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sánchez sánchez
Surgimiento
del
Sindicato Mexicano
de Electricistas
méxico, d. f. 1975
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Este trabajo es la síntesis que presenta el sociólogo
Víctor M. Sánchez Sánchez del estudio general que,
sobre el mismo tema, ha elaborado con el título
“Surgimiento del sindicalismo electricista, 1914-1917” de
próxima publicación. Síntesis y estudio son producto del
acuerdo tenido entre el Sindicato Mexicano de
Electricistas, la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, S.
A. [en liquidación] y la Universidad Nacional Autónoma
de México, la que a través del Centro de Estudios del
Desarrollo de la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales, se ha dedicado al estudio y análisis de la
historia del S.M.E.
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COMPAÑÍA DE LUZ Y FUERZA DEL CENTRO, S. A.
[EN LIQUIDACIÓN]
MÉXICO
1914 - 1975
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Surgimiento
del
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1. Un marco general.
Fue así como se creó una economía nacional irregular, desigual, combinada
con remanentes de otros modos de producción; y, como se impidió el desarrollo
social de los medios de producción nacionales, se provocó, con ello, una situación
miserable para las masas proletarias y semiproletarias del país.
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Hubo antes muchas otras luchas contra oligarquía porfirista, generalmente
espontáneas, locales y aisladas, que fueron en su mayoría brutalmente reprimidas,
hasta exterminarlas; pero el trasfondo nunca fue cambiado, pues las masas
populares siguieron sosteniendo la riqueza portentosa de la oligarquía, mientras
ellas apenas subsistían. Pero, a partir de 1910, el levantamiento contra esa
oligarquía atrajo miembros de todos los sectores sociales que no participaban de las
riquezas nacionales. De cualquier forma, es indudable que el movimiento
revolucionario obtuvo su fuerza propulsora de las masas proletarias y
semiproletarias del campo o la ciudad, ya que la situación ignominiosa en que éstas
se hallaban, las empujó a buscar sus propias soluciones.
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La historia oficial, resumidamente, dice así: Francisco I. Madero, el apóstol,
de la revolución, enarbola los sentimientos revolucionarios de todas las clases
sociales y se lanza a una lucha pacífica, con una campaña electoral, contra la
reelección del dictador Díaz; lo esencial de la lucha se encontraba en su lema
“Sufragio efectivo, no reelección”.
Por eso fue que Victoriano Huerta dio el golpe de Estado, porque no había
sido posible romper el poder económico político de la oligarquía, que era la raíz de
los problemas sociales y, porque el maderismo desoyó a las masas populares.
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burguesía nacional, y, sobre todo, porque ese antiimperialismo era producto de los
odios acumulados en las masas populares contra sus patrones.
El movimiento obrero, durante los años del maderismo, tuvo una gran
importancia en el desenvolvimiento de los sucesos revolucionarios. Cuando
Madero llegó al poder, los tipógrafos [en ese tiempo organizados en la
Confederación Tipográfica Mexicana] consideraban que con él se vislumbraba una
nueva tendencia de renovación social.
Los tipógrafos se auto designaban “los apóstoles, los llamados a dirigir a los
otros”. Estaban en contra del poder político y de los puestos públicos.
Consideraban que el arma esencial de los obreros era el “raciocinio”, que juzgaba
“la base de las obras sólidas”.
En efecto, si bien es cierto que dentro del ramo tipográfico hubo huelgas
importantes, como la de los talleres “Modelo” o la del “Libro Mercantil”, en los años
de 1912, o bien la movilización, ante la expectación nacional, de los obreros de
Torreón, en el mes de noviembre de 1911 –apoyada por la Confederación con cien
pesos-, no se puede afirmar que los tipógrafos impulsaran este tipo de movimientos
sino al contrario, las movilizaciones hacía que los tipógrafos actuaran, pues no les
gustaba causar estragos ni romper el orden público.
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Para el año de 1912, siendo Madero presidente, la Confederación Tipográfica
Mexicana, junto con la Unión de Canteros, la Gran Liga de Sastres y el Sindicato de
Conductores de Carruajes, sorpresivamente formaron “La Casa del Obrero”
[Mundial]. Luís Araiza –historiador oficial-, dice que la Casa nació “hija de las
circunstancias, porque no existió ningún acuerdo previo que proyectara la idea de
fundarla.
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Para el período 1911-1912, las importaciones tuvieron una baja de 23
millones respecto al período anterior, y en lo tocante a las exportaciones, hubo un
aumento en relación a ese período, de cuatro millones. Esto demuestra, por una
parte, que los capitalistas sacan sus productos a mercados más estables y, por otra,
que no los distribuyen en el país, por el caos que produce la revolución en el
mercado interno; de cualquier modo, ellos no cesaron en obtener utilidades.
