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CAPÍTULO VII
VULNERABILIDAD ADOLESCENTE
1
Scalozub, Lidia, “ Una adolescente: los des-tiempos generacionales”, en Jornadas Marcas de época en
el psicoanálisis con niños y adolescentes. Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, 2005.
2
El Dr Moreno refiere haber aplicado de un modo diferente los conceptos de acontecimiento, trauma y
catástrofe descriptos en un trabajo de Ignacio Lewkowicz.
3
Moreno, Julio, “Pubertad. Historización de la adolescencia”, en Cuadernos de la Asociación
Psicoanalítica de Buenos Aires Nº 1, Dpto. de Niñez y Adolescencia.
4
Ibidem.
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Territorios en el Acompañamiento Terapéutico. Kuras, S Resnizky. Letra Viva 2005
5
.Ibidem.
6
Bisson de Moguillansky, Ana. “Errancias adolescentes: exilios y desexilios”. Revista APdeBA Vol.
XXIII. Nº 2. 2001.
7
Mauer, Susana; May, Noemí, “La actual coyuntura y su impacto en los adolescentes”. Artículo
publicado en Diario “La Nación”, 4/3/2002.
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8
. Selener, Graciela, “Pensando la adolescencia hoy” VII Jornada del Depto. de Niñez y Adolescencia, de
la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Marcas de época en el Psicoanálisis con niños y
adolescentes, Buenos Aires, 2005
9
Leivi, Miguel, “Historización, actualidad y acción em la adolescencia” Revista de la Asociación
Psicoanalítica de Buenos Aires Vol XVII, Nº3, 1995.
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que sus conflictos eran irreversibles lo empujaba a la muerte. No podía asumir sus
tironeos afectivos, encararlos, resolverlos. Era mejor morir para escapar.
El acompañamiento comenzó así, de un modo abrupto, sin conocer, sin entender
nada. Más aún, el Acompañamiento Terapéutico era en un principio, fundamentalmente,
presencia. Aferrado literalmente como una garrapata, buscaba casi con desesperación
contactarse con la Acompañante. También hablaba, lloraba, evocaba palabras sueltas,
frases entrecortadas, algunos nombres. Un discurso inconexo, falto de coherencia pero
no porque las ideas que balbuceaba fueran delirantes, sino porque su decir estaba aún
desmembrado. No se podía aún rescatar allí un texto.
Recién algunos días más tarde, con tantos hilos sueltos se pudieron tejer las
primeras hipótesis del factor desencadenante del intento suicida: al egresar del colegio
secundario, Pancho dejaba atrás una historia secreta de cuya clandestinidad no podía
salir.
Prisionero de un pánico homosexual agudo, creyó encontrar en la idea de matarse
una solución al vértigo psíquico que le producía sentirse fuertemente atraído por un
preceptor de la institución escolar a la que concurría desde los 13 años.
La graduación, la mayoría de edad, el despegue de la vida escolar que hasta
entonces lo sostenían, fueron algunos factores convergentes que incrementaron sus
impulsos autodestructivos.
Sin rumbo, sin perspectiva de futuro y sin fuerza, Pancho expresó su
desesperación buscando desaparecer. No pudo valerse de representaciones que
metaforizaran sus dificultades. Un ocultamiento fallido, una lucha para devastar una
realidad insoportable, excluyéndola del espectro de lo posible, lo llevaron hasta el
límite.
“Llamamos traumáticos —dice Freud— a las excitaciones externas (internas) que
poseen fuerza suficiente para perforar la protección antiestímulo”.10 Una alteración
significativa en la economía libidinal deja al aparato psíquico anegado (exceso de
cantidad). Un “anegamiento” en acto, sin palabra, sin atenuantes, fue paradójicamente el
comienzo de un largo trabajo psíquico que en la transferencia llevó a Pancho a
preguntarse y problematizarse en la esfera psíquica.
Hubo tres momentos clave dentro del tratamiento:
a) El primero lo llamamos “el desahogo emocional”. El clima era de shock,
impacto e inundación de angustia automática. El avasallamiento cuantitativo no
permitía más que catarsis. Contener semejante irrupción de cantidad fue esencial en los
inicios del abordaje clínico.
b) Ubicamos un segundo movimiento cuando Pancho pudo salir de la posición de
sobreviviente para recuperar su condición de sujeto. Progresivamente fue tomando
contacto con Eros a la vez que lentamente se distanciaba de aquella vivencia
autodestructiva extrema. Entonces fue posible ayudar a Pancho a vehiculizar sus
preocupaciones, dificultades y angustias descentradas del factor desencadenante.
c) El tramo de cierre del acompañamiento coincidió con una actitud de apertura
de Pancho para poner en marcha nuevos proyectos. Fue ubicando sus prioridades,
eligiendo sin exigirse desmedidamente, y pudiendo muy lentamente volver a pensarse
en perspectiva. Como decía Piera Aulagnier, tuvo que construir un pasado, para poder ir
hacia el futuro. Y muy lentamente, con tropiezos y esporádicos altibajos, fue intentando
concretar algún proyecto viable.
10
Freud, Sigmund, (1920) Más allá del principio del placer, Amorrortu, Buenos Aires, 1996.
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Bibliografía
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