Está en la página 1de 6

El Animismo

"Como otras religiones, aquellas de las tierras celtas de Europa complementaron el


animismo más temprano por una creencia en espíritus, que pertenecieron a árboles,
animales, rocas, montañas, primaveras, ríos, y otros fenómenos naturales, y en el
folklore todavía sobreviven pruebas abundantes que el Celta consideró espíritus como
él mismo, asumiendo una variedad de formas, animales y humanas. Esta fue la idea de
espíritus en la forma de animal que ayudó a conservar la memoria del más viejo
totemismo en los tiempos históricos”.

Edward Anwyl (1866-1914)

“Ante los ojos de los antiguos celtas, la tierra habitada por espíritus. Sin duda muchos
de ellos eran de origen primitivo o pre-celta; pero el hombre celta era un primitivo y
los espíritus nativos de los arboles, de los manantiales, de las fuentes y de las
corrientes eran familiares para él en cualquier tierra que pisara. Sin embargo, él había
pasado más allá de este estado de simple animismo y aparte de estos espíritus
domésticos que habitaban en los paisajes de alrededor bien conocidos para ellos,
habían aprendido a adorar a las grandes fuerzas naturales que controlaban su mundo,
la Luna, el Sol , el mar y el viento”....

El celta había pasado a más allá del estado de un mero culto a la naturaleza y había
llegado a creer en la existencia de deidades superiores, los dioses tutelares locales de
su aldea y de su tribu, y, sobre éstos, un panteón completo de divinidades que
presidian sobre sus intereses varios; así eran los dioses de la agricultura y del
comercio, de la curación y del habla, los dioses de la guerra, los dioses de la Tierra y
subterráneos, y diosas de la fertilidad y la abundancia.

Sir Thomas Downing Kendrick 1895-1979

Los celtas eran animistas: ellos creían que todos los aspectos del mundo natural
contenían espíritus, entidades divinas con las cuales los seres humanos podían
establecer relaciones; los mismos animales poseían santidad y simbolismo. Ellos fueron
percibidos como similares y al mismo tiempo, diferentes a los humanos.

Miranda Jane Green (Animals in Celtic Life and Myth)

El animismo como planteamiento espiritual o como creencia amplia, atribuye al alma


el principio activo de todos los actos psíquicos y vitales, teniendo la convicción de que
todo está animado y vivificado, por lo que las entidades de la Madre Naturaleza son,
en su singularidad y en su totalidad, seres animados.

El animismo no es una religión por sí mismo, sino que partiendo desde una
comprensión metafísica chamánica y de unas prácticas espirituales naturalistas,
impregnó a múltiples religiones, implicando una actitud determinada ante los
fenómenos, y hacia la causa de esos fenómenos. Éste, sin duda, desde tiempos
primitivos, se introdujo en la base de las creencias de los celtas.

En general el Animismo puede definirse como la creencia en las que tanto objetos
como cualquier elemento del mundo natural (mo ntañas, ríos, el cielo, el rayo, la tierra,
rocas, plantas, árboles, bosques y etc., se hallan dotados de alma o albergan espíritus y
tienen consciencia propia.

En el Druidismo, el animismo inició su despunte desde un sustrato religioso pre-céltico,


como una visón filosófica que se convirtió en un sentimiento religioso, según el cual, se
concibe que están dotados de alma o espíritu no sólo los hombres, sino también los
animales, los vegetales y hasta los minerales, incluso algunos objetos, que son
considerados por las creencias imperantes como inanimados, poseyendo éstos,
facultades específicas que pueden albergar a ciertos espíritus o energías conscientes.
No obstante el espíritu se distingue del alma, ya que ésta vive con él cuerpo, pero se
libera de éste, cuando sucede la muerte, para volver a unirse con los antepasados y
con los dioses o con la Causa Primera.

