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Para Sue, mi co-cómplice y la mejor pareja que una chica podría pedir nunca.
Agradecimientos
*****
El espeso aire del pasillo se cerraba alrededor de Zoey, el fuerte olor a carne
y cebollas, le producían náuseas. Aún así, no era por eso que le resultaba tan
difícil respirar. Mirando más allá de su mejor amiga en lugar de a ella, Zoey se
centró en la empalada ventana más allá del cabello castaño ondulado de Ángela.
En el exterior la lluvia volaba casi horizontalmente por el viento brutal, pero en el
pasillo exterior del apartamento de los Tucker el aire se iba haciendo incluso más
sofocante. La acusación de Ángela colgaba entre ellas, opresiva en todo su peso.
“No crees que sea lo suficientemente bueno para ti.” Cruzó los brazos sobre
su todavía plano pecho y apretó la mandíbula, atravesando con la mirada Zoey
para negar la verdad de la declaración. En cuatro años de amistad Zoey había
visto esa mirada solo unas cuantas veces, y sabía que las cosas nunca iban bien
para la persona que la recibía.
“No, Ange, no es eso.”
Ángela había sido su mejor amiga desde quinto grado cuando los Tucker se
mudaron al apartamento de debajo del de la familia de Zoey. Zoey había pasado
tanto tiempo en su casa que se habían convertido en una segunda familia para
ella, con el hermano mayor de Angie, Ian, llenando el vacío de su vida. Incluso
ahora que él estaba en el último año y ella era una humilde estudiante de primer
año, él siempre hablaba con ella en el instituto. Él le había ayudado a entrar en
el equipo de campo a través, corriendo con ella y ofreciéndole amistosos
consejos después de haber terminado su propio entrenamiento del día con el
equipo. Como atleta destacado, sabía que podía ayudarla y no dudaba en
sugerirle mejoras. Él era dulce, un chico maravilloso, y a ella le encantaba, solo
que no de esa manera.
Buscó las palabras para explicarlo, pero la pétrea expresión de Ángela
cortocircuitó el cerebro de Zoey. “Ian es un chico genial,” ofreció en disculpa.
“Solo que no lo suficientemente genial para la perfecta Zoey Carmichael,” se
mofó Ángela.
“No es por eso que he dicho que no.”
Otra vez centrándose en el duro clima, Zoey recordó con angustia a Jake
Morris, la otra estrella del campo a través y la razón por la que había comenzado
a correr. Jake Morris, el chico al que amaba con todo su corazón, Jake Morris, el
estudiante de primer año con el que todas las chicas, incluidas las de último año,
querían estar y con el que ella había estado durante dos preciosos meses.
Recordó su brutalidad, y aún así le seguía amando. Se vio a sí misma
confesándole sus sentimientos y le escuchó decir en acuerdo, “Yo también,” con
esa suave voz baja antes de entregarse a él completamente. Él había sido su
primero, y una semana después la dejó por Julie Mott, una rápida corredora del
equipo de primer año.
Se había saltado el entrenamiento ese día, sin importarle el nuevo tormento
que el entrenador tendría para ella, y había corrido todo el camino hasta casa
derecha al dormitorio de Ángela donde desnudó su alma y vertió todo el dolor en
el comprensivo oído que necesitaba. Lloró durante horas, deseando tan
fervientemente que Ian, finalmente en casa desde el entrenamiento, fuera a ver
a Zoey y, en lugar de hacerle pasar un mal rato, le sonriera comprensivamente
y se marchasen.
Pensó que Ángela debería recordar el dolor, debería de entender por qué,
incluso después de todas esas semanas, era por lo que simplemente no podía
salir con Ian. Decepcionada, herida, dio voz a sus preocupaciones. “Después del
asunto con Jake, no quiero salir con nadie. No quiero que me vuelvan a hacer
daño otra vez.” Se arriesgó a mirar a su amiga y vio que la expresión de Ángela
se había suavizado. Lo entendía. Zoey agarró las manos de su mejor amiga,
apretándolas, y dijo, “Además Ian es como un hermano para mí. Sería raro, creo,
y luego si las cosas no funcionan, podría perder tu amistad. No podría soportar
perderte, Ange. Tú significas más para mí que tener novio.”
La cara de Ángela se endureció otra vez, y retiró sus manos de las de Zoey
bruscamente. “Ian es mi hermano, y eso es más importante que cualquier
amistad.” Ángela se dio la vuelta hacia la puerta del apartamento, cogiendo el
pomo con la mano.
“Espera.” Zoey agarró el brazo de Ángela, manteniéndola en el pasillo.
“Ángela por favor.” Se atragantó con las lágrimas. “Por favor, Ange, lo siento.
¿Qué puedo hacer?”
Volviéndose ligeramente hacia su patética amiga, Ángela le dijo, “No puedes
hacer nada, Zoey. Ya le has hecho daño a Ian, y él no quiere verte más por aquí.”
Dándose la vuelta en la entrada, Ángela dijo desde la puerta, “Ni yo tampoco.”
Simplemente así se alejó de sus cuatro años de amistad. Zoey pensó haber
oído inseguridad en el último comentario de Ángela, y esperaba que no fuese
solo su optimismo a ultranza, por lo que intentó repetidamente hacer las paces.
Ángela la rechazó en todo momento. Para cuando la familia de Ángela se mudó
a Park Ridge al final de año, los lazos que habían existido entre ellas estaban
completamente rotos. A pesar de su familia, Zoey se sentía completamente sola.
Capítulo Uno
Con zumbido en los oídos y ojos aguanosos, Zoey rezó para que la noche no
fuese una completa pérdida de tiempo. El primer grupo, cuyo nombre había
pasado por alto, parecía algún tipo de castigo por pecados desconocidos. El
cantante.....y ella dudaba de llamarle así.....había gritado casi incomprensibles
letras de forma muy intensa (y al parecer intencionadamente)
retroalimentándose mientras él batería golpeaba con fuerza todo lo que estaba
a su alcance. El grupo siguiente no había sido mejor, y a pesar del sonido
comparativamente más suave del grupo ahora en el escenario, la cabeza de
Zoey seguía palpitando como consecuencia de la arremetida inicial. Prestando
mínima atención a estos, los terceros en la lista de grupos horribles y mediocres
se estaban preparando, Zoey esperaba que al menos el grupo de Neal fuese
tolerable para así no tener que romper con él para evitar otra noche como esta.
Nuclear Boots había actuado cierto números de veces desde que había
empezado a salir con Neal, pero otros compromisos siempre le habían impedido
asistir. Y el hecho era que no debería de haber estado allí esta noche, la montaña
de redacciones que había recogido al principio del día se mofaba de ella con su
abrumadora necesidad de ser corregida. Pero Neal parecía tan emocionado y
ansioso cuando le habló de la actuación, que ella estuvo de acuerdo en asistir a
pesar de su carga de trabajo.
Ahora, mientras estaba de pie entre Maureen y Carla, las otras novias del
grupo, lamentaba su decisión. El volumen de la música hacía que la
conversación fuese imposible (aunque Maureen y Carla no parecían darse
cuenta), y Neal se había marchado porque eran los siguientes, así que se
compró otra cerveza y esperó a que la agobia llegase a su fin.
Viendo con facilidad el escenario por encima de las cabezas de quienes
estaban frente a ella, aplaudió educadamente al tercer grupo cuando se retiraba,
y suspiró, preparándose para lo peor, cuando vio a Neal y a los otros entrar en
el escenario para hacer un rápido cambio de instrumentos antes de comenzar.
Observó la preparación inicial con curiosidad, no habiendo estado nunca antes
al tanto del mundo de la música tras el escenario y fascinada por aprender cómo
funcionaba, por cuestión de velocidad, todos los baterías de los diferentes grupos
que tocaban esa noche compartían la misma batería. Cada batería tenía sus
propias baquetas, caja y platillos, que podían ser cambiados con mucha mayor
rapidez que el bombo y el conjunto entero de tambores. El concepto de que los
músicos utilizasen los instrumentos de otros le resultaba raro a Zoey a pesar de
que Jessie se lo había explicado amablemente y con paciencia. Ahora, mientras
miraba al grupo, impresionada por la velocidad y profesionalismo de su
organización, entendía como simplificaba el proceso para todos. Increíblemente
pronto todos estuvieron en sus respectivos lugares y, sin preámbulos,
comenzaron a tocar.
Zoey se sorprendió agradablemente del sonido que llegaba a sus oídos. De
las veces que le había oído cantar en su apartamento, sabía que Neal podía
sostener una melodía. Pero ahora él infundía pasión a sus canciones,
demostrando un impresionante registro vocal que incluía un bajo y sexy gruñido.
Prestó mínima atención a los otros miembros del grupo, nada más que con un
pequeño interés por el río se sudor corriendo hacia abajo por la cara de Sean
desmintiendo la típica tranquila calma del bajista. Por lo demás, Paul parecía
completamente a gusto y relajado, sus manos en incesante movimiento,
produciendo un flujo constante de notas que iban desde el surfer rock a un
crujiente asalto cercano al heavy metal. Era todo perfectamente rock and roll.
No fue hasta la tercera canción que Zoey desvió su atención a la batería.
Después de eso sus ojos rara vez se movieron de ese punto focal. Jessie se
movía con fluidez, precisión, llenando cada centímetro de la canción con
percusión, y aunque sus movimientos parecían impredecibles, cada golpe
encajaba con la música. Lejos de simplemente proporcionar ruido de fondo o
simplemente mantener el tempo, abordaba cada canción con ferocidad,
impulsando la música, y cuando, en una canción, mezcló su alta voz en español
con la profunda en inglés de Neal, su voz pura y fuerte proporcionaba el agudo
contrapunto agradable al resto de la música. Aunque Zoey no tenía ni idea de lo
que Jessie estaba cantando, el sonido de las palabras, el ritmo que creaban en
su interior, le conmovieron.
La real belleza de la musicalidad de Jessie, sin embargo, no radicaba en sus
movimientos o la muscularidad del sonido que producía, sino en su cara. Su
expresión indicaba una intensa concentración y revelaba la absoluta carnal
alegría que sentía al hacer música. Su pasión encendió una correspondiente
alegría en Zoey que sintió en sus extremidades.
Canción tras canción Jessie mantenía esa intensidad, mientras canción tras
canción el foco de atención de Zoey se centraba en ella, apenas desviándose
hacia los demás miembros del grupo. Observó como Jessie bebía de un trago
una botella de agua mientras Neal hablaba con la multitud, pero apenas fue
consciente de sus palabras demasiado ansiosa por qué comenzase la siguiente
canción. Dos horas y media después los silbidos de Carla sacaron a Zoey de su
aturdimiento, y se unió a los abundantes aplausos de la multitud a su alrededor.
Observó con impaciencia como el grupo recogía el escenario para el siguiente
grupo, ansiosa por acercarse a Jessie y felicitarla.
*****
Ideando una dura aunque necesaria prueba para revitalizar a sus estudiantes,
Zoey casi ignoró su teléfono. Quería terminar de teclear las preguntas para así
poder fotocopiarlas antes de que fuese la hora de reunirse con Jessie, pero
puesto que ella y su jefe de departamento habían estado intercambiando
mensajes de voz durante todo el día, cedió al tercer timbrazo.
“¿Mal momento?” La voz de Juliana intervino antes de que Zoey terminase
de saludar.
“Nunca es mal momento para hablar con mi favorita hermana mayor.”
“Soy tu única hermana mayor.”
“Sí, y aunque has rehuido tu compromiso conmigo para esta noche, sigues
siendo mi favorita.”
Juliana ignoró la puya y fue al asunto. “En realidad es por lo que te estoy
llamando. ¿Has encontrado ya un sustituto adecuado?”
“Eso creo. La batería compañera de piso de Neal, Jessie, amablemente se
ha ofrecido a ocupar tu lugar.”
“¿Neal te va a dejar ir con otro tipo?”
“Juliana, Neal es mi novio, no mi dueño y señor. Él no tiene que dejarme hacer
nada.”
“Mea culpa. Entregaré mi carnet de feminista inmediatamente.”
“Además, hermana mayor, Jessie es una chica.”
“Oh, ¿ella es fea?”
“¿Qué tipo de pregunta es esa?”
“Vive con tu novio, y deben de pasar tiempo juntos puesto que está en el
grupo. O es un perro, o tú eres la mujer más confiada y menos posesiva del
planeta. O ella es gay.”
“¡Dios, Juliana! Si no hubiese crecido contigo pensaría que te has criado con
lobos.”
“Demándame por ser directa.”
“Hay una ligera diferencia entre la franqueza y la estupidez.”
“Me he dado cuenta que has evitado la pregunta. Es fea, ¿no?”
Zoey gruñó con frustración a su irritante hermana, obcecada. “En realidad es
increíble. Es inteligente, graciosa, fuerte, y atractiva, y estoy emocionada por
poder conocerla mejor. Dios sabe que me vendría bien amistades femeninas con
quien no comparta ADN.”
“Entonces.....,” comenzó Juliana.
Pero Zoey la interrumpió. “Antes de que preguntes otra vez, no sé cuál es su
orientación.”
“Relájate Z. Solo estoy preocupada por ti.” Zoey puso los ojos en blanco
cuando Juliana amortiguó la voz para murmurar algo a alguien cercano a ella.
“Tengo que irme. Están indefensos aquí sin mí. Pásalo bien esta noche. Espero
que la batería esté a la altura de tus expectativas.”
Sacudiendo la cabeza por el frenesí que era su hermana mayor, Zoey colgó
el teléfono. Una pequeña luz junto al botón del buzón de voz le indicaba que se
había perdido otra llamada, tal vez más importante, mientras estaba hablando
con Juliana. Escuchando el mensaje gimió al oír la calmada voz de su jefe de
departamento diciéndole que hablarían mañana. Miró su reloj y gimió otra vez.
Eran las cuatro y media, y todavía no había terminado el cuestionario. Esperaba
que el día mejorase una vez que Jessie le recogiera.
“Que noche tan increíble. Me alegra tanto no habérmela perdido. Gracias por
venir conmigo.” Zoey, sentada en la mesa frente a Jessie en el restaurante
cercano a la lectura, clavó el tenedor en la enorme ensalada frente a ella. “Y
gracias por estar de acuerdo en cenar. Estoy hambrienta.”
“Yo también.” Jessie dio un saludable bocado a su pasta, extasiada de que
Zoey también fuese vegetariana y no tener que preocuparse por menospreciar
sus preferencias nutricionales para dar cabida a la de personas como Neal y
Sean, quienes pensaban que los cinco grupos de alimentos eran la ternera, el
cerdo, el pollo, la cerveza y la pizza. Ella añadió, “Debería de darte las gracias.
Honestamente no pensaba que iba a divertirme en una lectura de poesía. No es
que no la lea,” dijo Jessie. “Es simplemente que no pensaba en ello como un
evento social.” Movió las páginas del delgado volumen en verso junto a su plato.
Intrigada por la pasión de la poetisa y su poderosa lectura, se había sentido
impulsada a comprar el libro y tenerlo firmado.
Inmediatamente entablaron una fácil y familiar conversación mientras los
camareros, informalmente vestidos con vaqueros y camisetas según la moda
hippie de hoy en día, se apresuraban a atender a la repentina afluencia de
comensales saliendo de la lectura. Su camarera, una saludable chica con rastas
y un vestido color rosa sobre unos vaqueros con pata de campana, les trajo
nuevas bebidas antes de dirigirse hacia ruidosa mesa con mujeres y niños.
Mientras la camarera calmaba a sus compañeras clientes, una repentina y
bienvenida quietud proporcionó cierta ilusión de privacidad en su pequeña mesa,
y Jessie dijo, “¿Cuál es tu autor favorito?”
“Esa es una pregunta difícil de responder. Muchos autores ejemplifican
diferentes aspectos de la escritura que realmente respeto.” Zoey se quedó en
silencio un momento considerándolo. “Me encanta Flannery O’Connor por su
retorcido sentido de la justicia e ironía. Mark Twain tiene un afilado ingenio y
conciencia social. Faulkner era tan experimental con el punto de vista y la voz.
Sandra Cisneros te atrae con sus palabras y realmente te conecta con los
personajes, haciendo que te preocupes por ellos. Hay una extraña belleza en
Gabriel García Márquez e Isabel Allende. Me gustaría poder leerlos en español
para poder apreciarlos realmente. Debe de ser maravilloso.”
“Mi madre me hizo leer Paula en español. Era hermosa, pero nunca la he
leído en inglés, así que no puedo decirte si se pierde algo.”
“¿De verdad? Estoy celosa.” La mano izquierda de Zoey se agitó en el aire,
amenazando su comida con el tenedor, pero se quedó en silencio y durante unos
minutos pareció perdida en sus pensamientos. Después de un momento reanudó
su discusión. “Supongo que si hay un autor cuya obra puedo retomar
continuamente, me sorprende y nunca me decepciona, es Margaret Atwood.
Siempre encuentro algo nuevo en su obra sin importar cuantas veces la haya
leído. Es brillante.” Su cara irradiaba calor y felicidad.
Atrapada por la palpable alegría en el rostro de Zoey, Jessie espetó,
“¡Realmente te gustan los libros!”
“Me encantan.”
“Se nota.”
“Soy un bicho raro, lo sé.....”
“No. Nunca he conocido a nadie antes con tanta pasión por los libros.”
Zoey se ruborizó un poco y centró su atención en la ensalada.
“Es.....hermoso. Más gente debería sentir con tal fuerza las cosas y no tener
miedo de demostrarlo.” Manchas rojizas aparecieron en las mejillas de Zoey,
sorprendiendo a Jessie, así que para preservar esta nueva amistad, decidió
cambiar un poco el tema. “¿Tú escribes?”
