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ARTÍCULO 32:
ARTÍCULO 22:
ICESIBIBLIOTECA
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111080976
EDICIONES PIRAMIDE
Director:
José A. Forteza Méndez
Catedrático de Psicología del Trabajo
de la Universidad Complutense de Madrid
Figura 5.1.-a) Peleas de anémonas, b) poliquetos. c) ciervos volantes. d)ranas, e) varanos, f)gallos y
g) cebras. Modificado de Huntinford y Turner (1987): Animal Conflict, Londres: Chapman and Hall.
O Ediciones Pirámide
Agresión 189
1. Hinde (1970, pág. 335) considera que la agresión «...se refiere a la con-
ducta dirigida a otro individuo que puede producirle un daño físico y que
frecuentemente tiene como consecuencia el establecimiento de estatus, or-
den de precedencia, o acceso a algún objeto o distancia espacial entre los
dos».
2. Wilson (1980, pág. 595) la ha definido como un «acto físico o movimiento
de amenaza por parte de un individuo, que reduce la libertad o la eficacia
biológica de otro)).
3. Para Baron (1977, pág. 7), «la agresión es cualquier conducta que tenga el
O Ediciones Pirámide
1 90 Etologb: bases biol6gicas de b conducta animal y humana
objetivo de hacer daño o herir a otro ser vivo, el cual es motivado a evitar
este trato»
4. Immelmann (1983, pág. 115) de forma más extensa afirma que «el ataque
y la lucha se denominan "comportamiento agresivo" en un sentido amplio,
la base motivacional se llama "preparación para la agresión", "agresividad"
o "impulso agresivo". El comportamiento agresivo puede darse tanto en el
seno de una especie como entre especies. La agresión interespecífica in-
cluye la defensa (antipredadora), reacción y competición. Por el contrario,
la causa de la agresión intraespecífica es sólo la competición. Además de
partes del ambiente físico, el conjunto de objetos competitivos incluye
también a los conespecíficos, es decir, compañeros reproductores».
TABLA 5.1
ClaslJicación de la conducta agresiva según Moyer (1968)
Tipo de agresión Agente causante
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Agresión 191
CUADRO 5.1
Las cuatro preguntas básicas d e la Etología
5 . 2 . 2 . Etología clásica
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194 Etología: bases biológicas de la conducta animal y humana
Desde hace muchos siglos se conoce que la castración produce una reducción
de la conducta agresiva. En estudios clásicos como el de Allee, Collians y Luther-
man (1939) con aves de corral, se encontró una correlación positiva entre la dosis
administrada de una hormona gonadal de los machos, la testosterona propionato,
y la lucha iniciada contra otros animales más dominantes. Según avanzaron las
técnicas hormonales se hicieron otros muchos estudios sobre la influencia de la tes-
tosterona y otras hormonas gonadales en la conducta agresiva; pero también se es-
tudió la influencia de otras hormonas, como las producidas en el sistema hipofisia-
rio-suprarrenal.
tará de una forma agresiva. Por eficacia o eficacia genética entendemos la contri-
bución de un genotipo de la población a la siguiente generación, siempre en rela-
ción a la contribución relativa de otros genotipos. Por definición, este proceso de
selección natural lleva eventualmente a la prevalencia de aquellos genotipos de
mayor eficacia (Wilson, 1980).
Siguiendo el imperativo biogénico, cada individuo pasa tantos genes como puede
a las generaciones futuras, es decir, cada individuo intenta maximizar su eficacia.
En general, el proceso mediante el que se alcanza esta «meta» es la reproducción;
pero también apoyando la reproducción de los parientes genéticos más próximos.
