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Los humanos han causado y causan daños Ahora bien, ¿cómo propiciar el respeto
en el medio ambiente, amenazan seria- más allá de la propia especie? ¿El interés
mente la continuidad de las demás espe- genuino por los no humanos? La informa-
cies, se comportan a menudo de forma in- ción existente sobre crueldad, falta de
necesariamente cruel hacia los animales. interés, abusos, demuestran la resistencia a
por analogía, desde una teoría de la justi- que la liberación de los animales es impor-
cia. Esto es, la preservación de los anima" tante para la especie humana, para la
les no humanos genera obligaciones. De- expansión de su horizonte moral. Y, sólo
beres de los humanos. por eso, esta cuestión tendría que ser reco-
gida por la Teoría. La moralidad ha estado
LOS ANIMALES COMO asociada siempre a los humanos, en tanto
«PACIENTES» MORALES seres con autonomía, con lenguaje y con
autoconciencia; sin embargo, ,alguna de
«Lo personal es político...» 4, para el Fe- estas características se encuentran también
minismo esto significa que se debe cues- en los no humanos, si bien en grado distin-
tionar a fondo la separación estricta entre to. De forma análoga, podemos atribuirles
esfera pública y esfera privada, con objeto derechos, aunque no los mismos derechos,
de terminar con aquellas formas de discri- según precisa este autor. Tampoco cree
minación que toman el género como pre" que hayan estado justificados los criterios
texto. Política de igual dignidad y, ante utilizados para comparar el valor de los
todo, derechos especiales para grupos seres vivos ll. ¿Qué razones hay para atri"
minoritarios, según los defensores del buir menor valor a individuos con similar
Multiculturalismo 5. En el punto de mira capacidad a la de un Ser humano, sólo por
de casi todos los movimientos sociales se el hecho de no pertenecer a la especie
encuentran aquellos prejuicios sobre los humana? ¿Por qué son tan distintas nues-
que se construyó un mundo escindido, tras reacciones ante la muerte de un ser
injusto. Los derechos especiales y la legis- humano y la muerte de un chimpancé, por
lación en apoyo de la igualdad son, pues, ejemplo? Si rechazamos prejuicios como
el resultado de la presión de los movi- el racismo, ¿por qué mantenemos todavía
mientos sociales y, en otro nivel, el resul- el «especieísmo» o prejuicio de especie?
tado de una amplia transformación de lo En realidad, el sufrimiento es igual para
político. Las formas de esclavitud y de todos, importa poco la especie a la cual
opresión deben retroceder, sin duda, ante pertenezca un ser vivo. Así pues, la defi-
la nueva expansión de los derechos. Dere- nición de los no humanos como seres in-
chos como «triunfos» 6. Sin embargo, el feriores ha sido y aún es el principal im-
final de la antigua esclavitud estaría al pedimento para llegar a un enfoque
alcance tan sólo de aquellos que estuvie- completamente libre de prejuicios: la igual
ran en situación de hacerse oír, aunque se consideración de intereses. Los trasplantes
expresasen todavía con dificultad, o con con órganos de animales o xenotrasplantes
«otra voz» 7. Al parecer, la emancipación ejemplifican para P. Singer la vigencia de
tiene aún un límite rígido: desde y para la tales prejuicios, el especieísmo y la consi-
especie humana. Y esta frontera dificulta deración desigual de los seres vivos.
la extensión de los medios para la protec- En un sentido similar -a pesar de
ción de especies, así como los derechos 8 algunas diferencias significativas entre
de los no humanos. ambos-, T. Regan 12 rechaza el uso de los
¿Existen motivos reales para conservar animales como recursos a disposición de
a ultranza esa frontera? 9. Desde los años los humanos. Para ello, defiende una ver·
setenta, los movimientos en favor de la sión de continuidad entre especies, con
liberación de los animales vienen alegan- objeto de justificar la igual consideración
do que el proceso de civilización ha de de todos los intereses. Este autor insiste en
seguir hacia adelante, a fin de incluir a los que el status moral 13 de los seres vivos no
animales no humanos y al medio ambiente ha de estar ligado al estado de las capaci"
en el ámbito moral. P. Singer \0 considera dades mentales, por eso defiende que los
animales tienen derechos. El derecho a no la cultura moderna. Con los datos hoy
sufrir daño, exactamente como en el caso disponibles, ¿cómo ignorar que algunos
de los humanos. Sin embargo, este «dere" no humanos tienen cierto nivel de con-
cho» no es susceptible de prueba. No de la ciencia? 18
misma manera que atribuimos derechos a A un nivel distinto, este tipo de dere-
los humanos. Los derechos aplicados a los chos incide en el lenguaje filosófico; por
animales pretenden limitar ciertas conduc- ejemplo, en el uso del concepto de igual-
tas, terminando con prácticas industriales dad, cuando nos referimos a la «igual con-
que provocan sufrimiento u otros daños sideración» de intereses en los humanos y
importantes. Esto sería posible si el princi" en los no humanos. Por estos y otros moti-
pio de la vida como algo valioso se exten- vos similares, se hablará de protección 19 o
diera a los no humanos. Por lo tanto, un de «derechos de los animales», como un
genuino interés por el bienestar de los ani- triunfo y, a la vez, como de un reto impor-
males que comparten el entorno constitui- tante para el horno mensura rerum. Ahora
ría un paso fundamental, a fin de llegar al bien, ¿por qué resulta tan complicado
reconocimiento de sus derechos morales. defender la protección de especies y la
En cambio, otros autores prefieren hablar desaparición de la crueldad? Para empe-
de «derechos» 14 en el sentido de medidas zar, este tipo de argumentos introduce
para la preservación de los animales y principios relativamente insólitos en la
para la consideración de su bienestar. La Filosofía moderna, y poco frecuentes aún
mayoría de las aportaciones insisten en en la Filosofía contemporánea. Y, sobre
que se debe producir un cambio radical en todo, los animales no humanos y los
el trato hacia los animales, demostrando humanos están en una situación asimétri-
que la Filosofía contemporánea toma cada ca, de ahí la dificultad para extender el
vez más en serio esta cuestión.
