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Jehová, El Nombre Que Nunca Tuvo El Dios de Israel Seis Estudios Bíblicos y Exegéticos (Spanish Edition) (Olea C., Héctor B. (Olea C., Héctor B.) ) (Z-Library)
Jehová, El Nombre Que Nunca Tuvo El Dios de Israel Seis Estudios Bíblicos y Exegéticos (Spanish Edition) (Olea C., Héctor B. (Olea C., Héctor B.) ) (Z-Library)
Dios de Israel
Seis estudios bíblicos y exegéticos
Héctor B. Olea C.
Biblista y exégeta, miembro del equipo de eruditos que produjo la
«Nueva Traducción Viviente» (NTV)
Contenido
Introducción
El valor de la transliteración y sus modalidades
El nombre “Jehová” ¿traducción o transliteración?
“¡No pronunciarás el nombre de YHVH tu Dios!”
¿Quién dijo eso?
Una aclaración necesaria a un hermano y amigo
«Testigo de Jehová»
Introducción
:
Este libro consiste en la presentación de seis artículos que originalmente
fueron publicados de manera independiente.
Pero los seis artículos giran en torno al nombre Jehová. Debo aclarar
que no empleo aquí el nombre Jehová porque lo considere adecuado y
legítimo, sino por lo popular y usual que es en la tradición protestante y
evangélica, en virtud de su uso en la demasiada popular versión Reina
Valera 1960.
Precisamente en este trabajo presentamos argumentos y evidencias
contundentes, que nos animan a evitar el empleo del mismo. En esta línea
van los tres primer artículos y el sexto: 1) La transliteración y sus
modalidades, 2) El Nombre Jehová. ¿Traducción o transliteración?, 3) No
pronunciarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; y 6) La transliteración
«Jehová», ¿una indicación y señal de “desgracia”?
El artículo 4 consiste en una reacción a una persona amiga miembro de
los Testigos de Jehová, con el objetivo de poner de relieve la cuestionable
apelación a la presencia del tetragrama en algunos testimonios antiguos y
arqueológicos, como si fuera el nombre Jehová mismo.
El artículo 5 consiste en un análisis detallado y riguroso del empleo e
implicaciones de la expresión «Jehová de los ejércitos»; en el marco de una
reflexión por una cultura de paz.
Es pues, nuestro objetivo, el que esta obra pueda ayudar a una mejor
comprensión de los textos bíblicos implicados y analizados; a la
profundización de los estudios bíblicos, a la revisión y reformulación de la
temática general aquí analizada, y sea a la vez un estímulo e invitación para
involucrarse o al menos familiarizarse con los estudios bíblicos y teológicos
exegéticos, críticos y académicos.
Héctor B. Olea C.
Correo electrónico: benjamin.olea30@gmail.com
(1)
Introducción:
¿Por qué decir el nombre “Jehová”
? ¿No existen también otras formas
del mismo nombre, reflejados por algunas versiones de la Biblia?
Efectivamente, además de la forma Jehová que encontramos en la Reina
Valera y en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras,
existen otras variantes que se pueden testimoniar por otras versiones de la
Biblia misma, por ejemplo: Jehováh
(en la Reina Valera Actualizada de
1989), Yahvé
(Biblia de Jerusalén), Yavé
(La Biblia Latinoamérica),
Yahveh
(Sagrada Biblia Cantera-Iglesias), Yahweh
(La Biblia Peshita en
español), YHWH
(La Biblia textual).
Respecto a estas variantes, lo que diré por ahora, es que representan
esfuerzos distintos por reproducir de la mejor manera el tetragrama hebreo
(las clásicas cuatro consonantes “YHVH” o “YHWH” que sirven de base al
sagrado y nombre propio del Dios de Israel.
El asunto se torna problemático ya que ni siquiera en cuanto a la
transliteración de las cuatro consonantes se ha podido lograr un consenso.
Quizás la transliteración más popular del tetragrama es YHWH
. La otra
transliteración que compite y que tal vez, podríamos decir que se está
imponiendo es YHVH
.
Todo esto demuestra que los intentos por reproducir fonéticamente el
valor de las cuatro consonantes hebreas así como ofrecer una adecuada
traducción del nombre sagrado no han sido pocos, y los resultados han sido
muy diversos.
Toda esta problemática exige que una explicación de la misma que tenga
aspiraciones de ser adecuada y consistente, tiene que tomar y considerar
seriamente la historia del texto hebreo del Tanaj, el llamado “Antiguo
Testamento” y sus posteriores traducciones al griego y al arameo.
Breve historia del texto hebreo del AT (Tanaj)
Aunque el texto hebreo del AT muestra en la actualidad una serie de
puntos y rayas al lado, debajo y encima de las letras hebreas, lo cierto es
que por muchos años el texto hebreo se conservó y transmitió sin estas
características.
Etapas del texto hebreo
Stephen Pisano en su artículo “El texto del Antiguo Testamento”, en la
obra “Metodología del Antiguo Testamento, afirma: “Es posible hablar de
cuatro etapas en el desarrollo del texto hebreo. La primera etapa sería la de
la producción escrita (y oral) del texto, que se remonta a lo «autores
originales» o a los «textos originales». La segunda etapa es la de la forma
más antigua (o de las formas más antiguas) a las que podemos remontarnos
a través de los testimonios existentes, tantos directos como indirectos.
Ordinariamente es ésta la etapa en la que se concentra la aplicación de la
crítica textual. La tercera etapa es la del texto hebreo consonántico, que se
hizo normativo a finales del siglo I de nuestra era. Puesto que es el que
aceptaron los masoretas y sobre el que trabajaron, se puede llamar a esta
etapaza «proto-masorética». La cuarta y última etapa sería la del texto
masorético, el texto con la vocalización escrita y con el conjunto de
observaciones elaboradas por los estudiosos del texto (los masoretas y los
soferím [escribas] antes de ellos), que se encuentran en los manuscritos
hebreos a partir del siglo X de nuestra d.C.” (Página 46).
Ahora bien, respecto la primera etapa, quiero hacer algunas
observaciones. En primer lugar, que no existe copia alguna de un tipo de
texto hebreo que sea anterior al exilio del año 587-586 a.C. En segundo
lugar, que las formas más antiguas que podemos conocer del texto hebreo
son posteriores al exilio. Este tipo de texto pone de manifiesto un texto
hebreo con caracteres cuadrados a semejanza del arameo (evidencia
concreta de la influencia de la cultura e imperio persa en la forma del
alfabeto hebreo). En tercer lugar que, lógicamente, no poseemos copia
alguna de los textos surgido en esta primera etapa, la de los llamados
“autógrafos”, es decir, los manuscritos originales que salieron directamente
de las manos de sus autores.
Respecto de la segunda y tercera etapas, haré las siguientes
observaciones. En primer lugar, que los manuscritos del Mar Muerto, los
manuscritos de Qumrán, vienen a ser los únicos y mejores testigos de la
segunda etapa del texto hebreo, así como los únicos representativos de la
tercera etapa del texto hebreo, la del texto consonántico, aunque algunas
décadas antes de que se estableciera definitivamente como normativo.
Son pertinentes aquí las palabras de Florentino García Martínez, cuando
habla de los manuscritos descubierto en el año 1947: “El estudio
paleográfico primero y el análisis mediante el carbono 14 después
establecieron rápidamente que todos los manuscritos habían sido copiados
entre el siglo III a.C. y la primera mitad del siglo I d.C. Las excavaciones
arqueológicas de la distintas cuevas y de las ruinas de Qumrán dejaron
igualmente claro que todos los manuscritos habían sido depositados en las
cuevas antes de la destrucción de ocasionada por el ejército romano durante
la primera guerra judía de los años 66-74 del siglo I d.C. Todos los textos,
pues, provenían de una período especialmente importante en la evolución y
en el desarrollo de las ideas religiosas, un período anterior a la canonización
definitiva del texto de la Biblia hebrea anterior sobre todo a la formación
del judaísmo rabínico y el nacimiento del cristianismo” («Los manuscritos
del Mar Muerto, balance de hallazgos y de cuarenta años de estudios»,
página 24).
Ahora bien, antes de los descubrimientos del Mar Muerto, el texto más
antiguo del que se disponía era el papiro Nash (siglo II a.C.), una
combinación de los preceptos de Éxodo 20 y Deuteronomio 5 con el
añadido de la Shemá” («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia
hebrea», Verbo Divino, página 24).
Con relación a la cuarta etapa, la del texto masorético vocalizado, traigo
a colación las palabras de Julio Trebolle Barrera: “Hasta inicios de la Edad
Media el texto bíblico se transmitió únicamente en caracteres
consonánticos, sin anotación vocálica alguna. El tratado Soferim del
Talmud de Babilonia hace referencia a múltiples aspectos de la actividad de
los escribas, pero no menciona todavía la existencia de un sistema de
vocalización” («La Biblia judía y la Biblia cristiana», Editorial TROTTA.
página 296).
Pero, ¿por qué se le llama “texto masorético” al texto hebreo
vocalizado?