Ya que hay una variación genética y, por tanto, fenotípica entre los individuos de
una población y, ya que las posibilidades de reproducción están limitadas por la
asequibilidad de los recursos (alimento, agua, pareja, etc.), los individuos deben
competir y algunos serán más exitosos que otros. Su fenotipo y el genotipo subya-
cente se dice que son más adaptativos y serán transferidos a la siguiente genera-
ción, asegurando su presencia en la población más que los genotipos menos exi-
tosos. En la larga historia evolutiva, mediante el proceso de selección natural, las
frecuencias génicas fueron cambiando y se optimizaron aquellos fenotipos. Este
proceso no está restringido a la morfología o fisiología. La conducta, como cual-
quier otro fenotipo, se considera resultado de un largo camino filogenético y está
sujeta al creativo y optimizante proceso evolutivo. La conducta es el aspecto visi-
ble de la actividad de las estructuras neurobiológicas que se nutren de y organizan
la información del ambiente físico y social. Si los procesos nerviosos están impli-
cados en las emociones, expresiones faciales, aprendizaje, procesos cognitivos o
pautas de interacción social, etc., todo ello no surge de la nada. Ellos tienen tam-
bién un pasado evolutivo y una base genética. Esto es importante porque la selec-
ción natural sólo puede operar en la evolución de los caracteres conductuales en la
medida en que existan o hayan existido en el pasado otras alternativas conductua-
les y estas diferencias deben ser o deben haber sido heredables. En otras palabras,
una proporción de la variación debe tener un origen genético y algunas alternati-
vas deben conferir mayor éxito reproductivo que otras.
Todo aquello que incremente la eficacia, es decir, que capacite al individuo a
pasar sus genes a las generaciones futuras, sea una estructura morfológica o una
pauta de conducta particular, es probable que sea favorecido por la selección na-
tural. Para maximizar su eficacia, sin embargo, los individuos tienen que resolver
algunos problemas. Los más importantes de todos son sobrevivir y reproducirse (o
ayudar a sus parientes a reproducirse). Los individuos deben protegerse a sí mis-
mos (y a sus hijos si los tienen) contra los predadores, parásitos y enfermedades.
Deben encontrar comida y otros recursos esenciales y, aun, encontrar una pareja.
Ya que los recursos como alimento y comida están limitados, la competición por
el acceso a esos recursos es inevitable. Para sobrevivir y reproducirse, un individuo
tiene que proteger su vida de un predador y, a menudo, reducir la libertad de otros,
consiguiendo suficiente para él de ese recurso limitado. En cada caso surge un con-
flicto entre individuos egoístas. La conducta agresiva se considera una solución muy
común, aunque no la única, para tratar estos conflictos.
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196 Etología: bases biológicas de la conducta animal y humana
5.3.1. Competición
5.3.1 .1 . Territorialidad
Recurso
Territorios de
alimentación y reproducción
reproducción
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1 98 Etología: bases biológicas de la conducta animal y humana
Figura 5.3.-a) Posturas de dominante y b) subordinado en lobos (Canis lupus). Modificado de Zimen
(1990): Der Wolf;Munich: Knesebeck y Schuler.
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Agresión 199
tienen reservas almacenadas para el embrión (el mejor ejemplo nos lo proporciona
el huevo de las aves). En el caso de los mamíferos las hembras proporcionan ali-
mento a los embriones durante la gestación y posteriormente durante la lactancia.
En contraste con las hembras, los machos producen por regla general gametos muy
pequeños. Para los machos podría ser muy ventajoso abandonar a la hembra des-
pués de la inseminación y buscar otras hembras, en lugar de cuidar a los hijos. Este
desequilibrio hace de las hembras un recurso limitado para los machos y, por con-
siguiente, es más probable que los machos compitan por las hembras que al re-
vés. Hay excepciones a esta regla general como en el caso de los falaropos (Pha-
laropodidae) en los que los machos son el sexo que contribuye más al cuidado de
los hijos, siendo exclusivamente ellos los que incuban los huevos y protegen a los
pollos.
