demandas denota una diversidad en la comprensión de la sociedad.
Es la propia diversidad en el entendimiento de la sociedad, la que constituye la fractura
inevitable a través de la cual se infiltra y diluye, hasta el más sólido principio de orden y
representación social.

El conflicto aparece entonces como el resultado inevitable de la propia contingencia,


indeterminación y complejidad del orden social. La política, en tanto que lugar e
instrumento del espacio público surge entonces como herramienta fundamental para
ampliar, configurar y garantizar de modo permanente nuevos y mas amplios espacios a
los derechos inagotables de los ciudadanos.

1.2.- Acción Colectiva y Movimiento Social

El carácter incompleto de la representación política se expresa en las permanentes


rupturas del orden social, estas últimas se manifiestan a través de la irrupción de
acciones colectivas en el espacio público, estas acciones revisten la forma de protesta
social. Surgida en y desde un ámbito en el que la única regla estable es la propia
contingencia, su destino final será siempre incierto, puede conducir a una revolución, a
un cambio institucional, puede rutinizarse, puede ser un simple estallido de
insatisfacción sin cause formal, pero también puede conducir a un movimiento social o
político que se consolide en el tiempo, o bien puede también conducir a recrear la
identidad de un movimiento existente.

A partir de la crisis relativa del concepto de clase social para explicar la acción colectiva,
esto último, debido al surgimiento de fuerzas sociales que, aparecieron en el espacio
publico bajo formas de constitución no clasista y demandas innovadoras, surgió la
noción de movimiento social. Movimiento pacifista, feminista, ecologista, indígena etc.
Sin embargo, al poco tiempo esta noción también término siendo estrecha para dar
cuenta de toda la diversidad de acciones colectivas surgidas hasta el presente. 1

1 Sousa Santos Boaventura. Los nuevos movimientos sociales. OSAL sept 2001
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Para hablar de movimiento social se requiere la presencia de una cierta continuidad en


un conjunto relativamente homogéneo de acciones colectivas, a saber:
Que exista una identidad. Que dicha identidad pueda reconocer continuidad en el
tiempo. Que exista una expansión en el espacio del sistema identitario de acciones. Que
la identidad de las acciones pueda reconstruirse a través de sucesivas emergencias y
ocultamiento.

Existen sin embargo una cantidad de formas de acción colectiva contemporánea, cuyos
protagonistas suelen asociarse y dejar de hacerlo en tiempos relativamente breves, sin
constituir necesariamente identidades continuas. Para explicar esta noción se ha
incorporado el concepto de protesta social. Según esta noción las protestas
considerarían la racionalidad estratégica como clave explicativa.

Las teorías de los movimientos sociales han recibido su mayor impulso en los trabajos
de los teóricos europeos, mientras que las teorías de la protesta social han tenido su
mayor desarrollo en la sociología norteamericana.
Ciertamente se trata de enfoques surgidos desde realidades políticas, sociales e
históricas diferentes, así como de diferentes tradiciones intelectuales. - El pensamiento
europeo, estaría mas centrado en aspectos estructurales y mas ligado a la pregunta del
“porque” del movimiento mientras que el pensamiento norteamericano estaría mas
centrado en aspectos relacionados con la movilización de recursos y por lo tanto mas
interesado en responder el “como” de la acción colectiva -. En el presente trabajo nos
referiremos al movimiento social.

Deberemos asumir entonces que la capacidad de formación y definición de una


identidad por parte de los distintos sujetos seria entonces el factor fundamental que
permitiría su incorporación al movimiento social, así como también la definición de la
intensidad y duración de su compromiso con el mismo.

De acuerdo a diversos estudios empíricos desarrollados en el primer mundo, se habría


demostrado que son los grupos centrales de la nueva clase media , -la clase del capital
humano y los –marginales opulentos- como estudiantes o mujeres de clase media
quienes han suministrado el núcleo central de militantes y activistas desde las fases
iniciales de la movilización, la explicación de este hecho se fundaría en que estos
grupos sociales serian los mejores integrados a las redes previas en que se produce
el reclutamiento, y también los que disponen de mayores posibilidades cognitivas y
relacionales para asumir la nueva identidad.
Los marginales en sentido estricto -como los desocupados y pensionados- o los
miembros de la vieja clase media campesinos o artesanos independientes, desprovistos
por regla general de tales recursos, se suelen incorporar en fases tardías al movimiento
y ocupan normalmente papeles secundarios en el mismo, y es probable que se retiren
antes de la acción colectiva.

En el mundo de los países periféricos, el particular caso de los movimientos de


desocupados argentinos, cuya expansión y relevancia lo ha llevado a erigirse en un
caso único el mundo, parece no seguir esta lógica. Al referirnos a desocupados
estamos refiriendo a individuos que se hallan fuera de la estructura social, y que no
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podrían por tanto ocupar ningún lugar en ella, por su situación no presentan ninguna
condición estructural que les permita una rutina continua, es mas, las rutinas de las
personas desempleadas tienden mas bien a divergir en la medida que se ven obligadas
a desarrollar estrategias individuales para sobrevivir. Sin embargo y contra toda
predicción estos se han atrincherados tras la identidad de piqueteros, y se han logrado
constituirse en un sujeto político, al decir de los expertos constituyen una suerte de
“anomalía sociológica” que ha logrado resistir por casi una década a la represión, la
cooptación gubernamental y los disensos internos. En el presente trabajo intentaremos
esclarecer algunos de los aspectos esenciales que habrían permitido la emergencia de
este movimiento.

2.- Aspectos Históricos de la Teoría de los Movimientos Sociales

2.1.- Aspectos Generales


El tema de los movimientos sociales constituye un campo relativamente nuevo,
muchos de sus aspectos teóricos se encuentran aun en discusión, por esta razón,
una buena manera de comenzar este tema es partir por considerar las
aprehensiones expresadas por Pérez Ledesma2 en el sentido de que el campo de
los movimientos sociales seria un tema cuyas fronteras aun no estarían bien
delimitadas. Esto hace indispensable exponer del modo más sucinto posible la
síntesis desarrollada por Pérez Ledesma, con el objeto de definir aunque sea de
modo difuso, los marcos conceptuales dentro de los cuales se desenvuelven estas
teorías. En el caso en que sea pertinente se agregara la fuente de las inserciones
que no estén incluidas en la presentación de Pérez Ledesma.

Las distintas disciplinas sociales se han acercado al tema de los movimientos


sociales de modo diverso, los historiadores se refieren a motines, revueltas y
rebeliones, en tanto que los politólogos hablarían de movimientos de protesta,
mientras que por su parte los sociólogos harían mención a diferentes formas de
acción colectiva o conflicto social.
El punto común en el que coincidirían todas estas disciplinas seria en el de señalar
la importancia de estas formas de acción, al considerarlas como expresiones de
malestar social, formas de actuación política no institucionalizada, manifestación de
tensiones subyacentes o incluso como motor de la historia.

Este reconocimiento seria reciente pues solo a partir de la década de 1960 el tema
de los movimientos sociales habría comenzado a ser abordado como un tema de
interés particular por parte de los especialistas arriba mencionados. La motivación
para abordar este campo desde un nuevo prisma particular, habría surgido a partir
de las oleadas de protestas surgidas en aquella década tanto en Europa como en
los Estados Unidos.

Tenemos en mente, las protestas del mayo francés y su extensión hacia otros
países de Europa occidental. La lucha de los movimientos negros en Estados
Unidos y las protestas a nivel mundial generadas por la guerra de Viet Nam, la
emergencia del movimiento de mujeres, estudiantiles etc. El elemento más
esencial de todas ellas seria que estas omitían e incluso se oponían a los dos
actores esenciales de la sociedad capitalista, encarnados a través de los
representantes del trabajo y el capital.

2
Manuel Pérez Ledesma. Cuando lleguen los movimientos del cólera. Letra N° 34 Otoño 1994. Madrid.
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2.2.- El problema de la definición del concepto de movimiento social

El problema de la definición se plantea al momento de pretender delimitar el objeto


de estudio. La diversidad de objetivos y la dificultad para establecer las fronteras
de los movimientos sociales con otras formas de acción social, sean estas del tipo
convencional e institucionalizada como los partidos políticos, sindicatos y grupos
de presión o acciones sociales no convencionales como las irrupciones
espontáneas y discontinuas de muchedumbres descontentas.

En el pasado el término de movimiento social solo estuvo asociado al movimiento


obrero el que representaba la forma más importante de protesta social. Sin duda la
mas importante del siglo XX. Solo el surgimiento de otras formas de protesta social
asociadas al comunismo, los fascismos y los movimientos de liberación en los
países coloniales impidió que se perpetuara esta identificación.

En un primer momento los movimientos sociales fueron considerados como una


forma inmadura de manifestar el malestar social más próximo a las irrupciones
espontáneas de las muchedumbres que a las organizaciones estables. Según esta
concepción, los movimientos sociales estarían dominadas por convicciones mas
bien emotivas orientadas a oponer de manifiesto los deseos y reivindicaciones y no
a conseguir resultados concretos a través de la negociación. Por lo tanto se trataría
de grupos de interés en estado de transición que deberían aun cruzar el umbral
que conduce a la vida organizativa.

Una percepción generalizada, surgida como colorario de la practica social posterior


a la segunda guerra mundial emerge durante la década de 1970, las que a pesar
de su diferencias, apuntaban a que la acción colectiva en los movimientos sociales
no era menos racional que las actividades convencionales d e las organizaciones
formales, ni que estaban separadas de ellas por un abismo infranqueable.

Desde Estados Unidos, Paúl Wilkinson los define como un esfuerzo colectivo
deliberado de promover cambios en alguna dirección y por cualquier medio, sin
excluir la violencia, la ilegalidad, la revolución o la retirada a una comunidad
utópica.

Desde Europa Melucci define los movimientos sociales desde tres dimensiones
analíticas, como una “forma de acción colectiva” Basada en la solidaridad. Que
conduce a un conflicto y Que rompe con los límites del sistema.

2.3.- Los Repertorios o Formatos de la Acción Colectiva.


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A partir de la investigación de Charles Tilly, plasmada en su obra Cuatro siglos de


lucha popular, se ponen de manifiesto los cambios que el paso del tiempo ha traído
consigo en las de formas de la protesta social. Respecto del antes y el después de
la formación de los Estados nacionales se habrían producido al menos dos
novedades esenciales, la continuidad y la pluralidad en las formas de acción.

Desde el punto de vista de la continuidad estas habrían evolucionado desde


irrupciones focalizadas en el tiempo a series continuadas de interacción y desafió
entre las autoridades y sus oponentes.

Las formas de acción de los movimientos tradicionales eran múltiples estas iban
desde las revueltas que consistían en captura de granos, motines de subsistencia,
destrucción de barreras de peaje, saqueos, incendios de archivos y hasta la
serenatas, sin embargo en ninguna de estas protestas se trato de combinar las
formas de acción en un desafió explicito frente a las autoridades establecidas.

Las formas de acción de los movimientos surgidos con los Estados nacionales
combinan diversas formas de acción en un desafió permanente con las autoridades
nacionales, lo que redundaría en una diferencia fundamental respecto del pasado.
Este cambio estaría relacionado al desarrollo del capitalismo y el Estado nacional,
a su vez los intereses de la gente se habrían desplazado desde la esfera local y la
búsqueda de protectores poderosos a los asuntos nacionales.

La acción de los movimientos sociales se ejerce a través de demandas hacia otros


grupos y en la actualidad principalmente hacia las autoridades nacionales o
locales, las formas en que se manifiestan públicamente estas demandas se definen
como repertorios de acción colectiva, estos a pesar de su diversidad presentan un
número limitado de opciones. Las pautas de comportamiento a las que las
multitudes se ajustan son bastante precisas y cuentan con un alto grado de
permanencia. Estos son adquiridos a través de un proceso de aprendizaje dentro
del cual están permitidas solo pequeñas variaciones.

Según Tilly habría cuatro aspectos profundos que se manifiestan en cada acción
colectiva y que inciden en su repertorio. 3

Siempre ocurre en la interacción de personas y grupos antes que como una


performance individual.
Se da dentro de los límites que las instituciones, practicas existentes y
entendimientos compartidos les imponen.
Quienes participan aprenden, innovan y construyen historias en la producción
misma de la acción colectiva.
Cada forma de acción colectiva posee una historia que dirige y transforma usos
subsecuentes de esa forma debido a que las interacciones históricamente
situadas crean acuerdos, memorias, antecedentes, historias, practicas y relaciones
sociales. Por ello, los repertorios están bien definidos y limitados a diversos
actores, objetos de acción, tiempos, lugares y circunstancias estratégicas.

3
Martín Armelino. Resistencia sin integración: protesta, propuesta y movimiento en la acción colectiva
sindical de los noventa. El caso de la CTA. Tomar la palabra. Prometeo Bs. Aires 2005
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Los repertorios de acción colectiva cambian lentamente, por eso los actores
involucrados lo viven como un proceso obvio y natural. Hay cinco elementos que
intervienen en este paulatino cambio de un repertorio:

 Estándares de derecho y justicia predominantes en la población.


 Rutinas cotidianas de la población.
 Redes de organización de la población.
 Experiencia acumulada de acciones colectivas previas.
 Patrones de represión en el mundo en el cual nace la población.

Los cambios de repertorio a través del tiempo surgen como consecuencia de tres
tipos de influencia:

El aprendizaje, la innovación y la negociación modificados en el curso de la propia


acción colectiva.
Las alteraciones del medio institucional.
La interacción de las dos primeras.

2.4.- El análisis del comportamiento colectivo.

El marxismo no reconocía importancia a los movimientos sociales ajenos al


movimiento obrero otro papel que el de testimonios espontáneos del malestar
social, pero incapaces por si solos de incidir en la evolución histórica. En el caso
particular de los desocupados, estos eran incluidos “in toto” en el concepto de
lumpen proletariado y considerados como factor de desorganización de las masas.
Desde ese punto de vista solo podían constituir un “peso inútil en las alforjas de la
revolución”4.

Una segunda tradición sería la de Durkheim a través de explicaciones del


comportamiento colectivo. Ninguna de estas elaboraciones de orden general
estaría en condiciones de explicar los acontecimientos, y por su propia
generalidad, tampoco pueden ser contrastadas con las evidencias empíricas.

Desde la microsociología han surgido dos preguntas básicas para intentar


auscultar y explicar el comportamiento colectivo. Estas dicen relación con las
motivaciones que llevan a los individuos a participar en acciones colectivas o bien
sobre la actitud de las multitudes en sus enfrentamientos con el poder.

Los fundadores de esta corriente de pensamiento a fines del siglo XIX serian
Gustave Le Bon y Gabriel Tarde. Los cuales oponían radicalmente las formas
habituales de comportamiento y actuación racional de los individuos aislados
guiados por sus intereses, frente a la irracionalidad y caída en la animalidad del
comportamiento de la multitud, fruto del contagio emocional y decidido a saltar por
encima de toda regla social.

