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LA INTELIGENCIA COMUNICATIVA: EL ARTE DE HACERSE ENTENDER Y

EMOCIONAR

La inteligencia conversacional nos permite ser espejos y ventanas a la vez durante el proceso
comunicativo. Es decir, es saber conectar para que el otro se vea reflejado en nosotros y a su vez,
conseguir que se sienta inspirado y emocionado con aquello que transmitimos.

La inteligencia comunicativa puede transformar nuestra realidad y la calidad de nuestras relaciones. Lo


hace al permitirnos crear contextos de confianza en los que poder alcanzar acuerdos, en los que hablar
con fluidez, hacer preguntas poderosas que impacten en el otro, expresarnos con eficacia y crear
cambios positivos. Todo ello es, sin duda, habilidades que nos encantaría poder dominar.

La mayoría de nosotros nos comunicamos a lo largo del día con varias personas. Ahora bien, hay
veces, en que podemos sentirnos frustrados durante nuestras conversaciones. Esto ocurre, sobre todo,
cuando surgen esos malentendidos que crean distancias y discusiones sin sentido. Son situaciones en
las que el mensaje original se deforma o simplemente se pierde por el camino.

Al poco, nos vemos a nosotros mismos diciendo aquello de “lo siento, no quería decir exactamente eso,
me has entendido mal”. Son experiencias muy comunes en las que, sin duda, echamos en falta algún
recurso, alguna estrategia con la que evitar esas vivencias comunicativas. Asimismo, tampoco podemos
descartar una realidad evidente: es muy posible que la otra parte tampoco nos haya escuchado como
merecíamos.

Algo que vemos con frecuencia es que no solo no sabemos comunicarnos de manera efectiva, lo más
problemático es que tampoco sabemos escuchar. Es así como se rompe y se dificulta el flujo del
lenguaje y el diálogo empático.

Es recomendable por tanto que demos un paso adelante, que nos atrevamos a dominar una
herramienta excepcional con la que todos podemos ganar: la inteligencia comunicativa.

Comunicar bien es pensar bien, es saber reordenar ideas, transformar la complejidad mental en
mensajes fáciles e interesantes que transmitir. Ser hábil en el ejercicio de la conversación es, por
encima de todo, ser capaces de entender a nuestro interlocutor. Ahí está la magia y ahí el auténtico
mecanismo de la inteligencia comunicativa.

Un tipo de inteligencia que trasciende más allá del “yo”

La inteligencia comunicativa va más allá de uno mismo. Mientras la inteligencia convencional parte de
la propia capacidad para comprender, aprender, razonar, recordar, etc., la habilidad conversacional se
focaliza en el otro, en quien tenemos delante.

Asimismo, hay otro hecho que la define: comunicar no es solo transmitir ideas, juicios o lograr que
quien tengo delante se convenza de eso que yo doy, por cierto. Es mucho más. Entre sus objetivos
están a su vez las siguientes propuestas:

• Permitirnos conectar con las perspectivas ajenas, sin juicios, sin ideas preconcebidas.
• Preguntar más que hablar y hacer preguntas que creen impacto, que despierten el interés.
• Saber escuchar de forma activa.
• Atender tanto al lenguaje verbal como al no verbal.
• Saber expresar opiniones de manera adecuada, oportuna.
• Orientar nuestras conversaciones para saber llegar a puntos en común y entonces, crear
cambios reales donde todos avancemos o ganemos.
• Derribar la necesidad de tener siempre la razón en una conversación y ser capaces de aprender
mutuamente.
• Hacer de las emociones nuestras aliadas. Emocionar al otro para que nuestro diálogo sea más
enriquecedor.
Aprender a ser espejo y ventana a la vez

En el arte de la comunicación es esencial aprender a ser espejo y ventana a la vez. ¿Qué significa esto?
Es ser hábil para conectar con quien tenemos enfrente y ser su espejo.

Es lograr que la otra persona se sienta reflejada en nosotros ante lo que decimos… porque lo hacemos
a través de la empatía. Ser cercanos para que se sientan conectados a nosotros porque les parecemos
familiares.

Ahora bien, también debemos ser ventanas: figuras capaces de inspirar y de abrirles nuevas
perspectivas. La inteligencia comunicativa es el arte de la conexión y la expansión, de saber llegar al
corazón del otro, pero a la vez crecer juntos al aprender los unos de los otros.

La inteligencia comunicativa parte de la confianza

Si queremos llegar a acuerdos o si deseamos conseguir un impacto real en una audiencia o en un


número concreto de personas, debemos ser capaces de transmitir confianza.

Esta dimensión es el auténtico tendón psíquico entre todos nosotros. La confianza, al fin y al cabo,
impacta en nuestro cerebro liberando oxitocina, la hormona de la conexión humana.

Si inspiras confianza, tendrás medio territorio ganado. Si te expresas con claridad, sencillez y cercanía,
la otra persona será receptiva a cada mensaje e idea que transmitas. Relaciones de pareja, trabajo,
familia…

La inteligencia comunicativa puede transformar nuestra realidad cotidiana de infinitas maneras; el


primer paso pasará siempre por generar confianza.

Para concluir, los grandes líderes, gerentes y entrenadores de habilidades saben de la importancia de
este tipo de competencia. Estamos ante un recurso valioso que puede contribuir a nuestra
plenitud. Trabajemos en él.

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