ámbito de la moralidad y los derechos.
Algo bien distinto es que haya consen-
so en torno a los modelos teóricos 15. El
enfoque es importante, ya que no se trata BIOCENTRISMO
de promover actitudes compasivas o el y ANTROPOCENTRISMO
afecto hacia los seres vivos 16, sino de algo
más radical. Se trata de cambiar los princi- P. Singer 20 repetía que cuestionar el prejui-
pios morales. Principios que sean compati- cio de especie, o tomar en cuenta los inte"
bles con el reconocimiento de derechos a reses de los no humanos, no es lo mismo
otras especies, haciendo frente así a una que hablar de la igualdad de la mujer. Un
larga tradición de antropocentrismo radi- ejemplo no muy afortunado, sin embargo.
cal. Entre tanto, los nuevos derechos cho- En todo caso, considerar los intereses de
can con creencias bien asentadas en la cul- otras especies quiere decir protegerlas, evi-
tura occidental. Por ejemplo, la convicción tar su sufrimiento, no quiere decir atribuir"
de que existe una clara jerarquía entre los les derecho al voto, por ejemplo. Por lo
seres vivos. O el temor de que la expan- tanto, se trata de «derechos», pero no en el
sión de los derechos reste legitimidad de sentido en que hablamos de los derechos
aquellas prácticas contrarias al bienestar humanos. El objetivo es extender tales
de los no humanos. En suma, cualquier derechos, pues éstos ayudan a institucio-
avance en los «derechos» de otras especies nalizar la consideración moral hacia los
pone en tela de juicio los exagerados pri" animales, tal como ha defendido B. E. Ro-
vilegios, que han sido atribuidos a la es- llin 21. Si el derecho a vivir, que correspon-
pecie humana, y la comprensión dis- de o se atribuye primero a los humanos, no
torsionada 17 de los seres vivos, legado de se basa realmente en una característica
especial --como ser racional o tener con" dos no existen motivos razonables para
ciencia, que eran los argumentos de practicar la caza 28, ya que, a diferencia de
I. Kant-, sino en tener una vida -no sólo los métodos tradicionales, sus nuevas for-
en estar vivo, en sentido biológico-- en- mas tienen un gran impacto ambiental y
tonces, los animales deben tener también amenazan la preservación de especies. En
derechos. Pues tienen vida, una vida propia. fin, nadie puede ignorar a estas alturas que
Defiende esta tesis J. Rachels 22, quien, a la intervención de los humanos modifica
renglón seguido, precisa que los seres vivos el entorno, e influye sobre la disponibili-
tienen diferente valor. En cambio, otros dad de los recursos. La Ética medioam-
autores como R. G. Frey 23 se muestran en biental ha asumido esta nueva sensibili-
desacuerdo con este tipo de argumentos dad, reconociendo que los no humanos sí
relativos al trato hacia los animales en tér- tienen algún tipo de status moral 29 y, por
minos de derechos. Cabe entonces hacerse tanto, los consabidos prejuicios de
la pregunta ¿qué significa exactamente la especie 30 carecen realmente de justifica-
«igual consideración de intereses»? ción. De forma muy clara, P. Singer ha
En otro contexto teórico, R. Dworkin venido refiriéndose desde hace años a la
ha precisado que no basta la igualdad sim- «expansión de círculo moral» 31. Esto
ple, entendida como una misma distribu- quiere decir interesarse por el bienestar de
ción de los bienes y de las oportunidades. otras especies, promover actitudes altruis-
En realidad, «igual consideración y respe- tas hacia los seres, todos los seres, que
to» 24 significa derecho a diferentes liberta- sean capaces de sentir dolor y placer.
des. Para evitar una versión simplificada Según esto, no habría motivo de peso para
de esta noción, P. Westen 25 ha insistido que las demás especies no fueran también
también sobre la ambivalencia de la igual" beneficiarias de la consideración moral.
dad, un término comparativo en todo caso. Entonces ¿qué justifica la diferencia entre
En tanto que promover la igualdad signifi- el valor moral de humanos y el de los no
ca también hacer algunas comparaciones, humanos? De forma similar, J. M. Bucha-
¿cómo evitar el antropocentrismo? La nan 32 ha explicado que es posible valorar
expansión de la moralidad invita a respetar a los animales no humanos como miem-
a los no humanos «como si» fueran nues- bros de la propia comunidad. De hecho,
tros iguales. Si éste va a ser el principal algunos animales forman parte del entorno
argumento, entonces la igualdad --como o de la cadena vital en que se desenvuelve
quiera que se entienda- parece que lleva- la especie humana. Al mismo tiempo, este
rá de nuevo al antiguo prejuicio de espe- autor sostiene que los animales no huma-
cie. Veremos ahora que la Ética ha desa- nos no deben ocupar el mismo lugar que
rrollado ambos lenguajes, antropocéntrico los humanos en el orden moral. Esto es,
y biocéntrico, a fin de justificar la nueva habrá que distinguir entre «comunidad
consideración moral del medio ambiente y moral» y «orden moral». A pesar del refi-
de los seres vivos. namiento conceptual de esta clase de enfo-
1) Nadiese atrevería hoy a defender ques, la nueva sensibilidad moral -o
-al menos no se atrevería en público--, expansión de la comunidad moral- ha
comportamientos crueles hacia los anima- interesado a otras teorías, de diferente
les no humanos. Así, por ejemplo, buena orientación. La Ética ha adoptado, de
parte de los experimentos rutinarios con hecho, varios enfoques para defender ob-
animales carecen hoy en día de justifica- jetivos tan razonables como el final de la
ción 26. En la mayoría de las granjas 27 ape- irresponsabilidad de los humanos, la desa-
nas si se tienen en cuenta las necesidades parición de comportamientos crueles hacia
de los animales. Y en países industrializa- otras especies, restricciones para la experi-
mentación con seres vivos, etc. Y una nes, argumenta a favor de un giro radical,
suerte de emancipación para 10& no huma- como único medio para llegar a la consi-
nos, en sentido análogo a como nos hemos deración moral plena. El biocentrismo
venido refIriendo a otras modalidades de radical enfatiza el valor intrínseco de los
emancipación. Así pues, de una parte, seres vivos y reconoce la existencia de una
están los argumentos centrados todavía «comunidad biótica» 40 cuyo equilibrio no
-aunque de manera no excluyente- en debe ser alterado. En cambio, el biocen-
la especie humana y, de otra, aquellos trismo moderado reconoce que no todo
otros que están centrados en los no huma- organismo es esencial 41 para ese equilibrio
nos: biocentrismo y antropocentrismo. y que, sin duda, importa la supervivencia
2) El biocentrismo 33 aboga por el de la especie humana.
