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«Jehová», el nombre que nunca tuvo el

Dios de Israel
Seis estudios bíblicos y exegéticos

Héctor B. Olea C.
Biblista y exégeta, miembro del equipo de eruditos que produjo la
«Nueva Traducción Viviente» (NTV)
Contenido
Introducción
El valor de la transliteración y sus modalidades
El nombre “Jehová” ¿traducción o transliteración?
“¡No pronunciarás el nombre de YHVH tu Dios!”
¿Quién dijo eso?
Una aclaración necesaria a un hermano y amigo
«Testigo de Jehová»
Introducción
:
Este libro consiste en la presentación de seis artículos que originalmente
fueron publicados de manera independiente.
Pero  los seis artículos giran en torno al nombre Jehová. Debo aclarar
que no empleo aquí el nombre Jehová porque lo considere adecuado y
legítimo, sino por lo popular y usual que es en la tradición protestante y
evangélica, en virtud de su uso en la demasiada popular versión Reina
Valera 1960.
Precisamente en este trabajo presentamos argumentos y evidencias
contundentes, que nos animan a evitar el empleo del mismo. En esta línea
van los tres primer artículos y el sexto: 1) La transliteración y sus
modalidades, 2) El Nombre Jehová. ¿Traducción o transliteración?, 3) No
pronunciarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; y 6) La transliteración
«Jehová», ¿una indicación y señal de “desgracia”?
El artículo 4 consiste en una reacción a una persona amiga miembro de
los Testigos de Jehová, con el objetivo de poner de relieve la cuestionable
apelación a la presencia del tetragrama en algunos testimonios antiguos y
arqueológicos, como si fuera el nombre Jehová mismo.
El artículo 5 consiste en un análisis detallado y riguroso del empleo e
implicaciones de la expresión «Jehová de los ejércitos»; en el marco de una
reflexión por una cultura de paz.
Es pues, nuestro objetivo, el que esta obra pueda ayudar a una mejor
comprensión de los textos bíblicos implicados y analizados; a la
profundización de los estudios bíblicos, a la revisión y reformulación de la
temática general aquí analizada, y sea a la vez un estímulo e invitación para
involucrarse o al menos familiarizarse con los estudios bíblicos y teológicos
exegéticos, críticos y académicos.   

Héctor B. Olea C.
Correo electrónico: benjamin.olea30@gmail.com
(1)

El valor de la transliteración y sus modalidades


La transliteración se plantea como una necesidad en los estudios
bíblicos, pues la Biblia originalmente fue escrita en tres idiomas muy
distintos a nuestro castellano o español. Algo que difícilmente muchos no
sepan es que el AT se escribió originalmente en hebreo y arameo, y el NT
en griego.
Luego, cuando la persona estudiosa de la Biblia quiere poner al tanto a
su auditorio sobre una palabra hebrea, aramea o griega que forma parte de
un texto que está siendo objeto de estudio, el recurso que va a emplear es la
“transliteración”.
Pero, ¿en qué consiste la “transliteración”? Transliterar consiste en
representar en caracteres de un idioma, las palabras de otro. No es más que
la comunicación del significante o expresión. En esto se diferencia de la
traducción, pues mientras que la transliteración comunica el significante, la
expresión; la traducción, en cambio, comunica y traspasa el significado o
sentido. 
Un ejemplo práctico que nos puede ayudar a distinguir definitivamente
la “transliteración” de una “traducción” es el siguiente. En Génesis 1.1
encontramos la afirmación de que “Dios” creó. Ahora bien, allí la palabra
“Dios” es la traducción de una palabra hebrea. Como se ve, la traducción no
le ha comunicado al receptor y receptora ninguna idea sobre cómo se lee la
palabra hebrea que está detrás de la traducción “Dios”, sino que
simplemente le ha comunicado su sentido. Esto es una traducción. Pero
cuando se afirma que la palabra hebrea que se traduce “Dios” en Génesis
1.1 es 
“elojím”,
 entonces estamos frente a una transliteración.
¿Por qué, Benjamín, usted ha transliterado “elojím” y no “elohim”? Por
una sencilla razón. En primer lugar, he usado un “j” u no una “h”, pues en
hebreo la letra “hei” o “he” siempre se pronuncia (excepto cuando es la
última letra de una palabra, aunque existe un recurso para indicar cuándo en
esos casos se la ha de pronunciar, el 
mappiq
), como en “Haina” (jáina) y
no es muda como en hueso, hielo, habichuela, etc. En segundo lugar, le
pongo la tilde porque de esta manera me aseguro de que mi lector o lectora
la pronuncie como en verdad se pronuncia en hebreo. Más adelante ofrezco
más detalles al respecto.
Consideremos también un ejemplo del NT. Una palabra con que Pablo se
identificó bastante es “siervo”. En Romanos 1.1 Pablo se define así mismo
como “siervo de Jesucristo”. La palabra “siervo” es una traducción, pues no
comunica nada sobre la lectura o expresión de la palabra griega que está
detrás de dicha traducción. Ahora, cuando pasamos a decir que la palabra
griega que se traduce “siervo” en Romanos 1.1 es la griega
“dúlos”
,
entonces estamos ante una transliteración.       
Ahora bien, se da por sentado que la razón de la transliteración se
plantea por la necesidad de ilustrar al auditorio, lo mejor posible, respecto a
una o varias palabras que tienen importancia en un determinado análisis
textual. También implica que la persona receptora no conoce (o se da por
sentado que no) la lengua en que se encuentra originalmente el texto objeto
de estudio, y por lo tanto el emisor procura familiarizar al lector, oyente o
auditorio con el sonido (o significante) y la escritura propia del texto en su
lengua original o lengua fuente.
Pienso que aquí procede establecer cierta diferencia entre “lengua
original” y “lengua fuente”. Por lengua original se entiende el idioma en
que se supone que originalmente se escribió un texto, por ejemplo, en
alemán. Si a partir de ese texto en alemán se hace una traducción directa al
castellano, en este caso, “lengua original” y “lengua fuente” son la misma
cosa. Por otro lado, cuando un texto escrito originalmente en alemán, recibe
una traducción al francés, y de dicha traducción francesa se hace
posteriormente una traducción al castellano, en este caso, la “lengua
original” y la “lengua fuente” no son iguales. En dicha situación hay que
admitir que el alemán fue el idioma original de dicho texto, pero es el
francés el idioma fuente de la traducción al castellano. 
Existen pues, dos tipos básicos de transliteración: la lingüística y la
fonética. La transliteración lingüística comunica el significante o expresión,
pero lo hace agregando una serie de elementos que son más bien propios del
idioma fuente, pero que no ayudan en nada a la persona que recibe la
transliteración y que desconoce los intríngulis de dicho idioma. Por
ejemplo, a una persona de habla castellana no le ayuda en nada el recibir
una transliteración que incluya una señal que indique, por ejemplo, si una
vocal es corta o larga. Este fenómeno que es común a la lengua hebrea y
aramea del AT como al griego de la Septuaginta (AT en griego) y el NT, es,
en cambio, totalmente algo extraño para el castellano. 
La transliteración fonética, al contrario, lo que procura es que la persona
que reciba la transliteración reproduzca, es decir, lea y pronuncie, lo más
exactamente posible, el sonido real y propio de la palabra hebrea aramea o
griega que se ha traducido.   Este tipo de transliteración obliga a colocar
tildes en lugares que el castellano, que es nuestro caso, no permite colocarla
en una palabra propia del castellano. Ahora bien, en ningún momento se
puede perder nunca de vista que una transliteración no es una palabra, frase
o texto en castellano, sino la reproducción de una expresión de otra lengua,
de otro idioma.
Un hecho muy lamentable es que siendo la transliteración fonética la
más adecuada, son muchos los buenos comentarios y diccionarios bíblicos
que, a pesar de su calidad, lamentablemente han empleado la transliteración
lingüística. Personalmente recomiendo el uso de la transliteración fonética.
También quiero puntualizar que existe un tipo de traducción que incluye
el texto fuente. Este tipo de traducción, que por lo general no agrega o no
añade ningún tipo de transliteración, se conoce con el nombre de
“interlineal”. A pesar de que muchos recomiendan este tipo de obras, la
verdad es que al no incluir ningún tipo de transliteración, para la persona
que no conoce el idioma fuente, esta no le aporta absolutamente nada, no
tiene para él o ella ninguna ventaja adicional. En realidad, en este caso, una
traducción interlineal equivale a una traducción cualquiera, sólo que el
lector o lectora se ve confrontado (a) por el texto fuente y por unos
caracteres que ni quiera puede leer. El problema, entonces, es doble: 1) El
lector o lectora no puede siquiera leer el texto fuente. 2) Tampoco es capaz
de analizarlo y evaluarlo gramaticalmente.    
 
Para concluir, voy poner un ejemplo de que ilustra muy bien la
diferencia entre la transliteración lingüística y la fonética. En el idioma
hebreo, por ejemplo, una palabra de uso frecuente como una forma de
saludo (entre otros usos), es la hebrea 
“shalóm”
 (paz) deletreada: s-h-a-l-
ó-m. Luego, transliterarla 
“salom”
 sin la 
“sh”
 y sin el acento en la “o”,
aunque termina en “m”, es una transliteración lingüística que dificulta la
verdadera y propia pronunciación que realmente tiene en hebreo la palabra
“paz”, que es 
“shalóm” 
con 
“sh”
 y aguda.      
 
Un detalle interesante es que la mayoría de las palabras del idioma
hebreo son agudas, es decir, palabras cuya sílaba tónica es la última. En el
castellano, en cambio, la mayoría de las palabras son graves o llanas, es
decir, palabras cuya sílaba tónica es la penúltima sílaba.
Cuando se translitera “shalóm” no estamos violentando la regla que dice
que salvo algunas excepciones, las palabras agudas no llevan tilde si no
terminan en “n”, “s” o “vocal”. No olvidemos que “shalóm” no es un
término castellano, sino simplemente un recurso (conocido como
“transliteración”) para hacer que nuestro auditorio lea y pronuncie este
vocablo hebreo como en verdad se pronuncia en dicho idioma. Igual será la
meta respecto de una palabra aramea o griega.
(2)

El nombre “Jehová” ¿traducción o transliteración?