La palabra “masorético” es un adjetivo que significa “relativo a los
masoretas”. ¿Pero quiénes fueron los masoretas?
El origen de la palabra “masoreta” tiene dos explicaciones básicas: 1)
hay quienes la ha derivado de una raíz “’asar” que significa “amarrar”. Con
esta raíz se sugiere que la “Masora” es una especia de defensa que protege
la escritura. 2) La otra derivación es la raíz “msr” que significa “transmitir”,
concibiendo la “masora” como “tradición”.
Los masoretas fueron los continuadores de los “soferím”. Entonces se
impone que digamos algo sobre estos. “La mayoría de los autores coinciden
en reconocer a los soferím (escribas) los discípulos de Esdras el escriba,
como los primeros en trabajar en la preservación del texto bíblico. Ellos son
considerados los antecesores de los masoretas… La actividad de estos
escribas parece haber finalizado en torno al siglo I d.C., cuando se produjo
la estandarización del texto bíblico y comenzó otra fase de la historia del
mismo… Su labor está atestiguada en el Talmud, la Mishná y los
midrashim” («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia hebrea»,
Verbo Divino, páginas 51-52).
“La actividad de los soferim o escribas profesionales se enmarca dentro
de la tarea de fijar el texto bíblico con exactitud. Los soferim se ocuparon
de indicar en el texto una serie de alteraciones ortográficas (letras grandes y
pequeñas, puntos extraordinarios, letras suspendidas, etc.) y fueron los
encargados de dividir la Biblia hebrea en secciones litúrgicas (sedarím y
parashot)” («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia hebrea»,
Verbo Divino, página 52).
Respecto a los masoretas, la recién citad obra nos dice: “La actividad de
los masoretas, continuadores de lo soferim, se data en torno al siglo II d.C.,
aunque el período propiamente masorético se sitúa entre los años 500 y
1000, cuando las noticias que habían sido transmitidas oralmente se
consignan por escrito en los códices. El propósito de la Masora «tradición»
era la transmisión fiel e inalterable del texto normativo, asegurándose de
que no se cambiara nada, ni siquiera errores o detalles, por pequeños que
fueran. El carácter sagrado de la Biblia hacía imprescindible que el texto se
copiara de forma precisa y exacta” (página 28).
Ahora bien, cuando a partir del siglo VI d.C. los masoretas comenzaron
a experimentar con los signos diacríticos para indicar las vocales y los
acentos, esto dio como resultado tres sistemas básicos de puntuación: el
babilónico, el palestinense y el tiberiense (o tiberiano).
Con respecto a estos tres sistemas de puntuación, Julio Trebolle Barrea
nos dice: “A) El sistema babilónico, desarrollado en el siglo VIII d.C., es
supralineal; los signos vocálicos se escriben sobre las consonantes. Aparece
utilizado todavía en algunas ediciones del targúm y en textos yemeníes. La
secta de los qaraítas contribuyó de modo decisivo al perfeccionamiento del
sistema babilónico así como también del palestino. B) El sistema
palestinense fue utilizado entre los años 700 y 850, y evolucionó hasta dar
el paso al sistema tiberiense. C) El sistema tiberiense es el utilizado en las
ediciones actuales de la Biblia hebrea. El período de florecimiento de la
escuela de Tiberíades abarca desde el 780 al 930 d.C. Durante este tiempo
se sucedieron seis generaciones de la familia más famosa de masoretas, los
Ben Asher. El representante más conocido y autorizado de la familia es el
último de la serie, Aaron ben Asher, quien editó un texto completo de la
Biblia hebrea con vocales, acentos y la correspondiente masora (tradición)”
(«La Biblia judía y la Biblia cristiana», Verbo Divino, página 296).
De todos modos, una advertencia importante es que estos tres sistemas
de vocalización no reflejan, en lo esencial, pronunciaciones diversas del
texto consonántico, sino maneras distintas de representar la pronunciación
de las palabras («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia
hebrea», Verbo Divino, página 33).
No quiero cerrar esta sección sin decir que el origen y aplicación de los
signos gráficos inventados por los masoretas fue objeto de gran discusión
entre algunos círculos judíos. Parte de la discusión era hermenéutico
teológica, pues se discutía si en verdad los signos gráficos masoréticos eran
tan sagrados como las consonantes.
En 1538 Elías Levita publicó un comentario sobre la Masora en el que
mostraba que ni el Talmud, ni el Midrash conocían el sistema masorético de
vocalización, por lo que sugirió que estos eran posteriores a dichas obras.
También puso de relieve el origen babilónico y arameo de los nombres de
los puntos masoréticos, por lo que habrían surgido con posterioridad al
destierro a Babilonia.
Por otro lado, en 1620 Johannes Buxtorf intentó demostrar el origen
divino de los puntos vocálicos, queriendo demostrar que no eran una simple
invención de los masoretas, sino que tenían la misma autoridad divina que
las consonantes.
Al final, y, de todos modos, los puntos vocálicos masoréticos fueron
determinantes en el resurgir del idioma hebreo moderno, y lo cierto es que
las distintas ediciones modernas de la Biblia hebrea o Tanaj reproducen un
texto vocálico, un texto masorético.
El texto de la actual Biblia hebrea
En los años 1516 y 1517 Daniel Bomberg publicó en Venecia la primera
edición de la llamada «Biblia rabínica», que fue preparada por el judío
converso Félix Pratensis. La segunda edición de la «Biblia rabínica» se
publicó entre los años 1524 y 1525, pero bajo la dirección de Ben Hayyim
(Jacob ben Chayim). Fue tal el reconocimiento que tuvo esta edición que
por un tiempo se la consideró como el verdadero «texto masorético». Es
más, se afirma que la segunda edición de la «Biblia rabínica» se convirtió
en el «textus receptus» de la Biblia hebrea tanto para judíos como los
cristianos por más de cuatrocientos años (400).
Las dos primera ediciones de la llamada «Biblia hebraica de Kittel»
(editada por Rudolf Kittel) reprodujeron el texto de la segunda edición de la
«Biblia rabínica». Pero a partir de su tercera y última edición (año 1936-37)
la «Biblia hebraica de Kittel» reproduce el manuscrito B19a de Leningrado.
Este manuscrito abarca toda la Biblia hebrea. Es el códice completo más
antiguo. Según consta en su colofón es de los años 1008-1009. Este
manuscrito pertenece a la tradición tiberiense o tiberiana. No fue vocalizado
por el propio Ben Asher, sino que su puntuación fue copiada de códices
corregidos según Ben Asher. Se encuentra en la Biblioteca nacional de
Rusia, en San Petersburgo.
Se afirma que la importancia del códice de Leningrado consiste en que
es el más antiguo manuscrito conocido de la Biblia hebrea completa, basado
en la tradición Ben Asher.
La llamada «Biblia Hebraica Stuttgartensia» publicada en el año 1977 y
que vino a sustituir la tercera edición de la «Biblia hebraica de Kittel»,
también tiene como base textual el códice de Leningrado.
Ahora bien, a pesar predominio del llamado texto masorético, a suya
familia pertenece el códice B19 de Leningrado, y que es el texto hebreo
prácticamente de todas las actuales ediciones de la Biblia hebrea, los
hallazgos del Mar Muerto ponen en evidencia la existencia de una notoria
pluralidad textual todavía en el primer siglo de nuestra era. “Se puede
establecer con bastante seguridad que entre los siglos I y II d.C. se impuso
un determinado tipo textual. De manera que este hecho no fue el resultado
de una decisión adoptada en un momento determinado, sino un proceso
gradual en el que un texto se fue imponiendo sobre los demás. Durante
algún tiempo el texto masorético coexistió con textos divergentes, como lo
demuestran algunas disposiciones del Talmud que aluden a la necesidad de
eliminar aquellos manuscritos bíblicos que no hubieran sido corregidos de
acuerdo con el texto normativo. A partir de este momento el texto bíblico
apenas experimentó cambios” («Masora, la transmisión de la tradición de la
Biblia hebrea», Verbo Divino, páginas 27 y 28). En consecuencia, el texto
masorético del que actualmente disponemos nunca fue el único que existió,
sino el único tipo de texto que sobrevivió.
En este mismo sentido, Julio Trebolle Barrera nos dice: “Los
manuscritos de Qumrán han venido a demostrar que, en contra de lo que se
solía pensar anteriormente, muchas de las variaciones del texto de la
versión de los Setenta (la Septuaginta) respecto al texto hebreo tradicional
no son el producto de cambios introducidos en el texto por los traductores
griegos. Se deben más bien al hecho de que la traducción fue realizada
sobre originales hebreos, cuyo texto difería de del conservado en la
tradición masorética” («Los manuscritos del Mar Muerto, balance de
hallazgos y de cuarenta años de estudios», páginas 84 y 85).