De estas mismas pautas, aunque de un modo más refinado habría también partido
la Escuela de Chicago del comportamiento humano, el propio Talcott Parsons
incluía a la rebeldía de los movimientos de izquierda entre las formas de conducta

4
Raúl Zibechi. Genealogía de la Revuelta. Pag 128 Letra Libre Bs Aires 2003.
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desviada. Conceptualmente no podía haber diferencia entre protestas y otras


formas desviadas como los delitos o los crímenes.

Un giro fundamental dentro de esta tradición habría sido introducido por Neil
Smeler a principios de la década de 1960 al introducir, (en una clara analogía con
los procesos químicos) el examen de los determinantes sociales de la protesta.
Para esto elabora una secuencia de análisis en las que se incluyen: - La
conductividad estructural que permite o inhibe los tipos de comportamiento- las
tensiones estructurales generadas por los intereses en conflicto. Las creencias
generalizadas a partir de las cuales se dimensionan los agravios. – Los factores
precipitantes que disparan la acción. Los grupos coordinados como fuente de
recursos y liderazgo y finalmente el control social como la respuesta de las
autoridades y las fuerzas del orden. Smeler no rompe con la tradición anterior pues
en su concepto, las creencias colectivas estarían permeadas por elementos en los
que predominan los componentes irracionales.

Un segundo enfoque importante de esa misma época seria el de William


Kornhauser, derivado de las teorías sobre la sociedad de masas. En su opinión las
masas serian fácilmente movilizables por las elites en una relación inversamente
proporcional con el nivel de su integración en formas de vida comunitarias basadas
en la solidaridad. La atomización social y los sentimientos de alienación y ansiedad
desarrollados por las organizaciones extremistas y antidemocráticas serían los
responsables de los estallidos de movimientos de protestas. Estas últimas se
explican entonces como formas de superar el aislamiento y la ansiedad por parte
de individuos que carecen de capacidad para el comportamiento autónomo.

2.5.- La Teoría de la Privación Relativa

Las olas de protestas sociales registradas durante la década de 1960 hacen


emerger una nueva formulación teórica, basada en la reactualización de la teoría
de la frustración – agresión, procedente del estudio de los politólogos sobre la
violencia colectiva. Ted Gurr 5 propone el concepto de – privación relativa – como
eje interpretativo de la emergencia de las protestas sociales. En su opinión el
problema reside en la percepción de la realidad por parte de los distintos sujetos,
como consecuencia de la disparidad entre las expectativas y las realidades, entre
el <deber ser y el ser en la satisfacción de los valores colectivos >. En este sentido
Gurr diferencia la privación respecto de las aspiraciones, cuando estas se
comparan con otro grupo social en ascenso. La privación por decrecimiento
cuando la obtención de bienes decrece respecto de expectativas estables y la
privación progresiva cuando expectativas y ganancias siguen caminos opuestos.

No se trata entonces de una relación directa con la miseria o pobreza, sino más
bien en la percepción de un desequilibrio, que al traducirse como una injusticia,
predispondría a la acción social. Pero debido a que los individuos consideran que
la privación forma parte del orden natural, el estallido de la protesta dependería de
dos variables complementarias <la intensidad de los sentimientos de privación y
las dimensiones del grupo afectado>.

5
Ted Gurr. Why Men Rebel. Princeton University Press 1971
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El grado de violencia dependería de la intensidad de los sentimientos de privación,


la que seria mayor en el caso de la privación por decrecimiento pues los hombres
sienten una mayor intensidad de angustia cuando pierden lo que tenían que
cuando pierden solo la esperanza de alcanzar aquello que aun no tienen. (En este
caso también es clara otra analogía la, del valor presente.)
La frecuencia de las manifestaciones estaría relacionada con el crecimiento de las
expectativas por encima de la capacidad de satisfacerlas. Existiría entonces una
estrecha vinculación entre los hechos violentos y la transición económica de las
sociedades. La regresión o el estacancamiento predispondrían a mayores grados
de violencia, el crecimiento o un alto nivel de desarrollo predispondrían a una
mayor frecuencia de manifestaciones.
Este ultimo supuesto llevaría a Anthony Oberschall a conclusiones opuestas en el
sentido de que las mejoras objetivas alcanzadas con posterioridad a la 2° guerra
mundial habrían producido un aumento de los recursos disponibles para la
movilización de las minorías por los derechos civiles.

La crítica a todas estas teorías que ponían el acento sea en las determinantes
estructurales, sea en la teoría de la privación, se centra en señalar la ausencia de
un elemento clave, <la organización>, según Barrington Moore estas no logran
explicar el camino que lleva del descontento a la rebelión. Shorter y Tilly señalan
que la organización es un factor imprescindible para explicar el descontento
individual, ya que de lo contrario, los desgraciados se limitaran a auto
compadecerse de forma pasiva sin hacer nada para intentar salir de tal situación.
También John D. McCarthy y Mayer N. Zald estructuran su crítica por el olvido de
las cuestiones fundamentales, la movilización, la fabrica del descontento, las
elecciones tácticas y la infraestructura de la sociedad y de los movimientos que
resultaban necesarios para conseguir el éxito.

2.6.- El Cambio de Paradigma

El cambio de paradigma se produce durante la década de 1970, este es motivado


por una serie de factores, entre los que se pueden enumerar los siguientes:
La observación y participación directa de jóvenes sociólogos en los movimientos
sociales de la época, ellos descubren que los participantes en estas protestas son
individuos racionales bien integrados en la sociedad y están impulsados por
objetivos concretos, valores generales, intereses claramente articulados y cálculos
racionales de estrategia. Todo esto resultaba incompatible con las explicaciones
tradicionales.
Los resultados de las investigaciones de historiadores como George Rude 6 sobre
los movimientos populares en Inglaterra y Francia en los siglos 18 y 19, estos
demostraban que los participantes en los motines no eran la “canaille” descrita por
Le Bon y Tarde, sino sobrios jefes de familia y ciudadanos, los vagabundos, los
ladrones y las prostitutas habrían desempeñado un papel insignificante en aquellas
acciones. Conclusiones similares derivaban de los estudios de E. Hobsbawm 7 en
Rebeldes Primitivos respecto del factor de organización. George Lefebvre 8 en su

6
George Rude. La multitud en la historia. Disturbios populares Francia e Inglaterra 1730-1848. Siglo XXI
Madrid 1998.
7
E. Hobsbawm . Rebeldes Primitivos. Ariel Barcelona 1983
8
George Lefebvre. El Gran Miedo de 1789. Rumor y violencia. Paidós Barcelona 1986
12 de 49

trabajo El Gran Miedo evidenciaba la reticencia de los campesinos ante la


presencia de bandidos y vagabundos en los movimientos sociales y finalmente E.
P. Thompson9 en la economía moral practicada por la multitud en la elección de los
blancos de expropiación en los motines por la subsistencia. Desde una perspectiva
muy diferente a la anterior, esto se verifica también en las investigaciones de
Roland Mousnier.10
Finalmente la influencia del trabajo de Mancur Olson sobre la lógica de las
acciones colectivas y la movilización de recursos. Concretamente se aborda el
problema de los “free rider” y su control por medio de incentivos selectivos, como el
prestigio, el respeto e incluso las sanciones que el grupo puede imponer a la hora
de estimular la acción individual de sus miembros.

2.7.- La Elección Racional y la Movilización de Recursos

Un primer punto de viraje lo señala Oberschall este se asienta en los estudios de


los historiadores mencionados y sin abandonar el esquema de Smelser lo combina
con la teoría de Olson. En su opinión el problema central a la hora de crear un
movimiento duradero no es el desarrollo de nuevas creencias e ideas de
oposición, sino la cimentación de una red organizativa, lo que resulta mas fácil
cuando ya existen algunas redes grupales previas. Con esto rechaza el papel
protagónico de los individuos socialmente aislados, atomizados y desarraigados.

Mc Carthy y Zald introducen una ruptura con todas las tesis anteriores al afirmar
que no es la privación ni el malestar social lo que origina los movimientos sociales,
pues siempre hay motivos de queja, lo que se requiere es la disposición de
recursos y oportunidades. Seria entonces la prosperidad lo que facilita la aparición
y el auge de los movimientos sociales. Organización y prosperidad son los nuevos
ingredientes. Mc Carthy y Zald tienen en mente un movimiento estructurado
definido como organización profesional del movimiento social.
Sobre el nivel y el tipo de organización requerido, profundizan Luther Gerlach y
William Gamson, estos concluyen en la necesidad de organizaciones
centralizadas, con una jerarquía definida y una clara división del trabajo. Esto
acercaba a su vez al problema de la tendencia a la institucionalización y la
oligarquización de los movimientos sociales basados en la experiencia de la social
democracia alemana desarrollados por Robert Michels y el estudio sobre los
movimientos de pobres durante las décadas de 1930 1960 desarrollados por Piven
y Cloward.
Sydney Tarrow 11 rebate estos argumentos indicando que estos fenómenos se
producen no como consecuencia del afán de los organizadores por aumentar su
influencia sino porque ha desaparecido el potencial disponible para la movilización.
También pueden producirse en condiciones de gran competencia entre las
organizaciones, durante los <ciclos de protesta> derivados del afán de conseguir
apoyos restándola de los grupos competidores, esto los llevaría a radicalizar sus
tácticas en perjuicio del conjunto del movimiento.

9
E. P. Thompson. Tradición, Revuelta y Conciencia de Clase. Critica Barcelona 1984
10
Roland Mousnier. Furores Campesinos. Siglo XXI
11 Sydney Tarrow. El poder en movimiento. Mov. sociales y acción colectiva. Alianza Madrid 1997
13 de 49

Aunque el tema de la organización constituía el tema esencial. La insuficiencia


explicativa de la teoría de la movilización de recursos en torno al análisis de los
participantes y sus motivaciones condujo a defensores de esta misma teoría a
sustituir la referencia a las decisiones individuales por un examen de los factores
estructurales que facilitan e impulsan el activismo.

En opinión de McAdam, McCarthy y Zald poco importaría que uno este dispuesto
desde el punto de vista psicológico e ideológico a participar si no cuenta con el
vehículo que pueda lanzarle a la actividad de protesta. Entienden por vehículo la
existencia de organizaciones, el contacto con ellas, la participación y creación de
una identidad de activista y la disponibilidad biográfica. Excesivamente centrada en
los aspectos de la acción colectiva esta visión dejaba de lado otros recursos
externos al movimiento mismo, tales como serian la estructura de las
oportunidades políticas, abordadas mas tarde por Charles Tilly. 12

La relaciones entre los movimientos sociales y la realidad política es abordada por


Doug MacAdam. En su opinión los movimientos sociales serian una forma de hacer
política por otros medios, los únicos con que contarían los grupos desprovistos de
poder. Existirían por tanto tres factores macro políticos que inciden en la formación
y evolución de los movimientos, a saber:
La alteración de la estructura de oportunidades políticas, en el sentido de una
mejora de la situación para los grupos de oposición.
La aparición de crisis políticas y situaciones de enfrentamiento.
La ausencia o el uso restringido de la represión estatal.
Trabajos posteriores han incorporado factores adicionales tales como

La estabilidad o inestabilidad de los alineamientos políticos.


Las divisiones en el seno de la elite dirigente.
La existencia de terceros partidos con posiciones próximas a los del movimiento o
interesados en obtener su apoyo electoral.
La presencia de aliados influyentes dispuestos a presionar en su favor.
La penetración del Estado en esferas antes reservadas a la decisión privada.

2.8.- Construcción de la Identidad y Nuevos Movimientos Sociales.

Desde la orbita estadounidense los estudios europeos de los movimientos sociales


han sido caracterizados como teoría de la construcción de la identidad colectiva. Lo
que separa los enfoques europeos de los americanos es la atención obsesiva que
los expertos continentales prestan a los fenómenos estructurales y en particular a
los cambios estructurales del sistema capitalista.
Existe acuerdo en la notable disparidad de las preguntas relevantes y por lo tanto
en los aspectos que una y otra doctrina ponen en primer lugar en sus
explicaciones.
Acostumbrados al conflicto social como una lucha de clases entre empresarios y
trabajadores, los continentales se encontraron con sorpresas con otras formas de
protesta cuyos protagonistas eran distintos al movimiento obrero, era de origen

12
Charles Tilly. The politics of Collective Violence . Cambridge 2003.
14 de 49

estudiantil, pacifista, ecologista etc. Las primeras preguntas se centraron en definir


¿de donde procedían estos nuevos actores sociales? ¿Qué cambios en la realidad
social, en las ideologías y los valores impulsaban su movilización? ¿En que
consistían esa nuevas formas de organización y acción social, distintas a los
modos de comportamiento del viejo movimiento social?

Los estudios llevaron a una única conclusión, las nuevas clases medias en rápido
crecimiento como consecuencia del desarrollo del capitalismo eran las que
suministraban la base social de esos movimientos.

Claus Offe13 distinguió tres núcleos básicos, los radicales de clase media,
definidos por un alto nivel de conocimientos, seguridad económica y empleo en el
sector de servicios. Grupos des mercantilizados como amas de casa, estudiantes,
desempleados y pensionados. Vieja clase media como tenderos, campesinos y
artesanos. Estas alianzas englobaban a cualquier elemento menos a los de las
clases principales y sus objetivos eran mucho más generales y universalistas y en
otras ocasiones mucho más concretos que las reivindicaciones tradicionales de
corte clasista.

La ruptura de las antiguas identidades basadas en la clase, la familia y la religión


que ligaban a la gente con su entorno social inmediato, pronto mostró sus límites
debido a que en lugar del aumento de la libertad personal se produjo la caída en
nuevos lazos de dependencia respecto de circunstancias estructuralmente fijadas.
Por ejemplo los nuevos riesgos 14 o amenazas invisibles derivados de la
modernización que afectan a la gente sin tener en cuenta su posición social,
pueden explicar la unidad negativa de los movimientos, pero estos no son
suficientes para poner en marcha el movimiento social. Para ello se necesita la
construcción en positivo de una identidad colectiva que sustituya a las
desaparecidas y haga posible la acción conjunta.

La construcción de la identidad colectiva es abordada por el italiano Alberto


Melucci, para este un movimiento social no es un datum sino un proceso en el que
los actores <negocian y renegocian continuamente todos los aspectos de su
acción> A lo largo de ese proceso se crean los nuevos códigos culturales y las
nuevas alternativas simbólicas que definen la identidad colectiva de los actores.
Melucci reconoce tres dimensiones fundamentales del proceso de la construcción
de la identidad.
El primero se sitúa en el nivel de las creencias o formulación de los armazones
cognoscitivos relacionados con los fines, los medios y el terreno en el cual se
desarrolla la acción.
El segundo se refiere a la red de relaciones sociales en la cual los actores
interactúan se comunican e influyen unos sobre otros, negocian y toman
decisiones.
El tercero dice relación con la realización de inversiones emocionales, gracias a las
cuales los individuos acaban reconociéndose como miembros de una colectividad.