Hubo otro fenómeno económico que agravó la situación social del pueblo, en
especial, la del trabajador: la inflación. Para mayo de 1914, antes de la caída de
Huerta, la inflación mostraba ya sus características críticas. Las transacciones
comerciales se dificultaban porque se hacían con monedas de plata y oro, las que
comenzaron a escasear debido a que los comerciantes e industriales las atesoraban
o a que los banqueros las sacaban del país. En las transacciones que se realizaban
con ellos, adoptaron la política de exigir el pago en metálico, y en las que ellos
hacían con el pueblo, pagaban con los bonos o los billetes emitidos por alguna de
las facciones en pugna [circulaban de villistas, zapatistas o carrancistas]. Esto pues,
provocaba una inflación cada vez más crítica.
Por otra parte, Huerta tuvo que comprar en el extranjero alimentos [maíz,
frijol y otros productos] y mantener el pago de la deuda externa; esas compras y ese
pago las realizaba con oro y plata, por lo se agravó todavía más la situación
económica.
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3. El comercio interior había decrecido en todo lo que se relacionaba con los
productos manufacturados, nacionales o extranjeros, excepto los de
primera necesidad.
4. Para mantener abierto el crédito a México, era necesario pagar la deuda
externa contraída antes del inicio de la revolución, lo que era difícil de
cumplir, aunque se intentaba.
5. Las rentas del Estado habían disminuido, a causa de la escasez de
producción y de operaciones comerciales, cosa que afectaba todas las
fuentes de ingresos del erario.
6. Los gastos de gobierno habían aumentado por razón de las necesidades
de la campaña militar, y, para afrontar los gastos, el erario emitía
enormes cantidades de billetes o bonos, que aunque inmediatamente
facilitaban las cosas cotidianas, a largo plazo agravaban la situación
inflacionaria y especulativa, pues no se reponía su valor en metálico.
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Para julio de 1914, la derrota de las fuerzas reaccionarias era ya un hecho, y
en agosto, la disolución del gobierno interino de Francisco Carbajal fue su epílogo.
Pero no todo quedó ahí, se iniciaba un proceso definitorio.
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no bajo sus inversiones sino que incrementó sus servicios, sus precios y sus
utilidades, como puede verse en el siguiente cuadro:
El hacer notar el caso de la Compañía de luz tiene por objeto mostrar que,
para lograr su crecimiento y tan grandes utilidades, necesariamente hubo que
utilizar fuerza de trabajo asalariada explotada a grado máximo, obreros
electricistas con jornadas amplias y jornales pequeños. A estos obreros ella los
mantuvo, mientras pudo, en la misma situación de sojuzgamiento y explotación, en
que se hallaban los proletarios y semiproletarios del país. Pero al mismo tiempo,
que éstos, los obreros electricistas bien pronto empezaron la lucha contra la
explotación que sufrían por parte de la Compañía de Luz, en lo particular, y contra
la explotación que realizaban la burguesía nacional e imperial, en lo general.
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Resumiendo, puede decirse que entre 1906 y 1911, los obreros electricistas
lograron una consolidación y experiencia que les eran muy necesarias para su
propia organización; tenían una idea clara y distinta de su situación en la
producción; tenían conciencia de esto y del momento social vivido; con esa base
plantearon sus reivindicaciones como mutualidad y después como socios
cooperativistas.
Como ya se vio, la Casa del Obrero Mundial, durante los años 1912-1914,
también llevó el estigma de las organizaciones e ideologías pequeño burguesas;
sería, pues, al fragor de la acción revolucionaria y al calor particular de la lucha
entre patrones y obreros como se desarrollaría aquella hegemonía conciliadora de
la pequeña burguesía. Aliada de suyo de la burguesía, como lo demostró esos años.
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La gerencia de la Compañía de Tranvías [Mexican Tramways Company],
hermana de la Compañía de Luz [Mexican Light and Power Company], como era de
esperarse, no aceptó las propuestas para negociar con los obreros, y la huelga se
alargó desde el 8 al 13 de octubre, día en que intervino el general Obregón, quién
incautó la empresa provisionalmente por quince días, es decir, hasta el 7 de
noviembre, como tiempo para negociar. Para el 15 de noviembre la empresa no
contestaba todavía a los obreros y la incautación subsistió. Por ese tiempo, a nivel
general, ya se había realizado la Soberana Convención Revolucionaria y los
carrancistas habían roto con ella, con las fuerzas revolucionarias de Villa-Zapata,
pasaban por la capital rumbo a Veracruz, por ello trataron el conflicto tranviario.