respeto incondicional hacia el medio am- 3) El antropocentrismo radical ape-
biente y hacia los seres vivos. Por haber nas si modifica el esquema clásico 42, en el
asumido el «igualitarismo biológico» 34, cual la frontera entre especies otorgaba de
como lo denominó en su momento manera casi automática primacía a los
A. Naess. Por su parte, M. W. Fox 35 ha intereses de la propia especie. En conse"
usado los términos «conciencia ecocéntri- cuencia, los principios serán independien-
ca» y ~~Moral ecoética» para defender el tes --como ya lo fueron antes- de las
valor intrínseco de toda forma de vida y la nuevas realidades ambientales. Dejando
expansión de los derechos, con objeto de atrás una visión rudimentaria sobre la con-
atender en modo adecuado a las necesida- ducta de los animales no humanos --como
des e intereses de los animales. Cualquiera la visión de R. Descartes-, el antropocen-
que sea la fórmula elegida por quienes trismo recomienda hoy actitudes más civi-
están comprometidos con tal postura, la lizadas. Con todo, no distingue aún clara-
consideración moral 36 por la cual abogan mente entre valores centrados en los
se seguirá del principio de que los seres humanos y, de otra parte, valores crea"
vivos han de ser considerados como intrín- dos 43 por los humanos aunque de alcance
secamente valiosos. No sólo como medios más amplio. No obstante lo cual, los ries-
al servicio de la especie dominante, al gos ambientales han llegado a ser hoy lo
modo tradicional. Reconocer el valor de suficientemente graves -«comunidad de
los no humanos, su diversidad, significa, riesgos compartidos» 44 es la expresión
entre otras cosas, cambiar o, al menos usada por J. Habermas- como para exa-
cuestionar, la prioridad de la superviven- minar de nuevo estos principios desde otra
cia y del bienestar humanos. Implica óptica, la óptica medioambiental. En cam-
modificar drásticamente el comportamien" bio, el antropocentrismo moderado expan-
to de la propia especie 37. En consecuencia, de «hacia adelante» -1. Rawls 45 se refIere
el «uso» 38 de los animales debería evolu- al principio de justicia- el radio de
cionar decididamente hacia «trato», respe- influencia de la consideración moral. Por
to hacia los animales. No son evidentes, un lado, mantiene la primacía de la especie
sin embargo, los criterios que permitirán -tal como sostiene M. Wamock 46_, por
incluir 39 o excluir a las diferentes especies otro, rechaza la crueldad hacia otras espe-
de la nueva consideración moral. ¿Será la cies. En cualquier caso, la moralidad perte-
capacidad de sentir dolor? ¿Bastaría con nece a los humanos, dado que se desarrolla
pertenecer a la clase de los seres vivos? en el marco de sus relaciones y sus prácti"
¿Seres con capacidad para tener intereses? caso Las prioridades humanas estarían jus-
La discusión ha avanzado en este terreno, tifIcadas en tanto sirvan a la conservación
aunque siguiendo vías paralelas. La Ética o a la defensa de la propia especie 47. La
centrada en los seres vivos, sin restriccio- novedad estriba en que ninguna forma de
Ahora bien, existen por lo menos dos for" fueran agentes reflexivos, y para universa-
mas de entenderla. En sentido fuerte, la lizar derechos es suficiente que tengan
continuidad propicia la analogía entre sensibilidad, autonomía 58. Ahora bien,
«pacientes» y «agentes» morales. Esto sig- continuidad en su sentido fuerte difumina
nifica que unos y otros son realmente en parte la conexión derechos-deberes, al
merecedores de un trato similar, que no dejar abiertas las opciones sobre cómo res-
sea cruel ni dañino. Las versiones biocén- trin~ir de manera eficaz la conducta de los
tricas suelen hacer uso de esta forma del humanos, auténticos destinatarios de los
argumento. Aquí el tema estará en si la derechos en beneficio de otras especies.
continuidad fuerte lleva a una restricción En un principio, estos derechos nunca son
bien definida de la conducta humana. Por presentados como algo dado, ya que no
el contrario, la continuidad en sentido existen de antemano. Son más bien con-
débil hacía hincapié en las diferencias o venciones 59, «permisos» que dependen en
jerarquías entre humanos y nO humanos, o realidad de la legislación vigente, del
en el desigual valor intrínseco de las espe- legislador, del contexto, etc. Si los «dere-
cies. El antropocentrismo utiliza esta chos positivos» dependen de instituciones
segunda modalidad, por razones perfecta- o de convenciones, los «derechos mora-
mente comprensibles. No llega a la igual les» tienen validez como pretensiones 60.