“No a menos que tenga que hacerlo.” El color de piel de Zoey ya estaba
volviendo a la normalidad. “Prefiero analizar la literatura, diseccionarla y volverla
a unir de una forma diferente, principalmente para mí, pero también para mis
alumnos. He escrito dos ensayos desde que terminé la universidad, pero es un
proceso muy laborioso y que requiere mucho tiempo, por lo que ni siquiera he
considerado futuros proyectos.”
“Bueno, ¿qué harías si no tuvieras que preocuparte por pagar las facturas?”
“¿Siempre eres tan inquisitiva?”
“Más o menos. Mi madre nos animaba a hacer preguntas, excepto en lo
referido a su autoridad, así que aquí estoy. Pero estábamos hablando de ti.”
Zoey exhaló lentamente, frunciendo ligeramente el ceño. “Me gustaría pensar
que la respuesta es enseñar, pero honestamente no sé qué haría si ganase la
lotería y pudiese coger vacaciones permanentes.” Hubo un silencio entre ellas
roto después de un tiempo cuando Zoey le devolvió la pregunta. “¿Qué hay de
ti? ¿Qué harías?”
“Tocar la batería,” respondió Jessie sin dudarlo. “Intento vivir como si la
música fuese mi carrera y ser mecánico solo un hobby en el que me pagan lo
suficiente para estar interesada.”
“Qué forma tan genial de ver la vida. Si alguna vez encuentro mi pasión, voy
a utilizarte como mi modelo.”
Un cómodo silencio cayó entre ellas, y comieron sus comidas feliz y
saludablemente antes de que Zoey interrumpiera la relativa quietud diciendo,
“Me alegra que estemos haciendo esto, Jessie, conociéndonos mejor.”
“Yo también.” Jessie sonrió sinceramente. Cuanto más tiempo pasaba con
Zoey, más entendía lo que atraía a Neal de ella. Era increíble.
“Tengo que confesar que me resultabas un poco intimidante,” dijo Zoey.
“Estaba aterrorizada por conocerte. Sé lo importante que eres para Neal, y si no
te gustaba, bueno.....”
“Creo que sobrestimas mi influencia sobre él,” le interrumpió Jessie,
sintiéndose culpable por su reacción inicial a Zoey y sus comentarios a Neal.
“Además, ¿qué no me iba a gustar?” Jessie le guiñó un ojo.
“Eres buena para mi ego. Tengo que pasar más tiempo contigo.”
Continuaron cenando, interrumpidas intermitentemente por estallidos de
armoniosa conversación. Cuando llegó la cuenta, Jessie, diciendo que era lo
justo ya que Zoey había proporcionado el entretenimiento de la noche, pagó la
cuenta, dejando una generosa propina para su todavía sobrecargada camarera.
Cuando salieron del cálido restaurante, de repente el frío de la noche les
sorprendió a ambas. Zoey se estremeció y se frotó los brazos desnudos para
calentarse, pero rechazó la oferta de Jessie para que esperase en el restaurante
hasta que ella llegase con la camioneta. Cuando llegaron al pickup, sin embargo,
Jessie insistió en que Zoey se calentase con su súper grande chaqueta de
trabajo que había dejado en la cabina. Zoey agradecida se puso el grueso abrigo
de trabajo azul marino (con un parche blanco con el nombre ‘Jessie’ bordado en
letras rojas sobre el pecho izquierdo), metiendo las manos profundamente en los
bolsillos y tirando de la chaqueta firmemente a su alrededor.
“Gracias,” le dijo Zoey a Jessie cuando arrancó el motor y le indicó que la
camioneta se calentaría en un minuto. “No puedo dejar de temblar. Supongo que
he sido demasiado optimista con el tiempo.”
Moviéndose un poco con instinto maternal hacia el cuerpo tembloroso y
dientes castañeteando de su compañera, Jessie subió la cremallera de la
chaqueta y levantó el suave pelo de Zoey para sacarlo del cuello. Sus ojos se
encontraron, el penetrante verde fijo en el marrón oscuro, y durante un momento,
aunque el mundo pareció detenerse, Jessie todavía podía sentir la agitación en
su estómago. En poco tiempo él no bienvenido calor que estaba comenzando a
asociar a Zoey se esparció desde el centro de su cuerpo por sus extremidades.
La absoluta perfección del momento dejó huella en ella, y cada célula en su
interior se alzó con electricidad, sabía cuando se inclinaban ligeramente una
hacia la otra que besar a Zoey podría ser el mayor sublime error de su vida. Le
zumbaron los oídos, y sus terminaciones nerviosas en alerta y aparentemente
expuestas le obligaron a actuar. Se lamió los labios, se aclaró la garganta y sin
saber cómo, dijo, “Neal se ha perdido pasar un buen rato esta noche.”
El fantasma de su compañero de grupo y mejor amigo, despertó la
culpabilidad en su consciencia, alzándose palpablemente entre ellas y
obligándole a retroceder completamente hacia el asiento del conductor, los ojos
fijos en el coche aparcado frente a ella. Perpleja y un poco desconcertada, Jessie
se concentró en las minucias de la conducción. Sin embargo, dio un tirón hacia
adelante y caló el motor, cuando Zoey respondió suavemente, “Sí, lo ha hecho.”
Sus ojos, con los párpados caídos e impenetrables miraron brevemente a los de
Jessie antes de apartar la mirada. Jessie se maldijo a sí misma y se incorporó
con éxito al tráfico, conduciendo hacia al norte durante quince minutos sin rumbo
antes de confesar que no sabía a dónde iba. Una vez que Jessie dio la vuelta y
se dirigió hacia Ravenswood, la dirección que Zoey le había dado, la cabina se
quedó en silencio, y ninguna mujer habló hasta que Jessie paró en la puerta de
Zoey.
“Gracias otra vez por venir conmigo esta noche. Y por la chaqueta.” Zoey
cogió la cremallera y Jessie puso una mano sobre la de Zoey para evitar que se
la quitase. La mano de Zoey era caliente y suave, inmóvil bajo la de Jessie.
“La necesitarás hasta que entres, ¿no? Quédatela. Por esta noche al menos.”
Con reticencia Jessie retiró su mano de la de Zoey. “Ya me la darás más tarde.
Sabes dónde vivo.” Sonrió a la mujer junto a ella, queriendo de alguna manera
calmarla, para borrar la vulnerabilidad que ahora nublaba su expresión. En su
lugar apartó la mirada.
“Gracias Jessie. Te veo pronto.” Con eso Zoey cogió su maletín, abrió la
puerta y se marchó, dejando solo un ligero rastro de su pesado perfume detrás
de ella. Después de asegurarse que Zoey había entrado con seguridad en su
edificio, Jessie, otra vez maldiciendo su deplorable ser, se dirigió a casa
sintiéndose sola.
Capítulo Cinco
*****
Tan pronto como Jessie la dejó, Zoey se puso su ropa de correr y sus
zapatillas, cogió una botella de agua y salió por la puerta. Tendría que correr al
menos diez kilómetros para recuperarse de los excesos de la pasada noche,
pero ansiaba la liberación física.
Al principio sus lentas piernas se negaron a coger el ritmo. Parecía como si
hubiese pegamento en el asfalto o en sus zapatillas. O en ambos. Aunque
probablemente eso era bueno, porque sentía cada paso reverberando a través
de su dolorida cabeza. Después de aproximadamente kilómetro y medio y varios
tragos de agua, comenzó a sentirse más humana. Su fuerza y su ritmo
regresaron, y pudo aumentar la velocidad, ansiosa por forzarse y disfrutar de lo
que quedaba de su carrera. Reconfortaba por la familiar quemazón en sus
músculos, apretó con más fuerza, incrementando la velocidad hasta casi
esprintar. El frío aire de la mañana desgarraba su garganta y sus pulmones, y
con cada ardiente ingesta de aliento y cada golpe sordo de sus zapatillas sobre
el asfalto, se fue sintiendo cada vez más ella misma. Cuando se acercaba al
punto intermedio, permitió que su mente vagase. Espontáneamente, sus
pensamientos se dirigieron hacia Jessie.
Había sido una noche interesante. Jessie había sido tan abierta en tantas
cosas, sus logros y ambiciones y la pérdida de su abuelo. Sin embargo Zoey
seguía sintiendo que todavía había cierta distancia entre ellas, algo que Jessie
estaba reteniendo. Por supuesto, solo se conocían desde hacía una semana, así
que ¿cuánto realmente podía esperar que Jessie ofreciera? Especialmente
cuando ella había revelado tan poco de sí misma. Tenía que haber algo que
quedase por exponer en el transcurso de su amistad, y Zoey anhelaba descubrir
más cosas sobre Jessie.
Aún así, le molestaba la reacción de Jessie a la desintegración del ensayo.
Tenía la sensación de que Jessie estaba más dolida por el abuso de sus
compañeros de grupo de lo que dejaba ver. En lugar de mostrar su dolor o incluso
su mucha rabia, Jessie se había colgado una máscara de chica dura, actuando
como si los sucesos de la noche anterior no fuesen nada. Zoey realmente no
creía que fuese así, pero todavía no tenía la suficiente confianza necesaria con
Jessie para forzarla a revelar su dolor. Pero tenía la suficiente confianza con Neal
para plantearle la forma en que estaba tratando a Jessie, que tenía planeado
hacer eso más tarde ese día.
Comprobando su reloj y su ubicación, Zoey calculó que había desacelerado
su ritmo considerablemente con sus meditaciones, posiblemente un minuto por
kilómetro o más. Volviendo a centrar su atención en el presente, Zoey aceleró
otra vez el ritmo de carrera para terminar con un tiempo respetable.
De vuelta en casa, sudada y sin aliento, pero sintiéndose pura, fuerte y
saludable, Zoey cogió una manzana y más agua, y fue a por su teléfono. No le
importó que las ocho de la mañana fuese demasiado temprano para llamar a
Neal. Estaba preparada para una pelea. Pero tan pronto como cogió el teléfono
vio que tenía nuevos mensajes en el buzón de voz. Dándole a Neal un pequeño
respiro, marcó su código y segundos después escuchó la primera de las tres
disculpas de Neal y peticiones de que le devolviera las llamadas. Aunque su
rabia estaba ligeramente entumecida, se dio cuenta que Neal solo se disculpaba
por haberle ofendido a ella. No había mencionado a Jessie en absoluto. No es
que tuviera que disculparse con ella por lo que le había hecho a Jessie, pero
sabía que eso significaba que él no creía haber hecho nada malo.
Irritada por su insensibilidad marcó su número de teléfono violentamente,
dejando escapar parte de su agresividad con el teléfono. Esperaba despertarle,
y tal vez también a Sean y Paul, y luego hacerle sufrir más. Esa esperanza se
diluyó cuando él contestó el teléfono al primer tono. Parecía un poco aturdido
cuando murmuró un incoherente saludo, así que posiblemente se había quedado
dormido con el teléfono cerca, y ella había perturbado su sueño. Pero si ese era
el caso, era probable que aún estuviera en su acogedora cama.
“¿Has llamado?” Ella esperaba que su voz sonase apropiadamente helada.
“Hola nena.” Su cálida voz grave de la mañana provocó imágenes de él en la
cama, y ella se suavizó un poco a su pesar. “¿Dónde fuiste anoche? Estaba
preocupado.”
“Me quedé con una amiga.” ¿Por qué no había mencionado a Jessie?
“Lamento haberte cabreado.”
“No es conmigo con quien deberías disculparte.”
“¿Eh? ¿Qué quieres decir?” Su torpeza reforzó su irritación.
“Me refiero a Jessie. Fuisteis realmente horribles con ella.”
“Durango es una chica dura. Puede manejarlo. Además, eso.....”
“Es como tú trabajas. Lo sé. Eso es lo que ella dijo.”
“¿Has hablado con ella?”
“Sí,” Zoey contestó sintiéndose de repente culpable, como si le hubiesen
pillado en una mentira. “Estaba preocupada por ella.”
“¿Lloró o algo?”
“No.” Al menos no por eso, pensó Zoey. “Realmente no quería ni hablar de
ello.”
“Bueno, ahí lo tienes. Cuando Jessie está enfadada, te lo hace saber. No me
preocupa Durango. Ella es dura. Puede cuidar de sí misma.”
¿Por qué parecía tan perfectamente razonable cuando Neal lo planteaba así?
No importaba cuánto quería Zoey que esa amistad funcionase, realmente no era
misión suya proteger a Jessie. “Sigue sin gustarme, pero supongo que tienes
razón. Jessie es una adulta y muy capaz. ¿Pero de todas formas podrías intentar
ser un poco más agradable con ella?”
“Por ti nena, lo que sea.”
“Gracias.” Hablaron durante unos minutos más antes de que Zoey ya no
pudiera soportar más su propio olor. Diciendo que le vería más tarde esa noche,
Zoey colgó y se dirigió a darse una ducha.
Capítulo Ocho
“Tenemos que hablar.” Neal abrió la puerta tan pronto como Jessie puso la
llave en la cerradura.
El pánico corrió a través de ella, y no queriendo arruinar su recientemente
recuperado buen humor con una confrontación, preguntó, “¿Puede esperar?” La
única respuesta de Neal fue una sacudida de su cabeza antes de dirigirse a
grandes zancadas hacia la sala de estar. Ella a regañadientes le siguió, sus pies
pesados como el plomo y su corazón acelerándose cuando vio a Paul y Sean
descansando en el desgastado sofá. Ellos parecían tan inseguros como ella, lo
que en realidad le relajó un poco. Se sentó entre ellos e intentó preguntar con
tono ligero y despreocupado, “¿Qué pasa?” El nudo en su garganta apenas
permitiendo que su voz fuese más que un chirrido.
“He recibido una llamada hoy de un tipo llamado Dino Ryan.” Neal, en su
mundo, pareció no darse cuenta del nerviosismo de Jessie. “Su hermana nos vio
en la Sala Elbo el mes pasado, compró el CD y se lo puso. Él ha estado
intentando ponerse en contacto con nosotros desde entonces.” Las emociones
de Jessie se dividieron en dos. Aunque sentía que tenían que ser buenas
noticias, no quería dejarse llevar para luego decepcionarse. ¿Y si el Sr. Ryan
solo quería contratarles para animar la fiesta de cumpleaños de su hijo?
“Explícate Neal,” exigió Sean. “¿Qué es lo que quería el tipo?”
“Dino, me dijo que le llamase Dino, es dueño de una discográfica.”
“¡Cierra el pico!” Jessie prácticamente saltó de su asiento, su excitación fuera
de control.
“Dijo que quería oír más, que estaría en Double Door el jueves para oírnos
por sí mismo.”
Ahí fue cuando Jessie salió corriendo y envolvió sus brazos alrededor de
Neal. No podía contener sus chillidos de alegría. Una verdadera discográfica iba
tras ellos. Nada en su vida había sido tan impresionante como este momento, a
punto de que su sueño se hiciera realidad.
“No te emociones demasiado,” interrumpió Neal la euforia de Jessie. “Hay
algunos inconvenientes.”
“¿Cómo cuáles?” Paul preguntó con su habitual tranquilidad. Ella recordó el
día en que se unió al grupo, con Neal eufórico y Sean exhibiendo una imposible
mezcla de desagradable hosquedad y encantadora bienvenida, pero Paul
simplemente dijo, “Genial,” con una increíble calma. En ese momento ella se
preocupó por su falta de entusiasmo, pero rápidamente descubrió que Paul,
naturalmente taciturno, rara vez hablaba a menos que tuviese algo importante
que decir.
Neal continuó, “Como que es una discográfica pequeña e independiente, por
lo que no vamos a hacernos ricos en un corto periodo de tiempo.”
“¡Y qué!” Jessie chilló otra vez.
Sean y Paul chocaron los cinco, y Sean quien estaba sonriendo más
ampliamente de lo que Jessie le había visto nunca, dijo entonces, “Tenemos que
ensayar.”
Con la cruda energía fruto del entusiasmo, repasaron su repertorio de
canciones, tres y cuatro veces cada una, esforzándose por lograr la perfección.
Tocaron hasta que la voz de Neal se volvió ronca y Jessie, inmóvil, sudorosa, y
agotada, se dejó caer sobre el tambor. Paul y Sean se limpiaron la frente y el
cuello, secando el constante sudor, cada vez que el momento lo permitía.
Sintiendo cómo sus músculos reclamaban un respiro, Jessie se preguntó cuánto
tiempo más deberían continuar, y después de casi dos horas parecían
completamente listos, la discordia de la noche anterior completamente purgada.
Sintiéndose más cercana s su grupo de lo que nunca antes, Jessie dijo,
“Tenemos que salir y celebrarlo.” Los chicos inmediatamente estuvieron de
acuerdo, y después de algún debate decidieron encontrarse con todo aquel que
quisiera compartir su alegría a las nueve y media en Ziggy’s, su local favorito en
donde había billar, música y buena cerveza.
“Tengo una cita a las siete, pero nos veremos allí, o tal vez solo yo.”
Todos la miraron con los ojos abiertos como platos y la boca abierta como si
fuese una cosa más importante que la llamada de Dino Ryan. “¿Tienes una cita?”
Neal bromeó. “¿Tú?”
“Sí, gilipollas, tengo una cita. No es que sea raro.”
“Prácticamente eres una monja,” Paul resopló, mientras él y Sean, como críos
de tercer grado, hacían ruidos de besos y arrumacos, “Oooh, eres tan soñador.
Te quiero.” Ella les golpeó para que se callasen, pero no hizo más que
espolearles aún más.
Neal, por otro lado, tomó un enfoque diferente. “¿Cómo se llama? ¿Dónde le
has conocido? ¿Lo aprueba Marco?”
Poniendo los ojos en blanco, Jessie suspiró, “Se llama Chad. Le he conocido
en el trabajo, y Marco nunca lo aprueba. ¿Alguna pregunta más, Mamá?”
“Por ahora no, pero estoy seguro que tendré algunas para hacerle a Chad
más tarde.”