Finalmente, es cierto que los descubrimientos de los manuscritos del
Mar Muerto en el año 1947 vinieron a confirmar en cierta forma la calidad
del texto masorético. Lo que ocurre es que para antes de este
descubrimiento, los manuscritos hebreos (de la Biblia hebrea) más antiguos
con que contábamos eran los códices tiberienses de la escuela Ben Asher:
Or 4445; profetas de El Cairo, Alepo y Leningrado (1008 y 1009 d.C.), así
como algunos fragmentos encontrados en la Genizá de El Cairo (siglos VI-
VIIId.C.) y códices bíblicos incompletos procedente de Egipto y Palestina
(datados entre los años 900 y 1100 d.C.) pertenecientes a la colección
Firkovich” («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia hebrea»,
Verbo Divino, página 24).
Ahora, pienso que algunas personas se preguntarán del porqué traigo a
colación toda esta información aquí. Pues bien, lo hago para dar una idea de
que las cosas nunca han sido tan simples como muchas personas imaginan,
sino mucho más complicadas. Por otro lado, pues, me servirán más adelante
para mostrar el porqué de lo inadecuado de ciertas afirmaciones.
Análisis y explicación lingüística y gramatical del tetragrama
Lingüísticamente la etimología del tetragrama está ligada a dos verbos
hebreos que significan lo mismo: ser, existir, estar
. Estos verbos son
“hayáh”
y haváh”.
La apelación a estos dos verbos se plantea casi como
obligatoria por lo que encontramos textualmente en Éxodo 3.13-15, texto
que explica el origen del sagrado y nombre propio del Dios de Israel. Una
traducción que refleja bien el sentido del texto hebreo de Éxodo 3.14 es:
“Dios le respondió a Moisés: Yo seré el que seré (Yo seré el que estaré).
También le dijo: así le dirás a los hijos de Israel: Yo seré me ha enviado a
ustedes”
.
Es obvio que esta traducción que personalmente he hecho de Éxodo 3.14
difiere de la conocida a través de la Reina Valera. La razón es que yo he
seguido el texto hebreo, pero la Reina Valera y otras han seguido el texto de
la Septuaginta, que dice: “Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy:
También le dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me ha enviado a
ustedes”
.
Con relación al significado y rigen del nombre, el «Diccionario
Teológico Manual del AT», citando a Gerhard Von Rad afirma:
“únicamente en Éxodo 3.14 y dentro de una interpretación teológica
relativamente complicada, se da un significado al nombre de Yahvé; ahora
bien, prescindiendo de si, etimológicamente es correcto o no, debe señalarse
que este significado es válido sólo para un grupo de israelitas. (Tomo I,
pagina 969). Con relación al origen del nombre Yahvé, la misma obra citada
también afirma que hasta el momento no se han podio presentar pruebas
irrefutables de que el nombre Yahvé haya sido empleado fuera de Israel y
antes de Moisés.”
Finalmente, lo dicho en Éxodo 6.2-3 (Habló todavía Dios a Moisés, y le
dijo: Yo soy JEHOVÁ. 3
Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios
Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos),
significa tres cosas: 1) Que redactor de este relato no parece conocer toda la
historia que presenta el libro de Génesis. 2) Que muy posiblemente este
relato una existencia independiente, y que ahora nos llega junto al resto del
Pentateuco. 3) Que muy probablemente el Pentateuco no comenzó por
donde ahora comienza, en la forma final en que hemos recibido el
Pentateuco. Una lectura detenida demuestra que para cuando se viene a dar
la explicación del sagrado nombre en Éxodo 3 y 6, ya el libro de Génesis
estaba repleto del uso del tetragrama (sólo en Génesis encontramos el
tetragrama alrededor de 143 veces). De todos modos hay algunos
comentaristas que ante esta dificultad plantean que no se trata simplemente
del nombre, sino de su sentido, “no les hice comprender” (véase comentario
a Éxodo 6 en la Biblia del peregrino de estudio”.
El uso del tetragrama en el texto masorético
Ahora bien, con relación a las distintas transliteraciones que hemos
mencionado y que nos han llegado a través de las distintas versiones de la
Biblia, lo primero que tenemos que hacer es preguntarnos si lo que procede
es una traducción del tetragrama, según la intención expresada por la
vocalización del mismo en la tradición masorética, o la simple
transliteración del tetragrama.
Pero antes de seguir creo que debemos tener bien claro que el nombre
“Jehová” está ligado a la etapa del texto hebreo vocalizado. Respecto del
texto consonántico nada puede aportar en esta discusión. Por eso, decir que
los descubrimientos del Mar Muerto de 1947 confirman la antigüedad de
dicho nombre, carece de todo fundamento. Lo que sí puede decirse es que
hay en dichos manuscritos ejemplos del uso del tetragrama, pero esto no es
lo mismo.
No olvidemos que los textos encontrados en Qumrán datan de hasta dos
siglos antes de Cristo, pero que el texto hebreo consonántico de la Biblia
hebrea no fue vocalizado por los masoretas sino con posterioridad por lo
menos al siglo V de nuestra era. En conclusión: no hay en Qumrán
ejemplos de manuscritos vocalizados, pues son anteriores a la etapa de los
masoretas. Por otro lado, no hay ejemplos en Qumrán de manuscritos que
confirmen la presencia del tetragrama con una vocalización que confirme
por lo menos la transliteración “Jehová”.
Pero de nuevo, está latente la pregunta: Jehová, ¿traducción o
transliteración? ¿Qué intención tenían los masoretas al vocalizar el
tetragrama en la forma en que lo encontramos en el texto masorético?
Como transliteración, hay evidencias que apuntan a que probablemente
la más antigua vocalización es “Yahvéh”. Esta vocalización encuentra
apoyo en una transcripción griega, “Iabé”, que según Francisco Lacueva
aparece en el Pentateuco griego samaritano («Curso práctico de Teología
Bíblica», CLIE, página 28). A la luz de esta evidencia son comprensibles
las siguientes transliteraciones: Yahveh, Yavé, Yaweh, Yahve. Lo penoso es
que la vocalización que estaría detrás de la transcripción griega “Iabé” no se
la encuentra en el texto masorético. Por lo tanto, la solución o explicación,
ajustándonos al texto masorético, tendremos que buscarla más bien por otra
parte.
Respecto a la vocalización del tetragrama, diré lo siguiente. Hay
evidencias de que en las ediciones impresas de la Biblia hebrea hay dos
vocalizaciones muy parecidas, pero distintas en un solo punto.
Por un lado tenemos la vocalización que muestra la Biblia hebreo-
español («Textus Receptus»), de Moisés Katznelson, a saber, “YeHoVaH”.
Esta vocalización ha originado las siguientes transliteraciones: Jehováh,
Jehová.
Por otro lado, la Biblia Hebraica editada por Rudolph Kittel (1937) y la
actual Biblia hebraica Stuttgartensia (1967-77), muestran la siguiente
vocalización: “YeHVaH”.
Ahora bien, la pregunta del millón: ¿se legitima el uso del nombre
“Jehová” con la vocalización “YeHoVaH” que muestra la Biblia hebreo-
español?
Lo cierto es que a pesar de lo que piensan muchas personas, la
vocalización del tetragrama no justifica el uso del nombre “Jehová”. ¿Por
qué? Porque con la aparente intención de ocultar la más antigua y posible
original pronunciación del sagrado nombre, los escribas emplearon las
vocales de otros dos nombres más comunes.
La evidencia que aporta la Septuaginta
En la Septuaginta (traducción griega del AT, en principio sólo el
Pentateuco, hecha alrededor de la segunda mitad del siglo III antes de
nuestra era) muestra la tendencia de traducir el tetragrama con la palabra
“Kúrios” (Señor), no importando su vocalización. Pero no siempre mantuvo
esta tendencia. Aquí tenemos que traer a la memoria la posibilidad de que
en algunos casos, la Septuaginta refleje un texto hebreo distinto al
masorético.
Para demostrar lo que estoy diciendo, voy a tomar a Génesis capítulo 4,
un pasaje donde encontramos la presencia del nombre “Jehová” en diez
ocasiones en la Reina Valera de 1960. En este capítulo encontramos el
nombre “Jehová” en los siguientes versículos: 1, 3, 4, 6, 9, 13, 15 (dos
veces), 16 y 26.
En todos estos versículos el texto masorético tiene el tetragrama con la
vocalización “Yehvah”.
La Biblia hebreo español, en cambio, tiene el tetragrama con la
vocalización “Yehovah” (pero traduce como “el Eterno”)
Lo interesante es que en la Septuaginta la situación es más complicada,
lo que nos obliga a ir versículo por versículo.
Versículo 1) “tu theú”, forma de “theós” (Dios)
Versículo 3) “tu kuríu”, forma de “kúrios” (Señor)
Versículo 4) “jo theós” (Dios)
Versículo 6) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 9) “jo theós” (Dios)
Versículo 13) “ton kúrion”, forma de “kúrios” (Señor)
Versículo 15) “kúrios jo theós” (Señor Dios), las dos veces.
Versículo 26) “kuríu tu theú” forma de “kúrios” y “theós” (Señor y Dios)
Se nota de nuevo la falta de uniformidad en que la Septuaginta traduce el
tetragrama, tomando como referencia el texto masorético. Obviamente, no
es imposible aquí la lectura por parte de la Septuaginta de un texto hebreo
distinto al masorético.
