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Masacre de Rincón Bomba

La masacre de Rincón Bomba, también conocida


como Masacre de La Bomba o simplemente
Rincón Bomba, fue un ataque y matanza
Masacre de Rincón Bomba
planificada iniciada el 10 de octubre de 1947 que se
extendió durante tres semanas, en cuyo transcurso
fueron asesinadas, violadas, esclavizadas,
desaparecidas y lesionadas miles de personas
desarmadas, incluyendo niños, mujeres y ancianos
pertenecientes al pueblo pilagá, en el paraje La
Bomba, cerca de la población de Las Lomitas, en el
entonces Territorio Nacional de Formosa (actual
provincia de Formosa), en Argentina. Agentes de Gendarmería Nacional con niños del pueblo
Pilagá.
La matanza fue perpetrada por fuerzas Lugar Rincón Bomba,
pertenecientes a Gendarmería Nacional, bajo el Las Lomitas,
mando directo del comandante Emilio Fernández
provincia de Formosa,
Castellanos y un avión de la Fuerza Aérea
 Argentina
Argentina, que por disposición constitucional
estaban bajo la comandancia del entonces presidente Blanco(s) pilagás
constitucional Juan Domingo Perón. En 2020 fue Fecha 10 de octubre de 19471 ​
judicialmente calificada como un genocidio.1 ​ Tipo de ataque fusilamientos, violaciones,
ataque aéreo, esclavitud
La masacre quedó impune y fue silenciada durante
décadas, por el Estado y la cultura hegemónica en Arma(s) pistolas, fusiles,
Argentina, permaneciendo en la memoria oral ametralladoras, avión de
ataque a tierra
colectiva del pueblo pilagá.3 ​ Medio siglo después,
en 2005, la Federación del Pueblo Pilagá demandó Muertos 750 a 10002 ​
al Estado argentino, obteniendo en 2019 y 2020, el Perpetrador(es) Gendarmería Nacional
reconocimiento judicial del hecho como genocidio, Argentina
así como la obligación del Estado de conmemorar el Fuerza Aérea Argentina
crimen y resarcir moral y materialmente al pueblo
Sospechoso(s) Carlos Smachetti (único
pilagá.4 ​
procesado, no condenado),
Leandro Santos Costas
(imputado), Emilio Fernández
Índice Castellanos, José M. Aliaga
Pueyrredón, Néstor Leoncio
Antecedentes Perloff, Edmundo Zalazar,
Los hechos Francisco Bagardi, Isabelino
El Tabacal: despidos colectivos y Ezcurra, Abelardo Sergio Como
migración masiva (ver sección Autores, sospechosos y
Llegada a Las Lomitas partícipes).
La escalada Motivación Genocidio1 ​
La masacre
El ocultamiento
Causas judiciales
Demanda
Testimonios
Hallazgo de fosas comunes
Autores, sospechosos y partícipes
Sentencia de primera instancia
Sentencia de segunda instancia
Literatura
Filmografía
Véase también
Referencias
Referencias generales

Antecedentes
El pueblo pilagá es uno de los pueblos originarios del actual territorio de la República Argentina. Habitan
históricamente en la zona sur y central de la llanura del Gran Chaco. Los pueblos indígenas chaqueños
lograron resistir la conquista española y permanecieron libres hasta la segunda mitad del siglo  xix, cuando
los españoles ya habían sido expulsados de la mayor parte de América.

Hacia fines de la década de 1860 el Estado argentino inició una serie de guerras de conquista contra varios
pueblos originarios en los territorios indígenas de la Patagonia y el Gran Chaco, denominándolas con el
nombre genérico de «la Conquista del Desierto». En 1917 el presidente Hipólito Yrigoyen, de la Unión
Cívica Radical (UCR) dio por concluida la Conquista del Chaco, aunque las operaciones bélicas y de
«limpieza» continuaron varias décadas más.5 ​Los pueblos originarios derrotados en el Gran Chaco, fueron
incorporados a los territorios nacionales de Chaco y Formosa, cuyas poblaciones carecían de derecho a
elegir sus autoridades locales y nacionales. Algunos autores han considerado al proceso histórico de
sometimiento de los pueblos indígenas un acto de despojo y un genocidio.6 7​ ​