Introducción:
¿Por qué decir el nombre “Jehová”
? ¿No existen también otras formas
del mismo nombre, reflejados por algunas versiones de la Biblia?
Efectivamente, además de la forma Jehová que encontramos en la Reina
Valera y en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras,
existen otras variantes que se pueden testimoniar por otras versiones de la
Biblia misma, por ejemplo: Jehováh
(en la Reina Valera Actualizada de
1989), Yahvé
(Biblia de Jerusalén), Yavé
(La Biblia Latinoamérica),
Yahveh
(Sagrada Biblia Cantera-Iglesias), Yahweh
(La Biblia Peshita en
español), YHWH
(La Biblia textual).
Respecto a estas variantes, lo que diré por ahora, es que representan
esfuerzos distintos por reproducir de la mejor manera el tetragrama hebreo
(las clásicas cuatro consonantes “YHVH” o “YHWH” que sirven de base al
sagrado y nombre propio del Dios de Israel.
El asunto se torna problemático ya que ni siquiera en cuanto a la
transliteración de las cuatro consonantes se ha podido lograr un consenso.
Quizás la transliteración más popular del tetragrama es YHWH
. La otra
transliteración que compite y que tal vez, podríamos decir que se está
imponiendo es YHVH
.
Todo esto demuestra que los intentos por reproducir fonéticamente el
valor de las cuatro consonantes hebreas así como ofrecer una adecuada
traducción del nombre sagrado no han sido pocos, y los resultados han sido
muy diversos.
Toda esta problemática exige que una explicación de la misma que tenga
aspiraciones de ser adecuada y consistente, tiene que tomar y considerar
seriamente la historia del texto hebreo del Tanaj, el llamado “Antiguo
Testamento” y sus posteriores traducciones al griego y al arameo. 
Breve historia del texto hebreo del AT (Tanaj)
Aunque el texto hebreo del AT muestra en la actualidad una serie de
puntos y rayas al lado, debajo y encima de las letras hebreas, lo cierto es
que por muchos años el texto hebreo se conservó y transmitió sin estas
características.
Etapas del texto hebreo
Stephen Pisano en su artículo “El texto del Antiguo Testamento”, en la
obra “Metodología del Antiguo Testamento, afirma: “Es posible hablar de
cuatro etapas en el desarrollo del texto hebreo. La primera etapa sería la de
la producción escrita (y oral)  del texto, que se remonta a lo «autores
originales» o a los «textos originales». La segunda etapa es la de la forma
más antigua (o de las formas más antiguas) a las que podemos remontarnos
a través de los testimonios existentes, tantos directos como indirectos.
Ordinariamente es ésta la etapa en la que se concentra la aplicación de la
crítica textual. La tercera etapa es la del texto hebreo consonántico, que se
hizo normativo a finales del siglo I de nuestra era. Puesto que es el que
aceptaron los masoretas y sobre el que trabajaron, se puede llamar a esta
etapaza «proto-masorética». La cuarta y última etapa sería la del texto
masorético, el texto con la vocalización escrita y con el conjunto de
observaciones  elaboradas por los estudiosos del texto (los masoretas y los
soferím [escribas] antes de ellos), que se encuentran en los manuscritos
hebreos a partir del siglo X de nuestra d.C.” (Página 46).
Ahora bien, respecto la primera etapa, quiero hacer algunas
observaciones. En primer lugar, que no existe copia alguna de un tipo de
texto hebreo que sea anterior al exilio del año 587-586 a.C. En segundo
lugar, que las formas más antiguas que podemos conocer del texto hebreo
son posteriores al exilio. Este tipo de texto pone de manifiesto un texto
hebreo con caracteres cuadrados a semejanza del arameo (evidencia
concreta de la influencia de la cultura e imperio persa en la forma del
alfabeto hebreo). En tercer lugar que, lógicamente, no poseemos copia
alguna de los textos surgido en esta primera etapa, la de los llamados
“autógrafos”, es decir, los manuscritos originales que salieron directamente
de las manos de sus autores.   
Respecto de la segunda y tercera etapas, haré las siguientes
observaciones. En primer lugar, que los manuscritos del Mar Muerto, los
manuscritos de Qumrán, vienen a ser los únicos y mejores testigos de la
segunda etapa del texto hebreo, así como los únicos representativos de la
tercera etapa del texto hebreo, la del texto consonántico, aunque algunas
décadas antes de que se estableciera definitivamente como normativo.   
Son pertinentes aquí las palabras de Florentino García Martínez, cuando
habla de los manuscritos descubierto en el año 1947: “El estudio
paleográfico primero y el análisis mediante el carbono 14 después
establecieron rápidamente que todos los manuscritos habían sido copiados
entre el siglo III a.C. y la primera mitad del siglo  I d.C. Las excavaciones 
arqueológicas de la distintas cuevas y de las ruinas de Qumrán dejaron
igualmente claro que todos los manuscritos habían sido  depositados en las
cuevas antes de la destrucción de ocasionada por el ejército romano durante
la primera guerra judía de los años 66-74 del siglo I d.C. Todos los textos,
pues, provenían de una período especialmente importante en la evolución y
en el desarrollo de las ideas religiosas, un período anterior a la canonización
definitiva del texto de la Biblia hebrea anterior sobre todo a la formación
del judaísmo rabínico y el nacimiento del cristianismo” («Los manuscritos
del Mar Muerto, balance de hallazgos y de cuarenta años de estudios»,
página 24).
Ahora bien, antes de los descubrimientos del Mar Muerto, el texto más
antiguo del que se disponía era el papiro Nash (siglo II a.C.), una
combinación de los preceptos de Éxodo 20 y Deuteronomio 5 con el
añadido de la Shemá” («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia
hebrea», Verbo Divino, página 24).
Con relación a la cuarta etapa, la del texto masorético vocalizado, traigo
a colación las palabras de Julio Trebolle Barrera: “Hasta inicios de la Edad
Media el texto bíblico se transmitió únicamente en caracteres
consonánticos, sin anotación vocálica alguna. El tratado Soferim del
Talmud de Babilonia hace referencia a múltiples aspectos de la actividad de
los escribas, pero no menciona todavía la existencia de un sistema de
vocalización” («La Biblia judía y la Biblia cristiana», Editorial TROTTA.
página 296).
Pero, ¿por qué se le llama “texto masorético” al texto hebreo
vocalizado?   
La palabra “masorético” es un adjetivo que significa “relativo a los
masoretas”. ¿Pero quiénes fueron los masoretas?
El origen de la palabra “masoreta”  tiene dos explicaciones básicas: 1)
hay quienes la ha derivado de una raíz “’asar” que significa “amarrar”. Con
esta raíz se sugiere que la “Masora” es una especia de defensa que protege
la escritura. 2) La otra derivación es la raíz “msr” que significa “transmitir”,
concibiendo la “masora” como “tradición”. 
Los masoretas fueron los continuadores de los “soferím”. Entonces se
impone que digamos algo sobre estos. “La mayoría de los autores coinciden
en reconocer a los soferím  (escribas) los discípulos de Esdras el escriba,
como los primeros en trabajar en la preservación del texto bíblico. Ellos son
considerados los antecesores  de los masoretas… La actividad de estos
escribas parece haber finalizado en torno al siglo I d.C., cuando se produjo
la estandarización del texto bíblico y comenzó otra fase de la historia del
mismo… Su labor está atestiguada en el Talmud, la Mishná y los
midrashim” («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia hebrea»,
Verbo Divino, páginas 51-52).
“La actividad de los soferim o escribas profesionales se enmarca dentro
de la tarea de fijar el texto bíblico con exactitud. Los soferim se ocuparon
de indicar en el texto una serie de alteraciones ortográficas (letras grandes y
pequeñas, puntos extraordinarios, letras suspendidas, etc.) y fueron  los
encargados de dividir la Biblia hebrea en secciones litúrgicas (sedarím y
parashot)” («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia hebrea»,
Verbo Divino, página 52).
Respecto a los masoretas, la recién citad obra nos dice: “La actividad de
los masoretas, continuadores de lo soferim, se data en torno al siglo II d.C.,
aunque el período propiamente masorético se sitúa entre  los años 500 y
1000, cuando las noticias que habían sido transmitidas oralmente se
consignan por escrito en los códices. El propósito de la Masora «tradición»
era la transmisión fiel e inalterable del texto normativo, asegurándose  de
que no se cambiara nada, ni siquiera errores o detalles, por pequeños que
fueran. El carácter sagrado de la Biblia hacía imprescindible que el texto se
copiara de forma precisa y exacta” (página 28).
Ahora bien, cuando a partir del siglo VI d.C. los masoretas comenzaron
a experimentar con los signos diacríticos para indicar las vocales y los
acentos, esto dio como resultado tres sistemas básicos de puntuación: el
babilónico, el palestinense y el tiberiense (o tiberiano).
Con respecto a estos tres sistemas de puntuación, Julio Trebolle Barrea
nos dice: “A) El sistema babilónico, desarrollado en el siglo VIII d.C., es
supralineal; los signos vocálicos se escriben sobre las consonantes. Aparece
utilizado todavía en algunas ediciones del targúm y en textos yemeníes. La
secta de los qaraítas contribuyó de modo decisivo  al perfeccionamiento del
sistema babilónico así como también del palestino. B) El sistema
palestinense fue utilizado entre los años 700 y 850, y evolucionó hasta dar
el paso al sistema tiberiense. C) El sistema tiberiense es el utilizado en las
ediciones actuales de la Biblia hebrea. El período de florecimiento de la
escuela de Tiberíades  abarca desde el 780 al 930 d.C. Durante este tiempo
se sucedieron seis generaciones de la familia más famosa de masoretas, los
Ben Asher. El representante más conocido y autorizado  de la familia  es el
último de la serie, Aaron  ben Asher, quien editó un texto completo de la
Biblia hebrea con vocales, acentos y la correspondiente masora (tradición)”
(«La Biblia judía y la Biblia cristiana», Verbo Divino, página 296).
De todos modos, una advertencia importante es que estos tres sistemas
de vocalización no reflejan, en lo esencial, pronunciaciones diversas del
texto consonántico, sino maneras distintas de representar la pronunciación
de las palabras («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia
hebrea», Verbo Divino, página 33).
No quiero cerrar esta sección sin decir que el origen y aplicación de los
signos gráficos inventados por los masoretas fue objeto de gran discusión
entre algunos círculos judíos. Parte de la discusión era hermenéutico
teológica, pues se discutía si en verdad los signos gráficos masoréticos eran
tan sagrados como las consonantes.
En 1538 Elías Levita publicó un comentario sobre la Masora en el que
mostraba que ni el Talmud, ni el Midrash conocían el sistema masorético de
vocalización, por lo que sugirió que estos eran posteriores a dichas obras.
También puso de relieve el origen babilónico y arameo de los nombres de
los puntos masoréticos, por lo que habrían surgido con posterioridad al
destierro a Babilonia.
Por otro lado, en 1620 Johannes Buxtorf intentó demostrar el origen
divino de los puntos vocálicos, queriendo demostrar que no eran una simple
invención de los masoretas, sino que tenían la misma autoridad divina que
las consonantes.
Al final, y, de todos modos, los puntos vocálicos masoréticos fueron
determinantes en el resurgir del idioma hebreo moderno, y lo cierto es que
las distintas ediciones modernas de la Biblia hebrea o Tanaj reproducen un
texto vocálico, un texto masorético.  
El texto de la actual Biblia hebrea
En los años 1516 y 1517 Daniel Bomberg publicó en Venecia la primera
edición de la llamada «Biblia rabínica», que fue preparada por el judío
converso Félix  Pratensis. La segunda edición de la «Biblia rabínica» se
publicó entre los años 1524 y 1525, pero bajo la dirección de Ben Hayyim
(Jacob ben Chayim). Fue tal el reconocimiento que tuvo esta edición que
por un tiempo se la consideró como el verdadero «texto masorético». Es
más, se afirma que la segunda edición de la «Biblia rabínica» se convirtió
en el «textus receptus» de la Biblia hebrea tanto para judíos como los
cristianos por más de cuatrocientos años (400).   
Las dos primera ediciones de la llamada «Biblia hebraica de Kittel»
(editada por Rudolf Kittel) reprodujeron el texto de la segunda edición de la
«Biblia rabínica». Pero a partir de su tercera y última edición (año 1936-37)
la «Biblia hebraica de Kittel» reproduce el manuscrito B19a de Leningrado.
Este manuscrito abarca toda la Biblia hebrea. Es el códice completo más
antiguo. Según consta en su colofón es de los años 1008-1009. Este
manuscrito pertenece a la tradición tiberiense o tiberiana. No fue vocalizado
por el propio Ben Asher, sino que su puntuación fue copiada de códices
corregidos según Ben Asher. Se encuentra en la Biblioteca nacional de
Rusia, en San Petersburgo.    
Se afirma que la importancia del códice de Leningrado consiste en que
es el más antiguo manuscrito conocido de la Biblia hebrea completa, basado
en la tradición Ben Asher.
La llamada «Biblia Hebraica Stuttgartensia» publicada en el año 1977 y
que vino a sustituir la tercera edición de la «Biblia hebraica de Kittel»,
también tiene como base textual el códice de Leningrado.
Ahora bien, a pesar predominio del llamado texto masorético, a suya
familia pertenece el códice B19 de Leningrado, y que es el texto hebreo
prácticamente de todas las actuales ediciones de la Biblia hebrea, los
hallazgos del Mar Muerto ponen en evidencia la existencia de una notoria
pluralidad textual todavía en el primer siglo de nuestra era. “Se puede
establecer con bastante seguridad que entre los siglos I y II d.C. se impuso
un determinado tipo textual. De manera que este hecho no fue el resultado
de una decisión adoptada en un momento determinado, sino un proceso
gradual en el que un texto se fue imponiendo sobre los demás. Durante
algún tiempo el texto masorético coexistió con textos divergentes, como lo
demuestran algunas disposiciones del Talmud que aluden a la necesidad de
eliminar aquellos manuscritos bíblicos que no hubieran sido corregidos de
acuerdo con el texto normativo. A partir de este momento el texto bíblico
apenas experimentó cambios” («Masora, la transmisión de la tradición de la
Biblia hebrea», Verbo Divino, páginas 27 y 28). En consecuencia, el texto
masorético del que actualmente disponemos nunca fue el único que existió,
sino el único tipo de texto que sobrevivió.
En este mismo sentido, Julio Trebolle Barrera nos dice: “Los
manuscritos de Qumrán han venido a demostrar que, en contra de lo que se
solía pensar anteriormente, muchas de las variaciones del texto de la
versión de los Setenta (la Septuaginta) respecto al texto hebreo tradicional
no son el producto de cambios introducidos en el texto por los traductores
griegos. Se deben más bien al hecho de que la traducción fue realizada
sobre originales hebreos, cuyo texto difería de del conservado en la
tradición masorética” («Los manuscritos del Mar Muerto, balance de
hallazgos y de cuarenta años de estudios», páginas 84 y 85).
Finalmente, es cierto que los descubrimientos de los manuscritos del
Mar Muerto en el año 1947 vinieron a confirmar en cierta forma la calidad
del texto masorético. Lo que ocurre es que para antes de este
descubrimiento, los manuscritos hebreos (de la Biblia hebrea) más antiguos
con que contábamos eran los códices tiberienses de la escuela Ben Asher:
Or 4445; profetas de El Cairo, Alepo y Leningrado (1008 y 1009 d.C.), así
como algunos fragmentos encontrados en la Genizá de El Cairo (siglos VI-
VIIId.C.) y códices bíblicos incompletos  procedente de Egipto y Palestina
(datados entre los años 900 y 1100 d.C.) pertenecientes a la colección
Firkovich” («Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia hebrea»,
Verbo Divino, página 24).
Ahora, pienso que algunas personas se preguntarán del porqué traigo a
colación toda esta información aquí. Pues bien, lo hago para dar una idea de
que las cosas nunca han sido tan simples como muchas personas imaginan,
sino mucho más complicadas. Por otro lado, pues, me servirán más adelante
para mostrar el porqué de lo inadecuado de ciertas afirmaciones.  
Análisis y explicación lingüística y gramatical del tetragrama
Lingüísticamente la etimología del tetragrama está ligada a dos verbos
hebreos que significan lo mismo: ser, existir, estar
. Estos verbos son
“hayáh”
y haváh”.
La apelación a estos dos verbos se plantea casi como
obligatoria por lo que encontramos textualmente en Éxodo 3.13-15, texto
que explica el origen del sagrado y nombre propio del Dios de Israel. Una
traducción que refleja bien el sentido del texto hebreo de Éxodo 3.14 es:
“Dios le respondió a Moisés: Yo seré el que seré (Yo seré el que estaré).
También le dijo: así le dirás a los hijos de Israel: Yo seré me ha enviado a
ustedes”
.
Es obvio que esta traducción que personalmente he hecho de Éxodo 3.14
difiere de la conocida a través de la Reina Valera. La razón es que yo he
seguido el texto hebreo, pero la Reina Valera y otras han seguido el texto de
la Septuaginta, que dice: “Y respondió Dios a Moisés: Yo soy el que soy:
También le dijo: Así dirás a los hijos de Israel: Yo soy me ha enviado a
ustedes”
.
Con relación al significado y rigen del nombre, el «Diccionario
Teológico Manual del AT», citando a Gerhard Von Rad afirma:
“únicamente en Éxodo 3.14 y dentro de una interpretación teológica
relativamente complicada, se da un significado al nombre de Yahvé; ahora
bien, prescindiendo de si, etimológicamente es correcto o no, debe señalarse
que este significado es válido sólo para un grupo de israelitas. (Tomo I,
pagina 969). Con relación al origen del nombre Yahvé, la misma obra citada
también afirma que hasta el momento no se han podio presentar pruebas
irrefutables de que el nombre Yahvé haya sido empleado fuera de Israel y
antes de Moisés.”
Finalmente, lo dicho en Éxodo 6.2-3 (Habló todavía Dios a Moisés, y le
dijo: Yo soy JEHOVÁ. 3
Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios
Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos),
significa tres cosas: 1) Que redactor de este relato no parece conocer toda la
historia que presenta el libro de Génesis. 2) Que muy posiblemente este
relato una existencia independiente, y que ahora nos llega junto al resto del
Pentateuco. 3) Que muy probablemente el Pentateuco no comenzó por
donde ahora comienza, en la forma final en que hemos recibido el
Pentateuco. Una lectura detenida demuestra que para cuando se viene a dar
la explicación del sagrado nombre en Éxodo 3 y 6, ya el libro de Génesis
estaba repleto del uso del tetragrama (sólo en Génesis encontramos el
tetragrama alrededor de 143 veces). De todos modos hay algunos
comentaristas que ante esta dificultad plantean que no se trata simplemente
del nombre, sino de su sentido, “no les hice comprender” (véase comentario
a Éxodo 6 en la Biblia del peregrino de estudio”.
El uso del tetragrama en el texto masorético
Ahora bien, con relación a las distintas transliteraciones que hemos
mencionado y que nos han llegado a través de las distintas versiones de la
Biblia, lo primero que tenemos que hacer es preguntarnos si lo que procede
es una traducción del tetragrama, según la intención expresada por la
vocalización del mismo en la tradición masorética, o la simple
transliteración del tetragrama.
Pero antes de seguir creo que debemos tener bien claro que el nombre
“Jehová” está ligado a la etapa del texto hebreo vocalizado. Respecto del
texto consonántico nada puede aportar en esta discusión. Por eso, decir que
los descubrimientos del Mar Muerto de 1947 confirman la antigüedad de
dicho nombre, carece de todo fundamento. Lo que sí puede decirse es que
hay en dichos manuscritos ejemplos del uso del tetragrama, pero esto no es
lo mismo.
No olvidemos que los textos encontrados en Qumrán datan de hasta dos
siglos antes de Cristo, pero que el texto hebreo consonántico de la Biblia
hebrea no fue vocalizado por los masoretas sino con posterioridad por lo
menos al siglo V de nuestra era. En conclusión: no hay en Qumrán
ejemplos de manuscritos vocalizados, pues son anteriores a la etapa de los
masoretas. Por otro lado, no hay ejemplos en Qumrán de manuscritos que
confirmen la presencia del tetragrama con una vocalización que confirme
por lo menos la transliteración “Jehová”. 
Pero de nuevo, está latente la pregunta: Jehová, ¿traducción o
transliteración? ¿Qué intención tenían los masoretas al vocalizar el
tetragrama en la forma en que lo encontramos en el texto masorético?
Como transliteración, hay evidencias que apuntan a que probablemente
la más antigua vocalización es “Yahvéh”. Esta vocalización encuentra
apoyo en una transcripción griega, “Iabé”, que según Francisco Lacueva
aparece en el Pentateuco griego samaritano («Curso práctico de Teología
Bíblica», CLIE, página 28). A la luz de esta evidencia son comprensibles
las siguientes transliteraciones: Yahveh, Yavé, Yaweh, Yahve. Lo penoso es
que la vocalización que estaría detrás de la transcripción griega “Iabé” no se
la encuentra en el texto masorético. Por lo tanto, la solución o explicación,
ajustándonos al texto masorético, tendremos que buscarla más bien por otra
parte.
Respecto a la vocalización del tetragrama, diré lo siguiente. Hay
evidencias de que en las ediciones impresas de la Biblia hebrea hay dos
vocalizaciones muy parecidas, pero distintas en un solo punto.
Por un lado tenemos la vocalización que muestra la Biblia hebreo-
español («Textus Receptus»), de Moisés Katznelson, a saber, “YeHoVaH”.
Esta vocalización ha originado las siguientes transliteraciones: Jehováh,
Jehová.
Por otro lado, la Biblia Hebraica editada por Rudolph Kittel (1937) y la
actual Biblia hebraica Stuttgartensia (1967-77), muestran la siguiente
vocalización: “YeHVaH”.
Ahora bien, la pregunta del millón: ¿se legitima el uso del nombre
“Jehová” con la vocalización “YeHoVaH” que muestra la Biblia hebreo-
español?
Lo cierto es que a pesar de lo que piensan muchas personas, la
vocalización del tetragrama no justifica el uso del nombre “Jehová”. ¿Por
qué? Porque con la aparente intención de ocultar la más antigua y posible
original pronunciación del sagrado nombre, los escribas emplearon las
vocales de otros dos nombres más comunes.
La evidencia que aporta la Septuaginta
En la Septuaginta (traducción griega del AT, en principio sólo el
Pentateuco,  hecha alrededor de la segunda mitad del siglo III antes de
nuestra era) muestra la tendencia de traducir el tetragrama con la palabra 
“Kúrios” (Señor), no importando su vocalización. Pero no siempre mantuvo
esta tendencia. Aquí tenemos que traer a la memoria la posibilidad de que
en algunos casos, la Septuaginta refleje un texto hebreo distinto al
masorético. 
Para demostrar lo que estoy diciendo, voy a tomar a Génesis capítulo 4,
un pasaje donde encontramos la presencia del nombre “Jehová” en diez
ocasiones en la Reina Valera de 1960. En este capítulo encontramos el
nombre “Jehová” en los siguientes versículos: 1, 3, 4, 6, 9, 13, 15 (dos
veces), 16 y 26.
En todos estos versículos el texto masorético tiene el tetragrama con la
vocalización “Yehvah”.
La Biblia hebreo español, en cambio, tiene el tetragrama con la
vocalización “Yehovah” (pero traduce como “el Eterno”)
Lo interesante es que en la Septuaginta la situación es más complicada,
lo que nos obliga a ir versículo por versículo.
Versículo 1) “tu theú”, forma de “theós” (Dios)
Versículo 3) “tu kuríu”, forma de “kúrios” (Señor)
Versículo 4) “jo theós” (Dios)
Versículo 6) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 9) “jo theós” (Dios)
Versículo 13) “ton kúrion”, forma de “kúrios” (Señor)
Versículo 15) “kúrios jo theós” (Señor Dios), las dos veces.
Versículo 26) “kuríu tu theú” forma de “kúrios” y “theós” (Señor y Dios)
Se nota de nuevo la falta de uniformidad en que la Septuaginta traduce el
tetragrama, tomando como referencia el texto masorético. Obviamente, no
es imposible aquí la lectura por parte de la Septuaginta de un texto hebreo
distinto al masorético.
Pasemos ahora a considerar dos expresiones que aparecen en la Reina
Valera: “Jehová Dios” y “Señor Jehová”. La expresión “Jehová Dios” se la
encuentra en el AT en la Reina Valera de 1960 en 665 veces en 613
versículos bíblicos. La expresión “Señor Jehová” se la encuentra en 42
veces en 41 versículos bíblicos. 
Ahora bien, como es imposible ser exhaustivo aquí, lo que voy a hacer
es considerar algunos casos a manera de ejemplo. 
La expresión “Jehová Dios”
Para analizar la forma en que esta expresión es traducida por la
Septuaginta, lo que voy a hacer es tomar un pasaje en particular, a Génesis
capítulo 2, donde encontramos la frase “Jehová Dios” en once (11)
ocasiones: versículos: 4, 5, 7, 8, 9, 15, 16, 18, 19, 21 y 22. 
En estos once (11) versículos, el texto masorético tiene la expresión
“Yehvah elohím”.
La Biblia hebreo-español “Yehovah elohim” (pero la traduce “Dios, el
Eterno”)
La Septuaginta, por su lado, muestra la siguiente situación:
Versículo 4) “jo theós” (Dios)
Versículo 5) “jo theós” (Dios)
Versículo 7) “jo theós” (Dios)
Versículo 8) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 9) “jo theós” (Dios)
Versículo 15) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 16) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 18) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Versículo 19) “jo theós” (Dios)
Versículo 21) “jo theós” (Dios)
Versículo 22) “kúrios jo theós” (Señor Dios)
Se nota de nuevo la falta de uniformidad en que la Septuaginta traduce el
tetragrama, combinado ahora con la palabra “elohim”, “elojim” (Dios),
tomando de nuevo como referencia el texto masorético. Tampoco se puede
descartar en este caso la Septuaginta haya tenido como base un texto hebreo
distinto al masorético.
La expresión “Señor Jehová”
El sintagma “Señor Jehová” se lo encuentra en la Reina Valera 1960
cuarenta y dos veces (42) en cuarenta y un versículo (41). De estas 42
veces, es la traducción del hebreo “Adonay Yehvih” (o “Adonay Yehovih”)
en treinta y seis (36). En cinco ocasiones es la traducción del hebreo “Ha-
Adón Yehváh” (o “Ha-Adón Yehováh”). Y en una ocasión es la traducción
de la hebrea “Yehváh Elohím” (o “Yehováh Elohím”), en Jeremías 2.19.
Para analizar la forma en que esta expresión es traducida por la
Septuaginta, lo que voy a hacer es tomar un pasaje en particular, a Isaías
capítulo 10, donde encontramos la frase “Señor Jehová” en cuatro
ocasiones: versículos: 16, 23, 24 y 33.
De estas cuatro menciones, el texto masorético no tiene una expresión
uniforme. En los versículos 16 y 33, el texto masorético tiene la expresión
“Ha-adón Yehvah”; pero en los versículos 23 y 24, la expresión “Adonay
Yehvih”.
La Biblia hebreo-español, en los versículos 16 y 33 tiene la expresión
“Ha-adón Yehovah”, pero la traduce “Señor Dios” en el 16, pero “Señor el
Eterno” en el 33.
En los versículos 23 y 24, tiene la expresión “Adonay Yehovih”, pero
traduce “Señor el Eterno” en el 23, y “Señor Dios” en el 24.
La Septuaginta por su parte, vuelve a mostrar falta de uniformidad o
inconsistencia en su traducción. En el versículo 16, traduce “kúrios”
(Señor); en el versículo 23, traduce “jo theós” (Dios); en el versículo 24,
traduce “kúrios” (Señor); y en el versículo 33, traduce “kúrios” (Señor).
Consideremos además a 2 Samuel 7.18, 19, 20, y 22
“18
Y entró el rey David y se puso delante de Jehová, y dijo: Señor
Jehová, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta
aquí? 19
Y aun te ha parecido poco esto, Señor Jehová, pues también has
hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el
hombre, Señor Jehová? 20
¿Y qué más puede añadir David hablando
contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor Jehová… 22
Por tanto, tú te has
engrandecido, Jehová Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera
de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos.”
En estos cuatro pasajes, la situación es la siguiente. El los versículos 18,
19 y 20, lo que la Reina Valera ha traducido “Señor Jehová” es la expresión
hebrea “Adonay Yehvíh”. Pero en el versículo 22, la traducción “Jehová
Dios” corresponde a la misma expresión hebrea “Adonay Yehvíh” que
tradujo “Señor Jehová” en los versículos 18, 19 y 20.
En la Biblia hebreo-español, la situación es esta: En los versículos 18,
19, y 20, tiene en el texto hebreo la expresión “Adonay Yehovíh”, y la
traduce “Dios Eterno”. Pero en el versículo 22, la expresión hebrea es
“Yehováh Elohim”, y la traduce igualmente “Dios Eterno”.
La Septuaginta, por su parte, tradujo de manera consistente con una
misma expresión, la única expresión que tiene el texto masorético en los
cuatros pasajes en cuestión. La traducción de la Septuaginta es “Kúrie mu
kúrie
”, que significa “Señor mi Señor”.   
Finalmente, en Deuteronomio 9.26, la expresión “Señor Jehová” es la
traducción de la expresión “Adonay Yehovíh” del texto masorético. La
Biblia hebreo-español tiene en el texto hebreo la expresión “Adonay
Yehovíh”, pero la traduce simplemente “Señor”. La Septuaginta tradujo con
la expresión “Kúrie kúrie”, que debe traducirse “Señor señor”.
La combinación “Yehváh Elohim” y la combinación “Adonay
Yehvíh”
La combinación “Yehváh Elohím” o “Yehováh Elohím” la encontramos
en el texto masorético 35 veces en 33 versículos bíblicos, a saber: Génesis
2. 4, 5, 7, 8, 9, 15, 16, 18, 19 21, 22; 3.1, 8, 9, 13, 14, 21, 22, 23, ; Éxodo
9.30; 2 Samuel 7.25; 2 Reyes 19.19; Salmo 72.18; 80.4, 19; 84,8, 11; 1
Crónicas 17.16, 17; 28.20; 2 Crónicas 1.9; 6.41, 42. La Reina Valera 1960
tradujo esta combinación como “Jehová Dios”. Sólo en Génesis 3.23 se
apartó, traduciendo sólo con “Jehová”.
La traducción de la Septuaginta en estos 35 versículos no fue
consistente, observemos: con sólo “jo theós” (Dios) en Génesis 2. 4, 5, 7, 9,
19, 21; 3.1, 22. Con sólo “Kúrion” (Señor) en Éxodo 9.30. Con “Kúrios jo
theós” (Señor Dios) en  Génesis 2.8, 15, 16, 18, 22; 3.9, 13, 14, 21, 23;
Salmo 72.18; 84.11; 1 Crónicas 28.20. Con “Kúrie jo theós” (Señor Dios)
en 2 Reyes 19.19; Salmo 80.4, 19; 84.8; 1 Cónicas 17.16, 17; 2 Crónicas
1.9; 6.41. 42. Con “Kuríu tu theú” (Del Señor Dios) en Génesis 3.8. Y con
“Kúrie mu kúrie” (Señor mi Señor) en 2 Samuel 7.25.
La combinación “Adonay Yehvíh”
La combinación “Adonay Yehvíh” o “Adonay Yehovíh” se la encuentra
en el texto masorético en 284 veces en 278 versículos bíblicos. Expresión
que, como ya vimos, es traducida en treinta y seis ocasiones como “Señor
Jehová” en la Reina Valera de 1960.
Por razones obvias sólo consideraremos ocho casos representativos:
Génesis 15.2; Deuteronomio 3.24; Josué 7.7; Jueces 16.28; 1 Reyes 2.26;
Ezequiel 11.8; Amós 7.5 y 6.
En estos ocho casos, la traducción de la Septuaginta fue la siguiente:
Génesis 15.2 “Déspota” (forma de “despótes”, Señor, amo, dueño)
Deuteronomio 3.24 “Kúrie kúrie” (Señor, señor)
Josué 7.7 “Kúrie” (Señor)
Jueces 16.28 “Kúrie kúrie” en el texto A, traducción “Señor, señor”.
Pero en el texto B, “Adonaie kúrie” (Señor, señor”). La palabra “Adonaie”
es una transliteración griega de la hebrea “Adonay”. Una observación más
es que el texto masorético tiene esta vez la vocalización “Yehovíh”, y no
“Yehvíh” que es la que sobresale. 
1 Reyes 2.26 “Kuríu” (del Señor). Aquí volvemos a observar en el texto
masorético la vocalización “Yehovíh”, y no la usual, “Yehvíh”.
Ezequiel 11.8 “Kúrios” (Señor)
Amós 7.5 “Kúrie kúrie” (Señor, señor)
Amós 7.6 “Kúdios” (Señor)
Pero, ¿qué tienen en común las combinaciones “Yehváh Elohim” y la
combinación “Adonay Yehvíh”?
1) Que al vocalizar el tetragrama con las vocales de “Adonay” (Señor),
ya sea “Yehváh” o “Yehováh” los masoretas sugerían la lectura (traducción,
no transliteración) “Adonay” (Señor), cuando va acompañado del sustantivo
“Elohim” (Dios), la lectura de la expresión “Yehváh o Yehováh Elohím”
sería “Señor Dios”.
2) Que al vocalizar el tetragrama con las vocales de “Elohím” (Dios), ya
sea “Yehvíh” o “Yehovíh”, cuando va acompañado del sustantivo
“Adonay”, también sugiere por igual, que la combinación “Adonay Yehvíh
o Yehovíh” debe leerse “Señor Dios”.
Procediendo de esta manera, en ambos casos, se evitaba el pleonasmo
“Señor Señor” y “Dios Dios”. Esta evidencia también nos invita a
considerar las combinaciones “Yehváh Elohím” (o Yehováh Elohím) y
“Adonay Yehvíh (o Adonay Yehovíh) como sinónimas.  
Es pertinente decir aquí que esta vocalización sigue la tendencia de
vocalizar el tetragrama con las vocales de “Adonay” (Yehváh o Yehováh)
cuando éste está solo.
Ante estos resultados podemos decir que en términos generales la
vocalización masorética del tetragrama viene a confirmar la tendencia de la
Septuaginta, como ya he mostrado. Precisamente son valiosas aquí las
palabras de Francisco Pérez Castro, cuando dice: “Actualmente una fuerte
corriente de opinión científica mantiene que, del mismo modo que los
masoretas no introdujeron innovaciones artificiales en las formas
gramaticales-aunque en gran parte estuvieran ya en desuso- y supieron
mantener las antiguas al vocalizar el AT, tampoco se propusieron reflejar su
propio modo de entender y pronunciar el texto, sino que transmitieron la
lectura y la comprensión tradicionales del mismo… De modo que, si bien es
cierto que los masoretas inventaron los signos gráficos para leer
debidamente el texto consonántico, no crearon esa forma de lectura. El
modo de leer el texto consonántico se transmitió oralmente de maestros a
discípulos en una cadena escolástica sin solución de continuidad. Lo que
hicieron, pues, los masoretas en el aspecto vocálico sería recoger esa
tradición de escuela tan fidedigna y segura como la del texto consonántico”
(Citado por Elvira martín Contreras y Guadalupe Seijas de los Ríos Sarzosa
en «Masora, la transmisión de la tradición de la Biblia hebrea», página 34). 
Esta sospecha de la que nos habla Francisco Pérez Castro parece más
verosímil cuando constatamos que la vocalización masorética concuerda en
líneas generales con la Septuaginta en nuestro tema en cuestión, a pesar de
que la Septuaginta es anterior al texto masorético en más de cinco siglos.
El “quere” (lo que debe ser leído) y el “ketib” (lo que está escrito)
«Quere» (leído) y «Ketib» (escrito) son dos términos (participios)
arameos que usaron los masoretas para manejar algunas situaciones
anómalas en el texto consonántico que habían recibido. Entonces, cuando
ellos detectaban una forma errónea en el texto decidieron dejar intacto el
texto recibido, colocaban un circulillo o asterisco encima de la errata (el
«ketib», lo escrito), le añadían la vocal o vocales del «quere» (lo que debe
ser leído), y colocaban al margen las consonantes de la palabra que
entendían correcta.
Un ejemplo interesante lo encontramos en el Salmo 100.3. En el texto
masorético encontramos una situación anómala que fue corregida por los
masoretas. Resulta que en este versículo el texto hebreo tiene la expresión
“vl’” correspondiente a las consonantes hebreas va, lamed, alef,
obviamente, sin vocales (que consiste en la partícula negativa “no”). La
solución masorética fue colocarle la “jolen” (una “o”) al «ketib», y
colocaron al margen las consonante “vav” (conjunción “y”), “lamed” y
“vav”, sugiriendo, en consecuencia, la lectura “y somos de él, somos
suyos”.
Por eso la traducción que demanda el texto hebreo, a la luz de la
corrección masorética es: “Sepan que el Señor es Dios, y él nos hizo, y
somos suyos, pueblo suyo somos, y ovejas de su prado”.
Ahora bien ocurre que la Septuaginta no refleja esta corrección
masorética y traduce usando el negativo (el “ketid” corregido por los
masoretas), lo que vino a producir la traducción “Conozcan que el Señor, él
es Dios, él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos, pueblo suyo somos,
y ovejas de su prado”.
Notemos cómo esta lectura y traducción de la Septuaginta es reflejada
por algunas versiones de la Biblia.
1) Reina Valera 1909 “Reconoced que Jehová él es Dios: Él nos hizo, y
no nosotros a nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. ”
2) Reina Valera 1977 “Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo y no
nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado.”
3) Reina Valera 1995 “Reconoced que Jehová es Dios; él nos hizo y no
nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado.”
4) La Biblia de las Américas “Sabed que Él, el Señor es Dios; Él nos
hizo y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su
prado.”
5) La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras “Sepan que
Jehová es Dios. Es Él quien nos ha ahecho, y no nosotros mismos. [Somos]
su pueblo, y las ovejas de su apacentamiento.”
6) En esta misma línea traduce la llamada Biblia Peshita en español.
Consideremos ahora algunas versiones que sí siguen la corrección
masorética:
1) La Biblia hebreo-español “Sabed que el Eterno es Dios. El que nos
hizo, y nosotros somos suyos. Su pueblo, y el rebaño de su dehesa”
2) La versión popular Dios Habla Hoy “Reconozcan que el Señor es
Dios; él nos hizo y somos suyos; ¡somos pueblo suyo y ovejas de su
prado!”
3) Y en esta misma línea traducen la Nueva Versión Internacional, la
Biblia de Jerusalén, la Nueva Biblia Española, la Biblia del Peregrino, la
Sagrada Biblia traducción de la Vulgata Latina, la Biblia de Jerusalén
latinoamericana, la Nueva Traducción Viviente (Biblia vida abundante),
Sagrada Biblia Cantera-Iglesias, etc.
El llamado “quere” perpetuo
Consiste en una corrección tan frecuente que, por su frecuencia no lleva
circulillo ni nota a margen. Su corrección se indica con la sola colocación
de las vocales sugeridas por los masoretas. El ejemplo más clásico de este
tipo de corrección lo constituye precisamente la vocalización del
tetragrama. La solución masorética fue la siguiente: 1) Cuando el
tetragrama está sólo, aparece con la vocalización de “Adonay” (Señor), así
“Yehváh” o “Yehováh”, para que se lea “Adonay” y se traduzca “Señor”. 2)
Cuando el tetragrama va precedido de “Adonay”, entonces se vocaliza con
las vocales de “Elohím” (Dios), así “Yehvíh” o “Yehovíh” para que se lea
“Elohím”, y se traduzca “Dios”. Esta vocalización del tetragrama, cuando
va precedido de “Adonay” explica la traducción “Señor Dios”. 3) Cuando el
tetragrama va seguido de “Elohím”, entonces vuelve a ser vocalizado con
las vocales de “Adonay”, para que se lea igualmente “Adonay”, así
“Yehváh” o “Yehováh” y se traduzca “Señor”. Esta vocalización del
tetragrama cuando va seguido de la palabra “Elohím” explica la traducción
“Señor Dios”.
Siguiendo, entonces, la evidencia de la Septuaginta y el Texto
Masorético, concluimos que lo más correcto no es transliterar el tetragrama,
sino traducirlo. Y esta es precisamente la opción que han adoptado las
versiones modernas de la Biblia que no tienen ningunas de las
transliteraciones conocidas (YHWH, YHVH, Jehová, Jehováh, Yahvé,
Yavé, Yahveh, YAHWEH).
La traducción del tetragrama en los targúmenes (targumím)
Targumín
es la forma hebrea y aramea plural de la palabra de origen
arameo targúm
, y que significa “traducción”. La expresión “targúmenes”
es una expresión plural castellanizada.
Se reconoce que el arameo se había convertido en una lengua
internacional y dominante en Siria y Palestina, bajo el dominio de Babilonia
y Persia (se ubica el imperio caldeo o neobabilónico entre el 626 al 559 a.C.
y el imperio Persa del 559 al 339 a.C. a.C.). En esta situación, el pueblo
hebreo asimiló el arameo como lengua común, situación que prevalecía aún
en los tiempos de Jesús. Pero como los libros sagrados habían sido escritos
en hebreo, se fue haciendo necesaria su traducción al arameo. De todos
modos, las traducciones al arameo preceden y suceden a la sinagoga, que
surge alrededor del siglo III a.C. Hoy existen targúmenes prácticamente de
todo el AT con excepción de Esdras, Nehemías y Daniel.
Si bien la traducción del hebreo al arameo al principio fue oral, lo cierto
es que los targúmenes (targumím) llegaron a tener una expresión escrita,
principalmente para su uso en la sinagoga, aunque luego su uso se extendió
hacia fuera del contexto de la sinagoga. Se afirma que para el siglo I, E.C.
hay suficientes testimonios de la existencia y uso de tales traducciones en
las sinagogas. Una característica esencial de los targúmenes es que
constituían un tipo de traducción  con tendencia a la paráfrasis. 
El uso del tetragrama en los targúmenes
Podemos decir que los targúmenes siguen la tendencia del texto
masorético  en cuanto a la vocalización y lectura del tetragrama. Este hecho
se hace evidente en su actitud frente a la expresión “Adonay YeHViH” (o
“Adonay Yehovíh”). La tendencia de los targúmenes es cambiarla por el
sintagma “Adonay Elohim”, a fin de evitar el pleonasmo o tautología
“Adonay Adonay” (“Señor señor”).
En conclusión, la formula targúmica “Adonay Elohím” (Señor Dios”),
cuando el texto masorético tiene al sintagma “Adonay Yehvíh” (o “Adonay
Yehovíh”), igualmente “Señor Dios”, concuerda, por un lado, con la
vocalización masorética y, por otro lado, confirma la lectura que por lo
general hizo la Septuaginta del tetragrama, cuando aparece solo y en las
combinaciones analizadas.
El manejo targúmico del tetragrama es una evidencia más en contra de
cualquier  transliteración del tetragrama en cualquiera de sus formas
conocidas, incluyendo el nombre “Jehová”, que no es propiamente un
nombre, sino una transliteración. Transliteración innecesaria e ilegítima a la
luz del texto masorético, la Septuaginta y los targúmenes. 
El uso y manejo del tetragrama en las traducciones modernas de la
Biblia
A) La traducción del tetragrama en la Biblia hebreo-español: Esta
versión hecha en Israel generalmente traduce el tetragrama como “el
Eterno”.
B) La traducción del tetragrama en las versiones de la Biblia realizadas
mediante
la equivalencia formal (literales): No lo traducen, más bien lo
transliteran, originando las formas YHWH, YHVH, Jehová, Jehováh,
Yahvé, Yavé, Yahveh, YAHWEH. Un ejemplo de una versión cristiana de la
Biblia que ha optado por no colocarle vocales al tetragrama es la llamada
“Biblia textual”, que lo translitera simplemente como “YHWH”.  
C) La traducción de tetragrama en las versiones de la Biblia realizadas
mediante la equivalencia dinámica (no literales): Señor, Señor Dios. Lo
traducen, no lo transliteran.
Una observación sobre la traducción de Diego Ascunce y la postura
que asume frente al tetragrama
1) Cuando el tetragrama aparece solo
Cuando el tetragrama está solo (pero con la vocalización masorética
“Yehváh” o “Yehováh”), no lo traduce, sino que lo translitera, alejándose
del testimonio ofrecido por la lectura y vocalización masorética, la lectura y
traducción de la Septuaginta y los targúmenes. Creo que tres ejemplos
bastarán.
Génesis 15.2 “Algún tiempo después la palabra de YAHWEH vino a
Avram en una visión, diciendo: "No temas, Avram. Yo te escudo; tu
recompensa será muy grande.” 
Éxodo 20.11 “Porque en seis días YHVH hizo el cielo y la tierra, el mar
y todo en ellos; pero en el séptimo día El descansó. Por esta razón YHVH
bendijo el día, Shabbat, y lo apartó para El mismo.”
Una observación especial: en este pasaje encontramos una curiosa
situación. Resulta que la traducción de Diego Ascunce, en Éxodo 20.11 no
translitera ni traduce el tetragrama, lo que más bien hace es poner en la
traducción las cuatro constantes hebreas, así de sencillo, y sin vocalización
alguna (
☐☐☐