13 Claus Offe. Contradicciones del estado del bienestar. Alianza Madrid 1990
14
Ulrich Beck. La Sociedad del Riesgo.
15 de 49

Una dimensión más operativa de este enfoque puede ser fijado a través de las tres
categorías siguientes: 15

La construcción de la tradición, entendida como la estructuración previa del


sistema de prácticas en relación con la cual se va constituyendo una identidad.
Enfoca los procesos de conmensuración resultantes del relato que los propios
actores construyen acerca de su procedencia, sus experiencias y sus expectativas
como colectivo social determinado. Esta suerte de comprensión mítica del grupo
se revela como una memoria y una tradición en la medida que establece reglas
de reconocimiento mutuo, modalidades de innovación de la herencia común,
formas de interpretación del presente compartido y conjeturas de un destino por
construir.

La definición de un contra destinatario (adversario). Este establece una diferencia


fundante a partir de la cual el grupo se conforma. Esta definición constituye una
operación compleja donde se juegan tanto los intereses como la propia identidad
del grupo en cuestión. Debido al carácter polémico de toda alocución publica, esta
definición nos remite a la noción de perfomatividad definida como la capacidad
inherente a toda enunciación publica de redefinir las reglas y los recursos que
constituyen el campo simbólico dentro del cual se produce y se reconoce.

Desde la noción de perfomatividad se analizan dos aspectos fundamentales de la


producción discursiva de los actores sociales comprometidos en la protesta. La
dimensión enunciativa que incluye la forma en que se configura el propio actor
como enunciador mediante la cual define a sus destinatarios, y la dimensión modal
a través de la cual el enunciador establece una relación especifica con aquello que
compone el contenido de su discurso en las formas básicas de un querer, un
poder, un saber o un deber que configuran el sentido público de su práctica
política.

La puesta en escena. Remite a los repertorios de acción colectiva en tanto rutinas


cotidianas y redes de organización de los actores que cristalizan en padrones de
expresión. Hace referencia a la dimensión expresiva de las protestas en la forma
de un ritual donde se representa el principio de igualdad entre los integrantes del
colectivo. Otorga visibilidad a un conjunto de relaciones cuya manifestación
permite el reconocimiento y la perduración del grupo como tal.

2.9.- Diferencias y Criticas entre la Escuela Europea y Norteamericana.

Los teóricos europeos han considerado que las identidades colectivas, es decir, los
ingredientes culturales compartidos por los miembros de los movimientos
representan el factor fundamental de la permanencia en los mismos. 16 Los teóricos

15
German Pérez. Pálido Fuego: Hannah Arendt y la declinación de la figura del trabajador en las sociedades
contemporáneas. Tomar la Palabra. Prometeo Bs. Aires 2005.
16 Evers Tillman. Identidad el lado oculto de los nuevos mov. Sociales. Novos Estudos CEBRAP

1984
16 de 49

norteamericanos de la movilización de recursos por su parte acentúan el análisis


sobre los recursos organizativos, como la capacidad de integración y movilización
de las organizaciones formales como los factores fundamentales para explicar la
permanencia de los movimientos sociales.

En opinión de Melucci la mayor deficiencia de la teoría de la movilización de


recursos es la reducción de los movimientos al puro terreno de la política y al olvido
o la subestimación de dimensiones fundamentales, en especial la creación de
nuevos códigos culturales que constituyen esa actividad sumergida sobre la que se
asientan las acciones públicas.

Una segunda critica seria que la teoría americana arroja por la borda las causas
últimas de la movilización con el argumento de que los motivos de queja son
permanentes y solo cambian los recursos disponibles.

La crítica de Sydney Tarrow a las teorías europeas se centra en su carácter


extremadamente estructural del que derivan deficiencias complementarias, entre
ellas la escasa especificación teórica de los procesos de movilización del consenso
en los niveles del individuo y el grupo.
Una segunda crítica se dirige hacia la pretendida novedad de los nuevos
movimientos sociales, en su opinión los movimientos estudiantil, feminista,
ecologista o pacifista no representan algo nuevo, sino fueron parte de un ciclo de
protesta más amplio, iniciado en los años setenta que se manifestó tanto entre los
llamados antiguos como en los llamados nuevos. Los llamados movimientos
nuevos dedicaron mucha de sus energías a acciones convencionales de protesta y
nunca estuvieron tan enfrentados a los partidos y organizaciones tradicionales de
izquierda, esto lo demostraría la doble militancia de muchos líderes o activistas así
como el hecho de que sectores vinculados a esos partidos hicieron suyos los
objetivos innovadores. Todos los participantes en el ciclo, habrían actuado de
modo parecido, y no como consecuencia de cambios estructurales del sistema
capitalista, sino como resultado de las nuevas oportunidades políticas abiertas en
esas fechas en los países occidentales.

3.- Protesta Social y Movimiento Social.

Existiría al parecer, un nexo analítico entre protesta y movimiento 17, este podría
articularse a partir del concepto de reticidad de Tilly, si bien el limite entre
interacción social y participación social en un movimiento puede estar siempre bajo
discusión, sin embargo seria indudable que siempre habría alguna clase de
interacción social antes de una acción de protesta. Esta interacción previa
constituiría una variable importante en el estudio de este tipo acciones. Asimismo
muchas otras variables deben ser tomadas en cuenta, los intereses de los agentes,
la clase de organización, las condiciones de oportunidad, la demanda y la manera
en que ella se establece, las posibilidades de negociación, así como también la
construcción de alianzas.

17
Federico L. Schuster. Las protestas sociales y el estudio de la acción colectiva. Tomar la palabra Prometeo
Bs. Aires 2005.
17 de 49

Pero aun ligando la explicación de todas las categorías antes mencionada


subsistirían aun dos cosas no explicadas. La acción misma y el hecho de que esta
haya existido. Ambas son irreductibles a cualquier conjunto de condiciones, pues
ninguna de las dos es necesaria.

Sin embargo si se considera por una parte que una acción de protesta no es
solamente una manera de hacer visible un movimiento, sino también la creación de
una novedad, un quiebre, y una ruptura con las series de interacciones sociales
que existían antes de ella. Y si por otra parte, se considera también que los
acontecimientos de movilización social se vinculan entre sí de manera muy diversa,
de modo que, aunque que cada protesta pueda ser estudiada e individualizada
según sus características particulares; sin embargo estas adquirirían un sentido en
la medida en que se encuentran emparentadas con otras acciones de protesta. Y
aunque dicha familiaridad sea de por si discontinua permite comprender, en cada
caso, la dimensión de su inscripción publica y de su impacto político en general.
Así una protesta remite a otras acciones de protesta mostrando rasgos comunes y
particularidades que son la base a partir de la cual pueden construirse
interpretativamente redes de protesta. El concepto de red establecería un triángulo
explicativo en conjunción con los de protesta y movimiento. El concepto de red
permitiría establecer los primeros trazos analíticos de lo que en algún momento
podría ser llamado movimiento. La red seria la constatación empírica de la
existencia de un tejido invisible pero real entre acciones de protesta en principio
diversas y esta constatación puede permitir enfocar la mirada hacia la potencial
conformación de un movimiento. En este sentido la red constituiría el eslabón
perdido entre protesta y movimiento.

El ejemplo de los piquetero seria un caso extremo en el cual la propia acción da el


nombre a los sujetos que la realizaron y necesariamente sus condiciones
preexistentes. Los desocupados construyeron la capacidad de acción a partir de su
propias necesidades de supervivencia material y simbólica, todo, con una mínima o
nula organización previa e historia colectiva. Se los llamo piqueteros título que no
derivo de su condición social de desempleados o de sus demandas, sino de su
acción misma. Fueron lo que hicieron, porque en función de lo que fueron capaces
pudieron ser.
Su identidad social de desempleados se transformó por fuerza de su identidad
política de piqueteros. Cuando esto sucede lo que aparece es un sujeto, una
entidad política cuyo poder reside en la decisión y la capacidad de actuar. La
acción demuestra a los propios miembros de la protesta que son algo más que su
posición estructural, eso marca un duro impacto en sus identidades. En la
Argentina de 1997 surgió una cantidad de importantes protestas de desocupados,
estas de algún modo se inscribían en un ciclo de protestas, existía ya una tejido
real aunque invisible que le daba un sentido a la mayor parte de las protestas
existentes en el país.

En el caso de las acciones de protesta de los sindicatos de trabajadores parecería


que la identidad colectiva se deriva de su pertenencia al colectivo y no a la acción
misma, esta manera de enfocar el tema aparentemente no seria correcta como
aproximación a la acción colectiva y en particular a la protesta social. El concepto
político de trabajador no se deriva de ninguna condición estructural que pueda
establecerse. La identidad política de los trabajadores seria también una
18 de 49

construcción contingente, surgida históricamente como resultado de una ruptura en


las rutinas sociales establecidas.

La identidad de los trabajadores ciertamente tiene que ver con una larga serie de
condiciones y rutinas sociales, la migración que los condujo a la ciudad, el trabajo
conjunto en condiciones semejantes, en el compartir las mismas expectativas y
condiciones de vida, así como en muchos otros aspectos. Es posible establecer
una conexión fuerte entre sus condiciones de vida y la aparición del movimiento
político. Pero esto podemos hacerlo solamente cuando el movimiento ya existe, en
el sentido de que alguien ya está actuando para su existencia.

Tanto la aparición del movimiento obrero, movimiento feminista como cualquier


otro, es un hecho contingente en el que tiene lugar una ruptura de las rutinas del
orden social. Es en suma la aparición del momento político, un hecho puramente
histórico por el cual un sujeto resulta de un acto que habría podido no acontecer.
La identidad del movimiento se establece entonces, durante la acción misma e
imprime su marca sobre las identidades y las rutinas sociales ordinarias.

4.- Argentina: Los Actores Sociales Principales

4.1.- Las Clases Dominantes en Argentina.

Entre 1880 Y 1930, las clases dominantes argentinas se caracterizaron por


un fuerte dinamismo social y económico, estrechamente asociado a las
ventajas comparativas que tuvo su inserción internacional, como productora y
exportadora de carnes y cereales. En estas circunstancias las clases
dominantes pusieron en marcha un proyecto modernizador, de integración
socio-económica de vastos sectores de la sociedad. Sin embargo, esta
dimensión integracionista era acompañada por una tendencia política
excluyente, que involucraba no sólo a la población de origen inmigrante, sino
también a amplias capas de las clases medias y populares nativas.

Con la obtención del voto universal y obligatorio, en 1912, una de las


grandes dificultades de la elite dirigente sería la de consolidar en el nivel
nacional un partido que representara sus intereses. Carentes de un
referente político relevante, los portavoces de las elites pasaron a ser, las
corporaciones representadas por la Sociedad Rural Argentina (SRA), la Unión
Industrial Argentina (UIA) y el Ejército, cuya entrada en la escena política se
produciría con el golpe de Estado de 1930 contra el presidente radical
Hipólito Irigoyen. Así, arrancaba el proceso de conformación de una elite
oligárquico-militar, cuyo protagonismo en la sociedad Argentina se
extendería durante cincuenta años.
.
Durante la década de 1930, aparecen claramente cristalizados dos de los
núcleos identitarios de los sectores dominantes; a saber, el liberalismo
19 de 49

económico y el conservadurismo político. La irrupción del peronismo (como


antes el yrigoyenismo), con sus novedosas formas de democracia plebeya y
sus líderes carismáticos, agrega un tercer rasgo identitario: el antiperonismo
militante.

El pasaje a un modelo nacional-popular implico importantes cambios en la


estructura económica del país, lo que marco el declive de la burguesía
agropecuaria, y la emergencia de un nuevo empresariado nacional,
asociado al desarrollo sustitutivo agrupado en la CGE, esta ilustraba la
alianza entre un sector de la burguesía (el empresariado "nacional") y los
sectores populares, representados por los grandes sindicatos, y promovida
por Juan Domingo Perón desde el aparato del Estado.

El programa de industrialización sustitutiva restaría dinamismo económico a


la elite agropecuaria, aunque ésta seguiría conservando una gran
centralidad económica y política.
La UIA formada por grandes empresarios pertenecientes a la elite tradicional
Argentina, salieron beneficiados por el cierre del mercado, operado durante
la Segunda Guerra Mundial y lograron consolidar un grupo de control con
poder económico y fuerte influencia política, que se mantuvo estable hasta
su colisión (política) con el peronismo.

La entrada en un período de democracia restringida, luego de 1955,


coincidió también con el avance de la internacionalización del capital, las
oscilaciones de los sectores dominantes como el vacío político producido
por la caída del peronismo, esto produce un “empate social" y la entrada en
un período atravesado por la recurrente inestabilidad institucional, producto
de la polarización política y de las fuertes pujas intersectoriales.

La fragmentación creciente en el interior de los sectores dominantes y el


nuevo escenario aceleró la dinámica de polarización política, lo cual
terminaría por erosionar las bases de cualquier proyecto político-económico
de mediano plazo.

Durante el gobierno de Onganía, surge el primer intento de poner fin a esta


situación, con la gestión de Krieger Vasena en el Ministerio de Economía; se
establece una alianza entre el estamento militar y las elites burocráticas,
vinculadas con los grandes grupos económicos extranjeros. El resultado fue
la implementación de un "Estado burocrático-autoritario"

El proceso de concentración se inicia en los 70, época en la cual se in-


terrumpe la industrialización sustitutiva, al tiempo que se opera una
transferencia de excedentes desde el Estado a los grandes grupos
económicos. 18 Este proceso marca también el reemplazo del liderazgo de

18
El primer intento de cambiar el régimen de acumulación se produce durante el gobierno de Isabel Perón
(1975) a través del Rodrigazo se pretendía una devaluación del 100% y la elevación de las tarifas de los
servicios públicos hasta en un 200%, fue abortado por las manifestaciones populares y la movilización de la
CGT. El segundo intento comienza con el golpe de estado de 1976, el que logra echar las bases para la
refundación socio económico del país. Liberación de importaciones, desindustrializacion, retiro del Estado
20 de 49

las empresas nacionales, por empresas extranjeras diversificadas y/o


integradas. Durante la última dictadura militar y bajo la gestión del ministro
Martínez de Hoz, perteneciente a una de las familias más emblemáticas de
la oligarquía ganadera, se sientan las bases del final del empate social,
instalando un nuevo régimen excluyente.

El triunfo final de la estrategia de los grandes grupos económicos no


hubiera sido posible sin el golpe de Estado de 1976, que desembocaría en
una verdadera revancha de clase, por medio de la mayor represión política
de la historia Argentina del siglo xx. 19

La estrecha articulación establecida entre los grupos económicos y el


gobierno militar, precedieron e impulsaron la consolidación de los grupos
económicos como actores centrales de la política Argentina y permitió a los
sectores dominantes adaptarse a los cambios, sin tener que renunciar por
ello a los elementos centrales de su núcleo identitario (a saber, liberalismo,
conservadurismo y antiperonismo).

La reinstalación del régimen constitucional luego de la derrota de las


Malvinas trajo consigo nuevos desafíos, a partir del abandono de las
posiciones golpistas y la aceptación de las nuevas reglas de juego por parte
de las elites económicas pero ahora, en un contexto de mayor protagonismo
de los grupos económicos.