Entre los actos de barbarie cometidos por el Estado argentino, se destaca la Masacre de Napalpí de 1924,
en la que tropas policiales bajo el mando del gobernador Fernando Centeno, supervisado por el presidente
Marcelo Torcuato de Alvear, de la Unión Cívica Radical (UCR), asesinaron a un grupo estimado de entre
500 y 1000 personas, pertenecientes a los pueblos Qom y Mocoví-Mocoi.8 ​

La reforma constitucional de 1994 reconoció la preexistencia a la Nación de los pueblos originarios, así
como sus derechos a las tierras ancestrales y a su cultura, pero hasta el presente varias provincias aún no les
han devuelto sus territorios, que en muchos casos se encuentran en manos de grandes latifundistas o
empresas privadas.9 ​
Una tercera masacre de características similares se produjo en Oberá, provincia de Misiones, el 15 de marzo
de 1936, contra inmigrantes rusos, ucranianos y polacos, acusados de «apátridas». En es momento la
policía atribuyó la matanza a «elementos comunistas», mientras el hecho fue ocultado y olvidado. Setenta
años después, ya en el siglo xxi, varias investigaciones revelaron que la masacre había sido cometida por la
policía.2 ​

Los hechos

El Tabacal: despidos colectivos y migración masiva

A finales de abril de 1947, cientos de familias


pertenecientes a los pueblos indígenas qom, pilagá,
mocoví, chorote y wichí, que habitaban en el Territorio
Nacional de Formosa, fueron contratados por el
Ingenio El Tabacal, propiedad de Robustiano Patrón
Costas, ubicado en la provincia de Salta, para trabajar
en la cosecha de la caña de azúcar, que se iniciaría en
mayo.10 ​Para ello hombres, mujeres, niños y ancianos
debieron trasladarse caminando cientos de kilómetros.
Al llegar el momento de la primera paga, la empresa En mayo de 1947 el Ingenio Tabacal, propiedad del
incumplió las condiciones de contratación y en lugar político y empresario Robustiano Patrón Costas,
de pagar el jornal comprometido de 6 pesos, pagaron estafó y despidió a cientos de trabajadores
indígenas que debieron buscar un sitio donde
solo 2,50 pesos.10 ​ El incumplimiento patronal generó
recuperarse.
una protesta por parte de los afectados frente a la cual
la empresa respondió despidiendo a todos los
trabajadores contratados.10 11
​ ​

La decisión del Ingenio El Tabacal produjo un impacto dramático en las familias de los trabajadores
indígenas despedidos, que sin alimentos suficientes debieron emprender una migración masiva a pie, en
busca de comida y un lugar donde asentarse. La multitud desesperada se dirigió en busca de ayuda
humanitaria a Las Lomitas, un pequeño poblado formoseño, ubicado a 450 kilómetros del Tabacal, donde
estaba asentado el Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional, llegando a mediados de mayo.12 13
​ ​

Por entonces Formosa estaba gobernada por Rolando de Hertelendy, un latifundista local nombrado en el
cargo por el presidente Perón en 1946, resistido por la población y la prensa peronista del territorio
nacional, quienes lo acusaban de «oligarca».14 ​

Llegada a Las Lomitas

Hacia mediados de mayo llegó a Las Lomitas una multitud en estado famélico, que se instaló en un paraje
cercano conocido como Rincón Bomba, o La Bomba, atravesado por un cañadón seco o madrejón. El
grupo era liderado por el sanador Tonkiet (rebautizado Luciano Córdoba), y los caciques Oñedie
(rebautizado Paulo «Pablito» Navarro) y Nola Lagadick. Por entonces Las Lomitas era una localidad
habitada por 1974 personas, la mayoría de ellos gendarmes y sus familias (Censo 1947).15 ​

Enterados de los actos sanadores del predicador Tonkiet (Luciano), nuevos grupos indígenas se instalaron
en el lugar. Algunas fuentes mencionan 1000 personas otras estiman entre 7000 y 8000 personas; el juez de
la causa la estima en «varios millares».16 ​
Inicialmente, la población y el Escuadrón de
Gendarmería, comandado por Emilio Fernández
Castellanos, se mostraron solidarios con los indígenas,
pero con el paso del tiempo la relación entre los
«blancos» y los «indios» comenzó a deteriorarse.12 13
​ ​