consideración de intereses; a cambio esta- Las pretensiones racionales indican lo que
blece algunas obligaciones que ha de asu" se debería hacer. Su validez no dependerá
mir la especie humana. En fin, ambas ver- de que sea o no sean realizados, ni de que
siones han estado abogando en favor de la existan deberes correlativos. En este senti-
consideración moral de los animales no do, los derechos de los animales o bien se
humanos, aunque con estrategias distintas. han de entender como «derechos morales»
Dicho de forma resumida: en un caso se -en tal caso había que preguntar por las
pretende el bienestar 55 de los animales no instituciones que podrían garantizarlos-
humanos, en otro se restringe la conducta o bien se entienden como derechos por
humana para no causar daños irreparables analogía, de modo similar a como habla-
en las especies no humanas. Por tanto, el mos de «derechos humanos». De ser así,
primer paso para cambiar la perspectiva el prejuicio de especie volvería a aparecer
tradicional ha sido dado, a través de la y, ante todo, los derechos podrían ser
nueva valoración de intereses y de capaci- ampliados de forma ilimitada, en defensa
dades. Más complicado resulta el paso de todos los eventuales beneficiarios, los
siguiente, el asumir que los animales tie- seres vivos, las plantas 61, incluso los arte-
nen «derechos», en el sentido usual del factos, el «medio ambiente» 62 artificial...
término. De nuevo, habrá para esto dos 2.º) La continuidad en sentido débil
respuestas, una «fuerte» y otra «débil». subraya que el valor intrínseco es gra-
l.º) La continuidad en sentido fuerte dual 63. Por lo mismo, llama la atención
diluye las fronteras 56 entre especies, mini- sobre la dificultad de establecer una rela-
miza también la asimetría entre humanos y ción contractual con animales no huma-
no humanos 57. Precisamente por eso, nos. En cambio, esta versión da lugar a
requiere luego cierta distancia entre «des- todo tipo de analogías, que favorecen la
tinatarios» ~los humanos- y «beneficia- institucionalización del respeto hacia los
rios» de los nuevos derechos, no humanos, animales, los necesarios cambios en la
ya que éstos no están en posición de elevar legislación para proteger a otras especies,
una demanda. De forma similar a como se la sanción a quienes actúan de forma
hablaba de «agentes» y de «pacientes» cruel, etc. En este caso se tratará de dere-
morales. No era imprescindible que éstos chos sin reciprocidad 64, sin deberes corre-
lativos, derechos entendidos como preten- males 73 que no sea estrictamente necesaria
siones, demandas... de los humanos. Por lo o que provoque sufrimientos innecesarios;
tanto, la especie humana confiere derechos rechazará asimismo ciertas formas de caza
negativos 65 en favor de los animales no y de ganadería que atentan gravemente
humanos. También se puede hablar de de- contra el bienestar de los no humanos, y
rechos «en relación a» o «con respecto a» que provocan un sufrimiento inútiL Está
los animales, concernientes a los anima- en juego no sólo el bienestar de otras espe-
les 66, etc. En definitiva, sirven para limitar cies sino, al mimo tiempo, la calidad de
el comportamiento de los humanos, más vida 74 de la propia especie. Veremos lue-
que para proteger directamente un inte- go el tema, complicado, de cómo restringir
rés 67 , el de los animales no humanos. Des- de manera eficaz y cómo modificar las
de este enfoque antropocéntrico, los dere- conductas de los «agentes» morales. Aho-
chos de los animales Son siempre una ra se revisarán las razones en contra del
responsabilidad 68 que recaerá invariable- sufrimiento de los «pacientes» morales.
mente sobre la especie humana, como Así, por ejemplo, el modelo kantiano 75
agentes racionales y competentes. Por concede siempre primacía a la especie
todo ello, parece obvio que estos derechos humana, no obstante el bienestar de los
se refieren en realidad a los «deberes» 69 animales formará parte de las obligaciones
de la especie humana. Los «derechos» 70 primafacie, obligaciones que conciernen a
hacen pensar en obligaciones correlativas, los humanos. Por lo general, el biocentris"
en cambio, éstas son algo que se ha de mo ha puesto en duda la fuerza de tales
hacer, sin necesidad o con independencia argumentos centrados en los humanos, ya
de que existan derechos correlativos. De que éstos dejan las prioridades tal y como
un lado, están las obligaciones que corres- estaban: ¿cómo persuadir a la especie
humana de las eventuales ventajas del
ponden a una demanda o un derecho. De
altruismo interespecífico? De hecho, no se
otro, están también aquellas obligaciones
prodigan demasiado las actitudes de bene-
de tipo general, que no derivan de una
volencia entre humanos y menos aún la
demanda o una pretensión anterior. En
benevolencia hacia los no humanos. La
este segundo sentido hablamos de «deber
cuestión admite dos interpretaciones, una
moral» 71. Por lo tanto, cabe referirse de
de corte biocéntrico y otra de corte antro-
las dos maneras a los deberes hacia los
pocéntrico: el principio del daño, el princi"
animales. Incluso se puede hablar de pio de preservación.
«obligaciones indirectas», en la terminolo" a) El principio del daño fue introdu-
gía de la Filosofía moderna 72, con un uso cido por J. S. MilI 76 para fijar los límites
nuevo, a favor de los animales no huma- del poder de la sociedad sobre los indivi-
nos y del medio ambiente duos. Evitar el daño a los demás sería la
única razón para interferir en las acciones
2.1. Contra la crueldad individuales. El biocentrismo Usa el crite-
rio del daño para limitar las conductas
A pesar de no haber asumido la tesis radi- humanas y para proteger a los seres vivos,
cales sobre la «comunidad biótica» ~ya el medio ambiente en su conjunto. Por las
resulta discutible la idea de una «comuni- mismas razones que defiende la continui-
dad» humana bien integrada-, el antropo- dad entre las especies, el valor intrínseco
centrismo moderado incorpora de alguna de cada una de éstas, los «derechos de los
manera la consideración moral de los no animales». Sin embargo, se trata aquí de
humanos. Por tanto, rechazará las prácti- un uso derivado, o por analogía, ya que el
cas crueles, la experimentación con ani- «daño» se aplicaba a las relaciones entre
individuos de la especie humana, y en el nes será tanto más abierta cuanto más lo
contexto de sociedades liberales. Es más, sea la esfera pública, por lo que la partici·
incluso en su forma más abierta, como pación democrática favorece la transpa~
principio «prima facie», el daño no resol· rencia sobre el uso de los recursos y sobre
vería de forma satisfactoria los frecuentes las políticas ambientales.
