Está en la página 1de 2

La Penelopíada.

Roberto Martínez Baryich


A Jaime López-Sanz

Cierras la puerta, Penélope, y sientes los pasos de tu último


amante alejarse sigilosos, Mañana, aunque aún no lo sabes,
regresará Odiseo y por fin volverás a tener a tu hombre (por
siempre9 al lado.
No has dejado de amarlo, Penélope, y lo sigues deseando tan
ardientemente como la primera vez: como cuando aquella virginal
chiquilla itacence dejó de ser tal, para convertirse en la mujer
que luego desataría las más feroces pasiones entre los hombres del
Peloponeso. Pero –nunca has intentado negarte la verdad- veinte
años sin compartir el lecho te hubieran consumido de tristeza
hasta la muerte. Los secretos placeres que has concedido a tu
cuerpo a lo largo de tantas lunas, son los que te han permitid
mantenerte en pie: llorando por Odiseo y tejiendo durante el día;
amando esos cuerpo tan distintos –que son Odiseo de alguna manera-
y destejiendo durante la noche.
Nadie lo sabe, Penélope. Has sabido guardar tu secreto de
Telémaco. Él es aún más joven, no lo entendería. Te has aliado con
Poseidón en un pacto en el que todo tus pretendientes, uno a uno,
noche a noche, pasan por tu lecho y alivian tus pesares. A la
mañana siguiente ellos no lo recuerdan, sólo tú. Y desconoces el
oscuro interés de Poseidón en ayudarte, sabiéndolo acérrimo
enemigo de tu Odiseo; pero no te niegas a tu única posibilidad de
supervivencia: el sexo. Cuántas veces has saboreado la tersa y
tibia piel de Anfínomo; cuántas otras has irrigado tus entrañas
con la santa leche de Leócrito. Cuántas veces, Penélope, has
organizado orgías salvajes reuniendo a los más jóvenes y fuertes
de tus 108 pretendientes; cuántas has cabalgado los robustos
valles y colinas del sagrado cuerpo de Eurímaco; y cuántas otras
has practicado, no sexo oral sino auditivo, con Femio.
Y no te sientas culpable, Penélope. No agobies tu alma con
inútiles reclamos, porque Odiseo –si es humano- está haciendo lo
mismo en cada costa, en cada rincón del Mediterráneo en el se
detenga a pernoctar (Homero lo sabe: Circe y Calipso han sido de
Odiseo, Nausíaca también, pero aquí el aedo se ha hecho el
desentendido).
Mañana volverá Odiseo a Itaca. Mañana ambos se verán a los
ojos y se abrazarán y se perdonarán y amarán otra vez, como
siempre, como nunca. Y mañana en la noche, mientras los demás
duermen hondamente y los pretendientes viajan al Hades, destejerás
otra vez la inútil mortaja para tu amado y cubrirás con esos hilos
tu cuerpo y el tuyo, incendiados de pasión, fundidos –ahora sí-
para siempre. Y confirmarás, Penélope, dando uso a tu muy griega
razón, que lealtad y fidelidad nada tienen que ver.

También podría gustarte