Pasemos ahora a considerar dos expresiones que aparecen en la Reina
Valera: “Jehová Dios” y “Señor Jehová”. La expresión “Jehová Dios” se la
encuentra en el AT en la Reina Valera de 1960 en 665 veces en 613
versículos bíblicos. La expresión “Señor Jehová” se la encuentra en 42
veces en 41 versículos bíblicos.
Ahora bien, como es imposible ser exhaustivo aquí, lo que voy a hacer
es considerar algunos casos a manera de ejemplo.
La expresión “Jehová Dios”
Para analizar la forma en que esta expresión es traducida por la
Septuaginta, lo que voy a hacer es tomar un pasaje en particular, a Génesis
capítulo 2, donde encontramos la frase “Jehová Dios” en once (11)
ocasiones: versículos: 4, 5, 7, 8, 9, 15, 16, 18, 19, 21 y 22.
En estos once (11) versículos, el texto masorético tiene la expresión
“Yehvah elohím”.
La Biblia hebreo-español “Yehovah elohim” (pero la traduce “Dios, el
Eterno”)
La Septuaginta, por su lado, muestra la siguiente situación:
Versículo 4) “jo theós” (Dios)
Versículo 5) “jo theós” (Dios)
Versículo 7) “jo theós” (Dios)
Versículo 8) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 9) “jo theós” (Dios)
Versículo 15) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 16) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 18) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 19) “jo theós” (Dios)
Versículo 21) “jo theós” (Dios)
Versículo 22) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Se nota de nuevo la falta de uniformidad en que la Septuaginta traduce el
tetragrama, combinado ahora con la palabra “elohim”, “elojim” (Dios),
tomando de nuevo como referencia el texto masorético. Tampoco se puede
descartar en este caso la Septuaginta haya tenido como base un texto hebreo
distinto al masorético.
La expresión “Señor Jehová”
El sintagma “Señor Jehová” se lo encuentra en la Reina Valera 1960
cuarenta y dos veces (42) en cuarenta y un versículo (41). De estas 42
veces, es la traducción del hebreo “Adonay Yehvih” (o “Adonay Yehovih”)
en treinta y seis (36). En cinco ocasiones es la traducción del hebreo “Ha-
Adón Yehváh” (o “Ha-Adón Yehováh”). Y en una ocasión es la traducción
de la hebrea “Yehváh Elohím” (o “Yehováh Elohím”), en Jeremías 2.19.
Para analizar la forma en que esta expresión es traducida por la
Septuaginta, lo que voy a hacer es tomar un pasaje en particular, a Isaías
capítulo 10, donde encontramos la frase “Señor Jehová” en cuatro
ocasiones: versículos: 16, 23, 24 y 33.
De estas cuatro menciones, el texto masorético no tiene una expresión
uniforme. En los versículos 16 y 33, el texto masorético tiene la expresión
“Ha-adón Yehvah”; pero en los versículos 23 y 24, la expresión “Adonay
Yehvih”.
La Biblia hebreo-español, en los versículos 16 y 33 tiene la expresión
“Ha-adón Yehovah”, pero la traduce “Señor Dios” en el 16, pero “Señor el
Eterno” en el 33.
En los versículos 23 y 24, tiene la expresión “Adonay Yehovih”, pero
traduce “Señor el Eterno” en el 23, y “Señor Dios” en el 24.
La Septuaginta por su parte, vuelve a mostrar falta de uniformidad o
inconsistencia en su traducción. En el versículo 16, traduce “kúrios”
(Señor); en el versículo 23, traduce “jo theós” (Dios); en el versículo 24,
traduce “kúrios” (Señor); y en el versículo 33, traduce “kúrios” (Señor).
Consideremos además a 2 Samuel 7.18, 19, 20, y 22
“18
Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor
Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta
aquí? 19
Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has
hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el
hombre, Señor Jehová? 20
¿Y qué más puede añadir David hablando
contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor Jehová… 22
Por tanto, tú te has
engrandecido, Jehová Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera
de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.”
En estos cuatro pasajes, la situación es la siguiente. El los versículos 18,
19 y 20, lo que la Reina Valera ha traducido “Señor Jehová” es la expresión
hebrea “Adonay Yehvíh”. Pero en el versículo 22, la traducción “Jehová
Dios” corresponde a la misma expresión hebrea “Adonay Yehvíh” que
tradujo “Señor Jehová” en los versículos 18, 19 y 20.
En la Biblia hebreo-español, la situación es esta: En los versículos 18,
19, y 20, tiene en el texto hebreo la expresión “Adonay Yehovíh”, y la
traduce “Dios Eterno”. Pero en el versículo 22, la expresión hebrea es
“Yehováh Elohim”, y la traduce igualmente “Dios Eterno”.
La Septuaginta, por su parte, tradujo de manera consistente con una
misma expresión, la única expresión que tiene el texto masorético en los
cuatros pasajes en cuestión. La traducción de la Septuaginta es “Kúrie mu
kúrie
”, que significa “Señor mi Señor”.
Finalmente, en Deuteronomio 9.26, la expresión “Señor Jehová” es la
traducción de la expresión “Adonay Yehovíh” del texto masorético. La
Biblia hebreo-español tiene en el texto hebreo la expresión “Adonay
Yehovíh”, pero la traduce simplemente “Señor”. La Septuaginta tradujo con
la expresión “Kúrie kúrie”, que debe traducirse “Señor señor”.
La combinación “Yehváh Elohim” y la combinación “Adonay
Yehvíh”
La combinación “Yehváh Elohím” o “Yehováh Elohím” la encontramos
en el texto masorético 35 veces en 33 versículos bíblicos, a saber: Génesis
2. 4, 5, 7, 8, 9, 15, 16, 18, 19 21, 22; 3.1, 8, 9, 13, 14, 21, 22, 23, ; Éxodo
9.30; 2 Samuel 7.25; 2 Reyes 19.19; Salmo 72.18; 80.4, 19; 84,8, 11; 1
Crónicas 17.16, 17; 28.20; 2 Crónicas 1.9; 6.41, 42. La Reina Valera 1960
tradujo esta combinación como “Jehová Dios”. Sólo en Génesis 3.23 se
apartó, traduciendo sólo con “Jehová”.
La traducción de la Septuaginta en estos 35 versículos no fue
consistente, observemos: con sólo “jo theós” (Dios) en Génesis 2. 4, 5, 7, 9,
19, 21; 3.1, 22. Con sólo “Kúrion” (Señor) en Éxodo 9.30. Con “Kúrios jo
theós” (Señor Dios) en Génesis 2.8, 15, 16, 18, 22; 3.9, 13, 14, 21, 23;
Salmo 72.18; 84.11; 1 Crónicas 28.20. Con “Kúrie jo theós” (Señor Dios)
en 2 Reyes 19.19; Salmo 80.4, 19; 84.8; 1 Cónicas 17.16, 17; 2 Crónicas
1.9; 6.41. 42. Con “Kuríu tu theú” (Del Señor Dios) en Génesis 3.8. Y con
“Kúrie mu kúrie” (Señor mi Señor) en 2 Samuel 7.25.
La combinación “Adonay Yehvíh”
La combinación “Adonay Yehvíh” o “Adonay Yehovíh” se la encuentra
en el texto masorético en 284 veces en 278 versículos bíblicos. Expresión
que, como ya vimos, es traducida en treinta y seis ocasiones como “Señor
Jehová” en la Reina Valera de 1960.
Por razones obvias sólo consideraremos ocho casos representativos:
Génesis 15.2; Deuteronomio 3.24; Josué 7.7; Jueces 16.28; 1 Reyes 2.26;
Ezequiel 11.8; Amós 7.5 y 6.
En estos ocho casos, la traducción de la Septuaginta fue la siguiente:
Génesis 15.2 “Déspota” (forma de “despótes”, Señor, amo, dueño)
Deuteronomio 3.24 “Kúrie kúrie” (Señor, señor)
Josué 7.7 “Kúrie” (Señor)
Jueces 16.28 “Kúrie kúrie” en el texto A, traducción “Señor, señor”.
Pero en el texto B, “Adonaie kúrie” (Señor, señor”). La palabra “Adonaie”
es una transliteración griega de la hebrea “Adonay”. Una observación más
es que el texto masorético tiene esta vez la vocalización “Yehovíh”, y no
“Yehvíh” que es la que sobresale.
1 Reyes 2.26 “Kuríu” (del Señor). Aquí volvemos a observar en el texto
masorético la vocalización “Yehovíh”, y no la usual, “Yehvíh”.
Ezequiel 11.8 “Kúrios” (Señor)
Amós 7.5 “Kúrie kúrie” (Señor, señor)
Amós 7.6 “Kúdios” (Señor)
Pero, ¿qué tienen en común las combinaciones “Yehváh Elohim” y la
combinación “Adonay Yehvíh”?