conflictos de intereses entre animales no No hay un argumento definitivo 81 para
humanos y animales hUmanos. Valga como terminar de una vez por todas con el sufri·
ejemplo el dilema referido por A. Naess 77 : mie'nto innecesario en los animales no
¿se debía proteger a los lobos que amena· humanos 82. Existen recomendaciones,
zaban a los habitantes de una zona de argumentos indirectos, compromisos más
Noruega? ¿Había que contratar cazadores o menos sólidos, principios que justifican
para los lobos o «pastores» para los niños? un cambio de actitud, a fin de eliminar ese
En España, y a propósito del Plan Hidroló. componente de ensañamiento y de cruel·
gico Nacional, se discutió en el 2000 sobre dad. Pues tales conductas son incompati-
el impacto ambiental de los nuevos embal· bles con una sensibilidad ambiental bien
ses sobre algunas especies, como las desarrollada. De un lado, el biocentrismo
poblaciones de mustélidos 78. ¿Cómo subraya el valor intrínseco de los seres
entender aquí la igual consideración de vivos. Tal solución no asegura el siguiente
intereses? paso, el cambio efectivo en las actuacio·
b) El principio de preservación se nes de los humanos. De otro lado, el antro-
refiere a especies, no a individuos. Preten· pocentrismo recurre a menudo a los argu-
de la restricción de la conducta humana, mentos resbaladizos: la crueldad es
en beneficio de otros seres vivos, del me·
degradante para quien la practica, no sólo
dio ambiente, y de los propios humanos.
para quien la padece. Para mantener y ele·
Pues la visión antropocéntrica es perfecta·
var los estándares de civilización 83, no se
mente compatible con el interés -an·
deberá hacer a los animales lo que tampo·
tropocéntrico en su origen- por mantener
ca se debe hacer a los humanos.
la variedad de especies. Por lo demás, el
valor intrínseco reside en las especies, no
en los individuos; debido a ello, éstos JUSTICIA INTERESPECÍFlCA
serán reemplazables o irreemplazables,
según su grado de evolución y su distribu· Ciudades y bosques podrían arder durante
ción 79 en los ecosistemas. Por tanto, este días enteros. Ríos envenenados, aire como
principio está cortado a la medida de un fuego, seres abrasados, ciegos, enfermos,
tipo de antropocentrismo no radical, que destrucción indiscriminada. Carcasa can-
cuestiona los privilegios de especie y, al cerosa de nuestros hijos... A. Roy 84 ha
mismo tiempo, se apoya en la separación insistido en tales términos sobre el poten-
entre «agentes» y «pacientes» morales, cial devastador del armamento nuclear. Un
entre «destinatarios» y «beneficiarios» de futuro amenazado, graves enfermedades
la acción. Así se dirá que existen obliga· para las generaciones venideras, escasez
ciones -indirectas o «mediadas» 80_ de recursos, todo ello debería ser un argu·
para los humanos, más que «derechos» mento lo suficientemente persuasivo como
para los no humanos. En cambio, este para hacer un uso responsable de la ener·
enfoque antropocéntrico vincula la super· gía y del medio ambiente. Los bosques
vivencia de las especies y, en general, los arderán, pero también lo harán las ciuda·
temas ambientales al bienestar humano. des. Podemos preguntamos qué sucedería
¿Preservación y democracia? En buena si todo ello, el daño irreversible para la
medida, la discusión sobre estas cuestio· especie humana, no fuera un motivo váli-
NOTAS
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Foundations for Environmental Ethics», The Joumal y sociedades que se encuentran bajo una organización
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1992, pp. 153-167. 17 F. B. de Waal critica la «humanizaci6n» de los
7 Según la conocida expresión de C. Gilligan, <<In animales. Este enfoque ha motivado que incluso la
a Different Voice: Women's Conceptions of Self and ciencia busque en los animales cualidades equivalen-
of Morality», en Harvard Educational Review, núm. tes a las de los humanos, «Anthropomorphisrn and
17,1977, pp. 481-517. Anthropodenial: Consistency in Our Thinking About
8 T. Benton menciona expresamente los avances Humans and Other Animals», 27, 1999, pp. 255-280.
impulsados por las Teorías feministas y, en contrapo- 18 D. R. Griffin, «Nonhuman Minds», en Philo-
sición, las dificultades con que tropiezan casi siempre sophical Topies, núm. 27,1999, pp. 233-254.
las teorías que se interesan más bien por los derechos 19 Sobre el tema de la protección de los animales,
mals, Oxford, Blackwel!, 1986, pp. 1-10. tanto un término descriptivo como un término de
11 «On Comparing the Value of Human and Nonhu- carácter evaluativo, «The Persuasiveness of Equa-
man Life», en E. Morscher, O. Neumaier y P. Simons, lity», en Speaking 01 Equality, Princeton, Princeton
Applied Ethics in a Troubled World, pp. 93-104. University Press, 1990, pp.
12 T. Regan, «Ethical Thinking and Theory», en 26 D. Mayo, «Against a Scientific Justificaction of
The Case lor Animal Rights, Berkeley, University of Animal Experiments», en H. B. Miller y W. Wi-
California Press, 1985, pp. 121-149; «The Case for !liams, Ethies and Anima/s, pp. 339-359.
