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Concurso de Ingreso al Poder Judicial de Entre Ríos (año 2022)

LENGUAJE JURÍDICO CLARO


(Producción de contenidos: Ab. Esp. Federico ABEL – Dr. Leonardo ALTAMIRANO)

MÓDULO I

1. LA CLARIDAD EN EL DISCURSO JURÍDICO


1.1 La importancia del destinatario
En la Argentina, los sectores que promueven el esclarecimiento del lenguaje jurídico
han tenido un creciente impulso durante los últimos años. En 2019, el Tribunal
Superior de Justicia de Córdoba puso en marcha un Comité de Lenguaje Claro y Lectura
Fácil1, que promueve acciones orientadas a facilitar la comprensión de las decisiones
judiciales por parte de la ciudadanía y de las personas vulnerables; en 2020, el Superior
Tribunal de Justicia de Formosa aprobó una Guía de Lenguaje Claro2, que empezará a
utilizarse progresivamente para la redacción de sentencias, resoluciones y dictámenes;
en 2021, la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires creó el
Observatorio de Lenguaje Claro3, como respuesta a la falta de confianza de la
ciudadanía en el sistema de justicia, en parte, por la dificultad que le significa
comprender el lenguaje del derecho; en 2022, el Superior Tribunal de Justicia del
Chaco aprobó una Guía de Aproximaciones al Lenguaje Claro, que será aplicada en
todo el Poder Judicial provincial4.
Estas iniciativas se suman a una considerable cantidad de cursos, talleres y seminarios
que se han dictado sobre esta temática en diferentes jurisdicciones del país. Incluso, el
presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Horacio Rosatti, se refirió al
tema durante la apertura del año judicial de Entre Ríos5. En esa oportunidad, señaló:
“Pensar que el componente técnico del lenguaje jurídico debe circular solamente entre

1
https://bit.ly/comite_lenguaje
2
https://www.justierradelfuego.gov.ar/wp-content/uploads/2021/08/GUIA-DE-LENGUAJE-CLARO-
2020.pdf
3
http://www.derecho.uba.ar/institucional/observatorio-lenguaje-claro/
4
https://www.justiciachaco.gov.ar/index.php?action=noticia_simple&noticia_id=339
5
https://www.cij.gov.ar/nota-38679-Apertura-del-a-o-judicial-de-la-provincia-de-Entre-R-os.html

1
entendidos, por fuera de la comprensión generalizada, ha sido históricamente -y hoy lo
es más que nunca- un grave error”.
De todos modos, en la comunidad judicial todavía se observa cierto desconocimiento
acerca de lo que supone la aplicación de estrategias que propenden a la claridad en el
discurso jurídico. Todavía se advierte algún temor a que estas iniciativas impliquen,
tarde o temprano, una “vulgarización” de la escritura forense, una pérdida de precisión
de los conceptos jurídicos fundamentales o un empobrecimiento de la jurisprudencia.
Por esa razón, no resulta vano aclarar que el movimiento de clarificación del lenguaje
jurídico y administrativo simplemente propone que, en los escritos legales6, se tenga
en cuenta a los destinatarios de los diferentes actos de comunicación. ¡Ni más ni
menos!
Esto supone, en primer lugar, reconocer que una resolución (jurisdiccional o
administrativa) tiene múltiples destinatarios potenciales:

1) los abogados que intervienen en la causa;


2) los operadores que trabajan en los tribunales de alzada, que, eventualmente,
controlarán la decisión judicial por la vía recursiva;
3) los representantes legales de órganos públicos o de asociaciones privadas
afectados directa o indirectamente por la resolución;
4) la comunidad de litigantes, que puede invocar las diferentes resoluciones
como antecedentes en otros casos;
5) los justiciables que, para bien o para mal, verán ampliados o restringidos sus
derechos como consecuencia de las decisiones jurisdiccionales o
administrativas;
6) la ciudadanía, en general, en aquellas cuestiones vinculadas con derechos o
intereses de incidencia colectiva;
7) la prensa, cuando tales resoluciones tienen impacto público o relevancia
institucional.

6
La locución “escritos legales” aquí será utilizado de forma genérica; principalmente, para hacer
referencia a todo documento o texto oficial emitido por un órgano estatal.

2
En segundo lugar, debe contemplarse que cada tipo de destinatario del discurso
jurídico o administrativo tiene diferentes competencias discursivas y enciclopédicas.
Dicho de otro modo, no todos los hablantes de una comunidad manifiestan el mismo
dominio de la lengua ni idénticos conocimientos específicos sobre la temática que
aborda determinado texto. Y quien emite un enunciado no puede desconocer esta
circunstancia. Nótese que estamos ante dos competencias diferentes: por un lado, un
saber propiamente discursivo, entendido como la capacidad de interpretar enunciados
elaborados con materia verbal o bien con otras materias significantes (gestos,
imágenes, objetos, desplazamientos); y, por otro lado, un saber enciclopédico, es
decir, el conjunto de conocimientos sociales, culturales, históricos y técnicos que todo
intérprete pone en juego cada vez que debe actualizar el sentido de un texto. Si el
enunciador jurídico no tiene en cuenta las competencias de sus destinatarios
concretos o potenciales se arriesga a ser malinterpretado, ya sea porque su
interlocutor carece de las destrezas necesarias para actualizar el sentido de los textos
tal como lo esperaba, o, bien, porque no tiene los conocimientos enciclopédicos
necesarios para elaborar una adecuada asignación de sentido. Sea como fuere, en uno
u otro caso, se parte de la premisa de que los abogados son los únicos destinatarios,
por ejemplo, de las resoluciones que emiten los poderes judiciales.
Cabe precisar que este saber enciclopédico se adquiere por sectores; es decir, algunos
sujetos pueden dominar los conocimientos técnicos propios del campo jurídico y, a la
vez, ignorar las cuestiones más elementales del ámbito tecnológico. Lo mismo puede
ocurrir en la hipótesis inversa.
En este punto, hay que decir que el problema de la falta de comprensión de los textos
jurídicos no deriva de la falta de capacidad intelectual: una persona erudita puede
formular interpretaciones aberrantes sobre tales textos no porque desconozca la
lengua o porque no pueda interpretar sobreentendidos, sino porque no cuenta con el
saber técnico necesario para formular hipótesis interpretativas adecuadas de los
enunciados legales.
También conviene tener presente que el enunciador y el destinatario de un texto
escrito, en general, no comparten el mismo entorno. El proceso de interpretación del
enunciado se produce en un momento temporal posterior al tiempo de producción y,
probablemente, en otro espacio físico. Esto limita la existencia de mecanismos de

3
aclaración simultánea frente a posibles malos entendidos como ocurre
constantemente en la comunicación oral; esto es, en una charla de café, por ejemplo.
Como sugiere Maingueneau, “un enunciado que no es proferido por un locutor
presente […] debe contener todo cuanto es necesario para su descriframiento” (2009,
p. 73).
Todo esto nos lleva al tercer punto: solo puede darse una comunicación jurídica eficaz
si el enunciado en cuestión tiene en cuenta las competencias discursivas y
enciclopédicas de cada uno de los destinatarios potenciales; de lo contrario, la
comunicación fracasa. Como recuerda la Real Academia Española (RAE), “un discurso
es inadecuado cuando no se adapta al nivel de la lengua o a la capacidad de
comprensión del destinatario” (Muñoz Machado, 2017, p. 12).
Por supuesto, la complejidad que, a menudo, presenta la enunciación jurídica hace
difícil cumplir con este precepto en todos los casos. Pero esto no significa que no
puedan desarrollarse estrategias discursivas orientadas a facilitar el acceso de las
personas sin formación jurídica a los textos legales para así garantizar el derecho a la
comprensión consagrado en diferentes compromisos internacionales asumidos por el
Estado argentino. Así, por ejemplo, en una sentencia relacionada con una causa
ambiental que interesara a toda una localidad debieran intentarse estrategias para
“traducir” conceptos estrictamente técnico-jurídicos, como legitimación procesal o
intereses difusos o, bien, locuciones latinas muy habituales, como “in dubio pro
ambiente” (en caso de duda, a favor del ambiente).
No hay que olvidar que las máximas autoridades judiciales del ámbito iberoamericano
también vienen insistiendo, desde hace años, en la necesidad de evitar que el discurso
jurídico se convierta en un obstáculo para el acceso a la justicia por parte de la
comunidad. Por caso, la Carta de Derechos de las Personas ante la Justicia en el Ámbito
Judicial Iberoamericano, aprobada durante la VII Cumbre Iberoamericana de
Presidentes de Cortes Supremas y Tribunales Supremos de Justicia (Cancún, México,
2002), consigna que “todas las personas tienen derecho a que las sentencias y demás
resoluciones judiciales se redacten de tal forma que sean comprensibles por sus
destinatarios, empleando una sintaxis y estructura sencillas, sin perjuicio de su rigor
técnico” (punto 6).

4
1.2 Una definición de lenguaje claro
Otra cuestión relevante es definir qué se entiende por “claridad” en la redacción de
escritos jurídicos y administrativos. Aquí, conviene remitirse a los consensos
alcanzados por las entidades internacionales que más tiempo llevan trabajando en esta
temática en el mundo. Por ejemplo, la International Plain Language Federation define
el lenguaje claro de la siguiente manera: “Una comunicación está en lenguaje claro si la
lengua, la estructura y el diseño son tan claros que el público al que está destinada
puede encontrar fácilmente lo que necesita, comprende lo que encuentra y usa esa
información”7.
Esta definición pone en evidencia varias cuestiones relacionadas con la producción
discursiva de los textos legales que vale la pena subrayar. Por un lado, puntualiza que
la claridad de un texto solo radica en la dimensión verbal, sino que también se vincula
con la macroestructura de los enunciados y con el diseño de los documentos; es decir,
el esclarecimiento de los textos involucra, por lo menos, reformulaciones gramaticales,
textuales y gráficas, por no decir replanteos en la forma de circulación del discurso
jurídico. En otras palabras, los textos deben ser amigables y accesibles desde su propia
presentación formal, sin que ello conspire contra el rigor técnico.
También podemos citar aquí la definición que aporta el investigador australiano Robert
Eagleson, quien afirma que una expresión es clara cuando utiliza solo las palabras
necesarias. “No es una charla para bebés, ni es una versión simplificada del idioma”,
precisa. Es un lenguaje que evita la oscuridad, el vocabulario inflado y las
construcciones sintácticas innecesariamente complicadas. Para Eagleson, una persona
que escribe de forma simple permite que su audiencia se concentre en el mensaje en
lugar de distraerse con un lenguaje enmarañado. Otra vez, se insiste en la centralidad
del interlocutor en el proceso de comunicación.
En definitiva, podemos concluir que la clarificación del lenguaje jurídico no busca
degradar la escritura jurídica ni disminuir la calidad de los pronunciamientos judiciales,
sino erradicar aquellos elementos o factores que solo conllevan o provocan un
enrarecimiento inoportuno del discurso: la sintaxis desordenada, la utilización de
arcaísmos, la incorporación de palabras o locuciones en lenguas ajenas, la falta de

7
http://www.iplfederation.org/plain-language/

5
independencia semántica de los fallos, entre otros rasgos que perviven en la escritura
judicial, aunque más por costumbre que por convicción8 (Altamirano, 2019, p. 7).

1.3 La macroestructura de los textos jurídicos


En cuanto a la macroestructura de los textos, es interesante analizar la solución
propiciada por el Poder Judicial de España. Hace tiempo abandonó la denominación
clásica de las partes de la sentencia; esto es, visto, resultando, considerando, resuelvo.
En su lugar, emplea una nomenclatura más acorde con los hábitos lingüísticos
contemporáneos: encabezamiento, antecedentes de hecho y hechos probados,
fundamentos de derecho, fallo. Un recurso similar utiliza la Corte Interamericana de
Derechos Humanos: introducción, la causa y objeto de la controversia, procedimiento
ante la Corte, competencia, excepciones preliminares, consideraciones previas,
pruebas, hechos, fondo, reparaciones y puntos resolutivos.
El siguiente cuadro detalla la distribución de contenidos, en cada parte, que sigue el
modelo español al que se acaba de hacer referencia.

Partes de la Contenido
resolución
Encabezamiento Fecha, lugar, nombre de las partes, integración del tribunal.
Antecedentes de a) resumen de pretensiones y resistencias;
hecho b) hechos base de las alegaciones;
c) referencia a pruebas practicadas;
d) hechos probados (pruebas de base).
Fundamentos de a) hechos y derecho alegados y consecuencias jurídicas
derecho pretendidas con base en ellos;
b) aplicación de la norma jurídica y razones.
Fallo a) Pronunciamiento sobre la pretensión y alcance de la
condena;
b) pronunciamiento sobre las costas del juicio.

8
https://comercioyjusticia.info/opinion/erradicar-los-elementos-innecesarios-de-la-escritura-juridica/

6
También facilita la interpretación de los documentos legales el uso de tipografías “de
palo seco”; es decir, aquellas que no llevan esas pequeñas terminaciones llamadas
remates, gracias o serifas en cada carácter. Tipografías tales como Arial, Calibri,
Trebuchet, entre otras, permitan una rápida e indubitable distinción de cada letra o
signo.
Asimismo, se recomienda la separación notoria de los párrafos (no es necesario ocupar
todo el espacio de la página para evitar adulteraciones), la segmentación de los temas
abordados en el escrito a través de subtítulos y el empleo correcto de marcas gráficas
(negritas, cursivas, mayúsculas corridas).
Antes de finalizar este punto conviene insistir en que, aunque existen orientaciones
generales que pueden ser muy útiles, la claridad o la opacidad del discurso
administrativo-legal no depende de reglas abstractas confeccionadas de antemano
para todos los casos, sino de la adecuación del texto jurídico concreto a las
competencias de sus destinatarios potenciales.
Como ya lo hemos insinuado antes, para que un texto jurídico sea claro, al elaborarlo,
hay que tener en cuenta las competencias discursivas, los conocimientos específicos y
el contexto socio-histórico de interpretación de los destinatarios a los que está
dirigido. De lo contrario, el resultado es un fracaso o una frustración comunicativa.

2. LECTURA FÁCIL Y LENGUAJE NO DISCRIMINATORIO


2.1 Diferencia entre lenguaje claro y lectura fácil
En este apartado consideramos oportuno marcar una distinción entre dos iniciativas
que suelen confundirse, pero que presentan características muy distintas: el lenguaje
claro y la lectura fácil. Muchas personas creen que el lenguaje jurídico claro es una
“versión para legos” de los documentos jurídicos, que los especialistas desarrollan en
forma paralela a la confección del texto-fuente, el que, no obstante, sigue
manteniendo su estilo críptico; esto es, solo accesible para abogados. Esta idea es
completamente errónea.
En la órbita jurisdiccional, el lenguaje jurídico claro impulsa la aplicación de estrategias
discursivas (gramaticales, textuales, gráficas, entre otras) destinadas a facilitar la
comprensión de todos los escritos (sentencias, autos, decretos, resoluciones
administrativas, cédulas de notificación, oficios, edictos, demandas, recursos,

7
contratos) por parte de la mayor cantidad de destinatarios potenciales. Es decir, los
cambios se introducen directamente sobre el documento jurídico base, sin perjuicio de
su rigor técnico. No hay dos versiones de los textos, una para expertos y otra para
legos, sino una sola, que procura ser lo más clara posible para la mayor diversidad de
intérpretes. Una sentencia redactada en lenguaje claro puede contener pasajes
técnicos, cuya interpretación requiera conocimientos enciclopédicos específicos,
siempre que dichos párrafos sean luego reformulados con mayor sencillez para que los
destinatarios del documento, sin formación especializada, puedan comprender su
contenido, aunque sea en líneas generales.
En cambio, las sentencias, los párrafos o las comunicaciones de lectura fácil están
orientadas a posibilitar que las resoluciones judiciales y otros instrumentos
administrativos (formularios, notificaciones, citaciones, etcétera) sean comprendidos
por destinatarios concretos de los textos legales que pertenecen a grupos vulnerables;
en particular, a quienes enfrentan o padecen limitaciones para comprender textos,
sean aquellas definitivas (por ejemplo, personas con discapacidad intelectual) o
transitorias (migrantes, niños o personas mayores).
En estos casos, efectivamente, se propone una adaptación del texto originario; esto es,
otro enunciado que complementa al original, pero que no lo sustituye. En la
elaboración de documentos con adaptaciones suelen participar especialistas de otras
disciplinas. Por ello, esta versión se somete a un proceso de doble validación: por un
lado, se pide una revisión al enunciador del documento-fuente y, por otro, una
verificación por parte de personas que presenten características similares a los
destinatarios concretos de la comunicación.
En definitiva, la lectura fácil se diferencia del lenguaje claro en tres aspectos
fundamentales.