Darwin (1 87 1) consideró la competición entre machos como una parte, junto
con la elección de la hembra. de las presiones relativas a la selección sexual (véase
sección 6.1). Los machos se seleccionan por su capacidad para competir de forma
exitosa por las hembras. Muchas características morfológicas y fisiológicas, como
el dimorfismo en tamaño, armas especializadas (astas y cuernas de los ungula-
dos, Geist, 1978; caninos en primates, Clutton-Brock y Harvey, 1984) y la ma-
yor agresividad serían así consecuencia de la selección sexual. La forma que ad-
quiere la competición sexual entre los machos, al ser una competición por los
recursos. es influida por la distribución en espacio y tiempo de las hembras con-
ceptivas. Si las hembras tienen que concentrarse en ciertos lugares, un macho
podría obtener beneficios reproductores si fuera capaz de monopolizar un grupo
de hembras. Por ejemplo, las hembras de los elefantes marinos (Mirounga an-
gzistirostris) se reúnen para parir o aparearse en algunos lugares de las playas de
la costa sudamericana del Atlántico. La competición entre los machos es muy
aparente porque aquellos que sean exitosos pueden llegar a tener un grupo de
hasta 40 hembras (Le Boeuf 1974). Por el contrario, si las hembras son solita-
rias o se encuentran muy dispersas, un macho no tendrá la posibilidad de cui- .
dar un grupo de ellas (por ejemplo, orangutanes, Pongo pygmaeus, Kodman y
Mitani, 1987). Darwin (1 87 1) no tuvo en cuenta la competición entre hembras,
pero en estudios más recientes se han encontrado evidencias de que, al menos
en algunas especies, también existe la competición agresiva entre hembras por
el acceso a los machos (por ejemplo, geladas, Therophitecus gelada, Dunbar y
Sharman, 1983; papiones de desierto, Papio hamadryas, Zinner, Schwibbe y
Kaumanns, 1994).
Además de la lucha, hay otras formas de competición sexual. Entre machos,
por ejemplo, la competición sexual puede consistir en la remoción del esperma
de un rival antes del apareamiento (libélulas del género Calopterix, Waage, 1979),
competición directa entre espermas (en muchas especies, ver Smith, 1984; Birk-
head y Muller, 1992; incluyendo humanos, Baker y Bellis, 1993a, 1993b), tapo-
nes copulatorios (roedores, Dewsbury, 1984), e inhibiciones olfatorias de la
concepción y gestación (ratones, Bruce y Parrot, 1960). Entre hembras, la
competición sexual puede llegar a adquirir la forma de una supresión de la acti-
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200 Etología: bases biológicas de la conducta animal y humana
vidad reproductora de otras hembras como ocurre en los primates del Nuevo
Mundo de la Familia Callitrichidae (Abbot, 1987; Peláez, Sánchez y Gil-Bur-
mann, 1996).
El infanticidio cometido por los machos es otra forma de competición sexual
que no implica una lucha abierta entre oponentes pero que elimina los descendien-
tes de otros machos predecesores. En mamíferos, las hembras generalmente no
conciben mientras amamantan a las crías. Si un macho intruso gana luchando
contra otro macho, una hembra o un grupo de ellas, frecuentemente mata a las
crías que son todavía dependientes, consiguiendo así acortar el tiempo que tiene
que esperar hasta que la hembra vuelva a estar en estro y pueda concebir de nuevo.
Se ha descrito el infanticidio por machos en un buen número de especies, inclu-
yendo a varios primates (por ejemplo, Hausfater y Hrdy, 1984).
