Las dos caras de la verdad

En esta película “las dos caras de la verdad” (1996) se pueden ver diferentes aristas
de un mismo caso, donde, la óptica legal es la que más sobresale, porque, en
función de un abogado llamado Martin Vail gira la trama de la misma, sin embargo,
los demás personajes que aparecen refuerzan su protagonismo, así como el caso
mismo por el que el abogado decide representar.

De entrada, se ve que Martin es sin escrúpulos, que lo que le gusta es ganar, que
no le interesan tanto los clientes como acrecentar su fama de mejor abogado, es
decir, lo que él busca es saciar su deseo de reconocimiento y ego de buen
profesional, utilizando los casos que llegan hasta él, que pareciera que ellos lo
buscan porque saben que de este tipo le apasionan, más adelante.

Si bien es cierto, la muerte de un obispo es algo que llama la atención, la manera en

la que sucede, como se dan los hechos y sobre todo, la acusación de violencia
sexual que hay, motivos que hacen que sea cada vez más interesante, pese a ello,
la película sigue centrándose en Martin, en cómo este utiliza la ley, la interpretación
que le da a los artículos, códigos y estatutos que hay, valiéndose de su buen
discurso y oratoria para convencer o al menos hacer dudar a sus opositores y que
las jugadas sean siempre a su favor.

Lo más asombroso del caso es Aaron, quien es el principal culpable, por lo que la
ayuda de la psicóloga es fundamental, porque ella logra ver que este personaje
puede padecer de trastorno de múltiple personalidad y eso hace que el abogado
Martin use eso a favor de este y logre el veredicto que se le da.

La relación y la convivencia entre Martin y Aaron es lo que hace que la película sea
entretenida y lo mantenga a uno hasta el final, porque ellos dos son quienes
representan los múltiples lados que podemos tener los seres humanos, ellos
simbolizan todo aquello que queremos y que llevamos por dentro, lo bueno y lo
malo, las atrocidades de las que podemos llegar a ser capaces y como las
canalizamos.