Lenguaje claro Lectura fácil


Destinatarios La comunidad, en general Personas con diversidades
intelectuales y de aprendizaje
Documentos Las estrategias de clarificación Además del originario, se elabora
discursiva se aplican al propio otro documento que contiene una

8
documento originario versión adaptada.
Validación Su redacción está a cargo del En su elaboración suelen participar
enunciador original. No hay especialistas. Hay una validación por
otra validación. parte del enunciador original y,
también, de destinatarios con
características similares a la de
aquellos que han de leerlos.

En este tipo de comunicaciones, por supuesto, se dejan de lado algunas precisiones


propias de la redacción jurídica o administrativa. Entre los textos originarios o
primigenios y sus adaptaciones, inevitablemente, algo se pierde. Pero, en cambio, se
gana en comprensibilidad.
A veces, estos párrafos de lectura fácil están insertos dentro de la misma resolución
judicial; a veces, en cambio, se emite una comunicación adjunta que no forma parte
del texto jurídico fuente y que presenta un diseño totalmente diferente. Hay varios
caminos que pueden adoptarse de acuerdo con los objetivos del acto de comunicación
y, por supuesto, del destinatario concreto.
Como sostiene García Muñoz, “la fácil lectura (o lectura fácil) es un planteamiento
general sobre la accesibilidad a la información y a la comprensión de los mensajes
escritos de las personas con diversidades intelectuales y de aprendizaje” (2012, p. 22).

2.2 Antecedentes en la Argentina


La incorporación de párrafos de lectura fácil en una resolución judicial quizás haya sido
el formato utilizado con mayor frecuencia por la magistratura argentina. Tribunales de
varias provincias lo han utilizado. Incluso, hay cierta variedad en fueros e instancias. A
continuación se mencionan algunos casos que permiten ver los diversos criterios
asumidos por los jueces:

a) La Sala I de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Mendoza rechazó la


impugnación que dos padres habían formulado y que se oponían a que sus cinco hijos
biológicos fueran declarados en estado de adoptabilidad. En un pasaje de la sentencia,

9
dictada el 15 de febrero de 2019, el tribunal se dirigió específicamente a los niños en
estos términos:

Estas palabras están destinadas exclusivamente a B, Y, R, S y B, por si algún día


desean leer esta sentencia, para que puedan así comprender lo resuelto. Luego
de haberlos conocido personalmente y de haber escuchado sus deseos y sus
angustias, hemos decidido que lo mejor para ustedes es que continúen
viviendo junto a las familias con las que se encuentran hoy transitando el
camino de la adopción. Estamos convencidos de ello porque ustedes mismos
nos han dicho lo felices que están así. Nos han contado cómo se desarrollan sus
días en la actualidad, desde quiénes les preparan el desayuno y los buscan en el
colegio, hasta quiénes los ayudan a estudiar; qué hacen en sus ratos libres, con
quiénes comparten sus alegrías y tristezas; quiénes integran su nueva familia, a
quiénes identifican como “mamá”, “papá”, “abuela” y cada uno de los nuevos
afectos que han incorporado en sus vidas.

Como se advierte este pasaje no aborda cuestiones jurídicas que, necesariamente, el


tribunal tuvo que analizar para dictar la resolución. Si se quiere, este texto expresa la
parte dispositiva de la sentencia y explicita algunos fundamentos de hecho.

b) La Cámara de Apelaciones en lo Civil de la ciudad de Azul (provincia de Buenos


Aires) incorporó en una sentencia, emitida el 5 de febrero de 2019, un “mensaje”
dirigido a una niña afectada por la decisión jurisdiccional.

Estimada Josefina: somos Jorge, María Inés y Víctor, los jueces de la Cámara
que estuvimos con vos en una entrevista, acá en los Tribunales de XX, días
atrás. Vos sabías el motivo de tu visita: que habías venido para conversar con
nosotros y con la psicóloga sobre el tema de tu tutela, que querés que sea dada
a tus guardadores, tus “papás del corazón”, José y Ana, y que querés vivir en XX
con la familia que ustedes forman. Sabemos del cariño y amor que se tienen y
de cuánto te han cuidado y querido desde el primer momento en que te fuiste
a vivir con ellos.

10
A diferencia del texto anterior, este tribunal reemplazó el registro formal que
caracteriza la escritura forense por uno más coloquial. Tutea a la niña destinataria del
mensaje (“Vos sabías el motivo de tu visita”); utiliza los nombres de pila de los
magistrados y funcionarios judiciales que habían intervenido en el caso, en lugar de los
apellidos (“Jorge, María Inés y Víctor”), y recurre a una estructura textual más propia
del discurso epistolar (“Estimada Josefina”).

c) El Juzgado de Ejecución Penal de Cruz del Eje (Córdoba), en una resolución que
concedía la libertad asistida a un interno que estaba alojado en un establecimiento
carcelario, incluyó un fragmento que, en términos sencillos y con una tipografía
diferenciada, explica los requisitos que aquel debería cumplir para mantener el
referido beneficio.

Buenos días, Sr. A. Estuve leyendo todos los papeles que mandaron desde el
Servicio Penitenciario. Como está portándose bien va a poder salir de la cárcel
en libertad asistida. Para que pueda seguir libre va a tener que cumplir con las
siguientes condiciones:
1º) Vivir en la casa de su mamá en la calle _________ n.°___, B.° ________de la
localidad de ______. Si quiere mudarse, antes tendrá que pedir permiso en el
juzgado.
2º) Debe conseguir un trabajo.
3º) No tiene que usar drogas ni emborracharse.
4º) No puede volver a ser detenido.

Esta propuesta resulta innovadora en la medida en que está orientada a las personas
privadas de la libertad. La mayoría de los casos registrados en la Argentina se refiere a
niños, niños y adolescentes que atraviesan situaciones de vulnerabilidad, o a personas
con capacidad restringida y víctimas de delitos. No obstante, resultan infrecuentes las
iniciativas destinadas a asegurar la comprensión de los derechos de quienes han
sufrido la privación de la libertad. Esto, pese a que este colectivo está mencionado
explícitamente en convenios o documentos internacionales, como las Reglas de

11
Brasilia sobre el Acceso a la Justicia de las Personas en Condiciones de Vulnerabilidad.
Otra innovación reside en que el juzgado diferenció gráficamente este párrafo a través
del uso de otra tipografía. Este recurso permite la inmediata identificación –en el
documento legal- de los requisitos fijados para mantener la libertad asistida.

2.3 Lenguaje y género


Los compromisos asumidos en pos de la igualdad de derechos y libertades
fundamentales entre las personas –sin distinciones de sexo, raza, religión, etc.- deben
proyectarse también en la producción de textos. Esto, en la convicción de que el
lenguaje puede contribuir a crear prácticas discursivas más igualitarias, que superen
progresivamente viejas fórmulas muy estabilizadas, que solo esconden
comportamientos discriminatorios respecto de la mujer.
Excede los objetivos de este espacio analizar las complejas causas y factores de lo que
algunos especialistas llaman la “centralidad de lo masculino” en materia de lenguaje.
Baste con señalar algunos ejemplos para advertir esa impronta. En el viejo Código Civil,
por ejemplo, la bigamia solo se predicaba respecto del hombre; en ese sentido, el
artículo 1316 preveía cuáles bienes podía reclamar “la segunda mujer”, si era de buena
fe, contra los bienes gananciales producidos durante el primer matrimonio del bígamo.
De la misma forma, según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), el
hombre público es aquel “que tiene presencia e influjo en la vida social”. Por el
contrario, la locución mujer pública aún se conserva como sinónimo de “prostituta”.
Por supuesto que tanto las estipulaciones legislativas como las etimológicas se
inscriben en las ideas sociales reinantes en un determinado momento y en un marco
social concreto. Esto es lo que explica por qué el Código Civil y Comercial (año 2015)
ya no contempla la figura de la bigamia o no reserva disposiciones para la manceba
del hombre, como lo hacía el Código Civil en su texto originario. De igual forma, pese
a que aquella acepción de mujer pública sigue figurando en el DRAE, hoy parece una
pieza de anticuario teniendo en cuenta que la mujer ha alcanzado en la
Argentina -como en otros países- la máxima y primera magistratura pública, por
ejemplo.
Como consecuencia, lo que se propicia son prácticas que profundicen la igualdad en
términos lingüísticos por medio de una serie de recomendaciones –como se

12
precisará más abajo-. Pero sin desconocer que la lengua española tiene estructuras
que no deben forzarse, porque, de hacerlo, se corre el riesgo de crear un lenguaje
paralelo, desconectado de la realidad social que nutre y da sentido a una lengua.

2.4 El género como propiedad gramatical


Conviene recordar que el género es “una propiedad gramatical de los sustantivos y
de algunos pronombres que incide en la concordancia con los determinantes, los
cuantificadores (a veces asimilados a ellos) y los adjetivos o los participios” (Real
Academia Española [RAE], 2010, p. 23). Ejemplo: la jueza sincera; el empleado
aplicado.
Otra aclaración que resulta muy pertinente es que, solo en el caso de los sustantivos
que designan seres animados, el género “sirve para diferenciar el sexo del referente
(gato/gata; niño/niña; presidente/presidenta; alcalde/alcaldesa)”. Pero en el resto
de los casos, el género “es una propiedad gramatical inherente, sin conexión con el
sexo” (RAE, 2010, p. 24). Desde ese punto de vista, césped y pared son,
respectivamente, masculino y femenino, y por eso solemos decir: césped alto y
pared roja. Pero, en ambos supuestos, no hay vinculación con ninguna categoría
sexual. La distinción entre masculino y femenino, en el caso de los objetos
inanimados, se debe a que “los sustantivos no tienen género neutro en español”
(RAE, 2010, p. 24).
Esta precisión previa tiene relevancia. Esto, porque muchas guías y
protocolos de lenguaje no sexista cuestionan la circunstancia de que, en español –
como acontece en otras lenguas-, en la designación de personas y animales, los
sustantivos de género masculino se emplean para referirse a los individuos de ese
sexo, pero también para designar a toda la especie, sin distinción de sexos. Por
ejemplo: Todos los jueces civiles asistieron al encuentro. En dicha oración, de
acuerdo con los parámetros de la gramática española, el uso genérico del masculino
(“todos los jueces”) es comprensivo no solo de los magistrados varones, sino
también de las magistradas mujeres.
No pocas estudiosas de las cuestiones de género han objetado tal uso. En ese
sentido, se ha observado: “Una de las expresiones más claras del ejercicio del poder
masculino en el lenguaje es el que progresivamente la voz hombre sirviera para

13
denominar tanto al varón de la especie como a la especie toda (…) mientras que
relegan lo femenino a la categoría de ‘específico’ y ‘particular’ de ese sexo” (Facio y
Fries, 1999).
Otras expertas, por el contrario, señalan que “una cosa es el género como
categoría biológica y social y otra, muy distinta, es el género como categoría
gramatical”. Por eso, concluyen: “Soluciones del tipo ‘todos y todas’, más bien, son
respuestas políticas y sociales que, a través de mecanismos, fuerzan la gramática de
la lengua, olvidando que la lengua tiene sus propios mecanismos evolutivos” (Brun,
2015).
El debate, no cerrado aún, resulta por demás interesante, pero rebasa las
finalidades de este espacio. Solo conviene alertar que, llevado al exceso, el
circunloquio que consiste en duplicar los sustantivos que manifiesten los dos
géneros (todos y todas, jueces y juezas, legisladores y legisladoras, etc.) puede
atentar contra la economía comunicativa y hasta puede ser un recurso tedioso.
Más recomendable resulta morigerar el uso del sustantivo masculino
genérico por otras vías y según los contextos. La doble mención resulta
imprescindible –hasta por razones de cortesía y de respeto- en ceremonias de
cierta formalidad: “amigos y amigas, señores y señoras, damas y caballeros,
compañeros y compañeras”.
De la misma forma, como también sugiere la RAE, la utilización de
“modificadores restrictivos del sustantivo masculino (empleados de ambos sexos) o
apostillas diversas (empleados, tanto hombres como mujeres)” (RAE, 2010, p. 25)
podría ser más útil para limar el empleo abusivo del denominado masculino
genérico.
Otra variante que en ciertos contextos puede servir es la de reemplazar el
masculino genérico por sustantivos colectivos que aludan a la función, estamento o
cargo de forma despersonalizada: judicatura (en vez de jueces), defensa (en vez de
defensores), asesoría (en vez de asesores), jefatura (en vez de jefes), gerencia (en
vez de gerentes), ciudadanía (en vez de ciudadanos), la comunidad judicial (en vez
de los judiciales) entre otros.
El masculino genérico también puede evitarse a través del uso del vocablo
persona más un adjetivo sustantivado; el empleo del pronombre relativo quienes; la

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formulación de paráfrasis; la utilización de determinantes o modificadores
adjetivales sin marca de género, la elusión del artículo cuando no varíe el sentido,
como puede verse en la siguiente tabla:

Uso no recomendado Uso recomendado


Adjetivo sustantivado Los imputados La persona imputada
Pronombre relativo Los denunciantes Quienes denuncian
Paráfrasis Los apelantes Las partes
actoras/demandadas que
presentaron la apelación
Determinantes sin marca Todo agente judicial tiene Cada agente judicial tiene
de género que presentar su que presentar su
declaración jurada. declaración jurada.
Elusión del artículo Los profesionales del Profesionales del derecho.
derecho.

Lo que se ha desarrollado hasta ahora no pretende agotar la profundidad y


complejidad que el tema del género tiene en la gramática española. Solo se ha
perseguido brindar aquellas premisas básicas que permitan servir de base para las
recomendaciones que se formularan en pos de un lenguaje más igualitario 9.

2.5 La escritura de las profesiones, oficios y cargos


En el discurso jurídico aún se advierte cierta resistencia a lo que hoy parece
universalmente aceptado: la formación de pares morfológicos (juez/jueza) cuando
de los nombres de profesiones y cargos se trata. Durante mucho tiempo la norma
consistía en mantener en clave masculina el sustantivo referido a la profesión u
oficio (abogado) y anteponer el artículo femenino (la) para indicar que se estaba
aludiendo a que era una mujer la que los ejercía: La abogado. Esto, de alguna forma,
expresaba que ciertos oficios, cargos o profesiones solo eran desempeñados casi

9
Un análisis más detallado de casos puede encontrarse en “Recomendaciones para el uso de lenguaje
incluyente en textos académicos y administrativos de la Universidad Nacional de Córdoba” (Seguí,
2019).