Todas las tardes la gente cantaba, bailaba, y


tocaba los tambores hasta la madrugada, y la
música que emana de La Bomba podía oírse
desde muy lejos. La vida de Las Lomitas se
trastocó con el alboroto de familias
Estación de tren de Las Lomitas, 2018.
desconocidas que se movían por el pueblo,
con los niños cazando ranas en el madrejón y
las jaurías escuálidas circulando en busca de
comida.
(ver Mapelman 2015.99)17 ​

La situación de los indígenas se hizo desesperante, con muchas personas indigestadas y tres muertes, entre
ellas la madre del cacique Pablito.12 ​ En septiembre, el gobernador del territorio, Rolando de Hertelendy,
puso la situación en conocimiento del ministro del Interior, el sindicalista Ángel Borlenghi, quien a su vez
se comunicó con el presidente Juan Domingo Perón, que dispuso enviar de inmediato tres vagones de
ferrocarril con alimentos, ropas y medicinas. La carga llegó a la ciudad de Formosa en la segunda quincena
de septiembre, bajo la responsabilidad del delegado local de la Dirección Nacional del Aborigen, Miguel
Ortiz.12 ​

Pero casi dos semanas después, Ortiz aún no había enviado las vituallas a Las Lomitas. Cuando el
gobernador De Hertelendy tomó conocimiento de la situación, encomendó personalmente al jefe de Policía
para conminar al delegado Ortiz a enviar de inmediato la carga hacia Las Lomitas. Pero para entonces dos
tercios de la carga se había perdido por vencimiento y deterioro.12 ​ Finalmente, a Las Lomitas llegó
completo, solo uno de los tres vagones enviados por el gobierno nacional, con la mayor parte de los
alimentos en mal estado.12 ​

La escalada

Los alimentos en mal estado causaron una intoxicación


masiva del pueblo pilagá que causó la muerte de al
menos 50 personas, mayoritariamente niños y
ancianos, en los primeros días de octubre.18 ​ La
cantidad de muertos hizo que la comunidad pilagá
creyera que la carne estaba envenenada o tenía «algún
mal».19 ​ Creció entre los pilagás la importancia del
sanador y predicador religioso Tonkiet, o Luciano, con
cantos y danzas que se extendieron durante varios La Gendarmería Nacional se reúne con la
días. Las muertes y los rituales sanadores, acentuaron comunidad pilagá, en el campamento de Rincón
el rechazo de la población «blanca» hacia los Bomba, poco antes de la masacre. En el centro,
indígenas, al punto de oponerse a que los cadáveres de bombachas blancas, se encuentra el cacique
Pablito Navarro. A su derecha, el sanador y
fueran enterrados en el cementerio local.18 20
​ ​
predicador, Luciano Córdoba.

No había escuelas y las criaturas andaban por


el pueblo pidiendo comida. En el pueblo se
cansaron de ellos… La gente del pueblo ya
estaba cansada del ruido y se preguntaba: ¿Por
qué se juntaron tanto si no hay nada que les
pueda interesar? Y mi gente cantaba toda la
tarde hasta las doce de la noche… no sé hasta
qué hora. Entonces los del pueblo buscaron
que hacer con mi gente.
Testimonio del sobreviviente Salqoe, en
Mapelman 2015:10217 ​

Rápidamente la situación se deterioró y la prensa local comenzó a inculcar la idea de que los indígenas
preparaban un «malón», poniendo en peligro a la población de Las Lomitas que comenzó a reclamar una
«solución al problema».20 ​

Aterrorizada ante las noticias que hablaban un inminente ataque indígena, los vecinos de Las Lomitas se
reunieron en la sede de la Comisión de Fomento y reclamaron la intervención del Escuadrón de
Gendarmería Nacional. Presionados por los vecinos, el comandante Emilio Fernández Castellanos dio la
orden de establecer un «cordón de seguridad» de unos cien gendarmes alrededor del campamento pilagá,
para impedir el contacto con la población «blanca», colocando cuatro nidos de ametralladoras en sitios
estratégicos.18 ​Adicionalmente la Gendarmería allanó las chozas indígenas y confiscó las armas que tenían
en su poder (escopetas obsoletas, cuchillos y machetes).21 ​

Una publicación oficial de Gendarmería Nacional de 1991,22 ​ recoge los testimonios de cuatro gendarmes
que actuaron en Rincón Bomba. Aun con la atenuación del tiempo, la evolución moral y la corrección
política, los testimonios dan cuenta de un intenso racismo imperante en los gendarmes. Uno de ellos dice
textualmente:

Estos indios eran casi como salvajes, animales. Y ni siquiera a los animales se los debe
maltratar.22 23
​ ​

La masacre

A la mañana del 10 de octubre los gendarmes ya


sabían que ese día atacarían a la comunidad pilagá.
Los niños Setkokie´n (Melitón Domínguez) y Maliodi`
(Lidia Quiroga), que trabajaban en la cocina del
Escuadrón, fueron advertidos por los gendarmes para
quienes trabajaban:

[El cabo] Londero me dijo que fuera a ver a


mi mamá y a mi papá para avisarle que ya
estaban preparando las armas. -¡Vaya y El Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional,
avíseles que preparen sus cosas porque van a ubicado en Las Lomitas, condujo la masacre de
dispararles! Tienen que decirles que se vayan Rincón Bomba.
para que no los maten y ustedes tienen que
volver acá porque yo los voy a esconder.
Testimonio de Setkokie´n (Melitón
Domínguez) en Mapelman 2015:13924 ​

A la tarde del 10 de octubre el cacique Pablito pidió hablar con el comandante Fernández Castellanos.18 ​El
gendarme Teófilo Ramón Cruz arregló entonces una reunión en campo abierto, dentro del cerco. La
cantidad de gendarmes presentes se ha estimado entre 200 y 400.25 ​ Cerca de las 18 horas, el cacique
Pablito se adelantó seguido de una gran cantidad de hombres, mujeres y niños que llevaban grandes retratos
del presidente Perón y Eva Perón.18 ​

El gendarme Teófilo Cruz relató así ese momento:

En tales instantes se escucharon descargas cerradas de disparos de fusil ametralladora,


carabinas y pistolas, origen de un intenso tiroteo del que el Cte. Fernández Castellanos ordenó
un alto de fuego, pensando procedía de sus dos ametralladoras, lo que no fue así: el segundo
comandante José M. Aliaga Pueyrredón, sin que nadie lo supiera, hizo desplegar varias
ametralladoras en diferentes lugares del otro lado del madrejón, o sea unos 200 metros de
nuestra posición y en medio del monte...
Gendarme Teófilo Ramón Cruz26 ​

El por entonces niño Ni`daciye relató así ese momento:

Como a las 6 o 7 de la tarde vinieron los milicos hasta donde estábamos y comenzaron a
disparar ¡pobre gente! Cuando empezaron los tiros caían niños, caían mujeres,… caían
ancianos. A una mujer la balearon acá, a un hombre acá en la rodilla, todos gritaban, las
mujeres, los niños… Pasó el primer tiroteo, el segundo, y en el tercero sentí miedo. Todos los
que estaban ahí quedaron baleados… de ahí yo podía ver como morían los chicos, y a una
mujer que cargaba su yica vi como la balearon en la nuca.… vi morir mucha gente ahí pero
yo estaba tranquilo, no lloraba.
Ni`daciye en Mapelman 2015:14627 ​

Entre las personas asesinadas en ese momento se ha conservado los nombres de la «abuela Guamaena»,
muerta de un balazo en el pecho, la «abuela Neeto» y la «abuela Pochaae», muertas de un tiro mientras
huían, Sehent, Qetee (Susana), Lichee, Meto, Quemana...28 ​

De acuerdo a los testimonios de los sobrevivientes, la matanza y la persecución de las familias por el monte
se extendieron durante semanas. Un número indeterminado de adultos, ancianos y niños, superior a 750
personas, murieron debido a las heridas, a la sed, el hambre, y en otros fusilamientos. Durante la segunda
mitad del mes de octubre se multiplicaron las capturas, se utilizó la violación como arma y se asesinó no
solo a adultos sino también a niños.29 ​

En los días siguientes, los Pilagá fueron rodeados y fusilados en Campo del Cielo, en Pozo del
Tigre y en otros lugares. Luego, los gendarmes apilaron y quemaron sus cadáveres. Según los
abogados Díaz y García, fueron asesinados entre 400 a 500 pilagá. A esto hay que sumarle los
heridos, los más de 200 desaparecidos, los niños no encontrados y los 50 intoxicados. En total,
en aquellos tristes días murieron más de 750 pilagá.2 ​

