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No cabe duda que la guerra ha estado

presente desde los inicios de la historia


humana, que se tuvo y se tiene la necesidad
de convivir con ella, de “aprender a vivir con
las terribles verdades” (Uribe,2016) y de
sobre llevarla a cada paso a causa de
sentimientos de inferioridad como el
derrotismo y la impotencia (Kaczynski,2011).
En algunas oportunidades es más ruda e
implacable y en otras más calmada y serena,
pero guerra, al fin y al cabo. Son muchos los
factores y agentes que se ven involucrados
en dicho proceso y que han marcado un hito
en la historia, la política, la religión, el Estado
y por supuesto los intereses personales de
quienes participan directa e indirectamente de
ella. Diana Uribe toca un tema de mucho
interés en la actualidad y que
lamentablemente muchos jóvenes y aún
adultos desconocen, como lo son los
procesos de paz históricos que se han dado
desde hace muchos siglos. Su postura es
bastante clara e ilustra de manera puntual,
como la guerra y la búsqueda de la paz son
inherentes al hombre, porque muchas
persiguen intereses triviales, otros intereses
que son beneficio para todos, el problema es
que se tergiversa el fin que se persigue y se
termina poniendo en práctica aquella frase
sabia de Maquiavelo El fin justifica los
medios.

Es importante, que el hombre siempre


recuerde que él no fue creado como un ser de
guerra sino como un ser de paz, que los
beneficios colectivos se convierten en
beneficios personales, debido a que la guerra
sólo genera destrucción y desolación, sin
importar el fin que se tenga y que la fe no es
la solución, pues en la época medieval se
mataba en nombre de Cristo, siendo Él
sinónimo de vida, esperanza y amor. En las
Guerras Mundiales otros eran los intereses,
pero siempre dañando y destruyendo vidas y
cuando el hastío era insoportable Uribe
(2016) afirma “los pueblos llegan a la decisión
de la paz cuando están saturados de la
guerra, cuando entienden la inutilidad de la
guerra” justo en ese momento se iba en
búsqueda de una paz que muchas veces
parecía casi inalcanzable.

Con lo anterior, no se expresa bajo ningún


argumento que los procesos de paz sean
innecesarios, solo que es importante mirarlos
desde muchos puntos de vista, sin dejar
impune el crimen, sin dejar impune la guerra,
sin dejar de lado la tristeza y el sufrimiento de
quienes viven el flagelo de aquella a manos
de unos cuantos criminales que carecen de
espíritu y empatía por el otro. Colombia no es
ajena a ello, son muchos los diálogos de paz
que se han intentado realizar y sólo uno
alcanzado, fue beneficioso por supuesto
desde muchos puntos de vista, pero la paz no
solo se consigue firmando un papel, sino
haciendo un verdadero control sobre esos
acuerdos firmados y eso es lo que falta. Los
procesos de paz son un arma contra la
guerra, pero no son la solución absoluta al
problema, lo más difícil es imaginarse una
sociedad sin la guerra, primero el pueblo
colombiano se las tiene que creer
(Uribe,2016).

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