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Enero 20, 1907

 
La mayor santidad es el vivir en el Divino Querer.
 
(1) Habiendo leído dos vidas de santas, una que ansiaba mucho el sufrir, y la otra que quería ser
pequeña, yo pensaba en mi interior cuál de las dos sería mejor para poderla imitar, y no
sabiendo resolver esto me sentía como confundida, y para poder estar libre y pensar sólo en
amarlo he dicho entre mí: “Yo no quiero aspirar a nada sino solamente a amarlo y cumplir
perfectamente su santo Querer”. Mientras me encontraba en esto, el Señor en mi interior me ha
dicho:
(2) “Y Yo aquí te quiero, en mi Querer; hasta en tanto que el grano de trigo no es
sepultado bajo tierra y muere del todo, no puede renacer a vida nueva y multiplicarse
y dar vida a otros granos; así el alma, hasta que no se sepulta en mi Voluntad, hasta
morir del todo en Ella con deshacer todo su querer en el mío, no puede resurgir a
nueva Vida Divina con el resurgimiento de todas las virtudes de Cristo, que contienen
la verdadera santidad, por eso mi Voluntad sea el sello que te marque el interior y el exterior,
y cuando mi Voluntad haya resurgido toda en ti, en Ella encontrarás el verdadero amor, y esta es
la mejor de todas las otras santidades a las cuales puede uno aspirar”.
 
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Junio 23, 1907 

Encontrándome en mi habitual estado, el bendito Jesús no venía y yo estaba pensando entre


mí cuál sería el acto más bello y más acepto a Nuestro Señor, que pudiese más
fácilmente inducirlo a venir:  El dolor de las propias culpas o la resignación.  Mientras
estaba en esto, en cuanto ha venido me ha dicho:
"Hija, el acto más bello y que más me agrada es el abandono en mi Voluntad, pero
tanto, que no se recuerde que existe el propio ser, sino que todo para ella sea el
Divino Querer.  Si bien el dolor de las propias culpas es bueno y laudable, pero no
destruye el propio ser, en cambio el abandonarse del todo en mi Voluntad destruye el
propio ser y readquiere el Ser Divino.  Entonces, el alma con abandonarse en mi
Voluntad, me da más honor, porque me da todo lo que Yo puedo exigir de la criatura,
y vengo a readquirir en Mí lo que de Mí había salido, y el alma readquiere lo único que
debería readquirir, a Dios con todos los bienes que el mismo Dios posee.  Sólo que,
hasta que el alma está del todo en la Voluntad de Dios, readquiere a Dios, y si se sale de mi
Voluntad readquiere su propio ser junto con todos los males de la corrompida naturaleza."

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