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l
Agresión 201
Otro tipo de conflicto se produce entre padres e hijos cuando la inversión que
realizan en su descendencia actual reduce sus posibilidades futuras de reproduc-
ción (Trivers, 1974). Para ahorrar tiempo y energía para una segunda camada, los
padres, por ejemplo, disminuyen la alimentación que proporcionan a los hijos
cuando éstos han alcanzado un cierto estado de desarrollo. El interés de los jóvenes
es, sin embargo, prolongar el cuidado de los padres. En un gran número de espe-
cies de mamíferos, las madres reaccionan agresivamente contra su propia descen-
dencia durante el destete. Las madres llegan a amenazar a sus crías, las apartan e
incluso las golpean y muerden (por ejemplo, en ptimates, Nicolson, 1987).
i
202 Etología: bases biológicas de la conducta animal y humana
Contestar esta pregunta no debería ser difícil después de lo que hemos visto so-
bre los proceso de selección natural. Un animal será agresivo siempre y cuando
esta estrategia incremente su eficacia. A primera vista, esto parece un tema fácil de
resolver. Sin embargo, la «decisión» de ser agresivo está influida por muchos fac-
tores. En primer lugar, el animal se encuentra rodeado por un número de cones-
pecíficos que intentan incrementar, a su vez, su propia eficacia. Así, la estrategia
del individuo depende de lo que los otros estén haciendo. En segundo lugar, el
mismo recurso no tiene el mismo valor para todos los individuos. Un agresor gasta
tiempo y energía que podría invertir en otras actividades muy importantes como
comer, aparearse o vigilar a los predadores. Por tanto, ser agresivo implica costos
en términos de eficacia (riesgo de sufrir heridas, morir, o gastar energía y tiempo);
costos y beneficios que pueden variar entre individuos. En tercer lugar, cualquier
animal tiene que valorar la habilidad de lucha de su oponente y cuándo, al encon-
Figura 5.4.-Jirafas (Girulfa cam&purdis) macho luchando con el cuello (necking). Modificado de Estes
(1991): The Behavior Guide to Afiican A44ammals,Berkeley: Univ. California Press.
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Agresión 203
trarse en una posición de debilidad, la cosa se pone fea y debe rehuir la lucha o
abandonarla.
Muchos conflictos animales son ejemplo de competición de tipo contienda en
la que dos individuos se encuentran y compiten por un recurso. En casos como
éste, tiende a haber una confrontación directa en forma de lucha. Aunque las luchas
pueden ser algunas veces viciosas en los animales, en general las disputas se con-
ciertan antes de que se llegue a producir un daño serio. ¿Por qué los animales
conciertan frecuentemente las contiendas mediante exhibiciones (displays), antes
de llegar a una lucha a muerte? Como no vamos a responder esta pregunta recu-
rriendo a argumentos de selección de grupo, tenemos que buscar cuáles son los
costos y beneficios de la lucha para los individuos. La teoría de los juegos ha sido
de gran utilidad para explora los factores que influyen en la evolución de las con-
tiendas.
Otro factor importante se refiere a la habilidad para luchar que tienen los con-
tendientes. Uno de ellos puede tener alguna ventaja intrínseca como un mayor ta-
maño, mejores armas, o más experiencia en la lucha. Un animal que es capaz de
valorar el poder de la posesión de un recurso (resource holding power o RHP; Par-
ker, 1974) del oponente en relación con el suyo propio tendrá una evidente ventaja
porque puede decidir si le conviene abandonar la lucha antes de resultar herido
por un conespecífico más fuerte. En muchos casos el tamaño es un buen indicador
del RHP (por ejemplo, ciervos, Cervus elaphus; Clutton-Brock, Guiness y Albon,
1982), pero, en otros casos, las armas son indicadores más importantes (por ejem-
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204 Etología: bases biológicas de la conducta animal y humana
plo, muflones, Ovis musimon; Geist, 1966). Así resulta obvio por qué, en muchos
casos, los contendientes interrumpen la confrontación después de señalar su RHP
mediante una exhibición. Las exhibiciones entre machos del tipo sacudir los ár-
boles jóvenes, lanzar piedras y ramas (chimpancés, Pan troglodytes; Goodall, 1968)
o exhibiciones de brincos (langures hanuman, Presbitys entellus; Sommer, 1985)
pueden proporcionar una información del RHP de los contendientes. Si hubiese
alguna asimetría en RHP, la confrontación probablemente terminaría sin que fuera
en aumento. Las señales de RHP son esencialmente honestas, porque los caracte-
res como tamaño, fuerza y armas son altamente costosos y difícilmente imitables.
