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Texto Clave: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada
podéis hacer" (Juan 15:5)
Juan 15:1 dice: "Yo soy la vid verdadera", todos los textos que están
relacionados con la expresión, "Yo soy" reflejan la necesidad de reconocer
a Cristo para alcanzar la salvación. En Cristo se realiza el propósito de la
salvación de Dios a la humanidad.
Y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, (Lit. limpia), para que lleve más
fruto. El Señor limpia los sarmientos de la vid por medio de exhortaciones,
amonestaciones, reprensiones y sufrimiento (2 Timoteo 3:16; 4:4; Salmo
119:67-71; Romanos 5:3-5; 2 Corintios 4:16; 12:7-10; Hebreros 12:5-7;
Santiago 1:2-4; 1 Pedro 1:7; 4:1-2)
Todo cristiano, por fuerte que sea, necesita de esta limpieza para poder
llevar el fruto de arrepentimiento en la vida.
La palabra de Cristo nos dice lo que debemos hacer para ser salvos:
"Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad" (1
Pedro 1:22); "Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la
palabra"
¿Qué hacen los que se alejan de la iglesia? ¡Nada! ¿Qué hacen los que
solamente profesan servir a Cristo (Matero 7:22-23)? ¡Nada!
El fruto aceptable de los fieles es fruto que se lleva "en Cristo". El fruto
que el discípulo lleva es el fruto de Cristo. Están "llenos de fruto de
justicia" que son por medio de Jesucristo para gloria y alabanza de Dios.
Con repetición y, por eso, con énfasis Jesús describe la condición triste del
sarmiento que no permanece en él: (1) Será echado fuera; (2) Se secará:
(3) Los recogen; (4) Los echan en el fuego; (5) Y arden.
Pedid todo lo que queréis (En mi nombre, Juan 14:13; 15:16; 16:23) y os
será hecho. Obsérvese que esta promesa es condicional: Es para los que
permanecen en Él. ¿Quiénes son éstos? Son los que permiten que las
palabras de Cristo permanezcan en ellos, es decir, los que viven de
acuerdo con su enseñanza, "Llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia de Cristo" (2 Corintios 10:5).
Estas promesas son los que han comprobado "Cuál sea la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:2). Son los que hacen "las
cosas que son agradables delante de él" (1 Juan 3:22) Y piden "conforme a
su voluntad" (1 Juan 5:14).
Tales oraciones, pues, coincidirán con el deseo (La voluntad del Señor de
que se lleve mucho fruto para glorificar al Padre. Los tales oran "en el
Espíritu Santo" (Judas 20)
Esto os manda: Que os améis unos a otros. El trabajo que Jesús les
encomendaba dependería en gran parte de la unidad de ellos y de los que
serían convertidos por ellos (Juan 17:21-23). ¿Qué tan exitosa habría sido
la predicación de ellos si el Espíritu de rivalidad (Mateo 18:1) hubiera
prevalecido durante su ministerio? A través del libro de los Hechos
observamos la unidad de los apóstoles (Hechos 1:14;2:1, 46; 15:22)