“Y es por esto exactamente por lo que no tengo citas,” ella comentó por
encima de su hombro cuando se iba arriba para prepararse para la noche.
Quizás porque los chicos bromeaban o tal vez porque necesitaba que esta
cita fuese bien para así poder quitarse de la cabeza a Zoey, o posiblemente
porque tenía tiempo que matar, Jessie se arregló excesivamente para su cita.
Se depiló, exfolió e hidrató, y se puso maquillaje y perfume. Se recogió su largo
y grueso cabello en moño en la parte superior de la cabeza, con unos cuantos
mechones sueltos enmarcando su cara y colgando por su cuello. Incluso se puso
su diminuto vestido negro, no importándole que podría ir demasiado vestida para
la ocasión. Quería parecer y sentirse hermosa, y lo hizo. A las seis cuarenta y
cinco, impresionante y lista para marcharse, se aventuró a bajar a esperar y
exponerse a las burlas de sus amigos, que continuaron en forma de silbidos y
pitos por parte de Sean.
Cuando Neal comentó que seguramente Marco no aprobaría que Jessie se
marchase de casa con ese aspecto, Sean la llamó, “Mucho caliente.”
“Querrás decir muy caliente, gilipollas. ¿Por qué tengo que estar rodeada de
imbéciles chicos blancos?” El timbre de la puerta sonó puntualmente a las siete,
y ella juguetonamente golpeó a Sean en el brazo antes de apresurarse a derrotar
al patilargo de Neal a alcanzar la puerta, una hazaña nada fácil para una mujer
con un vestido ajustado y tacones. Aunque intentó apresurar a Chad para
marcharse antes de que sus amigos pudiesen hacer comentarios, los chicos
lograron hacer algunas moderadamente vergonzosas observaciones mientras
ella cerraba la puerta.
“Perdona por ellos,” dijo ella mientras caminaban hacia el coche. “A veces se
olvidan que no tienen doce años.”
“Está bien. La familia puede ser un dolor.”
“Cierto, pero no estamos emparentados. Ellos son mi grupo.”
“¿Tienes un grupo? ¿Cómo es que no lo sabía? ¿Eres la cantante?”
“Batería.” Le divertía el interrogatorio. “Neal es el cantante y el líder del dolor
en mi culo.”
“Eso es genial, no la parte del dolor. Tienes que contarme más.” Llegaron al
Jetta azul de Chad, y él hizo una pausa para abrirle la puerta del coche a Jessie,
sonriéndole mientras le decía, “Por cierto estás impresionante. Definitivamente
eres mucho más guapa que mi último mecánico. No puedo creer que finalmente
estuvieras de acuerdo en salir conmigo.”
“Gracias. En realidad me alegra que sugirieras esto. Estoy deseándolo,” dijo
ella mientras se acomodaba en el asiento del pasajero. Las mariposas
agitándose en su estómago, esperaba que para bien.
*****
Zoey se recompuso lo mejor que pudo con el parloteo sin sentido haciendo
eco a través del repentinamente cavernoso cuarto de baño. Luego se aventuró
a bajar las escaleras hacia su novio. Aunque intentó actuar con normalidad,
como si no acabase de besar a la mejor amiga de su novio, como si no hubiese
sido uno de los mejores besos que nunca había experimentado, fracasó
miserablemente. La mirada de Neal le recorrió, y él frunció el ceño.
“Primero Durango, ahora tú. ¿Qué ha sucedido? ¿Os habéis peleado o algo?”
Él le frotó los brazos afectuosamente, malinterpretando su todavía tembloroso
cuerpo.
“¿Qué quieres decir? ¿Qué te ha dicho ella?” Seguramente Jessie no habría
mencionado sus actividades, pero no pudo evitar que el nerviosismo se reflejase
en su voz.
“No ha dicha nada. Su novio nos dijo que se iban.”
“Él no es su novio,” espetó ella antes de poder contenerse.
“Pues a mí me ha engañado. Nunca he visto a Durango actuar de esa forma
con un tipo antes. Apuesto a que está dispuesta a divertirse un poco esta noche.”
“No seas cerdo.” Ella le golpeó en el pecho y, rompiendo el medio abrazo,
cogió su bebida. Irritada, se bebió la mitad de la cerveza.
“Díselo a Chad,” Neal sonrió con suficiencia, y Sean, que estaba parado cerca
contemplando su próximo tiro, se rió en respuesta.
“Te lo digo a ti.” Ella remarcó las palabras, incapaz de controlarse. Solo
marginalmente percibió el murmullo de Sean, “Uh-oh” cuando se alejó de Neal.
Se dio cuenta que estaba arremetiendo contra Neal a causa de su propio
torbellino interior, e intentó recuperar el buen humor.
Neal la miró directamente, y por primera vez en su relación, ella vio la rabia
en sus ojos. “¿Quieres irte o algo?” No era tanto una pregunta cómo una orden.
Respirando profundamente y colocando una sonrisa en su cara, respondió
mansamente, “Siento haber sido una perra. Se suponía que está era tu noche, y
la estoy arruinando. Realmente no sé lo que me ha pasado.” Se terminó su
cerveza. “Pero he terminado.” La mirada de descontento de Neal se suavizó en
su habitual sonrisa. “La siguiente ronda corre de mi cuenta.” Dijo ella por encima
de su hombro de camino a la barra a por más bebidas.
Después de cerrar el bar, y mucho tiempo después de cuando debieron dejar
de beber, regresaron borrachos al apartamento de Zoey, donde
instantáneamente Neal se desmayó. Aunque ella todavía estaba febril por los
recurrentes pensamientos sobre su encuentro con Jessie en el cuarto de baño,
pensó que la falta de consciencia de Neal probablemente fuese lo mejor. Él
estaba demasiado borracho, y ella solo acabaría más frustrada que otra cosa.
No es que no estuviese frustrada ahora. No podía creer lo excitada que estaba.
¿Qué tenía Jessie que le había convertido en un montón de hormonas
temblorosas?
Apenas sobria, desvistió cuidadosamente a su novio desmayado, entonces
gimió por el lío en que se había convertido su vida. Al mirar a Neal sintió afecto
y deseo agitándose en su interior. Él le importaba mucho, y aunque tendía a ser
la menos tradicional de las hermanas, se había preguntado más de una vez si
Neal era el elegido. Podía verse casándose con él en algún pequeño pero
fantástico espectáculo cargado de alcohol y siendo feliz una vez que la resaca
desapareciera. Hasta esta noche le había parecido posible que pudiesen tener
una vida juntos algún día. Sin el resto del grupo, esperaba.
Pero cuando Jessie entró en el bar esta noche, algo dentro de Zoey se agitó.
Era como si verdaderamente hubiese abierto los ojos por primera vez.
Recordando los pensamientos de esa mañana, se rió amargamente por su
ingenuidad. Había estado tan segura de que sus sentimientos por Jessie eran
puramente platónicos, o de lo fácil que sería ser amiga de Jessie. Negó con la
cabeza, luego inmediatamente lo lamentó. Colocándose suavemente de costado
y poniendo un pie en el suelo como un ancla, cerró los ojos para dormir. Fugaces
imágenes de Jessie....., con ese cachas que haría mejor quitándole las manos
de encima, y luego con ella, recordando los suaves labios y los tiernos besos
que se habían vuelto más hambrientos....., pasaron por delante de sus ojos antes
de que todo se volviese negro.
*****
De vuelta en casa y tumbada en la cama mirando al techo, Jessie se preguntó
si alguna vez volvería a tener una buena noche de sueño, no es que se la
mereciera. Pero tal vez le ayudaría a despejar la cabeza. Incluso cuando revivía
la noche en su mente, se iba poniendo más molesta tanto por los sucesos como
por su reacción a ellos. El beso, aunque fuese equivocado, tenía sentido para
ella. Se sentía completamente atraída por Zoey, un hecho que había firmemente
establecido esta noche. Extrañamente, su atracción por Zoey no le sorprendía
en lo más mínimo. No es que ella fuese resueltamente heterosexual. Hasta este
momento no había sido nada sexual. Y ciertamente había apreciado antes la
belleza de las mujeres, como la de su profesora de álgebra de séptimo grado, la
Srta. Moore. La de matemáticas nunca le había parecido tan atractiva. Pero la
fuerza de la atracción, el aparentemente incontrolable impulso que sentía por
esta mujer, le asustaba.
¿Y qué estaba sintiendo o pensando Zoey? ¿Estaba confundida o se sentía
culpable? Jessie no se había quedado en el bar el tiempo suficiente para
averiguarlo. Después de salir corriendo del cuarto de baño buscó a Chad y le
exigió que se marchasen.
“No me encuentro bien,” ella mintió. Por debajo de la culpabilidad le inundaba
la energía. Pero Chad, todo preocupación y dulzura, había reaccionado
inmediatamente, escoltándola fuera del bar e incluso despidiéndose de sus
amigos por ella. Gracias a Dios, porque no hubiese podido soportar mirar a Neal
a los ojos. Pero el viaje de vuelta a casa había sido una tortura. Chad se había
mostrado más simpático, reconfortándola en su inexistente enfermedad. Incluso
se había ofrecido a ayudarla a entrar y quedarse con ella hasta que se sintiera
mejor, y cuando ella educadamente declinó, él dijo que la llamaría mañana.
Las lágrimas amenazaron una vez más, así que ella se estudió los pies
mientras decía, “No creo que debiéramos salir otra vez, Chad.” Se arriesgó a
mirar en su dirección y lo lamentó instantáneamente. Su rostro estaba retorcido
con confusión.
“No lo entiendo. Pensaba que había ido bien.”
“Lo fue. Pero es solo que.....soy yo, Chad. Lo siento.”
“He esperado durante tanto tiempo esta noche. Pensaba que nunca estarías
de acuerdo en salir conmigo, y cuando lo hiciste, estaba tan emocionado.
Pensaba que todo sería genial.” Él parecía más triste que furioso, lo que solo
hacía que ella se sintiera peor. “Cuando tu amigo Neal me dijo que no me hiciera
ilusiones, le ignoré. Pensaba que solo estaba siendo protector. Pero supongo
que él tenía razón. Tal vez simplemente eres inaccesible.”
Normalmente se hubiese puesto furiosa con Neal por interferir, pero esta
noche parecía simplemente justicia. Viendo como los faros de Chad
desaparecían en la distancia, deseó que él y Neal tuviesen razón respecto a su
inaccesibilidad.
¿Y qué pasaría con Neal? ¿Se lo contaría Zoey? Jessie no sabía si lo
deseaba o no, pero se imaginó que pronto sería evidente que Zoey estaría
dispuesta a hacerlo. No disfrutaba al pensar en la idea de esa conversación, pero
la perspectiva de la ira de Neal era un justo castigo para su traición.
Aún así, a pesar de que su comportamiento esta noche no había sido más
que equivocado.....en todos los aspectos, desde utilizar a Chad a su deslealtad
y evitar a Neal.....no podía ignorar la sobrecogedora sensación de corrección que
había sentido al besar a Zoey. Nada en su vida había sido nunca tan perfecto, ni
incluso tocar la batería, y sabía que lo haría otra vez si tenía la oportunidad.
“Voy a ir al infierno,” dijo en la oscuridad mientras Sheila E. se acurrucaba
junto a su cabeza en la almohada. Él puso una pata en su mejilla y maulló una
respuesta. Jessie se estiró para tocar su suave pelo, y aunque se sintió
reconfortada por su calor y su ligero ronroneo, murmuró, “No eres de ayuda,”
antes de caer en un inquieto sueño.
*****
“Solo agua. Por favor.” El estómago de Zoey se revolvió ante el hedor a grasa
del restaurante barato en el que se habían reunido.
Grace sonrió con simpatía y le frotó la espalda a su hermana mayor mientras
Juliana y Laurel miraban abiertamente a Zoey.
“No digas una palabra, Jules. Te té sujetado el pelo para que vomitases
demasiadas veces como para aguantar que me digas nada sobre esto.” De
alguna manera consiguió poner una amenazante expresión en su cara.
Juliana extendió las manos en un gesto de inocencia. “Solo estoy un poco
sorprendida. Normalmente eres más controlada.”
“La noche pasada fue.....rara.” Sintiendo que se ruborizaba y con náuseas
otra veces, Zoey dio un sorbo a su vaso de agua.
“¿Qué fue tan raro?” Aunque la pregunta de Laurel parecía perfectamente
inocente, Zoey sospechaba que su hermana se aprovecharía de su debilitado
estado, así que respondió con cautela.
“Estábamos celebrando.” Todos los ojos de sus hermanas salieron
disparados en dirección a sus manos, envueltas alrededor de su vaso de agua,
inspeccionando los dedos en busca de un anillo. “Dios, chicas. Definitivamente
no estoy prometida.” Un colectivo ‘Oh’ descorazonado le rodeó, y suspirando con
sorprendente alivio, Zoey continuó, “Una pequeña compañía discográfica está
interesada en el grupo de Neal.”
“Wow. Podrías ser Yoko Ono.” Grace prácticamente saltó de su asiento de
emoción.
Zoey palideció y se encogió por la comparación. La asociación con Yoko le
golpeó un poco demasiado cerca de Zoey dadas sus actividades de la pasada
noche potencialmente propicias para dividir el grupo. Antes de poder
recuperarse, Laurel maldijo a Grace por el comentario.
“¿Los comparas con los Beatles?”
“Bueno, discúlpame, las únicas otras novias de estrellas del rock que conozco
es Nancy, de ‘Sid and’ y Courtney Love, y no creo que la referencia a la heroína
fuese apropiada, dado el actual estado de Zoey.”
“Courtney Love era esposa y músico ella misma,” espetó Laurel.
“Por ello era Yoko Ono, pero sabes lo que quería decir.”
“De todos modos.....,” interrumpió Zoey a sus batalladoras hermanas, lo que
no ayudaba a la palpitación en su cabeza, “.....el dueño de la discográfica va a
estar en Double Door en jueves para verles. Oh.....,” dijo con una dolorosa
repentina inspiración, “.....deberíais de venir conmigo. Ayudarme a animar y
salvarme de Maureen.”
Juliana y Laurel murmuraron ambas con mínimo interés, pero Grace declinó,
citando su tesis doctoral y su mínimo flujo de efectivo como razones. Antes de
que Zoey pudiera ofrecerse a pagar la entrada para la actuación de Neal, Juliana
intervino, “Pero eso no es raro.”
“¿Qué?” Zoey verdaderamente no tenía intención de lidiar con sus hermanas.
“Has dicho que la noche pasada fue rara. Eso no es raro.”
“¿He dicho eso?” Zoey suspiró internamente por su desafortunada elección
de palabras.
“¿Qué despertó el holocausto de alcohol?” Laurel otra vez parecía inocente
en su pregunta.
Zoey se sujetó la cabeza, no queriendo tener esta conversación pero tampoco
teniendo la agilidad mental para elaborar una salida. Finalmente murmuró en su
regazo. “Besé a alguien más anoche.”
“¿Tú?”
“¡Qué!”
“¿A Quién?”
Sus simultáneos estridentes chillidos convergieron en ella. En el excitado
parloteo que le siguió, sus palabras se solaparon entre sí a toda velocidad. Ella
no podía centrase en ni una sola pregunta o comentario, y el camarero, trayendo
tres platos de comida apestando a grasa y una jarra de agua, le proporcionó un
respiro, pero sus hermanas rápidamente le despidieron y miraron a Zoey en
busca de respuestas. Se sirvió más agua, intentando ignorarlas y actuar con
naturalidad, pero Laurel insistió impacientemente, “¿Y bien?” Cuando Zoey
continuó sin decir nada, Laurel puso los ojos en blanco con exageración y dijo,
“Detalles por favor.”
Inhalando profundamente, intentando encontrar algo de calma en su interior,
Zoey contó la historia de su beso con Jessie. “Realmente no sé lo que sucedió.
Estábamos hablando en privado, y a ella algo le molestó.....”
“¿Ella? ¡Besaste a una chica!”
Zoey le siseó a Laurel, “¿Quieres un megáfono? No creo que todos en Lake
Zurich te hayan oído.”
“Perdona,” respondió Laurel más dócilmente que lo que Zoey creía posible.
“De todos modos, intenté consolarla, y lo siguiente que supe fue que
estábamos besándonos.”
“Espera.....,” Laurel interrumpió otra vez, “.....estamos hablando de un
inocente beso de ‘lamentó que te sientas mal’ o.....”
“Lenguas enredadas. Manos vagando.”
Sus hermanas dejaron escapar un colectivo “Oh” y entonces Juliana
preguntó, “Siempre me he preguntado sobre estar con una mujer. ¿Cómo fue?”
Tragando con dificultad Zoey recordó el beso. El recuerdo de los dulces
suaves labios que fueron haciéndose más feroces en poseer los suyos le sonrojó
las mejillas. “Increíble,” suspiró. “He besado a un montón de gente.....”
“Entre otras cosas.” Laurel simplemente tenía que meter una puya.
Haciendo todo lo posible por ignorar a su hermana más joven, Zoey continuó,
“Pero este fue, no sé. Me curvó los dedos de los pies e hizo que me girase el
estómago. Creo que lo sentí en mi pelo. Es como si ella tocase todas las partes
de mí con ese beso.” Zoey inhaló, y luego, al ver a Laurel y Juliana mirándola,
se sonó la nariz con la servilleta e intentó restarle importancia. “Puaj. Me puso
enferma.”
Grace le apretó la mano y suavemente preguntó, “¿Entonces qué vas a hacer
ahora?”
“No lo sé.” Zoey suspiró pesadamente. “Jessie salió corriendo del bar antes
de que pudiésemos hablar, y yo procedí a beberme mi peso en whisky.”
“¿Jessie?” Juliana parecía sorprendida. “¿Jessie la batería? ¿La batería
compañera de piso amiga de Neal? ¿Esa Jessie?”
“Sí, va a ser esa.”
