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LA IMPORTANCIA DE LAS NORMAS

3° AÑO

En este libro se ha señalado el carácter social de los seres humanos. En la convivencia,


las personas pueden satisfacer sus necesidades e incorporar y transmitir los elementos
y los valores de su cultura.
La sociedad es el ámbito en el que cada uno puede desarrollar sus potencialidades y
donde puede ser libre dentro de un marco de normas que garantizan el ejercicio de los
derechos. Para que la convivencia social sea posible, todas las culturas crearon un
sistema de normas.
Las normas cumplen una función esencial porque determinan cuáles son los
comportamientos deseados y las acciones no queridas por esa comunidad, al reconocer
los derechos e imponer las obligaciones de cada uno de sus integrantes. Saludar al
vecino, respetar las normas de tránsito, ceder el asiento a un anciano o a una mujer
embarazada, no mentir, son solo algunos ejemplos. De acuerdo con sus características,
las normas se pueden clasificar en sociales, morales y jurídicas.
Las normas sociales, que incluyen las normas de cortesía y los usos y costumbres, son
aquellas impuestas por una sociedad e iguales para todos sus miembros. Como leyeron
en el capítulo 1, estas normas, como decir "por favor al pedir algo, se aprenden durante
el proceso de socialización. Las pautas que establecen estas normas no son
imprescindibles para la convivencia, por eso son voluntarias. Pero si son respetadas
por la mayoría de los integrantes de una sociedad, la convivencia resulta más ordenada.
Pese a no ser obligatorias, las normas sociales tienen un castigo si no se respetan: el
rechazo social al que es sometido quien no está dispuesto a cumplirlas. Piensen en el
caso, por ejemplo, de una persona que nunca pide las cosas por favor, ni las agradece,
y cómo reaccionan quienes la rodean ante este comportamiento.
Las normas morales son las que expresan principios interiorizados que cada persona
aplica "desde adentro" y que tienen que ver con su forma de sentir y de entender el
mundo que la rodea. Estas normas están relacionadas con lo que cada uno considera
correcto o incorrecto, como ser solidario o no copiarse en una prueba. No son
obligatorias, ya que cada persona se las autoimpone según su propia escala de valores.
El castigo para quien no las respeta es el sentimiento de culpa o el llamado cargo de
conciencia.
Pero existen otros comportamientos que deben ser cumplidos obligatoria- mente por
todos los miembros de una sociedad para que no haya conflictos. ¿Qué pasaría si nadie
cumpliera con las normas de tránsito? ¿Y si no se respe- tase el derecho a la vida? La
decisión de cumplir o no esas normas no puede depender de la voluntad del ciudadano
o de una cuestión de conciencia. Por eso existen las normas jurídicas, que son las que
impone el Estado con carác- ter obligatorio a todos sus habitantes, y cuyo fin es el
respeto de las conductas necesarias para la convivencia. Su falta de cumplimiento
supone una sanción legal que puede consistir en una multa o una pena de diferente
gravedad hasta llegar, en algunos países, a la pena de muerte.
Las normas sociales, las morales y las jurídicas contribuyen a hacer posible el orden
social.
LAS LEYES

En un sentido amplio, se dice que una ley es cualquier norma jurídica o disposición
establecida por una autoridad estatal. Así, serían leyes las normas que aprueba el
Congreso, las disposiciones del Poder Ejecutivo, las decisiones de los jueces o las
normas municipales, entre otras. En un sentido restringido, solamente reciben el
nombre de leyes las normas jurídicas sancionadas por el Poder Legislativo, de acuerdo
con un procedimiento específico. Según este criterio, las disposiciones del Poder
Ejecutivo son decretos, las decisiones de los jueces son sentencias y las normas
municipales son ordenanzas.

CARACTERÍSTICAS DE LAS LEYES

Las leyes, en sentido restringido, presentan las siguientes características.