TABLA 5.2
Matriz dos por dos de los encuentros entre halcones y palomas
(según Maynard Smith, 1976)
Pagos:
Ganador +50 Herida - 100
Perdedor O Exhibición (amenaza) -10
Halcon Paloma
Jugador: Halcón ]/2(50) + l/2(-100) = -25 +50
Jugador: Paloma O %(50 - 10) + %(-lo) = +15
Halcón juega con halcón: asumimos que la mitad de las ocasiones gana y la otra mitad
pierde y resulta herido. La ganancia promedio de halcón es:
(5012) + (- 10012) = -25
Halcón juega con paloma: halcón siempre gana a paloma. La ganancia promedio de hal-
cón es:
+50
Paloma juega con halcón: contra halcón siempre paloma abandona sin heridas. La ganan-
cia promedio de paloma es:
o
Paloma juega con paloma: asumimos que siempre se produce una exhibición de ame-
naza, ganando la mitad de las ocasiones. La ganancia promedio de paloma es:
[(50 - 10)/2] + (- 1012) = + 15
CUADRO 5.2
Estrategia y Estrategia Evolutivamente Estable
Estruteglu
Estrategia es una forma de acción específica (la cual puede tomar una o varias for-
mas alternativas de acción).
E.ctruteglu Evolutrvamente Estable (ESS)
Una ESS es una estrategia que cuando se adopta por la mayoría de los miembros
de una población no puede ser invadida por ninguna otra estrategia (alternativa) en
el juego. En otras palabras, en las condiciones actuales, la selección natural no alte-
rará las frecuencias de su ocurrencia en la población. La ESS es un resultado pasivo
de la selección natural que tiene la apariencia de una estratagema utilizada por los
genes para incrementar su número a expensas de otros genes.
Téngase en cuenta que la ESS no es necesariamente la estrategia que proporciona
mayores pagos de promedio; es justamente la estrategia inmune a la invasión (figu-
ra 5.5).
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206 Etología: bases biológicas de la conducta animal y humana
cla de Halcones y Palomas sí podría ser estable cuando el promedio de los pagos
de la estrategia Halcón es igual al promedio de los pagos de la estrategia Paloma.
Puede calcularse la proporción de Halcones y Palomas en una población. En el
ejemplo, h debe ser la proporción de Halcones y, por tanto, la proporción de Pa-
lomas debe ser (1 - h). El pago promedio para Halcón (H)es el pago por cada tipo
de lucha, multiplicado por la probabilidad de encontrar a cada tipo de conten-
diente (Halcón o Paloma). Por tanto,
Eficacia
*
max +------ %-Estrategia A - mín
5.4. Reconciliación
1 Eficacia máxima
Sefiueloj de petirrojo
Figura 5.7.-Petirrojo atacando un señuelo. El pecho rojo del señuelo representa el estímulo
desencadenador. Modificado de Lack (1943): 7'he Lift. of the Rohil~,Londres: Witherby y McFarland
(1993): Animal Behavioitr. Harlow Essex: Longman.