El sobreviviente Naeron (Pedro) testimonió en la causa penal, que sus tíos Cadona, Ensolé, Saana y
Tengoot, fueron capturados en San Luis, llevados a Las Lomitas donde fueron fusilados y luego quemados
por los gendarmes en un lugar que llamado Pozo Pilagá.30 ​La por entonces niña Ketae, relató que el grupo
con el que huyó fue alcanzado cerca de Pozo del Tigre, siendo capturada junto a tres ancianos que fueron
atados y quemados vivos.31 ​

Un vecino «blanco» de Las Lomitas, que era niño en ese entonces, declaró en el documental de Mapelman,
que vio como los gendarmes descubrieron a dos parejas pilagá que habían sido escondidos por una vecina
«blanca» de Pozo del Tigre llamada Elena Veichoabe. Los detenidos fueron fusilados ahí mismo y
quemados cuando aún se encontraban vivos.31 ​El testigo Piakqolek, vio como fusilaban al hijo del cacique
Kazimen, a una niña de 14 años y a Kalegaai.31 ​
Mapelman registró también el testimonio de Seecho`le (Norma Navarrete), quien presenció como el
segundo comandante José M. Aliaga Pueyrredón le «perdonaba» la vida al grupo con el que estaba
escondida, a cambio de violar a una niña de 14 años llamada Noenolé.32 ​

El día 15 de octubre se sumó a la represión un avión


Junkers Ju 52 de la Fuerza Aérea (patente T-153,
véase la fotografía de la derecha), equipado con una
ametralladora, que permaneció en la zona de la
masacre hasta el 23 de octubre, día en que a las 12.43
horas regresó a su base en El Palomar (Buenos
Aires).33 ​ Antes de dirigirse a Las Lomitas, el avión
aterrizó en Resistencia, donde se le instaló una
ametralladora Colt de calibre 7,65 mm, con cadencia
de 600 disparos/minuto,34 ​ y se unió a la tripulación el
comandante de Gendarmería de la Zona Norte, Julio
Cruz Villafañe.35 36
​ ​ El avión de la Fuerza Aérea utilizado para la
masacre, que ametralló desde el aire a los pilagá
El hallazgo de los restos de las víctimas durante la durante una semana.
investigación judicial abierta en 2005, identificó al
menos cuatro lugares que marcan un «sendero de la
muerte» que se extiende por más de 40  km, desde la fosa común de Rincón Bomba (encima de la cual
Gendarmería instaló su polígono de tiro), pasando por el Paraje La Felicidad (Pozo del Tigre) y el kilómetro
30 (Pozo del Tigre), hasta Colonia Muñiz (7 km al este de Las Lomitas próxima a la Ruta Nacional 81).37 ​

Las familias capturadas con vida fueron llevados a su destino final en las colonias aborígenes de Francisco
Muñiz y Bartolomé de las Casas, adonde se las "redujo" a trabajar como peones bajo la administración de
la Dirección de Protección al Aborigen y la vigilancia de la Gendarmería, bajo un régimen de virtual
esclavitud.38 39
​ ​

El director general de Gendarmería, Natalio Faverio, informó oficialmente el 16 de octubre, que el alférez
Leandro Santos Costa (uno de los dos imputados en la causa iniciada en 2005) fue «atacado por indígenas»
resultando herido de bala y que quince indígenas resultaron muertos en el enfrentamiento, sin indicar cuales
eran sus nombres, ni dónde fueron enterrados. El director de Gendarmería tampoco informa haber realizado
la denuncia del supuesto «alzamiento», ni haber intentado individualizar a los autores del supuesto
crimen.40 ​

El ocultamiento

El 11 de octubre, un día después del primer fusilamiento, un documento confidencial y secreto del
Ministerio del Interior, firmado por Natalio Faverio, director general de Gendarmería Nacional, dirigido al
ministro Ángel Borlenghi, informó que se había producido un levantamiento indígena y que se habían
movilización tropas por parte del Ministerio de Guerra a cargo de José Humberto Sosa Molina. El 16 de
octubre otro documento confidencial y secreto, firmado nuevamente por Faverio, da detalles sobre el avión
enviado para colaborar en la represión.35 ​La prensa argentina de alcance nacional (La Nación, La Prensa,
La Razón, Crítica, Noticias Gráficas) colaboró en el ocultamiento, tanto durante el gobierno peronista
como después de que el presidente Perón fuera derrocado en 1955. Todos repitieron que se trató de un
«levantamiento» o «alzamiento» indígena, y hablaron de «malón indio». Noticias Gráficas llegó a informar
que los pilagá «habrían hecho uso de armas de fuego» y «habrían dado muerte a una mujer», mientras que
La Nación agregó que esa mujer era «cristiana».41 ​ Solo el diario El Intransigente de Salta publicó la
existencia de rumores y testimonios de pobladores que indicaban que Gendarmería Nacional estaba
encubriendo una masacre.42 ​

Desde entonces ningún juez, ningún gobierno, ningún periódico, ningún investigador, ningún partido
político, volvería a mencionar el crimen. La matanza y sus detalles permaneció solo en la memoria del
pueblo pilagá hasta la primera década del siglo XXI.