1) Que al vocalizar el tetragrama con las vocales de “Adonay” (Señor),
ya sea “Yehváh” o “Yehováh” los masoretas sugerían la lectura (traducción,
no transliteración) “Adonay” (Señor), cuando va acompañado del sustantivo
“Elohim” (Dios), la lectura de la expresión “Yehváh o Yehováh Elohím”
sería “Señor Dios”.
2) Que al vocalizar el tetragrama con las vocales de “Elohím” (Dios), ya
sea “Yehvíh” o “Yehovíh”, cuando va acompañado del sustantivo
“Adonay”, también sugiere por igual, que la combinación “Adonay Yehvíh
o Yehovíh” debe leerse “Señor Dios”.
Procediendo de esta manera, en ambos casos, se evitaba el pleonasmo
“Señor Señor” y “Dios Dios”. Esta evidencia también nos invita a
considerar las combinaciones “Yehváh Elohím” (o Yehováh Elohím) y
“Adonay Yehvíh (o Adonay Yehovíh) como sinónimas.
Es pertinente decir aquí que esta vocalización sigue la tendencia de
vocalizar el tetragrama con las vocales de “Adonay” (Yehváh o Yehováh)
cuando éste está solo.
Ante estos resultados podemos decir que en términos generales la
vocalización masorética del tetragrama viene a confirmar la tendencia de la
Septuaginta, como ya he mostrado. Precisamente son valiosas aquí las
palabras de Francisco Pérez Castro, cuando dice: “Actualmente una fuerte
corriente de opinión científica mantiene que, del mismo modo que los
masoretas no introdujeron innovaciones artificiales en las formas
gramaticales-aunque en gran parte estuvieran ya en desuso- y supieron
mantener las antiguas al vocalizar el AT, tampoco se propusieron reflejar su
propio modo de entender y pronunciar el texto, sino que transmitieron la
lectura y la comprensión tradicionales del mismo… De modo que, si bien es
cierto que los masoretas inventaron los signos gráficos para leer
debidamente el texto consonántico, no crearon esa forma de lectura. El
modo de leer el texto consonántico se transmitió oralmente de maestros a
discípulos en una cadena escolástica sin solución de continuidad. Lo que
hicieron, pues, los masoretas en el aspecto vocálico sería recoger esa
tradición de escuela tan fidedigna y segura como la del texto consonántico”
(Citado por Elvira martín Contreras y Guadalupe Seijas de los Ríos Sarzosa
en «Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia hebrea», página 34).
Esta sospecha de la que nos habla Francisco Pérez Castro parece más
verosímil cuando constatamos que la vocalización masorética concuerda en
líneas generales con la Septuaginta en nuestro tema en cuestión, a pesar de
que la Septuaginta es anterior al texto masorético en más de cinco siglos.
El “quere” (lo que debe ser leído) y el “ketib” (lo que está escrito)
«Quere» (leído) y «Ketib» (escrito) son dos términos (participios)
arameos que usaron los masoretas para manejar algunas situaciones
anómalas en el texto consonántico que habían recibido. Entonces, cuando
ellos detectaban una forma errónea en el texto decidieron dejar intacto el
texto recibido, colocaban un circulillo o asterisco encima de la errata (el
«ketib», lo escrito), le añadían la vocal o vocales del «quere» (lo que debe
ser leído), y colocaban al margen las consonantes de la palabra que
entendían correcta.
Un ejemplo interesante lo encontramos en el Salmo 100.3. En el texto
masorético encontramos una situación anómala que fue corregida por los
masoretas. Resulta que en este versículo el texto hebreo tiene la expresión
“vl’” correspondiente a las consonantes hebreas va, lamed, alef,
obviamente, sin vocales (que consiste en la partícula negativa “no”). La
solución masorética fue colocarle la “jolen” (una “o”) al «ketib», y
colocaron al margen las consonante “vav” (conjunción “y”), “lamed” y
“vav”, sugiriendo, en consecuencia, la lectura “y somos de él, somos
suyos”.
Por eso la traducción que demanda el texto hebreo, a la luz de la
corrección masorética es: “Sepan que el Señor es Dios, y él nos hizo, y
somos suyos, pueblo suyo somos, y ovejas de su prado”.
Ahora bien ocurre que la Septuaginta no refleja esta corrección
masorética y traduce usando el negativo (el “ketid” corregido por los
masoretas), lo que vino a producir la traducción “Conozcan que el Señor, él
es Dios, él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos, pueblo suyo somos,
y ovejas de su prado”.
Notemos cómo esta lectura y traducción de la Septuaginta es reflejada
por algunas versiones de la Biblia.
1) Reina Valera 1909 “Reconoced que Jehová él es Dios: Él nos hizo, y
no nosotros a nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. ”
2) Reina Valera 1977 “Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo y no
nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado.”
3) Reina Valera 1995 “Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo y no
nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado.”
4) La Biblia de las Américas “Sabed que Él, el Señor es Dios; Él nos
hizo y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su
prado.”
5) La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras “Sepan que
Jehová es Dios. Es Él quien nos ha ahecho, y no nosotros mismos. [Somos]
su pueblo, y las ovejas de su apacentamiento.”
6) En esta misma línea traduce la llamada Biblia Peshita en español.
Consideremos ahora algunas versiones que sí siguen la corrección
masorética:
1) La Biblia hebreo-español “Sabed que el Eterno es Dios. El que nos
hizo, y nosotros somos suyos. Su pueblo, y el rebaño de su dehesa”
2) La versión popular Dios Habla Hoy “Reconozcan que el Señor es
Dios; él nos hizo y somos suyos; ¡somos pueblo suyo y ovejas de su
prado!”
3) Y en esta misma línea traducen la Nueva Versión Internacional, la
Biblia de Jerusalén, la Nueva Biblia Española, la Biblia del Peregrino, la
Sagrada Biblia traducción de la Vulgata Latina, la Biblia de Jerusalén
latinoamericana, la Nueva Traducción Viviente (Biblia vida abundante),
Sagrada Biblia Cantera-Iglesias, etc.
El llamado “quere” perpetuo
Consiste en una corrección tan frecuente que, por su frecuencia no lleva
circulillo ni nota a margen. Su corrección se indica con la sola colocación
de las vocales sugeridas por los masoretas. El ejemplo más clásico de este
tipo de corrección lo constituye precisamente la vocalización del
tetragrama. La solución masorética fue la siguiente: 1) Cuando el
tetragrama está sólo, aparece con la vocalización de “Adonay” (Señor), así
“Yehváh” o “Yehováh”, para que se lea “Adonay” y se traduzca “Señor”. 2)
Cuando el tetragrama va precedido de “Adonay”, entonces se vocaliza con
las vocales de “Elohím” (Dios), así “Yehvíh” o “Yehovíh” para que se lea
“Elohím”, y se traduzca “Dios”. Esta vocalización del tetragrama, cuando
va precedido de “Adonay” explica la traducción “Señor Dios”. 3) Cuando el
tetragrama va seguido de “Elohím”, entonces vuelve a ser vocalizado con
las vocales de “Adonay”, para que se lea igualmente “Adonay”, así
“Yehváh” o “Yehováh” y se traduzca “Señor”. Esta vocalización del
tetragrama cuando va seguido de la palabra “Elohím” explica la traducción
“Señor Dios”.
Siguiendo, entonces, la evidencia de la Septuaginta y el Texto
Masorético, concluimos que lo más correcto no es transliterar el tetragrama,
sino traducirlo. Y esta es precisamente la opción que han adoptado las
versiones modernas de la Biblia que no tienen ningunas de las
transliteraciones conocidas (YHWH, YHVH, Jehová, Jehováh, Yahvé,
Yavé, Yahveh, YAHWEH).
La traducción del tetragrama en los targúmenes (targumím)
Targumín
es la forma hebrea y aramea plural de la palabra de origen
arameo targúm
, y que significa “traducción”. La expresión “targúmenes”
es una expresión plural castellanizada.
Se reconoce que el arameo se había convertido en una lengua
internacional y dominante en Siria y Palestina, bajo el dominio de Babilonia
y Persia (se ubica el imperio caldeo o neobabilónico entre el 626 al 559 a.C.
y el imperio Persa del 559 al 339 a.C. a.C.). En esta situación, el pueblo
hebreo asimiló el arameo como lengua común, situación que prevalecía aún
en los tiempos de Jesús. Pero como los libros sagrados habían sido escritos
en hebreo, se fue haciendo necesaria su traducción al arameo. De todos
modos, las traducciones al arameo preceden y suceden a la sinagoga, que
surge alrededor del siglo III a.C. Hoy existen targúmenes prácticamente de
todo el AT con excepción de Esdras, Nehemías y Daniel.
Si bien la traducción del hebreo al arameo al principio fue oral, lo cierto
es que los targúmenes (targumím) llegaron a tener una expresión escrita,
principalmente para su uso en la sinagoga, aunque luego su uso se extendió
hacia fuera del contexto de la sinagoga. Se afirma que para el siglo I, E.C.
hay suficientes testimonios de la existencia y uso de tales traducciones en
las sinagogas. Una característica esencial de los targúmenes es que
constituían un tipo de traducción con tendencia a la paráfrasis.