).
Ezequiel 27.1 “La palabra de YAHWEH
vino a mí.”
2) Cuando el tetragrama va sucedido de “Elohím”
Cuando el tetragrama aparece en la combinación masorética “Yehváh
Elohím” o “Yehováh Elohím”, la traducción de Ascunce realmente no
traduce ninguna de las dos palabras de la combinación, sino que más bien
las translitera, originando el sintagma “YAHWEH
Elohim”.
Un ejemplo
claro de esta postura lo observamos en Génesis capítulo 2, todas la veces en
que dicho pasaje el texto masorético tiene a “Yehváh Elohím” o “Yehováh
Elohím”, la Septuaginta a “jo theós” o a “Kúrios jo theós”, y la Reina
Valera de 1960 “Jehová Dios”.
3) Cuando el tetragrama va precedido de “Adonay”
Cuando el tetragrama aparece en la combinación masorética “Adonay
Yehvíh” o “Adonay Yehovíh”, la traducción de Ascunce asume una postura
ambivalente. Por un lado, insiste en transliterar el tetragrama en la forma
preferida por éste (YAHWEH
); y por otro lado, confirma la vocalización y
lectura masorética, así como la lectura y traducción de la Septuaginta y los
targúmenes.
Para ilustrar este caso, voy a considerar sólo ocho casos: Génesis 15.2;
Deuteronomio 3.24; Josué 7.7; Jueces 16.28; 1 Reyes 2.26; Ezequiel 11.8;
Amós 7.5 y 6.
Génesis 15.2 “2 Avram respondió: "YAHWEH
Elohim ¿de qué me sirven
tus dones a mí si permanezco sin hijo, pero el hijo de Mazer la esclava
nacida en mi casa, éste Eliezer de Dammesek hereda mis posesiones?”
Deuteronomio 3.24 “24 'YAHWEH
Elohim, Tú has comenzado a revelar
tu grandeza a tu siervo, y tu brazo fuerte – porque ¿qué otro dios hay en el
cielo o en la tierra que pueda hacer las obras y los hechos grandiosos que
Tú puedes hacer?”
Josué 7.7 “7 Yahoshúa dijo: "¡Oh YAHWEH
! ¡Elohim! ¿Por qué te
tomaste el trabajo de traer a este pueblo por medio del Yarden si no ibas a
entregar a los Emori y hacernos perecer? ¡Debimos haber estado satisfechos
con vivir en el otro lado del Yarden!”
Jueces 16.28 “28 Shimshon clamó a YAHWEH
: "YAHWEH
Elohim, sólo
esta vez, por favor, piensa en mí, y por favor, dame fuerza, para tomar
venganza sobre los Plishtim por mis dos ojos."”
1 Reyes 2.26 “26 A Evyatar el kohen
el rey dijo: "Tú ve a Anatot, a tus
propios campos. Tú mereces morir; pero no te pondré a muerte ahora
mismo, puesto que tú sí llevaste el Arca de YAHWEH
Elohim delante de
David mi padre, y sufriste junto con mi padre en todo lo que él sufrió.”
Ezequiel 11.8 “Ustedes le temen a la espada, pero Yo traeré la espada
sobre ustedes," dice YAHWEH.

Amós 7.5 “Pero yo dije: "¡YAHWEH Elohim
, detente – por favor!
¿Cómo sobrevivirá el insignificante Ya'akov?"
Amós 7.6 “YAHWEH
cambió su manera de pensar acerca de esto. "Esto
tampoco sucederá," dijo YAHWEH Elohim
.”
Después de considerar estos ochos ejemplos se hace evidente que la
traducción de Diego Ascunce, en primer lugar, insiste en transliterar el
tetragrama; y en segundo lugar, confirma la vocalización y lectura
masorética (el ya explicado “quere perpetuo”) cuando lee el hebreo
“Yehvíh” o “Yehovíh”, como “Elohím”.  
¿El nombre (más bien, la transliteración) “Jehová” en el NT?
Es cierto que lingüísticamente el griego no tiene todos los elementos que
permitan hacer una transliteración que refleje fonéticamente el tetragrama
de manera perfecta aun con las vocales, según lo encontramos en el texto
masorético. Pero sí es comprensible a la luz, y hasta justificable, el uso del
nombre Jehová (transliteración, no traducción), o la traducción del
tetragrama en el NT, si consideramos ciertos factores.
En primer lugar, que el tetragrama viene a ser en el AT el nombre
sagrado y propio del Dios de Israel, mientras que Elohim es un nombre tan
común, que podemos encontrarlo haciendo referencia tanto al dios bíblico
(Génesis 1.1), como a otros dioses, por ejemplo, a dioses cananeos (1 Reyes
18.24).
En segundo lugar, que tanto en Génesis 1.1 como en 1 Reyes 18.24,
igual que el hebreo que usó la misma palabra, la Septuaginta también usó
una sola palabra, “theós” (Dios, dios).
En tercer lugar, mientras que la Septuaginta usó la palabra “kúrios”
(Señor) para traducir regularmente (no siempre) el tetragrama, no
importando su vocalización (YHVH=Kúrios). El NT usa a “Kúrios” (Señor)
preponderantemente para hacer referencia a Jesucristo (aunque también se
usa para referir al Dios Padre en la nomenclatura cristiana, (el YHVH del
AT); pero el NT usa a theós (el Elohim del AT) primordialmente para hacer
referencia al Dios padre, el YHVH-kúrios del AT (compárese Mateo 4.3,
10; Mateo 3.16; Romanos 8.14).
Pues bien, si exegéticamente llegamos a la conclusión de que la palabra
“kúrios” hace referencia específicamente al Dios Padre (el YHVH o
YHWH del AT) en un determinado pasaje del NT, pienso que no sería
ilegítimo seguir el ejemplo de la Septuaginta al traducir el tetragrama con
“kúrios” (Señor), “kúrios = YHVH o YHWH.
Lo mismo se podría aplicar respecto al uso de la palabra “theós” en el
Nuevo Testamento para referir al Dios del Antiguo Testamento, del Tanaj, o
sea, YHVH o YHWH. Resulta que por lo general la Septuaginta tradujo a
“Elohím” (Dios, dios) por “Theós” (Dios, dios), aunque en algunos casos
también al tetragrama. En consecuencia, no debería ser un problema el que
en el NT se pudiera usar alguna transliteración del tetragrama (aunque
insisto en que lo ideal es traducirlo) cuando exegéticamente se llegue a la
conclusión de que la palabra “Theós” (Dios) está haciendo referencia al
YHVH o YHWV del AT o Tanaj. 
Para ilustrar lo que digo voy a considerar solamente cuatro casos, dos
con respecto a “Theós”, e igualmente dos con respecto a “Kúrios”.
1) Mateo 15.31 “…De manera que la multitud se maravillaba, viendo a
los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos
ver; y glorificaban al Dios de Israel.”
Observemos la traducción de este pasaje que hacen dos versiones judío-
mesiánicas: “La gente se asombraba cuando veía que los mudos hablaban,
los paralíticos eran curados, los cojos caminaban y los ciegos recobraban la
vista; entonces pronunciaron una berajah
al Elohim de Israel.” (Versión
Judío mesiánica de la Biblia)
“… De manera que todos se asombraban viendo a los mudos hablando,
los ciegos viendo, los cojos saltando y los lisiados restaurándose. ¡Y le
daban la gloria al Eterno! ” (Código Real del Nuevo Testamento)
2) Juan 14.1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también
en mí.”
Observemos también la traducción de este pasaje en las dos citadas
versiones judío-mesiánicas:
“No se dejen turbar. Confíen en YAHWEH
, y confíen también en mí.”
(Versión Judío mesiánica de la Biblia)
“No se turbe vuestro corazón; tenéis emunah en Elohim, tenedla también
en mí.” (Código Real del Nuevo Testamento)
3) Mateo 1.20 “20
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le
apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María
tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.”
Observemos la traducción de este pasaje en las dos citadas versiones
judío-mesiánicas:
“Pero mientras él pensaba esto, un ángel de YAHWEH
se le apareció en
un sueño, y dijo: "Yosef, hijo de David, no tengas temor de llevarte a
Miryam a tu casa como tu esposa; porque lo que ha sido concebido en ella,
del Ruaj HaKodesh
es.
” (Versión Judío mesiánica de la Biblia)
“Mientras pensaba cómo hacerlo apropiadamente, se durmió y mientras
dormía, he aquí un mensajero del Eterno se le apareció en visión diciéndole:
Yosef ben David, no temas recibir a Miriam como tu mujer, porque su
embarazo ha sido causado por una
palabra profética de la Ruaj HaKodesh.”
(Código Real del Nuevo Testamento)
Por su parte, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (la
de los Testigos Jehová) tiene aquí a “Jehová”, cito: «Pero después de haber
reflexionado acerca de estas cosas, ¡mire!, el ángel de Jehová se le apareció
en un sueño, y le dijo: “José, hijo de David, no tengas miedo de llevar a
María tu esposa a casa, porque lo que ha sido engendrado en ella es por
espíritu  santo».
4) Marcos 11.9 “9
Y los que iban delante y los que venían detrás daban
voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
Observemos igualmente la traducción de este pasaje en las dos versiones
judío- mesiánicas ya citadas.
“Tanto los que iban delante, como los que seguían detrás gritaban:
"¡Hoshianah!" "¡Bendito es El que viene en Nombre de YAHWEH
!"
(Versión Judío mesiánica de la Biblia)
“Y tanto los que iban delante como los que le seguían detrás, gritaban
con fuerza: "Hoshian-ná" y "Baruj Habá BeShem HaShem." (Código Real
del Nuevo Testamento)
También aquí la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras
(la de los Testigos Jehová) tiene a “Jehová”, cito: «Y los que iban delante  y
los que venían detrás clamaban “¡Salva, rogamos!” ¡Bendito es el que viene
en el nombre de Jehová!»
A manera de evaluación lo que digo es que el empleo de cualquier
transliteración del tetragrama en el Nuevo Testamento (YHWH, YHVH,
Jehová, Jehováh, Yahvé, Yavé, Yahveh, YAHWEH) es comprensible, pero
ilegítima a la vez, a la luz de la lectura y vocalización que le dieron los
masoretas al tetragrama en el AT hebreo o Tanaj; lectura y vocalización que
explica la lectura y traducción de la Septuaginta y de los targúmenes del
mismo tetragrama. 
La combinación “Adonay Yehvíh” en la traducción del Nuevo
Mundo de las Santas Escrituras
Para ilustrar cómo esta versión de la Biblia, la de los Testigos de Jehová,
tradujo la combinación “Adonay Yehvíh” (Señor Dios), voy a considerar
por lo menos ocho casos representativos: Génesis 15.2; Deuteronomio 3.24;
Josué 7.7; Jueces 16.28; 1 Reyes 2.26; Ezequiel 11.8; Amós 7.5 y 6. En
estos ocho casos, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras
tradujo el sintagma “Adonay Yehvíh” por “Señor Soberano Jehová.”
A manera de evaluación sólo diré que con este tipo de traducción, la
versión en cuestión demuestra una vez más su inconsistencia frente al texto
masorético (la primera consiste en la manera de transliterar el tetragrama
cuando está solo), la Septuaginta y la de los targúmenes. Obviamente, para
el movimiento o comunidad de los Testigos de Jehová este es un asunto
crucial, y de difícil abordaje, pues constituyen el único movimiento
cristiano que ha atado su identificación propia y particular a la
transliteración “Jehová”.  
Por otro lado, no pueden los Testigos de Jehová argumentar nada
respecto a los hallazgos de los manuscritos de Qumrán 1947, pues los más
que tenemos allí es la presencia del tetragrama, sin vocalización alguna; y
lo cierto es que las distintas transliteraciones del tetragrama, incluyendo a
“Jehová”, sólo se explican a la luz de la vocalización masorética. Y no
podemos olvidar que los manuscritos encontrados en Qumrán son muy
anteriores a la época masorética.
Breve crítica y evaluación de la postura de Eugenio Danyans sobre
la traducción de los Testigos de Jehová
en su libro, «Proceso a la Biblia
de los testigos de Jehová»
, publicada por la editorial CLIE, año 1971.
Me parece inadecuada la crítica que hace Eugenio Danyans de la Biblia
hecha por los Testigos de Jehová, en lo relativo al uso del nombre Jehová
(más bien, transliteración) en el NT. La crítica principal a la que reacciono
aquí la expresa el mismo Eugenio Danyans en la frase: “Sustituyen el
nombre Señor por Jehová para despojar a Cristo de su Señorío”. Y cuando
también afirma: “Está más que demostrado que los «Testigos de Jehová»
son expertos en falsificaciones bíblicas” (páginas 68 y 69).
El problema para mí es mayor cuando Eugenio Danyans escoge un
pasaje donde parece que hay que profundizar más para descalificar tal
traducción por el mal manejo de la palabra “kúrios”  (Señor) en Romanos
14. 1-14.  Ahora, ¿por qué no consideró Eugenio Danyans unos pasajes
como Mateo 22.44; Marcos 12.36; Lucas 20.42? Posiblemente porque en
tales pasajes, a la luz de los factores que he venido mencionando, es
comprensible (si bien no recomendable) el uso de “Jehová”.
Creo que es correcto criticar cualquier manipulación por parte de los
Testigos de Jehová, cuando un pasaje del NT use la palabra “kúrios”
(Señor) para hacer referencia a Jesucristo, y que ellos traduzcan por Jehová
(referencia sólo al Padre, en una nomenclatura cristiana).
Sin embargo, el uso del nombre (transliteración) “Jehová” en el NT es
aceptable si exegéticamente (aunque no recomendable) llegamos a la
conclusión de que en un determinado pasaje del NT la palabra griega
“kúrios” (Señor) -incluso la palabra “Theós” (Dios)- hace referencia al
tetragrama del AT (Kúrios=YHVH, YHWH); recordemos que en la
Septuaginta, la relación predominante es: YHVH o YHWH=Kúrios).
Evaluación de la postura de Edesio Sánchez con relación al manejo
del tetragrama en la serie Reina Valera
En un artículo de su autoría, Edesio Sánchez explica de manera brillante
y acertada el origen de las distintas variantes que muestran las versiones de
la Biblia en la traducción del tetragrama hebreo. Pero al final, concluye que
en cuanto a la serie Reina Valera, se debiera mantener el uso de “Jehová”
para respetar dicha tradición. Personalmente, puedo decir que comprendo,
pero no comparto esta postura, pues considero que toda versión de la Biblia
puede ser mejorada cuando el desarrollo de las ciencias bíblicas, de la
lingüística y las teorías de la traducción permitan un mejor abordaje de
ciertos aspectos.
Por ejemplo, cuando se realizó la revisión de la Reina Valera de 1909,
que originó la llamada Reina Valera de 1960, se publicó un folletito que
explicaba las decisiones que tomó el comité editorial y sus razones en
cuanto al tratamiento de algunos asuntos específicos. Uno de estos fue la
opción de traducir “día de reposo” y no “sábado”. Se dieron varios
argumentos para justificar tal decisión, sin embargo, algo interesante
ocurrió al llegar a la Reina Valera de 1995, pues en esta revisión se optó por
traducir “sábado” y no “día de reposo”. Al fin y al cabo, la Reina Valera de
1960 estaba plagada de asteriscos, llamando la atención del lector, con una
nota que le explicaba la equivalencia entre la expresión “día de reposo” y
“sábado”.
Finalmente, es oportuno decir que el biblista Edesio Sánchez defiende
que se mantenga el nombre (transliteración) “Jehová” en toda revisión que
sea el producto de la Reina Valera porque este nombre es propio de ella, y
por respeto a dicha tradición. Sin embargo, uno se pregunta, sin perder de
vista el hecho de que cada versión de la Biblia se hace para un público
específico, ¿Qué cosas se pueden consideran propias de una versión de la
Biblia? ¿No es cierto que toda versión de la Biblia es hija de su tiempo, con
todo lo que esto implica y supone? ¿No sería legítimo realizar la revisión de
una determinada versión de la Biblia que suponga ciertos giros y que se
adopten algunas posturas nuevas en algunos aspectos específicos,
incluyendo el público al que se dirige?
El ejemplo más notable de un cambio de dirección en la tradición Reina-
Valera con relación a la traducción del tetragrama lo constituye versión
Reina Valera Actualizada, realizada por Editorial Mundo Hispano. Para la
edición del año 2006, los editores explican que tomaron la decisión de no
traducir “Jehová” (que es realmente una transliteración del tetragrama),
como lo habían hecho originalmente para el año 1989. A partir de la edición
del año 2006, la versión Reina Valera Actualizada adopta al respecto la
postura de la Versión Popular Dios Habla Hoy, y de la Nueva Versión
Internacional, traduciendo “Señor”, y así sucesivamente en las
combinaciones analizadas.
Conclusiones:
1) El texto hebreo del AT o Tanaj se transmitió por varios siglos sin
vocales, sólo con caracteres consonánticos. 
2) El texto hebreo del AT o Tanaj, no recibió la forma en que
actualmente lo conocemos sino hasta después del siglo VI de nuestra era.
3) Los manuscritos encontrados en los alrededores del Mar Muerto (los
manuscritos de Qumrán de 1947), son anteriores a la época masorética en
más de quinientos años.
4) Fueron los masoretas los escribas que inventaron los signos gráficos
para representar las vocales y acentos en el texto consonántico que habían
recibido y que se había estandarizado para el primer siglo de nuestra era.
5) No hay testimonio en Qumrán de manuscritos vocalizados, pues los
encontrados se copiaron con anterioridad a la época de los masoretas.
6) No hay en Qumrán evidencia de ninguna de las transliteraciones
vocalizadas del tetragrama (incluyendo a “Jehová”), pues estas sólo se
explican a la luz de la vocalización masorética del texto consonántico.
7) El texto masorético que hoy reproducen prácticamente todas las
ediciones modernas de la Biblia hebrea, no fue el único tipo de texto que
existió, sino el único que sobrevivió.
8) Los hallazgos en Qumrán vienen a confirmar que la Septuaginta en
muchos casos tuvo como texto fuente un original texto hebreo distinto al
texto masorético.
9) Antes de 1937 el que podría llamarse “textus receptus” de la Biblia
hebrea, fue el texto de la segunda edición de la llamada «Biblia rabínica».
Esta fue publicada por Daniel Bomberg entre los años 1524 y 1525, bajo la
dirección de Ben Hayyim (Jacob ben Chayim).
10) A partir del año 1937, con la tercera edición de la Biblia Hebrea de
Kittel (BHK), el texto base de la Biblia hebrea pasó a ser el códice o
manuscrito B19a de Leningrado.
11) El manuscrito B19a de Leningrado, es el códice completo más
antiguo. Según consta en su colofón es de los años 1008-1009. Este
manuscrito pertenece a la tradición tiberiense o tiberiana. Se encuentra en la
Biblioteca nacional de Rusia, en San Petersburgo. Su importancia radica en
que es el más antiguo manuscrito conocido de la Biblia hebrea completa,
basado en la tradición Ben Asher.
12) Las distintas formas de emplear el tetragrama (las cuatro
consonantes hebreas del nombre propio de Dios), tienen dos razones
básicas. La primera: hay versiones de la Biblia que no han traducido el
tetragrama, sino que lo han transliterado. En segundo lugar: hay versiones
de la Biblia que no han transliterado el tetragrama, sino que lo han
traducido.
13) Las versiones de la Biblia que no traducen el tetragrama sino que
más bien lo transliteran, son las que tienen una de las siguientes variantes:
Jehová, Jehováh, Yahvé, Yavé, Yahveh y Yahweh, YHVH, YHWH.
14) La vocalización y lectura que muestra el tetragrama en la Biblia
hebrea o Tanaj, constituye un «quere perpetuo», una forma de indicar su
lectura y traducción. Esta recomendación masorética pone en serio
cuestionamiento las distintas transliteraciones que se emplean hoy en las
traducciones de la Biblia, incluyendo la muy popular, “Jehová”. 
15) Las versiones que traducen el tetragrama siguiendo la tradición
masorética, no usan la transliteración “Jehová” ni ninguna de sus variantes.
Dichas versiones traducen el tetragrama por “Señor”. Y en la misma línea,
la expresión “Jehová Dios” y “Señor Jehová” son traducidas como “Señor
Dios”, “Señor y Dios”, “Dios el Señor”, etc. 
16) La traducción de Diego Ascunce se ajusta a la vocalización y lectura
masorética del tetragrama, cuando decide traducir el sintagma “Adonay
Yehvíh” o “Adonay Yehovih” por “YAHWEH Elohím”. 
17) Consideramos que la mejor opción es, siguiendo la tradición
masorética, la Septuaginta, y en parte a los targúmenes, leer el tetragrama
por “Adonay” y traducirlo por “Kúrios” (Señor), evitando cualquier
transliteración.
18) «Jehová» no es una traducción, sino una transliteración.
19) La traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (la de los
Testigos de Jehová) no es consistente en su lectura, interpretación y
traducción del tetragrama. Esto así, pues, mientras que de la vocalización
“Yehváh” o “Yehováh” pretende justificar el nombre (mas bien la
transliteración) “Jehová”; en cambio de la vocalización igualmente
masorética “Yehvíh” o “Yehovíh” no extrae el nombre “Jehoví”. 
20) La transliteración “Jehová” es comprensible, y puede ser aceptado en
el NT, aunque no recomendable, cuando exegéticamente se llegue a la
conclusión de que en determinados pasajes del NT la palabra griega
“kúrios” (Señor)- incluso “Theós” (Dios)- hace referencia específicamente
al Dios del AT o Tanaj (NT: Kúrios=YHVH o YHWH), puesto que en el AT
o Tanaj, YHVH o YHWH= Kúrios.
21) Si bien es comprensible el uso de alguna forma de transliteración del
tetragrama en el Nuevo Testamento, lo cierto es que es tan cuestionable el
empleo de “Jehová” en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras, así como la transliteración “YAHWEH” (y otras equivalentes)
en algunas versiones judío-mesiánicas del NT.
22) Una vez comprendido el proceso que ha originado las distintas
transliteraciones del tetragrama que encontramos en las versiones de la
Biblia, podemos y debemos estar abiertos para leer sin prejuicios una
versión de la Biblia, sin importar la forma en que haya reflejado el
tetragrama.
Recomendaciones:
1) Dado que ninguna versión de la Biblia es perfecta, acerquemos y
leamos sin prejuicios toda versión de la Biblia. Las versiones de la Biblia
son maneras adecuadas (no perfectas) por medio de las cuales tenemos
acceso a los escritos sagrados para los que estamos dentro de la tradición
judeocristiana.
2) Procuremos tener y consultar habitualmente varias versiones de la
Biblia. Puede ser que una versión de la Biblia sea mejor que otras en varios
casos, textualmente y estilísticamente hablando, pero no exhibir ese logro
en otros casos o aspectos. Además, mediante el análisis comparativo de
versiones podemos tener una idea más clara de la problemática y de las
distintas lecturas alternativas de un pasaje.
3) Recomendamos también tratar de identificar el público al que está
dirigida una determinada versión de la Biblia. De esto podemos
informarnos generalmente en la introducción que ofrecen los editores de la
misma.
4) Finalmente, aconsejamos valorar y reconocer los aportes que una
versión de la Biblia puede hacer al trabajo misionero, y a la vida diaria de la
comunidad de fe.
Bibliografía:
1) Artola, Antonio M. y Sánchez Caro, José Manuel, editores. (1992).
Biblia y palabra de Dios. España: Editorial Verbo Divino.
2) Bruce, F.F. (2002). El canon de las escrituras. España: Editorial Clie.
3) Chávez, Moisés. (1992). Diccionario de hebreo bíblico. USA:
Editorial
Mundo Hispano.
4) Chávez, Moisés (1991). Hebreo bíblico, texto programado. USA:
Editorial Mundo Hispano.
5) Jenni, Ernst, y Westermann, Claus, editores. (1978). Diccionario
teológico manual del AT. España: Ediciones Cristiandad.
6) Lightfoot, Neil R. (2006). Comprendamos cómo se formó la Biblia.
USA: Editorial Mundo Hispano.
7) Maier, Johann y Schafer, Peter. (1996). Diccionario del judaísmo.
España: Editorial Verbo Divino.
8) María Vian, Giovanni (2006). La biblioteca de Dios, historia de los
textos cristianos. España: Ediciones Cristiandad.
9) Martín Contreras, Elvira y Guadalupe Seijas de los Ríos-Zarzosa.
(2010). Masora, la transmisión de la Biblia hebrea. España: Editorial Verbo
Divino.
10) Paul, André. (2008). La Biblia y occidente, de la biblioteca de
Alejandría a la cultura europea. España: Editorial verbo Divino.
11) Pérez, Miguel y Trebolle, Julio. (2006). Historia de la Biblia.
España: Editorial Trotta.
12) Piñero, Antonio y Dimas Fernández Galiano (editores). (1994): Los
Manuscritos del Mar Muerto, Balance de hallazgos y de cuarenta años de
estudio. España: Ediciones el Almendro.    
13) Sánchez Caro, José Manuel, coordinador (1999). La Biblia en su
entorno. España: Editorial Verbo Divino.
14) Schokel, Luís Alonso. (1994). Diccionario bíblico hebreo – español.
España: Editorial Trotta.
15) Simian Yofre, Horacio (editor). (2001). Metodología del Antiguo
Testamento. España: Ediciones Sígueme.
(3)

“¡No pronunciarás el nombre de YHVH tu Dios!”


