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“Ante los ojos de los antiguos celtas, la tierra habitada por espíritus. Sin duda muchos
de ellos eran de origen primitivo o pre-celta; pero el hombre celta era un primitivo y
los espíritus nativos de los arboles, de los manantiales, de las fuentes y de las
corrientes eran familiares para él en cualquier tierra que pisara. Sin embargo, él había
pasado más allá de este estado de simple animismo y aparte de estos espíritus
domésticos que habitaban en los paisajes de alrededor bien conocidos para ellos,
habían aprendido a adorar a las grandes fuerzas naturales que controlaban su mundo,
la Luna, el Sol , el mar y el viento”....
El celta había pasado a más allá del estado de un mero culto a la naturaleza y había
llegado a creer en la existencia de deidades superiores, los dioses tutelares locales de
su aldea y de su tribu, y, sobre éstos, un panteón completo de divinidades que
presidian sobre sus intereses varios; así eran los dioses de la agricultura y del
comercio, de la curación y del habla, los dioses de la guerra, los dioses de la Tierra y
subterráneos, y diosas de la fertilidad y la abundancia.
Los celtas eran animistas: ellos creían que todos los aspectos del mundo natural
contenían espíritus, entidades divinas con las cuales los seres humanos podían
establecer relaciones; los mismos animales poseían santidad y simbolismo. Ellos fueron
percibidos como similares y al mismo tiempo, diferentes a los humanos.
El animismo no es una religión por sí mismo, sino que partiendo desde una
comprensión metafísica chamánica y de unas prácticas espirituales naturalistas,
impregnó a múltiples religiones, implicando una actitud determinada ante los
fenómenos, y hacia la causa de esos fenómenos. Éste, sin duda, desde tiempos
primitivos, se introdujo en la base de las creencias de los celtas.
En general el Animismo puede definirse como la creencia en las que tanto objetos
como cualquier elemento del mundo natural (mo ntañas, ríos, el cielo, el rayo, la tierra,
rocas, plantas, árboles, bosques y etc., se hallan dotados de alma o albergan espíritus y
tienen consciencia propia.
Por otra parte, en el Druidismo se cree que existen divinidades menores intangibles de
variadas categorías, que moran y abundan por la Madre Naturaleza. También hay
seguidores druídicos que creen que existen espíritus o divinidades mayores, vinculadas
a una Causa Primera o Fuente Suprema, que son sus manifestaciones y le sirven como
intermediarios, pero existen también espíritus o entidades comunes o menores, que
ocupan un puesto intermedio entre las divinidades y el hombre. Aparecen y se
desvanecen, simpatizan y se integran con los lugares más insólitos, como árboles,
rocas, ríos, etc. Pueden asomarse a esta dimensión y establecer contacto esporádico y
cordial con algunos humanos de desarrollada conciencia y, en determinadas
circunstancias, vincularse o comunicarse con ellos.
-El animismo druídico, entiende este Mundo como una realidad tangible y una supra-
realidad intangible, donde las almas encarnadas se hallan en un mundo de variadas
dimensiones con manifestaciones visibles y fenómenos espirituales, los cuales son
invisibles e imperceptibles para los sentidos y percepciones de muchos humanos.
-El animismo druídico no es ningún dogma de fe, sino una creencia que se asocia a una
experiencia que se vive o se ha vivido.
-El animismo druídico entiende al ser Humano, básicamente, como un cuerpo mortal y
un Alma inmortal. Tiene la convicción, y actúa en consecuencia, afirmando que todas
las cosas tienen alma o albergan "espíritus". Esta es la primera expresión de respeto de
la especie humana hacia el resto de la Madre Naturaleza.
Y por otro:
-El animismo druídico, se vincula al monismo de la misma manera que otras
espiritualidades animistas del planeta se entroncan a éste. Es decir, abrazan el criterio
metafísico por la cual se sostiene que el Cosmos está constituido por un sólo principio
o por una sustancia primaria que es la Causa Primigenia de todo.
A este respecto Emile Durkheim decía que; “en el animismo se da culto a un dios
impersonal, sin historia, inmanente y difuso en la multitud de las cosas”
También existen creencias druídicas que coinciden con la idea de “El Todo Absoluto”
del Hermetismo, basado en el animismo egipcio y con la noción que expresa “El que es
más grande de todos” de los también animistas zulúes o “Él que vino a la existencia
por sí mismo”.
Así mismo converge con las convicciones de otros muchos animistas africanos, cuando
afirman que el nombre verdadero de la Fuente Suprema, no se puede saber porque es
demasiado alto para nosotros y lo llaman por ello "El desconocido"; o "El inexplicable",
y en otras tradiciones como en la masonería incluso, se le denomina el "Gran
Arquitecto".
La culminación del animismo, es que en su generalidad aun con sus variados matices,
deviene simultáneamente panteísta o panenteísta, politeísta-henoteísta, y/o monista.
