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La Sopa

Jorge Bucay

Estaba una señora sentada sola en la mesa de un restaurante, y tras


leer la carta decidió pedir una apetitosa sopa en la que se había fijado.
El camarero, muy amable le sirvió el plato a la mujer y siguió haciendo
su trabajo. Cuando éste volvió a pasar cerca de la señora ésta le hizo un
gesto y rápidamente el camarero fue hacia la mesa.

– ¿Qué desea, señora?


– Quiero que pruebe la sopa.
El camarero, sorprendido, reaccionó rápidamente con amabilidad,
preguntando a la señora si la sopa no estaba rica o no le gustaba.
– No es eso, quiero que pruebe la sopa.
Tras pensarlo un poco más, en cuestión de segundos el camarero
imaginó que posiblemente el problema era que la sopa estaría algo fría
y no dudó en decirlo a la mujer, en parte disculpándose y en parte
preguntando.
– Quizás es que esté fría señora. No se preocupe, que le cambio la sopa
sin ningún problema…
– La sopa no está fría. ¿Podría probarla, por favor?
El camarero, desconcertado, dejó atrás la amabilidad y se concentró en
resolver la situación. No era de recibo probar la comida de los clientes,
pero la mujer insistía y a él ya no se le ocurrían más opciones. ¿Qué le
pasaba a la sopa? Lanzó su último cartucho:
– Señora, dígame qué ocurre. Si la sopa no está mala y no está fría,
dígame qué pasa y si es necesario, le cambio el plato.
– Por favor, discúlpeme pero he de insistir en que si quiere saber qué le
pasa a la sopa, sólo tiene que probarla.
Finalmente, ante la petición tan rotunda de la señora, el camarero
accedió a probar la sopa. Se sentó por un momento junto a ella en la
mesa y alcanzó el plato el plato de sopa. Al ir a coger una cuchara, echó
la vista a un lado y otro de la mesa, pero… no había cucharas. Antes de
que pudiera reaccionar, la mujer sentenció:
– ¿Lo ve? Falta la cuchara. Eso es lo que le pasa a la sopa, que no me la
puedo comer.

Reflexión:

Si has leído esta historia, extraída de un libro de cuentos de Jorge


Bucay, podrás darte cuenta de que muchas personas se empeñan en
que las entiendan con indirectas, sin ir al grano, dando rodeos,
pretenden que otros adivinen por qué dicen, hacen o piensan de
determinada manera. Lo cual hace que la comunicación se torne muy
dificultosa, cuando todo puede ser mucho más sencillo. Las demás
personas no son iguales que nosotros, ni están en nuestra mente y
muchas veces no entienden, por muy aparente que así sea, por qué
actuamos de determinada manera.
Y tú, ¿te comunicas con indirectas o siempre usas un lenguaje claro y
directo? ¿Conoces a personas como la señora que pidió la sopa?

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