“¡Entonces ella es gay!”
Zoey le dio a su hermana la mirada más grave que pudo manejar.
Suavemente dijo, “¿Y entonces eso que dice de mí?”
“Oh, cierto. Pero ahora realmente voy a ir el jueves.” Juliana prácticamente
salivaba en anticipación al melodrama.
“Gracias por tu apoyo.”
Entre bocados de comida Laurel dijo, “Realmente no creo que sea gran cosa.”
Ahora todas las hermanas miraron a Laurel. “¿Qué?” Mirando a Zoey, dijo
llanamente, “¿Neal y tú tenéis algún contrato de exclusividad? Ya hemos
establecido que no hay anillo.”
“No es así como yo funciono.” Sus hermanas le atravesaron con la mirada.
“Normalmente.”
“¿Por qué no? David y yo nos acostamos con quien quisimos antes de irnos
a vivir juntos. Nunca lo he hecho tan cerca de casa, pero no veo el problema
siempre y cuando seas cuidadosa y honesta. Además, Neal realmente no parece
del tipo virtuoso. Una pena que no le conociera yo antes que tú.”
“¡Laurel!”
“Es lindo. Aunque tiene un aspecto demasiado sucio para mí,” intervino
Grace.
“Depende de tu definición de sucio,” Zoey dijo antes de pensar.
“Oooh, intrigante,” respondió Grace.
“No te preocupes, Z. No le encuentro atractivo en absoluto. Pero no puedo
esperar a ver a la batería. Oh, me pregunto a quién traerás a la boda.”
“¡Jules!”
“Como si fueses pura y virginal.” Laurel apenas ocultó su desdén por la actitud
puritana de Zoey. “Has tenido sexo antes que ninguna de nosotras.”
Grace parecía sorprendida, como si fuera la primera vez que oía eso, pero
Zoey no tenía la energía para consentirla. “No es culpa mía ser mayor que
vosotras dos y que Juliana esperase tan malditamente tanto para hacerlo. A
parte de los personajes de Los Hechos de la Vida, ¿qué bicho raro espera hasta
casi los veinte años para tener sexo?”
“Creo que deberías hablar con los dos,” Laurel centró el enfoque de nuevo en
la confusa vida amorosa de Zoey. “Ver dónde te encuentras. ¿Quién sabe? Tal
vez te lo pases verdaderamente bien.”
“No.” Zoey respondió enfáticamente antes de vaciar su vaso de agua. “Pero
pensaré en ello cuando mi cerebro vuelva a funcionar otra vez.” Rellenó su vaso
y volvió a vaciarlo de nuevo. “No quiero hablar más de ello. ¿Podemos pasar a
otra cosa, por favor?”
Todas estuvieron de acuerdo, pero antes de cambiar de tema, Grace le dijo
a Laurel y Juliana. “Espero un informe completo el jueves por la noche.”
Zoey se rió y negó con la cabeza suavemente mientras comenzaban a discutir
sobre la boda.
Teniendo solo un par de clases por la mañana los martes y jueves, Zoey
dedicó la mayor parte de esos días a sus horas de oficina y a corregir. Este
martes, sentada en su escritorio frente a las revisiones que había empezado a
hacer, Zoey no conseguía comenzar a leer. Varias veces había cogido su
bolígrafo rojo, el rojo dejaba a la mayoría de las redacciones pareciendo
manchadas de sangre, pero casi tan pronto como sus dedos se envolvían
alrededor, lo soltaban otra vez, y volvía a dejar el bolígrafo, envuelta en sus
pensamientos. Habían pasado tres días desde que Jessie y ella se habían
besado, y aunque le plagaban los recuerdos, todavía no había averiguado que
hacer. Evitar a Jessie (y a Neal) hasta ahora había funcionado, pero tarde o
temprano tendría que enfrentarse a ellos. En la gran actuación del jueves por la
noche, estuviera lista o no, prometió hacerlo.
Un golpe en la puerta le sacó de sus pensamientos, y levantó la vista para
ver a Nora, normalmente una de sus mejores estudiantes, de pie en la puerta.
En las pasadas semanas Nora había faltado bastante, y aunque Zoey pensaba
que era extraño, se negaba a cotillear. En última instancia no era asunto suyo.
En sus manos Nora llevaba la redacción que Zoey le había devuelto el día
anterior, una semana más tarde que al resto de la clase debido a las recientes
ausencias de Nora.
“Siéntate, Nora.”
La joven chica se sentó nerviosamente en el borde de la silla junto al escritorio
de Zoey. En lugar de su habitual impecable apariencia, Nora llevaba unos
pantalones de pijama y una sudadera de los Bulls (equipo de baloncesto de
Chicago), y llevaba cubierto su pelo casi rapado con un viejo pañuelo. Zoey
encontró preocupante el estado de desaliño de su estudiante. Después de un
sufrido momento de silencio, Nora levantó el papel hacia Zoey y dijo
desesperanzadamente, “Nunca antes había suspendido nada, Profesora
Carmichael. Nunca.” Sus labios temblaron, y su voz se quebró, mientras las
lágrimas llenaban sus grandes ojos, luego cayendo por su piel marrón.
“¿Entonces qué ha sucedido?” Zoey resistió la urgencia de colocar una
reconfortante mano sobre el brazo de su estudiante. Hoy en día incluso un toque
inocente podría ser fácilmente malinterpretado.
“Asuntos personales.” Nora parecía tímida, insegura, un drástico contraste
con su habitual directa personalidad.
“¿Quieres hablarme de ello?” Como norma Zoey se mantenía alejada de la
vida privada de sus estudiantes. No tenían ninguna incidencia en el aula, y era
mucho más fácil calificar basándose en el rendimiento que en sus sentimientos
personales por un estudiante que no lograba encauzarse. Pero en circunstancias
extremas, no podía mantener esa barrera.
A parte de unos cuantos reticentes sorbidos de nariz, Nora permaneció
callada durante unos momentos. Cuando Zoey amablemente empujo una caja
de pañuelos hacia ella, Nora se sonó la nariz y dijo suavemente, “Mi abuela ha
muerto.”
En momentos como este, de cara al sufrimiento y la pérdida, Zoey sentía un
raro agradecimiento por nunca haber conocido a sus abuelos. Su padre había
sido huérfano desde niño, estando bajo el frío cuidado del gobierno durante dos
años antes de que un hermano mayor se hiciese cargo de su crianza. Los padres
de su madre, aunque seguían vivos, les habían venido a visitar desde Irlanda
solo una vez, cuando Zoey tenía diez años. Fueron bastante agradables y
amistosos, pero le parecieron extraños, hablando la misma curiosa lengua que
su madre, y para ella fue indiferente su presencia y su marcha. A lo largo de los
años a menudo había tenido una sensación de falta, pero también confusión y
alivio cuando veía el dolor de sus amigos por la pérdida de sus abuelos. Lo sintió
cuando Jessie le habló de su abuelo, y ahora lo sentía de nuevo.
“Lamento oír eso, Nora.”
La chica se limpió las recientes lágrimas. “Ella ayudó a criarme. Realmente
no he estado pensando mucho en los estudios, y con el funeral y todo, no fui a
la biblioteca a hacer la investigación. Lo siento.”
“Oh, Nora, ¿por qué no me lo dijiste? Te hubiese dado más tiempo.”
Al medio segundo de decirlo, Zoey se preguntó si estaba siendo manipulada.
Hoy en día los estudiantes no tenían reparos en utilizar a parientes desde a hace
tiempo fallecidos como excusa. A menudo asesinaban a padres perfectamente
sanos y abuelos para conseguir un aplazamiento o librarse de una asignación.
Pero Zoey recordaba las lágrimas de Jessie por la pérdida de su abuelo y como
anhelaba reconfortarla, y sentía que la pérdida ante ella era igual de potente.
Mientras Nora se limpiaba las gigantes lágrimas de sus manchadas mejillas
con otro pañuelo, Zoey cogió un bloc de notas y un bolígrafo y comenzó a hacer
anotaciones, hablando mientras escribía. “Aquí tienes un par de buenas básicas
fuentes de Steinbeck. Empieza por ellas. Te proporcionarán una buena base,
pero más importante aún te señalaran nuevas fuentes. Puedes tomarte una
semana más para hacerlo.”
“¿De verdad?” Zoey asintió, y por primera vez la cara de Nora se iluminó. “Oh
Dios mío, gracias, Profesora Carmichael. Iré a la biblioteca ahora mismo.” Se
levantó para marcharse.
“Bien. ¿Y Nora?”
“¿Sí?”
“Si tienes cualquier problema, ven a verme. Podremos solucionarlo.”
“Lo haré Profesora Carmichael. Muchas gracias.”
Viendo como su estudiante corría por el pasillo, Zoey suspiró, “Soy
demasiado blanda para este trabajo.” Entonces volvió a sus inacabadas
correcciones delante de ella y a pensar a Jessie.
*****
Para Jessie la semana pasó como un borrón. Tanto Marco como Neal
trabajaron sin descanso, y aunque agradecía la constante actividad, echaba de
menos tener tiempo para sí misma. Quería seguir el consejo de su madre y
realmente contemplar la situación, las posibles consecuencias y cómo podría
vivir con ellas, pero al final de cada noche subía las escaleras a su apartamento
demasiado agotada para hacer poco más que alimentar a Sheila E. y caer
rendida en la cama. La mayoría de las noches incluso olvidaba alimentarse ella
misma.
El jueves por la mañana se dio por vencida en solucionar nada hasta después
de la actuación. No podía imaginar cuál sería su reacción cuando tuviese que
enfrentarse a Zoey, quien había brillado por su ausencia en la casa desde el
sábado por la noche. Temerosa de levantar las sospechas de Neal pero incluso
más asustada de alejar a Zoey, Jessie despreocupadamente le había
preguntado a Neal después del ensayo del martes por la noche.
“¿Dónde ha estado Zoey últimamente?”
“Oh, ha tenido un montón de papeles por corregir. Está intentando tenerlo
todo terminado para poder venir a la actuación del jueves por la noche.”
“Genial.” Consiguió decir con voz temblorosa, pero Neal no pareció darse
cuenta.
“Sí. He estado pensando en el repertorio para el jueves, y creo que
deberíamos tocar su canción.”
“¿De verdad? No creo que la tengamos todavía.”
“¿Estás bromeando? Sonaba perfecta anoche. Y quiero que ella la oiga de
verdad.”
Su énfasis en ese punto tenía un montón de significado para ella, pero por su
puesto estuvo de acuerdo con él, discutir hubiera atraído su atención hacia
dónde menos quería dirigirla. Pero ahora además de ver a Zoey por primera vez
desde que se besaron, tendría que tocar su canción de amor delante de un
montón de gente. Aunque nadie sabía que se trataba de una canción de amor
para ella, más que Neal y ella, eso no calmaba sus nervios ni un poco.
Las nueve en punto, el horario previsto para que comenzase el grupo, se iban
acercando poco a poco, y ella se iba encontrando cada ver más nerviosa. Había
estado tan inquieta en el trabajo, manejando torpemente las herramientas y
piezas, y casi dejando ayer la taza favorita de Marco, que la había enviado a
casa temprano. Aunque tenía planeado echar una siesta antes de la actuación,
una vez que su cabeza tocó la almohada su mente comenzó a girar a mil por
hora, creando nuevas preocupaciones a las ya concernientes a Dino y Zoey. Así
que en lugar de conseguir un más que necesitado descanso, Jessie se encontró
preparando su equipo. Repasando su lista mental, repasó tres veces el equipo y
aún así se sentía incómoda. Mirando su reloj, sin embargo, se convenció de que
los chicos pronto estarían en casa para ayudarle a recordar lo que había
olvidado, así que se dirigió a arriba para darse una ducha y vestirse.
Naturalmente tuvo que pensar en que ponerse, quería tener un aspecto rock
and roll, pero tampoco demasiado inabordable. Además le preocupaba como
compensar la indumentaria de vaqueros y camisetas de los chicos con un
acercamiento a la moda y todavía seguir pareciendo que encajaba. Había otra
razón, una razón más poderosa por la que quería tener buen aspecto, pero
apartó sus pensamientos de ello. Media hora después y tras rebuscar
profundamente en su armario, finalmente decidió que la comodidad sería su
mejor aliada en una noche como esta y se puso unos suaves vaqueros viejos y
una simple camiseta sin mangas blanca debajo de un jersey negro de gasa.
Aunque el negro complementaba el colorido, casi definitivamente se quitaría el
jersey, ya que la luz aunque suave, acabaría calentando el escenario. Se dejó el
pelo suelto, las gruesas ondas enmarcando su cara dándole un aspecto un poco
salvaje mientras tocaba. Vestida y lista para salir, ahora no tenía nada con lo que
distraer su mente de Zoey.
*****
Cuando pensó en ello mientras corría, había parecido tan fácil, y en la ducha
después de haber estado golpeando el asfalto durante una hora, se sintió segura
de que funcionaría. Pero ahora, aferrada al teléfono sin vida que seguía en su
temblorosa mano, un inquietante temblor que había comenzado cuando levantó
el teléfono y había aumentado cada vez que marcaba, ahora se permitió sentirse
un poco maltratada. “Bueno eso no ha ido nada bien,” dijo en la silenciosa
habitación, preguntándose sin embargo si había valido la pena todo el trabajo y
la agitación.
Estuvo tentada, no por primera vez, de alejarse de todo el sórdido lío, dejar ir
esos sentimientos y olvidar a Jessie Durango y el beso, y simplemente continuar
hacia adelante con su vida con Neal. No necesitaba esta confusión y malestar.
Pero el hecho era, que en una semana, había hecho poco más que recordar ese
beso y debido a su confusión sabía que olvidar no era una opción. Tenía que
hablar con Jessie para encontrar la forma de poner orden en su vida.
No queriendo enfrentarse al teléfono otra vez, Zoey consideró que hacer a
continuación. Dado el torbellino emocional de la semana pasada, aplazar la
discusión parecía una muy mala idea, y evidentemente la conversación debía
ser en persona. Aunque iban a verse al día siguiente, Zoey no creía que la cena
en casa de los Durango con Neal presente fuese el foro apropiado para confesar
su confusa atracción. Dándose cuenta de lo que tenía que hacer, Zoey cogió sus
llaves y, antes de poder echarse atrás, salió por la puerta.
***
*****
Por la mañana Jessie se despertó sola. Por un momento pensó que había
soñado todo el intercambio, pero su desnudez y exaltación, y la nota manuscrita
en su almohada le convencieron de lo contrario. Cogiendo la nota, la leyó,
“Jessie, pensé que debería marcharme temprano. ¿Tal vez podamos hablar más
tarde hoy?” Había firmado simplemente con ‘Z’ y había escrito su número de
teléfono en la parte inferior del suave papel. Decepcionada pero entendiéndolo,
Jessie salió de la cama sintiéndose radiante y alegre. Metiendo la nota entre las
páginas de un libro de poesía, consideró sin importarle el cliché que debía ser
porque realmente debía de estar radiante.
Había dormido hasta más tarde de lo pretendido y tenía que darse prisa para
estar preparada y poder ensayar antes de dirigirse a casa de sus padres.
Recogió a Sheila E., le dio un rápido beso en la cabeza y lo envió lejos de ella
antes de entrar en la ducha. Incapaz de dejar de sonreír, se rió de su tontería
pero todavía sonriendo mientras se vestía y hacia la cama con la ayuda de
Sheila. Después de estirar la maraña de sábanas, olió las almohadas, inhalando
el aroma de Zoey.
Al mediodía dejó su habitación, y no fue hasta llegar abajo y ver a Neal en la
cocina que sufrió plenamente el impacto de lo que había hecho la pasada noche.
Se había acostado con Zoey. La Zoey de Neal. Y ahora tenía que pasar el día
con los dos fingiendo que nada había sucedido cuando todo lo que quería hacer
era arrastrar a Zoey de vuelta a la cama con ella y abrazarla para siempre.
Su corazón cayó, y su involuntaria sonrisa se desvaneció cuando Neal dijo,
“Buenos días, sol. Estas terriblemente animada.”
“Yo, um, he dormido realmente bien, supongo.”
“Yo con seguridad no. Después del partido fuimos a tomar unas copas. Estoy
terriblemente cansado.”
“¿Resaca?” Ella preguntó, fijándose en sus ojos enrojecidos y sintiéndose
incluso mal por él, pero al menos sabía que no había vuelto a casa y les había
oído a Zoey y ella hacer el amor.
“No tanto. ¿Qué hiciste tu anoche?”
Odiándose a sí misma, contestó con la verdad. “Me quedé en mi habitación,
y me fui temprano a la cama.”
“Eres una buena chica.” Él dio un gigante sorbo a su café antes de
pesadamente dirigirse a la zona de ensayo.
Siguiéndole, vio como las advertencias de su madre obre el dolor del engaño
se materializaban. ¿Pero qué podía hacer ahora?
“He seguido tu consejo, más o menos” Zoey había marcado el número de
Grace tan pronto como cerró la puerta de su apartamento detrás de ella, sin ni
siquiera mirar el reloj para ver si era una hora prudente.
“Explícate por favor.” Grace bostezó mientras hablaba, pero Zoey no tuvo
tiempo de sentirse mal. ¿Cuántas veces había parecido, sonado y se había
sentido mal por el cansancio de trabajar en su tesis doctoral? Grace sobreviviría.
“Fui a casa de Jessie.....”
“Que también es la casa de Neal.”
“Sí. Gracias por recordármelo,” espetó Zoey. “Fui a hablar con Jessie.”
“¿Y? ¿Cómo fue?”
“Bueno no tuvimos tanta charla como sexo.”
“¿Tú qué?” Grace chilló. “Ese no fue mi consejo.”
“¡Lo sé!” Zoey gritó. “No se suponía que tenía que suceder. Se lo pasó.”
“Supongo que ahora sabes cómo os sentís las dos,” Grace dijo esperanzada.