Por tanto, los celtas y sus druidas, además de vincularse a los aspectos chamánicos que
veremos seguidamente, eran también animistas, además de panteístas y/o
panenteístas, así como politeístas, incluidos en la variante henoteísta y
consecuentemente como otros animistas, se hallaban y hallan en su mayoría, muy
vinculados a la noción y creencia en una Entidad Suprema, Causa Superior o Principal,
opinando y sintiendo al respecto, como el resto de espiritualidades afines, que la
existencia de ese Gran Espíritu es de evidencia inmediata.
No obstante, el animismo celta o céltico posee un singular panteón pan-céltico y otros
más locales y específicos, creyendo que lo divino se manifiesta y expresa en los
aspectos del Mundo natural.
Los espíritus de los antepasados son respetados y muy considerados, pues son los
fundadores primigenios de los mitos que se transmiten de generación en generación. A
nivel personal, los animistas poseen santuarios, altares o sagrarios personales, donde
dan culto o invocan a los espíritus de los antepasados tanto tribales o de su
comunidad, como familiares, tanto de sangre como de espíritu.
Otra de las características de los cultos animistas es que los mundos o dimensiones
invisibles, son tan reales como los mundos visibles y tangibles, y el tiempo en ellos, no
es lineal sino cíclico, en un eterno retorno, en un concepto o visión circular del tiempo.
No obstante, existe una derivación del animismo, denominada “animatismo” que
vendría a ser la creencia en poderes o energías espirituales o sobrehumanas, capaces
de influir en la vida de una persona de forma distinta a como puede influir un espíritu,
digamos, que siendo éste consciente. Una energía animatista tendría una dimensión
personal, y no trasciende con la persona o animal a su muerte, sino que se diluye en el
Universo. El Druidismo, también tendría su extensión animatista porque consideraría
que cada ser humano, animal u objeto poseería una fuerza animatista o energía
individual, independiente del alma inmanente, de las fuerzas del Universo y de los
dioses o entidades divinas, se conciban éstas como entidades trascendentes o
inmanentes o ambas al unísono.
Por otro lado, los ejemplos animistas en las leyendas celtas son numerosísimos, desde
la famosa piedra de “Lia Fail”, que poseía una conciencia propia y su propio espíritu y
emitía estridencias cuando el legítimo Rey de Irlanda ponía su pie sobre ella, hasta las
armas y escudos que se narran en dichas leyendas facultados de conciencia propia,
capaces de actuar por sí mismos y comunicarse con sus portadores, como por ejemplo,
la espada Orna, entre otras, del rey fomoriano Tethra que relataba todas las hazañas
que había cumplido hasta entonces.
En el animismo existen los ritos sacrificiales y las ofrendas a los espíritus divinos. En los
ritos agrarios, por lo general, se han ofrecido las primicias de las cosechas a los
espíritus divinos que han tutelado los rendimientos productivos de la tierra como una
muestra de agradecimiento o de solicitud para que los frutos y productos fueran
abundantes. Antaño incluso se sacrificaban animales en estos ritos, pero en los cultos,
ceremonias y celebraciones animistas druídicas contemporáneas, esta tradición ya ha
quedado descartada, en virtud del progreso de la Conciencia general humana. En las
ofrendas de sustitución que simboliza la sangre animal e incluso la humana, suele
representarse ésta, por líquidos o licores naturales rojizos u ocres.
Lo que si debe quedar expresamente manifiesto es que los vates druídicos actuales, en
sus ceremonias o sacrificios, de efectuarlos, no deberían utilizar bajo ningún concepto
sangre humana aunque fuera obtenida voluntariamente, y ni siquiera debieran utilizar
sangre animal. Si se desea seguir realizando sacrificios ceremoniales, se debe optar por
el sacrificio de sustitución o brindando sacrificios y ofrendas personales, que estén
relacionados con el ayuno voluntario, con la realización de una labor o tarea física,
mental o espiritual o con sacrificios y ofrendas vegetales.
En las comunidades animistas más primitivas, incluso en las actuales, se solían cazar
animales para la subsistencia de sus grupos humanos, pero muchas de estas
agrupaciones tenían y tienen prohibido cazar determinados animales y matar hembras
de cualquier especie que estén gestando o en período de cría, ni sacrificar otros
animales en cantidades superiores a las necesitadas por la comunidad. Trasgredir estas
normas acarreaba enemistarse con los espíritus protectores de los animales, con los
cuales no convenía indisponerse o desafiar.
Entre los animistas no existe la caza deportiva, ni por ocio, ni los safaris vacacionales
de caza mayor.
Se dice, que los animistas son “ecológicos” puesto que allí donde aún mantienen o
desarrollan sus estilos de vida ancestrales, evitan obtener excesivamente recursos de
la Madre Naturaleza, viviendo en conexión y equilibrio con ella, y controlando el
tamaño de sus propios grupos humanos dentro de los cuales mantienen el equilibrio
con el