¿Quién dijo eso?
Después de haber explicado el recurso implementado en la vocalización
masorética del tetragrama, tendente a la reflejar y conservar la tradición
recibida de no pronunciar el nombre sagrado del Dios del pueblo hebreo; en
este artículo quiero analizar si realmente hubo en el mismo texto del Tanaj
algún principio o disposición, alguna evidencia textual que explique o
justifique tal tradición, o que por lo menos deje entrever la existencia de
dicha tradición en los tiempos bíblicos mismos.  
Para tal fin, voy a considerar no sólo textos que forman parte de la
llamada “época mosaica” (la Toráh o Pentateuco), sino  también evidencias
textuales de las dos últimas secciones del Tanaj o Biblia hebrea (el AT), la
de los neviím (los profetas), y los ketuvím (los escritos).
Como procedimiento, lo que haré es verificar en cada sección del Tanaj
(de acuerdo a la estructura propia del Tanaj, el AT hebreo, y no según
nuestras Biblias, pues existen diferencias en este sentido), en primer lugar,
la existencia de alguna disposición que condenara el uso inadecuado del
nombre sagrado; en segundo lugar, constatar posibles evidencias de que real
y efectivamente hubo un tiempo en que era común el uso del nombre
sagrado, así como la existencia de algunos textos que en alguna forma
estimularan su uso; y en tercer lugar, constatar si efectivamente hay cierta
evidencia bíblica de la existencia de una tradición tendente a evitar el uso o
pronunciamiento del nombre sagrado (mediante alguna expresión
sustitutiva) en los tiempos bíblicos mismos. 
También extenderé mi análisis a la época intertesmentaria, o sea, la que
va entre los dos testamentos, la inmediata época posterior a la redacción de
los 39 libros del Tanaj, y la aparición de la primera literatura propia del NT.
También consideraré cualquier evidencia dentro del Nuevo Testamento
mismo. 
La situación del nombre sagrado en la época mosaica (la Toráh o
Pentateuco)
Específicamente dentro de los escritos atribuidos a Moisés encontramos
algunos textos y principios que, muy probablemente y de una forma u otra,
pueden estar en la raíz de la tradición que procuró evitar a todo costo la
mención o pronunciamiento del sagrado nombre del Dios del Tanaj (el AT
hebreo).
A continuación enumero dichos textos:
Éxodo 20.7 “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque
no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.”
Deuteronomio 5.11 “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano;
porque Jehová no dará por inocente al que tome su nombre en vano.”
Observación:
La palabra hebrea que se traduce “en vano” (tanto en
Éxodo 20.7 como Deuteronomio 5.11) es “shavé” que significa: Nulidad,
nada, vacío, inconsistencia, apariencia, irrealidad, engaño, falacia, mentira,
simulacro, ficción, quimera (Diccionario bíblico hebreo-español, por Luís
Alonso Schokel, 1994).
Por su parte, la Septuaginta tradujo a “shavé” con, en ambos pasajes, con
“mátaios” que significa “inútil”, “vano”.
En consecuencia, el principio del tercer mandamiento del decálogo es
que se evite a todo costo, el uso, apelación o invocación del nombre de Dios
(que es realmente una forma de involucrar su ser, su persona, su existencia
y carácter), en situaciones que supongan la existencia del engaño, la
mentira, la contradicción, y cualquier idea o acción que implique la
presencia o intervención de elementos contrarios a su carácter, voluntad y
propósitos. 
Levítico 18.21 “Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no
contamines así el nombre de tu Dios. Yo Jehová.”
Levítico 19.12 “Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así
el nombre de tu Dios. Yo Jehová.”
Levítico 21.6 Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su
Dios, porque las ofrendas encendidas para Jehová y el pan de su Dios
ofrecen; por tanto, serán santos”.
Levítico 24.11 “Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre, y
maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit, hija
de Dibri, de la tribu de Dan.” 
Levítico 24.16 “Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser
muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural,
si blasfemare el Nombre, que muera.”
Pero también encontramos en el contexto de la Toráh misma o
Pentateuco, una serie textos que testimonian el uso corriente del nombre
sagrado, y que podrían tomarse como una especie de estímulo para su uso.
Estos textos son:
Éxodo 33.19 “Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu
rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré
misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que
seré clemente.”
Éxodo 34.5 “Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él,
proclamando el nombre de Jehová.”
Deuteronomio 28.10 “Y verán todos los pueblos de la tierra que el
nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán.”
Deuteronomio 32.3 “Porque el nombre de Jehová proclamaré.
Engrandeced a nuestro Dios.”
El empleo del sustantivo “shem” en lugar del tetragrama en la
misma Toráh o Pentateuco
Consideremos los siguientes pasajes, específicamente de Levíticos
Levítico 18.21 “Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no
contamines así el nombre de tu Dios. Yo Jehová.”
Levítico 19.12 “Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así
el nombre de tu Dios. Yo Jehová.”
Levítico 21.6 Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su
Dios, porque las ofrendas encendidas para Jehová y el pan de su Dios
ofrecen; por tanto, serán santos”.
Levítico 24.11 “Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre, y
maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit, hija
de Dibri, de la tribu de Dan.” 
Levítico 24.16 “Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser
muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural,
si blasfemare el Nombre, que muera.”
Observación:
En estos cinco pasajes lo que se ha traducido “el nombre”
es la palabra hebrea “shem” que significa “nombre”. Ahora bien, se nota
que sólo en el último pasaje, Levítico 24.16, es donde aparecen juntos el
sustantivo “shem” y el tetragrama. Luego, esta asociación puede explicar el
que se use sólo a “shem” para hacer referencia al tetragrama sin
necesariamente incluirlo.  
Finalmente, tengo que decir que de estos cinco pasajes, sólo en Levítico
24.11 se observa en el texto hebreo, que “shem” tiene artículo. Pues bien, la
forma articulada es “ha-shem”. Esta forma sirve para explicar que en el
contexto de la religión judía, incluyendo la corriente judío-mesiánica, no
sea extraño referirse al Dios del Tanaj, al Dios del AT, al Dios de la Biblia
en general, con la expresión “ha-shem”. Por ejemplo, en vez de decir “si
Dios (o cualquiera de las posibles transliteraciones del tetragrama) lo
permite, prefieren decir: “Si Hashem lo permite”, que “Hashem te bendiga”,
etc.
En conclusión:
1) Hay en la Toráh o Pentateuco el rechazo y hasta la
condena del uso inadecuado del nombre sagrado; 2) Hay en la Toráh o
Pentateuco la evidencia del uso corriente del sagrado nombre; 3) Hay
también la evidencia del empleo de una expresión sustitutiva (ha-shem)
para hacer referencia al sagrado nombre, y  sin mencionarlo.   

La situación del nombre sagrado en los neviím (los profetas)