Cuando Zoey no dijo nada durante varios segundos, Grace preguntó, “Hay más
historia, ¿no es así?”
“Salí corriendo esta mañana antes de que ella se despertase,” admitió Zoey.
“¡Dios Z! ¿No le dijiste nada? ¿Te la tiraste y simplemente te fuiste?”
La cruda redacción de Grace no ayudó a que Zoey se sintiera mejor con su
comportamiento. A la defensiva, declaró, “Le dejé una nota.”
“Oh, una nota. Eso le hará sentirse realmente bien.” El sarcasmo de Grace
estaba haciendo que Zoey cuestionase la sabiduría de haberle pedido ayuda a
su hermana menor. “¿Un nota de adiós muy buenas o más bien un garabato a
lo ‘Darling Nikki’?”
“¿Darling Nikki?” “Esa excepcionalmente sucia canción de Prince. Ella le deja
una nota en la que dice ‘Llámame siempre que quieras.....’”
“Lo pillo. Gracias,” Zoey le interrumpió. “Le dije que teníamos que hablar. Se
supone que vamos a vernos hoy.”
“Una vez más te aconsejo que hables con ella. De verdad esta vez. Nunca
sabrás lo que es esto, a lo que te enfrentas, si no lo discutís.”
“Tienes razón, Grace. Sólo desearía no estar aterrorizada.”
El viaje a casa de sus padres sentó el tono para el resto del día, culpabilidad,
confusión, y anhelo. En el breve viaje a casa de Zoey, Neal parloteó
animadamente sobre el contrato de grabación, Zoey, y las perspectivas de los
Cubs para la temporada, diciendo lo que él y otros aficionados a los Cubs decían
durante la primavera: “¡Este va a ser el año!” Por supuesto Jessie sabía que no
lo sería, nunca lo era, pero de todas formas envidiaba su fe. Aún así se
preguntaba qué le decepcionaría más, la inevitable pérdida de temporada de los
Cubs o que ella y Zoey se hubiesen acostado. Esperaba ilusoriamente que Neal
nunca llegase a descubrir lo que había sucedido la pasada noche, pero como las
perspectivas de los Cubs para la temporada, sabía que esa esperanza nunca se
materializaría.
Cuando pararon frente al edificio de apartamentos de Zoey, ella estaba
esperando fuera. El pulso de Jessie se aceleró al verla. Giró la cabeza para
esconder el rubor en sus mejillas y la amplia sonrisa de Neal, pero no tendría
que haberse molestado ya que él no se daba cuenta de nada excepto de Zoey.
“¿Has visto alguna vez alguna cosa tan hermosa?” Neal exclamó antes de
salir de la camioneta.
“No,” susurró Jessie. “No, lo he visto nunca.”
“Hola nena,” dijo él y Jessie se encogió cuando él besó a Zoey
profundamente. Aunque Zoey terminó el beso rápidamente, aun así Jessie se
sintió enferma.
Zoey le mantuvo separado y, sonriendo un poco tristemente, le devolvió el
saludo. Cuando centró su atención en la familiar camioneta pickup y dijo, “Hola,”
su voz sonaba calmada, pero la intimidad del contacto visual que compartió con
Jessie antes de deslizarse hacia ella a través del desgastado asiento le traicionó.
Estaba tan nerviosa y emocionada como Jessie, y aparentemente en liga con las
emociones de Zoey el estómago de Jessie se agitó y dio un vuelco salvajemente.
A penas asintió un saludo, no confiando en su voz. Zoey se acomodó en una
posición inclinada, la que había utilizado la primera vez que subió a la camioneta
de Jessie, pero ahora intencionadamente se apretaba contra Jessie, haciendo
que ella se retorciera de deseo y angustia. Aún así, Jessie le devolvió el oculto
abrazo, y aprovechó para acariciar con el dorso de su mano el muslo de Zoey
cada vez que cambiaba de marcha. Queriendo desesperadamente descansar su
mano sobre el muslo de Zoey, trazar la costura de sus vaqueros desde la rodilla
hacia arriba, en su lugar mantuvo la mano en la palanca de cambios, apretándola
firmemente en su tormento.
Neal, sin embargo, parecía ajeno mientras repasaba los momentos más
importantes del partido que ya había compartido con Jessie. Zoey parecía tan
poco interesada en Neal como Jessie lo había estado, y el hecho de que Neal
no se diese cuenta ayudó a Jessie a convencerse de que ella merecía más a
Zoey que Neal. Mientras conducía empezó con una lista de justificaciones en su
cabeza, y reunió una bastante buena colección, Neal podía tener a quien
quisiera, él y Zoey no tenían más en común que la altura, y antes de darse cuenta
de que Neal había dejado de hablar sobre los estúpidos Cubs.
“Sabes, me odiaban al principio, pero después que Jessie les explicase que
no estábamos saliendo ya, que solo éramos amigos, fueron acogedores
conmigo. Especialmente su madre.”
“¿Vosotros salisteis?” Zoey parecía aturdida.
“Durante un minuto,” contestó Jessie rápidamente.
“Eso es simplemente demasiado raro.”
“¿Qué es raro?” Neal intervino. “Jessie es totalmente caliente, y.....,” él sonrió
ampliamente con confianza, “.....las mujeres me encuentran irresistible.”
“No estés tan seguro,” respondió Jessie secamente, sintiéndose cruel cuando
las palabras salieron de su boca y Zoey le empujó suavemente.
“Ouch Durango. Bueno, al menos sé que una lo hace.” Él envolvió un brazo
alrededor de Zoey y tiró de ella hacia él, dejando sonoros besos en su mejilla
incluso aunque ella le empujó ligeramente. Su expresión de cachorro herido
demostró su preocupación, pero habían llegado a casa de los Durango, lo que
no le dio la oportunidad de preguntar por la reacción de Zoey.
Silvia y Antonio les recibieron en la puerta, saludándole calurosamente, y
como de costumbre, Neal levantó a la diminuta Silvia del suelo con su fuerte
abrazo. Ella le regañó juguetonamente mientras él gritaba con cariño, “¡Mamá
Durango!”
“Neal es la única persona que puede salir indemne de eso.” Jessie le explicó
a Zoey. “Si cualquier otra persona, incluido mi hermano, levanta a Silvia Durango
así como una muñeca de trapo, tendrá que pagar un infierno.”
Silvia le golpeó a Jessie por su lenguaje, y Zoey se rió y levantó las manos
hacia la madre de Jessie. Después de las educadas presentaciones Silvia llevó
a Jessie a la cocina para que le ayudase mientras Antonio se encargaba de que
los invitados estuviesen cómodos.
“¿Puedo ayudar?” Zoey era todo sonrisas, ganando puntos con la madre de
Jessie aunque Silvia le había dicho que se sentase y disfrutase de ser una
invitada.
Aunque era reticente a dejar a Zoey, Jessie sabía muy bien que era mejor no
discutir y se resignó a su papel de obediente hija.
Capítulo Catorce
Frustrada por estar tan cerca de Jessie sin realmente ser capaz de estar cerca
de ella, Zoey hizo todo lo que pudo por charlar y socializar con Neal y Antonio.
Aún así, un recurrente chorro de lo que parecía irritado español procedente de
la otra habitación mantenía la atención de la mente de Zoey en Jessie.
Sonrió educadamente y escuchó sin entusiasmo mientras Neal y el padre de
Jessie discutían de buenas maneras sobre los Sox contra los Cubs, todo el
tiempo intentando distinguir la voz de Jessie en la conversación que tenía lugar
en la cocina. Por qué se molestaba si no lo entendía. Incluso aunque hubiese
adquirido suficiente práctica estudiando español en el instituto en lugar de
sucumbir al atractivo romántico del francés, era más que probable que sus
habilidades sobre el lenguaje se hubiesen atrofiado por el desuso justo como
había sucedido con sus habilidades con el francés. Además de eso, Jessie y su
madre hablaban a demasiada velocidad para poder conseguir que sus oídos
distinguiesen más allá del sonido básico en cualquier otro lenguaje. Incluso las
ocasionales explosiones en inglés no aclaraban nada las cosas para Zoey. Pero
escuchar la voz de Jessie, sin importar lo que dijese, hacía que el estómago de
Zoey dio ese un vuelco, y como la primera vez que escuchó a Jessie hablar en
español, Zoey estaba hipnotizada. Se había ido poniendo más nerviosa en su
emoción por estar con Jessie así como inquieta por su traición a Neal. La
inestable mezcla de emociones en su interior la tenía al borde, y sentada junto a
Neal, quien le tocaba con facilidad y a menudo, y le sonreía tan dulcemente, solo
hacía que quisiera salir corriendo de todo este lío.
Buscó algún ardid para ver a Jessie a solas, pero su mente era todo menos
colaboradora. Justo cuando pensaba que iba a gritar por la tensión y la dificultad
de mantener ese tipo de plácida fachada, se le ocurrió una idea, lejos de ser
brillante no era nada débil. Después de excusarse con los hombres, se aventuró
a ir a la cocina donde estaban Jessie y Silvia, todo sonrisas y risas, continuando
con su rápido discurso bilingüe.
Con más confianza de la que sentía, Zoey se dirigió a la madre de Jessie,
“Sra. Durango, ¿podría pedirle prestada a su hija durante un rato? Esperaba
poder echar un vistazo al resto de su hermosa casa.”
“Llámame Silvia, por favor. Y me harás un favor si te la llevas.” Silvia se rió
luego lanzándome un último comentario en español a Jessie, quien puso los ojos
en blanco antes de salir de la habitación con Zoey.
Jessie escoltó a Zoey a través del nivel inferior de la casa, enseñándole todas
las habitaciones sin interés ni entusiasmo. Zoey apenas se fijaba en nada más
allá de la cercanía de Jessie. Pero en el piso superior, lejos de todo el mundo,
Zoey agarró a Jessie y tiró de ella cerca, abrazándola desde detrás, saboreando
su olor, la suavidad y el calor del cuerpo de Jessie tan cercano al de ella.
“Me está resultando difícil estar cerca de ti sin poder tocarte,” dijo Zoey suave
y tensamente, y Jessie se dio la vuelta de cara a ella. Zoey estaba atrapada por
la honestidad y vulnerabilidad de los suaves ojos marrones de Jessie. Parecía
como si verdaderamente pudiera confiarle a Jessie su corazón. Preguntó en un
susurro, “¿Alguna de esas puertas lleva a tu habitación?”
La comisura de la boca de Jessie se curvó hacia arriba antes de coger la
mano de Zoey y llevarla a la última puerta al final del pasillo. Una vez en el interior
Zoey dijo, “¿Así que aquí es donde creciste?”
“Sip.” Ambas miraron el entorno. Zoey se fijó con placer en las paredes de un
color púrpura profundo, al menos le gustaba lo que podía ver detrás de los
cuadros y pósters de grupos y jugadores de fútbol que colgaban en drásticos
ángulos. La regla principal de la decoración de juventud de Jessie parecía haber
sido un completo rechazo a las líneas rectas, los ángulos rectos, o las cosas
niveladas.
Una pequeña cama, pareciendo demasiado de princesa para haber
pertenecido a Jessie, se encontraba descuidadamente asentada en la pared más
alejada. “Mi madre hizo eso,” dijo Jessie, tocando la colcha blanca con volantes
y riendo. “Así que no es mi estilo.”
En el lado opuesto a la cama, una cómoda blanca estaba apoyada contra la
pared, y encima de ella varios artefactos de los años de formación de Jessie. La
habitación parecía un santuario de la juventud de Jessie, y Zoey quería
permanecer allí y estudiar los recuerdos para conocer mejor a la mujer a su lado.
Entre los objetos había cierto número de fotografías enmarcadas de Jessie y sus
amigos en el instituto. Vio a una niña de brillantes ojos y mejillas regordetas con
coletas sonriendo expresivamente a un compañero que le sacaba la lengua.
Zoey no podía decir a primera vista quién era Jessie, pero cuando cogió una foto
y la miró más de cerca, Jessie dijo, “Oh no, no lo hagas,” y le quitó la fotografía.
Atrapada por la belleza de Jessie y la intimidad que ahora compartían, Zoey
llevó su boca a la de Jessie besándola con ferocidad. Sus manos comenzaron a
viajar sobre el cuerpo de Jessie cuando, para sorpresa de Zoey y tormento,
Jessie terminó el beso bruscamente. “No deberíamos hacer esto. No aquí, no
ahora,” dijo y lanzó una turbada mirada en dirección al suelo. Suavemente apartó
a Zoey y añadió, “Te eché de menos esta mañana.”
“Dios, odio haberme ido. Quería quedarme. Casi me di la vuelta para volver
contigo.” Zoey se acercó a Jessie y la sujetó otra vez.
Resueltamente, Jessie se apartó del abrazo de Zoey y se sentó en la cama.
“¿Por qué te marchaste?”
Zoey exhaló lentamente y se dejó caer en la cama junto a Jessie. “Porque me
entró pánico.” Cogió la mano de Jessie en la suya, como seguridad. “Anoche fue
increíble. Fue perfecto, tal vez la mejor noche de mi vida. Pero por la mañana,
las repercusiones de lo que había sucedido me aplastaron.”
“Neal.”
Zoey asintió, su boca una firme línea. “Tengo tantas preocupaciones y
preguntas agolpándose en mi cabeza, saturando mis pensamientos, y verte
dormir no me ayudaba a resolverlos.”
Jessie apretó la mano de Zoey. “Tiene sentido.”
“Realmente tenemos que hablar, pero no aquí, no ahora,” se hizo eco de la
anterior declaración de Jessie. Se miraron una a la otra durante varios minutos,
antes de que Zoey rompiera el trance. “Creo que deberíamos volver abajo. No
quiero que tu madre se moleste. Parece una mujer verdaderamente sería.”
“Eso sería decirlo dulcemente. Es feroz.”
“¿Qué te dijo abajo?”
Jessie dudó antes de contestar. “Me dijo que hablase contigo.”
“¿Sobre qué?” La expresión de Zoey era de perplejidad.
“Por favor no te enfades conmigo.” El estómago de Zoey se fue haciendo más
pesado mientras consideraba las posibilidades que implicaban el ruego de
perdón de Jessie. “Le hablé a mi madre de ti. Es decir, de lo que sentía por ti.”
Los ojos de Zoey se agrandaron drásticamente. “Fue la semana pasada después
de que nos besáramos. Estaba toda nerviosa, y necesitaba hablar con alguien.
No podía hablar con Neal, evidentemente, y ella siempre sabe cuando estoy
molesta. Simplemente me lo sacó. Lo siento.”
“Wow. Eso es extraño, pero.....,” hizo una pausa, levantándose y mirando al
suelo de madera, “.....supongo que lo entiendo. Después de todo, yo hice lo
mismo con mis hermanas.”
“No lo hiciste.”
“Lo hice.”
“¿Fue por eso que estaban tan raras la otra noche?”
“Eso me temo. Lo siento.”
“Está todo bien. Pero mi madre tiene razón. Necesitamos hablar. Sobre un
montón de cosas.”
“Lo sé.” Zoey pasó la mano a través del cabello negro de Jessie, jugando con
las puntas, disfrutando de su peso y su textura. “¿Puedes venir a casa esta
noche?”
“Sí. Después de dejar a Neal y dar de comer a Sheila, iré a tu casa.” El
corazón de Zoey cayó un poco cuando sus pensamientos regresaron a Neal,
pero bajo la superficie de su culpabilidad, una sobrecogedora felicidad llenaba
su interior.
*****
*****
*****
“No, no, Jessie.....,” dijo Fiona firmemente, “.....tú ya te has ganado la cena.
Deja que esas dos se ganen su subsistencia mientras nosotras nos conocemos
mejor. Martín rellenará nuestras bebidas, y entonces podemos sentarnos en la
sala de estar para tener una agradable charla.” Ella rodeó los hombros de Jessie
con uno de sus largos brazos, dirigiéndola más allá de la cocina y diciendo, “Dime
Jessie, ¿Cómo se las arregla una pequeña cosa como tú en el mundo de la
reparación de automóviles?”
Cuando sus voces se fueron desvaneciendo, Zoey se mostró reacia a
someter a Jessie a sus padres sin su supervisión. ¿Quién sabía que daños podía
causar Fiona antes de que terminasen con los platos? Después de unos minutos
de indecisión, Zoey se dio la vuelta en el fregadero de la cocina para mirar a
Grace, quien estaba recogiendo los platos, mirándola abiertamente y con una
sonrisa de suficiencia.
“¿Qué?” Zoey comenzó a llenar el fregadero con agua hirviendo, la única
temperatura aceptable para lavar los platos en la cocina de Fiona Carmichael.
“Solo que Laurel y Jules tenían razón,” respondió Grace, todavía sonriendo.
“¿Sobre qué?”
“La batería.” Grace cogió un humeante plato de la mano de Zoey y lo secó.
“Estás enamorada de ella.”
“Lo estoy.” Zoey sonrió a su pesar. “¿De verdad es tan evidente?”
“Para mí, sí. He visto como la mirabas durante la cena, como la observabas
mientras arreglaba el coche de papá.”
“¿Crees que Mamá y Papá se han dado cuenta?” Una ráfaga de risas llegó
desde la otra habitación.
“Probablemente estés a salvo. No estoy segura que el cerebro de mamá
piense de esa manera, y dudo que a papá le importe. ¿Vas a decírselo?”
“¿Qué estoy teniendo sexo enloquecedor con una mujer todas las noches?
Creo que me lo saltaré.”
“No, estúpida. Qué estás enamorada de una mujer.”
“Ni siquiera se lo he dicho a Jessie todavía.”
“¿No lo has hecho?” Zoey negó con la cabeza mientras lavaba los cubiertos.
“¿Por qué no?”
“Por una razón. No hace ni una semana.”
“¿Y? Apuesto a que ella te lo ha dicho.”