Por otra parte, en el Druidismo se cree que existen divinidades menores intangibles de
variadas categorías, que moran y abundan por la Madre Naturaleza. También hay
seguidores druídicos que creen que existen espíritus o divinidades mayores, vinculadas
a una Causa Primera o Fuente Suprema, que son sus manifestaciones y le sirven como
intermediarios, pero existen también espíritus o entidades comunes o menores, que
ocupan un puesto intermedio entre las divinidades y el hombre. Aparecen y se
desvanecen, simpatizan y se integran con los lugares más insólitos, como árboles,
rocas, ríos, etc. Pueden asomarse a esta dimensión y establecer contacto esporádico y
cordial con algunos humanos de desarrollada conciencia y, en determinadas
circunstancias, vincularse o comunicarse con ellos.

Así pues, por un lado tenemos que:

-El animismo druídico, entiende este Mundo como una realidad tangible y una supra-
realidad intangible, donde las almas encarnadas se hallan en un mundo de variadas
dimensiones con manifestaciones visibles y fenómenos espirituales, los cuales son
invisibles e imperceptibles para los sentidos y percepciones de muchos humanos.

-El animismo druídico no es ningún dogma de fe, sino una creencia que se asocia a una
experiencia que se vive o se ha vivido.

-El animismo druídico entiende al ser Humano, básicamente, como un cuerpo mortal y
un Alma inmortal. Tiene la convicción, y actúa en consecuencia, afirmando que todas
las cosas tienen alma o albergan "espíritus". Esta es la primera expresión de respeto de
la especie humana hacia el resto de la Madre Naturaleza.

Y por otro:
-El animismo druídico, se vincula al monismo de la misma manera que otras
espiritualidades animistas del planeta se entroncan a éste. Es decir, abrazan el criterio
metafísico por la cual se sostiene que el Cosmos está constituido por un sólo principio
o por una sustancia primaria que es la Causa Primigenia de todo.

A este respecto Emile Durkheim decía que; “en el animismo se da culto a un dios
impersonal, sin historia, inmanente y difuso en la multitud de las cosas”

-El animismo se vincula a otras muchas creencias druídicas, como la posibilidad de la


reencarnación, como la creencia en la existencia de otros seres sutiles y espíritus
inasibles de la Naturaleza, como al totemismo y a la experiencia y acciones
chamánicas, como a la creencia sobre la existencia de una Fuerza o Energía Vital (Dana,
Nert, Nertos, Nwyfre, Manred, etc)

De otras religiones o espiritualidades animistas, sirvan como ejemplos, tanto la


Divinidad denominada Manitoo (Manitú) de los indios algonquinos que significa "Gran
Espíritu", que es la divinidad suprema en la mitología Ojibwa, la cual se extendió a casi
todos los nativos americanos, como el culto a una Divinidad Suprema, tanto entre los
antiguos aztecas, incas o mayas. En África, el animismo incluye el concepto de
“magara” o fuerza vital universal, que conecta a todos los seres animados, así como la
creencia en una relación estrecha entre las almas de los vivos y los muertos.

También existen creencias druídicas que coinciden con la idea de “El Todo Absoluto”
del Hermetismo, basado en el animismo egipcio y con la noción que expresa “El que es
más grande de todos” de los también animistas zulúes o “Él que vino a la existencia
por sí mismo”.

Así mismo converge con las convicciones de otros muchos animistas africanos, cuando
afirman que el nombre verdadero de la Fuente Suprema, no se puede saber porque es
demasiado alto para nosotros y lo llaman por ello "El desconocido"; o "El inexplicable",
y en otras tradiciones como en la masonería incluso, se le denomina el "Gran
Arquitecto".

La culminación del animismo, es que en su generalidad aun con sus variados matices,
deviene simultáneamente panteísta o panenteísta, politeísta-henoteísta, y/o monista.

Por tanto, los celtas y sus druidas, además de vincularse a los aspectos chamánicos que
veremos seguidamente, eran también animistas, además de panteístas y/o
panenteístas, así como politeístas, incluidos en la variante henoteísta y
consecuentemente como otros animistas, se hallaban y hallan en su mayoría, muy
vinculados a la noción y creencia en una Entidad Suprema, Causa Superior o Principal,
opinando y sintiendo al respecto, como el resto de espiritualidades afines, que la
existencia de ese Gran Espíritu es de evidencia inmediata.
No obstante, el animismo celta o céltico posee un singular panteón pan-céltico y otros
más locales y específicos, creyendo que lo divino se manifiesta y expresa en los
aspectos del Mundo natural.