15
exclusivamente por los hombres. Esto era así hasta tal punto que “el femenino
designaba antiguamente a la esposa del que ejercía un cargo o profesión (la
coronela, la gobernadora, la jueza)”, de acuerdo con la RAE (RAE, 2010, p. 28).
Adviértase lo paradójico que resultaba que el sustantivo femenino, lejos de subrayar
el acceso de la mujer a tales funciones –como acontece hoy-, solo remarcaba la
sujeción al hombre que sí los ocupaba.
El contexto actual, en el que la mujer ejerce dichas funciones en forma
habitual, como el hombre –como corresponde en una sociedad en la que se parte de
la igualdad fundamental de todos sus habitantes, sin distinciones-, ha propiciado
que la lengua haya acogido sustantivos femeninos como estos: abogada, escribana,
jueza, procuradora, decana, rectora, médica, psicóloga, entre otras. Lo mismo
sucede con estos otros, que pueden ser empleados legítimamente: fiscala,
concejala, edila o perita. Basta consultar algunas sentencias de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos para corroborar que, si es una mujer la que
ha llevado adelante una pericia, no hay motivo para seguir escribiendo “la perito”.
Lo mismo si es “la fiscala” la que tiene a su cargo la investigación. La razón de esto
es que debe haber concordancia entre al artículo (la) y el sustantivo (fiscala o
perita). En caso de duda, para saber si respecto de un sustantivo ya ha sido
receptada la variante femenina, basta con consultar el diccionario oficial
(www.rae.es).
El artículo sí resulta clave para clarificar las cosas cuando se trata de los
denominados sustantivos comunes en cuanto al género; esto es, aquellos que “no
experimentan cambios en su forma, pero su género queda reflejado en los
determinantes o los adjetivos que los acompañan: el artista/la artista; el
profesional/la profesional; el testigo/la testigo” (RAE, 2010, p. 24).
Lo mismo ocurre con los denominados sustantivos ambiguos en cuanto al
género, que pueden usarse “indistintamente como masculinos o femeninos para
designar la misma entidad, generalmente inanimada: el mar/la mar” (RAE, 2010,
p. 24).
Por último se encuentran los nombres epicenos, que “se refieren a seres
vivos de uno y otro sexo mediante un único género gramatical, sea este masculino –

16
el rinoceronte, el ombú, el personaje- o femenino –la lechuza, la palmera, la
víctima-” (RAE, 2010, p. 24).

2.6 Sugerencias para un lenguaje no sexista


Ahora sí nos encontramos en condiciones de proponer una serie de
recomendaciones, que muevan a la reflexión y que, sobre todo, en el momento de
escribir, se traduzcan en textos incluyentes, despojados de variantes y fórmulas
lingüísticas centradas excluyente y discriminatoriamente en lo masculino. Por eso, al
redactar, tanto en el ámbito jurisdiccional como en el administrativo, conviene
tener en cuenta lo siguiente:

a) El sexo de la persona que desempeña el cargo determina el sustantivo (masculino


o femenino) que ha de usarse: el fiscal o la fiscala. El artículo debe coincidir, en
cuanto al género, con el sustantivo: la decana.
b) No hay que abusar del masculino genérico. En algunos contextos, puede resultar
eficaz morigerarlo con alguna apostilla o especificación: Los funcionarios, tanto
hombres como mujeres… También puede reemplazarse a través del uso de
sustantivos abstractos: en lugar de usar el sintagma magistrados, funcionarios y
empleados puede emplearse la expresión la comunidad judicial o la magistratura.
c) En los documentos, formularios, certificados o solicitudes impresos en forma
previa, hay que evitar las fórmulas rígidas en clave masculina como “nacido”,
“domiciliado”, “señor”, “el interesado” o “el que suscribe”. Estas pueden ser
reemplazadas por estas otras: “nacimiento”, “domicilio”, “domiciliado/a”,
“señor/a”, “el/la interesado/a”, “persona interesada”, “quien suscribe”, entre otras.
d) También corresponde eludir tratos como “señorita”, así como los de “mujer de”,
“señora de” o “esposa de”. En estos últimos tres casos, porque plantean una
relación de dependencia respecto de un varón. En todas las hipótesis es preferible
referirse a la “señora/Sra.” (con independencia de la edad y estado civil), de la
misma forma en que se lo hace con el hombre: “señor/Sr.”.
e) En aquellas causas judiciales o trámites en los que el hombre y la mujer
intervienen en pie de igualdad, el lenguaje debe expresar esa paridad. Por ende, hay
que omitir variantes, como la siguiente, que solo enfatizan una relación de

17
subordinación: “Los demandados, el Sr. Juan Pérez y su esposa, Fernanda Gómez…”.
Diferente es expresar: “Los demandados, los cónyuges Juan Pérez y Fernanda
Gómez…”.

2.7 Uso no discriminatorio de la lengua


También existen usos discriminatorios de la lengua relacionados con las condiciones de
vulnerabilidad de las personas. Por ejemplo, resulta habitual el empleo en enunciados
orales o escritos de las palabras “discapacitado” o “discapacitada” para referirse a las
“personas con discapacidad”. Este último término se adecua más al modelo social de
respeto por los derechos humanos que establece la Convención Internacional sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, cuya redacción contó con la participación
de los sectores involucrados y que en la Argentina goza de jerarquía constitucional
(Ley n.o 27044). El vocablo “persona” subraya su condición de sujeto de derechos del
referente; mientras tanto, la palabra “discapacidad” marca una característica, entre
muchas otras, que tiene ese sujeto y no un rasgo determinante. A continuación
proponemos algunas alternativas para evitar el uso de expresiones discriminatorias en
los enunciados jurídicos10.

Grupo en Términos discriminatorios Término adecuado


condición de
vulnerabilidad

Personas Geronte, anciano, abuelo Personas mayores o personas


mayores (cuando no hay vínculo adultas mayores.
familiar).

Geriátrico. Residencia de larga estadía.

Niñez y Menores. Niñas, niños y adolescentes.

10
Cfr. Centro de Perfeccionamiento Ricardo C. Núñez. (2016). “Lenguaje, justicia y vulnerabilidades”. En
MAPA "Producción de textos en el ámbito judicial". Producción de contenidos: ABEL, Luis Federico y
ALTAMIRANO, Carlos Leonardo. Recuperado de
http://campusvirtual.justiciacordoba.gob.ar/moodle/mod/book/view.php?id=10361

18
adolescencia Prostitución infantil. Explotación sexual de niñas,
niños y adolescentes.

Pornografía infantil. Materiales con


representación sexual de
niñas, niños y adolescentes.

Personas con Trastorno mental. Afectación a la salud mental.


discapacidad
Persona discapacitada, Persona con discapacidad.
discapacitado, retrasado,
insano, persona con
necesidades especiales.

Persona normal. Persona sin discapacidad.

No vidente. Persona con discapacidad


visual.
Persona ciega.
Persona con baja visión.

Inválido, paralítico, rengo, Persona con discapacidad


minusválido, tullido, motriz.
incapacitado. Persona con movilidad
reducida.
Persona con discapacidad
física.

Subnormal, retrasado, Persona con discapacidad


deficiente mental, mogólico, intelectual
retardado, tarado, especial.

Bibliografía
- Altamirano, Leonardo. (2019). “Erradicar los elementos innecesarios de la escritura
jurídica”. Córdoba: diario Comercio y Justicia, 16/7/19.

19
- Brun, Sandra. (2015). “¿Cómo no ser lingüísticamente sexistas?”. Poder Judicial de
Chubut: El Reporte, n.o 31, año 6.
- Centro de Perfeccionamiento Ricardo C. Núñez. (2016). “Lenguaje, justicia y
vulnerabilidades”. En MAPA "Producción de textos en el ámbito judicial". Producción
de contenidos: ABEL, Luis Federico y ALTAMIRANO, Carlos Leonardo. Recuperado de
http://campusvirtual.justiciacordoba.gob.ar/moodle/mod/book/view.php?id=10361
- Centro de Perfeccionamiento Ricardo C. Núñez. (2021). MAPA "Lenguaje claro. El
derecho a comprender". Producción de contenidos: Abel, Federico; Altamirano,
Leonardo; Fassi, Marisa; Fourcade, María Virginia (2021). Recuperado de
https://campusvirtualcn.justiciacordoba.gob.ar/mod/page/view.php?id=18855
- Cámara de Apelaciones en lo Civil de la ciudad de Azul. (5/2/2019). Citado por LA LEY,
2019-A-380, con nota de BASSET, Úrsula, “Derecho de comunicación y contacto con
parientes y referentes afectivos. Oposición de guardadores, padres o niños”, cita
online: AR/JUR/59/2019.
- Facio, Alda y Fries, Lorena. (1999). “Feminismo, género y patriarcado”. En Género y
derecho. Chile: La Morada.
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Madrid: Real Patronato sobre Discapacidad.
- Juzgado de Ejecución Penal de 2° Nominación de la ciudad de Cruz del Eje.
(14/11/2018). “P., J. A. – Cuerpo de ejecución de pena privativa de libertad”.
Recuperado de:
https://www.justiciacordoba.gob.ar/JusticiaCordoba/Inicio/indexDetalle.aspx?codNov
edad=1631
- Kemelmajer de Carlucci, A. (2019). “El lenguaje en el Código Civil y Comercial
argentino”. Buenos Aires: La Ley, n.° 190, pp. 1 – 12.
- Maingueneau, Dominique. (2009). Análisis de textos de comunicación. Buenos Aires:
Nueva Visión.
- Montolío Durán, Estrella. (2012). “La modernización del discurso jurídico español
impulsada por el ministerio de justicia. Presentación y principales aportaciones del
informe sobre el lenguaje escrito”. Revista de Llengua i Dret, núm. 57, 2012, p. 95-121.
- Muñoz Machado, Santiago. (2017). Libro de estilo de la Justicia. Madrid: Espasa
Libros.

20
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Buenos Aires: Grupo Editor Planeta.
- Sala I de la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Mendoza. (5/2/2019). “O.A.L.
Ley 26061 Z.E. M. de los A., E., y otros. p/ SOL. MED”. Recuperado de:
http://www2.jus.mendoza.gov.ar/listas/proveidos/vertexto.php?ide=6609395947
- Seguí, Verónica. (2019). “Recomendaciones para el uso de lenguaje incluyente en
textos académicos y administrativos de la UNC: separata del manual de estilo”.
Córdoba: Departamento Editorial de la Facultad de Lenguas. Facultad de Lenguas.

21
Concurso de Ingreso al Poder Judicial de Entre Ríos (año 2022)

LENGUAJE JURÍDICO CLARO


(Producción de contenidos: Ab. Esp. Federico ABEL – Dr. Leonardo ALTAMIRANO)

MÓDULO II

1. EL ADECUADO USO DE LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN


1.1 Introducción: no hay que conspirar contra la unidad de la lengua española
El objetivo de este espacio formativo no es un desarrollo minucioso y con fines
puramente teóricos de las convenciones normativas que rigen el uso de la lengua
español. Lo que se busca es brindar nociones imprescindibles que sirvan
cotidianamente como guía en el momento de producir y redactar textos jurídicos que,
por otra parte, constituyen el medio por el que se manifiesta oficialmente una función
estatal; en este caso, la desplegada por el Poder Judicial de Entre Ríos en uso de sus
atribuciones administrativas.
La necesidad de respetar reglas comunes se impone para evitar que cada agente
judicial, en el momento de redactar, aplique discrecionalmente las que considerara
más eficaces según su propio conocimiento o el que le brindaran la experiencia, la
costumbre o sus criterios personales. Desde este punto de vista conviene insistir en
que todos los textos que se producen (acuerdos, circulares, oficios, etc.) expresan
disposiciones estatales. Por ende, no se trata de textos de autoría propia, sino que
tienen por emisor al Estado entrerriano. Como consecuencia, la premisa de la que se
parte es que este, en tanto integrante de la República Argentina, se pronuncia por
medio de una lengua oficial (el español) que, a su vez, está sujeta a una serie de
convenciones léxicas, ortográficas y gramaticales. Estas últimas, que son compiladas
por la Real Academia Española (RAE), a la que está asociada la Academia Argentina de
Letras, deben ser respetadas porque fijan el canon al que debe sujetarse el empleo de
nuestra lengua, con más razón cuando se trata de producciones discursivas estatales.
La consistencia de toda lengua descansa sobre tres pilares. En primer lugar, la unidad
léxica, que supone utilizar palabras o voces con idéntico significado. En nuestro caso y

22
a diferencia del inglés, del francés o del alemán, tenemos la ventaja de contar con un
diccionario oficial, de carácter normativo, el Diccionario de la Real Academia Española
(DRAE), que desde 1713 documenta, registra y regla ese acervo léxico. A él
(www.rae.es) hay que acudir cuando surgieran dudas sobre los alcances o sobre la
carga semántica de un determinado término. Así, si se consultara el DRAE, podría
evitarse el problema que media con una voz utilizada en la siguiente frase, que se
consigna con letra de menor tamaño, solo con fines ejemplificativos, como se lo hará a
lo largo de este módulo:
El tribunal no merituó debidamente la prueba.
El inconveniente aquí radica en presuponer que el verbo “merituar” está registrado en
el DRAE. Si uno acude a este último solo podrá advertir la palabra “meritar”, pero con
las acepciones de “merecer” o de “hacer mérito o mención”. Por lo tanto, no resulta
legítima la invención (“merituar”) y, por ende, nada obliga a emplear esta voz, por más
extendido que resulte su uso por fuerza de la costumbre. Entonces, el ejemplo podría
ser reformulado de la siguiente forma:
El tribunal no ponderó/consideró debidamente la prueba.
En segundo lugar, hay que destacar la unidad gramatical, que determina la
constitución y variaciones de las palabras que empleamos (morfología), así como la
forma en que ellas pueden combinarse (sintaxis). Por ello, se atenta contra esta
unidad, por ejemplo, cuando la palabra “mismo”, que es un adjetivo, se la utiliza como
si fuera un pronombre; esto es, para reemplazar un sustantivo utilizado con
anterioridad, con el fin de no repetirlo. El problema es que el remedio termina siendo
el inadecuado, pese al noble propósito de evitar redundancias. Así, suele redactarse:
Atento al desarrollo de las obras de reparación y redistribución de sanitarios en el edificio central,
se procederá a inhabilitar los mismos a partir de mañana y hasta el próximo viernes.
Esta oración, en propiedad, podría ser reformulada así:
Debido al desarrollo de las obras de reparación y redistribución de sanitarios en el edificio central,
estos quedarán inhabilitados a partir de mañana y hasta el próximo viernes.
¿Por qué el demostrativo “estos” resulta más adecuado que “mismos”? La palabra
“mismo/misma” sirve –entre otras cosas- para trazar comparaciones. Ejemplo: Lo que
se discute en este proceso (juicios) es lo mismo que se había planteado en aquel otro.
En el primer ejemplo, en cambio, no había dos términos sujetos a ninguna

23
comparación, sino uno (“sanitarios”) al que se remite como punto de referencia. Por
ello, otra vez, hay que prestar atención a lo que la RAE precisa en el Diccionario
Panhispánico de Dudas (DPD), también disponible en el sitio www.rae.es. Ahí puede
leerse lo siguiente: “A pesar de su extensión en el lenguaje administrativo y
periodístico, es innecesario y desaconsejable el empleo de ‘mismo’ como mero
elemento anafórico, esto es, como elemento vacío de sentido cuya única función es
recuperar otro elemento del discurso ya mencionado; en estos casos, siempre puede
sustituirse ‘mismo’ por otros elementos más propiamente anafóricos, como los
demostrativos, los posesivos o los pronombres personales; así, en «Criticó al término
de la asamblea las irregularidades que se habían producido durante el desarrollo de la
MISMA» (País [Esp.] 1.6.85), pudo haberse dicho ‘durante el desarrollo de esta’ o
durante ‘SU’ desarrollo”11.
También se conspira contra la consistencia gramatical del español cuando, por
ejemplo, el gerundio es empleado en contextos en que su uso no resulta legítimo. Esto
ocurre en oraciones como esta:
De igual manera se llevará a cabo un corte del suministro de gas natural el próximo día 30 de julio,
a partir de las 14 h y por un plazo de 4 h, sobre el ala ubicada en la calle Santa Fe, afectando los
tres niveles, hasta la parte central.
Con independencia de que esta cuestión (la vinculada con las funciones del gerundio)
será abordada luego, dicho enunciado podría ser reformulado así:
De igual manera se llevará a cabo un corte del suministro de gas natural el próximo día 30 de julio,
a partir de las 14 h y por un plazo de 4 h, sobre el ala ubicada en la calle Santa Fe, que afectará los
tres niveles, hasta la parte central.
Otra variante podría ser esta:
De igual manera se llevará a cabo un corte del suministro de gas natural el próximo día 30 de julio,
a partir de las 14 h y por un plazo de 4 h, sobre el ala ubicada en la calle Santa Fe. La interrupción
afectará los tres niveles, hasta la parte central.