Animal Rights», en P. Singer, In Delenee 01 Animals, 27 Sobre el problema de las condiciones de vida en
pp. 13-26. las granjas, el estudio de W.B. Gross «Chicken-Envi~
ronment Interactions», en H. B. Miller y W. Wi- obras, H. Rolston III ha rechazado también el enfoque
lliams, Ethics and Animals, pp. 329-337. Una crítica instrumental sobre la Naturaleza, «Valuein Nature
de las técnicas aplicadas en las gJ'alljas se encontraba and the Nature of Value», en Philosophy, Supple-
en el artículo de J. Mason, «Brave New Farm?», en ment 36, Cambridge, Cambridge University Press,
P. Singer, In Defence ofAnimals, pp. 89-107. 1994, pp. 13-30; «The Concept of Natural Value: A
28 Este terna, la caza como una práctica a evitar Theory for Environmental Ethics», en Environmental
primafacie, ha sido tratado por P. S. Wenz, «Ecology, Ethics, Philadelphia, Temple University Press, 1988,
Morality, and Hunting», en H. B. Miller y W. Wi- pp. 192-245.
lliams, Ethics and Animals, pp. 183-197. 39 Sobre la posibilidad de incluir a los primates en
29 R. Attfield anal~aba las bases para la considera- la clase de las personas, A. Gomila Benajem, «Perso-
ción moral de los no humanos, como tener intereses, nas primates», en J. M. García Gómez-Heras, Ética
preferencias, capacidad para ser dañado o recibir los del medio ambiente, pp. 191-204
beneficios de la actuación de otros, etc. «Preferences, 40 J. B. Callicot, «Elements of an Environmental
Health, Interest, and Value», en The Electronic Jour- Ethic: Moral Considerability and the Biotic Commu-
nal of Analytic Phylosophy, núm. 3, primavera 1995. nity», en Environmental Ethics, núm. 1, 1979,
Este mismo autor se ha referido a los criterios de la pp. 71-81.
consideración moral, como seres humanos, seres posi- 41 P. W. Taylor, en el artículo ya citado, <<In
bles, del futuro, del pasado, seres no humanos, «El Defense of Biocentrism», en Environmental Ethics,
ámbito de la moralidad», en J. M. García Gómez- núm. 5, 1983, pp. 237-243.
Heras, Ética del medio ambiente, Madrid, Tecnos, 42 De ahí las criticas más fuertes hacia la «moral
1997, pp. 71-88. humanista», ya que ésta limita la compasión y la soli-
30 Sobre la debilidad del prejuicio de especie, daridad al propio grupo humano, como ha explicado
H. La Follette y N. Shanks, «The Origins of Specie- J. Mosterin, «Consideración moral de los animales»,
cism», en Philosophy, núm. 71,1996, pp. 41-61. Con- en Los derechos de los animales, Madrid, Debate,
tra el «chauvinismo» de los humanos, R. Routley y 1995, pp. 15-30. Este autor se ha referido también
V. Routley, «Against the Inevitability of Human abiertamente a la «bancarrota del antropocentrismo»,
Chauvinism», en R. Elliot, Environmental Ethics, «Niveles de la conciencia moral», en ¡Vivan los ani-
Oxford, Oxford University Press, 1995, pp. 104-128. males!, Madrid, Debate, 1998, pp. 195-209.
31 P. Singer, «Expanding the Circle of Ethics», 43 Por el contrario, el biocentrismo sí establece
The Expanding eircle, Oxford, Oxford University claramente la diferencia entre «antropocéntrico» y
Press, 1983, pp. 111-124. «antropogénico», tal como hacía H. Rolston III en su
32 J. M. Buchanan, «Moral Community and Moral conocido artículo «Value in Nature and the Nature of
Orden>, en H. B. Miller y Williams, Ethics and Ani- Value», en Philosophy, Supplement 36, Cambridge,
mals, pp. 95-102. Cambridge University Press, 1994, pp. 13-30
33 P. W. Taylor, «In Defense of Biocentrism», en 44 J. Habermas, «The European Nation State. Its
Environmental Ethics, núm. 5, 1983, pp. 237-243. Achievements and Its Limitations. On the Past and
34 A. Naess, «The Shallow and the Deep, Long- Future of Soveregnity and Citizenship», en Ratio
Range Ecology Movement. A Surnmary», en Inquiry, Juris, núm. 9,1996, pp. 125-137.
núm. 16, 1973, pp. 95-100. J. Ferrater Mora recogía 45 «... and finally, we may ask whether justice can
otra expresión similar, <<igualdad viviente», al referir- be extended to our relations to animalsand the order
se a P. Singer, Diccionario de Filosofia, Madrid, of nature. As Ihave said(l: 3.4), I believe that justice
Alianza, 1980, vol. A-D, pp. 161-163. as faimess can be reasonably extended to cover the
35 M. W. Fox, «Philosophy, Ecology, Animal Wel" first three problems...», J. Rawls, en Political Libera-
fare, and the «Rights» Question», en H. B. Miller, y lism, Nueva York, Columbia University Press, 1993,
W. Williams, Ethics and Animals, pp. 307-315. p.245.
36 K. E. Goodpaster repasaba los criterios para 46 M. Wamock no ve injusticia alguna en las acti-
atribuir a los seres vivos relevancia moral, «On Being tudes de «especieísmo», ya que los humanos son, en
Morally Considerable», The Journal of Philosophy, realidad, los únicos beneficiarios de los principios
1978, pp. 308-325. morales, «Man and Other Animals», en The Uses of
37 A. Naess unía ambos objetivos, el reconoci- Philosophy, Oxford, Blackwell, 1992, pp. 9-23.
miento del valor intrínseco de los animales y, de otro 47 J. Sterba defiende el principio de defensa y el
lado, la necesidad de combatir actividades destructi" principio de preservación humana, a pesar de estar en
vas, «A Defence of the Deep Ecology Movement», en desacuerdo con la postura antropocéntrica clásica.
Environmental Ethics, núm. 6,1984, pp. 265-270. Considera que las diferencias entre especies no permi-
38 T. Regancriticaba abiertamente este enfoque, el ten deducir que exista alguna clase de superioridad de
«uso» del medio ambiente, «The Nature andPossibi- unas sobre otras, «From Anthropocentrism to Nonan-
lity of an Environmental Ethics», en Environmental thropocentrism», en Justice for Here and Now, Cam-
Ethics, núm. 3, 1981, pp. 19-34. En varias de sus bridge, Cambridge University Press, 1998, pp. 125-150.
