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Septiembre 14, 1921

Cada vez que el alma hace sus actos en la


Divina Voluntad, así crece siempre más en
santidad.
Continuando mi habitual estado, mi siempre
amable Jesús al venir me ha dicho:
“Hija mía, cada vez que el alma hace sus actos
en mi Voluntad, crece siempre más ante Mí
en sabiduría, en bondad, potencia y belleza,
porque conforme va repitiendo los actos en mi
Voluntad, tantos bocados toma de sabiduría, de
bondad, etc., y el alma crece de aquel alimento
del cual se alimenta, por eso de Mí está escrito
en el santo Evangelio que crecía en sabiduría
ante Dios y ante los hombres; como Dios no
podía ni crecer ni decrecer, mi crecer no era otra
cosa que mi Humanidad, que conforme crecía
en los años venía a multiplicar mis actos en el
Querer Supremo, y un acto de más que hacía era
un crecer de más en la Sabiduría de mi Padre
Celestial, y era tan verdadero este mi
crecimiento, que aun las criaturas lo notaban.
Cada acto mío corría en el mar inmenso de la
Voluntad Divina, y conforme obraba me nutría
de este alimento celestial; sería demasiado
extenso el decirte los mares de sabiduría, de
bondad, de belleza, de potencia que recibía mi
Humanidad en cada acto de más que hacía, así
le sucede al alma. Hija mía, la santidad en mi
Voluntad crece a cada instante, no hay cosa
que se escape del crecer y que el alma no pueda
hacer correr en el mar infinito de mi Voluntad;
las cosas más indiferentes, el sueño, el alimento,
el trabajo, etc., pueden entrar en mi Querer y
tomar en Él su puesto de honor como obras
de mi Querer; sólo con que el alma lo quiera
y todas las cosas, desde las más grandes hasta
las más pequeñas pueden ser ocasiones para
entrar en mi Querer, lo que no sucede con las
virtudes, porque las virtudes si se quieren
ejercitar muchas veces falta la ocasión, si se
quiere ejercitar la obediencia se necesita a
alguien que dé órdenes, y puede suceder que por
días y por semanas falte quien dé nuevas
órdenes para hacerla obedecer y entonces, por
cuanta buena voluntad tenga de obedecer, la
pobre obediencia quedará ociosa; así de la
paciencia, la humildad y todas las demás
virtudes, pues como son virtudes de este bajo
mundo, se necesita a las otras criaturas para
ejercitarlas, en cambio mi Voluntad es virtud
de Cielo y Yo solo basto para tenerla a cada
instante en continuo ejercicio; para Mí es
fácil mantenerla tan elevada, así de noche o
de día, para tenerla ejercitada en mi Querer.”
Libro de Cielo. Septiembre 14, 1921
Volumen 13
“Hágase Tu Voluntad En la Tierra Como En El
Cielo”

“Has de saber que en cuanto el alma entra en mi


Voluntad, encuentra la Santidad de Dios que la
inviste, su Belleza que la embellece, su Amor que la
transforma en Dios, su Pureza que la vuelve tan
nítida de no reconocerse más, encuentra su Luz que
le da la semejanza divina.”
Noviembre 20, 1938 Vol. 36
“Hija mía, conforme la criatura entra en nuestra
Voluntad para hacerla suya, ella hace suya la
nuestra, y Nosotros hacemos nuestra la suya, y en
todo lo que hace: si ama, si adora, si obra, si sufre, si
reza, nuestro Querer forma el germen divino en
sus actos, y ¡oh, cómo crece bella, fresca, santa!”
Octubre 2, 1938 Vol. 36

“Los actos en mi Voluntad jamás están ociosos,


están preñados de luz, de amor, de santidad, de
dulzura divina, y sienten la necesidad de dar luz a
quien vive en las tinieblas, de dar amor a quien es
frío, de dar la santidad a quien vive en el pecado,
de dar la dulzura divina a quien se encuentra
amargado.” Octubre 25, 1937 Vol. 35

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