Como puede apreciarse en las dos variantes alternativas que se ofrecen, el gerundio ha
sido reemplazado por un verbo debidamente conjugado.
La última pata del trípode que da consistencia al español es la unidad ortográfica. Esta
resulta imprescindible, porque es el segmento en el que más suelen advertirse
problemas en la redacción jurídica. En efecto, resultan comunes los textos que
11
Ver. https://www.rae.es/dpd/misma. Fecha de consulta: 7 de mayo de 2022.

24
presentan un inadecuado uso de los signos de puntuación; letras mayúsculas y marcas
gráficas (negritas, cursivas y subrayado) que se emplean sin un criterio homogéneo; así
como dudas en el momento de abreviar palabras, sintagmas y expresiones
denominativas mediante siglas y acrónimos. En ese sentido, es común que, en el
momento de redactar, muchos se pregunten si la palabra “juez” debe escribirse con
mayúscula inicial o si la denominación “Superior Tribunal de Justicia” debe
simplificarse “S.T.J.” o “STJ”. Justamente, lo que se pretende en este espacio es que
Uds. no duden y sepan que “juez”, “fiscal”, “camarista”, “vocal” o “magistrado” son
simples sustantivos comunes. Como consecuencia, por más respeto que a dichas voces
se les dispense en el ámbito judicial, en el plano ortográfico, nada justifica que sean
consignadas con mayúscula inicial, salvo que con ellas se iniciara la oración o el
párrafo. Por ejemplo:
Juez es el magistrado que ha sido seleccionado y designado de conformidad con el procedimiento
establecido por nuestro sistema constitucional.

Diferente sería si dicha palabra (juez) no estuviera ubicada en el comienzo de la


oración:
Para ser juez hay que ser seleccionado y designado mediante el procedimiento establecido por
nuestro sistema constitucional.
De la misma forma, en muchos textos jurídicos de la provincia de Entre Ríos se observa
que se usan en forma indistinta estas variantes de abreviación: STJ y S.T.J. ¿Cuál es la
que se ajusta a las convenciones ortográficas del español? La primera es la adecuada,
porque el punto abreviativo no debe emplearse para la separación de las letras que
conforman una sigla: BCRA (Banco Central de la República Argentina) o CSJN (Corte
Suprema de Justicia de la Nación); tampoco para las que forman un acrónimo: ANSES
(Administración Nacional de la Seguridad Social), BONTES (Bonos del Tesoro) o FONAVI
(Fondo Nacional de la Vivienda). Como puede observarse, las siglas y acrónimos buscan
abreviar expresiones complejas; esto es, conjuntos de palabras que constituyen la
expresión denominativa o nombre oficial de un órgano, institución, programa, etc., y
que operan de forma análoga a los nombres propios. Lo único que diferencia a ambas
variantes es que la sigla se forma automáticamente con la primera letra de cada una
de las palabras que conforman la denominación, siempre que sean sustantivos o
adjetivos: UNT (Universidad Nacional de Tucumán). La conformación del acrónimo, en

25
cambio, es más arbitraria, porque incluye letras o sílabas de cada una de las voces que
conforman la expresión denominativa: FONTES (Fondos del Tesoro) o ANSES.
A diferencia de lo que ocurre con las siglas y acrónimos, la presencia del punto
abreviativo se torna insoslayable en el caso de las abreviaturas; es decir, para la
representación gráfica de una palabra o de grupos de palabras que no suponen
expresiones denominativas. Por ejemplo: pág. (página), f. (foja), Dr. (doctor), q. e. p. d.
(que en paz descanse) o r. p. m. (revoluciones por minuto). Puede advertirse que, en los
dos últimos casos (“q. e. p. d.” y “r. p. m.”), por tratarse de expresiones pluriverbales y
no de palabras individuales, debe dejarse espacio entre el punto abreviativo y la
próxima letra que representa a la siguiente palabra en la secuencia.
El punto abreviativo tampoco puede faltar cuando ciertas letras se escriben de forma
volada en una abreviatura. Por ejemplo: Ley n.o 16660. La palabra “número” puede
abreviarse así: nro., núm., n.o. Pero si se opta por la última variante no puede
prescindirse del punto y de la letra “o”, aunque representada de forma volada (sobre
el renglón o línea), porque, de lo contrario –si no se la consignara de esa forma-, la
representación abreviada podría confundirse con el adverbio de negación “no”.
Tampoco pueden omitirse el punto y las letras voladas cuando se abrevian numerales
ordinales: 1.o (primero), 2.a (segunda), 3.o (tercero), entre otros.
En definitiva, el radio de competencia de la ortografía es muy amplio y trasciende el de
la mera exposición de las reglas de acentuación, como suele pensarse. En efecto,
comprende el de los usos y funciones de los signos de puntuación; las normas que
regulan el empleo de las letras mayúsculas y minúsculas, así como las que rigen la
abreviación gráfica (abreviaturas, siglas y acrónimos). También comprende el terreno
de la ortografía de las expresiones numéricas, el uso de marcas gráficas y de elementos
paratextuales, y las pautas para la presentación formal de documentos, en aras de
favorecer su comprensión y el reconocimiento de su estructura interna.
Todos estos ítems no podrán ser abordados con detenimiento porque excederían los
objetivos de este espacio. No obstante, las pautas que se brindarán permitirán que
Uds. puedan resolver las principales cuestiones que, en materia ortográfica, suelen
plantearse cotidianamente cuando hay que producir textos jurídicos.

1.2 El lenguaje jurídico debe sujetarse a las pautas ortográficas del español

26
Ahora procede que nos concentraremos en lo relativo al uso de los signos de
puntuación y de las mayúsculas, así como a las principales reglas que rigen el
fenómeno de la abreviación, pero todo ello con un sentido estrictamente práctico y
con ejemplos mayormente extraídos de textos redactados en el Poder Judicial de Entre
Ríos. El objetivo es determinar si ciertas fórmulas que se emplean diariamente, por
más estabilizadas que se encontraran como consecuencia de la costumbre de
utilizarlas, se adecuan a las convenciones ortográficas de nuestra lengua, de manera
que eventualmente se puedan introducir los ajustes o correcciones necesarios. Esto,
en virtud de la premisa de que el Estado argentino conoce y domina la lengua por
medio de la que se pronuncia: el español.
El lenguaje jurídico tiene un radio limitado de autonomía, que simplemente consiste
en adosar a ciertos términos un significado diferente del que se les atribuye en el uso
común. Basta con recordar el caso de la palabra “tradición”, que cotidianamente
remite a costumbres conservadas por un pueblo o sociedad a lo largo del tiempo,
mientras que en el plano jurídico se asocia a la entrega de una cosa, algo que se
observa típicamente como consecuencia de la celebración de un contrato de
compraventa. Pero más allá de esta especificidad o particularidad semántica, en las
otras esferas –incluidas la gramatical y la ortográfica-, el lenguaje jurídico sigue atado a
las convenciones del español, en nuestro caso.
En definitiva, en este apartado, la metodología consistirá en formular observaciones y
en efectuar sugerencias –en materia de puntuación, uso de mayúsculas y abreviación-
tomando como referencia fragmentos de textos producidos en el propio Poder Judicial
entrerriano. Al mismo tiempo, como lectura complementaria (no obligatoria) también
podrán consultar un texto denominado “Principales novedades de la última edición de
la Ortografía de la lengua española (2010)”, producido por la propia RAE. Este les
podrá servir para sus obligaciones profesionales cotidianas porque allí se encuentran
sintetizados los principales cambios introducidos en materia de reglas de acentuación,
cuestión que no formará parte de las instancias de evaluación del presente curso.

1.3 La pertinencia de redactar oraciones breves y con orden sintáctico


A continuación emplearemos fragmentos de textos producidos en el Poder Judicial de
Entre Ríos; a lo sumo, les suprimiremos los nombres y demás datos que pudieran

27
identificarlos, cuando mediara información de carácter personal, o les pondremos los
nombres de los docentes de este curso u otros ficticios, cuando resultara necesario. El
objetivo será mostrar el texto originario y, luego, los cambios que serían necesarios
para adecuarlos a las pautas ortográficas oficiales.
Una aclaración previa. Lidiar con los signos de puntuación puede transformarse en un
problema. Esto sucede cuando se los emplea de forma absolutamente arbitraria o
intuitiva, sin sujeción a ninguna regla. O, en su defecto, cuando se abusa de algunos de
ellos (como de la coma), en desmedro de los otros (de los paréntesis, por ejemplo,
para consignar información secundaria).
En segundo lugar, siempre es una buena receta formular oraciones breves y ordenadas
sintácticamente -en lo posible respetando la secuencia sujeto y predicado-, para tener
menos problemas con la puntuación. No se cumple con este mandato cuando se altera
el orden habitual de los componentes de una oración. Ello se advierte en el siguiente
ejemplo:
Asegura la parte demandada, que no se le ha permitido ejercer el derecho de defensa.
Como puede observarse, la coma -colocada de forma inadecuada- delata el desorden
en que se ha incurrido, porque no había razón para obviar la estructura básica:
sujeto-predicado. ¿Cuál sería el motivo para iniciar la oración con el verbo (asegura),
que es el núcleo del predicado? Ese mismo ejemplo debería ser reformulado así:
La parte demandada asegura que no se le ha permitido ejercer el derecho de defensa.
Por cierto, dicho orden no se ve fracturado si, en el comienzo de la oración, se
consignan las circunstancias (de tiempo o lugar) que enmarcan aquello que se ha de
narrar. Este ejemplo puede servir:
Durante la reunión de acuerdo, celebrada ayer en Paraná, los jueces del Superior Tribunal
decidieron llamar a un concurso para aspirantes o interesados en ingresar al Poder Judicial.

En dicha oración, la precisión de los denominados circunstanciales (de tiempo y de


lugar) no rompe el eje “núcleo del sujeto-núcleo del predicado verbal”: Los jueces
decidieron… En cambio, este orden no se observa en la oración que se acaba de
criticar: Asegura la parte demandada, que no se le ha permitido ejercer el derecho de
defensa.
El necesario orden tampoco se ve afectado en las hipótesis en que el núcleo del sujeto
permanece táctico:

28
Denunció que el empleado no cumplía con las obligaciones a su cargo.

Dicho ejemplo (en el que el sujeto se encuentra silenciado o implícito) no debe


confundirse con el anterior (Asegura la parte demandada que…). En este último, el
sujeto (la parte demandada) está enunciado expresamente, pero de forma
desordenada en su vinculación con el predicado. ¡Y eso es lo que se quiere corregir!
Los consejos brindados, por cierto, chocan contra la creencia, muy extendida en
nuestros tribunales, de que deben construirse oraciones larguísimas; verdaderos
“párrafos unioracionales”, los llama la RAE. De acuerdo con la RAE, “en la redacción
jurídica tradicional se impuso como norma, especialmente en las sentencias, que el
párrafo debía estar formado por una sola oración” (RAE, 2017, p. 34). Esto es un error
conceptual, porque el párrafo debe ser el conjunto de oraciones necesarias agrupadas
o unidas por el mismo hilo temático. En otras palabras, no hay que dudar en redactar
la cantidad de oraciones que el contexto demandara, sin miedo. De lo contrario, el
resultado son párrafos “enormes, llenos de informaciones secundarias, plagadas de
incisos, sembrados de referencias acumuladas, de meandros sintácticos, de
coordinaciones ensartadas en diferentes niveles y de subordinadas de todo tipo y
condición” (RAE, 2017, p. 34). Por ello, la recomendación es “dividir, dividir, dividir”
(RAE, 2017, p. 35). Esto –insistimos-, para evitar esas oraciones interminables en las
que al gerundio se lo hace funcionar como un falso enlace o conector, con lo cual se
desnaturaliza su función, como se verá a continuación.
He aquí un ejemplo de lo que acabamos de señalar. El párrafo unioracional reza así:
El Área de Planeamiento e Infraestructura Edilicia del STJ propone como fecha para los traslados el
día 21 de febrero, sugiriendo asimismo dar intervención a los organismos involucrados como así
también a la Intendencia, Oficina de Informática y Compras para que cada uno tome los recaudos
pertinentes en lo que es materia de su competencia, sugiriendo se declare inhábil dos (2) días a
cada uno de los organismos a trasladar.

Con negritas está marcado el (mal) uso que se hace del mismo gerundio para que
opere como una suerte de “falso conector”. Por medio de este recurso solo se alarga
innecesariamente la extensión de la única oración planteada –con la consecuente
dificultad para la lectura-, en vez de construir varias, más breves y ordenadas. Ese
fragmento podría ser reformulado así:

29
El Área de Planeamiento e Infraestructura Edilicia del STJ propone como fecha para los traslados el
día 21 de febrero. Asimismo, sugirió que se dé intervención a los órganos comprendidos, como así
también a la Intendencia y a la Oficina de Informática y Compras, para que cada uno tome los
recaudos pertinentes en lo que es materia de su competencia. También recomendó que se
declaren inhábiles dos (2) días para cada uno de los órganos incluidos en los traslados.

En la reformulación puede observarse que la única oración originaria fue dividida en


tres y que los dos gerundios fueron reemplazados por verbos debidamente conjugados
(sugirió y recomendó). Estos y otros mínimos ajustes se hicieron con el fin de que haya
más orden y claridad.
Finalmente, tampoco hay que perder de vista qué es lo que se quiere transmitir en
cada caso; es decir, cuál es la idea central o tema y cuál es la información secundaria
que bien puede ser encapsulada por medio de los signos de puntuación que están
concebidos para ello: los paréntesis, las rayas dobles (comúnmente denominados
guiones)12 y los corchetes. La presencia de estos signos siempre supone una
interrupción en el discurso, porque por medio de ellos se introducen datos que,
aunque complementarios, no dejan de ser secundarios y, por ende, si no se los
circunscribe debidamente, pueden dificultar el desarrollo de la idea clave. Esto ocurre
cuando se los consigna por medio de comas (en vez de entre paréntesis, por ejemplo),
lo que puede impedir que se identifique y disocie –incluso visualmente- lo principal de
lo accesorio. El objetivo de esta segmentación es que, si imaginariamente se
suprimiera lo encajonado entre paréntesis o entre guiones –luego veremos la sutil
diferencia que media entre ambos recursos ortográficos-, la idea central podría
captarse de forma más clara y directa, delimitada solo por sus elementos
imprescindibles.
He aquí un ejemplo de lo que acabamos de decir:
Por disposición superior, me dirijo a Ud. en el marco de Actuaciones Nº 303/2018 caratuladas
“Notificación Electrónica. Gestiones”, en trámite ante el Área de Asuntos Administrativos, a fin de
hacerle saber lo siguiente…
El mismo fragmento podría ser reformulado así:

12
Tipográficamente, los que solemos llamar guiones son, en realidad, rayas dobles que se consignan
antes y después de una precisión o aclaración. Ejemplo: La mala fe —te lo tengo dicho— se presume. En
cambio, en puridad, los guiones conllevan una raya simple, como la empleada para dividir una palabra al
final de un renglón o para separar palabras compuestas. Ejemplo: teórico-práctico.

30
Por disposición de la superioridad y en el marco de las Actuaciones n.o 303/2018 (caratuladas
“Notificación Electrónica. Gestiones”, en trámite ante el Área de Asuntos Administrativos), me
dirijo a Ud. con el fin de comunicarle lo siguiente…
Como puede observarse, el uso de los paréntesis ha servido para “limpiar” o
encapsular información secundaria. Esto, con el fin de facilitar la lectura de lo que
resulta clave.

