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La autorrealización en el enfoque humanista

Maslow reconoce que: «en principio, la auto-realización es fácil, en la práctica acontece


muy pocas veces (según mis criterios, en menos del 1 por 100 de la población adulta…
debido al hecho de que los hombres no poseen instintos poderosos que les digan de forma
inequívoca lo que deben hacer, cuándo, dónde y cómo», a esto se suma el hecho de que la
cultura ha considerado a la naturaleza intrínseca del hombre como mala o peligrosa.

La autorrealización se ha considerado, por lo general, como tendencia básica de la vida


humana consistente en la mayor realización posible de las potencialidades únicas de la
persona, de todo aquello que esa persona singular puede llegar a ser. Las teorías humanistas
más conocidas parecen converger hacia la noción de crecimiento o progresión hacia un
estado final ideal (autorrealización). En estas teorías se presupone que el hombre lleva
dentro de sí una aspiración a dirigirse hacia significados, valores y fines, traspasando así las
fronteras existentes. La exigencia de la trascendencia es experimentada por la persona
como inquietud, como carencia de satisfacción, como una pertinaz llamada a ser aquello
que aún no se es (Quitmann. 1989). Aunque próximas entre si, desde la perspectiva
humanista podríamos distinguir tres concepciones (Zacares y Serra, 1998) de la
autorrealización.

La autorrealización como motivación y necesidad


Muy conocida es la interpretación de la autorrealización como motivación y necesidad de
Maslow (1983, 1991). Maslow identifica la madurez personal como autorrealización. Ésta
supone una trascendencia de las necesidades básicas o de deficiencia permaneciendo ligada
a las necesidades de crecimiento o meta necesidades, delimita el crecimiento como llegar a
ser una persona y ser una persona como madurez. El ámbito de la motivación humana se
halla regido por un principio organizacional de orden jerárquico, de modo que las
necesidades de crecimiento —totalidad, perfección, cumplimiento, justicia. Vida,
simplicidad, belleza, bondad, singularidad, facilidad, juego, verdad, modestia—, que
conducen a la autorrealización, están situadas por encima de las necesidades fisiológicas y
de seguridad.
Amor y pertenencia y atención conforme al principio dinámico fundamenta1 de potencia
relativa en la persona sana las necesidades menos potentes aparecen después de gratificar
las más potentes o básicas. La madurez de una persona sólo acontece de un modo completo
cuando sus potencialidades están desarrolladas y actualizadas plenamente. El continuo
ascendente de la jerarquía de necesidades de Maslow acaba en la autorrealización, que
podría decirse que es la única necesidad propiamente dicha y el estado resultante de un
proceso de crecimiento infrecuente entre la población adulta.
Desde una defensa de la unidad sistémica de la persona, Maslow identifico 18 rasgos
característicos del sujeto autorrealizado, también válidos para calificar a una sociedad como
sana:
1. Percepción más adecuada de la realidad
2. Aceptación (de sí mismo, de los demás y de la naturaleza)
3. Espontaneidad., sencillez, naturalidad
4. Concentración en los problemas
5. Necesidad de un espacio privado
6. Autonomía e independencia de la cultura y en las relaciones -personales
7. Apreciación clara
8. Experiencia mística, cumbre o límite
9. Sentimiento dc comunidad
10. Relaciones interpersonales profundas selectivas.
11. Estructura democrática del carácter
12. Diferencia entre medio y fin, certeza ética
13. Sentido filosófico del humor
14. Creatividad
15. Resistencia a la adaptación, independencia de la cultura
16. Imperfecciones
17. Valores y autorrealización
18. Eliminación de dicotomías

A juicio de Maslow, raramente se alcanza ese estado final de crecimiento personal