Al inicio de su gestión, el gobierno de Raúl Alfonsín intentó llevar a cabo una


suerte de pacto social que aspiraba a involucrar a los principales agentes
socioeconómicos. Pero los sucesivos planes de estabilización sólo lograron
un apoyo más bien formal que real de las grandes corporaciones
económicas y los tradicionales grupos de interés. 20

En adelante, la acción de los sectores dominantes se orientaría muy


particularmente a la colonización de los dos grandes partidos políticos
existentes, mediante la difusión de un discurso económico liberal, como eje
de la solución de los problemas argentinos. Este discurso asumiría un nuevo
alcance, luego del fracaso del Plan Austral, en 1987, momento a partir del
cual los sectores dominantes impulsarían una campaña sistemática en favor
de la necesidad de realizar profundas reformas estructurales e impulsando
además una particular lectura política y económica que luego se iría
afianzando en la sociedad, la responsabilizacion del Estado en la
generación de la crisis en que se hallaba sumido el país.

La resolución final del empate social, luego del tumultuoso interregno


radical, marcaría entonces la entrada en un período signado por las
grandes asimetrías, entre las elites cada vez más internacionalizadas del
poder económico y los cada vez más fragmentados y empobrecidos
sectores populares y medios.

19
Maristella Svampa. La Sociedad Excluyente. Taurus Bs. Aires 2005.
20
Atilio Boron Tras el Buho d e Minerva FCE. Bs Aires 2000. Ver análisis de discurso de Alfonsin en Parque
Norte en 1985.
21 de 49

El gobierno de Carlos Menem abrió las puertas al establecimiento de una


alianza entre los sectores económicos dominantes, y la dirigencia política,
de origen peronista.
Aunque el nuevo modelo de acumulación se había constituido y afianzado
durante la última dictadura militar, fue el gobierno peronista de Menem el
que libero los obstáculos que hasta el momento habían impedido su
consolidación y legitimación.

La expresión económica de esta nueva alianza se manifestó en la modali-


dad que adoptaron las privatizaciones de las empresas públicas.
Los principales factores que caracterizaron el conjunto de las
privatizaciones, resultan muy similares a las acaecidas en Chile. Celeridad
del proceso privatizador, subvaluación del patrimonio de las empresas priva-
tizadas, alta improvisación en las negociaciones, debilidades normativas y
déficit de marcos regulatorios. Tampoco estuvo ausente el periodo inicial de
altas rentas diferenciales como las observadas por O. Caputo en el caso
chileno.

La configuración del perfil empresarial incluyó la desaparición de las


empresas estatales, lo cual dio paso a un protagonismo mayor a las
empresas transnacionales y de unos pocos grupos económicos locales con
capacidad de articulación internacional, al tiempo que señaló una pérdida de
relevancia de las Pymes.

La constitución de una alianza con el peronismo y, a partir de ello, la


apertura de nuevas oportunidades económicas, favorecida por el contexto
internacional, dio paso entonces a una nueva época. Así, durante los
primeros años de la década de 1990, varias empresas argentinas decidieron
repatriar parte del capital financiero depositado en el exterior, para invertido
como capital fijo. Sin embargo, esta tendencia volvió a revertirse a
mediados de la década, cuando los grupos económicos locales vendieron
parte de los activos a consorcios extranjeros.

Esto no significaba que los grupos locales no continuaran estando


presentes como accionistas de esas mismas empresas, durante ese pe-
ríodo, parte de esos grupos invertiría en sectores considerados
tradicionales (producción agropecuaria) que ofrecerían de ahí en más una
alta rentabilidad, al tiempo que se reanudaría la fuga de capitales. Al
momento de la crisis de 2001, el monto depositado en el exterior,
perteneciente a ciudadanos o empresas argentinas, era casi equivalente al
total de la deuda externa (115 mil millones de dólares).

El período se caracteriza por la fuerte concentración de la riqueza y de la


producción y, al mismo tiempo, por el creciente proceso de extranjerización
de la economía Argentina. En 1997 el 71 % de los activos de las grandes
empresas locales pertenecían a capitales extranjeros. El proceso de
concentración, en el sector comercial, a partir de la proliferación de hiper-
mercados y shoppings, perjudicó a los pequeños comercios, desplazados
del mercado, mientras en 1984 los negocios tradicionales tenían una
participación en el mercado de alimentos del 56,6%, en 2001 ésta era del
22 de 49

17,2%. En el mismo período, los supermercados pasaron del 26,6% a


concentrar el 53,3%. Sin embargo, la dinámica de concentración alcanzó a
todos los rubros de la vida social y económica, incluyendo también los me-
dios de comunicación, con la conformación de poderosos multimedia, hacia
fines de los 90.
También se ha modificado bruscamente el agro argentino. Las
modificaciones estructurales han acentuado la concentración de la
propiedad, entre 1992 y 1999 el número de explotaciones se ha reducido
en un 32 %. Tan solo cinco compañías exportan el 78% del trigo, el 79 %
del maíz, el 71% de harina de soja, el 95 % de aceite de soja, y el 99% del
girasol. 21
Argentina se ha ubicado como uno de los grandes exportadores de cultivos
transgénicos. Sin embargo el paquete agro tecnológico esta en manos de
unas pocas transnacionales como Novartis y Monsanto. Esto ha dado lugar
a nuevos actores económicos, los semilleros que corresponden a las
transnacionales ya nombrados, los terceristas o los que cuentan con el
equipamiento tecnológico, los contratistas o arrendadores de la tierra, los
productores rentistas.
Las técnicas de siembra han reducido entre un 28 % y 37% el uso de mano
de obra, lo que aumenta el éxodo campo ciudad, acentuado por la quiebra
de los pequeños campesinos y los desalojos en la nueva frontera agrícola
que esta siendo empujada continuamente en las zonas marginales como
Salta, y Santiago del Estero.

4.2.- Los Sectores Populares en Argentina.

A diferencia de otros países latinoamericanos, "lo popular" no se identificó


en la Argentina con una cultura indígena o campesina, lo "popular", en la
Argentina, se definió efectivamente en oposición a otros grupos sociales.
Durante décadas, y gracias a la extensión de la condición de asalariado, en la
Argentina hubo una fuerte tendencia a interpretar las transformaciones de los
sectores populares urbanos en sintonía con la historia de los sectores
sindicales, y éstos, a su vez, a la luz del peronismo.

La impronta del peronismo, entre 1946 y 1955, marca este proceso de


configuración de las clases populares, mediante la integración socio-
económica visible en la extensión y reconocimiento de los derechos
sociales, asociados al trabajo asalariado.

Este proceso conllevó la legitimación de la acción sindical, así como la


valorización del mundo del trabajo y, de manera más precisa, de los valores
obreristas, pero ésta no habría encontrado una expresión política
completamente "clasista". Esto debido a que en el lenguaje político del
peronismo, el trabajador era tanto un "trabajador" como un "descamisado",
esto es, a la vez un explotado y un humillado. La noción de "pueblo" adoptó
un registro político, vertebrada desde el Estado, sobre todo por medio de la
fuerte articulación entre los sectores sindicales y los sectores urbanos.

21
Maristella Svampa. La Sociedad Excluyente. Taurus Bs. Aires 2005.
23 de 49

Por otro lado, la definición por oposición condujo a un proceso de


polarización política entre peronismo y anti peronismo, Este proceso de
polarización política tuvo una traducción socio-cultural, en la medida en que
fue acompañado, desde las clases altas y medias, por la multiplicación de
las estrategias de diferenciación social respecto de los sectores populares.
Por su parte, desde éstos, la oposición condujo a la exacerbación de los
rasgos plebeyos del peronismo.

Sin embargo, esa experiencia fuertemente plebeya no se habría concretado


en una conciencia de clase dura ni en una dimensión comunitaria fuerte,
pues la primera fue diluida en lo político por su identificación al peronismo,
mientras que la segunda habría sido diluida en el consumo a través de su
vinculación con el estilo de vida de las clases medias. La presencia de una
inmigración extranjera y la ausencia de verdaderas familias obreras, esto es,
dos o más generaciones socializadas en una conciencia clasista, fruto de
una importante movilidad social no permitieron su verdadera consolidación
como comunidad popular, con un estilo de vida propio, como en el caso
europeo.

Para los no integrados al mundo laboral, el seguro social operaba a través de


una red basada principios asistencialistas y clientelares, (la fundación Evita
por ejemplo) que volvieron a emerger con la crisis del sistema salarial.

El peronismo fue desde 1945 el gran eje articulador que mediante


referencias de carácter nacionalista, obreristas e igualitarias permitió a los
sectores populares suspender o morigerar la rigidez del vínculo social.
Durante la profundización de la crisis de los 90, el peronismo dejó de ser el
principio de articulación entre una identidad obrera, un sentimiento nacional
y una conciencia popular.

La identidad obrera, relativamente débil en la Argentina, entró en crisis con la


transformación del mercado laboral, la precarización y la inestabilidad de las
trayectorias laborales. El sentimiento nacional fue diluyéndose, en la medida
que las demandas populares no encontraron respuesta en un programa de
políticas públicas, que apuntara a la integración social y nacional.
La conciencia popular fue desperfilándose a medida que la heterogeneidad
social fue multiplicando los registros de desigualdad, y que las divisiones
ideológicas comenzaron a reducirse a diferencias respecto de la
implementación de políticas, o cuestiones de orden ético en torno de un
único modelo socioeconómico.

En fin, el peronismo fue perdiendo la capacidad de articular las diversas


dimensiones de la experiencia social y política. De esta manera, dejó
gradualmente de ser un mecanismo activo de comprensión de lo social, una
manera consensual y plebeya de ver el mundo "desde abajo", para reducirse
a un dispositivo de control y dominación política de los sectores populares,
por medio de las diferentes y nuevas formas de intervención territorial.
24 de 49

4.2.2. La descolectivación del Movimiento Popular.

El proceso de descolectivizacion y pauperización de los sectores populares


se ha producido en cuatro etapas sucesivas.

La primera etapa de este proceso de descolectivizacion arrancó en 1976,


con la última dictadura militar. En este período, comienza la exclusión del
mercado formal, y comienza el éxodo hacia actividades del sector informal.
La participación de los asalariados en el ingreso nacional descendió de 45 %
en 1974 al 26 % en 1983.22 En términos de acción colectiva, este proceso de
pauperización aparece ligado a las tomas ilegales de tierras que se
desarrollaron desde fines de la dictadura militar y durante los primeros años
del gobierno de Alfonsín.

La presencia de asentamientos expresan la emergencia de una nueva


configuración social de inscripción territorial de las clases populares. Ligadas
a la lucha por la vivienda y los servicios básicos, esas acciones fueron
construyendo un nuevo marco y, a la vez, un entramado relacional propio,
cada vez más desvinculadas del mundo del trabajo formal.
Como consecuencias de esta inscripción territorial el barrio fue surgiendo
como el espacio natural de acción y organización, y se convirtió en el lugar
de interacción entre diferentes actores sociales reunidos en comedores,
salas de salud, organizaciones de base, formales e informales,
comunidades eclesiales en algunos casos, apoyada por organizaciones no
gubernamentales. Este proceso sufre un retroceso con la toma del
regimiento de la Tablada en 1989 por parte de del MTP. En el plano político
se produce el quiebre ideológico de lo que quedaba de la izquierda populista
revolucionaria y un repliegue del movimiento social.

La segunda ola sobreviene bajo el gobierno de Menem, a partir de 1990-


1991, a. raíz de la implementación de una serie de reformas estructurales
encaminadas a abrir la economía, privatizar aceleradamente las empresas
públicas,23 descentralizar la administración pública y controlar la mano de
obra mediante la flexibilización laboral. Esta segunda ola, de carácter más
general, afectó tanto a los trabajadores del cordón industrial del Conurbano
Bonaerense, como a los empleados dependientes de la órbita del Estado.
En las provincias, el impacto fue amortiguado por el aumento del empleo
público y la distribución discrecional de recursos provenientes de Aportes
del Tesoro Nacional.
Este momento se caracterizó por intensos procesos de movilización
colectiva, sobre todo encabezados por los empleados del Estado, los

22
Aldo Ferrer. La Economía Argentina. Pág. 310. FCE. Bs. Aires 2005
23Estas medidas eran: 1) disciplina fiscal; 2) priorización de! gasto público en áreas de alto retorno económico; 3) reforma
tributaria; 4) tasas positivas de interés fijadas por el mercado; 5) tipos de cambio competitivos y liberalización financiera;
6) políticas comerciales liberales; 7) apertura a la inversión extranjera; 8) privatizaciones; 9) desregulación amplia; 10)
protección a la propiedad privada De ese periodo son la venta de Entel, las Petroquímicas, canales d e Televisión
y la concesión de peajes en rutas nacionales.
25 de 49

docentes y los jubilados. La mayor expresión de estos conflictos fue el


"santiagueñazo", en 1993. Donde la importancia del empleo público era
considerable, la proporción de 13.18 habitantes por empleado publico en
Santiago del Estero contrasta con la media nacional de 30 habitantes por
cada empleado estatal. La masividad de la protesta promovió la intervención
activa del Estado nacional. 24

Una tercera ola, tiene lugar en 1995, a raíz del "efecto Tequila", que abrió
una nueva etapa de crisis económica y desempleo. Para 1994 la tasa de
desempleo y subempleo alcanzaban al 30 % de la población activa, 25 la
nueva crisis terminaría por acelerar el proceso de expulsión del mercado de
trabajo y el aumento de la inestabilidad laboral.

El período señala también la emergencia de nuevas formas de resistencia


colectiva surgidas en el interior del país, donde se producen los primeros
piquetes y el levantamiento de comunidades enteras, que luego desem-
bocarán en el surgimiento de un conglomerado de organizaciones de
desocupados.

La desindustrialización toco tempranamente los grandes polos de desarrollo


económico, como Córdoba, Rosario y el Conurbano Bonaerense, en ciertos
enclaves productivos en el interior del país, que fueron afectados más tarde,
en los 90, a raíz del proceso acelerado de privatizaciones y la crisis de las
economías regionales. Tal es el caso de localidades petroleras de Cutral Co
y Plaza Huincul, en Neuquen; Mosconi y Tartagal, en Salta, allí producto de
la intervención omnipresente de YPF en la vida social económica y cultural
de las regiones la experiencia del desamparo fue vertiginoso y total.
No por casualidad, los primeros piquetes y movilizaciones tuvieron lugar en
esas zonas. Para luego expandirse de manera masiva en el cono urbano de
Buenos Aires.26

Una expresión cuantitativa del resultado de estas olas de expulsión laboral


la entregan las estadísticas del Ministerio del Trabajo, las que indicaban que
el "costo laboral" habría descendido en un 62% en la última década.

Una cuarta ola sobreviene en el 2001 2002, De la Rua hereda una situación
critica y un modelo definitivamente agotado, no tiene vocación ni voluntad
para cambiar el rumbo, se dispara el tipo de cambio y los precios y el
desempleo quedan fuera de control. La pobreza aumenta vertiginosamente
alcanzando en octubre del 2002 al 57 % de la población, más del 40 %
están bajo la línea de indigencia.