Causas judiciales
En junio de 2005, la Federación Pilagá inició dos
causas judiciales: una demanda penal contra los
eventuales autores sobrevivientes y una demanda civil
contra el Estado argentino por delitos de lesa
humanidad, genocidio y reparaciones morales y
económicas.43 ​ La causa penal fue archivada debido a
las muerte de los imputados. La causa civil fue ganada
por la Federación Pilagá, en primera instancia (2019) y
segunda instancia (2020). En 2020 la Federación
Pilagá apeló a la Corte Suprema por los puntos que no
fueron concedidos: la devolución de tierras en Oñadié
y Pencolé que fueron ocupadas por la Gendarmería y
el monto de las reparaciones patrimoniales que Forenses encuentran fosas comunes en Rincón
Bomba, en marzo de 2006.
considera ínfimos.44 ​

Demanda

El 1 de abril de 2005, la Federación Pilagá inició una demanda civil contra el Estado nacional, reclamando
al Estado argentino reconocer la verdad histórica sobre los hechos sucedidos en Rincón Bomba en 1947,
implicando este reconocimiento los siguientes actos:

a) la verificación de los hechos y revelación completa y publicación de la verdad; b) el dictado


de una sentencia declaratoria en favor de las víctimas; c) una disculpa, incluido el
reconocimiento público de los hechos y la aceptación de la responsabilidad por parte del
Gobierno dela Nación Argentina; d) la celebración de conmemoraciones y homenajes de las
víctimas como la construcción de un monumento con los nombres de las víctimas a elegirse en
la ciudad de Lomitas, Provincia de Formosa; e) la inclusión de datos exactos sobre las
violaciones a los DDHH del hecho que se investiga en autos; f) la implementación de políticas
del Estado para prevención de hechos análogos.45 ​

La demanda fue presentada en diciembre del 2005 fundada en la teoría de la imprescriptibilidad crímenes
de lesa humanidad, por los abogados Carlos Alberto Díaz y Julio C. García, en el Juzgado Federal de
Formosa, a cargo del juez Mario Bruno Quinteros.46 ​Esta demanda de características inéditas en el derecho
argentino, fue fundada en el principio de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, calidad
que los reclamantes atribuyen al hecho. Recibida la
demanda el juez encomendó a un equipo forense la
búsqueda de restos humanos en el lugar
denunciado, hallando restos de 27 cadáveres
compatibles con el hecho denunciado.47 ​

Testimonios

En la causa penal declararon como testigos ocho


sobrevivientes de la masacre, que eran niños
entonces: Cristina Duarte que tenía 9 años (fs. 241);
Norma Navarrete, tenía 15 años; Ambrocia Dirigentes de la Federación Pilagá en la audiencia
González, tenía 17 años; Rogelia Giménez, tenía 7 para los alegatos.
años; Eduardo Alegría (Ayoche); Martin Pedro
(Pilagá Naeron), tenía 13 años; Ernesto Gómez
(Kadeqakien) tenía 14 años; Pedro Palavecino tenía 10 o 12 años (fs. 258). Todos pertenecían a comunidad
pilagá.48 ​

En la causa civil se destacó el testimonio de la sobreviviente Clara Olmos, quien declaró en su idioma
original, con traductor (fs. 16).49 ​ Adicionalmente, los peritos criminalísticos en el terreno, recabaron los
testimonios de otros sobrevivientes que fueron volcados en el informe pericial. También fueron tenidos en
cuenta los testimonios registrados en la película y el libro Octubre Pilagá: memorias archivos de la masa
de La Bomba de la documentalista Valeria Mapelman.50 ​

Finalmente el juez de la causa tuvo en cuenta los relatos orales mediante los cuales la comunidad pilagá
preservó colectivamente la memoria de los hechos:51 ​