El uso del tetragrama en los targúmenes
Podemos decir que los targúmenes siguen la tendencia del texto
masorético en cuanto a la vocalización y lectura del tetragrama. Este hecho
se hace evidente en su actitud frente a la expresión “Adonay YeHViH” (o
“Adonay Yehovíh”). La tendencia de los targúmenes es cambiarla por el
sintagma “Adonay Elohim”, a fin de evitar el pleonasmo o tautología
“Adonay Adonay” (“Señor señor”).
En conclusión, la formula targúmica “Adonay Elohím” (Señor Dios”),
cuando el texto masorético tiene al sintagma “Adonay Yehvíh” (o “Adonay
Yehovíh”), igualmente “Señor Dios”, concuerda, por un lado, con la
vocalización masorética y, por otro lado, confirma la lectura que por lo
general hizo la Septuaginta del tetragrama, cuando aparece solo y en las
combinaciones analizadas.
El manejo targúmico del tetragrama es una evidencia más en contra de
cualquier transliteración del tetragrama en cualquiera de sus formas
conocidas, incluyendo el nombre “Jehová”, que no es propiamente un
nombre, sino una transliteración. Transliteración innecesaria e ilegítima a la
luz del texto masorético, la Septuaginta y los targúmenes.
El uso y manejo del tetragrama en las traducciones modernas de la
Biblia
A) La traducción del tetragrama en la Biblia hebreo-español: Esta
versión hecha en Israel generalmente traduce el tetragrama como “el
Eterno”.
B) La traducción del tetragrama en las versiones de la Biblia realizadas
mediante
la equivalencia formal (literales): No lo traducen, más bien lo
transliteran, originando las formas YHWH, YHVH, Jehová, Jehováh,
Yahvé, Yavé, Yahveh, YAHWEH. Un ejemplo de una versión cristiana de la
Biblia que ha optado por no colocarle vocales al tetragrama es la llamada
“Biblia textual”, que lo translitera simplemente como “YHWH”.
C) La traducción de tetragrama en las versiones de la Biblia realizadas
mediante la equivalencia dinámica (no literales): Señor, Señor Dios. Lo
traducen, no lo transliteran.
Una observación sobre la traducción de Diego Ascunce y la postura
que asume frente al tetragrama
1) Cuando el tetragrama aparece solo
Cuando el tetragrama está solo (pero con la vocalización masorética
“Yehváh” o “Yehováh”), no lo traduce, sino que lo translitera, alejándose
del testimonio ofrecido por la lectura y vocalización masorética, la lectura y
traducción de la Septuaginta y los targúmenes. Creo que tres ejemplos
bastarán.
Génesis 15.2 “Algún tiempo después la palabra de YAHWEH vino a
Avram en una visión, diciendo: "No temas, Avram. Yo te escudo; tu
recompensa será muy grande.”
Éxodo 20.11 “Porque en seis días YHVH hizo el cielo y la tierra, el mar
y todo en ellos; pero en el séptimo día El descansó. Por esta razón YHVH
bendijo el día, Shabbat, y lo apartó para El mismo.”
Una observación especial: en este pasaje encontramos una curiosa
situación. Resulta que la traducción de Diego Ascunce, en Éxodo 20.11 no
translitera ni traduce el tetragrama, lo que más bien hace es poner en la
traducción las cuatro constantes hebreas, así de sencillo, y sin vocalización
alguna (
☐☐☐
☐
).
Ezequiel 27.1 “La palabra de YAHWEH
vino a mí.”
2) Cuando el tetragrama va sucedido de “Elohím”
Cuando el tetragrama aparece en la combinación masorética “Yehváh
Elohím” o “Yehováh Elohím”, la traducción de Ascunce realmente no
traduce ninguna de las dos palabras de la combinación, sino que más bien
las translitera, originando el sintagma “YAHWEH
Elohim”.
Un ejemplo
claro de esta postura lo observamos en Génesis capítulo 2, todas la veces en
que dicho pasaje el texto masorético tiene a “Yehváh Elohím” o “Yehováh
Elohím”, la Septuaginta a “jo theós” o a “Kúrios jo theós”, y la Reina
Valera de 1960 “Jehová Dios”.
3) Cuando el tetragrama va precedido de “Adonay”
Cuando el tetragrama aparece en la combinación masorética “Adonay
Yehvíh” o “Adonay Yehovíh”, la traducción de Ascunce asume una postura
ambivalente. Por un lado, insiste en transliterar el tetragrama en la forma
preferida por éste (YAHWEH
); y por otro lado, confirma la vocalización y
lectura masorética, así como la lectura y traducción de la Septuaginta y los
targúmenes.
Para ilustrar este caso, voy a considerar sólo ocho casos: Génesis 15.2;
Deuteronomio 3.24; Josué 7.7; Jueces 16.28; 1 Reyes 2.26; Ezequiel 11.8;
Amós 7.5 y 6.
Génesis 15.2 “2 Avram respondió: "YAHWEH
Elohim ¿de qué me sirven
tus dones a mí si permanezco sin hijo, pero el hijo de Mazer la esclava
nacida en mi casa, éste Eliezer de Dammesek hereda mis posesiones?”
Deuteronomio 3.24 “24 'YAHWEH
Elohim, Tú has comenzado a revelar
tu grandeza a tu siervo, y tu brazo fuerte – porque ¿qué otro dios hay en el
cielo o en la tierra que pueda hacer las obras y los hechos grandiosos que
Tú puedes hacer?”
Josué 7.7 “7 Yahoshúa dijo: "¡Oh YAHWEH
! ¡Elohim! ¿Por qué te
tomaste el trabajo de traer a este pueblo por medio del Yarden si no ibas a
entregar a los Emori y hacernos perecer? ¡Debimos haber estado satisfechos
con vivir en el otro lado del Yarden!”
Jueces 16.28 “28 Shimshon clamó a YAHWEH
: "YAHWEH
Elohim, sólo
esta vez, por favor, piensa en mí, y por favor, dame fuerza, para tomar
venganza sobre los Plishtim por mis dos ojos."”
1 Reyes 2.26 “26 A Evyatar el kohen
el rey dijo: "Tú ve a Anatot, a tus
propios campos. Tú mereces morir; pero no te pondré a muerte ahora
mismo, puesto que tú sí llevaste el Arca de YAHWEH
Elohim delante de
David mi padre, y sufriste junto con mi padre en todo lo que él sufrió.”
Ezequiel 11.8 “Ustedes le temen a la espada, pero Yo traeré la espada
sobre ustedes," dice YAHWEH.
”
Amós 7.5 “Pero yo dije: "¡YAHWEH Elohim
, detente – por favor!
¿Cómo sobrevivirá el insignificante Ya'akov?"
Amós 7.6 “YAHWEH
cambió su manera de pensar acerca de esto. "Esto
tampoco sucederá," dijo YAHWEH Elohim
.”
Después de considerar estos ochos ejemplos se hace evidente que la
traducción de Diego Ascunce, en primer lugar, insiste en transliterar el
tetragrama; y en segundo lugar, confirma la vocalización y lectura
masorética (el ya explicado “quere perpetuo”) cuando lee el hebreo
“Yehvíh” o “Yehovíh”, como “Elohím”.
¿El nombre (más bien, la transliteración) “Jehová” en el NT?
Es cierto que lingüísticamente el griego no tiene todos los elementos que
permitan hacer una transliteración que refleje fonéticamente el tetragrama
de manera perfecta aun con las vocales, según lo encontramos en el texto
masorético. Pero sí es comprensible a la luz, y hasta justificable, el uso del
nombre Jehová (transliteración, no traducción), o la traducción del
tetragrama en el NT, si consideramos ciertos factores.
En primer lugar, que el tetragrama viene a ser en el AT el nombre
sagrado y propio del Dios de Israel, mientras que Elohim es un nombre tan
común, que podemos encontrarlo haciendo referencia tanto al dios bíblico
(Génesis 1.1), como a otros dioses, por ejemplo, a dioses cananeos (1 Reyes
18.24).
En segundo lugar, que tanto en Génesis 1.1 como en 1 Reyes 18.24,
igual que el hebreo que usó la misma palabra, la Septuaginta también usó
una sola palabra, “theós” (Dios, dios).
En tercer lugar, mientras que la Septuaginta usó la palabra “kúrios”
(Señor) para traducir regularmente (no siempre) el tetragrama, no
importando su vocalización (YHVH=Kúrios). El NT usa a “Kúrios” (Señor)
preponderantemente para hacer referencia a Jesucristo (aunque también se
usa para referir al Dios Padre en la nomenclatura cristiana, (el YHVH del
AT); pero el NT usa a theós (el Elohim del AT) primordialmente para hacer
referencia al Dios padre, el YHVH-kúrios del AT (compárese Mateo 4.3,
10; Mateo 3.16; Romanos 8.14).
