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Realizar actos en la Voluntad de Dios causa que el alma crezca continuamente en santidad, sabiduría, bondad y belleza. Cada acto en la Voluntad Divina nutre al alma con un alimento celestial, haciéndola crecer más en las cualidades de Dios. A diferencia de las virtudes humanas que requieren de ocasiones, la Voluntad de Dios puede ser ejercitada en cualquier momento y circunstancia, incluso en actividades cotidianas. Al entrar el alma en la Voluntad de Dios, encuentra la s
Realizar actos en la Voluntad de Dios causa que el alma crezca continuamente en santidad, sabiduría, bondad y belleza. Cada acto en la Voluntad Divina nutre al alma con un alimento celestial, haciéndola crecer más en las cualidades de Dios. A diferencia de las virtudes humanas que requieren de ocasiones, la Voluntad de Dios puede ser ejercitada en cualquier momento y circunstancia, incluso en actividades cotidianas. Al entrar el alma en la Voluntad de Dios, encuentra la s
Realizar actos en la Voluntad de Dios causa que el alma crezca continuamente en santidad, sabiduría, bondad y belleza. Cada acto en la Voluntad Divina nutre al alma con un alimento celestial, haciéndola crecer más en las cualidades de Dios. A diferencia de las virtudes humanas que requieren de ocasiones, la Voluntad de Dios puede ser ejercitada en cualquier momento y circunstancia, incluso en actividades cotidianas. Al entrar el alma en la Voluntad de Dios, encuentra la s
Divina Voluntad, así crece siempre más en santidad. Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús al venir me ha dicho: “Hija mía, cada vez que el alma hace sus actos en mi Voluntad, crece siempre más ante Mí en sabiduría, en bondad, potencia y belleza, porque conforme va repitiendo los actos en mi Voluntad, tantos bocados toma de sabiduría, de bondad, etc., y el alma crece de aquel alimento del cual se alimenta, por eso de Mí está escrito en el santo Evangelio que crecía en sabiduría ante Dios y ante los hombres; como Dios no podía ni crecer ni decrecer, mi crecer no era otra cosa que mi Humanidad, que conforme crecía en los años venía a multiplicar mis actos en el Querer Supremo, y un acto de más que hacía era un crecer de más en la Sabiduría de mi Padre Celestial, y era tan verdadero este mi crecimiento, que aun las criaturas lo notaban. Cada acto mío corría en el mar inmenso de la Voluntad Divina, y conforme obraba me nutría de este alimento celestial; sería demasiado extenso el decirte los mares de sabiduría, de bondad, de belleza, de potencia que recibía mi Humanidad en cada acto de más que hacía, así le sucede al alma. Hija mía, la santidad en mi Voluntad crece a cada instante, no hay cosa que se escape del crecer y que el alma no pueda hacer correr en el mar infinito de mi Voluntad; las cosas más indiferentes, el sueño, el alimento, el trabajo, etc., pueden entrar en mi Querer y tomar en Él su puesto de honor como obras de mi Querer; sólo con que el alma lo quiera y todas las cosas, desde las más grandes hasta las más pequeñas pueden ser ocasiones para entrar en mi Querer, lo que no sucede con las virtudes, porque las virtudes si se quieren ejercitar muchas veces falta la ocasión, si se quiere ejercitar la obediencia se necesita a alguien que dé órdenes, y puede suceder que por días y por semanas falte quien dé nuevas órdenes para hacerla obedecer y entonces, por cuanta buena voluntad tenga de obedecer, la pobre obediencia quedará ociosa; así de la paciencia, la humildad y todas las demás virtudes, pues como son virtudes de este bajo mundo, se necesita a las otras criaturas para ejercitarlas, en cambio mi Voluntad es virtud de Cielo y Yo solo basto para tenerla a cada instante en continuo ejercicio; para Mí es fácil mantenerla tan elevada, así de noche o de día, para tenerla ejercitada en mi Querer.” Libro de Cielo. Septiembre 14, 1921 Volumen 13 “Hágase Tu Voluntad En la Tierra Como En El Cielo”
“Has de saber que en cuanto el alma entra en mi
Voluntad, encuentra la Santidad de Dios que la inviste, su Belleza que la embellece, su Amor que la transforma en Dios, su Pureza que la vuelve tan nítida de no reconocerse más, encuentra su Luz que le da la semejanza divina.” Noviembre 20, 1938 Vol. 36 “Hija mía, conforme la criatura entra en nuestra Voluntad para hacerla suya, ella hace suya la nuestra, y Nosotros hacemos nuestra la suya, y en todo lo que hace: si ama, si adora, si obra, si sufre, si reza, nuestro Querer forma el germen divino en sus actos, y ¡oh, cómo crece bella, fresca, santa!” Octubre 2, 1938 Vol. 36
“Los actos en mi Voluntad jamás están ociosos,
están preñados de luz, de amor, de santidad, de dulzura divina, y sienten la necesidad de dar luz a quien vive en las tinieblas, de dar amor a quien es frío, de dar la santidad a quien vive en el pecado, de dar la dulzura divina a quien se encuentra amargado.” Octubre 25, 1937 Vol. 35