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CAPITULO V
Premisas básicas:
Cinco serían los componentes de la lengua a ser considerados en este caso: en términos muy
globales puede hablarse de cuatro niveles formales y uno funcional. Los cuatro primeros han sido
suficientemente estudiados tanto por la psicolingüística de corte estructuralista-conductista como
por la tendencia chomskiana-neorracionalista: se trata de los componentes fonético-fonológico,
morfológico, sintáctico y semántico. Un quinto nivel ha sido integrado al conjunto, principalmente
a partir de la sistematización (más reciente) de la teoría de los actos de habla, la pragmática y la
lingüística del texto: se trata del componente pragmático.
Ateniéndonos a una propuesta más reciente del hecho, ha sido preciso reformular parcialmente
este conjunto para distinguir, mejor, los cinco componentes del siguiente modo: fonetológico,
morfolexical, sintáctico, semántico y pragmático. La denominación “morfolexical” se ajusta más a
que el desarrollo del vocabulario está mucho más vinculado a la adquisición del sistema
morfológico que al del componente semántico, lo contrario de lo que se pensó durante la etapa
estructuralista. Veamos las especificidades generales de cada uno de los niveles mencionados,
para el proceso de desarrollo de la lengua oral.
_La relación entre los rasgos del fonema y su mayor o menor facilidad perceptual de
acuerdo con los órganos articulatorios participantes, las características fónicas de los
rasgos, y las posibilidades de discriminación nítida dentro del espectro acústico.
Veamos, por ejemplo, el orden más usual de aparición de tres fonemas consonánticos
y tres vocálicos.
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_El nivel de complejidad implícito en los rasgos que constituyen un fonema; a menor
complejidad, más temprana adquisición. Como por ejemplo, podemos citar el caso de
tres fonemas bilabiales: /p/ >>> /b/ >>> /m/
/b/ oclusivo, bilabial, sonoro (sí hay vibración de las bandas vocales)
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_La posibilidad de los fonemas para integrar sílabas abiertas o trabadas influye
también en la evolución del sistema fonológico. Hay una tendencia a que aparezcan
primero las vocales, debido a que pueden formar sílabas por sí solas; luego las
seguirían algunas consonantes capaces de constituir sílabas abiertas con las vocales y,
finalmente, se harían presentes algunas consonantes cuya característica es poder
integrar tanto sílabas cerradas (o trabadas) como sílabas abiertas, por ejemplo, las
llamadas consonantes líquidas:
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De allí se deriva que los esquemas silábicos más sencillos (vocal, consonante – vocal) se consoliden
primero que los más complejos (CVC, VC) y también que la tendencia inicial del niño sea a
simplificar todas las sílabas en el modelo CV o V.
Como ejemplo totalizador, puede decirse que es un hecho suficientemente demostrado en varias
lenguas que los fonemas oclusivos y fricativos se adquieren primero que los africados y líquidos en
el siguiente orden y de acuerdo con el nivel global de sus rasgos articulatorios:
En el caso de los oclusivos, los órganos articulatorios se juntan completamente por un breve lapso
para cerrar el paso de la corriente de aire proveniente de los pulmones y se abren
repentinamente, produciendo una especie de explosión, como ocurre en el caso de /p/ , /b/ y /m/
/juntura total y apertura repentina de los labios) ; /t/, /d/ (juntura y apertura repentina del ápice
de la lengua con los dientes incisivos superiores); /k/ y /g/(juntura y apertura repentina del dorso
de la lengua con la parte posterior del paladar).
Los sonidos fricativos resultan algo más complejos que los oclusivos por lo siguiente: su
articulación implica igualmente el acercamiento de los órganos articulatorios que, sin llegar a
tocarse completamente, dejan un mínimo espacio a través del cual pasa rozando la corriente de
aire. Son sonidos fricativos del español, por ejemplo, /f/ (acercamiento del labio inferior hacia los
dientes superiores); /s/ (acercamiento de la parte anterior de la lengua hacia los alvéolos).
El orden siguiente de aparición corresponde a los sonidos africados, cuyo rasgo tipificador es que
combinan dos rapidísimos momentos articulatorios, los de los oclusivos y los fricativos. En el caso
del español el sonido africado más común es el que precede, por ejemplo, a las palabras < choza>,
<chico>, <chévere>.