“Ella es mucho más valiente que yo.”
“¿Estás asustada?”
“Grace, estoy aterrorizada. Solo han pasado unos días, y estoy tan perdida
por ella que no sé lo que haría si se marcha.” La visión de Zoey se nubló por las
lágrimas que no quería dejar caer, y esnifó audiblemente antes de sentir la mano
de Grace en su hombro.
“Dios, Zo. No te he visto tan colada por nadie desde que tenías catorce años.”
“Y sabes lo bien que resultó.”
“Creo que podrías estar comparando gilipollas y naranjas. Jake era un
imbécil, pero Jessie me gusta. Es agradable, y te mira como si el mundo no
existiera a menos que tú estés en él. Te mereces a alguien así, y ella se merece
saber cómo te sientes.”
“Lo sé, pero no puedo dejar de pensar que tal vez si retengo algo, entonces
no será capaz de hacerme tanto daño.”
“Sabes que estás siendo una idiota, ¿verdad? Tal vez si retienes algo, la estés
empujando a alejarse. Ten un poco de fe. En vosotras dos.”
“Tienes razón, lo que es espeluznante. Mi hermana pequeña no debería estar
dándome consejos sobre el amor.”
“Bien, pero tal vez podrías apresurarte con los platos para así poder salvar a
tu novia de sus futuros suegros.”
Completamente de acuerdo, Zoey volvió a centrar su atención de nuevo en el
desorden de la cocina, trabajando rápidamente para volver con Jessie. Una vez
terminados los platos, las hermanas se unieron a la conversación en la sala de
estar, desviándola de las historias sobre la malgastada juventud de Zoey.
Capítulo Diecinueve
“Me siento mucho mejor ahora.” Jessie salió del cuarto de baño envuelta en
una toalla. Refrescada, hambrienta y dichosamente inconsciente de nada de lo
sucedido que alterase su felicidad, preguntó, “¿Encontraste algo de comer?”
Zoey no respondió, y Jessie la encontró sentada en el sofá en la sala de estar
a oscuras, mirando en silencio al frente. “¿Qué pasa?” Jessie se arrodilló delante
de Zoey y le cogió las manos.
Sin venir a cuento, ella preguntó, “¿Cuál fue tu primera impresión sobre mí?”
Vagamente consciente de que algo iba mal, pero sin tener ni idea de lo que
podría ser, Jessie contestó insegura, “Pensé que eras verdaderamente alta.” La
expresión de Zoey, una que Jessie estaba segura había aterrorizado a más de
unos cuantos estudiantes, le indicó que su intento de aligerar los ánimos había
fracasado.
“¿Eso es todo?” A parte de atravesar con la mirada a Jessie, Zoey no se había
movido, pero ahora se levantó, caminó hacia el interruptor de la luz y
bruscamente las iluminó con la áspera luz de la lámpara de techo.
Bajo la luz, Jessie vio con más claridad la angustia en la expresión de Zoey.
Se acercó para abrazar a Zoey, calmarla, pero Zoey se apartó de su avance.
Rechazada, Jessie ladeó la cabeza con confusión. “Estás enfadada. ¿Ha pasado
algo mientras estaba en el cuarto de baño?”
“Neal se pasó por aquí.” Jessie sintió como sus ojos se agrandaban y se
quedaba con la boca abierta ante el anuncio de Zoey. “Creo que es seguro decir
que él y yo ya no somos pareja.” Jessie no sabía cómo reaccionar. Realmente
quería alegrarse de que hubiesen terminado las mentiras y verse furtivamente,
pero sabía que había más historia, y se quedó en silencio estupefacta esperando
a que Zoey le informase.
“Él dijo algunas cosas bastante interesantes sobre mí, y ahora realmente me
gustaría saber qué exactamente le dijiste de mí.”
“Oh no.” Ahora entendiendo el drástico cambio de humor de Zoey, Jessie
sintió como si el mundo estuviese derrumbándose a su alrededor, cayendo
pedazo a pedazo y no dejándole nada a lo que sujetarse. Tragó con dificultad y
contestó, “Le dije que eras muy agradable.”
“Y que era una puta,” Zoey declaró tajantemente y cruzó los brazos sobre su
pecho.
“Nunca dije eso.”
“No me mientas, Jessie.” Ahora se cernió sobre Jessie con rabia, y su voz no
contenía ningún calor.
“No estoy mintiendo,” Jessie gimió. “Aunque eso no parece suponer una
diferencia para ti.”
“¿Qué quieres decir?”
“Quiero decir que esta relación no ha sido más que mentiras desde el
principio. ¿Qué importa una más en la mezcla?” Ahora la rabia de Jessie surgió,
dejando salir la culpabilidad y el miedo que había sentido momentos antes.
Recordando su casi desnudez y queriendo más dignidad que la simple toalla que
le cubría, recogió su ropa del suelo y comenzó a ponérsela.
“Yo nunca te he mentido, Jessie,” espetó Zoey en respuesta.
“No, pero de alguna manera me convenciste de que mentir a todos los demás
era lo mejor, pero no lo era. Era solo lo más conveniente para ti.”
“¿Qué estás diciendo?”
“No lo sé. Tal vez no querías romper con Neal porque no querías hacerle
daño, o tal vez querías mantenerle alrededor por si acaso.” Habiéndolo dicho,
Jessie se dio cuenta que su preocupación por la honradez, y por los sentimientos
de su mejor amigo, aunque genuina, solo enmascaraba sus propias
inseguridades. Ahora esas dudas parecían dictar su discurso y emociones.
“¿En caso de qué?”
“De que desapareciera la novedad.”
“¿De qué estás hablando?” Zoey jadeó sorprendida.
“Bueno, saltas de ese chico con quién estabas saliendo a Neal, y luego de
Neal a mí, pero no se lo dices a nadie. Neal seguiría sin saberlo de no haber
irrumpido aquí. ¿Entonces simplemente me estás utilizando hasta que aparezca
algo mejor? ¿Significó algo para ti, o esto solo es un poco de diversión para
pasar el tiempo hasta que encuentres algo más interesante?”
Claramente aturdida por la acusación, Zoey se quedó con la boca abierta, pero
permaneció en silencio. Envuelta en su furia y su miedo, Jessie malinterpretó el
silencio de Zoey. “¿Es eso? ¿Simplemente coleccionas encuentros sexuales
raros? Tú misma dijiste que no eras una santa.”
Sus ojos llameaban cuando Zoey miró a Jessie. Su mandíbula se tensó, sus
fosas nasales echaban humo, y Jessie se fijó en sus nudillos blancos mientras
Zoey apretaba los puños a sus costados. Bullía con una rabia que,
desafortunadamente, Jessie eligió ignorar.
“Tal vez también deberías follarte a Sean y Paul. Poner a todo el grupo en tu
libro de recuerdos.”
“Tienes que irte.” Zoey salió disparada hacia la puerta, sus largas piernas
cubriendo la distancia en unas cuantas zancadas. No comprendiendo totalmente
lo que estaba ocurriendo o como la situación se había vuelto contra ella, Jessie
permaneció parada rígidamente en la sala de estar de Zoey, sus plomizos pies
firmemente clavados en el suelo.
Zoey abrió la puerta, reiterando su exigencia. “Vete ahora.” La violenta
indignación expresada en esas palabras convirtieron en hielo las venas de
Jessie, y en el instante en el que el miedo se apoderó de ella, su rabia quedó
completamente destruida. No se atrevió a mirar a Zoey, ni siquiera se arriesgó a
permanecer allí más tiempo para incitar otro escalofriante desalojo. En su lugar,
salió corriendo por la puerta preguntándose, “¿Qué he hecho?” Antes de
alcanzar el primer escalón, la puerta se cerró de golpe detrás de ella, un agudo
crujido de finalidad reverberando a través del edificio.
Capítulo Veinte
***
Lo primero que hizo Jessie a la mañana siguiente fue buscar a Sean para
disculparse por su comportamiento de la noche anterior. Fue incómodo, y su
presumida respuesta no ayudó, pero una vez hechas las paces, se sintió más
como ella misma. Pensando en todas las disculpas que todavía le quedaban por
hacer, comenzó a sentirse un poco como una alcohólica en recuperación, doce
pasos para la absolución. Aunque la mayoría de esos pasos todavía se
extendían por delante de ella, su lucha por limpiar el lío creado, a pesar del reto
que suponía, sin duda tendría un final feliz. Tanto si conseguía ganarse a Zoey
como si no, sus esfuerzos por ser honesta y la expiación le harían más fuerte.
Pero, reflexionó, con todas sus fuerzas intentaría recuperar a Zoey.
Conduciendo hacia el estudio de Dino más tarde esa mañana, Jessie y Neal
permanecieron en silencio y taciturnos durante casi la mitad del viaje. Ella sabía
que Neal seguía amargado por lo de Zoey. Egoístamente, había evitado hablar
con él de la ruptura, de la que él ni siquiera sabía que ella conocía. Jessie se dio
cuenta que Neal seguía sin tener ni idea de que ella era la razón de que fuera
soltero, y puesto que ese pedazo de información solo le causaría más dolor,
Jessie consideró que debería encontrar una forma de disculparse sin darle a
conocer el por qué. Tendría que ser mucho más que un ‘Lo siento’ para poder
enderezar esto. De verdad tenía que encontrar una forma de evitar que Neal la
odiase para siempre.
A unos cuantos bloques de distancia del estudio de Dino, mientras que Jessie
estrujaba su mente en busca de ideas, Neal se aclaró la garganta nerviosamente.
“Entonces.....,” comenzó él dubitativamente, “.....no quiero cabrearte pero,
¿estás preparada para esto?”
Ella emitió una lenta y baja risilla que era mucho más una exhalación que una
risa. “Lo estoy. No creo que me haya sentido más preparada en mi vida.” Un
prolongado silencio llenó la camioneta mientras esperaban en el semáforo.
“Oye,” cuando la luz cambio, la sorprendente fuerte voz de Jessie rompió la
quietud. “Lamento lo de anoche. Realmente fui una perra.”
“Sí, prácticamente le arrancaste a Sean las pelotas. ¿Qué te cabreó?”
“Realmente no lo sé,” respondió ella con honestidad.
“Bueno, solo intenta mantenerte fría allí.” Neal levantó su barbilla hacia el
edificio de ladrillo que albergaba el estudio de Dino.
“No te preocupes,” dijo ella abriendo la puerta. “Estaré bien.”
Dentro del estudio Dino saludó a Neal con un fuerte apretón de manos y una
estruendosa bienvenida. Sean y Paul recibieron bienvenidas menos bulliciosas
pero positivamente efervescentes en comparación con el rápido asentimiento
inexpresivo de Dino en dirección a Jessie. Mirando detrás de Dino dentro de su
oficina, ella vio a Billy Stewart leyendo el Sun-Times. La irritación le recorrió
rápidamente, pero la desechó, confiada en que Dino estaba desperdiciando su
dinero y el tiempo de Billy.
Fueron directamente a los negocios, y como había dicho, Jessie estaba
preparada. Tocó maravillosamente, su batería ajustándose a la perfección a la
claqueta. Mirando a sus compañeros de grupo vio con placer que estaban
orgullosos de su ejecución. Neal incluso chocó los cinco con ella después de que
clavaran su canción más retadora al primer intento. Él parecía deseoso de
restregarle la mejora a Dino en la cara, y ella estaría perfectamente contenta de
dejarle hacerlo.
Pero Dino no estaba feliz. Le hizo repetir la canción varías veces, y aunque
ella la tocó hermosamente cada una de ellas, él siempre encontraba alguna
razón para que volviese a empezar. Las primeras dos veces fueron dificultades
técnicas, y la siguiente, le dijo que iba retrasada. Ella sabía que no era así, pero
mejor que discutir dijo, “Vamos a hacerlo otra vez.” Él parecía estar
presionándola para que cometiese errores para así poder reemplazarla por Billy,
pero ella no tenía ninguna intención de ceder el asiento del conductor. Si Dino
quería malgastar su dinero, ella felizmente le dejaría. Tocaría la canción una y
otra vez durante las próximas veinticuatro horas si eso era lo que hacía falta para
demostrarle que tenía la cabeza metida en el culo, tal vez pudiese sacarla él
mismo tirando de su cola de caballo.
Después de otros cuatro intentos, Dino dijo con velado desprecio, “Eso es
todo. ¿Por qué no continuamos con otra cosa?”
Decepcionada por el intento de Dino de invalidación de su mejora de noche y
día, Jessie, segura de la falta de habilidades de un gran productor, fue
enfadándose cada vez más. Sin embargo, gentilmente se obligó y tocó la
siguiente canción con entusiasmo y tan bien como la última. De nuevo Neal, Paul
y Sean irradiaban orgullo por su ejecución, y otra vez Dino gruñó menores e
inexistentes errores. Dos intentos más, insatisfactorios para los estándares de
Dino, tuvieron lugar antes de que Jessie se excusase para ir al cuarto de baño.
No necesitaba ir, pero necesitaba recuperar el control de su temperamento antes
de hacer algo que pudiese lamentar. Para calmarse rápidamente se recogió el
pelo y se echó agua en la cara todo el tiempo maldiciendo a Dino Ryan.
Para cuando salió del pequeño cuarto de baño justo al lado del estudio, todos
los hombres, incluido Billy, se había congregado alrededor del tablero de sonido
y parecían tener una seria discusión. Cuando ella se acercaba pilló fragmentos
de su conversación a través de la puerta abierta y no le hizo gracia nada de lo
que oyó. Después de frases como “no es buena”, “amateur”, y “suerte del
principiante” llegando a sus oídos, entró en la sala de control dispuesta a pelear.
Extrañamente calmada, dijo con una voz inocente. “Oye chicos. ¿Qué está
pasando?”
Todos se dieron bruscamente la vuelta ante su pregunta. Dino contestó con
facilidad, “Solo estábamos teniendo una conversación privada, Jessie. No es tu
preocupación.” Entonces le guiñó el ojo, el baboso bastardo.
Neal, que estaba sentado, se levantó rápidamente de su silla con rabia. Se
cernió sobre un evidentemente sorprendido Dino y le gritó, “¡Es completamente
su preocupación! ¡Estás intentando deshacerte de ella!”
El corazón de Jessie se detuvo, y el aire a su alrededor se volvió más denso.
Sintió su cuerpo presionado hacia abajo, opresión en el pecho y falta de aire en
los pulmones. Como en la lejanía escuchó la voz de Dino, profunda y retumbante,
a la que no pudo prestar atención ni ignorar. “Ya te lo he dicho. Ella no encaja en
la imagen.”
Observó desde fuera de sí misma como Neal, Paul y Sean rugían en su
defensa. Paul gritaba algo sobre la destrucción corporativa del rock, mientras
Sean chillaba, “No tenemos una imagen, y no nos importa tener una
especialmente si eso significa perder a Jessie.”
Y Neal, pobre Neal, continuó con su defensa de la lealtad. “Jessie es parte de
este grupo, lo ha sido desde el principio cuando tocábamos en agujeros de
mierda para media docena de personas. Nunca se ha quejado, nunca nos ha
dejado tirados, y ahora no voy a darle la espalda.” Él le dio una patada a su silla
con énfasis.
Acabando con todos sus argumentos la declaración de Dino fue claramente
cortante. “Tengo el derecho de reemplazarla. Está en el contrato.”
De nuevo sus amigos salieron en su defensa, todo gritando a la misma vez
por lo que la mayoría de sus argumentos se mezclaban en un confuso barullo.
Discernió las acusaciones de Paul de racismo y misoginia, pero el resto solo era
ruido. Dino apenas escuchaba sus protestas y las refutó colectivamente con un
simple, “Firmasteis el contrato.”
Neal explotó. “¡A la mierda con el contrato!” Sean y Paul dejaron de hablar.
Sus cabezas giraron en dirección a Neal, el pánico evidente en sus caras
mientras le escuchaban. “¡No voy a reemplazar a Jessie, así que simplemente
que le jodan a tú contrato!”
“Neal, espera.” Jessie le agarró del brazo y le dio la vuelta para que le mirase.
“No hagas esto.”
“Escúchala, chico,” dijo Dino.
“Cierra la boca, Dino,” Neal le ladró al pequeño hombre. Luego se dio la vuelta
hacia su amiga. “Jessie, él te quiere fuera del grupo.”
“Lo sé. Está bien.”
“¿Qué?” Los tres chicos chillaron en sorpresa al unísono.
“No puedo dejar que hagas esto. Ni a ellos. Os merecéis esto.”
“¿Y tú no?”
Frunciendo los labios, ella negó con la cabeza un poco antes de responder.
“No últimamente.” La cara de Neal era toda confusión, y ella luchó con el
conocimiento de lo que sabía tenía que hacer. “Dejaré el grupo. Está bien.
Vosotros continuareis con el contrato sin mí, pero.....” Miró alrededor de la
habitación, fijándose en la petulante expresión de Dino, las bocas abiertas con
incredulidad y aprehensión de Paul y Sean, y el desinterés periférico de Billy
Stewart. No podía hacer esto con audiencia. Le preguntó a Neal, “¿Podemos
hablar a solas un minuto?” Su ligero asentimiento fue apenas perceptible antes
de que ella le arrastrase por la puerta hacia el pasillo adyacente. Cerrando la
puerta detrás de ellos, vio las caras de Paul y Sean apiñadas en la ventana y ella
les miró para que no se movieran.
Dando una temblorosa y profunda respiración, Jessie miró a Neal
directamente a los ojos. Era increíblemente difícil, pero tenía que resolver esto
directamente, sin esconderse más, sin más mentiras. “Me marcharé ahora
mismo, os dejaré con Dino y Billy, pero necesito que me perdones por algo.”
“Vale.” La confusión y vacilación de Neal era patente en su voz.
“Estoy tan asustada de que me odies. Por favor no me odies, Neal.” Ella le
agarró las manos y las apretó ligeramente.