denominado autorrealización. La mayoría de los seres humanos funcionamos prácticamente
todo el tiempo en un nivel inferior al de la autoactualización en expresión maslowiana:
«psicopatología de normalidad». Aunque curiosamente, uno de los rasgos del sujeto
autorrealizado, según Maslow, se denomina «imperfecciones», para indicarnos que hasta
estos sujetos presentan no pocos de los defectos humanos —vanidad, orgullo, testarudez,
irritación, aburrimiento, inusitada crueldad...—. Y es que, a fin de cuentas, la perfección no
es atributo predicable del ser humano. Quizá para eludir serias decepciones acerca de la
naturaleza humana debamos abandonar ciertas ilusiones sobre la misma. Desde luego.
Maslow no situó su modelo en un «esquema evolutivo» ni realizó investigación alguna
sobre la aplicabilidad de sus ideas a sujetos más jóvenes. Todo ello ha generado
determinada confusión y lagunas en su teorización. Su descripción de la autorrealización no
nos aporta demasiado sobre los procesos evolutivos que en ella subyacen.
La autorrealización como completitud de la vida
Otra extendida idea de la autorrealización es aquella que la define como completitud
consumación del curso de la vida humana. La persona, desde esta noción, se considera
dirigida a metas que representan valores y sentido. Así, la autorrealización reclama una
lucha y superación de dificultades y una integración, nunca carente de tensión, entre
diversas metas y objetivos. Esta vertiente «histórica» de la autorrealización fue
brillantemente expuesta por Charlotte Bühlet (1962), preocupada por delimitar qué es lo
que constituiría una vida culminada o malograda a partir del balance de vida que cada
sujeto va realizando a lo largo de su trayectoria vital. Esa vida culminada, ese sentimiento
de completitud o consumación, presupone que se han potenciado las tendencias básicas de
la vida tendencia a la satisfacción de necesidades, tendencia a la adaptación autolimitativa,
tendencia a la expansión creadora, tendencia al mantenimiento del orden interno. Aunque
cada sujeto haya favorecido una u otra tendencia, e incluso fracase en la completa
satisfacción de todas, la idea de consumación del curso de la vida viene a significar plenitud
de lo vivido, de la felicidad y del dolor. Parece evidente la relación de este concepto con los
más actuales de «envejecimiento satisfactorio» (Ryff, 1989) y de «integridad» (Erikson,
I985). En sus investigaciones de carácter biográfico, Bühler concluyó que el resultado
positivo o negativo de ese «balance vital» depende directamente de la tensión entre las
cuatro tendencias mencionadas, de las que los sujetos investigados eran conscientes,
reconociendo que podían influir decisivamente en el curso de sus propias vidas.

Se trata de la famosa Pirámide de Maslow, también denominada como la jerarquía de las


necesidades humanas. Una teoría no solo aplicada al mundo de la psicología, sino también
a los sectores de la publicidad y el marketing.
Esta teoría mantiene que el ser humano tiene una serie de necesidades en su vida, partiendo
de unas muy básicas a otras mucho más complejas en su realización. Así, el ser humano,
una vez cumplidas o satisfechas sus necesidades básicas, “pasa a un nivel superior”. La
autorrealización surge de cada individuo, en su afán por descubrir cuáles son sus objetivos
y metas en la vida y su constante lucha. Es decir, cada uno de nosotros tenemos una serie de
aspiraciones y un potencial para conseguirlo. No promoverlo o directamente frenarlo nos
lleva a la frustración
Los psicólogos humanistas postulan que todas las personas tienen un intenso deseo de
realizar completamente su potencial, para alcanzar un nivel de autorrealización. Para probar
que los seres humanos no solamente reaccionan ciegamente a las situaciones, sino que
tratan de realizar una tarea mayor, Maslow estudió mentalmente a individuos saludables en
lugar de a personas con serios problemas psicológicos.

Conceptos de salud y enfermedad

Concepto de salud

Cuando mencionamos el humanismo en salud hacemos referencia a esa actitud de


tratar a las personas con dignidad y respeto, a modelos de relación y asistencia
centrados en la persona y al tratamiento del ser humano en su conjunto, de una
forma integral.

La salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Afecta la forma
en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida. También ayuda a
determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos
decisiones.

Concepto de enfermedad

El primer paso para entender la enfermedad desde la doctrina humanista es considerar al


paciente como una persona. El humanismo se define como el interés del profesional por
curar y aliviar los problemas de salud que se presentan en los pacientes, pero no
considerándolos como cuerpos humanos sino como personas. Persona alude a una unidad
somato-psíquica-social conformada por una serie de creencias, valores y costumbres
estrechamente vinculados con la sociedad y la cultura, lo cual condiciona su manera de
interpretar y expresarse ante situaciones como la enfermedad
Referencias
Chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://idus.us.es/bitstream/
handle/11441/51291/art_1.pdf;jsessionid=1587DDAD8E5E7DDF3D5C63436E836DD4?
sequence=1#:~:text=La%20%3C%3Cautorrealizaci%C3%B3n%C2%BB%20se
%20ha,singular%20puede%20llegar%20a%20ser.
https://es.slideshare.net/drojitos/abraham-maslow-15915284

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