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Biografía Santa Teresa de Jesus

Teresa de Ahumada nació en Ávila el 28 de marzo de 1515.


Luego de la muerte de su esposa y con dos hijos, Alonso de
Cepeda, su padre, se casó con Beatriz de Ahumada.
Santa Teresa de Jesus fue la tercera de los diez hijos de la
pareja. Ella creció en un ambiente muy religioso, en el que
desarrolló una sensibilidad notable para lo trascendente desde
una edad muy temprana.

En una sociedad analfabeta, sus padres le inculcaron


precozmente una devoción por la lectura.

Perdió a su madre a los trece años. Este golpe y las crisis típicas
de la adolescencia agravaron un problema afectivo que la
empujaría dolorosamente hacia su conversión definitiva.

Con gracia física y con grandes habilidades sociales, pronto


triunfó en "la vanidad del mundo". Después de una feroz batalla
interior, tomó la decisión de ser religiosa mientras estaba en el
internado de Nuestra Señora de Gracia.

Ella pensaba que era un estado mejor y una forma más segura
de salvación. Además de esto, no le gustaban las condiciones en
que vivían las mujeres casadas en su medio. La movía más el
miedo que el amor.

El Padre
Cuando su padre trató de detener su entrada en el Carmelo de la
Encarnación, Teresa se escapó, pero con mucho pesar.

Sus hermanos también salían de casa y se dirigían a América en


busca de fortuna. Tenía 20 años y quería ser libre para conquistar
su propio destino.

Vivió en La Encarnación durante 27 años. Hizo su profesión en


1537 y, apenas un año después, fue superada por una extraña
enfermedad. Su gravedad alarmó a su familia, que la puso bajo el
cuidado de un famoso curandero.
El tratamiento empeoró su condición hasta que se dio por muerta.
Ella cuenta que fue sanada por la intercesión de San José,
aunque con una serie de quejas que durarían toda su vida. Tenía
27 años y desde entonces, la enfermedad se convirtió en su
compañera fiel.

Durante el curso de su enfermedad, entró en contacto con el


misticismo franciscano al leer el Tercer Alfabeto Espiritual de
Osuna, de gran importancia en su evolución espiritual porque la
introdujo en la oración de recuerdo.

Una vez más en el monasterio, su invocación interior a la soledad


y la oración se vio impedida durante años.

Por un lado, el medio ambiente no era propicio. Alrededor de 200


mujeres vivían juntas en el monasterio, en el que destacaba la
extraordinaria personalidad de Teresa.

La luz
Su presencia constante en el salón era obligatoria, ya que atraía
a visitantes que dejaban considerables limosnas. Sin embargo,
ella no encontró desagradable esta intensa vida social que la
alejó de la oración; equilibraba su ilimitada afectividad.

Cada vez más insatisfecha, impulsada por el llamado del Amigo


que la reclamó completamente, comenzó a confrontar sus
experiencias internas en busca de luz.

Ella tuvo muchos confesores aprendidos a quienes confió su


alma a lo largo de su vida, siempre peregrinos de la verdad.
Mujer, de ascendencia judía convertida, y mística: un mal
comienzo para obtener cualquier crédito. Al final, la ciencia
sustentaría su experiencia.

En 1554, ante una imagen de Jesús "tan herido", comenzó su


transformación. A partir de este momento, ya no se sentiría
conmovida por el miedo, sino por un profundo amor por Aquél
que la había amado primero.
Dos años después, su conversión fue definitiva. El Espíritu Santo
irrumpió en su alma y la sanó, dejándola libre de sus problemas
afectivos.

El fruto de su conversión fue una actividad prolífica como


fundadora y escritora que duró hasta su muerte.

Santa Teresa de Jesús murió el 4 de octubre de 1582, en Alba de


Tormes. Fue beatificada por Paul V en 1614, canonizada por
Gregory XV en 1622 y proclamada doctora de la Iglesia por Paul
VI en 1970. Fue la primera mujer a la que se le otorgó ese título.

Trabajos
«No pensé que podría ser feliz si no tuviera un libro nuevo». Así
es como Teresa de Jesús confiesa su pasión por la lectura desde
la infancia. Ella no tenía una educación reconocida, en ese
momento prohibida a las mujeres.

Así las cosas, saber leer y escribir la convirtió en una mujer


privilegiada y, al mismo tiempo, sospechosa.

Ella adquirió una sólida educación teológica y espiritual de sus


lecturas y conversaciones con los teólogos más reconocidos de
su tiempo, y esto se enriqueció con su propia experiencia.

La Lista de libros prohibidos publicada por la Inquisición en 1559


tuvo un gran impacto en Teresa. Privada de sus materiales de
lectura que habían iluminado tanto su proceso espiritual, Dios
vino a su encuentro: «No estés triste, porque te daré un libro
vivo».

Jesucristo se convertiría en su maestro interior. Teresa se sintió


obligada urgentemente a comunicar esa experiencia hecha
sabiduría, para "atraer almas a una bendición tan alta". Y así, el
lector incorregible se convirtió en el apasionado escritor.

El futuro doctor de la Iglesia escribió sabiendo que sus obras


serían revisadas y aprobadas por un censor eclesiástico.
Los Escritos
Ella era consciente de que una escritora sería mal percibida,
incluso más si ella tenía la intención de enseñar. Y, como si eso
no fuera suficiente, porque sus escritos se referían a asuntos
espirituales, la Inquisición podría condenarla como hereje.

Esos eran "tiempos de problemas" que condicionarían su trabajo


y la obligarían a agudizar su ingenio.

Para ganarse la benevolencia de la censura, no escatimó


palabras para hacerle entender que ella fue la primera en ser
molestada, que escribió por obediencia y se reconoció a sí misma
como una persona sin educación, pecadora e inepta.

Aunque escribió mucha poesía, hoy Santa Teresa de Jesus es


una figura eminente en la literatura, principalmente por su prosa.

Todo el cuerpo de su trabajo tiene un carácter autobiográfico,


aunque es posible encontrar en él otros géneros literarios como el
didáctico, el tratado espiritual o la crónica.

La santa de Ávila escribió desde su experiencia concreta, sin


dogmatismos ni tesis abstractas. Este ejercicio le permitió revivir
sus experiencias y reflexionar sobre ellas. En esta ardua lucha
interna por expresarse, se aclaró a sí misma.

Las palabras en papel confirmaron la realidad de lo vivido. Una


rica retroalimentación entre la escritora y su pluma.

La Experiencia
La dificultad de expresar su misticismo en un lenguaje
perpetuamente limitado fue realmente desconcertante para
Teresa.

Su experiencia y la novedad de las soluciones que aportó a la


palabra escrita le han valido la designación de "creador" del
lenguaje.

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