48 E. Tugendhat, «Wer sind alle?», en A. Krebs, of Animal Rights», en ARSP, Beiheft, 58, 1995,
Naturethik, Frankfurt, Suhrkamp, 1997, pp. 1000-110. pp. 210-214.
49 F. Savater comentaba la dificultad de razonar 59 J. Mosterín ha defendido este carácter conven-
sobre el valor intrinseco de lo natural, Las preguntas cional, «Derechos humanos, derechos de los anima-
de la vida, Barcelona, Ariel, 1999, p. 181. Este autor les», Los derechos de los animales, pp. 31-45; «Dere-
criticaba asimismo el concepto de daño o de sufri- chos de los animales», en ¡Vivan los animales!,
miento infringido a la Naturaleza, «Madre dolorosa», pp. 311-325; «Creando derechos», en El País, 29 de
El País, 2 de octubre, 1995, p. 13. agosto, 1999, p. 12.
50 T. Regan utiliza también esta terminología para 60 R. Harre y D. L. Robinson recogen la definición
analizar el tema de las diferencias entre quienes pue" de derechos como pretensiones, «On the Primacy of
den justificar moralmente sus acciones y quienes, en Dllties», en Philosophy, núm. 70, 1995, pp. 513-532.
cambio, no están en condiciones de hacerlo así, «Indi- Por su parte, J. Feinberg analizaba los derechos posi-
rect Duty Views», en The Case lor Animal Rights, tivos y los derechos morales, considerados como pre-
pp. 150-194. tensiones, racionalmente demostrables, «Rights», en
" R. M. Hare se servía precisamente del argumen- W. E. Reich, Encyclopedia 018ioethics, Londres, The
to del interés de las personas para apoyar el principio Free Press, 1978, pp. 1507-1511.
de conservación, «Moral Reasoning About the Envi- 61 ¿Derechos de los árboles? A. De-Shaalit plan-
ronment», en B. Almond, D. Hill, Applied Phi- teaba esta cuestión, «Introduction», en Why Posterity
losophy, Londres, Routledge, 1991, pp. 9-20 Matters, Londres, Routledge, 1998, pp. 1-12.
52 Para el elemento relacional en la noción 62 Un aspecto menos tratado de la conservación
de daño, P. de Lora, «La vida como mal», en Cla- ambiental, del que se ocupabaF. Broncano, «Los vie-
ves de la razón práctica, núm. 113, junio de 2001, jos cacharros nunca mueren. Un argumento ético a
pp. 45-53. favor de la conservación del medio ambiente artifi"
53 T. Regan se mostraba partidario de un «vegeta- cial», en J. M. García Gómez-Heras, Ética del medio
rianismo condicionado». Es decir, una práctica vege- ambiente, pp. 179-190. Sobre este tema de la conser-
tariana que es coherente con la voluntad de no causar vación de seres no vivos, D. Jamieson, «The City
daño y que, a la vez, permite el consumo de carne en Around Us», en T. Regan, Earthbound, Philadelphia,
determinadas situaciones, «The Moral Basis of Vege- Temple University Press, 1984, pp. 38-73.
tarianism», en Canadian Journal 01 Philosophy, 63 Sobre el valor gradual de las especias, J. Wetle-
1975, pp. 181-214. Para este mismo tema, M. Tafalla, sen, «Animal Rights or Human Duties?», en ARSP,
«Seis buenas razones para ser vegetariano», en Beiheft, 61,1995, pp. 163-170
M. Tafalla (ed.), Los derechos de los animales, Bar- 64 F. Savater argumentaba sobre la falta de reci-
celona, Idea Books, 2003, pp. 171-175. procidad en «¿Todas sus criaturas?», en El País, 29
54 R. Attfield defiende el reconocimiento de obli- de agosto, 1999, p. 12.
gaciones hacia el medio, hacia los animales, hacia las 65 M. Warnock se muestra partidaria de esta ver-
generaciones futuras. Llega a esta conclusión sin sión, los derechos conferidos por los humanos. Dere-
necesidad de asumir una versión estricta de <<igualita- chos entendidos como «deberes» que éstos tienen
rismo biológico», «The Comprehensive Ecology hacia los no humanos, «Rights», en An Intelligent
Movement», en E. Morscher, O. Neurnaier, y P. Si- Person' s Guide lo Ethics, Londres, Duckworth, 1998,
mons, Applied Ethics in a Troubled World, pp. 9-27. pp. 54-74.
55 S. Castiglione considera que el bienestar y los 66 J. Feinberg analiza esta solución, derechos
derechos de los animales son un tema con entidad pro- «hacia» o «concernientes a» los animales, «The
pia, dentro de las cuestiones que se refieren de forma Rights of Animals and Unborn Generations», en
general al medio ambiente, <<lntroduzione», en 1 diritti Rights, Justice , andthe Bounds 01 Liberty, Princeton,
degli animali, Bologna, Il Mulino, 1988, pp. 9-36. Princeton University Press, 1980, pp. 159-184.
56 Un aspecto interesante de la continuidad, o de la 67 Los derechos como pmtección de un interés eran
desaparición de fronteras entre animales, humanos y analizados por J. Waldron, «Rights», en R. Goodin y
máquinas era tratado desde un punto de vista feminis- Ph. Pettit, A Companion to Contemporary Political
ta en el trabajo de D. Haraway, Ciencia, «cyborgs» y philosophy, Oxford, Blackwell, 1993, pp. 575-585.
mujeres, Madrid, Cátedra, 1991, pp. 251-311. 68 M. Van Hoecke presenta los derechos como
57 A este respecto son relevantes los datos que ya nuevas formulaciones de los deberes de la humani"
se tienen sobre las capacidades de algunas especies, dad, «Confusion on the Concept of "Rights": The
«D. M. Rumbaugh, S. Savage-Rumbaugh, «Apes and Case of the So-Called "Animal Rights"», en ARSP,
Language Research», en H. B. Miller y W. Williams, Beiheft, 58,1995, pp. 215-225
Ethics andAnimals, pp. 207-217. 69 M. T. López de la Vieja, Principios morales y
58 S. Castiglione propone la autonomía, la sensibi- casos prácticos, pp. 206-207.
lidad, tener caracteres vitalmente importantes, etc., 70 A. White, «The Variety of Rights», en Rights,
como atributos de los agentes morales, «The Problem Oxford, Clarendon, 1984, pp. 13-19.