A diferencia de la Toráh o Pentateuco, lo cierto es que no encontramos
en los Neviím (los profetas), la segunda sección de la Biblia hebrea, una
disposición condenatoria respecto al uso inadecuado del nombre sagrado.
No obstante, sí hallamos por lo menos un texto que evidencia una
concordancia perfecta con el principio del decálogo y el de Levítico 24.16
(que demandaba la muerte del que blasfemaba u ofendía el nombre de
Dios). Pero además encontramos en esta sección, en armonía con la Toráh o
Pentateuco, evidencias del uso corriente del nombre sagrado. Consideremos
los siguientes pasajes:
1 Samuel 17.45 “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con
espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.”
1 Samuel 20.42 “Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, porque ambos
hemos jurado por el nombre de Jehová, diciendo: Jehová esté entre tú y yo,
entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre. Y él se levantó y se
fue; y Jonatán entró en la ciudad.”
2 Samuel 6.2 “Y se levantó David y partió de Baala de Judá con todo el
pueblo que tenía consigo, para hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la
cual era invocado el nombre de Jehová de los ejércitos, que mora entre los
querubines.”
2 Samuel 6.18 “Y cuando David había acabado de ofrecer los
holocaustos y ofrendas de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehová de
los ejércitos.”
1 Reyes 10.1 “Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había
alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas
difíciles.”
1 Reyes 18.24 “Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y
yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de
fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.”
Isaías 3027 “He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos; su rostro
encendido, y con llamas de fuego devorador; sus labios llenos de ira, y su
lengua como fuego que consume.”
Isaías 48.1 “Oíd esto, casa de Jacob, que os llamáis del nombre de Israel,
los que salieron de las aguas de Judá, los que juran en el nombre de Jehová,
y hacen memoria del Dios de Israel, mas no en verdad ni en justicia.”
Isaías 50.10 “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz
de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre
de Jehová, y apóyese en su Dios.”
Isaías 56.6 “Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para
servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los
que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto.”
Isaías 59.19 “Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde
el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como río, mas el
Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.”
Jeremías 3.17 “En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová, y
todas las naciones vendrán a ella en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni
andarán más tras la dureza de su malvado corazón.”
Joel 2.26 “Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová
vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi
pueblo avergonzado.”
Joel 2.32 “Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo;
porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho
Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.”
Miqueas 4.5 “Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de
su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios
eternamente y para siempre.”
Sofonías 3.9 “En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de
labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de
común  consentimiento.
Sofonías 3.12 “Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el
cual confiará en el nombre de Jehová.”
Zacarías 13.3 “Y acontecerá que cuando alguno profetizare aún, le dirán
su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque has hablado
mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron
le traspasarán cuando profetizare.”
Una aclaración importante.
Probablemente algunas personas se hayan
sorprendido porque haya incluido como parte de esta sección de la Biblia
hebrea, libros como los de Samuel, y Reyes. Lo cierto es que, como ya
había advertido, hay ciertas diferencias entre la estructura, organización y
clasificación de los libros en el Tanaj (el AT hebreo, la Biblia hebrea, etc.),
y la estructura, organización y clasificación de los mismos libros del AT en
nuestras versiones de Biblia. Nuestras versiones de la Biblia muestran una
organización, clasificación y estructura más apegada a la Septuaginta (la
versión griega del AT), que al Tanaj o AT hebreo.
Pues bien, la estructura y clasificación del Tanaj o AT hebreo, es:
1) Toráh o Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, y
Deuteronomio.
2) Los profetas, pero con una subdivisión interna:
A) Los profetas primeros o anteriores: Josué, Jueces, 1 Samuel, 2
Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes
B) Los profetas posteriores: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Joel,
Amos, Abdias, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonias, Hageo,
Zacarías y Malaquías                                         
3) Los Ketuvím: Salmos, Job, Proverbios, Rut, Cantar de los Cantares,
Eclesiastés, Lamentaciones, Ester, Daniel, Esdras, Nehemías, 1 Crónicas y
2 Crónicas
En conclusión:
Hasta ahora no vemos en la segunda sección del Tanaj o
AT hebreo (la de los Neviím o profetas), evidencia alguna de la tradición
tendente a evitar el uso o pronunciamiento del sagrado nombre. Más bien
observamos evidencias de un uso habitual del sagrado nombre, aunque
también encontramos por lo menos un texto que es concordante con el
principio de la Toráh o Pentateuco que condena con la muerte el uso
indebido del nombre sagrado.
Esto texto es Zacarías 13.3 “Y acontecerá que cuando alguno profetizare
aún, le dirán su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque
has hablado mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo
engendraron le traspasarán cuando profetizare.” (Compárese Jeremías
14.15; 23.16, 26, 32; 27.15, 16; 29.21; Ezequiel 13.2, 16, 17).
La situación del nombre sagrado en los ketuvím (los escritos)
En la sección de los ketuvím, los escritos, encontramos la siguiente
situación: En primer lugar, observamos por lo menos un texto que se hace
eco del principio de la Toráh o Pentateuco, respecto a la condena del uso
indebido del nombre sagrado; en segundo lugar, una serie de textos que
ponen de manifiesto el uso habitual del sagrado nombre; en tercer lugar, no
hay evidencia alguna de una tradición tendente a evitar el uso o
pronunciamiento del nombre sagrado. 
Pues bien, el único texto que se hace eco del principio de la Toráh que
condena el uso indebido del nombre sagrado, es: “Porque blasfemias dicen
ellos contra ti; Tus enemigos toman en vano tu nombre” (Salmo 139.20)
Los textos de esta sección que confirman el uso habitual del sagrado
nombre, y lo motivan, son:
Salmo 20.1 “Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de
Jacob te defienda.”
Salmo 20.5 “Nosotros nos alegraremos en tu salvación, Y alzaremos
pendón en el nombre de nuestro Dios; Conceda Jehová todas tus
peticiones.”
Salmo 69.30 “Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, Lo exaltaré con
alabanza.”
Salmo 102.15 “Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová, Y
todos los reyes de la tierra tu gloria.”
Salmo 102.21 “Para que publique en Sion el nombre de Jehová, Y su
alabanza en Jerusalén.”
Salmo 113.1 “Alabad, siervos de Jehová, Alabad el nombre de Jehová.”
Salmo 113.2 “Sea el nombre de Jehová bendito Desde ahora y para
siempre.”
Salmo 113.3 “Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, Sea
alabado el nombre de Jehová.”
Salmo 116.4 “Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo: Oh
Jehová, libra ahora mi alma.”
Salmo 116.13 “Tomaré la copa de la salvación, E invocaré el nombre de
Jehová.”
Salmo 116.17 “Te ofreceré sacrificio de alabanza, E invocaré el nombre
de Jehová.”
Salmo 118.10 “Todas las naciones me rodearon; Mas en el nombre de
Jehová yo las destruiré.”
Salmo 118.11 “Me rodearon y me asediaron; Mas en el nombre de
Jehová yo las destruiré.”
Salmo 118.12 “Me rodearon como abejas; se enardecieron como fuego
de espinos; Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.”
Salmo 118.26 “Bendito el que viene en el nombre de Jehová; Desde la
casa de Jehová os bendecimos.”
Salmo 122.4 “Y allá subieron las tribus, las tribus de JAH, Conforme al
testimonio dado a Israel, Para alabar el nombre de Jehová.”
Salmo 124.8 “Nuestro socorro está en el nombre de Jehová, Que hizo el
cielo y la tierra.”
Salmo 129.8 “Ni dijeron los que pasaban: Bendición de Jehová sea sobre
vosotros; Os bendecimos en el nombre de Jehová.”
Salmo 135.1 “Alabad el nombre de Jehová; Alabadle, siervos de
Jehová.”
Salmo 148.5 “Alaben el nombre de Jehová; Porque él mandó, y fueron
creados.”
Salmo 148.13 “Alaben el nombre de Jehová, Porque sólo su nombre es
enaltecido. Su gloria es sobre tierra y cielos.”
Job 1.21 “Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo
volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.”
Proverbios 10.7 “La memoria del justo será bendita; Mas el nombre de
los impíos se pudrirá.”
Proverbios 18.10 “Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el
justo, y será levantado.”
Proverbios 30.9  “No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es
Jehová?  O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.”
Daniel 2.20 “Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de
siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.”
1 Crónicas 16.2 “Y cuando David acabó de ofrecer el holocausto y los
sacrificios de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehová.”
2 Crónicas 18.15 “El rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces te conjuraré por el
nombre de Jehová que no me hables sino la verdad?”
Nehemías 9.5 “Y dijeron los levitas Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías,
Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías: Levantaos, bendecid a Jehová vuestro
Dios desde la eternidad hasta la eternidad; y bendígase el nombre tuyo,
glorioso y alto sobre toda bendición y alabanza.”
Un caso sumamente interesante y problemático en el Tanaj (el AT
hebreo) mismo, en la sección de los Neviím (los profetas): Amós 6.10 
He aislado a Amos 6.10, que forma parte de la segunda sección del Tanaj
o AT (los Neviím o profetas), por las dificultades que entraña dicho pasaje.
¿Es original de Amós este pasaje por completo? ¿Lo habrá retocado un
redactor? ¿Evidencia este pasaje la existencia de una tradición tendente a
evitar la pronunciación del sagrado nombre? ¿Supone este pasaje la
existencia de una tradición tendente a evitar el sagrado nombre en ciertas
circunstancias? ¿De ser así, cuáles podrían ser esas circunstancias? 
Profundicemos un poco en torno a nuestro pasaje en cuestión.
En primer lugar, consideremos cómo ha sido traducido Amos 6.10 en
algunas versiones de la Biblia
Reina Valera 1960 “Y un pariente tomará a cada uno, y lo quemará para
sacar los huesos de casa; y dirá al que estará en los rincones de la casa:
¿Hay aún alguno contigo? Y dirá: No. Y dirá aquél: Calla, porque no
podemos mencionar el nombre de Jehová.”
Versión popular Dios habla hoy “Tan grande será el terror que, cuando
alguien levante el cadáver de un pariente para sacarlo de la casa, le dirá a
otro pariente que ande adentro: “¿Hay alguien más contigo?” “No”,
responderá el otro. Y dirá el primero: “¡Cállate, no sea que pronuncies el
nombre del Señor!” ”
La Biblia hebreo-español “Y cuando el tío de un hombre levante (a un
muerto), lo quemará para sacar los huesos fuera de la casa, y dirá al que
quede en el interior de la casa: «¿Hay todavía alguien contigo?» Si le
respondieren que no, él dirá: «Cállate, porque no debemos mencionar el
Nombre del Eterno»”
Una traducción sorprendente y que no halla paralelismo con otras de la
que tengo es la de la Biblia Peshita en español, cito:
“Entonces su tío o alguien que sea su pariente lo cargará para sacar los
huesos de la casa, y dirá al que esté en la casa con él: «¿Se encuentra
alguien contigo en casa?» Y él le contestará: «No hay nadie, pues
perecieron porque no hacían mención del nombre de Yahweh»”
Una traducción Judío-mesiánica tradujo: “Y si el tío de un hombre
[muerto] viene a sacar el cadáver de la casa y quemarla, y encuentra un
sobreviviente en los lugares más recónditos de la casa y pregunta: "¿Hay
alguien más allá contigo? – entonces, cuando reciba la respuesta: "No," El
dirá: "No digas nada más porque no podemos mencionar El Nombre de
YAHWEH
."
La traducción del Tanaj de Diego Ascunce, traduce: “Y si el tío de un
hombre [muerto] viene a sacar el cadáver de la casa y quemarla, y
encuentra un sobreviviente en los lugares más recónditos de la casa, y
pregunta: "¿Hay alguien más allá contigo? – entonces, cuando reciba la
respuesta: "No," El dirá: "No digas nada más porque no podemos
mencionar El Nombre de YAHWEH
."
Ahora bien, es cierto que hay algunos problemas en el texto hebreo de
Amos 6.10.
Con relación al libro como tal, por lo general se sitúa alrededor de los
años 760-750 antes de nuestra era. Con relación a la integridad del libro,
desde la crítica de la redacción, Jose Luí Sucre, afirma: “No creo que
muchos autores estén de acuerdo en negar a Amós la paternidad de todos
los oráculos contra las naciones o de textos capitales como 5.4-15; 5.21-24:
6-8-14 o las cuatro primeras visiones. Pero todos admitirían cierto retoques
y añadidos en este época (siglo VII a.E.C.)”, «Profetismo en Israel», Verbo
Divino, 2005, página 320. 
Ahora quiero compartir una serie de comentarios que ponen de relieve
las dificultades que envuelve el texto e interpretación de Amos 6.10.
El «Nuevo Comentario Siglo XXI» (publicado por la Casa Bautista de
Publicaciones, en 1999), comenta los versículos 9 y 10, en la manera
siguiente: “En el asedio las condiciones de hambruna y peste cobran su
parte y las “carretas de la muerte” se convierten en una vista familiar. El
único sobreviviente de una familia reconoce que no hay nadie más, pero
antes de que tales nuevas puedan ser recibidas con cualquier clase de
reacción (exasperación o piedad) involucrando el nombre de Dios, su boca
se cierra: el sentido de separación de Dios es demasiado grande; él se ha
apartado de su pueblo.”
«Comentarios Bíblico San Jerónimo»: “10. Nadie tiene que mentar el
nombre del Señor:
Quizá por miedo supersticioso a incurrir en la ira de
Yahvé. El texto está alterado.”
La Biblia de Jerusalén: “6.10a: Seguimos al griego; hebreo
ininteligible”. Y comentando la parte b, donde se habla de la necesidad de
no hacer mención del nombre divino, afirma: “Por respeto religioso, o quizá
por temor ante la desgracia cuyo autor es Yahvé. El pasaje es oscuro, pero
el sentido general es claro: describe la catástrofe que cae sobre la ciudad y
los muertos que llenan las casas, así como el terror que se apodera del
pequeño grupo de los que se han librado y que deben ocuparse de los
cadáveres”.
Comentando el texto que nos ocupa, la Biblia Cantera-Iglesias, edición
crítica, sostiene: “No ha de mentarse: o bien, invocarse. El sentido de estas
oscuras frases pudiera ser que quien venga a sacar los cadáveres dirá:
«Calla, no te lamentes, no sea que llames la atención de Dios y te haga
también morir»; o indicaría respeto religioso o supersticioso temor ante la
intervención divina”. 
El comentario a los profetas (dos tomos, publicado Ediciones
Cristiandad, 1987, de la autoría de Luís Alonso Schokel y José Luís Sicre),
comenta nuestro pasaje, en la siguiente manera: “La escenita, breve,
sugestiva y misteriosa, presupone cosas que desconocemos.
Parece que se trata de una rebusca de muertos hasta los rincones más
alejados de las viviendas. Un dominio de la muerte donde no se puede
pronunciar el nombre del Señor (¿Por qué es el Señor de la vida?, ¿por qué
su nombre entraña un nuevo peligro para los que buscan?). Viene a la
memoria el gran paso del ángel por las ciudades de Egipto, cuando se
salvaban los israelitas  dentro de las casas y morían todos los primogénitos
egipcios; en este paso del Señor (5.17) no ayudará el esconderse en lo más
recóndito de la morada” (tomo II, página 982)
Después de considerar varios factores y distintos comentarios, en lo
personal, entiendo que la decisión de no mencionar el nombre divino, en
este contexto, está relacionado con el temor de los sobrevivientes de una
misma casa (un poco paradójico, pues el versículo 9 habla de que,
aparentemente en algunos caso, si había diez personas en una casa, las diez
habrían de morir), de arrastrar los males que habrían recaído sobre los
muertos cuyos cadáveres estarían recogiendo y sacando de las casas.
¿Hay, pues, algún elemento relacionado con la superstición? Pero ¿qué
se entiende por superstición? El diccionario de la Real Academia Española
la define como: “(Del  lat. superstitĭo, -ōnis). 1. f. Creencia extraña a la fe
religiosa y contraria a la razón. 2.  f.  Fe desmedida o valoración excesiva
respecto de algo.”
Una definición más relacionada propiamente con el campo de las ideas
religiosas, nos la ofrece el Diccionario de las ciencias humanas (publicado
por Verbo Divino): “El término griego es deisedaimonía (exceso de práctica
religiosa), comportamiento religiosos nacido de un miedo no racional,
inmotivado.”
Después de considerar estas dos definiciones de superstición,
posiblemente no podremos afirmar con mucha seguridad que la decisión de
no pronunciar el sagrado nombre haya supuesto una actitud supersticiosa
del todo; pero quizás tampoco debamos descartar por completo, el que
hubiera en el fondo un miedo realmente fundado, a la luz del escenario
triste y desalentador que describe el profeta Amos, y máxime cuando el
versículo 8 claramente plantea que el Dios de Israel (cuyo nombre es
sagrado), era el que había determinado que ocurriera lo que en efecto había
ocurrido.
Al final, una pregunta que quizás no podamos responder de una manera
totalmente satisfactoria, es: ante el cuadro que pinta el profeta Amos, ¿se
podría negar la posibilidad del temor reverente por parte de los
sobrevivientes? Pero, ¿se podría negar la igual posibilidad del miedo
aterrador, rayando en lo irracional?
Lo que sí es cierto es que este pasaje de Amos, puede tomarse como una
evidencia de mucho valor. Evidencia que podría servir de mucho a la hora
de tratar de explicar el desarrollo, consolidación y permanencia de una
tradición que suponía el evitar la pronunciación del sagrado nombre del
Dios del Tanaj (el AT hebreo). Es muy posible que detrás de esta tradición
estuvieran presentes, por un lado, el temor reverente, y el miedo aterrador,
por otro, ante las promesas y bendiciones que suponía guardar el pacto, así
como las maldiciones y castigos que suponía la desobediencia (compárese
Deuteronomio 27 y 28; 1 Reyes 8.12-9.9; Esdras 8-10).
Ahora bien, después de todo queda por saber la fecha aproximada en que
definitivamente se dejó de pronunciar el sagrado nombre. Apegándonos a
los datos que poseemos, realmente es imposible establecer con seguridad la
fecha en que se inició o estableció la tradición de no pronunciar el sagrado
nombre representado por el tetragrama. A lo más que podemos llegar con
certeza es a considerar ciertos fechas para las cuáles dicha tradición estaba
ya establecida. 
En primer lugar, considerando la fecha en que se escribió el libro de
Amos, y entendiendo que Amos 6.10 puede servir para proporcionar ciertas
bases sobre las cuales se  fundamentó la tradición de no pronunciar el
sagrado nombre; en segundo lugar, considerando la evidencia de la
Septuaginta (entendida propiamente como la traducción al griego de la
Toráh o Pentateuco, específicamente), realizada alrededor del 285-246 antes
de nuestra era; lo más que podemos decir es que para el siglo III antes de
nuestra era, ya se había establecido de manera definitiva la tradición que
evitaba la pronunciación del sagrado nombre representado por el
tetragrama.
Sin embargo, quiero citar algunos textos que son posteriores a la
traducción de la Toráh o Pentateuco al griego (la Septuaginta en sentido
estricto), y que nos dan una visión positiva de la invocación del sagrado
nombre.
Daniel 2.20 “Con estas palabras: “Bendito sea por siempre el nombre de
Dios, porque suyos son la sabiduría y el poder.”
Observación:
Si se acepta que el libro de Daniel se escribió alrededor
del año 165 antes de nuestra era.
Un dato interesante es que en Daniel 2 (que está escrito originalmente en
arameo) encontramos la palabra aramea “shum” (nombre), equivalente y
sinónimo del hebreo “shem”, que encontramos en Levítico 24.11.     
Tobías 13.13 “Tu luz brillante resplandecerá por todos los rincones de la
tierra. Numerosas naciones vendrán de lejos hasta ti; ciudadanos de todos
los rincones de la tierra vendrán a invocar el nombre de Dios, el Señor.
Traerán en sus manos regalos al Rey del cielo. Los hombres de todos los
tiempos mostrarán su alegría por ti. Y el nombre de la ciudad escogida por
Dios permanecerá eternamente.
Observación:
Se cree que el libro de Tobías se escribió alrededor del
año 200 antes de Cristo.
Sirácida 23.9 “No te acostumbres a jurar ni a pronunciar para todo el
nombre del Dios santo.
Sirácida 39.35 “Canten, pues, de todo corazón, y bendigan el nombre del
Dios santo.
Sirácida 51.12 “Por eso le doy gracias, y alabo y bendigo el nombre del
Señor.
Se cree que el libro de Sabiduría se escribió alrededor de la segunda
mitad del siglo II a.C. (alrededor del año 145 incluso hasta 80 a.C.).
Sabiduría 14.21 “Esto se convirtió en una trampa para los hombres,
porque ellos, esclavos de la desgracia o de la tiranía, dieron a la piedra y al
palo el nombre que solo pertenece a Dios.
Observación:
Se cree que el libro de Sirácida (Eclesiástico) se escribió
alrededor del año 190-180 antes de nuestra era.
La situación del nombre en el Nuevo Testamento
Ciertamente hay ecos en el NT de la idea del carácter sagrado del
nombre divino. Si bien no encontramos en el NT una referencia directa al
tercer mandamiento del decálogo, no es menos cierto que sí encontramos
algunos textos que testimonian la idea del carácter sagrado del nombre
impronunciable. Estos son: 
Mateo 6.9 “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los
cielos, santificado sea tu nombre.”
Lucas 11.2 “Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en
los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad,
como en el cielo, así también en la tierra.”
Romanos 2.24 “Porque como está escrito, el nombre de Dios es
blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.”
1 Timoteo 6.1 “Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a
sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre
de Dios y la doctrina.”
Apocalipsis 16.9 “Y los hombres se quemaron con el gran calor, y
blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se
arrepintieron para darle gloria.”
Observación:
El uso del griego “onóma” (nombre) en estos pasajes, es
en cierto modo equivalente al uso del hebreo “shem” (nombre) en los cinco
pasajes ya estudiados del Levítico. Por cierto, es “ónoma” la palabra que
usa la Septuaginta en los cinco pasajes del Levítico a los que estoy haciendo
referencia.
El uso de la expresión “del cielo” (o “de los cielos”) como una
expresión sustitutiva que evita la mención de Dios de manera directa.
A) En la literatura inmediatamente anterior a los textos del NT, la
literatura apócrifa y deuterocanónica de alrededor del siglo II antes de
nuestra era
En los libros deuterocanónicos (Apócrifo en la nomenclatura protestante)
encontramos por lo menos tres expresiones sustitutivas para hacer
referencia al Dios del Tanaj (el AT hebreo), el Dios de Israel. Estas son:
“Rey del cielo”, “Señor del cielo” y “Dios del cielo”. He aquí las evidencias
textuales.
Tobías 1. 18 “Cuando Senaquerib se puso a decir palabras ofensivas
contra Dios, el Rey del cielo, y fue castigado por ello y tuvo que salir
huyendo de Judea, se enojó y mató a muchos israelitas. Pero yo fui y los
enterré. Robé los cadáveres y los enterré. Senaquerib los buscó, pero no
pudo encontrarlos.”
Tobías 6.18 “Y antes de que te unas a ella, levántense primero, hagan
oración y pídanle al Señor del cielo que tenga misericordia de ustedes y los
proteja. No tengas miedo. Dios te la tiene destinada desde la eternidad. Tú
la vas a sanar. Ella se irá contigo, y pienso que tendrás hijos de ella y que
los vas a querer mucho. No te preocupes. 19Cuando Tobías oyó lo que dijo
Rafael, que Sara era parienta suya, de la familia de su padre, sintió por ella
mucho cariño y se enamoró de ella.”
Tobías 7.12 “Pero Tobías contestó: —No probaré esta cena hasta que
resuelvas mi asunto. Ragüel le dijo: —Bueno, lo haré. Según está dispuesto
en el libro de Moisés, y ya que Dios ha decretado dártela, te la doy. Te
entrego, pues, a tu parienta Sara. De ahora en adelante serás su marido, y
ella será tu esposa. Es tuya desde hoy y para siempre. Hijo, que el Señor del
cielo los favorezca esta noche, y les muestre su amor y les conceda
bienestar.”
Tobías 7.13 “Ragüel llamó a su hija Sara. Cuando llegó, su padre la tomó
de la mano y se la entregó a Tobías, diciéndole: —Yo te la entrego
conforme a la ley y según el decreto escrito en el libro de Moisés, que
manda que te la dé como esposa. Tómala y vuelve sano y salvo a casa de
tus padres. Que el Dios del cielo les conceda bienestar.”
Tobías 7.17 “—Ten confianza, hija. Que el Señor del cielo te conceda
alegría en vez de tristeza. ¡Ten confianza, hija! Y salió.
Tobías 8.15 “Entonces Ragüel alabó al Dios del cielo, diciendo:
“¡Alabado seas, oh Dios, con toda alabanza pura! ¡Alabado seas por todos
los siglos!”
Tobías 10.11 “Luego los dejó ir tranquilos. A Tobías lo despidió
diciéndole: —¡Que te vaya bien, hijo! ¡Vete en paz! Que el Señor del cielo
les conceda un feliz viaje a ti y a Sara tu esposa. ¡Ojalá pueda yo, antes de
morir, ver a sus hijos!”
Tobías 10.14 “Tobías se fue de la casa de Ragüel feliz y contento y
alabando al Señor del cielo y de la tierra, el Rey del universo, porque le
había concedido un viaje tan bueno. Pidió a Dios que bendijera a Ragüel y a
Edna, y dijo: —¡Ojalá tenga yo la dicha de honrarlos todos los días de su
vida!”
Tobías 13.9 “Yo alabo a mi Dios, el Rey del cielo; mi corazón se alegra
en su grandeza.”
Tobías 13.13 “Tu luz brillante resplandecerá por todos los rincones de la
tierra. Numerosas naciones vendrán de lejos hasta ti; ciudadanos de todos
los rincones de la tierra vendrán a invocar el nombre de Dios, el Señor.
Traerán en sus manos regalos al Rey del cielo. Los hombres de todos los
tiempos mostrarán su alegría por ti. Y el nombre de la ciudad escogida por
Dios permanecerá eternamente.”
Tobías 13.17 “Jerusalén será reconstruida, el templo del Señor existirá
por siempre. ¡Qué dicha si me queda algún descendiente que pueda ver tu
esplendor y alabar al Rey del  cielo! Las puertas de Jerusalén serán
construidas con zafiros y esmeraldas, y con piedras preciosas todas sus
murallas. Las torres de Jerusalén y sus baluartes se construirán con oro, con
oro puro. Sus plazas serán pavimentadas con rubíes y finísimas piedras.”
Judit 5.8 “Abandonaron las tradiciones de sus antepasados y adoraron al
Dios del cielo, el Dios que ellos reconocen. Por eso los caldeos los
expulsaron lejos de la vista de sus propios dioses, y ellos huyeron a
Mesopotamia, donde vivieron mucho tiempo.”
Judit 6.19 “¡Señor, Dios del cielo, mira el orgullo de nuestros enemigos,
y ten compasión de nuestro pueblo humillado! ¡Dirige hoy tu mirada hacia
esta nación consagrada a ti!”
Judit 9.12 “Sí, oh Dios de mi padre, Dios del pueblo de Israel, Señor del
cielo y de la tierra, creador de los mares, rey de todo lo que has creado,
escucha mi oración:”
Judit 11.17 “Yo, esclava de Su Excelencia, soy una mujer piadosa que
sirve al Dios del cielo día y noche. Yo me quedaré con Su Excelencia; todas
las noches saldré al valle a orar a Dios, y él me dirá cuando los israelitas
hayan cometido su pecado.”
En plural “Señor de los cielos” la encontramos una sola vez, 2 Macabeos
15.23 “Ahora también, Señor de los cielos, envía a tu ángel bueno delante
de nosotros, para que siembre el miedo y el terror.”
B) En Nuevo Testamento
Específicamente en el Nuevo Testamento encontramos dos expresiones
que se usan para referir al “reino” del Dios del Tanaj y de la Biblia en
general, pero sin hacer una mención directa de su nombre sagrado. Estas
expresiones son “reino de los cielos” y “reino de Dios”.
La expresión “reino de los cielos” es propia de Mateo, y la usa 33 veces
en 32 versículos bíblicos”. Por otro lado, la expresión que le es equivalente,
“reino de Dios”, se encuentra en los evangelios 55 veces en 54 versículos
bíblicos. De estas 55 ocasiones, Mateo sólo la usa en cinco ocasiones, Juan
en 2 ocasiones, Marcos en 15 ocasiones, pero Lucas en 33 ocasiones.
También tengo que decir, que a diferencia del sintagma “reino de los
cielos”, que sólo la emplea Mateo en todo el NT; la expresión “reino de
Dios” además de los evangelios, se la encuentra en Hechos, en la literatura
paulina y deuteropaulina, como Romanos, 1 Corintios, Gálatas, Colosenses
y 2 Tesalonicenses.
Algunos ejemplos de la expresión “reino de los cielos” en Mateo, son:
Mate 3.2 “Y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado.”
Mate 4.17 “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”
Compárese Marcos 1.14-15 “”Después que Juan fue encarcelado, Jesús
vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 15
diciendo: El
tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y
creed en el evangelio.”
Y con Lucas 4.42-44 “Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar
desierto; y la gente le buscaba, y llegando a donde estaba, le detenían para
que no se fuera de ellos. 43
Pero él les dijo: Es necesario que también a otras
ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido
enviado. 44
Y predicaba en las sinagogas de Galilea.”
El uso de la llamada “pasiva divina” o “pasiva teológica”
Dentro de los llamados “accidentes del verbo” está la voz. La voz hace
referencia al tipo de relación que se establece entre el sujeto de una forma
verbal y la manera en que dicha acción se relaciona con el sujeto de la
oración.
Si en una determinada acción verbal, el sujeto actúa como agente que
ejecuta la acción, se dice que ese verbo está en voz activa. Cuando en una
acción verbal, el sujeto no ejecuta dicha acción, sino que más bien la sufre o
recibe, se habla entonces de una forma verbal en “voz pasiva”. En
consecuencia, en una forma verbal que está en “voz activa”, el sujeto es un
“sujeto agente”. Pero cuando una forma verbal está en “voz pasiva,” el
sujeto es un “sujeto paciente”.
Por otro lado, dado que no es el sujeto quien ejecuta la acción verbal en
una forma verbal en voz pasiva, existe en dichas circunstancias la figura del
