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Todos los poemas del pasado, del presente y del futuro nos son sino fragmentos de un solo
poema infinito
Shelley
Inicio:
Karoshi + Kintsugui
Los japoneses, que tienen palabras para todo, le llaman Karoshi al hecho
de que se te pare de repente el corazón después de un exceso de pasión.
Y, sin embargo, también ellos llaman Kintsugui a la técnica de arreglar
cerámicas rotas con barniz de resina espolvoreado en oro. Porque
entienden -como entiendo yo- que, a veces, la ruptura les confiere belleza
a las cosas en la resiliencia de los días.
Final:
Y es que creo que debemos dejarnos destruir el corazón para poder luego
recomponernos en nuestra reconstrucción final hasta nuestra próxima
ruptura. Que un corazón no está sano si no ha sufrido. Que solo podemos
inmunizarnos al dolor restregándonos en él hasta que pase a formar parte
de nuestra esencia.
Porque luego viene la muerte. Ahí donde los corazones propios y ajenos
dejan de latir. Donde ni la literatura nos salva.
Y, mientras tanto, tenemos que vivir con total intensidad al compás del
único órgano cuya actividad podemos percibir (como puedes comprobar
en este momento poniendo la mano sobre tu pecho izquierdo) en todo
momento y que empatiza con nuestros sentimientos. Alborotándose
cuando nos enamoramos, relajándose cuando nos sentimos protegidos,
exaltándose hasta estar a punto de pararse a veces cuando sentimos el
miedo de la existencia o el vacío.
Déjate latir. Dale una oportunidad a la maldita víscera que siempre nos
traiciona, pero que, mientras siga palpitando, volverá a concedernos otra
oportunidad para seguir amando, odiando, sufriendo, resistiendo,
sintiendo placer y nausea, dicha y desdicha, alegrías y tristezas en medio
de eso que hemos dado en llamar, a pesar de todo, la vida.
NOTICIA POÉTICA:
- https://elpais.com/cultura/2023-01-21/secretos-de-supervivencia-como-hacer-un-
chaleco-salvavidas-con-condones.html
Subnivium:
- https://elpais.com/ciencia/2023-01-21/subnivium-un-mundo-secreto-repleto-de-vida-
bajo-la-nieve.html
- Pulpos tienen tres corazones
- La fe de los corazones dibujados en la superficie de un café con leche de avena
- El corazón de Shelley
Mi corazón.
Mi corazón un mosquito aplastado rellano de mi propia sangre, mi
corazón un axioma irredento, una piedra en el zapato, mi corazón
metrallada coagulada de una guerra pretérita que nadie ganó, mi corazón
un vertedero de corazones ajenos, mi corazón un ovni, un dálmata, un
poliedro. Mi corazón el danuvio azul tarareado, mi corazón un estigma
somatizado, una llaga invisible, una vagina de hipopotamo. Mi corazón
una uña, una zarza. Mi corazón una cagarruta. Una estrella extinta a la que
una civilización le puso nombre de diosa, mi corazón una paloma muerta,
una mina de corazones, mi corazón un pulmón que respira, una bomba de
relojería, un vaso de cicuta. Mi corazón un accidente de tráfico, una mano
que toca, un guiño de ojo de electrón. Mi corazón argamasa y blandiblú,
mi corazón escarcha de venus y aridez de desierto de luna de Júpiter. Mi
corazón una corriente de aire, una estirpe abortada de poetas, un parto,
un aborto, corazón útero y placenta, corazón óvulo y espera, corazón
orgasmo que es todas las cosas del mundo y, al mismo tiempo, es nada.
Si tu no estás aquí para darle cuerda con tu presencia cada mañana. Para
que pueda ser, simplemente, un corazón.
¿Cuánto cuesta un corazón? Ok
Corazones.
Tengo un corazón lleno de arrugas llagado por las pústulas del desengaño y la traición que pide
sepultura y anatema a pesar de ser todavía un corazón virgen casi por estrenar. Que en su
carne de escroto bombea semen por todo el ourobouro del riego sanguíneo de mi ser.
Tengo un corazón biónico regido por la clepsidra positrónica del reloj biológico que predice la
muerte del cosmos y corazón costrablanda equivocado epigenéticamente para deleite de sus
sacrosantos enemigos. Corazón enterrado por las devotas sepultureras del tiempo vivido, por
las adalides del olvido del climax de un latido. Corazón blandiblú y, al mismo tiempo, corazón
tungsteno que resiste la erosión de los inviernos, corazón menhir erigido como tótem de todo
aquello que resiste resilente al imperativo del tiempo, cruel ruina de civilizaciones
desaparecidas empeñado en bombear un día más, en no permitirse colapsar nunca, por anhelo
de belleza y persistencia.
Corazón zurullo que se adhiere a todos los residuos de tu cuerpo, hediondo y pútrido
tubérculo de heces que aglutina desamparo y pestilencia. Corazón de ácaro tan diminuto y
corazón de dinosaurio enorme y extinto. Corazón lleno de caries en las fauces que devoran
como Cronos a su descendencia nonata. Corazón egoísta y apostata que reniega de su especie
y luego implora clemencia a la corona de espinas que lo circunda y al cordon umbilical que que
lo sujeta desde sus venas cavas o ahortas.
Corazón sangrante y magenta, en cuyas entrañas late otro corazón más chiquitito que contiene
infinitos corazones en picado hacia el pozo oscuro donde habita tu verdadero corazón. Aquel
que un día se rompió de tanto usarlo, aquel que un día se paró sin aun haberlo estrenado.
Corazón acorazado que quisiera acurrucarse en tu pecho y descansar una noche de la
obligación de sostener la realidad. Para renacer parido desde tu corazón vagina, corazón
placenta, corazón pulmón, corazón corazón, corazón metáfora de ti y de mi, de la vida, del
universo, de todo aquello que resiste a cada segundo un segundo más.