1.4 Los signos de puntuación en particular


Ahora nos concentraremos en los signos de puntuación más empleados en la
redacción jurídico-administrativa. No nos detendremos en el desarrollo de las
funciones y usos de cada signo en particular, cosa que sí podrán encontrar en los
materiales de lectura complementaria del presente módulo (no obligatoria). Lo que
nos interesa es brindar sugerencias y corregir ciertas cuestiones que hoy resultan
recurrentes. De más está aclarar que cada reformulación que se propicia incluye o
supone implícitamente lo que se ha corregido con anterioridad.
1.4.A El punto:
a) En su función abreviativa, algo relevante del punto es que él no debe ser omitido
cuando la palabra “número” es abreviada de la siguiente forma: n.o. Ejemplo:
Ley n.o 24660. Ahora bien, si se hiciera referencia a varios números, la variante
adecuada es esta: n.os. De lo contrario, se puede optar por nros., por ejemplo. Pero no
resulta legítima la siguiente opción:
Que por Resoluciones Nºs 27.165 y 27.153 del Colegio de Abogados de Entre Ríos, de fechas
01.07.19 y 01.07.19 se suspendieron automáticamente las matrículas de los Dres. ABEL FEDERICO y
ALTAMIRANO CARLOS LEONARDO.
Ese mismo ejemplo podría ser reformulado así:
Que, por medio de las resoluciones n.o 27165 y n.o 27153, del Colegio de Abogados de Entre Ríos
(ambas fechadas el 1.7.19), fueron suspendidas automáticamente las matrículas de los Dres. ABEL,
LUIS FEDERICO y ALTAMIRANO, CARLOS LEONARDO.
Como podrán advertir, el breve fragmento, tal como ha sido reescrito, sirve para
ajustar cinco cuestiones. La primera, la atinente a la abreviatura (n.o delante del
número de cada resolución). La segunda es la forma de redactar la fecha, que era
común a ambas resoluciones, razón por la cual resultaba redundante repetirla para
cada caso. La tercera, también relacionada con la fecha, es tomar nota del siguiente

31
consejo de la RAE: “Cuando el número que indica el mes o el día es inferior a diez, se
recomienda no anteponer un cero a la cifra simple [01/07], salvo que ello sea
necesario por razones técnicas (por ejemplo, en formularios informatizados) o de
seguridad (para evitar alteraciones en la fecha en documentos bancarios o
comerciales); así, en usos comunes es preferible escribir 5.7.99, 2-9-1940 que
05.07.99, 02-09-1940” (RAE, 2011, p. 694). Agregamos que el uso actual de
procesadores de textos y de documentos que muchas veces son “congelados”
digitalmente (por ejemplo, los denominados PDF) es un elemento más a favor de dejar
de lado esa señal de desconfianza –propia de los tiempos en que se redactaba en
forma manuscrita o mediante máquinas de escribir- que supone anteponer el cero en
las cifras inferiores a diez (por ejemplo, 08). La cuarta observación es que la coma no
puede faltar cuando se altera la secuencia nombre y apellido: ABEL, LUIS FEDERICO.
Por ello, la sugerencia consiste -en principio- en no modificar dicho orden (LUIS
FEDERICO ABEL), hipótesis en la cual no tiene sentido acudir a la coma.
b) Otra cuestión importante también consta en la reformulación del ejemplo anterior:
el punto no debe emplearse para separar los tres dígitos finales cuando se consignan
millares. Esto, en la medida en que con ello se haga referencia a lo siguiente:
- Designación del año al consignar una fecha: 2022 o 2023.
- Paginación o foliación de un expediente. Ejemplo: pág. 10230 o f. 1039.
- Enumeración de textos legales o sus divisiones. Ejemplos: Ley n.o 24660;
Resolución n.o 27165; art. 1240 del Código Civil y Comercial.
- Precisión de vías urbanas o de códigos postales. Ejemplo: Calle Bolívar n.o 1512;
Código Postal (CP) 5000.
- Códigos, identificadores o números de registros. Ejemplos: Registro n.o
04005; n.o identificador: 10882454; código de validación: 67677734D9.
Diferente es cuando se precisa una suma de dinero (10.300 pesos). La explicación la da
la propia RAE cuando aclara que el punto “no debe aplicarse nunca cuando el número
no expresa cantidad, sino que sirve para identificar un elemento dentro de una serie”
(RAE, 2011, p. 664).
En definitiva, lo que importa en la órbita judicial es que, en el momento de escribir el
número de leyes, decretos, resoluciones, circulares, oficios, etc., hay que prescindir del

32
punto separador si dichas disposiciones o instrumentos normativos constan de más de
tres dígitos. Ejemplo: Resolución n.o 1523 o Ley n.o 24660.
c) Por último, también hay que omitir el guion que aún suele colocarse pegado al
punto y aparte de un párrafo, al punto final de un documento o para cerrar la precisión
del lugar y fecha de un texto (.-). Se trata de otra costumbre forense –no de ninguna
convención ortográfica- a la que solía y suele acudirse aún como señal de
desconfianza, para evitar que pudieran introducirse agregados. Esto, con los nuevos
procesadores de texto, ha perdido cualquier sentido o razón de ser.
El (mal) ejemplo es el siguiente:
Los mencionados prestaron juramento de ley como abogados ante este Superior Tribunal, de
conformidad a lo establecido en el art. 7º del Decreto-Ley Nº 4109/56.-
Dicho fragmento podría ser reformulado así:
Los mencionados abogados prestaron el juramento previsto por la ley ante el Superior Tribunal de
Justicia, de conformidad con lo establecido por el art. 7.o del Decreto-Ley n.o 4109/56.
1.4.B La coma:
a) La primera cuestión es que no hay que abusar de la coma, que suele ser el signo de
puntuación más empleado. Hay que auxiliarla, sobre todo para que ella no tenga que
ocuparse de aclaraciones de carácter secundario, que bien pueden estar consignadas
entre paréntesis. Por esta vía, además, hasta de forma visual queda en claro qué es lo
principal y qué es lo accesorio o complementario, como ya se ha dicho.
Veamos el siguiente ejemplo:
Que por Resoluciones Nºs 27.175, 27.193, 27.194, 27.195, 27.196 del Colegio de Abogados de
entre Ríos, de fechas 02.07.19, 01.08.19, 01.08.19, 01.08.19 y 01.08.19 se cancelaron por propio
pedido las matrículas de los Dres. LUIS FEDERICO ABEL, en forma retroactiva al 01.07.19; CARLOS
ALTAMIRANO, en forma retroactiva al 27.07.19; JUAN PÉREZ, a partir del día 01.08.19; PEDRO
PÉREZ, en forma retroactiva al 31.07.19 y CRISTIAN ABEL, en forma retroactiva al 26.07.19.-
El mencionado fragmento podría ser reformulado así:
Que, por medio de las resoluciones n.o 27175 (fechada el 2.7.19) y n.o 27193, n.o 27194, n.o 27195 y
n.o 27196 (las cuatro del 1.8.19), del Colegio de Abogados de Entre Ríos, y por pedido de los
propios profesionales, fueron canceladas las matrículas de los Dres. LUIS FEDERICO ABEL, en forma
retroactiva al 1.7.19; CARLOS ALTAMIRANO, en forma retroactiva al 27.7.19; JUAN PÉREZ, a partir
del día 1.8.19; PEDRO PÉREZ, en forma retroactiva al 31.7.19, y CRISTIAN ABEL, en forma
retroactiva al 26.7.19.

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Adviértase que, en la reformulación que se ofrece, la coma no falta al comienzo,
después del relativo “que”. También se la emplea para dejar sentada la aclaración de
cuál es la institución que ha emitido las resoluciones (el Colegio de Abogados de Entre
Ríos), así como después de la precisión concerniente al penúltimo de los abogados
mencionados (Pedro Pérez). Esta última coma no puede obviarse, porque sirve para
delimitar estrictamente dónde termina aquello que se precisa –entre comas- respecto
de dicho letrado y dónde comienza lo relacionado con el último (Cristian Abel).
b) El acudir a la coma tampoco puede ser el recurso para seguir alargando
innecesariamente la extensión de una oración. Tal como lo venimos diciendo, es
preferible construir varias oraciones breves que un único e interminable párrafo
unioracional, como lo denomina la RAE.
He aquí un ejemplo:
Por disposición superior, me dirijo a Ud. en el marco de Actuaciones Nº 303/2018 caratuladas
“Notificación Electrónica. Gestiones”, en trámite ante el Área de Asuntos Administrativos, a fin de
hacerle saber, para su conocimiento, notificaciones y demás efectos, que el Superior Tribunal de
Justicia, reunido en Acuerdo General Nº 23/19 del 13-08-19, Punto 2º), dispuso que la aplicación de
la Guía de Buenas Prácticas y sus actualizaciones sean “de observancia obligatoria” para todos los
organismos vinculados al Sistema de Notificación Electrónica, con el objetivo de uniformar la
aplicación del mismo, facultándose a la Presidencia del STJ a verificar y autorizar la publicación de
las nuevas prácticas que se sugieran.
El mismo fragmento podría ser reformulado así:
Por disposición de la superioridad, en el marco de las Actuaciones n.o 303/2018 (caratuladas
“Notificación Electrónica. Gestiones”, en trámite ante el Área de Asuntos Administrativos), me
dirijo a Ud. con el fin de hacerle saber, para su conocimiento, notificaciones y demás efectos, lo
siguiente: el Superior Tribunal de Justicia, mediante el Acuerdo General n.o 23/19 (13-08-19, punto
n.o 2), dispuso que la aplicación de la “Guía de Buenas Prácticas” y sus actualizaciones sean “de
observancia obligatoria” para todos los órganos vinculados al Sistema de Notificación Electrónica.
Esto, con el objetivo de uniformar su aplicación. Al mismo tiempo, se facultó a la Presidencia del
STJ a que verifique y autorice la publicación de las nuevas prácticas que se sugirieran.
Puede observarse que el texto pasó a contar con tres oraciones, en vez de la única que
lo conformaba inicialmente. Además, el inadecuado gerundio que formaba parte del
ejemplo (facultándose) ha sido reemplazado mediante la construcción de la tercera
oración, conformada en función de un verbo en propiedad, debidamente conjugado
(facultó). Asimismo, puede apreciarse que los dos puntos a los que se acude en el

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fragmento reformulado generan “alivio”. Esto, en la medida en que sirven para
diferenciar la fase introductoria del párrafo de aquella en la que fehacientemente se
informa la novedad que se pretende transmitir.
c) La coma, cuando es debidamente empleada, todo lo clarifica. Pero cuando se la usa
de forma inadecuada puede transformarse en la “maldita coma” -como la llaman
algunos autores- y en un factor que entorpece la circulación de las ideas que se
pretenden comunicar. El síntoma de que eso ocurre es cuando uno debe releer un
texto varias veces, y no por placer, precisamente, sino para poder entenderlo siquiera.
He aquí un ejemplo:
Por disposición superior, tengo el agrado de dirigirme a Ud. en las actuaciones caratuladas:
"OFICINA DE MEDIOS ALTERNATIVOS O.M.A. Y CAMARA II SALA III S. INHABILES POR MUDANZA.-
DIAS 21 Y 22 DE FEB. DE 2019.- S/ INHABILES", a fin de hacerle saber, que en las mismas se ha
dictado la Resolución que para su conocimiento y efectos se transcribe:
Dicho fragmento podría ser reformulado así:
Por disposición de la superioridad, en el marco de las actuaciones caratuladas "OFICINA DE MEDIOS
ALTERNATIVO (OMA) Y CÁMARA II, SALA III, S/INHÁBILES POR MUDANZA, DIAS 21 Y 22 DE FEB. DE
2019, S/INHÁBILES", tengo el agrado de dirigirme a Ud. con el fin de hacerle saber que, en ellas, se
ha dictado la resolución que para su conocimiento y efectos se transcribe a continuación:
En la reformulación pueden observarse varias cosas. La primera es que, al comienzo
nomás, se busca consignar todos los elementos formales (nombre de las actuaciones) y
luego la expresión “tengo el agrado de dirigirme a Ud.”, para inmediatamente
proceder a informar qué es lo que se pretende comunicar. En cambio, el texto
originario prácticamente comenzaba con el “tengo el agrado de dirigirme a Ud.”, para
luego precisar la carátula de la actuación y recién entonces, después de esa aclaración,
retomar aquello que se buscaba informar, con la consiguiente dificultad que ello
generaba en la lectura. Por eso, conviene insistir en lo mismo: cualquiera que fuera la
variante que se ensayara, debe ser siempre la que exprese mayor orden y claridad.
En segundo lugar, se corrige la mala costumbre asentada en los tribunales de colocar
automáticamente dos puntos después de escribir las palabras “carátula” o
“caratulada”. Eso puede tener su razón de ser en la portada o carátula en propiedad de
un expediente, donde después de las palabras “autos” o “causa” corresponde acudir a
los dos puntos y luego especificar con qué nombre ha sido registrada formalmente la
actuación. Ejemplo: Autos: “ABEL, LUIS FEDERICO C/ALTAMIRANO, CARLOS LEONARDO

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S/DAÑOS Y PERJUICIOS”. Pero ello no puede justificar que luego, en los documentos o
fragmentos en los que se haga alusión a tal denominación, en forma mecánica, se
recurra a los dos puntos por la sola circunstancia de que se haya escrito la palabra
“caratulados”. Nuestro equipo docente le consultó a la RAE sobre la cuestión, que
anticipa algunos tópicos vinculados con el uso de los dos puntos. La respuesta fue la
siguiente:
Efectivamente, las enumeraciones precedidas de dos puntos deben presentarse con un elemento
anticipador:
Me compré dos libros: uno de Carlos Fuentes y otro de Cortázar.
No se escriben dos puntos en las enumeraciones que carecen del elemento anticipador:
Me compré un libro de Carlos Fuentes y otro de Cortázar.
La única excepción en este sentido son las enumeraciones en forma de lista:
Me compré:
● un libro de Carlos Fuentes,
● un libro de Cortázar,
● una libreta para tomar notas.
Por lo tanto, en su ejemplo, no deben escribirse dos puntos tras la palabra “caratulados”.
En tercer lugar y quizás por lo que se ha marcado primeramente, en el texto originario
puede leerse esto: […] a fin de hacerle saber, que en las mismas se ha dictado la
Resolución que para su conocimiento y efectos se transcribe […]. Así formulado ese
segmento, cabe preguntarse qué función cumple la coma delante del relativo “que”.
En todo caso, ese tramo podría ser reformulado de esta forma: […] con el fin de hacerle
saber que, en dichas actuaciones, se ha dictado la resolución que para su conocimiento
y efectos se transcribe […].
d) La coma también resulta clave para aislar elementos que suponen precisiones o
aclaraciones. Por ejemplo: El mencionado espacio es actualmente ocupado por la
Cámara Segunda, Sala III. Como se advierte, la coma resulta indispensable después de
la palabra "segunda”, porque sirve para precisar a cuáles de las salas de dicho tribunal
se hace específicamente referencia; en este caso, a la tercera. Lo mismo ocurre cuando
una disposición normativa que se cita contiene varios acápites o incisos. Ejemplo: El
motivo del pedido de licencia debe ser expresamente consignado por el agente judicial
(art. 8., inc. “b”, del Acuerdo General n.o 36/16).

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e) En el lenguaje forense, para evitar redundancias, una variante útil puede consistir en
que la coma reemplace a un verbo utilizado con anterioridad. Por ejemplo:
La acción de amparo requiere celeridad; la acción de inconstitucionalidad, también.