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2 10 Etología: bases biológicas de la conducta animal y humana
Como hemos visto en las secciones anteriores, la agresión sirve a muy distintas
funciones y agrupa un amplio abanico de mecanismos en grupos taxonómicos di-
ferentes. En general, la agresión es un conjunto de respuestas complejas de los sis-
temas nervioso y endocrino de un animal, programados para acudir en el mo-
mento oportuno. Las causas próximas se entienden mejor cuando se clasifican en
dos conjuntos de factores. El primero es la serie de contingencias ambientales ex-
ternas (cuadro 5.3) a la que el animal debe estar preparado para responder, inclu-
yendo la autodefensa y competición por los recursos y los cambios diarios o esta-
cionales en el ambiente físico. La distribución de los recursos, principalmente el
alimento, se considera como uno de los principales factores que modelan los sis-
temas sociales de los animales. Dependiendo de la distribución de la comida los
primates, por ejemplo, forman grandes o pequeños grupos con una cierta propor-
ción de competición agresiva y cooperación intra e intergrupal (Van Schaik, 1983;
Wrangham, 1980; véase sección 7.2). Todos estos factores externos proporcionan
estímulos ante los que el animal debe ajustar correctamente su escala agresiva.
El segundo conjunto de factores se refiere al ajuste interno, por medio del
CUADRO 5.3
Factores externos importantes que provocan o median en la respuesta agresiva
-
Cone.sbec$icos desconocidos
Uno de los estímulos más importantes que provoca una respuesta agresiva es un
conespecífico, como, por ejemplo, un intruso que entra en un territorio o un macho
nuevo que se incorpora a un grupo ya establecido.
Distribución de los recursos
La relación entre la conducta agresiva y el suministro o distribución de la comida
(u otros recursos) es compleja en animales y difícil de predecir en cualquier especie.
En general, las interacciones agresivas-sumisivas incrementan abruptamente si la co-
mida se concentra en lugar de dispersarse. En el primer caso, es posible monopolizar
el alimento o el área.
Hacinamiento
Si se obliga a los animales a reducir la distancia intenndividual, aumenta la pro-
porción de las interacciones agresivas. El hacinamiento puede ser una consecuencia
de una variación ecológica, demográfica o experimental.
Cambio e.~tacional
Las interacciones agresivas entre los machos de la mayoría de las especies tiene un
pico en la época de apareamiento. En muchas especies de ungulados, por ejemplo, la
lucha se limita al momento de la brama. Otros muchos patrones estacionales apare-
cen en la literatura sobre la historia de vida tanto de vertebrados como en invertebra-
dos.
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Agresión 21 1
aprendizaje y los cambios endocrinos, que sirve para que las respuestas agresivas
al ambiente externo sean más precisas. Por ejemplo, en los ciervos macho (Cewus
elaphus), la predisposición hormonal a la lucha debe ser mayor durante el otoño,
durante la brama (período de excitación sexual). Entonces atacarán a cualquier ri-
val que se aproxime demasiado a las hembras. Para un ciervo tiene poco sentido
en términos de eficacia luchar por las hembras en primavera. En este ejemplo, es
aparente que debe haber una estrecha ligazón entre los factores estimulares exter-
nos (estación y rival) y el estado interno de un animal para que la conducta lleve a
una ganancia en eficacia.
Archer (1988) proporciona un modelo de sistema de control de la agresión te-
rritorial (figura 5.8). En el modelo se considera a la agresión como una reacción a
los eventos externos, reacción que tiene como base un proceso activado por la dis-
crepancia y que tiene el efecto de cambiar las condiciones que lo provocan. Un
guardián de un territorio tiene una representación (mental) del área espacial, su
territorio. Un intruso que entra en el territorio genera una discrepancia entre la
representación y la situación actual. El guardián del temtorio tiene que tomar una
decisión entre atacar al intruso o huir de su presencia. Si lo que se produce es un
ataque y el intruso huye, la discrepancia desaparece en poco tiempo y el guardián
Factores influyentes
I
r- ,N,u, -CC ---------T si la discrepancia >> O
Input retirado
1 PROCESO DE-DECISI~NI
- ;Ataque o miedo?