“agente” o “modificador agente” de la voz pasiva. Este “agente” es, pues, el
responsable de la acción verbal en dicha voz. Ahora bien, no siempre se
identifica o señala el “agente” de la acción verbal en la voz pasiva. Pero
cuando se lo identifica, se le coloca delante la preposición “por”. Ejemplos:
1) El ser humano fue creado por Dios. 2) El hijo de la viuda de Naín fue
resucitado por Jesús. 3) Salvado por el Señor.  
Pues bien, hay en el NT un uso especial de la voz pasiva en acciones
verbales que se supone tienen a Dios como el agente responsable de dicha
acción verbal, aun cuando se evita la mención directa de su nombre. Este
uso particular de la voz pasiva se conoce como “la pasiva divina” o “la
pasiva teológica”.
Algunos ejemplos concretos son:
Mateo 5.4 “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán
consolación.”
Mateo 5.6 “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados.”
Mateo 22.14 “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.”
Romanos 5.1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
Romanos 8.28 “28
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas
les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Gálatas 3.24 “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a
Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.”
Conclusiones:
1) Existe en la primera sección del Tanaj (la Biblia hebrea), la Toráh o
Pentateuco, el principio (como parte de los diez mandamientos), de que se
debía y se debe evitar el uso inadecuado (en vano) del nombre de Dios.
2) El uso inadecuado o en vano del nombre de Dios, está asociado a
varias ideas: 1) Ofrecer sacrificios humanos (Levítico 18.21); 2) Ofrecer
juramente sabiendo que se está mintiendo (Levítico 19.12); 3) Proferir
maldiciones contra Dios (Levítico 24.10-16); 4) Hablar (profetizar)
falsamente, mintiendo, en el nombre de Dios (Jeremías 14.13.16; 23.25-32;
Zacarías 13.3); 5) En general en relación a cualquier idea, pensamiento o
acción que sea contraria al ser y carácter de Dios, y a sus propósitos.   
3) Hay en la Toráh o Pentateuco el rechazo y hasta la condena del uso
inadecuado del nombre sagrado; 2) Hay en la Toráh o Pentateuco la
evidencia del uso corriente del sagrado nombre; 3) Hay también la
evidencia del empleo de una expresión sustitutiva (ha-shem) para hacer
referencia al sagrado nombre, y  sin mencionarlo.   
4) La forma articulada de “shem”, que efectivamente se la encuentra en
Levítico 24.11, es “ha-shem”. Forma que en la actualidad es usada por
algunos para referir al Dios del Tanaj (el AT hebreo) en el contexto de la fe
judía en sus diversas manifestaciones. 
5) Hay en la segunda sección del Tanaj (el AT hebreo), los Neviím
(profetas), evidencias de un uso habitual del sagrado nombre, aunque
también encontramos por lo menos un texto que es concordante con el
principio de la Toráh o Pentateuco que condena con la muerte el uso
indebido del nombre sagrado. Esto texto es Zacarías 13.3 “Y acontecerá que
cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su madre que lo
engendraron: No vivirás, porque has hablado mentira en el nombre de
Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron le traspasarán cuando
profetizare.” (Compárese Jeremías 14.15; 23.16, 26, 32; 27.15, 16; 29.21;
Ezequiel 13.2, 16, 17).
6) Hay también dentro de los Neviím, los profetas (la segunda sección
del Tanaj o AT hebreo) un caso sumamente interesante y problemático,
Amós 6.10. 
A pesar de las dificultades que entraña este pasaje, lo cierto es que puede
tomarse como una evidencia de mucho valor. Evidencia que podría servir
de mucho a la hora de tratar de explicar el desarrollo, consolidación y
permanencia de una tradición que suponía el evitar la pronunciación del
sagrado nombre del Dios del Tanaj (el AT hebreo). Es muy posible que
detrás de esta tradición estuvieran presentes, por un lado, el temor
reverente, y el miedo aterrador, por otro, ante las promesas y bendiciones
que suponía guardar el pacto, así como las maldiciones y castigos que
suponía la desobediencia (compárese Deuteronomio 27 y 28; 1 Reyes 8.12-
9.9; Esdras 8-10).
7) En la sección de los ketuvím (los escritos), encontramos la siguiente
situación: En primer lugar, observamos por lo menos un texto que se hace
eco del principio de la Toráh o Pentateuco, respecto a la condena del uso
indebido del nombre sagrado; en segundo lugar, una serie de textos que
ponen de manifiesto el uso habitual del sagrado nombre; en tercer lugar, no
hay evidencia alguna de una tradición tendente a evitar el uso o
pronunciamiento del nombre sagrado. 
8) Apegándonos a los datos que poseemos, realmente es imposible
establecer con seguridad la fecha en que se inició o estableció la tradición
de no pronunciar el sagrado nombre representado por el tetragrama. A lo
más que podemos llegar con certeza es a considerar ciertos fechas para las
cuáles dicha tradición estaba ya establecida. 
En primer lugar, considerando la fecha en que se escribió el libro de
Amos, y entendiendo que Amos 6.10 puede servir para proporcionar ciertas
bases sobre las cuales se  fundamentó la tradición de no pronunciar el
sagrado nombre; en segundo lugar, considerando la evidencia de la
Septuaginta (entendida propiamente como la traducción al griego de la
Toráh o Pentateuco, específicamente), realizada alrededor del 285-246 antes
de nuestra era; lo más que podemos decir es que para el siglo III antes de
nuestra era, ya se había establecido de manera definitiva la tradición que
evitaba la pronunciación del sagrado nombre representado por el
tetragrama.
9) En la literatura inmediatamente anterior a los textos del NT, la
literatura apócrifa y deuterocanónica de alrededor del siglo II antes de
nuestra era, encontramos por lo menos tres expresiones sustitutivas para
hacer referencia al Dios del Tanaj (el AT hebreo), el Dios de Israel. Estas
son: “Rey del cielo”, “Señor del cielo” y “Dios del cielo”. 
10) Específicamente en el Nuevo Testamento encontramos dos
expresiones que se usan para referir al “reino” del Dios del Tanaj y de la
Biblia en general, pero sin hacer una mención directa de su nombre
sagrado. Estas expresiones son “reino de los cielos” y “reino de Dios”. La
primera es propia de Mateo, tanto aquí que sólo este evangelio la utiliza en
toda la literatura del NT. La segunda, “reino de Dios”, si bien es bien
dominante en Lucas, también se la encuentra en la literatura paulia y
deuteropaulina.
11) Ciertamente hay ecos en el NT de la idea del carácter sagrado del
nombre divino. Si bien no encontramos en el NT una referencia directa al
tercer mandamiento del decálogo, no es menos cierto que sí encontramos
algunos textos que testimonian la idea del carácter sagrado del nombre
impronunciable.
El uso del griego “onóma” (nombre) en dichos textos, es en cierto modo
equivalente al uso del hebreo “shem” (nombre) en los cinco pasajes ya
estudiados del Levítico. Por cierto, es “ónoma” la palabra que usa la
Septuaginta en los cinco pasajes del Levítico a los que estoy haciendo
referencia.
12) Hay en el NT un uso especial de la voz pasiva en acciones verbales
que se supone tienen a Dios como el agente responsable de dicha acción
verbal, aun cuando se evita la mención directa de su nombre. Este uso
particular de la voz pasiva se conoce como “la pasiva divina” o “la pasiva
teológica”.
(4)
Una aclaración necesaria a un hermano y amigo
«Testigo de Jehová»
La razón de este artículo-repuesta es una reacción que considero 
“inadecuada” de un hermano y amigo «Testigo de Jehová», a mi nota “El
nombre «Jehová», ¿traducción o transliteración?
Partiendo del supuesto de que la persona promedio de cualquier
denominación religiosa, muy probablemente no ha detener la información
más acabada de ciertos asuntos relacionados con la misma; y bajo la
sospecha de que los documentos oficiales y fuentes enciclopédicas
igualmente oficiales de dicha comunidad muy posiblemente provean una
información relativamente de mejor calidad; basado en estas dos premisas
he decidido articular una respuesta a mi estimado hermano y amigo, Juan
Antonio Tanco Grau, teniendo como base dos fuentes oficiales de la
organización o movimiento de los «Testigos de Jehová».
Las dos fuentes oficiales de las que voy a depender en este trabajo son
dos obras que toda persona «Testigo de Jehová» sabe la importancia que
tienen y lo vitales que son para dicha organización.
La primera obra es la identificada como “Razonamiento a partir de las
Escrituras”
, publicada bajo los derechos reservados de Watch Tower Bible
And Tract Society Of Pennsilvania, y Watch Tower Bible And Tract Society
Of New York, USA, Inc., 1989. 
La segunda obra es la especie de enciclopedia o diccionario bíblico y
teológico “Perspicacia para comprender las Escrituras” (dos tomos)
,
publicada por la Watch Tower Bible And Tract Society Of Pennsilvania,
USA, 1991. 
De acuerdo a mi estilo y compromiso con la verdad, me comprometo
con un uso lo más objetivo y respetuoso posible de dichas fuentes (evitando
a como dé lugar cualquier tipo de manipulación), de manera tal que la
persona que se identifique como parte de los «Testigos de Jehová», así
como las que no formen parte del mismo (pero que puedan tener acceso a
estas fuentes), verifiquen y testimonien la calidad del uso que haya hecho
de las fuentes en cuestión.
Este trabajo lo voy a desarrollar partiendo de unas premisas (a manera de
hipótesis) que espero confirmar en el manejo, interpretación y crítica de los
datos que he hallado en las dos fuentes especificadas. Obviamente, como ya
hice mi personal exposición previamente, cualquier duda o inquietud
demandará la revisión (y hasta una comparación) de lo ya publicado por mí,
a la luz de las ideas que expondré en esta ocasión. También sugiero que las
personas interesadas procuren obtener las dos obras oficiales del
movimiento de los «Testigos de Jehová» que he tomado como base para
elaborar este artículo-respuesta.
Habiendo hecho, pues, las salvedades de lugar, inicio, pues, esta muy
personal aventura.
Primera hipótesis: El movimiento de los «Testigos de Jehová»
concuerda con mi exposición respecto de las características originales
del texto hebreo, como texto consonántico.
“¿Cuál es la forma correcta del nombre divino… Jehová (Jehováh),
o Yavé (también escrito Yahvé, Yahvéh y Yahweh?
Ningún humano hoy
día puede estar seguro de cómo se pronunciaba originalmente en hebreo.
¿Por qué no? El hebreo de la Biblia se escribía originalmente con
consonantes, sin vocales. Cuando el idioma se usaba todos los días, los
lectores fácilmente suplían las vocales  correspondientes. Sin embargo, con
el tiempo los judíos cultivaron la idea supersticiosa de que era incorrecto
pronunciar en voz alta el nombre personal de Dios, y por eso usaron
expresiones sustitutivas. Siglos más tarde, eruditos judíos desarrollaron un
sistema de puntuación por medio del cual indicaban las vocales que se
debían usar cuando se leía el hebreo antiguo, pero pusieron las vocales
correspondientes a las expresiones sustitutivas alrededor de las cuatro
consonantes que representaban el nombre divino. De modo que la
pronunciación original del nombre divino se perdió.” (Razonamiento,
página 202
).
Segunda hipótesis: El movimiento de los «Testigos de Jehová»
concuerda con mi exposición respecto de la muy posterior vocalización
del texto hebreo, y en cuanto a que la vocalización y lectura masorética
del tetragrama demanda más bien su traducción que su
transliteración. 
“Jehová es la pronunciación más conocida  en español del nombre
divino, aunque la mayoría de los hebraístas apoyan la forma “Yahveh”
(Yavé). Los manuscritos hebreos más antiguos presentan el nombre en la
forma de cuatro consonantes, llamada comúnmente Tetragrámaton (del
griego tetra que significa “cuatro”, y “grám-ma, “letra”). Estas cuatros
letras (escritas de derecha a izquierda son YHWH y se pueden transliterar al
español como YHWH (o JHVH).
Por lo tanto, las consonantes hebreas del nombre se conocen. El
problema es determinar qué vocales hay que combinar con esas
consonantes. Los puntos vocálicos se empezaron a utilizar en la segunda
mitad del I milenio E.C. No obstante, los puntos vocálicos en manuscritos
hebreos no proveen la clave para determinar qué vocales deberían aparecer
en el nombre divino, debido a cierta superstición religiosa que había
empezado siglos antes” (Perspicacia, tomo II, página 35
).
“¿Cuál es la pronunciación correcta del nombre de Dios?
En la
segunda mitad del I milenio E.C., los eruditos judíos introdujeron un
sistema de puntos para representar las vocales que faltaban en el texto
hebreo consonántico. En el caso del nombre de Dios, en vez de insertar la
puntuación vocálica que le correspondía, insertaron la de «Adonay» (Señor
Soberano) o «Elo-him» (Dios) para advertir al lector que debería leer estas
palabras en vez del divino” (Perspicacia, tomo II, página 37
).
Observación:
Ciertamente los puntos vocálicos masoréticos no nos
proporcionan la pronunciación original del nombre divino, pero sí las claves
para su lectura e interpretación en la tradición recibida, conservada y
reproducida por los masoretas. Por otro lado, es claro que los mismos
«Testigos de Jehová» están reconociendo aquí que “Jehová” es una
transliteración. 
Tercera hipótesis: El movimiento de los «Testigos de Jehová»
concuerda con mi exposición al reconocer que el códice de Leningrado
B19a es el texto base de la actual Biblia hebrea. También concuerdan
con mi exposición al hablar de la forma en que dicho códice (el texto
masorético) se vocaliza el tetragrama.
“El Códice de leningrado B19a, del siglo XI E.C., puntúa el
Tetragrámaton para que se lea «Yehwáh», «Yehwíh» «Yehowáh». La
edición de Ginsburg del texto masorético puntúa el nombre para que se lea
«Yehowáh». Normalmente los hebraístas favorecen la forma «Yahvéh»
(Yavé) como la pronunciación más probable. Señalan que la abreviatura del
nombre es «Yah» (Jah en la forma latinizada),  como en el Salmo 89.8 y la
expresión «Ha-lelu-Yáh» (que significa «¡Alaben a Jah!»” (Perspicacia,
tomo II, página 37
).
“¿Cuál es la pronunciación correcta del nombre de Dios?
En la
segunda mitad del I milenio E.C., los eruditos judíos introdujeron un
sistema de puntos para representar las vocales que faltaban en el texto
hebreo consonántico. En el caso del nombre de Dios, en vez de insertar la
puntuación vocálica que le correspondía, insertaron la de «Adonay» (Señor
Soberano) o «Elo-him» (Dios) para advertir al lector que debería leer estas
palabras en vez del divino” (Perspicacia, tomo II, página 37
).
Cuarta hipótesis: El movimiento de los «Testigos de Jehová»
concuerda con mi exposición al reconocer que es imposible poder
establecer cuál fue la original lectura y pronunciación del sagrado
nombre, cuya base son las muy conocidas cuatro consonantes hebreas.
“Como en la actualidad es imposible precisar la pronunciación exacta,
parece que no hay ninguna razón para abandonar la forma “Jehová”, muy
conocida en español. A favor de otras posibles pronunciaciones. En caso de
producirse este cambio, por la misma razón debería modificarse la grafía de
otros nombres de las Escrituras: Jeremías habría de ser «Yir-meyáh»; Isaías
«Yescha–ya-huh», y Jesús, bien «Yehosh-schú-a» (como en hebreo) o «I-e-
sóus» (como en griego)” («Perspicacia»
, tomo II
, página 38).
Ahora bien, como se ve, la insistencia de los «Testigos de Jehová» en
usar el nombre (más bien una transliteración) “Jehová”, no se sustenta tanto
en el texto hebreo como tal, sino más bien en la imposibilidad que
realmente existe de poder precisar la pronunciación original del
Tetragrámaton. Pero, ¿por qué no seguir, entonces, la sugerencia
masorética, si al fin y al cabo es el texto masorético con el que contamos
para la exégesis del AT?
Y hablando de antigüedad, ¿qué tradición es más antigua, la castellana
respecto del uso de la transliteración “Jehová”, o la hebrea con la lectura y
pronunciación del tetragrama, manifestada en la Septuaginta, los
targúmenes (targumím), y recibida, conservada y reproducida por los
masoretas? Sea usted, el (la) jurado.
Con relación a la afirmación de que si se fuera a tener que elegir otra
pronunciación distinta a la castellanización “Jehová”, habría que producir
cambios en otros nombres bíblicos, diré lo siguiente.
En primer lugar, que dicha postura se sustenta en una falacia. ¿Por qué?
Porque con relación a ningún otro nombre se le ha puesto una vocalización
para que se lea en forma de una expresión sustitutiva.
En segundo lugar, que no todo nombre bíblico constituye un “quere”
(con una vocalización que sugiera una manera especial de leerlo y
traducirlo), de manera que si se adopta la lectura masorética, haya que
cambiar también la configuración de los demás nombres que aparecen en la
Biblia.
En tercer lugar, que la mayoría de los cambios que se han producido en
muchísimos nombre bíblicos, no se deben a una sugerencia masorética
especial, sino a la influencia de la Septuaginta. Precisamente, las formas
castellanizadas “Jeremías” e Isaías”, se deben a la forma helenizada
(posteriormente latinizada) con que los recibimos por la Septuaginta. Por
ejemplo, “Jeremías” es en la Septuaginta, “Ieremías”, e “Isaías”, “Esaías”.
En cuarto lugar, ¿por qué alejarse de la tradición masorética sólo y nada
más en lo relativo a la vocalización y lectura del tetragrama, que real y
efectivamente sí constituye un “quere”?    
Quinta hipótesis: El movimiento de los «Testigos de Jehová»
concuerda con mi exposición al reconocer que el nombre “Jehová” es
una transliteración.
“Jehová es la pronunciación más conocida  en español del nombre
divino, aunque la mayoría de los hebraístas apoyan la forma “Yahveh”
(Yavé). Los manuscritos hebreos más antiguos presentan el nombre en la
forma de cuatro consonantes, llamada comúnmente Tetragrámaton (del
griego tetra que significa “cuatro”, y “grám-ma, “letra”). Estas cuatros
letras (escritas de derecha a izquierda son YHWH y se pueden transliterar al
español como YHWH (o JHVH).” (Perspicacia, tomo II, página 35
).
Sexta hipótesis: El movimiento de los «Testigos de Jehová»
concuerda con mi exposición al reconocer que la falta de certeza al
emplearse cualquier transliteración, incluso la preferida por ellos,
“Jehová”. 
“Muchos escriturarios favorecen la grafía “Yahweh, pero hay
incertidumbre, y no existe acuerdo entre ellos. Por otro lado, “Jehová” es la
forma del nombre que más rápidamente se reconoce, porque se ha usado en
español por siglos, y cuando se escribe con “h” al final, al igual que otras
formas, conserva las cuatro consonantes del tetragrámaton hebreo”
(Razonamiento, página 202
).
Séptima hipótesis: El movimiento de los «Testigos de Jehová» en
cierta forma manipula o confunde las cosas cuando habla de la
presencia del nombre “Jehová” en ciertos manuscritos y
descubrimientos arqueológicos, cuando en realidad de lo que dan
testimonio tales descubrimiento es del empleo y presencia del
tetragrama. Ya que en verdad, el Tetragrámaton y la transliteración
castellana “Jehová” no son la misma cosa. 
I)
En la página 41 de «Perspicacia, tomo II»
, se encuentra un cuadro
donde se presentan cuatro distintas fotografías de diversas obras antiguas.
Este cuadro tiene como título “Algunas de las muchas traducciones de las
Escrituras Griegas Cristianas que han incluido el nombre divino”. Pero digo
yo, ¿el nombre divino o más bien distintas transliteraciones del tetragrama?
Esta pregunta no la voy a responder por ahora, sino después de citar de
manera íntegra la información que de cada obra citada ofrece la fuente
«Perspicacia»
. Luego diré qué es lo que realmente se ve en cada
fragmento fotografiado. 
1) “The New Testament of Our Lor and Saviour Jesus Christ, traducción
de John Eliot (idioma massachusett), publicado en Cambridge
(Massachusetts), 1661; Mateo 21.9.” Pregunto yo: ¿Qué es realmente lo que
se ve en dicho texto? Respuesta: No el nombre divino, sino más bien una
transliteración, a saber “Jehovah”.
2) “A Literal Translation of the New Testament […] From the Text of
the Vatican Manuscript, de Herman Heinfetter, publicado en Londres, 1863;
Marcos 12.29, 30”. Pregunto yo: ¿Qué es realmente lo que se ve en dicho
texto? Respuesta: No el nombre divino, sino más bien una transliteración, a
saber “Jehovah”, específicamente en tres bien claras ocasiones.
3) “Novum Testamentum Domini Nostri Iesu Christi, traducción de Elias
Hutter (sección hebrea), publicado en Nuremburg, 1599; Efesios 5.17.”
Pregunto yo: ¿Qué es realmente lo que se ve en dicho texto? Respuesta: La
forma común de representar el tetragrama en algunas ediciones del texto
masorético, como por ejemplo, en el texto hebreo (masorético) de la Biblia
hebreo español, tal y como lo señalé y cité yo en mi artículo, a saber
“Yehováh”.
4) “Samtliche Schriften des Neun Testaments, traducción de Johann
Jacob Stolz (alemán), publicado en Zurich, 1781-1782; Romanos 15.11”.
Pregunto yo: ¿Qué es realmente lo que se ve en dicho texto? Respuesta: No
el nombre divino, sino más bien una transliteración, a saber “Fehovahs”.
II)
En «Perspicacia, tomo I»,
las páginas 324-326 están dedicadas
especialmente a presentar audiencias antiguas del nombre divino. Allí se
muestran tanto fotografías de manuscritos en papiro, como en piedra. El
procedimiento a emplear aquí es similar al caso anterior. Voy citar de
manera íntegra la información que de cada obra citada ofrece la fuente
«Perspicacia»
. Luego diré qué es lo que realmente se ve en cada
fragmento fotografiado. 
En primer lugar, en la parte superior de la página 324, se muestra una
fotografía que contiene cuatro formas de representar el nombre divino,
correspondientes a distintas etapas del hebreo. De esta quiero resaltar dos
cosas: 1) Que a ninguna de las cuatro formas presentadas, se le puede
categorizar como “Jehová”. Sencillamente porque las cuatro grafías
presentadas son hebreas, y “Jehová” es realmente una construcción
castellana. Por eso, ni aquí, como en ningún manuscrito hebreo se hallará
jamás a “Jehová”. 2) Que de las cuatro grafías presentadas, la única
vocalizada es una representación fiel de la forma en que los masoretas
vocalizaron el tetragrama, y de la forma como nos ha llegado vocalizado en
el Códice de Leningrado B19a, base textual de la actual Biblia hebrea o
Tanaj.
En segundo lugar, en la parte inferior de la misma página 324, se
muestran tres fotografías. La primera fotografía corresponde al manuscrito
hebreo conocido como “Códice de Alepo” donde se muestra a
Deuteronomio 32.3 donde se muestra el tetragrama. No hay que olvidar que
el “Códice de Alepo” pertenece a la familia de masoretas “Ben Asher”,
igual que el códice de Leningrado B19a, y se ha fechado como de la
primera mitad del siglo X E.C. Lo interesante es que en dicho fragmento,
tampoco encontramos la castellanización “Jehová”, sino el tetragrama con
la vocalización masorética con que nos llegó en el Códice de Leningrado
B19a, reflejando la intención masorética que ya han reconocido los mismos
«Testigos de Jehová».
La segunda fotografía corresponde a un manuscrito antiguo de la
Septuaginta conteniendo por igual a Deuteronomio 32.3 donde se
representa el tetragrama en caracteres hebreos, dentro de un texto griego.
Lo interesante aquí es que este fragmento de la Septuaginta no contiene la
castellanización “Jehová”, sino el tetragrama tal y como nos ha llegado en
el Códice de Leningrado B19a, aunque sin vocales.   
La tercera fotografía de esta sección, corresponde a un fragmento del
manuscrito griego uncial (escrito en letras mayúsculas) conocido como
“Alejandrino” fechado como del siglo V de E.C. Pues bien, el conteniendo
de este fragmento es el mismo pasaje de Deuteronomio 32.3. Al respecto,
Perspicacia afirma: “Se suprimió el nombre divino. No se tradujo a un
equivalente griego, sino que se sustituyo por una forma abreviada del
vocablo griego “Kyrios” (Señor)”.
Observación:
En verdad no entiendo por qué la afirmación de
«Perspicacia»
citada. ¿Por qué no ver que envuelve cierta manipulación y
contradicción? Pregunto: ¿Cómo es posible decir aquí que el manuscrito
«Alejandrino» no tradujo el tetragrama, y al mismo tiempo reconocer que
dicho manuscrito contiene una forma abreviada, griega por cierto, que
apunta a “Kyrios” o “Kúrios” (Señor)?
Lo que digo es lo siguiente. Si se admite, como efectivamente lo hace
«Perspicacia»
, que el fragmento del manuscrito «Alejandrino» realmente
contiene una “abreviatura” en puros caracteres griegos (formada por la letra
“kappa” y “upsilón” o “ypsilón” las dos primeras letras de la palabra
“kúrios”), apuntando y señalando la lectura “Kúrios” (o Kyrios”), “Señor”;
no entiendo cómo concluir (como contradictoriamente lo hace
«Perspicacia»
) que aquí no hay realmente una traducción del tetragrama, o
sea: “YHVH” (o YHWH) por “Kúrios” (Señor), sino una eliminación del
nombre divino.
Pasando a la página 325, igualmente de «Perspicacia»,
observamos
cuatro fotografías. La primera fotografía corresponde a la llamada “Piedra
Moabita” del siglo X antes de nuestra era. La deducción de «Perspicacia»
es que esta es una prueba de que incluso naciones paganas próximas a Israel
conocían el nombre “Jehová”. Y yo pregunto, ¿el nombre “Jehová”? Lo
cierto es que la Piedra Moabita (escrita en un idioma muy parecido al
hebreo antiguo) da testimonio del tetragrama, pero no de la presencia y
antigüedad de la transliteración castellana “Jehová”.
La segunda fotografía corresponde a un fragmento de cerámica. De este
«Perspicacia»
dice textualmente lo siguiente: “Fragmento de cerámica
procedente de Arad (Judá) sobre el que se escribió una carta; al perecer data
del siglo VII a. E.C. Comienza  diciendo «A mi señor Eliasib: Que Jehová
inquiera por tu paz», y termina con las palabras: «Él mora en la casa de
Jehová».”
Pregunta: ¿Es cierto que el fragmento en cuestión usó originalmente la
transliteración castellana “Jehová”?  Respuesta: De lo que sí da testimonio
es de la presencia del tetragrama hebreo, pero no de la transliteración
castellana “Jehová”, que no es lo mismo, ni es igual.  
La tercera fotografía corresponde a un fragmento, aparentemente de
papiro. Al respecto, «Perspicacia» textualmente dice lo siguiente: “En esta
carta de Lakis, que según se cree, data del siglo VII a. E.C., se emplea en
dos ocasiones el nombre Jehová representado por el Tetragrámaton”.
Observación:
¿Se nota la manera más acertada, aunque no del todo
franca y clara, con que «Perspicacia»
(“… se emplea en dos ocasiones el
nombre Jehová representado por el Tetragrámaton”) reconoce que el
Tetragrámaton y la transliteración castellana “Jehová” no son la misma
cosa? ¿Hablar y reconocer la presencia del primero (el Tetragrámaton)
supone la presencia del segundo (Jehová)? ¿Será cierto que lo que vemos
aquí es distinto a lo presentado en los casos anteriores? No. Luego, lo
correcto es concluir que en todos esos casos efectivamente se hallan
testimonios de la presencia del Tetragrámaton, pero no de la transliteración
castellana “Jehová”. Entonces, se nota muy bien aquí la manipulación de
los «Testigos de Jehová», que hablan y apelan a estos hallazgos
arqueológicos, no para concluir en lo bien sustentado del Tetragrámaton,
sino para deducir de manera ilegítima, la supuesta presencia de la
transliteración castellana “Jehová”.
Con relación a la cuarta fotografía de esta sección, «Perspicacia»
textualmente dice lo siguiente: “En 1961 se descubrió esta cueva sepulcral a
unos 35 Km. Al sudoeste de Jerusalén. Una inscripción que se halló en una
de sus paredes, quizás del siglo VIII a. E.C., decía: «Jehová es el Dios de
toda la tierra».” 
Pero vuelvo y pregunto yo: ¿Será cierto que lo que vemos aquí es
distinto a lo presentado en los casos anteriores? No. Luego, lo correcto es
concluir que en este caso, igual que en los anteriores, efectivamente
tenemos el testimonio de la presencia del Tetragrámaton, pero no de la
transliteración castellana “Jehová”.
Finalmente en la página 326, «Perspicacia»
presenta la fotografía de
varios fragmentos de un mismo manuscrito griego antiguo (“fragmentos de
papiro de la Versión de los Setenta griega que datan del siglo I a. E.C.”). Al
respecto, «Perspicacia» textualmente dice: “En estos fragmentos de un
antiguo manuscrito griego, el nombre de Dios aparece en el texto griego
representado por los caracteres hebreos del Tetragrámaton.”
Pero insisto yo en preguntar: ¿Será cierto que lo que vemos aquí es
distinto a lo presentado en los casos anteriores? No. Luego, lo correcto es
concluir que en este caso, igual que en los anteriores, efectivamente
tenemos el testimonio de la presencia del Tetragrámaton, pero no de la
transliteración castellana “Jehová”.
III)
En la página 37, de «Perspicacia, tomo II»
, se muestra un
fotografía de un fragmento de los Salmos encontrado en los Manuscritos de
mar Muerto, en la que se afirma que en dicho fragmento aparece varias
veces el Tetragrámaton (no la transliteración “Jehová”) varias veces en los
caracteres del hebreo antiguo.
Observación:
Nótese que ahora, de manera franca y contundente,
«Perspicacia»
afirma que en este fragmento aparece, el Tetragrámaton, no
la transliteración castellana “Jehová”.
Octava hipótesis: El movimiento de los «Testigos de Jehová» no es
consistente cuando defiende la presencia del Tetragrámaton o de la
transliteración castellana “Jehová” en el NT.
Digo esto, pues, mientras que, por un lado, apela y ofrece citas
procurando demostrar la presencia del tetragrámaton en manuscritos
antiguos del NT, por otro lado, no es capaz de incluirlo en la edición de su
interlinear griego-inglés.
Si se supone que Jesús y sus discípulos hicieron referencia a las
Escrituras hebreas en hebreo a arameo, donde estaría presente el
Tetragrámaton, “¿Por qué entonces no aparece el nombre en los
manuscritos disponibles de las Escrituras Griegas Cristianas, o el llamado
Nuevo Testamento? Seguramente porque los manuscritos que hoy tenemos
(del siglo III E.C. en adelante) se hicieron después de que se alteró el texto
original de los apóstoles y discípulos. Los copistas posteriores sin duda
reemplazaron el nombre divino -el Tetragrámaton- por los términos Kýrios
y Theós.”
“Basándose en esto hechos algunos traductores han incluido el nombre
«Jehová» en sus traducciones de la Escrituras Griegas Cristianas. The
Emphatic Diaglott, una traducción del siglo XIX hecha por Benjamín
Wilson, utiliza el nombre Jehová varias veces  en particular donde los
escritores cristianos citan  de las Escrituras hebreas. Pero ya en el siglo
XIV  se había empezado a usar el Tetragrámaton en traducciones de las
Escrituras Cristianas al hebreo, como en la del libro de Mateo  que hizo
Shem-Tob ben Isaac Ibn Shaprut, y que incorpora su obra Even bó-jan,
desde entonces, muchas otras traducciones han seguido esa misma norma”
(«Perspicacia»
, tomo II, página 40).
Para demostrar la inconsistencia entre la traducción castellana de la