Los espíritus de los antepasados son respetados y muy considerados, pues son los
fundadores primigenios de los mitos que se transmiten de generación en generación. A
nivel personal, los animistas poseen santuarios, altares o sagrarios personales, donde
dan culto o invocan a los espíritus de los antepasados tanto tribales o de su
comunidad, como familiares, tanto de sangre como de espíritu.

En el Druidismo contemporáneo la creencia, la sensación de pertenencia o conexión a


una comunidad espiritual, tanto de personas encarnadas, como de almas ya
desencarnadas, suele denominarse Egregora o Egregor.

El concepto de Egregor, es un concepto moderno y es poco conocido entre las


personas que no pertenecen a algún grupo iniciático. El vocablo “Egregor” del griego
“Egregoroi”, significa velar o despertar. El término Egrégor empleado esotéricamente,
también proviene del mismo término y designa la fuerza generada por la suma de las
energías físicas, emocionales y mentales de varias personas cuando se reúnen con
cualquier finalidad. Es un término que es y fue muy empleado por las ordenes
masónicas y grupos ocultistas, de donde el druidismo contemporáneo, lo tomó

En el aspecto esotérico del Druidismo se emplea moderadamente como concepto que


representa una forma de pensamiento colectivo y grupal que conecta los
pensamientos y creencias de un grupo de personas afines, espiritual e
intelectualmente y que se conforma como una entidad etérea, psíquica y del plano
astral, con la facultad de poder influir positivamente en los pensamientos y emociones
del grupo que compone la Egregora.

Podría considerarse como una especie de Inconsciente Colectivo de una determinada


espiritualidad, idea o creencia general, al que se le añade un componente de energía
fluída. La Egregora no se limita en el tiempo, ni tampoco se halla delimitada por el
espacio, ni tiene fronteras geográficas, puesto que conecta a los individuos a través de
los planos sutiles.

Al conectarse a una “Egregora” concreta, el individuo nutre a ese Egregor con su


propia energía, sus propios pensamientos, emociones e ideas, aporta su atención y su
intención y recibe a cambio, el sostén espiritual del conjunto, reforzado por la
tradición o las doctrinas que sostienen. Es una relación empática y simbiótica.

Otra de las características de los cultos animistas es que los mundos o dimensiones
invisibles, son tan reales como los mundos visibles y tangibles, y el tiempo en ellos, no
es lineal sino cíclico, en un eterno retorno, en un concepto o visión circular del tiempo.
No obstante, existe una derivación del animismo, denominada “animatismo” que
vendría a ser la creencia en poderes o energías espirituales o sobrehumanas, capaces
de influir en la vida de una persona de forma distinta a como puede influir un espíritu,
digamos, que siendo éste consciente. Una energía animatista tendría una dimensión
personal, y no trasciende con la persona o animal a su muerte, sino que se diluye en el
Universo. El Druidismo, también tendría su extensión animatista porque consideraría
que cada ser humano, animal u objeto poseería una fuerza animatista o energía
individual, independiente del alma inmanente, de las fuerzas del Universo y de los
dioses o entidades divinas, se conciban éstas como entidades trascendentes o
inmanentes o ambas al unísono.

Esta energía animatista podría tener su explicación en el concepto galés de Manred o


Nwyfre o del Dán o Nert-Nertos gaélico-gálico, pero en vez de ser una fuerza cósmica
general, sería individual. Por poner un ejemplo más conocido sería como la noción de
“mana” de la religión y mitología polinésica que designa esa potencia e impulso
concentrado.

Un rey épico, un héroe legendario, un arma mítica, un druida extraordinario, un animal


poderoso, tendrían mucho “mana”, una especie de energía interna o potencia
individual que se manifestaría en cada ser y en sus actos, como así sucedía, según las
leyendas, a diversas armas míticas, como la lanza Gae Bolga, o animales como el jabalí
Twrch Trwyth, y héroes proverbiales como Cuchulainn.

Los antropólogos mencionan que facultades y capacidades innatas de ciertos


individuos e incluso animales, tales como bravura o valentía, heroísmo o gallardía,
carisma o singularidad, liderazgo o seducción, determinan las diferencias en el
comportamiento y rango social de los individuos que podrían explicarse debido a esa
energía interna animatista.