CONSECUENCIAS
AMBIENTALES PATAQUE
1 El oponente huye 1
Figura 5.8.-Modelo de discrepancia para el sistema de control de la agresión temtonal. El animal tiene
una representación cognitiva de su temtorio con la que compara la situación actual. Si hay discrepancia,
el proceso de decisión 1 comienza. Hay vanos factores que pueden influir este proceso como la magnitud
de la discrepancia, la experiencia pasada, el estado hormonal, etc., unidas a la valoración del recurso y
al costo de la lucha con el oponente. Redibujado de Archer (1988): The Behuviourul Biology of
Aggression, Cambridge: Cambndge Univ. Press.
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21 2 Etología: bases biológicas de la conducta animal y humana
vuelve a un estado base. El proceso de decisión está influido por varios factores
como la magnitud de la discrepancia, la experiencia pasada, el nivel hormonal, la
estimación del valor del recurso y el costo de la lucha. En el caso en el que un ani-
mal nuevo y desconocido entre en un grupo, el modelo sería muy parecido a este
que hemos visto.
A diferencia de estos modelos de discrepancia, en la Etología clásica se había
propuesto un modelo de asoczación en el que un estímulo se asociaba a una repre-
sentación interna (innata o aprendida) de los estímulos (mecanismo desencadena-
dor) evocando una reacción agresiva.
Sin embargo, como puede verse en la tabla 5.3, el input de la discrepancia no
tiene por qué ser necesariamente un conespecífico. Los ataques se dirigen a un am-
plio abanico de intrusos u objetos nuevos y la proporción de ataques declina con
la exposición repetida al mismo estímulo (por ejemplo, Peeke y Veno, 1973).
La fvustraclón se ha considerado como un mecanismo motivacional muy im-
portante que subyace a muchos ejemplos de agresión en aves y mamíferos. Cuando
un animal espera un premio, cualquier cosa que impida el acceso a tal evento pro-
duce un estado al que llamamos frustración (Amsel y Roussel, 1952). Cuando a
una paloma, rata o mono ardilla (Salmiri sciurezis) se les entrena primeramente
con un refuerzo continuo y posteriormente se extingue, atacarán cualquier cosa que
sea asequible (Looney y Cohen, 1982). Se obtienen resultados similares si el pro-
grama de refuerzo continuo se reemplaza por otro que implica un retraso en la ob-
tención del refuerzo, o si la respuesta aprendida se evita interponiendo una barrera
física. Estq último caso es similar a las observaciones realizadas, en condiciones de
campo, con aves o primates que compiten por cúmulos localizados de comida (por
ejemplo, Chalmers, 1968; Goodall, 1968). No obstante, la deprivación de comida
en sí misma no incrementa la agresividad, al menos en un gran número de aves y
mamíferos, incluidos los primates (Archer, 1976; Loy, 1970; Marsden, 1972). Los
animales también luchan abiertamente por otros recursos tales como el material
de los nidos (Crook y Butterfield, 1968; Robinson, 1986) o el acceso a las parejas
receptivas (Bercovitch, 1983; Smuts, 1987). Los últimos ejemplos pueden estar
mediados también por la frustración, pero estos recursos no se han probado como
refuerzos en los estudios experimentales.
A partir de los experimentos de Arnold Berhold en 1849, se conoce que los ga-
llos que dejan de cantar y luchar cuando se les castra recuperan estas conductas si
se les implanta en la cavidad abdominal los testículos de otros gallos. En estudios
más recientes se ha demostrado que las conductas pueden recuperarse por la ad-
ministración de las cantidades adecuadas de testosterona propionato. Este fenó-
meno parece ser universal porque se han obtenido resultados similares en muchas
especies. La influencia de la testosterona y otros andrógenos sobre la agresión en
los machos de los vertebrados se ha estudiado muy profundamente en muchas es-
a Ediciones Pirámide
Agresión 21 3
TABLA 5.3
Ejemplos de animales u objetos nuevos atacados por un r~jsidenteestable
(de A rcht~r,1988)
Objeto de ataque Especies Fuente
O tdiciones Pirámide