“Me estás asustando. ¿Qué es?”
“Sé que Zoey y tú habéis roto, y sé por qué.”
Sus ojos se entrecerraron. Él frunció el ceño, y dijo, “¿De qué estás
hablando?”
Aterrorizada y sin embargo necesitando ser completamente clara se obligó a
hablar, “Sé que Zoey te estaba engañando. Lo he sabido desde el principio
porque estaba allí.” Hizo una pausa, reuniendo el valor, “Yo he estado con ella,
Neal. Zoey y yo no hemos estado acostando.”
Por un momento todo se congeló. El tiempo se ralentizó mientras Jessie
observaba como la cara de Neal se transformaba de confusión en una completa
angustia, y luego en furia. De repente él retiró bruscamente las manos, la fuerza
de su repulsión haciendo que ella tuviese que retroceder. El marco de la puerta
le golpeó en la espalda, y su cabeza rebotó contra la jamba. Aturdida y dolorida,
Jessie sacudió la cabeza pero rápidamente volvió a centrar su atención en Neal,
quien, estaba dándole patadas a los muebles de Dino y diciéndole o bien a ella,
o a la otomana, “Que te jodan.” Ella sintió como la puerta detrás de ella comenzó
a abrirse y rápidamente la cerró con una fuerza que le sorprendió. Vio a través
del cristal las miradas de preocupación de Sean y Paul, escuchando como le
gritaban para que abriese la puerta, pero ella les hizo una señal para que
permaneciesen allí.
Cuando se dio la vuelta, Neal estaba frente a ella, mirándola con salvaje ira.
“¿Cuándo empezó?”
“Neal, por favor.” Ella miró hacia arriba a sus ojos y se encogió.
Él pegó un puñetazo en la pared junto a la cabeza de ella, el puño crujiendo
pero sin atravesar el panel. “¿Cuándo Jessie?”
“Hace unas dos semanas.”
Empujándola de nuevo, él gritó, “Joder” una vez más. Antes de salir hecho
una furia del edificio, gritó “Tú no te marchas. Te echo yo. Del grupo, de la casa,
de todo.” Entonces comenzó a darle patadas a todo lo que encontraba en su
camino de salida del edificio.
Jessie se movió para salir corriendo tras él, pero la puerta se abrió y el resto
del grupo salió al pasillo. Sean le agarró del brazo, tirando de ella hacia atrás.
“¿Estás tan loca para salir ahí fuera? Solo deja que se vaya, Durango.”
“Tengo que hablar con él.” Ella se sacudió para liberarse del agarra de Sean,
pero cuando se dirigía a la puerta Paul se interpuso en su camino.
“Vas a hacerle más daño si sales allí, Jessie. Déjale solo.”
“No lo entiendes. Tengo que hablar con él. Tengo que arreglar esto.” Esquivó
a sus amigos y salió corriendo por la puerta.
En el exterior encontró a Neal en la parte trasera del edificio dándole
puñetazos a la pared de ladrillo. Lentamente, rítmicamente, su puño golpeaba
en el mismo sangriento punto una y otra vez, pero no emitía ningún sonido de
dolor o rabia. Él parecía casi inconsciente de lo que estaba haciendo.
Cuidadosamente ella se aproximó s él. Le agarró la mano, que en ciertos lugares
era como carne cruda de hamburguesa, y le obligó a ponerla a su costado.
“Déjame solo, Durango.” Él parecía derrotado, y aunque eso le entristeció, lo
tomó como una buena señal. Al menos había superado su ciega rabia inicial.
“No Neal. Tienes que hablar conmigo.”
“¿Por qué?”
“Tengo que explicarlo.”
Él giró bruscamente. “¿Explicar qué? ¿Por qué no debería odiarte? Si fueras
un hombre, te golpearía hasta matarte. Sabías lo que ella significaba para mí,
¡joder lo sabías! ¿Cómo has podido hacer esto?”
“La quiero.”
“Apenas la conoces.” Él se sentó en el suelo, apoyándose contra la pared y
estirando sus largas piernas frente a él.
“No creo que eso realmente importe. ¿Cuánto tiempo pasó antes de que te
dieras cuenta de lo que sentías por ella?” Él no respondió, solo miró en la
distancia. “Casi desde el primer día que la conocí se metió en mi cabeza. Todo
mi ser estaba lleno de ella. No podía dormir. Me ponía nerviosa cuando estaba
alrededor y a veces incluso cuando no lo estaba. Neal, intenté con todas mis
fuerzas luchar contra esto. Hice todo lo que pude para sacarla de mi mente y mi
corazón, pero no funcionó.” Sentándose al lado de él, confesó, “Ahora ni siquiera
me habla, y sigue sin dejarme en paz. Seguramente puedes entender cómo es.”
Él asintió en un conciso acuerdo luego la miró a los ojos y preguntó, “¿Por
qué te escondiste? ¿Por qué no me lo dijiste?”
“Quería decírtelo, créeme. Pero Zoey pensaba que debía hacerlo ella, y
estuve de acuerdo en dejar que ella te lo dijera. Incluso le prometí que no hablaría
contigo antes de que ella tuviese la oportunidad de contártelo. Pendeja,” maldijo,
y negó con la cabeza. “Pero ninguna de nosotras sabía que sería tan difícil ser
honesta. Cuanto más implicadas estábamos, más difícil resultaba.” Vio como él
se tensaba, pero lo ignoró. “Estaba tan enamorada de ella, sabía que estaba mal,
pero me permití creer que todo se arreglaría de alguna manera. Fue estúpido y
egoísta, y sé que ni siquiera sirve de mucho, pero Neal, lo siento. Lo siento
muchísimo.”
Ella miró su perfil durante largo tiempo, los ojos cerrados, la cabeza apoyada
contra la pared, digiriéndolo todo. Él respiró profundamente varias veces y ella
estudió su cara buscando una señal de entendimiento y esperanza de que
pudiese llegar a perdonarla.
Su voz apenas era un susurro cuan él preguntó, “¿La amas más que a la
música?”
La voz de ella fue igual de suave cuando respondió, “Sí, realmente lo hago.”
“¿Entonces dejas el grupo por ella?”
“Y por ti. No puedo dejar que renuncies a esto por mí.”
“No tienes que decir nada, sabes. Podemos conseguir otro contrato.” La
esquina de la boca de él se levantó, casi el comienzo de una sonrisa. “Como
Huey Lewis.”
Feliz de que él estuviese más allá de su rabia, ella sonrió un poco para sí
misma, “Quiero vivir honestamente, y quiero merecer tu amistad. Ahora mismo
no lo hago.”
“No, no lo haces.” Sus palabras le golpearon. “Pero renunciar a un sueño, eso
es un gran sacrificio.”
“Bueno, tú lo mereces.” Tentativamente ella le cogió la mano, con cuidado de
no tocar las heridas, y le complació que él no la retirase. “Te mereces más que
eso, y encontraré alguna forma de recuperar tu confianza y tu amistad.”
Durante un poco más de tiempo permanecieron sentados, las manos cogidas,
casi en amigable silencio, con los únicos sonidos de los pájaros y el tráfico. Ella
pensó por un momento que Neal se había quedado dormido, pero le sorprendió
diciendo, “Sabes. Una parte de mí siempre supo que era demasiado bueno para
ser verdad.” Ella estaba a punto de ofrecer unas palabras de consuelo cuando él
añadió, “Pero las lesbianas son totalmente calientes, así que tal vez no haya sido
una pérdida completa.”
“Eres un cerdo.” Ella le abrazó firmemente. “Te quiero.”
Levantándose vieron a Sean y Paul incómodos esperando en la esquina del
edificio. Al parecer satisfechos con que la confrontación hubiese terminado, se
acercaron, y Paul preguntó, “¿Vais a volver dentro? Todavía tenemos que decidir
qué hacer con Jessie y el contrato.”
Neal dijo, “Y yo tengo que patearle el culo un poco a Dino.” Él lanzó una triste
mirada en dirección a Jessie y preguntó, “¿Vienes?”
“Solo a recoger mis cosas. Tengo un montón de trabajo que hacer.” Miró a
Neal mansamente. “Como buscar un lugar donde vivir.”
“No te vas a mudar,” intervino Sean, sorprendiendo a Jessie por la fiereza de
su declaración. “Neal no toma todas las decisiones, y no quiero que te vayas.”
“Yo tampoco,” ofreció Paul.
Jessie estaba emocionada y un poco sorprendida por sus sentimientos, hasta
que Sean continuó, “¿Quién va a traducir todos los cárteles del barrio si te vas?”
“Y eso es completamente verdad. Gracias,” dijo Jessie y abrazó a Sean, algo
que nunca había hecho antes. “Pero será demasiado duro si me quedo.”
“Supongo que tienes razón,” él murmuró antes de darse la vuelta y marcharse
dentro con Paul.
Neal hizo una pausa, permitiendo que Sean y Paul estuvieran fuera del
alcance del oído. Se aclaró la garganta un par de veces y tartamudeó un poco,
evidentemente preparándose para decir algo difícil, “Oye.” Miró a Jessie, sus
ojos llenos de un dolor que ella había puesto allí. “Haz que funcione con Zoey.
Porque si me haces pasar por esto y te das por vencida, realmente voy a
cabrearme.”
“Lo haré.” Ella le abrazó una vez más, diciéndole al oído, “Gracias.”
A veces Zoey odiaba a su hermana pequeña. Esa maldita pregunta que Grace
le había hecho plagó los pensamientos de Zoey durante toda la noche y desde
el momento en que salió de la cama por la mañana. “¿Prefiero tener razón o
estar con Jessie?” Era mucho más fácil, mucho más satisfactorio revolcarse en
su rabia y su tristeza que ser razonable con la situación. Por supuesto, la
satisfacción de tener razón finalmente desaparecería, y entonces Zoey seguiría
estando con el corazón roto y sola. Sabía que Grace tenía razón. Simplemente
no sabía cómo estar dispuesta a aceptarlo y que, si acaso, hacer al respecto.
Había fracasado en llegar a una decisión sobre nada cuando entró en su
oficina, y consiguió corregir varias redacciones (muchas de ellas de mejor calidad
de lo que se había permitido creer), hablar con tres estudiantes, y una infructuosa
reunión con el Decano, antes de mirar su reloj y permitirse recordar que el grupo
probablemente ya estaría en el estudio. Se preguntó si Jessie había trabajado
con el metrónomo, la claqueta, y se dio cuenta con una mezcla de orgullo y
tristeza que indudablemente había vertido toda su energía en la música.
Ahora mismo Jessie debía de estar felizmente demostrándole a Dino que
estaba equivocado, sin ni siquiera pensar en Zoey y por lo que estaba pasando,
las noches de insomnio, la pérdida de apetito, y la enfermedad corporal que
sentía. Eso renovó su rabia por Jessie quien le había dejado regodeándose en
su miseria sin incluso mirar atrás al daño que había causado.
Pero Zoey no podía evitarlo. A pesar de su rabia, pensar en Jessie en el
estudio le hizo recordar la noche en que se conocieron y vio tocar a Jessie. Podía
ver con claridad la alegría en los ojos de Jessie cuando hacía música, no muy
diferente del brillo que Zoey había visto en ella cuando hacían el amor. La pasión
de Jessie por la música era carnaval y adictiva, y Zoey quería estar cerca de ella
otra vez. “¿Preferiría tener razón o estar con Jessie?” Se preguntó a sí misma
una vez más, y la respuesta llegó con tanta claridad, tan poderosamente que
Zoey no podía creer que hubiese tardado tanto tiempo en componer su mente.
Quería llamar a Jessie en ese instante, pero pensar en que saltase el buzón
de voz de Jessie o que un estudiante o uno de sus colegas le escuchasen
desnudar su alma le detuvo. Sabiendo que tendría que esperar hasta estar en
casa para hacer la llamada, comprobó su reloj una vez más y deseó que las
siguientes tres horas pasasen rápidamente, puesto que el paso del tiempo
parecía haberse detenido por completo.
No había imaginado encontrar a Jessie esperándola cuando llegó a casa, y
ciertamente no había esperado que se reavivara su rabia como respuesta inicial
al ver a Jessie por primera vez desde la pelea. Pero ahí estaba, y lo entendía, y
esperaba que, de alguna manera, todo se arreglase entre ellas.
Durante cuatro horas Jessie estuvo sentada en los escalones del edificio de
Zoey estudiando los anuncios clasificados de tres periódicos buscando un lugar
donde vivir. Los vecinos de Zoey que entraban y salían le lanzaban a Jessie
miradas perplejas, ella solo sonreía y les saludaba antes de regresar a sus
periódicos. Una mujer mayor le preguntó a Jessie si se había quedado encerrada
fuera, indicándole que le dejaba entrar en el edificio, y aunque estuvo tentada de
decir que sí, era figurativamente verdad, aunque no técnicamente, Jessie se
pensó mejor ese tipo de intrusión en la vida y la casa de Zoey. Declinó la oferta
y volvió a su búsqueda, haciendo un círculo en varios prometedores anuncios de
casas que podrían dar la bienvenida a una batería y un gato. Finalmente, sin
embargo, su mente pareció centrarse en otra cosa.
Para cuando Zoey finalmente apareció en su puerta, Jessie, habiendo
terminado hacía tiempo con su búsqueda de apartamento y la completamente
fascinante actividad de ver a un hombre sin camisa con una enorme barriga
cervecera llena de pelo cortar el césped cruzando la calle, había apoyado la
cabeza sobre sus rodillas con desesperación. Mientras estaba sentada en los
fríos escalones había entrado en pánico pensando en Zoey, la tormenta en su
cerebro bloqueando el resto del mundo. Dio un brinco cuando escuchó la voz de
Zoey, un meloso tono teñido de hostilidad, decir, “¿Qué estás haciendo aquí?”
Jessie levantó la cabeza y se puso de pie de un salto. “Tengo que hablar
contigo.”
Zoey la miró durante un largo minuto, sin demostrar felicidad en su rostro, sin
un sonido saliendo de sus labios. Jessie buscó en su cara alguna muestra de
esperanza, pero no vio ninguna. Con sus ojos enrojecidos ligeramente
hinchados, y su tono pálido de piel, Zoey simplemente parecía cansada y
deprimida. Su expresión permaneció neutral, finalmente ofreció un resignado,
“Vale,” mientras abría la puerta.
Todo el tiempo mientras subían las escaleras ninguna mujer dijo una palabra.
Jessie, aterrorizada por lo que podría suceder, no podía entablar conversación.
Solo supuso y temió cual podría ser la excusa de Zoey para su silencio.
Una vez dentro del apartamento Zoey le hizo un gesto a Jessie para que se
sentase. Sintiéndose un poco como un criminal esperando la sentencia, Jessie
se sentó en un extremo del sofá de Zoey, mientras que Zoey se sentaba en el
sillón cercano. Cada vez más consciente del sordo dolor en la espalda, cuello y
cabeza, Jessie anhelaba una aspirina, y mientras estaba allí sentada debatiendo
si pedirle una a Zoey, escuchó como Zoey se aclaraba enfáticamente la
garganta. Girándose hacia Zoey, Jessie sonrió incómodamente ante su
impotencia, pero Zoey simplemente le preguntó con una voz pétrea, “¿Qué
necesitabas?”
Aceptando el reto que se extendía frente a ella, Jessie hizo lo que esperaba
fuese un íntimo contacto visual y contestó, “Tengo que disculparme.”
“Eso creo,” resopló Zoey.
“Sé que fui una verdadera gilipollas la otra noche.”
“Estoy de acuerdo.” Al parecer Zoey no iba a hacer que esto fuese fácil para
Jessie.
“Dije algunas cosas bastante imperdonables. Fui una verdadera idiota, y no
te culpo por estar enfadada. Tal vez incluso me odies.” Esperó a que Zoey le
contradijera, y cuando la otra mujer simplemente se quedó en silencio con cara
de piedra, el corazón de Jessie se hundió un poco. “Pero sé que nada de lo que
dije era cierto. Lo sabía cuando lo estaba diciendo.”
“¿Entonces por qué lo dijiste?”
Jessie se quedó en silencio ordenando sus pensamientos antes de contestar,
“Estaba asustada. Tú nunca dices cómo te sientes, y parece como si estuvieras
escondiendo esto de todo el mundo. Como si estuvieras avergonzada.” Zoey
abrió la boca para responder, pero Jessie levantó una mano en disculpa para
silenciarla y se obligó a continuar, necesitando explicarse totalmente. “Estaba
tan asustada de que yo no te importase y de que me dejases cuando
descubrieras que no soy nada especial, que podías tener algo mejor que yo.”
Una contundente y repentina emoción surgió en ella, e inhaló profundamente,
limpiándose las grandes calientes lágrimas de las mejillas con el dorso de la
mano. “He tenido cinco días para pensar en lo que hice, y por qué lo hice. Al
principio, solo puse excusas, intentando justificar mi comportamiento, sentirme
mejor conmigo misma, pero nada de eso funcionó porque lo único en que
pensaba una y otra vez, durante cinco días, es que tú estabas herida. Por mi
culpa. Y no había justificación para eso.” Dobló las manos en su regazo y las
miró. A pesar de la advertencia de Neal, Jessie sentía la desesperación de la
situación pesando sobre ella. Cedió un poco a esa desesperación. “Supongo que
sería una idiotez pensar que podría hablar contigo para que me dieses una
segunda oportunidad.”
“No han sido cinco días.” La voz de Zoey había adquirido cierto calor. “Y eres
una idiota.”
“¿Qué?”
“He dicho que no han pasado cinco días desde la pelea.” Miró su reloj. “Solo
han sido cuatro días, veinte horas y treinta y siete minutos.”
“¿Has estado contando el tiempo?”
“Sí,” contestó Zoey. “Y han sido los más largos cuatro días, veinte horas y
treinta y siete minutos de mi vida.”
