Está en la página 1de 3

LECCION 3

MES DE FEBRERO 2023

Cuando deseamos desplazarnos en nuestra ciudad a un punto diferente del que vivimos, pensamos
con antelación el recorrido a realizar. Si queremos desplazarnos en automóvil, tendremos en cuenta
las diferentes vías, la intensidad del tráfico en función de la hora y, probablemente, otras variables
que nos permitirán ser más eficaces en nuestros desplazamientos. Si, por el contrario, nuestro viaje se
lleva a cabo utilizando transporte público, pensaremos qué línea de autobús puede conducirnos hasta
el lugar indicado y (si fuera posible) de la manera más rápida. Nunca nos subiremos al primer autobús
que se presente. Lo haremos en aquel que nos lleve hasta el destino deseado, pues, al fin y al cabo
¿quién desea acabar en la punta opuesta de la ciudad? Es natural que pensemos en las cosas que
queremos llevar a cabo.
Casi toda tarea bien hecha se hace dos veces. Primero, se idea en la mente de los que ocupan lugares
de liderazgo. Este proceso de pensar bien en lo que se hará es lo que llamamos planear.
Todos planean de maneras más o menos inconscientes. Una de las cualidades humanas esenciales es
poder imaginarse y ver en la mente cómo es que algo será antes de en realidad hacerlo. Tratamos de
predeterminar o elaborar por adelantado un curso de acción, pensar en lo que haríamos bajo varias
circunstancias. Los líderes desarrollan la capacidad para hacer esto más formal y eficazmente que los
demás.
En la mayoría de los estudios de las funciones del liderazgo la palabra planear ocupa el primer lugar.
Los líderes deben planear, y entre mejor planeen más probable es que logren lo que se proponen.

¿COMO PLANIFICAN LOS LIDERES?

Nehemías había recibido una orden 4 meses antes, estuvo esperando que algo sucediera, 4 meses
después sucedió algo. ¿Que estuvo pasando mientras tanto? ¿Que estaba haciendo Nehemías entre
el momento en que pensó por primera vez en la reconstrucción de los muros y el momento en el cual
pudo presentarle su idea al rey? Nehemías había estado preparándose, había orado y hecho planes.
Cuando el rey le preguntó: “¿Qué quieres?” Nehemías pudo responderle, porque estaba haciendo
planes para aquel momento.
Cuando te decidas a actuar, permite que sea Dios el que se ocupe de los resultados (De todas formas,
lo va a hacer, así que sólo lo estarás reconociendo). De esta manera vas a ser mucho más eficaz como
líder y sufrirás mucho menos estrés. Cuando necesites hacer planes piensa en hacer un breve retiro
lejos de las presiones y la agitación de la vida diaria, un lugar donde puedas concentrarte y
conviértelo “en tu lugar para pensar” Tomate tiempo para pensar y para planificar.
“El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad.” Proverbios 13:16 NVI
“La sabiduría del prudente es discernir sus caminos, pero el necio lo engaña su propia necedad”
Proverbios 14:8 NVI
¿Dedicas tiempo a pensar acerca de tu vida? Las escrituras dicen que las personas sabias lo hacen.
Hazte ahora mismo estas 3 preguntas:

¿Dónde quiero estar?

¿Dónde estoy ahora?

¿Dónde puedo llegar?


llegar’
¡No planificar es lo mismo que planificar un fracaso! Necesitas pensar bien las cosas. Necesitas saber
de antemano cómo vas a proceder y que harás en caso de que las cosas salgan mal.

Cuando la oportunidad toque a tu puerta, debes estar lista para abrir esa puerta. La vida está repleta
de oportunidades, pero nosotras no siempre estamos preparadas para reconocerlas. Si pasas por alto
una oportunidad que Dios te ha puesto en el camino, podrías estar perdiendo el propósito de ÉL para
tu vida. Asegúrate de buscar a Dios todos los días y de pedirle que te muestre las oportunidades que
te tiene preparadas. Nunca sabemos de dónde nos va a venir una oportunidad. Los mejores
momentos demuestra vida pueden ser consecuencias de actos muy pequeños, incluso en esas
ocasiones tal vez pensemos que todo ha ocurrido por accidente. Sin embargo, a menos que estemos
atentas para discernir las oportunidades, nos las podríamos perder por completo.
En Nehemías 2: 1-20 vemos como Nehemías estuvo preparado cuando se le dio la oportunidad de
presentar su idea al rey.
La carga que sentía Nehemías por Jerusalén le afectaba emocionalmente, y se había manifestado en
su aspecto externo. En aquellos días presentarse ante el rey con la cara triste era un delito capital.
Nehemías lo sabía, pero estaba desalentado y no lo podía esconder. Había estado orando por largo
tiempo, pero nada había cambiado.
¿Te ha sucedido esto alguna vez? ¿Te puedes identificar con el desaliento de Nehemías?
En aquellos días si uno le hacía al rey una petición que a él no le agradara, se metía en un serio
problema. Estaba ante un rey que tenía poderes de vida o muerte. No es de extrañarse que sintiera
miedo y desaliento. Sin embargo, no dejó que el miedo lo detuviera. Sabia esto: Los líderes siguen
adelante a pesar de sus propios temores. Hay un mito popular a creer que los lideres nunca sienten
miedo. Lo cierto es que los lideres sienten miedo con frecuencia. El valor no es la ausencia de miedo,
el valor consiste en seguir adelante a pesar de sentir miedo.

El paso siguiente a la planificación es la fijación de una meta. Sin un blanco no estamos apuntando a
nada, y eso es precisamente donde vamos a dar: en nada.
Al fijar tus metas hazte 3 preguntas:

¿Qué quiero hacer?

¿Qué quiero ser?

¿Qué quiero tener?

Dos de los errores más comunes que cometemos al fijarnos metas, son el de fijarnos unos metas
demasiados bajas, y el de tener unas expectativas poco realistas en cuanto su cumplimiento. Nos
satisfacemos demasiado fácilmente con unos resultados mediocres, o lo queremos todo al instante.
Cuando hacemos un plan que incorpora una meta para cada paso, podemos ir siguiendo nuestro
progreso. Podemos ver cómo vamos llegando a nuestro punto de destino. No tengas miedo de hacer
unos planes tan grandes, que Dios tenga que recurrir a rescatarte. A Dios le encanta los planes
grandiosos. En efecto estamos diciendo: “Esto es lo que estoy esperando que Dios haga”. No se trata
de lo que yo pueda hacer, sino de lo que puede hacer Él. Nehemías se fijó la meta de construir unos
muros alrededor de toda una ciudad. Pero era copero, no era un constructor de muros, nunca había
levantado muro alguno. Nunca había edificado nada. Pero no tuvo miedo de fijarse una meta grande,
porque servía a un Dios grande. La mayoría de nosotras nos fijamos metas bajas y tratamos de llegar a
ellas con demasiada rapidez. Dios nos pide que soñemos en grande y vayamos despacio.

También podría gustarte