Los hechos de La Bomba fueron masivamente ignorados por la historia oficial y borrados de
la cultura de la sociedad blanca, sin embargo los mismos se hallan grabados en la memoria
colectiva del pueblo Pilagá.
Sentencia, fs. 19

Hallazgo de fosas comunes

En 2006 los peritos de la causa hallaron los cadáveres de 27 personas pilagás cerca de Las Lomitas.52 53
​ ​

Autores, sospechosos y partícipes

El Escuadrón 13 de Gendarmería Nacional de Las Lomitas estaba comandado por Emilio Fernández
Castellanos, siendo el segundo comandante José M. Aliaga Pueyrredón. La propia Gendarmería Nacional
en su revista y para exaltar su tarea histórica, publicó en 1991 el testimonio de cuatro gendarmes que
actuaron en la matanza: Néstor Leoncio Perloff; Edmundo Zalazar, Francisco Bagardi e Isabelino
Ezcurra.23 ​

En 2011 fue imputado penalmente Leandro Santos Costas, por su presunta participación en la masacre,
como jefe de la Sección Ametralladoras Pesadas del Escuadrón de Las Lomitas.54 ​ Costas había sido
formalmente felicitado por Gendarmería Nacional por la «valerosa y meritoria intervención llevada a cabo
contra el alzamiento de indígenas pilagá, en cuya emergencia no titubeó en afrontar la grave situación para
su vida que el caso deparaba».54 ​ Con posterioridad se convirtió en juez federal hasta 1999, año en que
renunció a su cargo como integrante de la Cámara Federal de Resistencia. La causa fue caratulada «Costas
Leandro Santos y otros s/ homicidio agravado con ensañamiento en reiteración de hecho, premeditado de
dos o más personas y abusando de su función o cargo» (Exp. 946/11). Falleció a fines de 2011, sin que el
proceso terminara.55 56
​ ​

En la misma causa estaba imputado Carlos Smachetti, piloto de la Fuerza Aérea, quien fue señalado como
uno de los uniformados que estuvo a bordo del avión Ju-52 T-153 «Misiones» que actuó en la matanza.55
Luego de la muerte de Costas, la causa fue recaratulada con su nombre.56 ​ Smachetti integraba como
copiloto la tripulación del avión; el piloto era Abelardo Sergio Como y la tripulación la completaban dos
mecánicos y un radio operador, con jerarquía de alférez, cabo y sargento, respectivamente.54 ​ La defensa
de Smachetti sostuvo que debía aplicarse el Código de Justicia Militar, vigente en 1947. En 2015 fue
procesado por existir semiplena prueba de su culpabilidad.55 ​ Murió el 6 de enero del 2017, a los 97 años,
sin que la causa finalizara.

Sentencia de primera instancia

En 2019, el Juzgado Federal N.º 1 de Formosa estableció que la matanza fue un delito de lesa humanidad y
que el Estado argentino debe resarcir el daño provocado.57 58
​ ​

La sentencia resaltó la responsabilidad del Estado nacional, tanto al momento de la masacre, como en la
pasividad posterior, incluyendo los años posteriores a la revelación pública del crimen y la denuncia
formalmente presentada de la Federación Pilagá.

Las víctimas se han encontrado solas frente a un Estado que se ha mostrado impávido frente al
reclamo de justicia de los pueblos originarios, que no solo debieron esperar décadas para que
los hechos pudieran ser investigados y exhibidos, sino que aun ahora siguen siendo ignorados
en su reclamo de ser visualizados y reconocidos (fs. 14).

La sentencia condenó al Estado nacional a las siguientes reparaciones:

No patrimoniales

1. Publicar la sentencia en el sitio web del Ministerio de Justicia y del Instituto Nacional de
Asuntos Indígenas durante tres años, como mínimo;
2. Publicar la sentencia en el Boletín Oficial;
3. Ordenar al Ministerio de Educación incluir el 10 de octubre como recordatorio de la
masacre, debiendo coordinar con la Federación Pilagá el contenido de la conmemoración;
4. Levantar un monumento en el lugar de la masacre, en el lugar y con las característica que
disponga la Federación Pilagá y la municipalidad;
5. Establecer becas denominadas «Becas estudiantiles reparatorias de la Masacre de La
Bomba». Doce becas para estudios universitarios y treinta becas para jóvenes
escolarizados, a ser distribuidas por la Federación Pilagá;
Patrimoniales
1. Setenta y dos salarios mínimos vital y móvil por año (aproximadamente 18.000 dólares),
durante diez años, para fortalecer la Federación Pilagá.
2. Seiscientos salarios mínimos vital y móvil por año (aproximadamente 150.000 dólares),
durante diez años, en inversiones públicas en beneficio de los integrantes de la etnia
Pilagá.
La Federación Pilagá, apeló la sentencia, disconforme con la falta de calificación de la matanza como un
acto de genocidio, y el monto de los rubros patrimoniales por considerarlos reducidos.