Obligatoriedad. Las leyes son obligatorias para todas las personas que están dentro del
país, sean nacionales o extranjeras, residan en el territorio del Estado o simplemente
estén de paso por él. Quien no cumple con ellas, recibe una sanción o castigo impuesto
por las autoridades. Para que una persona cumpla con una ley, previamente debe
conocerla. Por lo tanto, las leyes que son aprobadas deben publicarse. La publicación
de una ley se realiza en el Boletín Oficial, un periódico cuyo fin es, precisamente, dar a
conocer la aprobación de nuevas leyes. Salvo que una ley establezca un plazo
diferente, las leyes empiezan a ser obligatorias después de los ocho días de su
publicación en este periódico.
Para asegurar su obligatoriedad, un principio jurídico establece que las leyes se
presumen conocidas por todos, es decir que se supone que todos las conocen. Nadie
puede argumentar no haber cumplido con una ley porque no sabía que existía. Para
entender mejor este principio se puede pensar en lo que pasaría si un extranjero que
recién llega al país matara a alguien y luego alegara que no sabía que era un delito,
pues no conocía las leyes de la Argentina, por no haber estado antes en nuestro país.
Generalidad. Las leyes son generales, es decir que se aplican por igual a todas las
personas que están en las mismas situaciones. Existen excepciones a este principio,
como sucede cuando una ley sancionada por el Congreso otorga una pensión a una
persona determinada.
Estabilidad. Las leyes son estables, esto es, se crean con la intención de que tengan
validez por un tiempo prolongado. Una Jey tiene vigencia desde su creación hasta tanto
no sea derogada, total o parcialmente, por una nueva ley.
Irretroactividad. Las leyes son irretroactivas, o sea que producen efecto desde su
publicación y no hacia atrás en el tiempo. Por lo tanto, no pueden ser aplicadas a hechos
previos a su entrada en vigencia. En este sentido, se puede pensar en lo que ocurriría
si una ley estableciera que a todas las personas que el año pasado cruzaron un
semáforo en rojo les corresponde cumplir cinco años de cárcel.
Una ley puede tener efecto retroactivo si, anticipando sus efectos, beneficia a las
personas involucradas. Esto sucede, por ejemplo, si se dispone un aumento de sueldo
retroactivo a tres meses anteriores a la ley.
ESTRUCTURA DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL

La Constitución nacional argentina organiza sus contenidos mediante su división en dos


grandes bloques, que se conocen como la parte dogmática y la parte orgánica. Previo
a ellos se incluyó una introducción que recibe el nombre de Preámbulo, en el que se
sintetizan los fines que guiaron a los constituyentes, consistentes en "[...] constituir la
unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa
común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad [...]".
La primera parte o parte dogmática sienta las bases del sistema político y reconoce los
derechos y garantías de todos sus habitantes. Se divide en dos capítulos llamados
"Declaraciones, derechos y garantías" y "Nuevos derechos y garantías", este último
incorporado en la reforma de 1994.
Las declaraciones son normas de la organización del país, como el artículo 1, que
establece: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa
republicana federal, según lo establece la presente Constitución".
Los derechos son las facultades que el Estado reconoce a todos sus habitantes de
manera explícita o implícita, en una serie de artículos, como se vio a lo largo de los
capítulos de este libro.
Las garantías son mecanismos de protección de los derechos de los habitantes frente
al poder del Estado. Muchas de ellas, que protegen la seguridad personal, son
enumeradas en el artículo 18.
La segunda parte o parte orgánica se denomina "Autoridades de fa Nación" y en ella se
organiza la estructura y las funciones de los órganos de gobierno que ejercen el poder
a nivel nacional y provincial. Esta parte se subdivide en dos títulos: "Gobierno federal"
y "Gobiernos de provincia".
El título correspondiente al gobierno federal se divide en tres capítulos dedicados a
organizar el funcionamiento y las atribuciones del Poder Legislativo, que elabora y
sanciona las leyes; del Poder Ejecutivo, a cargo de la administración general del Estado;
y del Poder Judicial, que debe resolver los conflictos particulares mediante la aplicación
y la interpretación de las leyes.
Dado que la República Argentina adoptó la forma de Estado federal, el segundo capítulo
está reservado a la organización de los gobiernos provinciales y las relaciones entre
estos y el Estado nacional.
En el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la reforma constitucional de 1994
dispuso, en su artículo 129, que se trata de un Estado autónomo y que, por lo tanto,
tiene la posibilidad de dictar sus propias leyes y sus ciudadanos pueden elegir
directamente, por medio del voto, a su jefe de Gobierno.

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