24
Marina Farinetti. Violencia y risa contra la política en el Santiagueñazo. Tomar la Palabra. Prometeo Bs.
Aires 2005.
25
Aldo Ferrer. La Economía Argentina. Pág. 322. FCE. Bs. Aires 2005
26
M. Svampa. S Pereyra. Entre la ruta y el barrio. Bs. Aires 2003.
26 de 49

PERSONAS BAJO LA LINEA DE POBREZA % Gran Bs. Aires.27

Ante la inminencia de una profundización de una crisis de proporciones, la


fuga de capitales alcanza 20.000 millones de dólares en el 2001 y resulta
incontenible. La designación de Domingo Cavallo en la cartera de economía
acelera el rumbo de los acontecimientos, se suspende la convertibilidad y se
decreta el corralito golpeando duramente a las clases medias, las que
comienzan a sumarse a la protesta social. La aguda crisis social y
económica genera una movilización general de los sectores populares y
clases medias 28 dando origen a una crisis política que se salda, con la
caída del gobierno y la huida en helicóptero de De la Rua desde la Casa
Rosada en diciembre del 2001.

A principio del 2002, la crisis terminal de Aerolíneas Argentinas es vivida


como una suerte de cruzada en defensa del patrimonio nacional, contra las
privatizaciones y la política de las multinacionales. El bloqueo de la pista de
aterrizaje de Ezeiza hace emerger los términos de Pilotos y Azafatas
piqueteros. “La entrada de las capas medias contra un Gobierno radical
actuando en la misma dirección que el movimiento obrero y piquetero
supone un viraje muy profundo en la historia de la lucha de clases
argentinas”. 29

El movimiento piquetero alcanza un alto grado de organización y se


convierte en el actor protagónico de las grandes manifestaciones sociales
durante todo el periodo de Duhalde, el que debió llamar a elecciones

27
Laura Golbert. ¿Derecho a la inclusión o paz social? Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados. CEPAL.
Serie Políticas sociales N° 84 Santiago Chile Abril 2004.
28
Maristela Svampa,. Movimientos Sociales en la Argentina de Hoy. Piquetes y Asambleas. Tres estudios de
caso. Dic 2002. Inés Gonzáles Bombal (compiladora).. Nuevos movimientos sociales y ONGs en la Argentina
de la crisis. Cedes. Bs. Aires 2003.
29
Raul Zibecchi . Genealogía de la protesta. Letra Libre Bs. Aires 2003.
27 de 49

anticipadas ante la masividad de las protestas generadas por el asesinato


de dos jóvenes piqueteros en junio del 2002. 30

Este mismo protagonismo es mantenido en los inicios del gobierno de


Kitchner, aunque esto presenta algunos matices, por una lado surge una
fracción piquetera oficialista o al menos mas ligada al gobierno, ha cesado
la represión hacia los piqueteros como política de gobierno, pero también
siguen en el aire las campañas de criminalizacion del movimiento impulsada
durante el periodo de Duhalde.
Existe una sensación de cansancio de cortes y manifestaciones por parte de
la sociedad Argentina y principalmente por parte de los sectores medios. La
demanda por empleo genuino, situada en el centro de las aspiraciones del
movimiento de piqueteros no cuenta en el corto plazo con una salida que
pueda ser visibilizada dentro del actual esquema económico del país.

4.2.3.- El quiebre del movimiento sindical Justicialista

El régimen surgido luego de la crisis del treinta y que se había expandido y


consolidado en la posguerra. Se caracterizó por un dinámico accionar del sector
público, orientado al mercado interno y al proteccionismo, y por un tipo corporativo
de representación de intereses, dirigido por las asociaciones empresarias y los
sindicatos, sobre todo industriales. En ese esquema, el Estado se erigió como
artífice y árbitro de las reglas de juego dispuestas para los intercambios entre las
organizaciones representativas del capital y del trabajo. Fue bajo ese régimen que
se forjó el vínculo entre el peronismo y el sindicalismo, al punto que el último se
constituyó en columna vertebral del primero

El régimen emergente en 1976 se consolidó con la asunción de Carlos Menem a la


presidencia de la Nación, en julio de 1989. El candidato del PJ que había ganado
las elecciones de la mano de una campaña dirigida a los sectores populares, una
vez al mando del Estado llevó a cabo una transformación decisiva de la economía
contraria a los intereses de los trabajadores y otros sectores populares.

En ese contexto, los sindicatos adoptaron nuevas estrategias y prácticas de acción


puesto que perdieron el protagonismo que habían ocupado hasta entonces. Este
desplazamiento se debió, por un lado, a la marcada desindustrialización producida
y la consecuente disminución de afiliados de las organizaciones sindicales; y por
otro, a la pérdida de influencia que los sindicatos, tradicionalmente peronistas,
habían tenido hasta entonces en el juego político, y que en adelante fue retenida
por los partidos políticos, principalmente el Partido Justicialista. (P.J.)

Esas modificaciones afectaron las estrategias y modalidades tradicionales de


acción del sindicalismo, la precarización laboral, perjudicó la entrada de recursos
sindicales pues estas organizaciones dejaron de percibir cuotas de asociación o
contribuciones y aportes de trabajadores y empresarios para las obras sociales. La
desocupación, por su parte, limitó las estrategias ofensivas sindicales basadas en
reclamos por aumentos del salario real.

30
MTD. Aníbal Veron. Darío y Maxi dignidad piquetera. Ediciones 26 de Junio. Argentina 2003.
28 de 49

Los grandes sindicatos nucleados en la Confederación General del Trabajo


(CGT) no se opusieron a las reformas, que virtualmente minaban sus bases
de afiliación, sino que negociaron con el gobierno su supervivencia material
y política y optaron por readecuarse al nuevo contexto económico y social.

Frente a ese nuevo escenario se produjeron tres divisiones al interior del


sindicalismo, con diferentes posicionamientos y estrategias frente a las
transformaciones.
Un primer grupo lo constituyeron los sindicatos agrupados en la CGT que, con
diferencias, apoyaron y se beneficiaron con las reformas. Por su vinculación
orgánica con el P.J. cuando ocupó el gobierno y/o por haber aprovechado las
oportunidades para transformar sus estructuras organizativas, varios de estos
sindicatos se adaptaron a las nuevas reglas de juego. Así, extendieron el alcance
de su actividad a la compra de firmas privatizadas, la creación de administradoras
de fondos de pensión y jubilación, la reorganización de sus obras sociales y la
administración de las acciones de los trabajadores por una comisión cobrada de
las ganancias.

Un segundo grupo lo constituyó el desaparecido Movimiento de los Trabajadores


Argentinos (MTA). Compuesto por los camioneros, colectiveros, aeronavegantes y
judiciales, entre otros, estos sindicatos no adoptaron la estrategia tomada por el
grueso de la CGT, pero nunca abandonaron definitivamente la confederación.

El tercer grupo lo constituyó la CTA que, desde sus comienzos, resistió e impugnó
el régimen social de acumulación consolidado durante los noventa y trató de
apartarse del PJ.
Surgió a fines de 1992 como "Congreso de los Trabajadores Argentinos", Integrado
por gremios liderados por los empleados estatales (ATE) y los docentes de
(CTERA). Estos gremios fueron perjudicados fuertemente por las transformaciones
en curso

4.2.3.1.- La Central de Trabajadores Argentinos.

Esta nueva organización comienza a constituirse a partir del “Encuentro Sindical de


Burzaco" donde se formulan la primera declaración que delimitan el campo de su
acción: entre otras de igual tenor se declara al neoliberalismo como el enemigo del
pueblo y del conjunto de los trabajadores. Se consignaba que priorizar la
cancelación del endeudamiento externo incidía directamente en el aumento del
desempleo y la marginalidad, su oposición a las privatizaciones, se cuestiona el rol
avasallador del poder ejecutivo. Desde el ámbito organizativo la declaración de
principios se basa en tres puntos esenciales:
1) autonomía sindical respecto del Estado, los partidos políticos y los grupos
económicos.
2) democracia sindical
3) apertura a otras organizaciones sociales que expresaban las demandas de los
sectores populares.

En noviembre se realizó la "Marcha federal de las antorchas" y al día siguiente,


funda oficialmente la CTA.
29 de 49

Los aspectos organizativos y los fines dominantes del modelo de sindicalismo


propuesto por la CTA se sintetizan en lo que sigue: 31

La afiliación directa de los trabajadores mediante el sindicato, la unión, asociación


o federación de cualquier tipo que esté inscripta en la organización, o en forma
individual a través de la dependencia local, provincial o regional de la CTA.
Se admite a los trabajadores autónomos y cuentapropistas, y a los subempleados y
desempleados carentes de representación sindical. Se establece, además, la
formación de federaciones de distintas ramas de actividad, como la salud, la
industria, la energía, el transporte, la comunicación, la alimentación y la gastrono-
mía, o también federaciones con base en organizaciones territoriales y sociales,
como la de Tierra, Vivienda y Hábitat, de los migrantes o de los jubilados;
La elección directa de la conducción en sus niveles nacional, provincial y local
como resultado del voto directo de cada trabajador;
La autonomía de los partidos políticos, del Estado y de los empleadores.
Respecto de los partidos refiere a la relación orgánica establecida entre la CGT y el
PJ, respecto del Estado sienta un límite a la influencia que éste tuvo en la
reconfiguración del movimiento sindical, sobre todo luego del primer gobierno
peronista, y respecto de los grupos económicos marca el cambio que, tras las
reformas, impidió alcanzar acuerdos sociales entre sindicatos y patronales sobre la
política de ingresos.
La CTA constituye una organización de tercer grado que concentra a las de
segundo y primer grado. Aunque posee inscripción gremial, carece de personería
gremial, la figura legal clave otorgada por el Estado para la representación sindical
y el establecimiento de negociaciones colectivas por aumentos saláriales, cargas
sociales o fuentes de trabajo, como también para la obtención de recursos para la
organización.
Por ello, una de las estrategias para obtener reconocimiento público, al menos, y
acrecentar la organización ha sido la incorporación de nuevos actores y el alcance
de sus acciones contenciosas.

Los intentos para sindicalizar al sector desocupado tuvieron lugar en Neuquen en


1996 antes de los eventos de Cutral Co y en la Matanza en 1997. Finalmente en
1998 se logra la creación del FTV Federación de Tierra y Vivienda una
organización de bases diversas que agrupa a organizaciones campesinas,
comunidades indígenas, trabajadores y desocupados de asentamientos y otros.
Entre 1998 y el 2000, esta organización junto con CCC lidero la lucha de
piqueteros, a partir de 2001 opto por una lucha mas institucionalizada y en el 2003
cambio la estrategia de movilización por su apoyo irrestricto al gobierno de
Kitchner, no obstante lo anterior esta organización sigue formando parte de la CTA.

En opinión de Zibechi la CTA32 es la experiencia mas avanzada que ha dado el


sindicalismo en América Latina después de la derrota de los setenta. Dispone de
un programa de rechazo frontal al neoliberalismo. Realiza un trabajo territorial, algo
que es excepcional en el movimiento sindical a nivel mundial. Crea nuevas formas
de acción como la Carpa docente y los piquetes. Defiende la integración de los
excluidos en el sistema, pero que en la búsqueda de alternativas en el terreno

31
Martín Armeliano. Resistencia sin integración. Pág. 284 . Tomar la palabra. Prometeo. Bs. Aires 2005
32
Raul Zibechi . La genealogía de la revuelta. Letra libre Bs Aires 2003.
30 de 49

político institucional junto a partidos y dirigentes muy alejados del movimiento


social, genera fuertes desconfianzas entre muchos grupos de base.

Dentro de la estrategia de la CTA esta la formación de un amplio movimiento


político para organizar y liderar un proyecto de poder a partir de la unidad con otros
actores, cuyo objetivo seria la construcción de una nueva sociedad. Esta aspiración
ha concluido en la formación del”Movimiento Político, Social y Cultural” a fines del
2002, constituye un salto a la política, inspirado talvez en el PT brasilero, aun muy
reciente.

La asunción de Kirchner al gobierno le plantea nuevos desafíos ya que en el


discurso presidencial se incluyen diversos aspectos que son motivo de demanda
de la CTA, tales como la recomposición de la intervención estatal en las
actividades económicas y sociales.

4.2.3.2.- La Corriente Clasista y Combativa

La CCC no es una central sindical, sino que se auto propone como una
corriente político-sindical, que trabaja con programa propio en el seno de los
distintos gremios y centrales. Esta corriente reivindica la tradición clasista de
los años 60 y 70,

La CCC esta ligada al Partido Comunista Revolucionario (PCR), de tendencia


maoísta, Nace unida de los trabajadores del SEOM (Sindicato de Empleados y
Obreros Municipales), en Jujuy, bajo el liderazgo de Carlos "Perro" Santillán.

La CCC cuenta con tres ramas: la sindical, que fue creada en 1994; la de
jubilados, inicialmente conducida por Raúl Castells hasta 2001, fecha en que
se apartó y fundó su propio movimiento y una tercera, la de desocupados
creada en 1988

A pesar de que no posee una implantación social en todo el país, la CCC


llego a constituirse en un actor a escala nacional a lo largo de los años 90
debido a su protagonismo en diferentes conflictos regionales, tanto en Jujuy
como en el populoso distrito de La Matanza, donde mostró su capacidad de
articulación con otras fuerzas, en especial con sindicatos de la CTA-ATE y
con organizaciones de derechos humanos.

Durante los años 90, Jujuy fue una de las provincias más afectadas en
términos de crisis financiera e inestabilidad política: así, entre 1990 y 1994
hubo cinco gobernadores, ninguno de los cuales pudo terminar su mandato
constitucional. El Frente de Gremios Estatales, en el cual convergen SEOM y
ATE, lideró el proceso de oposición a la política provincial,

La otra implantación importante se desarrolla en el distrito más populoso del


Conurbano Bonaerense. Allí también la acción de la CCC se relaciona con la
lucha por la tierra y la vivienda. Tal es el caso del barrio María Elena, donde
31 de 49

reside el dirigente Juan Carlos Alderete máximo referente de la corriente de


desocupados.

Durante el 2001 la CCC adquirió protagonismo nacional, junto con la FTV,


la organización territorial ligada a la CTA, con la cual llevó a cabo
numerosas movilizaciones y largos cortes en la ruta 3, cuyo resultado fue la
nacionalización del conflicto piquetero y su reconocimiento, por parte del
gobierno nacional, de las organizaciones de desocupados como un
interlocutor importante.

4.2.4. Los jóvenes en el mundo laboral

La subordinación de una gran parte de los sindicatos, a excepción del sector


estatal a las orientaciones del gobierno justicialista no tardó en generar una
gran desorientación en los individuos, desgarrados por los dilemas
planteados por la identidad peronista. Como explicar y explicarse, que la
destrucción del modelo de relaciones sociales en el cual se habían
socializado fuera destruido con la anuencia de sus propios sindicatos.