Pero estaban por entrar las fuerzas oponentes, los convencionistas, quienes
siguieron las pláticas de tranviarios con la empresa, sin resultados satisfactorios.
Finalmente, por ese tiempo, la incautación por los carrancistas subsistió por mucho
tiempo, hasta el término de la revolución; quedó a cargo de la empresa un capitán
de Obregón.
1. Ante todo, ser democrático, es decir, para todos los obreros y empleados
que reciben salario o sueldo de alguna empresa eléctrica, “sin distinción
de ninguna especie”.
2. De combate y defensa de los intereses obreros, “para pedir que una
empresa poderosa aumente el jornal a millares de empleados y obreros”;
para que se reinstalara a cualquier cantidad de trabajadores que fueran
despedidos injustificadamente y, asimismo, para “defender al trabajador
de las artimañas y las maquinaciones del capitalista” y para exigir “la
justicia en las mutuas relaciones entre patrones y empleados”.
3. Para lograr cohesionar y solidarizar las fuerzas proletarias y adquirir
mayor y creciente fuerza “si todos nos unimos como un solo hombre:
todos para uno y uno para todos”; y por último,
4. Para desterrar la competencia entre los trabajadores y evitar la baja en el
precio de la fuerza de trabajo; evitar los bajos salarios.
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Hubo otro punto de importancia que el Sindicato Mexicano de Electricistas
definió en la práctica, el cual se refería a lo que ellos entendieron por “relaciones
con el Estado” y que los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial [COM], no
aceptaban, porque rompía con lo definido por estos pequeño-burgueses, como “no
participar en política”. Los electricistas no prestarían apoyo a ningún “facción”, ni
aceptarían que los miembros del sindicato prestaran servicios en oficinas públicas,
cosa que nos les impediría impugnar o solicitar apoyo o negociar con los
gobernantes, siempre que ello resultase favorable a sus demandas, a sus intereses,
sin perjudicar la independencia de la asamblea general en la toma de decisiones.
Ante todo, básicamente, siempre fue la asamblea la que definió la postura, las
acciones, las propuestas y los criterios que se habrían de aplicar.
La situación, hay que insistir en ello, era muy delicada, no sólo en cuestiones
políticas a nivel nacional [por la guerra civil], sino también en relación al alto costo
de la vida. Los precios de los artículos de primera necesidad se elevaban
constantemente -día con día-, al grado que parecía un proceso de nunca acabar. En
sólo una semana los precios aumentaban del 10 al 25%, como en el caso del azúcar,
que llegó a subir de 22 hasta 65 centavos el kilo, y, el del piloncillo que de 18 subió
hasta 50 centavos el kilo. Los salarios de los obreros capitalinos no rebasaban al
peso, la mayoría eran de 50 a 70 centavos, por jornadas de 12 a 16 horas.
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Por otra parte, en esos meses revolucionarios, las fuerzas carrancistas
comandadas por Álvaro Obregón, se estaban acercando a la ciudad de México y,
por lo mismo, las fuerzas convencionistas de Villa y Zapata tuvieron que tomar
precauciones contra los posibles ataques y sospechosos que se alzaran en beneficio
de Carranza, el que se llamaba constitucionalista. Por ello evacuaron.
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El gerente deseaba aprovechar la mano de obra barata que se ofrecía, sobre
todo por la situación crítica para hacer que, individualmente, los obreros y
telefonistas, transaran con él; y así, obtener costos más bajos y mayores ganancias,
en síntesis: lanzaba a los trabajadores a luchar y competir entre sí, con lo que la
única beneficiada sería la empresa monopólica imperialista, pues era subsidiaria de
la Western Union. Al aceptar los tratos de manera individual, como lo propuso el
gerente, hubiese podido –posteriormente-, despedir a los huelguistas como a los
representantes uno tras otro, pues claramente quedaba demostrado que no existía
unidad ni solidaridad entre los mismos compañeros de trabajo.
Esta situación divisionista, una de las más añejas estrategias patronales, con
obreros egoístas compitiendo entre sí, agregada a los costos del servicio telefónico
que, por ser muy bajos, le rendían a la empresa elevadas ganancias. Eso era lo que
deseaba mantener el gerente, porque beneficiaba a los intereses que representaba –
la empresa imperial-, y esta situación era, precisamente, la que el S.M.E. señalaba y
combatía, dándole un impulso nuevo hacia su transformación: la fuerza de trabajo
organizada aparecía pues, imponiéndose mediante la única posibilidad y el único
camino realmente proletario: la lucha.