Sentencia de segunda instancia

La sentencia de segunda instancia, dictada en 2020, aceptó el agravio sobre la calificación de la matanza y
lo calificó como un acto de genocidio. Rechazó los agravios sobre el monto de los rubros patrimoniales,
razón por la cual la Federación Pilagá apeló a la Corte Suprema.

Literatura
Octubre Pilagá, memorias y archivos de la masacre de La Bomba, de Valeria Mapelman es una
investigación histórica que recoge los testimonios de las víctimas y agrega antecedentes históricos,
documentos secretos y reservados del Ministerio de Guerra del primer peronismo, aporta pruebas sobre el
accionar de la Fuerza Aérea en la represión, y sobre la captura y reclusión de los sobrevivientes en las
colonias aborígenes dependientes de la Dirección de Protección al Aborigen. La autora comenzó el trabajo
de investigación y registro para su película Octubre pilagá, relatos sobre el silencio en el año 2005 y lo
culminó en este libro que reconstruye la trama de la masacre insertándola en la continuidad de un genocidio
indígena todavía no debatido.59 ​

Historia de la crueldad argentina, Julio A. Roca y el genocidio de los pueblos originarios fue publicado en
Buenos Aires, por la editorial El Tugurio en 2010, escrito por Marcelo Musante y Valeria Mapelman, con
Osvaldo Bayer como coordinador. En el capítulo  V: «Campañas militares reducciones y masacres, las
prácticas estatales sobre los pueblos originarios del Gran Chaco», los autores analizan la masacre de
Napalpí (de 1924) y la de La Bomba (ocurrida en 1947).

En la novela Rincón Bomba: lectura de una matanza (2009), el escritor formoseño Orlando Van Bredam
(n. 1952) narra —a manera de lectura colectiva—, la confesión ficticia de uno de los militares que actuó en
la matanza de 1947, recogida por una estudiante universitaria, y a partir de la cual se genera una situación
compleja en la que tienden a entrecruzarse lo místico ritual ―a través de las expresiones y leyendas
aborígenes― con el devenir doméstico de cualquier ciudadano, y una trama de conspiración, representada
por un tipificado descendiente del asesino. Si bien la novela no hace sino tomar como punto de referencia la
masacre, el devenir discursivo construye una lectura del acontecimiento (propone un «nosotros» narrativo,
que bordea lo mayestático) para los lectores potenciales, reflexionando sobre el acto mismo de leer y
apuntando a la indagación sobre el hecho. Acorde al estilo de los últimos trabajos del autor, se puntualiza la
narración como una construcción reflexiva del discurso, y no solo de la historia.

En la breve novela Cicatrices del Ayer, el autor y abogado formoseño Pedro S. Barrios busca a través de
una fusión entre ficción y realidad, hacer revivir todo el sufrimiento del pueblo Pilagá, su paso por las
trágicas reducciones civiles estatales, la explotación laboral en los ingenios azucareros, la lucha por
conservar sus raíces y el hecho mismo de la masacre a manos de Gendarmería Nacional valiéndose de
personajes bien construidos que permiten al lector conectarse rápidamente la historia.

Filmografía
Octubre pilagá, relatos sobre el silencio (80  min),60 ​ y La historia en la memoria (18  min)61 ​ son dos
documentales de la realizadora Valeria Mapelman estrenados en 2010. Ambos trabajos registran las
memorias personales de las víctimas, sus hijos y testigos de la zona que dan cuenta de la masacre. Octubre
pilagá fue premiado en el BAFICI 2010 en la sección de Derechos Humanos, y ganó el premio al mejor
documental en el Festival Internacional Ícaro, de Guatemala.

Véase también
Masacre de Napalpí
Conquista del Desierto
Indígenas de Argentina

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