A estos procesos hay que sumar las consecuencias que tuvieron los
cambios que afectan los procesos de redefinición de la subjetividad en las
sociedades contemporáneas en la socialización de las clases populares, y
la expansión de las industrias culturales y en la medida en que esas
industrias fueron portadoras de nuevos modelos de subjetivación que no
estarían anclados en la relación con el trabajo ni en la conciencia política
peronista, sino más bien en la pura identificación con nuevas pautas de
consumo.
La experiencia de los jóvenes, que constituyen el 70 % de las bases del
movimiento piquetero, pone de manifiesto, con mayor radicalidad, la desa-
parición de los marcos sociales y culturales que definían al mundo de los
trabajadores urbanos. Ingresan a la vida laboral o mas bien dicho a la edad
laboral, en medio de la emergencia de nuevos procesos, profundamente
marcados por la desregulación social, la inestabilidad y la ausencia de
expectativas de vida, así como por la gran difusión de las nuevas subculturas
juveniles, producto de la globalización de las industrias culturales y la in-
fluencia de los medios masivos de comunicación.

Los jóvenes constituyen el sector más vulnerable de la población, pues


vienen sufriendo los múltiples efectos del proceso de desinstitucionalización
(crisis de la escuela, crisis de la familia), así como la desestructuración del
mercado de trabajo. En mayo de 1995, cuando el país alcanzó su primer
record histórico de desempleo (18 %), la desocupación de los jóvenes del
Área Metropolitana de Buenos Aires alcanzaba el 34,2% En noviembre de
1999, los jóvenes desocupados (de entre 15 y 24 años) duplicaban la tasa
nacional de desempleo, alcanzando el 27%. Las cifras indicaban también
que el 140 % de los jóvenes estaban bajo la línea de pobreza. Datos más
recientes señalan que 6 de cada 10 jóvenes son pobres; esto es, 5.500.000
32 de 49

personas entre 15 y 29 años

La deserción escolar, que estadísticas recientes sitúan en un 25% para los


jóvenes entre 15 y 19 años de todo el país. En provincias del noroeste, como
en Tucumán, la cifra alcanza el 34%. 33

El mundo laboral en el cual deben insertarse los jóvenes aparece sacudido


por diferentes transformaciones. Económicas, desindustrialización y pasaje a
una economía de servicios. Laborales, por cambios en el interior de las
empresas con el paso a un modelo posfordista de organización del trabajo
en el que la flexibilización es la regla. Sindicales debido al descrédito y
pérdida de peso de los sindicatos.

La rápida dilución de los derechos sociales derivada de la inestabilidad


laboral, abarca ya dos generaciones. Para los jóvenes la inestabilidad
laboral no constituye algo nuevo, en la medida en que ésta ya ha sido expe-
rimentada por los padres, desde mediados de los 80.

Los jóvenes ingresan en el mercado laboral en una época en que el


debilitamiento del peronismo en la cultura popular coexiste con la fuerte
afirmación de una cultura de masas comandada por un mercado
globalizado. Así, el proceso de subjetivación de esta nueva generación se
realiza en un escenario atravesado por la incertidumbre y la inestabilidad,
prontamente naturalizado, que impulsa a los jóvenes de los sectores
populares (así como a aquellos de las clases medias empobrecidas), a
desenvolverse en una ciudad cada vez más caracterizada por la
multiplicación de fronteras sociales. La desaparición de los marcos
normativos también ha contribuido a crear una frontera difusa entre la
legalidad y la ilegalidad, en una realidad en la cual se sobreponen la
experiencia de la desorganización social y la multiplicación de las
estrategias de sobrevivencia.

En lo que respecta al mundo laboral, los jóvenes suelen definirse a distancia


de los tres ejes mayores que constituyeron la identidad del trabajador
tradicional: esto es, no sólo a distancia de la política peronista y del
sindicato sino también del trabajo en sí. Con el cual mantienen una relación
instrumental. Así, en la medida en que el trabajo ofrece un horizonte de
integración relativa y muy inestable, la fábrica deja de ser el lugar en el cual
se inscriben las expectativas de vida de los trabajadores. Más aún,
despojado de sus atributos anteriores (la estabilidad) y cada vez más
excepcionalmente considerado como motor del progreso social, el espacio
laboral tiende a ser desvalorizado en términos de "cultura del trabajo" y, por
ende, como fuente de "dignidad" y "orgullo del trabajador".
Uno de los rasgos más notorios es que los jóvenes tienden a reorganizar su
subjetividad en función de otros ejes, que le procuran una mayor sensación
de realización personal: por ejemplo, la identificación con algún tipo
vestimentario o un ritmo musical otorga la ocasión para definir positivamente

33
Maristella Svampa. La Sociedad Excluyente. Taurus Bs. Aires 2005.
33 de 49

nuevas afiliaciones y pertenencias, desde las cuales afirmarse e


involucrarse imaginariamente. En esta línea, los jóvenes trabajadores
tienden a desarrollar un tipo de solidaridad expresiva, que pone de relieve la
importancia de los lazos afectivos, pero sin que ello desemboque nece-
sariamente en la construcción de una solidaridad de tipo laboral. La acción
más "espontánea" y expresiva de los jóvenes señala menos una
confrontación generacional que un abismo entre dos universos sociales y
culturales: detrás y más allá de las críticas que los "viejos trabajadores" o el
sindicato desliza hacia los jóvenes trabajadores, lo que se esconde y se
manifiesta a la vez es la profundidad del cambio vivido, pues lo que
desapareció en el tránsito de una generación son los marcos sociales y
culturales que definían al mundo de los trabajadores urbanos.

4.2.5.- Las redes clientelares y la cooptación

El modo de "hacer política" vinculado al discurso neoliberal y el mandato de


los organismos multilaterales, introduce un nuevo modelo de gestión. Este
se basa en tres presupuestos centrales: la división del trabajo político por
medio de la profesionalización de las funciones, la política de
descentralización administrativa y la focalización de la ayuda social. Estos
tres ejes de la política neoliberal fueron la clave para la reformulación desde
el Estado de la relación con las organizaciones sociales, peronistas y no
peronistas.

Las nuevas estrategias de intervención territorial fueron produciendo un


entramado social en el cual se insertaron las organizaciones comunitarias,
fuertemente dependientes de la ayuda del Estado. En este nuevo contexto
muchas organizaciones, embriones de movimientos sociales urbanos,
terminaron por perder su potencial político o su originaria vocación por la
autonomía, subsumidas o neutralizadas por el nuevo estilo de gestión.
Muy pocas organizaciones contaban con los instrumentos necesarios como
para insertarse dentro del nuevo campo político-social. Preservando un
espacio de relativa autonomía y una identidad propia.

A partir de 1987, hasta el presente, los diferentes gobiernos fueron


multiplicando las formas de intervención más específicamente políticas en el
mundo popular, que encontrarían su expansión durante el gobierno de
Menem. Los primeros ensayos de asistencia alimentária de los 80 fueron
seguidos por una política más sistemática de ayuda social, que incluía la
salud y la infancia.
Entre 1991 y 1997, los años más duros del ajuste la política en los barrios
tendió a recluirse en su dimensión más asistencial, despojándose de sus
lazos tanto con la militancia política como con el mundo sindical. Las
razones de tal inflexión son variadas y complejas: el telón de fondo es, sin
duda, el triunfo del peronismo en su versión neoliberal.

La nueva política local produjo hondas transformaciones: por un lado,


impulsó la consolidación de una clase política más diferenciada en el ámbito
34 de 49

local (una elite de gestores), respecto de los vecinos y los villeros; por otro
lado, promovió una nueva figura de mediador, el "militante social" de los
barrios. Esta nueva división del trabajo terminó por ampliar y reproducir los
efectos desmovilizadores, así, mientras que el trabajo específicamente
político quedaba en manos de "los profesionales", instalados en el
municipio, la acción del nuevo "militante social", de carácter asistencial,
quedaba inserta en el territorio.
La política de focalización "desde arriba", fue acompañada también por una
"re centralización" de la ayuda social, como lo ejemplifican los ATN (aportes
del tesoro nacional) discrecionalmente distribuidos desde las oficinas del
Ministerio del Interior a las diferentes provincias y el Fondo de Reparación
Histórica del Conurbano Bonaerense (FRHCB).

El Partido Justicialista, desde sus orígenes, se caracterizó por desarrollar y


sostener una multiplicidad de organizaciones heterogéneas dentro del
mundo popular. Aun durante los 90, esa vasta "organización informal"
estaba constituida por una densa colección de redes personales, que
operaban desde los sindicatos, los clubes- las ONG. Esas redes
desarrollaban varias actividades, desde las específicamente políticas, hasta
las sociales y recreativas.,

El Partido Justicialista, desde las distintas instancias del Estado (nacional,


provincial, municipal), tanto por intermedio de las nuevas estructuras de
gestión (descentralización y nueva división del trabajo político), como de los
"viejos" estilos centralizados, comandó la reorientación organizacional del
mundo popular. Así, tras la crisis del mundo de los trabajadores urbanos fue
asomando cada vez más un mundo caracterizado por redes y
organizaciones territoriales, atravesado por nuevas formas de "clientelismo
afectivo". 34 Entendido este ultimo, como un tipo de relación que expresa la
convergencia aleatoria entre la dimensión utilitaria de la política,
generalmente reforzada por la omnipresencia de demandas dirigidas hacia
las instituciones políticas, y la dimensión afectiva, manifiesta en las
diferentes modalidades de identificación con los líderes.

El clientelismo afectivo se fue convirtiendo en una manera relativamente


estable de definición de vínculo político "desde abajo" en el período
pospopulista. Este triunfó allí donde el peronismo fue debilitándose como
marco de interpretación de la vida política y social, es decir, a partir del
abandono de políticas públicas integradoras, reduciéndose cada vez más a
la articulación entre un conjunto de políticas sociales asistenciales que
invocaban una visión consensual o no conflictiva de la política, y un conjunto
de eficacias simbólicas que interpelaban los orígenes familiares, la tradición
local y las imágenes de la lealtad.

Las organizaciones comunitarias que lograron sobrevivir en un contexto de


hegemonía del peronismo y, al mismo tiempo, de precariedad y escasez de
recursos, lo hicieron gracias a que establecieron lazos con fundaciones y

34
Maristella Svampa. La Sociedad Excluyente. Pág. 186. Taurus Bs. Aires 2005.
35 de 49

ONG, o porque tendieron a articularse en redes, junto con otras


organizaciones comunitarias.

En 1992 fue creado el FRHCB, (fondo de reparación histórica del cono urbano)
dada la insuficiencia de los recursos de coparticipación federal para afrontar
las necesidades del Conurbano, Estos fondos, controlados por un ente
autónomo, dependiente directamente del gobernador, (Duhalde) se destinaron a la
realización de obras públicas.
Durante este período, el FRHCB se convirtió en el principal productor de
intervenciones sociales en la Región Metropolitana de Buenos Aires, con un
fuerte impacto sobre las condiciones de vida de los sectores populares, así
como sobre la reorganización de las relaciones políticas, tanto en el ámbito
provincial como en el municipal.
Desde el punto de vista político, el FRHCB permitió a Duhalde afianzar su
liderazgo a partir del disciplinamiento y la reorganización de las relaciones
políticas en la provincia. La personalización y monopolización del gasto
social contribuyó también a cimentar su popularidad y sobre todo, a impulsar
la de su esposa, Hilda Duhalde, quien a partir de 1993 y desde el Congreso
Provincial de la Mujer, fue asumiendo competencias en el área de
programas sociales del ente, a cargo de las relaciones con las
organizaciones intermedias,
Sin duda, estos esfuerzos tuvieron su corolario a mediados de los 90, con la
creación de una red de "manzaneras" (Plan Vida), que produjo una
reorganización de la política en función del mediador barrial.

En medio de la crisis y la desaparición de las instituciones típicas de la


sociedad salarial, estas redes territoriales se fueron densificando y
orientando cada vez más a la gestión de las necesidades básicas,
configurando de manera incipiente los contornos de un nuevo proletariado,
multiforme y heterogéneo, caracterizado por la autoorganización
comunitaria.

Entre 1992 y 1996 se ponen en marcha más de 20 programas de empleo,


los que se caracterizaban por su escasez de recursos, baja cobertura, alta
movilidad y diseños semejantes. En 1996 había 31 programas de los cuales
23 respondían al Ministerio del Trabajo y Seguridad Social. En 1995 surge el
plan Trabajar I, entre 1997 y 1998 el Trabajar II y el Trabajar III entre 1998 y
1999. El objetivo central de estos planes era brindar ocupación transitoria a
desocupados en condiciones de pobreza, el objetivo secundario son las
obras de infraestructura social y asistencia comunitaria, La prestación
incluye una ayuda de 200 pesos mes, asistencia sanitaria y cobertura de
riesgos. 35
La importancia del plan Trabajar es que desde 1996, a través de este se
inaugura una nueva relación entre el gobierno y el movimiento de
desocupados: es la primera vez que un plan de empleo es materia de
negociación entre el gobierno y las organizaciones piqueteras. A partir de
ese momento, el reclamo por programas de empleo forma parte del
repertorio de lucha de los piqueteros en cada una de sus manifestaciones.

35
Laura Golbert. ¿Derecho a la inclusión o paz social? Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados. CEPAL.
Serie Políticas sociales N° 84 Santiago Chile Abril 2004.
36 de 49

Esta incorporación permite establecer una suerte de juego entre el gobierno


y los piqueteros. Los planes trabajar son percibidos por la sociedad como el
instrumento que tiene el gobierno para negociar con los piqueteros.

Beneficiarios de Programas de Empleo (miles de personas)

Año 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Beneficiarios 40 63 82 130 118 106 86 92 1403

Fuente Ministerio de Trabajo Empleo y Seguridad Social Pág. 22, 2003. Año
2002 Plan Jefas y Jefes de Hogar.

Luego de la crisis de 2001 denominada “El Argentinazo” que termino con la


huida del presidente De la Rua, el gobierno nacional lanzó un nuevo
programa social, el Plan Jefas y Jefes de Hogar que comienza en enero del
2002, este alcanza a 1.400.000 personas y logra desactivar la situación de
alta conflictividad social. En marzo de 2005 alcanzaba, a poco más de
1.500.000 desocupados, pero apenas el 10% de esos planes son
directamente controlados por las organizaciones de piqueteros. Esta misma
lógica distributiva se ha mantenido desde el 2002, el coordinador de CCC
indica que una cifra que no es fácil de determinar pero que se calcula
superior
 al 10 % habría sido otorgada a punteros de partidos políticos. 36

36
Laura Golbert. ¿Derecho a la inclusión o paz social? Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados. CEPAL.
Serie Políticas sociales N° 84 Santiago Chile Abril 2004.
37 de 49

5.- El Movimiento Piquetero.

5.1.- Las condiciones de emergencia


La historia de las pequeñas organizaciones locales de desocupados comienza a
partir de mediados de la década de 1990, y emerge cuando estas se manifiestan
por medio de cortes masivos en las autorrutas del interior del país. Introducen con
ello un nuevo elemento en los repertorios de protesta social.
De esos cortes, que tuvieron como protagonistas a los pobladores de
comunidades enteras, surgió el nombre "piquetero" – en analogía con el piquete
anti krumiros popularizado en las huelgas europeas de principios del siglo pasado.
Este nombre expresivo atrae la atención -de los medios y del sistema político-
logrando hacerles un espacio público y lo que es más importante, los convierte
rápidamente en sujeto político. Inserto en una secuencia de protestas a nivel
nacional esta denominación constituyo una alternativa para todos aquellos para los
cuales una definición como la de desocupados resultaba intolerable.