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El S.M.E., por su parte, contrarrestó esas medidas con movilizaciones,
brigadas y asambleas informativas, pues la solidaridad debía construirse y
mantenerse, si se deseaba alcanzar lo que pretendía el “Memorial”: esta era y fue
una política constante que se practicaba en el sindicato. Para evitar el decaimiento
de los huelguistas se procuró dar información de los sucesos de cada día; la
discusión era continua y, además, en muchas ocasiones se recitaron poesías
elogiando al movimiento; todo lo cual mantenía vivo el interés y la continuidad de
la lucha.
Es preciso tener claras dos cosas: a] fue la asamblea la que, como solución a
la huelga, decidió la intervención del gobierno para que incautara la empresa, y b]
para el mes de febrero de 1915, eran las fuerzas carrancistas las que se encontraban
en la capital, buscando afanosamente el apoyo de todos los sectores sociales,
principalmente el de las masas populares, para lograr frenar el impulso de las
fuerzas de Villa y de Zapata. Los obreros de la capital, en especial los electricistas,
recordaban la reciente incautación de los tranvías eléctricos.
Eran pues, dos factores que coincidían en un momento favorable para ambas
partes, electricistas y carrancistas, cada una con una visión y un objetivo muy
particulares, antagónicos y diferentes entre sí.
Fue por esto, por lo que Obregón, por conducto del pintor Gerardo Murillo,
mejor conocido como Doctor Atl –ideólogo obrerista en ese momento-, intervino
en el conflicto huelguista de la Telefónica Mexicana. La actuación de Obregón,
insistimos, respondía perfectamente a los requerimientos del conflicto político que
enfrentaba en esos meses, debido a la necesidad que tenía de apoyo popular; y, por
su parte, los electricistas planteaban una acción también acorde con sus muy
particulares intereses. En el fondo, ambas posturas resultaban antagónicas.
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convencionistas. Así, el oportunismo de los dirigentes de la COM se patentizó una
vez más.
Así pues, la lucha proletaria que se libraba en esos momentos era una lucha
política de primer orden que indicaba la formación definitiva del sindicalismo
mexicano, y éste es, precisamente, el hecho que no hay que olvidar. El sello es, sin
duda, electricista.
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Malamente pudo replegarse a una “lucha meramente sindical o
economicista”, cuando lo que buscaba era, precisamente, la formación cabal del
sindicalismo. Por tanto, es erróneo plantear que el proletariado mexicano de la
época revolucionaria se replegó y que no luchó por sus propios intereses formando
una alianza obrero-campesina que derrocará la burguesía y asumiera el poder
político, para implantar la dictadura del proletariado; con ese planteamiento se
tergiversa y falsea la experiencia proletaria que es, en resumidas cuentas, la fuerza
propulsora de toda liberación.
Con este acto político, terminó la primera huelga realizada por el naciente
Sindicato Mexicano de Electricistas.
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A pesar de la guerra revolucionaria, el contexto de las relaciones capitalistas
que entonces existían, no fue criticado en su esencia, de manera que indujera a
pesar en cambiarlo. El capitalismo, aunque débil, siguió existiendo durante la
revolución, justo eso lo que estaba en pugna; por un lado, por los convencionistas –
el poder proletario-, y, por otro, los constitucionalistas, el poder burgués. Después
de la guerra, se fortaleció.
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Y es que el sindicalismo proletario, tal como lo definió y estructuró el S.M.E.,
sólo podía realizarse en la acción, en la práctica. En la movilización de las bases
obreras para luchar por sus propios intereses y objetivos, en 1915: mejorar las
condiciones de trabajo, mejores relaciones sociales de producción, algunas
prestaciones sociales para los compañeros y, sobre todo, reducción de la jornada a
8 horas y salario base de un peso. En la medida que se abandona la movilización de
las bases obreras, el sindicalismo proletario –altamente político-, se convierte en
una lucha “meramente economicista”, de lo que resulta que la solidaridad y la
conciencia obreras decaen, y, los dirigentes tergiversan sus intereses originales, se
hacen aliados de la burguesía. Morones dixit.
Así pues, al hablar de la “acción directa”, se pasaba por alto la existencia del
aparato administrativo y militar que, como órgano de dominación y opresión, se
lanza contra la lucha obrera; es el aparato que detenta la clase burguesa como
instrumento suyo.