Biblia que publican los «Testigos de Jehová» (la Traducción del Nuevo
Mundo de las Santas Escrituras), y lo que realmente dice el texto griego que
igualmente reproducen los mismos «Testigos de Jehová», el texto griego de
B. F. Wescott y F. A. J. Hort, de 1881, en su obra «The Kingdom Interlinear
Translation of the Greek Scriptures»; lo que voy a hacer es tomar como
casos ilustrativos, precisamente los cuatro pasajes del NT que aparecen en
la página 41 de «Perspicacia, tomo II». No olvidemos que es esta página
se encuentra un cuadro donde se presentan cuatro distintas fotografías de
diversas obras antiguas. Dicho cuadro tiene como título “Algunas de las
muchas traducciones de las Escrituras Griegas Cristianas que han incluido
el nombre divino”.
Los pasajes a leer (en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras) y analizar: son: Mateo 21.9; Marcos 12.29-30; Romanos 15.11 y
Efesios 5.17.
Mateo 21.9 “En cuanto a  las muchedumbres, los que iban delante de él,
y los que le seguían, clamaban: «Salva, rogamos, al Hijo de David.
¡Bendito es el que viene en el nombre de Jehová! ¡Sálvalo, rogamos, en las
alturas!”
Pero el texto griego del «The Kingdom Interlinear Translation of the
Greek Scriptures», la expresion traducida “el nombre de Jehová” es “en
onómati Kuríu.”
Marcos 12.29-30 “Jesús contestó: «El primero es: ‘Oye Israel, Jehová
nuestro Dios es un solo Jehová, y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo
tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”
Pero el texto griego del «The Kingdom Interlinear Translation of the
Greek Scriptures», la expresión traducida “Jehová nuestro Dios es un solo
Jehová Jehová” es “Kúrios jo theós jemón kúrios jeis estín.”
En el versículo
30, la expresión traducida “Jehová tu Dios” es “kúrios ton theón”.
Romanos 15.11 “Y otras vez: «Alaben a Jehová, naciones todas, y
alábenlo pueblos todos»”
Pero el texto griego del «The Kingdom Interlinear Translation of the
Greek Scriptures», la expresión traducida “Jehová” es “ton kúrion.”
Efesios 5.17 “Por esta razón dejen de estar haciéndose irrazonables, sino
sigan percibiendo  cuál es la voluntad de Jehová”
Pero el texto griego del «The Kingdom Interlinear Translation of the
Greek Scriptures», la expresión traducida “Jehová” es “tu kuríu.”
Como se ve, en ninguno de estos pasajes el texto griego reproducido por
los «Testigos de Jehová» no hace más que confirmar la sugerencia
masorética respecto a la vocalización y lectura del tetragrama, testimoniada
por la Septuaginta y los targúmenes.
Además está claro que el ir a la inversa, del griego “kúrios” (Señor) a
“Jehová” (suponiendo la presencia original del tetragrama), significa que
los «Testigos de Jehová» están asumiendo y concordando más bien con la
traducción del tetragrama, que con su transliteración.
La pregunta inquietante es: ¿Por qué en el Nuevo Testamento sí, pero en
el Antiguo Testamento no? ¿Por qué es legítimo deducir de “kúrios” la
presencia del Tetragrámaton (Kúrios=YHVH), pero ilegítimo el traducir el
Tetragrámaton con “kúrios”, en el AT (YHVH=Kúrios), siguiendo la
sugerencia masorética? ¿Por qué alejarse de la sugerencia masorética en el
AT, pero asumirla en el NT?
Conclusiones:
1) La información proporcionada por las dos fuentes oficiales de los
«Testigos de Jehová», “Razonamiento a partir de las Escrituras”
, y por
“Perspicacia para comprender las Escrituras” (do tomos),
concuerda
bastante con la información presentada en mi exposición titulada: “El
nombre Jehová, ¿traducción o transliteración? 
2) La organización de los «Testigos de Jehová», apela y habla de
notables hallazgos arqueológicos, no para concluir en lo bien sustentado del
Tetragrámaton, sino para deducir de manera ilegítima, la supuesta presencia
de la transliteración castellana “Jehová”.
3) La palabra “Jehová” es una construcción castellana que, por ser
precisamente castellana, no puede tener presencia en manuscritos hebreos,
arameos, y griegos, o en cualquier otro idioma antiguo.
4) Una cosa es que un descubrimiento arqueológico demuestre la
presencia y uso del Tetragrámaton, y otra cosa es que esté presente la
transliteración castellana “Jehová”.
5) Ninguno de los hallazgos arqueológicos mostrados o citados por
“Razonamiento a partir de las Escrituras”
, y por “Perspicacia para
comprender las Escrituras” (do tomos)
, prueba la existencia de la
transliteración castellana “Jehová” en dichos descubrimientos. Una prueba
de ello son las siguientes palabras textuales citadas por «Perspicacia»:
“Jehová es la pronunciación más conocida en español del nombre divino,
aunque la mayoría de los hebraístas apoyan la forma “Yahveh” (Yavé)”
(Perspicacia, tomo II, página 35
).
“Muchos escriturarios favorecen la grafía “Yahweh, pero hay
incertidumbre, y no existe acuerdo entre ellos. Por otro lado, “Jehová” es la
forma del nombre que más rápidamente se reconoce, porque se ha usado en
español por siglos, y cuando se escribe con “h” al final, al igual que otras
formas, conserva las cuatro consonantes del tetragrámaton hebreo”
(Razonamiento, página 202
).
De todos modos, los «Testigos de Jehová» admiten las muy inseguras
bases sobre las que se sustenta cualquier transliteración del Tetragrámaton
(YHVH o YHWV), incluyendo a su preferida, «Jehová», cito: “Como en la
actualidad es imposible precisar la pronunciación exacta, parece que no hay
ninguna razón para abandonar la forma “Jehová”, muy conocida en
español” (Perspicacia, tomo II, página 38
).
Observación:
nótese muy bien la insistencia de la frase “en español” (no
“en hebreo”) en estos párrafos.
Y vuelvo yo a decir que, como se ve, la insistencia de los «Testigos de
Jehová» en usar el nombre (más bien una transliteración) “Jehová”, no se
sustenta tanto en el texto hebreo como tal, sino más bien en la imposibilidad
que realmente existe de poder precisar la pronunciación original del
Tetragrámaton.
6) Por más antigua que sea la tradición de usar la transliteración
“Jehová” en las versionas castellanas de la Biblia, la tradición masorética
reflejada en la Septuaginta y en los targúmenes (targumín), es mucho más
antigua, y textualmente tiene mejor soporte.
(5)
«Jehová de los ejércitos», un calificativo preocupante
Violencia y cultura de paz
Aclaración necesaria y oportuna:
Este artículo lo publiqué originalmente en mayo del año 2011, unos
pocos días después de que un equipo de inteligencia de los Estados Unidos
de Norteamérica  asesinara a Bin Laden (2 de mayo 2011); esto explica por
qué en la introducción hago referencia a dicho suceso. Por supuesto, al
volver a publicar este trabajo, decidí dejar intacta su introducción original,
si bien agregando esta necesaria aclaración y, por supuesto, haciéndole al
texto algunas necesarias mejoras y actualizaciones.  
A modo de introducción:
A un poco más de una semana de que los Estados Unidos asesinaran a
Bin Laden, y nos trajeran de nuevo a la memoria los crueles atentados del
once de septiembre del año 2001; una vez más se convierte la violencia en
un tema de discusión, y generador de pasiones.
No es de extrañar, empero, el que no haya una postura uniforme al
respecto, y que incluso personas cristianas, comprometidas con los más
elevados principios e ideales del mensaje acerca del Reino de Dios que
proclamaba Jesús (y que han tomado a Jesús de modelo), expresen su apoyo
a cierto tipo de violencia. Es más, la muerte de Bin Laden se ha proyectado,
en el contexto de una sociedad que presume de “cristiana”, como un acto de
venganza. Incluso el presidente Barak Obama fue muy tajante al decir: “se
ha hecho justicia”.
Pero, ¿es posible justificar hoy la venganza? ¿Es Dios un ser vengativo?
¿Es el Dios de Jesús y del NT el mismo del AT? ¿Cómo se explica el uso en
la Biblia de la expresión «Jehová o Señor de los ejércitos»? ¿Con cuáles
ideas se asocia? ¿Es justificable hoy el uso de tal expresión?
Precisamente la imagen de un Dios violento, vengativo y castigador que
nos proporcionan ciertos relatos y metáforas del Antiguo Testamento, fue lo
que llevó a Marción, entre otras cosas, a afirmar que el Dios proclamado
por Jesús no podía ser el mismo Dios del AT.
Conozcamos un poco mejor a Marción
En el siglo II de nuestra era, entra en el escenario de la historia de la fe
cristiana Marción, personaje que definitivamente ha dejado sus huellas en
dicha historia.
“Marción había nacido hacia el año 100 en la ciudad de Sínope, en el
Ponto (mar Negro). Era un rico industrial, dedicado sobre todo al comercio
marítimo, hacia el año 140, convertido a la religión cristiana, se trasladó a
Roma donde vendió sus barcos y entregó a la Iglesia gran parte de lo
conseguido” (Antonio Piñero: «Cristianismos derrotados», página 85).
Se puede considerar verosímil el que en Roma Marción haya conocido a
un maestro gnóstico llamado Kerdon, el cual influyó en él de manera
decisiva.
“Cuatro años más tarde, hacia el 144, Marción había desarrollado ya su
concepción propia de la fe y de la iglesia, por lo que al exponerla en público
y nos ser aceptada por la mayoría, rompió con la comunidad de Roma, esa
lo excomulgó y le devolvió religiosamente sus dones monetarios. A partir
de esos momentos, y bien dotado de dinero, Marción fundó su propia
iglesia que pronto fue una competencia real para el grupo mayoritario y que
se extendió por diversas provincias del Imperio” (Antonio Piñero:
«Cristianismos derrotados», página 86).
Entre las ideas que formaban parte del pensamiento religioso de
Marción, está la oposición que establecía entre el Dios el AT y el Dios que
proclamaba Jesús de Nazaret. Para Marción el Dios del AT era un ser
iracundo, celoso, vengativo, cruel con otras naciones que no sea la suya, a
cuyos miembros manda a asesinar; castigador sin piedad de su propio
pueblo elegido, creador y promulgador a través de Moisés de una ley tan
difícil de observar. Para Marción este Dios no podía ser el mismo Dios
bondadoso, ser lleno de bondad, lleno de amor, y de piedad, tendiente
siempre hacia la misericordia y el perdón, que había predicado Jesús.
Un elemento que a Marción le sirvió de apoyo es el contraste que
establece Pablo entre la fe en Jesús, el evangelio, y la Ley de Moisés (la
Toráh), considérese principalmente a Romanos 10.4-13; Gálatas 3.6-29;
5.1-14.
Ahora bien, ¿es cierto que hay en la Biblia, principalmente en el AT,
relatos, metáforas y calificativos (nombres y adjetivos) que en cierto modo
explican la posición de Marción? Claro que sí. Precisamente un calificativo
de esos, es la expresión «Jehová de los ejércitos», en la versión Reina
Valera 1960, y «Señor de los ejércitos» en muchas otras versiones de la
Biblia.
Profundicemos, pues, un poco, en la expresión «YHVH tsebaót»
(«Adonay tsebaót»), «Señor de los ejércitos», «Jehová de los ejércitos»
La expresión «Jehová de los ejércitos» («el Eterno de los ejércitos», en
la Biblia Hebreo-Español), según la Reina Valera de 1960, ocurre en el AT
259 veces en 248 versículos bíblicos. Pasajes representativos son:
1 Crónicas 11.9 “Y David iba adelantando y creciendo, y Jehová de los
ejércitos estaba con él.”
Salmo 24.10 “¿Quién es este Rey de gloria? Jehová de los ejércitos, Él
es el Rey de la gloria.”
Isaías 48.1-2 “1Oíd esto, casa de Jacob, que os llamáis del nombre de
Israel, los que salieron de las aguas de Judá, los que juran en el nombre de
Jehová, y hacen memoria del Dios de Israel, mas no en verdad ni en
justicia; 2porque de la santa ciudad se nombran, y en el Dios de Israel
confían; su nombre es Jehová de los ejércitos.”
Jeremías 11.22-23 “Así, pues, ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí
que yo los castigaré; los jóvenes morirán a espada, sus hijos y sus hijas
morirán de hambre, 23y no quedará remanente de ellos, pues yo traeré mal
sobre los varones de Anatot, el año de su castigo.”
Zacarías 14.21 “21Y toda olla en Jerusalén y Judá será consagrada a
Jehová de los ejércitos; y todos los que sacrificaren vendrán y tomarán de
ellas, y cocerán en ellas; y no habrá en aquel día más mercader en la casa de
Jehová de los ejércitos.”
La expresión «YHVH de los ejércitos» en el texto hebreo y en la
Septuaginta
Atendiendo a la vocalización de «YHVH» en el texto masorético,
específicamente en el Códice de Leningrado B19, podemos decir que una
transliteración acertada del hebreo «YHVH tsebaót» es «Adonay tsebaót»,
traducción: «Señor de los ejércitos».   
En que lo respecta a la Septuaginta, tenemos que admitir que la
traducción de la expresión hebrea «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), no
es uniforme. Por ejemplo, en 1 Crónicas 11.9, traduce «kúrios pantokrátor»:
«Señor todopoderoso» (omnipotente). En el Salmo 24.10 traduce «kúrios
ton dunámeon»: «Señor poderoso» (literalmente Señor de los poderes). En
Isaías 48.2, por un lado tradujo, y por otro sencillamente transliteró cuando
dice «kúrios sabaóth». En Zacarías 14.21, la Septuaginta vuelve a traducir
con «kúrios pantokrátor» («Señor todopoderoso»), como en 1 Crónicas
11.9, aunque por razones sintácticas, aquí en caso dativo singular: « to kurío
pantokrátori».      
La expresión «Señor de los ejércitos» en el Nuevo Testamento
La expresión griega y del Nuevo Testamento, «Señor de los ejércitos», y
equivalente a la hebrea y del AT (Tanaj), «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»); ocurre sólo dos veces y en dos versículos bíblicos: Romanos 9.29
y Santiago (Jacobo) 5.4.
Romanos 9.29 “como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no
nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y
a Gomorra seríamos semejantes.”
Santiago 5.4 “He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado
vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los
clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los
ejércitos.”
Ahora bien, hay que decir que tanto en Romanos 9.29 como en Jacobo
(Santiago) 5.4, la expresión griega detrás de la expresión «Señor de los
ejércitos», es la misma que empleó la Septuaginta en Isaías 48.2, o sea,
«kúrios sabaóth». De todos modos, hay que decir que en Jacobo 5.4, por
razones sintácticas, se la encuentra en caso genitivo: «kuríu sabaóth».
Una explicación de la expresión «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót») desde la Teología Sistemática
¿Cuál es el trasfondo del calificativo hebreo «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»), y de su equivalente griego «kúrios pantokrátor» («kúrios
sabaóth»)?
Desde la teología sistemática podemos observar el intento de despojar a
la expresión en cuestión de su matiz guerrero, violento, y vengativo. Como
ejemplo concreto e ilustrativo, traigo a colación la explicación que ofrece
Luis Berkhof, cito:
“Existen especialmente tres opiniones:
1. Los ejércitos de Israel. Puede dudarse de lo correcto de este concepto.
La mayor parte de los pasajes que se citan para sostener esta idea no
comprueban tal afirmación; solamente tres de ellos contienen una
aproximación de prueba, y son 1 Samuel 4.4; 17. 45; 2 Samuel 6. 2, en
tanto que otro, 2 Reyes 19.31, es más bien desfavorable a tal concepto. En
tanto que el plural tsebaoth se usa con frecuencia a los ejércitos de la nación
israelita, cuando se habla de un ejército se le señala por medio del singular,
lo cual va en contra de la noción, inherente a este concepto de que en el
nombre Yahweh Tsebaoth, Tsebaoth se refiere al ejército de Israel. Además,
es claro que en los Profetas, el nombre "Jehová de los Ejércitos" no se
refiere a Jehová como el Dios de la guerra. Y si el significado del nombre
cambia, ¿por qué cambia?
2. Las estrellas. Pero hablando del ejército del cielo la Escritura usa el
singular y nunca el plural. Además, en tanto que a las estrellas se les llama
el ejército del cielo, nunca se les designa como el ejército de Dios.
3. Los ángeles. Esta interpretación merece la preferencia. El nombre
Yahweh tsebaoth se encuentra a menudo en relatos en que se mencionan
ángeles 1 Samuel 4.4; 2 Samuel 6.2; Isaías 37. 16; Oseas 12.4, 5; Salmo 80.
1, 4, 7, 14, 19; Salmo 89: 68. Los ángeles se presentan, repetidamente,
como un ejército que rodea el trono de Dios, Génesis 28.12; 32.2; Josué
5.14; 1 Reyes 22.19; Salmo 68.17; 103.21; 148.2; Isaías 6.2. Es cierto que
también en este caso se usa generalmente el singular; pero ésta no es
objeción grave, porque la Biblia también indica que había diversas clases de
ángeles, Gen 32.2; Deuteronomio 33. 2; Salmo 68.17. Además esta
interpretación está en armonía con el significado del nombre, que no tiene
sabor guerrero, sino que expresa la gloria de Dios como Rey. Deuteronomio
33.2; 1 Reyes 22.19; Salmo 24.10; Isaías 6.3; 24. 23; Zacarías 14.16.
Jehová de los Ejércitos es, pues, Dios, como Rey de Gloria, que está
rodeado por ejércitos de ángeles, Dios que gobierna el cielo y la tierra por el
bien de su pueblo, y que recibe gloria de todas sus criaturas” («Teología
Sistemática», páginas 41-42)
Evaluación de la interpretación y argumentos de Luís Berkhof
La tesis de Luís Berkhof es que en la expresión «Jehová de los ejércitos»
(«Señor de los ejércitos») la palabra “ejércitos” no hace referencia a los
“ejércitos” de Israel. En consecuencia, no insinúa ni conlleva esta expresión
que el Dios de Israel sea un Dios guerrero y vengativo.
Ahora bien, no podemos perder de vista que la premisa principal sobre la
que descansan las conclusiones de Berkhof consiste en una sutil pero vana
distinción entre el “ejército de Israel” (en singular), y los “ejércitos de
Israel” en plural. A partir de esta hipótesis pasa a considerar las posibles
referencias de la palabra “ejército” a las estrellas y astros, así como a los
ángeles. Finalmente, se inclina Berkhof a favor de la hipótesis de que la
expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor de los ejércitos») refiere más
bien a los ángeles.
Pasemos ahora a evaluar las hipótesis y argumentos de Luís Berkhof.
Uso en la Biblia de la expresión «ejército del cielo»
La expresión “ejercito del cielo” se la encuentra en la Biblia
estrictamente en nueve ocasiones, en nueve versículos bíblicos, a saber:
Deuteronomio 4.19 “No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y
la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te
inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos
los pueblos debajo de todos los cielos.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Deuteronomio 17.3 “Que hubiere ido y servido a dioses ajenos, y se
hubiere inclinado a ellos, ya sea al sol, o a la luna, o a todo el ejército del
cielo, lo cual yo he prohibido.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Jeremías 8.2 “Y los esparcirán al sol y a la luna y a todo el ejército del
cielo, a quienes amaron y a quienes sirvieron, en pos de quienes
anduvieron, a quienes preguntaron, y ante quienes se postraron. No serán
recogidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra”.
Referencia: las estrellas y los astros.
Jeremías 19.13 “Las casas de Jerusalén, y las casas de los reyes de Judá,
serán como el lugar de Tofet, inmundas, por todas las casas sobre cuyos
tejados ofrecieron incienso a todo el ejército del cielo, y vertieron
libaciones a dioses ajenos.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Jeremías 33.22 “Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la
arena del mar se puede medir, así multiplicaré la descendencia de David mi
siervo, y los levitas que me sirven.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Daniel 4.35 “Todos los habitantes de la tierra son considerados como
nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes
de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?
Referencia: las estrellas y los astros.
Daniel 8.10 “Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del
ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó”.
Referencia: las estrellas y los astros.
Sofonías 1.5 “Y a los que sobre los terrados se postran al ejército del
cielo, y a los que se postran jurando por Jehová y jurando por Milcom.”
Referencia: las estrellas y los astros.
Hechos 7.42 “Y Dios se apartó, y los entregó a que rindiesen culto al
ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso me
ofrecisteis víctimas y sacrificios En el desierto por cuarenta años, casa de
Israel?”
Referencia: las estrellas y los astros.
En resumen, las nueve (9) veces que se encuentra en la Biblia la
expresión “ejército del cielo” hace referencia estrictamente a las estrellas y
los astros. En ninguna ocasión a los ángeles.
Uso en la Biblia de la expresión «ejército de los cielos»
La expresión “ejército de los cielos” se la encuentra en la Biblia once
veces, en once versículos bíblicos, y todas en el AT, a saber:
1 Reyes 22.19 “Entonces él dijo: Oye, pues, palabra de Jehová: Yo vi a
Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba junto a él,
a su derecha y a su izquierda.”
Referencia: Discutida.
Comentario:
No hay uniformidad entre los estudiosos respecto de la
referencia de la expresión “ejercito de los cielos” en este pasaje. Por
ejemplo, mientras que la «Biblia del peregrino de estudio» (de Luís Alonso
Schokel) la entiende como haciendo referencia a los astros del cielo, vistos
como personajes de un ejército celeste al servicio inmediato de del Señor;
por otro lado, la «Biblia de Jerusalén 1998» la interpreta como haciendo
referencia a los ángeles como conformando la corte de Yahvé. De todos
modos, es notorio el que prácticamente todas las versiones castellanas de la
Biblia hayan optado por evitar traducir por equivalencia dinámica la
expresión “ejercito de los cielos”.
2 Reyes 17.16 “Dejaron todos los mandamientos de Jehová su Dios, y se
hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también imágenes de Asera,
y adoraron a todo el ejército de los cielos, y sirvieron a Baal.”
Referencia: Las estrellas
2 Reyes 21.3 “Porque volvió a edificar los lugares altos que Ezequías su
padre había derribado, y levantó altares a Baal, e hizo una imagen de Asera,
como había hecho Acab rey de Israel; y adoró a todo el ejército de los
cielos, y rindió culto a aquellas cosas”.
Referencia: Las estrellas
2 Reyes 21.5 “Y edificó altares para todo el ejército de los cielos en los
dos atrios de la casa de Jehová”.
Referencia: Las estrellas
2 Reyes 23.4 “Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, a los
sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la puerta, que sacasen
del templo de Jehová todos los utensilios que habían sido hechos para Baal,
para Asera y para todo el ejército de los cielos; y los quemó fuera de
Jerusalén en el campo del Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Bet-
el”.
Referencia: Las estrellas
2 Reyes 23.5 “Y quitó a los sacerdotes idólatras que habían puesto los
reyes de Judá para que quemasen incienso en los lugares altos en las
ciudades de Judá, y en los alrededores de Jerusalén; y asimismo a los que
quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, y a los signos del zodíaco, y a
todo el ejército de los cielos.”
Referencia: Las estrellas
2 Crónicas 18.18 “Entonces él dijo: Oíd, pues, palabra de Jehová: Yo he
visto a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba a
su mano derecha y a su izquierda.”
Referencia: Los ángeles
2 Crónicas 33.3 “Porque él reedificó los lugares altos que Ezequías su
padre había derribado, y levantó altares a los baales, e hizo imágenes de
Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos, y les rindió culto.”
Referencia: Las estrellas
2 Crónicas 33.5 “Edificó asimismo altares a todo el ejército de los cielos
en los dos atrios de la casa de Jehová.”
Referencia: Las estrellas
Isaías 24.21 “Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de
los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra.”
Referencia: Discutida.
Comentario:
No hay uniformidad entre los estudiosos respecto de la
referencia de la expresión “ejercito de los cielos” en este pasaje. Por
ejemplo, mientras que la versión popular Dios Habla Hoy Biblia de estudio,
la entiende como haciendo referencia a los astros del cielo; el «Nuevo
Comentario Siglo 21» (Editorial Mundo Hispano) la interpreta como
haciendo referencia a los ángeles, cito: “El ejército de lo alto significaría en
algún contexto no otra cosa que “estrellas” (cf. 40.26); pero aquí, como
contraparte de los reyes de la tierra, sentenciados a prisión y a ser
castigados (cf. 2 Pedro 2.4) se refiere sin duda a los “espíritus de maldad en
los lugares celestiales” (Ef. 6.12). La referencia más completa a tales seres
en el AT la tenemos en Dan. 10.2-21; cf. tal vez Salmo 82.”
Por su parte, el «Comentario Bíblico San Jerónimo» la entiende como
haciendo referencia a las estrellas y los astros, cito: “21. Las huestes de los
cielos: El sol, la luna, las estrellas: cuerpos celestes que frecuentemente
recibían culto, incluso por parte de los israelitas (Deuteronomio 4.19; 2
Reyes 17.16).”
Isaías 34.4 “Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán
los cielos como un libro; y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la
parra, y como se cae la de la higuera.”
Referencia: Las estrellas
En resumen, de las once veces que aparece la expresión “ejército de los
cielos”, ocho hacen referencia a las estrellas; una hace referencia a los
ángeles, y en dos ocasiones su referencia está en discusión.
La expresión “ejércitos del cielo” (“ejército” en plural) sencillamente no
se la encuentra en la Biblia, y de eso está muy consciente Luís Berkhof, por
lo que dice “Es cierto que también en este caso se usa generalmente el
singular; pero ésta no es objeción grave…”
En conclusión, si bien encontramos en la Biblia la expresión “ejército del
cielo” (referencia sólo a las estrellas y los astros), así como la expresión
“ejércitos de los cielos” (a las estrellas, astros, incluso los ángeles); lo cierto
es que en ninguna ocasión se encuentra en la Biblia en plural («ejércitos del
cielo» o de los cielos», o «ejércitos del cielo o los cielos»).
Es claro que este factor es un serio obstáculo para la hipótesis de Luís
Berkhof de que la palabra “ejército” en «Jehová de los ejércitos» («Señor
de los ejércitos») no señala a Dios como un ser guerrero, vengador y
castigador; puesto que supuestamente lo señala más bien “como Rey de
Gloria, que está rodeado por ejércitos de ángeles, el Dios que gobierna el
cielo y la tierra por el bien de su pueblo, y que recibe gloria de todas sus
criaturas.”
En verdad resulta llamativo el que Luís Berkhof apelara al singular
“ejército de Israel” para tratar de descartar cualquier matiz violento de la
expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor de los ejércitos»); sin embargo,
no fuera consistente al ver que la palabra “ejército” tampoco se usa en
plural ni siquiera en una ocasión, en relación a las estrellas y astros, y con
relación a los ángeles.
De todos modos parece que efectivamente Berkhof fue consciente de
esta dificultad, aunque trató, sin éxito, de minimizarla, cito: “Es cierto que
también en este caso se usa generalmente el singular; pero ésta no es
objeción grave”. También reconoce Berkhof que “en tanto que a las
estrellas se les llama el ejército del cielo, nunca se les designa como el
ejército de Dios.”
Uso en la Biblia de la palabra «ejército» en conexión a la milicia del
pueblo de Israel
La expresión en singular, «ejército de Israel» apenas se la encuentra en
todo el AT en apenas seis ocasiones, en seis versículos bíblicos, a saber:
1 Samuel 28.19 “Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos
de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová
entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos”.
2 Samuel 20.23 “Así quedó Joab sobre todo el ejército de Israel, y
Benaía hijo de Joiada sobre los cereteos y peleteos”.
1 Reyes 2.5 “Ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que
hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasa
hijo de Jeter, a los cuales él mató, derramando en tiempo de paz la sangre de
guerra, y poniendo sangre de guerra en el talabarte que tenía sobre sus
lomos, y en los zapatos que tenía en sus pies.”
1 Reyes 2.32 “Y Jehová hará volver su sangre sobre su cabeza; porque él
ha dado muerte a dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató
a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general
del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá.”
2 Crónicas 25.7 “Mas un varón de Dios vino a él y le dijo: Rey, no vaya
contigo el ejército de Israel; porque Jehová no está con Israel, ni con todos
los hijos de Efraín.”
2 Crónicas 25.9 “Y Amasías dijo al varón de Dios: ¿Qué, pues, se hará
de los cien talentos que he dado al ejército de Israel? Y el varón de Dios
respondió: Jehová puede darte mucho más que esto.”
En cambio, la expresión, en plural, «ejércitos de Israel» nunca se usó en
la Biblia. No obstante, este hecho no valida la tesis de Berkhof, todavía hay
otros elementos a considerar y que el propio Berkhof ignoró.
En primer lugar, aunque Israel con la monarquía logró ciertos niveles de
unificación, lo cierto es que para antes de la monarquía, cada tribu contaba
con su particular y propio ejército, que no eran más que los mismos
hombres en el vigor de sus fuerzas. Ahora bien, es claro que en el período
de la conquista fue precisamente el contexto en que se desarrolló la idea de
«Jehová de los ejércitos» («Señor de los ejércitos»). Y en este contexto
precisamente es la idea del plural «ejércitos» la que domina. Consideremos
las pistas siguientes.
Números 10.13, 14, 18, 22, 25, 28.
“13Partieron la primera vez al mandato de Jehová por medio de Moisés.
14La bandera del campamento de los hijos de Judá comenzó a marchar
primero, por sus ejércitos; y Naasón hijo de Aminadab estaba sobre su
cuerpo de ejército.”
“18Luego comenzó a marchar la bandera del campamento de Rubén por
sus ejércitos; y Elisur hijo de Sedeur estaba sobre su cuerpo de ejército.”
“22Después comenzó a marchar la bandera del campamento de los hijos
de Efraín por sus ejércitos; y Elisama hijo de Amiud estaba sobre su cuerpo
de ejército.”
“25Luego comenzó a marchar la bandera del campamento de los hijos de
Dan por sus ejércitos, a retaguardia de todos los campamentos; y Ahiezer
hijo de Amisadai estaba sobre su cuerpo de ejército.”
“28Este era el orden de marcha de los hijos de Israel por sus ejércitos
cuando partían.”
Me parece muy pertinente aquí la opinión de R. de Vaux, cito: “Entre los
nómadas, el ejército no se distingue del pueblo: todo hombre en el vigor de
sus fuerzas puede tomar parte en expediciones de pillaje — razzias — y
debe estar dispuesto a defender contra el enemigo los bienes y los derechos
de su tribu, bajo la dirección del seih o de un jefe valeroso. Por lo regular,
cada tribu obra por cuenta propia, pero a veces varias tribus se unen para
una acción común. Existen costumbres de guerra y reglas de combate, pero
no hay organización militar estable. Es muy probable que sucediese esto
mismo cuando Israel hacía todavía vida seminómada, pero resulta difícil
reconocer la situación real a que se refieren las relaciones del Éxodo y de