El origen de los nuevos procesos de organización y de movilización se derivan del


contexto de transformación económica, social y política de la Argentina de los
últimos treinta años que se caracterizan por un marcado proceso empobrecimiento,
vulnerabilidad y la exclusión social, indicado en los apartados anteriores.

Dos datos son relevantes en este período ligadas a las transformaciones


producidas. El primero, la brecha entre ricos y pobres ha pasado a ser la más
grande de los últimos treinta años. Así, los datos de diciembre de 2003 indican
para todo el país que el 10 % más rico se queda con el 38% de la riqueza
producida y gana 31 veces más que el 10% más pobre. El segundo, el cambio de
modelo económico generó una situación novedosa que es la coexistencia de
crecimiento económico y aumento de la desocupación.

Desde el punto de vista cuantitativo la brecha no es ajena a la realidad chilena.


Respecto del segundo punto es también una situación que en Chile no ha cesado
desde 1997. Esto nos muestra las distintas lecturas que pueden hacerse para una
situación similar desde realidades diferentes.

Habiendo constituido la única sociedad salarial existente en América Latina, la


sociedad Argentina no contaba con redes de contención ni con centros de
formación o reconversión laboral para compensar los efectos de las progresivas
medidas de flexibilización laboral o los despidos masivos que acompañaron los
procesos de privatización y la reconversión de empresas en el nuevo contexto de
apertura comercial.

Los grandes sindicatos agrupados en la Confederación General del Trabajo (CGT)


negociaron con el gobierno su supervivencia material y política y optaron por
readecuarse al nuevo contexto económico y social. Esto origina la escisión de los
sindicatos con la emergencia de la CTA en 1992.

La única política sistemática llevada adelante por todos los gobiernos para hacer
frente a la progresiva crisis de empleo fue el lanzamiento, en 1996, del Plan
38 de 49

Trabajar, (este era en cierto sentido similar a los planes FOSIS, pues requería de la
presentación de proyectos de mejoramiento barrial por parte de municipios u ONG
que tuvieran "relevancia social", apuntando a mejorar la calidad de vida de la
población. Se exigía una contraprestación que tenía una duración de hasta seis
meses con posibilidades limitadas de renovación. Los ámbitos locales eran los que
co-financiaban con recursos propios la puesta en marcha de los proyectos). y
posteriormente el Plan Jefes de Hogar. En ambos casos se trata de una solución
precaria pues no constituyen ni un seguro de desempleo, ni una política asistencial
ni de reinserción laboral, sino todas a la vez.
Estos planes fueron el núcleo que estructuró la política de contención del
gobierno, convirtiéndose, con el correr de los años, en el centro de la negociación
con las organizaciones para poner fin a los cortes de ruta. Así, de un volumen de
200.000 beneficiarios en octubre de 1997 esa cifra había aumentado á 1.300.000
en octubre de 2002 a 1. 500.000 personas. En el 2005 pero sólo el 10%- de estos
planes es directamente controlada por las organizaciones piqueteras.

La emergencia de movimientos de desocupados puede comprenderse también por


la existencia de una tradición política organizativa, en gran parte asociada a las
vertientes más clasistas, cuyos (nuevos) representantes se decidieron a actuar y
construir por afuera -y en oposición- de las estructuras sindicales tradicionales,
mayoritariamente vinculadas con el partido justicialista. Además de las
organizaciones de origen barrial, la CTA y la CCC integran a organizaciones de
desocupados a partir de 1997,

La emergencia de organizaciones de desocupados surge con la crisis y el


debilitamiento del peronismo en los sectores populares. Durante el primer periodo
de la década Menem, los cambios en el mundo popular se instalaron en
convivencia y complementariedad con la cultura peronista; y sólo a partir de 1996-
1997 se insertan nuevas formas de organización y movilización en confrontación y
conflicto con el peronismo. A partir de esa época, el territorio del conurbano
bonaerense pasó a convertirse en el escenario de una confrontación, de una lucha
"cuerpo a cuerpo" entre las incipientes organizaciones de desocupados y la
estructura de referentes y gobiernos locales del partido justicialista.
A partir de las crisis del 2001 y 2002 la expansión y relevancia lo ha llevado a
erigirse en uno de los actores centrales de la política Argentina.

5.2. El doble origen de las organizaciones de piqueteros

Desde sus orígenes mismos el movimiento piquetero nunca fue uno ni homogéneo,
pues esta conformado por diferentes tradiciones organizativas y corrientes político-
ideológicas. El proceso de conformación del movimiento piquetero, reconoce dos
afluentes fundamentales:
En primer lugar, reenvía a las acciones de cortes de ruta y levantamientos popu-
lares registrados en el interior del país a partir de 1996. Estos se vinculan al
colapso de las economías regionales y a la privatización acelerada de las
empresas del Estado realizada en los años noventa;
39 de 49

En segundo lugar, remite a la acción territorial y organizativa gestada en el Gran


Buenos Aires, a las profundas transformaciones del mundo popular, producto de
un proceso de desindustrialización y empobrecimiento creciente de la sociedad
Argentina.

No es posible comprender la génesis ni el posterior desarrollo del movimiento


piquetero si no establecemos esta doble filiación.

Los conflictos generados en el interior del país dieron lugar a una nueva identidad -
los piqueteros-, un nuevo formato de protesta -el corte de ruta-, una nueva
modalidad organizativa -la asamblea- y un nuevo tipo de demanda -los planes
sociales- quedaron asociados, originando una importante transformación en los
repertorios de movilización de la sociedad Argentina.
Sin embargo, fue la acción colectiva que tuvo por epicentro algunas regiones del
Gran Buenos Aires la que contribuyó de manera decisiva al desarrollo de los
modelos de organización, a escala nacional, así como también a la producción de
los nuevos modelos de militancia, asociados íntimamente al trabajo en los barrios.

5.3.- Las principales organizaciones de piqueteros.

La heterogeneidad y la variedad de corrientes al interior del espacio piquetero son


crecientes, tal como observa Tarrow para los periodos de ciclos de protesta -
muchas de ellas son el producto de las oportunidades creadas por los
“madrugadores” -.37
Éstas pueden comprenderse a partir de tres lógicas principales que están
presentes, con peso desigual, en todos los grupos que se constituyeron en los
últimos años: una lógica sindical, una lógica político partidaria y una lógica de
acción territorial. 38

En primer lugar, las formas de organización de los piqueteros reconocen una fuerte
influencia sindical, marcada ya sea por la intervención directa de sindicatos en la
organización de desocupados -como es el caso de la Federación de Tierra y
Vivienda (FTV), ligada a la CTA- o, simplemente, por la presencia de referentes
que han tenido una trayectoria de militancia sindical.

En segundo lugar, los partidos políticos de izquierda que han aportado sus
estructuras a los movimientos marcan la presencia de otra lógica distinta de
organización. Así, el Polo Obrero (dependiente del Partido Obrero, de raíz
trotskista), Barrios de Pie (partido Patria Libre, suerte de populismo de izquierda),
Movimiento Territorial de Liberación (Partido Comunista Argentino) o el Movimiento
Teresa Vive (ligado al trotskista Movimiento Socialista de los Trabajadores)
representan ejemplos paradigmáticos en los cuales la organización de
desocupados es subsidiaria de sus orientaciones políticas. Aquí, la política en
sentido institucional y electoral aparece como un objetivo claro a ser alcanzado.

En tercer lugar, muchas organizaciones piqueteras se generaron en torno de


liderazgos de tipo barrial, en general también con antecedentes militantes, pero

37
Sydney Tarrow. El poder en movimiento Pág. 59. Alianza 1997 Cáp. 1.
38
M.Svampa S. Pereyra. Entre la ruta y el barrio. Cap. 2 parte 1
40 de 49

que han mantenido una desvinculación total con las lógicas sindical y partidaria.
Aquí, como ejemplos pueden citarse a los distintos Movimientos de Trabajadores
Desocupados (MTD) Aníbal Verón y ahora también el frente Darío Santillán o,
incluso, a los diferentes movimientos de desocupados que se conformaron en el
interior del país -como la emblemática Unión de Trabajadores Desocupados (UTD)
de General Mosconi en Salta- y que decidieron no integrar ninguna de las grandes
corrientes de nivel nacional.

En muchos casos, las lógicas de construcción política aparecen fuertemente


entremezcladas en las organizaciones. Tal es el caso de la Corriente Clasista y
Combativa (CCC), que tiene una fuerte impronta sindical en relación con sus
orígenes, al tiempo que la mayor parte de sus referentes política de los
movimientos piqueteros son también militantes del Partido Comunista
Revolucionario (PCR) de filiación maoísta. El Movimiento Teresa Rodríguez (MTR),
agrupación independiente de inspiración guevarista, o aun el controvertido
Movimiento de Jubilados y Desocupados (MIJD), que presenta un fuerte estilo
movimientista de gran exposición mediática, representan también casos en los
cuales la lógica territorial y la política aparecen entremezcladas y en tensión per-
manente.

5.4.- Las etapas en la trayectoria de la movilización

La etapa fundacional de los movimientos piqueteros comienza con la primera ola


de movilizaciones, en los años 1996 y 1997 y se cierra en 1998, cuando se
conforman orgánicamente las dos grandes corrientes sindicales del movimiento
piquetero en el oeste del Gran Buenos Aires que, aportarán pasividad y escala
nacional a las movilizaciones. Nos referimos a la Federación de Tierras y Viviendas
(FTV) y la CCC (Corriente Clasista y Combativa), que desde ese año y hasta fines
de 2003 constituyeron un sólido bloque, caracterizado por una fuerte tendencia a la
negociación y la institucionalización.

En este primer período se constituyen también los llamados grupos autónomos o


independientes (MTR y MTD) en el sur del Gran Buenos Aires, los cuales, a falta
de soportes, serán los más castigados en la confrontación desigual con las
estructuras clientelares del Partido Justicialista y con la Policía.

También en esta primera etapa se va consolidando un determinado vínculo con el


Estado. Así, frente a esta nueva protesta en reclamo de puestos de trabajo, el
gobierno -en sus diferentes instancias-, va a alternar, por un lado, la represión
directa e indirecta) y, por otro lado, la multiplicación de sus modos de intervención
a través del otorgamiento de los subsidios estipulados en los programas
asistenciales.

La centralidad de la política asistencial va a generar una fuerte dependencia de las


organizaciones piqueteras en relación con el Estado, dado que la obtención y
mantenimiento de los planes sociales constituyen hasta el día de hoy el recurso
fundamental con el que cuentan para responder a las necesidades de sus
miembros y, al mismo tiempo, para dotarse de una estructura mínima que les
permita actuar y desarrollarse en otros niveles. Por encima de cualquier
41 de 49

divergencia en términos de estrategias políticas o de concepciones ideológicas


entre los diferentes grupos de desocupados, la dependencia respecto de los planes
del Estado representa una condición de posibilidad del movimiento.

La segunda etapa señala la entrada de las organizaciones piqueteras a la escena


política nacional, en tantos actores centrales de las movilizaciones sociales. Una
intensa ola de protestas, arranca en 1999, en las postrimerías del segundo
gobierno de C. Menem y se cierra a fines de 2001, poco antes de la caída del
gobierno de F De La Rua (1999-2001).
Durante esta segunda etapa, de crecimiento y visibilidad, las organizaciones
piqueteras fueron desarrollando una creciente autonomía de acción. Pero, a
diferencia de los primeros estallidos entre 1996 y 1997-, el ciclo tiene lugar en los
espacios tradicionales de la política nacional -la Ciudad de Buenos Aires, el Gran
Buenos Aires y las grandes ciudades del interior del país- y tiene, al menos al
inicio, claros interlocutores. Esta etapa se cierra con la realización de las dos
asambleas piqueteras en el partido de La Matanza, en julio y septiembre de 2001.

El fracaso de estas cumbres puso de manifiesto las diferencias de las


organizaciones tanto en términos de expectativas como de objetivos, dando por
tierra toda posibilidad de conformar un movimiento piquetero unificado. Una vez
consolidada la fractura, en diciembre de 2001, aparece en escena el Bloque
Piquetero Nacional, que agrupaba a todos aquellos grupos independientes y
corrientes políticas y partidarias que confrontarán con los sucesivos gobiernos
nacionales, sobre todo luego de la caída de F De la Rua.

Una tercera etapa se puede considerar abierta a partir de los inicios del gobierno
Kirchtner por la formación de un bloque piquetero oficialista dentro del cual el mas
importante seria el FTV disminuido por las escisiones generadas tanto por el estilo
personalista d e su referente máximo D´Elia así como también por su definición
oficialista. Un punto importante en esta etapa seria el Código Contravencional de la
ciudad de Bs. Aires del 2004, y el giro de la política del gobierno respecto de la
judializacion y agravamiento de las figuras penales. También concurren a esta
nueva situación la campaña mediática desatada contra las movilizaciones lo que
estaría generando un consenso negativo contra los grupos piqueteros. Con todo
los piqueteros logran aun mantener su preeminencia política, pero en una
coyuntura en que el “observador imparcial” de la opinión publica se le torna cada
mas adverso.

5.5.- La heterogeneidad de las bases sociales

La heterogeneidad de las bases sociales de los movimientos de desocupados, es


social, generacional y de género.

En primer lugar, la heterogeneidad es social, aunque los desocupados comparten


ciertas condiciones de vida y experiencias comunes básicas, éstos disponen de
trayectorias y experticias muy dispares, por lo que cuentan con recursos culturales
y simbólicos muy disímiles. A trabajadores desocupados de larga data se unen
cesantes recientes, a los que se agregan ex trabajadores con alta calificación con
42 de 49

aquellos que no han tenido nunca acceso al empleo y que disponen de enseñanza
primaria incompleta.

La mayor parte de los adherentes y militantes de las organizaciones piqueteras son


mujeres, y que sobre ellas reposa gran parte de la organización administrativa y
laboral, sin contar que muchas de ellas tienen un rol fundamental en otras tareas,
tradicionalmente masculinas, como la seguridad. Pese al protagonismo innegable,
son muy pocas las mujeres que en la actualidad aparecen como dirigentes a nivel
nacional, insertándose en las organizaciones como "cuadros medios" y/o como
referentes regionales. Esto no se debe solamente a los rasgos patriarcales del
mundo popular, sino también al hecho de que aquellos que provienen del universo
militante, tanto político como sindical, son hombres, mientras que las mujeres más
destacadas no suelen contar con una trayectoria política ni sindical, aunque tengan
en ciertos casos una experiencia organizativa en el plano barrial.