La aparición de las llamadas consonantes “líquidas” suele ser más tardía que las anteriores;
agrupan a las llamadas laterales y a las vibrantes (en ese mismo orden de aparición). Las laterales
se distinguen porque, al producirlas, los órganos articulatorios se juntan completamente 8de
modo similar a las oclusivas), pero permiten el escape de la corriente de aire a través de los lados
de la lengua (de ahí su denominación de “laterales”). La más frecuente de las líquidas es, por
ejemplo, /l/ (la parte anterior de la lengua se junta con los alvéolos y la corriente de aire fluye por
los lados). En el caso de las vibrantes, hay igualmente un ligero contacto de los órganos
articulatorios (por ejemplo, entre la parte anterior de la lengua y los alvéolos), acompañado de
una o varias vibraciones (lo que distingue la vibrante simple /r/ de la múltiple /rr/).
4.3. De ahí que el componente semántico se distinga por la adquisición y desarrollo de los
significados, pero entendidos éstos no a partir de las palabras aisladas sino de un
orden relacional y necesario entre los diferentes componentes de las proposiciones
subyacentes al discurso. El procesamiento de esas relaciones subyacentes va
creciendo y ofreciendo mayores posibilidades en la medida en que las capacidades
cognoscitivas del niño se van ampliando, hasta permitirle distinguir no solamente las
diferentes instancias de la realidad (realidad real, realidad ficticia) perceptibles
mediante la constitución del lenguaje doblemente articulado, sino también las
diferencias inherentes a las distintas materias discursivas (narración, descripción,
exposición, etc.).
4.4. Igual que para los otros componentes de la lengua, es muy natural que el proceso de
adquisición y desarrollo de los significados inherentes a la lengua vayan desde las
formas más simples (etapas tempranas) hasta las más complejas. Así, por ejemplo, en
el nivel de los significados de las distintas categorías gramaticales, suele ocurrir que
aparezcan primero algunos vocablos relacionados directamente con el entorno físico,
para que más adelante se hagan presentes otros cuyos referentes son más abstractos.
Palabras como <<silla>>, <<bañarse>>, y <<caliente>> podrían hacerse presentes muy
temprano en el repertorio lexical del pequeño (independientemente del modo como
las produzca), antes que otras de adquisición más tardía como <<también>>,
<<empujar>>, <<paseo>>.
5. Componente pragmático: Se relaciona con el uso real de las formas lingüísticas aportadas
por los otros cuatro componentes en situaciones concretas de comunicación. Aunque
notablemente descuidado por la lingüística y la psicolingüística formalistas, su valor
primordial guarda vínculos muy estrechos con la organización de las reglas sociales de uso
del lenguaje, formas discursivas y funciones comunicacionales del diálogo.
5.1. Esto significa que su pertinencia particular tiene que ver con todos los elementos
formales de la lengua, pero puestos a funcionar en la actualización dialógica. Su centro
de interés son entonces los llamados <<actos da habla>>, o más concretamente, la
interacción lingüística. Mientras los componentes formales aparecen asociados a lo
que Chomsky denominó la <<competencia lingüística>> (conocimiento intuitivo de las
reglas formales de una lengua), en este caso se hace preciso hablar de una
<<competencia pragmática>> (que implicaría las reglas formales pero también los
aspectos psicosociolingüísticos implícitos en el valor social o interactivo del lenguaje).
5.2. Para analizar el proceso de desarrollo del lenguaje, el nivel pragmático es mucho más
importante de lo que pueda creerse, debido a la necesidad que tiene el hablante –
oyente de internalizar las reglas de uso del lenguaje, en situaciones específicas: hablar
para el otro, escuchar al otro, considerar las características y los conocimientos del
otro, entender las habilidades comunicativas del otro, lo que Grice (1975) definió
como el <<principio de la cooperatividad>>.
5.3. El componente pragmático suele regirse por tres tipos de reglas que gobiernan el
ejercicio de la comunicación lingüística concreta (cfr. Taylor, 1990, pp. 31-32):
Dentro de ese proceso, toda iniciación es útil para predecir una respuesta determinada (o, por lo
menos, esperada), así como toda respuesta está a su vez constreñida por su correspondiente
iniciación. Y también eso forma parte del proceso de desarrollo del lenguaje; también ese
conocimiento es aprehendido, internalizado e incorporado a la memoria semántica por el niño,
razón más que suficiente para que también sea objeto de análisis de la psicolingüística evolutiva.
Bibliografía
Barrera L. Luis y Fraca de B. Lucía. 1998. Psicolingüística y desarrollo del español II. Caracas: Monte
Ávila Editores.