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sindicato. En concreto, el 2 de enero de 1915, la empresa despidió a un obrero, “por
hacer propaganda sindicalista”. Ese obrero era Francisco Horta, del área de
cobranzas, en aquel tiempo se destacó por su ardua labor en favor del S.M.E. La
comisión nombrada en la asamblea, para tratar este asunto, no fue recibida por los
altos jefes de la empresa, razón por la que, en la asamblea del 5 de enero, se insistió
en que no había motivos para ese despido y que, por lo tanto, el trabajador debía
ser reinstalado. Con este despido, la empresa trataba de intimidar la fuerza
naciente de los sindicalistas –como en otros tiempos lo había logrado-; pero para el
S.M.E. esta medida patronal, resultó positiva, pues hizo manifestarse en los socios
sindicados una solidaridad, una convicción y una convicción firmes, que a fin de
cuentas, logró la reinstalación.
Pero no acabó todo con aquél triunfo. La situación crítica y oprobiosa que
vivía el obrero electricista, en el período revolucionario, hizo inminente una lucha
con el objetivo concreto de mejorar las condiciones de existencia en el trabajo y la
situación general de los electricistas –o sea, las relaciones sociales de producción-,
problema que se había ido definiendo en las discusiones [asambleas] del sindicato.
El 19 de enero de 1915, se aprobó un “Memorial”, que fue enviado con una comisión
al Gerente General de la Compañía de Luz el día 21, dándole un plazo resolutivo de
24 horas. Dicho Memorial comprendía los siguientes puntos:
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México, enero 21 de 1915, por el Comité Provisional el Srio. Gral.
Luís Ochoa.
Nunca como hoy, es más inoportuno provocar huelgas, sobre todo, cuando no
tienen por base el pretexto del bajo salario y la carestía de la vida y aún este
pretexto, en los momentos actuales, es peligroso, porque se corre el riesgo de que
la negociación se paralice, por no poder pagar salarios más altos y los operarios se
encuentren sin recursos para subvenir a sus más urgentes necesidades.
No parece sino que hubiera un interés oculto en provocar estas huelgas, pues
sólo así se explica que se escoja una ocasión tan inoportuna, como la presente,
para complicar más la situación, de suyo delicadísima. Toca a la autoridad vigilar
estos movimientos y evitar los perniciosos resultados que pudieran tener.
El S.M.E. consideraba que sólo la base obrera podía lograr el triunfo y, por
ello, se lo planteó así a ella y se movilizó inmediatamente. Consciente de su
situación estratégica en la producción regional y de que, la cohesión la solidaridad y
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la fuerza política sólo se adquieren en la lucha. Movilizando a las bases obreras el
S.M.E. materializaba la lucha obrera.
Los intereses obreros eran, pues, el aspecto más importante entre todos los
que ofrecía el contexto sociopolítico de ese tiempo y no podía ser de otra forma.
1915 fue el año dedicado a darle contenido proletario a la forma sindical, definieron
esos electricistas.
No está por demás decir que, desde entonces, se acusa al obrero de no tener
–por sí mismo- la capacidad suficiente para realizar acciones independientes,
autónomas, propias basadas en sus intereses, en busca de soluciones para sí; por
ello se afirma que el proletariado se mueve obedeciendo a “intereses ocultos” u
“oscuros” y con base en “pretextos”, que provocan situaciones altamente
perjudiciales que alteran el orden social, que afectan a la sociedad.
Con esto se da a sus acciones un matiz ideológico que previene contra toda
posición adversa al régimen capitalista, para justificar “racional y legalmente” la
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represión militar o policíaca ejercida por el gobierno o el Estado, cuando se altera
el orden burgués.
“…que los acuerdos a que se ha llegado han sido dados… en el concepto expreso
de que se trata con los señores que forman la Comisión de Empleados como
representantes de esos mismos empleados, en su calidad de tales y sin reconocer
en ellos cualquier carácter que puedan tener en cualquier Sindicato o
Agrupación Obrera”.
6. Conclusiones.
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Cada fracción de la clase explotada recurrió a su tradición y experiencia de
lucha, en busca de esas soluciones. La fracción proletaria agrícola se lanzó a la
lucha en diferentes regiones del país, por medio de guerrillas que al paso del
tiempo lograron formar dos fuertes ejércitos campesinos, los comandados por
Emiliano Zapata y Francisco Villa, que infringieron fuertes derrotas al ejército
burgués. Casi le derrotan, casi.
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precisamente, la lucha de las bases organizadas lo que cohesionó y dio fortaleza al
S.M.E., convirtiéndolo en un pilar fundamental de las luchas que los obreros
mexicanos sostuvieron durante la revolución.
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S U M A R I O
Página
1. Un marco general 5
6. Conclusiones 27
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