Pues bien, si exegéticamente llegamos a la conclusión de que la palabra
“kúrios” hace referencia específicamente al Dios Padre (el YHVH o
YHWH del AT) en un determinado pasaje del NT, pienso que no sería
ilegítimo seguir el ejemplo de la Septuaginta al traducir el tetragrama con
“kúrios” (Señor), “kúrios = YHVH o YHWH.
Lo mismo se podría aplicar respecto al uso de la palabra “theós” en el
Nuevo Testamento para referir al Dios del Antiguo Testamento, del Tanaj, o
sea, YHVH o YHWH. Resulta que por lo general la Septuaginta tradujo a
“Elohím” (Dios, dios) por “Theós” (Dios, dios), aunque en algunos casos
también al tetragrama. En consecuencia, no debería ser un problema el que
en el NT se pudiera usar alguna transliteración del tetragrama (aunque
insisto en que lo ideal es traducirlo) cuando exegéticamente se llegue a la
conclusión de que la palabra “Theós” (Dios) está haciendo referencia al
YHVH o YHWV del AT o Tanaj.
Para ilustrar lo que digo voy a considerar solamente cuatro casos, dos
con respecto a “Theós”, e igualmente dos con respecto a “Kúrios”.
1) Mateo 15.31 “…De manera que la multitud se maravillaba, viendo a
los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos
ver; y glorificaban al Dios de Israel.”
Observemos la traducción de este pasaje que hacen dos versiones judío-
mesiánicas: “La gente se asombraba cuando veía que los mudos hablaban,
los paralíticos eran curados, los cojos caminaban y los ciegos recobraban la
vista; entonces pronunciaron una berajah
al Elohim de Israel.” (Versión
Judío mesiánica de la Biblia)
“… De manera que todos se asombraban viendo a los mudos hablando,
los ciegos viendo, los cojos saltando y los lisiados restaurándose. ¡Y le
daban la gloria al Eterno! ” (Código Real del Nuevo Testamento)
2) Juan 14.1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también
en mí.”
Observemos también la traducción de este pasaje en las dos citadas
versiones judío-mesiánicas:
“No se dejen turbar. Confíen en YAHWEH
, y confíen también en mí.”
(Versión Judío mesiánica de la Biblia)
“No se turbe vuestro corazón; tenéis emunah en Elohim, tenedla también
en mí.” (Código Real del Nuevo Testamento)
3) Mateo 1.20 “20
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le
apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María
tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.”
Observemos la traducción de este pasaje en las dos citadas versiones
judío-mesiánicas:
“Pero mientras él pensaba esto, un ángel de YAHWEH
se le apareció en
un sueño, y dijo: "Yosef, hijo de David, no tengas temor de llevarte a
Miryam a tu casa como tu esposa; porque lo que ha sido concebido en ella,
del Ruaj HaKodesh
es.
” (Versión Judío mesiánica de la Biblia)
“Mientras pensaba cómo hacerlo apropiadamente, se durmió y mientras
dormía, he aquí un mensajero del Eterno se le apareció en visión diciéndole:
Yosef ben David, no temas recibir a Miriam como tu mujer, porque su
embarazo ha sido causado por una
palabra profética de la Ruaj HaKodesh.”
(Código Real del Nuevo Testamento)
Por su parte, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (la
de los Testigos Jehová) tiene aquí a “Jehová”, cito: «Pero después de haber
reflexionado acerca de estas cosas, ¡mire!, el ángel de Jehová se le apareció
en un sueño, y le dijo: “José, hijo de David, no tengas miedo de llevar a
María tu esposa a casa, porque lo que ha sido engendrado en ella es por
espíritu santo».
4) Marcos 11.9 “9
Y los que iban delante y los que venían detrás daban
voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
Observemos igualmente la traducción de este pasaje en las dos versiones
judío- mesiánicas ya citadas.
“Tanto los que iban delante, como los que seguían detrás gritaban:
"¡Hoshianah!" "¡Bendito es El que viene en Nombre de YAHWEH
!"
(Versión Judío mesiánica de la Biblia)
“Y tanto los que iban delante como los que le seguían detrás, gritaban
con fuerza: "Hoshian-ná" y "Baruj Habá BeShem HaShem." (Código Real
del Nuevo Testamento)
También aquí la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras
(la de los Testigos Jehová) tiene a “Jehová”, cito: «Y los que iban delante y
los que venían detrás clamaban “¡Salva, rogamos!” ¡Bendito es el que viene
en el nombre de Jehová!»
A manera de evaluación lo que digo es que el empleo de cualquier
transliteración del tetragrama en el Nuevo Testamento (YHWH, YHVH,
Jehová, Jehováh, Yahvé, Yavé, Yahveh, YAHWEH) es comprensible, pero
ilegítima a la vez, a la luz de la lectura y vocalización que le dieron los
masoretas al tetragrama en el AT hebreo o Tanaj; lectura y vocalización que
explica la lectura y traducción de la Septuaginta y de los targúmenes del
mismo tetragrama.
La combinación “Adonay Yehvíh” en la traducción del Nuevo
Mundo de las Santas Escrituras
Para ilustrar cómo esta versión de la Biblia, la de los Testigos de Jehová,
tradujo la combinación “Adonay Yehvíh” (Señor Dios), voy a considerar
por lo menos ocho casos representativos: Génesis 15.2; Deuteronomio 3.24;
Josué 7.7; Jueces 16.28; 1 Reyes 2.26; Ezequiel 11.8; Amós 7.5 y 6. En
estos ocho casos, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras
tradujo el sintagma “Adonay Yehvíh” por “Señor Soberano Jehová.”
A manera de evaluación sólo diré que con este tipo de traducción, la
versión en cuestión demuestra una vez más su inconsistencia frente al texto
masorético (la primera consiste en la manera de transliterar el tetragrama
cuando está solo), la Septuaginta y la de los targúmenes. Obviamente, para
el movimiento o comunidad de los Testigos de Jehová este es un asunto
crucial, y de difícil abordaje, pues constituyen el único movimiento
cristiano que ha atado su identificación propia y particular a la
transliteración “Jehová”.
Por otro lado, no pueden los Testigos de Jehová argumentar nada
respecto a los hallazgos de los manuscritos de Qumrán 1947, pues los más
que tenemos allí es la presencia del tetragrama, sin vocalización alguna; y
lo cierto es que las distintas transliteraciones del tetragrama, incluyendo a
“Jehová”, sólo se explican a la luz de la vocalización masorética. Y no
podemos olvidar que los manuscritos encontrados en Qumrán son muy
anteriores a la época masorética.
Breve crítica y evaluación de la postura de Eugenio Danyans sobre
la traducción de los Testigos de Jehová
en su libro, «Proceso a la Biblia
de los testigos de Jehová»
, publicada por la editorial CLIE, año 1971.
Me parece inadecuada la crítica que hace Eugenio Danyans de la Biblia
hecha por los Testigos de Jehová, en lo relativo al uso del nombre Jehová
(más bien, transliteración) en el NT. La crítica principal a la que reacciono
aquí la expresa el mismo Eugenio Danyans en la frase: “Sustituyen el
nombre Señor por Jehová para despojar a Cristo de su Señorío”. Y cuando
también afirma: “Está más que demostrado que los «Testigos de Jehová»
son expertos en falsificaciones bíblicas” (páginas 68 y 69).
El problema para mí es mayor cuando Eugenio Danyans escoge un
pasaje donde parece que hay que profundizar más para descalificar tal
traducción por el mal manejo de la palabra “kúrios” (Señor) en Romanos
14. 1-14. Ahora, ¿por qué no consideró Eugenio Danyans unos pasajes
como Mateo 22.44; Marcos 12.36; Lucas 20.42? Posiblemente porque en
tales pasajes, a la luz de los factores que he venido mencionando, es
comprensible (si bien no recomendable) el uso de “Jehová”.
Creo que es correcto criticar cualquier manipulación por parte de los
Testigos de Jehová, cuando un pasaje del NT use la palabra “kúrios”
(Señor) para hacer referencia a Jesucristo, y que ellos traduzcan por Jehová
(referencia sólo al Padre, en una nomenclatura cristiana).
Sin embargo, el uso del nombre (transliteración) “Jehová” en el NT es
aceptable si exegéticamente (aunque no recomendable) llegamos a la
conclusión de que en un determinado pasaje del NT la palabra griega
“kúrios” (Señor) -incluso la palabra “Theós” (Dios)- hace referencia al
tetragrama del AT (Kúrios=YHVH, YHWH); recordemos que en la
Septuaginta, la relación predominante es: YHVH o YHWH=Kúrios).
Evaluación de la postura de Edesio Sánchez con relación al manejo
del tetragrama en la serie Reina Valera
En un artículo de su autoría, Edesio Sánchez explica de manera brillante
y acertada el origen de las distintas variantes que muestran las versiones de
la Biblia en la traducción del tetragrama hebreo. Pero al final, concluye que
en cuanto a la serie Reina Valera, se debiera mantener el uso de “Jehová”
para respetar dicha tradición. Personalmente, puedo decir que comprendo,
pero no comparto esta postura, pues considero que toda versión de la Biblia
puede ser mejorada cuando el desarrollo de las ciencias bíblicas, de la
lingüística y las teorías de la traducción permitan un mejor abordaje de
ciertos aspectos.