En el ejemplo, la coma evita que haya que repetir la misma palabra (“requiere”). Este
recurso también puede servir para abreviar las oraciones:
El demandante se presentó temprano en el juzgado. Esto, con el fin de producir toda la prueba que
había ofrecido en su momento.
Adviertan que lo mismo podría haber sido expresado en una única oración larga:
El demandante se presentó temprano en el juzgado con el fin de producir toda la prueba que había
ofrecido en su momento.
Observen que, en cambio, tomando al pronombre demostrativo (“esto”) como punto
de referencia y como comprensivo de todo lo que se ha dicho con anterioridad, con la
coma de apoyo, se pueden construir dos oraciones más breves. Todo lo que facilite la
lectura y sirva para la clarificación es bienvenido.
1.4.C El punto y coma:
a) El punto y coma navega entre la coma y el punto. Se asemeja a la coma cuando
enlaza grupos sintácticos en el marco de una enumeración compleja. Esto ocurre
cuando redactamos lo siguiente:
Por incompatibilidad fueron suspendidas las matrículas de los siguientes abogados: Luis Federico
Abel, a partir del día 2.7.19; Leonardo Altamirano, en forma retroactiva al 1.7.19; Juan Pérez, en
forma retroactiva al 4.7.19, y Cristian Abel, en forma retroactiva al 27.5.19.
Resulta evidente que el enunciado refiere a tres elementos o personas, cada uno de
los cuales está segmentado y precisado en función de cierto dato específico y
diferenciado en cada caso: el momento en el cual opera la suspensión de la matrícula
para cada uno. Entender dónde termina la precisión de ese término respecto de uno
de los mencionados y dónde comienza la del siguiente se haría difícil si todo el
segmento estuviera separado solo por comas, de esa forma:
Por incompatibilidad fueron suspendidas las matrículas de los siguientes abogados: Luis Federico
Abel, a partir del día 2.7.19, Leonardo Altamirano, en forma retroactiva al 1.7.19, Juan Pérez, en
forma retroactiva al 4.7.19 y Cristian Abel, en forma retroactiva al 27.5.19.
En otras palabras, hay que ser muy cuidadosos en acudir al punto y coma para separar
lo concerniente a cada elemento que se ha de especificar y dejar la coma para, a su
vez, segmentar los demás datos que, eventualmente, se agregaran ya dentro de cada

37
elemento o segmento (por ejemplo, DNI, edad, sexo, domicilio, etc.). Asimismo, no hay
que olvidar que la coma (o el punto y coma, también) delante de la conjunción “y”,
que enlaza el penúltimo con el último elemento, resulta insoslayable.
b) En cambio, el punto y coma se parece al punto cuando separa oraciones
sintácticamente independientes, pero entre las que existe una estrecha relación
semántica. En ese sentido, vale el siguiente ejemplo:
Se establece que los agentes que tengan obligación de desempeñarse durante la próxima feria (por
su antigüedad inferior al año), deberán hacerlo estrictamente por el período cuya proporción
consigna el art. 51 del Reglamento de Licencia; la concurrencia de aquellos no influirá en los cupos
previamente enumerados.
Puede apreciarse que están enlazadas dos proposiciones, cada una de las cuales es
perfectamente autónoma; esto es, puede leerse de forma independiente. No obstante,
en el contexto, ambas están lo suficientemente unidas entre sí como para reforzar la
conexión semántica mediante el punto y coma. Si se colocara punto y seguido, cosa
también factible, dicha ligazón se flexibilizaría. Este es un ejemplo de que, en ciertos
contextos, el redactor cuenta con un margen de apreciación; así, por ejemplo, puede
optar por el punto y coma (para reforzar el lazo anteriormente señalado) o, bien, por el
punto y seguido (para mitigar dicha conexión).
1.4.D Los dos puntos:
a) Ya hemos anticipado que, cuando los dos puntos encabezan una precisión o
enumeración, resulta clave la presencia de un elemento anticipador de la
puntualización o enunciación sucesiva que a continuación ha de efectuarse. Por
ejemplo:
Me dirijo a Ud. para informarle lo siguiente: por medio de la Resolución n.o 235 se ha dispuesto…
Lo mismo sucede en la siguiente oración:
En varios precedentes, la CSJN ha sentado el siguiente criterio: “La acción de amparo resulta idónea
para la defensa de los derechos y garantías constitucionales”.
Por ello, con anterioridad señalamos que tal requisito no se cumple en este ejemplo:
En la actuación caratulada: “Traslado de la OMA”, este Superior Tribunal de Justicia ha decidido…
En efecto, nada autoriza a colocar dos puntos, en forma automática, después de la
palabra “caratulada”. Lo mismo sucede en el siguiente ejemplo, que, con excepción de
los nombres, se transcribe tal como lucía en el texto original:

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Por disposición superior, tengo el agrado de dirigirme a Ud., con el objeto de hacerle saber que los
letrados: ABEL, LUIS FEDERICO, ALTAMIRANO, CARLOS LEONARDO Y ABEL, CRISTIAN, prestaron
juramento de ley como abogados ante este Superior Tribunal, de conformidad a lo establecido en
el art. 7º del Decreto-Ley Nº 4109/56.-
Se puede observar que los dos puntos no tienen razón de ser. Esto, porque no se
advierte la presencia de un elemento anticipador de la enumeración. Al mismo tiempo,
el uso de la coma para separar a cada uno de los abogados incluidos en la
enumeración, en tanto la secuencia "nombre-apellido” de todos los profesionales está
alterada, solo genera confusión. Por eso, dicho segmento podría ser reformulado así:
Por disposición de la superioridad, tengo el agrado de dirigirme a Ud., con el objeto de hacerle
saber que los letrados ABEL, LUIS FEDERICO; ALTAMIRANO, CARLOS LEONARDO, y ABEL, CRISTIAN,
prestaron juramento como abogados ante este Superior Tribunal, de conformidad con lo
establecido por el art. 7.o del Decreto-Ley n.o 4109/56.
Diferente sería si el fragmento fuera reformulado así:
Ante este Tribunal Superior de Justicia, de conformidad con lo establecido por el art. 7.o del
Decreto-Ley n.o 4109/56, prestaron juramento los siguientes abogados: ABEL, LUIS FEDERICO;
ALTAMIRANO, CARLOS LEONARDO, y ABEL, CRISTIAN.
En este último ejemplo “los siguientes abogados” opera como elemento anticipador de
la enumeración. En definitiva, eso es lo que justifica (o no) la legitimidad de los dos
puntos cuando preceden a una enumeración.
b) La palabra que se coloca inmediatamente después de los dos puntos debe escribirse
con mayúscula inicial solo cuando este signo introduce una cita (en forma directa).
Ejemplo: En numerosos precedentes, la Corte Suprema ha sentado lo siguiente: “Toda
sentencia debe ser fundada”. La referida mayúscula también procede en los
encabezamientos de ciertos textos epistolares o en los propios oficios y circulares, en
los que alguien se dirige a otro con fórmulas como esta:
Me dirijo a Ud. con el fin de informarle que el Superior Tribunal de Justicia ha resuelto
lo siguiente: Resol. Trib Sup. n.o 4/19, PARANÁ, 18 de febrero de 2019. VISTO Y
CONSIDERANDO: Lo dispuesto por resolución del Tribunal de Superintendencia n.o
300/18, del 12.12.2018…
En el resto de los casos, después de los dos puntos debe escribirse con letra minúscula.
Esto sucede cuando dicho signo introduce una enumeración. Por ejemplo: Para ser
senador, la Constitución fija los siguientes requisitos: tener 30 años, haber sido seis

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años ciudadano de la Nación… Lo mismo ocurre cuando los dos puntos establecen
relaciones de conexión entre dos oraciones sin necesidad de otro nexo. Por ejemplo: El
sistema jurídico es terminante: la buena fe se presume.
c) En toda enumeración precedida por los dos puntos no hay que perder el orden en el
desarrollo de los elementos enunciados sucesivamente. Esto no se advierte en el
siguiente ejemplo:
DISPONER el número máximo de personas que se desempeñarán en la próxima Feria, de la
siguiente manera: A) Un (1) integrante del Tribunal de Juicio y Apelaciones para cada costa de la
provincia.- B) En PARANA: - O.G.A.: cinco (5) agentes.- - un (1) Juzgado con competencia Penal con
dos (2) agentes.- -un (1) Juzgado con competencia Civil, Comercial, Laboral y de Paz con tres (3)
agentes.- - un (1) Juzgado de Familia con cinco (5) agentes, más tres (3) funcionarios del E.T.I (uno
por especialidad).- -Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad: dos (2) agentes.-
En dicho ejemplo no se entiende qué papel desarrolla ese punto seguido por dos
guiones (.--) que se advierte en toda la enumeración y que no comporta, en propiedad,
ninguna función ortográfica. Como consecuencia, ese mismo fragmento podría ser
reformulado de esta forma:
DISPONER el número máximo de personas que se desempeñarán en la próxima feria, de la
siguiente manera: A) Un (1) integrante del tribunal de juicio y apelaciones para cada costa de la
provincia. B) En Paraná: la OGA, cinco (5) agentes; un (1) juzgado con competencia penal, con dos
(2) agentes; un (1) juzgado con competencia civil, comercial, laboral y de paz, con tres (3) agentes;
un (1) juzgado de familia, con cinco (5) agentes, más tres (3) funcionarios del ETI (uno por
especialidad); y un Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad, con dos (2) agentes.
1.4.E Los paréntesis, la raya doble y los corchetes
a) Estos signos sirven para introducir elementos aclaratorios en un enunciado; es decir,
para aislar fragmentos y marcar que no son centrales para el mensaje que se busca
transmitir, sino una suerte de "segundo discurso".
b) Los paréntesis, por ejemplo, son útiles para precisar la sigla que corresponde a una
expresión denominativa. Ejemplo: Superior Tribunal de Justicia (STJ), Oficina de Medios
Alternativos (OMA), Oficina de Gestión de Audiencias (OGA). También, para consignar
el número de las fojas de una actuación (cfr. las ff. 1/2) o para especificar algún dato.
Por ejemplo: Líbrese el siguiente oficio al Juzgado Laboral n.o 1 de Resistencia (Chaco).
c) Conviene recordar que, antes de la apertura del paréntesis, nunca debe colocarse
coma. Por otra parte, por su carácter complementario, lo que se consigna entre

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paréntesis responde a una puntuación independiente de la que rige al resto del
enunciado. Por ejemplo:
Juan Bautista Alberdi (tucumano de nacimiento, aunque de muy joven se trasladó a Buenos Aires)
fue el ideólogo de la Constitución nacional.
Como puede apreciarse, lo que consta entre paréntesis conserva su propia autonomía
y puntuación, hasta el punto de que, si se quitara dicha nota aclaratoria, la idea que se
desarrolla en forma paralela y principal no perdería sentido. Esto es: Alberdi fue el
ideólogo de la Constitución nacional.
Al mismo tiempo, también corresponde destacar que, cuando se introduce una suerte
de precisión dentro de la aclaración que ya conllevan los propios paréntesis, ella debe
ser encorsetada entre corchetes, según el siguiente esquema: (... [...] ...). Ejemplo:
Juan Bautista Alberdi (Tucumán, Argentina [1810] - Neuilly-sur-Seine, Francia [1884]) fue el
ideólogo de la Constitución nacional.

d) En la transcripción de textos, los corchetes se utilizan con un doble propósito. En


primer lugar, para marcar que se ha omitido un fragmento que figuraba en el
documento original (en este caso, también resulta posible acudir a los paréntesis). Por
ejemplo:
Procedo a informarle que, en la resolución anteriormente citada, el STJ ha resuelto lo siguiente:
“ESTABLECER, por las razones expuestas […], que será inhábil el día 3 de marzo”.
En segundo lugar, se emplean para señalar que se ha introducido una aclaración,
adición o modificación en el texto fuente. Esto puede observarse en el siguiente
ejemplo:
Le informo que el STJ considera que “el órgano en cuestión [en alusión a la OMA] necesita ser
refaccionado”.
Como puede advertirse, la presencia de los corchetes indica que la precisión formulada
respecto de la OMA no formaba parte del fragmento citado.
e) Al igual que los paréntesis, la raya doble (mal llamada guiones) también supone una
aclaración o interrupción en el discurso. Pero lo comprendido por ella guarda mayor
relación o inmediatez con el sentido de la idea principal que la información que suele
intercalarse entre paréntesis. Por ejemplo:
La reunión de acuerdo del STJ –presidida por el vocal más antiguo del tribunal, dado que el
presidente se encontraba en uso de licencia– comenzó puntualmente con el tratamiento del orden
del día.

41
En efecto, en el ejemplo referido a Alberdi, lo que se consignaba entre paréntesis (las
fechas y lugares de su nacimiento y de su muerte) mantenía una relación lejana y
mediata con la idea central de la oración: él fue el ideólogo de la Constitución.
Al mismo tiempo, este recurso ortográfico también sirve para asignar una particular
carga o tono -de amonestación o irónico, por ejemplo– al comentario aclaratorio que
ella introduce. En ello radica, probablemente, la mayor diferencia con los paréntesis,
que también enmarcan precisiones secundarias o incidentales, pero de naturaleza
verificable o constatable (como un dato geográfico, el significado de una sigla o el
número de la foja de un expediente). Este particular carácter de la raya doble se lo
advierte en el siguiente ejemplo:
El abogado -casi al borde de la deslealtad procesal- se retiró de la audiencia sin producir el informe
que había ofrecido.
1.4.F Las comillas
Las comillas constituyen un signo ortográfico doble que se utiliza, principalmente, para
enmarcar la reproducción de citas textuales; esto es, fragmentos proferidos por otro
(discurso ajeno). Por ello, debe utilizarse la siguiente fórmula:
La Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene dicho lo siguiente: “La defensa en juicio de toda
persona constituye una garantía suprema que no se puede vulnerar”.
En el ejemplo puede observarse que, después de los dos puntos, lo que ha expresado
la CSJN se entrecomilla y la primera palabra se consigna con letra mayúscula inicial. En
cambio, en ningún caso resulta admisible la siguiente variante:
La Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene dicho que: “La defensa en juicio de toda persona
constituye una garantía suprema que no se puede vulnerar”.
Allí, el problema radica en el relativo “que” seguido por los dos puntos. Con
anterioridad se ha visto que, por ejemplo, en el caso de las enumeraciones, los dos
puntos deben ser precedidos por un elemento de anticipación. Ejemplo: Me compré lo
siguiente: un libro… Y el relativo “que” no cumple con ese requisito, dado que, por el
contrario, marca subordinaciones. Por ende, en la cita directa sí o sí debe ser
respetada la siguiente estructura:
La CSJN tiene dicho lo siguiente: “La defensa en juicio de toda persona constituye una garantía
suprema que no se puede vulnerar”.
El relativo “que”, en cambio, puede ser empleado lícitamente en esta otra salida:

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La Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene dicho que la defensa en juicio de toda persona
constituye una garantía suprema que no se puede vulnerar.
De los dos últimos ejemplos, el primero es el que suele denominarse “cita o citación
directa”, puesto que el discurso ajeno es enteramente encapsulado entre comillas. El
segundo suele denominarse “cita o citación indirecta”, porque quien enuncia es el que
alude a lo dicho por la CSJN -en el ejemplo-; esto es, lo refiere y no es necesario que lo
haga de forma textual. En este caso, además, es legítima la presencia del relativo
“que”. Ejemplo: La Corte tiene dicho que… En este último supuesto también puede
entrecomillarse algún segmento de lo que ha expresado la CSJN, pero esto no resulta
obligatorio. No obstante, si se lo hiciera se conformaría lo que suele llamarte “cita o
citación mixta”:
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha reiterado que la defensa en juicio de toda persona
constituye “una garantía suprema que no se puede vulnerar” en ningún caso.
Las comillas también pueden utilizarse en casos que nada tienen que ver con el
discurso de otro. En estos casos, las comillas se parecen más a un recurso tipográfico,
destinado a llamar la atención sobre alguna particularidad de la voz o locución
colocada entre comillas, y, por lo tanto, pueden ser reemplazadas por las cursivas.
Pero el uso de un recurso excluye al otro; es decir, hay que tratar de no superponer las
comillas y las cursivas (aunque en el discurso jurídico y administrativo, se suelen
emplear comillas y cursivas para remarcar la reproducción textual de voces ajenas).
En definitiva, en relación con este segundo empleo de las comillas, puede marcarse lo
siguiente:
a) Sirven para señalar que una palabra o expresión es impropia, vulgar, constituye un
regionalismo, es ajena a nuestra lengua, o es utilizada irónicamente o con un sentido
inusual. Por ejemplo, palabras de origen extranjero como “aggiornamento” o
“marketing” o “laissez-faire” deben señalarse obligatoriamente con comillas o con
cursivas. Lo mismo si se tratara de una fórmula latina. Por ejemplo: a priori, sine die, ab
initio, pro homine, in totum. Igualmente, si se expresara una denominada “mala
palabra” o una locución que supusiera una transgresión gramatical, en el marco de la
declaración de un testigo, por ejemplo, resultará obligatorio consignar el término o
frase entrecomillado (o con letra cursiva) y, entre paréntesis, habrá que colocar “sic”,
que quiere decir “dicho así” o “textual”.