“Oh,” dijo Jessie, complacida.
“Pero también me ha dado tiempo para pensar.” Se mordió el labio, arrugó la
cara, y se pasó los dedos a través del pelo antes de revelar nada más. “Tenías
razón sobre Neal y como le traté, y de verdad, aunque no estaba avergonzada,
me estaba escondiendo. Yo también estaba asustada, Jessie. Nunca había
sentido nada tan fuerte por nadie antes, y supongo que tenía miedo de abrirme
con alguien, incluida tú, y perdí completamente el control.” Ausentemente
enroscó un mechón de pelo alrededor de su dedo. “Sin embargo, no puedo
evitarlo. De hecho hablé con mi madre de nosotras ese día.”
“¿De verdad?” Jessie, sintiéndose horrible por el dolor de Zoey y la brecha
que se había formado entre ella, se agarró la cabeza avergonzada. “He sido una
imbécil. Lo siento.”
“¿Cómo podías saberlo?”
La voz de Zoey sonaba mucho más ligera que cuando habían empezado a
hablar, y Jessie sintió que volvía a tener esperanzas otra vez. A través de la
difusa nube de su creciente optimismo, la anterior declaración de Zoey penetró
en el cerebro de Jessie. Preguntó, “¿Crees que soy una idiota?”
“Un poco.” Zoey se inclinó hacia adelante en el sillón, descansando los brazos
sobre sus muslos. “Tuvimos una pelea, una verdaderamente grande pelea, si
vuelves a decirme algo como eso otra vez, no vas a vivir para disculparte.”
Jessie hizo una X a través de su pecho con un dedo, jurándole completa
lealtad a Zoey. Cuando Jessie dejó caer de nuevo la cabeza hacia su regazo,
Zoey la levantó, y el cuerpo de Jessie volvió a la vida con este su primer contacto
físico en días.
“Eso sucede en las relaciones. Más a menudo de lo que debería. Pero incluso
a pesar de lo furiosa que estaba contigo, era más miserable sin ti. Tienes razón
en cuanto a que no he sido demasiado expresiva, al menos no verbalmente, y
siento que eso te haya asustado. Pero tienes que tener más fe en mí, en
nosotras, si quieres que esto funcione.”
“Lo sé. Lo siento.” Jessie asintió, mirando todavía sus zapatos. Su corazón
aleteó salvajemente, pero no sabía si debía confiar o no en sus oídos.
Acunando la barbilla de Jessie en su mano y levantando su cara para mirarla
a los ojos, Zoey añadió, “No sé de dónde han salido todas estas dudas, pero
eres especial, y nunca podré estar con nadie mejor que tú. Te quiero, Jessie
Durango.”
Limpiándose más lágrimas de las mejillas, Jessie dio gracias a Dios por este
respiro. Entonces, sentándose en el regazo de Zoey y cubriéndola de besos, dijo
repetidamente, “Te quiero. Lo siento mucho.” Sus besos rápidamente crecieron
en intensidad, la pasión de la reconciliación después de una demasiado larga
separación surgiendo entre ellas.
Sus manos viajaron libremente una sobre la otra, buscando la confirmación
que estaban, de hecho, juntas otra vez. Pasando sus dedos sobre los pechos de
Jessie, Zoey emitió un pequeño gruñido cuando instantáneamente los pezones
se endurecieron. “Te he echado de menos.”
“Lo siento mucho, güera. Te prometo que pasaré el resto de mi vida haciendo
que me perdones.”
“¿Puedes empezar ahora?” Zoey estaba mordisqueando el lóbulo de Jessie,
recorriendo con sus manos todo su cuerpo, “¿O tienes ensayo?”
Instantáneamente recordando que tenía más que revelar, Jessie suspiró,
“Definitivamente no tengo que ensayar. He dejado el grupo.”
Retirando su lengua de los delicados pliegues de la oreja de Jessie, Zoey se
echó hacia atrás y dijo, “Lo siento. Me ha parecido oír que has dicho que has
dejado el grupo.”
“Lo he hecho.”
“¡Qué! ¿Estás loca? ¿Por qué lo has dejado?”
Jessie le explicó brevemente las circunstancias que habían rodeado su
marcha de Nuclear Boots mientras Zoey escuchaba atentamente, poniéndose
furiosa por el comportamiento de Dino.
“Pero estabas a punto de conseguirlo. ¿Qué vas a hacer ahora?”
“Hay otros grupos. Y siempre y cuando esté contigo, tengo todo lo que
necesito.” La cara de Zoey se iluminó, y se acercó para darle un beso. “Espera.
Antes de que tú y tus labios hagáis que me olvide otra vez, le conté a Neal lo
nuestro. Tenía que hacerlo.”
La cara de Zoey mostró sorpresa, y entonces contestó, “Lo entiendo,” parecía
comprender. “No te hubiese dejado ir de no habérselo dicho. ¿Cómo se lo tomó?”
“No muy bien. Me echó, y hubo un montón de gritos y violencia contra los
muebles. Dino va a tener que hacer pequeñas reparaciones, no es que me
importe, y yo podría tener algunos moretones.”
“¿Te pegó?” Zoey parecía incrédula. “No he pegado a nadie en unos quince
años, pero no me importaría convertir a esa mierda escuálida en una
hamburguesa.”
Jessie sonrió involuntariamente ante la protectora preocupación de Zoey. “De
verdad, estoy bien. Fue más un empujón que un golpe, y fue más accidental que
intencional. Además, él ya no está furioso. Se calmó un montón, y hablamos.
Nuestra amistad no es lo que era, pero creo que podríamos recuperarla algún
día.”
“Déjame ver.” Zoey comenzó a inspeccionar los brazos desnudos de Jessie,
buscando signos de heridas.
“Zoey, venga. No es gran cosa.”
“Enséñamelo,” ella insistió, así que Jessie se levantó y se quitó la camiseta.
Cuando se dio la vuelta de espaldas a ella, Zoey chasqueó la lengua y susurró,
“Pobre bebé,” antes de que sus tiernos labios dejasen suaves besos sobre la
franja de las heridas de Jessie. Incluso le quitó el sujetador a Jessie para tener
acceso a todo el hematoma negro azulado. “¿Me prometes que estás bien?”
“Sí. Y si no dejas de besarme así, estaré mejor que bien.” Con el pecho
desnudo y evidentemente excitada, se dio la vuelta hacia Zoey.
“Oh,” Zoey jadeó y tiró de Jessie hacia ella. Sus labios se tocaron brevemente
antes de que Zoey se agachase para besar los pechos de Jessie. Jessie dejó
escapar un suave gemido de placer cuando la caliente húmeda boca de Zoey
soltó uno de sus pechos para desplazarse al otro. El silencioso gemido que
escapó pareció solo alentar el deseo de Zoey mientras cuidadosa pero
decididamente guiaba a Jessie hacia el sofá. A horcajadas sobre Jessie
comenzó a frotarse urgente y rítmicamente contra ella. Sujetándose con una
mano, Zoey movió la otra ligeramente sobre el torso de Jessie mientras la
besaba. Suavemente le acarició los hombros, los brazos, y los pechos,
recorriendo con sus dedos el tenso estómago de Jessie, haciéndola saltar. Abrió
los vaqueros de Jessie y deslizó juguetonamente una mano dentro de sus
bragas, y Jessie se estremeció cuando los dedos de Zoey recorrieron la
humedad entre sus piernas.
Mientras Jessie se agarraba a ella, murmurando su placer, Zoey lentamente
le acariciaba con sus hábiles y seguros dedos, llevando a Jessie al borde del
orgasmo, pero no permitiéndole llegar a la cima todavía. Zoey deslizó un dedo
dentro de Jessie, que se balanceaba en el borde, gimiendo con necesidad
durante un delicioso interminable periodo de tiempo antes de que el caliente
aliento de Zoey en su oído susurrase, “No te hago daño, ¿no?”
En un frenesí, Jessie exhaló, “Dios, no. Eres perfecta. Por favor.” Y Zoey
incrementó la presión de su mano ligeramente, obteniendo jadeos de exquisita
liberación de Jessie, quien gritó y luego se estremeció contra Zoey durante un
tiempo.
Cuando los temblores de Jessie remitieron, Zoey dijo, “Te he echado de
menos.”
Jessie la besó con ferocidad, empujándola hasta una posición sentada
mientras lo hacía. Separándose un poco dijo, “No quiero volver a estar lejos de
ti otra vez.” Entonces comenzó con el lento proceso de quitarle la ropa a Zoey.
Mientras la besaba con el mínimo contacto de sus labios sobre la piel de Zoey,
desabrochó cada botón de la blusa de Zoey con insoportable diligencia,
abriéndola y pasando varios lentos minutos besando su pecho, trazando el
perímetro del sujetador de Zoey con su lengua y bajando poco a poco la blusa
de Zoey por sus hombros. Con igual lentitud, deslizó los tirantes del sujetador de
Zoey por sus hombros, dejándolos colgar sueltos mientras acariciaba su cuello
con la nariz y movía sus manos hacia la espalda de Zoey para liberar sus pechos
de la prisión de encaje. Tirando el sujetador sobre la mesa de café detrás de ella,
Jessie se perdió en los pechos de Zoey. Besó y acarició ambos lentamente,
finalmente cogiendo un firme pezón entre sus dientes.
“Oh,” Zoey exhaló ásperamente, aumentando el deseo de Jessie. Sin avisar
puso a Zoey de espaldas y, sin paciencia tiró y estiró hacia abajo con animal
ferocidad de los pantalones de Zoey. Su boca volvió a Zoey de nuevo, y pasó su
lengua a lo largo del estómago y los muslos de Zoey, bajándole las bragas por
las caderas y quitándoselas. Su apetito se intensificó, centrando su boca en la
dolorida necesidad de Zoey. Saboreó su deseo y, disfrutando de los sonidos de
la garganta de Zoey, de cada aleteo de los muslos contra su cara, Jessie jugó y
se demoró, manteniendo el orgasmo de Zoey a raya tanto como ambas pudieron
soportar. Finalmente, Zoey empujó sus caderas y gritó de satisfacción. Jessie se
arrastró hacia arriba sobre el inerte cuerpo de Zoey, tumbándose sobre la mujer
que amaba. Los brazos de Zoey le sujetaron con firmeza, besó a Jessie y
murmuró, “Te quiero.”
Durante un tiempo permanecieron en esa posición, silenciosamente
absorbiendo la sustancia y satisfacción una de la otra. La fealdad de los últimos
días olvidada, centradas en la presente felicidad. Jessie podía sentir el latido del
corazón de Zoey contra el suyo, y parecían estar perfectamente sincronizados.
Se preguntó cómo podía haber dudado del amor de Zoey y sintió que nunca
volvería a hacerlo otra vez. Entonces, recordando el comentario de Zoey, rompió
el cómodo silencio. “No me has dicho cómo reaccionó tu madre cuando se lo
dijiste.”
Zoey dejó escapar una suave risita. “¿Ahora quién está sacando a relucir a
las madres inapropiadamente?”
“Lo siento, pero es importante.”
“Tienes razón. Se sorprendió, creo, y también se decepcionó un poco. Quiere
conocerte.”
Jessie levantó la cabeza y miró a Zoey. “Uh, ya conozco a tu madre.
¿Recuerdas?”
“Conoces a mi madre como mi amiga y su mecánico favorita. No la conoces
como mi amante lesbiana.”
“¿Y nuestra relación cambia quién soy?”
“Para Fiona Carmichael lo hace.”
Jessie negó con la cabeza. “¿Hay alguna oportunidad de que se olvide que
lo mencionaste?”
“Ninguna en absoluto.”
“Entonces.....,” suspirando, Jessie enterró su cabeza en el hueco del cuello
de Zoey, “.....supongo que tendré que regresar a Rogers Park. ¿Algún consejo
sobre cómo ganármela?”
“Evita meterme mano en la mesa cuando estemos cenando, y todo debería ir
bien.”
“Nada de sexo en la cena. Lo pillo.”
Bruscamente Zoey se sentó, llevando a Jessie con ella. “¿Tienes hambre?”
Besó a Jessie, evitando su respuesta, entonces comenzó a liberarse de la
maraña de extremidades en el sofá. “Estoy muerta de hambre. No sé tú, pero yo
no he comido mucho en los últimos días. Estaba tan nerviosa, deprimida y
furiosa. No podía pensar en comida.” Su voz se fue acallando mientras se dirigía
a la cocina. Un momento después regresó con el teléfono y un menú de comida
para llevar. Todavía hablando a mil por hora sobre él hambre que tenía y el
tiempo que habían pasado separadas, hizo un descanso en su asalto verbal solo
para hacer el pedido. Colgando dijo, “Tenemos una hora antes de que llegue la
pizza. ¿Qué quieres hacer?”
“Puedo pensar en unas cuantas cosas para pasar el rato.”
Jessie recorrió con los ojos el cuerpo de Zoey. “Pero tendrás que ponerte algo
de ropa antes de abrir la puerta.”
“O podemos abrir las dos juntas y ahorrarnos la propina.”
Jessie se rió, un delicioso sonido que hizo eco de los sentimientos que le
llenaban. “Estás loca. Te quiero.”
“Solo sigue así, ¿vale?”
Jessie miró los vulnerables ojos de Zoey situando una mano sobre su corazón
en una promesa. “Nunca nada podría detenerme.”
Epílogo
“No puedo creer que estén tocando en Metro,” exclamó Jessie cuando,
empujada por la multitud, se presionó contra Zoey. “Además está todo vendido.
¡Esto es grande!”
“Fue terriblemente agradable que Neal nos diera estas entradas.” Zoey
estaba parada detrás de Jessie, envolviendo sus brazos alrededor de ella para
protegerla de la masa de gente empujando quienes habían elegido ese breve
espacio de tiempo entre el acto de inauguración y el comienzo de los cabezas
de cartel para dirigirse a la barra o al cuarto de baño. “Tal vez esté por aquí.”
“Eso espero. Sean me dijo que estuvo un poco catatónico cuando nos fuimos
a vivir juntas, así que esto es una buena señal. Por supuesto, no ha hecho daño
que le presentases a su siguiente gran amor, lo que simplemente es tan raro.”
“Dímelo a mí. Como si mi madre no estuviera ya afectada con nuestra
relación, ahora va Grace y se enamora de mi ex novio.”
“Eso va a hacer que la boda de tu hermana sea muy interesante.”
Zoey se rió pesadamente. “Esperemos que no le dé un ataque a mi madre
primero. Aunque le gusta Neal ahora mucho más de lo que lo hacía cuando
estaba conmigo. Y ella te ama. No sé cómo lo has conseguido.”
“Bueno, no tuve que recurrir a ser una demasiado evidente lameculos, como
otra persona que podría mencionar.” Jessie le lanzó una altiva mirada a Zoey,
cuya expresión era de pura inocencia.
“¿Estás sugiriendo que mis estudios de español no son más que un intento
para ganarme el favor de tu madre?”
“¿No lo son?”
“No.”
“¿No?” Jessie parecía incrédula.
“¡No!” Zoey resopló indignada. “Podría recordarte que le gusté a tú madre
desde el principio, y puesto que ella cree que yo soy la razón por la que has
empezado con tus estudios universitarios, me adora. Es a tu padre a quien estoy
intentando impresionar.”
“Él también te ama, güera.”
“Tiene un gusto excelente,” dijo Zoey, bajando la cabeza para que Jessie
pudiera oír por encima de la multitud que estaba creciendo otra vez. Volviéndose
sería, preguntó, “¿Les molesta que pudieras haber ido a vivir con ellos en lugar
de mudarte conmigo?”
“Estaría mintiendo si dejara que no, pero creo que he acabado tomando la
mejor decisión.” Besó a Zoey, sin importarle que quienes estaban a su alrededor
las mirasen abiertamente. “Además, el nuevo grupo está empezando a unirse.
Si es que llegamos ahí algún día. Si conseguimos llegar a un acuerdo sobre
cómo llamarnos.”
Justo entonces las luces se atenuaron, y cuando Neal, Sean, Paul, y el nuevo
chico del grupo salieron al escenario, Zoey abrazó más fuerte a Jessie con
orgullo y afecto. “Te quiero,” susurró al oído de Jessie, el cariño
momentáneamente dominando los vítores de la multitud a su alrededor. Jessie
la besó una vez más antes de centrar su atención en el grupo.
Comenzaron con una nueva canción antes tocar el single que había
escuchado en la radio una o dos veces desde que se había lanzado su álbum.
Estaba orgullosa de sus amigos y sus logros, pero una parte de ella odiaba que
sonasen tan bien sin ella. Se perdió examinando al nuevo chico, observando su
técnica, buscando defectos y comparándolo con ella, así que solo estaba
escuchando a medias cuando Neal presentó su cuarta canción.
“Si nos habéis estado siguiendo durante un tiempo, podríais haberos dado
cuenta de un cambio en nuestra alineación.” Jessie sonrió un poco cuando una
pequeña sección de la multitud hizo saber su disconformidad. Vio como Neal
también sonreía un poco, y sintió los brazos de Zoey apretarse alrededor de ella
otra vez. “Perdimos a nuestra batería tiempo atrás, pero ella está aquí esta noche
apoyándonos.” Otra vez la multitud interrumpió con vítores, levantando el ánimo
de Jessie. “Ahora normalmente no hacemos versiones, pero simplemente no
hemos podido evitarlo. Esta es una para Jessie y Zoey.”
Jessie reconoció la canción de The Cars en los primeros segundos, y echó la
cabeza hacia atrás con la risa que remitió cuando se le llenaron los ojos de
lágrimas por la alegría. No fue hasta el estribillo de la canción que Zoey se dio
cuenta de la reacción de Jessie. Pero lo entendió cuando escuchó a Neal cantar:
“Ella es la chica de mi mejor amiga. Ella es la chica de mi mejor amiga, pero ella
solía ser mía.”
Estaban perdonadas.
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