Por ejemplo, cuando se realizó la revisión de la Reina Valera de 1909,
que originó la llamada Reina Valera de 1960, se publicó un folletito que
explicaba las decisiones que tomó el comité editorial y sus razones en
cuanto al tratamiento de algunos asuntos específicos. Uno de estos fue la
opción de traducir “día de reposo” y no “sábado”. Se dieron varios
argumentos para justificar tal decisión, sin embargo, algo interesante
ocurrió al llegar a la Reina Valera de 1995, pues en esta revisión se optó por
traducir “sábado” y no “día de reposo”. Al fin y al cabo, la Reina Valera de
1960 estaba plagada de asteriscos, llamando la atención del lector, con una
nota que le explicaba la equivalencia entre la expresión “día de reposo” y
“sábado”.
Finalmente, es oportuno decir que el biblista Edesio Sánchez defiende
que se mantenga el nombre (transliteración) “Jehová” en toda revisión que
sea el producto de la Reina Valera porque este nombre es propio de ella, y
por respeto a dicha tradición. Sin embargo, uno se pregunta, sin perder de
vista el hecho de que cada versión de la Biblia se hace para un público
específico, ¿Qué cosas se pueden consideran propias de una versión de la
Biblia? ¿No es cierto que toda versión de la Biblia es hija de su tiempo, con
todo lo que esto implica y supone? ¿No sería legítimo realizar la revisión de
una determinada versión de la Biblia que suponga ciertos giros y que se
adopten algunas posturas nuevas en algunos aspectos específicos,
incluyendo el público al que se dirige?
El ejemplo más notable de un cambio de dirección en la tradición Reina-
Valera con relación a la traducción del tetragrama lo constituye versión
Reina Valera Actualizada, realizada por Editorial Mundo Hispano. Para la
edición del año 2006, los editores explican que tomaron la decisión de no
traducir “Jehová” (que es realmente una transliteración del tetragrama),
como lo habían hecho originalmente para el año 1989. A partir de la edición
del año 2006, la versión Reina Valera Actualizada adopta al respecto la
postura de la Versión Popular Dios Habla Hoy, y de la Nueva Versión
Internacional, traduciendo “Señor”, y así sucesivamente en las
combinaciones analizadas.
Conclusiones:
1) El texto hebreo del AT o Tanaj se transmitió por varios siglos sin
vocales, sólo con caracteres consonánticos.
2) El texto hebreo del AT o Tanaj, no recibió la forma en que
actualmente lo conocemos sino hasta después del siglo VI de nuestra era.
3) Los manuscritos encontrados en los alrededores del Mar Muerto (los
manuscritos de Qumrán de 1947), son anteriores a la época masorética en
más de quinientos años.
4) Fueron los masoretas los escribas que inventaron los signos gráficos
para representar las vocales y acentos en el texto consonántico que habían
recibido y que se había estandarizado para el primer siglo de nuestra era.
5) No hay testimonio en Qumrán de manuscritos vocalizados, pues los
encontrados se copiaron con anterioridad a la época de los masoretas.
6) No hay en Qumrán evidencia de ninguna de las transliteraciones
vocalizadas del tetragrama (incluyendo a “Jehová”), pues estas sólo se
explican a la luz de la vocalización masorética del texto consonántico.
7) El texto masorético que hoy reproducen prácticamente todas las
ediciones modernas de la Biblia hebrea, no fue el único tipo de texto que
existió, sino el único que sobrevivió.
8) Los hallazgos en Qumrán vienen a confirmar que la Septuaginta en
muchos casos tuvo como texto fuente un original texto hebreo distinto al
texto masorético.
9) Antes de 1937 el que podría llamarse “textus receptus” de la Biblia
hebrea, fue el texto de la segunda edición de la llamada «Biblia rabínica».
Esta fue publicada por Daniel Bomberg entre los años 1524 y 1525, bajo la
dirección de Ben Hayyim (Jacob ben Chayim).
10) A partir del año 1937, con la tercera edición de la Biblia Hebrea de
Kittel (BHK), el texto base de la Biblia hebrea pasó a ser el códice o
manuscrito B19a de Leningrado.
11) El manuscrito B19a de Leningrado, es el códice completo más
antiguo. Según consta en su colofón es de los años 1008-1009. Este
manuscrito pertenece a la tradición tiberiense o tiberiana. Se encuentra en la
Biblioteca nacional de Rusia, en San Petersburgo. Su importancia radica en
que es el más antiguo manuscrito conocido de la Biblia hebrea completa,
basado en la tradición Ben Asher.
12) Las distintas formas de emplear el tetragrama (las cuatro
consonantes hebreas del nombre propio de Dios), tienen dos razones
básicas. La primera: hay versiones de la Biblia que no han traducido el
tetragrama, sino que lo han transliterado. En segundo lugar: hay versiones
de la Biblia que no han transliterado el tetragrama, sino que lo han
traducido.
13) Las versiones de la Biblia que no traducen el tetragrama sino que
más bien lo transliteran, son las que tienen una de las siguientes variantes:
Jehová, Jehováh, Yahvé, Yavé, Yahveh y Yahweh, YHVH, YHWH.
14) La vocalización y lectura que muestra el tetragrama en la Biblia
hebrea o Tanaj, constituye un «quere perpetuo», una forma de indicar su
lectura y traducción. Esta recomendación masorética pone en serio
cuestionamiento las distintas transliteraciones que se emplean hoy en las
traducciones de la Biblia, incluyendo la muy popular, “Jehová”.
15) Las versiones que traducen el tetragrama siguiendo la tradición
masorética, no usan la transliteración “Jehová” ni ninguna de sus variantes.
Dichas versiones traducen el tetragrama por “Señor”. Y en la misma línea,
la expresión “Jehová Dios” y “Señor Jehová” son traducidas como “Señor
Dios”, “Señor y Dios”, “Dios el Señor”, etc.
16) La traducción de Diego Ascunce se ajusta a la vocalización y lectura
masorética del tetragrama, cuando decide traducir el sintagma “Adonay
Yehvíh” o “Adonay Yehovih” por “YAHWEH Elohím”.
17) Consideramos que la mejor opción es, siguiendo la tradición
masorética, la Septuaginta, y en parte a los targúmenes, leer el tetragrama
por “Adonay” y traducirlo por “Kúrios” (Señor), evitando cualquier
transliteración.
18) «Jehová» no es una traducción, sino una transliteración.
19) La traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (la de los
Testigos de Jehová) no es consistente en su lectura, interpretación y
traducción del tetragrama. Esto así, pues, mientras que de la vocalización
“Yehváh” o “Yehováh” pretende justificar el nombre (mas bien la
transliteración) “Jehová”; en cambio de la vocalización igualmente
masorética “Yehvíh” o “Yehovíh” no extrae el nombre “Jehoví”.
20) La transliteración “Jehová” es comprensible, y puede ser aceptado en
el NT, aunque no recomendable, cuando exegéticamente se llegue a la
conclusión de que en determinados pasajes del NT la palabra griega
“kúrios” (Señor)- incluso “Theós” (Dios)- hace referencia específicamente
al Dios del AT o Tanaj (NT: Kúrios=YHVH o YHWH), puesto que en el AT
o Tanaj, YHVH o YHWH= Kúrios.
21) Si bien es comprensible el uso de alguna forma de transliteración del
tetragrama en el Nuevo Testamento, lo cierto es que es tan cuestionable el
empleo de “Jehová” en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras, así como la transliteración “YAHWEH” (y otras equivalentes)
en algunas versiones judío-mesiánicas del NT.
22) Una vez comprendido el proceso que ha originado las distintas
transliteraciones del tetragrama que encontramos en las versiones de la
Biblia, podemos y debemos estar abiertos para leer sin prejuicios una
versión de la Biblia, sin importar la forma en que haya reflejado el
tetragrama.
Recomendaciones:
1) Dado que ninguna versión de la Biblia es perfecta, acerquemos y
leamos sin prejuicios toda versión de la Biblia. Las versiones de la Biblia
son maneras adecuadas (no perfectas) por medio de las cuales tenemos
acceso a los escritos sagrados para los que estamos dentro de la tradición
judeocristiana.
2) Procuremos tener y consultar habitualmente varias versiones de la
Biblia. Puede ser que una versión de la Biblia sea mejor que otras en varios
casos, textualmente y estilísticamente hablando, pero no exhibir ese logro
en otros casos o aspectos. Además, mediante el análisis comparativo de
versiones podemos tener una idea más clara de la problemática y de las
distintas lecturas alternativas de un pasaje.
3) Recomendamos también tratar de identificar el público al que está
dirigida una determinada versión de la Biblia. De esto podemos
informarnos generalmente en la introducción que ofrecen los editores de la
misma.
4) Finalmente, aconsejamos valorar y reconocer los aportes que una
versión de la Biblia puede hacer al trabajo misionero, y a la vida diaria de la
comunidad de fe.
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