los Números. La imagen de un pueblo en armas que sale de Egipto, Éxodo
12.37; 13,18; 14.19-20, que marcha y acampa en el desierto en formación
ordenada, Números 1.3,20,22...; 2.1-31; 10.11-28, es reflejo idealizado de
una época posterior en que el pueblo, ya unificado, era llamado a las armas
en caso de peligro nacional” («Instituciones del AT», páginas 292-293).
Ciertamente hay algunos textos que ponen en evidencia la fragilidad
militar de los hebreos frente a sus adversarios cananeos, por ejemplo:
“Y los hijos de José hablaron a Josué, diciendo: ¿Por qué nos has dado
por heredad una sola suerte y una sola parte, siendo nosotros un pueblo tan
grande, y que Jehová nos ha bendecido hasta ahora? 15Y Josué les
respondió: Si sois pueblo tan grande, subid al bosque, y haceos desmontes
allí en la tierra de los ferezeos y de los refaítas, ya que el monte de Efraín es
estrecho para vosotros. 16Y los hijos de José dijeron: No nos bastará a
nosotros este monte; y todos los cananeos que habitan la tierra de la llanura,
tienen carros herrados; los que están en Bet-seán y en sus aldeas, y los que
están en el valle de Jezreel. 17Entonces Josué respondió a la casa de José, a
Efraín y a Manasés, diciendo: Tú eres gran pueblo, y tienes grande poder;
no tendrás una sola parte, 18sino que aquel monte será tuyo; pues aunque es
bosque, tú lo desmontarás y lo poseerás hasta sus límites más lejanos;
porque tú arrojarás al cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea
fuerte” (Josué 17.14-18)
“Y Jehová estaba con Judá, quien arrojó a los de las montañas; mas no
pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros
herrados” (Jueces 1.19)
“Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy
grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac” (Números
13.28
“13Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros herrados, con
todo el pueblo que con él estaba, desde Haroset-goim hasta el arroyo de
Cisón” (Jueces 4.13)
En segundo lugar, el uso de la palabra «escuadrones» (en plural, hebreo
«maarajót», singular, «maarajáh»). Pasajes significativos son:
1 Samuel 17.8 “Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel,
diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el
filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un
hombre que venga contra mí.”
1 Samuel 17.26 “Entonces habló David a los que estaban junto a él,
diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el
oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que
provoque a los escuadrones del Dios viviente?”
1 Samuel 17.45 “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con
espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.”
Observación:
Por 1 Samuel 17.45 podemos ver que la expresión
«Jehová de los ejércitos» («Señor de los ejércitos») es equivalente a la
expresión «Dios de los escuadrones de Israel» («elojei ma‘arejót»; la
Septuaginta: «theú paratáxeos»).
En tercer lugar, a pesar de la negativa de Berkhof, lo cierto es que resulta
imposible pretender eliminar la imagen de un ser guerrero, vengativo,
castigador en el uso de la expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor de los
ejércitos») en los siguientes pasajes representativos:
1 Samuel 15.2 “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que
hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto.”
1 Samuel 17.45 “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con
espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.”
Salmo 46.7 “Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es
el Dios de Jacob. Selah” (idea que se repite en el versículo 11)
Isaías 1.24 “Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de
Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis
adversarios.”
Isaías 8.13 “A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro
temor, y él sea vuestro miedo.”
Isaías 31.4 “Porque Jehová me dijo a mí de esta manera: Como el león y
el cachorro de león ruge sobre la presa, y si se reúne cuadrilla de pastores
contra él, no lo espantarán sus voces, ni se acobardará por el tropel de ellos;
así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sion, y
sobre su collado.”
Jeremías 2.19 “Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán;
sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios,
y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.”
Jeremías 11.17 “Porque Jehová de los ejércitos que te plantó ha
pronunciado mal contra ti, a causa de la maldad que la casa de Israel y la
casa de Judá han hecho, provocándome a ira con incensar a Baal.”
Jeremías 11.20 “Pero, oh Jehová de los ejércitos, que juzgas con justicia,
que escudriñas la mente y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque
ante ti he expuesto mi causa.”
Jeremías 11:22 “Así, pues, ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que
yo los castigaré; los jóvenes morirán a espada, sus hijos y sus hijas morirán
de hambre.”
Jeremías 19.3 “Dirás, pues: Oíd palabra de Jehová, oh reyes de Judá, y
moradores de Jerusalén. Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He
aquí que yo traigo mal sobre este lugar, tal que a todo el que lo oyere, le
retiñan los oídos.”
Jeremías 29.17 “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí envío yo
contra ellos espada, hambre y pestilencia, y los pondré como los higos
malos, que de tan malos no se pueden comer.”
Malaquías 2.2 “Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi
nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros,
y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os
habéis decidido de corazón.”
Jueces 4.14-15 “14Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque este
es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido
Jehová delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil
hombres en pos de él. 15Y Jehová quebrantó a Sísara, a todos sus carros y a
todo su ejército, a filo de espada delante de Barac; y Sísara descendió del
carro, y huyó a pie.”
En cuarto lugar, la afirmación de que era «Jehová» («YHVH», «el
Señor») quien peleaba por Israel
Éxodo 14.25 “Y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó
gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel,
porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios”
Deuteronomio 3.22 “No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, él es el
que pelea por vosotros”
Josué 23.10 “Un varón de vosotros perseguirá a mil; porque Jehová
vuestro Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo”
1 Samuel 25.28 “Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa;
pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor
pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días”
2 Samuel 22.40 “Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; Has
humillado a mis enemigos debajo de mí” (paralelo Salmo 18.39)
Salmo 35.1 “Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden; Pelea
contra los que me combaten”
Nehemías 4.20 “En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta,
reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros”
En quinto lugar, la existencia de «el libro de las batallas de Jehová» («el
libro de las batallas de YHVH»)
A propósito, en el contexto de la llamada “guerra santa”, R. de Vaux
afirma: “En todos los pueblos antiguos, la guerra estaba asociada con actos
religiosos: se emprendía por orden de los dioses, o por lo menos con su
aprobación significada por los presagios, iba acompañada de sacrificios, se
llevaba a cabo con la ayuda de los dioses, que otorgaban la victoria y a los
que se daba gracias mediante la ofrenda de una parte del botín.
Las guerras de Israel son, en efecto, las guerras de Yahveh, 1 Sam 18.17;
25.28, y el Libro de tas guerras de Yahveh, Números 21.14, que se ha
perdido, cantaba la epopeya nacional. Los enemigos son los enemigos de
Yahveh, Jueces 5.31; 1 Samuel 30.26; cf. Éxodo 17.16. Antes de partir se le
ofrece un sacrificio, 1 Sam 7.9; 13.9, 12, pero sobre todo se le consulta,
Jueces 20.23, 28; 1 Samuel 14.37; 23.2, 4, por medio del efod y de las
suertes sagradas, 1 Samuel 23.9s; 30.7s, y Él es quien decide la guerra. Él
mismo marcha a la cabeza del ejército, Jueces 4.14; 2 Samuel 5.24; cf.
Deuteronomio 20.4” («Instituciones del Antiguo Testamento», páginas 346
y 357).
Finalmente, creo que también es oportuna aquí la opinión de Juan Luís
de León Azcárate que afirma: “La imagen de Yahvé como guerrero tiene
claras influencias del antiguo Oriente Próximo, y en particular de
divinidades cananeas como Baal y El. El ardor guerrero con que se describe
a Yahvé en Isaías 63-1-6, donde ejerce como «vengador de sangre» de su
pueblo Israel contra Edom, símbolo de todas las naciones enemigas de
Israel (compárese Isaías 34; Jeremías 49; Ezequiel 35-36, recuerda bastante
a un texto ugarítico que presenta a la diosa Anat igualmente como guerrera
y destructora… En el antiguo Oriente Próximo son frecuentes las
divinidades, tanto femeninas como masculinas, descritas con rasgos
guerreros” («Dignidad humana y violencia en el AT: el doble rostro de
Yahvé», Cuadernos de Teología Deusto, 2003, página 53, 54 y 55).
En consecuencia, ante el cúmulo de evidencias presentadas contra los
argumentos y la hipótesis de Luís Berkhof y otros, de que la palabra
«ejército» en la expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor de los
ejércitos») refiere más bien a los «ángeles» como el «ejército del cielo»; no
queda otra opción que afirmar, categóricamente, que el título (o “nombre”
según algunos) «Jehová de los ejércitos» o «Señor de los ejércitos»,
describe a Dios como un ser guerrero, violento, vengativo y castigador.
La expresión «Jehová de los ejércitos» y la historia deuteronomista
En su análisis de la teología de la historia deuteronomista (Josué, Jueces,
1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes), Antonio González Lamadrid sostiene: “La
caída del reino del norte en el año 722 y la del reino del sur en el año 587,
con las consiguientes deportaciones de las clases más cualificadas del
pueblo, significaron para Israel un rudo golpe con repercusiones de alcance
político, social, económico y sobre todo, religioso. Concretamente, la
destrucción de Jerusalén y el destierro a Babilonia herían profundamente la
conciencia israelita y planteaban un problema de fe. ¿No había
comprometido Dios su palabra a favor de la permanencia eterna de la
dinastía davídica? ¿No había refrendado con juramento la promesa de la
tierra? ¿No era Jerusalén ciudad santa e inviolable, elegida por el Señor
para hacer habitar en ella su nombre? Los hechos parecían desmentir todas
estas promesas. La decepción y el escepticismo minaban la fe israelita”
(«Historia deuteronomista y el Deuteronomio», en «Historia, Narrativa,
Apocalíptica», página 29).
Continúa Lamadrid diciendo: “Una vez establecida en Deuteronomio la
correlación fidelidad a alianza = permanencia en la tierra, infidelidad a la
alianza = expulsión de la tierra, ya tiene el deuteronomista en su mano una
buena vara para medir, para someter a examen la historia y ver si esta da o
no la medida. Es lo que va a hacer a lo largo de los libros de Josué, Jueces,
Samuel y Reyes. El balance final será claramente negativo. Desde la
entrada en Canaán hasta el destierro, la historia de Israel es una secuencia
creciente de infidelidades y transgresiones” (obra citada, página 31).
Ahora bien, en el contexto de la teología de la historia deuteronomista es
cuando vemos al Dios de Israel aparecer como el que lucha por su pueblo,
el que pelea por él y el que le otorga la tierra, por un lado; y por otro lado,
como el castigador de su pueblo, cuando éste ha faltado a la alianza.
No obstante, la pregunta es si posteriormente, en la historia del pueblo
hebreo, se mantendrían vigentes las premisas de la teología de la historia
deuteronomista.
Por ejemplo, la idea de Jehová (el Señor), como «Jehová de los
ejércitos» está ausente en el período de la rebelión macabea contra los
seléucidas (166 al 142 a.C.).
Por otro lado, Emil Ludwing Fackenheim («La presencia de Dios en la
historia»), sostiene: “La seriedad es puesta a prueba cuando uno se expone a
situaciones de crisis. La fe judía y el pensamiento rabínicos se vieron
puestos a prueba de manera incomparable cuando, el año 70 d.C., el Templo
fue destruido por Tito, y todavía más cuando, después de la revuelta de Bar
Kosba, Adriano transformó Jerusalén en una ciudad pagana (135 d.C.)…
Pero una respuesta obvia a este conflicto evidente había consistido siempre
en considerar el sufrimiento como castigo merecido, y en los primero libros
de la Biblia –sobre todo en Jueces –esta respuesta había parecido
completamente adecuada. Desde luego, esto ya no era así en los últimos
libros de la Biblia (el AT). Pero el libro de Job cuestiona esta respuesta sólo
en atención al individuo; y aunque el profeta Jeremías protesta contra la
prosperidad del malvado (Jeremías 12.1), también es capaz de ver la
destrucción del primer Templo como un castigo querido por Dios, y al
tirano Nabucodonosor como azote de la ira de Dios e instrumento suyo
(Jeremías 25.9; 27.6; 43.10). No obstante, ningún rabino describió a Tito
como instrumento de Dios. Ningún rabino entendió la paganización de
Jerusalén como un suceso querido por Dios” (página 52).
También sostiene Fackenheim: “Así, la segunda destrucción del Templo,
como la primera, fue considerada como un caso de castigo merecido; y el
castigo, entonces, como antes, se hizo soportable porque el arrepentimiento
terminaría con el exilio del mismo modo que el pecado lo había causado.
Sin embargo, el vasto imperio romano era absurdamente desproporcionado
en relación a los pecados de un puñado de judíos; y el arrepentimiento de
ese puñado se había de atribuir ridículamente consecuencias en el plano de
la historia universal. Considerada en sí misma y absolutizada, esta respuesta
era completamente inadecuada; estaba abocada a producir la opinión de que
Dios había destruido su santuario sin causa justificada, y que ahora se
hallaba distante e indiferente. El concepto de pecado era insuficiente para
explicar el curso de los acontecimientos” (obra citada, página 53).
Con relación al holocausto, en el que también parece estar ausente la
idea de «Jehová de los ejércitos» («Señor de los ejércitos»). Fackenheim
afirma: “Y aunque sea un hecho documentado que incontables judíos
piadosos murieron en Auschwitz con el Shemá Israel en los labios, no está
menos documentado el hecho de que, aunque las máquinas nazis de
asesinar en ocasiones se estropeaban, los asesinos no” (obra citada, página
124).
La expresión «Jehová shalóm» («Adonay shalóm»)
Ante la cruda realidad admitida con relación a las ideas que
originalmente se asocian con la expresión «Jehová de los ejércitos» («Señor
de los ejércitos»), es posible que algunas personas piensen que, por lo
menos, existe una expresión que viene a ser, quizás, su principal antítesis, o
sea, «Jehová shalóm» («Adonay shalóm»), que igualmente tiene presencia
en la Biblia.
Ahora bien, llama la atención que ante las 259 veces en que se encuentra
en la Biblia la expresión «Jehová de los ejércitos», «Señor de los ejércitos»
(sólo en el AT); la expresión «Jehová shalom» («Adonay shalóm»: el Señor
es mi paz), sólo curre una sola vez en toda la Biblia (igualmente en el AT).
Pues bien, esa única presencia la encontramos en Jueces 6.24, cito: “Y
edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom («Adonay
shalóm»); el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas.” Por su
parte, la Septuaginta tradujo aquí «’Eiréne kuriú»: «la Paz del Señor».
Por otro lado, es cierto que en la Biblia hebrea (el texto hebreo
masorético), encontramos la expresión hebrea «Adonay shalóm» en otros
dos textos: Jueces 6.23 y Jeremías 23.17. Lo interesante es que en estos dos
últimos textos, la expresión tiene más bien un uso distinto y no propiamente
afirmativo, en otras palabras, que no se usa dicha expresión para describir el
carácter de Dios.
Consideremos, en primer lugar, a Jueces 6.23: “Pero Jehová le dijo: Paz
a ti; no tengas temor, no morirás”. En este pasaje, según la sintaxis común
del hebreo, el orden es el siguiente: “Dijo a él, Adonay (YHVH) shalóm
(paz) lejá (a ti)”. En consecuencia, vemos que ocurren juntas “YHVH”
(Adonay) y “shalóm” (paz), pero en realidad no, pues al entender la sintaxis
hebrea, lo que vemos en realidad es: “Adonay le dijo: shalom lejá, o sea,
“paz a ti” (la paz sea contigo). La Septuaginta: «éipen autó kúrios Eiréne
soí», o sea, “le dijo a él, el Señor: Paz a ti” (la paz sea contigo).
Analicemos ahora el segundo texto, o sea, Jeremías 23.17 “Dicen
atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera
que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre
vosotros.”
Aquí se da exactamente la misma situación que en Jueces 6.23. En
realidad en el texto hebreo se ven juntas, una detrás de la otra, las palabras
«Adonay» y «shalóm» (paz). Pero en realidad, sintácticamente no van
juntas, pues la idea que comunica el hebreo es más bien: «Adonay» dijo:
«shalóm» (paz) tendréis.
En conclusión, «Adonay shalóm» (el Señor es paz), una sola mención en
toda la Biblia, en el AT, no compite con «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»), «Señor de los ejércitos» (259 menciones igualmente en la Biblia,
sólo en el AT).
Análisis y consideración de la expresión «Dios de paz» («jo theós tes
eirénes») en el Nuevo Testamento
Esta es una expresión propia del NT, no se la encuentra en el AT. Ocurre
seis veces en el NT. También es legítimo agregar a esta lista dos pasajes que
de una manera indirecta hacen referencia a la misma idea (1 Corintios 14.33
y 2 Tesalonicenses 3.16). A continuación los pasajes donde se la encuentra.
Romanos 15:33 “Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén.”
Romanos 16.20 “Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo
vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.”
2 Corintios 13.11 “Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos,
consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de
amor estará con vosotros.”
Filipense 4.9 “Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí,
esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.”
1 Tesalonicenses 5.23 “Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.”
Hebreos 13.20 “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro
Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto
eterno.”
1 Corintios 14.33 “Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.”
2 Tesalonicenses 3.16 “Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en
toda manera. El Señor sea con todos vosotros.”
Conclusiones:
1) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los
ejércitos», describe y presenta a Dios como un ser violento, guerrero,
vengativo y castigador.
2) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los
ejércitos», surge y se explica muy bien dentro de la teología de la historia
deuteronomista (Josué, Jueces, Samuel y Reyes).
3) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los
ejércitos», tiene una destacada prominencia en la historia deuteronómica
(Josué, Jueces, Samuel y Reyes), en el contexto de la «guerra santa» en el
período de la conquista de Canaan por el pueblo hebreo.
4) El uso posterior de dicha expresión evoca algunas reminiscencias
relacionadas con el período de la conquista y el establecimiento del pueblo
hebreo en las tierras de lo cananeos, como parte de su historia patria.
5) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los
ejércitos», es propia del Antiguo Testamento. Las 259 veces en que ocurre
en la Biblia, ni una sola se halla en el Nuevo Testamento.
6) Hay en el Nuevo Testamento una expresión equivalente a «YHVH
tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los ejércitos», y es «Señor de los
ejércitos» (el griego: «kúrios sabaóth»). A esta se la encuentra en el NT en
apenas dos ocasiones, Romanos 9.29 y Santiago (Jacobo) 5.4.
7) La imagen de «YHVH» como guerrero tiene claras influencias del
antiguo Oriente Próximo, y en particular de divinidades cananeas como
Baal y El.
8) El ardor guerrero con que se describe a «YHVH» en Isaías 63-1-6,
donde ejerce como «vengador de sangre» de su pueblo Israel contra Edom,
símbolo de todas las naciones enemigas de Israel (compárese Isaías 34;
Jeremías 49; Ezequiel 35-36, recuerda bastante a un texto ugarítico que
presenta a la diosa Anat igualmente como guerrera y destructora.
9) La expresión «Adonay shalóm» (el Señor es paz), con una mención en
la Biblia (en el AT), no compite con «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»),
«Señor de los ejércitos» (259 menciones en todo el AT, y dos equivalentes
en el NT).
10) La historia del pueblo hebreo, al margen de los relatos de la
conquista dentro de la historia deuteronómica; no parece confirmar la idea
de «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los ejércitos».
11) No todo el AT comparte las premisas de la historia deuteronomista
respecto a la ley de la retribución, idea que supone que la fidelidad del
pueblo habrá de traerle tiempos de paz y prosperidad; pero la infidelidad,
tiempos difíciles y catastróficos.
12) Tampoco parece probar este concepto la historia posterior a los
tiempos del AT.
13) A la luz de los datos del NT, comenzando por la actitud de Jesús
frente a la violencia (especialmente en el sermón de la montaña, y el tenor
general de su doctrina), seguida por el uso de la expresión «Dios de paz»
(«jo theós tes eirénes»), que es propia del NT; los cristianos estamos
llamados a asumir una postura crítica a la insistencia del empleo actual y
futuro de la expresión «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los
ejércitos», expresión que, por cierto, no formó parte del vocabulario de
Jesús.
14) Una cosa es reconocer que la expresión «YHVH tsebaót» («Adonay
tsebaót»), «Señor de los ejércitos», real y efectivamente tiene una verdadera
presencia en la Biblia (y muy notable por cierto, hecho que nadie puede
negar); y otra cosa, pretender justificar su uso hoy, ignorando el contexto en
que surgió y las ideas que originalmente se asociaban con ella.
15) La expresión «YHVH tsebaót» («Adonay tsebaót»), «Señor de los
ejércitos», está estrechamente ligada a la llamada ley de la retribución,
concepto que entra en crisis en la Biblia misma (Job y Eclesiastés, por
ejemplo); idea que, por cierto, fue recibiendo un matiz radicalmente
escatológico.
16) La historia del pueblo hebreo como tal y la historia de la fe cristiana,
ponen bajo serio cuestionamiento la idea de que «el Señor», el Dios de la
Biblia, sea precisamente violento, castigador, guerrero y vengativo.
17) Ciertamente no es justificable el apelar hoy a los relatos de la
historia deuteronómica de la conquista, con todas sus tramas y luchas
cruentas, para justificar la violencia hoy. No importa quién (persona o grupo
humano) pretenda ejercerla y sobre quién (persona, grupo humano, ser vivo
animal o vegetal, en fin el medio ambiente en general, etc.) pretenda
ejercerla.
Conclusión final:
La imagen de Dios sustentada por Jesús es la de un
Dios perdonador, misericordioso, y bondadoso. Un Dios que es capaz de
sustentar su creación de manera bondadosa, y que hasta hace salir el sol, y
hace la lluvia caer sobre justos e injustos, malos y buenos (Mateo 5.43-48).
Desde la perspectiva de Jesús, estamos llamados a ser constructores de
paz, pacificadores, y misericordiosos (Mateo 5.7 y 9).
Por su parte, Jacobo (Santiago) nos invita a evitar incluso el maldecir a
nuestro semejante, sobre la base de que, al margen de las diferencias de
color, raza, religión, credo, cultura, ideología, sexo, etc.), todos los seres
humanos hemos sido creados a la imagen del creador (Santiago 3.9).
Finalmente, una muestra indiscutible, en el contexto cristiano, de que
conocemos a Dios y nos preocupamos por guardar sus mandamientos, es
precisamente el hecho de mostrar un amor genuino por nuestros semejantes;
al fin y al cabo, para la teología joánica, Dios es amor. Y la violencia, no
importa su tipificación, es contraria al amor:
“7Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo
aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8El que no ama, no ha
conocido a Dios; porque Dios es amor. 9En esto se mostró el amor de Dios
para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para
que vivamos por él. 10En esto consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su
Hijo en propiciación por nuestros pecados. 11Amados, si Dios nos ha
amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. 12Nadie ha
visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en
nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros” (1 Juan 4.7-12; 1 Juan
3.11-18).
“20Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es
mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede
amar a Dios a quien no ha visto? 21Y nosotros tenemos este mandamiento
de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4.20-21).
Nota al margen:
Dado que inicié este trabajo haciendo cierta referencia
al conflicto occidente versus cultura islámica, si bien el conflicto entre USA
y Al-Qaida no es propiamente un conflicto entre occidente y el Islam. De
todos modos, no es menos cierto que ese es el enfoque que muchas veces se
le da, por un lado; mientras que, por el otro, parece imposible despejar del
todo algunos prejuicios que tiene occidente respecto de la cultura islámica,
y viceversa. No quiero, pues, concluir sin hacer algunas puntualizaciones
respecto de este problema.
Al respecto, Giovanni Sartori («La democracia en 30 lecciones»)
plantea: “El nudo que hay que deshacer es- en última instancia-, cuál de los
dos es el invasivo, si el Islam respecto a Occidente, u Occidente respecto
del Islam” (página 115).
Continua Sartori diciendo: “Mi idea es que, sin querer, los invasores
iniciales e iniciadores fuimos nosotros. Es una tesis que recojo de Toynbee,
el mayor experto en la cuestión, que escribe lo siguiente: «Por primera vez
en la historia de la humanidad surgió una civilización de carácter planetario
que no conoce fronteras. Su potencia de expansión es prácticamente
ilimitada, lo que la convierte, más allá y al margen de cualquier intención,
en intrínsecamente imperialista». Sigo citando: «La civilización occidental
ha asediado literalmente a las demás civilizaciones y las ha colocado ante
un desafío de enormes proporciones que posee la capacidad de agredir el
código genético de las ‘culturas ajenas’» (páginas 115 y 116).
Respecto a la visión de Occidente de este problema, Giovanni Sartori
concluye: “La respuesta de Occidente a este problema es en parte
contraproducente y en parte ingenua. Me refiero a la idea de que nosotros
tenemos que encargarnos de la misión civilizadora de instalar la democracia
en tierras islámicas. Así, mientras nos convencemos a nosotros de que
tenemos que liberar al Islam, el musulmán percibe esa liberación como una
agresión –destrucción cultural” (páginas 116 y 117).
¡Dios nos ayude a amarnos, no de labios, sino de corazón, y a expresar
este amor en relaciones saludables y pacíficas con nuestros semejantes, así
también con los animales, la vegetación y en general con todo el medio
ambiente!
(6)
La transliteración «Jehová», ¿una indicación y señal de
“desgracia”?
La razón de este breve artículo se encuentra en una pregunta que me
formuló un apreciado contacto, por supuesto, sin malicia alguna de su parte,
ante mi publicación titulada: “«Jehová», empleado como traducción, porque
lo necesita una organización”. La pregunta en cuestión fue: ¿qué hay de
cierto en la aparente etimología: «je» («he aquí») y «hova» («desgracia»)?
A continuación, mi respuesta.
Ciertamente existe en el hebreo la partícula «je’»,  formada por una «he»
(por lo general transliterada con una «h», pero con el valor fonético de una
«j»), seguida de la vocal «e», sere, y por la «alef»), la cual es una
interjección con el sentido de: ¡He aquí!, ¡Miren! (presente en Génesis
47.23; y en Ezequiel 16.43).
También es parte del vocabulario del Tanaj la palabra «jováh»:
desgracia, desastre. Está conformada la palabra «jováh», por la letra «he»
ya explicada, por la vocal «o», jolem no plena, por la «va» (v), por la vocal
«a», qames, y de nuevo por la «he» (presente en Isaías 47.11; Ezequiel
7.26). 
Ahora bien, cuando se observa que si bien fonéticamente la unión
artificial de la interjección «je’» y la palabra «jováh», suena muy similar a
«Jehová»; no es menos cierto que en nada se relacionan, dado que la
transliteración «Jehová» jamás resulta de la combinación de las dos
palabras explicadas, sino más bien y estrictamente de la vocalización con
que aparece «YHVH» en el llamado «Textus Receptus» de la Biblia
Hebrea, o sea, «YeHoVaH», vocalización que no recibe del todo en el
Códice de Leningrado B19 (ya que en éste no se incluye la vocal «o»,
jolem), texto base de la actual Biblia Hebrea desde 1937, a partir de la
tercera edición de la llamada Biblia Hebraica de Kittel, y de la actual Biblia
Hebraica Stuttgartensia.
En suma, por desagradable, inexacta y repudiable que le pueda parecer la
transliteración «Jehová»; no obstante, carece de todo fundamento la
supuesta  etimología que sugiere que «Jehová» es señal e indicación de
desgracia e infortunio: ¡He aquí desgracia!
Finalmente, insisto en que la vocalización de «YHVH», tanto en el
«Textus Receptus» de la Biblia Hebrea (el texto base y reproducido por las
dos primeras ediciones de la Biblia Hebrea Rabínica, y por las dos primeras
ediciones de la Biblia Hebraica de Kittel), así como en el actual texto
hebreo base para el Tanaj y la Biblia Hebraica Stuttgartensia, el Códice de
Leningrado B19; es que la vocalización de «YHVH»  es un “quere
perpetuo”, que sugiere una lectura distinta, a lo que realmente está escrito,
en suma, una traducción, no su transliteración. 
Además, y de manera conveniente, especialmente para la teología
cristiana, llama la atención la trascendencia de la palabra «theós» en el NT
para hacer referencia al Dios del Tanaj, pero «kúrios» para hacer referencia
a Jesucristo (en la línea de Romanos 10.9); en tal sentido, es indiscutible
que seguir la recomendación y tradición masorética, tradición puesta de
manifiesto previamente en la Septuaginta, de asumir la vocalización de
«YHVH» para leer “Adonay” y traducir “kúrios”, es particularmente vital
para las pretensiones cristianas, y para su vocabulario teológico y
cristológico.
Bibliografía recomendada:
«Biblia Hebraica Stuttgartensia».
«Biblia Hebraica» de Kittel (su tercera edición).
«Diccionario bíblico hebreo-español», de Luís Alonso Schokel, Editorial
TROTTA.
«Diccionario de Hebreo Bíblico», de Moisés Chávez, Editorial Mundo
Hispano.
La Biblia Hebreo-Español (dos volúmenes), en representación del
«Textus Receptus» de la Biblia Hebrea.

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