En tercer lugar, hay que tener en cuenta que los jóvenes constituyen una parte
importante de las bases sociales de las organizaciones. En un fuerte contexto de
crisis económica y desinstitucionalización, los jóvenes son el objeto de una triple
exclusión: la mayor parte de ellos han tenido escaso contacto con las instituciones
educativas y políticas, sufren frecuentemente el acoso y, en el límite, la represión
de las fuerzas de seguridad; por último, la mayoría no registra experiencia laboral
alguna. 39

5.6.- La construcción de la tradición de piqueteros.

Se entiende esta como la estructuración previa del sistema de prácticas en relación


con la cual se va constituyendo una identidad. Este elemento común une a todos
los movimientos más allá de su herogeneidad. Todos coinciden en que ese relato
comienza con el corte en Cutral-Có y Plaza Huincul en 1996 donde surge el
nombre piqueteros. Esa narración vincula tres elementos fundamentales:

En primer lugar, un nombre -piqueteros- que es el agente principal de las acciones


que la historia narra.

En segundo lugar, se encuentran precisamente esas acciones que son los cortes
de ruta -los piquetes-;

En tercer lugar, la historia se complementa con los motivos y las consecuencias de


esas acciones, lo que remite centralmente tanto al vínculo entre modelo económico
y crisis, cuanto a la demanda genérica de trabajo digno así como a la recepción y
administración de planes asistenciales.

Ese relato es el que da sentido a los acontecimientos que recorren toda la historia
piquetera y que finalmente explica el surgimiento de las organizaciones de
desocupados como una consecuencia de la desestructuración productiva del país.

39
MTD Anibal Veron. Dario y Maxi Dignidad Piquetera. Ediciones 26 de Junio. Argentina 2003
43 de 49

El repertorio de acciones.
Por otro lado, la experiencia piquetera se construye al interior de un espacio en el
cual se ha ido definiendo un repertorio común de acción. Este repertorio estaría
constituido por los elementos siguientes:

 En primer lugar, por el piquete o corte de ruta;


 En segundo lugar, por el funcionamiento asambleario;
 En tercer lugar, por las referencias a la pueblada;
 En cuarto lugar por el trabajo territorial desarrollado a partir de la instalación
de una demanda (los planes sociales).

5.7.- Los repertorios de acción y su influencia sobre la identidad.

El piquete, 40 en tanto nueva metodología de acción, desplazó y fijó un nuevo


umbral en los conflictos sociales, insertándolos en una dimensión, que coloca en
primer plano las condiciones de vida material. No es casual que parte del caudal
disruptivo del piquete provenga de esta interpelación radical que es, a la vez, el
reclamo de una situación límite y una urgencia, que envuelve la problemática de la
falta de trabajo junto con la realidad palpable del hambre.

La experiencia de Cutral-Có, en 1996, marcó el inicio de una fuerte dinámica de


funcionamiento asambleario que retomarán otras grandes movilizaciones, Tartagal-
Mosconi, Jujuy y Corrientes; se expresará luego en determinados formatos
organizativos dentro de las estructuras de los grupos piqueteros; y tendrá, una
nueva inflexión en el proceso asambleario iniciado en la Ciudad de Buenos Aires y
en otros lugares del país a partir de diciembre de 2001.

Se trataría de un ciclo político que se abrió entonces en las lejanas localidades del
sur, en la ruta nacional 22, con una única consigna -"¡Que venga Sapag!"_(el
Gobernador) y que, de alguna manera, se cerró en Plaza de Mayo y en el
Congreso Nacional, con el "¡Que se vayan todos!"

La doble experiencia asamblearia en Cutral-Có y Plaza Huincul no vehiculaba otra


cosa que un pedido de inclusión, a través de la reformulación de un proyecto
económico y social integrador. En cambio, en diciembre de 2001, la multitud
desengañada planteaba la separación con respecto al sistema político
representativo; la afirmación de la autonomía de lo social

Un elemento fundamental de los repertorios comunes de acción del movimiento


piquetero se relaciona con el doble papel que juegan allí las puebladas. Esto remite
a la masividad de la protesta. Desde el inicio de las movilizaciones en el interior
del país, las puebladas representaron para las organizaciones de desocupados
una suerte de garantía para enfrentar las represiones que les esperaban como
respuesta a los cortes de ruta. En este sentido, la experiencia de la localidad de
General E. Mosconi (en la Provincia de Salta) es paradigmática pues allí la
construcción política de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) se produjo

40
M Svampa, S. Pereyra. La política de los movimientos piqueteros. Tomar la palabra Prometeo Bs. Aires
2005.
44 de 49

en relación directa con la capacidad de maniobra que supuso el levantamiento de


todo el pueblo, como respuesta a las represiones de los cortes. Representaron
para muchas comisiones y organizaciones de desocupados una posibilidad de
hacer frente a la respuesta del Estado y dar, por ende, un salto cuantitativo en su
capacidad de negociación. Por otro lado, aun en las localidades donde los
procesos de organización de los desocupados no tuvieron las mismas
características que en Mosconi, la pueblada dejó claramente la impronta de un
nuevo tipo de relación entre los habitantes.

Para todas las organizaciones piqueteras las distintas modalidades de planes de


empleo transitorio (cuyo paradigma es el mencionado Plan Trabajar) representan
una condición de posibilidad de su existencia. Esto se explica porque
históricamente todos los cortes de ruta fueron interrumpidos a cambio de
"paquetes de planes" provinciales o nacionales, o en algunos casos, contra la
entrega de mercadería. Así, los planes significaron una solución de compromiso,
una especie de débil equilibrio logrado en el contexto de la necesidad y de una
importante debilidad relativa. Sin embargo, si bien la movilización comenzó siendo
esporádica, ella fue cada vez más masiva y recurrente, con lo cual durante la
segunda mitad de los noventa algunos grupos lograron consolidar sus volúmenes
de planes. Por otro lado, éstos comenzaron a ser percibidos cada vez más por las
organizaciones -sobre todo por sus bases- como derechos adquiridos, antes que
como prestaciones asistenciales.

Una vez que las organizaciones lograron el control directo de los planes sociales,
1999, la contra prestación exigida (4 horas diarias de trabajo) se orientó entonces
al trabajo comunitario en los barrios. A partir de ello, los planes comenzaron a ser
considerados en discusiones en las que se abordo un problema fundamental,¿qué
se entiende en este contexto por trabajo digno y genuino? Sin duda, la respuesta a
esta gran pregunta fue poniendo al descubierto, desde otro punto de vista, las
grandes diferencias que en términos estratégicos recorren a las organizaciones de
piqueteros.41

En el interior del país, la distribución masiva de planes permitió hacer frente a


situaciones de desprotección total. Sin embargo, en varios casos los planes fueron
recibidos como salarios y la obligación de desarrollar una contraprestación laboral
fue rápidamente asumida. Así, se produjeron situaciones paradójicas, pues las
propias organizaciones fueron creando los marcos necesarios para poder llevar
adelante los proyectos, dando origen a verdaderas experiencias de autogestión. En
muchos casos, los municipios no sólo no entregaron los materiales para que se
llevaran adelante los proyectos sino que trataron de impedir la ejecución de las
tareas.

El punto importante es que en la realización de esos proyectos se puso en marcha


una experiencia de autogestión, varias organizaciones apuntaron a encontrar un
substituto del trabajo asalariado. Ese substituto les abrió la posibilidad de volver a
pensarse como trabajadores y, por ende, reencontrar la dignidad. Por otro lado,
también en muchos casos el desarrollo de esos proyectos -específicamente de

41
De las conversaciones tenidas personalmente por el autor , con en el FST de La Rioja durante Febrero del
2006 con piqueteros de mando medio del Cono sur de Bs. Aires, resta la impresión de que por trabajo genuino
entienden en gran medida la vuelta al trabajo industrial del antiguo paradigma destruido a partir de 1976.
45 de 49

huertas comunitarias y panaderías- hizo posible levantar mini economías de


subsistencia que permitieron hacer frente a las situaciones de hambre. El
desarrollo de tareas de servicios -la limpieza de espacios públicos y, en algunos
casos, de refacción de edificios- produjo otra percepción y legitimación de las
organizaciones en el seno de sus comunidades locales.

La inclusión de los planes en las lógicas de construcción política fue menos una
decisión de las organizaciones que la presión de las bases frente a los contextos
de urgencia y necesidad. Sin embargo, la aceptación de los planes supuso que en
cada una de las organizaciones se dieran debates y se decidiera respecto de sus
formas organizativas, de las inscripciones territoriales y, fundamentalmente, de la
manera en que se te formulaba la noción de trabajo. Pero, para la mayor parte, la
fuerte herencia de la sociedad salarial marca todavía la concepción del trabajo
genuino y el horizonte de su reconstrucción.

5.8.- La cooptación y la represión

Tal como lo indicamos en capítulos anteriores, las relaciones que han mantenido
los gobiernos con los movimientos piqueteros han consistido en la combinación de
estrategias, que alternan la negociación, y la cooptación, con dosis importantes de
represión. Los mecanismos de negociación fueron institucionalizándose a través de
la distribución de paquetes de planes sociales y ayuda alimentaría y más
recientemente, de herramientas y subsidios para los proyectos productivos. La
negociación, a su vez, fue acompañada por el endurecimiento del contexto
represivo y por una sostenida política de judicialización del conflicto social, a la
fecha hay 4.000 procesamientos, a lo largo del país.
Las nuevas protestas han planteado un conflicto de derechos (entre e! derecho a
peticionar y el derecho a circular). En este sentido, el Poder Judicial ha venido
desarrollando una política de rechazo de las nuevas formas de protesta,
estableciendo juicios muy cuestionables y pronunciándose sin mayor reflexión en
favor de! derecho de libre circulación

Finalmente, la llegada al gobierno de N. Kirchner, generaron una gran expectativa


de parte de amplios sectores sociales, que vieron en el nuevo presidente la
posibilidad de un retorno a las "fuentes históricas" del justicialismo. El cambio del
escenario político le otorgó a Kirchner un margen de acción bastante más amplio
respecto de los gobiernos anteriores, a partir del cual ha podido desarrollar
diferentes estrategias que incluyen desde la cooptación de las organizaciones
afines hasta la tentativa de control y disciplinamiento de las agrupaciones más
movilizadas, el Bloque Piquetero Nacional (CCC, MIJD) y los movimientos
independientes el MTD, MTR, UTD de Moscón, Frente Dario Santillan etc.

El gobierno nacional se ha apoyado en el estado de la opinión pública, fuertemente


influido por sectores de derecha a través de los grandes medios de comunicación.
El gobierno nacional no dudó en alentar la estigmatización de la protesta,
contraponiendo la movilización callejera a la exigencia de "normalidad
institucional", e impulsando así la imagen de una democracia supuestamente
"acosada" por los desocupados.
46 de 49

La judicialización del conflicto piquetero tiene como objetivo el agravamiento de las


figuras penales imputadas a los manifestantes, a la par que tiende a desdibujar el
reclamo esencial de las organizaciones de desocupados al reducir la protesta a un
tipo de acción (el corte de ruta o de calle), manteniendo ocultas aquellas otras
dimensiones que constituyen la experiencia, esto es, el trabajo comunitario en
panaderías, bloqueras, y talleres diversos en los barrios así como el desarrollo de
nuevas prácticas políticas, asociadas a la dinámica asamblearia. 42

3.2. Las reconfiguraciones ideológicas 43

El cambio en las oportunidades políticas surgido con el gobierno de Kirchtner a


puesto en evidencia las diferentes matrices ideológicas de los movimientos
piqueteros. Se pueden distinguir tres bloques: las agrupaciones populistas, las
ligadas a los partidos de izquierda y el espacio de las nuevas izquierdas.

Las agrupaciones de matriz populista desarrollaron una fuerte expectativa


integracionista. Este bloque se apoya en el nuevo clima ideológico que recorre el
continente y aspira a conformar un polo latinoamericano, que incluye experiencias
como la de Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, próxima-
mente el Frente Amplio en Uruguay y, eventualmente, el cocalero Evo Morales en
Bolivia. Como es obvio, estos grupos reciben un tratamiento privilegiado de parte
del gobierno nacional, al ser beneficiadas por algunos de los nuevos programas
sociales, que contemplan la construcción de viviendas y el financiamiento de
emprendimientos productivos.

El bloque ligado a los partidos de izquierda impulsó una lectura del gobierno de
Kirchner en términos de continuidad con los anteriores. Las dificultades para
reconocer el cierre de la situación anterior y el cambio de oportunidades políticas
condujeron a que dichas organizaciones levantaran la estrategia de la movilización
callejera como eje prioritario de la construcción y concientización política, las
consecuencias a mediano plazo han sido negativas tanto en términos de capacidad
de presión como de movilización.

El bloque ligado a las nuevas izquierdas, sin renunciar a la movilización ni a la


producción de nuevas estrategias de acción, han optado por centrarse en el
trabajo local impulsando la formación política la producción de nuevas relaciones
sociales, en lugar de enfrentarse con un gobierno fortalecido por el apoyo de la
opinión pública.

5.9. Los desafíos del movimiento piquetero. 44

En un escenario de cooptación de los movimientos y de fuerte rechazo de la


población a la movilización. El primer desafío se refiere a la necesidad de producir
instancias de coordinación política que mitiguen los efectos de la fragmentación del
espacio piquetero.

42
MTD Aníbal Veron. Darío y Maxi dignidad piquetera. Obra citada.
43
Maristella Svampa. La sociedad excluyente. Taurus. Bs. Aires 2005.
44
M Svampa, S. Pereyra. La política de los movimientos piqueteros. Tomar la palabra Prometeo Bs. Aires
2005.
47 de 49

Para romper el cerco informativo e interpretativo y el "sentido común negativo" que


han instalado los medios de comunicación y el gobierno actual en torno del
fenómeno piquetero, a través de la criminalización de la protesta. La coordinación
entre los grupos constituye una condición necesaria, pero no suficiente. Esto
plantea un segundo desafío a la innovación política que requiere de la producción
de nuevos discursos capaces de reformular los ejes de la discusión política,
orientados al desarrollo de vínculos y puentes con otros actores, en especial con
los sindicatos y los partidos políticos.

En este sentido reviste especial interés el hecho de que algunas organizaciones


hayan comenzado a promover acciones e iniciativas de alto contenido simbólico y
político frente a los distintos poderes del Estado con el objetivo de desplazar el
actual eje del debate, hacia las exigencias del cumplimiento de los derechos so-
ciales que figuran en la Constitución Nacional tanto como en la denuncia de la
acción depredadora de las empresas multinacionales. Por otro lado, otras
organizaciones apuntan más bien a ampliar el repertorio de acción, realizando los
llamados "piquetes a las ganancias", esto es, bloqueos a ventanillas o accesos de
las empresas privatizadas (trenes, subterráneo). 45

, Mientras persistan las condiciones que dieron origen al movimiento piquetero,


este estará obligado a buscar la forma de reformular los términos del debate para
evitar la mala prensa contra las protestas y los intentos de cooptación y
fragmentación del movimiento. Hasta el momento han logrado ser relativamente
exitosos, pero el espacio político esta aun abierto

45
Estas tres ultimas iniciativas fueron mencionadas por una participante de piqueteros en uno de los grupos
del ámbito de expulsión social del FST de febrero 2006 en La Rioja
48 de 49

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