Por otro lado, los ejemplos animistas en las leyendas celtas son numerosísimos, desde
la famosa piedra de “Lia Fail”, que poseía una conciencia propia y su propio espíritu y
emitía estridencias cuando el legítimo Rey de Irlanda ponía su pie sobre ella, hasta las
armas y escudos que se narran en dichas leyendas facultados de conciencia propia,
capaces de actuar por sí mismos y comunicarse con sus portadores, como por ejemplo,
la espada Orna, entre otras, del rey fomoriano Tethra que relataba todas las hazañas
que había cumplido hasta entonces.

En el animismo existen los ritos sacrificiales y las ofrendas a los espíritus divinos. En los
ritos agrarios, por lo general, se han ofrecido las primicias de las cosechas a los
espíritus divinos que han tutelado los rendimientos productivos de la tierra como una
muestra de agradecimiento o de solicitud para que los frutos y productos fueran
abundantes. Antaño incluso se sacrificaban animales en estos ritos, pero en los cultos,
ceremonias y celebraciones animistas druídicas contemporáneas, esta tradición ya ha
quedado descartada, en virtud del progreso de la Conciencia general humana. En las
ofrendas de sustitución que simboliza la sangre animal e incluso la humana, suele
representarse ésta, por líquidos o licores naturales rojizos u ocres.

Lo que si debe quedar expresamente manifiesto es que los vates druídicos actuales, en
sus ceremonias o sacrificios, de efectuarlos, no deberían utilizar bajo ningún concepto
sangre humana aunque fuera obtenida voluntariamente, y ni siquiera debieran utilizar
sangre animal. Si se desea seguir realizando sacrificios ceremoniales, se debe optar por
el sacrificio de sustitución o brindando sacrificios y ofrendas personales, que estén
relacionados con el ayuno voluntario, con la realización de una labor o tarea física,
mental o espiritual o con sacrificios y ofrendas vegetales.

La concepción animista se halla muy vinculada a la ecología y a la conexión con la


Madre Naturaleza, la cual, obviamente, se considera divina y sagrada, de la que todos
somos parte, o mejor dicho, de la que todos somos sus hijos.

En las comunidades animistas más primitivas, incluso en las actuales, se solían cazar
animales para la subsistencia de sus grupos humanos, pero muchas de estas
agrupaciones tenían y tienen prohibido cazar determinados animales y matar hembras
de cualquier especie que estén gestando o en período de cría, ni sacrificar otros
animales en cantidades superiores a las necesitadas por la comunidad. Trasgredir estas
normas acarreaba enemistarse con los espíritus protectores de los animales, con los
cuales no convenía indisponerse o desafiar.

Entre los animistas no existe la caza deportiva, ni por ocio, ni los safaris vacacionales
de caza mayor.

Se dice, que los animistas son “ecológicos” puesto que allí donde aún mantienen o
desarrollan sus estilos de vida ancestrales, evitan obtener excesivamente recursos de
la Madre Naturaleza, viviendo en conexión y equilibrio con ella, y controlando el
tamaño de sus propios grupos humanos dentro de los cuales mantienen el equilibrio
con el

entorno, realizando rituales religiosos donde expresan la creencia en la sacralidad de la


Madre Naturaleza, con la convicción de que protegiéndola, se ayudan a ellos mismos.

En algunos sectores de Ecología conservacionista, suele argüirse que la Naturaleza no


necesita protección. Que no precisa de ninguna custodia o defensa, sino que la dejen
en paz. Pero quien esto escribe y en virtud a la Conciencia Humana obtenida en
nuestro desarrollo como especie, piensa; que el ser humano debe erigirse en guardián
y custodio de la madre que tanto nos da, es decir; de la Madre Naturaleza, porque
desgraciadamente existen muchos humanos que no solo no comparten este espíritu
de pertenencia, sino que carecen de esa sensibilidad y solo ven en la Naturaleza, una
sinfín fuente de recursos a los que expoliar y de los que lucrarse sin ton ni son.

También podría gustarte