43
b) Pueden emplearse para señalar que un término se está comentando desde el punto
de vista metalingüístico; es decir, para marcar que el enunciador está hablando de la
palabra y no del referente extradiscursivo al cual ella remite. En definitiva, se está
definiendo a dicha voz. Ello ocurre en una construcción así:
El STJ entenderá la expresión “día inhábil” como toda aquella jornada que…
Lo mismo pasa con este otro ejemplo:
La CSJN ha repetido que el “amparo” es la vía procesal más idónea para defender los derechos y
garantías constitucionales
c) Las comillas también pueden usarse para citar el título de un artículo jurídico de
doctrina, un poema, un capítulo de un libro o una nota periodística. En cambio, los
títulos de los libros se escriben siempre en letra cursiva para diferenciarlos del resto de
los formatos anteriormente mencionados. Ejemplos:
Abel Federico, “Reforma constitucional”, en Carnota, Walter (director), Teoría constitucional.
Tarello, Giovanni, La interpretación de la ley.
En el primer debe interpretarse que Federico Abel participó con un capítulo en el libro
colectivo (de autores varios) titulado Teoría constitucional, que ha dirigido el jurista
Walter Carnota. En el segundo, que el filósofo del derecho italiano (Tarello) escribió la
obra denominada La interpretación de la ley.
Las comillas se escriben pegadas a la primera y a la última palabra de la expresión que
enmarcan y separadas por un espacio de las palabras o signos que las preceden o las
siguen. No obstante, si después de las comillas de cierre hay un signo de puntuación
(punto, coma, punto y coma, tres puntos), no debe dejarse espacio entre ambos.
Dado que el texto que va enmarcado entre comillas tiene una puntuación
independiente, si el enunciado entrecomillado es interrogativo o exclamativo, los
signos de interrogación y exclamación se escriben dentro de las comillas. De esta regla
debe excluirse al punto, que se escribe detrás de las comillas de cierre cuando el texto
entrecomillado ocupara la parte final de un enunciado o de un texto.
d) Una última aclaración resulta pertinente. Puede ocurrir que el fragmento que se cita
(de la CSJN, por ejemplo), a su vez, contenga una referencia a lo expresado por otro
tribunal (la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por ejemplo). En ese caso
habrá que combinar las comillas dobles (“l”) con las comillas simples (‘l’). Por ejemplo:
En el referido precedente, la CSJN dijo: “El interés superior del niño es primordial, porque, tal como
lo ha sostenido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, él supone ‘brindar una

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consideración especial en toda causa en la que intervenga un niño, niña o adolescente’. Esto es
algo que los jueces, al fallar, no pueden perder de vista”.

1.4.G Nota complementaria


a) Corresponde saber que si el enunciado finaliza con signos de interrogación (?) o de
exclamación (!) no debe colocarse el punto de cierre detrás de ellos. Ejemplo:
El tribunal se planteó la siguiente cuestión: ¿corresponde hacer lugar al recurso de apelación?
c) Es obligatorio combinar los paréntesis/corchetes con los puntos suspensivos (son
tres, no cuatro ni cinco) para marcar que se ha omitido parte del fragmento citado […].
Ejemplo:
En varios precedentes, la CSJN ha dicho: “El amparo, creado en 1957 […], es la vía procesal más
idónea para la defensa de los derechos constitucionales […]”.
En el último caso, la combinación de los corchetes con los puntos suspensivos sirve
para informar que el texto citado es más extenso que el segmento que de él se ha
reproducido. En ningún supuesto los puntos suspensivos deben colocarse sin los
corchetes o sin paréntesis que los enmarquen, porque ello podría generar confusión y
hacer pensar al que lee que los puntos suspensivos pertenecen al texto-fuente que se
cita. Ello pasaría si se escribiera lo siguiente:
En varios precedentes, la CSJN ha dicho: “El amparo, creado en 1957…, es la vía procesal más
idónea para la defensa de los derechos constitucionales…”.

2. El uso de las mayúsculas y la abreviación gráfica


2.1 El temor reverencial que generan ciertas palabras
En los textos que se producen en el ámbito judicial y tal como ocurre con los signos de
puntuación, suele advertirse un empleo arbitrario de las mayúsculas. En muchas
ocasiones, como si se tratara de una cuestión de respeto reverencial, se las consigna
teniendo solamente en miras la jerarquía institucional que connotan algunas palabras
(juez, fiscal, camarista, vocal, por ejemplo) o lo que ellas significan jurídicamente
(feria, acuerdo, resolución, juzgado, provincia, entre otras). Por eso, urge brindar
pautas prácticas que sirvan de guía para saber cuándo recurrir a ellas y en función de
premisas estrictamente ortográficas.
Como regla, "la minúscula es la letra que debe utilizarse en todos aquellos casos en los
que no esté prescrito el uso de la mayúscula" (RAE, 2011, p. 449). Y esto último

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acontece, en primer lugar, cuando la mayúscula debe colocarse por razones de
puntuación: al comienzo de un texto, párrafo u oración, o después de los puntos
cuando estos anuncian la reproducción de una cita textual o preceden a “verbos como
certificar, exponer, solicitar, etc., cuando presentan el objetivo fundamental de
determinados documentos jurídicos y administrativos (decretos, sentencias, bandos,
edictos, certificados o instancias) y que aparecen, por ello, escritos enteramente con
mayúsculas” (RAE, 2011, p. 454). Ejemplo: CERTIFICO: El Sr. Federico Abel se ha
desempeñado en el Poder Judicial de Córdoba entre los años 2011 y 2021. En estos
casos, dicho empleo no resulta problemático ni genera dudas.
Los inconvenientes se suscitan cuando nos enfrentamos con la segunda función de las
mayúsculas: distinguir los nombres propios y las expresiones denominativas
(Universidad Nacional del Litoral, UNL) de los nombres comunes, que siempre se
escriben con minúscula. La clave radica en entender que las expresiones pluriverbales
denominativas “cumplen funciones análogas a las del nombre propio, pues sirven
asimismo para designar, identificar y particularizar entes únicos (instituciones,
organismos, obras de creación, etc.)” (RAE, 2017, p. 151). Por ejemplo: UNL, Poder
Judicial de Entre Ríos. Precisamente, esto es lo que explica que, por el contrario,
palabras como oficio, circular, resolución, leyes, decretos, sentencia, juez, juzgado,
provincia, actuación administrativa, feria judicial, acuerdo, entre otras, deban ser
escritas con minúsculas por tratarse de simples sustantivos comunes que no tienen la
particularidad de remitir a entes únicos o insustituibles.
No obstante, corresponde efectuar ciertas aclaraciones respecto de algunas de dichas
palabras. Cuando aludimos a una “provincia” o a una “ciudad” como “división
territorial de carácter administrativo” debe consignarse con mayúscula (inicial) el
nombre propio específico, “pero no el nombre común genérico que los precede: el
departamento de Moquegua, el estado de Tlaxcala, la provincia de Cádiz, la diócesis de
Cuernavaca” (RAE, 2017, p. 152). Esto implica que “Juan tiene domicilio en el radio de
la ciudad de Concordia, en la provincia de Entre Ríos”. Diferente es cuando se
demanda judicialmente a la “Municipalidad de Concordia” o a la “Provincia de Entre
Ríos” en tanto personas jurídicas de derecho público. De la misma manera, si la
palabra “ciudad” forma parte de la expresión denominativa pluriverbal -asimilable a un

46
nombre propio-, debe ser incluida entre las que deben ser redactadas con mayúscula
inicial: Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ciudad de México o Ciudad del Cabo.
Lo decisivo pasa por saber si estamos frente a un nombre propio o equiparable a tal –
y, por ende, único- o frente a un simple sustantivo común. Así lo explica la RAE:
“Sustantivos como tribunal, juzgado, audiencia… se escriben con mayúscula
únicamente cuando forman parte del nombre de un organismo concreto o de su sede:
el Tribunal Supremo, el Juzgado de Instrucción n.o 2 de Orihuela, el Tribunal Tutelar de
Menores de Madrid, la Audiencia Nacional. En cambio, en sus usos genéricos o
anafóricos deben escribirse con minúscula: Las audiencias provinciales tienen su sede
en la capital de la provincia; El juzgado dictará sentencia esta semana” (RAE, 2017, p.
153).
De acuerdo con la RAE, las “voces ley, decreto, real decreto, resolución, auto, etc., son
nombres comunes y, como tales, deben escribirse con minúsculas” (RAE, 2017, p. 155),
en la medida en que se las emplee en forma aislada, con valor genérico. Ello no
sucede, en cambio, cuando hacemos referencia a un documento, plexo o cuerpo
normativo único, identificado por un número, que lo transforma en una expresión
denominativa: Ley n.o 17711, Ley de Riesgo de Trabajo, Ley de Contrato de Trabajo,
Resolución n.o 27165, Acuerdo General n.o 23/19. La razón es que el número de
promulgación o de registro es lo que le da identidad y vuelve único (casi como si se
tratara de un nombre propio) a un conjunto de disposiciones formalizadas en una ley o
en un instrumento de naturaleza administrativa (acuerdo o decreto).
La misma distinción se puede aplicar a la palabra “sala”. Cuando alude a un recinto o
habitación grande de un edificio –aun cuando fuera público-, debe redactarse con
minúscula. Ahora bien, cuando designa “al conjunto de magistrados o jueces que tiene
atribuida la jurisdicción sobre determinadas materias y forma parte de la
denominación de un órgano jurisdiccional, se escribe con mayúscula: sentencia dictada
por la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo” (RAE, 2017, p. 154). Esto explica por qué
debe redactarse así: Cámara Segunda (o 2.a), Sala III.
Otro tanto cabe decir de determinadas estancias o recintos de algunas sedes
institucionales que son denominados o bautizados con nombres específicos, como
Salón de Audiencia y Juramento, caso “en el que todos los elementos de la expresión
denominativa se escriben con mayúscula: la Galería de los Espejos (en el Palacio de

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Versalles), el Patio de los Leones (en la Alhambra), el Salón de Ciento (en el
Ayuntamiento de Barcelona), el Salón de los Pasos Perdidos (en el Capitolio de la
Habana)” (RAE, 2011, pp. 4801/481).
En función de lo desarrollado, a modo de síntesis, puede subrayarse lo siguiente:
a) Habiendo precisado en cuáles casos los nombres de ciertos espacios o recintos
específicos pueden ser consignados con mayúscula (Salón de Audiencia y Juramento),
no hay motivo para generalizar dicho uso a cualquier lugar, dado que el empleo de la
mayúscula sigue siendo restringido. Por eso, resulta inadecuado escribir lo siguiente:
En el día de la fecha, entre las 8 y las 19 h, se procederá a inhabilitar el Sector Central de Planta
Baja del Edificio de Tribunales.
Dicho fragmento podría ser reformulado así:
En el día de la fecha, entre las 8 y las 19 h, se procederá a inhabilitar el sector central de la planta
baja del edificio de Tribunales.
b) En este otro ejemplo también puede apreciarse un uso discrecional de la mayúscula:
Corresponde notificar a las Áreas pertinentes y al Colegio de Abogados Central y Sección Paraná de
lo resuelto en el presente trámite ante esta Área de Asuntos Administrativos.
El mismo fragmento podría ser reformulado así:
Corresponde notificar a las áreas pertinentes y al Colegio de Abogados (central y sección Paraná)
sobre lo resuelto en el presente trámite ante esta Área de Asuntos Administrativos.
c) El empleo de la mayúscula (inicial o continua) no exime de colocar tilde cuando
corresponda según las reglas de acentuación. Por ejemplo: ADMINISTRACIÓN o Área
de Asuntos Administrativos.
d) Los días de la semana y los meses del año deben consignarse con minúscula. A ello
hay que sumar que nada justifica tratar como equivalente a un nombre propio a la
expresión “feria judicial”. Por ende, lo adecuado es escribir “la feria judicial de enero
del año 2022”.
e) La mayúscula inicial también puede comprender al término o términos con que
habitualmente se menciona de forma abreviada o anafórica a una entidad u órgano
mencionado con anterioridad: el Superior Tribunal (por Superior Tribunal de Justicia).
f) Llevan mayúscula inicial cada una de las palabras (solo los sustantivos y adjetivos)
que conforman el nombre de una institución, corporación o entidad; es decir, las
expresiones o etiquetas denominativas: Colegio de Abogados de Entre Ríos, Asociación
de la Magistratura y la Función Judicial de la Provincia de Entre Ríos, Superior Tribunal

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de Justicia, Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad. Las preposiciones
o conjunciones solo deben redactarse con mayúscula cuando "cuentan con una carga
semántica significativa" en la denominación concreta; entonces, "pueden escribirse
con mayúscula, como ocurre en Médicos Sin Fronteras o en Asociación Española
Contra el Cáncer (cuyas siglas, MSF y AECC, incluyen, como se ve, la inicial de las
preposiciones sin y contra)", de acuerdo con la RAE (RAE, 2011, p. 483). Pero fuera de
estos casos excepcionales, por regla, las preposiciones no deben consignarse con
mayúscula (Superior Tribunal de Justicia) ni tampoco estar comprendidas en la sigla
que represente gráficamente tal expresión denominativa (STJ).

2. Abreviatura, siglas y acrónimos


Respecto de esta cuestión conviene remarcar lo siguiente:
a) La abreviatura implica “la representación gráfica de una palabra o grupo de
palabras, obtenida por eliminación de algunas de las letras o sílabas de su escritura
completa” (RAE, 2011, p. 568). Ejemplos: pág. (página) o V. E. (Vuestra Excelencia).
b) El punto abreviativo no puede faltar en la abreviatura: cód. (código), art. (artículo).
No obstante, en algunos casos puede ser reemplazado por una barra (/): c/c (cuenta
corriente) o s/d (su despacho).
c) La abreviatura no exime de colocar la tilde, en el caso de que la sílaba que se
mantuviera incluya la vocal que la llevara en la palabra escrita de forma completa. Por
ejemplo: pág. (página), teléf. (teléfono), cód. (código).
d) Algunas palabras pueden abreviarse de diferente forma. Por ejemplo: tel./teléf.
(teléfono), p./pág. (página), núm/nro./n.o (número).
e) Para conformar el plural de una palabra abreviada (pág. o Sr.) se debe agregar la
letra “s” (págs. o Uds.) o la partícula “es” (Sres.). En otros casos, en cambio, se duplica
la letra inicial: EE. UU. (Estados Unidos), FF. AA. (Fuerzas Armadas). En el caso de
“números”: núms., nros., n.os. Fíjese que, tanto en EE. UU. como en FF. AA., se deja un
espacio entre las letras duplicadas, precisamente, para marcar que se están
abreviando dos palabras: “estados” y “unidos” o “fuerzas y armadas”.
f) Algo muy importante: la palabra “foja” debe abreviarse así: f. Solo la fuerza de la
costumbre ha llevado a agregar automáticamente la letra “s” (fs.), incluso cuando se
hiciera mención a una sola foja. Como consecuencia, si se aludiera a varias fojas, la