71 J. Feinberg recordaba el uso general del término 84 A. Roy, «TheEnd of 1magination», en The Cost
«deben>, llegando a la conclusión de que existe un ofLiving, pp. 117-161.
deber que concierne a la especie humana, preservar 85 D. Van De Veer se refiere a la <<justicia interes-
todas las especies, no privar a los propios descendien- pecífica», como principio para regular las relaciones
tes de algo valioso, etc., «Human Duties and Animal entre especies, «lnterspecif Justice and Animal
Rights», en Rights, Justice, and the Rounds ofLiberty, Slaughter», en H. B. MilIer y W. WilIiams, Ethics
pp. 185-206. andAnimals, pp.147-162.
72 I. Kant, <<Vorlesungen über Moralphilosophie», 86 U. Wolf se refiere a principios prima facie y a la
en Gesammelte Schriften, Berlin, De Gruyter, 1974, compasión universal, «Haben wir moralische Ver-
voL xxvrr, pp. 458-463. flichtungen gegen Tiere?», en A. Krebs, Naturethik,
73 R. D. Ryder hizo una revisión de los ar" pp. 47-75.
gumentos a favor y también de las alternativas a la 87 Para el tratamiento deficiente de la tempo-
experimentación con animales, «Speciesism in the ralidad en las versiones contractualistas, la res-
Laboratory», en P. Singer, In Defence of Animals, ponsabilidad de unas generaciones para con otras, la
pp. 77-88. transmisión y las obligaciones hacia el futuro,
74 Autores como H. Spira asocian la liberación de F. Ost, M. Van Hoecke, «Del contrato a la trans-
los animales con la «liberación de los humanos», en misión. Sobre la responsabilidad hacia las gene-
el sentido de que el bienestar de los animales afecta a raciones futuras», en Doxa, núm. 22, 1986,
la calidad de vida de los humanos, «Fighting for Ani- pp. 607-630.
mal Rights», en H. B. MilIer y W. WilIiarns, Ethics BB J. Rawls, «The Problem of Justice Between
and Animals, pp. 373-380. Generations», en A Theory ofJustice, Oxford, Claren-
75 M. G. Hansson comentaba el enfoque kantiano don, 1972,pp.284-293.
y los deberes prima facie de la especie humana hacia 89 G. Patzig recoge la tesis de que existe la obliga-
los animales, «Kantian Ethics Applied in the Area of ción de legar un mundo no devastado, «ecológica
Biomedicine», en Human Dignity and Animals Well- dentro de los límites de la mera razón», en Hechos,
being, Uppsala, Almqvista. Wiksell, 1991, pp. 157- normas, proposiciones, pp. 219-220
198. 90 A. De-Shalit, «The Transgenerational Comrnu-
76 J. S. Mili, On Liberty, Londres, Penguin, 1985, nity», Why Posterity Matters, Londres, Routledge,
p.68. 1995,pp. 13-50
77 A. Naess en el artículo citado antes, «A Defence 91 M. T. López de la Vieja, «Justicia entre especies
of the Deep Ecology Movement», en Environmental y entre ciudadanos», en J. M. García Gómez-Heras y
Ethics, núm. 6, 1984, pp. 265-270. Recogí las tesis C. Velayos, Tomarse en serio la naturaleza, Madrid,
centrales del autor y comenté este caso en Principios Biblioteca Nueva, 2004, pp. 43-65.
morales y casos prácticos, pp. 196-197. 92 Por su parte, J. Narveson sostiene que el Con-
78 «La nutria, otra víctima del Plan Hidrológico», tractualismo no es una teoría adecuada para hacer un
en El Mundo, 30 de octubre de 2000, p. 40. análisis de este tema, los derechos de los animales,
79 G. Patzig se refiere a la jerarquía de las «Animal Rights Revisited», en H. B. MilIer y W. Wi-
relaciones con lo natural, así como a la jerarquía de !liams, Ethics and Animals, pp. 45-59.
las distintas obligaciones, «Ética ecológica den- 93 Ph. Van Parijs, «The Disfranchisement of tbe
tro de los límites de la mera razón», en Hechos, Elderly, and Other Atemps to Secure Intergeneratio-
normas, proposiciones, Barcelona, Alfa, 1986, nal Justice», en Philosophy & Public Affairs,
pp. 201-223. núm. 27, 1999,pp.292-333
80 H. Shue, «Mediating Duties», en Ethics, 94 Sobre los derechos que son válidos ahora, sien-
núm. 98,1988, pp. 687-704. do las generaciones futuras los beneficiarios de tales
81 Para los distintos enfoques sobre el tema, derechos, G. Pontara, «Teoría de los derechos y gene-
M. Tafalla, «Introducción: un mapa del debate», en raciones futuras», en Ética y generaciones futuras,
M. Tafalla (ed.), Los derechos de los animales, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 104-132.
pp. 15-39. 95 M. Warren analizaba el tema de los derechos de
82 P. de Lora ha mostrado las limitaciones del las personas potenciales, «Do Potential People Have
argumento kantiano sobre las obligaciones indirectas Moral Rights?», en R. Sikora, B. Barry, Obligations
hacia los animales, «La Ética de la reciprocidad», en to Future Generations, Philadelphia, Temple Univer_
Justicia para los animales, Madrid, Alianza, 2003, sity Press, 1978, pp. 14-30.
pp. 109-134. % A. Baier, «For the Sake of Future Generations»,