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Miss: Buenos días corazones, me llamo Judith y seré su maestra durante este grado escolar.

El día
de hoy empezaremos con una actividad sencilla que será la división con 2 cifras, les pasaré a dar
una hoja la cual deben entregarme cuando acaben y conforme vayan dándomela se les dará una
estrellita de su color favorito. ¿Qué les parece?

Niños: SIII!!

Todos empezaron a acabar rápidamente conforme transcurrió la hora, solo faltaban 3 alumnos,
Kenai, Darío y Alessia. La maestra Judith decide acercarse y ver el progreso.
Observa que Kenai había hecho un barquito con la hoja, Darío había dibujado unas manzanas y
coloreado perfectamente, mientras que Alessia no tenía absolutamente nada.

Miss Judith: Kenai, Darío y Alessia, me gustaría hablar con ustedes antes de que termine el día, sin
embargo, tomen sus estrellitas de su color favorito. Niños, niños continuaremos con las clases,
abran su libro de español.

El día transcurrió, hasta que sonó el timbre de salida y los 3 niños se quedaron esperando a lo que
la maestra les dijera. Prefirió hablar con cada uno en privado y preguntarles qué pasaba.

Miss Judith: Kenai ven, quisiera preguntarte ¿por qué hiciste el barquito y no la actividad que
puse?.

Kenai: Miss, de verdad no entendía nada, quería pararme y correr para huir de la frustración que
sentía pero tenía miedo que se enojara así que mejor decidí crear un barquito con la hoja que nos
dió y mientras lo hacía ese sentimiento horrible desaparecía, hasta le puse un hilo para jalarlo
cuando se me vaya lejos en el agua!.

El primer niño al contarle la explicación a la Miss empezó triste, avergonzado, pero conforme
contaba lo que había hecho su ánimo subía, la maestra notó que para la edad que tenían aquellos
pequeños de 3er año de primaria, Kenai tenía una gran habilidad con sus manos para crear un
barquito.

Miss Judith: Muy bien Kenai, me alegra ver que algo así te anima mucho, que te parece si te doy
una hoja de tu color favorito y creas algo que te guste, mientras esperas a tus papás.

Kenai: Claro que si Miss! Muchas gracias por la hoja.

Miss Judith: Darío ven, me gustaron mucho tus manzanas pero de eso no se trataba la actividad,
¿qué pasó?.

Darío: Miss, lo siento, es que yo tenía planeado hacer las divisiones pero los número me revuelven
mucho y decidí hacerla con manzanas pero me divertí tanto dibujándolas que les agregué color y
conforme mezclaba colores me entretuve demasiado que se me pasó el tiempo.

Miss Judith: Vaya! Pues si que tienes una gran habilidad, que te parece si haces un dibujo para tus
papás mientras los esperas.

Darío: Por supuesto, lo siento de nuevo maestra.


Conforme terminaba de hablar con cada niño los sentaba en la banquita afuera del salón. Veía en
cada niño un resplandor en sus ojos cuando hablaban de lo que les gustaba hacer, solo faltaba un
pequeño más y la maestra tenía mucha intriga, así que decidió acercarse al mesabanco donde
estaba aquella niña con los ojos llorosos.

Miss Judith: Hola Alessia, me puedo sentar contigo?

Alessia: Si Miss.

Miss Judith: Me gusta mucho tu moñito del cabello.

Alessia: En serio? Mi mami estaba muy feliz peinándome mientras me cantaba y yo me movía
mucho tratando de bailar con su bonita voz, me divertí.

Miss Judith: Wow que padre, entonces te gusta bailar?

Alessia: Me encanta! Por eso disfruto mucho cuando voy al ballet porque puedo sentir la música
por todo mi cuerpo, es como si se moviera solo a los compases.

Miss Judith: Se oye fabuloso!. Bueno Alessia, me parece que ya están llegando los papás de tus
compañeritos, que te parece si los acompañas.

Alessia: Si Miss, adiós!.

La Miss decide hablar con los papás de cada niño y se percata que los papás de Kenai no sabían
absolutamente nada respecto a la educación del niño porque Kenai se la pasaba con sus abuelitos
y comentan que el abuelito es un gran carpintero que diseña muebles y que la abuelita le cuenta
siempre historias de cuando era atleta. Judith les da las gracias a los papás por su tiempo y se
retiran los señores con su hijo.

Después de un tiempo, llega un joven por Darío, la Miss Judith se acerca a hablar con él y se da
cuenta que es el hermano de Darío el cuál muestra un aura muy espontanea, le comenta la
situación de Darío y el hermano le contesta que es muy probable que sea su culpa porque cuando
vivían en Berlín solía llevar a Darío a los centros urbanos donde las artes callejeras eran muy bien
vistas, en vez de ayudarlo con su tarea de matemáticas. La maestra vuelve a agradecer de su
tiempo y se despide del joven y de Darío.

Por último, llega la mamá de Alessia, una señora joven, alegre y con una melodiosa voz. La Miss
Judith le comenta la situación que pasó en clase y la mamá con mucha calma le dice que conoce
bien a su hija y que la concentración de Alessia se eleva poniéndole música instrumental, que eso
hace ella en casa para que la pequeña termine sus deberes. Asombrada la maestra, le dice que
¿cómo descubrió eso?, le contesta que debido a que estudia canto, llevaba a todos sus ensayos a
Alessia y que la ponía a hacer tarea, siempre había ruido, pero terminaba la tarea, en cambio,
cuando la ponía en casa con todo en silencio ni si quiera podía tocar el lápiz. La Miss le agradece de
su tiempo y se despide.

La maestra Judith regresa al salón, se sienta en el escritorio y empieza a investigar actividades


dinámicas para sus 3 niños dotados…

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