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recomendación es duplicar dicha letra: ff. Por ejemplo: Dicho testimonio consta en las
ff. 23/27. De la misma forma, si se citaran varias páginas de un libro, lo adecuado es
esta variante: pp. 38/75. Lo mismo pasa con la palabra “tomo” (t./tt.).
g) Por regla, las abreviaturas se escriben con letra minúscula, en la medida en que
representan a sustantivos comunes (f., abreviatura de “foja”). Sin embargo, las
fórmulas que suponen tratamientos formales, expresiones de respeto o explicitación
de títulos académicos, deben representarse con mayúsculas. Por ejemplo: V. E., S. E.
(Su Excelencia), Sr., Dr., Ud.
h) La palabra “horas” no debe abreviarse así: hs. Esto, dado que “h” es el símbolo
internacional (no es una abreviatura) de dicha voz. De acuerdo con la RAE, los símbolos
“son representaciones gráficas estables y normalizadas de conceptos o realidades
pertenecientes, en general, al ámbito científico-técnico, por medio de letras o signos
no alfabetizables” (RAE, 2010, p. 586). Son invariables. Por ende, sirven tanto para el
singular como para el plural: 2 h o 14 h.
i) Las siglas se forman con la letra inicial de cada uno de los términos representativos
(sustantivos o adjetivos) que conforman una expresión compleja: Superior Tribunal de
Justicia (STJ), Oficina de Medidas Alternativas (OMA). La construcción de los
acrónimos, por el contrario, es discrecional porque lo que se busca es que puedan ser
leídos o pronunciados como cualquier palabra: BONTES (Bonos del Tesoro), ANSES
(Administración Nacional de la Seguridad Social), FONAVI (Fondo Nacional de la
Vivienda), FONTES (Fondos del Tesoro).
j) Las siglas y acrónimos no llevan punto abreviativo para separar las letras que los
forman (STJ, OMA). Y deben escribirse con letras mayúsculas (FMI, BCRA, STJ). No
obstante, sobre todo cuando se trata de acrónimos de cierta extensión (más de cinco o
seis letras) o de siglas que se han convertido en verdaderos sustantivos comunes,
puede escribirse con mayúscula solo la letra inicial (Mercosur, acrónimo de Mercado
Común del Sur) o, directamente, todo en minúscula. Esto último ocurre con las voces
“sida” (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) y “pyme” (pequeñas y medianas
empresas), ambas ya registradas en el DRAE como sustantivos.
k) En los textos jurídicos y administrativos, por su formalidad, se recomienda que en la
primera ocasión se consigne el nombre completo de la institución o expresión

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denominativa y, entre paréntesis, la sigla (sin punto abreviativo entre letra y letra).
Ejemplo: Oficina de Medidas Alternativas (OMA).
l) Las siglas no se pluralizan, son invariables. El género y el número son condicionados y
determinados por la primera palabra del conjunto que se va a abreviar o, en su
defecto, por el artículo que antecede a la sigla. Por ejemplo, ONG es la sigla de
Organización No Gubernamental. Ahora bien, si hubiera que aludir a varias, habría que
escribir "las ONG" y, del mismo modo, "el DNI” o “los DNI”. ¡En ningún caso cabe
añadir una ‘s’, como lo resolvería la gramática inglesa!
m) Las siglas escritas enteramente en mayúsculas no llevan nunca tilde: CIA (sigla
inglesa de Agencia Central de Inteligencia), OTAN (Organización del Tratado del
Atlántico Norte). Al mismo tiempo, tampoco debe provocar zozobra la circunstancia de
que, en el momento de conformar una sigla o acrónimo, nos encontremos con
"secuencias gráficas que conculquen determinadas reglas ortográficas, como la que
obliga a escribir con ‘m’, en lugar de ‘n’, antes de ‘p’ o ‘b’, ya que el cambio
desvirtuaría la asociación con la inicial de la palabra correspondiente en la expresión
originaria: ANPE (Asociación Nacional de Profesores Estatales)”, de acuerdo con la RAE
(RAE, 2011, p. 584).

3.El gerundio como problema


3.1 Una breve introducción
Numerosos expertos en lenguaje jurídico-administrativo coinciden en que la presencia
de “innumerables (y antinormativos) gerundios” (Montolío y López Samaniego, 2008,
p. 58) es un rasgo típico del discurso forense. Y la propia RAE advierte que, en los
textos jurídicos, “se incurre en dos errores: usos incorrectos y frecuencia abusiva del
gerundio” (RAE, 2017, p. 62). Por eso, en algunas actividades de formación hemos
destacado –siempre que se nos permita el neologismo- que era necesario emprender
una fuerte campaña de “desgerundización” en nuestros tribunales. Como
consecuencia, el objetivo de este espacio es brindar pautas prácticas que en la tarea
cotidiana permitan el empleo adecuado de este verboide.
En los tribunales suele creerse que la calidad de los escritos jurídicos se mide por la
extensión. A su vez, esta premisa –equivocada- incide en la conformación de lo que la
RAE denomina “párrafos unioracionales”; esto es, oraciones larguísimas que, en los

51
hechos, constituyen verdaderos párrafos encubiertos o encriptados, porque esa única
oración debería ser fraccionada y dividida en varias, como hemos destacado con
anterioridad. Ahora bien, a este factor de distorsión, enemigo de la claridad,
contribuye el presuponer que al gerundio se lo puede utilizar como una suerte de
enlace para conectar ideas distintas. En estos caos, como marca la RAE, “es
conveniente sustituirlo por una construcción coordinada o, simplemente, marcar la
separación con un punto” (RAE, 2017, p. 65). Lo mismo ocurre cuando se le pretende
otorgar valor causal, para vincular una causa con una consecuencia. El siguiente
ejemplo servirá para mostrar este problema:
De igual manera se llevará a cabo un corte del suministro de gas natural el próximo día 30 de julio,
a partir de las 14 horas y por un plazo de 4 horas, sobre el ala ubicada en la calle Santa Fe,
afectando los tres niveles, hasta la parte central.
Ese mismo fragmento podría ser reformulado así:
De igual manera, el próximo día 30 de julio, a partir de las 14 h y durante un plazo de 4 h, se
concretará un corte del suministro de gas natural sobre el ala ubicada en la calle Santa Fe, que
afectará los tres niveles, hasta la parte central del edificio.
Puede observarse que, en dicha reformulación, se ha preferido una sola oración. Ahora
bien, en lugar del gerundio, se ha optado por una construcción subordinada para
destacar la conexión entre el corte del suministro y el área que se verá afectada. No se
niega que pueda haber una relación causal. El problema es que, en el fragmento
originario, se forzaba a que el gerundio llevará adelante dicha vinculación.
El mismo texto también podría ser rescrito así:
De igual manera, el próximo día 30 de julio, a partir de las 14 h y durante un plazo de 4 h, se
concretará un corte del suministro de gas natural sobre el ala ubicada en la calle Santa Fe. Este
afectará los tres niveles, hasta la parte central del edificio.
Como puede advertirse, en esta segunda variante se ha preferido construir dos
oraciones, pero ambas opciones tienen en común la presencia de un verbo en
propiedad, debidamente conjugado (“afectará”), en vez de llevar al gerundio a una
función para la que no ha sido concebido, como se verá a continuación.

3.2 El universo de los verboides


De acuerdo con la RAE, se denominan “formas no personales del verbo (también no
conjugadas, no finitas, derivados verbales o verboides) al infinito (amar), al gerundio

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(amando) y al participio (amado)” (RAE, 2010, p. 493). Lo que tienen en común las tres
es que se mantienen invariables, rígidas, porque no flexionan, lo que sí ocurre cuando
a un verbo se lo conjuga: yo redacto, tú redactas, nosotros redactamos, ustedes
redactaban. Buena parte de la confusión radica en pensar que el gerundio cumple las
mismas funciones que el verbo debidamente conjugado. Por el contrario, en el plano
sintáctico, los verboides se asimilan u operan mayormente así:
a) El infinitivo, como un sustantivo. Por ejemplo: El discutir sobre la base de razones es
propio de las personas tolerantes.
b) El participio, como un adjetivo. Por ejemplo: El tema discutido en este expediente es
el de la reincorporación del empleado cesanteado.
c) El gerundio, como un adverbio. Por ejemplo: Resolvimos la cuestión como
correspondía: discutiendo y consensuando cada punto. En este caso, el gerundio suele
expresar “modo”, por “lo que a menudo responde a la pregunta ¿cómo? y admite la
sustitución por el adverbio así” (RAE, 2017, p. 63). Ejemplos: El juez entró sonriendo…
El imputado se defendió invocando el principio de inocencia. En ambas hipótesis es
posible preguntarse cómo el juez ingresó a su despacho (sonriendo) o, bien, en el caso
del imputado, cómo se defendió (invocando el principio de inocencia).
Como lo hemos dicho en otras ocasiones, por lo general, los adverbios actúan como
complementos del verbo, aunque a veces también lo son del adjetivo. Acompañan al
verbo, al precisar las circunstancias en que se produce o desarrolla la acción significada
por aquel. Ejemplo: Los otros jueces llegaron después. Nos presentaremos allí. Quizás
me postule. Aunque son muy variados, los adverbios pueden ser “de modo (bien, mal,
así, etc.), de lugar (adelante, atrás, aquí, etc.), de tiempo (hoy, mañana, ahora, etc.),
de negación (no, nunca, tampoco, etc.), de afirmación (sí, también, ciertamente, etc.),
de cantidad (más, menos, muy, poco, tan, etc.), de orden (primero, últimamente, etc.)”
(García Negroni, 2004, 274).
A lo anterior hay que sumar que, si a un adjetivo se le añada el sufijo “mente”, el
resultado también es un adverbio: juiciosamente, serenamente, razonadamente,
pacientemente, ruidosamente, silenciosamente, etc.
Un elemento indicativo de que el gerundio está utilizado de forma adecuada, al menos
en su forma simple, es la simultaneidad temporal. Ejemplo: El juez ingresó al edificio
sonriendo. Como puede advertirse, el adverbio solo marca cómo ingresó y el modo en

53
que lo hizo (sonriendo), por ende, es inseparable de la acción (ingresar) a la que
precisa.
Como consecuencia, está proscripto el denominado “gerundio de posterioridad”. En
otras palabras, “no debe utilizarse para señalar una acción posterior a la que indica el
verbo al que complementa” (RAE, 2017, p. 63). Por eso, resulta censurable el siguiente
ejemplo propuesto por la propia RAE: Se denunció la desaparición del joven, siendo
hallado dos semanas después (RAE, 2017, p. 63). Otro ejemplo: Alberdi nació en
Tucumán en 1810, muriendo en Francia en 1884. Ambas oraciones podrían
reescribirse, correctamente, de la siguiente forma:
Se denunció la desaparición del joven, que fue hallado dos semanas después.
Alberdi nació en Tucumán en 1810 y murió en Francia en 1884.
El llamado “gerundio de posterioridad” no es admisible en ningún caso. No obstante,
respecto del factor temporal, hay que distinguir las dos formas que puede asumir el
gerundio, porque pueden presentar diferencias:
a) Simple (analizando). En esta variante, como se acaba de ver, el contenido
expresado por el gerundio se presenta como simultáneo o inmediatamente anterior a
la acción o proceso al que refiere el verbo principal, al que complementa. Ejemplos:
El juez ingresó sonriendo (simultaneidad).
Faltando un minuto para la hora prevista, comenzó la audiencia (anterioridad inmediata). Teniendo
en cuenta lo que se acaba de desarrollar, corresponde resolver… (anterioridad inmediata).
b) Compuesto o de perfecto (habiendo analizado). En este caso, el gerundio siempre
expresa anterioridad, sea inmediata o no. Ejemplo: Habiendo escuchado a las partes, el
juez tomó la palabra; Habiéndose cumplido todos los actos procesales previstos, la
causa ha quedado en condiciones de ser resuelta.
Para reforzar la clasificación que se acaba de dar. Ahora veremos algunos ejemplos de
usos correctos del gerundio que brinda la RAE (RAE, 2017, p. 63). No interesa tanto el
nombre que se le asigna a tales manifestaciones del gerundio, sino identificar el buen
empleo de este recurso. Así, puede citarse lo siguiente:
- Gerundio perifrástico, en el que este forma parte de una perífrasis junto a los verbos
“estar” o “ir”. Ejemplos: Estaba redactando el acta; La cantidad de expedientes va
creciendo.

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- Gerundio de ubicación, para marcar un lugar u orientación. Ejemplo: El juzgado queda
en la esquina, doblando a mano derecha.
- Gerundio absoluto, al que ya se ha hecho referencia. Ejemplo: Habiéndose cumplido
todo el proceso licitatorio, el servicio fue adjudicado a la empresa que había efectuado
la mejor oferta.
En función de lo que venimos desarrollando, ahora podremos entender cuál era el
problema que presentaba este ejemplo:
De igual manera se llevará a cabo un corte del suministro de gas natural el próximo día 30 de julio,
a partir de las 14 horas y por un plazo de 4 horas, sobre el ala ubicada en la calle Santa Fe,
afectando los tres niveles, hasta la parte central.
Para saber si en un determinado contexto el gerundio está bien empleado, lo primero
que se debe hacer es identificar el verbo de la oración, al que el gerundio está llamado
a complementar. En el ejemplo se trata de una frase verbal: se llevará a cabo. Ahora
bien, ¿el gerundio sugerido, “afectando” (simple), se presenta como simultáneo
respecto del proceso representado por la frase verbal? ¿Se advierte la misma
simultaneidad que en el ejemplo anterior (El juez ingresó al edificio sonriendo)? La
respuesta es un rotundo no, porque, al prever o postular una consecuencia, que aún
no ha tenido lugar, se presenta como una suerte de “gerundio de posterioridad”, algo
que está proscripto por las convenciones gramaticales del español. Como
consecuencia, la solución es simple y pasa por no forzar o llevar a que el gerundio
cumpla funciones verbales, sino reemplazarlo por un verbo en propiedad. Por ello, el
fragmento puede ser readecuado de esta forma:
De igual manera, se llevará a cabo un corte del suministro de gas natural el próximo día 30 de
julio… Este afectará los tres niveles, hasta la parte central del edificio.
Otro ejemplo puede servir para comprender mejor esta importante cuestión. Es el
siguiente:
Cabe destacar que la Defensa del imputado no formuló ninguna oposición respecto de la prueba
ofrecida en su momento por la Fiscalía, ofreciendo solamente testigos para el Debate posterior y
conformándose con el ofrecimiento de una entrevista grabada, luciendo -por ende- injustificados y
tardíos los planteos que efectúa ahora.
Como puede apreciarse, la opción de acumular demasiada información en una sola
oración resulta inadecuada, más aún cuando se acude al gerundio para seguir
alargando las cosas y para hacer referencia a circunstancias ocurridas en momentos

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diferentes. La solución pasa por conformar varias oraciones. Una variante podría ser
esta:
Cabe destacar que la defensa del imputado no formuló ninguna oposición contra la prueba ofrecida
en su momento por la fiscalía. En efecto, solo ofreció testigos para el debate posterior, así como
una entrevista grabada. Por ende, los planteos que efectúa ahora lucen injustificados y tardíos.

En definitiva, en el discurso jurídico el problema radica cuando no se formulan


oraciones breves y, cuando en pos de seguir añadiendo información a una oración que
debería haber sido cerrada (con un punto y coma o con un punto y seguido), se coloca
una coma y luego un gerundio. Lo que se busca -inapropiadamente- es que este opere
como una suerte de conector o de enlace. Pero el remedio es inadecuado en términos
gramaticales y para la mera comprensión del texto. Si se toma en serio el mandato de
la claridad, que manda formular oraciones breves, el inconveniente desaparece y, con
él, la tóxica gerundización. El gerundio es un elemento valioso, pero en la medida en
que se lo ciñe a aquello para lo cual ha sido pergeñado: complementar al verbo, no
reemplazarlo.

Bibliografía
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en el ámbito judicial". Producción de contenidos: ABEL, Luis Federico y ALTAMIRANO,
Carlos Leonardo. Recuperado de
http://campusvirtual.justiciacordoba.gob.ar/moodle/mod/book/view.php?id=10361
- Corte Suprema de Justicia de la Nación. (2013). “Lecciones de redacción para
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https://www.cij.gov.ar/lecciones-de-redaccion.html
- García Negroni, María Marta (coordinadora), Laura Pérgola y Mirta Stern. (2004). El
arte de escribir bien en español. Manuel de corrección de estilo. Buenos Aires: Santiago
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- Montolío, Estrella y López Samaniego, Ana. (2008). “La escritura en el quehacer
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Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta.
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Grupo Editorial Planeta.
- Real Academia Española. (2017). Libro de estilo de la Justicia. Madrid: Espasa.

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